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Culturales

On-line version ISSN 2448-539XPrint version ISSN 1870-1191

Culturales vol.3 n.1 Mexicali Jan./Jun. 2015

 

Reseñas

 

La vida en los intersticios. Estrategias identitarias de los rarámuri en la ciudad de Chihuahua

 

Max Isaí Montaño Rodríguez

 

Arturo Mario Herrera Bautista, Universidad Autónoma de Baja California/Instituto de Nacional de Antropología e Historia México, 2013, 286 pp. ISBN: 978-607-484-462-7 y 978-607-607-176-2

 

Universidad Autónoma de Baja California.

 

Con profundo interés me apliqué a revisar el libro de Arturo Herrera, el cual tuve el gusto de encontrar en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Culturales-Museo (IIC-Museo), de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). El autor presenta su trabajo sobre la dinámica de los rarámuris, grupo indígena que es identificado con la sierra Tarahumara, ubicada en el estado de Chihuahua. El objetivo de su trabajo es describir las estrategias identitarias de los rarámuris que migran hacia la zona urbana de la ciudad de Chihuahua.

En el primero de cinco capítulos, se plantean los argumentos que servirán como base teórica para examinar y pensar la dinámica de la migración de grupos con una misma identidad cultural de asentamientos rurales hacia la ciudad. Para Herrera, las dinámicas socioculturales definen la construcción de la identidad mediante el habitus y la interacción social de las representaciones sociales con las formas simbólicas. Sin embargo, menciona la propuesta de Fredrik Barth, en la que la etnicidad depende de los límites, a pesar de que los contenidos culturales de dicha etnia sean modificados. De igual forma, toma en cuenta el desapego a la identidad étnica debido a la movilidad entre zonas rurales y urbanas, las brechas generacionales y las "estrategias identitarias" de los individuos.

Adicionalmente, el autor considera la importancia de las redes sociales en la inserción de los rarámuris que migran a la ciudad. Éstos dan uso de los parientes y conocidos que ya viven en la zona urbana y los apoyan con residencia temporal y vínculos para conseguir empleo. Es interesante que el autor explique de manera resumida, pero práctica, el concepto de "capital social" y la propuesta de Mark S. Granovetter, en la que otorga gran importancia a los "lazos débiles" de una red social donde "los lazos débiles pueden dar más fuerza a una organización naciente al brindarle nuevas vías de comunicación e interconectividad entre grupos locales pequeños" (Herrera, 2013, p. 49).

El segundo capítulo aborda la situación sociodemográfica, así como una descripción de la situación ecológico-ambiental y económica de la zona serrana donde se encuentran asentados los rarámuris. También se abordan otros temas de vital importancia para entender la situación indígena actual en la sierra Tarahumara. Por ejemplo, se revisa el trabajo de tesis doctoral de Juan Luis Sariego (2002), en el que hace un recuento de los distintos modelos de desarrollo y formas de organización socioterritoriales impuestos desde la llegada de los misioneros jesuitas hasta la actualidad (pp. 62-69). Asimismo, trata otros factores importantes, como: el resurgimiento de la minería; la privatización, que no ha logrado beneficiar a los pueblos indígenas de la zona; el ecoturismo, que desarrolla grandes proyectos de infraestructura, donde los rarámuris no son tomados en cuenta, e inclusive el narcotráfico, que ha aumentado la derrama económica informal al mismo tiempo que genera violencia por ser una empresa ilegal. Al final del capítulo describe datos porcentuales que explican diversos aspectos de la migración rarámuri. Entre éstos se encuentran: la disminución de la precipitación pluvial en los últimos veinte años, las tazas poblacionales en las comunidades rarámuris, porcentaje de hablantes rarámuris por municipio y ocupación laboral por sector en el estado de Chihuahua, entre otros.

Para el capítulo tres, titulado "Las identidades rarámuris desde el discurso antropológico", Herrera ahonda en el tema de la "identidad étnica". Para ello, revisa corrientes teóricas sobre la identidad como las primordialistas y las circunstancialistas, basándose en el trabajo de William Merril. Los primordialistas consideran a las identidades como producidas por atributos obtenidos al nacer y, por tanto, inmodificables. En cambio, los circunstancialistas proponen que las identidades cambian de acuerdo con las condiciones en las que se ve inserta dicha identidad. Al parecer. el autor en quien se basa Herrera sintetiza dos corrientes de teóricos de la identidad, ya que esta última parece contener las corrientes constructuvistas e instrumentalistas.

Debido a la historia del grupo en cuestión, Herrera señala que es un error considerar el dialecto rarámuri como elemento definitorio de la identidad de los mismos. Los rarámuris habitan en diferentes zonas de la sierra, donde en cada una se hablan diversas subdivisiones o dialectos del rarámuri.

También menciona el trabajo de Jerome Levi con los rarámuris para definir que las identidades étnicas se construyen en contraposición con la cultura de los españoles. El trabajo de Margot Heras le permite señalar la existencia de un "ser ideal" sobre el comportamiento de los rarámuris. El ser ideal es la presión social ejercida sobre los individuos a mantener las costumbres intactas. Situación que se vuelve compleja para los rarámuris que viven en la ciudad y se les seguirá considerando rarámuri, salvo algunos casos extremos. Con estos ejemplos, Herrera explica la resistencia y plasticidad de la identidad. Cada caso muestra una cara de la misma moneda y pone de manifiesto la maleabilidad de la identidad étnica.

Al final del capítulo, el autor se dedica a revisar algunos trabajos que versan sobre la construcción identitaria entre rarámuris que migran a la zona urbana. Da uso de los conceptos liminalidad, intersticio y antiestructura para describir la situación de los rarámuris que migran a la ciudad. A éstos, la situación de migrantes los posiciona en una ciudad que no los acaba de integrar del todo y "los obliga a permanecer en el umbral de la sociedad, a vivir entre lo uno y lo otro, [...] en una situación en la que ya no son de la sierra, pero tampoco son de la ciudad". Para Herrera, esa situación es un estado liminal y es necesario "adoptar un enfoque procesual y diacrónico como base para posibles interpretaciones". Finalmente, Herrera precisa que la identidad tiene un comportamiento procesual, el cual es indeterminado, ya que los individuos no necesariamente dejarán atrás sus representaciones tradicionales ni tampoco que las mantengan al pie de la letra. Para él, "todo dependerá de las circunstancias."

En el siguiente capítulo se explica con más detalle la distribución demográfica de los rarámuris en la zona urbana de Chihuahua. Se realiza una etnografía de los núcleos residenciales de éstos. Gracias a este ejercicio es posible describir las relaciones políticas dentro de estos núcleos, así como la cohesión que se da en la comunidad, los diversos rituales, y las relaciones familiares que incluyen factores generacionales, de género y laborales. En estos asentamientos, los rarámuris intentan recrear la comunidad de origen con poco éxito. Según los testimonios recuperados por Herrera, los rarámuris no sienten vivir en comunidad dentro de los asentamientos; tampoco que los esfuerzos de los administradores por lograr dicho fin cumplan su cometido. En cambio, lo que sí se ha logrado es que se construya una propia idea de comunidad donde la bebida batari es consumida ritualmente y se honra a Onorúame bebiéndola para pedir o agradecerle algo.

El capítulo cinco analiza las dinámicas que experimentan los rarámuris en la ciudad. Se detallan características de su dinámica social en relación con las diversas "zonas" que el "dispositivo racista" les permite transitar y otras que no. Por ejemplo, no se les permite entrar a centros comerciales, ya que se piensa que importunarán a los clientes; o si se les ve recorriendo algunos fraccionamientos de clase media alta, se considera es porque trabajan como auxiliares domésticos o en la venta de hierbas. En contraste a lo anterior, se espera que los rarámuris residan y circulen en asentamientos construidos por las instituciones y benefactores mestizos o, en otro caso, son "remitidos" a las colonias populares periféricas, muchas de ellas de "autoconstrucción incipiente, sin servicios, sin transporte público, con calles sin asfalto, mal trazadas, donde conseguir agua, alimento y los satisfactores mínimos es una proeza cotidiana" (Herrera, 2013, p. 196).

Para sortear estos problemas, los rarámuris dan uso de sus redes sociales con la esperanza de obtener algún beneficio marginal de ellas. Experimentan una serie de vínculos de diferente densidad. Asimismo, la relación con los clientes o benefactores no es fuerte, a diferencia de la que se da entre rarámuris de la misma edad.

Posteriormente, Herrera se dedica a hacer un recuento y análisis de la situación y construcción del racismo en México. Para el autor, este país ve con malos ojos la idea de aceptar la existencia del racismo, sin embargo, su población reproduce varios estereotipos racistas y exclusionistas. Lo anterior se da a través de los medios de comunicación. Herrera analiza casos en la prensa local dando uso del análisis del discurso propuesto por Van Dijk. En este ejercicio encuentra señales de una propuesta semiótica discriminatoria que repercute en la población. Mide esta repercusión a través de una encuesta en la que indaga acerca de la visión que tiene la población mestiza sobre los indígenas rarámuris y los ubican como el grupo más discriminado por sobre los homosexuales y los indígenas del "sur".

En respuesta a esto, los rarámuris desarrollan varias estrategias identitarias para recorrer estos intersticios sociales y enfrentar las representaciones sociales chabochi y al dispositivo racista. Entre estas estrategias señala a la identidad negativa, que describe como una dinámica donde el individuo interioriza el valor negativo que se le asigna a su identidad desvalorizada y se vuelve sumiso: la identidad negativa desplazada o asimilación, que es cuando el migrante rarámuri rechaza la estigmatización y trata de asimilarse culturalmente a la cultura local. Por último, reconoce la estrategia visibilizadora, en la que el individuo se apega a la tradición, el establecimiento de fronteras étnicas claras y la idea de preservación o continuidad de la identidad hacia el futuro.

Los resultados de la investigación de Herrera son interesantes. Para él, la adaptación de los rarámuris a la ciudad depende de características de cada individuo, entre las cuales se encuentran la edad, el género, la población serrana de origen, etcétera; estos factores determinarán las diversas formas de reaccionar de los rarámuris.Y es que los migrantes elegirán una estrategia diferente dependiendo de su género, lugar de nacimiento, edad, intensidad de las relaciones con los mestizos, así como la colonia adonde se establezcan, por mencionar algunos factores.

En este sentido, y muy al modo de Bauman, la identidad de los rarámuris migrantes se define mediante dichos factores y da resultados líquidos en los que las variables se modifican al mismo tiempo que los resultados, dependiendo de la situación.

Bajo esta consideración, las estrategias de los migrantes son clasificadas en cuatro tipos: una aceptación de la condición de subalternidad, la recuperación de la identidad "tradicionalista", la adopción de significaciones culturales de la cultura dominante y una estrategia visibilizadora. En resumen, los rarámuris se desplazan estratégicamente por los intersticios que el dispositivo racista les permite en búsqueda de posiciones donde puedan beneficiarse y evadir la discriminación.

En resumen, el trabajo de Herrera lo encuentro completo, honesto y preocupado por la realidad rarámuri actual. Es un gran esfuerzo comprender la complejidad de las interacciones de los indígenas en la ciudad, ya que la cantidad de factores que intervienen en dichas interacciones se densifican con los indígenas. Definitivamente es un libro a revisar para actualizarse sobre las dinámicas sociales de los indígenas que migran a la ciudad.

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