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Culturales

On-line version ISSN 2448-539XPrint version ISSN 1870-1191

Culturales vol.7 n.14 Mexicali Jul./Dec. 2011

 

Reseñas

 

Estudio de larga duración

 

José Marcos Medina Bustos

 

Chantal Cramaussel y David Carbajal López (eds.) El impacto demográfico de la viruela en México de la época colonial al siglo XX, vol. III: Estudios de larga duración, El Colegio de Michoacán, Zamora, 2010

 

En este volumen, las temáticas relacionadas con el impacto demográfico de la viruela en México tienen una perspectiva de larga duración y aluden al debate acerca de la tesis que plantea que desde principios del siglo diecisiete la población indígena de la Nueva España inició una etapa de recuperación. Tal problemática es analizada por los autores que participan en este volumen desde la perspectiva de la dinámica demográfica de los siglos diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte e incluso los primeros años del veintiuno.

En este estudio cobra particular importancia el análisis de la alta mortalidad causada por la viruela, así como su impacto diferenciado en los grupos de edad y socioétnicos. En este análisis destaca la mayor mortalidad entre los indígenas tanto párvulos como adultos, fenómeno que expresaría la ausencia de inmunización entre los indígenas y que la viruela todavía no se convertía en una enfermedad endémica. Esta situación empieza a cambiar con la variolización y vacunación desde fines del siglo dieciocho y principios del diecinueve, y ya desde mediados del siglo diecinueve se había presentado un crecimiento de la población.

Tal esquema general se ve matizado por los estudios en diferentes regiones. Por ejemplo, David Robichaux, en "El papel de la viruela en la historia demográfica de México. Reflexiones a partir de cuatro siglos de 'viruelas' en dos parroquias de Tlaxcala", plantea que en los pueblos de San Francisco Tepeyanco, Acxotla del Monte, San Jerónimo Zacualpan y Santa Isabel Xiloxoxtla los datos de bautizos, defunciones y matrimonios, recolectados a lo largo de varios siglos, muestran que la viruela tanto epidémica como endémica fue uno de los principales factores de estancamiento demográfico; que esta enfermedad causó estragos desde los primeros años de la Conquista, pero que siguió contribuyendo a la mortalidad todavía a finales del siglo diecinueve y durante la primera mitad del siglo veinte, dando origen a que el crecimiento poblacional fuera lento o nulo. En este fenómeno influyó que la vacunación no se generalizara antes de mediados del siglo veinte.

Este autor documenta una larga lista de epidemias durante el siglo dieciocho, entre las que destacan las de viruela por su periodicidad y la de matlazáhuatl de 1737 por su alta mortalidad. Asimismo, prueba que en la primera mitad del siglo diecinueve la viruela sigue presentándose cíclicamente, y que en algunos casos causó más defunciones que el tifo de 1813 o el cólera de 1833. Durante la segunda mitad del siglo diecinueve y la primera del veinte, la viruela continúa como una importante causa de muerte, oscilando entre el 5 y el 25% del total de las defunciones.

Por su parte, Pedro Canales Guerrero, en "Historia natural y cultural de la viruela y otras enfermedades infecciosas. Epidemias y endemias en el valle de Toluca, 1690-1833", realiza un estudio empírico basado en las series parroquiales de los pueblos de Almoloya, Zinancatepec y Toluca. Para el caso de Almoloya presenta una serie de 1690 a 1720, en la que resalta una epidemia de sarampión ocurrida entre 1690 y 1695, la cual afectó principalmente a los indígenas tanto adultos como párvulos, lo que indicaría que era la población que menos defensas biológicas tenía. Sin embargo, en el resto de la serie se observa una tendencia a la reducción de las defunciones de indígenas adultos en relación con los párvulos, con efectos sobre la reproducción a corto y largo plazos. En otra serie de bautizos del pueblo de Almoloya, desde 1685 hasta 1833, el autor ve la tendencia ascendente de la población y la recuperación demográfica secular de la población india.

En otra serie de defunciones para el pueblo de Zinancatepec, en el periodo 1707-1816, distingue a indígenas y no indígenas por grupos de edad. En esta serie encuentra que durante todo el siglo dieciocho, en los años de "mortalidad normal", los párvulos indios superaron a los adultos y los adultos no indios superaron a sus párvulos. Esta situación le sugiere al autor que, si bien los adultos indígenas ya habían adquirido inmunización, como sobrevivientes a las epidemias de viruela, sus párvulos todavía no tenían la "resistencia genética" adquirida por la exposición a la viruela durante muchas generaciones, como era el caso de los párvulos españoles. Este fenómeno se repite en la serie de 1713-1833 para Toluca. También proporciona información sobre las vacunas administradas en 1830 en Toluca, antes de que llegara la epidemia de viruela, y al observar el número de defunciones de ese año y compararlo con el de las ocasionadas por el sarampión de 1825, encuentra que fueron menos las de viruela, lo que le permite considerar que la vacuna ayudó a reducir las muertes por viruela.

En "Incidencia de la viruela y otras enfermedades epidémicas en la trayectoria histórico-demográfica de los indios comanches, 1706-1875", Joaquín Rivaya-Martínez aporta información sobre un grupo indígena nómada de cazadores recolectores, quienes, a pesar de tener relaciones con las autoridades novohispanas, mexicanas y norteamericanas, continuaron sin ser absorbidos por ningún Estado-nación hasta 1875. Por esta situación se carece de registros parroquiales o padrones, y la única vía para reconstruir su historia demográfica son las cifras aportadas por distintas fuentes cualitativas.

En la información recopilada se plantea que los comanches eran alrededor de 20 mil en 1770; en 1785, debido a una mortífera epidemia de viruela ocurrida entre 1780-1782, la población bajó a alrededor de 14 mil; nuevos brotes en 1790 y 1816 redujeron la población a alrededor de 12 mil en 1820. Hacia 1846, la población pareció ascender a 13 mil, pero un nuevo brote de viruela en 1848 y el cólera de 1850 llevaron a que su población se redujera a alrededor de cinco mil.

De tal manera, este grupo indígena al parecer había logrado evitar el contagio hasta 1780, cuando experimentó por primera vez con una dimensión catastrófica los efectos mortíferos de la viruela. En este caso, la tardía exposición a las enfermedades europeas y una serie de prácticas culturales que favorecían el contagio llevaron a los comanches casi a la extinción.

Silvia María Méndez Maín, en "La viruela. Epidemias y medidas de prevención en Veracruz, 1797-1895", analiza la incidencia de la viruela a fines del dieciocho y principios del diecinueve en la villa de Xalapa. Este lugar era el paso obligado que unía al virreinato con el exterior a través del puerto de Veracruz; aquí interactuaban españoles, indios, mestizos, pardos, entre otras castas; también era centro de acantonamiento de tropas. En 1790 contaba con 7300 habitantes.

La autora presenta un cuadro de epidemias en Xalapa en el periodo 1796-1837, en el que destacan ocho de viruela en 1797, 1810, 1811, 1812, 1813-1814, 1826-1830, 1833 y 1837. A pesar de esta larga lista de epidemias, el crecimiento poblacional se mantuvo con una tasa anual positiva que oscilaba entre 0.59 y 1.63 por ciento. Esto, gracias a que los diversos grupos de población estaban inmunizados por haber contraído la enfermedad con anterioridad o por inoculación exitosa. Por otra parte, en este trabajo se documenta cómo desde 1797 aparecen actas de sesiones del cabildo de la villa en las que se da seguimiento constante a la variolización y vacunación, lo cual redundó en que la viruela no generara una caída demográfica durante el siglo diecinueve.

El último ensayo, "Epidemias y endemias. La viruela en Chihuahua del siglo XVIII al XX", es de Chantal Cramaussel. En este caso se trata de un lugar de poblamiento reciente, ya que sus antecedentes fundacionales se remontan a 1709, cuando se descubren las minas de San Francisco El Cuéllar. Tuvo su momento de auge en la década de 1730, cuando, ya como villa de San Felipe, el Real de Chihuahua comprendía una población de alrededor de 25 mil habitantes. Sin embargo, la combinación de epidemias como el matlazáhuatl de 1738-1739 y la viruela de 1780, junto con la decadencia de las minas, causaron su despoblamiento. Así, para 1785 había 3739 habitantes. Desde este punto tan bajo empezó una lenta recuperación hasta llegar en 1890 a los 25 mil habitantes que tenía en 1730.

La explicación de la autora a este lento crecimiento es que a partir de 1764 y durante más de 70 años, a excepción de las fiebres de 1814 y del sarampión de 1825, la población de Chihuahua se vio afectada principalmente por epidemias de viruela, que se presentaron con elevados picos de defunciones en 1764, 1769-1770, 1780 y 1831. Después de este último año documenta la autora el retroceso de la viruela como principal causa de despoblación, aunque continuaron brotes a lo largo del siglo diecinueve y principios del veinte, pero ya con un carácter endémico pues afectaban sobre todo a los niños, como fue en 1841, 1867-1868, 1875, 1879, 1885, 1889 y 1912.

Para Cramaussel, la variolización y la vacuna explican la reducción de la letalidad de la viruela durante el siglo diecinueve. Así, mientras en 1764 murieron más de 700 personas, alrededor del 20 por ciento de la población, y en 1780 más del 10 por ciento, la viruela de 1831 mató 220 personas, menos del 2 por ciento, y en 1841 el 1 por ciento.

Lo expuesto en los trabajos comentados muestra que la viruela, junto con otras enfermedades epidémicas, impactó de manera diferente en diversas regiones, según las características de la población. De ahí que el tema de la recuperación demográfica de los indígenas a partir del siglo diecisiete debe considerar el caso de pueblos pequeños con claro predominio indígena, como parece ser el caso de los pueblos estudiados por Robichaux, en los que más que de recuperación se debería hablar de estancamiento secular. Situación diferente a los pueblos estudiados por Pedro Canales en el estado de México, en donde al parecer predominan los indígenas pero hay una presencia importante de españoles, mestizos y castas. En ellos se observa una tendencia al crecimiento a lo largo del siglo dieciocho, patrón parecido a la villa de Jalapa, población multiétnica, donde también se observa una tendencia al crecimiento.

La villa de Chihuahua muestra el caso de un asentamiento que surge a principios del siglo dieciocho como real de minas y que en su etapa de auge reúne a una gran cantidad de población proveniente de diferentes zonas de la Nueva España, incluyendo indígenas de diversas regiones septentrionales, pero que con la decadencia de los minerales y el azote de epidemias experimenta un continuo despoblamiento durante el siglo dieciocho, situación que cambia lentamente a partir del siglo diecinueve gracias a la variolización y vacunación. En este caso, posiblemente la alta letalidad de la viruela en el siglo dieciocho fue el resultado de la presencia de importantes contingentes de indígenas que llegaron como trabajadores a las minas de Chihuahua, como es el caso de los yaquis y luego de los tarahumaras, los cuales, si bien formaban parte de la sociedad colonial, vivían en cierto aislamiento en sus lugares de origen.

Finalmente, tenemos el caso de grupos indígenas cazadores-recolectores que permanecieron al margen de la sociedad colonial y mexicana, cuyo primer contacto con la viruela fue hasta 1780, y que reprodujeron los efectos catastróficos que vivieron dos siglos y medio antes las sociedades agrícolas al primer contacto con las enfermedades europeas.

En la explicación del impacto diferenciado de la viruela resaltan las interesantes reflexiones de Pedro Canales sobre la historia natural de la enfermedad. En particular, el hecho de que en la medida en que la viruela se hace endémica su impacto se concentra en las nuevas generaciones que no han sido expuestas al germen patógeno que la causa, en tanto que los adultos sobrevivientes a las epidemias anteriores ya han adquirido inmunidad, la cual al paso del tiempo se podría transmitir genéticamente a las nuevas generaciones, reduciendo la letalidad de la viruela. En esta línea de explicación se documenta en el libro la importancia de la variolización y vacunación como un elemento cultural que coadyuvó a que los individuos adquirieran inmunidad frente a la enfermedad y al final de sus efectos en la sobremortalidad.

Los trabajos reunidos en este volumen permiten conocer de manera puntual el impacto demográfico de la viruela durante un largo periodo, al brindarnos información muy importante para profundizar en el conocimiento de los factores que influyeron tanto en la caída de la población como en su recuperación.

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