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Economía UNAM

versión impresa ISSN 1665-952X

Economía UNAM vol.7 no.20 Ciudad de México may./ago. 2010

 

Artículos

 

El empleo y la crisis. Precarización y nuevas "válvulas de escape"

 

Employment and the Crisis. Precarious Work and New Escape Valves

 

Norma Samaniego

 

Integrante del Patronato Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: <nsamaniego@prodigy.net.mx>

 

Resumen

A principios de 2010, catorce meses de iniciada la actual crisis económica, la más severa que nos haya tocado vivir en esta generación, es preciso hacer una pausa para evaluar cuál es la situación actual en materia de empleo. Vale la pena explorar cómo ha cambiado el panorama respecto a los primeros tres meses en que el desplome en materia de ocupación fue sin duda uno de los más acelerados que hayamos experimentado. No sólo es preciso evaluar la dinámica del empleo, sino su relación con el momento demográfico que vivimos, de un crecimiento desbordante de población joven que ingresa al ámbito laboral. Requerimos explorar lo que está sucediendo con la informalidad y con la emigración laboral, que en la pasada década fueron las válvulas tradicionales de escape y que actualmente parecen estar encontrando resistencias, ante la aparición de nuevas opciones de salida, algunas de ellas altamente preocupantes.

 

Abstract

At the beginning of 2010, 14 months into the current economic crisis, the most severe in this generation, we must pause briefly to assess employment. It is worth exploring how the occupational panorama has changed with respect to the first three months of the crisis, in which the job market collapse was undoubtedly one of the fastest we have ever experienced. Not only is it necessary to assess the present dynamics of employment, but its relationship to demographics today, characterized by the overwhelming increase of young people entering the workforce. We need to explore the informal sector and labor migration, which in the past decade were the traditional "safety valves" of the labor market and now seem to be encountering strong obstacles that have led to the emergence of new occupational options, some of them highly worrying.

JEL classification: J00, J11, J38

 

Introducción

A principios de 2010, a catorce meses de iniciada la actual crisis económica, la más severa que nos haya tocado vivir en esta generación, es preciso hacer un corte para evaluar cuál es la situación actual en materia de empleo. Vale la pena explorar qué nos muestran los indicadores más recientes, cómo ha cambiado el panorama respecto a los primeros tres meses en que el desplome en materia de ocupación fue sin duda uno de los más acelerados que hayamos experimentado y cómo se vislumbra el porvenir.

Estas reflexiones se hacen indispensables porque en las semanas recientes el optimismo oficial se ha desbordado. Las declaraciones de diversos servidores públicos de alto nivel se han multiplicado resaltando los primeros signos de creación de empleo formal, después de meses de caída estrepitosa. Parecería, a juzgar por el tono festivo de estas afirmaciones, que los efectos de la crisis han quedado atrás y que el país está, como se señalaba recientemente, "en plena ruta de la recuperación".1

Se festina, además, que la situación del empleo en nuestro país es más desahogada que la de otras naciones de América Latina, con base en un indicador que, aislado, es de dudosa utilidad como medida de comparación internacional de la salud del mercado de trabajo, como es la tasa de desempleo.

Frente este panorama, vale la pena echar una mirada a lo que nos indican las cifras oficiales, no sólo para evaluar la magnitud de la caída del empleo, sino su relación con el momento demográfico que vivimos, de un crecimiento desbordante de población joven que ingresa al ámbito laboral. Es preciso ver lo que sucede no sólo en el llamado "empleo formal" y en el desempleo, que por muchos años fue atípicamente "bajo" en nuestro país y que hoy día ha crecido a cifras récord.

Es también de llamar la atención lo que está sucediendo con la informalidad y con la emigración laboral, que en la pasada década fueron las válvulas tradicionales de escape de las insuficiencias de mercado laboral y que actualmente parecen estar encontrando resistencias. Hoy en día estamos atestiguando la aparición de un fenómeno nuevo que se refleja en la aparición de nuevas "salidas" o "válvulas de escape", algunas de ellas altamente preocupantes.

 

El contexto demográfico de la crisis: población y trabajo

Al cierre de 2009, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), la población en edad de trabajar —de 14 años y más— era de cerca de 80 millones de personas, de las cuales la fuerza de trabajo o población económicamente activa (PEA) llegaba a 47 millones. El resto, (32.3 millones) eran personas que no realizaban ni buscaban activamente realizar actividades remuneradas, por estar retirados, dedicados plenamente a sus estudios, ocupados de tiempo completo a tareas del hogar, incapacitados, o por estar desalentados ante la falta de oportunidades y no estar buscando activamente un trabajo remunerado Población Económicamente Inactiva (PEI).

Población y trabajo. IV trimestre 2009

De la fuerza de trabajo o pea no todos estaban ocupados, ya que mientras 44.5 de ellos caían en esta categoría por haber trabajado por una remuneración "una hora o más" en la semana de referencia de la encuesta, 2.5 millones no tenían trabajo y lo habían estado buscando activamente. La mayoría de ellos eran jóvenes que contaban con educación media superior o superior.

De los ocupados, aproximadamente 18.4 millones de personas se encontraban trabajando en alguna ocupación formal, ya sea como asalariados con prestaciones laborales y cobertura de la seguridad social o como trabajadores independientes o empleadores en algún negocio formalmente establecido. En el sector agropecuario laboraban 6.1 millones y en el "informal" trabajaba el resto, es decir, cerca de 20 millones de personas.2

Para poder dimensionar la magnitud del reto de empleo es necesario echar una mirada a lo que sucede en materia demográfica.

Del tercer trimestre de 2008 al cuarto de 2009, la población total aumentó en 1 millón de personas. Sin embargo, en el mismo lapso la población de 14 años y más creció casi el doble (1.9 millones de personas), al ingresar a la edad de trabajar una cohorte de jóvenes que nacieron en períodos en que el crecimiento demográfico era más alto y que hoy irrumpen como población potencialmente buscadora de trabajo. Por el contrario, la población infantil ya está decreciendo. En el mismo lapso, los menores de 14 años se redujeron en 838 mil personas, lo que significa menor presión en la demanda cuantitativa de escuelas primarias o de preescolar, menor necesidad de atención pediátrica, etcétera.

Crecimiento de la población y de la fuerza de trabajo. III trimestre 2008 a IV trimestre 2009

Esto es, en números, es un efecto concreto del llamado "bono demográfico", —concepto que se ha puesto hoy de moda pero del que todavía no hay conciencia plena de sus manifestaciones específicas—, que ya estamos viviendo.

De la explosión de jóvenes que se han sumado a la población en edad de trabajar, una parte está todavía estudiando, pero otra participa o busca activamente participar en el mercado de trabajo. Tan sólo del tercer trimestre de 2008 al cuarto trimestre de 2009, la población que cuenta en el mercado de trabajo se incrementó en 1.5 millones de personas. Es decir, no estamos en una situación estática. Si no se hubieran perdido los empleos que destruyó la crisis, de todas formas tendríamos un déficit de empleos por la incapacidad de generar ocupación a la nueva población que año con año se suma al mercado laboral.

Lo anterior significa que las necesidades de empleo que tenemos hoy son muy superiores a las que teníamos al inicio de la crisis. Por una parte, al mes de diciembre de 2009 todavía no se habían recuperado 414 mil de los casi 700 mil empleos formales perdidos entre octubre de 2008 y mayo de 2009 y por otra, había la necesidad de generar 1.5 millones de empleos más para la nueva fuerza de trabajo. Es decir, estamos hablando de un incremento de 1.9 millones en el déficit de empleos.

Nuevas necesidades de empleo

 

La crisis ha golpeado en el peor momento demográfico

Una primera conclusión que se deriva de lo anterior es que en materia de empleo, la crisis ha golpeado al país en el peor momento demográfico. Se ha esfumado de hecho el llamado "bono demográfico".

Si desde el inicio de la recesión hasta diciembre de 2009 se han cancelado en términos netos poco más de 400 mil empleos formales y 1.5 millones de jóvenes se han sumado a la fuerza laboral, ¿a dónde ha ido toda esta población que requiere empleo?

En la gráfica siguiente se muestra que de octubre de 2008 hasta diciembre de 2009 la nueva fuerza de trabajo tuvo que encontrar otros caminos. Por una parte, recurrió al llamado empleo "informal", constituido por trabajo precario, sin acceso a prestaciones laborales o seguridad social. Sus manifestaciones de aprecian en múltiples modalidades, desde la venta en puestos fijos y semifijos, servicios rudimentarios como aseo de calzado, limpieza de autos, distribución de mercancías en la vía pública, pequeños negocios o puestos de comida, o de manera creciente—, mediante trabajo asalariado al margen de las prestaciones de ley y de los servicios de seguridad social. Estos trabajos carecen de estabilidad y se prestan en múltiples ocasiones en jornadas más reducidas que las que el trabajador estaría dispuesto a laborar. En el lapso de referencia este tipo de ocupaciones se incrementaron en poco más de 900 mil personas.

Aún cuando esta cifra de incremento en la informalidad pudiera parecer exorbitante, ya que el sector informal -que suma cerca de 20 millones de personas3 absorbe al grueso de la nueva fuerza de trabajo y ha desplazado así el papel que en alguna época tuvo el sector formal- en términos porcentuales el incremento de la informalidad parece estar encontrando límites. Estas resistencias se explican debido a la sobresaturación que ya tiene el trabajo informal en muy diversas áreas, que ha dado lugar a la cerrada oposición de muchos trabajadores informales a la entrada de más competidores, con quienes deben compartir un mercado que se ha estrechado, ya que fundamentalmente se nutre de una masa salarial decreciente. No es raro ver los problemas que se suscitan entre los vendedores ambulantes por "el derecho" a un espacio en una calle o en una esquina de una ciudad. Otra "válvula de escape" que se ha cerrado abruptamente es la de la emigración de trabajadores indocumentados, de la que actualmente no se tienen cifras precisas, pero hay la percepción de que su número ha bajado considerablemente, ante las dificultades para encontrar empleo en el mercado de trabajo indocumentado de Estados Unidos. Si bien no se han observado los flujos masivos de trabajadores migrantes de regreso como algunos pronosticaban, sí es real el hecho de que los que han permanecido fuera del país experimentan fuertes presiones y sus ingresos se han visto menguados, como lo refleja la baja considerable en las remesas que han disminuido a su mínimo nivel desde 2006. Es un hecho que la crisis ha funcionado como un disuasivo temporal a la migración laboral, más de lo que pudo haber logrado cualquier muro.

La crisis y la fuerza de trabajo en México

Ante la resistencia del sector informal a dar cabida a más trabajadores y el cierre considerable del flujo de trabajadores que emigran, han aparecido nuevas salidas:

 

Las "válvulas de escape" están cambiando

Una tesis central de este documento es que a raíz de la crisis, han surgido nuevas "válvulas del escape" en mercado laboral, distintas a las tradicionales. Frente a las salidas usuales, que por años caracterizaron a la economía mexicana y que descansaban en niveles muy altos de informalidad y de emigración laboral, hoy día han surgido otras nuevas, entre las cuales destacan las siguientes:

"Regreso al campo"

Por una parte, en contracorriente con lo que había venido ocurriendo en las últimas décadas, ha aumentado ligeramente la población agropecuaria. Esto, más que significar literalmente un "regreso al campo", puede reflejar el hecho de que se haya detenido el flujo de la nueva población campesina hacia fuentes de trabajo no agropecuarias ante la carencia de nuevas oportunidades fuera del campo. Es probable que una parte de la población joven, con mayor nivel de escolaridad de sus padres, y que es la que tradicionalmente emigra a zonas urbanas o al exterior, haya permanecido "por lo menos por algún tiempo " en sus lugares de origen. Esta situación que no es única en nuestro país, sino que a raíz de la crisis se está reportando también en algunos países de África (OIT, 2010).

El salto en la desocupación

Un producto neto de la crisis que llama la atención es el salto abrupto que en México han tenido los indicadores de desocupación que hasta ahora habían sido atípicamente bajos, en razón de la existencia de las otras "válvulas tradicionales de salida" del mercado de trabajo mexicano. Como lo reflejan las cifras del INEGI, del tercer trimestre de 2008 al cuarto de 2009 la desocupación pasó de 1.9 a 2.5 millones de trabajadores, un incremento que representa 31 por ciento.

Cabe aquí un paréntesis para explicar por qué resultan engañosas las comparaciones internacionales de la tasa de desempleo.

 

"Ni-Ni"

Ha aparecido un nuevo fenómeno: el de lo que hemos dado en llamar los "ni-ni," formado por población joven que ni estudia ni trabaja. Es decir, lo que está constituyendo la situación altamente preocupante de la llamada "generación perdida". En un principio este fenómeno pasó desapercibido estadísticamente, ya que esta población —que naturalmente debería ser parte de la fuerza de trabajo de nuestro país— pasó a formar parte de la población no económicamente activa (PEI). Es decir, salió de la estadística de lo que debería conformar el desempleo y al salir de la pea, quedó encubierta. Son personas en edad laboral que no están incapacitadas, no están jubiladas, no están a cargo de tareas del hogar y cuentan con un nivel de escolaridad superior al de las generaciones pasadas y, sin embargo, no estudian ni buscan empleo. Muchos de ellos declaran estar disponibles para trabajar, pero no realizan una búsqueda activa de empleo por estar desalentados al haberlo intentado y no lograrlo.

Población vinculada a criminalidad

Finalmente, no se puede omitir una salida muy visible y altamente preocupante que es la afiliación de una parte de la población joven a actividades criminales muy diversas. Son personas con niveles de escolaridad superiores a los de las generaciones anteriores, expuestas a modelos de consumo que exceden a sus medios de ingreso, que no tienen expectativas claras de trabajo y de vida, cuya formación de valores es endeble.

El incremento de este tipo de actividades, de las que no escapa la población campesina, es más visible en las concentraciones urbanas, particularmente en aquéllas en las que la situación del empleo ha pasado por sacudidas abruptas, como son las ciudades fronterizas dedicadas a la maquila. En estas urbes, el crecimiento descontrolado del empleo en la segunda parte de los noventa durante el "boom de la maquila", que atraía a población joven de todos los rincones del país —desarraigando núcleos familiares tradicionales, en ciudades con áreas de vivienda y servicios urbanos improvisados— se revirtió dramáticamente, para pasar a ser de golpe de los centros con más destrucción de fuentes de empleo. No es casual, que los municipios que más puestos de trabajo han perdido desde el año -2000 lo que se agudizó particularmente en el primer semestre de 2009— sean precisamente los vinculados a la intensificación de la actividad de los cárteles y a la criminalidad. Las personas más susceptibles de caer en estas actividades no son necesariamente las que históricamente viven en mayor pobreza, sino quienes de golpe han perdido sus fuentes de ingreso.

Municipios con mayor caída de empleo formal. Municipios con más de 100 mil asegurados permanentes

 

El panorama actual del empleo

A 14 meses de iniciado el desplome de la actividad económica y del empleo, es preciso recapitular y precisar en dónde nos encontramos en el momento actual.

El empleo formal

Miremos lo que acontece con el empleo formal, de acuerdo a las cifras oficiales del IMSS. Para ello tomaremos una perspectiva amplia que va de inicios de 2007 a principios de 2010. Como se aprecia en la gráfica siguiente, el empleo formal —que venía creciendo— se frena desde octubre de 2007, cuando en el mundo empiezan a aparecer los primeros signos de la recesión. Casi se mantiene sin variación desde octubre de 2007 hasta octubre de 2008, mes en el que se desata una caída en picada que lleva a una destrucción de más de 696 mil puestos de trabajo entre octubre de 2008 y mayo de 2009, mes que marca el punto más bajo del empleo desde el inicio de la recesión.

A partir de ahí, algunas de las medidas de emergencia adoptadas en Estados Unidos, logran detener la caída al reactivarse la exportación de manufacturas vinculadas a la industria automotriz y a la fabricación de productos eléctricos y electrónicos, que es donde se origina fundamentalmente este repunte del empleo, más que en el mercado interno. Todavía es muy temprano para pronosticar si este repunte será definitivo, ya que hasta el momento, el comportamiento ha sido un poco dubitativo y no se aprecia un detonante a la vista que funcione como el motor de creación de nuevas fuentes de empleo con la fuerza requerida después de la magnitud de la caída.

Empleo formal IMSS. Asegurados permanentes y eventuales

El empleo informal

El empleo informal se disparó a raí0z de la crisis, aunque a un ritmo insuficiente para absorber a toda la mano de obra que requiere colocarse, tanto la desplazada del empleo formal, como la que recientemente se ha incorporado al mercado de trabajo. Entre el tercer trimestre de 2008 y el cuarto de 2009 se incorporaron a este sector aproximadamente 900 mil trabajadores para llegar a un total de casi 20 millones de personas, que ya rebasan a los ocupados en todos los sistemas del sector formal.

 

La desocupación

Como se observa en la gráfica siguiente, el número de desocupados dio un salto abrupto a partir del tercer trimestre de 2008. En los siguientes doce meses se sumó un millón de personas a las filas de la desocupación. La situación mejoró ligeramente durante el último trimestre de 2009, en donde algunos establecimientos contratan trabajo temporal durante la época de fin de año. Sin embargo, todavía no hay elementos para sostener que esta baja sea definitiva.

Empleo informal (definición OIT)

Desocupados

 

PEI disponible

Las estadísticas de la PEI disponible, que engloban a los llamados "ni-ni" ha tenido también un crecimiento que se sitúa en alrededor de un millón de personas durante el lapso comprendido entre el tercer trimestre de 2008 y finales de 2009.

PEI Disponible. Ya no buscan empleos pero están dispuestos a trabajar

Pérdida de empleos formales en crisis recientes

 

Duración de la crisis en el empleo

Aún es prematuro saber cuál será la duración de esta crisis en el empleo. Si comparamos el comportamiento de las últimas tres crisis que el país ha sufrido en términos de empleo, encontramos que la más profunda fue la de 1995, en que en 10 meses se perdió 10% de la plantilla productiva formal. Sin embargo, en aquella ocasión la salida fue también rápida, ya que la entrada en el TLC y el auge de la actividad maquiladora en el Norte del país actuaron como detonante para una acelerada recuperación del empleo y a poco más de dos años de iniciada, se habían recuperado los puestos de trabajo perdidos. La recesión económica del período 2001-2003 fue quizá más silenciosa y menos profunda, pero notoriamente más larga. Aunque la plantilla formal se redujo 4%, tardó en recuperarse 46 meses.

En la crisis actual el empleo cayó también 4% y aparentemente se ha logrado detener el descenso. Sin embargo, aún está el país por debajo de la situación que guardaba la ocupación formal en octubre de 2008 y los signos de repunte observados aún son frágiles. No se sabe aún si la situación pudiera prolongarse como sucedió en los primeros años de esta década. Cabe señalar que, a diferencia de la crisis de 1995, en que el mercado de Estados Unidos no fue afectado, en esta ocasión nuestro principal mercado externo fue el epicentro de la crisis y la recuperación de su economía se pronostica muy gradual.

 

Deterioro de la calidad de los empleos existentes

Los datos que publica el INEGI en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo nos permiten tener una visión cualitativa del tipo de empleos que se han generado en el país en el lapso transcurrido desde que se inició la crisis. De ellos se desprende que ha habido un importante deterioro cualitativo en el tipo de ocupaciones que están surgiendo. Este deterioro se constata tanto en indicadores de acceso a la seguridad social, como en el tipo de unidades económicas en donde se concentran las nuevas ocupaciones, en los ingresos percibidos y en el número de horas trabajadas.

Deterioro de la calidad de empleos existentes

Por cuanto al acceso a la seguridad social, se puede apreciar que ha habido un retroceso importante en la calidad de los empleos. Mientras que las ocupaciones con acceso a cualquiera de los sistemas de seguridad social disminuyeron en 326 mil personas entre el tercer trimestre de 2008 y el cuarto de 2009, el grueso de las ocupaciones diversas que se generaron en este lapso, carecen de todo tipo de seguridad social. Es decir, es empleo precario.

Por tipo de unidad económica, disminuyó el empleo generado por las empresas y negocios formales, en tanto que el grueso de la ocupación nueva se fue al sector informal y al empleo doméstico.4 Una parte marginal representó un aumento en las ocupaciones vinculadas a la agricultura de subsistencia.

Deterioro en la calidad de los nuevos empleos

Las nuevas ocupaciones se concentran en actividades precarias en donde el ingreso que se percibe se encuentra entre uno y dos salarios mínimos, o no llega al mínimo. En estos últimos casos se trata en general de actividades por cuenta propia, la mayoría de las veces de tiempo parcial, en donde el ingreso que obtiene el trabajador por la venta de sus productos o la prestación de sus servicios en el comercio informal no alcanza el equivalente a un salario mínimo. Esto se corrobora si se observa que el grueso de las ocupaciones que se han generado constituyen trabajos de jornada parcial, en la gran mayoría de los casos no por voluntad del trabajador, sino por debilidad del mercado. Así, los empleos generados en su gran mayoría fueron trabajos con jornadas de entre 15 y 34 horas a la semana, o de menos de 15 horas semanales.

En contrapartida, han desaparecido los puestos que perciben entre 2 y 3 salarios mínimos, que es la mayor parte de los que existen en el sector manufacturero, o los que obtienen más de 5 salarios mínimos, que son empleos relativamente mejor pagados.

 

Impacto diferencial en el empleo

El impacto de la recesión en el empleo ha afectado en general a todo el país, sin embargo, sus efectos presentan deferencias apreciables por regiones, sectores y ramas de actividad económica.

Impacto diferencial de la crisis en el empleo formal por regiones

Una manera de apreciar el impacto diferencial de la crisis en el empleo es seleccionando grupos de municipios y entidades federativas que presentan muy distintas características entre sí y siguiendo el comportamiento que ha tenido el empleo formal en ellas en los 14 meses transcurridos de octubre de 2008 a diciembre de 2009. En la gráfica siguiente se muestra el comportamiento diferencial de 4 grupos distintos de municipios o entidades federativas:

• Los estados con escaso desarrollo industrial como son Campeche, Chiapas, Michoacán, Nayarit y Oaxaca fueron en este período los mejor librados de la crisis en el empleo. A diferencia de la fuerte caída observada en el resto del país, estas entidades han experimentado un crecimiento marginal, pero positivo, en la ocupación formal. Son estados, sin embargo, donde el empleo formal es relativamente escaso.

• Un segundo grupo está constituido por los centros turísticos más importantes del país, Como son Los Cabos, Benito Juárez (Cancún, la Rivera Maya, Puerto Vallarta, Acapulco y Zihuatanejo, que se salvaron del primer desplome, pero meses más tarde fueron afectados por la influenza y apenas en octubre empezaron a recuperarse.

• En tercer lugar se aprecia el comportamiento del empleo formal en el Distrito Federal, que tiene una actividad más diversificada, en donde el desplome del empleo se dio desde el inicio mismo de la crisis, aunque en forma menos acentuada que en otras entidades federativas. Aquí el sector que cayó en mayor medida durante los primeros meses de la recesión fue el de la construcción, ya que la maquila o el sector automotriz, no tienen tanto peso relativo. Meses más adelante, se sumaron sectores de servicios vinculados a la hotelería y restaurantes durante el brote de influenza y, contrariamente a lo que sucedió en el resto de las entidades federativas, en el segundo semestre del año no se observó ninguna mejoría, ya que fue el período en el que se cancelaron los puestos de los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

• Los municipios importantes más afectados fueron sin duda los de las grandes ciudades maquiladoras o con fuerte contenido de industria automotriz, que entre octubre de 2008 y junio de 2009 perdieron a más de 12% de su ocupación formal. Se trata del grupo integrado por municipios como Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali, Torreón, Reynosa, Aguascalientes, Apodaca, Chihuahua, Matamoros, Ramos Arizpe y Saltillo. No fue sino a partir del mes de julio, en que el empleo empezó nuevamente a repuntar impulsado por los estímulos que el gobierno de Estados Unidos otorgó a la compra de autos nuevos a cambio de modelos atrasados, que dio un impulso a las exportaciones de la rama automotriz. No obstante, el comportamiento del empleo no muestra un repunte definitivo, sino todavía frágil.

Empleo formal por sectores. Caída respecto al nivel de octubre de 2008

 

Comportamiento por sectores

Durante el lapso transcurrido desde que se inició la crisis, sólo dos sectores se han salvado de la caída en el empleo, si bien su incremento en este lapso ha sido meramente marginal. Se trata de las industrias extractivas y del sector de servicios sociales y comunales, que engloba instituciones educativas, de salud, de seguridad social, así como agrupaciones sindicales, o de organismos internacionales. En todos los demás, sin excepción, ha habido un desplome significativo de su plantilla laboral. La caída más importante se concentra en dos sectores: el de la industria de transformación, que ha sufrido el golpe directo de la recesión y el sector de la construcción que ha frenado su actividad de golpe. Otros sectores, como el comercio y los servicios a empresas y personas, que incluye los servicios financieros, de seguros, inmuebles, de hotelería, restaurantes y recreativos han seguido a los demás en la caída, aunque con menor intensidad.

En todos los sectores se aprecia una mejoría en el segundo semestre del año en materia de empleo, salvo en el de generación de energía eléctrica, donde el cierre de LFYC en el segundo semestre del año implicó la cancelación de un número importante de fuentes de trabajo. Otro sector que muestra una situación más desfavorable en el segundo semestre de 2009 es el de servicios sociales y comunales, que si bien se había salvado de los recortes en el primer semestre de 2009, en el segundo empezó a hacerlos, con un desfase respecto a la situación de la industria manufacturera, la construcción y el comercio.

 

Comportamiento por ramas de actividad

Dentro de la industria de transformación, que ha sido la más afectada, el liderazgo en la caída del empleo por ramas correspondió sin duda a la industria automotriz, seguida de la de productos eléctricos y electrónicos, que son las dos ramas más importantes de nuestra exportación de manufacturas. Es decir, el principal golpe de la crisis en el empleo vino por el lado del sector externo.

Le siguieron en importancia la pérdida de empleos en la producción de productos metálicos y en la industria del vestido, también vinculadas en su mayor parte al mercado externo. El resto de las ramas industriales, de las 20 que registra el IMSS, sufrieron todas pérdidas importantes de puestos de trabajo desde que se inició la recesión hasta mediados de 2009.

Empleo formal por ramas industriales. Caída respecto al nivel de octubre de 2008

Las ramas más vinculadas al sector exportador, como son la automotriz, la de productos eléctricos y electrónicos, la del vestido y la de maquinaria y equipo detuvieron su caída durante el segundo semestre del año en respuesta a la reactivación de la demanda externa. Sin embargo, muchas actividades más, una parte importante de ellas vinculada a la demanda interna continuaron cayendo. Tal es el caso de la de productos metálicos, editorial, hule y plástico, madera, bebidas y productos minerales, entre otras.

Los primeros brotes de la recuperación han venido en las ramas más golpeadas, como la automotriz y la de productos eléctricos y electrónicos. Entre las vinculadas al mercado interno, el segundo semestre destaca la mejoría relativa del empleo formal en las tiendas de autoservicio, donde coincide con la temporada de personal eventual de fin de año, y los servicios profesionales y técnicos. Asimismo, la hotelería ha empezado de nuevo a recuperar algunos de los puestos de trabajo perdidos.

 

Empleo formal en ramas seleccionadas de la industria manufacturera

Principales ramas de la industria manufacturera

La crisis ha venido a dar la puntilla a la industria maquiladora y al empleo de la industria automotriz, que hasta el momento han sido los sectores más afectados con la pérdida de puestos de trabajo.

En efecto, las industrias maquiladoras de productos electrónicos y prendas de vestir, que fueron las que impulsaron el crecimiento después de la crisis de 1995, resultaron las más afectadas tanto por la recesión de 2001 en Estados Unidos, como por la entrada de la competencia China y de nuevos países maquiladores. En particular, la industria de prendas de vestir ha experimentado una pronunciada caída en su empleo desde fines del año 2000 y a juzgar por las cifras, podría estar en vías de desaparición. La industria de producción de artículos eléctricos y electrónicos logró frenar su caída en el 2003. Sin embargo, ambas ramas han reducido su plantilla en más de 727 000 personas en los últimos ocho años.

La rama automotriz y de autopartes, que había sido la mejor librada de las tres y venía mostrando crecimiento en su empleo hasta fines del 2007, ha resentido el efecto de la crisis al iniciar su descenso en enero de 2008, simultáneamente a la caída del empleo en Estados Unidos, nuestro principal mercado de exportación. Desde enero de 2008 hasta junio de 2009 perdió 143 mil puestos de trabajo. De ellos, ha podido recuperar una parte en el segundo semestre de 2009 y a fines de año se situaba todavía en 98 mil puestos de trabajo por abajo del nivel que tenía 24 meses atrás.

Empleo formal por estados. Variación respecto al nivel de octubre de 2008

 

Comportamiento por estados

Como ya se mencionó, los estados menos afectados por la recesión fueron los de menos industria, como Campeche, Chiapas, Michoacán, Nayarit, Oaxaca y Tabasco. Las más fuertes caídas se observaron en Estados del Norte como Chihuahua, Baja California, Coahuila y Tamaulipas.

La situación del D. F es singular, ya que "a diferencia de la mayoría de los estados" en esta entidad se profundizó en mayor medida el descenso en el empleo formal en el segundo semestre de 2009. Otras entidades que acentuaron la pérdida de empleos en el segundo semestre de 2009 fueron Baja California, Baja California Sur, Hidalgo, Estado de México, Quintana Roo y Tlaxcala. Este último destaca como uno de los de mayor pérdida porcentual de empleos.

Aún cuando en términos relativos la caída del empleo formal en el D. F. ha sido menos intensa que la de las entidades maquiladoras del Norte del país, dado que es la entidad federativa con un mayor número de asegurados permanentes y eventuales, en números absolutos, es la que más contribuye a la pérdida de empleos formales, seguida de Nuevo León, Baja California, Chihuahua y el Estado de México. En estas cinco entidades federativas se concentró 60% de la pérdida total de empleos hasta el mes de diciembre de 2009.

Comportamiento por tamaño de establecimientos

Los establecimientos más afectados por la crisis han sido los de mayor dimensión. De octubre de 2008 a diciembre de 2009, que fue el período de caída más intensa del empleo, aproximadamente 7.4% de los establecimientos productivos registrados en el IMSS con más de 300 trabajadores, que se encuentran entre los vinculados con el sector exportador, habían cerrado sus actividades. Los mejor librados habían sido los establecimientos más pequeños, ya que entre los de 1 a 10 trabajadores la disminución en su número ligeramente sobrepasaba 1%. Es decir, la crisis significó un cambio importante en la composición cualitativa de los establecimientos productivos, aumentando el peso relativo de los más pequeños y de los que lindan con la informalidad.

Estados con mayor caída de empleo formal. Octubre 2008 a diciembre 2009

 

Asegurados permanentes del IMSS por tamaño de establecimiento* Variación respecto a octubre 2008

 

Masa salarial del sector formal. Semestres (enero 2006=100)

 

Como se observa en la gráfica, los recortes más fuertes de personal se dieron en las empresas más grandes, donde a mediados del año pasado la caída superaba 10%. En las más pequeñas, en cambio, no llegaba a 2 por ciento.

 

MASA SALARIAL

Un último aspecto a destacar en este recuento de daños de la crisis en la situación ocupacional, es lo que sucede con la masa salarial. Esta variable, que representa la suma de lo que perciben todos los asegurados permanentes y eventuales inscritos en el IMSS es importante porque constituye el grueso del consumo interno. El consumo interno, a su vez es una de las más importantes variables macroeconómicas a seguir para evaluar el potencial de crecimiento del país.

Si nos remontamos al año de 2006, podemos observar que la masa salarial del sector formal de la economía había venido creciendo en términos reales. Sin embargo, al irrumpir la crisis en octubre de 2008, ésta inicia un declive del que todavía no se observa mejoría. Entre el primer semestre de 2008 y el segundo semestre de 2009 la masa salarial, en términos reales cayó en aproximadamente 5%. Esto significa que la fuente de ingresos de la gran mayoría de los mexicanos, que es el salario, se comprimió y de este ingreso reducido derivan su fuente de subsistencia un número considerablemente mayor de mexicanos que los que había en octubre de 2008. De hecho, la resistencia que está encontrando el sector informal a seguir absorbiendo más población trabajadora deriva, en gran parte, de que su existencia misma depende del consumo de la población, ya que el grueso de los trabajadores informales viven de la venta de bienes y servicios de consumo final.

Masa Salarial de los asegurados permanentes del IMSS por tamaño de establecimiento

Por tamaño de establecimiento las mayores reducciones de la masa salarial provinieron de las empresas de mayor dimensión, que fueron las que incurrieron en mayores recortes de personal. Sin embargo, un hecho que resalta es que la reducción en la masa salarial es muy superior a la reducción en el empleo. Esto significa que una de las estrategias seguidas por las empresas fue la de recurrir a mano de obra más barata, ya sea a través de la moderación de los incrementos salariales, o a través de la sustitución de puestos de trabajo de mayor nivel de ingresos por puestos de menor ingreso.

Esto es particularmente visible en los establecimientos medianos y pequeños, en donde la caída en la masa salarial cuadruplica a la reducción en el número de establecimientos. Se observa, además, que en las pequeñas y medianas empresas la caída de la masa salarial en el segundo semestre del año pasado se agudizó, en contra de lo observado en las empresas más grandes.

 

El impacto diferente en el empleo en las distintas crisis

Un hecho que ha llamado la atención al analizar las recesiones del país en las últimas décadas es que su impacto en el empleo ha sido distinto. Mientras que en la de 1982 la caída del PIB tuvo un efecto poco perceptible en el empleo formal, en las décadas más recientes las caídas en el PIB —de 1995, 2001-2003 y de 2008-2009— han tenido un efecto marcado e inmediato en el empleo. La explicación podría encontrarse en que el efecto de la crisis se manifiesta en la masa salarial real producto de dos variables: el empleo y el salario medio. La magnitud de la caída del empleo está directamente vinculada con la magnitud de la declinación del salario.

Así, mientras que en 1982 el empleo formal sólo se frenó en algunos sectores, el efecto se dio fundamentalmente por la drástica caída de los salarios medios que se desplomaron 50%. Esta caída fue posible porque la inflación encubría lo que sucedía en el sector real de la economía y, aunque los salarios nominales se revisaban con frecuencia, su valor real iba en picada.

Al abatirse el crecimiento de los precios, los efectos nocivos de las crisis no se manifestaron tanto en el recorte salarial. Fue entonces cuando el freno en la actividad económica, empezó a hacerse sentir de inmediato y de lleno en recortes de empleo. Esto sucedió tanto en la crisis de 1995, como en la recesión 2001-2003.

En la crisis actual la salida inmediata a la recesión —como en muchos países— ha sido el recorte en el empleo formal. Sin embargo, este recorte ido acompañado de una precarización violenta del empleo, en donde las nuevas contrataciones se han dado en puestos de menor calidad y sueldos más bajos. De esta manera, la masa salarial real ha caído más intensamente que el empleo.

 

Conclusiones

El fenómeno que se inició como una crisis financiera desembocó en muy poco tiempo en una crisis de empleo de cobertura mundial, de la que no se salvó ningún país y cuyos efectos adversos previsiblemente serán de larga duración.

Aún cuando a nivel internacional se vislumbran ya algunos signos de mejoría que pudieran apuntar a la contención de la caída en el producto y en el empleo y el inicio —aunque todavía tímido— de una recuperación de puestos de trabajo, es temprano todavía para asegurar que la crisis ya quedó atrás y todavía falta un largo camino por recorrer para recuperar los niveles de ocupación que tenía el mundo en octubre de 2008.

Nuestro país ha sido, sin duda, uno de los más afectados por la caída del PIB y el empleo presenta todavía un escenario difícil, especialmente cuando se enmarca en el contexto demográfico. En México la recesión ha golpeado en el peor momento: cuando la pirámide demográfica se ensancha con mayor rapidez en su parte media -formada por adultos en edad de trabajar— y cuando el flujo anual de jóvenes que ingresan a la fuerza de trabajo es más vigoroso.

Esta avalancha de nueva población joven que demanda ingresar al mundo laboral se está topando con un crecimiento exasperadamente débil del empleo formal que se ad-vierte desde hace ya varios años y que ha obligado a la fuerza de trabajo a buscar otras salidas, algunas de ellas típicas de nuestro país. Estas válvulas de escape habían sido hasta hace algunos meses:

• El sector informal: que desplazó al empleo formal como fuente principal de trabajo de la población.

• La emigración laboral: que en el primer quinquenio de este siglo rondaba en un promedio de 500 mil trabajadores anuales, posiblemente la más alta del mundo.

Estos escapes, particularmente el alto volumen de emigración de fuerza de trabajo, que por su magnitud, difiere de la situación de otros países tanto desarrollados como en desarrollo, explicaban el —hasta hace algunos meses— atípicamente "bajo" desempleo abierto. Otra razón, no menos importante, es que ante la falta de protección económica al desempleo, ésta no es una opción viable para muchos trabajadores, que ante el apremio de la falta de trabajo, buscan cualquier actividad en la informalidad. Queda claro entonces que tasas de desempleo comparativamente bajas dentro del contexto internacional, no refleja una situación más favorable y constituyen un indicador engañoso de la salud del mercado laboral.

El problema del empleo que vive México no puede atribuirse exclusivamente a la crisis. Responde a una situación estructural que ya venía arrastrando nuestro país en las últimas décadas y que, sin duda, se vio agravada por el violento desplome de la actividad económica de las principales ramas de actividad en los primeros meses de la recesión.

 

¿Qué ha cambiado a partir de la crisis?

Las principales tendencias que se observan en el mercado laboral a partir de la crisis son:

• De octubre de 2008 a junio de 2009: el empleo formal no sólo creció a un ritmo insuficiente, como lo venía haciendo desde principios de la década, sino que se volvió un expulsor neto de mano de obra.

• El empleo informal: que había sido la opción más socorrida para quienes buscan trabajo, está encontrando resistencias. La que había sido la gran "bolsa" de absorción de empleo en los últimos años, está llegando a sus límites. Una razón es la contracción de la masa salarial, que es la fuente que alimenta a un volumen cada vez mayor de población informal.

• La emigración laboral se ha abatido de golpe: más que cualquier muro, la crisis ha cerrado las opciones de salida para los migrantes y las remesas han caído a su nivel mínimo desde 2003.

 

¿Cuáles han sido las nuevas válvulas de escape?

Ante el agotamiento de los caminos tradicionales para dar salida a las insuficiencias estructurales de empleo, la crisis violentó la búsqueda de nuevas válvulas de escape.

• Una de ellas ha sido el "regreso al campo": que más que una reversión literal de la tendencia del pasado de emigración hacia los centros urbanos, se observan signos de una retención por más tiempo de población campesina en sus lugares de origen, motivada, entre otros factores, por la caída de la construcción y de otras ramas que eran el primer escalón de atracción de la población del campo.

• La explosión de los "ni-ni": esta salida, que por algún tiempo pasó desapercibida, pero que últimamente ha llamado la atención, es el crecimiento de un sector de la población que ha salido teóricamente de la fuerza de trabajo. No buscan empleo, no estudian, ni trabajan. La llamada generación "ni-ni".

• El disparo de la criminalidad: un escape grave y altamente preocupante es la búsqueda creciente de ingresos en la criminalidad, tanto en la ciudad como en el campo. Abarca a grupos de muy distintos orígenes y niveles de escolaridad dedicados a actividades tan diversas como el tráfico de drogas, la siembra de marihuana, la afiliación a carteles o bandas de secuestro, robo de autos o extorsión, que han proliferado de manera exponencial.

• Y finalmente, el salto abrupto en la tasa atípicamente baja de desempleo que caracterizaba a nuestro país: al cerrarse otras salidas, la desocupación se ha disparado y hoy llega a más de 2.5 millones de personas, en su mayoría con niveles de educación media y superior.

 

La precarización de los puestos de trabajo

Junto a la aparición de nuevas válvulas de escape, la contracción actual ha tenido un efecto muy evidente en la acelerada precarización de los puestos de trabajo. Esta situación se manifiesta claramente desde muy diversos ángulos, ya que los puestos que han permanecido o los que han podido crearse en este lapso se caracterizan en su mayor proporción por su carencia de acceso a la seguridad social, por percibir, en promedio, salarios inferiores a los puestos de trabajo perdidos, por provenir de empresas más pequeñas o abiertamente informales y por estar sujetos a una jornada de trabajo incompleta o de empleo parcial. De esta manera parte de la contracción de la masa salarial real no sólo se explica por la contención en las revisiones salariales, sino por el cambio acelerado hacia trabajos de menor calidad y menor salario.

 

Reflexiones finales

Cabe reiterar finalmente que la crisis actual, la más severa en toda nuestra generación, que se inició como una crisis financiera, ha tenido un impacto muy severo en el empleo y todo apunta a que será prolongado. Lo más grave es que no se percibe aún un detonante para reanudar el crecimiento.

Es urgente, por tanto, echar andar nuevamente los motores de la economía y emprender cambios cualitativos profundos. Las medidas remediales de coyuntura, aunque necesarias, no bastan. El reto es de mayor envergadura: implica repensar el futuro del empleo y el modelo de crecimiento de nuestro país, para lo cual es imprescindible replantear la estrategia económica, rediseñar las instituciones del trabajo y la seguridad social y dar a la educación una muy alta prioridad.

No es posible a nuestro juicio afirmar que la crisis en el empleo ya quedó atrás, cuando la ocupación precaria y el desempleo en el país se encuentran en sus máximos niveles históricos y cuando muchos de nuestros jóvenes están experimentando la frustración de la ausencia de trabajo, en un fenómeno que hoy la propia OCDE ha dado en llamar "la generación perdida".

 

Bibliografía

OIT (2010), The financial and economic crisis: A decent work response, http://www.ilo.org/global/What_we_do/Publications/ILOBookstore/Orde-ronline/Books/lang--en/docName--WCMS_107583/index.htm, Ginebra.         [ Links ]

OCDE (2009), Tackling the Jobs Crisis: the Labour Market and Social Policy Response. París.         [ Links ]

 

Notas

1. "México ha dejado atrás la severa crisis que soportó durante 2009" y "ya está en plena ruta de recuperación", Javier Lozano, Santiago de Chile, enero de 2010.

2. Cabe señalar que la cifra de informalidad que aquí se utiliza es más cercana a la definición amplia de informalidad que maneja la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y difiere de la publicada por el INEGI, que tiene un alcance más restringido. Una de sus principales diferencias es que aquí se incluyen como informales a los trabajadores domésticos que no cuentan con seguridad social y a los trabajadores asalariados que carecen de toda prestación laboral y de acceso a la seguridad social.

2. De acuerdo a la definición amplia de informalidad de la OIT.

4. Cabe señalar que en este caso específico, en que se citan datos del INEGI, en empleo "informal" se apega a la acepción más restringida que utiliza ese instituto y que no incluye al trabajo doméstico. En la definición más amplia utilizada al principio del documento, de acuerdo a la OIT, la cifra de informalidad es mayor, ya que incluye al empleo doméstico y a los asalariados carentes de prestaciones y de seguridad social.

 

Información sobre la autora

Norma Samaniego. Licenciada en Economía por la UNAM con estudios en el Instituto de Estudios Sociales de la Haya, Holanda. Actualmente integra el Patronato de la UNAM y es consultora de organismos internacionales y gobiernos en materia de mercado laboral, organización de Ministerio del Trabajo, procesos de diálogo social, acuerdos internacionales y evaluación de programas. En el sector público mexicano fue Secretaria de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, Subsecretaria de Trabajo y Previsión Social, Presidenta de la Comisión de Salarios Mínimos, Subdirectora de Estudios de la Distribución del Ingreso y el Salario, asesora de la Comisión Nacional para la Participación de los Trabajadores en las utilidades de las Empresas y asesora en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Fue Secretaria Técnica del Pacto para el Bienestar, el Empleo y el Crecimiento y coordinó la negociación del Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte por parte de México. Ha sido consultora del BID, Banco Mundial, OIT, OCDE, CEPAL, Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ) y FLACSO en Brasil.

Impartió la materia de Economía del Mercado de Trabajo en la Universidad Iberoamericana y ha publicado numerosos artículos y ensayos sobre el mercado de trabajo en el mundo.

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