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Culturales

versión On-line ISSN 2448-539Xversión impresa ISSN 1870-1191

Culturales vol.8 no.15 Mexicali ene./jun. 2012

 

Artículos

 

Diferencia racial en docentes de educación básica de Tijuana y Tecate. Un estudio exploratorio

 

Jesús Aguilar Nery

 

DIE-Cinvestav-IPN

 

Fecha de recepción: 7 de diciembre de 2010
Fecha de aceptación: 30 de mayo de 2011

 

Resumen

¿En qué datos se fundamenta la idea generalizada de que existen razas humanas? Sabemos que en disciplinas como la biología y la antropología raza humana es un concepto rechazado. El propósito de este trabajo es conocer algunos de los elementos que nutren los pensamientos en torno al racismo de una muestra de profesionales de la educación básica de la franja fronteriza mexicana. Mediante un cuestionario aplicado en Tijuana y Tecate, encontramos que el concepto de raza se usa para agrupar y dividir grupos humanos. Los componentes que destacan en las definiciones son principalmente las características físicas de las personas. Concluyo señalando algunas implicaciones acerca de tener una deficiente base de conocimientos para construir una ideología racista, la cual se apoya tanto en un mecanismo cognitivo que ordena de cierto modo las diferencias, como en el procedimiento que se utiliza para darle contenido a tales diferencias.

Palabras clave: racismo, Tijuana, Tecate, docentes, educación básica.

 

Abstract

What data underlies the widespread idea that human races exist? We know that human race in disciplines such as biology and anthropology is a rejected concept. The purpose of this study was to determine some of the elements that feed the thoughts about racism from a sample of professionals in basic education along the Mexican border. Using a questionnaire administered in the cities of Tijuana and Tecate, found that the concept of race is used to group and divide human groups. The components include the definitions are mainly the people’s physical characteristics. I conclude by noting some implications about having a poor knowledge base to build a racist ideology, which is based both on a cognitive mechanism that puts in a certain order the differences, as well as by the method used to give content to such differences.

Keywords: racism, Tijuana, Tecate, teachers, basic education.

 

Introducción

EL PROPÓSITO DE ESTE TRABAJO ES CONOCER algunos elementos que nutren los pensamientos en torno al racismo en una muestra de profesionales de la educación básica en dos poblaciones de un estado fronterizo mexicano. Consideramos que los docentes tienen una posición estratégica para cambiar (y/o reproducir) formas de discriminación y desigualdad asociadas con el racismo; asimismo, pensamos que el espacio escolar es uno de los más apropiados para iniciar una tarea de indagación sobre dicho fenómeno, debido a las posibilidades y potencialidades de los centros escolares para favorecer las relaciones equitativas, democráticas, y luchar en contra de cualquier forma de discriminación en las actuales y futuras generaciones.

Parto de un estudio de campo entre profesionales de la educación básica en dos municipios bajacalifornianos y de ciertas preguntas: ¿En qué datos se basa la idea generalizada de que existen razas humanas? En caso de decir que hay "razas humanas", ¿cuántas son? ¿Qué relación habría entre raza y cultura? Para indagar sobre tales cuestiones me apoyo en el trabajo realizado en varias comunidades autónomas de España por García, García-Cano y Granados (1999), el cual pretendo utilizar como punto de contraste, a la vez que guía, ya que, como en mi caso, fue realizado con diversos profesionales asociados a la educación formal. El trabajo de García y colaboradores buscó indagar la construcción de las ideologías y las doctrinas racialistas1 en la geografía española, allegándose muestras diversas durante la última década del siglo veinte, en el marco de cursos o diplomados a profesores en servicio, estudiantes de licenciatura en magisterio, ciencias de la educación, entre otras carreras, hasta sumar 348 cuestionarios.

Este documento tiene un objetivo semejante al del trabajo de los investigadores españoles: aportar algunos datos de una muestra de profesionales de la educación (principalmente docentes frente a grupo), en este caso bajacalifornianos, con la idea de profundizar posteriormente en un trabajo más amplio y sistemático en este complejo terreno de la discriminación y el racismo en la franja fronteriza o en otros espacios nacionales.

Sabemos lo delicado y polémico que resulta abordar tales temáticas en México, pero, con la mayoría de los especialistas en el tema, consideramos que ha sido la omisión y el ocultamiento la estrategia más eficaz para fortalecer su persistencia prácticamente desde la época colonial. El racismo tiene diversos reservorios: está presente en el lenguaje, en las valoraciones colectivas, en las instituciones y, sobre todo, en la estructura social y económica del país, elementos cuya mezcla presenta obstáculos invisibles pero reales, francos o sutiles pero profundamente arraigados en el fomento de las acciones racistas. Según la mayoría de los investigadores tanto nacionales como extranjeros, erradicar las formas de discriminación racial empieza por reconocerlas (Gómez, 2005; Báez-Jorge, 2002; Castellanos, 2001; Latapí, 2001; Rivera, 2000; Van Dijk, 1997; Wieviorka, 1992).

En un primer momento me detengo a precisar el marco conceptual en el que se inscribe este estudio, así como el marco metodológico. Luego presento los datos recogidos mediante el instrumento utilizado. Finalmente, cierro el texto con una serie de consideraciones acerca de la información presentada, así como con una breve discusión, de ciertas implicaciones inmediatas y para el futuro, en relación con el estudio del racismo en las escuelas mexicanas.

 

El racismo como objeto de estudio

El estudio del racismo reviste diversas dimensiones y ámbitos, así como algunas adjetivaciones, tales como racismo teórico, espontáneo, interno o externo, institucional, popular, cotidiano, mediático, etcétera. Los estudios y formas de abordar el fenómeno del racismo han abarcado varias disciplinas, entre las que destacan la psicología, la sociología, la antropología, la historia y los estudios de género (Rivera, 2000; Wieviorka, 1992; García, Granados y Pulido, 1999; Castellanos, 2002 y 2001; Gómez, 1991; Van Dijk, 1997; González, 1997; Gall, 2004; Suárez, 2005; Sánchez-Guillermo, 2007; Urías, 2007, entre otros). Las formas de abordarlo incluyen desde perspectivas históricas, estructurales y discursivas, hasta las representaciones y las prácticas; en otras palabras, las acciones, los discursos de individuos o grupos, así como las estructuras e instituciones que enmarcan el racismo en escalas tanto locales como internacionales.

En cuanto a los contenidos que sustentan muchas de las representaciones y prácticas racistas, especialistas europeos han distinguido entre los "viejos racismos" –de corte biologicista–, referidos casi exclusivamente a la raza, y los "nuevos racismos" –de cuño culturalista–, cuyos referentes aluden comúnmente a lo étnico, lo nacional y lo cultural (Stolcke, 1999; Taguieff, 1987; García, García-Cano y Granados, 1999).

Desde un punto de vista histórico, se ha acordado en llamar "viejo racismo" al que se fundamenta en la existencia de diferentes "razas humanas", las cuales son clasificadas de modo jerárquico con base en características biológicas o supuestamente genéticas o naturales. Este tipo de posiciones, cuya inconsistencia científica en organizar de este modo la diversidad humana ha sido demostrada, perdura hasta nuestros días en forma generalizada y coloquial tanto en libros de texto como en medios de comunicación y textos jurídicos (García, García-Cano y Granados, 1999:136).

De acuerdo con especialistas de las ciencias sociales, pero sobre todo de las ciencias biológicas, en la especie humana el concepto raza no corresponde a ninguna realidad objetiva, pues ni en términos biológicos o genéticos, campos donde surge, es válida su aplicación a la especie humana. Entre los seres humanos las diferencias genéticas, que son la condición necesaria para que existan las razas, no son significativas. Ésta es una de las dos grandes críticas que se hacen al racismo biológico. En términos numéricos, datos recientes aportados por el biólogo y químico Kornblihtt (2005:45) apuntan que la variabilidad intraespecífica de la especie humana es de aproximadamente 0.37 por ciento.2 Como especie, los humanos poseemos un fondo genético común y formamos una comunidad reproductiva única que persiste no obstante las barreras geográficas, étnicas, culturales, etcétera. Tales barreras no subdividen el fondo genético, aunque lo estructuran en numerosas poblaciones relativamente cerradas.3 Kornblihtt cita al connotado genetista Luca Cavalli-Sforza para afirmar que la evidencia provista por los estudios recientes sobre genética humana confirma que no existen las "razas humanas", es decir, "que no existe una elevada homogeneidad genética en el seno de los grupos étnicos humanos que permita clasificarlos como razas, y por lo tanto, pueden darse situaciones en que las diferencias genéticas se dan más entre individuos que entre poblaciones" (2005:45). Esto significa que puede haber más distancia genética entre dos individuos blancos que entre un blanco y alguno de otro color o de otra región del mundo. De tal modo se establece la segunda gran crítica a los biologicistas: no existe correlación entre las definiciones de raza y las características culturales de los pueblos (García, García-Cano y Granados, 1999:138).4

Lo anterior nos motiva a revisar el contexto histórico en que surgió el racismo y los mecanismos por los cuales se expandió. Los investigadores españoles sostienen que el racismo biológico emergió en el contexto de la Revolución Industrial, enmarcado por migraciones rurales a las ciudades emergentes, así como por la creciente expansión transcontinental de las potencias europeas y la consolidación de los Estados-nación. En suma, el racismo biologicista se entretejió con la etapa de expansión del imperialismo capitalista para justificar y defender el sistema de esclavitud en sus últimas décadas, la creciente colonización y la explotación intensiva de los pueblos no europeos, así como de los campesinos europeos desplazados con la Revolución Industrial (también Gall, 2004:233-4). En palabras de García, García-Cano y Granados, "Su función social fue legitimar un sistema de dominación de unos grupos sobre otros", especialmente los euroamericanos, que dominaron a las poblaciones invadidas y colonizadas (1999:138).

Por su parte, quienes hablan de los "nuevos racismos" muestran el traslado de la justificación de la ideología racista (en la que los significados sociales contribuyen al sostenimiento de relaciones de dominación por motivos de "raza") de una diferencia física y biológica hacia una diferencia cultural; esto es, se reemplaza el argumento genético por el de la identidad cultural y/o nacional en el discurso racista. Incluso, algunos autores como Balibar y Wallerstein (1988) hablan de un "racismo sin razas". Algunas características que identifican esta posición aluden a que las identidades y los rasgos culturales permanecen estáticos, inalterables y son homogéneos e irreductibles; no postulan la superioridad de unos pueblos sobre otros, pero destacan el peligro que supone desaparecer las fronteras. Asimismo, sostienen una supuesta incompatibilidad entre las diferentes formas de vida y de convivencia, una de cuyas consecuencias más sobresalientes es la institucionalización del racismo, en la que los prejuicios y estereotipos raciales se incorporan a los sistemas legales, administrativos y sociales de modo sutil o indirecto, y se hacen compatibles con las normas de tolerancia e igualdad que imperan en las democracias occidentales. De este modo, el adjetivo "cultural" funciona como lo hacía el argumento biológico o genético: "encerrando a los individuos y a los grupos a priori en taxonomías de jerarquía y de exclusión del sistema socioeconómico y político" (García, García-Cano y Granados, 1999:141).

En esta corriente es donde se pueden incluir la mayoría de los estudios sobre racismo en el ámbito educativo europeo; aunque debe reconocerse que en habla hispana todavía son muy pocos los estudios dedicados al tema para que podamos reconocer una tendencia dominante (Schmelkes, 2009; Barrón, 2008; Cillero, 2004; Dietz, 2003; Rivera, 2000; Alegret, 1992, entre otros).

Kornblihtt (2005:45) lanza una interesante especulación al plantear qué hubiese pasado si los estudios del genoma humano nos hubieran dicho que existen las "razas humanas": ¿esto justificaría el racismo? Coincido con su respuesta: un absoluto no. Porque eso nos hablaría, en estricto sentido, de ciertas diferencias, pero no necesariamente de desigualdades. En otras palabras, el racismo, la exclusión, la discriminación, etcétera, generalmente tienen otros fundamentos, de naturaleza económica, social, política y cultural, que suelen combinarse con ayuda (o no) de la biología; pero, en cualquier caso, se trata de ideologías de subordinación de unas personas o grupos a otras u otros.

En este punto me detengo con relación a la parte conceptual, pues lo que interesa en este texto es explorar el tipo de fundamentos que sustentan la dimensión ideológica de los discursos racistas en un grupo de personas en particular. Para realizar esta tarea propongo un acercamiento a la información y al conocimiento que algunos docentes de educación básica tienen sobre los conceptos de raza y cultura, bajo la suposición de que estas concepciones responden a una construcción social que legitima un determinado orden social que clasifica, jerarquiza y evalúa el "nosotros" y el los "otros". En otras palabras, sostengo que cierto análisis del racismo debe fundamentarse en torno al conocimiento, las representaciones y los mecanismos que intervienen en la construcción de la diferencia (Castellanos, 2001:169-170).

 

Discursos e ideologías racistas

El racismo es una ideología que implica ciertas formas discriminatorias que hacen parecer justificadas o "naturales" las relaciones de dominación. El concepto racismo nos remite en general a las relaciones de poder que mantienen los grupos humanos y que suponen actitudes, creencias y comportamientos de unas culturas que socializan a sus miembros en una escala jerarquizada de preferencias, valores y pautas que inferiorizan y discriminan a los portadores de culturas distintas. Actualmente, estas jerarquías (superior/inferior, blanco/negro, mestizo/indio, civilizado/bárbaro, etcétera) generalmente se manifiestan de modo combinado o exclusivo, relacionadas con grupos humanos diferenciados por color de piel, idioma, nacionalidad, religión o clase social, entre otras categorías.

¿En qué datos se basa la idea generalizada de que existen razas humanas en el contexto mexicano en general y en dos localidades fronterizas en particular? Para indagarlo abordaré las formas en que se piensan y conceptualizan la raza y sus relaciones con la cultura, debido a que el racismo es y ha sido uno de los muchos intentos por "naturalizar" ciertas relaciones asimétricas entre grupos diferentes.

A esta manera de presentar dichas relaciones García, García-Cano y Granados (1999:144) la han llamado "el racismo pensado", y éste ha sido su objeto de estudio, y será el nuestro en este documento. Se trata de argumentar que el racismo se apoya en ciertos conocimientos cuya fuente es materia de diferenciación entre las personas. Se sabe que la construcción de las identidades es un proceso interactivo y que, en el caso de las identidades colectivas, la construcción del grupo "otros" está profundamente ligada al grupo "nosotros". En este sentido, propongo analizar la lógica que envuelve a la ideología racista (fundada en la comprensión, diferenciación, clasificación y ordenamiento de ciertos grupos) y, con ello, potencialmente actuar en consecuencia. Así, al aceptar que existen diferentes "razas humanas", y además establecer algún tipo de dependencia entre ellas, la ideología racista está en puerta para configurar las creencias de las personas y posiblemente verse objetivada en sus acciones cotidianas.

Un ejemplo ilustrativo es que el hecho de ser negro, maya u oriental –diferencia– no tiene nada que ver con el de ser pobre –desigualdad–; sin embargo, el hecho de ser negro, indígena o extranjero frecuentemente es utilizado para justificar el de ser pobre y, por lo tanto, de legitimar esa desigualdad social (Castellanos, 2001:174).

Con esta lógica de construir la ideología y los discursos que nutren al racismo en Europa, han sido pocos los estudios sobre grupos particulares, "pues a menudo se ocultan las claves de la retórica de la exclusión, de la dominación y de la jerarquización para comentar y defender la igualdad, la libertad y la fraternidad entre todos los humanos" (García, García-Cano y Granados, 1999:145). En tanto, en México el primer lugar en atención ha sido el racismo dirigido hacia los grupos étnicos nativos y el segundo el que sufren ciertos grupos extranjeros (o de tal ascendencia) o religiosos, y se deja fuera de foco el racismo entre las mayorías o las formas sutiles y especialmente las institucionalizadas. Más aún, debido a la tendencia dominante hacia los estudios de corte histórico, son pocas las investigaciones que aportan datos empíricos recientes sobre los procesos de construcción de las diferencias raciales que describan las maneras distintas de concebir la discriminación o los contenidos que la sustentan, y aún menos conocimiento tenemos de que se hayan reportado estudios del tipo que proponemos sobre estos procesos en los ámbitos escolares de las poblaciones de Tijuana y Tecate y de la franja fronteriza en general.

 

El conocimiento: punto de partida de la ideología racista

Las ideologías racistas se refuerzan con las creencias y las prácticas propias o de otros grupos, preferentemente (pero no exclusivamente) cercanos: recordemos, por ejemplo, los movimientos neonazis que han emergido en ambos lados del Atlántico y que también han encontrado un nicho importante debido a su promoción en internet, con lo que se han deslocalizado en múltiples y difusos lugares.

Los discursos racialistas se nutren de materiales heterogéneos e incluso contradictorios: los saberes de una supuesta base científica transmitidos, regularmente, por las escuelas o los medios masivos de comunicación; el sentido común, y sobre todo las creencias tradicionales y las costumbres que se han vuelto inmunes a la crítica. En el caso que nos ocupa adquiere centralidad el conocimiento académico (tal vez deba decir "escolar") explícito que ciertos profesionales de la educación formal tienen de algunos conceptos relacionados con la ideología de la discriminación racial.

Lo anterior nos lleva a explorar los mecanismos cognitivos subyacentes en las prácticas racistas, pero con esta información no se puede decir si se hacen realidad o en qué circunstancias concretas se realizan tales prácticas. En otras palabras, no es mi interés describir las opiniones que manifiestan los docentes frente al racismo (sabemos que habitualmente se oculta lo que efectivamente piensan), mucho menos inferir prácticas concretas de corte racista (debido al tipo de abordaje y los datos con los que trabajo), sino explorar los conocimientos que sustentan las ideologías racistas, pues se trata del posible andamiaje básico para construir argumentos y justificar el racismo.

Insistimos, con García, García-Cano y Granados, que, más allá de la biología o la cultura, es la configuración del término "raza" la que lleva a adoptar una postura jerárquica y evaluadora de los seres humanos, "utilizando como criterio que los agrupa, diferencia o clasifica, características de diferente signo: el color de la piel, la procedencia geográfica, la identidad cultural o social, las costumbres o la lengua" (1999:146).

 

Notas metodológicas

La información presentada en este documento proviene de los cuestionarios aplicados en los municipios de Tecate y Tijuana a los aspirantes a la maestría de la Universidad Pedagógica Nacional (Unidad 02B) en el segundo semestre de 2003. Esto significa que la mayoría contaba con nivel licenciatura (o normal), se encontraba en activo y ocupaba empleos ligados a la docencia. Los datos recolectados se desprenden de un total de 55 cuestionarios aplicados durante el curso de inducción a la maestría en ambos municipios. De los cuestionarios, el 65.5 por ciento se aplicó en el municipio de Tecate y el 34.5 por ciento en el de Tijuana. En este documento, para tener elementos de discusión común con el trabajo de los investigadores españoles, sólo se utilizan los porcentajes y el análisis de frecuencia de algunas de las respuestas.

 

Características generales de la población encuestada

En su mayoría fueron profesores frente a grupo de escuelas de nivel básico (de preescolar hasta secundaria), aunque hubo un par de docentes de educación media superior, un directivo y una persona de educación especial.

La mayoría fueron mujeres (61.8%) y 38.2 por ciento fueron hombres; en ambos casos la edad promedio rondó los 30 años. El 58.2 por ciento de la muestra nació en Baja California (36.4% en Mexicali, 16.4% en Tijuana, 3.6% en Ensenada y 1.8% en Tecate). Si consideramos que los cuestionarios se levantaron en los municipios de Tijuana y Tecate, es de tomar en cuenta el traslado de docentes mexicalenses a ellos. El resto de la población de la muestra, más de un tercio, provenía de diversas partes de la República Mexicana, incluso había una persona del extranjero, lo que hace más interesante el estudio por la variedad de puntos de vista sobre los temas explorados (ver el cuadro 1).

La mayoría (61.8%) de los encuestados residía en los municipios de Tijuana y Tecate desde hacía 10 años o menos; esto es, era de emigración intra e interestatal relativamente reciente; incluso, el 41.8 por ciento tenía cinco años o menos de vivir allí.

Realizamos una pregunta poco común en nuestro país y que está ausente en el cuestionario de los investigadores españoles: la adscripción personal a un grupo étnico. Al respecto, el 78.2 por ciento no contestó y el 20 por ciento dio respuestas diversas pues fue una pregunta abierta. Una hipótesis del hecho de que la mayoría no se haya adscrito a algún grupo étnico es que la pregunta resultó inadecuada, con poco o ningún sentido; otra posibilidad, que consideramos más factible, es que los consultados en general se concebían como parte de la "mayoría" y con ello se daba una suerte de "naturalización"; esto lo vimos, a manera de ejemplo, en quienes explícitamente dijeron "ninguno". En el 20 por ciento de la muestra diríamos que había cierta "conciencia étnica" como mestizos, latinos, hispanos o mexicanos, y algunos otros definitivamente se identificaron como parte de cierto grupo étnico del país: dos mixtecos y un zapoteco (ver el cuadro 2).

Para continuar con los aspectos sociales generales, la mayoría se ubicaba (72.7%) en la clase media, ninguno era de la clase alta y un 7.3 por ciento no contestó. En la pregunta relacionada con la religión, observamos que el 21.8 por ciento no respondió, mientras que el 65.5 por ciento expresó que su religión era la católica. El 7.3 por ciento señaló ser cristiano y el 5.5 por ciento contestó no ejercer alguna religión.

 

Presentación de resultados

Los datos procesados de la muestra buscan resaltar algunos puntos importantes de los profesionales de la educación de las poblaciones de Tecate y Tijuana, al tiempo que nos permitan cierto diálogo con el texto de los investigadores españoles. Puntualmente, describiremos las respuestas acerca de los siguientes rubros:

• Cómo definen cultura.

• Cómo definen raza.

• Si hay razas humanas, ¿cuántas y cuáles son?

• La relación entre raza y cultura.

Es muy importante señalar que las respuestas de cada uno de los cuestionarios, debido a que fueron a preguntas abiertas, después se codificaron y luego se agruparon según las coincidencias. Esto permitió establecer ciertas clasificaciones, siguiendo en principio a los investigadores españoles. No obstante, algunas respuestas fueron muy difíciles de asociar con el referente español, por lo que se crearon nuevas categorías, al reconocer en algunos casos dudas y vacíos. Me refiero a respuestas vagas o ambiguas respecto a la definición de "raza" o "cultura" y sus relaciones, o a respuestas "indeterminadas" para el caso del término "raza", ya que no es claro si se entiende su uso para los seres humanos o para el reino animal u otro referente (ver los apartados sobre la epistemología del concepto y la relación raza-cultura).

 

¿Cómo definen "cultura" los profesionales de la educación de Tijuana y Tecate?

En relación con esta pregunta, debemos empezar diciendo que ésta difiere respecto del texto español. Tal vez en España los profesionales de la educación están más familiarizados con la noción de cultura, por ello no la plantearon; pero en México pensamos que era interesante indagarlo y no darlo por supuesto, sobre todo por la relación que guarda con la última pregunta, esto es, con la relación entre raza y cultura. De este modo, con base en una revisión conceptual establezco una propuesta de caracterización de tres vertientes de comprensión de la noción de cultura, retomando los trabajos de Geertz (1992), Thompson (1993), García Canclini (1991) y Giménez (2009): las concepciones 1) clásica, 2) descriptiva y 3) sociosemiótica.

1) Siguiendo a Thompson (1993),5 en la concepción clásica la cultura es un proceso general del desarrollo intelectual o espiritual. Esta concepción refleja los orígenes del término y la idea de labranza o cultivo del conocimiento, pues prevalece en los escritos históricos y filosóficos europeos del siglo dieciocho, cuando "cultura" y "cultivado" eran a menudo equiparados con "civilizado" y "civilización", y en ocasiones se confrontaban entre sí. Es un concepto que subsiste entre nosotros y suele usarse en la descripción de alguien como un "individuo cultivado", como una persona con un "gusto cultivado". Lo mismo se dice de los pueblos.

La limitación de la visión clásica estriba en que privilegia ciertas obras y ciertos valores por encima de otros, en especial vinculados con la creencia en el progreso asociado con la Ilustración europea. En este sentido, su etnocentrismo y su elitismo han sido criticados.

2) La concepción enumerativa o descriptiva. A finales del siglo diecinueve surgió otro uso paralelo al desarrollo de la antropología como disciplina. A diferencia de la definición clásica, más ligada a un asunto personal, ahora el rasgo sobresaliente es su carácter social. Autores como E. B. Tylor pretendieron desarrollar una "ciencia de la cultura" que estudiase las formas interrelacionadas del conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las costumbres y los hábitos característicos de sociedades particulares (Tylor, 1871, citado por Thompson, 1993:141). Este emergente enfoque antropológico dio como resultado una concepción amplia y descriptiva de cultura que engloba los valores, las prácticas y las creencias de un pueblo. La cultura, como señaló Tylor, es un "todo complejo", un vasto y variado conjunto de rasgos que definen la forma de vida de una sociedad en un periodo histórico. De ahí que se hable, por ejemplo, de la cultura de la Europa medieval o del Renacimiento, de la cultura de los azande, la cultura francesa, etcétera. Este uso del término está diseminado en nuestro lenguaje cotidiano y en la literatura de las ciencias sociales, donde la "cultura" es a menudo analizada como "totalidad" articulada, como la "herencia social" de cada pueblo. La cultura de un grupo determinado sería producto de esta herencia, y esto a su vez implicaría haber recibido, en un proceso de transmisión, un conjunto o bloque de pautas y valores, que serán luego conservados en forma inmutable. Otras veces, en el empleo cotidiano de cultura bajo esta definición es entendida como "modo de vida", con una primera aceptación de que estos "modos" pueden ser distintos. De ahí que el estudio de la cultura fuera "disecar esas totalidades en sus partes componentes y clasificarlas y compararlas de manera sistemática" (Thompson, 1993:141).

Dos críticas generales a este enfoque son: a) la visión totalizadora incluye demasiado y a la vez es muy difusa como para separar analíticamente los hilos entremezclados de la experiencia humana; b) la cultura conceptualizada como un todo funcional homogeneizado es un conjunto más o menos implícito de rasgos inmutables atribuibles a grupos de personas, lo que a menudo lleva a producir estereotipos al equiparar "cultura" con "grupo étnico" o "nacional". En otras palabras, es difícil precisar la cantidad de elementos que se suponen forman "una cultura"; asimismo, persiste cierto esquema evolucionista en torno a la forma de presentar cada cultura. En esto, además, subyace la creencia de que es posible identificar plenamente los límites entre una cultura y otra, como si fuese un mosaico inalterado. De tal modo, se olvida que la cultura es una elaboración colectiva en perpetua transformación.

3) La concepción simbólica o sociosemiótica. Desde los años setenta del siglo veinte, antropólogos como Clifford Geertz (1992; ed. orig.: 1973) diseminaron una vertiente antropológica, la simbólica, que se distanciaba completamente de las concepciones descriptivas o totalizadoras del estudio de la cultura, al centrar el análisis en los símbolos y las acciones simbólicas; esto tuvo como antecedente la línea teórica abierta por antropólogos neoevolucionistas como Leslie White (1949, en Thompson, 1993:144).6

Si bien Geertz se suele citar como autoridad que marca la hegemonía de la concepción simbólica de la cultura, no tardaron mucho en hacérsele observaciones y críticas a sus planteamientos. Por ejemplo, al uso ambivalente del término: a veces "cultura" es entendida como suma de patrones de significación y a veces como un conjunto de mecanismos de control. Asimismo, se le critica el empleo poco consistente de la noción de texto, debido a que soslaya los problemas tanto de estructura como de conflicto y poder (Thompson, 1993). De tales reformulaciones en la antropología social y/o cultural, incluida la vertiente latinoamericana, la vertiente simbólica salió fortalecida, y podemos decir que ha sido dominante desde los años noventa y ha tenido repercusiones en disciplinas como la sociología, los estudios comunicacionales, las ciencias de la educación, etcétera (García Canclini, 1991).

En breve, en las últimas dos décadas muchos autores coinciden en que la cultura designa "la dimensión simbólica presente en todas las prácticas del hombre" (García Canclini, 1991:18; también Giménez, 2009:8), aludiendo además a la imbricación de los símbolos tanto con los contextos concretos como con los agentes que los usan. Para Thompson, la cultura es "el estudio de las formas simbólicas –es decir, las acciones, los objetos y las expresiones significativas de diversos tipos– en relación con los contextos y procesos históricamente específicos y estructurados socialmente dentro de los cuales, y por medio de los cuales, se producen, transmiten y reciben tales formas simbólicas" (1993:149-150; énfasis en el original). O bien, de acuerdo con la definición sintética de la cultura de García Canclini, ésta se define "como el ámbito de producción, circulación y consumo de significaciones" (1991:18; énfasis en el original).7

En vista de lo anterior es que clasificamos las respuestas de la muestra de profesionales de la educación básica de Tijuana y Tecate. Al respecto, esas respuestas se concentraron en las dos primeras; es decir, las definiciones de cultura, en su mayoría, se entienden desde la concepción clásica o desde la enumerativa, más frecuentemente desde esta última. Por otra parte, apreciamos que para los docentes de la muestra estudiada la concepción de cultura más reciente e incluso dominante en las ciencias sociales es prácticamente desconocida (ver el cuadro 3).

Veamos algunas respuestas directas que se enmarcan en nuestra clasificación.

Las que conciben la cultura en su acepción clásica:

• Conocimientos adquiridos del saber tradicional que se transmiten en un conjunto de estructuras sociales, costumbres, etcétera.

• Tradiciones y costumbres que adquirimos a lo largo de nuestra vida; conocimientos y experiencias que nutren nuestro saber.

Las que conciben la cultura en su acepción descriptiva o enumerativa:

• Es una forma de vida de un grupo de personas que están unidas por una lengua común y que comparten las mismas costumbres, hábitos, valores, experiencias y estilos de vida.

• Son las tradiciones y costumbres que practican ciertos grupos étnicos, países, etcétera.

• Son las tradiciones, creencias, modo de vida, música, todo cuanto identifica a los seres humanos.

 

¿Cómo definen "raza" los profesionales de la educación de Tijuana y Tecate?

El concepto de raza tuvo las más variadas definiciones, entre ellas algunas por demás ambiguas. Para seguir el tratamiento que les brindaron García, García-Cano y Granados (1999:148-149), a continuación presentamos la "epistemología del concepto", esto es, la manera en que fue definido el concepto de raza, y en el siguiente apartado abordamos los componentes que lo integran.8

 

La epistemología del concepto

Para seguir a los investigadores españoles, establecimos tres categorías para clasificar las respuestas: a) como agrupamiento o identificación de individuos o grupos, b) como diferenciación entre grupos y c) como sistema de clasificación de grupos. Pero en el tratamiento de las respuestas, a diferencia de los españoles, identificamos una serie que, si bien podría ubicarse en la opción de agrupamiento, no precisaba una referencia a los humanos, por lo que es de sospechar que tal vez las respuestas están asociadas al ámbito animal, donde de hecho tiene alguna validez el término "raza". Por ello establecimos una cuarta categoría: d) indeterminada.

De tal forma, es bueno que la mayoría de los educadores consultados considere que la raza es un concepto que agrupa individuos; aunque no es clara la tendencia, pues piensan igual quienes lo consideran un concepto que clasifica, quienes lo usan de modo indeterminado, aquellos que lo emplean para diferenciar a las personas o los que no contestaron la pregunta (cuadro 4).

A continuación se muestran algunas de las respuestas sobre la caracterización de la categoría de raza; no se repite ninguna de las respuestas, aunque varias podrían acomodarse en más de una opción.

Raza como agrupamiento:

• Grupo social o población que comparte una misma cultura.

• Rasgos físicos que identifican a algunos seres humanos.

• Conjunto de personas nacidas en un mismo círculo social y unidas por características similares.

Raza como clasificación:

• Clasificación del ser humano según sus características.

• Clasificación étnica según características físicas.

Raza, definición indeterminada:

• Grupo de individuos que tienen características semejantes.

• Grupo de individuos con las mismas características dentro de una especie.

• Conjunto de individuos con características propias.

Raza como diferenciación:

• Grupo social con ideas y costumbres diferentes entre sus miembros y con otras razas.

• Grupo de individuos en que se divide la especie humana cuyas características biológicas son color, rasgos faciales, etcétera.

 

Componentes del concepto

Aquí se analizan los elementos que se destacan en las respuestas para dar contenido al término "raza". En general, los datos son semejantes a los del estudio de Javier García y colaboradores, en el que se destacan tres rasgos: las características físicas, abrumadoramente mayoritario en nuestro caso; seguido de dos elementos que los autores españoles suman al componente físico: lo cultural y lo geográfico. Pero el componente geográfico casi no existe en las respuestas de los docentes mexicanos. En cambio, destacamos dos elementos ausentes en el trabajo de referencia: la ambigüedad de algunas respuestas, ya que no aluden a ningún elemento particular, así como las respuestas que exclusivamente destacan el elemento cultural, no sumado a lo físico o geográfico, como en el trabajo de García, García-Cano y Granados (1999).

Definiciones que destacan los componentes físicos:

• Conjunto de personas agrupadas por rasgos físicos.

• Grupo de personas que comparten rasgos físicos.

• Conjunto de rasgos físicos comunes que posee un grupo de seres humanos.

• Grupo de personas que tienen un fin en común con características semejantes.

Definiciones que destacan los componentes físico y cultural:

• Conjunto de individuos que reúnen ciertas características tanto físicas como de conducta.

• Grupo social o género humano que comparte una misma cultura.

• Clasificación étnica según características físicas.

Definiciones ambiguas:

• Conjunto de individuos con semejantes características o fines en común de alguna especie.

• Grupo de individuos que comparten ciertas características.

• Grupo de personas o animales que pertenecen o pertenecieron a una clase o manada.

Definiciones que destacan los componentes culturales:

• Conjunto de personas de un mismo origen étnico.

• Grupo social o población que comparte una misma cultura.

Una anotación que destacan los investigadores españoles es la existencia de un reducido número, aunque consistente, de "objeciones al concepto" de raza entre sus encuestados, tendencia que encontramos también en nuestro trabajo, pero que al ser más reducida nuestra muestra sólo la apreciamos con claridad en una respuesta:

• Grupo de seres humanos que poseen ciertas características en común; pero desde mi perspectiva sólo existe la raza humana.

 

Número de razas

Antes de definir cuántas y cuáles son los tipos de razas, se cuestionó si existen (o no) "razas humanas". El 63.6 por ciento afirmó que sí; mientras que el 29.1 por ciento contestó que no y el 7.3 por ciento no respondió (ver la gráfica 1). Esto nos condujo a explorar los contenidos vertidos por quienes opinaron sobre cuáles y cuántas razas existen.

De las personas que afirmaron la existencia de varias razas, encontramos cuatro tendencias: la mayoría clasificó tomando el color de la piel como el componente dominante, e hicieron referencia a tres razas principales, pero no siempre bajo las mismas denominaciones y a menudo añadiendo un "etcétera", suponiendo que hay más, pero sin tener claras las denominaciones. Otros respondieron que sí existen razas humanas, pero luego no anotaron cuáles; otro grupo utilizó un elemento geográfico como criterio de enumeración; finalmente, otros dieron respuestas diversas, sean imprecisas, ambiguas o contradictorias (ver la gráfica 2).

Quienes respondieron de modo preciso se pueden agrupar en tres grupos generales: a) quienes hablan de una sola raza, la "raza humana"; b) los que identificaron con precisión cierto número de razas con base en el color de la piel, empezando por dos: blancos y negros (o "de color"). Luego, hubo una mayoría que anotó tres razas: "negros, blancos y amarillos" u otras variantes, tales como "blancos, negros y mestizos", "blanca, negra y mongoloide", "negra, blanca y caucásica", "negros, asiáticos, indígenas". Otros anotaron más de cuatro categorías, de donde infiero que no solamente consideran el color de la piel sino que lo combinan con alguna referencia geográfica, como "oriental, africano, árabe, anglosajón", etcétera; "negra, aria, asiática, indígena, polinesia, mongoloide o esquimal"; "oriental, africana, árabe, anglosajona", etcétera. Finalmente, un tercer grupo, c), respondió que existen razas humanas, pero al describir cuáles sus respuestas fueron imprecisas o indefinidas e incluso contradictorias, por ejemplo:

• Podríamos decir que no, porque somos todos humanos; pero si vamos a categorizar, existirían diferentes razas según la cultura y las características físicas.

• Las que conoces, las que medio conoces y las que poco se conocen.

• Varias.

 

¿Qué relación hay entre raza y cultura?

En esta pregunta iba implícita la idea de observar si los profesionales de la educación distinguían entre aspectos biológicos y culturales. El 5.5 por ciento señaló que no existe relación, mientras el 21.8 por ciento no contestó la pregunta; el 72.7 por ciento restante sí consideró que existe relación (ver la gráfica 3).

En la gráfica 3 se observa que la mayoría de los encuestados reconoce una relación entre las categorías de indagación, en contraste con lo que muestra el trabajo de García, García-Cano y Granados (1999:158), donde más de una tercera parte no reconoce relación entre cultura y raza y dan razones de ello. En nuestro caso, quienes responden negativamente no dan mayores razones para justificar su respuesta; de las tres personas que negaron que hubiera relación, apenas una anotó: "La raza humana está dividida sólo por convencionalismos sociales, aparte de los límites territoriales". Más interesante es que casi una cuarta parte de nuestros consultados no respondió la pregunta, con lo que adquiere más relevancia la idea sobre las dudas y la falta de conocimientos de los profesionales de la educación de la muestra acerca de los conceptos y las implicaciones que se buscaban explorar.

Por otra parte, entre quienes respondieron que existe relación entre raza y cultura las opiniones mayoritarias se inclinan por pensar que a cada raza corresponde(n) cierta(s) cultura(s):

• La raza se define por su cultura.

• A través de la raza se forma la cultura; participa de forma directa en su existencia.

• Cada raza humana tiene diversas culturas que la caracterizan de las otras.

• De acuerdo con la raza es la cultura que se debe seguir.

• La cultura manifiesta la identidad de una raza, como por ejemplo las danzas de los afroamericanos.

Hay más fragmentación en las opiniones de quienes piensan que la cultura y la raza implican una relación poco clara, indiferenciada, pues sólo parecen destacar su transmisión hereditaria:

• Que las conforman seres humanos.

• Que se transmite de generación en generación.

• Las dos son o existen en el ser humano.

• Que ambas son hereditarias.

Otras personas más dan respuestas contradictorias o confusas:

• Es el ser humano quien genera la cultura.

• El grupo de personas tiene un pensamiento y creencia en común.

• Donde se desarrolla y lo que aprende con las relaciones que tiene con su contexto sociocultural.

• El trabajo o la transformación que hace el ser humano del entorno que lo rodea.

Algunas respuestas apuntan a que la raza es determinada por la cultura o por la región en que se habita:

• En que ciertas tradiciones o costumbres (cultura) predominan en ciertas razas.

• De acuerdo con el nivel cultural desarrollado, una raza es relativa a la cultura.

• Cada pueblo genera una cultura propia de su región.

• Cada raza adquiere una cultura según su medio.

• Dependiendo del lugar donde vives defines la raza, y sobre eso mismo adoptas una serie de conductas, tradiciones, etcétera, que forman tu cultura.

 

Recapitulación y conclusiones

Los resultados de nuestro cuestionario marcan una tendencia clara de lo que podríamos llamar "concepciones tradicionales", más o menos rebasadas en el ámbito de las ciencias sociales desde hace varias décadas. De un lado, las definiciones de cultura de los profesionales de la educación consultados se entienden desde lo que clasificamos como concepciones clásica o enumerativa, ambas sustentadas tanto por el sentido común como por tradiciones académicas añejas, sin advertir las dificultades y críticas hechas a esos planteamientos desde hace más de tres décadas. Al mismo tiempo, inferimos la ausencia de la concepción de cultura más reciente, más dinámica, e incluso dominante en las ciencias sociales, por lo que vale la pena llamar la atención para integrarla en cursos de formación y de actualización docente. Aunque sabemos que el reconocimiento de la diferencia o la valoración de la diversidad cultural no es suficientes desde un acercamiento cognitivo, puede ser el inicio de un proceso de reflexión y formación docente capaz de incorporar los aportes que las ciencias antropológicas han hecho al respecto.

Por su parte, casi dos tercios de la muestra de Tijuana y Tecate afirman que existen las "razas humanas". A pesar de que desde varias disciplinas se ha sostenido que esto no es cierto, en nuestro caso subyace la creencia de que el concepto de raza es válido para agrupar y dividir grupos humanos. Más aún, los componentes que destacan en las definiciones de la muestra son principalmente las características físicas de las personas, en especial el color de la piel. El refuerzo de este argumento es que la mayoría de las respuestas del cuestionario aludió a tres razas humanas, con diversas denominaciones, anotando no sólo el color de la piel sino algún referente geográfico e incluso cultural; asimismo, la mayoría respondió que existe una relación entre raza y cultura, y en general las opiniones se inclinan por pensar que a cada raza corresponde una cultura.

De tal modo, podemos concluir que la mayoría de los encuestados sostiene la definición más añeja de raza, relacionada con el racismo biológico, que persiste y es actualizado al combinarse con definiciones que recurren a algunos rasgos culturales (conductas, lenguaje, etcétera). Siguiendo a García, García-Cano y Granados (1999:130), la discriminación hacia los "otros" se suele producir mediante una combinación de rasgos diferenciadores de contenido cultural, étnico o social. No obstante, a diferencia de su conclusión, de que "raramente sobre un supuesto biológico único", en la muestra estudiada de docentes de Tijuana y Tecate no es claro que así sea, por lo que resta seguir indagando en otras muestras o mediante otros dispositivos.

Una acotación que vale la pena remarcar de nuestros hallazgos es casi el tercio de respuestas "inconsistentes", que abarcaron tanto las negativas (menos numerosas) como las que no se presentaron o fueron confusas o contradictorias. Es necesario, por lo tanto, explorar más profundamente si se define raza pensando en otras especies, o bien si dominan la duda, la ignorancia o la ambigüedad en las concepciones.

En relación con los datos comparables con el trabajo de los investigadores españoles, coincidimos en que el concepto de raza es el más empleado para agrupar y dividir a los seres humanos, así como en que las características físicas tienen un peso enorme en el mismo. También coincidimos en que a la raza se le suele asociar directamente con la cultura. En cambio, hubo diferencias relacionadas con el número de razas, ya que en su trabajo es dominante la referencia a cuatro razas y en el nuestro a tres.9 También tuvimos resultados diferentes en el número de objeciones al concepto y de quienes reiteran su rechazo a usarlo para los seres humanos, aunque tal vez sea debido a que el tamaño de nuestra muestra fue menor. Creo que la diferencia más significativa es la relativa a la cantidad de respuestas confusas, vagas o contradictorias, pues esto no se destaca en el trabajo que nos inspiró, y no creo que se trate de problemas del cuestionario o de la codificación, sino de una genuina dificultad en los encuestados para definir e incluso aplicar tanto el concepto de raza como el de cultura. Ello deja abierto el interés por explorar estos interesantes fenómenos en muestras representativas y tal vez en otros grupos dentro y fuera del campo educativo.

También valdría la pena explorar leyes, normas y materiales educativos (léase libros de texto, enciclopedias o manuales), muy consultados pero que reproducen información equivocada o ambigua sobre el término "raza". Un ejemplo de una fuente acreditada es la versión 2009 de la enciclopedia de Microsoft, donde "raza" se define como un concepto "para clasificar a la humanidad de acuerdo a características físicas y genéticas". Sin embargo, luego se agrega algo que en cierto modo contradice esa definición: "El concepto de raza no resulta particularmente útil desde el punto de vista biológico o sociológico, ya que todas las razas pertenecen a una única especie biológica, Homo sapiens, y sólo muestran pequeñas variaciones genéticas".10

Con tal referencia, no es claro lo que debemos comprender por tal término, y menos lo que entienden el profesorado y los alumnos al usar tal fuente de conocimientos acreditada como válida. Esto nos lleva a reflexionar sobre el entendimiento que está siendo transmitido a las nuevas generaciones y los mecanismos por los que se refuerzan los conocimientos erróneos o tradicionales, pues con fuentes de conocimientos confusas o deficientes la base conceptual en torno a la diversidad cultural fácilmente conduce al prejuicio y abre la puerta a comportamientos racistas. Reitero, nuestro análisis nos permitió acercarnos a las fuentes cognitivas que nutren los pensamientos racistas en una muestra reducida, que no sólo nos impide generalizar sino que implica desenfocar las consecuencias prácticas de la discriminación con que se victimiza a personas o grupos en particular.

De acuerdo con los investigadores españoles citados, la deficiente base de conocimiento para construir una ideología racista se apoya tanto en un mecanismo cognitivo que ordena de ciertos modos las diferencias, especialmente mediante un mecanismo a la vez de agrupamiento y de diferenciación, como en el procedimiento que se utiliza para darle contenido a tales diferencias. En este último caso se trata de una vertiente empirista que parte de los rasgos físicos, los más visibles e incluso "medibles", para proceder a clasificar. Como vimos en los datos aportados por la muestra de docentes de Tijuana y Tecate, los rasgos observables en la piel, principalmente el color, son utilizados sin considerar su peso en el horizonte fenotípico, esto es, su mínimo valor entre otras diferencias biológicas, por lo que se tienden a convertir en marcadores de diferencias (culturales) pensados como "naturales", ya que resultan "evidentes"; y si a ello se agrega que tales clasificaciones se asocian con otro conjunto de rasgos más o menos evidentes, tales como el territorio o ciertas costumbres, lenguajes, vestimenta, etcétera, "Con tales conexiones se sientan las bases del racismo biológico y culturalista junto con los mecanismos de discriminación xenófobos" (García, García-Cano y Granados, 1999:163).

Como cierre a esta exploración, planteamos la necesidad de reconstrucción o modificación de las bases de conocimiento que conduzcan a elaborar discursos no racistas. Tal vez se deba iniciar eliminando la terminología relacionada con las "razas humanas" de los materiales usados tanto en el sistema escolar como en otros ámbitos gubernamentales. Aunque de antemano sabemos que no se eliminará por decreto el contenido de la ideología racista, sí puede ser significativo combatir este seudocientificismo que fundamenta el discurso racista. En ello juegan un papel importante tanto quienes elaboran los materiales como las fuentes validadas como legítimas, pero también los docentes y los administradores del sistema escolar.

(Agradecimientos. Al entonces maestro Juan Gabriel López Ochoa por el procesamiento inicial de la información estadística para realizar este documento. A David Cooksey por su inmediato apoyo logístico. A los dictaminadores anónimos por sus atinadas observaciones y correcciones. En todo caso, los eximo de cualquier responsabilidad por la versión actual.)

 

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NOTAS

1 Siguiendo a Todorov, los investigadores españoles distinguen entre racismo y racialismo. Mientras el primero da cuenta de los comportamientos, relacionados principalmente a las acciones sociales cargadas de odio y menosprecio con respecto a personas que poseen características físicas definidas y distintas al grupo "nuestro", el segundo concierne a la serie de doctrinas e ideologías que se han elaborado desde distintas perspectivas sobre la presencia de las "razas". De este modo, para Todorov las doctrinas racialistas pueden ser agrupadas en cuatro categorías: a) las que afirman mediante postulados "científicos" biologistas o sociobiologistas la existencia real de las razas; b) las que ven determinaciones causales entre características físicas y morales, entendidas estas últimas como dimensiones culturales; c) las vinculadas con la psicología colectiva, que observa la acción del grupo sobre el individuo, es decir, cuando el comportamiento del individuo está sujeto a las determinaciones del grupo cultural o étnico al que pertenece, y d) las etnocéntricas, que establecen una jerarquía única de valores legitimando nociones de superioridad e inferioridad (1991:115-121).

2 Según Kornblihtt, los miembros de la especie humana son más parecidos genéticamente entre sí que los chimpancés, considerando que los primeros rondamos los seis mil millones, mientras los segundos suman aproximadamente 150 mil.

3 Además, actualmente la genética rechaza las clasificaciones raciales aplicadas a la especie humana por no presentar, precisamente, ninguna clasificación clara. Se dice que, después de todo, la única gran variedad visible es la del color de la piel, pues en muchos otros caracteres encontramos más variedad dentro de un grupo que comparando grupo con grupo (siguiendo el estudio clásico de Lewontin, Rose y Kamin, No está en los genes, de 1989, citado por García, Granados y Pulido, 1999:35). Se ha concluido que cualquier uso de las categorías raciales debe buscar su justificación en alguna otra fuente externa a la biológica.

4 Sin embargo, debemos reconocer que no está clausurado el debate. La polémica sigue hoy día, como lo podemos ver en un reportaje de 2002 en el NewYork Times, donde se muestran los nuevos aportes sobre el genoma humano de genetistas, médicos y biólogos de prestigiosas universidades norteamericanas y europeas, que relacionan enfermedad, datos genéticos y "raza" (generalmente pensada como una referencia a un ancestro geográfico) o grupo étnico. En general, las polémicas son dos: a) se dice que hay ciertos grupos más propensos a ciertas enfermedades (p.e., la hemocromatosis, un desorden relacionado con el hierro en el metabolismo, es rara o ausente entre los indios y los chinos) y b) que algunas poblaciones responden mejor que otras a ciertos fármacos en función de su "raza"/etnicidad. Desconocer tales polémicas –sostiene el reportero Waden– es soslayar los beneficios que podrían generar, sobre todo para las "minorías raciales".

5 Thompson ubica esta concepción entre los siglos dieciocho y diecinueve y la define como "el proceso de desarrollar y ennoblecer las facultades humanas, proceso que se facilita por la asimilación de obras eruditas y artísticas relacionadas con el carácter progresista de la era moderna" (1993:139; énfasis en el original).

6 Geertz define "cultura" partiendo de una fuente semiótica. Así, cree, junto con Max Weber, "que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una ciencia en busca de leyes, sino una ciencia en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie" (1992:20).

7 Giménez enfatiza el actual consenso de esta corriente, pues explícitamente la deriva de Geertz y Thompson: "podemos definirla como la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados" (2009:8).

8 No nos extendemos más en las "objeciones" al concepto de raza, como sugieren los investigadores españoles, debido a que en nuestra muestra tales objeciones fueron escasas.

9 Aunque comúnmente e incluso en algunos libros de texto –dicen los investigadores españoles– se anotan tres "razas", esto no se refleja en sus datos (García, García-Cano y Granados, 1999:160).

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