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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.18 no.47 Ciudad de México sep./dic. 2021  Epub 17-Oct-2022

https://doi.org/10.29092/uacm.v18i47.871 

Dossier

Significados y representaciones de juguetes en Medellín: 1910-1940

Meanings and representations of toys in Medellin 1910-1940

María Isabel Giraldo Vásquez* 

Juliana Cuervo Calle** 

*Docente investigadora en el Departamento de Diseño del Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín. Hace parte del grupo de investigación de Artes y Humanidades y coordina el semillero de investigación de Cultura Material en la misma institución. Correo electrónico: mariavasquez@itm.edu.co

**Docente de cátedra en el departamento de Diseño del Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín y coordinadora del semillero de investigación en Territorio en la Institución Universitaria Pascual Bravo. Correo electrónico: juliccg@hotmail.com


Resumen

El texto reflexiona sobre la importancia del juguete en la ciudad de Medellín entre 1910 y 1940 como una representación de realidades sociales y culturales: se analizaron definiciones del juguete durante la época, formación de modelos de infancia y cambios en la concepción de estos. Se referencia la importancia que comienzan a tener los niños en educación, salud y familia; así como en el mercado infantil en el que se encontraban los juguetes. Se enfatiza en las funciones de estos, su relación con las clases sociales y su papel en distinguir géneros y roles sociales. Se concluye que los juguetes sufrieron transformaciones tanto en materialidad, como en forma y función que influyeron en los cambios del concepto de infancia existente hasta ese momento.

Palabras clave: Medellín; juguete; cultura material; infancia; género; representaciones

Abstract

The text reflects on the importance of the toy in the city of Medellín between 1910 and 1940 as a representation of social and cultural realities: definitions of the toy during the time, formation of childhood models and changes in their conception were analyzed. Reference is made to the importance that children were to have in education, health and family; as well as in the children’s market where the toys were found. Emphasis is placed on their functions, their relationship with social classes and their role and distinguishing genders and social roles. It is concluded that the toys underwent transformations both in materiality, as well as in form and function that influenced the changes in the concept of childhood existing up to that moment.

Key words: Medellín; toy; material culture; childhood; gender; representations

Introducción

Dentro del universo de las materialidades, se eligió estudiar los juguetes dado que estos son objetos materiales cargados de valores, de connotaciones y de ideas preconcebidas, y, aunque podría decirse que son pensados y fabricados para jugar, de acuerdo con Borja (1982), se puede afirmar que en sus usos y significados se convierten en elementos de una práctica social que enseña a los niños a adaptarse al mundo adulto inculcando estructuras ideológicas, culturales y mentales de las sociedades. Afín a estas definiciones, encontramos que el juguete es entendido por Walter Benjamin, como producción activa de la cultura (1989). Esta definición establece entonces que el origen de un juguete no es casual, sino que más bien es producto de características culturales que cambian constantemente. Por su parte, el filólogo Gröber afirma que los juguetes están condicionados por la cultura económica y por la técnica de las colectividades (Gröber, citado por Benjamin, 1989, p. 93), lo que reitera que la existencia de un juguete, así como sus características físicas, sus materiales y lo que representa su configuración, están estrechamente ligados con el momento histórico y los valores del contexto al cual pertenece. Asimismo, Baudelaire (1914) concuerda con esta postura en la que los juguetes representan las formas de vida de acuerdo a un tiempo y contexto específico, sosteniendo que estos son la representación de la vida real en miniatura. Esta copia material de las formas de vida, justifica en gran medida que estos sean materia de estudio, pues al comprender el cómo son y explorar los por que de sus características tanto físicas como de relaciones y usos, se pueden identificar y entender muchos aspectos de una cultura, un grupo social o una época determinada.

Existen otras perspectivas desde las cuales el juguete puede ser comprendido como un documento que da cuenta de las características del periodo de tiempo específico al que haya pertenecido y sobre el cuál se quiera comprender algo: “El juguete es un legado cultural de costumbres y valores del pasado, a la vez que una vía de enlace con el propio entorno social y cultural” (Montañés, Parra, et al., 2000, p. 251). En concordancia con esta mirada del objeto como elemento definidor de cultura, Verón explica que el juguete definido como método de reproducción de pensamientos y posturas ideológicas, es equiparado con el libro infantil, afirmando que en sus usos se obtienen resultados similares al reproducir enseñanzas sobre las formas de vida. “El niño, el juguete, el libro infantil y la pedagogía son sujetos, métodos y escenarios donde las ideologías que gobiernan el mundo irradian su proyecto, de manera que este se reproduzca” (Verón, 2004, p. 2).

Es entonces, basándonos en estas definiciones que reafirman la importancia del juguete como elemento definidor de una cultura y como un documento que revela características de un contexto histórico específico, que nos enmarcamos en las primeras décadas del siglo XX, dado el desarrollo comercial e industrial de Medellín y con ello, las múltiples transformaciones del contexto, de sus prácticas y de sus habitantes, incluyendo en estos, a los niños en correspondencia con nuestro objeto de estudio. En el siguiente apartado, se dará cuenta de las principales características del contexto espacio temporal, para posteriormente, continuar con la reflexión.

Contexto histórico

Durante las primeras décadas del siglo XX, Medellín vivió la principal transformación de su historia, pasando de una pequeña aldea a una ciudad moderna. Además de las transformaciones en la arquitectura y el urbanismo, se pueden mencionar también los nacientes servicios públicos con los que se comenzó a contar en las zonas urbanas, el transporte público y privado que se desarrolló y multiplicó de forma acelerada, el surgimiento de nuevas alternativas de diversión y entretenimiento disponibles en la ciudad y finalmente el rápido desarrollo comercial e industrial1 de la ciudad, en el que surgen para esta época importantes industrias y almacenes con mercancías de toda naturaleza y procedencia (Domínguez, 2004).

Así pues, al revisar diferentes fuentes que dan cuenta de lo ocurrido durante las primeras décadas del siglo XX en la historia del país y en especial de Medellín, se puede reafirmar que la ciudad tuvo una marcada vocación comercial antes que industrial, incluso cuando ya emergen las primeras factorías. En cuanto a las consecuencias sociales del proceso de desarrollo y modernización de la ciudad, se afirma que es en esta época en la que con mayor fuerza se afianzan y divulgan mensajes enfocados en la importancia del trabajo y en los cambios de comportamientos y hábitos que supone dejar de vivir en el campo para pasar a una moderna ciudad. Para dar cuenta de esto, encontramos autores como Ricardo Olano, pues entre sus escritos, se evidencia una visión progresista y utilitaria de Medellín, visión que era compartida y defendida por empresarios, industriales y las familias de mayor estatus económico, pues veían en el acelerado desarrollo de la cuidad, un futuro próspero para esta región. La creciente migración a Medellín de personas en su mayoría pertenecientes a los pueblos cercanos y de diferentes clases sociales, generó una rápida transformación y expansión de la ciudad. Se desarrollaron nuevas vías, barrios obreros, espacios para la educación y la socialización, así como fábricas y espacios comerciales.

Entre los cambios más relevantes con respecto a las formas de vida emergentes, se encuentra el especial interés por la educación, principalmente entre las familias adineradas y las élites, quienes veían en ella importante significación social. Esta educación buscaba instruir en saberes específicos2 pero además inculcar valores y modales:

En la Escuela de Minas, Tulio Ospina su rector, incluyó en los contenidos de las carreras, las lecciones de enseñanza de su manual de urbanidad. En la Escuela de Artes y Oficios ocurría lo mismo. Desde la educación se construían e impartían valores acordes a los procesos civilizatorios (Ramírez, 2011, p. 8).

La insistencia por educar a las personas y moldearlos a la vida en la ciudad, se daba porque era necesario adquirir unos hábitos y cumplir ciertas reglas que en la vida rural eran innecesarias: la adopción de horarios, el cumplimiento de normas en el uso de los espacios públicos, la asignación de tiempos y lugares para determinadas actividades, entre otras. Como ya se menciono , la escuela cumplió un papel importante en dicha labor, pero otra institución que las impartía era la Iglesia Católica. Esta cumplía un rol fundamental en el control y regulación de los niños, quienes comenzaron a pasar más tiempo en estos espacios educativos y religiosos, donde les eran impartidas reglas de buena conducta y buenas maneras.

Los niños que no podían asistir a las escuelas (los pertenecientes a las clases bajas) eran formados para servir como trabajadores en las nacientes industrias y se les inculcaba el respeto y valor por el trabajo. Estas labores infantiles eran acompañadas por las mujeres,3 quienes eran la principal mano de obra para la época. Así pues, en las primeras décadas del siglo, se presenta tanto la consolidación de la Medellín comercial, como el nacimiento de la ciudad industrial en la que se convirtió en décadas posteriores. En este contexto, el juguete atravesó en la ciudad una historia similar. Para las tres primeras décadas del siglo XX, se encontraban en la prensa, en los almacenes y distribuidoras, casi de forma exclusiva, juguetes importados y, solo hasta finales de 1940, se empiezan a vislumbrar algunas producciones locales de factura simple.

Importación de juguetes en las primeras décadas del siglo XX y la naciente producción local en Medellín

En Colombia, los juguetes artesanales o autoconstruidos por los niños o sus padres se evidencian de forma marcada a mediados del siglo XIX, cuando la mayoría de los niños, generalmente pertenecientes al campo, “jugaban con objetos de la vida diaria o con sencillos juguetes de barro, madera, semillas, huesos o cuero, que construían sus propios padres imitando animales domésticos o sencillos artefactos del hogar (Aristizábal, 2015, p. 11).

Estos juguetes de origen artesanal, predominaron en Colombia hasta la llegada del juguete industrializado. Otra forma en la que estos se originaban, aparte de la fabricación familiar y doméstica, se daba por parte de zapateros, sastres, herreros y carpinteros locales que aplicaban las técnicas y materiales propias de sus oficios para la elaboración de estos objetos al igual que sucedía en Europa siglos atrás (Londoño y Londoño, 2012, p. 82) (ver Figuras 1, 2 y 3).

Juguetes artesanales elaborados en Colombia. De izquierda a derecha: (1) Maromero en madera, pintado a mano. (2) Camión furgón de lata. (3) Mariposa para arrastrar en hojalata que bate sus alas al rodar, pintada a mano. Colección particular Rafael Castaño, Museo del Juguete, 2014.

Figura 1, Figura 2 y Figura 3 

Luego de la segunda Guerra Mundial, la industria se concentra en Estados Unidos y posteriormente en Japón. Ésta industria impacta a Colombia de forma marcada solamente hasta comienzos del siglo XX, pues hasta entonces, como se dijo anteriormente, predominaron los juguetes construidos por los padres, los niños o artesanos locales. Complementando lo anterior, Cárdenas (2012, p. 33), señala que en las primeras décadas del siglo XX los juguetes importados dirigidos a los niños ricos de Colombia provenían en su mayoría de Europa, y afirma que Estados Unidos también participó en el mercado de juguetes en nuestro país en esta época, pero de forma mucho más tímida que los países europeos. A partir de 1930, la participación de Estados Unidos en las exportaciones a países suramericanos se populariza mucho más, sobre todo para la época de navidad (ver Figura 4). Debido a este carácter de objeto importado y, por ello más costoso, tener uno de estos juguetes era signo de lujo y de ser un habitante de la nueva vida urbana, dejando atrás muchas características de las formas de vida del campo: “De este modo, juguetes como triciclos y patines aparecían en la década de 1930 haciendo alusión a los cambios en los paisajes de los barrios residenciales” (Cárdenas, 2012). Así, en estos objetos (patines, carros, coches, patinetas) que comenzaban a usarse por algunos niños de las familias más adineradas, se podían evidenciar muchos cambios, tanto de la ciudad como de las emergentes formas de vida en ella.

Figura 4 Anuncio publicitario en el que se resalta el origen canadiense y estadounidense de los juguetes, a su vez que se popularizaban objetos como patines, coches y triciclos, lo que respondía a la masificada vida urbana de esta época. La Defensa, diciembre, 1947

En Colombia, las comercializadoras de juguetes importados hasta la década de los 40, y luego de producción local, multiplicaban su oferta en vísperas de la navidad. Los juguetes no eran aún objetos de común adquisición y para muchos niños de la ciudad solo se tenía acceso a ellos en época decembrina. Este marcado aumento en la oferta juguetera se evidencia al comparar publicaciones como revistas femeninas o infantiles y periódicos de la época en los que se encontraban muchos más anuncios entre noviembre y diciembre, mientras que en otros meses del año estos eran realmente escasos, así como su oferta y compra (ver Figuras 5, 6 y 7).

Figura 5 Anuncio publicitario de Juguetes importados para navidad. El Heraldo Antioquia. Diciembre de 1936

Figura 6 Anuncio publicitario de Juguetes importados de venta en el Ley en época de navidad. El Heraldo Antioquia. Diciembre de 1936

Figura 7 Anuncio publicitario de Industrias Buffalo en el que se oferta gran variedad de juguetes de producción local, para comerciantes y clientes. La Defensa. Diciembre, 1947

En el país, comienza la producción de juguetes en serie y de forma más masiva en materiales como la hojalata, el hierro fundido, el celuloide y plástico a mediados de la década de 1940. Una de las principales razones del auge de esta producción local, era la imposibilidad de acceder fácilmente a las importaciones a causa de la Segunda Guerra Mundial. Los primeros diseños obtenidos de forma local, eran réplicas en miniatura del universo objetual de los adultos así como de modernas invenciones como carros o aviones (ver Figura 8). Entre las fábricas más representativas en el país se encontraban: Kico de Barranquilla, fundada en 1928 (ver Figura 9); Fábrica Nacional de Muñecas que nace en 1940; Plastiflex, fundada en 1941, que se consideró como la mejor fábrica de muñecos colombianos; Industrias Búffalo que nació como industria en Medellín fabricando juguetes en hojalata y la fábrica Grulla, que producía juguetes de caucho.

Figura 8 Anuncio publicitario de juguetes. En él se puede ver una amplia lista de juguetes industriales entre los que resaltan materiales como el plástico o la tela; mecanismos como cuerda o mecanos y replicas en miniatura de objetos como aviones o carros. La Defensa, 20 de noviembre de 1947

Figura 9 Anuncio publicitario de Kiko, una de las primeras industrias jugueteras del país. Ofrecen los juguetes plásticos como algo “novedoso”. El Tiempo, noviembre de 1942

Los juguetes y sus significados

En cuanto a los significados que contenían los juguetes de la época en mención, Aristizábal, afirma que:

La instrucción de oficios y labores se comienza a ver de forma marcada con los juguetes industriales tanto importados como de producción local en los que la relación entre niño y trabajo se ve más reafirmada y clara… En los juguetes industriales podrían reproducir más detalladamente y con mayor realismo, los trabajos útiles de la vida adulta (2015, p. 11).

Esta posibilidad de realizar réplicas de objetos de los adultos que a su vez representaban roles y oficios, respondía entre otras razones, a las posibilidades que ofrecían los materiales emergentes con la industrialización del juguete. Así, materiales como la hojalata, el plástico o el celuloide permitían replicar detalles en formas, texturas y colores, lo que antes era limitado a través de la producción artesanal o aficionada. En la siguiente imagen de un anuncio publicitario, se mostrará cómo en una extensa lista de juguetes de origen industrial e importados por la librería Buffalo en 1929, se ofertan juguetes que representan oficios, roles de las niñas y desarrollos de la época. Algunos juguetes materializaban oficios de los adultos y estaban dirigidos hacia un público masculino (juegos de herramientas, carros de bomberos, cajas de construcción, camiones de cuerda). Otros representaban el rol hogareño en el que se resaltaba el uso femenino, entre los que se encuentran “juegos de muebles para niñas”, “vajillas para niñas” y “muñecas que dicen mamá”. Además de estos diferenciados por géneros, se ofertaban invenciones como trenes, automóviles de lata, aeroplanos, camiones de cuerda que representan en miniatura desarrollos tecnológicos del mundo adulto de la época (Figura 10).

Figura 10 Anuncio publicitario de la comercializadora de juguetes importados Buffalo. El Heraldo Antioquia, diciembre de 1929

Para discutir sobre los tipos de juegos que realizaban los niños y lo que estos significaban en su formación, es necesario reconocer algunas características de sus formas de vida en esta época: En Colombia, la importancia que se le ha dado a la infancia ha variado considerablemente a través del tiempo. En la época de la Colonia, la niñez no fue considerada como una etapa en la que se debía poner el interés, pues mientras se estaba en ella se era visto como un adulto en pequeño formato. Solo hasta finales del siglo XIX, esta etapa de la vida humana comienza a ser relevante, pero es en el siglo XX cuando el niño pasa a ser protagonista, considerándose este periodo como el siglo de la infancia, donde los menores pasan a ser objeto de intervención del estado y la economía, gestándose una mentalidad de derechos y no solo de obligaciones. El niño es entendido como el hombre del mañana y responsable del bien futuro. Así, proteger, conocer y civilizar la infancia se convirtió en un propósito que involucró acciones privadas y públicas (Londoño y Londoño, 2013, p. 113).

Para explicar de mejor forma estas transformaciones del concepto de infancia en este periodo en Colombia, ya no desde la importancia otorgada a los niños como lo hace Londoño (2013), sino desde la influencia de los contextos y las instituciones sobre la infancia, Pachón y Muñoz (1991) hacen uso de metáforas que resumen el espíritu de cada época y su relación con los niños. Así, definen que a lo largo del siglo se pasó de una metáfora rural de finales del siglo XIX, a una religiosa y militar de comienzos del siglo XX, luego a una metáfora científica y por último una tecnológica. Debido a que el periodo de la presente investigación se enmarca en la primera mitad del siglo, los acontecimientos que caracterizan la época estudiada y, de acuerdo con lo planteado por los autores, los niños en este periodo estarían permeados por una realidad primero rural y luego religiosa y militar. La metáfora científica alcanza a permear los niños en la década de 1940, periodo en el cual ya era un poco más común el acceso a la educación y la preocupación por su higiene y salud es ya mucho más visible.

Estas metáforas que dan estructura a cada época del siglo XX, cobran sentido en la medida en que se comprende que la transformación del concepto de infancia va de la mano con los procesos de modernización del país. Los desplazamientos de los habitantes del campo a la ciudad entre 1920 y 1930, implicaron procesos acelerados de urbanización y, a su vez, conllevaron la necesidad de alfabetizar a esa nueva población urbana. A raíz de esto, se multiplicaron las escuelas y se hicieron las primeras reformas educativas en las cuales el niño pasa a ser el centro de atención (Robledo, 2007, p. 637). Es así como esos nuevos valores otorgados a la infancia, hacen que ésta sea considerada como un periodo de la vida entendida en términos del futuro y la esperanza de la nación. Comienzan entonces a popularizarse creaciones pensadas para los infantes y es así como el juguete industrial comienza a aparecer de manera más habitual en la vida de los niños, principalmente en los pertenecientes a las élites, aunque aún importados. Esta nueva percepción del menor, en la que ya ocupaba un papel relevante dentro de la sociedad, se evidenció en enseñanzas de buenas maneras y costumbres impartidas en las escuelas a los niños, en publicaciones periódicas dirigidas a una audiencia infantil o, bien, en secciones especiales para menores de las revistas y periódicos dirigidos a un público adulto. Así, era común encontrar consejos para ser un niño o niña de bien. Por ejemplo, en la publicación seriada La niñez, de 1917, se lista una serie de buenos comportamientos que se aconsejaba a sus pequeños lectores:

Buenos consejos:

— Que nunca te vean ocioso.

— Si no puedes ocupar tu mente en ningún trabajo de la inteligencia, ocúpate en un oficio manual.

— Cuando hables, mira a la persona a quien te diriges.

— No frecuentes sino buena sociedad.

— Que jamás te vean con persona viciosa, porque la buena reputación se debe conservar a todo trance.

— No te dejes llevar por la tentación si no quieres caer.

— Al acostarte nunca dejes de examinar tu conciencia, y repasar lo que has hecho y dicho durante el día, y no te duermas sin haber levantado tu espíritu a Dios. (La niñez, 1917).

Además de impartir lecciones de buen comportamiento y buenos consejos para ser personas de bien, la modernización trajo consigo una latente preocupación por la higiene personal y por la inculcación de costumbres de aseo corporal, de la que los niños hacían parte fundamental. La importancia otorgada a la higiene infantil, influyó para la importación y posterior producción de numerosos productos cosméticos y de aseo (ver Figuras 11 y 12). Por su parte, en lo referente a la alimentación infantil, se promocionan múltiples productos alimenticios que prometían potenciar la fuerza, la vigorosidad y la salud de los menores como futuros ciudadanos productivos. Generalmente, en los anuncios de este tipo se comunicaban enseñanzas a padres y niños sobre buenos hábitos (ver Figura 13). El mercado vio en los niños recién llegados a la ciudad y que pertenecían a familias adineradas, un gran potencial comenzando a diferenciar necesidades específicas en vestuario, alimentación, higiene, en sus espacios domésticos y en sus juguetes, que distaban de las de un adulto. En la siguiente cita se muestra un ejemplo de la forma en que, a través de revistas femeninas, se mostraba a las mujeres las necesidades de los menores, ya mencionadas:

El cuarto del niño, ese recinto sagrado que alberga a nuestros pequeñuelos, es en la vida moderna objeto de una atención, de una ternura especial. Entre las innumerables exposiciones de todas clases que anualmente se celebran en Berlín, siempre figura alguna destinada a mostrar al mundo los últimos modelos de todo lo que de cerca o de lejos afecta a los pequeños: desde biberones hasta lujosos cuartos infantiles… todo lo que hoy rodea al niño es considerado desde un aspecto higiénico, pero también como fuerza creadora de inteligencia y fantasía… En su cuarto los muebles deben ser claros y limpios, los juguetes al alcance de las pequeñas manos y los objetos al alcance de las miradas curiosas. Esto con el fin de ir despertando en el niño cualidades amables, aficiones, gustos, cariños y aspiraciones (El Gráfico, 1933).

Figuras 11 y 12 Las nacientes normas de higiene y cuidado de la salud del menor, sirvieron para abrir un mercado infantil antes poco explorado. Se promocionan un sinfín de productos pensados para el cuidado corporal de los niños y niñas y en la generación de hábitos de higiene: Anuncio de Polvo dentífrico importado de Estados Unidos, en el Periódico El Heraldo de Antioquia, 1929. Anuncio de Talco Mennen, producto importado para el cuidado de la piel de los bebés. El Heraldo Antioquia, 1939 .  

Figura 13 La naciente inclusión de los niños dentro del mercado de productos alimenticios, evidencia que la infancia cobra importancia en el ámbito comercial, al igual que en otros que ya se han mencionado. En este anuncio, vale la pena resaltar el mensaje con el que se promociona Quaker Oats (Producto importado), en el cual se resalta la preocupación por el futuro adulto que esta detrás del niño, y de forma más especifica por su vitalidad y productividad para la vida laboral: “¿cómo será cuando llegue a grande? ¿Sera fuerte y activo o débil y enfermizo?”. Revista El Gráfico, enero 14, 1933

Las distinciones sociales se evidenciaban también en la educación, la cual a pesar de los notables cambios con respecto al siglo XIX, continuaba estando reservada para los niños de las familias pudientes, quienes tenían profesores particulares o asistían a escuelas privadas o religiosas. Por otra parte, los niños de familias sin muchos recursos económicos generalmente se integraban al medio laboral a los diez años, ocupándose de labores agrícolas o domésticas y era a partir de este momento donde el niño cobraba más importancia y atención por parte de los adultos, pues se consideraba como una persona productiva (Rodríguez, 2009).

En este contexto, en el que el concepto de infancia se transforma y cobra mayor importancia para entidades públicas y privadas, para la escuela, la Iglesia y para la familia, el juguete cumple un papel fundamental en la definición de los comportamientos de los niños en la ciudad, en la definición de los papeles sociales de cada género (niño y niña) y en la distinción de las clases sociales altas.

El Juguete como diferenciador social

En las primeras décadas del siglo XX, la oferta juguetera en Medellín era muy reducida; los productos a los que se podía acceder eran en su gran mayoría importados, por lo que sus precios eran elevados y esto los ponía solo al alcance de unos pocos. La oferta juguetera se ampliaba de forma considerable sólo en vísperas decembrinas, época en la cual era más común que una mayor población infantil pudiera acceder a un juguete. Los niños pertenecientes a familias adineradas, generalmente en las que sus padres viajaban a Europa, recibían como regalos juguetes de origen industrial, que lucían en las fotos infantiles y familiares. Así, en las páginas sociales de revistas femeninas y en prensa de la época, se encuentran fotografías de niños y niñas con elegantes vestidos y acompañados generalmente de algún juguete que connotaba estatus y distinción. Resaltaban entre ellos, muñecas y peluches para las niñas y carritos para los niños, y generalmente se especificaba a qué familia pertenecía el menor (ver Figura 14).

Figura 14 Mariluz Uribe Jaramillo, niña del Doctor Ricardo Uribe Escobar y de la señora Lía J. de Uribe E. Posando con su gran peluche. Letras y Encajes, diciembre, 1928

Fotógrafos de la época, como Benjamín de la Calle o Melitón Rodríguez, en sus colecciones personales, también guardaron la memoria de los niños, registrándolos en decorados estudios y acompañados por algún juguete. De este último tipo de fotografías, se desconoce si los juguetes pertenecían a los niños que aparecen en las imágenes o si son parte de la ambientación propuesta por el fotógrafo. Sin embargo, el acceso a las fotografías en este periodo no era para una mayoría, pues también se asociaba con estatus, por lo que se puede deducir que los niños allí registrados pudieron ser los dueños de esos juguetes (ver Figuras 15 y 16).

Figura 15 Gabriel A. González y hermanas, 1918. Fotografía de Benjamín de la Calle, en la que se puede observar a las dos niñas con bebés de juguete. Biblioteca Pública Piloto, 1918. 

Figura 16 Niña Ana Teresa Tolosa, 1929. Fotografía en estudio en la que posa con una muñeca de plástico. Para la época, se puede inferir que es importada. Biblioteca Pública Piloto, 1929

Así como las clases sociales se podían resaltar a través de la posesión de algún juguete importado, como se verá a continuación, las distinciones entre niños y niñas también eran reforzadas por la promoción y uso de juguetes de acuerdo al género.

Los juguetes como marcadores de distinción entre géneros y roles sociales en la Medellín de la época

Para comprender cómo el juguete ofertado en las comercializadoras de la ciudad, en su mayoría aún eran de carácter importado, y cómo reforzaban las marcadas distinciones que para la época se hacían entre niños y niñas, es importante reconocer de qué manera se marcaban estas diferencias desde otros aspectos. Una de estas formas encontradas fue el vestuario. Para las décadas de los 20 y los 30, se ve cómo el vestuario que es ofertado y enseñado a confeccionar a las amas de casa, tienen claras distinciones entre los géneros. Las prendas para las niñas son con mayores detalles en sus bordados y acabados, sus colores son claros y en tonos pastel, se caracterizan por ser más delicados, lo que resalta esta cualidad en el comportamiento de las niñas. Por su parte, los vestidos para los niños, se elaboran sin mucho detalle o bordados y sus tonos son más oscuros y neutros, lo que habla también de que los niños podían ser en sus comportamientos, más rudos. Para dar cuenta de estas características, se revisaron algunos instructivos para la confección de trajes para niños en el hogar, por género, como se muestra en las Figuras 17 y 18, así como publicidades de insumos y telas para la confección de estas prendas, en la Figura 19.

Figuras 17 y 18 Trajes para niña y para niño, con claras diferencias en sus diseños, detalles y colores. Se resalta en el texto que acompaña la imagen del traje de niño, la importancia de que por medio de su uso no se pierda la “dignidad varonil”. El Heraldo Antioquia, 1929

Figura 19 Anuncio publicitario de telas Fabricato, de origen nacional. En la imagen se puede ver que en el vestuario existen claras diferencias entre géneros. El Gráfico, noviembre, 1934

Estas imágenes de los trajes de niños y niñas vienen acompañadas de un completo instructivo, en el que se evidencia cómo las modas importadas de otros contextos, se deben elaborar haciendo uso de bordados, piedrecillas y adornos, así como de telas con diferentes colores vistosos e hilos perlados. Para los niños, explican que no debe confeccionarse prendas con adornos, solo con algunas puntadas a mano para generar pequeños contrastes, lo que estará en “armonía con la dignidad varonil del niño de 4 o 5 años”. El color que predomina aquí es el marrón.

En concordancia con lo anterior, se analiza que las distinciones por género no solo se veían reflejadas en el vestuario. En La Niñez, publicación periódica nacional de la década de 1910 dedicada a un público infantil, se muestra cómo se buscó inculcar desde la Iglesia, la escuela y la familia, ciertos valores, claramente marcados de acuerdo al género: En la niña se resalta su función en el hogar, su modestia, sencillez y el amor, como se puede ver en un corto relato sobre los ideales de la niña de bien que se cita a continuación. Por su parte, en el niño se resalta el estudio, el sacrificio, la renuncia al placer, el trabajo duro y el orgullo por la patria, tal como se narra en una metáfora sobre el niño de bien; ambas pertenecientes a la misma publicación de 1917:

La niña modesta:

No puede ser verdaderamente modesta sino la niña cristiana. Es decir, la niña que ama a Dios más que a sí misma y los placeres del mundo. La niña modesta vence la vanidad pensando que la belleza del cuerpo nada vale ante la del alma. La niña modesta vence el orgullo pensando que toda belleza es don de Dios. La niña modesta es un ramillete de sencillez, humildad, amor y alegría. La niña modesta perfuma el hogar, santifica la sociedad y se asegura la felicidad verdadera.

La montaña azul:

Este hermoso niño está viendo a lo lejos, en su imaginación, una montaña azul, muy azul. Es la cumbre de la vida. A ella se sube solamente con la virtud y el estudio. Las faldas ásperas son: Hay que hacer esfuerzos, perseverar, renunciar a algunos placeres y trabajar sin descanso si se quiere subir a ella. Pero este niño subirá, porque es bueno y quiere honrar a Dios, a sus padres y a sí mismo. En esa cumbre brilla la luz, se comprende el mundo y se vislumbra el cielo. ¡Subid a ella todos vosotros, los niños de la patria! (La niñez, 10 de noviembre de 1917)

En ambos textos se resalta la vida cristiana y el respeto por Dios. En esta visión del niño y la niña, se sigue conservando la idea de que la infancia era una etapa de preparación y de formación para la vida del adulto y así poder esperar ser útil para la sociedad, ya fuera dentro del hogar (mujeres) o en el trabajo (hombres). Además de evidenciarse claras diferencias entre géneros, así como en sus comportamientos y funciones dentro de la ciudad modernizada, se puede ver cómo en publicidades de juguetes, existen separaciones entre la oferta juguetera exclusiva para niños de la de las niñas, siendo ésta última notablemente más escasa (ver Figura 20).

Figura 20 Anuncio del periódico El tiempo, diciembre, 1938. Oferta de juguetes importados para niño y para niña. Aunque la publicidad ofrece juguetes para la ciudad de Bogotá , el periódico El Tiempo era de distribución nacional, por lo que dicha publicidad llegaba a Medellín también. 

Este ejemplo de publicidad, en el que se diferencian los juguetes de acuerdo al género, no es el único encontrado en la búsqueda realizada en dichas revistas. En la mayoría de anuncios, se hace claramente la diferencia al nombrar algún juguete relacionado con las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, siempre nombrando el calificativo “para niñas”. Así, se pueden encontrar “cocinitas para niñas”, “muñecas y bebés para niñas”, “vajillitas para niñas” y “planchitas para niñas”, entre otras (En la Figura 19, también se muestra otro ejemplo en el que se ven las distinciones de juguetes de acuerdo al género).

Retomando la Figura 20 sobre publicidad de juguetes, se analizan varias cosas: La primera es la amplia y variada oferta a disposición de los niños, entre la que se encuentran juegos de mesa, juguetes bélicos, carros, invenciones tecnológicas como teléfonos, telégrafos o proyectores de cine, trenes y buques o juguetes para ser usados en el espacio público como pelotas, triciclos o patines. Por el contrario, para las niñas, se mencionan solo unos pocos, los cuales comparten la cualidad de ser de uso doméstico y de replicar labores femeninas del hogar. A las niñas se les ofrece máquinas de coser, mobiliarios, estuches para labores, vajillas, muñecas y muñecos. Lo que demuestra con claridad las intenciones formativas diferenciadas tanto para niños como para niñas.

Aparte del papel del juguete como manifestación material de las distinciones sociales de los niños más adinerados y de las claras diferencias entre los géneros del niño y la niña, el juguete de la época se iba insertando y reforzando la educación que se le impartía a los niños, así como en su formación como ciudadanos de la naciente Medellín, a través de mensajes relacionados con el valor por el trabajo, la productividad, la educación, los buenos modales y el respeto a Dios.

Para entender de una mejor manera estos mensajes y la forma en la que son portados por los juguetes; podría decirse que si bien estos, no componen un texto (en su sentido estricto), se comportan como tal, representando a través de sus componentes formales, funcionales y de uso, un sentido creado y compartido por un determinado grupo social. Así, puede afirmarse que, los juguetes son códigos; es decir, un conjunto de signos que están dispuestos de cierta manera con el fin de ser leídos; y, que los lenguajes comunes que poseemos como miembros de una cultura, posibilitan el entendimiento, la interpretación, la construcción (o deconstrucción) de los mensajes que esos “textos” no lingüísticos, o signos tienen para comunicarnos.

Ahora bien, comprendiendo que los discursos se suelen asumir como elementos propios de la lingüística, puesto que su estudio está más asociado con la decodificación de los contenidos; en ciertos casos, como en el presente estudio, se evidencia que no solo es posible encontrarlos y comprenderlos, por medio de la lectura de la lengua, sino también, a través de otro tipo de “textos” como en este caso, los juguetes, entendidos como discursos no lingüísticos con sentidos. Así, los juguetes como discurso, también son susceptibles de ser decodificados bajo una lectura atenta, mediada siempre por la historia y por el contexto en el que estén inmersos, denotando en su materialidad un contenido.

Para comprender un poco mejor la idea explicada líneas arriba, de los juguetes como textos y elementos discursivos no verbales, vale la pena mencionar a Roland Barthes (2001), para quien el discurso es un fenómeno que se construye en colectivo, más allá de ser una postura propia de un autor determinado. Para el semiólogo, estudiar el discurso cobra sentido, en tanto es el camino para comprender la “imaginería” que un colectivo social, genera sobre un objeto puntual en un momento histórico especifico, y no necesariamente en lo que pueda decir una producción textual esporádica.

A modo de cierre

Antes de la inserción de estos juguetes importados en la naciente sociedad paisa, los juguetes hasta finales del siglo XIX eran en su mayoría de elaboración artesanal, a cargo de pequeños artesanos que dominaban técnicas y materias como la cerámica, la madera, el cuero y los textiles en general. La invención de los juguetes en esta época no estaba a cargo solo de artesanos. Los padres e incluso, los mismos niños se dedicaban a definir y producir sus propios juguetes, haciendo uso de materias primas naturales o pequeñas partes de otros objetos, esta dinámica posibilitaba originalidad y autenticidad de los juguetes ideados.

Dado que los juguetes son representaciones materiales en miniatura del contexto y de los objetos que tienen a su alrededor; se pudo evidenciar cómo antes de los procesos de modernización de Medellín los juguetes eran réplicas de animalitos, de sencillas herramientas domésticas o de trabajo rural y muñecas. A medida que transcurren los años de las primeras décadas del siglo XX y el contexto de Medellín se hace cada vez más urbano y menos rural, la presencia de juguetes importados de carácter industrial se hace mayor y con ellos nuevos significados, nuevos juegos, nuevas representaciones. Los juguetes industriales representan invenciones tecnológicas de la época en la que se encuentren, enseres y objetos del hogar pero, a diferencia de los artesanales, en estos se podían evidenciar muchos más detalles y realismo, juguetes para uso en el espacio público como trenes, carros, bicicletas o patines, entre otros. Con la llegada de estos objetos y al ser tan novedosos y de acceso solo para unos pocos, al no contar en ocasiones con piezas de repuesto o personas conocedoras de su adecuado mantenimiento, al no conocer en ocasiones cuál era el significado o función de alguno de estos objetos se considera, tal como ocurrió con los objetos industriales que llegan a la ciudad a comienzos de siglo, que su apropiación (por lo menos en esos primeros momentos) fue parcial e incompleta, lo que implicó entre otras, su desuso al poco tiempo de la adquisición, la realización de algunas modificaciones por parte de sus dueños buscando adaptarlos a su nuevo contexto o la consecución, con el tiempo de insumos y tecnologías que posibilitaran su mantenimiento y posterior réplica.

Frente a la reflexión general del artículo, se puede concluir que los juguetes usados en Medellín sufrieron una serie de transformaciones y estas influyeron en el cambio del concepto de infancia existente hasta ese momento: En la vida rural que caracterizó a Medellín hasta finales del siglo XIX e incluso en los primeros años de la década de 1900, los juguetes al ser de elaboración casera o artesanal, no constituían un diferenciador de élites o clases sociales; así como tampoco eran muy marcadas las diferencias de género. Posteriormente, el mercado juguetero se empezó a potenciar y esto refleja el protagonismo que comenzaron a tener los niños en la sociedad colombiana y antioqueña en el proceso de modernización. Se puede decir entonces que los mensajes implícitos de los juguetes industriales, llevan en esencia la exaltación de los procesos de desarrollo industrial, técnico y tecnológico, así como una valoración del desarrollo de las sociedades hacia la producción y la eficiencia.

Finalmente, y bajo la mirada de la teoría de Barthes, se hace evidente además, que los juguetes permiten materializar el discurso a partir del cual, se construyen y refuerzan determinados imaginarios, significados y representaciones que la sociedad (en este caso, de la Medellín de principios de siglo), produjo sobre los conceptos de infancia, género, roles sociales, entre otros.

A partir de esto se comprende que, al estudiar (leer) los juguetes, desde su forma, función, contexto y formas de uso (que van más a allá del mero acto “inocente” de jugar), lo que en realidad se lee son elementos extralingüísticos de los discursos sociales y de los imaginarios que se construyen a su alrededor, comprendiendo las causas, pero también las consecuencias de la inmersión de esos objetos dentro de la vida cotidiana, y de las intenciones “formadoras” y “educativas” derivadas del cómo comportarse e interactuar con estos objetos, dadas las reglas (culturales) implícitas en su uso. Es así pues, que de acuerdo con (Pérez, 2008, p. 231), “el discurso se vuelve un repertorio de imágenes constituidas como “unidades de sentido” que dan, precisamente, sentido al decir y al hacer común sobre un objeto.”

Fuentes consultadas

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Fotografías

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1Las primeras industrias que surgieron en la ciudad permitieron generar los cimientos y posibilitaron las bases para los desarrollos industriales posteriores, que ubicaron a Medellín como un polo del desarrollo nacional e identificaron al departamento de Antioquia como la región industrial por excelencia durante todo el siglo XX: En 1905 Medellín contaba con 54.946 habitantes y la industria crecía como “espuma del revuelto mar”[1], en palabras de Enrique Echavarría, empresario de la época. Algunos ejemplos que dan cuenta de esto son las empresas que se conformaron durante los primeros años del siglo XX: Cervecería Antioqueña (1901), Compañía Antioqueña de Tejidos (1902), Zimmerman, Tagnard y Compañía (1903), Bébidas Posada y Tobón -hoy Postobón- (1904), Coltejer (1907), Harinera Antioqueña (1912), Noel (1914), Manufactura Nacional de Sombreros (1914), Compañía Nacional de Puntillas (1916), Fábrica Nacional de Conservas Alimenticias (1917), Coltabaco (1919), Compañía de Calzados Rey Sol (1919),Compañía Nacional de Chocolates (1920), Fabricato (1920), Fundición y Talleres de Robledo (1920), entre otras. Esta variedad de industrias da cuenta de los diferentes sectores económicos que se formaron en las primeras décadas del siglo XX en la ciudad: para mayo de 1916 ya existían en Medellín más de 70 industrias dedicadas a la producción de cigarrillos, granos, bebidas, tejidos y libros entre otros y, en la década de los 30 se consolidaron las tres bases fundamentales de la industria Antioqueña: textiles, bebidas y tabaco. El recorte cronológico entonces de esta pesquisa está definido pues por las décadas de 1930 a 1950, dos décadas en donde el proceso de industrialización de la ciudad tuvo su mayor auge y desarrollo. (Giraldo, 2013).

2Las carreras con mayor renombre en las primeras décadas del siglo eran Medicina (estudiada por quienes buscaban ascenso social) e Ingeniería (estudiada por quienes querían crecer económicamente). Estas se impartían en la Universidad de Antioquia y en la Escuela de Minas respectivamente. Otra carrera que impulsaba a las personas a migrar a Medellín en busca de estudios era Derecho (Ramírez, 2011).

3Se atribuye el progreso de las fábricas a la gran cantidad de mujeres empleadas en ellas. Por un lado la mano de obra femenina se destacaba por su agudeza visual, su resistencia física y su disciplina, y por otro lado constituía la mayoría en las nóminas de dichas fábricas debido al bajo coste en sus remuneraciones (al igual que la remuneración del trabajo infantil), además de la consideración de que el trabajo que realizaban no requería de mayores conocimientos previos o demasiadas habilidades, características que propiciaron una masiva contratación de las fábricas para diversos cargos operarios (Reyes, 2005).

Recibido: 04 de Mayo de 2021; Aprobado: 20 de Agosto de 2021

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