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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.15 no.37 Ciudad de México may./ago. 2018

 

Reseñas

Las memorias del jardinero de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867)

Fernando Ciaramitaro

Jesús García Ávila

Knechtel, W. 2012. Las memorias del jardinero de Maximiliano. Apuntes manuscritos de mis impresiones y experiencias personales en México entre 1864 y 1867. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia


Existen numerosas publicaciones sobre el Segundo Imperio Mexicano. Las hay divulgativas, informativas o históricas y todas observan el mismo fenómeno: la intervención extranjera. Los extremos ideológicos que enmarcan el debate son el liberal y el conservador. Asimismo, existen algunas memorias de hombres y mujeres que fueron actores -directos e indirectos- de los convulsos acontecimientos decimonónicos que involucraron a europeos y mexicanos. Las memorias de Wilhelm Knechtel (1837-1924) son una pieza fundamental de este rompecabezas ideológico y narrativo.

El bohemio Knechtel fue el jardinero de la casa de los Habsburgo que, entre la primavera de 1864 y la segunda mitad de 1867, emprendió, antes con Maximiliano y su esposa Carlota, luego sin ellos, las travesías para acompañar al nuevo monarca a México y la de regreso, a Viena, después del fracaso imperial. El traslado oceánico de ida se realizó en el buque de guerra Novara, a su vez escoltado por una fragata francesa llamada Themis.

Sus apuntes son impresiones del viaje en barco y de su estancia en México -probablemente reescritos, como anota lúcidamente Amparo Gómez Tepexicuapan en el estudio introductorio, a finales del siglo XIX (p. 30)- y dan una perspectiva distinta de aquellos años. El herbario narra -de manera oportuna y desde la óptica de su ciencia- los diferentes hábitos que encontró en cada puerto del que zarpó. Describe las dinámicas sociales de Trieste, Civitavecchia, Gibraltar, Madeira, Fort de France, Port Royal y de la América continental.

El itinerario marítimo concluyó el sábado 28 de mayo de 1864 con la llegada al puerto de Veracruz. El recibimiento a los emperadores fue sombrío y la ciudad “no se mostró especialmente festiva” (p. 75). Las dificultades que atravesaban al país y sus modales de vida capturaron la atención del botánico. Asimismo, sus comentarios acerca de los ajusticiamientos sumarios de nacionales y forasteros (pp. 142-143), la inseguridad del campo y de las urbes al anochecer (pp. 145, 152-153), los usos y costumbres, así como la comida y las bebidas populares pueden compararse con las imágenes dibujadas por la ágil y elocuente pluma de Manuel Payno (2016[1893]) y su Los bandidos de Río Frío: la novela mexicana por excelencia.

Knechtel era un hombre permeado por la Ilustración y el Romanticismo europeos. Su sensibilidad se reflejó en brillantes anotaciones descriptivas y científicas. La praxis y la experimentación francesas tuvieron en México su culminación en la Commission scientifique, littéraire et artistique du Mexique.1

La diversidad de la vegetación, de las plantas y semillas; las características del clima de cada una de las regiones en las cuales la comitiva hacía descanso durante su primer viaje a la capital o en las numerosas y sucesivas excursiones, fueron parte nodal de la indagación del jardinero. Pero el foco, como es previsible, se centró en las “maravillas” mexicanas: la vegetal, la animal y la costumbrista. Escribe sobre las mimosas solitarias de los alrededores de Veracruz, los zopilotes, los aguadores con sus grandes recipientes de barro, Chapultepec con su roca aislada de pórfido, los cipreses y los colibríes, los extensos cultivos de maguey, las cicadáceas, “los dasylirion con sus troncos macizos y cónicos y las hojas largas, graciosamente colgantes, que parecen correas” (p. 125), el cocuyo, los nopales, las tunas, etcétera.

Como refiere la traductora del libro, Susanne Igler (p. 33), el recuerdo de los viajes de Alexander von Humboldt al continente americano y la importancia de los mismos en las ciencias exactas y el saber europeos permean el relato de Knechtel. Del mismo modo -y de manera indirecta- el botánico refiere cuáles eran las naciones que tenían un papel económico sobresaliente en la región. Los alemanes, por ejemplo, eran la punta de lanza en el Caribe y el Golfo de México en la explotación de las zonas cafetaleras, cañeras, azucareras, pero también en la trata de esclavos. Sin embargo, su legado principal está atado a la creación y el diseño del edén que hoy se aprecia en el alcázar del Museo Nacional de Historia de Chapultepec, en la ciudad de México.

Igualmente, mientras que en los jardines Borda de Cuernavaca no tuvo tanta injerencia, en el fallido intento de la casa de descanso de los emperadores en Acapantzingo, “pueblo indio enérgico y no corrompido” (p. 167), su papel fue esencial como ejecutor y supervisor de las obras. La idea era construir “una casa en estilo sencillo, con sólo cuatro cuartos, que estaría rodeada por arboles por todas partes”. “Calma y paz reinarían para el emperador […]; allí pensaba descansar y retirarse unas horas después del trabajo que le agotaba la mente” (p. 169). Era el proyecto inacabado del chalet indio de Olindo: la situación del imperio iba en declive y en septiembre de 1866 los involucrados abandonaron para siempre el lugar.

En la segunda parte de sus crónicas, la mirada de Knechtel ya no estuvo dirigida en su totalidad al diseño y al estudio de las plantas del país: la situación política en el viejo mundo era crítica y se vislumbraba una posible guerra franco-prusiana. El abandono de las tropas francesas del país dejaba a su suerte al joven emperador austriaco y Knechtel refiere su profunda preocupación. Además, la partida inesperada de la emperatriz se grabó fuertemente en su memoria: con su “pañuelo en la boca y las manos cruzadas en la espalda, sola y sumergida en sus pensamientos, se paseaba debajo de los pórticos” (p. 180).

Carlota emprendió un desesperado viaje a Europa para buscar apoyo en Francia y con el Papa. Y el intento de abdicación de Maximiliano era en evidente contraste, por ejemplo, con las órdenes que recibía Knechtel de seguir con los proyectos de su casa de campo en Olindo. El mismo tipo de actitud refiere Concepción Lombardo de Miramón en sus memorias, recordando al emperador de los mexicanos, que mantuvo hasta el final sus mismas pautas de descanso: cazaba mariposas mientras su imperio se caía a pedazos (véase Cárdenas, 2000).

Knechtel otorga, a través de su narración, una óptica diversa a la historia del Segundo Imperio. Dibuja a un Maximiliano exasperado por el derrumbe de sus sueños imperiales y, por otro lado, la situación grave que el país vivía en el ámbito social ante el asedio republicano a la Ciudad de México. El 21 de junio de 1867, cuando los liberales entraron a la capital, Knechtel se dio cuenta que el señorío había dejado de existir: “Nunca en mi vida he estado tan triste y deprimido como hoy al enterarme de la noticia de que habían fusilado al emperador el 19 de junio a la siete de la mañana en Querétaro” (p. 218). Sin embargo, su aventura mexicana terminó hasta agosto, cuando pudo abandonar definitivamente, a bordo de un vapor inglés, las costas americanas rumbo a Viena.

Hay libros que regalan recuerdos especiales y la pluma de Wilhelm Knechtel no constituye excepción: el botánico deja una idea armoniosa de los jardines, de sus variedades florísticas y paisajísticas. Incluso al lector menos versado en el tema, a través de la imaginación, deja percibir los aromas delicados y sofisticados de sus vergeles. Como ha subrayado Pierre Grimal (2000[1974]) , la historia de los jardines todavía no se ha escrito por completo, así que la traducción a la lengua de Cervantes de la experiencia botánica de Knechtel en México contribuye a ese proceso inacabado de escritura de la historia.

Sus glosas van mucho más allá de la ciencia y la arquitectura: el bohemio presenta a la posteridad unos bosquejos perspicaces de la política, la historia, la sociedad y la vida cotidiana de un México en construcción en un momento clave: en medio de la búsqueda desesperada de una posición legítima en el marco internacional de las naciones decimonónicas.

Fuentes consultadas

Cárdenas, E. (2009). Como yo te he querido. Historia de amor entre Concepción Lombardo y Miguel Miramón. México: Centro de Documentación y Estudios de Mujeres. [ Links ]

Grimal, P. (2000). L’arte dei giardini. Una breve storia. Roma: Donzelli. (Obra original publicada en 1974) [ Links ]

Payno, M. (2016). Los bandidos de Río Frío. México: Selector. México, 2016. (Obra original publicada en 1893) [ Links ]

Prévost, N. (2008). La Commission scientifique du Mexique (1864-1867): un exemple de collaboration scientifique entre l’élite savante française et mexicaine? Revue d’Histoire des Sciences Humaines, 2(19), 107-116. [ Links ]

1 Creada en febrero de 1864 por iniciativa del general Bazaine, realizó una verdadera “colonización del saber”. Acerca de las comisiones científicas francesas en México, véase Prévost (2008).

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