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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.18 n.47 Ciudad de México Sep./Dec. 2021  Epub Oct 17, 2022

https://doi.org/10.29092/uacm.v18i47.883 

Artículos

Turismo gay y trabajo sexual en México. Una revisión bibliográfica y etnográfica

Gay tourism and sex work in Mexico. A literature and ethnographic review

Ángel Christian Luna Alfaro* 

Leticia Conde Romano** 

*Profesor-Investigador de Tiempo Completo Titular A. Coordinador de la Maestría en Historia Cultural, Adscrito al Departamento de Humanidades, Artes y Culturas Extranjeras del Centro Universitario de los Lagos, Jalisco. Correo electrónico: achristian. luna@academicos.udg.mx

**Maestra en Gestión de Turismo Regional Sustentable. El Colegio de Tlaxcala. Correo electrónico: let.nicte@gmail.com


Resumen

Proponemos un breve recorrido bibliográfico sobre las categorías teórico conceptuales de lo que se ha entendido históricamente como turismo y turismo gay, pasando por una observación de campo, basada en la etnografía entorno al contexto del trabajo sexual masculino, hasta llegar a unas conclusiones. Es de importancia aclarar que lo que aquí ofrecemos no es un esfuerzo revisionista, en todo caso, es el intento de mostrar aspectos operativos y funcionales para el estudio en sí, basado en el caso mexicano, en el marco de los últimos años del siglo XX y lo que va del presente, pensando que uno de los objetivos de este documento, puede ser reforzar la referencia académica recién conocida como “turismo gay”.

Palabras Clave: Turismo gay; turismo incluyente; trabajo sexual; etnografía; bibliografía

Abstract

We propose a brief bibliographic tour on theoretical conceptual categories of what has historically been understood as tourism and gay tourism, going through field observation, based on ethnography, into sexual work context, until reaching conclusions. Is important to clarify that what we offer here is not a revisionist effort, in any case, is the attempt to show operational and functional aspects for the study itself, based on the Mexican case, within the framework of the last years of 20th century until the present, thinking that one of this document objectives, may be to reinforce the academic reference recently known as “gay tourism”.

Key words: Gay tourism; inclusive tourism; sex work; ethnography; bibliography

Lo que diferencia nuestra disciplina de las otras es su carácter global y comparativo. Otras disciplinas abordan únicamente un segmento concreto de la experiencia humana o una época y fase específica de nuestro desarrollo cultural y biológico. Los hallazgos de la antropología en cambio, no se basan jamás en el estudio de una sola población, raza, tribu, clase, nación, tiempo lugar […] Desde la perspectiva antropológica, todos los pueblos y culturas revisten el mismo interés como objeto de estudio. Por ello la antropología se opone al punto de vista de los que creen ser los únicos representantes del género humano, estar en el pináculo del progreso o haber sido elegido por un dios o la historia para moldear al mundo a su imagen y semejanza.

Antropología Cultural. Marvin Harris

Presentación

En este documento reflexionamos sobre dos aspectos básicos, en primer término, nos interesa disertar sobre la categoría turismo gay, recurriendo a un recuento de lecturas que aborda dicho tópico y en segundo plano la observación de personas que orientan su afecto y atracción sexual hacía individuos de su mismo sexo, esencialmente hombres gais, estos últimos observados dentro del contexto del turismo y el trabajo sexual que se puede desarrollar en algunos entornos.

En realidad, no se persigue efectuar un estudio de masculinidades o de género en el sentido estricto. Tampoco es una observación sobre un tipo de turismo “tradicional”. En cambio, se busca hacer una reflexión preliminar sobre la categoría “turismo gay” basada en obras previas, así como, algunos de los contextos en los que se presenta dicha praxis, tomando en cuenta la voz de los actores, y de esta manera, emitir un balance de los alcances, pendientes o posibilidades de dicha categoría. De la misma forma, consideramos de importancia anexar la referencia turismo inclusivo, aspecto que nos ayude a entender el amplio espectro al que este tipo de turismo, podría vincularse.

Aquí intentamos fusionar dos enfoques, ya de por si multifacéticos: el estudio del turismo y la antropología. Intentamos proponer una revisión primigenia que nos ayude a continuar con una investigación de larga duración. Aquí iniciamos.

Introducción

Todavía son diversas las complejidades vividas por personas, que, a pesar de las luchas de activistas por revindicar su condición humana, continúan siendo discriminadas a causa de diversos motivos, tales como los que nos comenta González Pérez (2003) en su obra “Travestidos al desnudo: homosexualidad, identidades y luchas territoriales en Colima”, o la misma Córdova Plaza (2015). planteándose dicha discriminación como resultado del adoctrinamiento patriarcal1 o la heteronormatividad2 impuesta. No obstante, es pertinente aclarar que los casos de las comunidades gais en México son diferenciados, cada uno tiene su propia historia y se pueden analizar en sus justas dimensiones.

Aquí, nos enfocamos en entender a dicha población en un marco de estudio dinámico y multidisciplinario, es decir, en el ámbito turístico, siendo de interés mencionar a Pérez Díaz (2005), quien considera que las personas gais no han sido estimadas durante mucho tiempo como participes, incluso, han sido discriminados por parte de la comunidad receptora, así como por prestadores de servicios y autoridades encargadas de proporcionar dicho servicio.

Cabe destacar que, la diversidad sexual ha impactado a la actividad turística, siendo una de las prácticas económicas y culturales más constantes en gais. Por ejemplo, algunas parejas del mismo sexo no se dedican a la crianza de hijos, aun cuando la adopción por parte de personas con esa orientación ya es permitida en México;3 lo cual, “les permite disponer de su tiempo libre en formas diversas e incluso, ostentar mayor solvencia económica, dando lugar a la posibilidad de desplazarse a otros lugares, con fines lúdicos o de otra índole” (Pérez, 2005, p. 2).

Mientras que en varios espacios del mundo ya cuentan con una historia de inclusión y un considerable avance de sus demandas, existen lugares como el terreno mexicano, donde el asunto es relativamente joven. Es probable que los hombres gais sean los más visibles y que se hayan posicionado en más espacios sociales que otras culturas de la diversidad sexual. Por ende, podemos observar en lugares como la Ciudad de México y algunos centros turísticos generalmente con playa, administraciones de hoteles que cuentan con anuncios donde especifican su apertura a que se hospeden con ellos, sin importar el credo, nivel socioeconómico u orientación sexual de las personas.

Enfoques

Hay dos formas de abordar el fenómeno social que aquí se reflexiona. El turismo y la antropología. Ambos entendidos como iniciativas de carácter histórico social y de la cultura. Para el caso del turismo como un segmento o una tipología turística con características que hacen referencia a la inclusión social y que cada vez es más visible. Para el caso de la antropología, fue imprescindible el aporte de la etnografía, como enfoque que ayudó a retratar una dinámica del trabajo sexual masculino. Además, se incluye en la medida de lo posible el enfoque de género, mediante aspectos que quien nos lea podrá visualizar.

Género y la construcción de la identidad gay

Aunque existen muchas formas de concebir el enfoque de género, los autores recurren a los aportes desde México, considerando que quienes los han desarrollado, se basaron en observaciones en espacios del territorio mexicano donde se realizó la pesquisa (Puebla, Veracruz, Hidalgo, Ciudad de México, Guerrero y Tlaxcala). Cazés plantea que

la perspectiva de género es uno de los pocos caminos de creación cultural que en la historia humana ha alcanzado el dinamismo y la adhesión democrática en la construcción teórica-política. Hoy la perspectiva de género es parte inseparable de uno de los procesos socioculturales más valiosos por su capacidad de movilizar mujeres y hombres, instituciones y organismos de diversas clases, y por los frutos que ha producido (2005, p. 45-46).

Al mismo tiempo, existe la importancia de entender al género como el resultado de la producción de normas culturales sobre el comportamiento de los hombres y las mujeres, mediado por la compleja interacción, de un amplio espectro de instituciones económicas, sociales, políticas y religiosas (Lamas, 2003).

El enfoque de género nos sugiere un paraguas para observar la identidad gay. Este asunto da la posibilidad de cuestionar la dicotomía hombre-mujer. César González (2001) nos indica que podemos utilizar el surgimiento de la identidad gay como una categoría autoadscrita de los homosexuales para confrontar colectivamente sus espacios y territorios. La intención de dicho autor es mostrar cómo la identidad gay puede operar en la representación de un espacio simbólico que se circunscribe en un campo social de “lo sexual”. Así pues,

la identidad gay ha buscado su reconocimiento ante los otros. Independientemente de las particularidades en que se deconstruya esta identidad, al final de cuentas su intención primordial bien se conjuga con la insignia política y social dentro del contexto donde surgió en un inicio: la reivindicación de los sujetos excluidos: los homosexuales (González, 2001, p. 109).

Sobre el estudio del turismo

Aunque, al principio solía considerársele al turismo como una actividad económica, y desde esa área es que se le estudiaba, se incurría en un enfoque limitado. En la década de los setentas del siglo pasado, surgió al respecto, una iniciativa crítica que destacaba los impactos negativos que esta actividad produce en las comunidades receptoras; posteriormente, para la siguiente década, se comenzaron a proponer formas alternativas, que pudieran generar un bajo impacto; sugiere Jafari en 1994, citado en Ascanio y Vinicius (2009), que dichas formas coincidieron con la preocupación por la crisis medioambiental. Según afirma Nechar “aparte de las ciencias económicas, las áreas desde donde se han hecho más aportes al estudio del turismo son la sociología y la antropología, comprendiendo a esta actividad como un fenómeno sociocultural, lo cual, implica realizar una exploración del contexto en que éste se efectúa” (2005, p. 230).

Ahora bien, en el proceso de desplazamiento turístico, se generan aspectos interesantes de ser abordados en la dinámica de contacto existente entre diversos factores. Así pues, es relevante analizar aquellos elementos, lo cual, permitiría ampliar la visión de este fenómeno, ya que el hecho de tomar la decisión de visitar cierto destino, se ve influenciado por aspectos de diversa índole, que son incluso determinantes en el comportamiento del turista mientras está en el lugar que visita y en la percepción subjetiva que puede derivar de la experiencia de haber visitado aquel sitio. Sus impactos van desde lo cultural, a lo económico, social, etc. Así vemos que distintas disciplinas conceptualizan al turismo de acuerdo a sus campos de estudio y principios teóricos. No obstante, es importante que el concepto del mismo tenga un enfoque integral, concibiéndolo con un carácter holístico.

Es así que las temáticas a abordar en el área turística han sido diversas y al mismo tiempo, se han creado tipologías tales como el turismo religioso, cultural, alternativo, etcétera, que han sido conceptualizados a partir de la actividad imperante que el turista realiza. Ante esto, surge la cuestión ¿Qué es una tipología turística? Al respecto, Jiménez nos dice que ésta, podría ser definida como la “sistematización del conjunto de motivaciones turísticas que permiten congregar en denominadores comunes un sinnúmero de tipos y géneros de viajes” (1986). De ahí que se pueda hablar de diversos tipos de turismo, en función de lo que a cierto grupo de individuos les motive para efectuar un desplazamiento de su lugar de origen.

Aludiendo a la multidisciplina ya citada, aquí nos puede servir lo planteado por Turner (1988) desde la antropología, rescatando dos de sus categorías de análisis de la cultura: estructura y comunitas. Él asevera que para aquellos que son los encargados del mantenimiento de la “estructura”, toda manifestación de la comunitas es contemplada como anárquica y peligrosa. Para el caso que aquí presentamos, la estructura la entenderemos como ese tipo de turismo estándar, heterosexual que se hace acompañar por “una familia natural”, “creada por dios”, entre otras referencias heteronormadas, fortalecidas por una moral judeo-cristiana. La comunitas o antiestructura, sería la comunidad gay.

La figura teórica expresada, nos ayudó no sólo para entender la revisión bibliográfica que se expone a continuación, sino también el trabajo etnográfico. Como lo discutiremos en líneas posteriores, existirán líneas de investigación, ideologías, imaginarios y discursos de lo turístico, basados en la dicotomía heterosexualidad-homosexualidad.

Turismo gay. Aproximaciones desde una revisión bibliográfica

Siguiendo las ideas expuestas, aunando a lo que pensamos que son las motivaciones creadas a partir de la comunidad gay y el carácter humano del turismo, en lo referente a inclusión social, es que podemos iniciar la propuesta para considerar una tipología de turismo gay. Cabe resaltar que, en épocas recientes, dichas motivaciones se amplían, pues no es sólo una opción para llevar a cabo actividades de ocio, sino que dicha experiencia, les permite a los sujetos un desarrollo humano, en el momento en que la persona gay se encuentra en sitios donde explaya su preferencia sexo-afectiva sin censura o represión.

A continuación, se mencionan algunos estudios que han sido relevantes al abordar el fenómeno del turismo gay, el listado que se hace, procura llevar un orden cronológico, basado en el año de publicación de los mismos. Vamos a observar que casi todos son diseñados fuera de México, pero si proponemos concluir este aparato con una obra reciente para el caso mexicano, debido a que este escenario es donde se emprendió trabajo de campo.

Clift y Forrest (1999), ambos vinculados a estudios de la salud y enfermedades de transmisión sexual, realizaron un estudio con 562 hombres residentes del sur de Inglaterra, homosexuales, quienes habían viajado ampliamente durante los últimos cinco años. En un inicio el propósito de la investigación era informar a hombres gay, considerados como turistas frecuentes, acerca de las iniciativas de prevención ante el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), lo cual es una muestra de la estigmatización que tuvo el colectivo gay ante la aparición del sida en el periodo ‘pre-gay’ del que nos habla Meccia (2011), pues en el estudio solamente se considera para la prevención del virus a personas gay, mas no a heterosexuales.

La obra citada identificó las siguientes dimensiones de estudio: la primera, “vida social y sexo gay”, la segunda “cultura y lugares de interés turístico” y la tercera “comodidad y relajación”. Los autores ubicaron en la primera dimensión a hombres que para entonces habían visitado complejos homosexuales del sur de Europa, tales como Gran Canaria, Ibiza y Miconos, es decir, aquellos cuyo motivo fuera la vida social y el sexo gay; en la segunda dimensión ubicaron a los hombres que habían visitado las ciudades europeas, como Ámsterdam, París o Praga y que habían viajado más lejos, por ejemplo, a África subsahariana y Australia pues su motivación principal era conocer la cultura de aquellos lugares.

Por otra parte, un trabajo que, aunque no trata de manera específica el tema del turismo gay, sí explora la relación entre turismo sexual, contextualizado en América Latina. El abordaje de esta relación fue un precedente importante para dar pie a estudios enfocados en el turismo gay. Así es que, Herold García y DeMoya (2001) hacen una discusión acerca de lo que implica la relación entre turistas y trabajadores(as) sexuales, independientemente de su orientación sexual, distinguiendo entre la búsqueda de romance y sexo al tiempo que se efectúan actividades turísticas, el estudio contempló a turistas masculinos y femeninos, así como trabajadoras y trabajadores sexuales, enfocándose en el caso de Republica Dominicana. Según los hallazgos de los investigadores, el romance y el sexo fungen como aspectos motivacionales, cada uno en un extremo opuesto al otro. A partir del trabajo que realizaron, fue posible distinguir que la mayoría de las mujeres turistas estaban motivadas a desplazarse al lugar y establecer contacto romántico con los trabajadores sexuales, mientras que los hombres turistas tenían como principal motivación, el sexo. Esto, al menos en el caso del lugar citado.

Antes de continuar es necesario señalar y aclarar que al referirnos a turismo gay y turismo sexual, estamos hablando de dos tipologías distintas, ya que este último, se ve mediado por el intercambio sexual a través de dinero; distinto al turismo gay en el que la interacción sexo-afectiva, idealmente, se presenta por gusto de quienes lo realizan y puede ser entre una pareja gay (conformada antes de llegar al destino o bien que se conforme en el mismo) que se desplaza de su lugar de residencia, considerados como turistas o bien, entre turistas y locales.

Es importante reiterar que el turismo gay no es sinónimo de turismo sexual; sólo en algunos casos el turista gay demanda y consume satisfacciones derivadas de la prostitución y entran al llamado turismo sexual. Sin embargo, se debe reconocer que el turismo sexual masculino-masculino se desarrolla de manera importante en los sitios de socialización gay (Alcalá citado en García y Marín, 2014, p. 82).

En esta línea de estudio entre sexo y turismo, encontramos la obra de Bauer y McKercher (2003), la cual, explora aspectos relacionados con el turismo, el romance y el sexo, con contribuciones que van desde la industria del sexo en Camboya hasta encuentros románticos en Creta. En la primera sección de dicho trabajo, se incluye un marco conceptual del turismo y el sexo, tomando en cuenta el papel del tiempo y el lugar en el turismo. Un aspecto relevante y también precedente para estudios turísticos gay, es el cuestionamiento que plantean los autores, apoyándose en Opperman, acerca de si el turismo, en los estudios vinculados al sexo, debería adoptar una definición tradicional que implica a un hombre y una mujer con respecto al acto sexual; pues de hacerlo, ello dejaría fuera de su área de estudio a eventos como el “Gay and Lesbian Mardi Gras”4 que se celebra anualmente en Sydney a modo de manifestación del colectivo Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero e Intersexuales (LGTBI), quienes dejan una importante derrama económica en el lugar, siendo concurrido por turistas nacionales y extranjeros. De esta manera, en la obra se evidencia (no como punto principal de la misma) la necesidad de ser más inclusivos en los estudios turísticos.

Otra obra que es necesaria contemplar en esta revisión es la de “Pink Tourism: Holidays of Gay Men and Lesbians” (Turismo rosa: Vacaciones de hombres gay y lesbianas) de Howard L. Hughes (2006), la cual expone el manejo del “turismo rosa” desde una perspectiva mercadológica, así como ciertos aspectos en relación a la orientación sexual, sin enfatizar en teorías al respecto de la orientación sexual.

En el título de la obra, el autor incluye la palabra “rosa” y ello lo hace con el propósito de aludir al poder de compra de personas gais y lesbianas, es decir a los ingresos que se obtienen de estos grupos y que usualmente han sido referidos como pink pound o pink dollar, lo anterior, dado el enfoque mercadológico que tiene, aunque no deja de lado otros aspectos, sobre el asunto, menciona:

Quizá, más significativamente, el color ha sido adoptado por homosexuales debido al triángulo rosa invertido que se les requería a hombres homosexuales para usar en los campos de concentración de la Alemania nazi. El triángulo en posición vertical fue recuperado por los activistas en los años 1970 y 1980 en memoria de la persecución en el pasado y como símbolo de la comunidad en la continua lucha contra la opresión contemporánea y, más tarde, en la campaña de las acciones contra el SIDA (Hughes, 2006, p. 3 traducción de los autores).

También citamos la obra “Gay Tourism: culture and context” (Turismo gay: cultura y contexto) que proponen Waitt Markwell y Gorman-Murray (2006), ambos estudiosos del turismo gay, realizan un gran aporte desde los estudios relacionados con la geografía. En el trabajo se presenta material visual diverso, el cual, es analizado por los investigadores, sirviendo como ejemplo para ilustrar lugares o regiones de estudio. Como aporte sociológico, esta obra señala que el turismo se ha concebido como una actividad, en cierta manera un tanto estructural, pues critican la heteronormatividad, que se manifiesta en los estudios de turismo al dar por sentado que los participantes en este proceso son heterosexuales en su totalidad, construyéndose así una perspectiva que concibe a un turista de clase media, heterosexual, masculino; dejando de lado otras posibles características, que son relevantes en términos de inclusión.

En este recuento es importante mencionar la obra de Álvaro López y Anne Marie Van, para 2013 publicaron un libro titulado: “Turismo y sexo en México. Cuerpos masculinos en venta y experiencias homoeróticas. Una perspectiva multidisciplinaria”, convirtiéndose en un aporte sui géneris en este país.

El primer capítulo del texto citado, nos da luces para hacer diferenciaciones considerables en el intento de investigación aquí expuesto. Por ejemplo, el turismo sexual de corte gay, puede vincularse a prostitución o en los linderos a los casos de trata de personas o explotación sexual, sin negar casos de pederastia, etc. Este asunto también puede observarse en todo género u orientación sexual. En cambio, entender la praxis turística basada en la identidad de usuarios, tales como el ser gay, sugiere una categoría de estudio poco explorada, según nos plantea Álvaro López (2013). Dicha categoría el autor la sugiere como turismo homoerótico. También rescatamos las inferencias que el mismo autor considera, al pensar las dicotomías homosexual-heterosexual, pues da la impresión de que este tipo de turismo, se genera a partir de una especie de distanciamiento de lo heteronormado. Sin embargo, lo gay, aunque se tengan prejuicios que estandarizan, puede ser más plural que lo hetero. El autor nos dibuja una complejidad de demandas, conceptos, identidades, actores y características del tipo de turismo conocido genéricamente como “gay”. Lo analizado, nos sugiere múltiples vetas de investigación, recordándonos retos mayores que se podrán sortear mejor desde posturas multidisciplinarias.

Arroyo y Amador (2015), Mendoza (2015). López, Gallego, y Quintero (2015), dan cuenta de estudios efectuados en México, donde abordan temas de turismo gay y algunos vínculos con el trabajo sexual. Por su parte, Woolfolk, Núñez y Ponce (2016), analizan de manera específica algunos documentos jurídicos y de política pública de México, para evidenciar la necesidad de que incorporen una concepción más amplia de la diversidad sexual y de género que favorezca este tipo de turismo.

Turismo inclusivo

El turismo inclusivo ha sido materia de interés de organizaciones a nivel mundial y nacional. En 2016 el eslogan de la Organización Mundial del Turismo fue: “Turismo para todos: promover la accesibilidad universal” y en este 2021 es: “Turismos para un crecimiento inclusivo”. De alguna manera, se ha tratado de que estos reconocimientos se traduzcan en acciones concretas en los diferentes destinos. El turismo inclusivo, está relacionado a la práctica turística como un derecho para todas las personas, en igual de oportunidades; de tal forma que no solo considera a las personas discapacitadas, sino también a personas LGTBIQ+ que también buscan y merecen disfrutar de espacios y servicios turísticos, en los que se sientan libres y no excluidXs. Según la OMT (2016), el turismo inclusivo o turismo para todos, no se limita a la eliminación de barreras físicas, sensoriales o de la comunicación, sino que tiene por finalidad lograr que los entornos, productos y servicios turísticos, puedan ser disfrutados en igualdad de condiciones por cualquier persona con o sin discapacidad.

Trabajo sexual

Este estudio no se pronuncia por implementar la observación en los entornos de turismo sexual, aunque a veces parece una motivación implícita. Sobre lo ya citado, Rosío Córdova (2015, p. 863) asevera que “el mundo del turismo sexual y la prostitución a él ligada tiene, sin duda, múltiples aristas que exigen su abordaje desde un enfoque interdisciplinario”.

El trabajo sexual, dice Ponce (2008) como institución social, es un ejemplo ilustrativo de una sociedad basada en la desigualdad entre hombres y mujeres, cuya doble moral sexual, lo genera, promueve, usa y tolera, reconociéndolo como un mal necesario; y, por otro lado, lo condena, desprecia, discrimina, margina, estigmatiza y reprime. La palabra trabajo, plantea Patricia Ponce “nos hace pensar y aceptar circunstancias licitas en condiciones de equidad y pretende eliminar posibles corrupciones abusos y violaciones. Es importante elevar esta actividad a rango laboral, así como la persona que lo realice deje de ser objeto y pase a ser sujeto de derecho” (2008, p. 25).

La propuesta de investigación etnográfica y la metodología

Uno de los sustentos básicos del trabajo antropológico es la aplicación de la técnica etnográfica para averiguar problemáticas de los entornos sociales. Observar, inmiscuirse, participar y en muchas ocasiones mimetizarse con las personas que se investigan es una especie de consigna profesional (Guber, 2015). Aunque en muchos casos la antropología sugiere ser una “disciplina” y distanciarse de eso que llaman “ciencia”, resulta importante a inicios del siglo XXI, conocer lo que dicen y sienten las y los actores sociales de viva voz. Por ende, la perplejidad que suscita la extrema diversidad del género humano es la que mueve cada vez más a profesionales de las Ciencias Sociales hacia al trabajo de campo (es importante señalar los estudios de Parrini 2018, List 2005 y López 2018, como ejemplos de lo aquí discurrido). Guber (2015) nos subraya la triple acepción de la etnografía: enfoque, método y texto. Con lo que dicha labor se convierte en un esfuerzo de exposición monográfica del comportamiento de una cultura en particular, así como un intento de representación, interpretación o traducción de una cultura que es ajena a otras personas. Siendo una rica simbiosis entre la teoría y la observación de campo.

Rosana Guber (2015) propone cuestionar las certezas de quien nos dijo el deber ser y las que ya generamos, por arrogancia, ignorancia y hasta la necedad que nos caracteriza como humanidad. Recorrer el campo con y desde los protagonistas es el tema que se pone a discusión, una invitación seductora, con más posibilidades que limitaciones. Esto se vuelve particularmente interesante con quienes se pensaban de una sexualidad diferente a la acostumbrada, es decir, lo heterosexual. Entonces, el proceso de investigación aquí expuesto, no sólo fue la oportunidad de conocer la alteridad, sino también la mismidad, reconociendo las limitaciones que los cientistas heternormados sufrimos.

Al ser una propuesta preliminar, esta etnografía busca inicialmente mostrar una radiografía regional, describiendo los contextos culturales de lo que genéricamente los autores denominamos “turismo gay” y el trabajo sexual que pudimos detectar. Observando municipios de lo que hemos concebido como el sureste y centro de México. A partir de ello, intentar mostrar una analogía entre sureste y centro, con los cambios y persistencias. Tres son los principales actores a consultar: usuarios (turistas), prestadores de servicios y trabajadores sexuales. Lo que mostramos en este artículo son los primeros pasos, atreviéndonos no solamente a describir, sino que al concluir el mismo, proyectar algunas inferencias, incluyendo para esta ocasión, la voz de los dichos actores.

Los espacios donde se efectuó este trabajo, fueron en esencia lugares señalados por la literatura consultada como de mayor recurrencia de población gay (López y Van, 2013), como fue el caso de Acapulco, Guerrero, Ciudad de México y El Puerto de Veracruz. De manera complementaria, buscamos otros municipios tales como Xalapa, en Veracruz y la capital poblana. Aquí no podemos negar que resultaron de inspiración y guía, los trabajos de Barffusón (2016), así como Teutle y List (2015), quienes, aunque no escriben sobre turismo gay, nos muestran una radiografía y datos importantes para pensar la presencia de dicha población en Xalapa y Puebla. La temporalidad en que trazamos esta pesquisa, tanto desde el gabinete hasta la incursión al campo, se inició a mediados de 2013 hasta finales de 2016. La redacción y el constructo de este documento se genera a partir de 2017, concluyéndose a inicios de 2019. Mientras que los lugares más recurrentes donde más se abordaron las entrevistas y charlas informales fueron los hoteles (lobbies, recepción, etc.), se pudo obtener información al respecto, en lugares circundantes como bares, autobuses, centrales camioneras, restaurantes, albercas de hoteles, etc.

Los informantes fueron hombres, en su mayoría mayores de 30 años, hasta los 60. La conversación fue directa, aspecto que provocó ganar su confianza. También se pudo obtener datos en pláticas informales. La entrevista, para el caso de los usuarios, siempre iniciaba tratando de averiguar si eran turistas, después preguntaba su orientación sexual, si contestaban que se percibían como homosexuales o gais, procuraba averiguar sus motivaciones en el contexto del turismo. Los trabajadores sexuales, también se identificaron bajo la interrogante de conocer si se percibían como tal, complementando esta incursión, interrogando a las y los prestadores de servicio, en el escenario de lo que llamamos y aquí citamos como turismo gay. En pocos casos, los usuarios abordados, pensaron que yo estaba por motivos de ligue, placer o inventaba el motivo de esta investigación, para encubrir mi orientación sexual. En todo diálogo, me vi en la obligación ética de comentarles el motivo de la misma, siendo interesante que siempre dieron su aprobación, exceptuando, los casos donde querían seguir en el “closet”, señalando la necesidad de que, por lo menos su nombre no figurara en la pesquisa. En este documento, para no incurrir en una revelación no consensada, no se cita el nombre de ninguno. Al mismo tiempo, también omití el nombre del hotel, aunque en más de un caso, señalo una ubicación aproximada.

La observación etnográfica en el entorno del turismo y el trabajo sexual masculino

Los hoteles “amigables” con la población gay, engloban más de un servicio que sugiere, entre otras cosas la expresión de la sexualidad y el erotismo explícito, tales como las zonas de alberca y playa donde se permite el nudismo. Esto se observa primordialmente en los servicios hoteleros de lugares como Veracruz o Acapulco, que están capacitados para atender a extranjeros, acostumbrados a ese tipo de aspectos. No se niega que la población gay nacional, tenga esas expectativas, inclusive pueden ser “zonas de refugio” para mucho supuesto heterosexual, que sale de vez en cuando del “closet” cuando va de vacaciones.

Un ejemplo de lo que se menciona es el caso de la Casa Condesa,5 ubicada en Acapulco. Pues, dentro de sus estrategias promocionales vía Facebook, imágenes de cuerpos masculinos en ropa interior, recurriendo a una especie de hiper-erotización o cosificación del cuerpo masculino, que cierta población gay está acostumbrada a observar en este tipo de “productos”. En una conversación con el joven que atendía el hotel citado, para junio de 2013, me aseguraba que la gente iba no sólo por las instalaciones, que “aunque sencillas, nos caracterizamos por nuestra discreción, en eso somos unos profesionales”.

Platicando con un sujeto mayor de 50 años, en la central de autobuses Tasqueña de la ciudad de México, en agosto de 2014, me decía: “A mí me gusta jotear en Acapulco”. “Desde que me divorcié, busco hacer todo lo que no pude hacer durante mis 27 años de casado”. “Para mi es importante asegurar un buen hotel, donde me den chance de entrar con quien yo quiera, a la hora que quiera”.

Desde mi experiencia de campo, espacios tales como hoteles o algunos bares, no suelen ser más caros o inalcanzables, en general y por lo que se nota en los apartados donde los usuarios pueden dejar impresiones de su visita, la gente menciona en las redes sociales que está satisfecha con la atención, además de observar una “discreción excelente”. Aunque parece que el respeto y discreción por la clientela debería ser una cuestión estándar en todo servicio que se remunera económicamente en los ámbitos tanto públicos y privados, para quienes aún no salen del “closet”, o la población que se autonombra como “hetero-curioso” o “hetero-flexible”, es particularmente vital. Un informante me aseguraba un tanto nervioso: “no te puedo dar una entrevista, porque soy casado, mis hijos ya están grandes y no quiero que nadie se entere que me gustan también los hombres, no sé si más que las mujeres, pero sé muy bien que, si alguien se da cuenta de lo que hago, no sólo pierdo mi familia, también mi trabajo, y muchas cosas más (Puerto de Veracruz, Hotel céntrico. Marzo de 2016)”. Cuando le expliqué las formas en que publicaría los resultados de esta investigación accedió a la entrevista. Contándome que era originario de Zacatecas y que tenía un “novio” en el puerto. Le gustaba el hotel, ya que nadie se metía con ellos. Caminar “noviando” por las calles, era una de las cosas que más disfrutaba, así como entrar a restaurantes o bares, donde nadie los ve “como bichos raros”.

Un informante oriundo de Puebla, decía: “cada vez hay más lugares donde nos permiten pasar, pero cuando he viajado con mi mayuyo6 de vacaciones, en muchos lugares no nos dejan pasar. Algunos recepcionistas nos preguntan cosas, que si somos familia, que sólo aceptan familias, que si queremos hacer cochinadas para eso están los moteles” (Puebla, noviembre de 2015)”. Aseguraba lo importante que es enterarse, al menos vía internet, qué lugares son “amigables” con parejas gais. “Así te ahorras los corajes o malos entendidos”. “Tampoco creo que este de más darles cursos sobre derechos humanos a recepcionistas y hoteleros, para que nos traten mejor”, exponía.

Al salir a fumar, en un estacionamiento de un hotel céntrico de Xalapa, observaba nervioso a un señor mayor de 50 años. Él hacía lo mismo. En entrevista, me confesó que esperaba a su “amigo”. Tenía temor de que quizás no la dejaran entrar a su habitación por ser de su mismo sexo. Me decía que ya estaba harto de llevarlo a moteles, ya que pensaba que eran mal aseados. Decía que “ya se merecían están en un cuarto como dios manda”. El originario de Poza Rica, narraba que “desde antes de mi divorcio yo ya sabía que me gustaban los hombres, pero no me gustan todos, me gusta el que es mi pareja, lo quiero mucho y me gustaría casarme con él”. “Los hoteles, moteles y algunos bares, son los pocos lugares donde podemos expresar nuestro cariño”. También me dijo su preocupación porque su amigo se dedicaba a la “vida galante”, con una risa, y aún más nervioso expresaba que debía esforzarse más con sus ingresos económicos para proporcionarle una mejor vida que la que estaba acostumbrado a obtener con “esa actividad”.

En el Puerto de Veracruz, parece más común la permisión sobre la inserción de parejas del mismo sexo en los hoteles. “Es parte del negocio joven, si nos ponemos exquisitos con eso, nosotros perdemos”, me aseguraba una recepcionista de un hotel ubicado en el centro histórico. “Normalmente llegan de noche, supongo que después del antro o algo así, una vez vi hasta mi compadre, bien pedo, con un muchachito. Me hizo jurarle que no le diría a la comadre, yo me sentí mal, pero me dio una buena propina y ni modos (octubre de 2014)”.

Un joven trabajador sexual, de unos 26 años, para abril de 2015, al entrevistarlo en una taquería fuera de un hotel céntrico del mismo Puerto, decía: “en este hotel me dejan pasar sin pedos, a mí me gusta más coger mujeres, pero dada la carencia y la necesidad, le entro a todo lo que se mueve. Ya tengo mis clientes, son viejillos casados, que siempre me piden discreción, yo les digo que no hay pex, que nomás con que dejen buena propina, yo como una tumba”. Aseguraba que la mayoría de sus clientes eran “señores de Xalapa y otros turistas de Guadalajara, o del DF”.

El sureste del país, a diferencia del altiplano, suele ser más relajado en lo referente a sus normas de ingreso en hoteles por parte de gais. Miembros de la administración hotelera presumen en charlas informales que lugares como Acapulco o Veracruz no cuentan con filtros o censura sobre la población gay. Un joven (25 años) decía al respecto: “aquí no somos como en el centro del país, aceptamos lo que nos gusta y podemos entrar a cualquier hotel sin problema, no hace falta lugares exclusivos” (Acapulco, marzo 2016).

Es interesante señalar que casi todos los centros históricos de las ciudades que se observaron, se generan diversos tipos de comercio sexual, donde figuran mujeres, hombres y niños en situación de prostitución, proxenetas y policías coludidos con la explotación sexual, además de la vinculación abierta o encubierta de algunas administraciones hoteleras. Así que mientras pueden “abstenerse” de hospedar parejas gais, parecen tener apertura a dinámicas vinculadas a la trata de personas con fines de explotación sexual.

En un restaurant cercano a un hotel del centro de Puebla, unos hombres gais de Tamaulipas, me señalaron:

aquí se puede hacer de todo, hay muchos moteles, bares, vapores y moteles donde podemos meternos, puedes traer tu pareja o hacerte de una bien fácil. Pero si también quieres andar en plan tranquilo, puedes entrar a los cines o restaurantes sin problema, acá la gente te respeta, como que hay más leyes para nosotros (eran tres, sus edades iban de los 27, 29 y 32 años. Profesionistas. Enero 2018).

Conclusiones

Hasta ahora, tras una revisión bibliográfica y de campo, nos damos cuenta de que la actividad turística en ciertos espacios ha dado lugar a que los integrantes de las comunidades gais sean más visibles en la sociedad, insertándose en distintos ámbitos de la vida cotidiana, generando incluso una segregación al interior de la comunidad misma, lo cual, no permite hablar de una homogeneidad, sino de una diversidad en cuanto a las preferencias y prácticas sexo-afectivas.

Este proceso de visibilización ha dado lugar a que se genere una tipología turística, pues como se mencionó anteriormente, la preferencia compartida por algún grupo de individuos o bien, podemos decir, los intereses del turista (Jiménez, 1986), hace que se generen nuevos segmentos en el sector turístico. Este asunto desde luego, puede ser el caso para determinar un tipo de turismo gay, pareciendo una transición a un turismo inclusivo.

Ante la posibilidad de ampliar y diversificar los destinos turísticos que las personas gais pueden estar interesadas en visitar, surge otro aspecto que cobra una mayor relevancia: la aceptación o la negativa de las comunidades receptoras para llevar a cabo cualquier tipo de iniciativa turística, sobre todo al convivir con turistas que tal vez no comparten sus normas, costumbres y creencias, pues ello les generaría incomodidad al percibir que las prácticas de este grupo transgreden sus formas de vida, ante ello sería importante cuestionar las consecuencias que la heteronormatividad y el sistema patriarcal a través del tiempo han impuesto mediante la religión o las instituciones médicas, concibiendo a las preferencias homo-sexoafectivas como “pecado” o “antinatural” (González, 2003).

Al mismo tiempo, la aparición de espacios gay friendly, no ha sido una manifestación solamente de un sistema económico imperante, que busca lucrar con la mayoría de recursos de cualquier índole, sino que podemos entenderlo también como uno de los alcances que ha tenido el discurso de la diversidad sexual, pugnando por una equidad en cuanto a cuestiones jurídicas y sociales, pero sobre todo es una muestra probable de lo que las experiencias turísticas pueden generar en cada individuo al permitirle conocer distintos entornos y seres humanos, lo cual constituye un aprendizaje más de vida.

El turismo gay, podría ser mejor nombrado como lo sugiere López y Van (2013) como turismo homoerótico, pero las delgadas líneas que cruzan el turismo incluyente, siempre podrán estar presentes. Aunque parece que este asunto puede ser intrascendente en los usuarios, quizás lo más importante sea el auténtico ejercicio de los derechos humanos por parte de quienes les atienden. En este sentido, el trabajo sexual parece latente en todo momento. Parece un hecho que, sin importar la edad, la clase o el estado civil, siempre será un servicio al alcance de todo usuario del turismo gay.

Hay estigmatización tanto por ser gay, como de los trabajadores sexuales que les acompañen. Sería importante efectuar un estudio complementario que averigüe si sucede lo mismo con las trabajadoras sexuales en el turismo heterosexual.

Concordamos en la necesidad de observar al turismo como una actividad que va más allá de aspectos económicos. De hecho, coincidimos con enfoques multidisciplinarios, tomando metodologías y técnicas como las que sugiere la misma antropología, aspectos que, por cierto, aquí exponemos. El enfoque de género, también nos invitó a pensar escenarios tales como discriminación, inclusión, identidad y orientación de género, entre otros aspectos, que podemos profundizar en incursiones de campo a futuro.

En lo que respecta al trabajo de campo efectuado, podemos observar una necesidad de la generación de espacios turísticos incluyentes con la comunidad gay. También el segmento turístico en los lugares que se incursionó, es complejo entrelazándose el pago por servicios sexuales, el romance y la relación homoerótica, así como las experiencias en busca de esparcimiento sexual presumiblemente pasajeras.

La noción de estructura que habíamos sugerido desde el trabajo de Turner (1988), la pudimos observar representada esencialmente por los prestadores de servicio hotelero, de hecho, son quienes da la impresión, se esfuerzan por mantener un establishment, u orden pre-establecido, que, para este caso, también es sexo-genérico y moral. Es la población gay, la que, mediante su avance en diversos aspectos, ha fijado una nueva agenda referente a un servicio hotelero, así como una actividad turística que se le invierte cada vez más recurso económico.

También se notó que no por ser gay, se puede o debe ser por default incluyente, tolerante y respetuoso de la diversidad sexual. Por otra parte, las culturas gais masculinas en México, parecen más visibles e incluso “toleradas” en algunos espacios del país, asunto que potencia que muchos “espíritus emprendedores” oferten una demanda cada vez más abundante y sofisticada.

Actualmente, en México, sabemos poco del tema expuesto, así como de los contextos, resultados e impactos en las comunidades locales de este tipo de turismo, que, por cierto, se presume que ya forma parte de las ofertas y expectativas de la población mexicana y extranjera. La propuesta de este tipo de turismo “emergente”, seguirá afinándose, parece que se gestó para ser perenne, haciendo falta ver los procesos de adecuación y significados desde enfoques “no tradicionales”. Nos seduce la idea que averiguar si la iniciativa discurrida aquí, tiene aspiraciones del ejercicio de los derechos humanos o es simplemente un producto para lucrar con un segmento de la población. Aquí abonamos unos primeros pasos para seguir en una discusión un tanto empírica, con ánimos de que no concluya.

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1Lo entenderemos como un régimen, histórico, social, económico y político, cuyo punto medular es el varón, como medida de todas las cosas y su objetivo es colocar en segundo plano a las mujeres y todo aquello que se vincule con la noción de lo femenino.

2Considerada para este caso, como la imposición legal de la práctica erótica y afectiva heterosexual, como única en cualquier entorno social.

3Se puede averiguar información al respecto desde el siguiente link, consultado el 9 de febrero de 2017, desde: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/08/11/parejas-gay-y-heterosexuales-pueden-adoptar-determina-la-corte-623.html

4Consultada el 9 de febrero de 2017, desde: http://www.mardigras.org.au

5Aquí se encuentra una referencia electrónica consultada el 3 de junio de 2019, desde: https://www.casacondesa.com/

6Me aclaraba que era un joven con el que tenía un “romance” pero que además le daba dinero para comprarse “sus cositas”.

Recibido: 06 de Noviembre de 2020; Aprobado: 02 de Septiembre de 2021

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