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Andamios

versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063

Andamios vol.9 no.19 Ciudad de México may./ago. 2012

 

Artículos

 

Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica

 

Gino Germani: liberal socialism and scientific sociology

 

Daniela Rawicz*

 

* Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO-México). Profesora investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. Correo electrónico: drawicz@hotmail.com.

 

Fecha de recepción: 19 de febrero de 2010.
Fecha de aprobación: 6 de mayo de 2011.

 

Resumen

El artículo aborda los primeros tramos de la trayectoria de Germani en Argentina, con el fin de identificar el marco de experiencias y debates dentro de los cuales se configura su perspectiva intelectual sobre la sociología y el cambio social. Se sostiene la existencia en Germani de una matriz ideológica vinculada al socialismo liberal europeo de la época, que coloca la oposición autoritarismo vs. libertad como eje articulador de su discurso sobre las sociedades modernas. A lo largo de toda su trayectoria Germani mantiene, con adecuaciones, esta perspectiva para comprender los procesos sociales más relevantes de las sociedades latinoamericanas. Un primer ejemplo paradigmático lo constituye su análisis del fenómeno peronista en Argentina.

Palabras clave: Socialismo liberal, autoritarismo, sociología, modernidad.

 

Abstract

This article deals with the beginning of Gino Germani's career in Argentina and tries to identify the framework of experiences and debates among which his intellectual perspective on sociology and social change take place. This article posits that there is an ideological matrix in Germani linked to the European liberal socialism of his time, which puts the opposition between authoritarism and liberty as the central theme of its speech on modern societies. Along his career Germani maintains -with some modifications- this perspective to understand the most relevant social processes in Latin-American societies. A first paradigmatic example is his analysis of Peronism in Argentina.

Keywords: Liberal socialism, authoritarianism, sociology, modernity.

 

Gino Germani es una de las figuras emblemáticas de la sociología latinoamericana y, sin duda, la más notoriamente vinculada al movimiento de renovación del pensamiento social que, desde los años 40, promovió la institucionalización de la "sociología científica" en las universidades. Una visión bastante simplificada, aunque no exenta de verdad, ha asociado a Germani con la implantación del estructural-funcionalismo norteamericano de cuño parsoniano. Gracias a esta visión, el autor y la sociología por él promovida, han sido durante largo tiempo objeto de una gran variedad de críticas, teóricas y políticas. Estudios recientes (Jorrat y Sautu, 1992; Neiburg, 1998; Germani, 2004; Noé, 2005; Blanco, 2006; Mera y Rebón, 2010) promueven nuevas miradas sobre su trayectoria intelectual que, aunque no niegan del todo esta imagen, contribuyen enormemente a matizarla.

El propósito del artículo es revisar los primeros tramos de la trayectoria de Germani, en particular, los primeros años de su residencia en Argentina. La revisión de esta etapa relativamente acotada de la vida intelectual de Germani es relevante desde dos puntos de vista. Desde la trayectoria intelectual de Germani, porque consideramos que es en el marco de las experiencias, problemáticas y debates de esta etapa que se configura su perspectiva intelectual general sobre la sociología y el cambio social. Desde la historia de las ideas sociológicas en Argentina y América Latina, porque, a nuestro juicio, la valoración tradicional de la "sociología científica" como estructural-funcionalista se vincula con una lectura de la obra de Germani (y de otros autores) marcada por el momento de optimismo y gran expansión de las ciencias sociales en el mundo, a partir de la segunda posguerra, bajo el liderazgo norteamericano (décadas de 50 y 60). Aunque parcialmente correcta, esta visión tiende a ocultar que el movimiento de renovación de la disciplina tiene lugar en nuestra región desde décadas previas (fines de los 30), en conexión con una coyuntura histórica diferente: la de la crisis de la sociedad moderna occidental, propia del periodo de en-treguerras. Este desplazamiento es central porque permite percibir mejor las condiciones históricas y la matriz ideológica bajo las cuales se gesta el proyecto de la sociología científica; lo que, a su vez, permite comprender mejor las condiciones bajo las cuales madura y se quiebra este proyecto.

La idea central que se presenta es la existencia en Germani de una matriz intelectual vinculada, en términos generales, al socialismo liberal europeo de la época de entreguerras, que condiciona el horizonte de sus preocupaciones más profundas sobre la sociedad y la transformación social. Esta matriz encuentra una primera expresión en la interpretación sociológica del peronismo que elabora Germani. Para desarrollar estas ideas, se repasan primero algunos datos biográficos sobre su formación en Italia, para luego profundizar en su primer periodo de estancia en Argentina, 1935-1946, destacando sus principales ámbitos de actuación, a fin de dar cuenta del abanico de voces con las que dialoga/debate y a partir de las cuales va definiendo los contornos de su propia posición intelectual.

I. Gino Germani nació en Roma, en 1911 y fue el único hijo de una pareja de sectores trabajadores. Su madre provenía de una familia de origen campesino y era una ferviente católica. Su padre era sastre y trabajaba en su propio taller. En su juventud había sido un activo militante socialista, pero durante la infancia de Gino sólo permaneció como un simpatizante que leía y discutía con amigos sobre las cuestiones sociales y políticas de la época.

Aunque Germani se sentía inclinado a estudiar música, sus padres lo disuadieron y terminó asistiendo a una escuela técnica. Más tarde ingresó a la carrera de Ciencias Económicas de la Universidad de Roma. Su juventud estuvo marcada por los múltiples movimientos generados dentro de la izquierda como respuesta al ascenso del fascismo en Italia así como a la emergencia de la Unión Soviética.

Acababa de terminar la primaria cuando, en octubre de 1922, los fascistas marcharon sobre Roma. De allí en adelante estuvo sometido a una fuerte presión para integrarse a la Opera Nazionale Balilla, la Vanguardia Fascista y otras organizaciones juveniles del régimen que resultaron tremendamente opresivas (Germani, 2004: 22). Estas experiencias marcaron profundamente su vida y se convirtieron en un referente permanente de su preocupación por la naturaleza y características del autoritarismo, así como sus repercusiones en la formación de la personalidad individual y colectiva.1

Muy pronto, como estudiante universitario, se incorporó al movimiento antifascista. En 1930 fue sorprendido junto a otros compañeros distribuyendo folletos que convocaban a una manifestación contra la desocupación y los impuestos. Con 19 años fue encarcelado durante más de un año —entre 1930 y 1931— en la isla de Ponza o "Del Confine". De las múltiples vivencias en la cárcel destaca su percepción acerca del marxismo y el partido comunista. Si por un lado reconocía que en él se alineaban importantes líderes, por otro rechazaba el dogmatismo dominante en gran parte de su militancia. Según Joseph Kahl "Germani descubrió que estos últimos eran rígidos e intransigentes, que no estaban dispuestos a tomar en serio a alguien que no fuera miembro del proletariado y verdadero creyente" (1986: 53). De allí que, aunque Germani se interesó por el estudio del marxismo como filosofía de la historia, con los años profundizó su distancia del comunismo como alternativa política.

Acorde a estas percepciones, Germani se volvió un ferviente simpatizante del movimiento Giustizia e Liberta y de su fundador, Carlo Rosselli. Exiliado en Paris, Rosselli impulsó este movimiento en 1929, pilar del socialismo liberal, de cuño reformista, antisoviético, inspirado en los ideales del Risorgimento italiano y en el laborismo inglés. En una línea paralela a la inaugurada por los partidos socialdemócratas de la época, críticos del marxismo, y en particular de la experiencia soviética, Rosselli buscó ir más allá, acentuó la ruptura teórica con el marxismo y concibió el socialismo fundamentalmente como una filosofía de la libertad, no contrapuesto al liberalismo sino como su legítimo continuador.

Esta perspectiva está sin duda vinculada a un diagnóstico que comienza a configurarse durante esta época y del que Germani, siguiendo a Rosselli, se hará eco: en momentos de crisis de los valores de la civilización occidental —que el liberalismo burgués no realizó o realizó sólo para una minoría privilegiada— emergen en las modernas sociedades de masas tendencias totalitarias que en lugar de impulsar el proceso de individuación plena que aquella civilización prometía, llevan a una creciente uniformidad a través de técnicas autoritarias, tipificadoras y estandarizadoras de la personalidad. Estas tendencias se manifestarían sobre todo en el caso del fascismo, pero también en el régimen soviético. Así, la subordinación de otros elementos del ideario socialista a la cuestión de la libertad y los valores de la civilización occidental constituye una marca fundamental de la orientación intelectual de Germani.

Estas inquietudes políticas tuvieron tempranamente una expresión académica. A pesar de ingresar en la carrera de economía, Germani se mostró fuertemente interesado por la psicología y la sociología. Se introdujo en la lectura de autores como Kant, Hegel, Marx, Freud, Mosca, Pareto, Durkheim y Spencer a partir de cursos y conferencias paralelos a los de economía, donde participaba como oyente. En estos autores, Germani buscaba angustiosamente claves para la comprensión de lo que estaba sucediendo en Italia y Europa (Kahl, 1986: 53; Germani, 2004: 36). Más tarde, como veremos, tendrá ocasión de integrar estas lecturas a un análisis sistemático de las sociedades modernas.

En 1934, poco antes de terminar los cursos de la universidad, murió su padre y decidió trasladarse con su madre a Argentina, donde residían, en buenas condiciones económicas, otros parientes cercanos. Llegó a fines de 1934 y permaneció allí hasta 1965 cuando, en el contexto de una (nueva) crisis política del país, y de una acumulación de cuestionamientos a su gestión académica, decidió aceptar una invitación para incorporarse con un cargo permanente a la Universidad de Harvard.

II. El primer periodo de la estancia de Germani en Argentina, y que interesa en este artículo, abarca aproximadamente desde 1935, cuando llega al país, hasta 1946, año en que abandona el ámbito universitario ante las presiones del peronismo ya en el poder. La unidad de este periodo está dada por su participación en tres ámbitos de actuación que, a pesar de sus múltiples solapamientos, pondrán a Germani en contacto con una diversidad de actores: el movimiento antifascista, el movimiento estudiantil universitario y el Instituto de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Esta etapa se desarrolla hacia el final de la Guerra Civil Española y en pleno transcurso de la Segunda Guerra Mundial. En Argentina, el golpe del 4 de junio de 1943 pone fin a poco más de una década de gobiernos conservadores, de corte autoritario, ligados a las oligarquías terratenientes que, desde la crisis del 29, ven agotado el modelo económico agroexportador que las sostenía en el poder. La industrialización, promovida por la crisis y la guerra, comienza a cambiar la fisonomía del país y genera pronto una masa considerable de trabajadores excluidos del juego social y político. Aunque el grupo de golpistas del 43 está constituido por nacionalistas católicos que en algunos casos simpatizan abiertamente con el fascismo, a partir de 1942 se hacen sentir las presiones de Estados Unidos para el ingreso a la guerra y el desenlace de esta última tendrá repercusiones importantes sobre el rumbo que toma la vida política del país a partir de 1945.

Durante sus primeros años en Argentina Germani participa activamente en el movimiento antifascista, lo que le permite mantener un vínculo con su pasado inmediato en Italia, al tiempo que intenta, con muchas dificultades, adaptarse al nuevo país. De esta época juvenil datan sus primeros escritos en publicaciones antifascistas de carácter republicano y liberal como Italia del Popólo y La Nuova Patria. A su llegada, Germani encuentra un movimiento sumamente amplio y con sólidas tradiciones, anclado en partidos políticos (comunista, socialista, republicano, y varias agrupaciones anarquistas), publicaciones, y otras entidades como asociaciones regionales, sociedades de socorros mutuos, etcétera.2

La sucesión de gobiernos autoritarios en la Argentina de la década del 30 ya había cimbrado al movimiento, no obstante, la Guerra Civil Española, la guerra de Etiopía y la Segunda Guerra Mundial introducen fuertes elementos para la polémica y las confrontaciones internas. Uno de los puntos álgidos es la posición frente al comunismo soviético y su incorporación en el movimiento, en particular, bajo el contexto impuesto por la firma del tratado Von Ribbentrop-Molotov y el consiguiente abandono de la política de frentes populares del Komintern que había operado como aglutinante del antifascismo. Este acontecimiento, así como la posterior invasión alemana a París y a la Unión Soviética, generan múltiples escisiones y reposicionamientos al interior del movimiento antifascista (Friedmann, 2006).

Entre 1943 y 1945 Germani interviene en las intensas discusiones de los líderes de la época, especialmente entre Giuseppe Parpagnola y Mario Mariani, sobre el problema de la unidad antifascista, el futuro político de Italia a la caída del régimen y el colaboracionismo con los ex fascistas. Estas discusiones quedan plasmadas en conferencias dictadas en el Ateneo Italiano y en artículos que Germani, bajo el pseudónimo de Giovanni Frati, escribe para dos publicaciones antifascistas de Buenos Aires: La Nuova Italia e Italia Libre (Germani, 2004: 49). Este último, es el órgano de difusión de la asociación "Italia Libera Unita", una escisión de la Asociación Cultural Dante Alighieri, creada por un grupo de exiliados italianos de posición fuertemente anticomunista a quienes se une Gino Germani.

Estos escritos, artículos y conferencias constituyen los primeros materiales de reflexión sobre el fenómeno del totalitarismo, y posteriormente serán retomados por Germani en publicaciones académicas sobre el tema. En términos políticos, Germani sostiene la necesidad de mantener la unidad de todas las fuerzas frente al fascismo y la defensa de los valores democráticos. Esto lo lleva a tomar distancia de las posturas más extremas respecto a la alianza o rechazo absoluto a la integración de comunistas en el movimiento y a intentar posiciones de conciliación. No obstante, al momento de los compromisos fuertes, Germani se alinea con las posiciones más liberales y anticomunistas del espectro ideológico.

En términos teórico-ideológicos, Germani se identifica con el diagnóstico de Carlo Rosselli sobre la consideración del fascismo como una manifestación de una crisis profunda de la cultura occidental, de sus instituciones y sus valores, y no como un fenómeno pasajero. Por tanto, el antifascismo implica no sólo la negación coyuntural de esta crisis, sino también la necesidad de una reconstrucción racional de aquella cultura y sus valores democráticos en nuevos términos. Así, Germani sostiene que "eliminada cualquier posibilidad de reconstrucción democrático-burguesa, la alternativa está entre un régimen socialista más o menos avanzado o un nuevo sustituto del fascismo" (Germani, 2004: 71). Por régimen socialista avanzado, Germani entiende un socialismo con plena vigencia de las libertades democráticas. Se consolida así, en Germani, una posición fuertemente antiautoritaria —antifascista primero, pero progresivamente anticomunista— que busca rescatar, en el contexto de importantes transformaciones sociales, las tradiciones y valores democráticos propios de la cultura occidental en crisis.

Asimismo, en estos escritos aparecen dos elementos típicos de sus análisis sociológicos posteriores: la idea de un mundo en transición más o menos veloz (de la sociedad tradicional a la sociedad moderna) y la consideración integrada de los planos estructural y psicosocial en el análisis de los fenómenos sociales. Así, al reflexionar sobre las divergencias en las estrategias dentro del movimiento antifascista Germani afirma que estas reflejan:

la crisis de nuestro tiempo: expresan la incertidumbre de los hombres y los grupos sobre el futuro inmediato de la estructura económica y social en una época que es típicamente de transición (...) cualquier posición programática unitaria tiene que tener en cuenta las sustanciales transformaciones de la estructura social y consecuentes cambios psicológicos provocados por el fascismo (Germani, 2004: 70s).3

Crisis de la sociedad occidental, reconstrucción racional de sus valores, transición e impacto de los fenómenos estructurales sobre la personalidad, he aquí esbozados los elementos básicos del marco analítico de Germani.

III. Paralelamente a la militancia antifascista, Germani se incorpora a la vida estudiantil universitaria desde donde refuerza estas posiciones en contacto con personajes ligados a la tradición de la Reforma Universitaria de 1918. En 1938, al tiempo que consigue un trabajo más estable en el Ministerio de Agricultura, Germani decide retomar los estudios y se inscribe en la carrera de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Se abre así, un mundo nuevo que permite al joven emigrado una inserción distinta en el país. Pronto se incorpora al núcleo de discusiones del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA, que para ese momento se encuentra en oposición al gobierno conservador, aunque ha perdido gran parte del impulso y peso político ganados con la reforma universitaria.

Con la irrupción de la Guerra Civil Española se produce una escisión entre sectores liberales y progresistas, por un lado, y nacionalistas, por otro. Durante algunos años, estas dos fuerzas se alternan en la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y el grueso del movimiento progresista se mantiene relativamente unido en torno del ideario reformista. Pero hacia fines de la década, con el inicio de la Guerra Mundial, las posiciones se radicalizan y se produce, dentro del ala progresista, un enfrentamiento entre comunistas y reformistas.

En un principio Germani mantiene aquí la misma actitud de conciliación y apertura, a fin de promover la unión frente a las fuerzas autoritarias (Kahl, 1986). No obstante, cuando ante la invasión a Rusia el comunismo cambia radicalmente su posición neutralista, Gino Germani junto a otros dirigentes (Carlos Fayard, Eduardo Prieto, Elena Chiozza) se opone a la intromisión de los partidos comunistas y marxistas en asuntos del Centro de Estudiantes (Germani, 2004: 60).

Un aspecto que llama profundamente la atención de Germani a su llegada a la Argentina es la existencia de un nacionalismo de izquierda, muy vinculado al problema del antiimperialismo. En entrevista con Joseph Kahl, comenta:

en Argentina los nacionalistas siempre habían estado vinculados a los conservadores, así como en Italia el fascismo siempre había estado vinculado a un nacionalismo difuso. O sea, si alguien era anticapitalista se suponía que era internacionalista porque los capitalistas siempre eran iguales cualquiera que fuera el país de origen; en Europa la izquierda era internacionalista. Pero en Argentina había una especie de izquierda nacionalista, antiimperialista (Kahl, 1986: 57).

Independientemente de la validez de este diagnóstico histórico, Germani se mantiene siempre distante de las manifestaciones ideológicas del nacionalismo (de derecha o de izquierda). Esta actitud se ve en algún sentido reforzada cuando, con la llegada del peronismo y en los años posteriores, parte de esta izquierda nacionalista se adhiere al nuevo movimiento.

La participación en el movimiento antifascista y en la política universitaria propicia, desde esta época, un incipiente acercamiento al Partido Socialista. Aunque nunca se afilia formalmente, éste se convierte durante toda su estancia en Argentina en una referencia fundamental de la que emergen varios lazos políticos e intelectuales. Así, desde los talleres gráficos del diario La Vanguardia, órgano de difusión del Partido Socialista, se imprime el mencionado semanario Italia Libre. Más tarde, hacia los años 40, Germani se vuelve asiduo consultor de la biblioteca de la Casa del Pueblo, ubicada en la sede del partido. Allí se dedica a revisar la vasta colección sobre ciencias sociales, y encuentra textos del empirismo norteamericano que resumirá e integrará tempranamente a sus reflexiones (Izaguirre, 2005).

IV. Ahora bien, siendo todavía estudiante y en el contexto de las preocupaciones señaladas, Germani se incorpora a lo que será su primer contacto formal con la sociología y la investigación social. En 1941 comienza a participar como investigador "ad honorem" en el Instituto de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras, recién inaugurado por Ricardo Levene. Germani se gradúa en Filosofía en 1944 y trabaja en el Instituto hasta 1946, donde realiza su primera experiencia de socialización intelectual y de investigación dentro de la disciplina.

La creación del Instituto de Sociología de la UBA, o más precisamente su recreación,4 es un hito fundamental porque marca el inicio de un proceso de renovación de la tradición sociológica del país, en el que se registran los primeros pasos para la institucionalización de la disciplina a través de la creación de publicaciones, institutos, espacios de intercambio y difusión.5 Los aires de cambio se vinculan, en parte, con la importancia que adquiere, desde la Reforma Universitaria, la presencia de la investigación en las universidades (Noé, 2005; Blanco, 2006), en parte, con la llegada de exiliados de la guerra, españoles e italianos, que contribuyen a dinamizar el clima cultural local.

Ahora bien, este momento es importante no sólo en términos de expansión institucional, sino en lo que respecta a las concepciones mismas sobre la naturaleza de la disciplina: su objeto, su método y el papel que está llamada a cumplir en el seno de las sociedades. En este sentido, el impulso a la sociología en la primera mitad de los años 40 se forja en el marco de una coexistencia de tendencias contrapuestas en términos profesionales, ideológicos e intelectuales. A pesar de su juventud, y de la ausencia de trayectoria académica de Germani frente a sus colegas del Instituto, pronto logra convertirse en una voz reconocida y construir un posicionamiento diferenciado en estos tres registros.

Hacia principios de los 40, la sociología es impartida por figuras provenientes de diversos orígenes ideológicos, y concepciones de la sociología con un único punto en común: la formación en derecho. Desde esta formación inicial, algunos volcarán en la sociología un interés filosófico-jurídico (Alberto Baldrich, Jordán Bruno Genta, Alfredo Poviña, Renato Treves), y otros, histórico (Ricardo Levene, Raúl Orgaz).

En términos profesionales, esta vinculación de la sociología con personajes provenientes del derecho marca de dos formas el desarrollo de la disciplina. Por un lado, muchos de quienes cultivan la sociología lo hacen como actividad paralela y secundaria a la actividad profesional principal, pero sin una dedicación exclusiva a la misma. Por otro lado, la mayoría de las veces se trata de un interés o curiosidad puramente erudito y, por tanto, orientado de manera general hacia una historia de las ideas sociológicas, de carácter enciclopédico, más que a la práctica de una disciplina científica; hacia la discusión de sus fundamentos filosóficos y metodológicos más que a la investigación social de los problemas actuales.

Desde un principio Germani toma una clara distancia frente a esta tradición y busca posicionarse como un "investigador social". Lo hace monopolizando prácticamente las secciones dedicadas a estudios descriptivos y estadísticos del Instituto. En este marco, Germani comienza su investigación sobre las clases medias en Argentina, en el marco de una sección del Instituto denominada "Investigaciones sobre la morfología y aspectos estadísticos de la realidad argentina contemporánea". Asimismo, en el Boletín del Instituto, aparece la sección "Datos sobre la realidad argentina contemporánea" en la que se publican fundamentalmente artículos de Germani. Finalmente, Germani es designado integrante de la comisión asesora en Demografía del Cuarto Censo Nacional, labor que le permitirá, años más tarde, construir una de sus más importantes obras: Estructura social de la Argentina (1955).

A partir de este posicionamiento, Germani busca romper la identificación del sociólogo con el maestro o profesor que, de manera enciclopédica, se dedica a la historia y análisis doctrinario de las ideas sociales, con un sentido más humanístico que científico. En su lugar, propone una figura profesional asociada a la investigación empírica y orientada hacia el conocimiento científico de los grandes problemas sociales del presente. Para Germani debe diferenciarse claramente la filosofía social de la sociología en tanto ciencia positiva —conectada con los hechos— cuyos fundamentos lógicos no difieren de los de la ciencia en general.

Aunque sin duda la cuestión de la figura profesional es un asunto importante en sí, ésta aparece vinculada a posicionamientos encontrados en el terreno ideológico y teórico. En este sentido, el grupo de intelectuales que Levene recluta en el Instituto es marcadamente heterogéneo. Algunos (Jordán Bruno Genta y Alberto Baldrich) pertenecen al catolicismo nacionalista e integrista que, desde fines de los años 20, se encuentra en franco ascenso. Genta es incluso un confeso simpatizante nazi. Otros (Levene, Poviña y Miguel Figueroa Román), se inclinan hacia posturas más bien liberales. Finalmente, un tercer grupo (Raúl Orgaz, Gino Germani, Francisco Ayala y Renato Treves), pertenecen en términos generales a la tradición socialista liberal y republicana y, desde los años 30, forman parte, en variado grado de compromiso y militancia, del movimiento antifascista.

En los años que van del golpe de 1943 a la llegada del peronismo al poder en 1946, las confrontaciones ideológicas y políticas al interior del grupo se intensifican. Los sectores católicos y nacionalistas conquistan amplios espacios dentro de la cultura y la política nacional, y su llegada al poder se hace sentir inmediatamente en el ámbito universitario: se restablece la enseñanza obligatoria de la religión católica en las universidades, y se reconoce el diploma de Doctor en Teología como título habilitante para la enseñanza de filosofía, psicología y latín (Noé, 2005; Blanco, 2006). Estas medidas brindan un parámetro para calibrar la tensión que introducen en un campo intelectual mayoritariamente identificado con los sectores liberales y socialistas, aliados contra el fascismo desde mediados de los años 30. Así, con el golpe del 43 los sectores nacionalistas católicos se colocan como altos funcionarios (es el caso de Baldrich y Genta), mientras otros integrantes del Instituto (Ordaz, Ayala, Treves y Germani) terminan apartados de la universidad y se ubican rápidamente como opositores al nuevo régimen (y luego al peronismo).

Ahora bien, en términos intelectuales, la emergencia del Instituto y la participación de Germani en él coinciden con (e inciden en) el comienzo de un encuentro y diálogo entre la tradición sociológica europea, firmemente instalada en las cátedras argentinas de sociología, y la norteamericana que, lentamente, comienza a repercutir en el medio académico internacional y local. Este encuentro, y los debates que a partir de él se originan sobre el sentido de la disciplina, están atravesados en todo momento por las mencionadas tensiones ideológicas del campo político.

En efecto, desde mediados de los años 20, la sociología se desarrolla en un contexto de fuerte hegemonía del pensamiento alemán. En el periodo de entreguerras, Argentina intensifica lazos con la cultura alemana, difundida principalmente por José Ortega y Gasset a través de las editoriales españolas La revista de Occidente y la Biblioteca de ideas del siglo XX. En el ámbito intelectual, este contacto constituye la principal fuente de inspiración para la reacción antipositivista —de cuño espiritualista—que se extiende a partir de los años 30: reacción contra la ciencia, el materialismo, el mecanicismo.6

Esta reacción está relacionada, en gran medida, con el avance ya señalado de los sectores católicos y nacionalistas. El encuentro entre estas dos orientaciones se produce hacia fines de los años 20 gracias a una serie de espacios de formación y discusión sobre la "cuestión social", donde se despliegan posiciones inspiradas en el neotomismo y el maurrasianismo, de revaloración de la hispanidad y aversas al modernismo, al liberalismo y al laicismo, a los que hacen responsables por la emergencia del socialismo y el comunismo. Entre estos espacios se destacan los Cursos de Cultura Católica y la Acción Católica (fundados en 1928), y las publicaciones Criterio, La nueva república y El Pueblo. En estos ámbitos se forman varios de los posteriores cuadros intelectuales del peronismo: César Pico, Juan Pichón Riviére, Jorge Miguens, Francisco Valsecchi (Neiburg, 1998).

Aunque esta reacción antipositivista asociada al nacionalismo católico es mucho más marcada en la filosofía, también tiene repercusiones en el pensamiento sociológico. La revista de Occidente edita desde los años 20 traducciones de los principales sociólogos alemanes del momento: Simmel, Spann, Tónnies, von Vierkandt, von Wiese, Sombart, autores con los que trabaja la mayoría de los profesores de cátedras de sociología del país. Si bien las concepciones de la sociología son diversas y el pensamiento sociológico francés —Durkheim en particular— no deja nunca de ser una referencia fundamental,7 esta influencia del pensamiento alemán en clave espiritualista favorece el predominio de una interpretación "culturalista" de la sociología. Perspectiva considerada como un saber más próximo a la filosofía y a las humanidades, de carácter teórico, e incluso normativo, sobre las formaciones del espíritu (en particular, de la comunidad nacional). Esta interpretación es además comprensible si se tiene en cuenta que las actividades relacionadas con la disciplina se reducen prácticamente a la enseñanza de la misma, como complemento en la formación de estudiantes de otras carreras, y con el sesgo profesional (filosófico-histórico-literario) señalado más arriba por parte de los abogados.

Dentro de la sociología, y de los miembros del Instituto, esta interpretación es compartida tanto por sectores ideológicamente identificados con la derecha (Baldrich y Genta), como por sectores más liberales y progresistas (Ayala u Orgaz). Germani, por el contrario, rechaza por completo esta visión de la sociología. En términos teóricos y metodológicos la considera negativa ya que, al romper la vinculación con los hechos empíricos y negar la posibilidad de establecer uniformidades, favorece el intuicionismo y elimina la posibilidad de formular revisiones y correcciones al conocimiento. Pero sobre todo Germani la rechaza por sus repercusiones políticas negativas, "al contribuir a la expresión de ideologías irracionalistas a menudo equivalentes intelectuales de los totalitarismos políticos" (Germani, 1962: 5). En este sentido, en el posicionamiento de Germani se funden aspectos teórico-intelectuales e ideológicos.

Durante los años 40 este predominio general de la sociología alemana continúa.8 No obstante, la atención se desplaza hacia nuevos autores, especialmente Hans Freyer y Max Weber. Raúl Orgaz, Alfredo Poviña, Renato Treves y Francisco Ayala escriben importantes textos sobre estos autores.

Ahora bien, desde comienzos de esta década, nuevas fuentes intelectuales introducen un quiebre en las interpretaciones dominantes. Por una parte, como se puede apreciar en las tareas realizadas por Germani, el Instituto de Sociología dirigido por Levene evidencia una preocupación, aunque sea incipiente, por la investigación empírica en sociología. Por otra, el contacto establecido por Levene con José Medina Echavarría en México y, a través suyo, con toda la obra sociológica editada por éste en la biblioteca de Sociología del Fondo de Cultura Económica (FCE), le da un nuevo giro a la recepción e interpretación del pensamiento alemán, y en general, a la teoría sociológica. En ambos casos, Germani aparece como un impulsor firme y persistente de estas innovaciones.

En relación con la investigación empírica hay que aclarar que, aunque no es dominante en la concepción de la sociología que promovía el proyecto de Levene, estaba claramente incluida. Este interés se ve reflejado particularmente en las gestiones realizadas por Levene para vincular al Instituto con la realización del Cuarto Censo Nacional y en la apertura en el Instituto hacia la sociología norteamericana, en particular hacia los estudios sobre las grandes ciudades y la inmigración. Así, por ejemplo, el Boletín reproduce con cierta regularidad los sumarios de las principales revistas sociológicas norteamericanas: American Journal of Sociology, American Sociological Review, The Public Opinión Quaterly, Rural Sociology, Social Forces, Sociology and Social Research y Sociology. A journal of international relations (Blanco, 2006: 58).

En la búsqueda de modelos de investigación para sus estudios sobre las clases medias, Germani reúne y lee una parte importante de la producción norteamericana. Los trabajos de encuestas realizados en la ciudad de Pittsburg (1909-1914), la investigación sobre los Middletown de los Lynd, la de Thomas y Znaniecki sobre los inmigrantes polacos en Estados Unidos, el estudio sobre Londres elaborado por Charles Booth y, en general, los trabajos de la Escuela de Chicago se convierten en una fuente fundamental para sus artículos.

Además de lo hallado en el Instituto de Sociología, Germani obtiene estos materiales a partir de varias fuentes: la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la Biblioteca del Ministerio del Trabajo y, en especial, el Instituto de Filosofía de la UBA. Según él mismo relata, en este último encuentra una considerable dotación de libros de autores norteamericanos. Su director se interesaba por la sociología y contaba con "un tesoro" de material: Borgadus, Lundberg, Parsons, una colección de la American Sociological Review, el American Journal of Sociology y los Annales de Sociologie franceses (descendientes del Année Sociologique de Durkheim) (Kahl, 1986: 56).

Es importante destacar que en esta biblioteca Germani encuentra, y lee por primera vez, The Structure of Social Action de Parsons (de 1937), texto que, según los críticos de la época, permanece todavía inscripto en la tradición norteamericana de sociología de la acción moldeada por la Escuela de Chicago (Blanco, 2003). En los primeros escritos de Germani esta obra aparece citada de manera bastante tangencial; no obstante, la unificación teórico-analítica que propone el sociólogo norteamericano resulta muy afín a la concepción de la sociología que comienza a forjarse en Germani. Aún así, la referencia principal para este tema no es todavía Parsons sino, antes, Znaniecki, MacIver, Faris, Blumer y Ellwood. De todas formas, la inclinación hacia la sociología norteamericana no debe hacer perder de vista su profundo conocimiento de la sociología europea; complementado a su llegada a la Argentina con las obras completas de Weber, Simmel, Mannheim y otros teóricos sociales alemanes (Horowitz, 1992: 42).

Así, en relación con la definición de la naturaleza de la disciplina, Germani se encuentra dentro de quienes manifiestan un abierto interés por la sociología empírica y los avances que en este sentido ha logrado la sociología norteamericana (aunque sin descuidar el estudio y la producción teórica). Esta posición lo coloca en tensión con quienes, desde la revuelta espiritualista y antipositivista, defienden aquella concepción "culturalista" de la sociología, basada en una lectura con idéntico sesgo de la sociología alemana.

Ahora bien, en términos de la influencia de la sociología alemana, hacia los años 40, como dijimos, nuevos autores captan la atención y se produce un replanteamiento de las lecturas e interpretaciones dominantes. En este sentido, se incorpora otra gran fuente de difusión de la sociología alemana y anglosajona: la colección de Sociología del FCE que, a partir de los 40, se convierte en una referencia ineludible para los sociólogos latinoamericanos. Desde el comienzo del Instituto, José Medina Echavarría es invitado por Levene a participar en reuniones científicas del grupo. Germani se identifica de inmediato con sus puntos de vista sobre la disciplina, expresados en la obra Sociología: teoría y técnica, editada en 1941, y más tarde considerada como la obra inaugural de la renovación sociológica.

El contacto con Medina Echavarría resulta clave en tanto contribuye a delinear el enfoque "científico" de la sociología con el que Germani enfrentará a sus colegas durante más de una década (1962a). Esta perspectiva implica una lectura diferente de la sociología alemana, y en particular de Weber. Germani, al igual que Medina Echavarría, rechaza la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales, y la consecuente división entre investigación empírica (sociografía-so-ciometría: ciencia de lo "material" o naturalista) y sociología ("ciencia del espíritu"),9 que sustenta la interpretación culturalista de la sociología. Por el contrario, plantea que Weber logra reducir la distancia entre ambos al promover una integración más compleja entre teoría e investigación empírica a través, por ejemplo, de los tipos ideales.

Pero además, el contacto con Medina Echavarría fomenta la lectura de otro autor europeo que tiene una gran influencia en Germani: Karl Mannheim.10 A nuestro juicio, esta influencia es central pues a través de ella Germani logra conectar sus reflexiones sobre la crisis de la sociedad moderna y la cultura occidental —provenientes de sus inquietudes políticas más amplias— con sus preocupaciones sobre la ciencia y el papel que la sociología puede cumplir en la reconstrucción racional de las sociedades.

Germani retoma de Mannheim el diagnóstico sobre el advenimiento de la sociedad de masas como producto de la extensión de la industria y, en general, del desarrollo científico-técnico. Estas transformaciones estructurales han puesto en jaque el principio del laissez-faire y lo han sustituido por el de la planificación (Mannheim, 1945). La irrupción de las masas es entendida como parte del proceso de "democratización fundamental", que implica la incorporación masiva de amplios sectores populares en los distintos aspectos de la vida urbano-industrial, particularmente el ejercicio efectivo de los derechos políticos, de los cuales estaban previamente excluidos. Por tanto, Germani presupone, en la línea de Mannheim, que hay una conexión entre la expansión de la racionalidad instrumental que impulsa el desarrollo científico-técnico y amplía las capacidades humanas de dominio sobre el entorno, y el desarrollo de la democracia, en sentido de la inclusión de amplios sectores en la participación de este dominio.

No obstante, considera Germani, es una conexión que no está resuelta de antemano pues los cambios contemporáneos han llevado a la necesidad creciente de regulación, control y planificación racional en todos los ámbitos de la vida humana. El aumento inusitado de la centralización, la concentración y las técnicas de control (de la producción, del poder, de la guerra) que esta nueva realidad estructural ha generado amenaza la vigencia de las libertades modernas a través del surgimiento de formas totalitarias de integración y control de las masas que colocan al hombre en un profundo aislamiento y soledad moral, en suma, en un estado de anomia. Bajo estas condiciones, el hombre contemporáneo se ve orillado hacia formas de evasión de la libertad —con la consiguiente propensión a la entrega y al sometimiento voluntario de la propia individualidad a autoridades omnipotentes que la anulan—, lo que permite explicar finalmente por qué las masas se muestran dispuestas, bajo ciertas circunstancias, a adherir a regímenes políticos que parecían contrariar sus intereses y niegan "las aspiraciones más arraigadas en la conciencia del hombre occidental" (Germani, 1966: 187).

En esta situación, se vuelve fundamental apelar a una comprensión e intervención racional sobre la sociedad a fin de reorientar y reajustar las fuerzas sociales. La sociología, y las ciencias sociales en general, pueden y deben cumplir esta misión fundamental: comprender racionalmente las sociedades, a fin de someterlas también al control para fines del bien común, es decir, para la planificación con libertad. La pregunta que se abre entonces es ¿qué tipo de sociología es capaz de proporcionar soluciones a la crisis y, por tanto, fundamentos para la planificación social? En las siguientes líneas Germani proporciona una respuesta contundente que resume las posiciones desarrolladas más arriba: "La sociología no puede dejar de ser una ciencia empírica e inductiva si es que verdaderamente quiere cumplir su función orientadora en una sociedad que se encamina hacia la planificación" (Germani, 1966: 147).

V. En 1946 Perón gana las elecciones y al año siguiente Germani, como muchos otros profesores de la universidad, es relevado de su actividad en el Instituto y separado de la UBA hasta 1955, año en que regresa al ámbito universitario con un capital académico y político suficiente para transformarse en el fundador de la sociología científica en Argentina.

Ante una Europa devastada por el conflicto bélico, el escenario geo-político mundial se recompone, al principio lentamente, a partir de la hegemonía norteamericana en el mundo capitalista. Derrotado el nazismo y el fascismo, una nueva confrontación polariza ideológicamente al mundo: comunismo vs. capitalismo. En este contexto, la gestión de Perón (1946-1955) no puede menos que causar desconcierto: si por una parte, emprende un proceso de incorporación de las masas trabajadoras bajo el ideal de la justicia social; por otro, despliega un autoritarismo político-cultural que es interpretado por una gran parte de los intelectuales y de la izquierda como una forma local de fascismo.

Durante estos años, y a partir de nuevos ámbitos de actuación intelectual,11 Germani profundiza el cuadro de referencias ideológicas y teóricas que hemos presentado; y con ellas elabora la primer interpretación académica del peronismo (y de la sociedad argentina) con pretensiones de cientificidad. A pesar de que en privado no deja nunca de emparentar al peronismo con el fascismo y, por tanto, de sentir aversión hacia él (Germani, 2004), Germani propone hacia 1956 un análisis sociológico mucho más matizado y depurado del fenómeno, donde pone en juego, tanto la oposición autoritarismo-libertad proveniente de su matriz ideológica socialista liberal, como los elementos analíticos de su sociología científica.

En el célebre escrito "La integración de las masas a la vida política y el totalitarismo" (1956), incorporado más tarde en la antología Política y sociedad en una época de transición (1962b), Germani desarrolla la tesis del peronismo como un movimiento nacional-popular producto de una estructura social en rápida transición que, a diferencia de los regímenes totalitarios europeos (sustentados en las clases medias y la burguesía), encuentra su base de apoyo en las clases trabajadoras urbanas y rurales de reciente formación. En contra de la imperante teoría del "plato de lentejas", según la cual los obreros habrían vendido su libertad a cambio de prebendas materiales, Germani considera que Perón ha dado a los obreros mucho más que eso: les ha dado la experiencia concreta de reconocimiento, de dignidad y de afirmación frente al patrón; la conciencia de su fuerza social. A cambio, éstos entregan su libertad y sus derechos políticos; pero se trata de una libertad que en realidad nunca conocieron porque desde siempre estuvieron excluidos del juego social y político. De allí que, a pesar de que el peronismo representa la experiencia (amarga) de una integración de las masas por vía autoritaria, Germani rechaza la idea de que el apoyo de los trabajadores a Perón pueda interpretarse como fruto de una irracionalidad política. Por el contrario, en la línea de Mannheim, la racionalidad de la acción es medida aquí en términos de la relación entre situación objetiva y actitudes subjetivas.

VI. Como se señala en el comienzo del texto, el trazado de los primeros tramos de la trayectoria de Germani permite iluminar aspectos importantes de la perspectiva del autor y de la sociología científica forjada bajo su liderazgo. A modo de conclusiones provisionales, indicamos algunos de esos aspectos y los conectamos con problemáticas de mayor alcance: 1) frente al estereotipo de un Germani parsoniano, la revisión de su formación intelectual evidencia una riqueza y variedad de influencias, dentro de la cual destacan las figuras de Weber y, especialmente, Karl Mannheim. La importante presencia de este autor en las ciencias sociales latinoamericanas es un desafío de investigación aún pendiente; 2) frente al cientificismo ingenuo y acrítico que suele reprocharse al autor y a su producción científica desarrollada a partir de sus ideas, podemos destacar la actitud crítica y política en nombre de la cual se hace la defensa de una "ciencia objetiva". En efecto, para Germani la exigencia de someter los conocimientos a una serie de procedimientos y reglas rigurosos, garantizaría la posibilidad de cuestionarlos, replicarlos, corregirlos e impediría colocar la impresión subjetiva y el juicio de autoridad como criterios de verdad. Habría una especie de afinidad electiva entre estructura cognitiva de la ciencia y el proceso de democratización: la autocorrección constante a partir de reglas compartidas. Aunque esta postura nos parezca cuestionable no deja de tener relevancia si pensamos en la existencia, no menor, de una literatura sociológica con gran vocación crítica y poca rigurosidad analítica. En todo caso, nos invita a reflexionar sobre las relaciones entre conocimiento, racionalidad y política; 3) finalmente, desde la historia de las ideas (que busca articular las ideas con el contexto y los sujetos sociales que las enuncian), resulta interesante observar la paradoja de un proyecto que en una coyuntura como la de entreguerras aparece como un discurso crítico de rechazo al autoritarismo y defensa de la democracia, y que, a partir del nuevo contexto de fuerzas históricas abierto por la segunda posguerra, queda posicionado cada vez más como conservador, defensor del orden, e incluso proimperialista. Paradoja que nos invita a profundizar en los complejos nexos entre los sujetos, los discursos y la historia.

 

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Notas

1 Al final de su vida, Germani vuelve sobre estos temas en un trabajo titulado La socialización política de la juventud, un estudio comparado de Italia y España sobre las organizaciones de captación de jóvenes en regímenes autoritarios.

2 Desde una década y media vienen llegando emigrados italianos que alimentan al movimiento y lo proveen de importantes dirigentes como Oreste Chiossi, Giuseppe Parpagnola, Folco Testena y Albano Cornelli, entre otros.

3 Fragmentos reproducidos por Ana Germani del artículo "Sull'Unità antifascista" (Italia Libre, 1943).

4 En 1927, en el marco de la creación de varios institutos de investigación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, se crea el de Sociología Argentina. En 1940 Levene le cambia a este último el nombre por el de Instituto de Sociología.

5 En 1942 se comienza a editar el Boletín del Instituto de Sociología de la UBA; la editorial Losada lanza la primera colección de libros especializados, la "Biblioteca de sociología", dirigida por un miembro del instituto, Francisco Ayala; el Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES) y su publicación Cursos y conferencias abren espacios para la difusión de la sociología y se establecen los primeros contactos internacionales para cooperación técnica en la disciplina.

6 Hasta avanzados los años 20, la sociología francesa predomina claramente entre los profesores de sociología del país, a partir de las influencias de Comte, Durkheim, Tarde y Bouglé.

7 Levene en particular se reivindica como traductor y difusor de Durkheim.

8 Desde la editorial Losada, Francisco Ayala edita para la colección "Biblioteca de Sociología" a algunos de los autores alemanes mencionados, aunque también incorpora obras de los autores más representativos de la sociología francesa y norteamericana: Gurvitch y MacIver.

9 Esta distinción, con diferentes matices, era sostenida fundamentalmente en las obras de Vienkardt, Tónnies y Freyer.

10 Hacia 1945 el FCE había editado las principales obras del autor.

11 Fundamentalmente el CLES y las editoriales Abril y Paidós.

 

Información sobre la autora:

Daniela Rawicz. Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO-México). Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. En 2004 publicó el libro Ensayo e identidad cultural en el siglo XIX latinoamericano, México, ucm. Líneas de investigación: pensamiento social y político latinoamericano, y sociología de la cultura. Correo electrónico: drawicz@hotmail.com.

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