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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.10  Tijuana  2019  Epub 01-Ene-2019

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2145 

Artículos

Incorporación de inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile: redes migratorias y movilidad ocupacional

1Universidad Central de Chile, Chile, pablobaeza@mac.com


Resumen

Este artículo indaga en las características de la incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile. A partir de los datos de una encuesta, se analiza la relevancia del uso de redes al llegar a la ciudad y buscar trabajo, y las trayectorias de movilidad ocupacional de los inmigrantes respecto de sus posiciones en origen. Los resultados apuntan al papel clave del capital social en los procesos de incorporación a la ciudad, la existencia de trayectorias de incorporación diferenciadas entre los distintos grupos nacionales, y la presencia de patrones de movilidad ocupacional segmentada en forma de “U”.

Palabras clave: inmigrantes sudamericanos; procesos de incorporación; redes migratorias; movilidad ocupacional; Santiago de Chile

Abstract

The article explores the characteristics of the incorporation of South American immigrants in Santiago. Based on survey data, the analysis focused on the importance of using networks at the time of arriving in the city and looking for work, and the trajectories of occupational mobility of immigrants in relation to their positions in origin. The results shows the key role of social capital in the processes of incorporation into the city, the existence of differentiated and heterogeneous incorporation trajectories among the different national groups, and the presence of a segmented U-shaped pattern of occupational mobility.

Keywords: South American immigrants; incorporation processes; immigrant networks; occupational mobility; Santiago de Chile

INTRODUCCIÓN

La inmigración internacional hacia Chile es un fenómeno de creciente importancia, tanto desde el punto de vista económico como desde el social y cultural. Durante el siglo XIX y principios del XX, Chile recibió flujos migratorios provenientes fundamentalmente de Europa y Medio Oriente. Los primeros, principalmente provenientes de Europa, fueron incentivados por el Estado para extender su soberanía en los territorios meridionales y fomentar el desarrollo económico ( Tijoux y Sir Retamales, 2015 ; Cano, Soffia y Martínez, 2009 ). Los segundos, con origen en Medio Oriente, constituyeron corrientes no impulsadas por el Estado y fueron el foco de fuertes prejuicios por parte de la ciudadanía ( Rebolledo, 1994 ).

Estos flujos se reflejaron en el Censo de 1907, donde Chile registró la mayor proporción de población extranjera hasta el siglo XXI (4.1% de la población). Desde 1930 hasta 1990, el stock se mantuvo cercano a los 100 mil inmigrantes internacionales. La dictadura militar y la crisis económica de los ochenta generó flujos de emigración muy por encima de los de inmigración (en 1982 se registró la más baja proporción de extranjeros, 0.7%), hasta el punto de que hoy en día cerca de 900 mil chilenos residen en el extranjero ( Dicoex, 2015 ).

A partir de 1990 el país comienza a recibir de forma creciente inmigrantes internacionales. Entre 1992 y 2017 pasaron de poco más de 100 mil a 750 mil –esto es, el stock se multiplicó por 7.1–, alcanzando el 4.4% de la población residente ( INE, 2018a ). Esta acelerada expansión permite señalar que Chile ha pasado de ser un país muy poco relevante para la inmigración a ser un polo de atracción de inmigrantes internacionales.

El presente artículo indaga en las características de la incorporación de los inmigrantes sudamericanos en el mercado de trabajo en su capital, Santiago, poniendo énfasis en el uso del capital social (en forma de redes) al momento de llegar a la ciudad y buscar trabajo, así como en las trayectorias de movilidad ocupacional que experimentan. Se busca encontrar convergencias y divergencias entre los grupos nacionales en relación a sus procesos de incorporación en la ciudad, además de identificar sus patrones de movilidad ocupacional en sus transiciones laborales.

El artículo se estructura en cinco apartados. En el primero caracterizo brevemente esta nueva inmigración, destacando su origen regional, concentración geográfica en el país, distribución por sexos, edad y nivel educativo. En el segundo apartado explico los fundamentos teóricos (capital social y movilidad ocupacional) de la investigación. En el tercer apartado describo las fuentes de datos utilizadas y los métodos de análisis. En el cuarto presento los resultados del uso de capital social y movilidad ocupacional absoluta y relativa en el proceso de incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago. Finalizo el artículo con las principales conclusiones de la investigación.

CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA INMIGRACIÓN INTERNACIONAL

La gran mayoría de la inmigración internacional en Chile es de origen sudamericano. Como se muestra en la Tabla 1, tres cuartas partes del total de la inmigración residente en Chile proviene de países de la región: más del 70% proviene de seis países sudamericanos –Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina y Ecuador– ( INE, 2018a ). Como resultado de esta tendencia se modificó radicalmente la composición nacional del stock de inmigrantes residentes en Chile: en 1982, inmigrantes europeos y sudamericanos tenían pesos similares en relación al total de inmigrantes residentes; en 2017, la inmigración sudamericana predomina claramente sobre las demás regiones de origen.

Tabla 1. Origen regional inmigrantes internacionales residentes en Chile según su peso relativo con respecto al total de inmigrantes, 1982-2017 

Origen 1982 1992 2002 2017
América del Sur 43.8 55 67.1 75.9
Europa 41.7 27.5 17.6 6.5
América del Norte 6.5 7.2 6.4 2.1
América Central 1.8 2.4 3.1 12.2
Asia 4.9 6.3 4.3 2.8
África 0.6 0.7 0.7 0.2
Oceanía 0.6 0.8 0.8 0.3
Total (%) 100% 100% 100% 100%
Total (N) 83,805 105,070 195,320 746,465

FUENTE: Elaboración propia a partir de censos nacionales de población 1982, 1992, 2002 y 2017, Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Una segunda característica es que los flujos migratorios internacionales se concentran en la Región Metropolitana de Santiago (RMS). Esta concentración se ha acentuado en los últimos 10 años: en 2005, un 59% de los migrantes residía en la RMS; en 2017 esta cifra aumentó hasta 65.3% ( INE, 2018a ). Si bien en 2017 la RMS concentraba la mayoría de la población inmigrante, la proporción de ésta sobre la población total llegó al 7%, porcentaje por debajo de las regiones del norte del país como Tarapacá (8.2%), Arica y Parinacota (13.7%) y Antofagasta (11%). La gran concentración de inmigrantes en la capital del país nos remite a un caso emergente de migraciones Sur-Sur intrarregionales, que se caracterizan por dirigirse preferentemente a las ciudades (city-directed migration) con dos grupos bien marcados: profesionales y trabajadores poco cualificados ( Durand y Massey, 2010 ).

Un tercer elemento relevante a destacar de la inmigración actual en Chile es su feminización. Como se muestra en el Gráfico 1 , del total de población inmigrante residente en Chile en 2017, un 51% son mujeres, destacando los stocks de inmigrantes de Brasil (57%), Bolivia (56%), Colombia (54%), Perú (53%) y Ecuador (52%). La inmigración proveniente de Argentina tiene una distribución por sexos que se asemeja más a la de España, Estados Unidos o China.

FUENTE: INE (2018a).

Gráfica 1. Proporción de mujeres en población inmigrante por origen nacional residente en Chile, 2017  

Respecto de la distribución por edad, la población inmigrante residente en Chile se concentra en los tramos etarios más productivos para el mercado de trabajo: 71% del total de inmigrantes se encuentra entre los 20 y 49 años de edad ( INE, 2018a ), sobrepasando ampliamente a la población total en el mismo tramo, cuya concentración es de 44.5%, según las proyecciones del INE para 2017 ( INE, 2018b ). Al respecto, Naciones Unidas señala que la población en edad de trabajar (20 a 64 años) es significativamente mayor entre los inmigrantes en comparación con la población total, y que los flujos migratorios sur-sur son más significativos entre el grupo etario de 20 a 34 años ( UN, 2013 ).

Una quinta característica de la nueva inmigración en Chile es su elevado nivel educativo. En términos generales los inmigrantes con 18 o más años poseen niveles educativos más altos que la población chilena del mismo rango etario: 82% de la población de origen inmigrante posee un nivel educativo medio o superior, frente a 62% de la población chilena en la misma categoría (Ministerio de Desarrollo Social, 2018); los inmigrantes tienen 2 años más de escolaridad promedio que la población chilena, que posee 11.1 años de escolaridad promedio; y entre aquellos que provienen de Sudamérica destacan los inmigrantes de Venezuela (15.5 años), Argentina (13.3 años), Ecuador (13.2 años) y Colombia (12.5 años) ( Ministerio de Desarrollo Social, 2018 ).

MARCO TEÓRICO

El creciente flujo de inmigración internacional hacia Santiago de Chile se enmarca dentro dinámicas económicas, políticas y sociales que han reestructurado la economía capitalista ( Glick Schiller, 2009 ; Glick Schiller, Çağlar y Guldbrandsen, 2006 ). La globalización ha generado tanto procesos de dispersión como de concentración en las ciudades ( Mattos, Fuentes y Link, 2014 ; Brenner, 2013 ; Sassen, 2002 ): externalización de funciones económicas en busca de mejores condiciones (salariales, territoriales, tributarias, legislativas); concentración de funciones de control y gestión en los niveles más altos, en las llamadas ciudades globales ( Sassen, 2005 y 1991 ). La ciudad contemporánea está atravesada por esta dialéctica de implosión y explosión, concentración y extensión ( Brenner, 2013 ).

En Santiago, desde la década de 1970, se han experimentado cambios importantes en la estructura del empleo: pérdida de peso de las ocupaciones que exigen menores cualificaciones, como son las ocupaciones relacionadas con el trabajo agrícola, pecuario y pesquero, además de trabajadores no cualificados; disminución del empleo industrial y manufacturero; y aumento del empleo del sector terciario, tanto de baja cualificación y poca especialización, como de alta cualificación ( INE, 2014 , 2002 , 1992 , 1982 y 1970 ).

Además, Santiago ha ido acentuando en las últimas décadas su papel de principal eslabón entre lo nacional y lo global, debido a la localización en su territorio de funciones económicas clave: funciones directivas y de gestión (bancos, sedes corporativas, asociaciones de comercio, industria y minería, aparatos del Estado, entre otros) y funciones de servicios (financieros, profesionales, infraestructura y comunicaciones). Como resultado de esta orientación, la ciudad se ha convertido cada vez más en una economía de servicios, concentrando tres cuartas partes de su fuerza de trabajo en actividades del sector terciario: la tasa de crecimiento promedio de ese sector económico en el período 1990-2013 creció a niveles superiores que los sectores primario y secundario en Chile, experimentando la misma tendencia que países de la región como Argentina, Colombia y México ( Aravena, Escobar y Hofman, 2015 ). La demanda de trabajo en el sector servicios es uno de los factores de atracción que han convertido a Santiago en un destino relevante de los inmigrantes de la región.

Es este el espacio económico y social al que los inmigrantes se incorporan. Utilizo el concepto de incorporación en el sentido dado por Glick Schiller y Çağlar, como un proceso de construcción y mantenimiento de relaciones sociales, económicas y políticas de forma regular, por las que los sujetos o los grupos se involucran en múltiples campos sociales compuestos por redes de redes asimétricas y desiguales (2011). Este planteamiento asume dos posiciones teóricas en su base. La primera, que la incorporación no es un proceso único, lineal y determinado a priori, como lo concibe la corriente asimilacionista canónica ( Kivisto, 2004 ; Alba y Nee, 1997 ; Rumbaut, 1997 ; Kazal, 1995 ; Gordon, 1964 ) sino que los caminos de incorporación pueden ser múltiples. Y que estos caminos de incorporación se construyen de manera diversa y heterogénea debido a las propias características y condiciones del espacio social en el que se desarrollan, y a las posiciones y recursos que los propios inmigrantes o grupos de inmigrantes despliegan en él. El capital social que poseen los inmigrantes aparece como un factor crítico en los procesos de incorporación.

Capital social

El concepto de capital social desarrollado por Bourdieu (1985 , 1980 y 1979)  permite entender las diferentes trayectorias de incorporación de los inmigrantes en las sociedades de destino. Cuando las condiciones en el destino son hostiles (discriminación étnica, trabas legales, segregación laboral, entre otras), el capital social de los inmigrantes produce posibilidades dentro de la estructura limitada, aunque dinámica, de desarrollo individual y colectivo.

Bourdieu define el capital social como el agregado de los actuales o potenciales recursos ligados a la pertenencia a una red de relaciones sociales (durable e institucionalizada), que provee a cada uno de sus miembros del capital que posee el grupo en su conjunto (1985 y 1980). El volumen del capital social de un sujeto depende del tamaño de las redes que puede movilizar y del volumen de capital económico y cultural que posee en relación a la red a la que se conecta. Los sujetos invierten –consciente e inconscientemente– en la generación y mantenimiento de las redes de relaciones que les permiten acceder a determinados recursos. Esta inversión se plasma en ejercicios de intercambio. Por un lado, los beneficios acumulados del grupo son la base de la solidaridad que a la vez hace posibles los beneficios que acumulan e intercambian sus miembros. Por el otro, el intercambio sucede con y dentro de ciertos códigos y fronteras, que excluyen del mismo la posibilidad de interacción bajo otros parámetros o fuera de sus fronteras.

En el campo de las migraciones, y apoyándose en el trabajo de Bourdieu (1985 , 1980 y 1979 ), Alejandro Portes ( Portes 2000 , 1998 ; Portes y Sensenbrenner, 1993 ) define el capital social como la capacidad de los individuos de gestionar recursos escasos en virtud de su posición en redes o estructuras sociales más amplias. El capital social no es una propiedad inherente a un individuo, sino que existe y se ancla en la red de relaciones y contactos de ese individuo. El capital social puede proveer de acceso a recursos o restringir las libertades individuales controlando el comportamiento (a través de las normas sociales). El capital social es mantenido por diversas actividades, como visitas, comunicación periódica, participación en eventos, membresía en asociaciones, etcétera ( Vertovec, 2003 ), en el sentido señalado por Bourdieu (1980) de la inversión en tiempo y recursos para su reproducción.

Portes (2000 y 1998 ) plantea una triple definición del capital social: a) capital social como fuente de control social, b) capital social como fuente de beneficios mediados por la familia, y c) capital social como fuente de recursos mediados por redes no familiares, definición cercana a la conceptualización antes descrita de Bourdieu (1985 y 1980) . En los trabajos de Portes hay una búsqueda de su aplicabilidad en el terreno de las ciencias sociales ( Cachón, 2012 ), describiendo además consecuencias no intencionales y negativas del capital social. Estas consecuencias son clasificadas por Portes ( Portes, 2000 , 1998 y 1995 ; Portes y Sensenbrenner, 1993 ) dentro de cuatro tipos: a) acceso restrictivo a las oportunidades, en el sentido de que los lazos que aseguran beneficios para los miembros del grupo, excluyen a los que están afuera de poder alcanzarlos; b) restricción de la libertad individual, apuntando a que la participación o pertenencia a los grupos necesariamente produce una pérdida de autonomía individual; c) excesiva presión sobre los miembros del grupo, en el sentido de que la clausura (closure) del grupo, que permite determinados beneficios, puede, bajo ciertas circunstancias, limitar el desarrollo de sus miembros; y d) nivelación hacia abajo de las normas del grupo, en el sentido de que en determinados grupos hay una presión que mantiene a los sujetos dentro del grupo y evita fugas hacia afuera de sus límites.

En el campo de los estudios migratorios se han entendido las redes migratorias como una forma de capital social y se definen como “...una serie de lazos interpersonales que conectan inmigrantes, antiguos inmigrantes y no migrantes con parientes, amigos y comunidad de origen, tanto en los lugares de origen como de destino” 2 ( Massey, Arango, Hugo, Kouaouci, Pellegrino y Taylor, 2006, p. 42 ). Las redes migratorias transmiten información, proporcionan ayuda económica y prestan apoyo a los migrantes de distintas formas. Aumentan la probabilidad de movimiento en la medida en que reducen los costos y riesgos del mismo, y aumentan las expectativas de retorno de los individuos. Las redes migratorias son una forma de capital social, ya que gracias a ellas los individuos pueden acceder a recursos que son fundamentales para el proceso migratorio: trabajo, remesas, altos salarios, etcétera. Amortiguan el peso económico y emocional de migrar, y constituyen espacios de certidumbre para los migrantes al brindarles información y seguridad ( Gurak y Caces, 1992 ). Son, por esto, el principal mecanismo por el cual las migraciones se multiplican y se mantienen en el tiempo ( Imilan, Garcés y Margarit, 2014 ).

La investigación en el campo muestra que, incluso cuando las aparentes causas migratorias desaparecen (diferencial salarial, reclutamiento formal, etcétera), los flujos migratorios se consolidan y reproducen a través de las redes migratorias que se construyen. Éstas se reproducen y extienden en la medida en que los inmigrantes, al sostenerse en ellas, adquieren la posibilidad y la obligación de fortalecer la red brindando más información a los potenciales migrantes ( Tilly, 2007 y 1990 ). Este proceso de complejización y extensión de las redes sociales explica su función de microestructura de las migraciones ( Portes y Rumbaut, 2010 ).

Movilidad ocupacional

La movilidad ocupacional de los inmigrantes ha sido foco de atención desde los trabajos pioneros de Barry Chiswick sobre su inserción en el mercado de trabajo en Estados Unidos. Chiswick (1979 , 1978 y 1977) señaló que los inmigrantes se insertaban inicialmente en el mercado de trabajo en ocupaciones y con salarios por debajo del nivel de los americanos con las mismas características. Pasado un tiempo, y por efecto de su “americanización”, estas diferencias se matizaban e incluso anulaban, experimentando trayectorias de movilidad ocupacional ascendentes. Este patrón de movilidad en forma de “U”, con una caída inicial y una recuperación posterior, fue propuesto por Chiswick para explicar los procesos de ajuste de los inmigrantes en los mercados de trabajo (1979, 1978 y 1977). Chiswick identificó dos factores determinantes de este “progreso económico de los inmigrantes”: transferibilidad y autoselección. El primero tiene que ver con que el capital humano, la experiencia laboral y las habilidades adquiridos por los inmigrantes en origen, no son perfectamente transferibles en el mercado de trabajo de destino, y depende de su manejo del idioma del país de destino, posesión de licencias profesionales, certificaciones o credenciales que avalan dicho capital ( Redstone, 2008 ; Chiswick, Yew y Miller, 2005 ; Duleep y Regets, 1997 ; Chiswick, 1997 y 1978 ). El segundo factor señala que los inmigrantes económicos están más capacitados y motivados que aquellos sujetos que no migran ( Chiswick, 2008 , 1979 y 1978 ), lo que implica que, con las mismas características sociodemográficas, los inmigrantes “tienen más habilidad o motivación innata relevante para el mercado de trabajo que las personas nativas” ( Chiswick, 1978, p. 901 ).

Los trabajos de Chiswick (2008 , 1997 , 1979 , 1978 y 1977) , y de otros economistas que siguieron sus planteamientos, se sustentan en el enfoque teórico de la jerarquía social ( Erikson y Goldthorpe, 1992 ); esto es, analizan la movilidad como el movimiento de los individuos entre grupos sociales que se ordenan en una jerarquía según posean o no determinados recursos, como prestigio, riqueza, estatus ( Goldthorpe, 2013 ; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ). Al considerar el logro ocupacional o salarial desde una perspectiva “atributiva”, es decir, como resultado de tener o no tener renta y riqueza, los economistas trabajan con correlaciones de ingresos tratados como variables continuas, dejando fuera de la ecuación variables de la estructura social, como las relaciones de producción en el mercado de trabajo ( Goldthorpe, 2013 ; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ). Como resultado, tienden a sobrevalorar la movilidad y a invisibilizar la inmovilidad económica, en la medida en que desincrustan las trayectorias de movilidad de los individuos de la red de relaciones económicas y sociales por las que adquieren posiciones más o menos ventajosas en la estructura social ( Goldthorpe, 2013 ).

La perspectiva de Erikson y Goldthorpe (1992) sitúa la movilidad social dentro de la estructura de clases y propone un análisis relacional dentro de estas posiciones diferenciadas. Esta estructura de clase se configura con base en las relaciones que establecen los sujetos con las unidades productivas y el mercado de trabajo, proponiendo una primera división entre tres “posiciones de clase básicas”: empleadores, trabajadores autónomos sin empleados, y empleados ( Erikson y Goldthorpe, 1992 ). El planteamiento central de esta perspectiva es que, contrariamente a la idea de jerarquía social, existen grupos limitados de posiciones, cuya característica central es su cierre o “clausura” sobre sí mismos. A partir de este enfoque teórico, Erikson y Goldthorpe (1992) señalan que la movilidad absoluta –las tasas de movimientos intergeneracionales entre clases– es resultado de efectos estructurales exógenos, esto es, de la propia evolución de la estructura de clases en el tiempo. Y que la movilidad relativa, esto es, las tasas de movilidad de clase independientes de las influencias estructurales, muestra patrones estables de invarianza ( Goldthorpe, 2013 ; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ). Este último análisis relacional, denominado de “fluidez social”, es realizado a través del uso de razones de probabilidad (odds ratios) para medir las posibilidades diferenciadas de los sujetos de lograr determinadas posiciones sociales dependiendo de su posición de inicio ( Goldthorpe, 2013 ; Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ).

Siguiendo la estrategia que Aysa-Lastra y Cachón desarrollan en su análisis de la movilidad ocupacional de los inmigrantes en España (2013a y 2013b), en este artículo complemento los planteamientos de la movilidad ocupacional de Chiswick (2008 , 1997 , 1979 , 1978 y 1977 ) y del análisis sociológico de la movilidad social de Erikson y Goldthorpe (2002 y 1992) , con la teoría de la segmentación de los mercados de trabajo ( Doeringer y Piore, 1985 ; Piore, 1979 ). La idea central de esta teoría es que el mercado de trabajo se compone de dos segmentos: uno primario, con salarios elevados, buenas condiciones de trabajo, prestigio asociado y estabilidad; y uno secundario, caracterizado por bajos salarios, precariedad, inestabilidad y peores condiciones de trabajo. En coherencia con el planteamiento de la movilidad social dentro de la estructura de clase, la teoría de la segmentación de los mercados de trabajo señala que ambos segmentos poseen la característica de apertura hacia adentro y cierre hacia afuera de cada segmento. Así, consideramos el análisis de la movilidad ocupacional absoluta y relativa dentro de cada segmento de trabajo, considerados como clúster de ocupaciones ( Aysa-Lastra y Cachón, 2013a y 2013b ), utilizando la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88).

Dos hipótesis de investigación guían este trabajo:

  1. Aquellos grupos nacionales con más arraigo en la ciudad, y que poseen comunidades con mayor presencia en el tejido económico y social, presentan un uso más extendido de su capital social (en forma de redes migratorias). En aquellos grupos de más reciente llegada, se presentan redes más cerradas, fundamentalmente compuestas por “lazos fuertes” (Granovetter, 1983 y 1973).

  2. Siguiendo el planteamiento de Chiswick (Chiswick et al., 2005; Chiswick, 1979, 1978 y 1977), encontramos trayectorias de movilidad ocupacional descendente en la primera transición laboral (último trabajo en origen/primer trabajo en destino) y de movilidad ascendente en la segunda transición laboral (primer trabajo en destino/último trabajo en destino). Es decir, una pauta de movilidad ocupacional en forma de “U”. Sin embargo, en línea con el análisis sociológico de la movilidad social de Erikson y Goldthorpe (2002 y 1992) y con la teoría de los mercados de trabajo duales (Doeringer y Piore, 1985; Piore, 1979), ambos movimientos ocupacionales se producen dentro de cada segmento de trabajo, esto es, una pauta de movilidad ocupacional segmentada en forma de “U”. Lo que supone que la estructura social tiende hacia la reproducción y que la “fluidez social” se da al interior de los segmentos de trabajo, y escasamente entre ellos.

Metodología y fuentes de datos

En esta investigación utilicé datos de tres fuentes: datos del Departamento de Extranjería y Migración (DEM) del Ministerio del Interior de Chile sobre la población inmigrante, estimados a partir del último Censo de población válido (2002) y de los registros administrativos migratorios en el período 2005-2014 (visas, permisos, nacionalizaciones, solicitudes de refugio y expulsiones) ( Ministerio del Interior, 2016 ); datos procesados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), en su versión 2015 ( Ministerio de Desarrollo Social, 2016 ), cuya unidad de análisis es el hogar y las personas que residen en él; y datos generados con una encuesta de desarrollo propio en el marco de mi tesis doctoral, denominada “Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015”, realizada entre los meses de abril y junio de 2015.

El universo muestral consistió en inmigrantes de ambos sexos, entre 18 y 65 años de edad y un tiempo de residencia mínimo de seis meses, de los cinco países de habla hispana con mayor peso cuantitativo en la ciudad de Santiago (Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador y Colombia), los que juntos representan 65% de la inmigración de la RMS. Se aplicó un método de muestreo por cuotas no probabilístico. La muestra se fijó en 700 casos, 140 para cada grupo nacional, divididos entre hombres (70) y mujeres (70).

Para evitar una sobrerrepresentación de individuos ( Corbetta, 2007 ) con determinados perfiles más fáciles de localizar por sus ocupaciones (trabajadores del comercio y servicios), durante el trabajo de campo se combinó la captación activa en la vía pública con la técnica de bola de nieve y se limitó los contactos obtenidos por ésta última con dos medidas: 1) restringir el número de contactos captados a partir del contacto inicial a un máximo de dos, sin que surgieran más contactos a partir de éstos últimos; y 2) los contactos obtenidos no debían ser familiares del contacto inicial. La muestra final, ligeramente diferente a la proyectada debido a dificultades de localización y errores de no respuesta ( Corbetta, 2007 ), se muestra en la Tabla 2.

Tabla 2. Muestra Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015 

Nacionalidades Hombres Mujeres Total
Perú 70 69 139 (8.3%)
Argentina 95 64 159 (7.8%)
Bolivia 60 82 142 (8.2%)
Ecuador 61 47 108 (9.4%)
Colombia 73 79 152 (7.9%)
Total 359 (5.2%) 341 (5.3%) 700 (3.7%)

FUENTE: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015.

Nota: Entre paréntesis errores muestrales, a un nivel de confianza del 95%.

En el apartado de resultados, cuando el análisis considera a los inmigrantes de las cinco nacionalidades contempladas en la encuesta como agregado, la muestra es ponderada según pesos relativos y distribución por sexos de cada una de los grupos, con el objetivo de acercarse a las características de la población en Santiago. En estos casos hablo de inmigrantes sudamericanos. Cuando las observaciones se enfocan en los grupos nacionales, la muestra no está ponderada para contar con suficientes casos para el desarrollo de un análisis comparativo.

Para el análisis de movilidad ocupacional absoluta y relativa utilizo la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), en su versión de un dígito (sin considerar la categoría 0, Fuerzas Armadas):

  1. Miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos y personal directivo de la administración pública y de empresas

  2. Profesionales, científicos e intelectuales

  3. Técnicos y profesionales de nivel medio

  4. Empleados de oficina

  5. Trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados

  6. Agricultores y trabajadores calificados agropecuarios y pesqueros

  7. Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas, y otros oficios

  8. Operadores de instalaciones y máquinas y montadores

  9. Trabajadores no calificados

Esta clasificación de ocupaciones, en línea con los planteamientos de la teoría de la segmentación de mercados de trabajo, se agrupa en dos segmentos: primario, ocupaciones 1 a 4; y secundario, ocupaciones 5 a 9. Los procesos de movilidad ocupacional absoluta de los inmigrantes sudamericanos en su primera transición (última ocupación en origen y primera en Santiago) y segunda transición (primera ocupación en Santiago y al momento de la encuesta) se analizan a través de distribuciones conjuntas ponderadas, mostradas en tablas de entrada (origen) y salida (destino) para las dos transiciones. El análisis de la movilidad ocupacional relativa o de “fluidez social” se realiza a través de razones de probabilidad (odds ratio3 ) agregadas por segmentos del mercado de trabajo primario (ocupaciones 1-4) y secundario (ocupaciones 6-9), considerando como categoría ocupacional de referencia la categoría 5, ya que se considera como una “zona de amortiguación” o de límite entre ambos segmentos ( Parkin, 1978 ).

Para ambos tipos de análisis utilizo una submuestra de encuestados compuesta por inmigrantes que tuvieron empleo en origen, obtuvieron un primer empleo en Santiago y, al momento de la encuesta, estaban empleados en la ciudad. Estas tres condiciones se aplicaron de forma sumativa. En los análisis de movilidad laboral no se controló la variable tiempo ya que 55% de esta submuestra residía en Santiago por un tiempo igual o menor a tres años; un 70% por un tiempo igual o menor a cinco años. Es decir, se trata de migrantes de reciente llegada a la ciudad.

RESULTADOS

En términos de inserción en el mercado de trabajo, la tasa de participación económica de los inmigrantes sudamericanos de 15 y más años de edad es considerablemente más alta que la presentada por la población chilena para el mismo segmento etario: 80.8% frente a 62.4%, respectivamente ( Ministerio de Desarrollo Social, 2016 ). A su vez, los inmigrantes sudamericanos presentan tasas de ocupación (76.6%) y desocupación (5%) mejores que la población nacida en Chile (58.1% y 7%, respectivamente), lo que refuerza la idea de que se han insertado en el mercado de trabajo en Santiago de forma muy activa ( Ministerio de Desarrollo Social, 2016 ), confirmando lo señalado por Chiswick en relación a la autoselección de los inmigrantes (2008, 1979 y 1978).

Redes migratorias

La principal fuente de apoyo que declararon tener los inmigrantes sudamericanos en sus primeros seis meses en la ciudad fueron sus familiares y amigos inmigrantes (Tabla 3). Se pueden identificar elementos diferenciados según grupos nacionales: los inmigrantes ecuatorianos se apoyan en redes cerradas, preponderantemente compuestas por familiares o de “lazos fuertes” ( Granovetter, 1983 y 1973 ); los inmigrantes peruanos, bolivianos y colombianos, en redes más extendidas, donde además de familiares, cobran importancia amigos inmigrantes, conocidos y contactos; la inmigración de origen argentino se apoya en la red más abierta, en la que destacan –además de las personas mencionadas para los otros grupos– amigos chilenos y empresarios, es decir, con mayor presencia de “lazos débiles” ( Granovetter, 1983 y 1973 ). Un elemento a destacar es la poca importancia para los inmigrantes de las instituciones de la administración pública (municipalidades y gobierno), a un nivel inferior que el mostrado por iglesias y Organizaciones de la sociedad civil (OSC), expresando la escasa relevancia de la política migratoria en el país ( Stang, 2016 ; Thayer, 2015 ; Stefoni, 2011 ).

Tabla 3. Fuentes de apoyo del inmigrante en sus primeros seis meses de residencia en Santiago según nacionalidad 

Fuente de apoyo Nacionalidad (%)
Perú Bolivia Argentina Colombia Ecuador
Familiares 36.3 30.8 30.5 31.9 41.4
Amigos inmigrantes 35.1 29.6 19.5 31.4 21.9
Amigos chilenos 7.6 8.9 25.3 8.1 7.8
Vecinos 1.2 4.7 0.5 1.1 0
Contactos/conocidos 7.6 7.7 10 9.2 11.7
Municipalidad/gobierno 0.6 0 0 1.1 0.8
Iglesias/OSC 1.8 1.8 1.6 2.7 3.9
No tuvo 9.4 15.4 11.6 13 11.7
Otra 0.6 1.2 1.1 1.6 0.8
Total 100% 100% 100% 100% 100%

Fuente: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015.

Nota: Datos relativos a número de menciones (N=843) de los sujetos encuestados (N=696).

Con respecto a las redes que funcionan como proveedores de oportunidades de trabajo, en la Tabla 4 se aprecia que la incidencia relativa de determinados actores se acentúa en detrimento de otros: disminuye la importancia de la familia en la obtención de un trabajo en favor de los amigos inmigrantes y de los contactos/conocidos; respecto de este último actor, la importancia relativa en relación a introducirse en el mercado de trabajo aumenta de manera muy significativa. Este hecho nos indica que los contactos y conocidos en el momento de brindar una conexión, son más eficientes que familiares y amigos chilenos para la ayuda a obtener un trabajo, en la línea del planteamiento de la fortaleza de los “lazos débiles” por sobre los “lazos fuertes” ( Granovetter, 1983 y 1973 ).

Tabla 4. Fuentes de apoyo del inmigrante para encontrar su primer trabajo en Santiago según nacionalidad 

Fuente de apoyo Nacionalidad (%)
Perú Bolivia Argentina Colombia Ecuador
Familiares 21.9 16 9.8 16.3 25.4
Amigos inmigrantes 36.8 24 13.5 36 20.2
Amigos chilenos 6.5 8.7 14.7 7.6 7.9
Vecinos 1.9 2 0.6 1.2 1.8
Contactos/conocidos 14.2 13.3 17.2 8.1 14.9
Municipalidad/gobierno 0.6 0 1.2 0.6 0
Iglesias/OSC 4.5 2.7 1.8 2.9 5.3
No tuvo 10.3 30.7 36.8 25.6 22.8
Otra 3.2 2.7 4.3 1.7 1.8
Total 100% 100% 100% 100% 100%

Fuente: Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015.

Nota: Se muestran datos relativos a número de menciones (N=754) de los sujetos encuestados (N=696).

Un quinto de los inmigrantes sudamericanos declaró no haber tenido apoyo al momento de encontrar un trabajo en Santiago, cifra que aumenta considerablemente para el caso específico de argentinos (36.8%) y bolivianos (30.7%). Ambos casos pueden considerarse como extremos de un continuo en el que, por razones diferentes, deben gestionar su incorporación en el mercado de trabajo de una forma más autónoma que el resto de los grupos: en el caso de la inmigración argentina, gracias a que posee los mayores niveles educacionales y es la de mayor antigüedad en la ciudad, puede insertarse en el mercado de trabajo transfiriendo sus propias credenciales ( Chiswick, 1997 ); en el caso de la inmigración boliviana, con los menores índices educacionales y de mucho más reciente arribo, esta inserción debe producirse a través de otras estrategias, entre las cuales está el acercarse a otros grupos de inmigrantes. En el otro extremo, la inmigración de origen peruano presenta la menor proporción de personas que declara no haber tenido apoyo para obtener un trabajo, cuestión que se explica por su importancia cuantitativa en la ciudad y su consecuente expansión de redes de contactos, negocios de la comunidad, entre otros.

Movilidad ocupacional absoluta

Los procesos de movilidad ocupacional absoluta que experimentan los inmigrantes sudamericanos en su primera y segunda transición laboral se muestran, respectivamente, en las Tablas 5 y 6. Los resultados muestran que el patrón es la inmovilidad y allí donde se producen trayectorias ascendentes y descendentes, estas se producen mayoritariamente dentro de los segmentos, lo que expresa el cierre de los grupos entre ellos y una relativa movilidad dentro de ellos. En la primera transición ocupacional (Tabla 5) más de la mitad de los inmigrantes mantuvo la categoría ocupacional que tenía en su último trabajo en su lugar de origen (56.6%), un tercio experimentó movilidad descendente (33.2%), y solo un 10.2% experimentó movilidad ascendente. Respecto a la movilidad entre segmentos de mercado de trabajo, entre los que ascendieron (10.2%), un 8.3% lo hizo dentro del segmento secundario, un 0.9% dentro del primario, y solo un 0.9% ascendió desde el segmento secundario al primario. Entre los que descendieron (33.2%), un 19.2% lo hizo dentro del segmento secundario, un 2.3% dentro del primario y un 11.7% descendió desde el primario al secundario.

Tabla 5. Movilidad ocupacional absoluta (distribuciones porcentuales) de inmigrantes sudamericanos entre última ocupación en origen y primera ocupación en Santiago 

Primera ocupación en Santiago
Última ocupación en origen   1 2 3 4 5 6 7 8 9 % N
1 2.5 0.0 0.2 02 1.1 0.0 0.0 0.0 0.2 4.2 22
2 0.2 5.1 0.2 1.1 0.4 0.0 0.0 0.2 0.9 8.1 43
3 0.2 0.2 1.1 0.6 0.6 0.0 0.0 0.0 2.5 5.1 27
4 0.2 0.0 0.2 3.4 3.6 0.0 0.0 0.0 2.3 9.6 51
5 0.0 0.0 0.0 0.8 19.2 0.0 1.1 1.1 12.5 34.7 184
6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.2 0.0 0.2 0.0 0.4 0.8 4
7 0.0 0.0 0.0 0.0 1.3 0.0 3.6 0.6 1.7 7.2 38
8 0.0 0.0 0.0 0.0 1.7 0.4 0.6 0.4 1.7 4.7 25
9 0.0 0.2 0.0 0.0 3.0 0.0 0.6 0.6 21.3 25.7 136
% 3 5.5 1.7 6 31.1 0.4 6 2.8 43.4 100  
N 16 29 9 32 165 2 32 15 230   530

FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015.

Nota: Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), versión de un dígito (ver Metodología). La diagonal que recorre la tabla desde la esquina superior izquierda hacia la esquina inferior derecha (en negrita) muestra la proporción de inmigrantes que experimentaron inmovilidad; por encima de la diagonal, aquellos que descendieron; y por debajo, aquellos que ascendieron.

Tabla 6. Movilidad ocupacional absoluta (distribuciones porcentuales) de inmigrantes sudamericanos entre primera ocupación en Santiago y ocupación actual 

Última ocupación en Santiago
Primera ocupación en Santiago   1 2 3 4 5 6 7 8 9 % N
1 2.6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 2.6 14
2 0.4 4.4 0.2 0.6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 5.5 30
3 0.0 0.0 1.8 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 1.9 10
4 0.0 0.2 0.0 5.9 0.7 0.0 0.0 0.0 0.0 6.8 37
5 0.7 0.4 0.4 0.9 29.0 0.0 0.0 0.2 2.2 33.8 183
6 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0
7 0.2 0.0 0.0 0.0 0.7 0.0 4.2 0.6 0.2 5.9 32
8 0.0 0.2 0.0 0.0 0.0 0.0 0.9 1.5 0.2 2.8 15
9 0.2 0.4 0.6 1.1 7.9 0.2 0.6 0.9 29.0 40.8 221
% 4.1 5.5 3 8.5 38.4 0.2 5.7 3.1 31.6 100  
N 22 30 16 46 208 1 31 17 171   542

FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015

Nota: Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO-88), versión de un dígito (ver Metodología). La diagonal que recorre la tabla desde la esquina superior izquierda hacia la esquina inferior derecha (en negrita) muestra la proporción de inmigrantes que experimentaron inmovilidad; por encima de la diagonal, aquellos que descendieron; y por debajo, aquellos que ascendieron.

Respecto de la segunda transición ocupacional (Tabla 6), el 78.4% de los inmigrantes encuestados mantuvo su grupo ocupacional, un 4.8% descendió y un 16.8% experimentó movilidad ascendente. El patrón mayoritario de movilidad absoluta es de invarianza y entre aquellos que experimentaron movilidad, tanto ascendente como descendente, un 90% lo hizo dentro de su propio segmento de trabajo, corroborando el planteamiento de la discontinuidad entre posiciones sociales en la estructura social ( Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ), expresadas en segmentos de trabajo ( Doeringer y Piore, 1985 ; Piore, 1979 ).

Un análisis grueso respecto de los mercados de trabajo –primario y secundario– muestra que la proporción de inmigrantes ocupados en su último trabajo en origen era de 27% en el mercado primario y 73% en el secundario; en su primer trabajo en Santiago esta proporción cambió a 16.8% frente a 83.2% respectivamente, es decir, hubo un descenso ocupacional del primer al segundo segmento (Tabla 5). Las causas de este descenso estructural deben buscarse en factores exógenos ( Goldthorpe, 2010 ), que son, para el caso de Santiago de Chile, el predominio de empleos con bajos salarios en el mercado de trabajo (comercio, construcción, servicio doméstico) y un contexto de entrada marcado por la discriminación y el racismo ( Tijoux, 2016 ; Mora y Undurraga, 2013 ). Por su parte, la Tabla 6 muestra que la distribución de ocupados entre segmentos de trabajo primario y secundario al momento de responder la encuesta fue de 21% a 79% respectivamente, por lo que hubo un movimiento de contramovilidad pero que no fue suficiente como para alcanzar las posiciones iniciales en origen.

Analizadas ambas transiciones, se puede señalar que en la segunda transición ocupacional los inmigrantes sudamericanos, en términos agregados, recuperan parte del descenso ocupacional experimentado en la primera transición. Ambas transiciones nos señalan la existencia de un patrón de movilidad ocupacional en forma de “U” ( Chiswick et al., 2005 ; Chiswick, 1978 ): movilidad de tipo descendente en la primera transición y contramovilidad ascendente en la segunda transición ( Aysa-Lastra y Cachón, 2013a y 2013b ).

Movilidad ocupacional relativa

El examen de las pautas de movilidad ocupacional relativa (Tabla 7), a través de los logaritmos naturales de razones de probabilidad (odds ratios) de las dos transiciones ocupacionales mostradas en las Tablas 5 y 6 , permite señalar en ambas transiciones dos patrones regulares. Primero, la movilidad ocupacional se produce al interior de cada segmento y es muy marginal hacia fuera de ellos. Tanto en la primera como en la segunda transición hay “fluidez” dentro de los segmentos y “cierre” entre ellos. Segundo, la movilidad –descendente en la primera transición y ascendente en la segunda– se produce mayoritariamente dentro de cada uno de los segmentos de trabajo.

Tabla 7. Movilidad ocupacional relativa (logaritmos naturales de razones de probabilidad) entre segmentos de trabajo primario y secundario de inmigrantes sudamericanos en Santiago en las dos transiciones ocupacionales 

  Primera transición  
  Primera ocupación en Santiago  
Última ocupación en   Primario Secundario N (%)
Primario 4.1 -1.1 113 (40%)
origen Secundario -* 2.6 170 (60%)
  N (%) 82 (29%) 201 (71%) 283 (100%)
  Segunda transición  
  Última ocupación en Santiago  
Primera ocupación en   Primario Secundario N (%)
Primario 5 -** 87 (28%)
Santiago Secundario 0.9 7.3 221 (72%)
  N (%) 101 (33%) 207 (67%) 308 (100%)

FUENTE: Datos relativos calculados sobre muestra ponderada. Encuesta de Inmigrantes Sudamericanos en Santiago de Chile 2015.

Nota: Media no ponderada de los logaritmos naturales de las razones de probabilidad de las 16 casillas de cada segmento de las tablas 5 y 6. Categoría de referencia: 5. En casillas sin datos se añadió 0.01 observaciones para calcular las razones de probabilidad.

*Sin cálculo porque solo hay un sujeto en la casilla.

**Sin cálculo porque no hay sujetos en esta casilla.

Ambas regularidades confirman el patrón de movilidad ocupacional en forma de “U”, pero de carácter segmentado, esto es, de movilidad descendente en la primera transición ocupacional y contramovilidad ascendente en la segunda transición ocupacional dentro de cada segmento de trabajo: “fluidez social” ( Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ) que se manifiesta dentro de cada segmento de trabajo y escasamente entre los segmentos. Este hallazgo se muestra en línea con otras investigaciones ( Simón, Ramos y Sanromá, 2014 ; Aysa-Lastra y Cachón, 2013a y 2013b ) acercándose a los planteamientos de la teoría de la asimilación segmentada ( Zhou, 1997; Portes y Zhou, 1993 ).

CONCLUSIONES

La inmigración sudamericana en Santiago es ya parte de la fisonomía de la ciudad. Su incorporación en el mercado de trabajo resulta ser más intensa que la de la población nacida en Chile en términos de tasas de participación, ocupación y desempleo. Esta tendencia ha sido explicada en la literatura económica con el término de “autoselección” ( Chiswick, 2008 , 1979 y 1978 ), en el sentido de que a iguales características demográficas (edad, educación, sexo) los inmigrantes tienen una orientación hacia el mercado de trabajo más activa que los autóctonos.

Dos características de la inmigración sudamericana son destacables. La primera, sus mayores niveles educativos formales: en términos generales, 1.4 años más de escolaridad que la población chilena en el mismo rango etario. La segunda, presenta una alta tasa de feminización, con algunos grupos nacionales cercanos a 60%. Parece claro, para el caso de la inmigración sudamericana en Santiago, el papel protagónico de la mujer en los procesos de toma de decisión y desarrollo de trayectorias migratorias, lo que se ha denominado “feminización de la supervivencia” ( Sassen, 2003 ).

El presente artículo mostró empíricamente el papel clave que juega el capital social en forma de uso de redes, en la incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago de Chile. En términos generales, un 85% de los inmigrantes sudamericanos utilizó sus redes (familiares, amigos inmigrantes, amigos chilenos y contactos/conocidos) en su proceso de llegada y primeros meses en la ciudad. En este sentido las redes funcionaron como un mecanismo de amortiguación de la llegada a destino, aminorando los costos económicos, emocionales y sociales del proceso migratorio ( Tilly, 2007 y 1990 ; Massey et al., 2006 ; Gurak y Caces, 1992 ). Esta construcción de un tejido social, económico y simbólico, que se extiende y complejiza –uniendo migrantes en destino y no migrantes en origen–, evidencia lo que Portes y Rumbaut (2010) han señalado como su función de microestructura de las migraciones.

Respecto de la primera inserción en el mercado de trabajo, se aprecia cómo familiares pierden relevancia respecto de contactos y conocidos al momento de encontrar un primer trabajo en Santiago. Esta fortaleza de los “lazos débiles” por sobre los “lazos fuertes” ( Granovetter, 1983 y 1973 ) subraya el carácter complejo y diversificado de las redes migratorias, capaces de brindar recursos —en este caso oportunidades de trabajo— a cuyo acceso no tendrían los inmigrantes dentro de su red más cercana. En este proceso se constataron diferencias entre los cinco grupos nacionales: inmigrantes argentinos, con mejores niveles educacionales y de mayor antigüedad en la ciudad, descansan menos en las redes –las que en su caso son de mayor amplitud que el resto– y más en la transferencia de sus credenciales ( Chiswick, 1997 ); inmigrantes bolivianos, con los niveles educacionales más bajos y de reciente llegada a la ciudad, dependen en gran medida de su acercamiento a otros grupos, principalmente peruanos; inmigrantes colombianos y ecuatorianos muestran patrones similares, aunque éstos últimos presentan redes más cerradas, compuestas fundamentalmente por familiares. Por su parte, la inmigración peruana, que supone 50% de la inmigración en la ciudad de Santiago, muestra la red más intensa en familiares y amigos inmigrantes, así como contactos y conocidos. Es, además, el grupo que marcó la menor proporción de personas que manifestaron no contar con ayuda en su primera inserción laboral en la ciudad. Datos que confirman los hallazgos de investigaciones cualitativas que han sostenido la presencia de una fuerte comunidad – económica, sociocultural y política– peruana ( Garcés, 2014a , 2014b ; Margarit y Bijit, 2014 ; Ducci y Rojas, 2010 ; Luque, 2007 ; Stefoni, 2005 ).

Este trabajo también encontró dinámicas de incorporación entre los inmigrantes sudamericanos en Santiago en línea con lo que plantea la teoría de los mercados de trabajo duales ( Piore, 1979 ), en lo que respecta a la primera transición ocupacional. Las migraciones internacionales obedecen a una demanda permanente y crónica de mano de obra en las sociedades más desarrolladas, debido a que los trabajadores autóctonos no completan los trabajos precarios, no cualificados e inestables ( Massey et al., 2006 ; Arango, 2003 ; Piore, 1979 ).

El análisis de movilidad ocupacional absoluta en la primera y segunda transición laboral de los inmigrantes sudamericanos, mostró trayectorias de movilidad descendentes en la primera, y contramovilidad ascendente en la segunda, señalando la existencia de un patrón de movilidad ocupacional en forma de “U” ( Chiswick et al., 2005 ; Chiswick, 1978 ). Sin embargo, la tendencia mayoritaria es hacia la inmovilidad, esto es, a mantener sus posiciones ocupacionales de origen en destino. Allí donde se manifestaron trayectorias ascendentes o descendentes, éstas se desplegaron dentro de cada segmento de trabajo (primario o secundario).

El análisis de la movilidad relativa o de “fluidez social” ( Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ) corroboró esta última conclusión, al mostrar una pauta de movilidad fluida dentro de cada segmento y escasa entre los segmentos de trabajo, es decir: apertura dentro del segmento y cierre entre ellos, lo que muestra discontinuidades entre las posiciones y una tendencia hacia la reproducción de la estructura social ( Erikson y Goldthorpe, 2002 y 1992 ). A su vez, la pauta de movilidad en forma “U” se presenta de forma segmentada, esto es, al interior de los segmentos primario y secundario del mercado de trabajo, y no de forma indiferenciada a lo largo de las posiciones ocupacionales.

Una mirada a la inserción en el mercado de trabajo permite indicar que no existe un único proceso de incorporación de los inmigrantes sudamericanos en Santiago, sino que hay múltiples caminos y trayectorias, que dependen tanto de las propias características de los grupos migratorios (educación, sexo, edad), de las dinámicas sociales que desarrollen (capital social y uso de redes), como del propio espacio social de incorporación –la ciudad de Santiago y su estructura socioeconómica–. A través del análisis de datos producidos en una encuesta ad-hoc, este artículo buscó esclarecer algunos de los aspectos clave de este proceso de incorporación, encontrando regularidades ya presentes en los resultados de otras investigaciones. Los aportes de este trabajo abren preguntas de investigación en relación a los factores determinantes presentes en las diferentes pautas de movilidad ocupacional en ambas transiciones, como son el capital humano, el capital social, el sexo, la experiencia migratoria, el origen nacional, entre otros.

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2Las citas textuales de obras originales en inglés son de traducción propia.

3Una razón de probabilidad de 1 indica independencia entre las variables de la columna y fila; valores menores o mayores a 1 indican asociación entre ambas variables (Agresti, 2007, p. 29).

Recibido: 18 de Marzo de 2017; Aprobado: 01 de Diciembre de 2017

Traductor: Miguel Ángel Ríos Flores

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