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Revista de El Colegio de San Luis

versão On-line ISSN 2007-8846versão impressa ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.9 no.20 San Luis Potosí Set./Dez. 2019  Epub 14-Mar-2022

 

Reseñas

Antonio García de León (2017). Misericordia. El destino trágico de una collera de apaches en la Nueva España. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica. 215 pp.

Jesús David Martínez Román*  , Estudiante

* Estudiante de la Maestría en Historia de El Colegio de San Luis, promoción 2018-2020. Correo electrónico: davidmroman.dmr@gmail.com

García de León, Antonio. 2017. Misericordia. El destino trágico de una collera de apaches en la Nueva España. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica, 215p.


Desde la segunda mitad del siglo XVI, los colonizadores y milicianos europeos que se adentraron en el futuro norte novohispano y sus descendientes buscaron hacer frente al conglomerado de naciones denominadas como chichimecas, que amenazaron la paz, el patrimonio y la vida de los poblados hispánicos recién fundados. Tras el contacto con los indígenas en la zona norte novohispana, múltiples actores sociales como las milicias y los misioneros buscaron acercarse por diferentes medios a aquellos, ya fuera por medio de efímeros acuerdos de paz, intercambio de bienes materiales, o intentos de incorporar de forma parcial a los indígenas a los poblados hispanos, por citar algunos ejemplos.

Lo cierto es que chichimeca es una castellanización del término que usaron las sociedades del altiplano central para designar a los grupos que habitaron al norte del río Panuco. Al ser una generalización, este gentilicio comprendió una gama amplia de naciones de costumbres nómadas y seminómadas, dedicadas a la caza, la recolección y la pesca.

Dos siglos transcurrieron y el panorama en el norte no mostró cambios significativos. Aunque hubo cortos momentos de paz, los enfrentamientos con los nativos era el pan de cada día; cuando una región llegaba a ser pacificada, el conflicto se hacía presente en otras regiones, y se reiniciaba el proceso de pacificación. Los constantes enfrentamientos, junto con otros factores, afectaron la vida de los indígenas, aunque en los registros hechos por visitadores y escribanos se menciona la desaparición de estas naciones junto con la aparición de nuevas que comenzaron a internarse en las provincias norteñas de Texas y Nuevo México.

Durante el siglo XVIII, en la frontera septentrional novohispana, los funcionarios al servicio de la monarquía, los cuerpos de milicia y los vecinos de las diferentes poblaciones de la región buscaron resolver el conflicto interétnico recurriendo a la paz, la dependencia y la entrega de regalos; incluso, la guerra con los indígenas tuvo nuevos giros, como fue la deportación de estos últimos a otras regiones del virreinato a través de la collera. En este conflicto, las naciones chichimecas fueron sustituidas por los comanches y las diferentes ramas apaches, aspecto que en parte se abordó en la investigación que realicé, cuyo resultado es la tesis Condiciones de vida de los reos indígenas capturados en el septentrión novohispano remitidos a Veracruz, 1750-1810, en la que estudio aspectos de la vida cotidiana de estos indígenas desde su captura en aquella gran región y su trayecto en la colleras hasta los sitos en que fueron ingresados para retenerlos, en donde las distancias entre poblados, los largos trayectos, la cuestionable alimentación, la deficiente vestimenta, el hacinamiento, entre otros factores, mermaron la salud de estos reos, por lo que se se volvieron vulnerables a enfermedades que en ocasiones llevaron a la muerte de estos individuos.

Antonio García de León, conocido por escribir una historia del puerto de Veracruz durante los años de la presencia española, titulada Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821, editada por el Fondo de Cultura Económica, nos presenta ahora Misericordia. El destino trágico de una collera de apaches en la Nueva España, uno de los episodios más duros en la historia, no solo de Nueva España, sino en general de la historia de México. En esta ocasión, el autor presenta la exitosa fuga de un grupo de apaches que iban conducidos hacia el puerto de Veracruz para ser encerrados en las mazmorras de San Juan de Ulúa, de donde saldrían con destino a otros puntos en el Golfo de México y el Caribe español.

Los entendidos en el tema saben que el caso de la deportación de apaches abordado en la obra no fue un hecho aislado, tampoco curioso, debido a que durante buena parte del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX, e incluso tal vez con anterioridad, el destierro de los indígenas indómitos fue una constante en las llamadas provincias internas de Nueva España, demarcación conformada por la mayoría de los actuales estados fronterizos del norte de México y del sur de Estados Unidos. Como se ha mencionado, tanto los apaches como los comanches fueron considerados por las autoridades virreinales como un problema para la vida y la seguridad de los habitantes de aquella región. Esta oportunidad representó un interés económico para algunos, mientras que otros vieron en este conflicto el medio para escalar en la jerarquía política, social y militar de la época.

La obra se compone por un total de seis capítulos que parten desde el antes señalado conflicto con los indígenas en el extenso septentrión de la Nueva España, los cautiverios hechos por apaches a las poblaciones hispánicas, junto con las funestas consecuencias, y la constante exposición de estas entre las sociedades con las que compartieron la frontera.

El escenario cambia a la ciudad de México, centro y capital novohispana, en donde en 1796 arribó de forma temporal una collera de apaches que pronto sería redirigida al puerto de Veracruz. Aprovechando un descanso para comer en el trayecto final dentro del virreinato, un grupo de no más de veinte indígenas de varones llevaron a cabo una exitosa fuga, lo cual encendió las alarmas de las autoridades locales y poblaciones desde las cercanías de la costa del Golfo de México, pasando por el Altiplano Central, hasta la región del Bajío.

Uno de los casos de aculturación que llama la atención dentro del libro, y que es necesario tomar en cuenta, es el cautiverio del mestizo Juan Alonso Avilés Acosta, hijo de la española Blanca Jerónima Acosta y del mestizo Pedro Miguel, por los apaches mescaleros. Estos últimos lo raptaron a la edad de cuatro años cuando incursionaron en un poblado cercano a Bacoachi, en la provincia de Sonora, donde también robaron caballos y otros tipos de ganado. Durante su vivencia con los nativos, Juan Alonso fue renombrado como el Gavilán, y se le crió en la lengua indé, en la religión y otras formas culturales de los apaches. Al tener la edad suficiente, al joven se le instruyó en el arte de la guerra, de la que aprendió técnicas para la construcción de las armas, el manejo de estas, la monta de caballo, y obtuvo trofeos de guerra. El Gavilán fue atrapado, con otros apaches, en una redada hecha por las milicias de la región; no obstante, diversos mercaderes informaron que habían visto a un joven apache con rasgos físicos diferentes al de los nativos, entre estos, el color de la piel. Ya en el lugar donde fue retenido, se le identificó como cautivo de los apaches y logró, con ello, su libertad. Su conocimiento del indé le permitió ser incorporado en las milicias, bajo la vigilancia del antiguo comandante de las Provincias Internas de Poniente, Juan de Ugalde, experto en la guerra con los apaches (Díaz de León, 2017, pp. 50-53). Durante su carrera militar, y retomando su anterior nombre, se integró como milicia de presidio, en donde sirvió de intérprete con otros mezcaleros. Juan Alonso, ahora apodado Genízaro por los custodios de la collera, conservó su característica cabellera, privilegio que perdió al ser incorporado al contingente que llevaría a los apaches hacia el puerto de Veracruz. Desconocido para los militares de la capital, Genízaro recibió trato muy diferente al que le daban los miembros de las milicias norteñas que conocían su pasado. El autor menciona que, ante esta situación, Genízaro desarrolló un sentimiento de venganza que lo llevaría a desertar y, posteriormente, a ser capturado y remitido a la cárcel de La Acordada, para después ser conducido al puerto de Veracruz (pp. 75-77). Antes de llegar a la ciudad portuaria, Avilés logró escapar con un grupo de apaches varones, lo que puso en aprietos a las autoridades novohispanas de finales del siglo XVIII e infundió el miedo en diferentes poblaciones del centro del virreinato.

En este libro también se hacen presentes las relaciones de poder, el papel de militares que buscaron tener un mejor reconocimiento por la campaña con el objeto de acceder a una gratificación o a un mejor puesto, hasta las rencillas y opiniones entre los grupos colaboradores que apoyaron en la búsqueda de estos individuos, compuestos, de acuerdo con el autor, por militares del septentrión y del Bajío, vecinos de las comunidades, indígenas de los pueblos, incluso indígenas aliados de los españoles como los tancahues de Texas, debido a que todos los funcionarios en el orden de gobierno eran conscientes de las consecuencias en caso de que los apaches fugados llegaran a su lugar de origen en el norte de Nueva España. En este contexto se observa la inconformidad de los hombres en el poder, la marginación de las autoridades y las necesidades de las regiones, uno de los muchos antecedentes de los acontecimientos que anunciaron las movilizaciones insurgentes que tuvieron lugar a comienzo del siglo XIX en el occidente novohispano.

Este conflicto pudo finalizar con la caída y muerte de varios indígenas en aquella región, al igual que el desconocimiento del paradero de los fugitivos. El conflicto continuó más allá de las fronteras novohispanas, con la remisión a La Habana de los indígenas que permanecieron con vida, donde sirvieron como forzados en los presidios reales de esta jurisdicción, siempre con la posibilidad de escapar a las selváticas montañas, en compañía de negros y fugitivos, y volverse posteriormente una molestia para las autoridades en la isla.

La lectura de cada uno de los capítulos de Misericordia es ágil gracias a las construcciones y la narrativa que el autor presenta. Sin embargo, estas aportaciones pueden ser uno de los argumentos que tiene en su contra, debido a que puede generar la duda de si el lector está frente a un libro de carácter literario o histórico. Por mencionar un ejemplo, el autor reconstruye con mucha exactitud pasajes que hacen referencia a la vida en las poblaciones en el norte, describe en detalle los ataques indígenas, al grado que manifiesta las sensaciones que experimentaron los personajes involucrados, uno de los ámbitos más complejos de reconstruir mediante técnicas convencionales para cualquier historiador.

Al analizar la bibliografía notamos la decisión del autor de minimizar la presencia de esta en las citas a lo largo del texto. Ante esta aparente desventaja, el autor saca adelante la obra permitiendo leer el texto como una narración, como se ha mencionado con anterioridad.

En cuanto a las fuentes, al tratarse de un tema de historia, García de León hace uso de documentos provenientes de archivos relacionados con la administración virreinal en Nueva España; destacan, en su mayoría, los del Archivo General de la Nación (México) y diferentes archivos españoles, lo que hace evidente que se puede lograr un buen trabajo con un único expediente. El autor menciona los ensayos de Max L. Moorhead y de Christon I. Archer publicados en los años setentas, pioneros del estudio del destierro de los indígenas del Septentrión. Asimismo, recurre a la obra de Silvio Zavala, también considerada entre las clásicas de la historiografía en este tema, y a los nuevos enfoques y las producciones recientes de Pekka Hämäläinen, Mark Santiago, Carlos Manuel Valdés y Hernán Venegas Delgado, entre otros, que se caracterizan por dar una versión comparada de este duro pasaje de la historia.

Por último, uno de los puntos destacables de la obra es el adecuado uso de nuevas tecnologías digitales para la creación de detallados señalamientos geográficos. Además, contiene un índice onomástico que acerca al lector al conocimiento de la trayectoria de muchos de los militares y funcionarios reales que intervinieron en este acontecimiento.

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