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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.20 no.52 Ciudad de México may./ago. 2023  Epub 17-Nov-2023

https://doi.org/10.29092/uacm.v20i52.1026 

Reseñas

El pensamiento de Marx como filósofo político

Áquilas Mendes* 

*Profesor visitante en el Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Azcapotzalco. México. Profesor de Economía Política en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo y en la Universidad de São Paulo, Brasil. Correo electrónico: aquilasmendes@gmail.com

Ávalos, G. 2022. La filosofía Política de Marx. Barcelona: Herder


Este es un libro profundo y teóricamente maduro en la gran trayectoria de investigación del Dr. Ávalos y, también, inédito en cuanto al pensamiento de la crítica a la economía política de Marx, con un enfoque muy particular. Quizá uno pensaría: “pero hay tantos libros sobre Marx que ya no tengo mucho interés en leerlos”. Sin embargo, rápidamente diría que no dejemos que las apariencias nos engañen. No hay un libro con una riqueza teórica como este. Después de más de dos décadas investigando la teoría del Estado, examinada por la compleja relación entre el pensamiento de Marx y la filosofía de Hegel, la lectura de este libro conmueve críticamente. Lo explico.

Primero, en este mundo moderno contemporáneo, con la extensión de la crisis capitalista en sus diversas dimensiones: económica, pandémica, ecológica y geopolítica, social y política, en la que nos percatamos de estados cada vez más violentos y autoritarios, es raro encontrar libros sobre Marx que nos hagan comprender estos tiempos convulsos, explicando la lógica marcada por la dominación y la subordinación de esta forma de civilización, el Capital.

Segundo, este no es otro libro sobre Marx. Aquí tenemos un trabajo sobre la filosofía política de Marx. ¡Marx, como filósofo político! Es un adiós a los débiles análisis escritos sobre este autor por una vasta izquierda latinoamericana, que se refiere a la obra de Marx como si fuera solo economía y mucho más por sus críticos, quienes, dicho sea de paso, lo leen pocas veces y sin prestarle mucha atención. Al contrario, la lectura de Ávalos garantiza una interpretación científicamente rigurosa del método de Marx, con todo el apoyo de la dialéctica de Hegel, de su lógica, revelando un libro con mucha novedad para todos, es decir, un enfoque crítico de la posición filosófica de Marx, especialmente en la crítica de la economía política, en O Capital. Estoy de acuerdo con Ávalos y lo cito en la introducción:

La novedad y originalidad de la recuperación de la filosofía de Marx que intento en este libro consiste precisamente en retornar al nivel de la fundamentación filosófica para advertir que el método, la lógica, el contenido y la fundamentación de la crítica de la economía política nos permite encontrar las dimensiones de la vida política del mundo moderno. (Ávalos, 2022, p. 23)

El camino analítico del libro de Ávalos consiste en presentarnos la lógica que articula el pensamiento de Marx para encontrar su teoría política, que está implícita, para pensar a Marx desde la “ontología de la política”. Insiste Ávalos: […] insertar información genética procedente de la filosofía política clásica para obtener una lograda filosofía política genuinamente marxiana” (p. 21).

En tercer lugar, destaca de manera central la importancia de que la obra de Marx sea ciencia, es crítica, sobre todo para quienes, principalmente en las Universidades, todavía dicen que la obra de nuestros estudiantes que se apoyan en Marx no es ciencia. Cuánta incomprensión de lo que es la Ciencia, cuánta incomprensión de Marx. De ahí la importancia de este libro y su aporte esencial en tiempos de tantos libros sobre la posmodernidad que vivimos, ¡un mundo de no-verdades! ¡No hay una sola razón, hay varias razones, varias verdades!, dicen los heraldos de la posmodernidad!

Estoy en total desacuerdo con este pobre pensamiento actual y antes de citar a Marx acerca de que su pensamiento es ciencia, al criticar la economía política, buscando preguntas y no afirmaciones falsas y simples. Lee el libro de Ávalos, en el que explícitamente, todavía en la Introducción, nos ofrece el concepto de crítica a partir de Marx y, hay que reconocerlo, un concepto, la crítica, tan oculta en la contemporaneidad por la izquierda, por los liberales, por los conservadores, por los neofascistas, por la universidad, y por quienes dicen los críticos. Ávalos es categórico cuando dice que la crítica no se refiere a una forma de vida. El autor dice:

crítica no se refiere a la condena moral de un sistema o un modo de vida sino al ejercicio de la razón para analizar, desintegrar, desagregar, deconstruir o destruir fenómenos, para luego sintetizarlos presentándolos de nuevo (representarlos) en una constelación interpretativa. (Ávalos, 2022, p. 26)

Nos parece genial que, en su libro, Ávalos comience en la Introducción con la apreciación de la obra de Marx como ciencia. Esto es así porque no hay ciencia sin crítica, en los términos que nos explica Ávalos desde Marx. No veo esta importante referencia a la crítica como una llave maestra de su pensamiento en los libros que tratan de Marx. Esto no se puede omitir. Si vamos a lo que Marx deja claro, al final del Libro III de El Capital, después de todo lo que pasó en su obra seminal de tres libros, lo que busca hacer es ciencia, en lo que radica la crítica. Marx al final de ese libro, capítulo 48, sobre la “fórmula trinitaria”, señala que su trabajo se trata de un análisis y crítica de este “mundo encantado e invertido” (Marx, 1987, p. 768) de formas desconectadas, crítica que pretende no sólo revelar el contenido, sino descubrir la génesis de estas formas y sus conexiones internas, la esencia del proceso capitalista. Así, vale la pena señalar, en ese capítulo 48, que Marx explica que su crítica, particularmente a la economía vulgar, está constituida por la ciencia, cosa que estos economistas no hacen. La ciencia explica cómo funcionan las contradicciones del capitalismo y no sería necesario si todo se revelara en apariencias. La ciencia va mucho más allá de las apariencias que son falsas, se dirige en busca de la verdad. Es una pregunta y no una respuesta. De ahí, entonces, la importancia de abordar el concepto de forma y la historicidad del capital al hacer ciencia.

Para tener una idea del protagonismo de la memoria de Ávalos acerca de lo que Marx (1987) atribuye a la ciencia, destacamos a Marx, inspirado en Ávalos. Así cito a aquél:

no debe causarnos asombro el que la economía vulgar se encuentre como el pez en el agua precisamente bajo la forma más extraña de manifestarse las relaciones económicas, en la que éstas aparecen ‘prima facie’ como contradicciones perfectas y absurdas -en realidad, toda ciencia estaría de más, si la forma de manifestarse las cosas y la esencia de éstas coincidiesen directamente- y que estas relaciones aparezcan tanto más evidentes cuanto más se esconde la trabazón interna entre ellas y más familiares son a la concepción corriente. (Marx, 1987, p. 757)

Volviendo al carácter general del libro de Ávalos, conviene hacer referencia a su preocupación central por este tema. ¿Cómo pensar una crítica, o tener un pensamiento crítico sin Marx? Para el autor, es “preciso percatarse de que en nuestra época no todo lo que se presenta como crítico es realmente una posición filosófica crítica genuina” (p. 28). Ávalos insiste en decir que un elemento fundamental de la crítica a la economía política de Marx, considerada filosóficamente, es su referencia a la totalidad que le da sentido, cuando dice que la insistencia en que la multiplicidad caótica del mundo actual ha de tener una coherencia sistémica u orgánica, un eje articulador, un fundamento. Esto se vuelve fundamental para la interpretación que realizará Ávalos en su libro sobre temas como el poder, la política y el Estado, que derivan de la forma-valor. Cito a Ávalos; “la forma valor deviene capital y también mundo político en un sentido amplio y distinto a como se había teorizado hasta el siglo XIX” (p. 28).

En cuarto lugar, pero no menos importante, este libro es un esfuerzo por aprehender el pensamiento de Marx en sus escritos políticos y, al mismo, constituye una valiosa fuente que ofrece una comprensión de toda la lógica de la crítica de la economía política en la que contiene las líneas esenciales de comprensión filosófica sobre el poder, la dominación, la política, el Estado y el Derecho. Insistimos, Ávalos va más allá de la interpretación común que se hace de Marx sobre el poder, mucho más allá de cómo la izquierda marxista viene reflexionando y enfrentando este tema desde Lenin, con la Revolución Rusa. Basado en la lectura de Marx, Ávalos argumenta que el poder se construye a partir de ideas, concepciones y valores. Así, aborda una visión amplia y panorámica de la política como un complejo de diferentes momentos a partir de la relación entre poder y dominación - llamada capital. Ávalos pretende garantizar al lector lo esencial del pensamiento de Marx, su pensamiento básicamente filosófico, poco discutido en otros libros sobre Marx.

Así, este es un libro que pretende ser muy claro en su tratamiento, pero sin hacer concesiones al simplismo. No está escrito para intelectuales sofisticados y/o especialistas, aunque espero que también les sea útil. Ávalos supone un lector mínimamente instruido, interesado en un acercamiento serio a un filósofo político: Marx, basado en su antropología política, y dispuesto a afrontar las dificultades inherentes al saber de un intelectual y militante revolucionario, materialista, filósofo político que marcó decisivamente la cultura y la política del mundo moderno y contemporáneo.

Y además debo advertir, desde el principio, que en las páginas de este libro, descontando la admiración que despierta Marx en todos aquellos que lo estudian sin prejuicios, no se encontrará una visión sacralizada y dogmática de su obra. Esta advertencia es tanto más necesaria, desde hace mucho tiempo, para los que se dicen marxistas. Para ello, Ávalos se vio obligado a realizar un intenso esfuerzo por articular la filosofía política de Marx y con una objetividad (que no debe confundirse con la neutralidad, como saben todos los teóricos honestos de las ciencias sociales como Ávalos).

Para asegurar un hilo conductor sobre la importancia de reconocer a Marx como filósofo político, Ávalos desarrolla un camino metodológico muy interesante en la secuencia de sus 6 capítulos. Ciertamente, estos capítulos pueden leerse de forma no secuencial, pero les aseguro que el lector, leyendo en secuencia, fortalecerá su comprensión de una construcción sólida de la filosofía política de Marx.

Para abrir el libro, en su primer capítulo: ¡Soy discípulo de Hegel!, comienza con un título muy sugerente para nuestra comprensión inicial de la posición filosófica política de Marx, que tanto defiende. Aquí se reivindica un reposicionamiento de Marx a partir de Hegel, dialogando con la compleja relación entre ambos, dejando claro que Marx fue un crítico, pero también seguidor de la dialéctica de su maestro, principalmente en su método, explícito en la crítica de la economía política, reconociendo “la utilidad de la lógica para desentrañar la estructura y el funcionamiento del capital”. A partir de ahí aborda, con mucho didactismo, la crítica de Marx a la lógica de Hegel para situar el Estado, pero dejando claro cuánto Marx termina recuperando la idea hegeliana del Estado, quitándole su lado místico. Ávalos señala con insistencia que es el aporte de la filosofía de Hegel lo que le permite a Marx reafirmar: “que el capital no es una cosa sino una relación, una relación compleja en permanente fluir, es decir, que es un processo” (p. 61). Y es así como el Estado, su forma-Estado, debe entenderse desde el Capital, siendo el momento político en esta totalidad, por tanto, también un proceso relacional. Cierra el capítulo diciendo palabras de un contenido sintético impresionante: “la lectura de la crítica de la economía política con Hegel tiene resultados agudos y muy propositivos” (p. 77).

A partir de allí, comienza a presentar a Marx en el capítulo 2, titulado Una filosofía política materialista, basado en la fuerza del pensamiento de Hegel. La apertura del capítulo es significativa: En ambos el método es dialéctico, en Hegel la dialéctica es el motor que mueve internamente una lógica ontológica, mientras que en Marx el método hegeliano está puesto “de pie”, por lo que, según él, se evita el misticismo idealista. La posición filosófica de Marx es materialista” (p. 79). Esto es muy claro cuando dice que Marx trasciende las cosas, como cosas inmediatas, y encuentra determinaciones formales, relaciones sociales. Así, el análisis de la política deja de concentrarse en el Estado y el Estado deja de ser considerado sólo como una cosa, como un aparato. Se abre la posibilidad, dice Ávalos: “de concebirlo, esencialmente, como relación de dominación y subordinación procesualmente desplegada”. Se hace necesario, entonces, encontrar las determinaciones formales del Estado capitalista como “una estación fenomenológica del propio proceso del capital en su devenir político” (p. 110).

El capítulo 3, titulado La estatalidad y su devenir institucional, me parece central, no sólo porque llega a la mitad del libro, sino por su tratamiento, explicando el sentido de la categoría “La estatalidad”, trabajada por Ávalos, a partir de Marx, a través de su aporte de filósofo político materialista. Esta categoría me parece fundamental para entender el mundo contemporáneo. El contenido de este capítulo está muy bien señalado por Ávalos en el epígrafe inicial del filósofo Schelling, que arroja luz sobre lo que nos da Marx sobre la comprensión de la forma-Estado desde la forma-valor. Ávalos se mostró muy feliz de citar este epígrafe: “El Estado es una unidad falsa impuesta externamente, que esconde la división antagónica de la sociedad; funciona como substituto por la falta de unidad social verdadera”.

A partir de la crítica a la economía política, Ávalos señala que el Estado es “una totalidad concreta a estudiarse después de haber desarrollado el concepto de capital”. Aquí, Ávalos es categórico al decir que desde la crítica a la economía política podemos entender que Marx se ocupa de una teoría de la dominación, analiza y comprende las relaciones sociales entre los seres humanos que se constituyen como momentos en el concepto de capital. Así se sintetiza: “es dominación entre seres humanos; dominación que adopta dimensiones y formas distintas dependiendo del despliegue procesual de esta relación” (p. 112). A su vez, llama la atención que también trata de la teoría del poder, no sólo como poder económico, de una clase sobre otra. Comenta que la explotación también es poder. Pero insiste en que la mejor categoría para hacer explícito el capital es la dominación, porque ya comprende la idea de poder. Así, Marx revela la naturaleza del Estado como red general de relaciones de dominación. Ávalos dice que las continuas referencias al Estado en la crítica de la economía política se ubican fundamentalmente en el momento cósico del Estado. Cito: “es decir, cuando este se presenta como cuerpo oficial de funcionarios e instituciones en relación siempre con el imperativo de la acumulación ampliada del capital” (p. 115). Si no nos damos cuenta de esto, no entendemos el significado del Estado. Aun así, en este capítulo, Ávalos dedica una última sesión a “El Teatro de la Política”, un aporte para, desde Marx, hacer un análisis de la política, de su coyuntura. Sin embargo, aquí este análisis no puede prescindir de comprender la teoría de la dominación con su sentido del imperativo del capital, va más allá del orden geopolítico del capital, así la política del capital sería el fundamento adecuado para entender la política y no sólo como el resultado de la voluntad de actores políticos concretos y empíricos.

En el capítulo 4, titulado Entre Kant y Hegel (pasando por Hobbes y Freud), realiza una rápida incursión por los autores que subyacen en el pensamiento filosófico de Marx, especialmente en su aporte sobre la forma-valor, tratándola no como una posición económica, sino política, sustentada en la filosofía política, desarrollada a partir de una ontología política, con categorías que fundan toda relación de poder.

Cuando llega al capítulo 5, Ávalos deja al desnudo la forma-valor de la vida del capital. Esto se debe a que enfatiza las categorías centrales de esta vida del capital: alienación, fetichismo y reificación. Este es el título central del capítulo. Destaca la importante cuestión del fetichismo como la connotación plena del carácter misterioso de la forma social capitalista. Sintetiza Ávalos: “Así, la enajenación y el fetichismo se encuentran en el registro de la conciencia y, por tanto, son formas de conciencia necesarias para que el capital se reproduzca” (p. 191).

Con el último capítulo, el 6, cierra el libro con una parte que puede intrigar a muchos. Ávalos invita a cualquiera que haya estado fuera de una reflexión marxista a entrar a discutirla en base a lo comentado en el mundo actual por gran parte de una izquierda que se apoya fácilmente en reflexiones liberales. De ahí el título del capítulo: La teoría de la justicia, directamente vinculado a la obra de John Rawls. Es un verdadero clásico utilizado en este ambiente del siglo XX por quienes defienden políticas públicas para enfrentar el gran problema del mundo: las desigualdades y las injusticias. De manera muy original, Ávalos discute cómo usar el pensamiento de Marx para revelar el carácter de una frágil discusión sobre las desigualdades en este mundo. Ávalos, recordando a Marx, incisivamente, dice:

ese mundo está articulado por relaciones de poder, de dominación, de explotación tanto de la naturaleza como de los otros humanos; ese mundo está organizado en imperios y hay colonias saqueadas […] hay carrera armamentista y espacial y procesos históricos de emancipación del yugo colonial. Si algo enseña el materialismo es, precisamente, que hay que tomar como punto de partida lo real y lo existente, y el criterio de realidad es el sufrimiento de las clases dominadas. (p. 218)

Ávalos, entonces es categórico: “¿Quién puede pretender hablar de justicia sin atender esta cruda realidad histórica concreta? “¿En que mundo vive Rawls?”, pregunta Ávalos.

Con la turbulencia del capitalismo contemporáneo, con pasos más firmes del capital en su dinámica de acumulación y dominación, es necesario retomar el tema del Estado, por ejemplo, de manera más profunda para comprender su naturaleza y su acción más violenta en este modo de civilización y analizar con mayor aporte teórico lo que nos aporta Marx, el Capital como un proceso relacional. Por lo tanto, pensar el Estado desde ahí, también como un momento político del capital y así un proceso relacional. No basta con reivindicar lo que pretende la actual izquierda progresista latinoamericana, de reformar, restaurar o refundar el Estado, si no se comprende que eso es imposible, dada su incomprensión del momento político de lo social, la relación de dominación del capital.

Así, consideramos el camino de la filosofía política de Marx como prioritario para pensar una estrategia para enfrentar la forma de civilización del capital -dominación y subordinación-, una relación social de dominación como insiste Ávalos, minimizando los esfuerzos por los que apuestan, como gran parte de la izquierda, de reformar el Estado.

Por lo tanto, para cumplir con una tarea radical del pensamiento, se requiere una cualidad transgresora que rompa los límites de los análisis que se resumen al aparato estatal, aunque esto sea sólo apariencia. Es necesario ir más allá en la comprensión que nos da Ávalos sobre el pensamiento de Marx, la forma-Estado que deriva de la forma-valor, como nos ofrece Ávalos en su último libro, después de escribir sobre la teoría de la Estado durante más de dos décadas.

En esta línea de argumentación, Ávalos insiste en el importante significado político de la obra de Marx, cito:

la propia relación que el pensador alemán pone al descubierto como la esencia del capital es una relación de dominación y subordinación entre personas, es decir, una relación de carácter político si por política se entiende la relación entre seres humanos por medio de la cual está en juego la determinación de las normas que rigen la convivencia. (p. 176)

Ávalos, entonces, argumenta que esta es una gran lección de teoría y filosofía política. Estos elementos ya son suficientes para evaluar la significación del discurso crítico de la economía política para una reflexión sobre el problema del Estado. El Estudio del Estado sería un eslabón lógico ubicado luego de haber develado la naturaleza de la dominación del capital. Ávalos todavía deja claro, de manera sintética, que Marx establece el vínculo entre la relación de dominación general y abstracta, y la forma política que adopta esta relación de dominación ya en el plano de la más alta concreción: esta forma política que Marx llama “forma-Estado”. (p. 134). Aquí, dice Ávalos: “si la dominación se basa en relaciones de dependencia personal y, por tanto, en una forma inmediata de explotación, el Estado sintetizará ese carácter de la relación social básica” (p. 134). No entendiendo lo que nos aclara Marx sobre el imperativo de la acumulación de capital, daremos vueltas y terminaremos aceptando esa apuesta por la reforma del Estado. ¡Esto es limitante! ¡El pensamiento de Marx no es limitante, es liberador!

Finalmente, no dudo en decir que los lectores tienen en sus manos un gran libro con un tratamiento fascinante de un filósofo político materialista -Marx- que evidencia una ontología del poder, a partir de su crítica a la economía política. Ávalos es sin duda uno de los teóricos más agudos que destaca la importancia de criticar la economía política de Marx, haciendo un ejercicio hermenéutico de su teoría política. Este trabajo deja más inspiraciones para que todos puedan ampliar sus reflexiones sobre la necesaria crítica, tan importante en los tiempos actuales, a partir del aporte de Marx. Cualquiera que quiera fortalecer su pensamiento crítico no puede estar lejos de Marx, y por tanto no puede estar lejos de este libro de Ávalos.

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