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Economía UNAM

versión impresa ISSN 1665-952X

Economía UNAM vol.15 no.44 Ciudad de México may./ago. 2018

https://doi.org/10.22201/fe.24488143e.2018.44.397 

Reseñas

Reseña del libro La perenne desigualdad de Rolando Cordera Campos1

Mario Luis Fuentes* 

*Investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), UNAM.

La Perenne Desigualdad. Cordera Campos, Rolando. FCE-Facultad de Economía, UNAM, 2017.


Juan Villoro sostiene que quien escribe ensayos señala con su índice, diciendo: “miren, esto es lo que observo, lo que me sorprende, lo que descubro y me indigna”. En su libro La perenne desigualdad, Rolando Cordera nos presenta cinco ensayos en los que, con la escritura de un Maestro, nos brinda latitudes, longitudes y profundidades para saber desde dónde observar -y develar así lo que oculta- la narrativa histórica que prevalece y que ha ponderado una descripción de equilibrios, mostrándose siempre como un avance lineal ascendente; una narrativa histórica que minimiza las pérdidas, los costos, los conflictos, el desacuerdo, la lucha del poder y las resistencias que se dieron en lo que junto con Carlos Tello llamó, hace ya más de tres décadas, La Disputa por la Nación (Cordera y Tello, 1981).

El libro de Rolando Cordera nos da coordenadas para navegar en la historia reciente del país al describir con una escritura plena los eventos que definieron la ruta por la que la Nación se ha conducido los últimos siete lustros, describiendo también con ello nuestro presente.

Cordera observa la historia del país, subraya su carácter discontinuo y múltiple; plena de pequeños grandes hechos que han significado retrocesos, avances y, en muchas ocasiones, pasos laterales. Busca mostrar lo esencial de esos años, al hacer síntesis parciales y establecer conexiones históricas que refuerzan sus ideas. A lo largo del libro repasa la “marca histórica” que significa la desigualdad en México y plantea sus ideas en múltiples tesis.

Señalo sólo algunas que considero centrales:

  • La Desigualdad no se debe aceptar como destino fatal.

  • El Estado no debe renunciar a la redistribución, pues es la única estructura social capaz de darle sentido a la globalización, nacionalizándola a favor de México.

  • Es urgente reformar las Reformas pero sobre todo iniciar la Reforma del Estado para transformarlo en un Estado Social.

  • Es urgente establecer el Derecho al Desarrollo, reivindicándolo como algo imprescindible para el mejoramiento sostenido de las mayorías, y que debe acompañarse siempre del aprendizaje democrático.

  • Y su idea eje, que sostiene una y otra vez: el Desarrollo sólo es concebible como una combinatoria dinámica de crecimiento económico y redistribución social de ingresos, capacidades y derechos.

En la construcción de cada una de estas tesis, Cordera recupera textos y actores fundamentales. La vela mayor del libro, sin embargo, se encuentra en su andamiaje, el cual nos transmite la conciencia del autor de que la lucha por el poder, en el fondo, siempre es por imponer una verdad, un “sistema de ideas”, una idea mundo sobre las otras visiones, como lo refería el filósofo José Gaos.

Por ello La Perenne Desigualdad puede leerse también como la historia de una lucha de las ideas y como el repaso memorioso de la implementación de una nueva idea mundo en el país a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, una en clave de globalización. Se trata de un texto en cuyo centro está la disección de cómo se impuso una verdad -compartiendo el argumento del autor de que siempre existen múltiples verdades-.

Ya lo señalaba Michel Foucault: es el poder lo que consigue imponer la verdad. El poder crea la verdad y construye la manera de interpretar esa verdad. La relación entre el poder y el saber es lo que la élite dominante decide que es la verdad. Normaliza un determinado pensamiento en el cuerpo social por medio del lenguaje, interiorizándolo como la verdad dominante, tal como Carlos Tello lo señala en su libro La Revolución de los Ricos (2012).

Esa verdad, que se impuso sobre todas las otras, es la fe en un mercado mundial unificado a la par del establecimiento de la democracia como régimen universal; la idea de que existe un capitalismo racional, basado en la economía, que implica de facto una prosperidad para todos.

Se impuso el capitalismo en su fase neoliberal, cuyo fin es la construcción de una sociedad de mercado, de individuos, la cual permitiría la expansión de la libertad de todos; la creencia ciega que los mercados tienden al equilibrio y que son las construcciones sociales más eficientes. La convicción de que el Estado debe cumplir, esencialmente, con dos funciones: proteger la propiedad privada y vigilar que la competencia sea posible en todos los espacios, tanto los públicos como los privados.

Esta imposición del neoliberalismo, señala Wolfgang Streeck, surge bajo el signo de una “nueva diosa”: TINA (No Hay Alternativa, por sus siglas en inglés), bajo cuyo auspicio se asumió sin cuestionar que el capital era una necesidad tan inevitable como beneficiosa.

El libro de Cordera documenta el proceso de creación de la desigualdad histórica en nuestro país, y a la vez, recupera y utiliza los textos que han mostrado la conciencia -también histórica-, de sabernos profundamente desiguales.

Asimismo, nos presenta la evidencia de que esta conjunción de Democracia con Mercados globales generó la mayor concentración de riqueza e ingreso en la historia del país; de tal forma que la desigualdad, el empobrecimiento masivo y su correlato en el estancamiento de la movilidad social, son los mayores desafíos que hoy encaramos.

Con la fuerza de su escritura, el autor señala que “México es un país fragmentado y desigual”, y acentúa -en síntesis- que los mexicanos del siglo XXI son en su gran mayoría vulnerables, en tanto que sufren algún tipo de pobreza y no tienen garantizado el acceso a bienes públicos fundamentales; que en México prima la inseguridad de todos frente a todo; y que la perdida de expectativas de los jóvenes ha derivado en un creciente escepticismo, desaliento e indiferencia. Con la misma fuerza señala que el Estado mexicano es “un régimen con pies fiscales de barro”, y con tejidos administrativos y de control “corroídos” por la corrupción y la ineficiencia.

Argumenta que la desigualdad es un “fenómeno total” que marca el conjunto de la estructura y el carácter social del país, y que su fuerza es tal que “modela al conjunto de las relaciones sociales” generando, a su vez, un acentuado deterioro de los mecanismos institucionales de todo el Estado. Frente a esta capacidad profundamente corrosiva de la desigualdad, la pregunta central que plantea Rolando Cordera es: ¿Cuáles son los factores que pueden explicar porqué la desigualdad tiene esta capacidad de volverse perenne -permanente-? Y creo que éste es uno de los mayores aportes de su libro: la construcción de esta pregunta y el proponer algunos trazos que quizá puedan darle respuesta.

En ese sentido, quiero subrayar la importancia que tiene el texto al afirmar que la desigualdad no puede explicarse sólo con base en sus fuentes económicas. La desigualdad ha modulado -nos dice el autor-, nuestras mentalidades, se ha vuelto parte de nuestra naturaleza misma; por ello, a lo que Rolando Cordera convoca es a descifrar cómo la desigualdad ha definido la conducta de las élites económicas, que son, a su vez, élites del poder político.

De ahí la necesidad de preguntarnos, como nos propone Cordera, de dónde surge esta cultura que tolera la desigualdad. Esta pregunta, nos impone la paradoja de reconocer que jamás se había hablado tanto de la desigualdad y que, también, jamás se había hecho tan poco para reducirla.

Pensar en esta paradoja, precisa incorporar al análisis las implicaciones sociológicas que se derivan de la tesis de Nietzsche en torno a que el hombre de la modernidad es un hombre centrado en sí mismo, incapaz de ser solidario; así como a las tesis de filósofos como Michel Foucault, Gilles Lipovetsky y Pierre Bourdieu, relativas a que la característica principal de la era postmoderna es el individualismo del hombre. De acuerdo con ellos, al hombre sólo le interesa él mismo, y sólo socializa con personas con las que comparte intereses similares; ya no le llaman la atención causas ajenas a él, como las revoluciones o las protestas. No le importa la política y se siente totalmente desinteresado por esos movimientos. En síntesis: ya no hay una base social, sólo individuos.

Ser una sociedad de individuos significa aceptar que la cultura, en su dimensión social, postula y ha interiorizado que todo logro humano es producto del esfuerzo individual. De ahí que se admire a aquellos que han logrado la mayor riqueza y el máximo consumo. Se neutraliza el rol que tienen las relaciones de poder en clave de explotación por parte de las élites en el logro de la actual y ofensiva dimensión de riqueza. De tal forma que ya no es la explotación, sino la exclusión del consumo lo que genera identidad, obteniendo con ello una legitimidad desde los individuos, quienes no cuestionan al esfuerzo individual como ruta única de acceso al bienestar.

La desigualdad, como problema, se ha diluido en esta sociedad de individuos gracias a lo que John K. Galbraith -y que Cordera recupera en su texto- denomina como la “cultura de la satisfacción”, una que promueve el mantenimiento de un sistema que defiende y protege los intereses de las élites económicas y del poder político en detrimento del resto de la población.

Por ello, la hipótesis que surge después de la lectura del libro es que la desigualdad se ha vuelto perenne porque se sostiene en la idea de que es el esfuerzo individual la única premisa que explica el logro económico. Esta verdad impuesta por el poder de las élites ha colonizado toda la cuestión social, y puede ser parte de la respuesta de por qué la desigualdad se ha vuelto permanente.

En ese sentido, una de las conclusiones más duras que expone Rolando Cordera es tener que aceptar que las tareas para enfrentar la desigualdad son de mucha mayor magnitud y dificultad que antes, pues para ello, nos dice, hemos de recomponer el contrato social que ha sido roto por la propia desigualdad y por la concentración del poder en unas cuantas manos, y que hoy está fuera del alcance de la Democracia y la Ciudadanía. Ello requiere asumir un desafío mayor: somos una sociedad de individuos, en cuyo fundamento yace una desigualdad legitimada, y que se encuentra rota por la ley del más fuerte y atenazada por la debilidad del Estado de Derecho así como por la erosión y debilidad de las instituciones y los poderes democráticos.

Bibliografía

Cordera Campos, Rolando (2017) La perenne desigualdad, México, FCE-UNAM. [ Links ]

Cordera, Rolando y Carlos Tello (1981), México: la disputa por la nación, México, Siglo XXI. [ Links ]

Tello, Carlos y Jorge Ibarra Concejo (2012), La revolución de los ricos, México, Facultad de Economía, UNAM. [ Links ]

1Una versión previa fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2017.

Recibido: 27 de Noviembre de 2017; Aprobado: 26 de Febrero de 2018

Mario Luis Fuentes

Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y Maestro en Desarrollo Regional por el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de la Haya Holanda. Entre los años de 1988 y 2000, ocupó los siguientes cargos en la Administración Pública Federal: Director General de Programación y Presupuesto Regional (SPP); Director General del CONAFE; Director General del Sistema Nacional DIF y; Director General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Actualmente es Miembro de la Junta de Gobierno en la Universidad Nacional Autónoma de México; Investigador de tiempo completo del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo; Miembro del Comité Directivo del Seminario Universitario de la Cuestión Social por nombramiento del Rector en 2001 y Secretario Técnico desde 2010; es Coordinador Académico de la Especialización en Desarrollo Social, del Programa Único de Especializaciones de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía. Asimismo forma parte del Consejo Consultivo de UNICEF; es Presidente de la Comisión de Educación y Valores de la Fundación ACIR; miembro del Consejo Consultivo de la Fundación del Empresariado Mexicano; Director General del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, A.C. y preside el Consejo Editorial de la Revista México Social. Es autor de varios libros y artículos sobre Asistencia y Política Social y es conductor del Programa México Social del canal Once TVMéxico del Instituto Politécnico Nacional. Encabeza la Cátedra Extraordinaria Trata de Personas de la UNAM.

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