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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.8 no.15 Mexicali ene./jun. 2012

 

Reseñas

 

Historia y celebración. México y sus centenarios

 

Víctor M. Gruel

 

Mauricio Tenorio Trillo, Historia y celebración. México y sus centenarios, Tusquets, México, 2009

 

Mauricio Tenorio Trillo es a la historia mexicana lo que Heriberto Yépez a la república de las letras. En sus respectivos campos de escritura, ambos autores han roto con los cánones impuestos por el nacionalismo mexicano, ubicando el relativismo de sus puntos de vista desde el otrolado. Escriben sobre México con los pies en Estados Unidos. A Yépez y a Tenorio Trillo les sucedió lo mismo que a Octavio Paz en El laberinto de la soledad: pareciera que el distanciamiento crítico, además de coincidir con el alejamiento geográfico del país, propicia una reflexión menos complaciente (pero con miras más protagónicas). Tenorio Trillo lo admite: "Cada mito nacional podría ser desmantelado, empírica y lógicamente, con manotazos de historiador mala leche" (p. 123). En los tres casos, la pluma de los ensayistas cumple con el propósito de reinventar la identidad mexicana cuyo diagnóstico resultaba ser su principal objetivo. Pero lo que es un reconocimiento poético en Paz y una confrontación emocional en Yépez (sobre todo, en La increíblehazaña de ser mexicano, 2010), es en el historiador un análisis historiográfico con motivo del bicentenario y centenario de la Independencia y Revolución mexicanas. A juzgar con la distancia de dos años, es un libro a la medida de las celebraciones patrióticas de Felipe Calderón.

De entrada, Tenorio Trillo admite que el suyo es un texto "oportunista", debido a la proximidad entre la publicación del libro y los eventos celebratorios. El sociólogo michoacano, doctor en historia por la Universidad de Stanford, reflexionó desde un género híbrido entre la academia y el ensayismo ya probado en Decómo ignorar (2000), trabajo resultante de su estancia en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C. A través de un estilo directo y procaz, Historia y celebración se compone de cinco partes y diez capítulos. Tenorio Trillo, especialista en la historia cultural del Porfiriato, abre el libro con la puesta en escena de unas irónicas "leyes de la historia". La primera de ellas, "La Ley de Herodes: o te chingas o te jodes" (p. 21), parece la constante del devenir histórico de una sociedad como la nuestra. Mofándose en 2009 del positivismo mexicano que interpretó en 1910 el centenario de la Independencia (a modo de festejo del cumpleaños de don Porfirio), las leyes históricas que Tenorio Trillo propone son un recurso útil para argumentar, entre líneas, su escepticismo ante la filosofía de la historia. No hace falta demasiada perspicacia para detectar que el supuesto carácter legalista y adoctrinador que asume no es otra cosa que una invitación a pensar los prejuicios epistemológicos del historiador. Historia y celebración es, a todas luces, un libro de divulgación: las referencias bibliográficas y las citas cultas aparecen hasta el final del texto, tal como lo hacen los literatos cuando ensayan sus ideas y se dignan darle a los lectores un norte de sus ideas.

Historia y celebración fue escrito con el pretexto aparente de resolver las dudas ontológicas –muy en el estilo de Edmundo O’Gorman– que el discurso histórico no resolvía en mucho tiempo. (Francisco Bulnes parece ser el último en hacerlo, sugiere Tenorio Trillo, a propósito de la figura de Iturbide.) Pero este objetivo es sólo aparente, y como historiador bibliófilo el autor sabe bien que en un futuro su libro será leído como parte de las celebraciones que pretende desmontar. En consecuencia, Tenorio Trillo se permite proponer soluciones políticas frente a problemáticas sociales como la migración y las relaciones culturales entre México, Guatemala y Estados Unidos. En las 228 páginas que componen Historia y celebración, fiel a la idea de Marc Bloch de historiar desde el presente, el autor tiende los puentes historiográficos necesarios entre presente, pasado y futuro, todo a través de una metáfora divertida: la teoría de los focos navideños. Daniel Cosío Villegas, a quien Tenorio Trillo dice admirar en este y otros lugares, la hubiera considerado una blasfemia. Esta teoría, lúdicamente ilustrada con dibujos de Mónica Herrera, esta expuesta en el capítulo tercero y resulta ser un recurso heurístico –mas no didáctico– para pensar la historia mexicana. La metáfora de Tenorio Trillo demuestra los claroscuros de nuestro conocimiento del pasado. Pensar los distintos episodios de la historia de México como focos seriados supone que habrá algunos que brillen más que otros. Se trata de la capacidad que tendrán los historiógrafos para vislumbrar el futuro, ubicados desde el presente, pensando en el pasado. Un ejemplo:

La historiografía posrevolucionaria no tenía duda: la luz guía era la Revolución y las certezas del Porfiriato, paz y progreso, se volvieron mofas: las llamábamos pax porfiriana, usando el latín para evocar la paxromana y denotar incredulidad, burla de lo tramposa y falsa que había sido la paz porfiriana. También pusimos adjetivos al progreso: afrancesado, elitista, vende patrias, antipopular, autoritario... Así, con fuerza, para que perdiera la luz de progreso. Porque el fulgor del foco de la Revolución era muy potente, encandilaba. Todo viró en antecedente o consecuencia de la Revolución. Los focos atrofiaron y por años vivimos con un resplandor guía [...] La atrofia de los focos históricos, quiero añadir, depende del foco del presente, pero el presente nunca es sólo nacional (p. 63).

Como buen libro teórico, los personajes de Historia y celebración son los historiadores mexicanos y mexicanistas, por lo que el libro contiene un exhaustivo estado de la cuestión. Tenorio Trillo, investigador en la prestigiosa Universidad de Chicago, tradujo y re-escribió algunos de sus artículos arbitrados y capítulos de obras colectivas con tal de salvar su pellejo del estereotipo del historiador acartonado, pero sin proponérselo salvaguardó a toda la disciplina histórica. (En este tenor ha sido su participación en la serie televisiva Discutamos México, así como su coautoría con Aurora Gómez Galvarriato de El Porfiriato, 2006.) Tenorio Trillo sabe bien que los historiadores mexicanos del futuro van a leer las toneladas y toneladas de textos producidos en 2010, y por ello produjo una reflexión vanguardista, centrada en la realidad del mundo en que vivimos. Sin caer en las posturas naïf sobre la globalización, el historiador desmonta el mito de Octavio Paz de la soledad mexicana. Tenorio Trillo, quien lleva varios años insistiendo en que deberían abrirse más centros de investigación sobre la relación entre México y Estados Unidos, es un expositor fiel de teorías como el internacionalismo y el cosmopolitismo. El autor ofrece una lección metodológica a los investigadores que, en su insolvencia intelectual viciada por el internet, buscan a los ciudadanos del mundo en esas marañas conceptuales denominadas "vida cotidiana" o "estilos de vida". El ser cosmopolita es un acontecimiento y la historia es la única disciplina capaz de aprehenderlo en sus estrategias. Por lo mismo, Historia y celebración es un largo reproche a nuestros nacionalismos y conduce, irremediablemente, al cuestionamiento de nuestra propia identidad.

Tiene razón Tenorio Trillo sobre su oportunismo; en principio, porque el cuarto capítulo sirve para divulgar las investigaciones que realizó para su tesis doctoral ("Mexico at the World’s Fairs: Crafting a Modern Nation", 1996) y, a la vez, complementa los temas que le quedaron en el tintero. En el ejercicio de una creatividad inusual para las ciencias sociales, el trabajo de Mauricio Tenorio Trillo destaca al tomar las exposiciones internacionales como objeto de estudio, resultando un esfuerzo similar al de James Clifford y su estudio de los museos y hoteles como espacios privilegiados de la cultura occidental. Historia y celebración es un documento útil para los identitólogos y culturólogos porque muestra una metodología para el estudio de las exposiciones como episodios en los que las identidades nacionales emergen en un escenario comparativo. Sin mancharse las manos con etnografías o trabajo de archivo (siempre trabaja con fuentes impresas y las fotografías que él mismo toma en los eventos), Tenorio Trillo va más allá de la reseña y se permite teorizar sobre México a partir de los pabellones presentados en las exposiciones de Hanover (2000) y el Foro Internacional de las Culturas de Barcelona (2004). Observador crítico de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, Tenorio Trillo describe con el mismo entusiasmo tanto las experiencias migratorias del Bajío como el multiculturalismo –del cual admite su desconfianza– catalán o estadunidense.

Algunos escritores han reseñado, sobre todo en revistas literarias, el aspecto más caro de Historia y celebración: la supuesta obsolescencia del Estado-nación. Creo que el pensamiento del historiador es mucho más fino para negar o afirmar la desaparición de dicha entidad política. Lo que Eric Hobsbawm llama "tradiciones inventadas", por ejemplo, Tenorio Trillo denomina las "ruinas y rutinas" de nuestra historia. México es la más grande de nuestras ironías mexicanas y sólo un historiador irónico podría desentrañar el mito fundacional de nuestra nación. Sólo un intelectual abierto a la teoría antropológica desnudó el núcleo mítico de nuestra nacionalidad. Con la pericia de un mitólogo, Tenorio Trillo desmontó los mitos de nuestro nacionalismo. Sólo un pensador irónico podría describir cómo la idea de México es la más grande de nuestras bromas. Con un dejo de incorrección política –a fin de cuentas ya se encuentra en el otro lado–, Tenorio Trillo construyó la metáfora de la "Atlántida morena" (pp.159-183), para hablar de todos los ardides culturales de los que artistas, intelectuales y escritores se valieron para posicionarse en la idea de lo mexicano, accesible, fácil de ser consumida por la aldea global. El ejemplo de la vida y obra de Frida Kahlo resulta paradigmático.

Libro apasionado y apasionante, con capítulos de franca belleza, como el séptimo, acerca de un oftalmólogo que estudió la poesía patriótica escrita por invidentes en el siglo diecinueve, el autor se sirvió de esta publicación para ventilar algunos aspectos de su vida privada como intelectual mexicano radicado en Estados Unidos. (Es a fin de cuentas uno de los pocos casos de fuga de cerebros en el área de las ciencias sociales y las humanidades.) Citando ejemplos personales, desde la relación lingüística que sostiene con su hija hasta su trabajo comunitario (imparte historia a jóvenes migrantes mexicanos en una escuela pública), el historiador describió también el momento en que, en una conferencia, conoció a Octavio Paz. Mientras tanto, criticó la superficialidad de otros dos conferencistas que viven de las charlas en las universidades gringas: Carlos Fuentes y Jorge Castañeda. No cabe duda que Tenorio Trillo es uno de los pensadores contemporáneos de nuestro pasado más estimulantes. Algunas de sus reflexiones son cercanas a las de Roger Bartra sobre la condición "posmexicana". Sin embargo, en el ínter algo aportó sobre el concepto de la historia:

La imaginación histórica es, a fin de cuentas, siempre un ensayo, un intento: un recurso escaso. La escritura de la historia nunca puede ir más allá de los confines del presente. Eso que llamamos imaginación en la escritura de la historia es, de hecho, una tentativa constante de evadir el poder del presente. La historia se asemeja a esa imaginación que le permite al náufrago tanto acatar eso, que es un náufrago en la isla del presente, como conjeturar una salida, aunque fracase (p. 228).

La edición mexicana de Historia y celebración –hubo una primera española– tiene por portada un autorretrato del finado pintor mexicano Julio Galán (1959-2006). El kitch del artista norteño, con su traje de charro cubierto por un sarape y un rostro lleno de lágrimas y cenizas en la frente, ilustran a la perfección las múltiples ideas que contiene el libro. Seguir, en pleno siglo veintiuno, escribiendo y criticando la historia de nuestras fantasías sobre México es, al final del camino, una empresa narcisista. El folclor de ser nosotros mismos.

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