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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.15 n.36 Ciudad de México Jan./Apr. 2018

https://doi.org/10.29092/uacm.v15i36.615 

Reseñas

El exilio y lo funerario como condición escrituraria de nuestros tiempos

Mehdi Mesmoudi

Cassigoli, R.. 2016. El exilio como síntoma: literatura y fuentes. ,, México: Santiago de Chile: UNAM, Metales pesados,


Cuando hay que volver a partir, volvemos a recordar lo que tuvimos que dejar.

Rossana Cassigoli

El exilio es “la fundación de una morada que se esculpe en el aire” (Cassigoli, 2016, p. 95), el lugar ajeno de un vacío propio, un vacío que no es neutro, blanquecino, transparente, soberano. Es un vacío que refleja una déchirure, que expresa una herida que se deleita nostálgicamente por el ser mismo de la herida, una herida que deviene hernia y viceversa. Frente a la circunstancia del exilio solo es posible existir mediante la resistencia, que se manifiesta y se despliega en el hecho de recordar y en el gesto de la escritura. Quizá el exilio sea posible solo en la escritura, como texto que sirve de pretexto para recopilar y reorganizar los distintos paratextos perdidos y marginados que guardan una suerte de poética hipertextual del exilio.

Hay textos que desde la primera mirada se divisa su extremo cuidado, su delicado tratamiento en las distintas regiones del libro. El exilio como síntoma: literatura y fuentes, de Rossana Cassigoli, es un testimonio que, en primer lugar, abarca desde la tarea imposible de teorizar en torno a la experiencia del exilio y, desde ese lugar, la incapacidad de reconstruir una biografía -eso implica una renovación constante y necesaria del “pacto autobiográfico” de Philippe Lejeune-, y en segundo lugar, un diagnóstico sociocultural de las sociedades de finales de la primera mitad del siglo XX frente a los totalitarismos y los campos de concentración, sin obviar el episodio del exilio chileno de los 70, en relación al concepto de “culpabilidad colectiva” y la utopía del perdón como un problema contemporáneo en la historia de la cultura occidental; es decir, el perdón como el principio de una auténtica acción política de redención interiorizada de carácter individual y no un mero gesto de arrepentimiento que se difumina entre la multitud. Dicho también de otro modo, y siguiendo con la reflexión de la autora en torno al acontecimiento político de Nelson Mandela y su empresa del perdón nacional, las verdaderas causas colectivas empiezan por decisiones personales sinceras y no por decretos de Estado. Por esta razón, a juicio de la autora y apelando al espíritu de Humberto Giannini, el perdón jugaría del lado de las emociones y lo humano y no en el ámbito de lo político. Me atrevería a plantear que el perdón -ya que adolece de un estatuto jurídico- formaría parte de la creencia, concebida y teorizada por Michel de Certeau.

Desde la portada se puede observar un sobre manila arrugado, magullado, con manchas, roto -en francés (déchiré), desgarrado, descuartizado, descuidado; pero, descuidado por el paso del tiempo y “los golpes que da la vida”, diría César Vallejo- por algunos márgenes y con un sello circular que apunta a su procedencia: Budapest, donde todo, absolutamente todo, empezó para Rossana Cassigoli Salamon. El título es otra muestra de un libro que no se parece en nada a los que abarrotan las estanterías de las bibliotecas y se eleva de aquellos que han irrumpido en el dominio del exilio, los campos de concentración y los maltratos inhumanos a los que se ha sometido a una población importante del mundo. Este libro no está hecho para formar parte de una biblioteca pública, sino para figurar celosamente en los lugares más íntimos e inconfesables de nuestras moradas. La editorial Metales pesados es una paradoja al tratarse de la fragilidad humana, la condición paria y disgregada de nuestra autora y su más que irresoluble desafío. Hay algo que también llama la atención y es que en solapa no aparece la imagen de la autora. Es, más bien, la escritura de su texto -acompañada por una genealogía visual o fotográfica de su familia- que se hace presente y precede su existencia escritural.

En el ámbito académico es muy raro contar con un libro inmensamente autobiográfico donde incluso se cuenta con dos apartados: “Boceto de prosopopeya” (p. 31-48) y “Casa materna, libros paternos” (p. 85-89), que aparecen en el libro irruptivamente, repentinamente; una narración de la experiencia de la infancia a partir de unas fotos familiares y unas entrevistas a íntimos y cercanos. Este proceso de excavación etnográfica permite hurgar en el dominio de la memoria y con ello reconstruir episodios obscuros, insondables, inalcanzables de un testimonio a su vez atravesado por una serie infinita de testimonios, como si se tratara de un pozo sin fondo de voces que se escuchan intermitentemente y sin piedad. Por esta razón, esta experiencia de la experiencia autobiográfica se convierte en un acto fallido, donde “la memoria irruptiva” visibiliza una condición dual de “asimilación y extranjería” en pugna incansable, desoculta un “trastorno de la lengua” no del origen idiomático con que se acaricia esta “fractura de la biografía”, conllevando a la dolorosa sensación de un “retorno imposible”, irresoluto, siempre abierto a las disquisiciones de la recordación y la escritura. Ambos gestos sugieren un ejercicio de inscripción mnémica, de trazar algo, marcar algo en una zona arenosa y ondulante.

Rossana Cassigoli se erige en este libro como una mensajera -cuestión peculiar al interior de la tradición judía- advenediza de un nuevo espacio, aunque marcado por una doble experiencia del exilio: el primero con que inicia su andadura biográfica en Hungría, y el segundo, que es más cercano y se trata del exilio chileno, sin olvidar el proceso insalvable de la asimilación en la sociedad mexicana del último tercio del siglo pasado. Esta condición de separación, marginación, despersonalización, conlleva a la autora a una “introspección domiciliaria” que exige de una exploración arqueoidentitaria sin precedentes. Solo en el arrinconamiento y en los márgenes se hacen las preguntas verdaderas, los cuestionamientos legítimos, que conducen a discutir la condición humana entera, y obliga a irrumpir en las regiones exacerbadas de lo íntimo, lo familiar, los asuntos de la piel, la voz, el tono, la gesticulación, la lengua materna. Solo en la noción “fuera de lugar” -en la expresión de Edward Said- se vive o se experimenta el exilio como un síntoma permanente, como marca que forma una escritura, como forma que marca, hiere y condiciona toda escritura, como fantasma, como refugiado, como “extranjero no invitado”, como un sujeto que aparece y desaparece constantemente, un sujeto “emplazado” (Foucault, 2015[1969], p. 19) que atiende (attend) y espera.

Ante la crisis del libro en la nueva disposición editorial, junto con la aparición de espacios digitales y virtuales y el auge del fenómeno best-seller, encontrarnos con un libro de las características de El exilio… nos obliga a discutir sobre la escritura, no como un proceso derivado de la escritura alfabética siguiendo con la reflexión que lleva a cabo Derrida, sino que goza de una articulación propia y unos mecanismos de funcionamiento autónomos que construye principios de realidad que guardan una relación de paralelismo o de vecindad con las realidades alusivas, teniendo en cuenta que del exilio no se regresa nunca.

Una escritura que se arriesga a expresar y experimentar esta condición de exilio es capaz de ser honesta consigo misma, tener pudor hacia sus lectores y, al mismo tiempo, la valentía de aspirar a un resquicio de la eternidad. Un libro que nos recuerda que todavía existen “textos placenteros” (Barthes, 1993 [1973], pp. 31-36). Un libro de esta envergadura visionaria es el camino para construir y establecer una poética de la memoria para contrarrestar las empresas colectivas del perdón y los rituales del olvido.

Fuentes consultadas

Barthes, R. (1993). El placer del texto y lección inaugural (10ª. ed., trads. Nicolás Rosa y Oscar Terán). México: Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1973) [ Links ]

Foucault, M. (2015). ¿Qué es el autor? Apostillas a ¿Qué es un autor? por Daniel Link (2ª. ed., trad. Silvio Mattoni), México: El Cuenco de Plata. (Trabajo original publicado en 1969) [ Links ]

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