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Economía UNAM

versión impresa ISSN 1665-952X

Economía UNAM vol.5 no.14 Ciudad de México may./ago. 2008

 

Artículos

 

¿A quién benefician las remesas?

 

Whom do Remittances Benefit?

 

Ana María Aragonés, Uberto Salgado y Esperanza Ríos

 

Profesora de la FES Acatlán, UNAM. <amaragones@gmail.com>

Becario del proyecto PAPIIT IN301206-2 <ubesk8@gmail.com>

Becaria del proyecto PAPIIT IN301206-2 <espealv@hotmail.com>

 

Resumen

Se analizan las remesas a México de migrantes desde la perspectiva macroeconómica destacando la posición del Estado y el uso que hace de esas transferencias. Se intenta probar que el Estado mexicano ha optado por un modelo de acumulación trabajo-exportador colocando a la migración como uno de los pivotes para la entrada de divisas. El estado usa esas remesas para apoyar su política económica, que en el marco del neoliberalismo, se orienta a mantener un bajo riesgo país para beneficiar a los inversionistas extranjeros. Después de analizar el uso de las remesas y el aumento en la reserva de activos internacionales del Banco de México se sugiere aplicar estas últimas a la producción nacional. Este sería un camino que permitiría iniciar la reversión de la tendencia migratoria. En el presente trabajo ha quedado claro que el objetivo del Estado no es revertir la tendencia migratoria, pues si bien las remesas pueden tener un efecto positivo en la cuenta corriente por medio de las transferencias en los ingresos, genera un impacto negativo al incrementar las importaciones, por lo que el impacto sobre el crecimiento económico es nulo.

 

Abstract

In this paper we analyze the remittances from the macroeconomic perspective emphasizing the position of the Mexican Government and how he applies remittances. We try to prove that the Mexican Government has decided to implement a labor-exporter model placing migrant as one of the main sources of foreign currency. These remittances are used to support the State economic neoliberalism policy centered on maintaining a qualification as a low risk country to benefit the foreign investments. Remittances are sent to international reserves to pay different kinds of imports. It is our opinion that the Mexican Government instead, should borrow these remittances from the Central Bank and use them to produce national goods for the population. That would be a way to reverse migrant tendency. Nevertheless, this is not the goal of the Mexican Government because even if the remittances have a positive effect in the current account deficit through transfers, they have a negative impact because of the increase of imports, so the economic growth is null.

JEL classification: F00, F02, F13

 

1. Introducción

Uno de los temas que ha generado un gran debate entre los estudiosos del fenómeno migratorio es el relacionado con las remesas que envían los trabajadores migrantes a sus lugares de origen, y el efecto que tienen en las comunidades que las reciben. El tema presenta sin duda una enorme complejidad y no hay unanimidad de criterios al respecto, por lo que en este trabajo nos hemos propuesto, en primer lugar, llevar a cabo una revisión somera de las distintas posiciones y de algunos de los autores que las sustentan. En segundo lugar, presentamos nuestra posición, en la que destacamos la relación Estado-remesas desde una perspectiva macroeconómica.

Podemos decir, a grandes rasgos, que el eje de las investigaciones se dirige hacia analizar la capacidad de las remesas para reducir la pobreza en las comunidades receptoras. Se estudia si esas transferencias tienen la capacidad de invertirse en proyectos productivos y transformar las condiciones de los pobladores, y la potencialidad para incrementar los niveles de desarrollo humano, entendido como mejoras a la educación, la salud y la alimentación. Las posiciones se dividen entre aquellos autores que sostienen que efectivamente las remesas tienen un impacto positivo, y los que sostienen que son un factor negativo pues, entre otras cosas, hace a las familias dependientes de esos recursos y elimina cualquier posibilidad de inversión productiva pues los pobladores ya no tienen más interés que el de migrar, por lo que no es posible superar los factores que dieron lugar a la migración.

Nuestra visión es que remesas y migración son factores que se deben analizar desde la perspectiva de la economía global para comprender su función, importancia y alcances, sobre todo porque se ha constatado que en la actualidad, en el marco de la globalización, los trabajadores migrantes están jugando un papel central. No tanto por su número, sino por su calidad. Es decir, se trata fundamentalmente de población económicamente activa (PEA)1 con diversos estándares de calificación,2 justamente respondiendo a las propias exigencias de los países receptores. Los migrantes internacionales se están concentrando en los países desarrollados: tan solo 28 países absorbieron en 2005 75% de los migrantes del mundo. Estados Unidos es el país que registra el mayor movimiento en la recepción de migrantes del mundo pues captó 20.2% en 2005, por arriba de Rusia 6.4% y Alemania 5.3%, (Ochoa, 2005).

En este marco, no puede dejarse de lado a la migración indocumentada, que se ha disparado sobre todo a partir de los años noventa del siglo pasado, tiene una función en los países de recepción, además de que para los países de origen son también portadores de remesas. Y si bien el indocumentado no es un fenómeno nuevo en la historia de la migración, si lo es su número, por lo que es muy importante que se le resalte como parte fundamental del nuevo proceso de globalización.3

Una primera cuestión que desde nuestro punto de vista debe analizarse es la posición del Estado en relación con esas transferencias y por supuesto con el propio fenómeno migratorio. Habría que responderse algunas preguntas como: ¿tiene dentro de sus objetivos revertir la tendencia migratoria? ¿cuál es el uso que se les da a las remesas? ¿es eficiente, además de válido depositar el peso del desarrollo y la superación de la pobreza en los migrantes y sus familias? ¿qué tan exitosas pueden ser las remesas si el Estado no las utiliza como parte de una decidida política migratoria?

México, se incorporó a la globalización a partir de la aplicación de una política neoliberal que se inició desde la época de Miguel de la Madrid (1982-1988) seguido por Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), administración a la que se le debe la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A partir de entonces se aplicaron los preceptos del Consenso de Washington sin la más mínima crítica hacia la política neoliberal. Y si bien hay diversas posiciones en relación al efecto que la política señalada tuvo para el país, desde nuestro punto de vista fue negativo, pues nos incorporamos a una forma de regionalización subordinada, cuyo resultado ha sido la devastación del campo mexicano y la pérdida de autosuficiencia alimentaria. Los campesinos, expulsados de sus tierras ante el embate de las importaciones provenientes del país del norte, no pueden competir, no sólo por la falta de apoyos gubernamentales, sino porque en tanto que México reduce los subsidios al sector, Estados Unidos los incrementa. Por otro lado, México optó por las maquiladoras como política industrial; lo que sujetó al país a las exigencias de los capitalistas extranjeros que se vieron favorecidos por bajos salarios, con pocos beneficios sociales para los trabajadores y con prácticamente nulas exigencias de calificación, lo cual ha afectado negativamente el desarrollo del país. Los distintos gobiernos mexicanos han comulgado con la idea de que las maquiladoras son generadoras de empleo, sin embargo, el tiempo ha demostrado que esta es una salida extraordinariamente limitada si se pretende superar los crecientes rezagos en esa materia. Al no tener una verdadera política industrial se ha obstaculizado el desarrollo del país, los empleos creados son insuficientes y sobre todo, están mal remunerados y se sigue restringiendo el mercado interno. Todo esto ha favorecido la migración de los trabajadores.

La población nacida en México residente en Estados Unidos pasó de 5.4 millones de personas en 1990 a 9.9 millones en el año 2003; 6% de las personas nacidas en México vivían en Estados Unidos en 1990 y para el año 2003 esta cifra ascendió a casi 9% con un crecimiento de 89% en el período. El flujo neto anual fue de 344 mil personas en promedio anual entre 1990-2003, cifra que contrasta notablemente con los menos de 30 mil migrantes por año a lo largo de la década de los setenta. Las remesas crecieron 264.8% en el mismo lapso (Tuirán, 2002:2 citado por Ochoa, 2005:14).

Para poder comprender la función que tienen las remesas en México no puede dejarse de lado el contexto económico y político en las que se producen y el uso que hace el gobierno de ellas. La política aplicada por más de 20 años ha estado alejada de efectuar cambios económicos que pudieran revertir los factores que se encuentran en la base de los flujos migratorios. Precisamente por ello sostenemos que las remesas enfrentan un obstáculo estructural para que puedan beneficiar a la población debido al uso que hace de ellas el propio Estado y que explica, además, la enorme dificultad que tienen estas transferencias a nivel microeconómico para realizar proyectos productivos que incidan en la pobreza de sus comunidades de origen.

Desde nuestra perspectiva, el Estado mexicano ha optado por un modelo de acumulación trabajo-exportador colocando a la migración como otro de los pivotes para la entrada de divisas que son utilizadas para apoyar su propia política económica, uno de cuyos objetivos gira, en parte, hacia apoyar a las grandes empresas trasnacionales. Por lo tanto, hay una limitación estructural para que las remesas puedan ayudar a resolver el problema de la pobreza y la inequitativa distribución del ingreso.

En este trabajo analizamos a las remesas desde la perspectiva macroeconómica, pues es uno de los principales rubros en la cuenta corriente de la balanza de pagos y en el momento actual se considera como la segunda entrada de divisas al país, sólo rebasada por aquellas provenientes del petróleo, por encima de la inversión extranjera directa y el turismo. Es interesante observar que esta es una situación que se presenta en muchos países de la región, sobre todo entre los más pobres, en los que las remesas sobrepasan también las inversiones públicas y privadas y hasta la cooperación internacional para el desarrollo. Las remesas a nivel mundial actualmente representan dos veces la suma total de la asistencia al desarrollo oficial, y lo que hay que destacar es que a pesar de este enorme monto de transferencias, los países pobres que las reciben continúan deteriorándose, lo que coincide con un incremento de la demanda por trabajo barato en los países ricos (ONU, 2007).

Nuestra propuesta es que estamos ante un modelo de acumulación trabajo-exportador y el gobierno mexicano a través del manejo de las remesas no está respondiendo a las exigencias de la población mexicana y si indirectamente a Estados Unidos que requiere flujos migratorios importantes para continuar con el desarrollo de su economía.

 

2. Algunas visiones en relación con el impacto de las remesas

Binford (2006) analiza las dos grandes vertientes en relación con el impacto que tienen las remesas, la funcionalista y la histórico-estructuralista. La primera supone que las remesas tienen la facultad de reducir la pobreza y la desigualdad del ingreso y ayudan a estabilizar económicamente a las familias. Como se destinan a gastos básicos como alimentación, educación, salud y vivienda, finalmente significan mayor bienestar para las familias y tiene un efecto multiplicador para la economía del país.

La visión histórico-estructuralista considera, por el contrario, que la emigración tiene un efecto negativo en la economía y en la estructura social de las comunidades de origen. Para esta visión, la emigración y las remesas crean una serie de distorsiones estructurales que se reflejan en una exacerbación del conflicto social, en diferencias económicas e inflación. Todo lo cual fomenta un círculo vicioso que distorsiona la economía local y deteriora sus estructuras sociales. Uno de los problemas que enfrentan estas comunidades es que llegan a depender de las remesas por lo que se genera una mayor emigración en la medida en que sólo las remesas permiten mantener el nivel de vida ante la falta de alternativas que pudieran sustituirlas. De acuerdo con esta visión, las remesas familiares tienen muy poca posibilidad para iniciar el desarrollo puesto que se emplean en educación básica, mantenimiento de las familias, salud, construcción de casa, inversiones productivas, etcétera, lo cual no genera empleos, y los limitados proyectos productivos tienen un escaso beneficio.

2.1 La visión funcionalista de las remesas

Algunos autores han sostenido una visión "positiva" en relación con las remesas (Du-rand, Parrado y Masey (1996) citados por Canales y Montiel; 2004:147) consideran que gracias a las remesas hay una creación de empleos y por tanto se incrementan los ingresos de las familias receptoras; además de que el gasto improductivo sí genera efectos multiplicadores a nivel local y regional al incrementar la demanda de bienes y servicios producidos en México; contribuyen a reducir las desigualdades de clase regionales y rural-urbanas y promueven el desarrollo porque hay una inversión productiva en el ámbito rural principalmente. De acuerdo con esto se considera que las remesas configuran una forma de ahorro migrante que en muchos casos constituyen una importante fuente de capital productivo y una fuerza dinámica en la promoción de la actividad empresarial, en la formación de negocios y en el crecimiento económico, al menos en ámbitos locales y regionales (Massey y Parrado (1998), Durand (1994), Jones (1998) citados por Canales y Montiel; 2004:148).

Por otro lado, las remesas tienen un efecto positivo si se considera que gracias a ellas muchas comunidades rurales logran subsistir, de lo contrario desaparecerían en la medida en que los hogares que las conforman cuentan con muy pocas fuentes alternativas de ingresos (Arroyo y Corvera; 2005:198-199).

2.2. La visión estructuralista de las remesas

Los autores que sostienen que las remesas tienen un efecto más bien negativo o por lo menos limitado, argumentan que las remesas tienen impactos regionales escasos en las comunidades de origen de los migrantes pues se invierten en satisfacción de necesidades básicas, adquisición de bienes duraderos y la compra y mejora de la vivienda; en tanto que sólo una pequeña parte se destina al ahorro y a la inversión productiva (García (2003), citado por Arroyo y Corvera, 2005:199). Las comunidades que dependen de los ingresos provenientes del vecino país son las más vulnerables a las crisis económicas de Estados Unidos o México lo que se convierte en una presión para emigrar (Yuñez (1998) citado por Arroyo y Corvera; 2005:199).

Sin embargo, algunos investigadores señalan que los emigrantes tienden a aumentar las remesas en épocas de dificultad económica o de crisis en sus familias, en particular en países de ingreso bajo, donde los hogares viven cerca del umbral de subsistencia (Chimhowu, Piesse y Pinder; 2005:67). Esta visión considera que las remesas perpetúan la pobreza y pueden fomentar el estancamiento económico pues cuando la migración es la única estrategia racional para los trabajadores, la comunidad local va a perder recursos y cuando esto sucede es muy poco probable que se reduzca a pobreza a largo plazo (Osili (2002) citado por Chimhowu, Piesse y Pinder; 2005:71). También se responsabiliza a las remesas de la creación de relaciones de dependencia entre países fuente y países receptores (Portes y Borocz (1989) citados por Chimhowu, Piesse y Pinder; 2005:71).

Los principales beneficiarios del aumento del consumo propiciado por las remesas, no son los habitantes de las comunidades, sino los fabricantes y comerciantes de las zonas urbanas que les suministran los bienes, por lo que se concluye que en la medida en que la mayor parte del gasto de las remesas se destina a gasto improductivo (vivienda, bienes de consumo, fiestas y gastos suntuarios) queda claro que los efectos multiplicadores de las remesas se reducen sustancialmente (Wiest (1984) citado por Arroyo y Corvera; 2005:199).

De acuerdo con Canales (2002) las remesas no se pueden considerar ni como una forma de ahorro ni como una fuente para la inversión productiva sino que se deben conceptualizar como un fondo salarial que, como tal, se destina principalmente al consumo y a la reproducción material del hogar. Es decir, en la medida en que la migración es un fenómeno eminentemente laboral los ingresos obtenidos por los migrantes representan un fondo salarial que, como cualquier otro tiende a usarse preferentemente en la reproducción material de la familia; y si bien se canaliza este salario como "transferencias internacionales" y asumen la forma de un ahorro externo, distan mucho de ser realmente un tipo de ahorro propiamente tal, ya que no tienen ni los usos ni las propiedades que tradicionalmente se atribuyen al ahorro personal o familiar. Y cuando se destinan a proyectos de inversión, estos tienen un escaso efecto multiplicador por lo que se ubican más bien en el plano de las estrategias de supervivencia familiar que en las dinámicas de mercado.

En cuanto a los efectos macroeconómicos se acepta que es uno de los rubros principales en la balanza de pagos y se estima que por cada dólar que se recibe en forma de remesas se producen 2.9 dólares en el Producto Interno Bruto y 3.2 en la Producción Bruta Total (PBT). La gran entrada de divisas mantiene estable el tipo de cambio dólar-peso, lo que sobrevalúa al peso mexicano respecto a la divisa estadounidense lo cual promueve el incremento de las importaciones y perjudica la producción y el empleo en el sector exportador de la economía (Adelman y Taylor (1992) citados por Arroyo y Corvera; 2005:198).

Las remesas ayudan a mantener el equilibrio en la balanza de pagos aunque en los últimos diez años han contribuido en alguna medida a la sobre valuación del peso, reduciendo la competitividad de las empresas mexicanas, sobre todo las pequeñas y medianas. Señalan que también pueden tener impactos positivos debido a que se incrementan las reservas extranjeras de divisas, y producen efectos múltiples a nivel de la economía local al incrementar la demanda de bienes y servicios. Consideran que pueden tener un impacto macroeconómico negativo al incrementarse la demanda de importaciones, lo que produce un crecimiento de la inflación, incluyendo tierra y alojamiento, ensanchando el abismo social y deteniendo la búsqueda de otras actividades generadoras de ingresos (Arroyo y Corvera; 2005:205-206).

Habría que destacar la escasa participación del gobierno en programas que incentiven la captación y el uso social y productivo de las remesas. Se destacaría entre ellos el Programa Social 2x1 del gobierno del estado de Guanajuato, o el Programa Iniciativa Ciudadana 3x1 impulsado por la Sedesol (Secretaria de Desarrollo Social), Mi Comunidad del gobierno del estado de Guanajuato, y el Fideicomiso Fideraza del gobierno del estado de Jalisco. Estos programas gubernamentales no han tenido el resultado deseado debido a que, "en algunas ocasiones no hay un crecimiento constante porque los gobiernos locales no tienen la capacidad de aportar su parte correspondiente" (Domínguez, Zuleta; 2006:9) y otros investigadores como Torres (2001) afirman que la falta de información sobre cual es el proyecto más rentable ha impedido que se alcancen mejores resultados, ignorando así oportunidades de inversión. Aunado a esto es claro que los aportes de las remesas no deben destinarse a infraestructura, esa es la obligación del gasto público del gobierno no de los salarios que obtienen los trabajadores en Estados Unidos.

Finalmente, es importante hacer una distinción entre los distintos tipos de remesa que envían los migrantes ya que tienen diferentes usos. Por un lado se encuentran las remesas familiares que se destinan principalmente para ser utilizadas en el consumo y en su caso salud, educación, mejoramiento de la vivienda y otros gastos, tales como el pago de deudas. En la medida en que estas remesas prácticamente se aplican a gastos básicos, resulta imposible que pudieran dedicarse a inversiones productivas pues los gastos corrientes son muy altos. Hay cierto acuerdo entre los autores cuando señalan que la mayoría de los hogares reciben este tipo de remesas.

Por otro lado se encuentran las remesas colectivas que son enviadas por los migrantes organizados en diversas formas, como agrupaciones, clubes, asociaciones, etcétera. cuya finalidad es la de contribuir al financiamiento de obras sociales y productivas, tales como escuelas, clínicas de salud, pavimentación, tuberías de agua, drenaje. Y en lo que se relaciona a inversiones productivas, estas remesas se invierten en pequeños negocios y actividades agropecuarias (Ochoa, 2005:35).

 

3. Los receptores de remesas y sus posibles impactos

Se señala que las comunidades que tienen más propensión a recibir remesas son aquellas que tienen una alta propensión a migrar, como son las comunidades rurales o con una fuerte dependencia del sector agrícola (Cáceres, 2003:104). Otros autores enfatizan el hecho de que estas comunidades, en vez de mejorar se hunden más en la pobreza y la gran pregunta es si estas localidades tendrán la capacidad de mantener la agricultura de autosuficiencia o desaparecerá y se incrementará la importación de productos agrícolas. (Connel (1981) citado en Cáceres, 2003:104).

La ENIGH (Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares) muestra que para el año 2000 existían 1 252 493 hogares que recibían remesas, lo que corresponde al 5.33% de los hogares en México y aumentó a 5.69% en el año 2003. El monto promedio anual de remesas en los hogares receptores fue de 28 512 pesos en el año 2000 y 25 011 pesos en el año 2003, situación que se explica por la disminución del ingreso por remesas trimestral en el período, en tanto que el número de hogares receptores creció en 12% (Ochoa, 2005).

Para 2006, señalan otros autores, 8% de los hogares del país recibieron remesas, y si este número se multiplica por 5 (promedio de personas por hogar) resulta que 8 millones de personas han recibido algún beneficio directo, lo cual representa 7.6% de la población total del país en 2006 (104 millones de habitantes). El monto asignado al Programa Oportunidades -principal programa del gobierno foxista para mitigar la pobreza extrema- atiende sólo a 5 millones de hogares y 25 millones de personas lo que representa apenas 15% de las remesas familiares recibidas por México en 2005, de lo cual, los autores desprenden, que en ausencia de las remesas familiares, el gobierno mexicano tendría que aumentar significativamente la inversión social para esos rubros (Delgado, García y Márquez; 2006).

Un elemento interesante que señala (Ochoa, 2005:21-22) es que los hogares que reciben remesas se concentran en aquellos con ingresos de 2 y 6 salarios mínimos que para 2002 alcanzaban un porcentaje de 57.7% de los hogares. Y sólo 5.8% de los hogares que perciben hasta dos salarios mínimos recibían remesas. Lo que indica que éstas no se concentran en los hogares más pobres sino en aquellos de escalas intermedias.4

En el cuadro 1 se presenta el porcentaje de remesas por estado y su grado de marginación.

Durante el año 2005, los principales receptores de remesas fueron los estados de Michoacán, que recibe 13% del total nacional, seguido por Guanajuato con 8.5%, Jalisco y el Estado de México 8.5% y 8.4% respectivamente. Les siguen en importancia el D.F. 7.3%, Veracruz con 5.8%, Puebla, Oaxaca y Guerrero 5.8, 5 y 4.8% de las remesas totales respectivamente y finalmente Hidalgo con 3.6% y Chiapas con 3.3 por ciento.

Respecto al índice de marginación se observa en el cuadro 1 que los estados más marginados desde 1995 son Guerrero, Oaxaca y Chiapas; aunque el caso de Veracruz que durante 1995 tenía un nivel de marginación alto, para el 2005 se mejora un poco, aunque con la metodología de Conapo es posible situarlo como un estado entre un nivel de marginación alto y muy alto. El resto de estados tradicionalmente expulsores como Michoacán, Jalisco, Estado de México y el Distrito Federal no han sufrido modificaciones sobre su nivel de marginalidad, que se mantiene estable en el periodo en estudio. El caso de Guanajuato es interesante puesto que presenta una mejora en torno al nivel de marginación pasando de un nivel de marginación alto en 1995 a un nivel medio para el 2005. Por otro lado, las entidades federativas que mantienen un nivel de marginación muy bajo son el Distrito Federal, Coahuila, Nuevo León y Baja California, las cuales destacan por su dinamismo económico a nivel regional y representan polos económicos.

Si se trata de establecer una relación entre las remesas y los niveles de marginación desde 1995 hasta 2005 observamos que esta no es claramente positiva ni directa entre ambas variables. Es decir que un incremento en los montos de recepción no necesariamente representa un mejoramiento de sus niveles de marginación. Podemos observar que los estados mas marginados como Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Veracruz han estado recibiendo montos importantes de remesas y no se han visto claramente reflejados en los niveles de marginación. Para el caso de los estados tradicionalmente receptores de remesas como Michoacán, Estado de México, Jalisco y el Distrito Federal no han sufrido una variación entorno a sus índices de marginación. Aunque cabe resaltar el caso de Guanajuato que es uno de los estados tradicionalmente receptores de remesas, en 1995 permaneció en una condición de marginalidad alta y para ese mismo año percibía 10% de las remesas a nivel nacional y para el 2005 el índice de marginación de esta entidad descendió, lo cual indicaría una mejora en las condiciones de vida del estado, a pesar de que la participación del monto de las remesas descendió a 8.5% para ese año. Un elemento que quizá pueda explicar esta mejoría en la calidad de vida de la población de Guanajuato es que durante el periodo de 1999 a 2005 el monto de inversión extranjera directa mantuvo una tasa de crecimiento promedio anual de 12.4% superior incluso a entidades como la del DF. con un crecimiento de 5.3% y el estado de México con una caída de la Inversión Extranjera Directa (IED) en -9.4% (DGIE 2007). Por tal razón, sería difícil atribuir la disminución de la marginalidad a las remesas. En algunos casos, se evidencia una relación inversa, como en el caso de Chiapas, Oaxaca y Guerrero en donde a pesar de haber incrementado la recepción de remesas continúan con un alto grado de marginación.

Precisamente por lo señalado antes, planteamos que la disparidad del comportamiento de las remesas sobre los índices de marginalidad, tiene que ver con el hecho de que hay un factor estructural que impide que esas transferencias puedan tener un efecto benéfico sobre las comunidades que las reciben y este se refiere al uso que el gobierno hace de ellas, situación que requiere un análisis con un enfoque macroeconómico, como se presenta a continuación.

 

4. Las remesas desde un enfoque macroeconómico

Las remesas han mantenido un crecimiento estable sobrepasando incluso a los niveles de Inversión extranjera directa (IED), por lo que han adquirido una mayor relevancia en el diseño de políticas gubernamentales a nivel macroeconómico, en el financiamiento de la balanza de pagos, y en la estabilidad macroeconómica. En la gráfica 1 se observa el comportamiento de las remesas en comparación con la entrada de la IED desde 1995 hasta el 2006.

Se observa que la entrada de divisas por concepto de remesas ha crecido de manera constante desde 1995 presentando un crecimiento acelerado a partir del año 2000, esto se debe en gran medida a la regulación brindada por el Banco de México. Es posible observar que existe un repunte importante en la IED para el periodo 2000-2001 y a partir de entonces empieza a descender. Cabe señalar que la entrada de divisas por las remesas familiares ha superado en 2005 a la inversión extranjera directa y para 2006 la superaban en un monto de alrededor de 7 mil millones de dólares según datos del Banco de México y la Secretaría de Economía (2007).

Este crecimiento tan alto de las remesas ha provocado que exista un mayor interés en su estudio puesto que cada vez toma mayor importancia para la economía nacional. Si esta tendencia creciente de las remesas continúa, las preguntas a responder son: ¿las remesas pueden suplir a la inversión extranjera directa?, ¿las remesas podrían activar el crecimiento y desarrollo económico?

Es necesario señalar que las remesas son un pago por un servicio brindado por el factor trabajo en un país distinto al de origen, así que, considerarlas como la sustitución de la inversión extranjera directa seria inadecuado, puesto que ésta se destina a impulsar proyectos productivos, en tanto que las remesas son sólo un medio de subsistencia para las familias receptoras.

En teoría, la IED tiene características que deberían fomentar el empleo y el crecimiento económico y traer consigo conocimientos tecnológicos acerca de los diversos procesos productivos, transfiriendo así maquinaria y equipos modernos a los países escasos de capital. Investigadores como De Mello (1999) considera que la inversión extranjera directa es un medio importante para elevar la acumulación de capital y con ello incentivar la formación de capital humano, que permita a mediano o largo plazo incrementar la productividad y de igual manera incrementar las exportaciones.

La realidad es que los efectos de la IED en América Latina han provocado la pro-fundización de algunos problemas económicos tales como la ampliación de la brecha de desigualdad salarial entre los trabajadores calificados y no calificados de acuerdo con investigaciones como la de Robbins (1996), Feenstra y Hanson (1997). Estos investigadores sostienen que el crecimiento de la inversión extranjera directa está correlacionada de manera positiva con la demanda de trabajadores calificados. Pero en el caso mexicano la mayor parte de esta IED se destina hacia la industria maquiladora que incorpora mano de obra escasamente calificada, con bajos salarios y el valor agregado que aportan a los bienes es muy bajo. Si bien son una fuente de empleos, la realidad ha demostrado que los empleos creados son insuficientes y sobre todo están mal remunerados.

En el caso de las remesas, estas se han empleado básicamente para la subsistencia de sus receptores en México, así lo revelan las encuestas levantadas por el Banco de México que analiza el perfil de las personas que envían remesas y de las que reciben. Esta institución levantó tres muestras, la primera se llevó a cabo en diciembre del 2003 con un total de 2 013 cuestionarios en 4 ciudades de Estados Unidos; la segunda en diciembre del 2004 con 3 008 cuestionarios en 5 ciudades de Estados Unidos y la última se levantó en diciembre del 2005 con 8 756 cuestionarios en 7 ciudades fronterizas; Tijuana, Nogales, Mexicali, Ciudad Juárez, Reynosa, Nuevo Laredo y Matamoros. Los resultados de dicha encuesta son interesantes puesto que se revela que de 98% de las personas encuestadas que reciben remesas, 86.4% las destinan a manutención, 6.3% en educación, 3.2% a mejora de inmuebles y el resto 4.1% en otras actividades que abarcan desde actividades como mejoras a la comunidad, pequeñas operaciones comerciales, otros gastos, etcétera (Gráfica 2).

Otra encuesta que brinda resultados similares es la levantada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) mediante el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin). La encuesta del BID-Fomin evidenció que 79% de las remesas se utilizan para el gasto corriente y solo 1% se emplea para invertirlo en actividades de negocios, como se muestra en la gráfica 3.

En la gráfica 3 se destaca que una gran cantidad del ingreso por remesas se destina a los gastos corrientes, es decir en su manutención, mientras que solo 1% se destina a la inversión en negocios. En este sondeo, el gasto destinado al ahorro es el segundo rubro de importancia con 8% que funciona como un seguro para las épocas de menores ingresos y menor recepción de remesas.5 El rubro en educación es el tercer gasto al que se destinan las remesas con 7%, 4% a lujos y 1% restante a la compra de propiedad e inversión de negocios.

Las gráficas anteriores (2 y 3) muestran que las remesas en realidad no se gastan en actividades productivas, sino en bienes de consumo; por tal razón, es posible considerar que las remesas no tienen incidencia sobre el producto interno bruto, más bien, tienen un impacto sobre la manutención de las familias en el corto plazo. En relación al crecimiento de la economía, las remesas tienen un efecto por el lado de la oferta y la demanda. Por el lado de la oferta las remesas impactan cuando se invierten en alguna actividad productiva, como establecer una empresa. Por el lado de la demanda impactan cuando el consumo se eleva, resultando a su vez en el aumento de la producción de los bienes demandados, mientras que el uso de las remesas para la adquisición de bienes de capital es nulo, por esto el bajo impacto de las remesas.

La visión funcionalista enfoca a las remesas por el lado de la demanda y sostiene que tienen un efecto multiplicador sobre la economía. Nosotros consideramos que este efecto multiplicador no es tan claro debido a que existen diversos factores que lo afectan como son: la falta de encadenamientos productivos locales, las importaciones, la estrechez del mercado interno, y otros problemas estructurales de la economía mexicana.

Por nuestra parte nos enfocaremos a analizar uno de los factores que, desde nuestro punto de vista afecta enormemente a este multiplicador del gasto de las remesas y que es la gran demanda de importaciones en México. En la gráfica 4 se observa cómo se han incrementado las importaciones en México desde 1990. Inclusive es interesante observar que la mayor cantidad de bienes importados son los bienes intermedios (textiles, calzado, etcétera); mientras que, los bienes de consumo y de capital son los que se han importado menos para los años 2005 y 2006. La importancia de los bienes de capital radica en que éstos son los que favorecen la generación de empresas productivas y competitivas.

Cabe señalar que las importaciones provocan una salida importante de divisas lo cual afecta a la cuenta corriente y por ende a la balanza de pagos. En la gráfica 5 se observa el saldo de la balanza comercial. En éste se incluye sólo a las exportaciones no petroleras debido a que solo queremos observar de forma limitada el nivel de competividad del resto de empresas exportadoras tales como las manufacturas, maquilas y bienes primarios. Se observa que las importaciones totales son superiores a las exportaciones de los bienes no petroleros de México. La balanza comercial ha comenzado a descender a partir de 1995 presentando una caída fuerte a partir del 2002, lo cual hace evidente que el monto de exportación petrolera es muy importante para que el saldo de la balanza comercial no se profundice.

En este punto cabe resaltar que la teoría poskeynesiana ha comenzado a otorgar un papel preponderante a la relación del sector externo con el crecimiento económico; un teórico poskeynesiano que presenta una visión interesante sobre el crecimiento con el sector externo es Thirlwall (1979). Este autor propone que existen problemas de crecimiento económico debido a restricciones externas como la balanza comercial y su posterior impacto a la balanza de pagos. En esta teoría se encuentra que el monto de las exportaciones depende en gran medida del ingreso del resto del mundo y que las importaciones se incrementan si el ingreso nacional (demanda agregada) se incrementa, considerando algunos supuestos como el que los precios y las tasas de cambio son estables. En esta lógica es posible pensar, que si se presenta un incremento en el ingreso por parte de las familias mexicanas receptoras de remesas, se provoca un incremento en la demanda agregada nacional (por concepto de remesas) por lo cual se da un posterior incremento de las importaciones. Para encontrar esta relación entre las remesas y las importaciones se realizó un ejercicio de correlación con los flujos de importaciones y remesas que llegan a México con observaciones mensuales desde 1995 hasta el 2006. La gráfica 6 permite observar que existe un nivel de correlación significativa del 89% entre las remesas y las importaciones lo cual indica que posiblemente exista una relación positiva entre ambas variables. Esto tiene una repercusión importante sobre la cuenta corriente y por ende en la balanza de pagos de México, ya que, las exportaciones son "el único componente que puede proporcionar las divisas para pagar por el componente importado de otros componentes de la demanda" (Thirlwall, 1997:380). Por tanto, si no hay un incremento en las exportaciones se presenta un déficit de la balanza comercial.

En el cuadro 2, que presenta las principales fuentes de ingreso de divisas a México, se observa que la aportación principal de divisas a las reservas internacionales son las exportaciones petroleras, seguidas de las exportaciones maquiladoras, aunque es interesante ver que las remesas familiares comienzan a tener un importante incremento a partir del 2004 hasta el 2006. Estas divisas sirven como dinero internacional que es posible emplear cuando un país presenta dificultades de balanza de pagos. En la gráfica 7 se presenta el comportamiento de las reservas internacionales de México. Se observa que las reservas han estado creciendo de manera estable salvo en el periodo de 1993 hasta 1995, durante la crisis económica conocida como el "error de diciembre"; a partir de ese punto las reservas internacionales continuaron con un rumbo creciente incluso alcanzando niveles de acumulación históricos. La política económica actual le brinda un papel de estabilidad macroeconómica a la alta acumulación de reservas para mantener un ambiente de tranquilidad entre los inversionistas extranjeros mediante políticas fiscales y monetarias restrictivas sacrificando así cualquier incentivo al crecimiento económico.

Enfocándonos en los efectos de las remesas en la balanza de pagos es posible observar que estas han adquirido una mayor importancia en la cuenta corriente a partir del 2002 de acuerdo con datos del Banco de México que se presentan en la gráfica 8. En esta gráfica es posible observar que las remesas tienen una mayor importancia en la cuenta corriente a partir del 2003 debido a que estas comenzaron a fluir hacia México con mayor intensidad (Véase gráfica 1). En cierta forma las remesas ayudan a mantener estable la balanza de pagos debido a su impacto positivo en la cuenta corriente.

Como resultado se puede decir que las remesas tienen dos efectos sobre la cuenta corriente; uno positivo, el cual permite que no se empeore el déficit de cuenta corriente; el negativo, es el incremento de las importaciones (déficit de balanza comercial). Por tanto se podría afirmar que el impacto de las remesas sobre el crecimiento económico es neutral o nulo. Esta incapacidad de las remesas para generar crecimiento económico por la vía del multiplicador se debe en gran parte a que el modelo neoliberal no permite aprovechar este ingreso adicional de la población. Los grandes beneficiados son las elites de inversionistas que tienen tranquilidad brindada por la estabilidad macro y las empresas extranjeras de las cuales se adquieren los bienes que se importan. Lo preocupante es que en realidad se está generando una entrada de divisas por medio de la exportación de trabajadores, lo cual es negativo para el país puesto que son una gran parte de población económicamente activa que no se supo aprovechar generando empleos. Para que el efecto de las remesas sea positivo es necesario un cambio en el modelo neoliberal relajando la estabilidad macroeconómica para darle paso a medidas que fomenten el crecimiento económico por medio de políticas industriales, agropecuarias y sociales. Es necesario que el gobierno comience a fomentar el crecimiento desde el gasto público puesto que el modelo neoliberal no esta generando dicho crecimiento. Es necesario que las divisas no solo se empleen para mantener sobrevaluado al tipo de cambio mediante operaciones de mercado abierto. Aunque por ley el gobierno no puede disponer de esas divisas pertenecientes al banco central, es posible que el gobierno concurra al mercado cambiario para reunir los fondos suficientes para encausarlos hacia proyectos productivos generados por medio de una pequeña deuda interna que no afecte en gran medida a las variables macroeconómicas. Es decir, proponemos que las políticas económicas no se enfoquen solo hacia el exterior, sino que deben canalizarse hacia el interior; en otras palabras hacia el fortalecimiento de la economía nacional mediante una mayor participación del Estado.

 

5. Conclusión

En este trabajo se analizaron las relaciones entre los flujos de remesas y el impacto en el crecimiento económico y su interacción con las variables macroeconómicas de México. Se observó que el papel que juegan las remesas en la actualidad es muy importante puesto que han superado al monto de inversión extranjera directa que entra al país. Aunque se sostiene que las remesas permiten generar un mayor crecimiento y desarrollo económico en el país por medio del multiplicador del ingreso, este se ve anulado por la estrechez del mercado y el volumen de importaciones.

Se encontró que existe una posible relación directa entre los flujos de importaciones y las remesas por medio de un ejercicio de correlación entre los datos; por tal razón, es posible afirmar que las remesas provocan un incremento en el ingreso (incremento de la demanda agregada) que permite consumir una cantidad mayor de bienes los cuales son importados, y están compuestos en su mayoría por bienes de consumo intermedios.

Las remesas se han vuelto un rubro importante en torno a la balanza de pagos por medio de su participación en la cuenta corriente y si se incluyen las exportaciones maquiladoras como concepto separado se observa que son el tercer rubro de entradas de divisas para las reservas internacionales (cuadro 2).

Existen dos impactos de las remesas sobre la economía mexicana. El primero de ellos es que al ingresar en la contabilidad de la cuenta corriente ayuda a que el déficit no sea tan alto y de esta manera financia a la balanza de pagos. El efecto negativo se presenta al incrementarse las importaciones por la vía de un crecimiento de la demanda agregada nacional debido a la entrada de remesas por lo que se produce un empeoramiento de la balanza comercial. Por lo tanto, el impacto de las remesas sobre el crecimiento y desarrollo económico es neutro o nulo. Este hallazgo abre la pauta para futuras investigaciones empíricas que permitan conocer cual de estos impactos es mayor dada la situación actual de la política económica.

El gobierno debería aprovechar el crecimiento de la demanda agregada para llevar a cabo una política industrial que responda a esos requerimientos, canalizando de manera productiva las remesas, a través de procesos productivos que promuevan la creación de empleos y de esta forma ampliar el mercado interno. Sin embargo, la política neoliberal actúa como un obstáculo estructural que permite que esas divisas se vayan por el camino de las importaciones. Con lo cual no sólo no resuelve el fenómeno de la migración sino que de alguna forma lo institucionaliza al impedir que las comunidades superen sus problemas de pobreza y marginalidad y hasta acepta que algunas de estas remesas sean destinadas a obras de infraestructura, cuando esa es la obligación del gasto público del gobierno no de los salarios que obtienen los trabajadores que emigraron hacia Estados Unidos.

Consideramos que las remesas pueden ser productivas siempre y cuando el gobierno se proponga construir una verdadera política migratoria que tenga como objetivo central revertir la tendencia ofreciendo a sus habitantes la posibilidad de empleos con salarios suficientes que les permita mantenerse en el país. Para ello tendría que cambiar sus objetivos y plantearse la utilización de las remesas como generadoras de empleos para el crecimiento y desarrollo del país.

Las remesas podrían tener un impacto positivo sobre la cuenta corriente, a través del ingreso de transferencia y del ingreso proveniente de las posibles exportaciones de las empresas que estuvieran en posibilidades de competir en el sector externo.

 

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Notas

1 Los países desarrollados enfrentan muy graves problemas demográficos al decrecer la población económicamente activa (PEA). De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la PEA aumentó de 3 900 a 4 650 millones de personas entre 1995-2005 en los países en desarrollo, creciendo un 2%. En tanto que el crecimiento anual de los países industrializados en ese mismo periodo fue de 0.8% debido principalmente al incremento registrado en Estados Unidos gracias a la migración. La propia OIT sugiere que para continuar con su desarrollo esos países deben flexibilizar sus políticas migratorias.

2 Estados Unidos es el principal receptor mundial de migrantes, 54% del talento del mundo va hacia ese país, se destaca que México y Centroamérica tienen muy altas tasas de migración hacia ese país, pero esta, se encuentra en los niveles educativos bajos, por lo que se incorporan a posiciones de baja calificación en el mercado laboral (Carrington y Detragiache, 1999).

3 Desde nuestro punto de vista los trabajadores indocumentados que han llegado a Estados Unidos a partir de la última década del siglo pasado están respondiendo tanto a los factores de expulsión como a los de atracción en Estados Unidos. Ante la falta de caminos legales para incorporarse a los mercados laborales se convierten en indocumentados, con las ventajas que esto supone para los empresarios, es decir, precariedad y vulnerabilidad. El Pew Hispanic Center señala que han alcanzado el número de 12 millones, de los cuales 6 millones son mexicanos y tienen una participación de 96%, más que los migrantes legales que alcanzan una participación de 84% (Passel, 2006).

4 Esto significa que los hogares más pobres presentan enormes dificultades para lograr emigrar, sobre todo si se considera que a partir de la década pasada los refuerzos fronterizos han hecho casi imposible pasar al país vecino si no es con la ayuda de un coyote o pollero, que justamente por esos obstáculos han incrementado notoriamente su costo que puede ir desde 1 500 a 3 000 dólares por persona.

5 Cuando existe el ahorro se priva de consumo en el presente de bienes y servicios, para obtener bienes y servicios en el futuro.

 

Información sobre los autores

Ana María Aragonés Profesora Titular C Tiempo Completo Definitivo, Profesora de Historia Económica en la carrera de Economía en la FES-Acatlán, Profesora del Posgrado Estudios México-Estados Unidos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1. Tiene licenciatura en Historia por la UNAM, Maestría en Administración del Trabajo por la Universidad Autónoma Metropolitana y Doctorado en Derecho por la Universidad de Montpellier, Francia. Asimismo cuenta con Estudios de Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Ha sido Profesora Invitada en la Universidad Lanus, Argentina entre 1998-1999, profesora Invitada Fulbright, Universidad de Salisbury, MD, Estados Unidos, 2000-2001. Cátedra Especial Nabor Carrillo (2006), Profesora de las Cátedras: Historia Económica General, Historia Económica de América Latina, Historia Económica de México y Profesora de Posgrado: Seminario de Investigación IV. Ente sus publicaciones destacan tres libros: Aragonés Castañer Ana María y José Miguel Candia, 1990, Planes de desarrollo y Política demográfica en México, Ed. Primera, México. UNAM-ENEP Acatlán; Aragonés Castañer Ana María, 2004 Migración Internacional de trabajadores. Una perspectiva histórica. 1a reimpresión, México, PyV -UNAM-Acatlán; Aragonés Castañer Ana María, Aida Villalobos, Tere Correa, coord. (2005) Análisis y perspectivas de la Globalización. Un debate teórico, México, FES Acatlán-PyV. Participa en dos proyectos de investigación PAPIIT: 1. Las nuevas causas de la migración en México en el contexto de la Globalización. Tendencias y perspectivas a inicios del nuevo siglo; y 2. Mercado laboral, condiciones de la estructura productiva en Estados Unidos, sus necesidades de fuerza de trabajo migrante y el impacto sobre nuevos destinos migratorios. Posibilidades de integración de los migrantes. Así como diversas publicaciones de artículos en libros, revistas y presentaciones en congresos y coloquios nacionales e internacionales.

Uberto Salgado Nieto Pasante de la licenciatura en Economía de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán; pre-especializado en econometría, Becario en diversos proyectos PAPIIT; ha laborado como ayudante de profesor de asignatura "B" en la Facultad de Economía de la UNAM; ha colaborado en el artículo de Sánchez, A. Reyes, O. "Regularidades probabilísticas de las series financieras y la familia de modelos garch"; en la revista de Ciencia Ergo Sum; Vol. 13 número dos, julio-octubre 2006; y ha realizado artículos en coautoria con Eduardo Loría & Armando Sánchez "The Exchange rate and the Fundamentals in México 1985-2005: A svar model" en dictamen para el Journal of International Money and Finance, Elsevier, Mimeo; y también en coautoria con Aragonés, A., Ríos, E & Salgado, U; "Foreign direct investments and the new migration pattern for Europe", en dictamen para el Journal of International Migration, Blackwell, Mimeo.

Esperanza Ríos Álvarez Licenciada en Economía, FES Acatlan, UNAM, Maestra en Población, FLACSO (20032005), cursa la Maestría en Urbanismo, FES Acatlan, UNAM. Es profesora de Asignatura "A" Interina, en la FES Acatlan (2006 a la fecha). Ha escrito el artículo Sectores de inserción laboral de la fuerza de trabajo migrante en la zonas metropolitanas de Querétaro, 1995-2000 y el libro Antiguos y nuevos movimientos migratorios en el continente americano, editado por UAM Xochimilco, en prensa. Como coautora de: "Migración y mercados de trabajo en el nuevo siglo. Un acercamiento teórico," en el libro: Los Latinos en Estados Unidos: visiones y conexiones; del artículo "Foreign Direct Investments and the new migration pattern for Europe" en la Revista: International Migration, con Ana María Aragonés y Uberto Salgado. Asimismo participó en la publicación electrónica de ALASRU (Asociación Latinoamericana de Sociología Rural), Congreso realizado en Quito, Ecuador (24-28 de noviembre de 2006). Ha publicado tres reseñas en la Revista Mexicana de Sociología, Año LXVII/Núm. 4, octubre-diciembre de 2005, UNAM, 2005, pp. 831-833. también colaboró en el trabajo "Migración y Explotación de la Fuerza de Trabajo en los años noventa: saldos del neoliberalismo", por Ana María Aragonés Castañer, en El sector agropecuario mexicano frente al nuevo milenio, Blanca Rubio (Coordinadora), Ed. Plaza y Valdes, 2004, pp. 239-268.

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