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Culturales

On-line version ISSN 2448-539XPrint version ISSN 1870-1191

Culturales vol.5 n.10 Mexicali Jul./Dec. 2009

 

Artículos

 

 

Juárez, "ciudad de infierno": el des-abandono de la ciudad. La instauración de los miedos y la erosión de la memoria

 

Salvador Salazar Gutiérrez*

 

*Universidad Autónoma de Ciudad Juárez: salvador.salazar@uacj.mx

 

Fecha de recepción: 13 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 24 de abril de 2009

 

Resumen

La violencia durante los últimos años en Ciudad Juárez ha erosionado la condición ciudadana a partir de la disminución e inclusive pérdida de lazos de pertenencia que determinan la instauración de comunidad. Esta dinámica produce zonas de exclusión y acuartelamiento que simultáneamente desdibujan las zonas de apoderamiento, indispensables para recuperar la ciudad como espacio de revitalización del pacto social.

Palabras clave: miedo, zonas de exclusión y acuartelamiento, ciudad, comunidad política.

 

Abstract.

Violence in Ciudad Juárez has generated a process of erosion of the civil condition due to the reduction and even loss of the sense of belonging that determines the founding of community. This dynamic creates zones of exclusion and confinement that simultaneously erode the zones of empowerment which are essential to recover the city as a space that revitalizes the social pact.

Keywords: fear, exclusion and confinement zones, the city, the political community.

 

Es necesario un mito movilizador,
O una imagen de Futuro.

Arditi, 2004

Es demasiado pronto para celebrar el fin de "las grandes
narraciones",
Así como es innecesario, y tal vez incluso poco ético,
A la luz de la experiencia moderna, lamentar que ya no existen.

Bauman, 2006

Parecería que lo más obvio es que las incertidumbres y sus manifestaciones instauradas a partir de los miedos son fabricadas; por lo tanto, vivir en la incertidumbre y el temor aparece ya como un estilo de vida que se asume como la única manera posible de vivir. Cuando la ciudad se desdibuja y pierde su sentido de comunidad (político-cultural), surge un lugar territorializado de convivencia forzada a partir de mínimas o nulas posibilidades de relaciones solidarias. Los miedos deben ser entendidos como condición de esencia en la dinámica histórico-social de los pueblos; el miedo siempre ha estado presente e incluso se constituye como un referente central que permite establecer cohesión y pertenencia. El problema no es el miedo en sí, sino las condiciones y consecuencias que éste presenta al ubicarse en una perspectiva de mediación en la que el miedo es producto y producción de diversas asimilaciones que en gran medida establecen procesos de exclusión, segregación, diferencia y abandono. Afirmaría que podríamos catalogar dos sentidos con respecto a la trayectoria que los miedos permiten: por un lado, un sentido positivo en el que el miedo constituye un referente potenciable en cuanto a la articulación colectiva entre individuos -no por nada las grandes instituciones que dominaron la evolución histórica del poder legítimo-legal de la modernidad, como fue el Estado-nación, se basaban en su capacidad de incorporar al individuo mediante una estrategia de fomento al miedo encauzado en el nacionalismo y el patriotismo-; pero, por otro lado, la dinámica que pareciera ejercerse en este momento es el miedo como manifestación de pérdida, resquebrajamiento y "amurallamiento " de las relaciones y reconocimientos. Cuando el miedo es utilizado en el sentido de la exclusión, instaura dinámicas que desdibujan la condición ciudadana indispensable para otorgarle a la ciudad su sentido de comunidad.

Ahora bien, ¿por qué hablar de la relación miedo-ciudad en el escenario de una ciudad fronteriza, vista y analizada empíricamente en las condiciones actuales que presenta Ciudad Juárez y que manifiesta la instauración de los miedos como dinámica de abandono y acuartelamiento? ¿Por qué destacar en este momento las implicaciones de la relación violencia-miedo-ciudad? ¿Es nueva la dinámica presentada por los miedos en cuanto a su definición e implicaciones en la evolución histórica de la ciudad fronteriza representada por y desde Ciudad Juárez?

Si los miedos son una condición propia de la evolución histórico-cultural de las sociedades, enfatizar la relación violencia-miedo-ciudad parte de comprender las implicaciones que ésta adquiere en un momento en el que pareciera constituirse en el núcleo de la dinámica social, económica, política y sobre todo cultural de la ciudad fronteriza. Parece que el referente central para comprender a la ciudad es el miedo como constructo de producción de sentido y condicionante en la generación de estrategias. Cuando la relación violencia-miedo-ciudad constituye el acontecimiento, se manifiesta una urgente necesidad de abordarlo como un fenómeno de implicaciones que va más allá de ser anecdótico. Los que asumimos la responsabilidad del estudio de un espacio como escenario de reproducción ciudadana enfrentamos un gran problema: si los miedos eran un instrumento utilizado desde las estrategias instituidas y afirmadas normativamente como dominantes, en este momento han trascendido dicha esfera y se han constituido como eje central de las dinámicas que limitan e inclusive inhiben la posibilidad de restituir a la ciudad su urgente esencia de comunidad: los miedos de ahora carecen del anclaje que les permita generar las estrategias de certidumbre; su anonimato, que nos ha llevado a construir un sin número de "chivos expiatorios" y mitificar figuras como crimen organizado, narcotráfico, terrorismo, sicarios, inmigrantes, jovenes, mujeres, homosexuales, etcétera, ritualizando estrategias que enfrentan posiciones, excluyen condiciones y reafirman abandonos, no permite asumirlos como tarea y superar su naturalización. El aporte brindado por la antropología al estudio de la Ciudad ha permitido comprender, desde una condición más profunda, los procesos simbólicos, las prácticas y las representaciones generadas por los actores que definen la construcción sociocultural de lo urbano. El dominio de abordaje que había planteado una cuantificación de los fenómenos medibles -movilidad, pobreza, funcionalidad de integración, dinámica de obtención de servicios- ocasionó una mirada de lo urbano-funcional, limitando la visión a un análisis de equipamiento urbano, y no tomando en cuenta, inclusive desconociendo, la enorme trama de constitución simbólica de lo urbano, que desde la condición del sujeto y sus dimensiones otorga un sentido de entendimiento y comprensión del escenario. El aporte interdisciplinario exige trascender los márgenes tradicionales de abordaje de los objetos de estudio, y en un escenario actual que pareciera ser más definido por lo flexible, difuso, incierto, exige al trabajo antropológico abrir sus panoramas de anclaje para profundizar en el entendimiento del escenario "ciudad", colocar sobre la mesa de discusión una de las condiciones centrales que viven las ciudades latinoamericanas: el peso y dominio de la instauración de los miedos. El escenario mediático y su peso en la dinámica global actual construye una representación de la ciudad latinoamericana que se encuentra sostenida en la figura del desorden, la pérdida, la violencia, la desarticulación y, sobre todo, como escenario de producción de los miedos.

 

De la formación discursiva a los campos de discursividad. Estrategias-narrativas de abandono

Comprender la relación violencia-miedo-ciudad sin ubicarla en un marco contextual más amplio que la descripción densa de las estrategias, prácticas y narrativas localizadas en el escenario de la ciudad fronteriza exige trasladar la propuesta de análisis a una dinámica pendular desde el nivel de las narrativas, las estrategias, los campos y la formación discursiva.

El problema es que el análisis del discurso, en la incorporación del contexto social, no suele acompañarse con una reflexión profunda y sistémica de las características institucionales y estructurales del orden social, que finalmente marcan las condiciones de producción, circulación y recepción de esos discursos... (Griselda Gutiérrez, 1999).

Es decir, colocar en el debate el análisis de una tensión productiva entre contextos globales y sus arraigos empíricos locales. Por formación discursiva (Foucault, 1999) habría que referirse al conjunto de reglas anónimas e históricamente determinadas y condicionantes que se imponen a todo sujeto hablante delimitando el ámbito de lo enunciable y lo no enunciable en un momento; es decir, lo dicho e instaurado enunciativamente carece de sentido en sí mismo si no es ubicado como un componente con relación al análisis histórico de la instauración de la violencia y su implicaciones como estrategia recurrente actual. Veamos el siguiente ejemplo, que hace referencia a un fragmento de entrevista realizada a una joven que trabaja como "operaria" en una maquiladora de Ciudad Juárez: "Yo sí tengo mucho miedo, soy mujer... Yo soy católica, y creo que lo único que me queda es estar bien con Dios..."

Este ejemplo carecería de sentido en cuanto tal si no es ubicado en un contexto más amplio de ejecuciones, desapariciones, violaciones, que ha caracterizado a Ciudad Juárez y los feminicidios, la irrupción de la violencia en los últimos meses, así como el resurgimiento de un discurso religioso-mediático que vuelve a establecer condiciones y necesidades de justificación que parecen recuperar un discurso metafísico y dogmatizante de las condiciones e implicaciones de la violencia hacia la mujer.

Ahora bien, el nivel de la formación discursiva haría referencia a la contextualización histórico-social estructurante de las manifestaciones culturales, pero éstas se ubican en una dinámica de dominio y poder establecidas a partir de diversas posiciones que enmarcan campos de discursividad. Es decir, ante un similar marco de referencia que caracterizaría una misma formación discursiva, existen diferentes posiciones que buscan establecer, bajo diversas prácticas y narrativas, sus expectativas, visiones e intenciones. Ejemplo de esto son las aproximaciones a la violencia como fenómeno común, que muestra múltiples intenciones de otorgamiento de sentido: un campo empresarial que circunscribe el problema de la violencia y los miedos a la pérdida de la ciudad como escenario de traslado de mercancía, un campo político que manifiesta una búsqueda de justificar la pérdida de presencia del Estado y las políticas de certidumbre, un campo religioso que recupera terreno en su estrategia de reagrupar las respuestas a partir de dogmatizar soluciones ancladas en "lo sagrado", y un campo educativo, ejemplificado por la universidad, que cada vez se traslada más a dar continuidad reafirmante a las dinámicas y procesos que instauran los miedos como eje central con la instrumentalización de sus funciones formativas en el sentido de fundamentar su participación estableciendo, por ejemplo, estrategias de acuartelamiento.

Los campos discursivos muestran ubicaciones formales desde las cuales los diversos sujetos construyen y manifiestan las posiciones que enfrentan aproximaciones al entendimiento y definición de la relación violencia-miedo-ciudad. Ahora bien, estos campos de discursividad se generan desde señales otorgadas por multiplicidad de prácticas y narrativas en las que se inscriben las marcas y las huellas de lo social y cultural. Comprender esta múltiple relación dinámica desde formaciones estructurantes/ estructurales, pasando por la visibilización de los campos que se ubican como espacios de dominio, y trasladándose al descubrimiento de las múltiples manifestaciones prácticas y narrativas que manifiestan los diversos fenómenos constitutivos de la dinámica social, es generar una estrategia metodológica y de análisis que busque anclar el fenómeno de la violencia y los miedos a partir de representaciones que caracterizan a la ciudad fronteriza.

 

Mirada crítica global

Desde esta dimensión de la formación discursiva, ¿cómo comprender a Ciudad Juárez desde las manifestaciones actuales que ubican la relación violencia-miedo-ciudad más como un acontecimiento que como una situación anecdótica? El tejido que vengo desarrollando, con el rastreo de las marchas y huellas formadoras de relato, me lleva a definir que, bajo la dinámica actual de erosión de la ciudad en cuanto a su sentido de comunidad, se establecen dinámicas de acuartelamiento y exclusión, las cuales se caracterizan principalmente por delimitar límites espaciales mediante relaciones de aceptación y/o rechazo. Prueba de ello es que no sólo se limita a las manifestaciones de violencia que se vienen presentando en los últimos años en Ciudad Juárez, sino también a la estrategia global que ubica la necesidad de establecer zonas de segregación-exclusión-diferencia que caracterizan a un discurso global que busca concretar y visibilizar en referencia aquellos lugares que constituyen la justificación anclada en visiones dogmatizantes de dominio. Es decir, Ciudad Juárez ejemplifica la construcción mediatizada de un lugar perdido-abandonado al que habría que rescatar con la búsqueda del resurgimiento de discursos dominantes.

Este panorama, o paisaje (Appadurai, 2001), ante la determinación que adquiere la esfera cultural que se encuentra en la cúspide de la exigencia analítica y reflexiva de las implicaciones actuales de la ciudad global, ubica a Juárez bajo una dinámica en la que la era de la información global es también la era de la segregación, exclusión y abandono local; donde lo institucional dominante asumido a lo largo de la efervescencia moderna, instaurado en la figura del Estado-nación, la escuela, la familia, la Iglesia, la fábrica, comienza a perder sentido y a desdibujarse como centro de generación de certidumbres y "verdades", y aparece una desinstitucionalización que manifiesta la destitución de la norma por la posibilidad del sobrevivir bajo el principio de "el más apto y el más fuerte", "si las tropas de la regulación normativa abandonan el campo de batalla de la vida, sólo queda la duda y el miedo..." (Bauman, 2003). Aunado a ello, la espectacularización de la violencia y su concreción en el asumir el terror y la desesperanza como la única asimilación posible han transformado la lógica del panóptico de Foucault, en el que unos cuantos observaban y vigilaban a otros muchos, por el sinóptico en el que muchos miran y se deleitan con el sufrimiento de unos pocos: las emotividades han dominado el espacio de escenificación mediática trastornando la racionalidad.

Trasladando estos panoramas a la búsqueda de una recuperación utópica, indispensable en la reasignación de certidumbre, y la urgente necesidad de transformar los miedos-temores en tareas que instauren alternativas posibles, una figura que destaca y exige su refundación, tanto para otorgarle nueva densidad de sentido como para operativizarla, es el ágora, lugar de encuentro y reafirmación de lazos estrechos:

...la posibilidad de cambiar este estado de cosas reside en el ágora, un espacio que no es ni público ni privado sino, más exactamente, público y privado a la vez... el espacio en el que los problemas individuales se reúnen de manera significativa... para buscar palancas que colectivamente aplicadas resulten eficientes y suficientes para elevar a los individuos de sus desdichas individuales... (Bauman, 2003).

Cuando la ciudad se muestra como un embrollo de saturación donde la figura destacable es el poblador, el habitante, el usuario, al que se le entiende más como individuo instrumentalizado para eficientar el traslado de la mercancía, instrumentar a la incipiente política, otorgarle nuevo sentido al habitante como ciudadano y transformar el sentido de la urbe como restitución del ágora, que ubica a la dimensión de lo cultural como eje indispensable de reconstitución, se convierte en una urgente prioridad para quienes asumimos la responsabilidad de presentar alternativas posibles a las implicaciones generadas desde la relación violencia-miedo-ciudad.

 

La legitimación de los miedos

Al explorar la carga subjetiva de la política, como diría Norbert Lechner (2002), en el análisis de los "imaginarios" se encuentra la pérdida de apropiación colectiva. El análisis de los medios y sus implicaciones permiten comprender el empobrecimiento que se establece en la frágil vinculación del orden social. Analizarla desde los sujetos y su contexto permite comprender cómo la ciudad actual se viene a enfrentar a una crisis en cuanto escenario de consolidación colectiva. El peso que ha adquirido alguno de estos procesos en diversos momentos y escenarios viene a exigir un replanteamiento de lo urbano con la finalidad de comprender que la ciudad se configura como un escenario en constante transformación y en el que las posiciones y disputas de apropiación y otorgamiento de sentido se convierten en un proceso constante de ubicación entre los sujetos que la conforman.

El predominio que desde lo institucional, bajo el principio de incorporación y adaptación eficiente al modelo estatista tradicional que dominó el pensamiento moderno de lo urbano, nos muestra una de sus principales crisis, que se manifiesta en las condiciones de ruptura de lo colectivo y constituye una característica importante en las ciudades de la actualidad. Los múltiples procesos globalizadores vienen a mostrar la descomposición que la ciudad presenta en cuanto a su desarticulación de algún referente de identificación y anclaje social.

Por varias décadas, las ciudades se constituyeron y desarrollaron entorno a la figura dominante del Estado-nación moderno; prueba de ello fueron las constantes y dominantes dinámicas centralistas que caracterizaron a los países latinoamericanos con base en el apoderamiento, control y dominio político, económico y social que establecieron las ciudades capitales de los distintos países. En el caso de México, no podemos perder de vista el impacto del incremento urbano que generó la política establecida por el modelo de Estado benefactor keynesiano que dominó la estrategia político-económico-social de los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta la década de los ochenta. Por el dominio y acaparamiento de poder y control que desplegaba el orden estatal se crearon centros urbanos en los que prevalecía la concentración de la población y el establecimiento de una sociedad dividida en sectores de clase media -con acceso a educación, bienes y servicios, y con el dominio sobre el sector productivo incipiente en vísperas de desarrollo-, una clase alta que se ubicó en los márgenes de las ciudades, en escenarios separados de la dinámica cotidiana de la urbe, y una clase proletaria incipiente pero dominante en cantidad que, transformando su condición previa caracterizada por la vida rural, viene a la ciudad a encontrar los escenarios de "sobrevivencia" que le otorgaría el modelo de desarrollo industrial controlado por el Estado (Zimmerman y Navia, 2003). Desde la década de los ochenta, varias dinámicas generaron la transformación de las ciudades en la región. En la República Mexicana, la política económico-social neoliberal que se inauguró con la presidencia de Miguel de la Madrid (1982-1988), y que encuentra su máximo desarrollo en los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari (1988-2004), Ernesto Zedillo (1994-2000) y Vicente Fox (2000-2004), presenta una transformación en las políticas públicas en cuanto a la participación directa del Estado; a partir de este momento se establece un modelo de Estado que se caracteriza por su estrategia en la eficiente administración del gasto público, la desregulación de la política económico-social, terminar con el control y dominio de sectores productivos controlados por empresas paraestatales, y un proceso de desregulación que se basa en un dominio mayor por parte de entidades federativas con respecto a la búsqueda de una mayor eficiencia en la administración de recursos.1 Estos procesos transformaron la condición poblacional de las ciudades de provincia, consideradas en un rango inferior por tener una población menor que los grandes centros urbanos regionales, como la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.

Las nuevas dinámicas de mercado y los nuevos procesos de producción, que buscaban romper con limitantes reguladoras de la administración del Estado -en su característica anterior de regulador oficial y controlador de lo productivo-, dieron lugar a procesos distintos y contradictorios a los que definieron el rumbo de las ciudades durante varias décadas. Ahora nos encontramos ante el ideal del posible renacimiento de la ciudad como escenario de consolidación y toma de dominio de los escenarios políticos, económicos y sociales; una ciudad que exige un replanteamiento como espacio de apropiación y articulación de lo colectivo, en el que la pérdida de cohesión y el no entendimiento de sus actuales características han llevado a un derrumbe de su condición esencial de espacio de articulación colectiva y escenario de apoderamiento. La pérdida de sentido de lo colectivo y la crisis de un "pacto" que restablezca el reordenamiento de lo social se han convertido en el rasgo que caracteriza a los centros urbanos actuales en América Latina. El desdibujamiento de la centralidad operante que caracterizó a los centros urbanos tradicionales exige un replanteamiento de la estrategia de resurgimiento de lo ciudadano en escenarios urbanos que se han convertido ya en espacios eficientes de generación de habitantes consumidores.2

Esta pérdida de presencia colectiva y de instauración de lo ciudadano se muestra en el dominio que adquiere la representación de lo excluido y del privilegio en condiciones que definen paisajes (Appadurai, 2001) de acceso, control, dominio y pérdida. El escenario actual establece, mediante procesos dominadores de "individualización" (Bauman, 2002) de los sujetos, paisajes que determinan las visiones, imaginarios, representaciones del éxito y del fracaso, así como de sobrevivencia y de "lo deseado". Estos paisajes se ubican en zonas de exclusión y zonas de privilegio,3 que determinan la posición que ocupan los sujetos para apoderarse y enfrentar las diversas exigencias que establece la posibilidad de adueñarse de la ciudad.

Estas condiciones de incertidumbre parecen afianzarse en el imaginario urbano al grado de convertirse en lo que Lechner (2004) llama "la naturalización del orden social", la creencia en que es una condición de lo natural y que se instaura por consecuencia del establecimiento de dinámicas ajenas a la voluntad del individuo pero que generan la apropiación de los miedos y sus consecuencias desarticuladoras. Hablar de los miedos es hablar de tres relaciones directas: el miedo al "otro", el miedo a la exclusión (tan fuertemente establecida en el contexto actual) y el miedo al sin sentido, al grado de que el dominio que adquieren las posiciones generadoras de "certezas sometedoras", como el ejército y la Iglesia, define en gran medida la justificación de las "soledades" generadas por el resquebrajamiento colectivo.

A continuación analizaremos de manera breve la descripción que desde un escenario local, instituido en la figura violentada de Ciudad Juárez, define los parámetros de la construcción sociocultural del miedo.

 

"Gracias a Dios que nos mandó a los militares"4

El 28 de marzo el gobierno federal anunció la implementación del Operativo Conjunto Chihuahua-Juárez, justificado con el argumento del número de asesinatos cometidos -que en tres meses rebasaban los 200- y la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Este operativo es encabezado por agrupaciones militares de élite llamadas "Fuerzas Especiales" y cuenta en total con dos mil efectivos5 para la realización de operativos6 en Ciudad Juárez y otras zonas del estado de Chihuahua. El sábado 29 de marzo el periódico La Jornada -de divulgación nacional- publicaba la siguiente nota periodística:

Arriba convoy militar a Ciudad Juárez
ante el recrudecimiento de la violencia
Ciudad Juárez, Chih.
Los enfrentamientos entre narcotraficantes
en Ciudad Juárez, Chihuahua, y zonas aledañas dejaron seis hombres
muertos en 12 horas, con lo que suman 97 los asesinatos cometidos
en esa localidad fronteriza en lo que va de marzo, un promedio de casi
cuatro por día, la gran mayoría ligados con el crimen organizado.
Para combatir la ola de violencia que se vive en esa ciudad, la noche del lunes arribaron alrededor de 150 elementos del Ejército Mexicano, aparentemente de un grupo especial.
Por vías aérea y terrestre hoy llegarán a Juárez y Palomas mil 197 elementos.
Los 392 elementos del Ejército Mexicano que participarán en la operación conjunta "Juárez" arribaron al aeropuerto internacional de esta ciudad a las 14:30 horas.
El personal militar, que viajó en tres aviones C-130 "Hércules" y un Boeing 727/100, de inmediato fue trasladado al 20 Regimiento de Caballería Motorizada, donde recibirá instrucciones para ser desplegado.
Los elementos de la Sedena que implementarán operativos contra el narcotráfico están debidamente preparados para recuperar la tranquilidad y la seguridad de los habitantes de esta ciudad, donde se ha desatado una ola de violencia.
Mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedeña) afirmaron que cuentan con la capacidad y la preparación necesaria para hacer frente a la delincuencia organizada.
"Contamos con las armas y el entrenamiento suficiente, por lo que tenemos la plena convicción de atrapar a las bandas delictivas que operan en este lugar", señalaron a Notimex/La Jornada On Line.

Lo interesante de este panorama es la reconstrucción que los individuos generan apropiándose de la representación mediática. Como se observa en la frase con la que inicia este apartado, una mujer joven, ama de casa, manifiesta "su gratitud a Dios" por la llegada de los militares. Aquí se constata la representación del establecimiento de certezas en dos figuras de peso dominante muy importantes: lo divino y el ejército.

Ciudad Juárez se ha caracterizado en los últimos años por un crecimiento económico importante, pues la oferta del mercado laboral -la maquila, principalmente- ha constituido un atractivo para individuos provenientes del país y del extranjero-. Junto con esta condición de bonanza, también se ha hecho referencia a la ciudad por constituirse en un bastión representativo de "la violencia". Recordemos el problema que se presenta desde hace varios años con mujeres desaparecidas y cuyos cuerpos posteriormente son encontrados -la mayoría con manifestaciones de sometimiento violento y violación sexual-, lo que ha coadyuvado a la construcción de la tipología "Las muertas de Juárez", que se instituyó como referente para el surgimiento de mínimas manifestaciones de asociación colectiva. El peso del acontecimiento implicó más bien un afianzamiento de la representación de la incertidumbre y el miedo, lo que vino a generar -apoyada desde la representación mediática- una práctica de sometimiento individual y encarcelamiento de las voluntades -cuando uno llega por primera vez a la ciudad, es impresionante observar en las casas la cantidad de rejas y circuitos de seguridad por video instalados, o incluso las bardas con cableado de protección con descargas eléctricas-. Junto a estas manifestaciones de prácticas cotidianas establecidas por los actores, se ha configurado un caparazón entre los representantes de las voces dominantes y creíbles; en un caso concreto, la Iglesia y la asociación de colegios particulares promueven constantemente la realización de actos "públicos" para realizar oración y solicitar la ayuda divina ante el problema de la inseguridad.

Estas manifestaciones, y otras tantas que se presentan en el andamiaje de la dimensión sociocultural, exigen replantear el análisis del escenario urbano para profundizar en el entendimiento de la marejada de constitución de imaginarios que establecen la representación colectiva de la Ciudad.

 

¿Existe algún rumbo posible?

En su trabajo sobre la construcción simbólica de los miedos, Rossana Reguillo (2003) nos lleva a comprender cómo desde esta representación

las violencias y su narración despolitizan lo político; instauran el temor y el miedo como lazo societal primario, y aceleran el debilitamiento del pacto social y la acentuación del individualismo como forma de respuesta ante un mundo que no parece gobernable, ni asible, ni representable por ningún tipo de racionalidad fundada en acuerdos colectivos... (2003:397).

La construcción que determina los imaginarios en esta configuración desde la exclusión y el privilegio ha marcado una dinámica en la que la ruptura del lazo social y de los acuerdos se ha convertido en la esencia de lo asociativo en la ciudad: el colapso de la institucionalidad (Reguillo, 2003). La desesperanza, el miedo, la incertidumbre, la sospecha y la competencia son los referentes que definen actualmente el establecimiento de las relaciones político-sociales en las ciudades. Nos encontramos de frente con el problema de restituir el proyecto y pacto social de una sociedad que se reconozca a sí misma en lazos afectivos sólidos -socialidad-y en una institucionalidad que garantice el vínculo y el resurgimiento del tejido social -sociabilidad-. Se trata del problema de restituir la condición y posición de la ciudadanía como posibilidad de consolidación del pacto. El problema en general no es la construcción de "campos sociales alternos" (García Canclini, 2004:53), sino el ser incluidos, el llegar a conectarse sin que se atropelle su diferencia ni se les condene a la desigualdad. La exigencia que se manifiesta es la de ser ciudadano en el sentido intercultural, la de ser diferente en relaciones de negociación y reconocimiento recíproco. Esta ciudadanía se establece sólo si recuperamos y sostenemos los dos procesos de configuración de lo social: lo comunicativo y lo institucional.

El problema es que la actual configuración representativa y estructural de la ciudad empobrece dicha posibilidad. Nos encontramos en este momento en un escenario que se caracteriza por la (des)articulación de la política, el declive de la institucionalidad y la crisis del contrato social. Estamos, tal vez, en la transición de un modelo de ciudadano que se estableció con base en la figura que genera el "contrato social" moderno (por el que el Estado eficiente la incorporación y adaptación de esta condición: ciudadano era aquel que aceptaba, acataba y asumía como responsabilidad individual las exigencias planteadas desde un contrato asociativo que era controlado y administrado por la figura de un Estado omnipresente) a un nuevo modelo en el que la construcción de lo ciudadano se restablezca desde la propia posición de la ciudadanía. Se trata de una condición que es favorecida y consolidada en un modelo de ciudad en el que el resurgimiento del ágora y de los escenarios de confrontación y reconocimiento restituyen un pacto que ya no se mide a partir del "contrato" asociativo individual, sino mediante un acuerdo que define procesos colectivos de negociación y de diálogo y en el que la ciudad es determinante como espacio de configuración ciudadana: la apuesta por la participación y compromiso desde lo ciudadano para rescatar y potenciar los escenarios de la socialidad en los que se establecen actualmente los múltiples sentidos de pertenencia y de prácticas de participación que se originan fuera de los canales tradicionales institucionalizados del dominio. Un nuevo escenario asociativo en el que el acuerdo se establezca en nuevos canales institucionalizados democráticos y de procesos que establezcan legítimamente las posibilidades de decisión y de establecimiento de consensos. Si los habitantes de la ciudad no entendemos que en nuestras manos está la posibilidad de construir un escenario urbano alternativo, continuaremos en la marejada de la incertidumbre y la desesperanza.

 

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Notas

1 En Aguascalientes se establece en 1985 el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), por el que la población se siente "invadida" por una cantidad importante de población proveniente de la ciudad de México. A esto se aunó lo sucedido en septiembre de 1985, cuando la población de la capital del país vivió uno de los desastres naturales más devastadores de la historia, un terremoto que destruyó una parte importante de la ciudad y que originó una emigración masiva de capitalinos a diversas ciudades de provincia.

2 En este sentido, hay que analizar "Las nuevas murallas: la walmartización de San Juan de Puerto Rico", ensayo de Álvarez-Curbelo (2004) en el que analiza la pérdida del espacio social en la ciudad como escenario de apropiación y configuración de lo ciudadano, y su transformación en un espacio para el consumo donde dominan los "nuevos centros" operadores de la voluntad del individuo: los malls.

3 Estas tipologías de zonas de exclusión y privilegio son trabajadas a profundidad en un capítulo de mi tesis doctoral, titulada "Idealizar el triunfo, enfrentar la sobrevivencia. Espacios de socialidad-sociabilidad en colectivos juveniles", presentada en junio de 2007 en el Doctorado en Estudios Científico-Sociales del ITESO.

4 Respuesta de una señora a la pregunta de un reportero sobre la presencia de militares y de la policía federal en Ciudad Juárez, en el marco del Operativo de Seguridad Chihuahua 2008, impulsado por el gobierno federal bajo el argumento del combate al narcotráfico y el crimen organizado. Nota periodística aparecida el 2 de abril de 2008 en la sección "La Ciudad" del Norte de Ciudad Juárez.

5 La Jornada, 28 de marzo de 2008. Consultado en www.lajornadaunam.mx.

6 Los operativos consisten en cateos a viviendas con el pretexto de buscar "droga", armamento o personas secuestradas, como lo muestra la siguiente nota periodística de un diario local: "Comienzan cateos, decomisos y arrestos. Como parte de la Operación Conjunta Chihuahua, el Ejército Mexicano ingresó ayer en al menos tres viviendas de diversos sectores de la ciudad, instaló retenes y sobrevoló la zona de Anapra y Lomas de Poleo. En dos de los tres cateos se pudo observar que los soldados incautaron varias cajas forradas con cinta color canela -presumiblemente droga- halladas en el interior de sendas viviendas ubicadas en los fraccionamientos Nogales y del Colegio, y a las cuales los soldados entraron después de forzar las cocheras" (nota de Sandra Rodríguez Nieto, El Diario, 28 de marzo de 2008).

 

Información sobre el autor

Salvador Salazar Gutiérrez. Mexicano Licenciado en sociología, maestro en estudios humanísticos y doctor en estudios científico-sociales por el Instituto Tecnológico y de Estudio Superiores de Occidentes (ITESO). Es profesor e investigador del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Autónoma de la Ciudad Juárez. Sus temas de interés son culturas urbanas, identidades y ciudadanías culturales. Destaca entre sus últimas publicaciones "Espacios del sujeto", en Jaime Preciado Coronado (coordinador), Diálogos y puentes entre disciplinas sociales. El debate sobre la interdisciplinariedad (ITESO, Guadalajara, 2006, pp.53-62).

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