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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.12  Tijuana Jan./Dec. 2021  Epub Sep 20, 2021

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2205 

Artículos

Motores de la emigración venezolana a España 1998-2015: logros de una estrategia de reproducción social

Katrien Dekocker1 
http://orcid.org/0000-0001-7510-4419

Consuelo Valbuena Martínez2 
http://orcid.org/0000-0002-4347-0665

Mercedes Fernández3 
http://orcid.org/0000-0003-0077-4682

1 Universidad Pontificia Comillas, España, katriendekocker@gmail.com

2 Universidad Francisco de Vitoria, España, c.valbuena.prof@ufv.es

3 Universidad Pontificia Comillas, España, mercedes@icai.comillas.edu


RESUMEN

Este artículo se centra en el perfil y el grado de satisfacción del proyecto migratorio de la comunidad venezolana que llegó a España entre los años 1998 y 2015. A través del análisis empírico de una encuesta realizada a 383 venezolanos se visualizan los factores de expulsión que activaron la emigración, el logro de las expectativas y la integración en el lugar de destino, enfocado desde la teoría de la reproducción social como estrategia de emigración. Esta primera etapa migratoria marca la lentitud en la reacción de las autoridades españolas ante la avalancha recibida a partir de 2016.

Palabras clave 1. proyecto migratorio; 2. logros; 3. reproducción social; 4. Venezuela; 5. España

ABSTRACT

This article focuses on the profile and satisfaction level of the migration project of the Venezuelan community that arrived in Spain between 1998 and 2015. The empirical analysis of a survey conducted to 383 Venezuelans illustrates the expulsion factors that activated emigration, the achievement of the expectations, and the integration in the country of destination, focusing on the theory of social reproduction as an emigration strategy. This first stage of migration marks the slow reaction of Spanish authorities to the arrival of a significant number of migrants as of 2016.

Keywords: 1. migration project; 2. achievements; 3. social reproduction; 4. Venezuela; 5. Spain

Introducción

Hace dos décadas, el colectivo venezolano no era objeto de estudio dentro del panorama migratorio mundial. Dado el potencial económico que ofrecía y proyectaba, Venezuela fue desde finales de la II Guerra Mundial un país de acogida de europeos emigrantes (españoles, portugueses e italianos) y refugiados (judíos). Además, desde la década de 1960, comienza a recibir también flujos de latinoamericanos (colombianos, cubanos, peruanos, chilenos y ecuatorianos) que huían de la inestabilidad y/o pobreza existentes en sus diferentes lugares de origen. Sin embargo, a partir de 1998, coincidiendo con el comienzo del giro político e ideológico, en este país cambia la situación y son muchos los venezolanos que optan por emigrar a distintos países, ocupando España, hasta el año 2015, el segundo lugar como destino preferente.

A partir del año 2016, el éxodo venezolano abrió un nuevo capítulo, diferenciando dos etapas migratorias que mantienen poco en común, tanto en sus características como en su impacto en y sobre la sociedad española. Entre 1998-2015 el colectivo venezolano se mantenía casi invisible en el escenario migratorio español y se caracteriza por el alto nivel adquisitivo, profesional y cultural. Su proyecto inicial no era abandonar Venezuela, sino resguardar todo lo alcanzado en origen a través de años de esfuerzo, estudio y trabajo. La emigración se convirtió en lo que se define como una estrategia de reproducción social (Morrow y Torres, 2007; Dekocker, 2017; Dekocker, 2018), entendiendo el término como la tendencia a conservar, e incluso mejorar la posición de origen, en la estructura social, económica y cultural del país receptor.

Durante este período gran parte del colectivo venezolano logró una alta reproducción social que se manifestó en el logro de las expectativas motivadas al inicio del proyecto migratorio, que resultan en una mayor integración en destino (Dekocker, 2017). A partir de 2016 se rompió este esquema y en la actualidad los migrantes venezolanos se han duplicado, encabezan la lista de entradas y elevan las solicitudes de asilo a cifras nunca antes alcanzadas, convirtiéndose en un colectivo vulnerable y con muchos obstáculos que dificultan su integración en el país (Dekocker, 2018). Por otra parte, el éxodo venezolano masivo tiene lugar hacia otros lugares de Sudamérica (Colombia, Perú, Chile y Ecuador, principalmente), habiendo quedado relegada España a la cuarta posición en los destinos de preferencia (Freitez, 2019).

El objetivo del presente artículo es conocer las causas de la migración venezolana a España entre los años 1998-2015, y analizar el grado de satisfacción de estos individuos con respecto al cumplimiento de su proyecto migratorio. El artículo está dividido en cinco apartados. En el primero, el marco contextual, se analiza a partir de fuentes secundarias, la evolución de la emigración de venezolanos a España en el período considerado. La segunda parte, el marco teórico, aborda los porqués del desplazamiento de los venezolanos y su posterior trayectoria de integración en España, fundamentalmente a partir de los postulados de la reproducción social. A continuación, se hace referencia a la metodología, de carácter empírico, que se usó para dar respuesta a los objetivos de la investigación. Seguidamente, se procede al análisis de los resultados, desgranando el perfil sociodemográfico de este colectivo, abundando en su proyecto migratorio y en sus trayectorias de integración y logros en España. Finalmente, en el apartado de las conclusiones, se observa cómo en el período de tiempo objeto de estudio los venezolanos llegados a España han logrado mantener y reproducir con mayor éxito el modo de vida dentro de las nuevas fronteras, aunque también se alerta acerca de un cambio en las pautas de adaptación de aquellos que llegaron con posterioridad a 2015.

Marco contextual: el colectivo venezolano en España entre 1998-2015

A pesar de su potencial económico, basado principalmente en las reservas de petróleo, la desigualdad ha sido un mal endémico en la sociedad venezolana (Gutiérrez Briseño, 2008; Rodríguez, 2003). Esta circunstancia cristaliza en 1998 con el advenimiento del régimen de Hugo Chávez, que logró aglutinar voluntades y se configuró como una alternativa de esperanza para los venezolanos. Con el paso del tiempo la situación devino en dinámicas de concentración de poder, corrupción, exclusión, carga ideológica exacerbada y una cuestionable gestión de la política económica. De hecho, casi dos décadas después, la persistencia de la crisis y la incertidumbre sobre el futuro han llevado a la República Bolivariana de Venezuela (a partir de ahora Venezuela) al mayor éxodo migratorio de su historia, según muestran los datos recopilados (ONU-DAES, 2017, 2019).

En Venezuela, los datos estadísticos son escasos y poco fiables. Sin embargo, fuentes obtenidas a través de instituciones internacionales, medios de comunicación e institutos de investigación de diversas universidades, indican que para el año 2005 la población de venezolanos en el mundo era de 438 692 en 2015, de 695 551 en 2017, de 2 648 509 en 2018 y de 4 769 498 en 2019 (ONU-DAES, 2017, 2019). La Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) estima que entre 2012 y 2017 han debido emigrar al exterior algo más de 815 000 personas (UCAB, 2017) y en 2018 se estima que la población que emigró en los últimos cinco años fue de 1 500 000 (UCAB, 2018), El stock de emigrantes venezolanos según estimaciones de Naciones Unidas para el 2015 fue de 1 404 448, y en 2019 fue de 1 375 690 (ONU-DAES, 2019). Esto muestra la diáspora de venezolanos, mencionada anteriormente, producida hasta la fecha.

Si bien es complejo conocer con exactitud la cantidad de venezolanos emigrados, la investigación que nos ocupa aporta una visión concreta sobre la evolución migratoria de la comunidad venezolana que ha elegido a España como país de destino durante el período 1998-2015. A través del análisis estadístico de fuentes oficiales ofrecidas anualmente por instituciones españolas tales como el Instituto Nacional de Estadística (INE) (2016) y el Ministerio de Empleo y Seguridad Social (2016), puede alcanzarse una idea relativamente fiable de la realidad de la inmigración venezolana en España desde el año 1998. No obstante, debe resaltarse que un grupo importante (véase tabla 1) ha entrado al país con pasaporte europeo, mayoritariamente español, italiano o portugués. Esto que significa que son contabilizados como nacionales del país comunitario y no como ciudadanos venezolanos, aunque no hayan vivido nunca en estos destinos.

De hecho, aunque al 1 de enero de 2015 había en España únicamente 48 421 residentes con nacionalidad venezolana, este número se incrementó a 165 983 personas cuando consideramos a Venezuela como lugar de nacimiento (independientemente de su nacionalidad). Por este motivo, a la hora de analizar el colectivo venezolano residente en España, nos centraremos en la variable “país de nacimiento” independientemente de que la nacionalidad sea española o extranjera. La migración de origen venezolano en España no ha dejado de crecer: como se puede observar en la siguiente tabla 1, el proceso del incremento es similar tanto para personas con nacionalidad venezolana como para individuos con doble nacionalidad. Destaca el hecho de que el aumento de la inmigración con nacionalidad española no decrece ningún año. En el año 1998 los empadronados nacidos en Venezuela con nacionalidad española o extranjera sumaban 46 388 y en el 2015 ya se contabilizan 165 893, lo que significa que en 17 años se ha producido un aumento de un 258%.

Tabla 1 Comunidad venezolana empadronada en España según variable. Serie 1998-2015 

Año Según nacionalidad venezolana Según país de nacimiento Venezuela (nacionalidad española/extranjera)
Total País de nacimiento Venezuela (nacionalidad española) País de nacimiento Venezuela (nacionalidad extranjera) Total
1998 8 986 38 136 8 252 46 388
1999 10 194 40 057 9 482 49 539
2000 12 119 43 425 11 294 54 719
2001 16 549 46 553 15 783 62 335
2002 22 257 50 075 21 522 71 597
2003 29 716 54 308 29 208 83 516
2004 38 718 61 435 38 823 100 258
2005 49 206 66 795 49 378 116 173
2006 51 261 72 673 52 178 124 851
2007 51 481 77 328 53 302 130 630
2008 58 317 83 524 61 069 144 593
2009 61 468 87 509 64 886 152 395
2010 60 399 90 613 64 443 155 056
2011 59 805 94 701 64 647 159 348
2012 59 322 97 306 64 757 162 063
2013 56 338 100 051 62 093 162 144
2014 49 717 105 090 55 498 160 588
2015 48 421 110 648 55 245 165 893

Fuente: Elaboración propia con base a la información obtenida del INE (2016).

Dado el vínculo histórico entre España y Venezuela tiene lógica que el grupo de personas nacidas en Venezuela, pero empadronadas con nacionalidad española, sea significativamente más alto que el de otras nacionalidades latinoamericanas, ya que la gran mayoría ha heredado la nacionalidad de sus padres o abuelos que tiempos atrás emigraron a Venezuela. Podría también darse el caso de que algunos venezolanos hayan tenido la posibilidad de nacionalizarse una vez cumplidos los requisitos legales de la residencia o por matrimonio con español. No obstante, tomando en cuenta que la migración venezolana a España es un fenómeno bastante reciente comparado con otros colectivos, las concesiones de nacionalidad española por residencia o matrimonio no tienen aún gran impacto, aunque evidentemente van en aumento.4

Otra cuestión relevante en el análisis del perfil de los venezolanos que poseen la nacionalidad española es el retorno. En el período del año 2000 a 2015 Venezuela fue el país con mayor número de retornados a España, absorbiendo 13 por ciento del total de bajas consulares. Los años de mayor incremento de bajas consulares (véase tabla 2), es decir, mayor retorno a España (2003, 2004 y 2008) coinciden con el aumento de empadronados nacidos en Venezuela y con nacionalidad española.

Tabla 2 Bajas consulares 2000-2015de españoles retornados residentes en el extranjero (cinco países de mayor índice)  

Año/país Venezuela Argentina Reino Unido Suiza Francia Total bajas consulares % Venezuela
2000 4 360 2 847 4 029 4 385 2 923 44 538 9.79
2001 4 563 6 539 4 151 3 854 3 341 47 788 9.55
2002 5 511 12 105 3 745 3 923 2 798 52 006 10.60
2003 8 671 5 387 2 383 3 720 3 044 46 630 18.60
2004 5 954 4 426 3 130 3 806 3 157 42 731 13.93
2005 4 360 3 066 2 898 3 821 3 242 38 321 11.38
2006 4 563 2 446 2 840 4 068 2 854 35 706 12.78
2007 5 511 1 936 2 815 3 942 3 004 35 129 15.69
2008 3 857 1 809 2 859 1 784 2 456 31 388 12.29
2009 3 693 1 750 2 935 1 536 2 609 31 689 11.65
2010 4 333 1 447 2 200 1 347 2 073 32 023 13.53
2011 3 935 1 636 2 449 1 216 2 307 33 767 11.65
2012 2 462 1 225 2 339 1 090 1 744 27 675 8.90
2013 2 630 1 021 1 975 1 081 2 175 26 991 9.74
2014 5 326 1 561 2 004 1 230 2 365 34 600 15.39
2015 7 991 2 228 2 484 1 470 2 710 44 057 18.14
Total 77 720 51 429 45 236 42 273 42 802 605 039 12.85

Fuente: Elaboración propia con base en la información obtenida del Ministerio de Trabajo y Economía Social (2016).

En cuanto a la ubicación geográfica en España, tres cuartas partes de la comunidad venezolana reside en cuatro comunidades autónomas: Canarias, Galicia, Madrid y Cataluña, con gran peso especialmente en las dos primeras. Esta situación se asocia con la emigración de españoles a Venezuela en los años 50 del pasado siglo, en su mayoría provenientes de las Islas Canarias y de Galicia. Los hijos y nietos nacidos en Venezuela heredaron la nacionalidad española, y muchos al emigrar ahora a España se instalan en los lugares de origen por el vínculo familiar. Indudablemente, el hecho de poseer la nacionalidad española u otra de la Unión Europea, facilita el emprendimiento de la aventura migratoria y puede, además, convertirse en un factor de integración (Portes, 2007).

Las personas que poseen sólo la nacionalidad venezolana u otra nacionalidad extracomunitaria necesitan permiso de residencia o un visado de estudiante para permanecer de forma legal en el país, y cuentan desde el inicio con menos posibilidades de ayudas administrativas. Por otra parte, los migrantes no laborales -como por ejemplo estudiantes o jubilados-, deben suscribir un seguro sanitario privado y demostrar que serán financieramente autosuficientes durante su estancia.

A pesar de este hecho, en el caso de los venezolanos que no tendrían posibilidades de acceso a la nacionalidad española, el número de solicitudes de visado por estudios aumentó a partir de 2009, en detrimento de las solicitudes de visado de residencia y trabajo. Esta cuestión, ligada al período de la crisis económica y financiera en España, se podría interpretar como una estrategia migratoria. De hecho, estos datos coinciden con los resultados del estudio realizado en Caracas por Panadés (2011), a futuros emigrantes con visado de estudiante; de estos, 23.3 por ciento afirmó que su emigración sería definitiva, incluso antes de salir. Para las autoras, esta afirmación es indicativa de una clara estrategia para obtener una residencia inicial y al mismo tiempo garantizar la continuidad del estatus profesional en destino.

Sin embargo, comienza también a observarse un incremento exponencial de solicitudes de asilo, que llevó a Venezuela a ocupar en 2014 el noveno lugar de entre las 89 nacionalidades solicitantes de asilo en España. Al terminar de escribir este artículo se preveía un aumento de estas solicitudes, y esta presunción se ve ratificada en el último informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR, 2017), que sitúa a España como el país europeo donde más se incrementaron estas peticiones, siendo una de cada tres procedente de venezolanos y ocupando desde 2016 el primer lugar de lista de solicitantes.

Marco teórico: la reproducción social como estrategia de emigración.

La cantidad de personas que en la actualidad vive fuera de su país de origen, evidencia un mundo que ofrece una gran posibilidad de movilización. Son muchas las razones que llevan a una persona a abandonar un lugar, que hasta ese momento era su hogar, y trasladar su existencia, su proyecto vital y, en la mayoría de los casos, el de su familia, a un sitio que prácticamente desconoce y que implica un entorno social, político, cultural y económico diferente.

Las migraciones son, por tanto, un fenómeno complejo, que no puede explicarse de manera unidimensional. No obstante, los motores económicos han sido los que se han estudiado en mayor profundidad. Desde este punto de vista, los flujos migratorios responden a un sistema globalizado asociado básicamente a necesidades de mejora y satisfacción económica (Todaro, 1969; Castles y Kosack, 1973; Portes, 1978; Piore, 1979; Massey et al., 1994; Arango, 2000). La pobreza, la búsqueda de un trabajo y un mayor ingreso para acceder a unas mejores condiciones de vida, serían los motores fundamentales que llevarían a millones de personas a abandonar sus fronteras geográficas.

Ahora bien, existen muchas otras razones de tipo social, político, psicológico y cultural que permiten ampliar la mirada más allá de las diferencias económicas. De hecho, para el caso que nos ocupa, el del colectivo venezolano en España, posiblemente sea necesario reflexionar sobre algunos aspectos concretos del proyecto migratorio, como por ejemplo la motivación que lleva a las personas a tomar la decisión de emigrar y la confrontación en destino entre las expectativas iniciales o resultados esperados y su concreción real. Se entremezclan aquí razones políticas y sociales, que desembocan en un proceso migratorio, que como estrategia busca mantener la estratificación social y económica que se poseía antes de emigrar.

Según diversas investigaciones (Massey, 1990; Kritz, Lim y Zlotnik, 1992; Arango, 2000; Labrador, 2001), todo proyecto migratorio consta de varias fases que se resumen en tres etapas clave: la toma de decisión de emigrar (relacionado con los motivos de expulsión del país de origen); la preparación de la emigración (relacionado con los motivos de atracción del país de destino y la creación de expectativas); y la integración en el país de destino (resultados y efectos que implica trasladar “la existencia” a otra cultura).

Desde el momento que una persona comienza a barajar la idea de dejar su país, empiezan a surgir una serie de procesos de tipo sociológico, económico, social y psicológico, que algunos autores denominan como la fase “a distancia” o preintegración (Jackson, 1986; Nuñez, 2010). Es en esta etapa donde se ubican los motivos que fundamentan la salida del país y es también aquí donde se hace la elección del lugar de destino, tomando en cuenta las posibilidades reales para acceder a dicho país. En otras palabras, en el país de origen comienza el diseño del proyecto migratorio, bien sea individual o familiar, y se generan las expectativas que van de la mano de lo que se pretende dejar atrás y de lo que se anhela encontrar en el nuevo hogar.

Además de los factores económicos que se traducen en una mejora salarial en destino, deben tomarse en consideración otras circunstancias, tales como conflictos bélicos, ideologías políticas, anhelos culturales y demás (Ghosh, 1998). En definitiva, la persona que emigra lo hace porque tiene una perspectiva de cambio o mejora en relación a los factores de expulsión. Max-Neef (1998) presenta un nuevo paradigma de desarrollo humano, con una propuesta basada en tres pilares: la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, la generación de niveles cada vez mayores de autodependencia y la articulación orgánica, entendida como la relación coherente y consistente de interdependencia equilibrada entre dualidades (humanos y naturaleza, global y local, persona y sociedad, planificación y autonomía, estado y sociedad civil). De hecho, según Max-Neef (1998) los motores económicos se activan cuando las personas se sienten amenazadas en la satisfacción de aquellas necesidades que consideran parte de su proyecto de vida y que a su vez impiden o atentan contra la posibilidad de tener acceso a los bienes materiales.

Las teorías de la reproducción social y cultural aparecen en las ciencias sociales partiendo de una ideología neo-marxista, como un ataque al Estado tildado de burgués que se empecinaba en perpetuar las dinámicas capitalistas a través del sistema educativo. Según la visión de distintos representantes de estas teorías, las consecuencias estructurales de “las dinámicas de reproducción” amenazan continuamente la posibilidad de una “transformación de cambio social” (Morrow y Torres, 2007).

A partir de estas aportaciones iniciales se genera toda una serie de enfoques ampliando el debate sociológico pero comúnmente en relación al papel de la educación en este proceso de reproducción y el rol del Estado. Hoy en día van apareciendo publicaciones y algunos estudios puntuales, que amplían el panorama de estas primeras teorías de reproducción social y cultural a otros campos de investigación (Barel, 1974; Levitt y Schiller, 2004; Jiménez, 2010; Jiménez, 2011) intentando extender los conceptos básicos y aportes generales a otras áreas sociales de investigación como, por ejemplo, las migraciones.

Pero no todos los enfoques son aplicables y se constata que los tímidos inicios de extrapolar estas teorías al fenómeno migratorio se fundamentan, principalmente, en los aportes del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1991, 2006) y autores afines a sus planteamientos entre los que destacan Bourdieu y Wacquant (2005) y Giddens (1976, 1995) Bourdieu (1991, 2006).

Esta aplicación al estudio de las migraciones, surge como una alternativa a la mayoría de las teorías migratorias que asocian, de alguna manera u otra, los motivos de salida con circunstancias económicas precarias y por lo tanto, se centran en colectivos con un nivel económico y un poder adquisitivo bajo. Dado que las migraciones de clases medias-altas generalmente no se pueden abordar desde este argumento, han surgido otras explicaciones que se orientan a factores políticos y sociales que incentivan a este colectivo a emigrar. No obstante, los motivos económicos no son excluyentes de las motivaciones de índole política y/o social y ninguno se da en un estado puro: la diferencia está en el mayor impacto que tengan algunos factores sobre los otros. La novedad, quizás, de la aproximación teórica, vista desde los postulados de la reproducción social, está en resaltar otras estrategias migratorias, que se asocian tanto con la situación ideológica y política del país tanto como con el anhelo de mantener el nivel económico, social y cultural para evitar una pérdida de la posición a la que se pertenece o incluso mejorarla.

Desde la teoría de los sistemas generales se plantea que las sociedades están compuestas por diferentes sistemas de vida y, desde ahí, se define la reproducción social como las diferentes estructuras de los sistemas sociales presentes en cada sociedad (Barel, 1974). No obstante, en palabras del citado autor, la reproducción no puede ser entendida como una “réplica idéntica” de lo que ya existe o es, ya que, de alguna manera, también la reproducción implica “diferenciación, crecimiento, transformación de estos sistemas sociales” (Barel, 1974, p. 93). Sin embargo, queda claro que para poder hablar de reproducción se deben identificar algunas características básicas que se mantienen constantemente dentro de estos sistemas y que son fundamentales para caracterizar el modo de vida del grupo y sus particularidades. En consecuencia, la tipificación de estos elementos comunes y las relaciones que generan la posibilidad de transmitir las ideas, valores y costumbres de un sistema a otro son las que se deben reconocer para poder valorar la posible reproducción social.

Para Bourdieu (2006) toda sociedad se compone de dos principios dinámicos que identifica como las estructuras objetivas y subjetivas. Las primeras son independientes de la voluntad de las personas, las segundas, evidentemente, se aplican a los esquemas de pensamiento y acción que van de la mano de la subjetividad del individuo (Bourdieu y Passeron, 1970). Ya Giddens (1976) exponía algo similar en su análisis de la realidad social, asociando dos pensamientos, hasta entonces, bastante incompatibles entre sí. Por un lado, el pensamiento estructuralista que considera que el sujeto poco tiene que aportar a las estructuras globales y por otro lado, las corrientes sociológicas que abogan por el individuo como centro de la acción social. En consecuencia, Giddens (1976) ubica la reproducción en esa dialéctica e interacción entre ambos enfoques considerando el proceso de lo social, como la continua dinámica entre lo que ya está estructurado y lo que está en estructuración.

Una visión más concreta la encontramos en la definición de Carmelita Yazbek (1999), que define la reproducción social como:

…el modo como son producidas y reproducidas las relaciones sociales en esta sociedad. Desde esta perspectiva la reproducción de las relaciones sociales es entendida como la reproducción de la totalidad de la vida social, lo que engloba no sólo la reproducción de la vida material y del modo de producción sino también la reproducción espiritual de la sociedad y de las formas de conciencia social a través de las cuales el hombre se posiciona en la vida social. De esa forma, la reproducción de las relaciones sociales es la reproducción de determinado modo de vida, de lo cotidiano, de valores, de prácticas culturales y políticas y del modo como se producen las ideas en la sociedad. Ideas que se expresan en prácticas sociales, políticas, culturales, y en padrones de comportamiento y que acaban por permear toda la trama de relaciones de la sociedad (Yazbek, 1999, p. 98).

En concreto, si se lleva el término reproducción social al campo de las migraciones y se lo considera como una posible estrategia migratoria, la connotación asume otro matiz. En este contexto la significación hace referencia a los componentes sociales que llevan a un determinado grupo a optar por un cambio de lugar o “campo social” -en palabras de Bourdieu- por otro “campo social”, aspirando a mantener el mismo modo de vida, entendido éste como un sistema adquirido fruto de determinadas condiciones de existencia, que en su homogeneidad se transforma en el “habitus de grupo o de clases” (Bourdieu, 1991, pp. 100- 101). La estrategia entonces consiste en mantener y reproducir el estatus económico, social y cultural que se tenía en el país de origen, al menos en gran parte de sus características fundamentales.

Desde el análisis del campo social en el que los migrantes se mueven y se posicionan, se hace más fácil identificar la reproducción social. Por consiguiente, se entiende que a través de las estrategias de reproducción social los migrantes anhelan mantener, reproducir y, si es posible, aumentar su capital (sea este económico, cultural o social), luchando por conservar la posición que ocupan en la jerarquía social. A mayor logro de esto, más garantizada está la integración en el lugar de destino ya que se puede afirmar que, de alguna manera, el sujeto se siente realizado en su proyecto migratorio. En consecuencia, puede que incluso el individuo lo viva como una reproducción definitiva, como bien expresa Sayad: “todo sucede como si se necesitara la inmigración para perpetuarse y reproducirse, ignorarse (o pretender ignorarse) y ser ignorado como provisional y, al mismo tiempo, no confesar como trasplante final” (Sayad , 1989, p. 77).5

Es desde este punto de vista que se aborda la homogeneidad del colectivo venezolano, para analizar de qué manera este reproduce la estratificación social en un contexto migratorio que no pretende en sus inicios un movimiento ascendente, pero sí -al menos- la estabilidad de la posición ya consolidada en origen. Se trata de un grupo selecto (Freitez, 2011), para el que la emigración no formaba parte de su proyecto de vida, hasta que se apropia como una táctica migratoria, desde la reproducción social aplicable, para aquellos que tienen la posibilidad de asumirla; ya que supone una alta inversión económica, entendiéndose como estrategia, tal y como la define Bourdieu: “como un conjunto de acciones ordenadas en vistas de objetivos a más o menos largo plazo y no necesariamente planteadas como tales, que son reproducidas por lo miembros de un colectivo” (Bourdieu, 2006, p. 33). En palabras de Cecilia Jiménez: “las estrategias se elaboran en función de aspiraciones efectivas, capaces de orientar realmente las prácticas, porque están dotadas de una probabilidad razonable de surtir efecto” (Jiménez, 2010, p. 26).

Desde aquí, se explica la percepción que tienen la gran mayoría de venezolanos emigrados a España sobre el estrato social y económico, al que dicen haber pertenecido en Venezuela y al que pertenecen en este país: para la gran mayoría se mantiene el nivel, alcanzando así una valoración positiva de su situación como inmigrantes y de los logros obtenidos.

Metodología

El análisis de los motivos que llevaron a los venezolanos a emigrar a España entre los años 1998 y 2015 se ha realizado a lo largo de un período dilatado de tiempo y con el recurso a una combinación de herramientas metodológicas. Inicialmente se llevó a cabo un análisis cualitativo y exploratorio, basado en entrevistas abiertas, sobre el colectivo venezolano en la Comunidad Autónoma de Madrid. Los resultados obtenidos en este trabajo previo fueron la motivación para abordar una investigación de mayor relevancia, que permitiera tipificar el perfil de los venezolanos en España y sus estrategias migratorias, partiendo de un diseño estructurado y predefinido.

Por estos motivos, en una segunda fase se decidió recurrir al uso de herramientas cuantitativas, concretamente a un cuestionario de elaboración propia, compuesto por 70 preguntas cerradas, que fue aplicado a una muestra estadísticamente representativa con un margen de error de 5 por ciento. Las variables a medir se asocian al proyecto migratorio y se traducen en las características generales del colectivo que participó en las encuestas, las razones principales y secundarias que motivaron la salida del país de origen; los medios humanos y económicos que se utilizaron a la hora de emigrar; las expectativas iniciales antes de salir y la elección del país de destino.

Partiendo de la hipótesis de que una vez en España el venezolano intenta reproducir el estilo de vida que tenía en Venezuela, las variables miden la situación laboral, la percepción de la clase social-económica, el tipo de vivienda, la posesión de bienes y negocios y la sensación de pérdida y de logro ante la emigración. Cabe destacar que el hilo conductor, en gran parte de las variables es una comparativa entre el modo de vida en Venezuela y la situación actual en España, a fin de poder establecer si la emigración es una estrategia de reproducción social, elemento clave de la pregunta inicial de la investigación.

Para seleccionar la muestra necesaria, se realizó un muestreo estratificado en que se utilizaron dos criterios de estratificación: la edad y el lugar de residencia en España. Fieles a la opción de cuantificar los venezolanos residentes en España utilizando las variables por país de nacimiento y nacionalidad (española o extranjera), se tomaron los datos oficiales obtenidos a través del Instituto Nacional de Estadística de España (INE) (Padrón municipal) al 1 de enero de 2014 de la población venezolana empadronada en España. Se seleccionaron las cuatro Comunidades Autónomas de mayor presencia del colectivo en el territorio español: Islas Canarias (47 555), Cataluña (19 579), Galicia (21 171) y Madrid (30 654). Se optó por limitar la muestra a personas entre 20 y 59 años (84% de la población empadronada en España) divididos en cuatro grupos: entre 20 y 29 años; entre 30 y 39 años; entre 40 y 49 años; y entre 50 y 59 años.

Con esos datos se procedió a distribuir la muestra en los cuatro estratos seleccionados, dividiendo cada uno los grupos de edad en la misma proporción que se distribuye la población. El margen de error contemplado fue de 6.1 por ciento, teniendo en cuenta que además de tener cuestionarios completos, también había parciales. El trabajo de campo se llevó a cabo entre 2014 y 2015 obteniéndose en total 323 cuestionarios válidos. La construcción de las preguntas se fundamentó en la diferenciación de los capitales según Bourdieu (2006) (capital económico, capital social y capital cultural) que se desarrollan en el marco referencial de esta investigación.

Análisis empírico de los resultados

En esta sección se describe primeramente el perfil sociodemográfico de los encuestados para posteriormente centrar el análisis en los factores que determinaron su salida el país. Finalmente, se analiza el nivel de integración de este colectivo en el lugar de destino.

Perfil sociodemográfico

La encuesta se dirigía a personas nacidas en Venezuela, que en consecuencia, poseen la nacionalidad venezolana. No obstante, se observa que gran parte de los encuestados (62%) cuenta con una nacionalidad de la Unión Europea, además de la venezolana de origen (47 % española). Tal y como se venía deduciendo del análisis de las fuentes estadísticas oficiales españolas, a través del INE (2016) y con datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social (2016), se trata de un colectivo reciente, pero con una situación legal estable originada por la relación histórica entre los dos países: Menos de un 5 por ciento de los nacionalizados ha obtenido este estatus por acumular el tiempo necesario de residencia, habiéndola obtenido, la mayor parte, debido a ser descendiente de españoles (padres o abuelos).

Hay que destacar, sin embargo, que en el cuestionario participa un gran grupo de personas que sólo poseen la nacionalidad venezolana, representado en su mayoría por jóvenes con visado de estudiante. Sólo un 4 por ciento de la muestra reside actualmente de forma irregular en el país. Esto indica que se trata de un colectivo que hasta ahora ha sido bastante normalizado en cuanto a los aspectos legales. Cabe, no obstante, destacar que las proyecciones apuntan a una subida de la migración irregular como consecuencia, por un lado, de la cantidad de jóvenes, que al finalizar sus estudios de especialización optan por quedarse en España como inmigrantes irregulares y, por otro lado, porque el progresivo deterioro que viene sufriendo la situación en Venezuela se ha convertido en un incentivo para salir del país, incluso de manera ilegal (CEAR, 2017). Según los resultados obtenidos en el trabajo de campo, antes del 2012 ninguno de los encuestados vinos a España en situación de irregularidad.

Un grupo significativo de los venezolanos encuestados, 56 por ciento, emprendieron la inmigración en “familia” bien sea con la pareja, los hijos u otros familiares. De hecho, un 72 por ciento tiene más de 30 años.

El 41 por cierto tiene hijos, siendo 2 el número más frecuente. De ese porcentaje, 81 por ciento tiene hijos que residen en España. Tomando en cuenta que la encuesta se aplica a participantes llegados a España desde el año 1998, cabe destacar que el colectivo venezolano no cuenta aún con una presencia significativa de “segunda generación”, aunque esta va en aumento. También hay que tomar en cuenta aquí la dificultad de valorar este fenómeno, a través del padrón municipal (por favor incluya su fuente de forma correcta, como referencia, e incluya en el listado final), ya que los hijos nacidos en España que ya obtienen la nacionalidad española al nacer -porque los padres nacidos en Venezuela ya la tienen- no se pueden detectar porque al registrarse directamente como españoles.

Tal y como se ha resaltado anteriormente en este artículo, se va constatando la entrada de un grupo significativo de estudiantes que han venido solos. Esta afirmación, se ve reforzada por el trabajo de campo, al relacionar la edad y el año de llegada, y observar que 64 por ciento de los encuestados de entre 20 y 29 años llegó a España entre 2012 y 2015.

En relación con el nivel de estudios, resulta muy destacable el hecho de que 85 por ciento de los encuestados posean un título universitario; de este porcentaje, 60 por ciento afirma tener un máster o doctorado. Un 67 por ciento de quienes tienen estudios universitarios ha cursado esos estudios en Venezuela y un 41 por ciento, sus estudios de postgrado.

Este dato no sólo demuestra que gran parte de los venezolanos llegan con un importante bagaje formativo desde el país de origen, sino que aquellos que culminan sus estudios fuera de Venezuela se registran en el nivel formativo más alto. Ello podría relacionarse con lo anteriormente expuesto en relación al visado de estudiantes, tanto como una posible manera de acceder legalmente al país, como con la búsqueda de una formación que garantice un puesto de trabajo acorde con los estudios realizados.

En lo que se refiere a la procedencia, prácticamente la totalidad de los participantes vienen de las zonas urbanas de Venezuela, siendo la emigración a España de zonas rurales casi nula. La homogeneidad es otro rasgo característico de este colectivo. Este dato en sí no es concluyente a la hora de tipificar el nivel socioeconómico de quienes emigran, ya que en las zonas urbanas existen zonas bastante empobrecidas. Sin embargo, los resultados de esta investigación afianzan esta inferencia: tan sólo menos de un 1 por ciento de las personas encuestadas se ubica en la clase baja e incluso media-baja (8%), por consecuencia no son los sectores populares quienes participan en el proceso migratorio que vive el país

Fuente: Elaboración propia.

Figura 1 Resumen sinóptico perfil sociodemográfico de la migración venezolana en España 

Proyecto migratorio

En cuanto al proyecto migratorio, el colectivo venezolano residente en España analizado se caracteriza por la homogeneidad en los resultados. El motivo principal que se identifica como el detonante para plantearse la emigración, es sin duda alguna el social (41%), seguido del político con un 21 por ciento. El tercer lugar lo ocupa el motivo económico con un 17 por ciento. Al tomar en cuenta los motivos concretos, se observa una clara relación entre el motivo principal y el concreto, reafirmándose de nuevo que el factor que origina el proyecto migratorio es la situación socio-política. Es importante apuntar, que, aunque las razones económicas ocupan el tercer lugar de la lista, estos factores no van relacionados con una pobreza vivida en el país de origen, más bien reflejan el miedo a perder la capacidad económica adquirida.

Tomando en cuenta de nuevo algunas ideas de Max-Neef (1998), resulta interesante posar la mirada tanto en los satisfactores violadores o destructores como en los pseudosatisfactores y en los satisfactores inhibidores. Los satisfactores destructores serían utilizados con el pretexto de satisfacer la necesidad de protección, pero generan todo lo contrario e incluso interfieren en la satisfacción de otras necesidades; entre ellos destacan el armamentismo, el exilio, la doctrina de seguridad social, la censura, la burocracia y autoritarismo. Los pseudosatisfactores se refieren a una sensación falsa de satisfacción y entre ellos se ubican el chauvinismo nacionalista, la democracia formal, los estereotipos y el adoctrinamiento. Los satisfactores inhibidores, entre los que se ubican el autoritarismo, el paternalismo y los mesianismos, tienen como característica que sobre satisfacen una necesidad y generan hábitos acomodados que impiden el crecimiento personal.

Estas ideas son trasladables al contexto migratorio de los venezolanos, pues la combinación del mesianismo de Chávez, el discurso nacionalista de adoctrinamiento y el autoritarismo en alza, son vividos por un grupo de la sociedad como la salvación del país (por su característica inhibidora). Sin embargo, para otra parte de la sociedad, estas variables son una fuente de insatisfacción de la autonomía y las libertades. Este último grupo social se siente censurado y estereotipado, movido a abandonar el país, casi con una sensación de exilio pero en búsqueda de otra sociedad que valore los satisfactores a los que estaban acostumbrados y pueda dar respuesta a las necesidades de su proyecto de vida.

Teniendo en cuenta que casi 30 por ciento de la muestra destaca que en menos de un año tomó la decisión de emigrar y un 40 por ciento sólo tardó entre 1 y 2 años en hacer efectiva la idea, se podría pensar que la toma de decisión se hizo de manera precipitada, más aún en un colectivo que, hasta principios del año 2000, era totalmente insignificante en el ámbito de la emigración. No obstante, los resultados arrojan que el nivel educativo, la capacidad económica para emprender el viaje y la posibilidad de entrar de manera legal al país son elementos clave que facilitan una organización más ágil una vez tomada la decisión. Más allá de la importancia de los vínculos familiares con los que se cuenta en España, el estudio pone de manifiesto que éstos no intervinieron de manera significativa en la planificación de la salida. El apoyo se percibe en gran medida de los familiares en Venezuela. No obstante, se trata más de un apoyo moral que económico, ya que un 73 por ciento utiliza dinero propio para financiar el viaje frente a un 9 por ciento que recurre a la venta de su casa y/o bienes o un 15 por ciento que utiliza ambas opciones.

Puede, pues, concluirse que el colectivo venezolano no motiva su proyecto migratorio desde las penurias económicas que vive en origen, sino que es la situación política y social del país la que mayor peso tiene. Siguiendo a Anitza Freitez (2011):

…emigrar es algo más que la búsqueda de oportunidades económicas, de un trabajo, es también la búsqueda de un contexto seguro que permita el desarrollo de la simple vida cotidiana. La emigración de venezolanos ha venido creciendo particularmente en los estratos medios de la población y entre las razones más frecuentes para dejar el país se han identificado: el hecho de no visualizar oportunidades de desarrollo individual y la inseguridad personal (Freitez, 2011, p. 19).

Integración y logros en destino

Para poder medir la integración es necesario contar con algunos indicadores concretos, tanto objetivos como subjetivos (Heckmann y Bosswick, 2006). Los indicadores objetivos son principalmente tener trabajo y acceso a la vivienda. Los subjetivos, expresan la percepción de quien inmigra sobre el éxito o fracaso de su proyecto migratorio. Para poder medir el alcance de estos indicadores se analizó de manera comparativa la situación de Venezuela con la de España. De esta manera, pudo valorarse la mejora o no del impacto de la migración, como estrategia de reproducción social.

En cuanto a la inserción laboral, los resultados aportan que la migración no supuso para los venezolanos una desmejora significativa, al menos, en su participación en el mercado laboral. Las cifras de desempleo, aun tomando en cuenta la leve subida de personas desempleadas en España, son bastante insignificantes en comparación con el alto porcentaje de personas con trabajo en ambos países, hablamos en este sentido de una “inserción laboral ventajosa” (Panadés, 2011, p. 58). Con respecto al tipo de contrato de aquellos que trabajan por cuenta ajena, se observa que un 18 por ciento de los participantes mantiene en España un contrato indefinido y un 6 por ciento que no contaba con este tipo de contrato en Venezuela, lo ha adquirido en España.

A su vez, 23 por ciento tiene el mismo tipo de contrato en ambos países. La notable diferencia entre quienes tenían un contrato de trabajo indefinido en Venezuela y manifiestan tener en España un contrato menos valorado (25%) se explica en parte al tomar en cuenta el año de llegada dado que desde 2010 era prácticamente imposible encontrar un primer empleo con un contrato fijo. De hecho, 70 por ciento de los venezolanos encuestados que goza de un contrato indefinido, llegó al país antes de 2009.

Un 62 por ciento de las personas se ubica entre “muy satisfecho” y “satisfecho” en lo que refiere a la valoración general del trabajo que realiza. En reiteradas ocasiones se ha mencionado en este artículo, el alto nivel educativo que poseen los venezolanos antes de llegar a España, de hecho, al asociar este elemento con la percepción de satisfacción en relación al trabajo que se realiza en el país de destino, un 71 por ciento de las personas con estudios universitarios o de postgrado indican sentirse a gusto con su trabajo en España. Este resultado sugiere que han logrado una inserción laboral acorde con su preparación profesional.

En el ámbito laboral el trabajo por cuenta propia también es relevante. Toledano, Urbano y Ribeiro (2009) resaltan en su estudio el carácter emprendedor de los venezolanos, en parte, gracias al capital económico que traen y como posible estrategia para no caer en el desempleo o en trabajos que no van acordes con su nivel profesional, mientras que Panadés (2011) destaca el hecho de poseer la nacionalidad española o el capital social en el país (los lazos familiares), además de la formación o el capital económico. Partiendo de los resultados del trabajo de campo, un 72 por ciento de los que se han establecido por cuenta propia tiene un negocio particular, y de ellos 36 por ciento manifiesta haber utilizado sólo recursos económicos propios.

Por lo que respecta a la vivienda, se toman en cuenta tres elementos importantes: el tipo de vivienda, su tamaño y la cantidad de personas que conviven bajo el mismo techo. Con respecto al régimen de tenencia, debe destacarse que casi 80 por ciento de los encuestados poseía (y un alto porcentaje lo mantiene) un piso o un chalet propio. Este dato avala de nuevo el nivel socio-económico medio y alto de los venezolanos que emigran. Una vez en el país de destino, menos de 30 por ciento tiene vivienda propia. Aunque parece que se produjera un desclasamiento, se debe tomar en cuenta que influyen varios factores. En primer lugar, resalta el alto coste de los pisos y chalets en ciudades españolas en comparación con otros países. En segundo lugar, las sucesivas devaluaciones sufridas por la moneda venezolana, junto con el control cambiario, suponen un gran obstáculo para sacar el dinero del país. Por fin, también influye el año de llegada: a partir del año 2013 creció la entrada de jóvenes que vienen solos o en pareja, pero con un menor poder adquisitivo o con más dificultades para sacar el dinero del país.

A pesar de esta ligera precarización en el régimen de tenencia de la vivienda, no deja de ser importante que un 5 por ciento tiene un chalet en propiedad, y que nadie dice vivir en un hostal o en un domicilio del empleador. El aumento de la modalidad de habitación alquilada se debe al aumento de jóvenes estudiantes que vienen solos y es mucho más frecuente en quienes han llegado en los últimos años. En cuanto a las condiciones de la vivienda, tomando en cuenta el número de habitaciones junto con el número de personas que conviven en la misma, se percibe que se trata de viviendas bastante amplias, tanto en el país de origen como en la actualidad. Bien es cierto que en España baja la cifra de viviendas con cuatro o más habitaciones y suben levemente las viviendas de una y dos habitaciones. No obstante, también son menos las personas que conviven en el hogar.

En el ámbito de los indicadores subjetivos de integración se encuentra la percepción de éxito del proyecto migratorio, reflejada en el grado de logro que cada participante cree haber obtenido, una vez en el país de destino, en relación a las expectativas iniciales. En este sentido, un 24 por ciento manifiesta haber logrado totalmente las expectativas, y un 60 por ciento calificó haberlo logrado bastante. Tomando en cuenta estas dos apreciaciones, el porcentaje de quienes manifiestan conformidad con lo logrado es muy alto. Añadido a lo anterior, ante la pregunta de si volvería a tomar la decisión de emigrar de nuevo, un 96 por ciento dice que sí, englobando este porcentaje incluso a quienes en la anterior pregunta señalan un bajo logro de las expectativas.

Al asociar esta percepción tan alta de éxito con el motivo que les llevó a elegir España como destino, se reafirma que quienes poseían la doble nacionalidad se sienten más realizados a su llegada. No obstante, no debe desestimarse la importancia de contar con familiares en el país y el beneficio del idioma. Lo que más se valora del país de acogida es, en primer lugar, la calidad y el nivel de vida, seguido de la libertad, autonomía y derechos y en tercer lugar la situación y estabilidad económica, con gran diferencia a las otras opciones que se presentaban en el cuestionario. Estas valoraciones están acordes con los motivos principales de salida del país: el hecho de que ahora se hayan visto restauradas en España, influye positivamente en la sensación de logro y a su vez en una mejor integración en la sociedad de acogida.

Conclusiones

El presente artículo analizó las dinámicas de la migración venezolana, un colectivo diferente a otros latinoamericanos como por ejemplo los dominicanos, peruanos, ecuatorianos, colombianos, bolivianos, uruguayos (en este orden) que se han establecido en España desde la última década del siglo pasado.

Las novedades de la investigación en la que se basa este artículo son principalmente dos: en primer lugar, el análisis se centra en las clases sociales medias y altas; en segundo lugar, en la óptica de análisis se emplean las teorías y postulados de la reproducción social. Se analizan las estrategias migratorias de este colectivo no sólo desde la situación ideológica y política del país, sino desde el anhelo de mantener el nivel económico, social y cultural para evitar una pérdida de la posición a la que se pertenece o incluso mejorarla.

Se trata de un colectivo que entra de forma legal al país, bien por tener la doble nacionalidad o a través de permiso de residencia y trabajo, o de un visado de estudiante. Son además un colectivo privilegiado, tanto desde el punto de vista de su formación como de su capacidad adquisitiva. Si bien, a medida que continúan deteriorándose las condiciones en Venezuela se observa un incremento en la salida de personas que van a finalizar sus estudios superiores en el extranjero.

Las oportunidades laborales que han recibido los venezolanos que emigraron a España en el período de 1998 a 2015, son acordes con su formación profesional. No se cumple aquí la teoría del mercado dual que afirma que los inmigrantes ocupan generalmente los sectores secundarios (Piore, 1979). Puede deducirse entonces que la alta formación de los inmigrantes venezolanos influye positivamente en el éxito y la satisfacción de su inserción laboral. Las cifras de desempleo de este colectivo son bajas, y se destaca el alto porcentaje de trabajo por cuenta propia. La situación legal y la inserción laboral facilitan el acceso a la salud pública, la vivienda y el trabajo.

Con respecto a la sensación de éxito de su proyecto migratorio, cabe destacar que para muchos de los encuestados España fue su primera opción de país de destino, por lo que haberse establecido en este país se considera una meta lograda. La comunidad venezolana analizada se siente “bastante” contenta con lo que ha conseguido desde su llegada y muchos volverían a tomar la decisión de venir al país y manifiestan el deseo de quedarse en España, incluso las personas que sienten que han logrado “poco” por ahora. Los logros obtenidos van acordes con las motivaciones que están en la base de la emigración y por tanto tienen un efecto de satisfacción.

Resulta importante enfatizar que tanto el nivel económico como el bagaje formativo que traen gran parte de los venezolanos desde su país, les protege de alguna manera de la discriminación y la penuria económica en el país de destino. Aunque la seguridad social y personal se consideran como el logro máximo obtenido de la emigración, no deja de ser cierto que el factor económico está en gran medida resuelto en este colectivo, lo que de alguna manera facilita asumir las dificultades que se presentan en todo proyecto migratorio. La clase social favorecida a la que pertenecen los venezolanos que emigraron entre los años 1998 y 2015 viene dada desde su país de origen, y una vez en el destino, desde la reproducción social, estas clases sociales se insertan en similares estratos de la sociedad que las acoge.

El trabajo de campo de la investigación que sustenta este artículo arroja que quienes emigraron entren 1998 y 2009 han logrado mantener y reproducir con mayor éxito el modo de vida dentro de las nuevas fronteras. Emigrar para la mayoría de los venezolanos que llegaron antes del 2016 no significaba buscar un mejor nivel económico; para muchos significaba salvaguardar y perpetuar su puesto en el estatus económico-social y cultural al que pertenecían en su país de origen, y para buscar mejores oportunidades ante el temor de perder las libertades individuales en un país en proceso de deterioro acelerado.

Expuesto lo anterior, debe indicarse que desde el año 2016 la situación de la emigración venezolana a España ha cambiado drásticamente, observándose un deterioro importante en las condiciones de vida de una gran parte de este colectivo. Ello impide en mayor grado la reproducción social y por ende, una mejor integración. La experiencia positiva de la primera etapa posiblemente haya ocasionado la lentitud de las autoridades españolas en la detección de y atención a las necesidades de aquellos venezolanos llegados después de esta fecha. De hecho, hasta marzo de 2019 el gobierno de España no toma una medida específica de cara al colectivo venezolano: se concederá autorización de residencia temporal (un año) por razones humanitarias a los venezolanos a quienes se haya denegado la protección internacional con anterioridad a febrero de 2019, siempre y cuando las solicitudes hubiesen sido presentadas y denegadas con posterioridad al 1 de enero de 2014. Aunque esta medida va únicamente dirigida a aquellos solicitantes de asilo a los que se les haya denegado dicha solicitud y el procedimiento está aún pendiente de reglamentarse, para muchos puede significar una mejora en su situación, tanto desde el punto de vista legal como profesional.

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4 El 2.3% de las 78 000 concesiones de nacionalidad española por residencia en el año 2015, se otorgaron a venezolanos, ocupando el noveno lugar entre el total de nacionalidades.

5 Traducción de las autoras : “…tout se passe comme si l’immigration avait besoin, pour pouvoir se perpétuer et se reproduire, de s’ignorer (ou de feindre s’ignorer) et être ignorée comme provisoire et, en même temps, de ne jamais s’avouer comme transplantation définitive”.

Recibido: 27 de Septiembre de 2019; Aprobado: 29 de Abril de 2020

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