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Revista de El Colegio de San Luis

versión On-line ISSN 2007-8846versión impresa ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.8 no.16 San Luis Potosí may./ago. 2018  Epub 14-Ago-2020

https://doi.org/10.21696/rcsl9162018878 

Reseñas

Carlota de Bélgica. Emperatriz de México

Fernando Ciaramitaro* 

Jesús García Ávila** 

* Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Correo electrónico: fernando.ciaramitaro@uacm.edu.mx.

** Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Correo electrónico: iesus_lex@hotmail.com.

Reinach Foussemagne, Hélène de . 2014. Carlota de Bélgica. Emperatriz de México. Prefacio de Pierre de La Gorce, Traducción y edición de Martha Zamora, México: Martha Zamora, 376, ISBN: 978-607-9084-01-1.


Pocas veces existe la posibilidad de leer un retrato tan fidedigno de un personaje, su biografía; conocer su persona, su lado más humano y sentimental, como en el caso del libroCarlota de Bélgica. Emperatriz de México, deHélène de Reinach Foussemagne . A través de la prosa castellana puntual y muy bella de Martha Zamora, el lector se da cuenta de inmediato de que no se trata de una “hagiografía”, como hay muchas en la historia de los “grandes” hombres y mujeres de la tradición historiográfica mexicana, sino, más bien, de una representación fehaciente de una “historia de vida”. Lo anterior se refiere porque, en la historiografía nacional, el segundo imperio mexicano ha sido y sigue siendo uno de los episodios más denostado y vilipendiado de la historia patria.

Publicado por la primera vez en Francia en 1925,1 cuando todavía seguía con vida la exemperatriz, con un tiraje limitado de apenas 200 ejemplares, el libro relata la vida de laprincessede Saxe-Cobourg-Gotha, la archiduquesa de Austria Carlota (1840-1927), hija del rey Leopoldo de Bélgica y de Luisa María de Orleans. Mientras que la autora de la “historia de vida” es la condesa Reinach Foussemagne (o Reinach-Foussemagne), mujer de letras y ganadora de los prestigiosos premios Montyon (1908) y Thérouanne (1926) de la Academia francesa.2 Ella recibió el encargo, por parte de su familia, de dar voz a la emperatriz de los mexicanos, a través de la lectura de unos documentos que, por alguna u otra razón, pertenecían a la misma Carlota: hace “quince años ya que, siguiendo el benevolente consejo de su alteza real la condesa de Flandes[,] emprendí la investigación sobre su majestad la emperatriz Carlota, su cuñada” (p. 17).

El texto que estamos reseñando tiene mucho en común con el libroMaximiliano y Carlota, de Egon Caesar Corti,3 publicado en alemán en 1924, debido a que el conde Corti, de igual manera, estudió algunos escritos privados, más políticos, de Maximiliano de Habsburgo. Asimismo, concurre una analogía conUna emperatriz en la noche, de Laurence van Ypersele,4 volumen que recaba una parte de la correspondencia de la emperatriz Carlota, después de que fue averiguada su enfermedad mental y del “encierro magnífico”, primero en Miramar y subsiguientemente en el castillo belga de Bouchout (p. 347).

A lo largo de un prólogo y once capítulos, Reinach Foussemagne presenta, a través de una correspondencia inédita, una Carlota poco conocida, desde su infancia, cuando, a la edad de diez años, padeció un dolor inmenso por la muerte de su madre (desde entonces cambió por completo su carácter, haciéndose más estricta y exigente), hasta sus problemas mentales: se “trataba de una locura con intervalos lúcidos, a veces bastante largos, que se manifestaba con fobias, megalomanía y aberraciones religiosas” (p. 321). Grafómana desde pequeña, la mujer se enamoró de un príncipe de la dinastía austriaca, Maximiliano, y con él se casó el 27 de julio de 1857. Vivió un tiempo en Italia, luego lo acompañó en su aventura imperial, que tuvo -como es notorio- consecuencias fatales para los dos. Empero, no obstante que México haya sido parte de su obsesión compulsiva, ella misma decía que ahí había pasado los mejores años de su vida.

Esos acontecimientos biográficos y esas emociones exhiben -por Reinach Foussemagne- una Carlota más cercana y sensible que ningún bosquejo histórico podría otorgar tan cabalmente. Así, no se representa a la “muñequita de pastel” que aparece pintada en un óleo del Museo Nacional de Historia,5 sino, más bien, a aquella mujer responsable y de veinticuatro años que venía a gobernar un país junto a su marido; aquella dama que vio caer el imperio de Maximiliano y que partió a Europa, embarazada de tres meses, en la búsqueda desesperada de ayuda diplomática y militar, del papa Pío IX y del jerarca de los franceses, Napoleón III, los dos sordos a las peticiones de Carlota. Todo ello provocó su locura, que duró por más de sesenta años.

El sistema narrativo de la demencia de la emperatriz descrita por Reinach pertenece a la prosa contemporánea y es similar al empleado por Fernando del Paso en su obra cumbreNoticias del Imperio(1987): Carlota era una mujer fuerte que tomaba decisiones, nada que ver con la locura que fue motivo de burla por parte del populacho mexicano de finales del siglo XIX.

Carlota de Bélgica. Emperatriz de Méxicoes, pues, un libro que ofrece una imagen más accesible y verdadera de la emperatriz de México, a través de su lenguaje inmediato y espontáneo, como en aquella “trilogía de los hombres” que, en los años setenta, ofreció José Fuentes Mares, con Hernán Cortés, Miramón y Santa Anna.

También las fuentes primarias citadas, algunas inéditas en el año de la primera publicación, siguen siendo de gran valía para los interesados en el tema del segundo imperio mexicano, con ellas se sigue dando sustento a la narración histórica de la época. Finalmente -y noventa años después de la primera edición- se ha publicado una excelente versión en lengua española -y en México- de la biografía de Carlota, obra que será una referencia obligatoria para el historiador -no solamente el especializado- y para el lector común, interesado en la historia inacabada del segundo imperio, suceso que sigue gozando de gran popularidad y generando diatribas entre los versados en historia mexicana.

Referencias

Hélène de Reinach-Foussemagne (1907). M[ada]me de Polastron, d’après une correspondance inédite. París: L. de Soye et Fils. [ Links ]

______ (1908). Une fidèle : La marquise de Lage de Volude, 1764-1842, d’après des documents inédits. París: Perrin. [ Links ]

______ (1911). Un confident de Napoléon Ier. Las Cases sous l’ancien régime. París: Aux Bureaux de la Revue [ Links ]

______ (2014).Carlota de Bélgica. Emperatriz de México. Prefacio de Pierre de La Gorce. Traducción y edición de Martha Zamora. México: Martha Zamora. 376 pp. ISBN: 978-607-9084-01-1. [ Links ]

Juan Alfonso Milán López, en Identidad, imaginarios y memoria en las representaciones visuales sobre la Intervención Francesa y el Segundo Imperio: Un estudio comparativo, 1862-1906 (tesis doctoral. 2015. México: Universidad Autónoma Metropolitana) [ Links ]

Laurence van Ypersele (2010). Una emperatriz en la noche. Correspondencia desde la locura de la emperatriz Carlota de México, febrero a junio de 1869. México: Martha Zamora . [ Links ]

Maximilian und Charlotte von Mexiko. Nach dem bisher unveröffentlichten geheim Archive des Kaisers Maximilian und sonstigen unbekannten Quellen. Zúrich-Leipzig-Viena: Amalthea-Verlag. 2 vols. 1924. [ Links ]

1 Inexplicablemente, Martha Zamora nunca cita, a lo largo del texto, la versión original del impreso: Hélène de Reinach Foussemagne (1925).Charlotte de Belgique, impératrice du Mexique. París: Plon-Nourrit.

5 Albert Graefle,Carlota Amalia de Saxe Coburgo, óleo sobre tela, 1865 (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Actualmente se exhibe en el salón de los gobelinos del Museo Nacional de Historia de la ciudad de México. Y, como apunta Juan Alfonso Milán López, enIdentidad, imaginarios y memoria en las representaciones visuales sobre la Intervención Francesa y el Segundo Imperio: Un estudio comparativo, 1862-1906(tesis doctoral. 2015. México: Universidad Autónoma Metropolitana), “Graefle invistió a Carlota con los mismos símbolos de poder que dio a Maximiliano: el elegante atuendo, en cuyo costado superior izquierdo, cerca del hombro, luce la condecoración de la banda de San Carlos; aparece también la columna y la corona, con la salvedad que ésta va puesta” (p. 84).

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