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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.20 no.52 Ciudad de México may./ago. 2023  Epub 17-Nov-2023

https://doi.org/10.29092/uacm.v20i52.997 

Dossier

Cronología de un apasionado compromiso con la libertad

Timeline of a passionate commitment to liberty

Miguel Pedro León Padilla* 

*Profesor de Antropología social y cultural en la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, España. Correo electrónico: miguel.leon@ucv.es


Resumen

Entre los intelectuales españoles del siglo XX se destaca una mujer de pensamiento y acción. Una filosofa comprometida en la defensa de la libertad e implicada en la transformación del ejercicio del poder: María Zambrano. No menospreció ninguno de los medios a su alcance para la formación de la ciudadanía, la concienciación ética y la difusión cultural, con el noble afán de operar la humanización de la sociedad. Transitó, desde el análisis y la reflexión sobre el ejercicio de la política, hasta la colaboración directa con el poder en el gobierno de la República en puestos culturales y humanitarios. Su poderosa aportación intelectual, influencia la revisión del pensamiento y abre nuevas perspectivas contribuyendo a modificar la imagen de la mujer en Europa.

Palabras clave: Pensamiento-acción; política; república; cultura; militancia

Abstract

Among the Spanish intellectuals of the XX century, a woman of thought and action stands out. A philosopher committed to the defense of freedom and involved in the transformation of the exercise of power: María Zambrano. He did not underestimate any of the means at his disposal for the formation of citizenship, ethical awareness and cultural dissemination, with the noble desire to operate the humanization of society. He went from the analysis and reflection on the exercise of politics, to direct collaboration with the power in the government of the Republic in cultural and humanitarian positions.

Her powerful intellectual contribution influences the revision of thought and opens up new perspectives, helping to modify the image of women in Europe.

Key words: Action-thought; politics; republic; culture; militancy

Introducción

Entre los intelectuales españoles del siglo XX destaca, sobremanera, una mujer de pensamiento y acción. Una filosofa comprometida en la defensa de la libertad e implicada en la transformación del ejercicio del poder: María Zambrano. En ese empeño no menospreció ninguno de los medios a su alcance para la formación de la ciudadanía, la concienciación social y la difusión cultural: el género epistolar, el articulismo en rotativos y revistas, la participación y promoción del asociacionismo estudiantil o civil, la publicación de libros, la docencia, las conferencias, la integración en tertulias, la adhesión a manifiestos y declaraciones de denuncia, o su colaboración cultural y humanitaria en diversos puestos de designación gubernamental… Todo ello con el noble afán de cooperar en la humanización de la sociedad, la transformación del ejercicio del poder, como cauce de concienciación social y defensa de las libertades. Para lo cual siempre consideró una tarea previa “restituir al hombre la integridad y la conciencia de su valor” (Colinas, 2019, p. 94), como expresó en el manifiesto que firmó, junto a otros intelectuales, en la Hora de España.

María Zambrano, desde su idealismo juvenil, no vaciló en integrarse en el movimiento de transformación del país que se gestó, en paralelo a las movilizaciones obreras y las reivindicaciones políticas, en las aulas universitarias. Ella, haciendo retrospectiva de su vida, escribe respecto a su implicación en la defensa de la República durante la Guerra civil española: “Mi actividad en la guerra, siendo moderada, fue intensa, implacable como había sido mi vocación filosófica, que sin duda estaba detrás de ella sosteniéndome” (Zambrano, 2008, p. 12).

En esta descripción -como en todo su hacer- se manifiesta la veleña exquisitamente modesta, porque la realidad de su compromiso, en aquel contexto prebélico y bélico, fue significativamente inmoderado. Su actividad no sólo fue intensa, sino también apasionada, y se involucró responsablemente -al dictado de su conciencia- en el logro de la implantación de un régimen de libertades y de superación de desigualdades, que ella asoció al advenimiento de la República (Téllez, 2011).

Inició su desinteresada aproximación al quehacer político, y más tarde al poder, desde la actividad intelectual y docente hasta alcanzar su implicación activa y operativa en tareas de colaboración gubernamental, en el bienio de 1937/1939.

Pese a ello, no son pocos los estudiosos que, en la presentación de Zambrano, suelen quedarse en la dimensión filosófica, en lo contemplativo, reflexivo, imaginativo de su aportación, dejando en un segundo plano -las más de las veces simplemente en referencia a sus datos biográficos- el aspecto activista de su razonar la realidad. Sin embargo, la realidad nos descubre el suyo como “un hacer pensando”, comprometido con el uso del poder en busca de un nuevo régimen que -venciendo inercias anacrónicas- modernizase el País, erradicase la injusticia social y otorgase protagonismo a la mujer.

Cuando el pensamiento de Zambrano se presenta desde el prisma del nexo entre literatura y filosofía y se interpreta su método, la razón poética, en clave de creatividad [conforme al significado de poieo, creación], suele dejarse en el olvido -entre otras acepciones del vocablo griego-, la de “acción”. María crea no sólo pensando, sino actuando. Y aun cuando algunos estudiosos estiman el valor político de su aportación, vienen a radicarlo en el plano meramente reflexivo: “No limitó, desde luego, su actividad intelectual política a escritos de circunstancias, a una meditación periodística, sino que llevó a cabo una reflexión estricta de filosofía política” (Urbanibia, 1992, p. 103). Obviando que Zambrano, no sólo reflexiona, sino que profesa una razón decididamente actuante, vertiendo su razón poética -ineludiblemente- en una razón comprometida, coherente con su consideración de que el intelectual, en tanto que unido al pueblo, debe tomar postura (Soto, 2018). De lo cual es exponente su implicación activa en la defensa de sus ideales democráticos y republicanos.

Para ella “en la vida de la conciencia, antes que la palabra estará la acción; mas su primera forma de manifestarse es una actitud. Actitud que es una nueva exigencia” (Zambrano, 1992, p. 53); por lo cual la razón poética está preñada de acción comprometida, militante, empeñada en cuestionar las formas totalitarias del poder y transformar la realidad.

Como acertadamente ha dicho Revilla, al señalar su característico atender a la vida, observando y reflexionando, no buscando seguridades sino arriesgando, para determinarse resueltamente en ponerse en juego a sí misma comprometida en la acción:

La singularidad de la escritura zambraniana no es sólo una cuestión de «estilo», sino que obedece al afán por atender a la vida que discurre por debajo de la historia y la sustenta encontrándole un cauce, importa atender al hecho de que en el origen del planteamiento […] hay, sobre todo, un ponerse en juego a sí misma, partiendo de su propia situación y haciendo germinar sus posibilidades. (Revilla, 2011, p. 123-124)

Por cuanto para entender adecuadamente la extraordinaria agudeza de su femenina forma de pensamiento, hay que tener presente que representa un caso extremo de filosofía encarnada. Su biografía constituye uno de esos escasos personajes del pensamiento que relatan lo vivenciado en su discurrir biográfico al desplegar de sus reflexiones en sus tratados. María postula un nuevo modo de usar la razón en el que se piensa desde la vida, integrándola plenamente: la vida se hace pensamiento y el pensamiento se hace vida.

Su creciente implicación política se gesta en el hogar, parte de la sensibilidad social de sus padres, y se pone en ejercicio en la juventud, la edad de la inquietud y el idealismo, encontrando cauce en el activismo universitario. Así lo remarcan sus recuerdos autobiográficos en Delirio y destino;1 como también lo evidencia el análisis de sus obras de mayor calado político: Horizonte del liberalismo (1930), Los intelectuales en el drama de España (1937), La agonía de Europa (1945), Persona y democracia (1958).

Una vocación de servicio…

María fue una niña inquieta, indagativa, permanentemente deseosa de aprender. Destacó desde temprana edad por su capacidad soñadora, y -desde su más tierna infancia- le gustaba imaginarse de mayor, no tanto en ser esto o aquello, sino en hacer, en hacerse. E iba transitando desde el anhelo al ser, al hacerse para los demás.

Primero soñó con hacerse una caja de música: le habían regalado una y le pareció sorprendente que, con solo levantar la tapa, se oyese música; por lo que -súbitamente- se le desató el impulso de hacerse tal. Pero como describe Zambrano en su trabajo, A modo de autobiografía:

Sin preguntar a nadie, ya me di cuenta que yo no podía ser una caja de música, porque esa música, por mucho que a mí me gustase, no era mi música, yo tenía que ser una caja de música inédita, de mi música, de la música de mis pasos, mis acciones. (Zambrano, 1987a, p. 70)

La génesis de su feminismo integrador proviene de una vivencia personal. Recuerda, que visitando con su padre la iglesia de Veracruz de los templarios, en Segovia, tras explicarle el idealismo de aquellos; de inmediato quiso ser un caballero templario, pero se topó con un serio problema: ¡eran caballeros!:

Eran unos caballeros, y yo era mujer, y entonces pregunté, no sé si a mi padre o a mi madre, si había que ser siempre lo que ya se era, si siendo yo una niña no podría ser nunca un caballero, por ser mujer. Y esto se me quedó flotando en el alma, porque yo quería ser caballero y no quería dejar de ser mujer, eso no. Yo no quería rechazar, quería encontrar. (Zambrano, 1987a, p. 70)

En la entrevista que le hizo Pilar Trenas en TVE en el programa Muy personal (1988)2 confesó que también había soñado ser una criada y un centinela. Toda esa ingenuidad infantil se desprende del deseo de hacer pensando, de su concepción del quehacer intelectual, como un ejercicio de servicio a la sociedad. Si “Ser mujer significa renunciar y no poder ser lo que se quiere ser” ¿qué le quedaba?: el pensamiento. En definitiva, quiso, y lo logró plenamente, dedicarse a pensar. Porque, para Zambrano, pensar es salir de la servidumbre, hacerse liberto, “cuando el hombre piensa deja de ser eso que todas las criaturas son: siervo” (Zambrano, 1992, p. 157). Señaló también la filósofa:

Mi verdadera condición, es decir, vocación, ha sido la de ser, no la de ser algo, sino la de pensar, la de ver, la de mirar, la de tener la paciencia sin límites, que aún me dura, para vivir pensando, sabiendo que no puedo hacer otra cosa. (Zambrano, 1987a, p. 71)

Pensar es obrar la propia liberación. Reparemos en que al describir la propia vocación la concreta en predicado, en acción. Y es que, para ella, como expresa en Claros del bosque, “pensar es descifrar lo que se siente” (Zambrano, 1977), filosofar es desentrañar, penetrar en el sentimiento originario que se haya irremisiblemente vinculado con la construcción de lo que se es auténticamente, sin imposturas.

Toda la indagación filosófico-existencial de Zambrano, en las variadas formas en que se vierte, se torna pensamiento-acción. Activa los dinamismos del sentir y del sentir-se en el interior propiciando que cada persona pueda encaminarse hacia formas activas de conocimiento. Las únicas capaces de “encarnarse” en la esencia vital humana y así, lograr transformarse, trascender y después renacer una y otra vez.

El despertar de una ilusión…

A pensar se aprende actuando y pensando la propia acción; por ello, en el año 1921, Zambrano inicia sus estudios de filosofía como alumna libre en la Universidad Central de Madrid. Al tiempo que cursa su licenciatura, en 1924, su familia se traslada a la capital de España. Este cambio de residencia significa el punto de partida de su compromiso activo en el proceso de transformación del país. En la capital no tardó en tomar contacto con los ambientes intelectuales y los diversos movimientos estudiantiles en los que encontró cauce para poner en ejercicio las inquietudes que definen su personalidad. Además, se involucró prontamente en diversas actividades de difusión cultural y acciones reivindicativas. Es el inicio de sus primeros pasos en ambientes interesados en acabar con las inercias que sustentaban un ejercicio del poder decadente y una política estéril incapaz de ofrecer solución a las necesidades reales del país.

El año 1927 termina la licenciatura; pero experimenta la tentación de abandonar los estudios. Lo relata del siguiente modo:

Y como la Filosofía -que también había sido su obstinado amor- la sobrepasaba por completo, como apenas nada estudiaba […] No se lo decía a su padre por no hacerle sufrir, ya que todavía no había llegado el momento, pero era cierto: no volvería a estudiar Filosofía; si acaso la Ética de Spinoza, ese diamante de pura luz. (Zambrano, 1992, p. 33)

Esta sería su primera crisis vocacional hacia la filosofía. Confesó que hubo de afrontar dos más, y que las superó gracias a que sus padres y profesores la apoyaron incondicionalmente. De esta crisis sale fortalecida y resuelta, no sólo a realizar estudios de doctorado, sino también a impregnarse plenamente del espíritu disconforme y contestatario contra el régimen dominante. En el contexto de un ambiente que ella describe así:

Había ese anhelo de liberarse de la sucesión, de despojarse del pasado y quedarse inocente … “aquí y ahora” parecía ser la consigna común de los jóvenes, por la cual se entendían por encima de cualquier credo político -cuando lo había- sobre las fronteras. (Zambrano, 1992, p. 120-121)

En este año “interviene activamente en alguno de los movimientos estudiantiles más vivos de Madrid, a través de la Federación Universitaria Escolar (FUE)” (Fundación Vélez-Málaga, 2021, p. 6).3 Aquella organización fue uno de los principales movimientos juveniles y universitarios que varios historiadores reconocen como propiciadora, junto con la actividad política y parlamentaria, de la futura caída de la dictadura de Primo de Rivera. De hecho, fue promotora de las primeras protestas estudiantiles contra la Dictadura en la primavera de 1925 y posteriormente del rechazo de la monarquía de Alfonso XIII. Tenía como uno de sus principales objetivos organizar profesionalmente a los estudiantes y “basaba su programa en la reivindicación de nuevos valores socioculturales, como el feminismo y el naturismo, pero no mostraba una ideología clara, salvo un vago republicanismo sentimental que poco a poco conseguiría plasmarse políticamente” (González, 2005, p. 90-91). La integración de Zambrano en ella representa una abierta toma de postura en pro del sector más avanzado del entorno universitario.

Su pertenencia a la FUE le llevará a realizar tareas de mediación con diversos intelectuales dentro del ámbito político, gracias a lo cual logrará contrastar pareceres y enriquecer su perspectiva en el análisis del momento que atraviesa la nación. Zambrano entra a formar parte del círculo de la Revista de Occidente, en la que comienza a asumir un papel de mediadora entre Ortega y otros escritores jóvenes. Se incorpora en esos ambientes con voz propia y actúa en los círculos intelectuales y políticos desde su condición de mujer intelectual, haciéndose respetar y cobrando protagonismo como escritora y librepensadora.

A partir de 1928 comenzó su doctorado e inicia su labor docente impartiendo clases de filosofía en el Instituto Escuela (Ramírez, 1994), espacio formativo en el que se desarrollaba la docencia, bajo la directa supervisión de catedráticos, para preparar al futuro profesorado de las Escuelas Normales e Institutos. Básicamente, dos eran los objetivos de esta institución: 1) unificar y dotar de coherencia gradual las enseñanzas primaria y secundaria; 2) lograr una formación que capacitara a los futuros maestros en el empleo de los nuevos métodos de enseñanza. El Instituto Escuela promovía -inspirado por el institucionalismo krausista- la coeducación, el respeto a la espontaneidad y la promoción de la autonomía del alumnado. Allí se impartía docencia a grupos reducidos de alumnos, con el propósito -netamente pedagógico- del “aprender enseñando”. Zambrano se integró vocacionalmente en este proyecto educativo acorde con su propia perspectiva de la finalidad que pretende la enseñanza: enseñar a pensar. Y lo hizo animosamente, asumiendo la tarea de enseñar, no como una carga sino como una realización. Ella lo expresa en estos términos:

La inminencia del acontecimiento obligaba a tomar posiciones, a actuar más comprometidamente; diríase que algo de su juventud se terminaba […] Y así, de una parte se reintegró de profesora a sus apenas estrenadas clases en el Instituto Escuela. Era su única obligación, tan fascinante que cumplirla no le dejaba ninguna huella de esfuerzo; no era un trabajo y como no sentía que lo fuera, trabajaba, trabajaba de verdad. (Zambrano, 1992, p. 136)

Este año participó en la fundación de la Liga de Educación Social (LES),4 de definidas tendencias reformistas y liberales. Esta Liga surgió como fruto del encuentro entre los jóvenes de la FUE con intelectuales maduros y consagrados.

Para lograr el objetivo de construir la vida española, algunos integrantes de la FUE proponen acercarse a los intelectuales de las generaciones precedentes que, al igual que ellos, sufrían un distanciamiento respecto al régimen político. Así se promueve el encuentro entre jóvenes e intelectuales reconocidos como Luis Jiménez de Asúa, José Giral, Sánchez Román, Gregorio Marañón, Ramón del Valle-Inclán, Pérez de Ayala y Azaña, entre otros, y crean la Liga de Educación Social (LES). Con el objetivo de preparar dicho encuentro se dividieron en grupos y fueron a hablar con «los maduros» como los llamaban los estudiantes. Zambrano se entrevista con Ramón del Valle-Inclán y con Manuel Azaña. (Palomar, 2017, p. 52)

Según expresa Zambrano no se pretendía tanto hacer política, cuanto de abrir paso a la vida de España que se mostraba en oposición a la “falsedad oficial” (Bagur, 2017, p. 466). Un intento de regenerar el país salvándolo de las estructuras anacrónicas que lo mantenían en el anquilosamiento.

En la LES, María colaboró como vocal, haciéndose cargo de la redacción de manifiestos públicos y cartas a la prensa y personalidades, así como promoviendo el encuentro con políticos e intelectuales. Su gestión va progresivamente cobrando protagonismo con la programación de diferentes actos de notoria repercusión pública en Las Cigarreras de Madrid y en el Ateneo de Valladolid. Sin embargo, fue ésta una iniciativa de vida efímera, puesto que sería disuelta por orden gubernativa en junio de 1929. Sin embargo, prolongaría su actividad discretamente en la casa de Zambrano, quien no se resignó a su desaparición por considerar necesaria la labor que desarrollaba.

Estas primeras experiencias asociativas y docentes supusieron sus inicios como obrera de la cultura, trabajadora del saber y maestra vocacional, desde un acentuado optimismo vital e intelectual.

Su creciente involucración en los movimientos disconformes con la dictadura fue consecuencia lógica del ambiente y la educación recibida en el hogar, particularmente del referente paterno, a lo que vendría a sumarse el idealismo e inquietudes propias de la edad y de la juventud universitaria de su generación. En consecuencia, durante este periodo se dio apasionadamente a realizar charlas y conferencias por toda España, con una implicación activa deseosa de transformar el país y favorecer el surgimiento de una ciudadanía consciente de su protagonismo en la dinamización del cambio.

Zambrano colabora en los diarios madrileños de marcado carácter progresista, como El Liberal5 (en la sección “Aire Libre”, haciéndolo de manera anónima, proceder que justifica apuntando que, “lo de escribir “personalmente” era una actividad diferida por ahora”); y La Libertad de Madrid (el Diario republicano independiente, instrumento de comunicación del Frente Popular, de marcado carácter progresista y obrerista, popular, ameno y de fácil lectura; publicando en la sección en “Vida joven”). Corresponden a este periodo un total de doce artículos de temática sociopolítica. Aquí da comienzo la gestación de la zambraniana razón combativa. Su razonada y razonable implicación activa en la concienciación social de la necesidad de la superación de inercias seculares -que impedían la modernización de la nación-, se desarro lló postulándose a favor de movimientos liberales. Defendiendo el papel activo de la mujer en el proyecto de futuro que estaba en gestación, como un anhelo y ensoñación. De manera lírica lo publica Ciudad ausente, en la revista mensual Manantial de la Universidad Popular de Segovia (Otero, 1986). Escribe alegóricamente:

Moría la ciudad, se disolvía en el horizonte: por un momento todo quedó -el hueco de la ciudad- y el aire quieto en soledad oscura. Fue el instante en que se apagó la presencia real de la ciudad y aun no estaba bastante lejos para que naciese la otra, la ciudad real, esquema de ciudad, arquitectura de paisaje. (Zambrano, 1999, p. 133)

En otoño contrajo una tuberculosis que le obliga a aislarse, recluirse en casa, y guardar reposo. Ante su resistencia a aceptar esta necesidad de confinamiento y reposo absoluto, el joven médico Carlos Diéz Fernández, futuro esposo de su hermana Araceli, según relata la persuade así: “Tú tienes que elegir entre tres años de reposo o tres meses de vida, le había dicho exabrupto la voz ya fraternal de un muchacho de su “generación”, Carlos, que así entró a ser también su médico” (Zambrano, 1992, p. 26). Tiempo de aislamiento que aprovecha para realizar lecturas, reflexionar sosegadamente y escribir. Pero no se desconecta del espíritu reivindicativo y continúa redactando cartas o declaraciones. De este momento datan sus primeros ensayos que integraran la génesis de Hacia un saber sobre el alma.

Gran parte del año siguiente, 1929, continuó guardando cama y repasando las vivencias y experiencias de su pasado reciente, recuerdos que registra en Adsum y La multiplicidad de los tiempos, de su relato autobiográfico Delirio y Destino. En la primavera, por fin, sale de su enclaustramiento y, con renovado impulso, se da al activismo en la agitación social contra la dictadura y la monarquía que la sustenta. El malestar de los universitarios y sus acciones reivindicativas zarandean el régimen y se consolidan como un factor desestabilizador que viene a sumarse a las reivindicaciones obreras y parlamentarias.

En otoño de ese año comienza a escribir su ensayo filosófico Horizontes del liberalismo, su primer libro (que saldrá de la imprenta el año siguiente; siendo recibido con inmejorables críticas). Contaba ella 25 años, lo redactó -conforme a su estilo- repleto de matices éticos, sociales, políticos y metafísicos. En esta obra reivindica el regeneracionismo en la vida política española y defiende un liberalismo humanizado, que respetando la libertad tenga en cuenta los derechos del pueblo. Expresa una dura crítica hacia la razón dominante, y su anhelo de un uso de la razón diferente, tal y como deja patente la frase con que concluye el libro:

Cuando la razón estéril se retira, reseca de luchar sin resultado, y la sensibilidad quebrada solo recoge el fragmento, el detalle, nos queda sólo una vía de esperanza: el sentimiento, el amor, que, repitiendo el milagro, vuelva a crear el mundo. (Zambrano, 2015, p. 104)

La década de 1930 fue un momento de cambio y transformación sociopolítica en España. Se inicia con la caída del Directorio militar presidido por Primo de Rivera (al final de enero de 1930). La conflictividad social y laboral crecía y la movilización de los ámbitos universitarios en pro del cambio de régimen, se hizo imparable.

Zambrano, fiel a su trayectoria, se posiciona públicamente como antimonárquica e intensifica su acción en pro de la instauración de la república. Sería su implicación en la FUE la que propicia el enfrentamiento con Ortega y Gasset, reprochándole “su escasa implicación en los movimientos sociales y políticos de la época” (Víllora, 2017, p. 452). Y con impertinente ímpetu juvenil, de modo vehemente, Zambrano presiona desde la prensa a Ortega con tres cartas, instándole a que tome partido (este será el inicio del distanciamiento de su maestro) con estas razones:

Naturalmente que no se le ocultará a usted cuál es la primera exigencia ineludible en la designación y nacionalización española: el advenimiento del régimen republicano; y nadie hay tan ingenuo y poco exigente que lo espere todo de él; pero la monarquía consumió y sacrificó a su sostenimiento todo lo que podía haber sido savia, vida de nación, y es, además, la primera de todas las instituciones desnacionalizadas. (Zambrano,1996, p. 85)

Asimismo, escribe Villora que:

Vive con moderado entusiasmo los acontecimientos políticos y el agitado ambiente político, social, religioso y universitario de los comienzos de los años treinta. Colabora estrechamente con el grupo de “Nueva España” que, con su progresismo y humanismo socialista, es el mejor representante de la esperanza que subyace en lo que sus mismos integrantes denominaron “el espíritu de 1930”. (Villora, 2017, p. 452)

En este semanario publicó cinco artículos en los que reflexiona sobre el desgaste del sistema y desglosa el carácter decididamente comprometido del ámbito estudiantil en la superación de las rémoras que lastran España.6 A la vez que propugna la modernización del país desde sus colaboraciones periodísticas en editoriales tanto intelectuales como populares: Revista de Occidente, El Liberal, Cruz y Raya, Los cuatro vientos y Azor.

En 1931, Zambrano continúa sus actividades pro-republicanas, tanto más necesarias cuanto más agonizaba la monarquía, que en su desesperado esfuerzo de supervivencia, iba encomendando el mando a un militar tras otro, por lo que a la dictadura de Primo le sucede la de Berenguer (la “dictablanda”) y, tras ella, el efímero mandato del almirante Aznar-Cabanas. Nuestra pensadora lo relata descriptivamente en el escrito “La inspiración” de Delirio y destino (Zambrano, 1989, p. 203-204). Durante estos directorios, tanto los intelectuales como los profesores y estudiantes universitarios manifestaban abiertamente su rechazo al rey, en un sucederse continuo de protestas colectivas, se imponía la urgencia del cambio. En este contexto de desintegración, ella toma parte en múltiples mítines políticos en la campaña de las elecciones municipales, recorriendo numerosos pueblos y ciudades apoyando -como independiente- a la coalición republicano-socialista.

Tras conocerse los resultados, acude a celebrar, entusiastamente, la proclamación de la Segunda República Española, el 14 de abril. Relata Zambrano:

Un hombre solo, alto, vestido de oscuro traje ciudadano; sobrio, dueño de sí, izó la bandera de la República que traía en sus brazos y se adelantó un instante para decir unas pocas palabras, una sola frase que apenas rozó el aire, y levantando los brazos con el mismo gesto sobrio, en una voz sonora, como se cantan las verdades, gritó: ¡Viva la República! ¡Viva España! (Zambrano, 1992, p. 231)

Proclamación que se realizó apenas veinte minutos después de que Alfonso XIII tomase, en soledad, un automóvil, camino de Cartagena. Su entusiasta idealismo juvenil por la instauración de la República, radicaba en su convencimiento de que la monarquía no podía ofrecer respuesta adecuada a las necesidades de progreso y modernización del país; por lo que el cambio del sistema de gobierno constituía la premisa básica para que España saliese de su estancamiento social y atraso cultural. Por fin se había implantado la forma de Estado en la que había cifrado todas sus esperanzas, por lo que inmediatamente acentuó su activismo político y se consagró a la noble labor de divulgación del ideario republicano en los espacios sociales y culturales y entre movimientos afines. Se abre para ella un periodo de alegre activismo vitalista.

Aquel año fue nombrada profesora auxiliar de Zubiri en la cátedra de Metafísica en la Universidad Central, sin renunciar a su docencia en el Instituto Escuela, e integrándose, como docente, en la Residencia para Señoritas.7 Asimismo, inició su inconclusa tesis doctoral sobre La salvación del individuo en Spinoza (parte de la cual se publicó en 1936, sin presentarse como tal).

En noviembre de 1931 toma parte en el Congreso extraordinario de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos, que tuvo por eje el debate sobre la orientación de la Asociación estudiantil. Sobre el asunto Zambrano escribe, en artículo El año universitario, para el Almanaque literario:

En el otoño de 1931, la Unión Federal de Estudiantes Hispanos convocó un Congreso de todos sus elementos, que a mi ver tenía este sentido de reajustarse con la nueva situación: examinar los problemas que ésta planteaba y salir de allí con un ánimo nuevo, renovado. (...) Allí mismo luchó la escisión, los dos elementos que mezclados, habían vivido en los años inmediatos al advenimiento de la República luchaban y se separaban. El afán universitario y el afán político: el que deseaba una Universidad renovada y fecunda y el que deseaba ponerla -aun antes de creada- al servicio de fines políticos. (Zambrano, 1935, p. 125)

Una vez proclamada la República la FUE, al igual que el resto de organizaciones universitarias “fueron perdiendo poco a poco su autonomía, ligándose a partidos férreamente disciplinados. La FUE, cuyos líderes más conocidos quedaron cómodamente instalados en la nueva situación política, fue rebasada por formaciones más extremistas de izquierda y derecha, que trajeron a las aulas un nuevo activismo juvenil, más sistemático, excluyente y violento” (González Calleja, 2005, p. 94). Violencia que Zambrano repudiaba sin contemplaciones.

Aunque inicialmente se había integrado en Acción Republicana de Azaña (a la que perteneció solamente durante unas semanas, tras los disturbios callejeros y la quema de templos a mediados de mayo con la pasividad de las autoridades, decidió darse de baja).

La amarga experiencia de un fracaso…

En 1932 asume las clases de Metafísica, durante tres años, realizando la sustitución de Zubiri (que se trasladó a Alemania en período ampliación de su formación hasta el año 1935). Intensifica la relación con Ortega, cuya influencia es observable “principalmente a tres niveles: la integración en varios círculos intelectuales, la actuación sociopolítica y el pensamiento” (Caballero, 2020, p. 73).

Zambrano, pretendió dar forma a la propuesta orteguiana de unir a todos los españoles en un partido nacional, como cauce para depurar el liberalismo renovándolo; y por ello tomó parte activa en la constitución del Frente español (FE) el 7 de marzo de 1932. Este grupo político pretendía ofrecer respuesta a dos problemas: 1) el que Ortega y Gasset denominaba «desnacionalización», propiciada por la acción de intereses partidistas y lucha de clases (por lo que el nuevo partido había de posicionarse al margen de izquierdas y derechas con el ánimo de representar los intereses de toda la nación y subsanar la división de clases, producto de una economía partidista); y 2) el de subsanar la crisis del Estado surgida por la renuncia a la intervención en la economía.

Sin embargo, este constituiría uno de los mayores errores de su vida: pese a que, al percatarse del perfil fascista que iba cobrando el nuevo partido, prontamente se desvinculó de él, quedó señalada -entre los sectores más radicalizados- como conservadora. Por otro lado, le fue imposible evitar que tanto los estatutos de aquella ilusa pretensión como las siglas FE fueran usadas posteriormente por la Falange Española de José Antonio. A raíz de aquella desagradable experiencia, María quedó absolutamente decepcionada con la política de partidos. Sin embargo, nunca abandonaría sus ideales, ni la motivación de índole política en sentido amplio, sin afiliaciones, que define su pensamiento, ni mucho menos su idealismo republicano.8 Zambrano vivió apasionadamente la actividad política.

En relación con los partidos, expresará abiertamente, en su artículo el Problema entre el individualismo y el Estado, en el diario El Sol, publicado el 8 de abril de 1934:

Su rechazo a la política de partidos porque (...) escinden al hombre en moral y político, y esto no es posible. El hombre es uno, y cuando pone su vida en una tarea lo hacen íntegramente.

Hay en la política de partidos una desconfianza y una falta de valor de entrega, que les hace a la hora presente estériles e ineficaces. (Salguero, 1996, p. 70)

En lo sucesivo volcaría todas sus inquietudes progresistas en el ejercicio de un pensamiento crítico con el racionalismo occidental y la vertebración de una razón alternativa e integradora, que abriese horizontes y diese paso a la esperanza.

Este mismo año entra en contacto con la tertulia Pombo,9 que aglutinaba, en torno a Gómez de la Serna, a un nutrido grupo de prestigiosos literatos e intelectuales de vanguardia; a ellas podía acudir cualquiera simplemente cumpliendo con dos exigencias básicas: realizar consumición y no hablar de política (razón por la que María, junto a su prurito cultural, se siente atraída). Colabora también escribiendo en la revista Hoja literaria.

Su salud se resiente por la amarga experiencia vivida con el desengaño sufrido por el estrepitoso fracaso del Frente Español; su ánimo se abatió y se siente desanimada su confianza en el logro de una salida positiva para la sociedad española. Las cartas de esta época, dirigidas a Ortega dan muestra del delirio al que se había entregado, un delirio que aborda por primera vez entre los temas que trata y que ocupará un puesto trascendental en su obra.

El transcurrir de los meses viene para ella sembrado de desilusiones y sinsabores producidos por el desengaño que le propicia su idealismo e ingenuidad política. Pronto el ambiente pacifico que había primado en la proclamación de la República se convierte en discordia y confrontación. Recuerda Maillard García que:

El ambiente de cambio pacífico que había primado en la proclamación de la República, pronto se revierte en discordia y confrontación. La nueva Constitución introdujo reformas modernas y necesarias como la Ley del divorcio y el voto de la mujer; pero también un anticlericalismo sin fisuras, que atacaba los sentimientos de una gran mayoría de españoles. Ortega se retira de la vida política después de escribir su artículo Rectificación de la república el 6 de diciembre de 1931 y disuelve la ASR en octubre de 1932. (Maillard, 2021, p. 8)

En este tiempo entra en un letargo de acción política que contrasta fuertemente con su activismo pre-republicano. No escribe artículos sobre la coyuntura sociopolítica, centrándose en temáticas de índole cultural. Por ejemplo, octubre publica en el primer número de Compluto, la revista de la Asociación Profesional de estudiantes de Filosofía, el artículo Teatro y Universidad.

En 1933 da inicio El bienio negro, con la recuperación del poder por parte de las derechas. España nuevamente se parte en dos facciones: la CEDA y el Frente Popular. María trató de ir venciendo la confusión y la angustia volcándose en una llamativa hiperactividad colaborativa simultánea. Publica en cuatro círculos intelectuales diferentes: el orteguiano de Revista de Occidente; el juvenil de Hora literaria; el de Cruz y Raya (editada por un grupo de intelectuales católicos, que editó entre 1933 y 1936); y el de Cuatro Vientos (revista colectiva de la Generación del 27, abierta a escritores jóvenes. Allí establece relación con García Lorca, Dámaso Alonso, Claudio de la Torre, Jorge Guillén y el propio Juan Ramón Jiménez). Emplea el articulismo como un ejercicio de reflexión y análisis, sin descuidar su carácter de instrumento de concienciación social. Da a la imprenta diversas reseñas de distintas obras de Nietzsche y, entre febrero y junio, publica varios artículos, como El otro de Unamuno y Falla y su retablo, entre otros. Colabora además en los Cuadernos de la Facultad de Filosofía y Letras y en el semanario Azor.

Entra a trabajar para el Ministerio de Estado como conferenciante y docente en las Misiones Pedagógicas (Sánchez-Alber, 2013), cuyo objetivo expreso fue: “Difundir la cultura general y la educación ciudadana en las aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural” como señala el artículo 3 del Decreto fundacional de 1931. El fomento de la cultura, la orientación pedagógica de los maestros y la educación ciudadana de las gentes que viven en las zonas rurales más atrasadas, para transmitir, entre otros, los valores republicanos. Colinas pone de relieve cómo “la relación de María Zambrano con las misiones pedagógicas fue muy temprana y entrañable, ya desde la creación de las mismas hasta el filo del estallido del alzamiento militar” (Colinas, 2019, p. 94).

Este mismo autor refiere a la mediación de Zambrano, siendo ya profesora de Metafísica en la Central, ante Fernando de los Ríos con el propósito de que se reforzasen las misiones, y describe el itinerario misionario de la joven María por las Navas del Madroño (Cáceres); las Navas del marqués (Ávila), Beteta (Cuenca), Zalduendo (Álava), Vicar (Almería) o Villaluenga (Cádiz), en el mismo año. En este trabajo traba amistad con los intelectuales más destacados de su generación.

Coherente con su ideología, de moderada tendencia socialista, tomó parte activamente en diferentes mítines conjuntos de partidos progresistas en diversas ciudades y pueblos, siempre a favor de la coalición republicano-socialista.

Desperezarse del letargo…

Se inician los años más confusos del siglo XX español: España se rompe en dos extremos antagónicos y la confrontación va haciéndose inevitable. La perspectiva de una España moderna, avanzada y demócrata, según las expectativas de Zambrano, se diluye en el sucederse de bienios gubernamentales desestabilizados por tendencias extremistas:

España era un país profundamente dividido por conflictos sociales y separatistas. Las excesivas esperanzas puestas en la República; de una parte, por los intelectuales liberales que veían una oportunidad de renovar la nación; y de otra, por la de sectores obreros, que no encontraron la respuesta esperada en la primera andadura de la República, chocaron entre sí. (Maillard, 2021, p. 8-9)

En noviembre se produce el triunfo de la derecha en las elecciones, las primeras en que se permitía el voto femenino, y que dio inicio al bienio radical-cedista o bienio negro. El nuevo gobierno pretendió “rectificar” las reformas progresistas de sus predecesores exacerbando los ánimos. María experimenta la decepción y la soledad.

En el año 1934 se produce la insurrección huelguístico-revolucionaria en Cataluña, el Ferrol, las cuencas mineras de Castilla la vieja y Asturias (donde se produjeron los acontecimientos más cruentos), propiciada por sectores anarco-socialistas, y que fue sofocada sangrientamente por el ejército. Esta cruenta represión hace a María cerrar el paréntesis de inacción política y aproximarse al partido Comunista, al que muchos de sus compañeros intelectuales ya se habían afiliado.

Zambrano va delineando su filosofía política en doce artículos de carácter crítico con el liberalismo y el fascismo, analizando problemáticas características de las relaciones entre el Estado y los individuos. Dicta la conferencia Problema entre el individualismo y el Estado, en la primera reunión entre estudiantes españoles y franceses, patrocinada por la Interayuda Universitaria Internacional (que fue publicada en El Sol en abril de 1934). Aquella organización procuraba la investigación universitaria, la asistencia material y cooperación intelectual desde una definida toma de postura por el avance socioeducativo. En el que ella reivindicaba la necesidad de elaborar una nueva filosofía del hombre.

Es designada responsable de la Sección dedicada a la mujer en el semanario Diablo mundo,10 publicación que se autodeclaraba “total y exclusivamente” republicana, regida por un espíritu laico y europeísta y con un carácter templado, en un momento en que la derecha cedista ocupaba el gobierno de la República.

El final de este año marcó el alumbramiento de Zambrano como pensadora original e independiente, con la publicación de dos artículos clave en la Revista de Occidente, concretamente, Por qué se escribe y Hacia un saber sobre el alma, que propiciaron la perplejidad y enfado de Ortega que la convocó en su despacho para amonestarla severamente. Este texto segundo texto señala su desmarque del paradigma filosófico de Ortega, del que siempre seguirá considerándose discípula, pero no secuaz.

El 1935 representa para la filósofa un tiempo de análisis y reflexión, de relectura intensa de los filósofos clásicos y de egregios literatos como Proust, Dostoievski y León Bloy (cuyas novelas le impactaron enormemente); y de continuidad en la profundización en el estudio de Spinoza, trabajando en su tesis doctoral.

Zambrano es una de las contadísimas mujeres que se hace oír con voz propia en los masculinizados círculos intelectuales sin renunciar a su femineidad. Un nutrido grupo de jóvenes intelectuales y poetas reconociendo su valía acuden los domingos por la tarde a tertuliar tomando el té en su casa. No es ella una teórica de la política sino una apasionada de ella.

En el comienzo de curso María inició su tarea de profesora de historia de la filosofía en la Residencia de Señoritas y en Instituto Nacional de Segunda Enseñanza Cervantes. Además de la actividad cultural propia de la tarea docente desarrolló un amplio trabajo sociopolítico organizando charlas de formación cívica, publicando artículos y manifiestos, advirtiendo de los peligros que representaba el ascenso del fascismo.

En París se celebró el I Congreso de Escritores Antifascistas y se creó la Alianza internacional de escritores en defensa de la cultura (AIEDC), con la participación de varios delegados españoles. Aunque ella toma parte animosa en la Alianza y se había destacado por su ingente labor pro-republicana, algunos radicales la tildaron de fascista por su implicación en el FE, sin que ello le arredrase. Aquella asociación se organizaba como un ateneo, con divisiones por ámbitos temáticos.

En 1936, María Zambrano comenzó a trabajar en la secretaría de la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio del Estado, sin descuidar sus inquietudes sociales y políticas. Los socialistas le propusieron formar parte de la candidatura para las Cortes Constituyentes con el Partido Socialista, pero ella rechazó la propuesta. El hecho lo describe con estas palabras:

Cuando al volver de la entrevista con Don Luis Jiménez de Asúa,11 a quien le había dicho que el socialismo me era muy cercano pero que yo no servía para la política, me llegué a mi cuarto y me puse a estudiar Historia de la Filosofía, precisamente el capítulo de los pitagóricos, y mi padre entró, con ese respeto que no deshace la intimidad, preguntándome si acaso yo tenía alguna duda acerca de la decisión que acababa de tomar. No sin cierta pausa yo le contesté que ahora lo que me importaba de veras era lo que estaba haciendo, seguir estudiando a los pitagóricos. Mi padre, que había sido socialista hasta el momento mismo en que apareció la República, me besó en la frente y se retiró silenciosamente. (Zambrano, 2008, p. 11-12)

Esa propuesta supone un momento determinante en su trayectoria personal que la sitúa en el punto de definirse entre su vocación de pensadora y su compromiso político: es el inicio del tránsito de la razón cívico-política a la razón poética.

Zambrano optó por la educación en sentido amplio como herramienta de cambio social y político, que llegará a vertebrar el resto de su obra. Decididamente opta por centrarse en la filosofía en firme y dedicarse exclusivamente a la escritura, el pensamiento y la docencia. Por ello rechaza la proposición de formar parte de la candidatura socialista (fue una celosa librepensadora, remisa siempre a que se le encasillase en filiaciones partidistas o en adscripciones a corrientes de pensamiento; por ejemplo “los vitalismos del siglo XX”).

Su idealismo y su activismo nunca quiso vincularlo a siglas de partido sino al empeño y anhelo de transformar la sociedad y erradicar la injusticia. Pero el hecho contrastado de que nunca quisiese militar en ningún partido no significa en modo alguno que careciese de ideología, ya que sí que manifiesta abiertamente su simpatía por los movimientos sociopolíticos de izquierdas. Testimonio de lo cual fue su comprometedor apoyo al Frente Popular (FP) en las elecciones de febrero y el cultivo de relaciones -de estrecha amistad- con escritores e intelectuales simpatizantes y militantes tanto del partido socialista como del comunista, entre los que se destacan Rafael Alberti, Emilio Prados, Herrera Petere, Miguel Hernández y otros tantos de su generación.

Con motivo de las elecciones municipales interviene en mítines de la coalición republicano-socialista, recorriendo ciudades y pueblos. Desde que el FP gana las elecciones municipales, el clima social va polarizándose y radicalizándose preocupantemente hasta que:

El asesinato del diputado Calvo Sotelo el 12 de julio, como represalia al asesinato del guardia de asalto José Castillo, la espita que atizó el fuego. El gobierno republicano dirigido por Manuel Azaña optó por repartir armas entre las organizaciones obreras y Madrid se convirtió en un peligro no sólo para cualquiera que tuviera apariencia de burgués o de católico, sino para los intelectuales liberales que habían apoyado la República y que no huyeron a tiempo. (Maillard, 2021, p. 10)

Aquel ejercicio de violencia nada tenía que ver con la forma organizativa republicana utópica que ella procuró. No comparte el beligerante radicalismo revolucionario. Inevitablemente se desata el trágico enfrentamiento bélico entre las dos Españas, la Guerra, el triunfo de la sinrazón, el fracaso de la inteligencia.

Ante la sublevación militar, Zambrano no titubeó en mostrar su adhesión a la República. Por ello, el 18 de julio se suma al Manifiesto de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC). El 30 de julio se ofrece para conseguir la firma de Ortega en apoyo de un manifiesto a favor de la República, que ya había sido firmado por otros intelectuales. Sin embargo, y pese a su incuestionable adhesión a la causa republicana, servicios y esfuerzos, de poco serviría frente a aquellos aliancistas más extremistas y radicales que la motejan de fascista, por lo que su vida corría serio peligro en aquel Madrid dominado en las calles por la sinrazón, en el que campeaba el terror rojo. Baste reseñar que sólo en los meses de febrero a julio del 36, se perpetraron 223 asesinatos políticos.

Tras ello, Zambrano cesa en la cátedra de Metafísica de la Universidad Central. En septiembre, tras contraer matrimonio con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave, se trasladó a Chile donde su esposo había conseguido ser nombrado Secretario de la Embajada de España. Fue una forma de escapar del peligro que representaba, para su integridad, la injusta sospecha sobre su ideología. Durante su estancia en Santiago de Chile, la filósofa continuó escribiendo y publicando, siguiendo los dramáticos acontecimientos que se sucedían en su tierra. Escribe Los intelectuales en el drama de España y envía a Hora de España su artículo El español y su tradición. Prepara también la Antología de García Lorca y el Romancero de la guerra civil española. Su inquebrantable compromiso para con la República fue en creciente aumento hasta el final de aquel “suicidio histórico” de la nación española.

Bienio de colaboración gubernamental (1937-1939)

En junio de 1937, tanto María Zambrano como su esposo deciden regresar a España. Así lo describe ella:

Meses después, cuando fue llamada a filas la quinta de mi compañero, decidimos regresar a España, en el momento en que era más evidente que nunca la derrota de la causa en la que creíamos. ¿Y por qué vuelven ustedes a España si saben muy bien que su causa está perdida? Pues por esto, por esto mismo. (Zambrano, 1987a, p. 9)

A su llegada de Chile -a mediados de año, el mismo día que cae Bilbao-, Zambrano se instala en Valencia, donde se había establecido el gobierno republicano. Ya sus adversarios estaban mermados o neutralizados. Su esposo se incorporó a la milicia en el ejército republicano y ella se pone a disposición del gobierno, con el resuelto propósito de trabajar activamente por la causa. Al mes, (del 4 al 17 de julio de 1937) participa activamente en el II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura (Aznar, 1935), acto de propaganda intelectual. Se celebró por iniciativa del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en las ciudades de Valencia, Madrid y Barcelona. Con la asistencia de delegados procedentes de 28 países, el Congreso fue inaugurado por el presidente del gobierno, Juan Negrín, en la Sala de Sesiones del Ayuntamiento de Valencia.

Zambrano fue nombrada miembro del Consejo de Propaganda y Consejero Nacional de la Infancia Evacuada. En sus recuerdos refiere a esta incorporación al poder, poniendo énfasis en que lo hizo cuando “ninguna ambición es posible”, y refiriéndose a sí misma en tercera persona, escribe:

Le ofrecieron, más de una vez hubieron de ofrecerle, mas sólo aceptó cuando la oferta consistía en permitirle ofrecer, ofrecerse sin más. [cuando…] Dijeron casi todos “no”, como dijo ella a la hora de la ambición, nada ilegítima, por cierto, para luego adelantarse a la hora de la pasión definitiva, de la muerte cierta o de la vida en agonía, tan cierta como la misma muerte, la agonía de sobrevivir. (Zambrano, 1989, p. 205-206)

El Consejo de propaganda estaba integrado en la Subsecretaría de Propaganda12 del gobierno de la República, perteneciente al Ministerio de Estado. Asumiendo los servicios de publicidad, información y propaganda a través de medios como prensa, radio, cinematografía, editoriales, publicaciones, actos públicos y exposiciones… que antes desempeñaba el recién desaparecido Ministerio de propaganda que había creado el gobierno de Largo Caballero. Zambrano desempeña esta tarea entre octubre de 1937 y enero de 1938.

El Consejo Nacional de la Infancia Evacuada asumía como función propia todo lo referente a “la organización, dirección, régimen pedagógico y sostenimiento de las residencias para los niños evacuados, tanto en España como en otros países, así como la inspección de las Instituciones de este tipo, realizada por entidades particulares y oficiales” (Ministerio de la Gobernación, 1937). Este órgano también gestionaba las colonias infantiles, en territorio español o extranjero que daban acogida a los niños afectados por la guerra.

Este singular modo de participación en el poder, del lado republicano, expresa una disposición de interés meramente humanitario en el amplio sentido del concepto. La defensa de los más altos ideales de una forma de gobierno liberal y progresista, al tiempo que la preocupación por las víctimas más vulnerables del dramático conflicto al que asiste.

Se incorpora de nuevo al equipo de dirección y redacción de la revista cultural Hora de España, que estaba integrado por intelectuales leales a la República. Esta se editó mensualmente (entre 1937 y 1939), primero en Valencia y después en Barcelona. En este medio publicó un total de trece artículos. Según Zambrano la finalidad de la revista era:

Realizar en lo intelectual la revolución que se realiza en las otras zonas de la vida. Se trata de decir lo que tanto se sabía y nunca se dijo, de formular lo que sólo se presintió, de pensar lo que se había entrevisto, de dar vida y luz a todo lo que necesita ser pensado, a la cultura nueva que se abre camino. (Zambrano, 1986, p. 50)

Escribe diversas colaboraciones para revista El Mono Azul que publicaba el bando republicano durante la Guerra Civil, bajo el auspicio de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y cuyo primer número salió a la luz el 27 de agosto de 1936, como un folleto. En ella colaboraron los más destacados intelectuales del período, muchos de ellos componentes de la denominada Generación del 27. Ella se encargó de la selección de textos y prólogo de una antología de obras de García Lorca y publicó el libro Los intelectuales en el drama de España, una colección de ensayos escritos durante la guerra donde, además de analizar las diferencias entre idealismo y fascismo, se esfuerza por comprender el papel que intelectuales españoles desempeñaron en el advenimiento y desenlace de la guerra fratricida. Trabajó también como miembro de la Comisión de Historia de la Guerra Civil y de la Comisión de Literatura.

A comienzos de 1938, un año lleno de sinsabores, mantiene su colaboración con el gobierno republicano, que se traslada a Barcelona. Zambrano marcha tras él por sus obligaciones en el Ministerio. Publica diversos artículos, dos de ellos fundamentales para el desarrollo de su razón poética: Misericordia y La Guerra de Antonio Machado y envía a Hora de España los escritos: Las ediciones del ejército del Este y Pablo Neruda o el amor a la materia. También colabora en la Vanguardia y dicta un curso de filosofía en la universidad barcelonesa. El 29 de octubre muere su padre e inevitablemente se apodera de ella la tristeza y se le hace imposible evitar la sensación de soledad.

En noviembre se suma a la despedida de los brigadistas internacionales. Y el 23 de diciembre se inicia la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Le invade desazón por la inminente derrota de la República. La guerra estaba perdida. Barcelona cae el 25 de enero de 1939, ese mismo día parte hacia el exilio. A los pocos días, desde París, sale hacia México, dejando atrás a su madre y hermana; pero, sobre todo, el sueño de una España imposible. Dando inicio a una errática itinerancia en un exilio de 45 años.

Conclusión

Como hemos tratado de manifestar, no es Zambrano un género de pensador meramente elucubrativo sobre el ejercicio del poder, de densas profundas consideraciones abstractas, sino una intelectual apasionadamente comprometida y vitalmente coherente con su ideología y temprana vocación de servicio.

El pensamiento político de Zambrano se desarrolla en dos décadas (de 1938 a 1958 año en el que, tras la publicación de Persona y democracia se centra en la reflexión pre-política, la ética), su pensar no es ni partidista, ni doctrinario, como tampoco lo es programático o pragmático. Es el resultado de una atenta reflexión, desde la serenidad y la distancia del hecho inmediato, deseosa de captar la esencia de los grandes movimientos de la sociedad que permitan descubrir las claves para superar los límites de la problemática condición humana y de su destino desde un horizonte liberal humanizado y ético.

La filosofa veleña no se limitó a reflexionar filosóficamente sobre la política y el ejercicio del poder o su articulación, sino que trabajó activamente en la reforma de la política del país, en la humanización de la democracia, en la defensa de la libertad, en la denuncia de las imposturas del gobernante y sus máscaras, en el logro de una alternativa republicana a la monarquía caduca. Siempre profesó un decidido compromiso sociopolítico que le impulsó a desarrollar un activismo constante, empeñado en la transformación de España.

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1Tal como reseña la editorial Alianza: Delirio y destino rememora, en clave de confesión iluminadora, a través de reflexiones históricas primero y de fragmentos intensos al cierre, una breve franja autobiográfica de la vida de la María Zambrano, la que abarca desde 1929 hasta la proclamación de la Segunda República en 1931. Véase: https://www.alianzaeditorial.es/libro/bibliotecas-de-autor/delirio-y-destino-maria-zambrano-9788413620664/

2Transcripción de la entrevista tomada de DDOOSS Asociación de amigos del arte y la cultura de Valladolid. Recuperada de https://ddooss.org/textos/entrevistas/entrevista-a-maria-zambrano-1

3Surgió como una alternativa a la Asociación de Estudiantes Católicos (AEC), hasta ese momento hegemónica en el mundo universitario. “Consiguió logros relacionados con la participación democrática de los estudiantes en la Universidad y el fomento de la cultura en el pueblo. A partir de 1933, surge el Sindicato Español Universitario de la Falange (SEU). Esto hace que la FUE abandone su carácter apolítico y neutral para luchar contra el fascismo comprometiéndose en los valores de la II República”. Véase http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/32113

4Hemos de tener presente que “las Ligas fueron un instrumento de actuación intelectual muy difundido en la Europa del momento, destacando en Francia la Liga para la Defensa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano -imitada en España en 1913 por Luís Simarro-, y en Gran Bretaña la Sociedad Fabiana -que también quiso copiarse en 1907 desde el Ateneo madrileño” (Bagur, 2019, p. 465).

5El Liberal fue un diario matutino, fundado en Madrid el 31 de mayo de 1879 a partir de una escisión de periodistas republicanos de El Imparcial. “Durante sus sesenta años de vida tuvo una orientación liberal republicana moderada…, el más leído entre las capas obreras”. Véase http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/42151 La libertad. Esta- ba dirigido a la pequeña burguesía y a las clases populares y obreras… Con los años será el periódico más radical dentro del liberalismo democrático, abierto a las izquierdas y especialmente al socialismo. Véase https://hemerotecadigital.bne.es/hd/issn/2488-3689

6Los artículos fueron titulados: Del movimiento universitario, Síntomas, Acción directa de la juventud, La función política de la Universidad y Esquemas de fuerzas.

7“La Residencia de Señoritas, inaugurada en octubre de 1915 […] para la igualdad de oportunidades en la sociedad a través de la educación. La Residencia fue el primer centro creado en España para fomentar la educación superior de las mujeres. La Residencia obedecía, por un lado, a la inspiración institucionista de coeducar sin distinción de sexo para la mejora social, económica, cultural y política del país... Desde ese momento, las familias intelectualmente más avanzadas empujaron a sus hijas estudiantes a conquistar las aulas de educación superior”. (Fundación Ortega y Gasset, 2019, p. 2).

8Profesó un republicanismo moderado y demócrata que se vio desplazado por actitudes radicales y opuestas. “compromiso político que no ocultó ni siquiera cuando el rey Juan Carlos le entregó el Premio Cervantes que no había podido recoger en el tradicional acto por sus problemas de salud. En aquel momento, María Zambrano le dijo a Juan Carlos de Borbón que, como era bien sabido, ella era republicana, pero añadió un curioso elogio al entonces rey: ‘Usted sería un buen presidente de la República’. Tomado de El espíritu de la ‘refugiada’ María Zambrano revive con una muestra en Málaga. Disponible en https://www.diariosur.es/culturas/201606/08/espiritu-refugiada-maria-zambrano-20160608163710.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

9Escribe Bonet al respecto: “Ramón Gómez de la Serna, adalid y heraldo de la modernidad, fue capaz de reunir al tropel de bohemios y jóvenes que estaban ansiosos de la gloria literaria y artística y deseaban que triunfase la nueva estética de vanguardia” (2018, p. 1).

10“Fue un semanario que salía los sábados, como un híbrido entre el suplemento cultural y la revista de actualidad política y de información general, y de tan sólo doce páginas. Junto a la información y los artículos sobre la política nacional del momento de marcado carácter anticedista, y de política internacional, críticos de los regímenes totalitarios como el nazi alemán”. Disponible en https://hemerotecadigital.bne.es/hd/card?oid=0003715170

11Profesor de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Central. Se afilió al PSOE en 1931 integrándose en el sector moderado. Tras las elecciones de 1936 fue designado vicepresidente de las Cortes y vicepresidente de la Comisión Ejecutiva del partido.

12La Subsecretaría de Propaganda del Ministerio de Estado asumía las funciones del extinto Ministerio de Propaganda, la supervisión y control de la propaganda, información y prensa, las publicaciones y manifestaciones artísticas, la radiodifusión, la cinematografía, la fotografía y la fonografía. Véase, http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/6428. Véase: Pizarroso Quintero, Alejandro. La Guerra Civil española, un hito en la historia de la propaganda. https://journals.openedition.org/argonauta/1195

Recibido: 23 de Diciembre de 2022; Aprobado: 13 de Abril de 2023

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