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Economía UNAM

versión impresa ISSN 1665-952X

Economía UNAM vol.1 no.2 Ciudad de México may./ago. 2004

 

Artículos

 

Globalización y banca

 

Globalization and Banking

 

David Ibarra

 

Preside el Comité Editorial de ECONOMÍAunam. Correo electrónico: dibarra@prodigy.net.mx

 

Resumen

Destaca el control mayoritario de los bancos mexicanos por extranjeros, lo que sitúa a los nacionales en franca desventaja para competir en el mercado internacional. Examina las políticas estatales y su capacidad para canalizar créditos y pone de relieve el escaso impacto de la banca de desarrollo en la transformación estructural de la economía nacional. Tras señalar las insuficiencias de la intermediación financiera y el papel de la banca extranjerizada en ese proceso, el autor alude a la incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos en materia de sistemas regulatorios y jurídicos y enuncia algunas orientaciones en torno a las políticas que a su juicio debiera emprender el Banco de México y el gobierno federal.

 

Abstract

The majority control of Mexican banks by foreigners is underlined, what places national actors in a marked disadvantage to compete in the international market. This article studies State policies and their capacity to channel credits, and highlights the scarce impact of development bank in the structural transformation of national economy. After pointing out the failures of financial intermediation and the role of banks made foreign in this process, the author mentions the inability to adapt to the new era regarding regulatory and legal systems, and states some guidance he believes both Bank of Mexico and federal government should pursue.

 

JEL classification: F42, E50, G18

 

Introducción

La incorporación de México a la globalización ha tenido efectos múltiples y de distinto signo a los que no escapa ningún sector productivo nacional. Más aún, el abandono del proteccionismo para abrazar la estrategia de desarrollo hacia fuera y el imperio de los mercados ha cambiado el funcionamiento de la economía de manera fundamental.

La liberalización financiera, unida a la liberalización comercial ha influido, e influye, poderosamente en la evolución y comportamiento de la banca mexicana. En pocos años de un sector bancário mayoritariamente empresarial se ha recorrido el camino de la nacionalización, la privatización, la crisis y la extranjerización del grueso de sus instituciones. En el proceso se han suprimido, alterado o sustituido la mayoría de las instituciones e instrumentos de la política financiera anterior, avanzando hacia un sistema libre de mercado, adaptando, con rezagos y riesgos, los sistemas regulatorios y jurídicos a las nuevas circunstancias. En paralelo se han implantado innovaciones financieras y abierto nuevos canales crediticios que compiten o complementan a la actividad bancaria. Junto a ello se dan cambios en el comportamiento de las empresas y consumidores, frente a las nuevas políticas estatales y a las corporativas de los bancos.

En este trabajo se explora el papel de la banca en años recientes, destacando singularmente los obstáculos asociados al financiamiento de la producción y la inversión, así como la índole de algunas reorientaciones necesarias a las políticas del Banco Central y del gobierno.

 

La extranjerización de la banca

En las últimas dos o tres décadas, la mayoría de los países ha eliminado las barreras al comercio y a los movimientos de capitales. Innovaciones tecnológicas permiten manejar grandes flujos de información, evaluar mejor los riesgos y reducir los costos del manejo de los servicios bancários transfronterizos. A su vez, la expansión del comercio internacional -más intensa que la del producto mundial- y el acrecentamiento de la inversión extranjera -hoy principal motor del financiamiento al desarrollo y de la formación de redes transnacionales integradas- son también fuerzas que multiplican la demanda de servicios financieros a través de las fronteras y que teóricamente debieran impulsar la integración global de la banca.

En los hechos, subsisten asimetrías notorias entre países que parecerían contradecir al menos parcialmente esos planteamientos teóricos.1 La consolidación bancaria en los países desarrollados ha resultado intensa dentro de sus fronteras,2 pero las adquisiciones y fusiones transfronterizas han sido poco numerosas e importantes.3 Aun en la zona europea de integración, el empleo de servicios bancários extranjeros es pobre. Alrededor de dos tercios de las filiales de las empresas transnacionales establecidas en Europa, prefieren usar bancos locales, haciendo variar poco a la composición (nacional versus extranjera) de la cartera de crédito.4

Un panorama distinto se ofrece en los países en desarrollo, singularmente en América Latina, donde la penetración de la banca internacional ha desplazado o comprado a la nacional. En México, las instituciones internacionales tienen control mayoritario de 85% de los activos de la banca múltiple y alrededor del mismo porcentaje de la cartera de crédito (septiembre de 2003). Un fenómeno similar ocurre con otros intermediarios financieros (compañías de seguros y Afores, entre otros) que no están incorporados a la oferta de servicios de los bancos múltiples.

Son varias las interpretaciones que se han dado a esas divergencias. La escasa penetración de los conglomerados internacionales en las naciones industrializadas se explica en términos de la significativa ventaja competitiva de los bancos nacionales al poseer información superior sobre clientes, normas y mercados locales. Otro factor gira en torno a acciones gubernamentales estratégicas que otorgan prelación al control nacional de las instituciones financieras, las protegen (con incentivos fiscales, garantías, subsidios o aportes de capital) e inhiben deliberadamente su extranjerización.

En el caso de los países latinoamericanos, se dan circunstancias harto distintas. La liberación financiera abrió a los países a la influencia de los mercados de capitales del exterior, argumentándose que ello redundaría en accesos a recursos ampliados con fortalecimiento de los mercados financieros locales. No sin reticencias, también se confió en que la incorporación de la banca extranjera con ventajas competitivas y facilidades de fondeo, contribuiría positivamente a la producción y la inversión nacionales. No se consideró demasiado importante el conocimiento de las condiciones y clientes locales, ni se previeron los perjuicios de la volatilidad de los recursos foráneos o el contagio de las crisis financieras de otras latitudes. Por lo demás, al menos en América Latina, los países después de la crisis de la deuda de los años ochenta se encontraban débiles y urgidos de renovar los accesos a los mercados internacionales de capitales.

 

La historia mexicana

En México la historia siguió vertientes algo distintas. La abrupta supresión del proteccionismo financiero5 careciéndose de sistemas regulatorios apropiados a la libertad de mercados, condujo al país a una situación inédita: de la represión financiera se pasó sin escalas a una especie de libertinaje financiero. No sólo se canceló la mayoría de los controles gubernamentales en la asignación y expansión del crédito comercial, también se otorgó plena autonomía a los banqueros en la fijación de las tasas de interés, al tiempo que se multiplicaron las franquicias concedidas al establecimiento de nuevas instituciones bancarias y se transformó a la banca de desarrollo en institución de segundo piso.6 Como resultado, entre 1988 y 1994 la oferta monetaria y de sucedáneos (M-4) brincó de 31 a 51 por ciento del producto, en tanto que los saldos de los préstamos bancários al sector privado subieron también explosivamente de 11 a 42 por ciento del propio producto.7

Como era de esperar, la calidad de las carteras de crédito se deterioró rápidamente. Un factor decisivo fue la multiplicación de los casos de insolvencia de productores incapaces de resistir la competencia externa desatada por la apertura comercial que tomó cuerpo simultáneamente. También se venía produciendo desde los años ochenta debilidad en la generación de ahorros que seguramente incide en reducir la captación bancaria.8 Por igual, influyó la disolución de la información bancaria sobre los viejos clientes -enfrentados a circunstancias transicionales críticas- o su ausencia, en el caso de los numerosos acreditados nuevos, resultantes de la supresión de las restricciones a la asignación del crédito bancário. Todos esos fenómenos coinciden, además, con la reprivatización de la banca, proceso que acentuó pérdidas de información, de personal adiestrado y la incorporación de nuevos funcionarios sin suficiente experiencia en el manejo financiero.9

Los bancos nacionales perdieron de facto el grueso de su capital, los depositantes y ahorradores quedaron en peligro de perder sus recursos. En tales circunstancias, el gobierno optó por emprender el rescate de esas instituciones y permitir su extranjerización que pronto se extendió a casi todos los intermediarios financieros.10 Aun así, no pudo soslayarse la debacle del sistema de bancos, con costos enormes que están lejos de absorberse por entero. El ajuste macroeconómico que se implantó en 1996, llevó a elevar considerablemente las tasas de interés y las restricciones monetarias. Desde entonces, el papel de la banca en el financiamiento de la producción ha declinado hasta convertirse en rémora, más que en apoyo al desarrollo; la carga del Fobaproa-IPAB, de una u otra manera transferida al contribuyente, suma cantidades astronómicas11 con peso creciente en los presupuestos nacionales mientras la tasa de interés exceda al crecimiento de las recaudaciones.

Además, la extranjerización coloca en situación desventajosa a los bancos nacionales sobrevivientes. Las filiales de bancos extranjeros no sólo tienen acceso a fondeo comparativamente barato, sino pueden situar los contratos del crédito corporativo fuera del país, ahorrándose el costo de regulaciones mexicanas, como las del Instituto de Protección al Ahorro Bancário (IPAB).

 

La declinación de la banca

En término reales, el financiamiento otorgado por la banca comercial ha caído más de 45% entre diciembre de 1995 y septiembre de 2003 (véase el cuadro 1). Los sectores más afectados son los vinculados directamente a la producción. A precios constantes de 1994, los préstamos de la banca comercial a la agricultura han bajado 88%, 74% a las manufacturas, 76% a la construcción y 78% a los servicios. El financiamiento real al consumo cayó para luego recuperarse rápidamente; en contraste, los recursos tomados por los sectores financiero y público, principalmente destinados al fondeo del IPAB, subieron casi 300 por ciento.

La declinación de la banca no sólo resulta de la crisis, sino también del impacto de cambios tecnológicos. En los hechos, hay compensación crediticia parcial atribuible a la aparición de otros intermediarios financieros y a la diversificación de los instrumentos ofrecidos en el mercado de la deuda que representan progresos del sector financiero nacional. Baste señalar aquí el papel ascendente que desempeñan los fondos de pensión, las compañías de seguros, las sociedades financieras de objeto limitado (Sofóles) o los préstamos de instituciones extranjeras, entre otras fuentes diversificadoras. Tomando en cuenta sólo a los intermediarios formales, el Banco de México estima que las fuentes alternas de financiamiento de representar 42% de los recursos del crédito en 1998, ya ascienden a 58% en 2002, reduciéndose correlativamente el peso de la banca (véase el cuadro 2).

Sin embargo, el desahogo de la astringencia crediticia a los productores excluidos todavía es limitado: los fondos de pensión invierten alrededor de 90% de los recursos captados en papel gubernamental; las Sotóles, financian principalmente al consumo y a la vivienda popular; los préstamos del exterior benefician a las empresas mayores. El acceso al financiamiento de la bolsa de valores no alivia mayormente la situación. El número de empresas inscritas es todavía muy pequeño, siempre hay resistencias de los accionistas mayoritarios a licuar su capacidad de control en las empresas y la extranjerización de negociaciones mexicanas las lleva a inscribirse en bolsas accionarias del exterior.

 

Los dualismos de acceso al crédito

La política monetaria quizás haya perdido alguna eficacia en la medida en que la banca ha dejado de prestar y quedar parcialmente sustituida por otros intermediarios financieros, formales o informales, o en la medida en que las tasas reales pasivas de interés están próximas a cero o a punto de tornarse negativas (véase el cuadro 3). Pero es incuestionable que las medidas de restricción monetaria, unidas a la disposición limitada de los bancos comerciales a correr los riesgos del crédito a la producción, viene provocando una aguda restricción financiera en perjuicio de la actividad económica y de la inversión, con efectos desproporcionadamente desfavorables en ciertos sectores y segmentos empresariales. Pese a la liberación financiera, hay racionamiento del crédito que afecta al grueso de los negocios privados. Los esfuerzos de las autoridades monetarias por abatir las tasas de interés han resultado eficaces -aunque quizás riesgosas para el ahorro- en el caso de las que reciben los depositantes, pero bastante menos en reducir las tasas activas reales cubiertas por los acreditados cuyo nivel, además, resulta inaceptable o ruinoso a muchos clientes potenciales.

La evolución del sistema financiero vigente está creando un nuevo dualismo en el acceso de las empresas al crédito. En la etapa del proteccionismo financiero, el grueso y la dinámica de las corrientes de fondos favorecía a los llamados sectores prioritarios de la economía nacional, discriminando a otras actividades. Hoy, resultan favorecidas las empresas grandes que abordan indistintamente los mercados internacionales o el interno, dependiendo de los diferenciales en tasas de interés y la percepción del riesgo cambiario. En contraste, las empresas medianas y pequeñas, aparte de estar fuera del financiamiento internacional, cubren las tasas activas de interés más elevadas y, cuando éstas últimas bajan, son desplazadas por la demanda de crédito interno de las empresas grandes, que traspasan sus adeudos de moneda extranjera a moneda nacional (véase el cuadro 4).12 Por su alta rentabilidad, el crédito al consumo es la segunda preferencia de la banca comercial en la asignación del financiamiento al sector privado que elude las necesidades de la producción (véase el cuadro 1).

La otra segmentación del crédito se da entre los recursos canalizados al sector privado y los que se destinan al sector público o son utilizados por el propio sector financiero. Entre 1995 y septiembre de 2003, el sector privado ha visto descender su participación en la cartera crediticia de la banca comercial de 91 a 72 por ciento y si se le resta el consumo de 86 a 61 por ciento. En contraste, la suma del financiamiento público y el financiero sube de 8 a 26 por ciento (véase el cuadro 5). Puesto en otros términos, la distribución del crédito está regresando hacia el patrón que prevalecía antes de la liberalización financiera con efectos menguados sobre el acrecentamiento de la producción y las inversiones. La banca de desarrollo, salvo tímidos esfuerzos sectoriales, no ha podido paliar el dualismo anotado, y tampoco ha impulsado proyectos grandes de transformación estructural, como serían los vinculados en especial al sector exportador. En los hechos, su cartera de crédito ha caído 50% en términos reales entre 1995 y septiembre de 2003, esto es, más que los préstamos de la banca comercial (véase el cuadro 6). Además, instituciones como Nacional Financiera, financian preferentemente operaciones simples de factoraje, sin mayor riesgo ni contenido promocional.

Ya han pasado los tiempos en que las instituciones financieras estatales fomentaban la creación de centros y empresas estratégicos -industrias de bienes de capital, química pesada, productos intermedios de uso difundido, núcleos turísticos, etcétera-, asociándose con empresarios nacionales, canalizando la inversión extranjera o celebrando acuerdos de asociación con consorcios y tecnólogos foráneos.13 Desafortunadamente, la banca de desarrollo tampoco se ha transformado en pilar instrumentador de las políticas de crecimiento hacia afuera, ni auspiciado la reconversión de las actividades productivas frente a la apertura comercial externa, como ha sido y es la práctica de muchos países asiáticos o europeos.14 Al convertir en banca de segundo piso a los bancos de desarrollo y negarles presupuesto, se renunció a buena parte del "elan" modernizador del Estado y de su control sobre el financiamiento del crecimiento y la evolución de la estructura productiva.

En parte, la ausencia de riesgos del financiamiento cuasipúblico otorgado al Fobaproa-IPAB o la alta rentabilidad de los préstamos al consumo, explican las preferencias crediticias de la banca comercial y la segregación consiguiente de la actividad productiva propiamente dicha en la asignación de recursos. Tomando a las siete principales instituciones, con una cartera cercana a 90% del total, los intereses generados por el crédito al consumo son algo más de 30% (agosto 2003) y los de Fobaproa- IPAB alrededor de 22%, o sea, entre ambos generan más de 50% de los ingresos brutos -sin comisiones- de la banca comercial. En contraste, los intereses asociados a préstamos a la actividad productiva -con exclusión del gobierno y del sector financiero- apenas generan 24% de los intereses captados y los de la vivienda 6% del mismo total (véanse los cuadros 3 y 7).

Parcialmente la situación anterior proviene de los diferenciales competitivos en tasas de interés que cubre el consumo y las que puede pagar la producción. Y en parte también se origina en el hecho de que las tasas activas de interés han bajado bastante menos y menos rápidamente que las pasivas. La mayor velocidad de reducción de éstas últimas versus las de los préstamos tienen efectos redistributivos que favorecen a los acreedores respecto a los deudores y a los bancos frente a los depositantes. Como prueba de lo anterior cabe observar que el cociente de dividir los intereses cobrados entre los pagados por la banca múltiple han subido de 134 a 164 por ciento entre 2000 y septiembre de 2003 (véase el cuadro 8).15

Las tendencias resultantes, así como el alza de los ingresos por comisiones explican, más que mejoras en eficiencia, el alto nivel de las utilidades de la banca múltiple a pesar del receso económico reciente y los de los menguados servicios de intermediación que prestan a la producción nacional (véase el cuadro 9).

Asimismo, la concentración geográfica del crédito bancário sigue siendo elevadísima entorpeciendo la migración de la actividad económica hacia costas y fronteras, como postula la estrategia de crecimiento hacia afuera. Eso mismo contribuye a explicar los marcados contrastes en el desarrollo regional.

Conforme a datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el Distrito Federal absorbía (septiembre 2003) más de 60% de los saldos de crédito de la banca múltiple y unido a las otras siete entidades federativas más favorecidas, ese porcentaje llega a 88%. En cambio, el crédito captado por el mismo número de estados en las zonas menos afortunadas apenas asciende a 1.4% del total.16

 

Conclusiones

La transición financiera mexicana registra avances y graves problemas insolutos. Se ha progresado en el campo institucional y regulatorio, en el abatimiento de la inflación y de las tasas pasivas de interés, así como en ofrecer algunas alternativas diversificadoras de la oferta financiera. Sin embargo, la economía no dispone de un sistema suficiente, eficiente y competitivo de intermediación bancaria. En rigor, el sistema vigente no llena su función más importante en el desarrollo: la de contribuir a la asignación apropiada de los recursos entre las distintas industrias y los proyectos de inversión. La extranjerización de la banca tampoco ha aportado soluciones, mientras resta autonomía económica y tiende a acentuar el dualismo ya mencionado.

El acceso de la pequeña y mediana industria a los mercados de deuda es limitado y declinante. La percepción de los riesgos sigue siendo alta, limitativa del crédito bancário a la producción y avalada por una elevada y segura demanda de recursos del sector público -singularmente el financiamiento del IPAB-, sin contar con que las altas tasas activas de interés disuaden a los clientes potenciales. La política monetaria vigente no aborda el problema de la disponibilidad real de fondos prestables, creando la paradoja de un sistema bancário con liquidez pero que raciona el crédito.

Es posible que la política casi permanente de astringencia monetaria y crediticia esté determinada por razones de balanza de pagos, por el temor a la inflación o a los riesgos de la depreciación cambiaria. Con todo, difícilmente podría asegurarse el equilibrio externo, la estabilidad de precios o del tipo de cambio, restringiendo más o menos permanentemente a la inversión, sobre todo a la que se encamina a acrecentar la competitividad y las capacidades de exportación nacional.

En última instancia, el impacto principal de la política monetaria se da a través de sus efectos en la disposición de los bancos a prestar. Si la respuesta es insatisfactoria, la reducción sea de las tasas pasivas de interés o el aligeramiento de las restricciones cuantitativas ("cortos", en México), simplemente no impulsa a la actividad económica, pero puede desalentar el ahorro o auspiciar la fuga de capitales. México parece estar entrando prematuramente a una etapa deflacionaria en que la política monetaria pierde atributos para promover la inversión y la actividad económica, pero sin perder sus poderes contraccionistas.17 El grueso de las empresas vive una aguda astringencia financiera por esa causa, complicada por la disminución artificial de la competitividad productividad asociada a las altas tasas activas de interés y a la sobrevaluación más o menos sistemática del tipo de cambio entre episodios devaluatorios. Otra causa significativa reside en la falta de regulación a los créditos, a las tasas activas de interés y a las comisiones, y en los efectos creados por la ascendente demanda de crédito del sector público que convalidan implícitamente la conducta de los bancos.18

En conclusión, la política financiera debiera reorientarse con prudencia, pero sistemáticamente, hacia la satisfacción de importantes objetivos olvidados: el apoyo a la producción, el fortalecimiento de la oferta de crédito a sectores excluidos y estratégicos, el abatimiento competitivo de las tasas activas de interés y de los márgenes de intermediación bancaria, el remozamiento de la banca de desarrollo, la revisión equitativa de los marcos legales, la adecuación de las normas regulatorias vigentes.

 

Notas

* El autor agradece los comentarios de Ramón Carlos Torres, Leopoldo Solís y Marco Antonio Slim

1. Krugman y Obstfeld señalan a la globalización como una de las características del cambio obligado de la actividad bancaria. (P. Krugman y M. Obstfeld, International Economies: Theory and Policy, Addison-Wesley, Mass., 2000.         [ Links ])

2. Por ejemplo, en España se auspiciaron fusiones de los bancos del país a fin de enfrentar en mejores condiciones la competencia de otras instituciones de la zona de integración europea.

3. Claessens, S. et alia (2001), "How Does Foreign Entry Affect The Domestic Banking Market", Journal of Banking and Finance, vol. 25, mayo de 2001 ;         [ Links ] Bank For International Settlements, Report on Consolidation in the Financial Sector, Group of Ten, Basilea, Suiza, 2001.         [ Links ]

4. Gaspar, V. et alia, compiladores, The Transformation of the European Banking Systems, Second European Central Bank Conference, Frankfurt, 2003,         [ Links ] y A. Berger y D. Smith, "Global Integration in Banking Industry", Federal Reserve Bulletin, noviembre de 2003, pp. 451-460.         [ Links ]

5. M. Obstfeld, "The Global Capital Market: Benefactor or Menace?," Journal of Economic Perspectives, año 12, núm. 4, 1998, pp. 9-30.         [ Links ]

6. Hasta 1982 las autoridades financieras disponían de diversos instrumentos de intervención financiera: encaje legal, cajones selectivos de crédito, fijación de las tasas de interés, fideicomisos de fomento, banca de desarrollo. Entre 1982 y 1987, la nacionalización de la banca permitió al gobierno mantener muchos de esos mecanismos y también ejercer control directo sobre las tasas de interés, comisiones y otras características del crédito bancário.

7. Banco de México, The Role at Institution Bulding in The Financial Sector, G-20 Finance Ministers and Central Bank Governors Meeting, Michoacán, México, 2003.         [ Links ]

8. Son diversos los fenómenos que inciden en el comportamiento del ahorro. Las tasas fluctuantes del crecimiento del producto y la inversión; el auge del crédito al consumo; la liberalización comercial y la enorme afluencia del capital foráneo que llevó a aumentar la importación de bienes de consumo en casi 90% entre 1990 y 1994 y casi 200% de compararse con 2003.

9. J. Stiglitz, "Assymetric Information in Credit Markets and Its Implications for Macroeconomics", Oxford Economic Papers, vol. 44, núm. 4, 1991, pp. 694-724;         [ Links ] J. Stiglitz, "The Role of the State in Financial Markets", Proceedings of the Annual Conference on Development Economics, Banco Mundial, Washington, 1993, pp. 19-52.         [ Links ]

10. El sistema bancario tenía 53 instituciones en 1996; en 2002, sobreviven 36. De los 18 bancos inicialmente privatizados sólo existe una tercera parte. Los seis bancos más importantes Bancomer, Banamex, Serfin, Bital, Inverlat y Mexicano, fueron extranjerizados. F. Suárez Dávila, El estado mexicano en la construcción y destrucción, reconstrucción y extranjerización del sistema financiero mexicano, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, México, 2002.         [ Links ]

11. Los pasivos del IPAB a fines de 2002 sumaban poco más de 804 000 millones de pesos, esto es, 13% del producto, IPAB, Informe Anual 2002, México, 2003.         [ Links ]

12. Justo es reconocer la existencia de lagunas o contradicciones en la información recibida por los bancos de las empresas medianas y pequeñas. Aparte de deficiencias contables y la falta de un historial crediticio interrumpido por crisis y turbulencias transicionales, la práctica de la evasión fiscal con frecuencia hace que los datos financieros no correspondan a las declaraciones impositivas que han de acompañar a las solicitudes de crédito, creando dilemas evaluatorios.

13. Nacional Financiera, El pensamiento de sus directores generales, Nacional Financiera, México, 1994;         [ Links ] D. Ibarra, "La banca de desarrollo", El Mercado de Valores, año LIX, núm. especial, México, 1999.         [ Links ]

14. Woo-Cummings (compilador), The Developmental State, Cornell University Press, Ithaca, 1999;         [ Links ] C. Dent, The Foreign Economic Policies of Singapore, South Korean and Taiwan, Edward Elgar, Cheltenham, U. K., 2002.         [ Links ]

15. En el mismo sentido cabría señalar que el costo promedio de captación de la banca entre 1999 y 2003 se ha abatido alrededor de 50% y la remuneración a los Cetes a 28 días casi 80%. En contraste las tasas de interés activas a la producción y a la vivienda se estima no haberse reducido en más de 20% y las aplicables al consumo entre 15 y 17 por ciento. Algunos investigadores han encontrado mayor rigidez a la baja en la tasas activas de interés respecto a las pasivas y diferenciales crecientes entre ambas que reflejan el poder de mercado no regulado de las instituciones bancarias. F. Ron y A. Terova, La relación de equilibrio y el tiempo de ajuste entre las tasas de interés de menudeo y mayoreo en México, Comisión Nacional Bancaria y de Valores, documento de trabajo, núm. 2000-04, México, 2003.         [ Links ]

16. Los estados mejor situados en materia de crédito son: el Distrito Federal (61.3%), Nuevo León (10.8%), Estado de México (5.4%), Chihuahua (3.3%), Jalisco (3.1%), Sonora (1.7%), Veracruz (1.2%) y Baja California Norte (1.1%); los menos favorecidos son: Guerrero (0.3%), Nayarit (0.2%), Zacatecas (0.2%), Colima (0.2%), Chiapas (0.2%), Campeche (0.1%), Oaxaca (0.1%) y Tlaxcala (0.1%). Las cifras anteriores pueden resultar distorsionadas por la ubicación distinta de las oficinas matrices respecto a los centros de trabajo de las empresas.

17. La importancia de esta observación no podría exagerarse en virtud del papel prominente de las políticas monetarias y cambiarías en la actualidad, dada la renuncia de los gobiernos mexicanos al uso de la mayor parte de instrumentos promocionales alternos: política industrial, apoyos financieros prioritarios, política fiscal contracíclica, subsidios a la producción. D. Ibarra, Transición sin desarrollo, mimeo, México, 2003.         [ Links ] Véase también M. Kumar et al., "Deflation: Determinants, Risks and Policy Options", Occasional Paper, núm. 22, Fondo Monetario Internacional, Washington, 2003.         [ Links ]

18. No sólo es la cuantía y la ausencia de riesgos asociados a los préstamos del sector público, incluido el Fobaproa-IPAB, también cuentan las regulaciones sobre capitalización de los bancos y el financiamiento del IPAB que, siendo perfectibles, hoy por hoy, alientan la restricción de la oferta crediticia de la banca comercial.

 

Información sobre el autor

David Ibarra. Licenciado en Economía y Contador Público por la Universidad Nacional Autónoma de México con estudios en la Stanford University. Escritor, periodista y catedrático universitario. Ha publicado innumerables artículos y ensayos, así como diversos libros. En su vida profesional ha ocupado puestos de gran importancia como Secretario de Hacienda y Crédito Público, Director General de Nacional Financiera, Director General del Banco Nacional de México, Asesor del Director General de Pemex, Director de la CEPAL, oficina en México, Consultor del Banco Interamericano de Desarrollo y Jefe de la Facultad de Estudios Superiores de la Escuela de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo, ha colaborado en el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES). David Ibarra preside el Comité Editorial de ECONOMÍAunam.

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