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Andamios

On-line version ISSN 2594-1917Print version ISSN 1870-0063

Andamios vol.12 n.28 Ciudad de México May./Aug. 2015

 

Reseñas

Desterrados en su tierra

Víctor Delgadillo* 

*Profesor Investigador de la Academia de Ciencia Política y Administración Urbana de la UACM. Correo electrónico: victor_delgadill@hotmail.com

Sassen, S.. 2014. Expulsions, Brutality and Complexity in the Global Economy. Cambridge: Massachusetts: Londres: The Belknap Press of Harvard University Press,


En Expulsiones, brutalidad y complejidad de la economía global, de manera aguda y bien informada, se presenta un mundo apocalíptico en el cual el capitalismo neoliberal globalizado ha creado nuevas lógicas de despojo de recursos a pueblos y comunidades, y múltiples formas brutales y radicales de expulsión de población de sus pueblos, ciudades, países y de la seguridad social. Los damnificados ya no son sólo los más pobres, sino las clases medias son despojadas de sus ahorros y las viviendas que ilusoriamente serían “propias”. En este libro se exploran las brutales consecuencias sociales y medioambientales producidas por las creativas y complejas formas de producción de ganancias capitalistas para unos cuantos monopolios y oligopolios en un mundo sin restricciones para el flujo de capitales. El libro se divide en cuatro capítulos que enseguida comentamos.

“Economías decrecientes, crecientes expulsiones”: La nueva fase del capitalismo globalizado ha reinventado los mecanismos de la acumulación de capital, que se ejecutan mediante complejas operaciones y muy especializadas innovaciones que abarcan por igual el outsourcing (trabajo externo) o los algoritmos financieros. La extraordinaria capacidad del mercado financiero para generar enormes ganancias se basa en las tecnologías que permiten la hipermovilidad del capital a escala global, la desregulación del mercado y las invenciones financieras. Los perdedores son la mayoría de ciudadanos y sus gobiernos, cada vez más pobres o endeudados: en Estados Unidos, el sector más rico (20%) percibe 47% del producto interno bruto (PIB); mientras que el más pobre (20%) percibe sólo 3.8%. Si el país más neoliberal del mundo muestra qué tan grande es la inequidad, Grecia, España y Portugal muestran qué tan rápido la economía puede declinar con muy altas tasas de desempleo. Aquí, los desempleados pierden todo: el ingreso, la casa y la seguridad social, y a menudo también las ganas de vivir.

Una de las formas más brutales de expulsión es el desalojo de personas de su casa por no pagar la hipoteca al quedar desempleados. En España, el desahuciado además tiene que seguir pagando la hipoteca aunque haya sido embargado. En ese país, entre 2007 y 2012, hubo un poco más de 400 000 desahucios. Esta situación en parte fue causada por las “innovaciones” en las hipotecas, que exprimieron (despojaron) de sus ahorros y recursos a hogares que no tenían (sino de manera artificial) condiciones para contraer una hipoteca.

A los desplazados por guerras, ahora se suman los desplazados por la crisis financiera, el cambio climático y el encarcelamiento. Muchos desplazados tal vez nunca volverán a su hogar. Sassen presta especial atención al encarcelamiento, como la forma más brutal de expulsión en Estados Unidos, país donde las cárceles se han transformado en negocios privados porque supuestamente funcionan mejor que las prisiones públicas. En 2001 había 132 prisiones privadas (de las 158 que habría en el mundo), donde -como si fuera un campo de concentración- los presos ganan por hora desde 40 centavos hasta 1.15 dólares por trabajar para financiar la prisión. Sospechosamente, en algunas ciudades las cárceles se llenan al máximo, incluso por decretar largas sentencias por delitos triviales.

“El mercado global de tierras”: La adquisición de tierras por firmas y gobiernos foráneos es un proceso con siglos de antigüedad en el mundo, sin embargo, actualmente este fenómeno se ha exacerbado. La tierra mercantilizada aparece como destino de inversiones de capital por su materialidad inmueble y por el acceso a un expansivo rango de mercancías y “servicios ambientales”: alimentos, minería, biocombustibles, minerales raros, energéticos, agua, turismo, etcétera. Las adquisiciones y concesiones de tierra se acompañan de desalojos y expulsiones masivas de personas y de desplazamientos indirectos y progresivos, así como de la destrucción de la economía local y de los pueblos. La diversidad de flora y fauna tiende a desaparecer con los monocultivos. Entre otros casos en el mundo, Sudán concesionó miles de hectáreas a Corea y los Emiratos Árabes; y los chinos compraron millones de hectáreas a Congo para la plantación de palma (aceite).

“Finanzas y crisis como lógica sistémica”: Las ganancias financieras, que en términos materiales, pueden considerarse neutrales y buenas, en términos inmateriales se usan para la especulación. El sistema financiero global construido en las dos últimas décadas ha generado un poder terrible, pues tiene capacidad de construir sus propios valores, aunque cause la pérdida de valores a los hogares, las economías locales y los gobiernos. Las finanzas se distinguen de los bancos tradicionales porque venden lo que no tienen y son más invasivas e innovadoras. La vivienda, por ejemplo, es un sector que contribuye al desarrollo económico en el ámbito de la construcción, el mercado hipotecario y el mercado inmobiliario. Sin embargo, la bursatilización de las hipotecas representa un nuevo papel de la vivienda en la economía internacional, que se incrementa con el flujo de capitales. Las tradicionales hipotecas se transforman en parte de un instrumento de inversión que se vende y compra en mercados especulativos. Las llamadas hipotecas subprime, que en gran parte condujeron a la crisis económica en 2008, fueron seccionadas en partes y mezcladas con otros débitos para generar una inversión asegurada por activos y ser vendida a inversionistas financieros, lo que mantuvo su éxito fue el contrato entre un banco y el comprador de una modesta casa. No importaba el costo de la hipoteca, sino la cantidad de hipotecas otorgadas y bursatilizadas. Se desarrolló una serie de 50 complejos pasos, para esta serie el paso uno (la vivienda) ya no importaba. Se liberó el valor de la inversión de la modesta vivienda y fue puesta en una condición de muy alto riesgo. Las acciones se vendían en horas. La fuente de las ganancias no era el monto ni el pago de la hipoteca, sino la venta del paquete financiero que agrupaba a cientos de miles de hipotecas. Se trata de una distorsión masiva del mercado habitacional; de una forma brutal de acumulación creada a través de una enorme y compleja cadena de instrumentos financieros y legales; además de crear una tremenda asimetría entre los inversionistas y los propietarios: algunos de los primeros perdieron capital, en cambio, casi todos los segundos perdieron su vivienda. En Estados Unidos hubo 13.3 millones de juicios hipotecarios entre 2006 y 2010, y nueve millones de personas perdieron su vivienda.

Finalmente, en “Tierra muerta, agua muerta”, Sassen señala que lo que actualmente se concibe como desarrollo económico largamente ha dependido de la extracción de bienes materiales en una parte del mundo para ser enviados hacia otra parte. En los últimos tiempos esta geografía extractiva se ha expandido rápidamente y marca una nueva época de amenazas a un número creciente de personas y lugares en el mundo. Para Sassen vivimos una era en la cual la destrucción se acelera a escala planetaria nunca antes vista. La lógica de la hiperacumulación de capital ha generado la destrucción de la calidad del agua, de la tierra y del aire, y ha producido 800 millones de desplazados en el mundo.

Colofón

Este libro sorprende por la acuciosa disección y presentación de desplazamientos humanos, despojo de recursos y desastres medioambientales producidos por la actual fase de desarrollo del capitalismo neoliberal globalizado.

Este libro escasamente se refiere a México, sin embargo, casi todas las formas y los tipos de despojo de recursos y expulsión social registrados están presentes en nuestro país, donde casi uno de cada diez mexicanos ha emigrado de manera legal o ilegal a Estados Unidos (¿un desplazamiento voluntario?). A ello se pueden sumar las expulsiones provocadas por la guerra contra el narcotráfico, el desempleo, la precarización del empleo, la construcción de presas, la concesión de grandes cantidades de territorio para las mineras extranjeras y la producción de energía eólica, y, en las ciudades, por la construcción de megaproyectos.

En España, la economía del ladrillo dejó 3.4 millones de viviendas vacías (no vendidas o recuperadas a través del desahucio de hogares), mientras que en México, la voraz política habitacional del gobierno federal -entre 2000 y 2012- produjo (además de la enorme riqueza de las constructoras vivienderas) cinco millones de viviendas vacías. En las lúcidas palabras de Sassen, esto ocurre cuando la política pública, las facilidades hipotecarias y el financiamiento no se destinan para que la población pueda acceder a una vivienda, sino cuando se trata de un proyecto financiero para alcanzar altísimos beneficios privados, por medio del despojo de los ahorros de las clases medias y bajas.

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