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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.10  Tijuana  2019  Epub 01-Ene-2019

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.2074 

Article

Políticas públicas migratorias en perspectiva agnotológica: omisión y confusión institucionales en torno al expediente “bracero”

Philippe Schaffhauser 1  

1Centro de Estudios Rurales, Colegio de Michoacán, phschaffhauser@yahoo.fr, schaffhauser@colmich.edu.mx


Resumen

Este artículo deriva de una serie de estudios previos que he venido realizando desde 2008 acerca del movimiento de los exbraceros en distintas partes de México. Dicho movimiento tiene varias aristas sociológicas: derechos sociales, migración laboral legal, migraciones de retorno, políticas públicas migratorias, experiencias emocionales de la migración, tercera edad, medio rural, entre otros. Ante esta complejidad de temas, se antoja abordar el papel de la ignorancia en la relación entre braceros y autoridades. La ignorancia, conocida como agnotología desde los trabajos pioneros del historiador Robert Proctor, se ha vuelto objeto de estudio para comprender otro aspecto de la gobernanza contemporánea. Consiste en la producción deliberada de la ignorancia que se infunde y difunde a un público determinado, aprovechando a menudo su vulnerabilidad. Funciona por omisión (ausencia de información) o por confusión (multiplicación de informaciones). Lo anterior constituye mi objeto de estudio cuyos primeros frutos de investigación presento a continuación.

Palabras clave: políticas públicas migratorias; Programa Bracero; agnotología; México-Estados Unidos

Abstract

This article derives from a series of previous studies since 2008 about the movement of former workers in different parts of Mexico. This movement has several sociological edges: social rights, labor migration, return migrations, public migration policies, emotional experiences of migration, old age, rural areas, etc. The role of ignorance in the relationship between braceros and authorities is addressed, in the light of this complexity. Ignorance, known as agnotology from the pioneering works of the historian Robert Proctor, has become an object of study to understand another aspect of contemporary governance. It consists in the deliberate production of ignorance that is infused and spread to a given audience, often taking advantage of its vulnerability. It works by omission (absence of information) or confusion (multiple information). The above is my object of study and then I present its first research results.

Keywords: public migration policies; Bracero Program; Agnotology; Mexico-United States

INTRODUCCIÓN

La ignorancia de la ley no excusa su cumplimiento.

Este artículo expone los primeros resultados de una investigación en curso. Su existencia y pertinencia derivan de una serie de estudios previos que he venido realizando, desde 2008, acerca del movimiento de los exbraceros ( Schaffhauser, 2012 y 2015 ), en distintas partes de México (zonas rurales mismas que urbanas de los estados de Michoacán, Zacatecas y la Ciudad de México). Las indagaciones que he venido construyendo al respecto se conforman, en buena medida, de observaciones directas de asambleas de braceros, marchas y plantones de protesta de los mismos, de mi propia “comparecencia” ante la comisión parlamentaria para el tema de los braceros, en el recinto del Congreso de la Unión, en El Palacio de San Lázaro de la ciudad de México, en mayo de 2012, entrevistas a líderes braceros y público bracero,2 entre otras. Dicha investigación se centra en estudiar y analizar qué fue de los trabajadores migratorios mexicanos después de terminar el Programa Bracero (oficialmente) en 1964; es decir, qué suerte institucional corrieron y cómo han sido atendidos sus derechos sociales por las autoridades correspondientes. Las preguntas anteriores se relacionan concretamente con la constitución de un fondo de ahorro campesino establecido durante los primeros años del programa (1943-1947). Este fondo fue alimentado por las aportaciones de los braceros a quienes se les descontaba un 10% de sus salarios. Su administración y gestión corrieron primero a cargo del banco norteamericano Wells Fargo y posteriormente pasó a manos del Banco Nacional de Crédito Rural para la realización del pago a sus beneficiarios (braceros o derechos habientes de éstos).

Durante el Programa Bracero (1942-1964), esta operación se realizó a cuentagotas y tan solo para unos cuantos dejando en la vulnerabilidad social a la gran mayoría de estos trabajadores migratorios. A los ojos de los ahora exbraceros este proceso se emparienta con una gigantesca estafa de la cual siguen siendo muchos de ellos víctimas y en la cual han incurrido el Estado mexicano y sus instituciones. A criterios del sociólogo lego, dicho proceso corresponde a un problema de estudio que detallo a continuación y contemplo abordar bajo el enfoque de la agnotología, esto es la producción social y cultural de la ignorancia. Parto, en efecto, de la premisa que un fraude o una estafa se nutre siempre de la ignorancia de una multitud determinada.

Así pues, El Fondo De Apoyo Social Para Ex Trabajadores Migratorios Mexicanos –los llamados braceros– implementado en México y Estados Unidos3 entre 2005 y 2012,4 se caracteriza por ser el resultado sinuoso de una lucha emprendida por familias de exbraceros organizados en asociaciones civiles a partir de la década de los 90 del siglo pasado por un lado, y por ser un intento político para corregir los efectos no deseados del Programa Bracero (1942-1964), cuyo objetivo político inicial era la organización pública de la migración laboral mexicana para atender las necesidades de la agricultura e infraestructura de comunicación norteamericanas.5 Dichos inconvenientes derivan de la constitución del arriba señalado Fondo de Ahorro Campesino. La entrega a sus beneficiarios del dinero correspondiente a ese fondo ha sido hasta la fecha accidentada, tardada e ineficiente, dejando defraudados a cientos de miles de exbraceros quienes, hoy en día, viven mayoritariamente en el medio rural mexicano, a menudo, en forma muy precaria. Se calcula que hubo 4’646,199 contratos firmados durante los acuerdos braceros, suma que corresponde a 3’233,755 trabajadores ferroviarios y agrícolas, ya que varios miles de ellos tuvieron dos o hasta más contratos a lo largo del programa ( Schaffhauser, 2012, p.211-212 ).

El movimiento de protesta que suscita el incumplimiento parcial de los derechos sociales plasmados en el Programa Bracero es inédito en México porque se trata de una movilización social amplia (Prácticamente todos los estados de la federación han estado involucrados en ella, e inclusive se ha extendido a varias entidades de la Unión Americana) que agrupa principalmente a personas de la tercera edad y familiares de los mismos. Cabe señalar, dicho sea de paso, que este movimiento cobra cierta relevancia para los estudios de género, ya que una cantidad sustancial de inconformes corresponden en realidad a sus viudas y en el entendido que, según la organización Braceroproa, mueren 14 braceros diariamente.

De lo anterior, se estima que de los más de 3’000,000 de beneficiarios señalados arriba, tan solo sobreviven, hoy por hoy, alrededor de 750,000 veteranos del Programa Bracero. Es más, entre 2005 y 2012 se calcula que 217,656 exbraceros (ver al final del artículo mapas 1 y 2 sobre cartografía de los apoyos sociales en México-Estados Unidos y en Michoacán) recibieron el apoyo social correspondiente al programa de atención a braceros a través del Fideicomiso 2106 (y después renumerado 10230) en las administraciones de los presidentes Fox y Calderón. Esta cantidad corresponde a un tercio del número de braceros aún vivos, y tan solo al 7% de los braceros que participaron en el programa. Dicho movimiento es también sociológicamente significativo porque opone el México rural al México urbano, es decir, el México profundo al México de los centros de decisiones económicas y políticas. Su impacto social y político a nivel nacional constituye una invitación a reflexionar, en general, sobre la situación de los adultos mayores en México, así como sobre el papel del migrante mexicano en la producción de la riqueza nacional (a través de remesas y pagos por fondos de ahorros). Puesto que esta problemática es binacional constituye, asimismo, una incitación para reflexionar sobre las relaciones entre México y Estados Unidos en perspectiva migratoria.

Fuente: Diario Oficial de la Federación 2005 - 2012. Elaboración: Leticia Díaz y Marco A. Hernández / COLMICH. febrero del 2017, Proyecto de investigación Dolores y dólares de la migración: estudios de movimientos de los Braceros a cargo del Dr. Philippe Shaffhauser Mizzi.

Mapa 1. CARTOGRAFÍA DE LOS APOYOS SOCIALES PARA EX BRACEROS MÉXICO - ESTADOS UNIDOS EN EL PERIODO 2005 - 2015 

Fuente: Diario Oficial de la Federación 2005 - 2012, 2015. Elaboración: Leticia Díaz y Marco A. Hernández / COLMICH. Enero del 2017, Proyecto de investigación Dolores y dólares de la migración: estudios de movimientos de los Braceros a cargo del Dr. Philippe Shaffhauser Mizzi.

Mapa 2. CARTOGRAFÍA DE LOS APOYOS SOCIALES PARA EX BRACEROS POR MUNICIPIO EN MICHOACÁN EN EL PERIODO 2005 - 2015 

Dicho de otra manera, el estudio del movimiento bracero se conforma de varias aristas sociológicas. Sus temas son: movimiento social, derechos sociales, migración laboral legalmente organizada,6 migraciones de retorno, políticas públicas migratorias, experiencias emocionales de la migración ( Honneth, 2011 ), tercera edad, medio rural y migraciones, entre otros. Ahora bien mi experiencia teórico-metodológica principalmente basada en el paradigma interaccionista y pragmatista ( Dewey, 2003 ) me ha permitido articular de manera heurística la reflexión sobre el estudio del movimiento de los braceros con su dimensión pública y política; esto es, a través del juego complejo de interacciones que se suscitan desde el inicio de la movilización de los exbraceros, y desembocan en la implementación de un programa de apoyo social dirigido a ellos, mediante la creación en 2005 de un fideicomiso (2106 y posteriormente 10230) bajo el control de la Segob (Ver mapas 1 y 2 sobre cartografía de los apoyos sociales en México-Estados Unidos y en Michoacán anexados al final del artículo). La conducción de dicho programa ha sufrido una serie de maniobras políticas por parte de las autoridades para posponer o detener el curso de su ejecución.7

La correlación de fuerza existente entre el movimiento de los braceros y el poder político pone de relieve una dimensión poco atendida y estudiada por los investigadores y que tiene que ver con la ignorancia que produce la autoridad pública para encubrir o tergiversar aspectos de su relación con el público inconforme. Se antoja, incluso, plantear que la ignorancia, conocida también como agnotología desde los trabajos pioneros del historiador Robert Proctor (2008) , es un método para la “gobernanza contemporánea”. Consiste en la producción deliberada de la ignorancia que se infunde y difunde a un público determinado, aprovechando a menudo su vulnerabilidad. Lo anterior constituye el objeto de estudio de la agnotología que presento a continuación.

¿QUÉ ES LA AGNOTOLOGÍA?

El eje teórico-metodológico de esta investigación descansa en una perspectiva interaccionista heredada del pragmatismo temprano ( Mead, 1964 ; Joas, 1999 ) que consiste en decir que la ignorancia es siempre el producto de una interacción social. La ignorancia es contagiosa, se comparte y se transmite. Es a final de cuentas una interacción. Acorde a otro principio pragmatista que rechaza, a priori, conceptos generales, significa que la ignorancia no es un objeto de estudio en sí o una forma a priori, sino que es una relación y consecuentemente una construcción social, pues la ignorancia está siempre situada y relativa a un mundo o un medio. Su diferenciación con el conocimiento no corresponde a una frontera conceptual clara sino más bien porosa. El eje ignorancia-conocimiento no es entonces una oposición, sino una articulación y cobra una dimensión eminentemente moral constituida por la relación entre verdad y falsedad ( Bouveresse, 2007, p.11-37 ), es decir entre el valor de la primera y la potencia de la segunda.

La problemática de esta investigación inicia con una pregunta sencilla: ¿Por qué no sabemos lo que no sabemos? Para el caso de los exbraceros la pregunta se convierte en: ¿Por qué, durante un largo tiempo, los exbraceros no han sabido lo que desconocían de sus derechos sociales? Así pues, creo indispensable abrir aquí un paréntesis que permita al lector entender las aristas que contiene la producción cultural de la ignorancia o agnotología.

Al igual que nuestros colegas de ciencias naturales y exactas, los científicos sociales solemos operar nuestras investigaciones con una base epistemológica independientemente del color y tradición que tenga. A menudo citamos a Thomas Kuhn, para aclarar a partir de qué paradigmas construimos programas de estudio y sus rutas de investigación, a Emre Lakatos, Paul Feyerabend, David Bloor o bien recurrimos a filósofos pertenecientes a tradiciones heteróclitas como Michel Foucault, Ludwig Wittgenstein o Charles S. Peirce para encontrar una pauta que oriente nuestras exploraciones empíricas o construir un asidero teórico que apuntale mejor el sentido de nuestras investigaciones.

Todo ello lo realizamos en aras de la producción del Conocimiento. Somos todos (o muchos) y cada uno epistemologista (que no espistemólogo), es decir creemos fehacientemente en la relación entre ciencias y conocimiento. Además, desde Jürgen Habermas y su libro fundante Ciencia y técnica como “ideología” (1986) en sociología muchos creemos en la producción de conocimiento como constructo organizado alrededor de un interés tendiente a generar un valor emancipatorio al sujeto mediante dicho conocimiento. Partiendo de este supuesto significa que, entre mejor conocemos el mundo social y cultural en que vivimos, aumenta más la posibilidad de convertirlo en un mundo más habitable y hospitalario para todos.

Sin embargo, las ciencias exactas y naturales, así como las ciencias sociales y humanidades, son actividades socialmente instituidas, lo cual implica su participación en los asuntos de la sociedad, su cercanía administrativa con el Estado y el poder político de los que por ejemplo dependen económicamente los centros públicos de investigación (CPI) y las universidades en México, a pesar de la autonomía de la que gozan varias de las mismas. El margen de maniobra y libre albedrío para los primeros es siempre motivo de pugna y negociación con la administración de la investigación en las ciencias sociales. Esta restricción tiende a orientar el tipo de conocimiento que producimos, los temas que vamos a investigar y los que no, los métodos para hacerlo de tal o cual manera. Además, la participación de los CPI en el Plan Nacional de Desarrollo para atender la agenda política del gobierno en turno, coloca a la investigación en una función instrumental mediante la cual el temario lo definen y lo acotan instituciones, de acuerdo con una visión política sobre lo que son o deben ser las prioridades nacionales.

Asimismo, el medio académico conforma un juego –lo que Pierre Bourdieu llama un campo social– regido por reglas no siempre explícitas y cuyo illusio ( Cosey, 2005 ) mantiene a sus participantes en la convicción que el juego vale la pena ser jugado, lo cual, a final de cuentas, encubre relaciones de poder (correlaciones de fuerza y sentido) que son lo que define el tipo de juego que hay que jugar: escasez de bienes, violencia simbólica, competencia entre participantes, jerarquía fuera de la crítica, efectos mateo, etcétera. He ahí los ingredientes que producen la propia ignorancia del medio académico sobre sus prácticas y valores y la relación distorsionada entre ambos.

Ahora bien, existe un punto ciego dentro de nuestra reflexión epistemocentrista que consiste en saber qué sucede cuando la ciencia en general, y las ciencias sociales en particular, coparticipa de la producción de la ignorancia social ya sea por omisión o por abundancia de información que terminan ambas por confundir y marear al usuario de este tipo de conocimiento. En general, la ignorancia corresponde a un vacío de conocimiento. Los investigadores, por ser a menudo profesores y docentes, consideramos que es posible colmar este vacío con base en un aprendizaje y mediante la transmisión de conocimientos, es decir cursos, talleres, seminarios, asesorías a distancia o de cara a cara. La ignorancia y el conocimiento son en este sentido un asunto de vasos comunicantes. Por decirlo de alguna manera, el estudiante llega a estudiar con un cerebro vacío y lo va llenando conforme avanza su formación universitaria. Sin embargo, qué pasa cuando la información es mucha, diversa, variada y plantea un problema de criterios de elección y discriminación para su uso cabal.

Existen temas identificados por historiadores norteamericanos que corresponden a esta confusión y proceden de los lazos existentes (o por la colusión de intereses) entre algunos científicos, una minoría de sujetos cuya trayectoria se ha realizado principalmente fuera de los recintos académicos, y grandes consorcios industriales. La publicación de informes por parte de dichos científicos participa de lo que Robert Proctor (2008) llama la producción cultural de la ignorancia, y que Eric Conway y Naomi Oreskes llaman “la fábrica de la duda” (2010). Gozando del estatuto de especialista o perito oficial, sus trabajos consisten en confundir al ciudadano, lo cual permite desacreditar otros informes “serios” mediante la relativización del conocimiento, y lograr así cancelar o demorar decisiones políticas sobre problemas públicos que requieren decisiones prontas y enérgicas. En este caso, lo que impera no es el vacío de información, sino la inflación de la misma, que provoca contradicciones, dudas y perplejidad entre el público sobre cómo manejar adecuadamente la información correspondiente. Se trata de una suerte de nuevo sofismo.

Las grandes tabaqueras, la industria del asbesto, las compañías mineras que utilizan químicos como el mercurio, han logrado hacernos creer, para que sus productos sigan consumiéndose, que importa más saber si la ciencia puede comprobar totalmente su peligrosidad y no saber si son nocivos o inocuos para la salud. He ahí donde entran en acción “los mercaderes de la duda” ( Conway y Oreskes, 2010 ). La noción de peligro se convierte en un dato relativo: pierde su dimensión real para ser un problema de interpretación con todo y sus matices. Si agregamos a lo anterior el tema del medio ambiente y las tergiversaciones que ha ocasionado tocar dicho tópico en los últimos años, tenemos he ahí una veta que han explorado agnotólogos como Robert Proctor (2008) , Naomi Oreskes o Erik Conway (2010) . Sus estudios tienen mucho que ver con escándalos públicos, que ponen de relieve la responsabilidad de políticos, el derecho a la información y la transparencia para temas de salud pública, y procuran restablecer el papel moral de la ciencia para desmentir imposturas científicas. Aquí se cierra el paréntesis.

PROBLEMA DE ESTUDIO

El análisis se centra en cómo el poder político, las instituciones públicas y la implementación de políticas públicas en materia de migración son también creadoras de ignorancia o agnotología. Producen engaños y desengaños entre el público que pretenden atender. El papel de la ciencia y en este caso de las ciencias sociales es también importante considerar porque de ellas se producen inducciones que desorientan a los beneficiarios de estas acciones públicas. En el caso de los exbraceros esta dimensión es particularmente palpable históricamente, a través del llamado Programa Bracero, y sociológicamente, a través de la implementación del programa de apoyo social a exbraceros.

No es nimio decir que el tema bracero se ha atendido principalmente por historiadores norteamericanos ( Craig, 1971 ; Calavita, 1992 ) y en menor medida mexicanos, ( Durand, 2007 ; Vézina, 2016 ) centrado en el estudio del “Programa Bracero” y sus distintas aristas y antecedentes ( Alanís, 1999 ), esto es en detrimento de una sociología del problema bracero que aborda la lucha y la condición actual de dichos extrabajadores migratorios. Esta orientación es muestra también del interés en ciencias sociales y humanidades por estudiar un determinado tema de investigación.

Es preciso aclarar que parto de una serie de abducciones (en el sentido planteado por Charles S. Peirce, 1988 ) que constituyen un halo de misterios en torno al programa y problema braceros. Son puntos de ignorancia donde no sabemos los científicos responder correctamente a dichos enigmas. Éstos son cinco y provocan cierta perplejidad por su planteamiento tan sencillo en forma de pregunta:

  • ¿Cuándo termina realmente el Programa Bracero en 1964 o en 1967?

  • ¿Cuántos braceros hubo en total durante el programa?

  • ¿Qué cantidad de dinero le correspondió al Fondo de Ahorro Campesino que se constituyó?

  • ¿Cuántos intereses ha estado generando hasta la fecha el dinero acumulado en dicho fondo (anatocismo)?

  • ¿Por qué después de concluir el Programa Bracero, no hubo reacciones, protestas, inconformidades e impugnaciones por parte de estos trabajadores migratorios mexicanos, sino hasta mediados de la década de los noventa del siglo pasado?

Hoy en día, nadie puede contestar a ciencia cierta estas preguntas ya que cada una constituye en sí un campo de exploración para la investigación. Sin embargo, este desconocimiento o digamos, el carácter endeble del conocimiento sobre estos temas, no impide que autoridades, igual que investigadores, acuerden decir, por ejemplo, que el programa concluyó en 1964, refiriendo así a la actividad parlamentaria del Congreso de la Unión Americana que no prorrogó por otro tiempo el Programa Bracero y pasando por alto que el departamento de trabajo de los Estados Unidos siguió registrando contratos de trabajo para jornaleros mexicanos hasta 1967.

Esta interpretación sesgada no es nimia porque surte efecto hoy en día en la atención a los exbraceros por parte de las autoridades mexicanas, ya que éstas descartan a todos aquellos braceros que trabajaron entre 1965 y 1967; es decir, quedan excluidos del padrón de apoyo social los derechos laborales correspondientes 36,636 contratos de trabajo. Para las autoridades simple y sencillamente estos trabajadores no fueron braceros ( Schaffhauser, 2015, p.3 ). Vemos así cómo los dos primeros enigmas están lógicamente interrelacionados.

Tabla 1. Número de contratos durante el Programa Bracero (1942-1967) 

Año Número de contratos
1942-1964 4'646,199
1965 20,286
1966 8,647
1967 7,703

Fuente: Bustamante (1976, p.27).

Asimismo, existe una confusión entre el número de trabajadores y el número de contratos de trabajo, ya que los primeros pudieron repetir eventos laborales bajo esta figura jurídica. Significa que hoy en día circulan diferentes cifras sobre el número de braceros que son en realidad estimaciones sobre la cantidad real de trabajadores involucrados en dicho programa. Todo ello desemboca en una suerte de cacofonía cuantitativa que corrobora la máxima del primer ministro británico de la Reina Victoria, Sir Disraelí quien afirmaba que las estadísticas son el arte de mentir con alarde de precisión. Por lo tanto la pequeña tabla arriba señalada habla precisamente de contratos de trabajo en los Estados Unidos y no del número de braceros que participaron en el programa.

Lo anterior es una pequeña muestra acerca de las imprecisiones que envuelven en un halo de imprecisiones el expediente bracero: en definitiva, no sabemos cuántos han sido realmente los braceros; y tampoco sabemos con precisión cuándo terminó el Programa Bracero: ¿en 1964 o en 1967? ( Centro de Estudios de Finanzas, 2008, p.4 ). Las confusiones que genera la producción de datos y conocimientos en torno al Programa Bracero constituyen una vertiente de la agnotología porque se traslapa la producción del conocimiento científico (sociología e historia, principalmente) con su uso político (gobierno y autoridades a cargo) y social (asociaciones y públicos braceros); la primera constituye un proceso continuo de esfuerzos por construir y contar con una información confiable, en tanto que el segundo corresponde a una concepción fija y terminante de la información; ésta se convierte en una verdad longeva o eterna en vez de ser, de acuerdo a la epistemología de Karl Popper, un dato no falseado por el momento.

En otras palabras, si bien las ciencias sociales y humanidades son capaces de producir un conocimiento con fundamento, también parece evidente que, fuera del ámbito académico, el uso de este conocimiento, sin arroparse de precauciones epistemológicas necesarias, puede tender a desvirtuarse e integrar finalmente una jerga retórica que favorece o atiende intereses políticos coyunturales que distan muchos del espíritu científico plasmado en los protocolos que guían las investigaciones en ciencias sociales y humanidades. En resumen, el proceso de ignorancia por omisión consiste, deliberadamente o no (la subjetividad aquí no importa tanto, sino lo que importa es el resultado y la consecuencia de la omisión), en presentar una información como si fuera completa y su contenido perfectamente acotado. En este sentido, podemos considerar que la omisión funciona en las interacciones entre públicos e instituciones como un sesgo social y político.

Durante mi investigación sobre el proceso que condujo a la emergencia del movimiento de los exbraceros surgió una pregunta que se convirtió en un cabo suelto que no podía explicar teóricamente ni tampoco documentar empíricamente: ¿por qué después del fin del Programa Bracero, oficialmente en 1964, siguió un periodo de silencio de aproximadamente 30 años? y ¿por qué callar entonces tanto tiempo para luego levantar la frente, alzar la voz y arremeter de modo súbito contra las autoridades para señalar su incumplimiento y reclamar el dinero correspondiente al fondo de ahorro? No tenía elementos tangibles para explicar este proceso y su vuelco repentino que condujo a la expresión del descontento bracero. Dicha pregunta se transformó en búsqueda.

PRIMERA PISTA DE EXPLORACIÓN

Con base en los supuestos que plantea la agnotología considero, a manera de hipótesis general, que buena parte de este silencio tiene que ver con la omisión en la que incurrieron las administraciones bancarias e instituciones públicas por no alertar a tiempo a los braceros sobre este tema, recordarles debidamente y enfatizar sus derechos sociales sobre el pago del Fondo de Ahorro Campesino.8 En este sentido, la agnotología –o producción de la ignorancia– consistió básicamente en descuidar la comunicación de la información dirigida a los beneficiarios de dicho fondo.

Sin embargo, el estado de ignorancia en que estaban sumisos los braceros durante el programa puede corresponderse con la propia ignorancia de servidores públicos sobre este asunto. Significa que la implementación de una ley o el cumplimiento de una disposición jurídica y social, también exige, a su vez, que quien la tenga que ejecutar esté enterado de su contenido y formado para su cabal implementación. Lo anterior podría ser una primera pista para responder la pregunta y consiste en decir que, finalmente, existe en general una brecha entre un derecho social y su conocimiento por parte del público de beneficiarios, y funcionarios encargados de su ejecución. Podemos aducir, además, que este tipo de derecho era nuevo en materia de migración, ya que el Programa Bracero, a la sazón, se vislumbró como un laboratorio para las posteriores migraciones documentadas a los EE.UU.

Asimismo, el periodo de silencio corresponde a una época en la que los medios de comunicación con los sectores rurales del país eran incipiente, lo cual justificaría por ejemplo la dificultad para localizar y atender a los exbraceros. Finalmente, la vulnerabilidad de la mano de obra bracera descansaba en su nivel escolar bajo (muchas veces correspondía a la primaria incompleta) y su escaso capital institucional, esto es, la experiencia en el trato con la burocracia mexicana. Esta condición de vulnerabilidad provocó que muchos braceros al firmar su respectivo contrato no solo lo hicieran con la presión de su pulgar entintado por ser analfabetas, sino porque desconocían cuáles eran sus derechos. Lo anterior por sí solo podría ser una explicación plausible sobre el llamado periodo de silencio y finalmente atribuir a los únicos braceros la responsabilidad de su infortunio social, pues por tener un nivel académico básico desconocían, desde luego, sus derechos laborales.

Sin embargo, la ignorancia no es una característica que defina la identidad de un sujeto convertido en ignorante, sino que corresponde a una relación, es decir, a una interacción que implica la agencia de, al menos, dos interlocutores dotados de intención, conocimiento, capitales, deseos y limitaciones. La ignorancia es una interacción de naturaleza epistemológica. Considero que he ahí una consideración teórica importante para encauzar esta investigación. En este sentido, la ignorancia consiste en una falta completa o parcial de acceso a espacios de conocimiento. Dicha carencia puede ser estructural (educativa, por ejemplo) o coyuntural (comunicacional, por ejemplo) e implicar instituciones como la escuela, los institutos políticos, los sindicatos, las oficinas de gobierno o los medios masivos.

Este tipo de explicación preliminar cuyo interés es fijar un rumbo para su exploración empírica (mediante consulta de archivos, reuniones de braceros, entrevistas a los protagonistas del programa, es decir exbraceros y familiares de éstos mismos y funcionarios de ambos países) permite evitar lo que constituye, a mi juicio, el talón de Aquiles de la agnotología o digamos, al menos lo que provoca, una controversia sobre sus nobles intención (esto es, actuar en aras del restablecimiento del conocimiento y de la verdad). Dicha controversia parte del supuesto que existen intenciones subjetivas (siempre malsanas) por parte de quienes producen o participan de la producción de la ignorancia y, finalmente, aducir la existencia de un complot fomentado por unos cuantos en detrimento de otros miles.

Considero que la ignorancia es inherente en la relación objetiva y subjetiva entre administrados y funcionarios, siendo compartida por los dos bandos. Muchas veces su forma “cognitiva” se inserta entre dos o varios fragmentos de conocimiento; la ignorancia nunca es total, sino fragmentada y, a menudo, se presenta con el atuendo de un saber. Es precisamente lo que dicta la relación entre el usuario y el servidor público, el primero por creencia (y tal vez ingenuidad) piensa, a menudo, que el segundo sabe todo lo que hay saber sobre lo que implica la ejecución de su función.

Es preciso remitir aquí al excelente estudio de Jacques Bouveresse acerca de la creencia (2007), en el cual señala la connivencia existente entre la verdad y la falsedad; el filósofo francés da a entender que ambas permiten ubicar los extremos entre los cuales transita la producción del conocimiento que surte efecto para el enraizamiento de las creencias científicas y sociales. En esta tesitura, vale recordar y enfatizar aquí el estudio del lógico-matemático Charles S. Peirce sobre los métodos de fijación de la creencia, lo cual nos sirve de herramienta para distinguir entre la ignorancia y el conocimiento, a través de la profundidad respectiva de sus bases prácticas, epistémicas y morales ( Peirce, 1988 ).

En resumen, es preciso tener en cuenta lo siguiente: 1) el periodo del silencio en que se encontraron los braceros, después de finalizar el Programa Bracero, es un punto de entrada para la agnotología en cuanto a ser la producción de una ignorancia por omisión; 2) la ignorancia no es una característica propia de un grupo determinado, se comparta o mejor dicho se contagia de un grupo a otro y tiene que ver por ejemplo con la escasa formación de los funcionarios para atender nuevos programas como lo que fuera el Fondo de Ahorro Campesino para braceros, así como la escasa difusión entre el público bracero (consultar arriba nota a pie de página 2) de la información relativa a sus derechos laborales en tanto que retirados del Programa Bracero; y 3) de lo anterior se deriva la idea que detrás de la ignorancia no hay ningún complot urdido por un puñado de gente, sino que el vacío de información (favoreciendo incurrir en errores y creencias falsas) son características de conductas humanas. En este sentido, el amor por la verdad y por el conocimiento son un valor y finalmente una creencia, ya que la frontera entre verdad y falsedad no es siempre nítida, lo mismo sucede entre conocimiento e ignorancia ( Bouveresse, 2007 ).

SEGUNDA PISTA DE EXPLORACIÓN

La segunda hipótesis que planteo para ilustrar el enfoque agnotológico tiene que ver con la implementación del programa de apoyo social a extrabajadores migratorios mexicanos, entre 2005 y 2012. Cabe señalar que dicho programa es el resultado de la lucha emprendida por asociaciones de exbraceros y las movilizaciones de los mismos para visibilizar su problema ( Schaffhauser, 2016 ) aproximadamente a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, por un lado, y de las negociaciones y gestiones políticos a nivel federal que se han logrado para tomar cartas de este problema social, a partir de la administración de Vicente Fox.

Asimismo, es importante recalcar que si bien el programa de apoyo social fue gestado e ideado durante el sexenio de Vicente Fox Quesada (2000-2006), su ejecución y gestión se llevaron a cabo durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012). Finalmente, precisa decir que el color político no es aquí un dato nimio, ya que a diferencia de presidencias priistas que se habían desentendido del problema bracero entre 1964 y 1999, ambos gobiernos del PAN enfrentaron y procuraron dar salida a dicho conflicto.9 A diferencia del caso anterior, la producción social y cultural de la ignorancia no funciona a través del vacío de información, es decir del silencio institucional, sino que opera mediante un aparato tecnocrático de comunicación institucional encargado de la aplicación de dicho programa social.

Este funcionamiento institucional consistió básicamente en: 1) la definición de reglas de operación diseñadas prácticamente a espaldas de los braceros y sus organizaciones civiles; 2) una aplicación extremadamente puntillosa de su contenido; 3) propiciar súbitos cambios10 en su implementación. No obstante, el Fondo de Apoyo Social produjo efectos contraproducentes, a pesar del afán de informar, comunicar y trasparentar el proceso de atención al público bracero, que desembocaron en reacciones diversas y la producción de una batalla de cifras entre investigadores, servidores públicos y representantes de asociaciones civiles de exbraceros en torno a los datos duros del Programa Bracero (número real de exbraceros, el fin real del Programa Bracero (1964 ó 1967), cantidad real de dinero depositada en el fondo de ahorro e intereses generados por éste). Además, la concepción del programa social para exbraceros no resuelve en realidad el problema del pago del fondo de ahorro, sino que lo sustituye. Para las autoridades recibir el apoyo social de 38,000 pesos cuando se es bracero implica renunciar a sus derechos por recuperar el dinero de dicho fondo.11

La ignorancia corresponde también aquí a una distancia comunicacional que enfatiza la existencia de dos juegos de lenguaje, el de la administración y el de los propios braceros. Además dicha distancia cobra una dimensión moral, ya que el exbracero solicitante no es víctima de un agravio ante la administración mientras no demuestre el fundamento normativo de su condición de vulnerabilidad, el cual corresponde a criterios establecidos por la Secretaría de Gobernación.12 Así pues la administración parte del principio que:

  • Está actuando en pleno apego a la ley, en aras del bien y bienestar público.

  • Considera que no es el Estado como institución suprema él que tiene un “problema” que resolver, sino que son los propios braceros quienes tienen un “problema”.

  • El lenguaje técnico de la administración es el único lenguaje válido y sus conceptos tienen que ser aprendidos por los exbraceros (esto es, “apoyo social”, “fideicomiso” “solicitud”, “correo electrónico”, “hoja de pago”, “número de folio”, “reglas de operación”, “mesas receptoras”, “bajar o subir a internet”, “relación de pagos en la web”, etcétera).

  • Y last but no least el solicitante, por principio, busca timar a las instituciones públicas y, por lo tanto, es preciso ejercer una constante suspicacia y control sobre él.

Existe otro elemento de peso que influye aquí que tiene que ver con el hecho de que la administración a cargo del expediente bracero se conforma en realidad de un personal poco o mal preparado para atender la especificidad del caso bracero, pues desconoce la historia del Programa Bracero, sus consecuencias sociales y políticas, la situación en que viven los braceros y sus familias. Desconocen, además, los servidores públicos todo el proceso y sus distintas etapas que contempla la ejecución del programa social para exbraceros. Además, no cuentan con una cultura de la empatía que les permita ponerse en el lugar del usuario y comprender así su problemática. Su trabajo es atomizado y consiste en la ejecución de una sola tarea sin que el funcionario sepa en qué consisten las de sus otros compañeros. Esta situación tiende a desmotivar al servidor público y convertir su trabajo en una carga tediosa para él. Así pues, a los ojos de muchos servidores públicos, el expediente bracero tiende a ser perfectamente intercambiable con otro tema: educación, salud, familia, trabajo, impuestos, cultura, deporte y esparcimiento, etcétera. Su encargo se reduce a un nombramiento. El movimiento bracero ejemplifica, en este sentido, cómo funcionan (o mal funcionan) las instituciones públicas en México, sus servicios, su personal.

Todo lo anterior fomenta y produce un tipo de ignorancia social primero para los propios servidores públicos en relación con la especificidad de su función, esto es, la filosofía del programa, su contenido y su metodología de aplicación y segundo para los usuarios, es decir los propios exbraceros, que cuentan con informaciones, fragmentadas, desarticuladas, a menudo contradictorias y en ocasiones desactualizadas, lo cual no les permite llevar a buen puerto sus trámites. De ahí la importancia etnometodológica de analizar el proceso de integración de los expedientes de exbraceros cuando se instalaron mesas receptoras, en dos ocasiones (2006 y 2008), a nivel nacional. Para ello es crucial entrevistar y recuperar el testimonio de quienes fueron los funcionarios que atendieron al público solicitante, así como rescatar el comentario de los exbraceros acerca de cómo fueron atendidos y cómo “caminó” su trámite.

En vista de lo arriba señalado, es importante recalcar que la producción de la ignorancia a través de mal funcionamiento administrativo no es el fruto de una conciencia aislada o el producto del contubernio entre políticos complotistas. Esta situación no es la ejecución de un plan maquiavélico, sino que califica más bien el cómo funcionan en general programas sociales en México y otros países.

Se caracterizan por crear una comunicación accidentada –con momentos de claridad e intercomprensión y otros de confusión– y producir una selección entre los solicitantes teóricos (todos aquellos que tienen derecho al apoyo) para construir una solidaridad para con los elegidos por el programa, a través de sus reglas de operación y requisitos,13 y una exclusión para quienes hayan sido rechazados del beneficio por no cumplir con dichos requisitos.

Tan es así que después de la implementación del programa entre 2005 y 2012 existen dos tipos de braceros: los indemnizados o “consentidos”, y los rechazados. Significa que para la administración los segundos no existen como tal: no son o han sido braceros. Esta situación es otro efecto de la ignorancia burocrática (suerte de confusión o traslape entre poder ejecutivo y poderes judicial y legislativo) como si la justicia, el derecho, la ley y la moral fueran propiedad exclusiva de la administración pública y no un bien, primero que nada, de la ciudadanía en general.

Asimismo, la producción de la ignorancia no es la exclusiva prerrogativa del Estado y sus instituciones, sino que acontece con cierta frecuencia en el mundo de los exbraceros. El lucro es la principal motivación de su producción. Investigaciones anteriores realizadas en campo ( Schaffhauser, 2009 y 2012 ) me han hecho ver la multiplicidad de situaciones de abuso de debilidad en detrimento de los braceros y familiares de éstos donde personas deshonestas buscaban sacar provecho de su indefensión. Los casos son diversos: desde seudolíderes de asociaciones ficticias de apoyo a exbraceros que cobran sus servicios, retienen documentos comprobatorios para los trámites de inscripción al padrón y exigen, a cambio, dinero para devolverlos a sus dueños; abogados embusteros actuando de la misma suerte; familiares que se quedaron con el dinero del apoyo social que justo había cobrado el abuelo exbracero; carteros que exigen un porcentaje para ayudar a cobrar el cheque de dicho apoyo en oficinas de telégrafos y telecomunicación, entre otros casos.

Estas situaciones de dolo explican que algunas asociaciones de exbraceros como Braceroproa o Exbraceros en Lucha A. C., se han dado a la tarea de depurar sus filas de sujetos corruptos, lo cual ha generado revuelo, desconfianza y confusión en el mundo de los braceros.

Estas dos pistas de investigación que he venido explorando hasta ahora consisten en la construcción de un puente entre migraciones (y sus efectos), políticas públicas orientadas hacia éstas y agnotología. La primera tiene que ver con un problema de silencio, vacío de información y desatención generalizada, en tanto que la segunda se resume a una distancia comunicacional entre servidor público y usuario, la falta de preparación de la propia administración a cargo (y concretamente a través de sus funcionarios), una confusión que genera una inflación de informaciones parciales, contradictorias y desactualizadas, que es un problema en él que incurre también el periodismo en general (televisión, radio, prensa, internet) por no cubrir adecuadamente la nota sobre el tema.

APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

Partiremos de una distinción conceptual entre la primera forma de ignorancia como agnotología por omisión y la segunda en tanto que agnotología por confusión. La primera es social y políticamente más tradicional que la segunda y ha sido un motor de la gobernanza en época pasada, ya que la ignorancia de los públicos ciudadanos se concebía a través de la no-comunicación de informaciones de primera importancia para ellos. Se equipara a un proceso de censura. La segunda corresponde a tiempos modernos donde la comunicación no solo es masiva, sino también y sobre todo global, lo cual vuelve cada vez más complicada el ejercicio de una censura al estilo anterior. Por tanto, la agnotología moderna descansa en la sobre información y la dificultad para el sujeto destinatario de ella de procesarla, de cruzarla con otra, de verificar la fuente que la emite, de evaluar la metodología con la que se produjo la información difundida. Se crea en la mente del público una suerte de confusión donde nunca se sabe, bien a bien, si nuestros argumentos descansan en datos fidedignos.

Aunado a lo anterior, cabe mencionar aquí que la implementación de políticas públicas para atender, regular o luchar contra el fenómeno migratorio en general (esto es, desde sus orígenes y causas, su actualidad, sus formas múltiples o los efectos amplios que produce en la cultura), es decir, descansa, a menudo en un dualismo que consiste en generalizar una intervención del Estado, en extender una voluntad pública por un lado y en construir paradojicamente sus límites, a través del concepto de fronteras nacionales, por otro.

Dicho de otra manera, toda política pública construye una partición del mundo entre un adentro hacia el cual la voluntad pública dirige sus esfuerzos y un afuera donde terminan por disiparse los efectos producidos por ésta.14 Significa también que cualquier política pública crea, o mejor dicha actualiza, una identidad y una alteridad y establece entre ambas una frontera moral, mediante una serie de requisitos entre beneficiarios e ilegítimos, usuarios y polizones, lo cual implica que cualquier política pública cuida mucho el cumplimiento de los requisitos para formar parte de su universo de acción.

Así pues, las políticas públicas construyen una solidaridad para con sus beneficiarios, una suerte de diálogo e interacciones entre éstos y las autoridades y una discriminación y destierro para todos los demás. En este sentido, la implementación del Fondo de Apoyo Social a los exbraceros ha provocado su separación en dos bandos, colocando por un lado a unos como “elegidos” por las instituciones públicas y dejando afuera a otros por no pasar la prueba de los requisitos planteados unilateralmente por la administración, éstos sirvieron, a la postre, como filtro identitario; esto es, una representación institucional de quienes son exbraceros y quienes no desde el punto de vista burocrático.

Contrario a la ingenuidad que acompaña a menudo la recepción de la palabra solidaridad como expresión de la benevolencia, altruismo y desintéres, la solidaridad como problema público vuelto política pública presenta, a menudo, dos caras de aceptación repudio hacia el otro en tanto que solicitante. Por ende, no es exagerado decir que toda política pública construye mecanismos de solidaridad y exclusión, y reinventa o actualiza, cada vez que se cumple su cometido, una comunidad de beneficiarios, la propia comunidad nacional. Considerar administrativamente hablando que hay braceros auténticos y otros apócrifos es, sin duda, una muestra de agnotología que caracteriza las relaciones entre público bracero y Estado, desde que inició el conflicto. Es una relación unilateral, porque no existe, en contraposición con lo anterior, un Estado e instituciones que sean legítimos y otros no. Existe, sin embargo, una presión ejercida por el público bracero, a través de su movimiento, por obligar las instituciones a actuar como tales, es decir como servicios públicos responsables y comprometidos con cualquier público ciudadano.

COMENTARIOS FINALES

Esta investigación abre una nueva vía para el estudio sobre el movimiento bracero. Su novedad descansa en el giro agnotológico que se pretende infundir a su problemática: ¿Cuál es el papel de la ignorancia (del público y de los servidores públicos) en el diseño e implementación de programas sociales derivados de políticas públicas? Lo anterior significa que si bien dicha investigación requiere nuevas exploraciones e indagaciones para ampliar el corpus de datos acumulados hasta ahora, implica también y sobre todo tener presente que este acervo empírico requiere ser analizado de otra manera. En este sentido, la agnotología es tan solo una perspectiva para problematizar la articulación entre el Programa Bracero y el movimiento social en general, sobre otras bases epistemológicas. Además, ubica el interés por este tipo de estudio en un horizonte crítico, ciudadano, democrático, y, en palabras de Habermas (1986) , emancipatorio.

Qué relación existe entre derechos sociales e ignorancia y qué nos dice esta relación del tipo de ciudadanía existente y de la queremos tener en México u otro. Por lo tanto, esta investigación tiene una implicación moral que consiste en problematizar la ignorancia como un elemento contrario, una traba, a la relación entre el Estado, sus instituciones y los públicos de la sociedad. El derecho de saber, de estar informado sobre sus derechos y cómo ejercerlos es un imperativo ciudadano al que hemos de contribuir los sociólogos mediante nuestras investigaciones. Abogamos, entonces, por incrementar el nivel de emancipación, reflexión y autonomía de los distintos públicos ciudadanos. Los exbraceros conforman uno de estos públicos. Se encuentran en situación de vulnerabilidad por ser adultos mayores, vivir en el campo y compartir los problemas que aqueja la vida en el medio rural en general, y son exmigrantes, es decir una categoría flotante que carece de un estatuto social y político (el derecho de ser migrante).

Ahora bien, el principal problema que pudiera plantear la perspectiva agnotológica es arroparse en una suerte de sospechocismo e imputar responsabilidades a agentes, a veces con nombres y apellidos, de situaciones de abuso de debilidad, que no actuaron con dolo o con lucro, sino por completa ignorancia. Sostengo que es preciso aquí delimitar los espacios de responsabilidad y distinguir entre quienes usan a su favor la ignorancia de otros y quienes actúan por ignorancia y contribuyen a reproducirla. He aquí la diferencia que separa la intencionalidad de la falta de preparación. En el primer caso significa que quien se beneficia de la ignorancia de otros (y por tanto incurre en abuso de debilidad) tiene un control sobre la información y sabe distinguir entre lo verdadero y lo falso y actúa en consecuencia. Este tipo de sujeto existe tanto en el aparato del Estado como fuera de él y se codea a menudo de integrantes del público bracero.

En el segundo caso, tal vez el más común, la ignorancia es un “bien” que se comparte y contagia a otros. La ignorancia es producto de interacciones sociales, pues la confusión es relacional. No solo no sé y comunico mi ignorancia a otros, sino que no tengo elementos para resarcir esta situación porque mi propia ignorancia no provoca en mí el surgimiento de cualquier duda. He ahí la figura del funcionario público inmerso en su rutina que rima con aburrimiento burocrático. El síndrome de este tipo de ignorancia es la falta de curiosidad e interés por hacer las cosas bien, es decir, procurar atender bien al público de usuarios ( Sennett, 2009 ).

Este tipo de ignorancia estructural, que conduce a la confusión y la escasa coordinación entre servicios, tiene que ver con los nuevos métodos para llevar a cabo el quehacer administrativo. La deficiente competencia del personal burócrata no tiene tanto que ver con su falta de preparación, sino más bien con la multiplicidad de reformas estructurales aplicadas al Estado y sus instituciones cuyos funcionarios difícilmente pueden asimilar la orientación y el significado. La ignorancia rima aquí con el mal cumplimiento administrativo y la desmotivación por lo que constituye su identidad laboral. Así pues, valdría la pena explorar la relación existente entre la neoliberalización de las prácticas en las instituciones del Estado (donde las pautas consisten en la eficacia, la separación de actividades, la falta de iniciativa propia y la atomización del servidor público) y la producción de la ignorancia, ya sea por omisión o por confusión.

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2La expresión “público bracero” es justamente vaga y cobra la relevancia teórica de ser una noción en proceso de elaboración conceptual. Se inspira su concepción en John Dewey (2003). Refiere no solo a los braceros que participan del movimiento, sino también a los que están fuera de él o medianamente vinculado a él. Concierne también a los familiares de los exbraceros: viudas, mismos que hijos y nietos. Lo que une entre sí a estas categorías heteróclitas es haberse conformado en un grupo compartiendo una misma problemática que cobra dos dimensiones: material y financiera y atañe al pago del fondo de ahorro y emocional porque remite a la búsqueda del público bracero acerca de la recuperación de su integridad personal e identidad social degradadas a lo largo de los años. En este sentido, lo que caracteriza el público bracero es tener una agencia común.

3A través de los consulados mexicanos en la Unión Americana, braceros residentes en los Estados Unidos o simplemente commuters (fronterizos) pudieron acudir a estas representaciones diplomáticas para recibir su pago, toda vez que habían cumplido con los requisitos marcados por la Secretaría de Gobernación.

4Vale decir que, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, debido a la renuencia del gobierno priista para asumir el compromiso social anterior para con los exbraceros, solo se realizaron dos pagos a éstos, en diciembre de 2015 y noviembre de 2018, beneficiando así a poco más de 9,000 personas.

5El Programa Bracero en su inicio tenía dos vertientes destinadas al campo y la construcción de vías férreas. Su implementación se realizó principalmente en los estados del suroeste y de la costa del pacífico de los Estados Unidos, debido en parte a la presión ejercido por el lobbying de acaudalados granjeros de esas regiones. Posteriormente, es decir, después de culminar la Segunda Guerra Mundial, el programa se centró exclusivamente en la agricultura.

6El Programa Bracero es un hito político en la historia de las migraciones laborales legales a los Estados Unidos y estructuradas hoy en día mediante las visas H2A (para el campo y la agricultura) y H2B (para el sector terciario de servicios poco calificados como jardinería, albañilería, pintura etcétera) e inclusive para Canadá, a través del programa PTAT para la agricultura.

7 La implementación del Fondo de Apoyo Social, bajo el sexenio de Enrique Peña Nieto, ha cobrado otro giro que es jurídico y legal, ya que los más de 40,000 expedientes que contaron con el visto bueno de la administración al finalizar el mandato del presidente Felipe Calderón H. están aún pendientes y algunos de sus beneficiarios emprendieron una acción legal para recuperar el dinero del apoyo social prometido, lo cual ocurrió finalmente tras tres años de pleito en diciembre de 2015, con la indemnización de poco más de 7,000 braceros y familiares de los mismos. Esta cantidad corresponde a 17.5% de los 40,000 expedientes pendientes.

8Con el paso de los años y ante el incumplimiento de las autoridades dicho fondo de ahorro se convirtió formalmente en un fondo de retiro.

9Una de las explicaciones que podemos mencionar al respecto tiene que ver con la postura del presidente electo Vicente Fox quien encarnó la alternancia política y de ahí su voluntad de atender a sectores más amplios de la sociedad y buscar nuevos mecanismos de interlocución con grupos vulnerables.

10Esta estrategia cobra dos dimensiones: 1) consiste en ser extremadamente quisquilloso al momento de revisar las solicitudes de los braceros y evaluar los comprobantes anexados y 2) modificar el sistema de pago en una sola exhibición de 38,000 pesos por abonos de 4,000 pesos anuales y escalonados sobre un periodo de más de 10 años. Esta última disposición fue implementada entre el 3 de julio de 2009 y el 1 de junio de 2010 (relaciones 30 a 34) dando pie a la publicación de cinco listas de apoyo social correspondiente a 149,040 personas. Consultar: http://dof.gob.mx/extrabmigmex.php

11Al momento de recibir el cheque de 38,000 pesos el bracero tenía la obligación de firmar una carta en la cual renunciaba a demandar a las autoridades para reclamar la totalidad del fondo de ahorro que le correspondía. 

13Los requisitos aplicados a través del fideicomiso 2106 (posteriormente numerado 10230) son para el extrabajador migratorio mexicano comprobar: recibos de pago, credencial del seguro social norteamericano, contrato laboral, mica consular (color café), mención honorífica otorgada por el departamento de trabajo de los Estados Unidos.

14Por ejemplo, cuando se es trabajador inmigrado legal en Francia, la ley laboral de ese país marca que cualquier trabajador tiene derechos a prestaciones sociales (vivienda, familia, educación, transporte, jubilación, etcétera) pero si éste sale del país pierde inmediatamente todos sus derechos y en particular él que concierne el retiro, de tal manera que si bien el trabajador abonó durante toda su vida activa, a través de descuentos mensuales obligatorios en su nómina para un fondo de retiro, no puede gozar de él después de regresar a su país. Lo mismo sucede para un nacional francés si decide establecerse en el extranjero.

Recibido: 23 de Enero de 2017; Aprobado: 25 de Octubre de 2017

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