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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.18 n.45 Ciudad de México Jan./Apr. 2021  Epub Sep 27, 2021

https://doi.org/10.29092/uacm.v18i45.815 

Dossier

Imaginación y memorias de lo translocal de niñas y niños migrantes centroamericanos en tránsito por México

Imagination and memories of the translocal of Central American migrant girls and boys in transit through Mexico

Dulce Rocio Reyes Gutiérrez* 

*Doctorante en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: cay_123@hotmail.com


Resumen

En este artículo se analiza cómo las niñas y niños migrantes centroamericanos construyen lo translocal en su realidad, haciendo uso de la imaginación y la memoria, en un contexto transnacional y contingente como el que experimentan en su proceso de movilidad. Se delinea un argumento que privilegia la voz de las infancias, sus memorias y proyecciones, y examina los medios comunicativos, las redes sociales y familiares, a través de las cuales se va configurando su imaginación. Finalmente, se realiza una aproximación analítica que ve a esas construcciones subjetivas-objetivas como una forma de resistencia ante las condiciones de vulnerabilidad y violencia que enfrentan en el tránsito.

Palabras clave: Imaginación; memorias; translocal; agencia; niñas y niños migrantes

Abstract

This paper analyzes how Central American migrant girls and boys construct the translocal in their reality, making use of imagination and memory, in a transnational and contingent context such as the one they experience in their mobility process. An argument is outlined that privileges the voice of childhoods, their memories and projections, and examines the communication media, social and family networks, through which their imaginations are configured. Finally, an analytical approach is made that sees these subjective-objective constructions as a form of resistance to the conditions of vulnerability and violence they face in transit.

Key words: Imagination; memories; translocal; agency; migrant girls and boys

Introducción

El mundo actual, supone interacciones de un nuevo orden e intensidad (Appadurai, 2001), pues las divisiones geográficas, ecológicas, culturales y de interacciones, han cambiado. Ya no solo son las guerras a gran escala ni las religiones, las que permiten el intercambio cultural, se ha incluido el dinero, el comercio y las migraciones como formas modernas de nexos, no sólo entre naciones, sino entre culturas.

La imaginación en la construcción de la vida social ha cobrado renovada relevancia en momentos en que las imágenes y su difusión, a través de diversos medios de comunicación, influyen en los procesos culturales globales. La imaginación como práctica social es un eje central en el nuevo orden global y en las prácticas transformadoras.

Los procesos migratorios, que son complejos y cambiantes, se han convertido en activos espacios trasnacionales (Appadurai, 2001). En la actualidad, ya no se puede presumir de hacer acercamientos sociales y antropológicos puros de lo local o de lo global, pues las perspectivas individuales y colectivas de la vida cotidiana han ampliado su escala y dimensiones a lo transnacional y desterritorializado. Con esto no se pretende afirmar que no exista lo local, sino que ya no está solo, sino en constante intercambio con lo global y se transforman mutuamente.

La vida imaginada está relacionada a diversos realismos que van más allá de lo local o de lo cotidiano, que pasan por construcciones mentales y sociales varias, a través de las cuales se van construyendo las percepciones, acciones, relaciones, deseos, motivaciones y memorias.

En ese sentido, este artículo realiza una aproximación sociocultural a la imaginación y las memorias como constructoras de la realidad de lo translocal de niñas y niños migrantes centroamericanos en tránsito, es decir, sobre la conexión que hay entre sus experiencias y espacios en lo local y sus construcciones subjetivas sobre lo global.

La propuesta teórica de la antropología culturalista de Arjun Appadurai, que pasa por la imaginación, la representación, lo simbólico y la construcción de lo real, guiará este texto. Esto nos permitirá ampliar la comprensión de la construcción de lo local y lo global entre los grupos sociales que están en contacto con diversas informaciones que hacen referencia a otras latitudes del mundo, así como a otras culturas.

La pregunta que dirige estas líneas es: ¿Cuáles son las ideas de lo translocal, que niñas y niños migrantes centroamericanos en tránsito, construyen a través de su imaginación y sus memorias? Para poder contestar a ella, se delinea un argumento que, con base en entrevistas realizadas a niñas y niños1 migrantes centroamericanos que transitan por México y con diversos encuentros con ellos, ellas y sus familias, apoyan la comprensión de cómo su imaginación permite conformar esas construcciones subjetivas-objetivas y cómo ese proceso puede ser una forma de resistencia ante las condiciones de vulnerabilidad a las que se enfrentan.

Dichas entrevistas se realizaron entre enero y febrero de 2020, en la ciudad de Tapachula, Chiapas, en el Centro de Atención a Niñas, Niños y Jóvenes Migrantes del DIF estatal, también llamado “Centro de día”, como parte de la investigación doctoral denominada “Subjetividades de la violencia de niñas y niños migrantes de la región centroamericana en tránsito por México”. Fueron 9 entrevistas semiestructuradas a niños y niñas menores de 18 años solicitantes de refugio en México, provenientes de Honduras, El Salvador y Nicaragua, con el objetivo de lograr una aproximación a sus vivencias, tanto de su lugar de origen como del tránsito.

Dichos encuentros se realizaron en varios días con cada uno de los entrevistados por las dificultades metodológicas, pues se buscó hacer un acercamiento preciso a sus experiencias con una entrevista a profundidad, por ello, la guía era extensa y los niños y niñas se cansaban de contestar las preguntas, o bien, tenían actividades por realizar en el centro de atención, como jugar, estudiar, comer o compartir. Dichas entrevistas se grabaron en audio y se transcribieron para trabajarlas analíticamente. Los nombres han sido cambiados para resguardar la identidad y seguridad de las y los informantes.

Se solicitó autorización tanto del DIF estatal, como de los padres acompañantes, quienes firmaron un consentimiento informado que contenía la explicación básica de la investigación, y con el cual, autorizaron el uso de la información obtenida en las entrevistas. En dicho documento también se incluye la rúbrica del niño o niña, quien autoriza la entrevista, pues es él o ella quien brinda la información, y aunque su firma no tiene validez para efectos legales, sí tiene un amplio significado simbólico y de investigación social.

Imaginación y memoria en la construcción de lo translocal

En 2019 tuve la oportunidad de beber un jugo frío con la poetisa Chary Gumeta en su cálida tierra, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, como parte de mi proceso de investigación sobre infancias migrantes en tránsito por México. Me contó varias historias de menores de edad: dificultades en el cruce por el Río Suchiate, la vulnerabilidad de ellos y ellas al viajar solos y toparse con adultos explotadores, hasta algunas vivencias en La Bestia, en albergues y parques. Una de las historias que recuerdo muy bien y que forman parte de su libro de poesía Despatriados (2018), permite ejemplificar cómo las personas en movilidad van construyendo sus presentes y futuros a partir de lo que imaginan.

Llevo tu nombre tatuado en el brazo

del que me sostengo en esta travesía.

Atrás quedaron aquellos días

en que juntos decidíamos la vida.

Comíamos comida americana

en McDonald´s

Burger King

y Kentuchy Fried Chicken

para acostumbrarnos

en ese futuro que vislumbrábamos juntos.

Pasamos horas imaginando

qué compraríamos con los primeros dólares;

todo se quedó atrás,

la ropa de segunda mano que compré

en la “paca”

pensando que ya no la necesitaré

porque allá todo será nuevo,

hasta mis pensamientos.

… Elegí viajar sin vos

y sin tu cariño

porque vos sos lo bueno.

Sólo me acompaña la muerte.

Es la historia de una pareja centroamericana joven que planeó e imaginó su vida en Estados Unidos. Lo que hacían en su país de origen iba construyendo su realidad. Sus actos, provenientes de deseos e ilusiones, los acercaban a la vida que buscaban tener en el futuro. Su idea de lo transnacional, fue conformando también su vida en lo local. Al final, la travesía ya no la comenzaron juntos, pues él, al escuchar en los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales y por comentarios de conocidos, sobre los riesgos que viven las mujeres al cruzar México, imaginó un escenario terrible para ella y decidió viajar solo. Fue una decisión que tomó por lo que pudo suponer que sucedería en el camino, y a la vez, construyó su realidad. Viajó solo, ella se quedó en su país de origen y desde entonces su amor se dividió y quedó en sus memorias.

El trabajo de la imaginación es un elemento constitutivo de la subjetividad moderna, que se encuentra en disputa y negociación simbólica constante y a partir de la cual los individuos van agregando lo global a sus prácticas de lo moderno. Con los cambios tecnológicos del último siglo, pasó a ser un hecho social y colectivo (Appadurai, 2001).

La imaginación, que siempre ha sido parte de los repertorios de las sociedades, puede ser expresada en sueños, canciones, fantasías, mitos e historias. En un mundo globalizado, saturado de vidas trasnacionales, las posibilidades de vida se amplían, se diversifican e hibridan. “Así, la fantasía se ha convertido en una práctica social, que está implicada, de muchas maneras, en la fabricación de vidas sociales para mucha gente de muchos países” (Appadurai, 2001, p. 68).

Appadurai habla con gran vehemencia de la imaginación, que permite comprender que es un elemento primordial en la construcción de cualquier sociedad y cultura. En el caso de los niños y niñas, pasa lo mismo, la imaginación no es un obstáculo para comprender y construir su realidad, sino un paso para la creación de sus vidas y entornos.

Hacer referencia a la imaginación nos hace pensar a la fantasía como un sinónimo, sin embargo, de acuerdo a la propuesta de Appadurai (2001), la fantasía es un pensamiento individualista alejado de los actos y proyectos futuros que se puede disipar, al contrario de la imaginación, que tiene un sentido proyectivo y colectivo, que es el combustible para la acción.

La memoria también tiene un sentido colectivo, pues aunque se puede distinguir entre memoria individual y memoria colectiva, ambas son una construcción que conjuga lo objetivo y lo subjetivo, el pasado, presente y futuro y los espacios. La memoria se construye desde la experiencia, en cualquiera de sus dos tipos: experiencia vivida o experiencia percibida. La primera hace referencia a la aprehensión de vivir la vida, lo que provoca reacciones mentales y emociones, y la segunda, comprende los conocimientos formalizados y reproducidos histórica, social y culturalmente (Betancourt, 2004).

La memoria no sólo trae el pasado al presente, sino que reconstruye el presente y proyecta el futuro. La memoria es un pasado vivido, a través del cual el sujeto entra en contacto con un pasado más o menos lejano, que se puede entender como un marco en el que están prendidos los recuerdos personales (Halbwachs, 1995).

Es así como la memoria se convierte en una compleja conjunción de elementos que incluyen las evocaciones, acuerdos, alusiones, narraciones (Ramos, 2013), percepciones, olvidos y reflexiones en constante cambio, cargados de significados, que a su vez, dotan de sentido al mundo objetivo.

Las niñas y niños centroamericanos huyen de sus contextos, ya sea por los grupos armados del narcotráfico, las pandillas, persecuciones políticas, reunificación familiar o la violencia doméstica (CIDH, 2014) y al compartir en el tránsito sus memorias o experiencias en sus lugares de origen, permiten identificar que las construcciones de lo que viven están permeadas de lo globalizado, pero no pierden la esencia de lo que han vivido en sus países, más bien, se convierten en una construcción subjetiva-objetiva translocal. Sus memorias o narraciones, muestran elementos de la nación de origen, que se mezclan con alguna de las naciones de destino o imágenes proyectadas hacia lo global, lo que permite construir sus memorias imaginativas.

Mucho de lo local evoca lo global y viceversa, por las experiencias que otros tienen sobre lo que supera las fronteras dibujadas por los Estados-nación. Hay un mundo más allá del país en el que se nace y esos espacios transnacionales se van construyendo subjetivamente, se transmiten con el lenguaje y se comparten socialmente. Hay un nexo entre lo que se imagina local y globalmente, lo que se construye a partir de ello y el sujeto mediador entre ambos.

En el mundo actual, la construcción de lo local no puede estar tan alejado de lo global, pues ambos son productos históricos que se interconectan y se afectan mutuamente, por lo cual, Appadurai afirma que lo totalmente nacional probablemente ha llegado a su fin.

Los estudios sobre globalización, transnacionalismo y migración, en la actualidad, no pueden estar alejados de la idea de articulación entre grupos culturales nacionales, regionales o internacionales, incluso en los primeros trabajos antropológicos que abordan lo local y lo global, como el de Eric Wolf (1982), se privilegiaba el estudio de las fronteras bien delimitadas, lo local continuaba atado a un espacio determinado, y lo global, desprendido del espacio (Ayora, 2007).

Con relación a la construcción de lo translocal, se puede entender que es diversa y “… producto de condiciones distintas de relación entre distintas formas de lo local-local y lo local-global” (Ayora, 2007, p. 141), superando la idea y postura esencialista de lo local o de lo global como dos entes que tienen sus espacios y condiciones específicas, abordándolo como una relación culturalmente interdependiente.

El concepto de translocalidad, busca trascender la dicotomía local-global, y aborda los procesos de movilidad e intercambio cultural, el intercambio y negociación de significados, las relaciones desiguales de poder y a los sujetos sociales o agentes que median esas transformaciones en los significados de prácticas, discursos y valores culturales (Ayora, 2017).

Dania, una chica hondureña de 17 años, solicitante de refugio en México, que tuvo una hija con un joven que se autoadscribió como “pandillero” del Barrio 18, relaciona los problemas de Honduras con los de Estados Unidos y a México lo considera un lugar de oportunidades y donde la gente es buena. Esto lo ha hecho a partir de la relación con su novio, quien escapó de Honduras hacia el norte, lo que le permitió elaborar una historia sobre esos sitios, aunque no los conoce. Cuando se le cuestionó si su objetivo era llegar a Estados Unidos, dijo:

No, porque la vida allá es igual. Todo mundo dice Estados Unidos, Estados Unidos, pero es lo mismo, la misma delincuencia, la misma gente, hay mucha gente mañosa [como en Honduras]. Entonces no, voy a hacer vida acá [en México], si ya algún día me sale alguna oportunidad de ir a Estados Unidos, tal vez de visita, pero hacer vida allá no, porque también la vida allá es súper ajetreada, mejor acá lo voy a intentar (Dania, hondureña, 17 años).

A pesar de que varios de los niños y niñas hablan de Estados Unidos como un lugar para estar en un futuro, por la expansión de la cultura estadounidense, hay otras latitudes, como varios estados de México y Centroamérica que están en su imaginación y su vocabulario, pues muchas de sus redes familiares y sociales ya les hablan de esos nuevos espacios para quedarse a residir, o bien, porque visualizan un futuro en ellos.

Así como Dania, otros y otras niñas migrantes, a pesar de no conocer más allá de su espacio local, saben de la existencia de otros países y manifestaciones culturales, los imaginan y comparten, por lo que escuchan o experimentan en su núcleo social, como en el caso de Mary, Memo y Kenia.

Nosotros conocimos a los licenciados, a la madre que manda el albergue y a las amigas de ella, pero las amigas de ella ya están más arriba (Mary, hondureña, 10 años).

Yo quiero continuar el camino hacia donde están mis dos hermanos mayores…. En Estados Unidos, Wisconsin (Memo, nicaragüense, 12 años).

El hermano que le digo que quedó en Honduras, no sé nada de él. Uno está en Ciudad Juárez, con mi hermana, las demás hermanas mías también, están pequeñas. Ellos están allá, pero del otro hermano no sé nada (Kenia, hondureña, 17 años).

El “están más arriba” de Mary, hace referencia a otro estado de México, al cual, las amigas de la madre que organiza el albergue en el que estuvieron hospedadas ella y su mamá, se han ido a otro sitio de México. Claramente se ubica que al hablar de arriba, es estar más cerca de Estados Unidos, a donde ella desea llegar.

En el caso de Memo, él construye lo translocal a partir de lo que sus padres, hermanos y él mismo, han experimentado al vivir en Estados Unidos. Deportaron al papá quien no tiene documentos migratorios en regla, entonces, toda la familia tuvo que regresar a Nicaragua, y por causas de persecución política,2 decidieron volver como familia a Wisconsin, el lugar donde los dos hijos mayores ya se encuentran, pues tienen la nacionalidad estadounidense.

Con lo que respecta a Kenia, sus memorias e imaginación de lo translocal pasa por una conexión entre su país de origen y el sitio donde se encuentra su hermano, así como un lugar desconocido donde se localiza su otro hermano, que puede ser cualquier lugar de Honduras o del mundo.

Además, los niños y niñas migrantes, generan una relación con lo que van viviendo y conectan sus memorias imaginativas de lo translocal, ya sea a través de la comida, el lenguaje, el tiempo, los espacios de vida o las relaciones con los otros migrantes y nacionales. Esa re-construcción se da a través de un “ayer” que se reinterpreta en el “hoy”, para abrir posibilidades diversas a las construcciones del “mañana” (Ramos, 2013), como son los casos de Memo y Ángel.

Aquí en Tapachula no hay de esa especie de limones, otra, que lo cortan chiquito, así, y allá, el limón que nosotros tenemos es ácido… ácido, y era como un fresco de limonada, la hacíamos allá, le echábamos su hielito (Memo, nicaragüense, 12 años).

El recorrido lo que me gustó es que vi un río así grande, enorme y ya después vi como una caimán, un cocodrilo… ya después abrió bum, abrió las patas, ya después se lo comió y lo vi que grande era, hasta la cola le vi que era así, como de aquí a aquí [señala una distancia].

- ¿Y en dónde fue eso?

En Monterrey…

- ¿En dónde?

No, no [se ríe], yo pensaba que estábamos arriba [reímos]. Mmmm, ¿cómo es que se llama?… Guatemala. (Ángel, nicaragüense, 8 años).

Los estudios culturalistas, como un área de análisis desde la antropología o las ciencias sociales, pueden abordar la relación entre la comunicación, las migraciones masivas y la globalización, pues “cada vez parece que más gente imagina la posibilidad de que, en un futuro, ellos y sus hijos vayan a vivir o a trabajar a otros lugares, lejos de donde nacieron” (Appadurai, 2001, p. 21). Por ello, resulta esencial que se abra al diálogo y al análisis, el papel de la imaginación en las migraciones modernas y las nuevas estrategias de movilidad.

Medios y redes de información en la construcción de la imaginación

Arjun Appadurai hace mención de un marco elemental para explorar las diferentes dimensiones de los flujos culturales globales, que denomina “paisajes”: paisaje étnico, paisaje mediático, paisaje tecnológico, paisaje financiero y paisaje ideológico. Para acercarnos a una comprensión más amplia de la imaginación en la construcción de las memorias de lo translocal, se retomarán dos de estas dimensiones: la étnica y la mediática.

El pasaje étnico hace referencia a las “[…] personas que construyen el cambiante mundo en el que vivimos; los turistas, los inmigrantes, los refugiados, los exiliados, los trabajadores invitados, así como otros grupos e individuos en movimiento que hoy constituyen una cualidad esencial del mundo […]” (Appadurai, 2001, p. 47) y que usan la imaginación para poder moverse, al ritmo de los cambios de los Estados nación, de las políticas internacionales y de las necesidades culturales.

El paisaje mediático se refiere a la “[…] distribución de equipamiento electrónico necesario para la producción y diseminación de información (periódicos, revistas, estaciones de televisión, estudios de cine, etcétera) […] que proveen un gigantesco y complejo repertorio de imágenes, narraciones y paisajes étnicos a espectadores de todo el mundo” (Appadurai, 2001, p. 49). De esta manera, es difícil que se pueda diferenciar el mundo real del imaginado y lo local de lo global, pues el repertorio de información que llega es general y mercantilizada para públicos diversos.

Cuando las personas migran se reagrupan en nuevos lugares, con nuevas personas y construyen sus propias historias y proyectos étnicos. Pero estos no sólo son individuales sino colectivos y trascienden también las fronteras, gracias a las modernas formas de comunicación. Se comparten esas ideas y forman parte de ese paisaje étnico.

Los países del norte de Centroamérica -Guatemala, El Salvador y Honduras - tienen una larga historia de migración internacional, principalmente hacia Estados Unidos y Europa. A causa de las guerras civiles de la segunda mitad del siglo XX y la pacificación formal centroamericana en los años noventa del mismo siglo, con la cual se abrió la puerta a la esperanza de poner fin de la violencia y trabajar en favor del desarrollo económico, social y político (Armijo y Toussaint, 2015), grupos de migrantes huyeron hacia otras latitudes de forma permanente. Con el tiempo se fueron generando redes familiares, comunitarias y sociales que han conformado ese paisaje étnico como elemento estructurador de la imaginación de niños y niñas en movilidad. Esto es, sus redes familiares y societales proveen de información que permite ir desarrollando una idea de lo que puede ser lo no local, lo no conocido, lo que se puede esperar, como lo ilustra el poema de Chary Gumeta y la voz de Ángel.

Mis dos hermanos primero se fueron, mis dos hermanos mayores que ya están en Estados Unidos y nosotros desde Nicaragua fuimos a Honduras, yo creo… o a El Salvador, uno de los dos. Después de Honduras o El Salvador a Guatemala, después de Guatemala… (Ángel, nicaragüense, 8 años).

La conformación de paisajes étnicos o la inclusión en alguno de ellos, por decisión o por azares del destino, también permiten desarrollar esa conexión imaginativa entre lo local y lo global. El lenguaje es una de esas formas en las que se puede expresar la relación que se va haciendo de las vivencias y saberes en lo local y las que se obtienen en el tránsito migratorio, como una forma de obtención de información sobre lo global. Traspasar las fronteras físicas y ampliar nuestros aprendizajes, también apoyan en la construcción social de lo translocal. El caso de Salvador de 13 años, nos permite mostrar que lo que se aprende en el camino va dando espacios a la imaginación y relaciones sociales.

- Oye, algunas palabras que recuerdes que use la gente en tu país que acá no se usen.

- Mmmmm, aquí dicen chido y allá dicen “chio”, allá “cipotes” le dicen a los niños.

- ¿Y a qué se refieren?

A los niños. Aquí le dicen chamaco y allá le dicen cipote. Así les dicen y “cipote, vení para acá y ya viene uno”. Aquí porque no me he acoplado bien… (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Asimismo, lo que encontramos en su círculo de relaciones, en lo local, también da pautas a imaginar y pensar en lo global. Conocer a personas migrantes en la nación de origen conforma ese paisaje étnico que sensibiliza la imaginación de lo translocal y que va construyendo las relaciones sociales con quienes son de fuera. El caso de Salvador es importante de mencionar, pues su entorno social le abrió las puertas a saber de lo transnacional, no sólo para el momento que él pudiera migrar, sino para acoger y convivir con quienes lo han hecho a su entorno local.

- ¿Cómo es [tu amigo]?

- Es chele, y además es de las dos, filipino y salvadoreño.

- ¿Por qué?

- Porque su papá es filipino.

- ¿Su mamá salvadoreña?

- Sí, y es bien grandote (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Por otro lado, el paisaje que también desarrolla la imaginación, es el mediático, pues los medios de comunicación digitales influyen ampliamente en las construcciones mentales y sociales de la realidad y la cultura, incluso en otros espacios como el político. “La transformación de las subjetividades cotidianas por obra de la mediación electrónica y el trabajo de la imaginación no sólo es un hecho cultural. Está profunda e íntimamente conectada con lo político…” (Appadurai, 2001, p. 26).

Las modernas formas de conexión digital, como las redes sociales virtuales, la televisión, la radio o los instrumentos de comunicación como la computadora o el teléfono celular, acercan imágenes e ideas de lo global cuando se está en el país de origen, y de lo local, cuando se ha salido de él. Permite imaginar sitios no visitados y recordar lugares o momentos ya experimentados, como es el caso de Dania, quien salió de Honduras huyendo de amenazas de pandillas, pero que continúa en contacto con su padre quien acababa de salir de la cárcel cuando ella comenzó su movilidad y él ahora se encuentra en Honduras, con quien está en comunicación:

A veces por medio de mi hermano, le hace videollamadas pero a la niña [su hija]. Pero de yo hablar con él, no… A veces yo escucho, y sólo la dejo hablar unos 5 o 10 minutos con él… (Dania, hondureña, 17 años).

Para Dania no es grato hablar con su padre, pues intentó matar a su madre y es la razón por la que su mamá también migró a México. Entonces, cuando habla por videollamada con él, Dania recuerda los espacios, los lugares y las personas que la amenazaron y la violentaron en repetidas ocasiones, por eso no quiere volver a Honduras jamás. Al saber de su padre, su memoria evoca imágenes no gratas, pues la imaginación no siempre es amable, pero sí, despierta prácticas transformadoras. En el caso de Dania la expectativa que evoca es no volver a Honduras y comenzar una vida en México desde cero, que le brinde seguridad y más oportunidades de trabajo y estudio. Como sucede también con Salvador quien no quiere volver a su país ni recordarlo, pues también huye de la persecución y amenazas de muerte a su familia, sin embargo, él, como muchos niños y niñas, quiere ir a Estados Unidos, un país que imagina más próspero y menos inseguro.

- Que ya no me quiero ni regresar ni quedarme aquí.

- ¿A dónde te gustaría ir?

- A Estados Unidos (Salvador, salvadoreño, 13 años).

El uso de aparatos electrónicos de comunicación son esenciales para desarrollar la imaginación de lo translocal, pues no sólo emiten imágenes de lo que sucede más allá del país de origen, sino lo que sucede en lo local, en la comunidad de donde ellas y ellos son originarios. La televisión, la radio, brindan información que va ampliando la imaginación del entorno cercano, por ejemplo, de las problemáticas que se viven y que son consecuencias de las migraciones, o bien, desarrolla las memorias de lo local.

Les dije: ya no nos vamos a volver a ver porque me voy para Estados Unidos, porque aquí ya le digo como estás. ¿Ya supiste las noticias?, le digo. No, me dicen. ¿Ni te dice tu papa lo del agua? No, y él se pone así como así, que es mentira, y a mi hermano le habla a Oscar, el niño, y le dice mi hermano “Yo también no te voy a volver a ver Jacinto”, y luego le dice a Oscar, “yo también no te voy a volver a ver Óscar, porque ya nos vamos para allá”. Y esa fue mi despedida (Ángel, nicaragüense, 8 años).

Ella me dejó una memoria [usb], me dejó dos memorias y ella me dejó, la cual tenía mucha música, muchas canciones de Nicaragua (Memo, nicaragüense, 12 años).

Así, Ángel, a través de escuchar y ver las noticias sobre los problemas sociales y políticos en su entorno cercano en Nicaragua, se ha creado una idea y necesidad de salir de ahí, por lo cual se despide de sus amigos. En el caso de Memo, también de Nicaragua, el uso de su memoria usb con música le evoca los recuerdos con su hermana que actualmente está en Estados Unidos y a quien no ha podido ver durante un año, además esas canciones de Nicaragua, lo llevan directamente a hacer esa conexión translocal, pues evocan a la vez a su país y a sus vivencias con su hermana, y por otro lado, a Wisconsin donde ella se encuentra y donde él desea estar.

Estos testimonios permiten acercarnos a conocer los procesos de movilidad de los migrantes menores de edad, no sólo identificar las causas, sino cómo se enfrentan subjetivamente a esas realidades por las que van transitando, que muchas veces son marginales y violentas, similares a las que huyen. Los niños y niñas entienden lo que pasa tanto en sus países de origen como en los de tránsito y llegada, y a partir de ellos, construyen sus propios escenarios ideales y reales.

Ellos y ellas son parte de esos procesos de movilidad poblacional y las construcciones que van realizando individual y socialmente, tienen un valor tan importante como las de los adultos, y además, son abstracciones subjetivas del mundo objetivo, proclives a ser investigadas y analizadas. La imaginación y la memoria son dos categorías que ellos y ellas usan para seguir caminando o resistiendo ante los embates no sólo económicos, sino sociales, ambientales y culturales.

Lo translocal y la agencia, para superar las violencias

Niñas y niños centroamericanos que transitan por México, ya sea acompañados o no acompañados, con objetivo de quedarse en este país o llegar a Estados Unidos, provienen de contextos terriblemente desiguales y violentos. Además, son vulnerados en el camino, pues se enfrentan a diversas dificultades y violencias estructurales, culturales y directas, entre todas ellas, a la violación de sus derechos fundamentales.

De acuerdo a un Informe de la Mesa Transfronteriza Migraciones y Género (2018), las principales violaciones y peligros son: tener privaciones alimentarias, no contar con condiciones dignas de alojamiento e higiene, enfermarse y no contar con servicios de salud, sufrir un accidente y no ser atendidos, morir, quedarse lisiados/incapacitados, ser violentados física, sexual y psicológicamente con los consecuentes daños a su salud física y mental y la exposición a otros riesgos (ETS, VIH-Sida, embarazos), ser engañados, ser víctima de asaltos/robos, ser secuestrados, ser traficados, ser víctimas de trata, ser detenidos y deportados, la negación del debido proceso judicial, la negación a la justicia, ser víctimas de violación de derechos humanos, la no reparación de los daños, la separación de los hijos u otros familiares y no recibir educación.

Ante este escenario, las estrategias de resistencia que ellas y ellos desarrollan son diversas, como la búsqueda de empleos para poder sobrevivir, oportunidades de educación libre y gratuita, relaciones de amistad y compañerismo para sostenerse y formas de autoseguridad.

La imaginación y la reconstrucción de sus memorias, también son formas de resistir a las condiciones de adversidad y dificultad a las que se enfrentan. Recordar a las personas más importantes que dejaron en su país de origen, sus amistades, sus relaciones escolares, sus experiencias divertidas y felices, así como la promesa de mejorar sus condiciones económicas, de bienestar y seguridad en el futuro, con su arribo a una nación que les permita lograrlo, es una interconexión que se convierte en fortaleza de vida.

Esto se puede explicar a partir de la agencia de niños y niñas, que de acuerdo con el sociólogo inglés, Anthony Giddens, un agente es un ser capaz de desplegar diversos poderes causales, incluido el poder de influir sobre lo desplegado por otros en la vida diaria. “Una acción nace de la aptitud del individuo para producir una diferencia en un estado de cosas o curso de sucesos preexistentes. Un agente deja ser tal si pierde la aptitud de producir una diferencia, o sea, de ejercer alguna clase de poder” (Giddens, 1998, p. 51).

Desde esta propuesta conceptual, se reconoce que los menores de edad son también sujetos de acción y de poder, con lo cual transforman sus realidades en algo deseado, a pesar de que las condiciones estructurales les propongan otro camino y los obliguen a transitarlo. Este poder surge de la necesidad de cambio, de la reflexividad y la capacidad de pensar en resultados deseados (aunque no siempre conscientes), lo que también podría denominarse agencia política, entendida como la capacidad de los sujetos de transformarse de víctimas en actores con autodeterminación.

Así, a través de imaginar un pasado y futuro prometedor, que se construye por diversos elementos, como los étnicos y mediáticos, a los cuales hicimos referencia en el apartado anterior, esto se convierte en una estrategia de resistencia, como diría Appadurai, “Existe una evidencia creciente de que el consumo de los medios masivos de comunicación a lo largo y ancho del mundo casi siempre provoca resistencia, ironía, selectividad, es decir, produce formas de respuesta y reacción que suponen una agencia” (2001, p. 22). Es decir, los medios no son solo estructuras dominantes, sino pautas de transformación, acción y poder de los sujetos.

Ante esos contextos de adversidad a los que ellas y ellos se enfrentan, la imaginación es una forma de ejercicio de la agencia, que permite la sobreviviencia, pues “… las desigualdades más duras y crueles actualmente están abiertas al juego de la imaginación… Es en este sentido que digo que las biografías de la gente común y corriente, son construcciones (o fabricaciones) en las que la imaginación juega un papel fundamental” (Appadurai, 2001, p. 69).

El caso de Dania, una chica hondureña de 17 años, proveniente de un contexto altamente violento, que desde pequeña ha convivido con la guerra de pandillas, que presenció el asesinato de dos de sus primos, vivió con un joven pandillero con quien procreó una niña y es hija de un narcotraficante, según ella ha narrado, migró a México para solicitar refugio y poder vivir dignamente y con seguridad para ella y su pequeña hija.

Acá es súper tranquilo, pues nadie se mete con nadie. Aquí yo me siento como libre, como que vengo saliendo de la cárcel, no sé, porque allá yo, como prácticamente como que no tenía vida, porque no podía andar en la calle, porque me daba temor… Sí, acá voy a hacer vida [en México], mejor, porque si regreso igual me van a matar. Y no, no tengo nada qué ir a hacer, gracias acá tengo a mi mamá y a mi hija, que son las únicas dos personas que me importan (Dania, 17 años).

A partir de cómo imagina México, Dania ha creado un plan de vida a futuro, pues quiere estudiar la licenciatura en Derecho porque ha visto cómo se violan los derechos humanos de las personas y los conflictos que la gente tiene en su vida diaria, por lo que le gustaría apoyarlas. Además, desea encontrar un trabajo de mesera que le pueda permitir estudiar, criar a su hija y sentirse libre.

Con Salvador sucede algo similar, pues aunque no conoce todavía Monterrey -el lugar al que les dieron traslado como refugiados-, salir de El Salvador ha sido reconfortante, pues su familia siempre estuvo en constante peligro, por las extorsiones y amenazas de los delincuentes, ya que siempre ha tenido pequeños negocios para sobrellevar su economía y vivían en acoso constante por los pandilleros. Estar en México ha sido una buena aventura, ya que le gusta conocer nuevos lugares y sentirse tranquilo. Salvador bien puede representar esa capacidad de imaginar y construir una nueva realidad, transformada, mejorada. Así que, seguir el recorrido hacia el norte le ha hecho muy bien a toda su familia y lo muestra en la emoción con que habla de Monterrey, el lugar al que irán a trabajar y a buscar un lugar nuevo para vivir (Diario de campo, 2020).

Es que como… si conozco Monterrey, uno se va a sentir cómo son las cosas y vamos a ir a visitar partes de Monterrey, con mi papá y mi mamá, y cómo siempre me gusta ir a visitar (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Salvador tienen muchas expectativas de un futuro mejor, pero también, sus memorias están permeadas de ideas sobre la inseguridad que en su comunidad existe y que él pudo presenciar directamente, ya que convivía con pandilleros en su colonia. Por eso, al identificar un posible peligro, actúa para protegerse. Lo que vivió en lo local le interpela en su nueva realidad translocal.

- ¿Has sentido miedo o temor al estar aquí en Tapachula?

- Poquito.

- A ver cuéntame, en qué momento.

- Es que cuando veo a alguien que tiene un short más grande y colgadito, ya piensa uno que es pandillero y da miedo (Salvador, salvadoreño, 13 años).

Los casos que aquí se presentan, realizan una clara relación entre las memorias imaginativas de lo local y las construcciones subjetivas-objetivas de lo global. Las niñas y niños centroamericanos arrastran su cultura, sus vivencias y memorias hacia su lugar de destino, y en el tránsito, van construyendo nuevas imágenes en su mente sobre esa relación comparativa entre su vida en lo local y sus ideas y expectativas en el mundo que se ha abierto para ellos. Resisten a las adversidades porque su imaginación les permite construir escenarios más armónicos y abiertos para ellas, ellos y sus familias. Sus memorias y la imaginación con las que las evocan los sostienen de los elementos de su pasado local y los suben al tren de su presente y futuro promisorio. Imaginar es actuar, resistir y transformar.

Consideraciones finales

Esta aproximación a la construcción de lo translocal a través de las memorias, las subjetividades y la imaginación de los niños y niñas en movilidad, nos permite pensar el mundo actual y sus manifestaciones culturales, como fracturado, es decir, carente de regularidades y estructuras, como lo concibe Appadurai, y analizar los flujos culturales trasnacionales.

También, esta perspectiva teórica antropológica, ayuda a superar las dicotomías conceptuales de lo local y lo transnacional, pues es evidente su conexión histórica, social, económica, política y cultural, que va configurando las sociedades actuales.

Queda también en la reflexión, la importancia de la imaginación como constructora de realidades. En el caso específico de las niñas y niños, que son analizados ampliamente por la psicología y la pedagogía, es importante no mirar sus construcciones subjetivas como un obstáculo en la comprensión de su realidad, sino al contrario, como un elemento completamente válido en la construcción de sus vidas y recuerdos, sobre todo cuando abordamos el tema de la movilidad humana, que complejiza esas conexiones mentales y sociales, entre lo local y lo global.

Esas realidades no pueden estar fuera de la conexión temporal entre el pasado, presente y futuro y sus múltiples evocaciones e interpretaciones, que se dan a través de la memoria, y a su vez, nos permiten realizar una conexión entre las diversas experiencias de los niños y niñas migrantes, haciendo uso del lenguaje.

Sus historias imaginadas son parte también de un presente histórico, que puede ser abordado desde la transdisciplinariedad, y las ciencias sociales y humanas son un campo que podría ampliar la comprensión de las memorias y la imaginación de las infancias en la vida globalizada y desterritorializada. Y claro, privilegiando siempre la voz y lenguaje de las infancias.

Fuentes consultadas

ACNUR (2020). Más de 100.000 personas forzadas a huir de Nicaragua tras dos años de crisis política y social. Recuperado de https://www.acnur.org/noticias/briefing/2020/3/5e67b6564/mas-de100000-personas-forzadas-a-huir-de-nicaragua-tras-dos-anosde-crisis.htmlLinks ]

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Entrevistas realizadas en Tapachula, Chiapas

Dania, 17 años, hondureña solicitante de refugio en México (Entrevista realizada el 5 de febrero de 2020). [ Links ]

Mary, 10 años, hondureña solicitante de refugio en México (Entrevista realizada el 24 y 27 de enero de 2020). [ Links ]

Ángel, 8 años, nicaragüense solicitante de refugio en México (Entrevista realizada el 3 y 4 de febrero de 2020). [ Links ]

Salvador, 13 años, salvadoreño solicitante de refugio en México (Entrevista realizada el 16 y 17 de enero de 2020). [ Links ]

Memo, 12 años, nicaragüense, solicitante de asilo en México (Entrevista realizada del 30 de enero al 4 de febrero de 2020). [ Links ]

Kenia, 17 años, hondureña, solicitante de asilo en México (Entrevista realizada el 29 de enero de 2020). [ Links ]

1En este artículo se consideran niños y niñas, desde el nacimiento hasta los 18 años, como lo establece la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

2Desde 2006 el marco institucional en Nicaragua se ha debilitado, dejando a los diferentes poderes del Estado en manos del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional. En 2018, en el mandato de José Daniel Ortega, la crisis política se agudizó con la ola de protestas consecuencia de agravios con profundas raíces, como denuncias por corrupción, fraude electoral, impunidad y censura a medios de comunicación. Pero fue en abril de 2018 cuando estallaron las protestas de jubilados y estudiantes en diferentes partes de Nicaragua, como respuesta social a las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), las cuales incorporaban tasas mayores de contribución tanto para empleados como para empleadores y reducían en 5% las pensiones. El gobierno optó por la represión, usando “fuerzas de choque” o “turbas” y a la policía antidisturbios, quienes golpearon a manifestantes y periodistas (OACNUDH, 2018). Desde entonces, la crisis política en Nicaragua ha dejado más de 325 personas muertas, 2000 heridos, 700 personas detenidas o enjuiciadas, 300 profesionales de la salud despedidos, 144 estudiantes expulsados de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y a por lo menos 70 periodistas y trabajadores de medios, exiliados (CIDH, 2019). Además, se registran 100 mil personas desplazadas, con una media de 4 mil personas al mes y se estima que seguirá aumentando (ACNUR, 2020), incluso, esa cifra podría ser mayor. Más de 55 mil personas han migrado hacia Costa Rica y en menor medida a Estados Unidos y México. La gente que se siente vulnerada y perseguida en Nicaragua ha optado por una estrategia exílica, para poder proteger su vida y su libertad.

Recibido: 14 de Agosto de 2020; Aprobado: 14 de Diciembre de 2020

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