SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14 número33Coordenadas actuales de discusión sobre Marx índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.14 no.33 Ciudad de México ene./abr. 2017

 

Reseñas

Llaves reflexivas en torno a las desigualdades cotidianas y globales

Felipe Santelice Quiroga1  * 

1 Maestro en estudios políticos y sociales, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Dubet, F.. 2015. ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario). Buenos Aires: Siglo XXI,


Situar al sociólogo francés François Dubet dentro de las ciencias sociales es adentrarse en una extensa aportación investigativa de más de tres décadas. Es así como algunos de sus escritos han expresado su posicionamiento sobre temas tan diversos como la escuela y el proyecto educativo,1 los suburbios, las expectativas de los jóvenes y la discriminación,2 por nombrar algunos, pero siempre respondiendo a un cuestionamiento subyacente: ¿cuál es el valor de la experiencia del sujeto?

Avanzando en su quehacer académico e intelectual, el sociólogo ha generado un nuevo camino de investigación: el de la justicia y la equidad social.3 En específico, sin dejar de lado la figura del sujeto como punto analítico, ha ido centrando su mirada sobre los factores que inciden en la desigualdad social, visto esto desde la elaboración de políticas públicas, los procesos educativos, la construcción y operatividad de imaginarios sociales, y la toma de decisiones que los individuos disponen en su accionar en la sociedad; todo ello basado en su experiencia como hacedor de la sociología aplicada.

Es sobre este último punto en que el investigador afina ideas y condensa su análisis en el libro titulado ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), y sobre el que se extiende la presente reseña. El texto está conformado por cuatro capítulos, cada uno incluye un análisis de los diversos componentes que, según Dubet, socaban e integran la solidaridad, y pasan a ser los elementos estructurantes de la desigualdad, además de una conclusión en la que reúne a modo de cierre las reflexiones aportadas en cada capítulo.

La tesis central del texto es que la intensificación de las desigualdades procede de la crisis de las solidaridades existentes en una sociedad.4 De este modo, muchas de las desigualdades se originan y reproducen desde las elecciones o prácticas que los sujetos realizan en su cotidianeidad, por medio de decisiones, acciones o imaginarios compartidos que impactan en los lazos que atan a una sociedad. Por lo tanto, no es mera discusión de filosofía política o de la justicia problematizar el tema de la desigualdad, sino más bien acarrea instancias de análisis y críticas profundas.

El primer capítulo lleva por nombre “La elección de la desigualdad”. En éste el investigador francés da un puntapié al evidenciar que las prácticas más comunes o cotidianas de los sujetos, como puede ser la elección de una escuela para la asistencia de un hijo u otro, por nombrar una situación, aporta al incremento de la desigualdad que opera en las sociedades globales, no por ello siendo en estricto rigor decisiones racionales, y por tanto de conocimiento de las consecuencia que esto acarrea. A qué se quiere llegar respecto a la toma de decisiones, y con ello el efecto de aportación a la desigualdad según Dubet. Si consideramos el ejemplo, nos daremos cuenta de que el modelo de desarrollo actual de la educación elimina, bajo la consigna del mérito, a los estudiantes que carecen de aquel atributo, quienes muchas veces son los más desposeídos culturalmente, en detrimento del mantenimiento y potenciación de los que sí tienen las instrumentos necesarios, es decir, aquellos que tienen las herramientas culturales, y otras tantas económicas, para mantenerse en el circuito educativo. Por tanto, esta dinámica va a contracorriente de los juicios declarados por las instituciones educativas y estatales de considerar a la educación como un punto de encuentro e inclusión, como también de aumento de capitales (cultural y económico) de forma igualitaria.

Pues bien, a partir de este formato de situaciones, el investigador da el siguiente golpe, el proceso de demostración de su tesis. Así, en los capítulos posteriores hace un análisis teórico y práctico del principio de solidaridad, tanto desde su estructura conceptual hasta la de su practicidad reflejada en las políticas de Estado, entre otros.

El segundo capítulo se titula “La solidaridad como condición de la igualdad”. En un amplio sentido, se presentan los recovecos de la solidaridad vista mediante dos de las máximas de la Revolución Francesa: la igualdad y la fraternidad. Si bien el ejemplo puede parecer un retroceso en cuestión, hay que señalar que la formula entregada por el sociólogo no genera lentitud al texto. Así, pues, comienza expresando los elementos que componen la solidaridad, entendiéndose que ésta va más allá de realizar una donación o expresar generosidad por una causa, se configuran “por el compartir cotidiano y por un conjunto de obligaciones, deudas y acreencias en favor de aquellos a quienes no conocemos pero de los cuales nos sentimos responsables”.5 Es por ello que los lazos creados entre los sujetos no son un elemento cualquiera a dimensionar dentro de un proceso de mantención de una sociedad, sino fundamentales ya, que éstos son producto de construcciones políticas y económicas, de igual forma, también de imaginarios que éstos poseen. Dubet, de este modo, pone en alerta al lector precisando que si bien los lazos y sentimientos de solidaridad deben ser una condición para el desarrollo y la expresión de un grupo humano que apela a la igualdad como cimiento de una sociedad; dichos lazos pueden ser tomados en ocasiones por liderazgos populistas, o bien por facciones nacionalistas avaladas principalmente por los grandes relatos del pasado (religiosos por precisar un ejemplo) para posicionar sus dinámicas de repliegue —de un nosotros (igualitario) frente a un otro—, minando de esta forma la apuesta que deben realizar las diversas sociedades acerca de generar lazos de fraternidad entre sus integrantes.

En el siguiente capítulo, “De la integración a la cohesión”, la atención se focaliza en la esfera estatal. La solidaridad, concepto que tensiona y forma parte de la estructura del libro, ya no es analizada a partir de sus fundamentos teóricos sino por las acciones que dispone el Estado para generar una estructura que la sostenga o potencie, o en su defecto, la aminora.

Al profundizar lo anterior, si bien la salud de los buenos Estados se basa en la preocupación por garantizar y afinar los canales democráticos, más aún es la optimización de las diversas políticas públicas mediante la lógica de sostener el desenvolvimiento del sujeto en sociedad. En un sentido inverso, la transferibilidad de responsabilidades al sujeto por parte del Estado queda replegada, es decir, que la acción que los agentes ejecutan tienen ciertas bases garantizadas en un sistema que los apoya y encausa durante su vida, lo que no quiere decir que exista un sistema de imposición o algo similar, sino más bien de sostén para que posea un mínimo viable y se desarrolle plenamente. En consecuencia, el éxito que posea una sociedad, en la que el bienestar de los individuos es primordial, depende de su producción continua y de la vitalidad de la democracia como también de las garantías que un Estado entregue.

El cuarto y último capítulo se titula “Producir la solidaridad”. En éste el autor expone cómo generar y potenciar la solidaridad por medio de los canales de acción política, las reformas fiscales y la refundación de las instituciones. Sobre esto plantea la promoción de vías deliberativas como opción de participación ciudadana directa en democracia, y no procedimental como es el arquetipo a seguir. Con ello se da poder a los participantes, y supone reconocer competencias de éstos, además de elevar la experiencia de cada uno como parte fundamental de la construcción del entorno en el que se desenvuelven. Por otro lado, Dubet propone una reforma al proyecto fiscal basada en que se sepa quién paga y quién gana, con el fin de trasparentar un sistema de solidaridad y “ubicar el aporte de cada sujeto en una escala accesible a todos”.6 Igualmente, apela a trasparentar el gasto público respecto al lema de “educación para todos”, es decir, tener claridad sobre la inversión y los beneficios privados que nacen de aquello. Así, dichos gastos que se generen en el ámbito público no son meros elementos técnicos o de ajuste a un modelo matemático, sino más bien de justicia y generación de solidaridad, como también una ofensiva contra el fraude y la evasión fiscal. En este mismo sentido, proponiendo otras alternativas, el sociólogo postula la refundación de las instituciones. Así ejemplifica con la idea de la escuela toda vez que es un espacio donde se reproducen y profundizan las desigualdades sociales. En consecuencia debe crearse una comunidad educativa con responsabilidades comunes.

Para finalizar, puede decirse que con el libro ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), François Dubet nos invita a reflexionar sobre las desigualdades cotidianas y globales, las que muchas veces son evidentes, pero otras tantas sutiles y ancladas en la dinámica del sentido común. También, como trasfondo del texto y misiva, es un llamado de atención y cuidado respecto a ciertos movimientos políticos que apelan a la solidaridad e igualdad de algunos mediante la recomposición de una nación, de lo religioso, lo comunitario o por medio de imaginarios, lo que potencialmente lleva a instaurar o hace renacer posiciones conservadoras, en detrimento de los canales de discusión, análisis y propuestas que surgen del diálogo frente a un otro.

Es por todo lo anterior que el texto es una excelente base para interrogarse sobre el presente que compartimos en sociedad y los modelos de acción que los gobiernos disponen para relacionarnos; en otras palabras, sobre las relaciones diarias en las que cada uno de nosotros nos enfrentamos para generar nuestro desarrollo como agentes sociales.

1Dubet, F. (2006), La escuela de las oportunidades. ¿Qué es una escuela justa?, Barcelona: Gedisa.

2Dubet, F. (2011), La experiencia sociológica, Barcelona: Gedisa y Dubet (2012), ¿Para qué sirve realmente un sociólogo?, Buenos Aires: Siglo XXI.

3Dubet, F. (2011), Repensar la justicia social, Buenos Aires: Siglo XXI.

4Dubet, F. (2015), ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), Buenos Aires: Siglo XXI, p. 11.

5Dubet, F. (2015), ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), Buenos Aires: Siglo XXI, p. 43.

6Dubet, F. (2015), ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), Buenos Aires: Siglo XXI, p. 91.

* Autor para correspondencia: Felipe Santelice Quiroga, e-mail: felipesantelicequiroga@gmail.com

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons