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Migraciones internacionales

versão On-line ISSN 2594-0279versão impressa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.11  Tijuana  2020  Epub 30-Ago-2021

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2131 

Artículos

De los dólares a los changarros: Migración interna, internacional y reproducción social en el sur de Puebla, México

Iliana Vázquez Zúñiga 1  
http://orcid.org/0000-0002-0191-343X

1Universidad de Montreal, Canadá, ilia.vazzu@gmail.com


Resumen

El objetivo de este texto es mostrar los vínculos entre la migración interna y la migración internacional, y cómo esta dinámica ha influido en las estrategias de reproducción social en Tulcingo, un municipio del sur de Puebla. El texto propone una perspectiva histórica que abarca desde la década de 1970 a 2018 y se basa en la elaboración de 40 cuestionarios en el municipio, así como trabajo de campo en el Bronx, en la ciudad de Nueva York. Se obtiene como resultado tres momentos que orientan las dinámicas de migración en un proceso que llega a su pico más alto durante la década de los noventa, con una fase de migración acelerada, y culmina con una etapa de desaceleración después del 2001. Se concluye con una reflexión sobre las características de la nueva fase migratoria y sus repercusiones para la población inmigrante en ambos lados de la frontera.

Palabras clave: Migración interna e internacional; reproducción social; nueva fase migratoria; circuito Puebla-Nueva York; Puebla-México

Abstract

This article aims to show how internal and international migration intersect, as well as how such dynamics have influenced strategies of social reproduction in Tulcingo, a township in south Puebla, Mexico. This research presents both a historic dimension ranging from the 1970s until 2018, as well as an ethnographic one, based on 40 interviews conducted in Puebla and on extensive fieldwork done in the Bronx, New York. The investigation points to three moments that guide immigration dynamics within a process that reaches its peak during the 1990s, a phase of accelerated migration, and culminates on a stage of deacceleration after 2001. The article concludes with a reflection on the characteristics of the new era of Mexican migration to the United States and its impact on the immigrant population on both sides of the border.

Keywords: Internal and international migration; social reproduction; new era of Mexican migration to United States; Puebla-New York migratory circuit; Puebla- Mexico

INTRODUCCIÓN

El objetivo de este texto es mostrar los vínculos entre la migración interna y la migración internacional, y cómo esta dinámica ha influido en las estrategias de reproducción social de los habitantes del municipio de Tulcingo en el sur de Puebla desde la década de 1970 hasta 2018. Tulcingo se ubica a unos 170 kilómetros al sur de la ciudad de Puebla, capital del estado. Es un municipio que limita con los estados de Guerrero y Oaxaca, así como con los municipios poblanos de Albino Zertuche, Xicotlán, Chila de la Sal, Tecomatlán y Piaxtla. Según la Encuesta Intercensal del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2015), en el municipio hay 9 854 habitantes. El artículo traza sucintamente la historia reciente del municipio enfatizando en la desaparición de las formas tradicionales de reproducción social y en la procuración de estrategias que se basan en una precaria economía de los servicios. Este artículo resume algunos hallazgos de la investigación doctoral Ganarse la vida, jugarse la suerte: una etnografía sobre comerciantes, mercados laborales y movilidad entre Tulcingo, Puebla y la zona metropolitana de Nueva York (1970-2017), que revisa el circuito migratorio Puebla-Nueva York a partir de un estudio de caso sobre el municipio mencionado (Vázquez Zúñiga, 2018).

Se explora la reproducción social, comprendiendo ésta como la puesta en marcha de las estrategias que guían a los hogares en la búsqueda de la subsistencia (De Hann, 1999; Jardón, 2011; Smith, 1989). Se asume que la relación entre las dinámicas de migración y la reproducción social muestra, por un lado, las fuerzas sociales que configuran los mercados laborales como marcos de acción orquestados por el contexto político y, por otro, las maneras en que la gente común resiente y vive dichas estructuras sociales y, a su vez, organiza la toma de decisiones bajo múltiples dificultades, contingencias y circunstancias (Narotzky y Smith, 2010; Smith, 1989).

De esta forma, se entiende la reproducción social en un sentido amplio, que hace posible la búsqueda del sustento diario, además de la procuración de bienestar y movilidad social para la futura descendencia. Es en esta búsqueda del sustento diario que los sujetos de esta investigación han sorteado sus vidas entre Tulcingo, Puebla, y la ciudad de Nueva York, sumando la variable migratoria como una posibilidad de movilidad social ascendente y la generación de expectativas sobre un mejoramiento en la calidad de vida de sus familias.

Por tanto, este artículo se adscribe a una perspectiva etnográfica que visibiliza la complejidad de los procesos de reproducción social en los tiempos del neoliberalismo contemporáneo, teniendo como trasfondo las fuerzas sociales que configuran los mercados laborales (Kasmir y Carbonella, 2014; Narotzky y Smith, 2010; Smith, 1989). De igual modo, muestra evidencia que advierte que los cambios recientes configuran una nueva era en la migración México-Estados Unidos que se caracteriza por la disminución de los flujos migratorios internacionales, el incremento en la migración de retorno2 y la diversificación de estrategias que implican la migración interna (Durand, 2013; Jardón, 2017).

La “acelerada” migración en esta región del sur de Puebla, también conocida como Mixteca Poblana, la ha configurado como una reserva de mano de obra para los mercados de trabajo en Nueva York, lo que implicó la desaparición de las actividades artesanales y la generación de expectativas de vida relacionadas con la adquisición de bienes de consumo que las generaciones mayores no habían experimentado. Las actividades de reproducción que hacia la década de los setenta y ochenta estaban más ligadas a la ganadería-agricultura de subsistencia, fueron transformándose hacia actividades del sector servicios (el mantenimiento precario de tiendas de abarrotes o negocios familiares, servicios personales, y comercio en pequeña escala), procurando con ello una intensificación de los procesos de terciarización,3 precarización que ya venían sucediendo en todo el país. Se expone en lo que sigue cómo se experimentó esta transición desde este municipio como un ejemplo de un circuito migratorio denso e históricamente de largo aliento.

METODOLOGÍA

Este artículo sugiere una perspectiva histórica que resume las dinámicas de migración interna e internacional, y que examina los procesos de reproducción social de los habitantes del municipio de Tulcingo en el estado de Puebla. Para ello, se realizó trabajo de campo en la cabecera municipal del mismo nombre, y se visitó a algunas familias tulcinguenses que viven en el Bronx, Nueva York. El trabajo de campo se organizó en dos etapas: una primera etapa exploratoria en que se realizaron 40 cuestionarios a unidades domésticas y una segunda etapa de profundización en que se obtuvieron 15 entrevistas a profundidad. Además, en la segunda etapa se hizo un periodo de trabajo de campo en el Bronx que consistió en la elaboración de diez entrevistas a profundidad a tulcinguenses que ya se habían establecido en la ciudad de Nueva York.

El cuestionario realizado en la primera etapa arrojó información general sobre la trayectoria migratoria de los integrantes de la familia, ubicando migración interna e internacional. Se obtuvo también información sobre las trayectorias laborales, señalando así las actividades recurrentes y sus vínculos con la migración. En la segunda etapa, las entrevistas a profundidad se realizaron a artesanos del curtido de piel, a autoridades municipales, a dueños de establecimientos comerciales y a migrantes de retorno. Todo ello con el fin de ubicar procesos de transformación de largo aliento en las estrategias de reproducción social. Es decir, explorar cómo se había dado la desarticulación de las actividades ligadas al campo y se había consolidado la migración internacional como factor determinante en el ingreso doméstico. Entonces, pese a que se obtuvo una vasta información que sustenta una investigación más amplia, en este artículo se enfatiza en el tránsito de estas familias en las actividades de reproducción y cómo, en procesos amplios, hubo una interrelación entre la migración interna e internacional que procuran una mirada general sobre los procesos migratorios de esta región.

Para explicar estos cambios se sugiere el análisis de tres “momentos” que resumen la historia reciente de este municipio, mismos que estructuran este texto. Se realizaron estos cortes históricos a partir de la información etnográfica que se generó en trabajo de campo y según dos fechas clave en la compleja relación en cuanto a política migratoria entre Estados Unidos y México, a saber, la Ley IRCA (Immigration Reform and Control Act, por sus siglas en inglés), que permitió la regularización del estatus migratorio de millones de mexicanos que habían ingresado a Estados Unidos de manera indocumentada; y el 2001, por el atentado del 11 de septiembre de ese año, que coadyuvó a la intensificación de la seguridad fronteriza y la disminución de los flujos de migración indocumentada a Estados Unidos. Para facilitar su exposición, se describen estos momentos como etapas.

La primera etapa data de la década de los setenta hasta 1986 en el siglo XX. En este periodo se da cuenta de la desarticulación de las actividades artesanales (curtido de pieles de reses y elaboración de huaraches), la crisis de las actividades agrícolas-ganaderas y la consolidación del comercio (a través del manejo de tiendas de abasto, negocios familiares y de comercio en pequeña escala) como opción dominante y de autoempleo ante la falta de mercados de trabajo impulsados desde la intervención estatal. En esta etapa, se gestaron las primeras redes de migrantes internacionales que permitieron el crecimiento acelerado de los flujos migratorios de los noventa en toda la región, asimismo se generaron los circuitos de migración interna hacia la Ciudad de México cuyo proceso de urbanización se encontraba en pleno desarrollo.

Una segunda etapa es de 1986 al 2001 y en ella se institucionalizaron cambios drásticos relacionados con la masividad de la migración internacional, la afluencia de remesas a la región y la terciarización de la economía local. La década de los noventa fue significativa en el municipio, ya que tanto el aumento de población como la afluencia de capital contribuyó a la formación de Tulcingo como una pequeña ciudad, un centro administrativo, de servicios y abastecimiento básico para las comunidades cercanas. Debido a la consolidación del circuito migratorio entre Puebla y Nueva York, muchas familias pudieron invertir en negocios modestos en la localidad. Se dio una fase de crecimiento de la industria local de la construcción, lo que requirió mano de obra de las regiones vecinas. Estos años representaron la masividad de la migración internacional, llevando a los tulcinguenses a ocupar puestos en restaurantes y fábricas de la ciudad de Nueva York.

La última etapa es del 2001 al 2018 y destaca por la paulatina desaceleración de los flujos de migración indocumentada de México hacia Estados Unidos, un estancamiento de la economía local que se había desarrollado con excesiva dependencia de las remesas en la década de los noventa, y un ambiente de “saturación” en los negocios locales (Fitting, 2006; Lee, 2008). En ese periodo se constata una erosión en los significados que se le habían atribuido a la experiencia migratoria como la posibilidad de generar un ahorro y un negocio familiar que asegure cierta estabilidad económica (véase Jardón, 2017). Como estrategia de vida, la migración internacional dejó de ser una medida tentativa ante posibles crisis en la economía doméstica, en tanto se ha constatado una desaceleración de los flujos migratorios y una mayor atomización de las opciones laborales locales.

Este artículo pretende contribuir desde la antropología social a los estudios migratorios en el circuito Puebla-Nueva York (Binford, 2003, 2004; Cordero, 2007; Cortés, 2003; D’Aubeterre y Rivermar, 2014, 2007; Lee, 2008; Ortega, Cruz y González, 2014; Rivera, 2007, 2011, 2012; Smith, 1995, 2006), cuya exploración ha sido prolífera desde el conocido trabajo de Robert C. Smith sobre Ticuani (Smith, 1995, 2006). Asimismo, aporta evidencia etnográfica del impacto de procesos de alcance global en las recientes décadas del neoliberalismo en localidades rurales del centro sur de México (Fitting, 2006; Macip y Flores, 2017; Rothstein, 2003, 2015). La contención de los flujos migratorios hacia Estados Unidos parece ser una respuesta a los ajustes de la economía neoliberal que traza un mercado de trabajo cada vez más fragmentado, competitivo, flexibilizado y étnicamente diferenciado (Pacheco y Morfín, 2014). Asimismo, esta transformación responde a las condiciones políticas actuales que refuerzan sentimientos de discriminación, xenofobia y antinmigración sobre todo ante la llegada al poder de Donald Trump (2017-2021). La nueva faceta en la historia migratoria invita a reflexionar sobre las condiciones actuales de las poblaciones con larga tradición migratoria ante el contexto de la relación México-Estados Unidos. En este sentido, es menester indagar en los costos y beneficios que trajo consigo la imbricación tanto de procesos migratorios de largo alcance, como de las fuerzas estructurales que inciden en la organización de la reproducción social.

TULCINGO DE LOS SETENTA: GANADEROS, CURTIDORES Y MIGRANTES

Tulcingo se formó como municipio en 1951, como consecuencia de los ajustes político- administrativos que trajo consigo el periodo posrevolucionario. Las condiciones geográficas de aridez de la tierra y de escasos recursos explotables para el capital transnacional incidieron en la necesidad de buscar empleos asalariados en ciudades cercanas, y en la alta movilidad regional de sus habitantes desde estas décadas (Flores, s/f). Los tulcinguenses combinaban sus ingresos con la actividad agrícola y ganadera, en un régimen de autoconsumo que se complementaba con el comercio a corta distancia y el curtido de pieles de reses (ibídem).

La siembra de productos agrícolas fue siempre dependiente del temporal, lo cual mantuvo a los tulcinguenses con una baja productividad con relación al mercado capitalista, y permitió el desarrollo de la ganadería extensiva. Las tierras fueron usadas para la cría de ganado bovino y caprino, principalmente, generando con ello una economía más afín a la de las sociedades rancheras descritas por Barragán (1997) en sus estudios de la sierra Jal-Mich. Los rancheros son, sobre todo, ganaderos independientes que mantuvieron ciertos privilegios tras los ajustes posrevolucionarios en las zonas rurales y alejadas de los centros urbanos del país (Schryer, 1986). Estos privilegios se refieren al acaparamiento de tierras bajo la tenencia de pequeña propiedad, la acumulación de capital a partir de la posesión de ganado y el dominio de las opciones de abastecimiento de productos básicos hacia las localidades más pequeñas de la región. Asimismo, hacia estas décadas, esta zona de Puebla transitó a lo que se conoce como “ganaderización de la agricultura”, al impulsar desde el gobierno estatal un cambio en los patrones de cultivo que sustituyó la producción de granos básicos por la de productos forrajeros que servían de base alimentaria para el ganado bovino (Cordero, 2007; Rappo, 1997). Es así como, pese a una productividad de autoconsumo, la ganadería resultó una actividad que generó mayor acumulación de capital.

La ganaderización de la agricultura permitió el funcionamiento de una economía regional a través de circuitos de compraventa de una serie de mercancías relacionadas con la ganadería (cremas, quesos, carne de res y chivo, producción de sal, venta de cueros y sus derivados, etcétera) y fue por ello que el curtido de piel vacuno despuntó en el municipio como una actividad que generó posibilidades de ingreso para una buena parte de su población. Tulcingo se convirtió en el principal centro de abastecimiento de cuero de esta microrregión, el cual se trataba de un curtido bajo un procedimiento tradicional a base de conservación en sal. Don Gilberto, curtidor de 43 años, mencionó en una entrevista que el cuero que se producía en Tulcingo tenía un acabado llamado “oscaria”, usado en la industria del calzado para la elaboración de suelas y diversos tipos de huaraches, como se les conoce a las sandalias rústicas en México, que solían ser usadas en el campo.

El proceso de curtido de piel se vio favorecido debido a la existencia de pozos en toda la región, cuya agua tenía alta concentración de sodio. Los talleres familiares que se dedicaban al curtido tenían acceso al líquido salado sin la necesidad de pagos por la utilización de sal, por lo que esta actividad tuvo una ligera fase de expansión durante los años setenta, declinando hacia los noventa. Gilberto menciona que sólo en el barrio de San José, había nueve talleres de curtido que producían un aproximado de 50 pieles por “cosecha”4 (Gilberto, comunicación personal, 3 de enero de 2017). Durante este periodo de auge, la producción de cueros se combinó con la elaboración de huarache y de otros artículos utilizados en las actividades agrícolas (gruperas para los burros, coyundas para fruncir animales, etcétera).

Entonces, los tulcinguenses combinaban varias estrategias de reproducción social que hacían de esta región una zona relativamente autónoma y de poca intervención estatal, por lo menos durante esas décadas. Se constata también una alta movilidad hacia diversas ciudades de Puebla, Veracruz, Morelos y la zona metropolitana de la ciudad de México (véase los trabajos de Rivera, 2011, 2012). Igualmente, hay evidencia de los primeros viajes hacia los estados de California y Arizona a través del Programa Bracero (Délano, 2006; Durand, 2007), y hacia Nueva York y Nueva Jersey en las décadas de los sesenta y setenta.

No obstante, como se narra posteriormente en este artículo, la masividad de los flujos de migración internacional despuntó hacia los noventa en parte debido a la búsqueda de nuevos horizontes tras la configuración de una serie de factores que hicieron preferible que muchas familias salieran de Tulcingo . Por un lado, el nulo apoyo gubernamental ocasionó una situación crítica para los ganaderos y artesanos de pieles. Por otro lado, la movilidad internacional y el ingreso en dólares permitieron la adquisición de experiencias valoradas como positivas y la posibilidad de obtener bienes de consumo que las generaciones pasadas no pudieron tener. Los hijos de los participantes en el Programa Bracero (1942-1964), por ejemplo, buscaron en la experiencia internacional la posibilidad de emplearse en otros sectores de la economía que no implicaban la agricultura o ganadería. Esta generación sentó las bases para la búsqueda de nuevos destinos hacia la costa este de Estados Unidos (en la zona metropolitana de Nueva York) y la consolidación de redes de apoyo para la instalación y acogida de parentelas y paisanos en las zonas de llegada durante los años setenta y ochenta.

Retomando las condiciones críticas de la economía regional, Puebla fue de los estados más afectados por la crisis de los ochenta, llamada por algunos la “década perdida” ya que “experimentó una contracción neta de su economía entre 1981 a 1985” (Smith, 2006, p. 37). “De 1980 a 1989 el PIB per cápita cayó en un 9 por ciento, los salarios mínimos reales se desplomaron en un 47% y el porcentaje de familias en la pobreza aumentó de 45 a un 60 por ciento” (Massey, Durand y Malone, 2009, p. 89). En ese contexto, muchos ganaderos de Tulcingo prefirieron vender su ganado e invertir en tiendas de abarrotes que suministraban el abasto a zonas más alejadas. Otros, cambiaron su residencia a ciudades cercanas, sobre todo a la ciudad de Puebla y a otras ubicadas en el Estado de México, toda vez que sus hijos pudieron tener acceso a mejores salarios como maestros o profesionales calificados. Otros más se instalaron en Nueva York como obreros en fábricas textiles, o se emplearon en servicios de cuidado, restaurantes o servicios turísticos.

Por otro lado, la producción de huaraches o calzado de este tipo declinó hacia principios de los ochenta por dos razones principales. La primera se refiere a la introducción en el país del huarache de plástico proveniente de China, caracterizado por precios muy económicos, que desplazó al huarache o sandalia tradicional, y a la diversificación del calzado masculino en los mercados cercanos. La segunda es precisamente el auge migratorio, cuando los artesanos empezaron a migrar a Estados Unidos y abandonar los talleres. La entrada del zapato deportivo tipo tenis al mercado del calzado regional propició un desequilibrio en el precio de las pieles, cuya producción artesanal ya no parecía rentable.

Pese a que el curtido de pieles fue una actividad significativa para varias familias tulcinguenses, ya en esos años muchos tulcinguenses empezaron a buscar otras alternativas de empleo en las ciudades cercanas, ubicadas en el Estado de México y en Estados Unidos. Don Andrés mencionó en una entrevista que muchos de los hijos de los curtidores empezaron a irse del pueblo a buscar trabajo en Nueva York, abandonando los talleres familiares. Entonces, el curtido de cuero sufrió las consecuencias de la crisis económica de los ochenta, ya que tuvo una disminución notable cuando muchos de los artesanos se volvieron migrantes.

De igual forma, muchos de los curtidores abandonaron los talleres cuando sus ingresos ya no eran suficientes para cubrir las expectativas de consumo que se estaban formando a través de la experiencia colectiva de su generación toda vez que el trabajo asalariado en “el Norte” permitía el acceso a bienes relacionados con la vida urbana. Por ejemplo, las familias que tenían parientes en Estados Unidos podían pagar aparatos electrodomésticos, vehículos o maquinaria que no todas las familias del pueblo tenían. La posesión de una estufa, una televisión o una máquina de costura se impuso al principio como un lujo que poco a poco fue siendo más común y facilitando las labores domésticas de las amas de casa.

La percepción del trabajo en los talleres de curtido, visto este último como una actividad pesada y de desgaste físico, se fue modificando debido a la diversificación de las opciones laborales que ofreció la migración interna e internacional. Gilberto, un curtidor que no migró a ningún sitio, afirma que la producción de piel pasó de ser una actividad artesanal apreciada en la localidad, a un oficio “sucio”, del que se obtenían pocas ganancias. Los curtidores del barrio de San José eran llamados “los hediondos”,5 apelativo que muchos de los tulcinguenses jóvenes rechazaban en la búsqueda de opciones laborales que cubrieran sus necesidades de reproducción (Gilberto, comunicación personal, 3 de enero de 2017).

A mediados de los años ochenta, los tulcinguenses empezaron a encontrar en la migración internacional una opción viable y deseable, no sólo debido a la posibilidad de obtener mejores ingresos en la ciudad de Nueva York, sino la oportunidad de experimentar procesos de aprendizaje, la adquisición de herramientas de desenvolvimiento y la formación de expectativas de consumo, que fueron determinantes en la consolidación de los circuitos de movilidad. Don Juan expresa esta búsqueda de “una vida diferente” de la siguiente manera:

Se empieza a detonar el fenómeno para poder mejorar condiciones de vida y lo descubren como una manera de superación, y al estar en Estados Unidos empezamos a aprender lo que vemos, y empezamos a dejar los campos, empezamos a dejar el ganado. Entonces se le da la bienvenida a lo que es, podríamos decir, el capitalismo. Una sociedad que consume productos, artículos y servicios, hemos aprendido en otro lugar a tener una vida diferente (J. Fuentes, comunicación personal, 24 de marzo de 2015).

Al tiempo que los talleres de curtido disminuían su producción, la migración interna e internacional aumentó. Los tulcinguenses de esta generación habían crecido entre lo rural y lo urbano, con un mayor acceso a la escolaridad y con una mayor preferencia por empleos del sector servicios, dentro de un marco estrecho de posibilidades laborales en el pueblo.

“TULCINGO DEL DÓLAR” Y LA MIGRACIÓN ACELERADA

A fines de los ochenta, esta zona de Puebla pasaba por una crisis económica sin precedentes, debido a un proceso complejo que combinaba varios elementos: una polarización de la estructura de clases local entre ganaderos y comerciantes, y aquellos trabajadores “independientes” que no tenían tierras; una relativa ausencia del Estado, materializada en la falta de insumos gubernamentales para la agricultura y la ganadería; y finalmente, la formación de expectativas de consumo de los habitantes de la localidad relacionadas con la adquisición de aparatos electrodomésticos y casas, financiadas por los trabajadores inmigrantes que ya se encontraban en Estados Unidos. Para ilustrar esta crisis, muchos informantes sugieren que esta época se experimentó como un “olvido histórico” (Rivera, 2007) por parte de la atención estatal a esta región, la cual se traduce en la falta de una política de intervención para encaminar a la población a mercados de trabajo más perdurables.

Por otro lado, en Estados Unidos la ley IRCA de 1986 generó un cambio sustancial en la configuración de los patrones migratorios entre México y Estados Unidos, pues permitió la regularización de la condición migratoria de miles de indocumentados que ya se encontraban en territorio estadounidense (Massey, Durand y Malone, 2009). Según Robert C. Smith (2006, p. 38) en el caso de Nueva York, “los mexicanos fueron el segundo grupo más numeroso después de los dominicanos en solicitar amnistía en 1986”, por lo que esta reforma tuvo un papel fundamental en el incremento de los patrones migratorios con la adquisición de la residencia. La regularización obtenida por la reforma fortaleció las redes que ya existían, y ayudó a la reunificación familiar al cambiar los patrones circulares y de la migración temporal a estancias más prolongadas en Estados Unidos. Entonces, la posibilidad de migrar a Nueva York devino cada vez más evidente y deseable para los tulcinguenses, toda vez que muchas de sus parentelas pudieron obtener la residencia mediante la amnistía que suscitó IRCA.

La migración masiva de trabajadores fue una respuesta a la crisis de los años ochenta en México, así como a la coyuntura política que propició IRCA en Estados Unidos. En el caso presentado, el resultado fue la formación de una región que serviría de reserva de trabajadores para la zona metropolitana de Nueva York en el sector secundario (construcción y fábricas textiles) y terciario (restaurantes, hoteles, servicios de limpieza y de cuidado) principalmente; todos ellos de baja remuneración y en altas condiciones de explotación. Así, a partir de 1986, esta región tuvo un crecimiento notable de la migración hacia Estados Unidos, lo que fue un reflejo de las críticas condiciones de desmantelamiento de las actividades de reproducción local tradicionales, y a su vez, del fortalecimiento de expectativas de vida relacionadas a la experiencia migratoria en donde Nueva York fue el destino principal.

Rivera argumenta que para la segunda mitad de la década de los ochenta, “de cada diez migrantes tulcinguenses, ocho van a Nueva York” (Rivera, 2012, p. 43). Asimismo, Robert C. Smith menciona que Puebla es el principal origen de los mexicanos en Nueva York, ya que “por encuestas realizadas en 1992 y en 2001-2002 se sabe que de la Mixteca provenían dos tercios de los mexicanos con destino a Nueva York” (Smith, 2006, p. 37). Por su parte, en un estudio basado en una muestra estadística de poblanos y sus flujos migratorios en la década de los noventa, Cortés (2003, p. 184) señala que, en el año 2000, unos 156000 poblanos vivían en el exterior del país, y de ese total, un 64 por ciento eran migrantes internacionales originarios del sur del estado, de la región conocida como la Mixteca poblana. Asimismo, en el año 2000 los censos del Consejo Nacional de Población (Conapo) registraron el nivel “Muy alto” de Intensidad Migratoria en toda la región, situando a Tulcingo en el lugar número 9 en todo el estado, y en el 76 a nivel nacional (Conapo, 2014, p. 111). En concordancia con estos datos, de los 40 cuestionarios aplicados para la investigación doctoral que sustenta este artículo, se concluye que en la cabecera municipal todos los entrevistados respondieron que tenían al menos un familiar en Estados Unidos y enumeraban hasta cinco familiares cuyo primer viaje había sido en este periodo.

Para explicar estos cambios en los patrones migratorios, Binford (2003) propone la noción de “migración acelerada” para poblaciones que tenían escasa o nula migración y que en un periodo corto de tiempo sus habitantes pasaron a ser trabajadores inmigrantes en Estados Unidos. Es el caso de la región centro-sur del país, donde se ubica Tulcingo. Durante la década de los noventa, el municipio tuvo un despunte importante en términos del éxodo de su población, según lo señalaron los entrevistados. La migración internacional “se institucionalizó” cuando las jóvenes generaciones empezaron a concebir que el trabajo en “el Norte” era su única opción para obtener cierta estabilidad, con base en sus expectativas de vida y para un posible éxito económico. Es decir, la experiencia migratoria se convirtió en un “curso planeado de acción” (Smith, 1989, p. 97) que organizaba la toma de decisiones de las familias. Los que contaban con la experiencia de haber trabajado en Estados Unidos les fue posible el ahorro y la inversión en pequeños negocios que ampliaron las expectativas de consumo. En sólo dos generaciones se formó una reserva latente y rotativa de trabajadores que se mantenían en constante movilidad entre Puebla y Nueva York, facilitada en cierta medida por la “reunificación familiar” propiciada por IRCA.

Por otro lado, la masividad de la migración internacional generó como consecuencia una carencia de trabajadores en la localidad, misma que se pudo suplir con la llegada de trabajadores de las zonas pobres de Guerrero y Oaxaca, motivados por el auge de la construcción en la cabecera municipal. De tal forma que Tulcingo mantuvo un crecimiento poblacional constante pese a la “migración acelerada”, que se consolidó en varios municipios de la región. El municipio pasó de 8 851 habitantes en 1990 a 11 025 habitantes en el 2000, y luego tuvo una ligera disminución a 9 245 en el 2010 (Inegi, 1990, 2000, 2010).

Tulcingo, la cabecera municipal, tuvo un comportamiento similar, de 3 765 habitantes en 1990 pasó a 5154 en el 2000 y a 5249 en el 2010 (Inegi, 1990, 2000, 2010). Rivera (2007, 2011) sugiere que el crecimiento demográfico de Tulcingo es peculiar, en comparación con la pérdida de población de las demás localidades, y permite pensar en que el retorno de inmigrantes internacionales también fue significativo ya que derivó en una fase de dinamización de la economía local a partir de la apertura de negocios familiares, la inversión en la construcción de casas y de establecimientos comerciales, y el aumento de las actividades del sector servicios. La investigación de Rivera (2007, 2011, 2012) aporta valiosa información de las dinámicas demográficas y migratorias de este municipio y nos dice que entre 1995 y 2000, en Tulcingo “suman 469 personas de retorno [nacional] […] y 761 emigrantes [provenientes] de Estados Unidos” (Rivera, 2011, p. 49). A su vez, Corona, Ortíz y Corona (2014, p. 32) señalan que en el año 2000 “la mayor cantidad de retornos como proporción de la población total de la región se registró en las regiones históricas de la Mixteca, Atlixco y Matamoros”.

Siguiendo con este análisis, las entrevistas realizadas y el análisis de las dinámicas de la migración interna apuntan a que el crecimiento demográfico de Tulcingo se dio también por la demanda de trabajadores locales que fue encaminada sobre todo a la industria de la construcción. En los censos de Población y Vivienda del 2000 y 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2000, 2010) se registra un aumento considerable de personas nacidas en otra entidad que vivían en el municipio de Tulcingo al momento del censo. En el 2000 la población nacida en otras entidades representaba 7.2 por ciento de la población total y para el 2010, este porcentaje subió a 10.40 por ciento. Asimismo, la entidad más mencionada como origen de los inmigrantes internos es en ambos censos Guerrero, con 349 y 463 personas, respectivamente.

El aumento demográfico de la cabecera municipal, el retorno de los inmigrantes internacionales, y la llegada de trabajadores de las poblaciones cercanas, sugieren que Tulcingo se convirtió en un centro administrativo, comercial y de abastecimiento para las demás localidades, mismas que registraron niveles de crecimiento poblacional negativo o mantuvieron bajas tasas de aumento demográfico. Los tulcinguenses entrevistados refieren que en esos años era cada vez más evidente que la experiencia migratoria facilitaba la generación de ahorros y la posibilidad de inversión en negocios vinculados a la dinámica migratoria. La experiencia migratoria, aunada a la desaparición parcial de las actividades artesanales y agrícolas, permeó la formación de expectativas de consumo, relacionadas a los estilos de vida de los trabajadores inmigrantes en Nueva York. Se acentuó una intensa economía de servicios fortalecida por la “dolarización” en las transacciones económicas y la fijación de precios en terrenos y propiedades. Los tulcinguenses que regresaron a la localidad abrieron negocios que a la larga saturaron el centro de la cabecera, y transformaron el paisaje rural a uno de mayor urbanización. Los mercados de trabajo que se desdibujaron en estos años de “migración acelerada” funcionaron a través de la configuración migratoria que permeó las relaciones de socialización y la dinamización de una economía de servicios.

Los tulcinguenses de esta época llamaban Tulcingo del dólar a este periodo de acelerado crecimiento de las tendencias migratorias del municipio (Juventino, comunicación personal, 30 de agosto de 2012). En ese Tulcingo del dólar predominaron las prácticas de consumo, de derroche y de ostentación para hacer notar la presencia de los dólares en las transacciones económicas cotidianas, en las festividades y las actividades de ocio. El apelativo del dólar sugiere la densidad de la experiencia migratoria de manera comunitaria y familiar a partir de la valorización de lo económico como exitoso y como sinónimo de movilidad social. Don Juventino, por ejemplo, señala que eran los jóvenes quienes resaltaban en sus actividades cotidianas la posesión de objetos considerados lujosos por los mayores, toda vez que se hacían de prácticas de consumo y socialización a las que no estaban acostumbrados:

Así se le llamaba a Tulcingo, le decían Tulcingo del dólar, y luego nos platican algunos maestros que llegaron a la secundaria, hace como 10, 15 años… Decían: bueno, llegamos a la secundaria y vimos carros último modelo, todos lujosos, y pensamos “bueno, aquí hay gente importante,” llegamos y entramos a la dirección y ya preguntamos “oiga maestra y de quiénes son esos carros o tiene usted visita de Puebla”, y pues se dieron la sorpresa de que los carros eran de los alumnos (Juventino, comunicación personal, 30 de agosto de 2012).

Desde una perspectiva histórica, Tulcingo del dólar es el resultado de la desaparición de la actividad agrícola-ganadera y artesanal y, por ende, representa la total injerencia de estas poblaciones a los circuitos de trabajo asalariado tanto en Estados Unidos como en las ciudades cercanas (Ciudad de México y Puebla, principalmente). Es también la conjunción de tres generaciones de densa movilidad laboral hacia Nueva York, en la que destaca la localidad de origen como el espacio de socialización y descanso por excelencia tras intensas jornadas laborales anuales en Estados Unidos. La institucionalización de la experiencia migratoria funcionó bajo un patrón de circularidad y frecuencia de los viajes, que se mantuvo hasta la primera década del siglo XXI. Los cruces ilegales por la frontera eran relativamente constantes y posibilitaban las visitas de retorno de los inmigrantes indocumentados a sus comunidades durante los periodos vacacionales.

Tulcingo mostraba la ostentación de la presencia de remesas en las fiestas patronales, en la adquisición gradual de aparatos electrodomésticos, en la construcción de casas con amplios jardines y en bienes de consumo como coches lujosos que las generaciones anteriores no aspiraban adquirir. Las expectativas de consumo y movilidad social se resignificaron ante la adquisición de bienes materiales que hasta ese momento eran novedosos (Lee, 2008), y nutrieron el deseo de migrar de nuevas generaciones que se alejaron de las actividades agrícolas. En esta narrativa, muy reiterada en las entrevistas de mis informantes, hay poco espacio para la diferenciación social que se produjo entre aquellos que tenían papeles y los que no migraron; tampoco para la migración interna que trajo consigo la salida de los trabajadores poblanos de la región.

FIN DE TULCINGO DEL DÓLAR: DESCENSO DE LOS FLUJOS DE MIGRACIÓN INTERNACIONAL

El año 2001 es un punto de inflexión en el recuento histórico de los flujos migratorios y las actividades de reproducción social de esta población en la configuración de los mercados laborales, año que trazó un parteaguas en la política de seguridad nacional, materia migratoria y de vigilancia en la frontera sur de Estados Unidos (Alba y Leite, 2004; Massey, Durand y Pren, 2009). Los principales cambios se vislumbraron en la desaceleración de los flujos de la migración indocumentada de México hacia Estados Unidos, en la disminución en la frecuencia de los viajes entre los inmigrantes con papeles, y en una mayor tendencia al establecimiento en uno de los dos lados de la frontera. En este sentido, es notable, en el caso del circuito Puebla-Nueva York, que se advierte un fin de la circularidad en los patrones de migración, lo que ha generado dinámicas de estancamiento en los negocios locales y de precarización de las condiciones de vida de las familias tulcinguenses (ver reporte del Observatorio Ciudadano sobre Políticas Públicas para Migrantes Puebla, 2013).

Aunado a ello, la crisis de 2008 devino en una progresiva contracción del mercado laboral estadounidense que ha repercutido en una visión poco atractiva de las condiciones económicas del país vecino, y ha dificultado la posibilidad de que los migrantes puedan emprender nuevos viajes. Los inmigrantes poblanos que viven en Nueva York han puesto en marcha estrategias de austeridad que van desde el cambio de residencia a otras ciudades de Estados Unidos y la búsqueda de empleos alternos para sortear la crisis (Jardón, 2017)

La experiencia anterior desalienta a los jóvenes de las nuevas generaciones a migrar de manera internacional, por lo que procuran buscar alternativas más cercanas hacia ciudades en el interior del país. Según el análisis realizado por Jardón (2011) a los Censos de Población y Vivienda 2000 y 2010, “entre los quinquenios 1995-2000 y 2005-2010 la población migrante internacional se redujo de 1632,790 a 1112,273 individuos, un cambio porcentual de -31.8 %” (Jardón, 2011, p. 6),

Esta disminución porcentual coincide con el registro de una disminución de la migración indocumentada de México a Estados Unidos por investigadores del Pew Research Center, quienes señalan que desde el 2007 “el número de mexicanos viviendo en Estados Unidos ilegalmente ha declinado por más de 1 millón” (González-Barrera y Krogstad, 2018, s/n). Estos análisis aportan evidencia para confirmar un proceso de desaceleración de los flujos de la migración indocumentada de México a Estados Unidos y, permite especular sobre un cambio de paradigma en las tendencias migratorias entre ambos países (Durand, 2013; Jardón, 2017). Se mantiene así una fase de contención de los flujos que se ha extendido hasta años recientes, y que se ha fortalecido por un contexto de crisis económica, social y política sin precedentes (Durand, 2013).

Según la percepción de algunos tulcinguenses, la caída de las Torres Gemelas en 2001 modificó los desplazamientos cíclicos a los que estaban habituados los migrantes (documentados e indocumentados), ya que el gobierno reforzó severamente la vigilancia fronteriza. Estas transformaciones en la política de seguridad fronteriza se resintieron mediante la disminución de las visitas de los migrantes durante las temporadas vacacionales, el cierre de negocios y la búsqueda de nuevas opciones laborales en ciudades cercanas como Puebla y la Ciudad de México. Los inmigrantes poblanos buscaron establecerse de manera más prolongada en Nueva York o en sus lugares de origen debido a que los cruces indocumentados (antes realizados con frecuencia) se han vuelto sumamente riesgosos.

Estos cambios, sobre todo para los inmigrantes sin papeles, han repercutido de manera notable en los arreglos y decisiones en el interior del grupo doméstico, procurando prácticas de recato y moderación, así como de autoempleo en las diversas manifestaciones de la economía informal. En este sentido, en el caso estudiado la disminución en la circularidad de la migración ha perjudicado también el relativo periodo de dinamismo económico que vivió el municipio durante la década de los noventa. La restricción de los viajes ha generado incertidumbre en el mantenimiento de lazos entre las familias, y ha mermado la derrama económica que recibían las localidades en las visitas de los paisanos. La economía “dolarizada” de los años de “Tulcingo del dólar” ha devenido en decaída y los mercados de trabajo han virado hacia la “changarrización” de la región (Ángel Castillo, 2007). Ésta se refiere a la política impulsada por Vicente Fox (2000-2006) durante su administración, la cual promovía la estructuración de la economía mexicana a través de la apertura de pequeñas y medianas empresas. Su gobierno procuró partidas presupuestales al impulso de las microempresas a través de créditos y programas de autoempleo. En Tulcingo persiste una proliferación de negocios familiares que sobreviven bajo condiciones precarias, y de baja rentabilidad.

Desde el año 2001, pese a la disminución de las visitas de los migrantes, la cabecera municipal se mantuvo como el principal centro económico de la región que ofrece todo tipo de productos de abastecimiento, de servicios bancarios, administrativos y que cuenta con la principal oferta educativa para los jóvenes de las localidades aledañas. Además de diversas opciones de educación básica, Tulcingo cuenta con un bachillerato y una universidad a distancia. Ambos centros han generado una dinámica de migración interna en la que participan tanto estudiantes como profesores de otros lados del Estado.

En ese sentido, tanto la movilidad estudiantil como la llegada de inmigrantes internacionales y trabajadores de la construcción promueven el mantenimiento activo de la migración regional. La conformación de este centro de comercio alentó la proliferación de todo tipo de negocios familiares que se caracterizan por operar en la informalidad, bajo ciclos productivos relacionados a las festividades locales y la visita de los inmigrantes que tienen papeles. Y es que, según datos de la investigación de campo, se registraron 338 establecimientos de negocios familiares activos tan sólo en ocho calles principales del centro de Tulcingo.

Los significados de abundancia y éxito que fueron atribuidos a la experiencia de “irse al Norte”, parecen erosionarse como consecuencia de la desaceleración de los flujos de migración indocumentada a Estados Unidos y la percepción de crisis actual. Ante ello, los habitantes de Tulcingo perciben ingresos modestos de sus negocios y locales comerciales. Debido a una fuerte dinámica de migración interna, el comercio local ha predominado como actividad económica principal de la cual las familias tulcinguenses dependen mayoritariamente. El fin del proyecto de migrar como opción laboral ha reconfigurado la toma de decisiones al interior de las familias destinando parte del ingreso a la educación profesional de los hijos jóvenes. Éstos se proyectan en un circuito de migración interna que en teoría saldrían a estudiar a las ciudades cercanas para volver a su localidad al terminar sus estudios profesionales. Deviene así una resignificación de la noción de migrar inspirada en la formación profesional, no así en el acceso a bienes de consumo que las generaciones anteriores procuraron.

Se observa en el municipio una constante entre la migración interna e internacional que tuvo despuntes importantes durante la década de los noventa, consolidando una región de alta movilidad. Para el 2010, Tulcingo registraba un índice de Intensidad Migratoria menor al del 2000 (en el 2000 es de 14.15 y en el 2010 es de 12.95), coincidiendo con el registro de un decrecimiento general para la mayoría de los municipios. No obstante, se mantiene con un índice “muy alto” y sube al número 2 en el listado estatal, sólo por detrás del municipio de Axutla.

Como hemos visto, la movilidad de los habitantes se explica no sólo por la diversificación de estrategias de reproducción social, sino por la formación de expectativas de consumo que las actividades artesanales no pudieron cumplir, detonando con ello narrativas basadas en la “dolarización” del municipio.

En años recientes, el dinamismo entre la migración interna e internacional se fortalece como resultado de transformaciones profundas en los patrones de la migración México- Estados Unidos. Osorno (2014, p. 60) sugiere que en el estado de Puebla “el patrón de migración circular de la población migrante se ha sustituido por una migración de largo plazo con estancias cada vez más prolongadas en Estados Unidos, o por una migración de retorno a las comunidades de origen”. Sobre todo, con la agudización de la crisis de 2008, los tulcinguenses han evitado los viajes. De igual forma, se puede afirmar que el retorno de los migrantes poblanos no ha sido masivo como se llegó a especular, ya que “entre el 2005 y el 2010 Puebla registró un total de 35 664 migrantes de retorno, posicionándose así en el noveno lugar a nivel estatal con un 4.3% del total nacional” (Osorno, 2014, p. 60).

El escenario posterior a la crisis ha sido complejo y ha tenido efectos diversificados, que han impactado en las estrategias de reproducción social. Alarcón et al., (2009) destacan que el sector de la construcción y la industria manufacturera han sido de los más afectados, en los cuales la población hispana que vive en Estados Unidos tiene alta injerencia. En el circuito migratorio Puebla-Nueva York, aunque gran parte de los inmigrantes tulcinguenses trabajan en restaurantes, la crisis ha repercutido no sólo a nivel de la pérdida de empleos en el sector industrial y de servicios sino en la percepción de que las cosas han empeorado, a tal grado que se prefiere tomar acciones de moderación y estrategias de diversificación de empleos para sortear la crisis. Don Rufino, un tulcinguense que migró al sur de Bronx, Nueva York durante los noventa, indica en una entrevista cómo las nuevas generaciones han valorado más las opciones profesionales que sus padres les ofrecen al descartar irse a Estados Unidos con el fin de buscar empleos con sus familiares:

Ya en estos tiempos, aunque uno tenga mucha familia allá [Nueva York] no es suficiente, porque las cosas ya están muy difíciles. Yo tengo primos que tuvieron que agarrar otros empleos, además de los que tenían, para ir sacando la renta. Otros que se vinieron mejor porque de estar así sufriendo allá, pues mejor acá con tu familia… ya las cosas no son como antes (Rufino, comunicación personal, 14 de enero 2015).

En Tulcingo, la posibilidad de migrar se ha cerrado y se están cerrando también las estrategias económicas generadas por la migración en la localidad. Esto implica un replanteamiento de los significados construidos sobre la experiencia migratoria de aquellos que habían migrado previamente al 2008. La percepción de la migración internacional como posibilidad de movilidad social es una construcción en marcha que las nuevas generaciones tendrán que moldear y construir desde nuevos frentes.

REFLEXIONES FINALES

Este artículo hace un recuento de las dinámicas de migración interna e internacional que inciden en la reproducción social de los tulcinguenses desde los setenta hasta la actualidad. En ese proceso se dio cuenta de la desarticulación de las actividades artesanales del curtido de cuero, la elaboración de huaraches o sandalias rústicas y la ganadería, frente al avance de la posibilidad de migrar de manera internacional para trabajar como empleados de restaurantes y fábricas en la ciudad de Nueva York. Debido a que “irse al Norte” fue adquiriendo significados positivos en la valoración de la movilidad social y contribuyó a crear expectativas de consumo que, en cambio, los ingresos generados por las actividades laborales locales no podían cubrir, la experiencia migratoria se fue consolidando como un “curso planeado de acción” (Smith, 1989) en torno al que se organiza la toma de decisiones en los proyectos de vida individual y en la vida doméstica.

Hacia los finales de la década de los noventa, la institucionalización de la migración internacional exacerbó los procesos de terciarización de la economía local que se resintieron con la urbanización de Tulcingo. Así como esta zona fue el origen de una mano de obra flexible que se insertó al sector restaurantero y fabril de la ciudad de Nueva York, el municipio de Tulcingo fue el centro de llegada de trabajadores de las localidades vecinas, incidiendo de esta forma en la demanda de servicios y apertura de negocios. Se generó una dinámica regional, aún vigente, que permite una economía modesta y dependiente no sólo del mercado de trabajo estadounidense sino de la mano de obra de las localidades de la microrregión y de su posibilidad de consumo. Así como los tulcinguenses ingresaron con éxito como trabajadores transnacionales en Nueva York en el sector de servicios, los trabajadores guerrerenses contribuyen al mantenimiento de la economía local en Tulcingo, creando así relaciones de interdependencia regional y transnacional.

Pese a las narrativas de éxito económico que los tulcinguenses mantienen sobre Tulcingo del dólar, se ha experimentado una transformación sustancial en los significados de la migración internacional, de manera notable después del 2001. De ser una posibilidad valorada y deseada ante un panorama de escasas oportunidades laborales locales, irse a Estados Unidos, aun teniendo papeles, parece ser una opción poco alentadora y que implica grandes riesgos. La transformación en estas expectativas sobre la migración parece coincidir con una nueva faceta de la relación México-Estados Unidos, que deviene en políticas cada vez más restrictivas para los inmigrantes mexicanos y su gradual marginalización.

El circuito Puebla-Nueva York está presenciando “el fin de la migración acelerada” (Pacheco y Morfín, 2014, p. 46) que caracterizó la década de los noventa para muchas localidades de esta porción del estado. Asimismo, la evidencia recabada que sustenta este artículo sugiere que las transformaciones en los patrones de migración internacional se recienten como el fin de Tulcingo del dólar debido al deterioro de la economía dolarizada en Tulcingo. La erosión de los significados de la migración internacional como estrategia de reproducción social entre los poblanos, ha generado la puesta en marcha de mecanismos de recesión, atomización de opciones laborales encaminadas a la apertura de changarros y la búsqueda de nuevos destinos en el interior del país (Jardón, 2017).

Al examinar la historia reciente de Tulcingo, se advierte de los costos y beneficios que las fuerzas sociales y las dinámicas migratorias han generado en las vidas de estos sujetos, siendo esta región producto de una estrecha dependencia con la ciudad de Nueva York. Si bien los mercados de trabajo generados por las dinámicas de migración interna e internacional promovieron mejoras inmediatas en las condiciones de vida visibilizadas sobre todo en la generación de Tulcingo del dólar en los noventa, se reforzaron a su vez situaciones de precariedad y alienación que se constatan en las generaciones más recientes.

El panorama ante una inminente reconfiguración del orden político tras la administración de Donald Trump no es del todo optimista. El reforzamiento de las narrativas discriminatorias y de la xenofobia creada y dirigida sobre todo a los mexicanos en Estados Unidos, ha exacerbado la polarización social y ha generado un ambiente hostil en la población. En este contexto, miles de familias inmigrantes viven en la incertidumbre y con el miedo ante la ambivalencia de mantenerse en sus lugares de trabajo con el temor a ser deportados o volver a sus lugares de origen. Además de las condiciones en el territorio estadounidense, están las miles de familias que dependen de las remesas y las frágiles economías regionales que se formaron tras los años de auge migratorio durante la década de los noventa, venidas a la baja tras la crisis de 2008.

Por otro lado, queda pendiente una exploración más profunda sobre los efectos de la migración de retorno en este municipio (ver protocolos de migración de retorno en Organización Internacional para las Migraciones, Instituto Poblano de Asistencia al Migrante, 2018). En este artículo se señaló la injerencia de los migrantes de retorno durante la década de los noventa como un impulso significativo a la economía de servicios local, la inversión en proyectos de construcción y negocios locales; se sabe poco sobre las dimensiones de este proceso en años más recientes. Se reconoce la necesidad de examinar con mayor detalle estas dinámicas que repercuten en los patrones de movilidad y, además, demandan el tratamiento de nuevas problemáticas relacionadas a la inserción económica de esta población y sus necesidades básicas.

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2Si bien este trabajo retoma algunos indicios de la migración de retorno en Tulcingo, se aclara que por falta de espacio no se profundizará en el tema. Se reconoce la importancia de los procesos de retorno para estas comunidades, pero se sostiene que el tema merece una atención aparte.

3En este trabajo el proceso de terciarización es el creciente dominio relativo de las actividades propias del sector terciario (comercio y servicios) sobre los otros sectores de la economía, a saber, el sector primario (agropecuario y extracción de recursos naturales) y el secundario (industria y transformación de materias primas). Esto relacionado con un desigual e intensivo crecimiento de la llamada “economía informal”.

4El proceso de curtido dura aproximadamente mes y medio, por lo que los talleres se mantenían en constante producción para obtener las ganancias esperadas según su inversión.

5La palabra “hediondo” es sinónimo de maloliente, fétido, apestoso. Se refiere a los olores que desprende el cuero durante el proceso de curtido, al mezclarse con los materiales que permiten el curtido.

Recibido: 10 de Julio de 2019; Aprobado: 02 de Abril de 2020

Translation: Fernando Llanas.

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