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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.16 n.39 Ciudad de México Jan./Apr. 2019

https://doi.org/10.29092/uacm.v16i39.691 

Reseñas

La nueva historia del español

Martín Jamieson* 

*Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Panamá, es investigador independiente de historia del español de Panamá. Correo electrónico: languagetrainer@hotmail.com

Moreno Fernández, F.. 2016. La maravillosa historia del español. ., Buenos Aires: Instituto Cervantes/Espasa-Calpe


El adjetivo maravillosa previene que esta obra tiene como destinatario un lector no especializado, pero a quien aspira a atrapar desde el título, como siglos antes lo habría hecho el Libro de las maravillas del mundo, de Marco Polo. En La maravillosa historia del español no se trata de la descripción de ínsulas extrañas y casi fabulosas sino de un continente parcialmente explorado, la historia del español, lengua dinámica y en expansión, acaso la materna de quien lea esta historia.

Algunas lenguas reciben frecuentes tratamientos de divulgación. El español escasea en este tipo. La Historia de la lengua española (1981, 9ª ed.), de Rafael Lapesa, dejó desde sus inicios de dirigirse a los no especializados para convertirse en la que todo estudioso necesita. Pero se encuentran libros como los que Antonio Alatorre (Los 1,001 años de la lengua española, 2003), Irma Chumaceiro y Alexandra Álvarez (El español, lengua de América, 2003), Humberto López Morales (La andadura del español por el mundo, 2010, y La aventura del español en América, 1998), Enrique Obediente Sosa (Biografía de una lengua, 1997) u otros han querido difundir entre curiosos. Son obras que, como la que ahora se considera, reúnen contribuciones de quien los redactó junto a las de otros investigadores.

En La maravillosa historia del español, Moreno Fernández retiene a quien se aproxima a su tratamiento de esta lengua de tantos millones de hablantes en tres grandes partes que se titulan, y en este orden, “De los orígenes a las grandes navegaciones” (pp. 13-91), “Del Imperio a las revoluciones” (pp. 93-179) y “De las independencias al siglo XXI” (pp. 181-268). En cada uno de los 18 capítulos de desigual extensión distribuidos en los tres sectores, el autor describe lo histórico-social, hace un enfoque sobre la lengua de su momento, presenta unos personajes representativos (de carne y hueso o ficticios, bajo el título de “Personajes, personas y personillas”) para terminar proponiendo, al final de cada capítulo, en un apartado que se titula “En dos palabras”, un par de vocablos que Moreno Fernández elige, enfocados en sus peripecias y circunstancias de tiempo y lugar. En sus varios apéndices, el libro agrega un glosario alfabetizado (pp. 269-332) que aclara la jerga de la ciencia del lenguaje que usa el especialista; comentarios detallados acerca de libros y documentación consultados -que justifican las elecciones del autor-, referencias bibliográficas en orden alfabético de parte de Moreno Fernández, un índice de personajes y palabras y, el último de estos, un índice onomástico y temático, junto a un mapa político de España y otro de América. Figuran otras mapas y láminas dispersos en el resto del volumen. No todos recibirán con beneplácito a los individuos incluidos en las secciones “Personajes, personas y personillas” y habrá quienes argüirán que son insuficientes los mapas, pero ello constituye uno de los avatares de un libro de síntesis.

No es fácil reducir a poco más de tres centenares de páginas la compleja historia de la lengua española para hacerla comprensible y, a la vez, entretenida para el lector común. A la par de conseguirlo, Moreno Fernández lo logra con una visión que tiene presente que, desde el momento en que el castellano, cada vez más el español, se expandió al resto del mundo, las variedades extrapeninsulares merecían igual atención que las originarias, por lo que las del español de América figuran meritoriamente. Moreno Fernández no ha olvidado el español en Asia (las Filipinas y las Marianas); o el del África, de Guinea Ecuatorial o el de los saharauis; o el judeo-español o judezmo o ladino, disperso por el globo. El autor tampoco ha apartado el español vestigial (o el de reciente incorporación) de los Estados Unidos, al que se le presta atención creciente por parte de hispanistas, o las variedades extrapeninsulares relacionadas con el español: el palenquero, el papiamento, distantes del chabacano de Filipinas, de manera parecida emparentado lexicalmente con el español como que son lenguas criollas de fuerte raigambre hispánica.

De manera general, en La maravillosa historia del español se trata más el aspecto léxico que el morfosintáctico o fónico. Para el siglo XVIII se presenta bastante información de vocabulario (y de lingüística externa) y menos morfosintáctica, no obstante que ese siglo se considera parteaguas para distintas variedades americanas en sus rasgos estructurales. Se hace aquí referencia a la variedad de Buenos Aires (por su etapa de estandarización, que recuerda Ma. B. Fontanella de Weinberg); la de Colombia (para la que R. Menéndez Pidal explicó la distinción entre tierras americanas internas conservadoras y las litorales innovadoras); la de Guatemala (en la que el español regional presenta los rasgos que lo individualizan aun hoy, según J. L. Ramírez Luengo); la de México central (que defiende C. Company como la de la eclosión de la identidad mexicana en el lenguaje) o la del Uruguay (por la fundación de su capital, Montevideo, y la bifurcación en dos grandes áreas lingüísticas tal cual documentan A. Elizaincín, V. Bertolotti, M. Malcuori o quizá M. Coll). La erudición filológica comprobará más para lo hasta ahora no conocido en otras regiones hispanohablantes, ya que para la lengua general el setecientos fue de, entre otras características, el de la estabilización de las vocales átonas y de las consonantes.

Moreno Fernández parece descreer de las distinciones lingüísticas basadas en las divisiones que impone la cronología. Recurre no sólo a fechas sino a otros rasgos para establecer marcas fronterizas en el fluir de la lengua. Como lo social y político se manifiesta en el lenguaje, recuerda cómo en América, por ejemplo, las independencias de principios del siglo XIX fomentaron cambios lingüísticos. Sigue, con esto, el cauce que han abierto investigadores como J. A. Frago Gracia.

El autor ha incorporado investigación científica actualizada, al igual que los aportes de las más recientes disciplinas para iluminar el pasado. En el libro se encuentra mayor representatividad de ciertas variedades y menos de otras, dado que sobre algunas se han publicado más estudios y sobre otras se encuentran pocas descripciones básicas.

Hay en La maravillosa historia del español desaciertos menudos debido al conocimiento inadecuado de la lengua en la multivariedad de toda su extensión o porque se ha optado por este fenómeno y no aquel. También, la síntesis de algunos fenómenos complejos lleva a veces a una simplificación que algunos rechazarán. Pero apenas se han advertido erratas y ninguna insalvable.

Para el lector común y hasta para el especializado que pregunta por un conjunto entretenido sobre los más de mil años de la lengua española en sus versiones oral, manuscrita, impresa o digital, ya que a este nuevo mundo también ha migrado Francisco Moreno Fernández, he aquí un libro útil y agradable que ancla el interés.

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