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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.20 no.53 Ciudad de México sep./dic. 2023  Epub 05-Abr-2024

https://doi.org/10.29092/uacm.v20i53.1048 

Artículos

Dimensión y método en la teoría económica contemporánea: un comparativo entre la teoría convencional y las corrientes heterodoxas

Dimension and method in contemporary economic theory: a comparison between conventional theory and heterodox currents

Michel Eduardo Betancourt Gómez* 

*Profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. Correo electrónico: michbetan@outlook.com


Resumen

El objetivo del presente artículo es examinar, desde el punto de vista metodológico, dos corrientes teóricas contemporáneas en economía: la corriente principal o convencional; y las corrientes heterodoxas. El análisis se realiza estableciendo una relación entre las dimensiones propuestas por Amitava Dutt sobre la composición de una teoría económica, y el trabajo sobre el método en economía de Alfred Marshall, economista que ha heredado elementos metodológicos utilizados por ambas corrientes teóricas. La relación permite identificar las debilidades de cada corriente y aproximar algunos elementos necesarios para construir teoría económica que minimice esas debilidades.

Palabras clave: Teoría económica; metodología económica; método en economía; economía heterodoxa; economía ortodoxa

Abstract

From a methodological point of view, this article examines two contemporary theoretical currents in economics: the mainstream or conventional and the heterodox currents. For this, the dimensions proposed by Amitava Dutt on the composition of an economic theory are related, and the work on the method in the economy of economics Alfred Marshall, an economist who has inherited methodological elements used by both theoretical currents. The relationship makes it possible to identify the weaknesses of each stream and approximate some elements necessary to build an economic theory that minimizes these weaknesses.

Key words: Economic theory; economic methodology; method in economics; heterodox economics; orthodox economics

Introducción

Las teorías económicas fungen fundamentalmente como hipótesis científicas que se usan posteriormente para la evaluación empírica. Sin estas, el examen empírico posterior puede carecer de profundidad pues estará sostenido en intuiciones muy generales. Las principales corrientes teóricas en economía, de acuerdo con la clasificación de Poitras (2019), Dutt (2017), Lee y Lavoie (2013), Dobusch y Kapeller (2012) y de Davis (2008), entre otros, son la corriente convencional, y las corrientes heterodoxas.

Estas corrientes pueden usar distintos métodos para construir sus teorías. Por ejemplo, la teoría general de la relatividad de Einstein se apoya en las matemáticas y por tanto en métodos lógico-deductivos. En cambio, la teoría de la evolución de Darwin se apoya más en la experiencia y en métodos inductivos. El examen a la construcción de las teorías económicas de ambas corrientes podría exponer sus debilidades mejorando con esto la manera de construir teorías científicas en economía.

El objetivo del presente artículo es examinar las dos corrientes teóricas contemporáneas en economía desde el punto de vista metodológico de construcción de sus teorías. Para esto se utilizan dos elementos: la clasificación propuesta por Amitava Dutt, quien descompone la teoría económica en tres dimensiones: epistemológica, ontológica y normativa. También se utiliza el trabajo sobre el método en economía de Alfred Marshall, economista que ha heredado elementos metodológicos usados por las dos corrientes examinadas.

Las dimensiones de Dutt (2017) permiten examinar a que dimensión le otorga más peso cada corriente teórica, y las reflexiones sobre el método de Marshall (2013) permiten relacionar el peso de la dimensión con el tipo de método, inductivo o deductivo, que cada corriente usa en la construcción de sus teorías.

La hipótesis principal de este trabajo es que las debilidades metodológicas contenidas en las teorías de las corrientes examinadas provienen del balance entre las dimensiones de Dutt y el método de Marshall. En específico, la corriente convencional, al apoyarse en mayor medida en la deducción lógica, expone una debilidad metodológica que la hace desarrollar un extenso trabajo empírico posterior a la construcción teórica debido a que se genera un alejamiento con la realidad.

En cambio, las corrientes heterodoxas, al apoyarse en mayor medida en la inducción, exponen una debilidad metodológica que las hace leer y releer a un autor canónico en su búsqueda por mantener la consistencia lógica de sus teorías. Dado que podrían existir inconsistencias lógicas si se toman supuestos de diferentes autores heterodoxos, las teorías dentro de esta corriente tienden a usar solo los supuestos que sean lógicamente consistentes con sus teorías, lo que las fragmenta en múltiples sub-corrientes y puede generar la introducción de supuestos ad hoc.

El análisis sobre la dimensión y el método para construir teoría económica permite un tratamiento critico conjunto para la corriente convencional y heterodoxa, lo que representa un avance respecto a la literatura reciente que ha criticado solo a una corriente en específico o en puntos específicos, lo que puede dificultar su análisis conjunto (véase Chorafakis, 2020; Hoover, 2019, 2017, 2016; Colander 2019, 2018,2011; Koutsobinas 2019; Poitras, 2019; Thaler, 2018; Swedberg, 2014; Lee y Lavoie, 2013; Hoang, 2009; Davis, 2008).

Además, el método de construcción de la teoría económica tiene consecuencias en la obtención de los resultados de investigación y en la capacidad predictiva de las teorías. En efecto, la debilidad en la deducción puede ocasionar un extenso trabajo teórico tratando de examinar un argumento bajo diferentes presupuestos generales, como lo hacen autores heterodoxos como Dutt (2016 y 2017) y Ros (2013). En cambio, la debilidad en la inducción puede generar un extenso trabajo empírico tratando de empatar una arista de resultados teóricos con la realidad, como lo hacen autores de la corriente convencional como De Loecker et al. (2020) y Autor et al. (2020).

Ante esto, el examen al método de construcción de la teoría económica de las dos principales corrientes contemporáneas permite aproximar algunas líneas generales para establecer una visión alternativa para construir una teoría que logre tomar ventaja de las principales fortalezas de cada corriente.

Este artículo se organiza de la siguiente manera: la primera sección plantea las tres dimensiones propuestas por Dutt (2017). La sección dos expone las reflexiones de Marshall (2013) sobre el método en economía. La sección tres utiliza las herramientas expuestas en las secciones anteriores para examinar a la corriente convencional y a las corrientes heterodoxas en cuanto al peso de sus dimensiones y al método usado para construir sus teorías. En la sección cuarta se establecen algunas líneas generales a considerar para minimizar las debilidades de ambas corrientes examinadas. En la última se exponen algunos comentarios finales.

La descomposición por dimensiones propuesta por Dutt

Dutt (2017) explica que una teoría económica puede descomponerse en tres dimensiones. Una primera dimensión es la dimensión epistemológica, de esta dimensión Dutt argumenta: “La dimensión epistemológica se refiere a los principios utilizados en la organización del análisis sin especificar y, por tanto, coherentes con cualquier aspecto del mundo real” (2017, p. 2). La dimensión epistemológica por tanto se refiere a los principios generales que se presuponen en el análisis. Dado que estos principios siempre se mantienen válidos, le estarían otorgando coherencia lógica al análisis.

En economía esta dimensión puede representar supuestos generales de comportamiento, por ejemplo, se pueden explicar los fenómenos económicos de acuerdo a: 1) el comportamiento optimizador de los agentes (la llamada “racionalidad”); 2) las relaciones de poder de los actores (la llamada “lucha de clases”); o 3) el comportamiento de agentes incapaces de probabilizar su futuro (la llamada “incertidumbre fundamental”).

Una segunda dimensión es la dimensión ontológica. Esta dimensión trata de restringir el alcance del principio que organiza el análisis. En palabras de Dutt: “La dimensión ontológica se refiere a ideas sobre el mundo real, en términos de supuestos o conclusiones, que se agregan al principio organizador para desarrollar la teoría” (2017, p. 2). Las restricciones materiales e históricas que se integran a los principios generales fungen como la dimensión ontológica de la teoría económica.

Ejemplos de estos supuestos son: las restricciones presupuestales de los agentes, el tipo de competencia (por ejemplo, competencia perfecta o imperfecta), el grado de rigideces en el uso de los recursos (por ejemplo, pleno empleo o capacidad instalada ociosa), el tipo de tecnología asumido (plena, rígida o cuasi-rígida sustitución de factores de producción), el tipo de información con el que cuentan los agentes (información completa o asimétrica).

La tercera dimensión es la dimensión normativa, esta dimensión representa la finalidad o utilidad de la teoría económica para la sociedad. Citando a Dutt: “La dimensión normativa se refiere a lo que se considera bueno para la sociedad o, al menos, una mejora” (2017, p. 3). Esta dimensión, por tanto, puede tener un carácter filosófico, ya sea desde el campo de la filosofía moral o de la filosofía política.

Como ejemplos en economía se pueden distinguir dos tipos de argumentos normativos: los de Pareto y los no-paretianos. Los argumentos no-paretianos pueden establecer un juicio para mejorar o prescribir a cierta parte de la sociedad, aunque esto pueda perjudicar a otra parte de la misma. Los argumentos en sentido de Pareto se basan en proponer una mejora para la sociedad, pero sin perjudicar a ningún miembro de la misma. Las mejoras “paretianas” pueden ser interpretadas como argumentos “positivos”, pues no requiere hacer un juicio sobre la parte de la población que necesita ser prescrita o perjudicada para que otra se beneficie.

Entonces una teoría económica tiene esencialmente tres elementos de acuerdo con Dutt: 1) un elemento que organiza el análisis y asegura su coherencia lógica; 2) un elemento que acota el principio que organiza el análisis y que proviene del mundo real, y 3) un último elemento que habla sobre las mejoras para la población que se pueden desprender del análisis.

El método en economía de Alfred Marshall

Alfred Marshall discutió el método de la ciencia económica distinguiendo el balance entre el uso de la inducción y de la deducción. En efecto, el economista británico era escéptico con darle prioridad a uno de los dos métodos para la construcción de la teoría económica, y esto se hace notar a lo largo de su libro Principios de Economía. El menciona:

La inducción, ayudada por el análisis y la deducción, reúne clases apropiadas de hechos, los organiza, los analiza e infiere de ellos declaraciones generales o leyes. Luego, por un tiempo, la deducción desempeña el papel principal: asocia algunas de estas generalizaciones entre sí, trabaja desde ellas tentativamente hacia generalizaciones o leyes nuevas y más amplias, y luego llama a la inducción nuevamente para hacer la parte principal del trabajo en recolectar, tamizar y organizar estos hechos para probar y “verificar” la nueva ley. (Marshall, 2013, p. 638)

Por tanto, la inducción está relacionada con la dimensión ontológica que expone Dutt, y este método corresponde con la parte más concreta o de la realidad en el análisis. La deducción corresponde con la dimensión epistemológica de Dutt y en este caso Marshall la asocia con declaraciones generales que se usan en el análisis para obtener otras declaraciones.

El desbalance de ambas dimensiones podría evidenciar el peso que se le otorga a un tipo de método. Por ejemplo, si el mayor peso de la teoría corresponde con la dimensión ontológica, implicaría que se le está dando mayor peso a la inducción.

Marshall también reflexionó sobre las debilidades individuales de cada método en particular:

Por lo tanto, siempre debe recordarse que, aunque la observación o la historia pueden decirnos que un evento fue simultáneo o posterior a otro, no pueden decirnos si el primero fue la causa del segundo. Esto solo puede decirse por la razón que actúa sobre los hechos. Cuando se dice que cierto evento de la historia enseña esto o aquello, nunca se hace una consideración formal de todas las condiciones presentes cuando ocurrió el evento; algunos se admiten, tácitamente, aunque inconscientemente, como irrelevantes. Esta suposición en algún caso especial puede ser justificable, pero puede que no lo sea. (Marshall, 2013, p. 638)

Marshall sostiene que darle mayor peso a la inducción implica capacidad para describir detalladamente los mecanismos de transmisión, pero debilidad para explicarlos. Esta labor, menciona, corresponde con la deducción. Pero por si misma la deducción trae debilidades que igualmente evidencia:

Si cerramos los ojos a las realidades, podemos construir un edificio de cristal puro mediante la imaginación, lo que arrojará luces laterales a los problemas reales; y posiblemente podría ser de interés para seres que no tuvieran ningún problema económico como el nuestro. Tales excursiones lúdicas son a menudo sugerentes de formas inesperadas: proporcionan un buen entrenamiento a la mente y parecen ser productivas sólo para el bien, siempre que se comprenda claramente su propósito. (Marshall, 2013, p. 638)

En consecuencia, para Marshall la deducción y su implícita abstracción puede separar el análisis de la realidad, lo que implica que todo apoyo extra a este método tendera a debilitar la dimensión ontológica de la teoría.

Tanto la debilidad de la inducción como de la deducción hacen que Marshall proponga un balance en el método, lo que, siguiendo con la clasificación de Dutt, estaría guardando un equilibrio entre la dimensión epistemológica y la ontológica. Al respecto Marshall dice:

[El economista] Necesita hacer un uso cuidadoso del análisis y la deducción, porque solo con su ayuda puede seleccionar los hechos correctos, agruparlos correctamente y hacerlos útiles para sugerencias de pensamiento y orientación en la práctica; y porque, como seguramente toda deducción debe descansar sobre la base de inducciones, también lo hace cada proceso inductivo e incluye análisis y deducción. (Marshall, 2013, p. 638)

Marshall señala que detrás de una deducción hay un hecho empírico que lo precede, y que, en una inducción, hay una lógica implícita, pues la misma organización de los datos y el periodo histórico estudiado implica hacer una deducción.

Como no es posible separar ambos métodos pues están estrechamente vinculados, Marshall sugiere un balance que evite las deficiencias que tiene cada tipo de método. Entonces, hay que cuidar explicitar la inducción y la deducción en la construcción de la teoría económica.1

Examinando la dimensión y el método de las teorías contemporáneas

Tal parece ahora que las teorías que dan más peso a la dimensión ontológica se apoyan en mayor medida en la inducción. Y las teorías que dan más peso a la dimensión epistemológica se apoyan en mayor grado en la deducción. Apoyarse en la deducción implica centrarse en la coherencia lógica, aunque el análisis se pueda tornar abstracto; apoyarse en la inducción implica reducir la abstracción, pero habría debilidades explicativas.

En esta sección se examinan las dos corrientes teóricas contemporáneas en estudio en los términos de las dimensiones de Dutt y el método de Marshall, lo que permitirá evidenciar sus debilidades.

La corriente convencional

La corriente convencional es explicita en lo referente a la dimensión epistemológica, pues el principio general de comportamiento que usan en la construcción de sus teorías es el principio de racionalidad.2 Este principio básicamente implica considerar un comportamiento que otorga un orden a las preferencias de los consumidores, es decir, se maximizan las preferencias en el caso del análisis de la demanda. En el caso del análisis de la oferta, se presupone que los productores maximizan beneficios y minimizan costos.3

Aunque esta corriente puede usar otros principios generales como la lucha de clases (como es el caso de Blanchard y Giavazzi, 2003; y de Blanchflower et al. 1992), la interacción estratégica entre agentes (como es el caso de la teoría de juegos), o la incertidumbre (como es el caso de la teoría de la elección bajo incertidumbre, la teoría de contratos, la teoría de las subastas, entre otras, véase, por ejemplo, Mas Colell et al. 1995; y Jehel y Reny, 2011), todos estos principios siguen estando subordinados al principio de racionalidad.

Por ejemplo, Blanchard y Giavazzi (2003) establecen en su teoría que la fijación de los salarios obedece a un proceso de negociación entre los trabajadores y los empresarios. Pero este proceso lo subordinan a la racionalidad de los agentes, esto es, presuponen que los trabajadores maximizan sus pagos dado su poder de negociación. Así, los trabajadores preferirán un pago más alto que un pago menor, consistente con el principio de racionalidad.

En el caso de la interacción estratégica, que asume que los agentes son interdependientes unos de otros o que las acciones de unos impactan sobre las acciones de otros, también se presupone que estos agentes maximizan sus preferencias o “pagos”. Es decir, el comportamiento estratégico implica que los agentes elegirán las mejores posibles acciones para maximizar sus preferencias en función de las mejores posibles acciones de otros agentes.

En el caso de la incertidumbre, aunque se reconoce e incluso se acepta una “racionalidad acotada”, el tratamiento metodológico de esta es el mismo que el de la lucha de clases: se maximizan ahora las preferencias esperadas o los beneficios esperados presuponiendo que hay probabilidades o “riesgo” que pueden aproximar los agentes.4

En lo referente a la dimensión ontológica, la corriente convencional la tiende a introducir en sus teorías como restricciones materiales que se integran a su principio de racionalidad. Por ejemplo, en el caso del consumidor que maximiza sus preferencias, la maximización se encuentra acotada a su restricción presupuestaria, esto es, a los recursos con los que cuenta. Así, aunque un consumidor maximice sus preferencias con un Ferrari, elegirá un vehículo más estándar si su presupuesto no se ajusta a esas preferencias.

El mismo razonamiento se aplica para el caso de los productores: estos minimizan costos, pero no lo hacen libremente pues quedan restringidos por la tecnología de su producción, que es representada por las “funciones de producción”, un dispositivo que describe la transformación de insumos a productos.

Otra forma que toma la dimensión ontológica en la corriente convencional son las llamadas “rigideces”, estas tratan de incluir mayores elementos del mundo real debido a que había una crítica explicita a este hecho posterior a la crítica de Keynes.5 Así, las “rigideces” corresponden con elementos del mundo real que se agregaron al principio de racionalidad adicionalmente a las restricciones materiales de su proceso de optimización.

Un ejemplo son las rigideces de precios y salarios, estas se introducen para capturar la evidencia empírica que indica que los precios y salarios no cambian de manera instantánea, sino que se mantienen fijos por un periodo de tiempo. También se han añadido la competencia imperfecta y el desempleo, ya que anteriormente se asumía únicamente pleno empleo y competencia perfecta. Un ejemplo especifico es la “nueva” teoría del comercio internacional de Krugman, quien asume explícitamente la competencia imperfecta para explicar los patrones de comercio que no podían ser explicados por la teoría de Heckscher-Ohlin, quienes asumían competencia perfecta.6

Entonces como la corriente convencional centra su análisis en torno al principio de racionalidad, y trata de ajustar a este principio los elementos del mundo real, se puede deducir que esta corriente le otorga mayor peso a la dimensión epistemológica que a la dimensión ontológica. En consecuencia, esta corriente se apoya en mayor medida en la deducción y en la coherencia lógica de los argumentos. Apoyarse en la deducción implica mayor precisión en el análisis, pero mayor abstracción y distanciamiento con la realidad como establece la crítica de Marshall.

En efecto, asegurar la consistencia lógica de la teoría no implica que sea consistente con la realidad. Esta debilidad ontológica de la teoría convencional representa la principal crítica que han hecho las corrientes heterodoxas (véase, por ejemplo, Hoang, 2009 y Lawson, 2003), pero también dentro de la misma corriente como recientemente lo ha hecho Thaler (2018).

La debilidad metodológica expuesta trae consigo cierta ineficiencia de la teoría convencional en su carácter predictivo, puesto que pueden existir múltiples resultados con una alta precisión y consistencia lógica, pero muchos de los cuales no se ajustarían con el mundo real, lo que trae consigo un extenso trabajo empírico posterior para determinar cuál resultado es consistente con la realidad. De hecho, esta metodología es precisamente la que siguen autores contemporáneos como De Loecker et al. (2020) y Autor et al. (2020), puesto que se presenta el desarrollo teórico, y posteriormente se desarrolla, de manera extensa, el trabajo empírico que trata de respaldar la teoría construida.

Las corrientes heterodoxas

En principio hay que aclarar que las corrientes heterodoxas son muy bastas, hay gran cantidad de subcorrientes que se pueden revisar a detalle en Lee y Lavoie, (2013); Dobusch y Kapeller, (2012); Earl y Ti-Ching, (2012) y en Arestis, (1996); incluso hay discusión sobre su clasificación (véase Poitras, 2019 y Mearman, 2012).

Esta fragmentación puede evidenciar que estas teorías tienen dificultades para homogeneizarse consistentemente como lo hace la teoría convencional moderna en torno a su principio de racionalidad. Ya que no es posible examinar a detalle cada una de las corrientes críticas con la profundidad requerida, en esta sección se examinan algunos puntos relevantes y trasversales entre las mismas, y se incluyen ejemplos específicos para la mayoría de subcorrientes.

En las teorías heterodoxas no es posible identificar un principio que organice el análisis tan explicito como en el caso de la corriente convencional y su principio de racionalidad. Esto implica que la dimensión epistemológica es más flexible en esta corriente en el sentido que se usan diferentes principios generales presupuestos en el análisis.

Por ejemplo, algunas subcorrientes utilizan el principio de la lucha de clases (como la corriente clásico-marxiana y la teoría francesa de la regulación), otras subcorrientes pueden partir de la incertidumbre más extrema (que llaman “fundamental”) como las corrientes postkeynesianas. También pueden partir de principios generales que están más acotados a situaciones específicas como son: la relación de individuos con diferentes preferencias (como la emulación de la corriente institucionalista; véase al respecto Hodgson, 2004), el principio de riesgo creciente de Kalecki o la hipótesis de inestabilidad financiera de Minsky.

En cambio, las corrientes heterodoxas son más explicitas en cuanto a la dimensión ontológica se refiere. Esto se debe a que en general estas corrientes critican a la corriente convencional por la falta de realismo en su construcción y ofrecen una alternativa con mayor introducción de elementos del mundo real (véase al respecto, Lee, 2011). Por ejemplo, la corriente kaleckiana asume competencia imperfecta donde existe un “grado de monopolio” para las empresas de un cierto sector. La corriente institucionalista considera la existencia explicita de instituciones y de individuos con diferentes preferencias.

La corriente sraffiana asume “costos históricos o reales”, que se oponían a los “costos de oportunidad” que, en su razonamiento, eran demasiado abstractos. La corriente postkeynesiana utiliza sofisticadas herramientas de aproximación a la realidad, como los marcos contables, para acotar de forma precisa las restricciones materiales de todos los agentes considerados (al respecto véase Nikiforos y Zezza, 2017).

Entonces, como las corrientes heterodoxas parten de diferentes principios presupuestos y dan mayor prioridad a los elementos del mundo real, se deduce que estas teorías dan mayor peso a la dimensión ontológica que a la dimensión epistemológica para la construcción de sus teorías.

Si otorgan mayor peso a la dimensión ontológica, implica que se están apoyando en mayor medida en la inducción y esto significa, en el argumento de Marshall, que se están generando debilidades explicativas y por lo tanto existirán dificultades para otorgar consistencia lógica a sus teorías. En efecto, apoyarse en mayor medida en la inducción puede traer debilidades desde el punto de vista lógico porque no se justifica la generalización de un argumento emanado de la experiencia empírica o de la historia.7

Para reflexionar este punto considérese como ejemplo a un economista heterodoxo que intenta desarrollar una teoría científica. Este economista se enfrenta a la difícil decisión de elegir las hipótesis de comportamiento o los principios generales que usará. Claro está que si el economista eligió un enfoque kaleckiano tendrá dificultades para elegir hipótesis de comportamiento de otras corrientes heterodoxas. Este economista puede hacer una lectura introspectiva del autor canon de su corriente pues, en su razonamiento, esto le permitirá dotar de consistencia lógica su teoría pues el autor canon no se puede contradecir. En su defecto, este economista puede tomar los principios generales de otras corrientes heterodoxas, siempre y cuando, tengan coherencia lógica al usarlas simultáneamente.

Por ejemplo, las corrientes kaldorianas son compatibles con la corriente institucionalista puesto que este autor hizo importantes avances sobre esa línea, por lo tanto, es posible utilizar los principios de Kaldor y además la hipótesis de emulación de Veblen (el autor canónico de la corriente institucionalista), y construir una teoría del crecimiento económico como lo hace Ryoo y Kim (2014).

Pero un contraejemplo sería el caso del progreso técnico. En efecto, un economista heterodoxo no puede tomar el supuesto de progreso técnico exógeno de la corriente clásico-sraffiana, y al mismo tiempo tomar el supuesto del progreso técnico endógeno que propone Kaldor (1957) y Robinson (1965), pues la teoría caería en una evidente contradicción lógica. Esto se debe a que en el primer caso se presupone un excedente y, en el segundo caso, se presupone la posibilidad de escasez (específicamente de mano de obra).

Entonces el economista heterodoxo tendría que suponer ambos casos por separado y presentar sus conclusiones para el caso clásico-srrafiano y para el caso robinsoniano-kaldoriano simultáneamente. Esta metodología es seguida por algunos autores heterodoxos, como por ejemplo Dutt (2016 y 2017), pues presenta resultados para las corrientes clásicas y para las corrientes kaleckianas bajos sus propios presupuestos generales. Ros (2013) también utiliza esta metodología en algunas construcciones teóricas.

La debilidad metodológica expuesta hace que los autores heterodoxos revisen con escrutinio los escritos del autor canónico de su corriente, en su necesidad por obtener consistencia lógica en sus teorías. Como consecuencia, surgen distintas interpretaciones de estos autores canónicos en ese revisionismo, lo que fragmenta a las corrientes.

Un ejemplo de este punto son las dos interpretaciones que se le da a la concepción de incertidumbre de Keynes, una que llaman “fundamental” y es defendida por la corriente postkeynesiana; y otra que es afín al concepto de incertidumbre de la corriente convencional (que implica presuponer una “racionalidad acotada”), esta es defendida por la corriente clásico-sraffiana.

Claro está que aceptar una incertidumbre de corte convencional sería inconsistente en términos lógicos con el postkeynesianismo, pues su principio general es precisamente la incertidumbre “fundamental”. De igual forma, aceptar un tipo de incertidumbre “fundamental” sería lógicamente inconsistente con el srrafianismo; puesto que esta corriente presupone racionalidad en sentido convencional.

Como consecuencia, surge una debilidad metodológica: existe la posibilidad de introducir supuestos ad hoc en las teorías, pues solo se pueden integrar aquellos presupuestos que sigan manteniendo la coherencia lógica de cada corriente, y se desechen a priori aquellos que no sean lógicamente consistentes. Al final, esto podría generar que las corrientes se fragmenten y se tornen irreconciliables e incluso contrapuestas en la defensa de sus principios generales.

En resumen, las corrientes heterodoxas, al darle prioridad a la dimensión ontológica, descuidan la dimensión epistemológica, esto genera que den mayor apoyo a la inducción y omitan explicitar sus deducciones. La consecuencia de ese desbalance hace que las corrientes tiendan a leer y releer a sus autores canónicos en la búsqueda por mantener la consistencia lógica de sus teorías.

Dado que podrían existir inconsistencias lógicas si se toman presupuestos generales de diferentes autores heterodoxos, las teorías tienden a usar solo los presupuestos que sean lógicamente consistentes con sus teorías, lo que fragmenta a las corrientes y promueve la introducción de supuestos ad hoc.8

Algunos puntos generales para la construcción de teoría económica

Las debilidades expuestas para cada corriente teórica contemporánea hacen notar que el desbalance entre dimensiones genera mayor apoyo en un método en particular, y eso genera dos problemas específicos. Un problema de inducción en el caso de la corriente convencional, pues su rigor lógico genera una debilidad ontológica; y un problema de deducción en las corrientes heterodoxas, pues no explicitarla genera una debilidad epistemológica.

Como establece el argumento de Marshall, hay que explicitar la inducción para que el análisis no se torne excesivamente abstracto; y hay que explicitar la deducción para que no se tomen elementos empíricos de manera apriorística.

No obstante, las debilidades de cada corriente pueden minimizarse si se toman simultáneamente sus fortalezas, que son las debilidades de otra y, viceversa. Por lo tanto, una guía para establecer los puntos generales para la construcción de la teoría económica seria considerar principalmente la fortaleza de la corriente convencional que es la deducción, y la fortaleza de las corrientes heterodoxas que es la inducción. En efecto, un método factible y eficiente para construir teoría económica sería una síntesis del método usado por ambas corrientes, que es en esencia la concepción del método de Marshall.

Los principales elementos para aproximar de manera preliminar este método propuesto serian explicitar en primer lugar la inducción y, posteriormente, explicitar la deducción lógica. En términos más concretos y siguiendo el método de Marshall, se tendría que pasar por la observación y el contexto histórico específico para acotar los principios generales presupuestos, es decir, se tiene que justificar empíricamente el uso de los principios generales, y con esto se estaría explicitando la inducción.

Posteriormente, se usarían los principios generales para deducir lógicamente una conclusión y con esto se estaría explicitando la deducción. Esta opción puede otorgar un balance entre la dimensión ontológica y epistemológica, lo que implica seguir un método lógico-deductivo con firmes bases inductivas. Para decirlo en términos más sencillos, el método que se está sugiriendo es la deducción lógica con supuestos justificados desde el punto de vista empírico.

Cabe aclarar que no se está sugiriendo la eliminación de toda abstracción, pues la teoría inherentemente tiene un carácter abstracto y acotado en términos empíricos. Más bien, se sugiere la explicación del porqué se usa un principio general en específico para la construcción de una teoría.

Por ejemplo, si se quiere construir una teoría sobre los salarios, se tiene que justificar empíricamente porqué se va a razonar como un proceso de negociación, o porqué se va a razonar como un proceso donde se ordenen las preferencias en función al mejor pago, o un proceso bajo incertidumbre, o un caso híbrido.

Explicitar la inducción también sugiere ir más allá de introducir “rigideces” y restricciones presupuestarias como lo hace la corriente convencional. Mas bien se sugiere considerar un cumulo más detallado de evidencia empírica como los “hechos estilizados”, y considerar herramientas de aproximación a la realidad (como los marcos contables), como lo hacen las corrientes heterodoxas.

Conclusiones

Descomponer la teoría económica en términos de las dimensiones de Dutt (2017) permite establecer una relación con el método en economía expuesto por Marshall (2013). Esto, a su vez, evidenció una debilidad puntual en la corriente convencional y en las corrientes heterodoxas contemporáneas en la construcción de sus teorías.

En efecto, la corriente convencional, al darle prioridad a la dimensión epistemológica, descuida la dimensión ontológica, lo que hace que la teoría económica construida tenga rigor lógico, pero no pueda explicar la realidad con precisión. Así, la corriente convencional se está apoyando en mayor medida en la deducción-lógica y, como simplifica sus inducciones, debilita los aspectos de la realidad o del contexto histórico de su núcleo teórico, lo que la termina distanciando de la realidad.

Al contrario, las corrientes heterodoxas, al darle prioridad a la dimensión ontológica, descuidan la dimensión epistemológica, esto genera que den mayor apoyo a la inducción y omitan explicitar sus deducciones. La consecuencia de este desbalance hace que las corrientes tiendan a releer a sus autores canónicos en su búsqueda por mantener la consistencia lógica de sus teorías. Dado que podrían existir inconsistencias lógicas si se toman supuestos de diferentes autores heterodoxos, las teorías tienden a usar solo los supuestos que sean lógicamente consistentes con sus teorías, lo que las fragmenta y promueve la introducción de supuestos ad hoc.

Una manera para minimizar estas debilidades cuando se construye teoría económica seria aprovechar las fortalezas de ambas corrientes y establecer una síntesis. En términos más concretos, lo que se sugiere es ampliar la inducción y explicitar la deducción para balancear la dimensión ontológica y epistemológica, como sugiere Marshall en su método. Ampliar la inducción significa pasar de introducir “rigideces” y restricciones materiales, a considerar “hechos estilizados” y herramientas de aproximación a la realidad (como los marcos contables), como lo hacen las corrientes heterodoxas. Explicitar la deducción significa deducir lógicamente conclusiones a partir de principios generales, como lo hace la corriente convencional.

Fuentes consultadas

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1A pesar de utilizar el análisis marginal, como recuerda Hodgson (2005), Marshall no se colocó en estrecha alianza con Carl Merger; y tampoco se distanció del historicismo alemán, las dos corrientes contrapuestas de aquella época. Marshall ha sido criticado en el método tanto por Samuelson (véase Backhouse, 2020) por no ser lo suficientemente deductivo; como por Srrafa (véase Kurz, 2007) y Robinson (véase Feiwell, 1989) por no ser lo suficientemente inductivo. Marshall puede ser visto en la actualidad como un economista ecléctico e incluso conciliador, un economista que trataba de alejarse de posturas extremas lo que permitió que tanto las corrientes ortodoxas como las heterodoxas usen sus herramientas metodológicas como la descomposición lógica del tiempo o el concepto de elasticidad. Se observa, por tanto, que esta paradoja implica que Marshall puede ser visto como un fundador de la corriente convencional, pero, al mismo tiempo, también puede ser visto como un precursor de la corriente heterodoxa institucionalista y evolucionista (al respecto véase Caldari, Dardi, y Medema, 2020; y Hodgson, 2004).

2Cabe señalar que diversos autores consideran cierta heterogeneidad dentro de esta corriente. Por ejemplo, desde el punto de vista microeconómico, Hart (1995) divide esta corriente contemporánea como: teoría neoclásica, teoría de la agencia, teoría de los costos de transacción y la teoría de contratos. Sin embargo, todas estas líneas siguen siendo homogéneas en su tratamiento analítico pues siguen manteniendo el principio de racionalidad y la optimización como mecanismos principales. Desde el punto de vista macroeconómico, se distinguen dos líneas: la nueva economía clásica, y la nueva economía keynesiana. Ambas teorías se distinguen por las rigidez o flexibilidad de sus elementos empíricos, pero de igual forma siguen apoyándose en la racionalidad y en los métodos de optimización (véase al respecto, Coolander, 1992 y 2011; y Rodríguez y Venegas, 2012).

3La versión contemporánea de la corriente convencional es explicita en hacer una distinción entre el orden de las preferencias y el utilitarismo. En palabras de Jehel y Reny: “Algunos teóricos son tan sensibles a la posible confusión entre el uso moderno del término ‘función de utilidad’ y la noción utilitaria clásica de ‘utilidad’ como una cantidad mensurable de placer o dolor que rechazan por completo la terminología anacrónica y simplemente hablan de relaciones de preferencia y sus ‘funciones de representación’” (2011, p. 17).

4Resalta el caso de la teoría del autocontrol del premio nobel en economía Richard Thaler. En esta teoría Thaler usa el esquema metodológico de los premios nobel de la teoría de contratos (Oliver Hart y Bengt Holmström), el modelo de agente-principal. En efecto, Thaler maximiza las preferencias de largo plazo (el principal o “planificador”) sujetas a la maximización de las preferencias de corto plazo (el agente o “hacedor miope”) que interactúan en un mismo agente. Este esquema se ocupa para explicar casos paradójicos de la economía del comportamiento donde un agente prefiere comer mucho en el corto plazo y, simultáneamente, prefiere adelgazar en el largo plazo siendo su esquema de incentivos la culpa o el compromiso. Es decir, la psicología del individuo ocupa la culpa o el compromiso para alinear la preferencia por comer mucho, con la preferencia por adelgazar (véase Thaler, 2018).

5Keynes (1936) estableció una importante crítica a la ortodoxia de su época. Sus críticas fueron hechas desde un punto de vista macroeconómico y sobre algunos elementos del mundo real que la teoría omitía y las consecuencias que generaba. Por ejemplo, Keynes observaba que los trabajadores se podían ir a huelga si bajaba su salario nominal, pero no cuando bajaba su salario real. Por lo mismo, Keynes planteó que los salarios nominales eran “rígidos a la baja”, lo que lo llevo a concluir que ante una subida de precios la oferta de empleo aumentaba en lugar de reducirse.

6Autores como Stockhammer (2004), Piketty (2014) y Dutt (2017) han evidenciado que la corriente convencional ha integrado más elementos del mundo real en sus versiones más recientes.

7Este es el conocido problema o debilidad de la inducción que planteó originalmente Hume, y que establece que el inductivismo tiene un problema psicológico y uno lógico. Psicológico porque al hacer una inducción se presuponen elementos deductivos que no se hacen explícitos; y lógico porque la observación y la experimentación no poseen justificación lógica para generalizarse. En palabras sencillas, no importa que se presenten x número de observaciones (elegidas a priori) intentando generalizar el argumento “todos los cisnes son blancos”, pues la mera prueba de un cisne negro refutaría tal inferencia.

8Metodólogos de la economía como Lawson (2006) y Hodgson (2004) reconocen que el elemento a resaltar de las corrientes heterodoxas es su ontología. Otros como Hopkins (2013) plantean que la corriente heterodoxa es una “comunidad epistemológica fragmentada”.

Recibido: 02 de Febrero de 2023; Aprobado: 10 de Octubre de 2023

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