Journal of Economic Literature (JEL): R1, O18, O57
Introducción1
Mientras China se convirtió en la economía más grande del mundo en la segunda mitad de 2014 (IMF 2014a), el diagnóstico de las organizaciones internacionales para las economías latinoamericanas es más reservado. Se comprueba, por un lado, un crecimiento considerable en la última década y una reducción notable de la pobreza (Ferreira, et. al. 2013), pero también se reconocen serios desafíos. La OCDE (2013,15), por ejemplo, espera un "deterioro de las perspectivas de crecimiento", lo cual "acentúa los retos estructurales que enfrenta América Latina", mientras el FMI (IMF 2014b, 14) concluye que "the balance of risks to the outlook is still tilted to the downside", básicamente por una demanda interna débil, la caída en los precios de materias primas y un empeoramiento en las condiciones financieras.
Ante esta situación, este artículo analiza la posición de América Latina en la economía mundial y como ha cambiado en el transcurso del crisis de 2008-2009. El propósito es, sin embargo, ir más allá de los rankings habituales del PIB o del PIB per cápita. Se hará particular énfasis en la geografía de la centralidad económica, es decir, en cuestiones de core-ness económico en vez del puro tamaño.
Esta perspectiva se desarrolla teóricamente en las dos primeras secciones de este artículo. Basado tanto en los análisis del sistema mundial como en la literaturas sobre cadenas productivas y ciudades globales, se resalta, primero, que los centros económicos surgen a raíz de la concentración de actividades económicas relativamente monopolizadas, y, segundo, que la regionalización de esta centralidad económica tipicamente son ciudades, y, en particular, las llamadas ciudades globales. A partir de estas premisas, en la tercera sección se analizarán datos aptos para identificar la posición de América Latina en la geografía de la centralidad económica: la localización de las empresas más grandes del mundo (Forbes Global 2000), el valor bruto añadido en los servicios al productor en 126 ciudades en todo el mundo, y la Global Network Connectivity (GNC) de las ciudades globales calculado por GaWC. En la cuarte sección se discute y interpreta los resultados empíricos.
La centralidad económica
El punto de partida de esta reflexión sobre la centralidad en la economía mundial es la noción de que el capitalismo se ha desarrollado a través de y se sostiene en divisiones de trabajo funcionales que toman la forma de cadenas productivas globales (Gereffi/Korzeniewicz 1994). Cabe subrayar que en estas divisiones del trabajo existe una interrelación entre la organización social y espacial de la economía (Wallerstein, 1983): los procesos de producción están repartidos en segmentos, con cada segmento tiene asignado tanto un valor específico (expresado en la parte del valor agregado total que esta secuencia logra aglutinar) como un lugar particular para ser desarrollado.
En cuanto a la organización social de la economía hay que subrayar que los procesos laborales que logran concentrar una buena parte del valor agregado son altamente renumerados porque consisten en actividades relativamente escasas y de gran demanda. Así, sus productores gozan de un monopolio relativo, ya que sus productos son difíciles de reemplazar (p.e. porque son intensivos en capital y en conocimientos o porque están protegidos por altas barreras de entrada). Controlando un proceso laboral relativamente monopolizado establece una posición central en cadenas productivas, dotada con poder superior en la gestión económica:
(T)he relative power of actors within a network depends, in large part, on the extent to which each possesses assets sought by the other party and the extent to which access to such assets can be controlled. The scarcer the asset the greater the bargaining power it conveys and vice versa (Coe et. al. 2008, 276).
Segundo, y en cuanto a la organización espacial de la producción, cabe señalar que los productores controlando procesos laborales relativamente monopolizados geográficamente no se distribuyen de manera igual. Más bien, a lo largo de la historia algunas regiones lograron concentrar de manera desproporcional los procesos productivos altamente renumerados, mientras otras regiones están caracterizadas por una mayoría de procesos laborales poco renumerados. A estas se les llama periferias 'zones that lost out in the distribution of surplus' (Wallerstein, 2001, 109). Los centros, por el contrario, se distinguen por un predominio de los procesos de alto rendimiento. Ya que estas actividades son, como se señalaba, relativamente escasas, en términos geográficos se debe conceptualizar la centralidad o un centro como un nodo en varias cadenas productivas. Como dicen Hopkins y Wallerstein (1977, 114):
(S)ome areas appear as cores or centers, in virtue of the many relational sequences leading from or to them'.
Poco después, Wallerstein (1983, 30) ya aplicó el término 'cadena productiva' apuntando que:
'commodity chains have not been random in their geographical directions. Were they all plotted on maps, we would notice that they have been centripetal in form. Their points of origin have been manifold, but their points of destination have tended to converge in a few areas. That is to say, they have tended to move from the peripheries of the capitalist world-economy to the centres or cores.
A pesar de que estas nociones conllevan una connotación muy espacial, Wallerstein nunca desarrolló una conceptualización geográfica exhaustiva de le centralidad en cadenas productivas. Ni lo hicieron otros autores en este campo de investigación, por lo cual muchos de los análisis de cadenas productivas carecen de un tratamiento geográfico profundo (Leslie y Reimer, 1999). Aún menos interés ha mostrado Wallerstein en integrar una perspectiva urbana en su reflexión -la ciudad como unidad de investigación queda practicamente ausente de la mayor parte de los análisis del sistema mundial- y, sobre todo, de las aportaciones teóricas (para un resumen de los pocos trabajos al respecto ver Smith, 2000). Sin embargo, existen buenas razones para conzeptualizar la centralidad económica en términos urbanos, lo que haré en la próxima sección.
Ciudades como centros económicos
La literatura -ya muy extensa- sobre ciudades globales apunta que estas operan como 'highly concentrated command points in the organization of the world economy' (Sassen, 1991, 3). Según Sassen, las ciudades globales obtienen su centralidad en la economía mundial por ser lugares donde se producen y se prestan los servicios al productor, considerados como indispensables para las operaciones tanto de empresas globales como para los mercados financieros (UNCTAD 2004; Bryson y Daniels, 2007). Gracias a sus clústeres de servicios al productor, las ciudades globales son nodos esenciales para el funcionamiento y la gestión de cadenas productivas (Brown, et al. 2010; Parnreiter, 2010) por lo cual es indispensable considerarles en un análisis de centralidad económica.
Para una conceptualización más general del papel de las ciudades en la economía cabe recordar que "we can say that the most basic raison d'être for cities... resides in their role as centers of economic production and exchange" (Scott/Storper, 2014, 6). Hoy en día, 80% del PIB global se produce en ciudades, con tan sólo 600 ciudades sumando 65% del crecimiento de la economía mundial (World Bank, 2013; MGI, 2012). Más aún, las ciudades son la regionalización típica de la centralidad económica porque abarcan y engendran dos prerrequisitos elementales para la expansión económica. Primero, en ellas se concentra la infraestructura física necesitada para la acumulación del capial, ya que ésta demanda grandes inversiones, lo cual las hace sensitivas a economías de escala. El resultado es su concentración geográfica, con las ciudades resultado de esta concentración:
It is impossible to imagine such a material process without the production of some kind of urbanization as a 'rationale landscape' within which the accumulation of capital can proceed. Capital accumulation and the production of urbanization go hand in hand" (Harvey, 1985, 190).
Gracias a la concentración espacial del capital fijo, cada ciudad es un:
"specific resource complex of humanly created assets to support both production (fixed capital) and consumption (the consumption fund)".
Funciona, por ende, como palanca para el desarrollo económico, ya que:
"(t)he stock of fixed capital and of consumption fund assets does, however, provide a solid form of wealth that can be used to produce and consume more wealth (ibid., 144, mi énfasis).
La segunda razón para que las ciudades sean la regionalización típica de la centralidad económica es porque engendran y atribuyen lo que Schumpeter (1987 [1934], 100; mi traducción) llama 'nuevas combinaciones' y lo que Jacobs (p. e. 1970) distingue como 'nuevo trabajo': "(A)t the core of all processes of city growth is this root process ... (of) adding new kinds of work to other kinds of older work" (Jacobs 1970, 50f). La capacidad de producir innovación es, según Jacobs, algo exclusivamente urbana, resultando de las condiciones específicas de ciudades y, en particular, de los desafios que emergen de la aglomeración: Enfrentados diariamente con diversidad y densidad, con lo nuevo, extraño e inesperado, los ciudadanos a la fuerza tienen que ser inovadores para resolver los muchos problemas resultado de esta dinámica. Jacobs infiere, entones, que:
(c)ities are the mothers of economic development, not because people are smarter in cities, but because of the conditions of density. There is a concentration of need in cities, and a greater incentive to address problems in ways that haven't been addressed before. This is the essence of economic development (Jacobs, 1997).
Aspectos metodológicos
La tarea de operacionalizar estos razonamientos para un análisis empírico de la geografía de centralidad implica, primero, identificar las actividades económicas que aglutinan la mayor parte del valor agregado en una cadena productiva. En general, son las actividades en las cuales el margen entre los precios de los insumos y el precio final es más grande y que por ende generan las ganancias y los salarios más altos (p. e. industria manufacturera de alta tecnología o servicios intensivos en conocimientos). Segundo, se requieren datos sobre estas actividades económicas centrales, tanto a nivel global (para hacer una comparación geográfica exhaustiva) como, según el razonamiento de arriba, a nivel de ciudades. Sin embargo, son muy pocas las bases de datos a las que se puede recurrir con estas exigencias, ya que las instituciones internacionales, que ofrecen datos para una comparación global, suelen proporcionarlos por naciones. Tercero, y dado el interés en examinar la geografía de centralidad económica y la posición de América Latina en ella, hay que enfocarse en las actividades económicas centrales más relacionadas con la gestión de cadenas productivas.
Ante estas exigencias, aquí se examinan los siguientes datos. Primero, el análisis del patrón espacial de las sedes de las empresas más grandes del mundo (Forbes Global 2000)(2) informará sobre la geografía del poder formal en cadenas productivas. Los corporativos son, como lead firms de una multitud de cadenas productivas, actores centrales en la economía mundial (p.e. UNCTAD 2013), y sus casas matrices son los centros de la gestión de estas cadenas: "The corporate headquarters is the locus of overall control of the entire TNC" (Dicken, 2011, 134). Ahora, como Dicken mismo y otras investigaciones sobre la estructura y el funcionamiento de las corporaciones reconocen, la capacidad de la administración central en la sede de una empresa de gestionar y controlar la cadena productiva está incrustada y depende de:
a mosaic of relationships between its headquarters and subsidiaries forming an integrated network across borders. In addition to its internal network, the MNE (la empresa multinacional, C. P.) is part of a larger network external to its ownership boundaries, which may involve close coordination with other firms in supplier or customer relationships, or with strategic alliance partners (Dunning y Lundan, 2008, 117).
Como se ha indicado ya, entre las empresas externas que juegan un papel clave en las cadenas productivas sobresalen las de servicios al productor. Interesado no tanto en el poder económico formal -representado por la sede de una empresa- sino en 'the practice of global control: the work of producing and reproducing the organization and management of a global production system and a global marketplace for finance' (Sassen, 1991, 6), Sassen propone enfocarse en los proveedores de servicios al productor como actores centrales de la gestión económica. Siguiendo este razonamiento, el segundo indicador cuyo patrón geográfico se analizará aquí es el valor agregado bruto en servicios al productor,(3) que informará sobre la geografía del poder organizativo en cadenas productivas detrás del poder formal de la casa matriz.
Dado el enfoque de este artículo en la centralidad en la economía mundial se necesita, sin embargo, concretizar la operacionalización aún más. Cabe mencionar que en cuanto a la capacidad de organizar y controlar cadenas productivas globales, dentro de las empresas de servicios al productor destacan las que operan a nivel mundial (para un resumen de las más importantes véase Taylor et. al. 2011). Son ellas -y solamente ellas- que pueden servir a sus clientes en donde sea con la misma cualidad, ya que combinan la ventaja de cercanía al cliente (lo local) con acceso a recursos y conocimiento implícito en lugares y ambientes desconocidos (lo global). Por ende, el poder organizativo a nivel mundial de una empresa de servicios al productor depende críticamente de su integración en una red global. Para medir este poder globalizador se analizará aquí, como tercer indicador, el patrón geográfico de la 'Global Network Connectivity' (GNC) de las ciudades globales. Calculado por GaWC (www.lboro.ac.uk/gawc/), la GNC estima las conexiones interurbanas -flujos de información, capital, profesionales, etc.- con base en un análisis del sector de los servicios al productor que cada ciudad global tiene (para la metodología ver Taylor, 2004).(4)
Resultados empíricos
En cuanto al primer indicador que sirve para evaluar el poder formal en cadenas productivas destacan Tokio, Beijing, Londres, Paris y Nueva York como ciudades cuyas empresas tienen más participación en el total de las ventas de las Forbes Global 2000. En cuanto a las ganancias, es Beijing la ciudad con la mayor participación, seguida por Nueva York, Tokio, Londres y Washington (para resultados más detallados ver cuadro 1).(5) Las ciudades latinoamericanas aparecen solo marginalmente en el mapa de los corporativos más grandes del mundo: sus empresas generan en su conjunto 2.5% tanto de las ventas como de las ganancias de las Forbes Global 2000, lo que equivale aproximadamente a los valores de Seúl (2.6% de las ventas) y a Moscú (2.7% de las ganancias). De las 250 ciudades con más participación, solamente nueve son de América Latina. Referente a las ventas, São Paulo y Rio de Janeiro, ocupando los lugares 34 y 35, son las ciudades latinoamericanas mejor clasificadas, junto a Cincinnati. La Ciudad de México viene en el lugar 65, comparable con ciudades como Montreal o Viena, y Santiago de Chile sigue en el lugar 93. En cuanto a la participación en las ganancias generadas por las Forbes Global 2000, es la Ciudad de México la de más participación, colocándose en el lugar 41, detrás de Cincinnati, seguida por São Paulo en el lugar 43 (comparable con Bangkok), Bogotá (67) y Rio de Janeiro (68).
Si bien es cierto que las ciudades latinoamericanas figuran solamente en los márgenes de los mapas de las ventas y ganancias de las empresas más grandes del mundo, cabe también señalar que la crisis de los años 2008/2009 tuvo un impacto menos fuerte en esta región que el promedio. Entre 2006 y 2014 las empresas con sede en América Latina incrementaron sus ventas 3.4 veces más rápidas que el promedio de las Forbes Global 2000 y las ganancias 55% más rápidos. Destacan, en cuanto al incremento absoluto de las ventas, las ciudades brasileras, con São Paulo y Rio de Janeiro colocándose entre las 25 ciudades con las empresas más expansivas (cuadro 1). Referente al crecimiento relativo, las ciudades latinoamericanas tienen un resultado aún mejor, ya que todas salvo Belo Horizonte tienen un crecimiento de las ventas por arriba del promedio (+59%). Sobresalen Bogotá con un crecimiento relativo de las ventas de 6 162%, lo que la hace la ciudad con el aumento más rápido en el mundo, y Medellín (+907%). También las empresas en São Paulo, Santiago de Chile, Osasco y Caracas expandieron sus ventas fuertemente, mientras las de la Ciudad de México retroceden, aunque su crecimiento todavía está por arriba del promedio de todas las ciudades. Relativo al desarrollo de las ganancias de las empresas Forbes 2000 con sede en América Latina los resultados son mixtos. La mayoría de las ciudades latinoamericanas tienen un crecimiento fuerte de las ganancias de sus empresas, destacando, en términos absolutos, São Paulo, la Ciudad de México y Bogotá, que se ubican en las Top 50 ciudades. En Monterrey y, sobre todo, en Rio de Janeiro, sin embargo, las ganancias absolutas disminuyeron notablemente. En cuanto al crecimiento relativo, la mayoría de las ciudades latinoamericanas tiene un crecimiento relativo de las ganancias por arriba del promedio de las Forbes 2000 (+ 70%), distinguiéndose Bogotá como la primera de todas las ciudades de la lista Forbes 2000 (+ 8 654%). Destacan también Caracas, São Paulo, Osasco y Medellín con un crecimiento relativo muy fuerte, mientras las empresas con sede en la Ciudad de México expandieron sus ganancias por 144 por ciento.
En promedio, el margen de beneficio operativo de las empresas con sede en América Latina excede con 7.7% ligeramente el promedio de las Forbes Global 2000 (7.5%). Existen, no obstante, altas diferencias regionales. Mientras las empresas tanto en las dos ciudades brasileras con las empresas más expansivas -São Paulo y Rio de Janeiro- como en Santiago de Chile tienen un rendimiento relativamente bajo, las otras ciudades grandes de América Latina (Caracas, Bogotá, la Ciudad de México, Lima y Brasilia) se colocan muy por arriba del promedio de las Forbes Global 2000.
El segundo indicador que se analiza aquí es el valor agregado bruto en servicios al productor. Estos servicios son, como se argumentó, indispensables para las operaciones, tanto de empresas globales como para los mercados financieros. Los resultados del análisis parecen, por un lado, al patrón geográfico de las sedes de las empresas más grandes. En 2013, las ciudades con más valor agregado en los servicios al productor son Nueva York (con 9.1% del total de las 126 ciudades), seguida por Tokio, Paris, Londres y Los Ángeles (ver cuadro 2). Por el otro, se observan también diferencias importantes, especialmente con referencia a las ciudades chinas: Beijing solo viene en el 15 lugar, con una participación de 1.7% en el valor agregado bruto en servicios al productor.
En cuanto a las ciudades latinoamericanas también se muestran diferencias, ya que generan en total 5.6% del valor agregado bruto en servicios al productor -más que el doble que la participación en las ventas y ganancias de las empresas más grandes-. Destacan São Paulo y la Ciudad de México con 1.2% cada una (lugares 21 y 22, junto a Nagoya y Phoenix), pero también Santiago de Chile y Buenos Aires -ausente en la lista de Forbes- se encuentran entre las 50 ciudades con más participación en la producción de los servicios altos. Por el otro, Rio de Janeiro, que en el listado de las empresas más grandes es una de las ciudades latinoamericanas altamente clasificada, tiene una producción relativamente baja en este sector.
En cuanto al impacto de la crisis en el sector de los servicios al productor en América Latina, se confirman grosso modo los resultados del análisis de la lista de Forbes: la recesión global impactó menos en esta región, lo que resulta en un crecimiento por arriba del promedio en casi todas las ciudades (2006-2013). Mientras en el total de las 126 ciudades analizadas el valor agregado bruto en los servicios al productor creció 38%, en América Latina fue 81%. En términos absolutos, destaca el crecimiento en São Paulo, Santiago de Chile y Buenos Aires, mientras referente al crecimiento relativo de los servicios al productor son las ciudades con un sector todavía relativamente pequeño que sobresalen: en San José, Santa Cruz, Montevideo, Bogotá, Lima, Santo Domingo y Caracas, la producción se duplicó. En las dos ciudades brasileras más importantes el crecimiento no fue tan pronunciado, pero todavía por arriba del promedio, mientras la Ciudad de México fue más afectada por la crisis: Aquí el valor agregado bruto en servicios al productor creció por solamente 23 por ciento.
En cuanto a la productividad del sector de los servicios al productor (valor agregado por persona ocupada), el balance para las ciudades latinoamericanas es mucho menos favorable. Todas salvo Santiago de Chile tienen una producción per cápita por debajo del promedio de las 126 ciudades, y eso en parte es significativo: en la Ciudad de México -después de Santiago y Santo Domingo la tercera en América Latina- el output por persona queda 36% por debajo del promedio, en Buenos Aires 59%, en São Paulo 60% y en Rio de Janeiro 78%. Dicho de otra manera, una persona ocupada en el sector de los servicios al productor en la Ciudad de México agrega por hora de trabajo unos 150 US-$ menos de valor que su colega en Bruselas, las ciudad con la productividad más alta.(6)
El tercer indicador para evaluar la centralidad económica es la 'Global Network Connectivity' (GNC), que estima las conexiones entre ciudades globales (Taylor et al. 2011). En 2013, las ciudades más conectadas son Londres, Nueva York (con 94% de la conectividad de Londres), Hong-Kong (78%), Paris (72%) y Singapur (68%) (cuadro 3). Llama la atención la integración fuerte de ciudades asiáticas -seis de las diez ciudades más conectadas se encuentran en Asia (además de Hong Kong y Singapur son Tokio, Shanghái, Dubái y Beijing)-. También llama la atención que algunas ciudades latinoamericanas tienen una GNC muy alta: São Paulo se coloca en el lugar 16, con 58% de la conectividad de Londres, justo a Frankfurt, mientras la Ciudad de México viene en el lugar 20 (54%), detrás de Madrid. Además de São Paulo y la Ciudad de México, GaWC (2014) clasifica también a Buenos Aires y Santiago de Chile como "Alpha World Cities" ("Very important world cities that link major economic regions and states into the world economy"), mientras Lima, Bogotá, Caracas, Montevideo, Rio de Janeiro, Guatemala, Panamá, San José, y Quito están contadas como "Beta World Cities" ("important world cities that are instrumental in linking their region or state into the world economy"). En la última década (2000-2013), tres de las cuatro "Alpha World Cities" de América Latina -Santiago de Chile, Ciudad de México y São Paulo- aumentaron su conectividad por arriba del promedio de las Top 50 ciudades (55%), mientras Buenos Aires' integración en la red de ciudades globales se ha disminuido. Los crecimientos en la GNC más fuertes han tenido, sin embargo, ciudades hasta ahora menos conectadas como Querétaro y Puebla, Cali, San Salvador, Cordoba, Guatemala o Lima.
Discusión
El análisis empírico de los patrones geográficos de las actividades económicas centrales arroja varios resultados. En términos generales (que aquí no fue el enfoque principal), sobresale la importancia excepcional de Nueva York y Londres, pero también de Tokio y Paris. Sin duda, son los centros de la economía mundial, y eso respecto al poder económico formal, al poder organizativo y al poder globalizador. Destaca también, sin embargo, que ciudades asiáticas (y, en particular, chinas) están alcanzando, sobre todo con Beijing, Hong-Kong, Singapur y Shanghái mayor centralidad en varios aspectos.
Referente a América Latina, los resultados muestran, primero, que en cuanto al poder económico formal, sus ciudades son marginales, aunque lograron mejorar su posición en el curso de la reciente crisis de la economía mundial. Sobresale São Paulo tanto en cuanto al crecimiento de las ventas como de las ganancias, mientras las empresas de la Ciudad de México y de Bogotá destacan sobre todo por su incremento en las ganancias. Segundo, el análisis revela también que las ciudades latinoamericanas ocupan lugares más centrales en la economía mundial en cuanto al poder organizativo y globalizador. Tanto São Paulo como la Ciudad de México tienen un sector de servicios al productor importante y fuertemente integrado en la red de ciudades globales. Además, en varias ciudades latinoamericanas, tanto la producción del sector de los servicios altos como su conectividad se han incrementados notablemente en la última década.
¿Cómo se pueden interpretar estos resultados divergentes? Para comprender la diferencia entre el poder económico formal bastante limitado y el poder organizativo y globalizador más significante hay que subrayar, primero, la falta de vigor del sector manufacturero -tanto privado como estatal- en América Latina. Son los servicios altos y, en particular, el sector financiero que contribuyen la mayoría a las ventas y ganancias de las empresas latinoamericanas listadas en Forbes Global 2000 - 30 a 41 %, respectivamente. Tan sólo tres bancos brasileros (Banco Bradesco, Banco do Brasil, Itau Unibanco Holding) contribuyen más que un quinto a las ventas y más que un cuarto a las ganancias de las Forbes Global 2000 de América Latina. El segundo sector más importante es la minería contribuyendo 20% a las ventas y 27% a las ganancias. En este sector, destacan empresas semiestatales como Petrobas y Ecopetrol que beneficiaron del auge del precio de petroleo desde 2001.(7) En tercer lugar viene el sector de telecommunicación, contribuyendo 8 y 10% a las ventas y ganancias. La empresa más importante en este sector es América Móvil, que en México goza de un cuasi-monopolio, heredido de su anterior empresa matriz Telmex.
Segundo, los datos analizados muestran que São Paulo y la Ciudad de México, y en menor grado también Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá, Rio de Janeiro y Caracas, son nodos importantes para la organización y la gestión de cadenas productivas globales, ya que estas ciudades contienen clusteres importantes de servicios al productor. Sin embargo, es cuestionable denotarles a estas empresas "latinoamericanas" en términos convencionales, que suelen equiparar la nacionalidad legal de una empresa con una "economía nacional" y hasta con un "interés nacional". Sin embargo, para una discusión de la posición de América Latina en la centralidad de la economía mundial es clave comprender que los actores del poder organizativo y globalizador de sus ciudades -o sea, las empresas de servicios al productor responsables para la "nodalizaciòn" de las ciudades latinoamericanas- en muchos casos son oficinas locales de empresas globales. No obstante las diferencias regionales y sectorales que puedan existir (p. e. entre el sector financiero en Brasil y en México), en general el sector de servicios al productor esta altamente -y cada vez más- globalizado (Daniels, 2007).(8) Aunque sí es cierto que las empresas de servicios al productor legalmente son mexicanas, brasileras, etc.,(9) asignarlas una identidad nacional es conceptualmente dificil de sostener, ya que su recurso central -conocimientos- se produce relacionalmente, en redes globales (Bathelt/Glückler, 2011). Es, por ende, analíticamente más preciso llamarles transnacionales, ya que estas empresas se caracterizan por estrategias organizativas trans-fronterizas y decentrales. Compartiendo "knowledge, resources and responsibilities" (UNCTAD, 2014) entre las unidades de la empresa, una transnacional es:
a complex configuration of assets and capabilities that are distributed, yet specialized. Furthermore, the company integrates the dispersed resources through strong interdependencies... Such interdependencies may be reciprocal rather than sequential... they are specifically designed to build self-enforcing cooperation among interdependent units. (Bartlett and Ghoshal, 2002:69).
Dado esta fuerte interdependencia entre las unidades de las empresas de los servicios al productor, se puede concluir como hipótesis de trabajo para futuras investigaciones, que la centralidad que algunas ciudades latinoamericanas tienen en la economía mundial resulta de sus relaciones exógenas más que de su potencia endógena. São Paulo y la Ciudad de México, y en menor grado también Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá, Rio de Janeiro y Caracas funcionan como bisagras entre actividades económicas en Brasil, México, etc., y como tal forman parte de una centralidad económica que geográficamente esta dispersa, estructurada en la red de ciudades globales.