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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.18 n.45 Ciudad de México Jan./Apr. 2021  Epub Sep 27, 2021

https://doi.org/10.29092/uacm.v18i45.830 

Reseñas

Caravaneros” Diálogos entre la academia y los actores de la transmigración contemporánea

Héctor Parra García* 

*Becario posdoctoral en el Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Correo electrónico: hparra_garcia@hotmail.com

Oviedo, D. 2020. Caravaneros. México: Festina


En los últimos veinte años hemos sido testigos de una transmigración sin precedentes en la historia de la humanidad. Afectaciones climáticas, desastres naturales, despojos territoriales y violencias por grupos criminales dan origen a movilizaciones masivas nunca antes vistas en “tiempos de paz”. Como respuesta a esta “crisis migratoria global” el terror y la violencia se han consolidado como los principales mecanismos de gubernamentalidad de los flujos migratorios.

Países del norte global encomiendan a sus vecinos del sur que contengan a los migrantes por medio de la gestión necropolítica de sus territorios. Para ello disponen de todo tipo de recursos: infraestructuras de detención, tecnologías de vigilancia, armamento, autoridades migratorias corruptas, contubernio con grupos criminales, etc. Quizás la herramienta contenciosa más eficaz es la construcción por parte de los medios de comunicación de la idea del sujeto migrante como el “otro” salvaje y violento, basurizando la humanidad de los migrantes. Surge la necesidad de crear nuevas narrativas que devuelvan la voz y la dignidad de los sujetos que protagonizan los éxodos del siglo XXI.

En esta coyuntura surge el libro “Caravaneros” de Douglas Oviedo como un fuerte llamado a la humanización de los sujetos que ejercen su derecho a no morir. Escrito en forma de novela, el libro narra -desde la perspectiva de sus actores- las experiencias de solidaridad y cuidados que ocurrieron en la caravana centroamericana que comenzó en San Pedro Sula, Honduras y que transitó por México en octubre de 2018. Muestra como las redes de cuidados colectivos que ensayaron las caravanas, interpelaron la realidad distópica del tránsito migratorio por territorio mexicano. Las narrativas que conforman el libro de Caravaneros representan fuentes primarias imperdibles para comprender el trasfondo histórico que motivaron los proyectos de partida, así como los múltiples actores que hicieron posible estas transmigraciones colectivas.

Douglas Oviedo es el autor del libro y a la vez es El Pastor, uno de los personajes más emblemáticos del relato. Coincido con Adam Elfers y Kei Kurimoto en ver en Douglas “un puente” (p.7) ya que su liderazgo, fraternidad y amor por el prójimo significaron una fuerza de unidad para los migrantes que padecieron de hambre, hostilidades, desconfianza y violencia, durante las caravanas y al toparse con el muro fronterizo en Tijuana.

Otros protagonistas de este relato son Paquito, joven hondureño de 15 años hostigado por una banda en su localidad; Gloria una mujer abandonada por su pareja que emprende el viaje con sus dos hijos y Chuy, un oficinista despedido por no apoyar al Partido, que caravanea para mantener a su familia. A lo largo de las travesías de estos caravaneros, se pone énfasis en las cotidianidades e imaginarios colectivos que sostienen sus proyectos migratorios, así como el potencial que dichas tramas tiene para descentrar la violencia que padecen.

La hermandad y solidaridad que surge con quien se pone “en nuestros zapatos” se replica en diversos diálogos entre los migrantes: “Pues ya somos familia” (p. 49) le replica Paquito a Gloria cuando le sugiere que se hagan compañía en cuanto se conocen, caminando juntos durante toda la caravana; “Hermano, yo no te voy a dejar botado, tú has sido mi compañía y mi ayuda (…) si yo paso, tú también pasas” (p. 143) le contesta Manuel a Chuy para que registre su solicitud de asilo.

La estrategia más elemental, pero la que quizás mejor engloba toda la potencia subversiva de las caravanas, fue la de sostener la vida colectiva. A lo largo de diversos diálogos se recoge la importancia que tuvo la deliberación constante de las estrategias de movilidad y de descanso, considerando siempre la vulnerabilidad de la retaguardia de la caravana -conformada principalmente por niños, mujeres y ancianos-, y sobre todo a raíz de las primeras redadas del Instituto Nacional de Migración (INM) en Chiapas. “Todos o nada, déjenos pasar” (p. 75) “ahora la caravana va a proteger a los más vulnerables” (p. 102) fueron las constantes consignas en cada uno de los movimientos de la caravana.

La dimensión de género fue crucial en la construcción de estos autocuidados colectivos. Sin el compromiso que supuso cuidar la vida de todos -sobre todo por las mujeres jefas de familia- la adhesión de los grupos más vulnerables a la caravana no hubiese sido posible y con ello, quizás, no se hubiera tenido tanta visibilidad mediática. El compromiso de Paquito, Chuy y Manuel de apoyar en todo momento a Gloria y sus hijos, reflejan la politicidad de cuidados que se ensayó en estas caravanas.

A nivel político, diversos relatos del libro nos muestran cómo las caravanas fueron también una estrategia de denuncia colectiva a las responsabilidades de los gobiernos centroamericanos por las condiciones de desigualdad económica y violencia estructural que padece la mayoría de sus ciudadanos. Al incorporar la manifestación política, las narrativas de los migrantes adquirieron otra forma de pertenencia identitaria, sobre todo desde un ejercicio de ciudadanía en exilio, con la cual los migrantes luchan por su derecho a residir en México. A nivel orgánico la dirección política de la caravana parece descansar en la legitimación de facto que tuvieron desde el comienzo algunos miembros de la caravana como El Pastor apodado “el Moisés del éxodo centroamericano” (p. 105). La convergencia de diversos grupos étnicos y sociales generaron un punto de partida de una nueva identidad migrante: el caravanero que migra colectivizando una diversidad de recursos sociales (contactos, información, conocimientos, capacidades de movilidad, etc.): “Aquí en México ustedes dejaron de ser salvadoreños, nosotros dejamos de ser hondureños, guatemaltecos o nicaragüenses para ser migrantes, que no se te olvide, eso somos: migrantes” (p.115) advierte El Pastor a un portavoz de un grupo de salvadoreños que decidieron no unirse a la caravana.

Una atmósfera espiritual-devocional atravesó a las caravanas, y más aún en los momentos donde el principio de esperanza se ve menguada. La metáfora del exilio del pueblo judío en las sagradas escrituras conforma una narrativa muy poderosa de El Pastor al equiparar la huida de la esclavitud de los hijos de Israel con la huida de la miseria, la violencia y la corrupción por parte de los pueblos centroamericanos (p.68); así como mostrar la vigencia de la persecución de los faraones egipcios con los dispositivos de persecución de los estados modernos.

El libro termina con el arribo y los primeros intentos de organización de la caravana para solicitar asilo en Tijuana. Numerosas experiencias de organización y lucha por la visibilidad del derecho a migrar han sucedido después, sobre todo con la participación creativa y activa de Douglas Oviedo en distintas formas de organización y lucha política de los migrantes en las ciudades fronterizas.

El libro muestra la importancia de las caravanas, las cuales fueron una innovadora estrategia de autocuidado migrante pero, sobre todo, develaron una nueva forma de agencia política: los caravaneros que, migrando, ejercen su derecho inalienable a sostener sus vidas, defendiéndose de la violencia y ejerciendo de manera autónoma su ciudadanía más radical.

Además de un valioso ensayo de divulgación para todo tipo de público, los relatos que recogió Douglas en las caravanas muestran una oportunidad de diálogo indispensable para la academia contemporánea, ya que vuelven a dar sentido epistémico al entendimiento sustantivo e integral del auge migratorio contemporáneo. Partir nuevamente de los relatos testimoniales, significa rehacer las narrativas de la migración, recuperando junto con la historia de los propios protagonistas, sus voces, sus sensaciones y contradicciones, poniendo limites espacio-temporales de sus experiencias, pero también poniendo límites a las representaciones construidas por otros de estos actores.

De la misma manera, supone hacer un ejercicio de memoria desde la historia oral, reclamando y dando un lugar a ese relato que se construye colectivamente, que no da cuenta de todo el fenómeno, que nunca es completo, que tiene sus fisuras y sus contradicciones, pero que permite la recuperación de sentidos de las experiencias vividas que en numerosas ocasiones quedan soterradas en el campo de la escritura y de la representación mediática.

Los relatos y las narrativas testimoniales no se rescatan como una acción unilateral del testigo, sino como un proceso de co-creación. En ese sentido, celebro este ejercicio de restitución de la memoria colectiva hecha libro para la lucha de/para/por los migrantes.

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