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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.6 no.4 Tijuana jul./dic. 2012

 

Artículos

 

Moviéndose por Argentina: Sobre la presencia de bolivianos en Ushuaia

 

Moving through Argentina: The presence of Bolivians in Ushuaia

 

Ana Inés Mallimaci Barral

 

Universidad de Buenos Aires/ Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Dirección electrónica: anamallimaci@yahoo.com.

 

Fecha de recepción: 24 de agosto de 2010.
Fecha de aceptación: 4 de noviembre de 2010.

 

Resumen

En los últimos años se evidencia una novedad en la larga tradición de la migración boliviana hacia Argentina: el asentamiento creciente de personas bolivianas en el sur del país. En sus investigaciones, la autora ha analizado el caso de la comunidad boliviana en la ciudad de Ushuaia, que estaba aún inexplorado. En este trabajo se presentan algunos resultados sobre el tipo de trayectorias migratorias experimentadas por las/os bolivianas/os y los mecanismos que operaron detrás de sus modalidades de asentamiento. Se demostrará que la presencia de bolivianas/os en Ushuaia responde tanto a lógicas locales, de los Estados y los mercados regionales, como a mecanismos propios de la migración boliviana en Argentina.

Palabras clave: estrategias migratorias, formas de residencia, Ushuaia, Argentina, Bolivia.

 

Abstract

Recent years have seen a novelty in the long tradition of Bolivian migration to Argentina: an increasing number of Bolivian people settling in the south of the country. In her research, the author has analyzed the case of the Bolivian community in the Ushuaia city, which was still unexplored. In this paper she presents some of these research results, related to Bolivians' migratory experience and the mechanisms behind their settlement patterns. She argues that the presence of Bolivians in Ushuaia is due to a local logic, involving state and regional markets, and to a mechanism of Bolivian migration in Argentina as well.

Keywords: migration strategies, ways of residence, Ushuaia, Argentina, Bolivia.

 

Introducción

En los últimos años se evidencia una característica novedosa en la larga tradición de la migración boliviana hacia Argentina. Se trata del asentamiento creciente de personas bolivianas en el sur patagónico argentino. La visibilización de estas poblaciones produce y es producida por un conjunto de trabajos, entre los que destacan aquellos realizados en Neuquén (Bankirer et al., 1999), Río Negro (Ciarallo, 2006; Trpin, 2006). Trelew (Baeza, 2006) y Bahía Blanca (Lorda y Gaido, 2002). Sin embargo, hasta tiempos recientes, la presencia creciente de personas de origen boliviano y su importancia relativa como flujo migratorio no ha sido visibilizada por los especialistas y hacedores de políticas e instituciones de ambos Estados.

En cuanto al caso de Ushuaia, en el censo de 19911 comienza a evidenciarse la presencia aún incipiente de la población residente de origen boliviano en la provincia de Tierra del Fuego, pero es en el censo de 2001 donde esta presencia se hace evidente en el stock de residentes (976 bolivianas/os empadronadas/os en Ushuaia, que representan 2.1 por ciento de la población de la ciudad). Aún sin resultados estadísticos oficiales desde aquel censo, los datos de la oficina de migraciones sobre residencia solicitados, de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) sobre afiliados y de las asociaciones bolivianas permiten pronosticar un aumento creciente de la permanencia de bolivianas/os a lo largo de la última década.

Pero más importante que estos datos cuantitativos resulta la visibilización que esta población ha adquirido desde el año 2000, aproximadamente, dentro de la propia comunidad ushuaiense; es decir, entre los residentes existe la sensación de una permanente, masiva y constante llegada de bolivianas/os que funciona, en muchos casos, como la explicación de la mayor parte de las problemáticas sociales que afectan a la ciudad (problemas habitacionales, delictivas, de salud pública, etcétera). Este trabajo tiene, en gran parte, la función de aportar explicaciones sociológicas sobre la llegada y permanencia de las/os bolivianos en la ciudad que desafían las explicaciones de sentido común que sustentan prácticas y representaciones discriminatorias basadas, en gran parte, en el desconocimiento sobre las reales dinámicas migratorias.

Durante los últimos años, esta investigación se ha enfocado en el caso de la comunidad boliviana en la ciudad de Ushuaia. El objetivo principal del trabajo fue comprender las lógicas subyacentes en la construcción de las comunidades migrantes organizadas por las/os bolivianas/os en la ciudad y su vinculación con las trayectorias migratorias experimentadas por sus miembros. Se trata de responder cómo y por qué han migrado a Argentina y cómo y por qué llegan a Ushuaia.

En este artículo se presenta un fragmento de los resultados de la investigación, donde se muestran aquéllos relacionados con el tipo de trayectorias migratorias experimentadas por las/os bolivianas/os en Ushuaia y los mecanismos que operaron por detrás de sus modalidades de asentamiento. Se demostrará que la presencia de bolivianas/os en Ushuaia responde tanto a lógicas locales, de los Estados y mercados regionales como a mecanismos propios de la migración boliviana en Argentina. El análisis de las trayectorias migrantes (en sus formas y significados) permite reconstruir el lazo de las historias individuales y particulares con la tradición histórica migratoria entre ambos países. Pero además la llegada a Ushuaia -un destino no rutinario en la historia migratoria boliviana en el país- debe y puede ser explicada a partir de la activación de dimensiones externas a la historia de la corriente migratoria boliviana hacia Argentina.

 

Apuntes metodológicos

Los resultados se obtuvieron del análisis de 45 entrevistas a residentes bolivianas/os de la ciudad (se utilizó el software Atlas-ti) con el fin, entre otros, de reconstruir sus trayectorias migratorias y comprender el sentido de éstas.

En el estudio se utilizó la técnica de historias de vida, comprendiendo con ello las "descripciones, bajo una forma narrativa, de un fragmento de la experiencia vivida", cuyo principal objetivo es la construcción de modelos analíticos e interpretativos (Bertaux, 1997:9). La persona entrevistada es invitada a considerar sus experiencias a través de un filtro propuesto por quien investiga (Bertaux, 1997:35). En esta investigación, el filtro propuesto fue el de la trayectoria migratoria y la trayectoria de la comunidad boliviana en Ushuaia. Se contó, además, con una guía que orientó las intervenciones tanto de la investigadora como de la/el entrevistada/o.

Teniendo en cuenta los objetivos que guiaron la investigación, el muestreo no pretendió la obtención de una cantidad de datos suficientes para obtener representatividad estadística. Por el contrario, la selección de los casos fue orientada selectivamente según propósitos; es decir, "[fueron] seleccionados deliberadamente con el fin de obtener información relevante para la investigación" (Maxwell, 1996), utilizando la técnica de bola de nieve, iniciada desde diferentes puntos del espacio boliviano en la ciudad.

La muestra final quedó conformada por 45 personas entrevistadas (algunas en varias ocasiones) todas nacidas en Bolivia. Son 30 mujeres y 15 varones originarios de Cochabamba (19), Potosí (14), y el resto (12) nacidos en Oruro, La Paz, Sucre y Tarija. La cantidad de casos estuvo regida por la saturación de las categorías emergentes, tal como se expone en la grounded theory desarrollada por Denzin y Lincoln (1994).

 

Las migraciones a Argentina: La obviedad de los destinos

En los testimonios construidos a lo largo de la investigación, la elección por Argentina es sostenida y justificada por los constantes flujos migratorios provenientes de Bolivia. El vasto, difundido e histórico lazo migratorio es internalizado como experiencia y memoria personal a partir del conocimiento directo sobre historias de vida de personas cercanas que han viajado y viajan a Argentina. Las imágenes de personas que parten hacia dicho país, vuelven y, a veces, salen de nuevo, han formado parte de la cotidianidad de las/os entrevistadas/os desde la más tierna infancia.

En las ciudades de origen de las/os entrevistadas/os la migración hacia Argentina parece ser una estrategia de reproducción familiar y/o personal antigua y extendida.2 En este contexto, venir a Argentina forma parte de los recursos disponibles, prácticos y siempre a la mano para la reproducción familiar. En los relatos, la oportunidad de migrar no aparece a partir de un cambio en las contingencias de la vida individual y familiar, sino que pareciera formar parte estructural, siempre presente, de un horizonte de posibilidades. La disposición a migrar forma parte del pasado estructural; sólo basta la decisión de migrar.

A:3 ¿Y por qué empezaron a venirse para Argentina?
C: No, pero por ahí, económicamente no te acompaña, porque hay muchos hermanos y hay personas que vienen de su pueblo que hablan mucho de la Argentina. Debe [de] ser por eso.
A: Claro. ¿Y qué dicen cuando llegan?
C: Que hay trabajo...
A: ¿Y se los ve mejor?
C: No, casi igual...
A: ¿Y por qué, sin embargo, siguen queriendo venirse a este país? C: Y... uno está acostumbrado (Claudia, Ushuaia, 2006).4

Es pertinente subrayar esta dimensión previsible y siempre posible del movimiento hacia Argentina, que vuelve la migración un elemento incluido en la esfera de la vida cotidiana, en tanto que es dimensión vivida como "obvia" y "no problemática" (aunque siempre problematizable) de la vida social, en el sentido descrito por Schutz (1995). Tal es el grado de rutinización y conocimiento previo, social y personal, práctico e internalizado, que las formas y sentidos de las salidas hacia Argentina pueden pensarse como habitus (Bourdieu, 1980, 1994; Bourdieu et al., 1983). Se trata de una disposición a migrar que estructura las categorías básicas de percepción y clasificación sobre los niveles de vida aceptables, las estrategias posibles y la conformidad de los destinos. Esta disposición no siempre y no necesariamente se traduce en una migración efectiva, pero, como parte de un conocimiento presupuesto, las/os actuales migrantes (efectivos) saben utilizar las redes migratorias disponibles y conocen las modalidades del gerenciamiento sobre la ayuda asistencial por parte de familiares y/u otros mediadores antes de iniciar el movimiento. Parafraseando la célebre definición que Althusser (1988) utiliza para describir la universalidad de la ideología, las/os migrantes en los relatos se presentan a sí mismas/os (y a las/os otras/os) como siempre ya migrantes. La migración hacia Argentina no tiene para ellas/os nada de excepcional o coyuntural.

Así, el hecho de haber migrado no los constituye como diferentes sino, por el contrario, como semejantes. Será el éxito en la migración la característica diferencial y personal que a la vez reforzará el saber compartido sobre las migraciones que tiene como uno de sus principales contenidos el de ser un camino, conocido y efectivo, de ascenso social.

En este sentido, es posible analizar cómo funcionan las redes en las trayectorias como parte de la larga historia de los movimientos de Bolivia hacia Argentina, que posibilitan y condicionan las migraciones individuales. De este modo, el desplazamiento a través de las fronteras suele ser posible por la presencia de miembros del país, ciudad o comunidad de origen, que asegura la relación necesaria e indispensable con la sociedad de destino para poder desarrollar actividades, movimientos e instalaciones sedentarias (Arab, 2008). Sin embargo, las redes migratorias no son experimentadas como tales por las personas reales, sino que aparecen encarnadas en algunos personajes que se asocian en el relato con el momento de la toma de la decisión de migrar, y que son definidas como condición y causa del movimiento posterior. Se trata de parientes, amigas/os, compañeras/os de trabajo, vecinas/os que ya estaban o habían estado en Argentina. Las mujeres suelen mencionar a otras mujeres; los varones, a otros varones.

Estos personajes y sus antecesores en la vida de las/os entrevistadas/os (otras/os migrantes retornados o de vacaciones) expresan "allá" en Bolivia las noticias sobre las mejores condiciones de vida que pueden darse en Argentina. A veces ello sucede con la invitación explícita para venir al país por parte del emigrante o inmigrante a partir de la descripción de las bondades de Argentina, lo que también es una forma de mostrar el propio trayecto exitoso del migrante frente al no migrante. En otras ocasiones es la mera presencia del emigrante, o de algunas de sus credenciales de trayectoria exitosa en la localidad de origen, lo que explica la voluntad de trasladarse a Argentina (el dinero propio o en forma de remesas de los familiares de quienes migran, autos, ropa, compra de propiedades y terrenos). La circulación de la información tiene una forma que Fernando Devoto denomina relacional, es decir, su expansión se da a través de familiares, amigos y parientes, aunque después se extienda y difunda como chisme (las formas verbales utilizadas para este tipo de difusión son impersonales: "se decía", "se sabía") entre las localidades de referencia (Devoto, 2004:137).

A: ¿Y por qué decidieron venir acá a la Argentina y no a otro lado?
G: Yo me vine porque... porque había amigas jovencitas. ¿Viste? Esos que, ¡ah!, dicen en Argentina que "podés ganar", que "podés tener con la plata que vos querés, podés comprar lo que querés"... el chisme que todas las muchachas jovencitas van así diciendo. Entonces yo quería venir a la Argentina, viajar, porque tenía amigas que viajaban a la Argentina volvían... contaban que allá, que está todo bien, que se puede, que ellas veían que sí se podía. Que ganaban bastante. Era en los noventa (Graciela, Ushuaia, 2006).

Surge aquí una de las principales funciones de las redes: la circulación de la información. Todas/os las/os entrevistadas/os tenían información y noticias, más o menos precisas, acerca de la situación existente en Argentina (sin especificaciones locales ni regionales) y, en algunos casos, informaciones concretas acerca de oportunidades de empleo específicas (especialmente entre los varones) como, por ejemplo, la información concreta sobre las oportunidades laborales en Ushuaia o en otra ciudad argentina.

Ó: Vinieron uno amigos [...] Nunca me voy a olvidar la guita que vi contar ese día. Trabajando un año.
A: ¿En un año trabajando en dónde?
Ó: En Buenos Aires más que nada. "Hermano, allá son finos: nadie quiere agarrar un pico, una pala. Cualquier cosa te pagan". Así (Óscar, Ushuaia, 2008).

La importancia de las migraciones anteriores en la comprensión de los movimientos primarios de las/os entrevistadas/os recuerda la importancia de concebir las migraciones bolivianas en Argentina como procesos de largo plazo, donde pasado, presente y futuro se interrelacionan. La inmigración es inspirada por la presencia de los ya inmigrantes, el modo de representarse esa presencia y la interpretación colectiva que se hace de ella como signo de un mejor vivir y realización de las expectativas sociales construidas alrededor de la migración.

A: ¿Qué te decía, qué se decía sobre la Argentina?
E: No se decía nada, sino que se veía, la gente... Más que decir se veía en la gente que venía, que volvía de Argentina... tenía... dinero para gastar, no tenían problema en gastar, demostrar que tenían plata, y gastaban. Y después... podían vestirse bien, tenían la ropa argentina, es linda, siempre la admiro, es la más linda que hay. Este... tenían... buen... buenos jeans que allá no existen, bueno, esas cosas. Ahora sí, pero. ¿Y qué decían? Que, bueno, que había trabajo (Elizabeth, Ushuaia, 2006).

Los retornos de los migrantes -definitivos o temporarios-, y el lazo vigente con los que están allá pero relatan su estadía a través de cartas o por teléfono, funcionan como algunas de las causas explicativas de la partida. Su duración en el tiempo y su extensión transforman lentamente las noticias familiares y personales en parte de la memoria compartida de los paisanos. Las prácticas de las/os migrantes van modificando lentamente las características propias de la emigración. Similares características encuentra Abdelmalek Sayad en su análisis de las migraciones argelinas hacia Francia, observando que, por el efecto del retorno, la inmigración impacta sobre las condiciones que dieron origen a la emigración de la etapa anterior, contribuyendo, de este modo, a generar una nueva categoría de emigrante e inmigrante (Sayad, 1999:22).

A diferencia de las noticias en forma de chisme, del saber rutinizado o la presencia de los retornados que actúan y son interpretados como exitosos, existe otra vinculación con los ya migrantes, relacionada con una acción más directa de estos últimos sobre las nuevas migraciones y con la forma relacional de difusión de la información. Se trata de los parientes o vecinos que traen a quienes están dispuestas/os a ser traídas/os. Las/os retornadas/os actualizan las bondades de las estrategias circulatorias y vehiculizan los recursos que posibilitan el traslado y la primera instalación. Es esta forma la que expresa la trayectoria de Germán en su primera migración, descrita por el entrevistado, como una modalidad típica y tradicional.

Entonces, lo que te quiero decir es lo siguiente: cuando me trajeron a mí mis parientes, como siempre pasa... los bolivianos vamos de aquí a Bolivia y hay algún pariente que quiere venir con nosotros y uno lo trae... Porque, bueno, lo trae... por eso que dijimos anteriormente... o sea, en Bolivia es como cultural esto de adónde me voy si me voy (Germán, Ushuaia, 2005).

La pertenencia a una tradición ya establecida explica, en gran parte, la modalidad migratoria. La obviedad de esta opción, siempre presente como estrategia familiar, propicia que la llegada a Argentina de las/os migrantes radicados en Ushuaia se vuelva parte de una corriente migratoria que se ha ido constituyendo como una estructura permanente entre Bolivia y Argentina. Cada nueva ola de emigrantes llega al país y encuentra ya establecida una comunidad de emigrantes más antiguos, a la cual puede agregarse.

 

Las formas de la llegada a Ushuaia

La explicación del movimiento primario no es suficiente para explicar la migración hacia Ushuaia ni el modo de permanecer en ella. Las migraciones suelen ser clasificadas en olas de migrantes que se van superponiendo pero que dejan huellas en las arenas cambiantes de las sociedades de destino. Una distinción clásica, como lo ha notado Sayad (1999), es aquella que divide una migración de trabajo de otras formas de movilidad, dicotomía deconstruida y criticada por el sociólogo francés, quien la reemplaza por la construcción de generaciones de migrantes,5 en cuyo análisis pone en evidencia la complejidad de los fenómenos migratorios y la dificultad de distinguir procesos de evolución lineal (como aquella que plantea que a una migración de varones solos le seguiría una migración familiar). Sayad destaca, sobre todo, la extrema diversidad de las poblaciones migrantes y las modalidades diferentes en que éstas son generadas. Siguiendo esta línea argumentativa, el análisis de los itinerarios de llegada a la ciudad intenta proponer una tipología que considere las diferentes modalidades de convertirse en "inmigrantes" en la ciudad (sólo en algunos pocos casos son estos mismos procesos los que los constituyen como emigrantes).

Un criterio espontáneo suponía la clasificación según el año de llegada para establecer cohortes de migrantes. Otro criterio posible era la clasificación por tipos de recorridos previos a la ciudad, utilizado con éxito en un trabajo realizado entre bolivianos en Neuquén6 (Bankirer et al., 1999). Sin embargo, el análisis basado en estrategias cualitativas demostró que personas que llegan en tiempos similares responden a mecanismos diferentes, y lo contrario puede ocurrir entre personas que migran en diferentes períodos. Así mismo, los tipos de recorridos previos en Argentina, si bien plantean trayectorias divergentes en el pasado, no constituyen criterios significativos a la hora de comprender los mecanismos de llegada a la ciudad. Por el contrario, el criterio que emerge como primario se centra en los tipos de medios utilizados para llegar a la ciudad, que expresan itinerarios divergentes dentro de la migración boliviana hacia Ushuaia.

Entre las/os entrevistadas/os existen dos amplias modalidades de llegada: la de los pioneros (categoría utilizada por las/os propias/os entrevistadas/os) y la de las/os que llegan luego a través de cadenas migratorias, siguiendo caminos ya abiertos (Castles, 2000).

 

Primera modalidad: Volverse pionero

En los estudios sobre migración, la llegada de los pioneros que pueden poner en marcha las cadenas migratorias suele ser explicada por un factor externo al de la corriente migratoria -como puede ser el reclutamiento o el servicio militar- o por un movimiento inicial de jóvenes pioneros (Castles, 2000). La noción de cadena migratoria supone, además, que existen migrantes primarios (pioneros) y secundarios; son los primeros los representados como jóvenes varones activos (Dorai, Hily y Loyer, 1998:83). De esta manera, como lo recuerda la historiadora Nancy Green, el arribo de los pioneros no puede ser descrito por la teoría de las redes migratorias (Green, 2002). Se trata, entonces, de las primeras personas de cierta nacionalidad que llegan a un territorio definido cuyo advenimiento no se comprende a través de la historia migratoria entre las localidades en juego, sino por características particulares tanto de los migrantes como de las localidades de destino. Por otra parte, las/os migrantes que activan las redes no sólo facilitan la migración, sino también modifican las ofertas de empleo y vivienda en las regiones de llegada. El uso de las redes se vuelve un recurso positivo y competitivo para la población emigrante (Dorai, Hily y Loyer, 1998).

En Ushuaia, los pioneros bolivianos están representados por aquellos varones obreros que llegan contratados por empresas constructoras para trabajar en la ciudad. Su movimiento no se incluye en una corriente boliviana en Argentina sino que, por el contrario, forma parte de los flujos migratorios (de migración interna) que provienen de múltiples ciudades argentinas hacia la ciudad del sur. Así lo recuerda Óscar:

Ó: A Ushuaia llegué por una empresa en Córdoba. Era subsidiaria de otra. Era una contratista. Yo vine porque me pagaban un buen sueldo, como todos [...] O sea que vine bien. El contrato era por un año, con opción a estirarse.
A: ¿Y dónde vivía?
Ó: Estaba viviendo en un alojamiento que nos alquilaron de la misma empresa: en una gamela, pero era para maquinistas (Óscar, Ushuaia, 2008).

Y Ema relata, en relación con la llegada de su marido:

A: ¿Usted en qué año llegó a Ushuaia?
E: En el 81. Mi marido vino primero porque nosotros conocíamos una empresa que lo traía. Por eso vino a trabajar, pensando que le va a ir bien (Ema, Ushuaia, 2006).

Los actores centrales para explicar el sentido (geométrico) del movimiento son el Estado y las propias empresas constructoras, como lo confirma la sanción de la Ley de promoción industrial.7 Hacia mediados de la década de 1980, la actividad fabril sustituyó a la petrolera como la principal actividad aportadora a la composición final del producto interno, alcanzando su pico en 1988: 63 por ciento de la riqueza total generada (Fernández y Mastrocello, 1999; Mastrocello, 2000). Según un informe de la Secretaría de Minería de la Nación Argentina, la instalación de industrias en la ciudad, sumada a los mecanismos incluidos en la ley para evitar los sobrecostos que podría originar el transporte de materiales desde diferentes lugares del país, estuvieron vinculados a un boom en la construcción pública y privada. Por ejemplo, en 1986, 48 por ciento del presupuesto provincial se destinó a la construcción de viviendas, 45 por ciento en 1987, 30 por ciento en 1988, y 29 por ciento en 1989. En las décadas siguientes, la proporción fue disminuyendo hasta representar menos de 10 por ciento del presupuesto.

La necesidad de mano de obra calificada funcionó como elemento de atracción hacia la ciudad de Ushuaia. Posteriormente, y a partir de la difusión de las noticias en canales formales e informales que informaban sobre la demanda de mano de obra en la construcción, tanto para obras privadas como públicas, y la existencia de sueldos favorables y altos en relación con otras regiones,8 las redes migratorias organizaron la llegada de obreros de la construcción bolivianos (junto con argentinos y chilenos) provenientes de diferentes lugares del país.

Y después viene otro amigo del barrio también ahí que cayó a Bahía Blanca, ahí a la empresa, y trabajaba con nosotros y él dice: "Me voy para Ushuaia", así, así. "Me voy a trabajar un par de meses porque mi mamá se fue" [...] Como siempre, entre los conocidos amigos nos pasamos el dato: tal empresa está tomando gente para tal lugar. Así formamos un grupo y vamos un grupo. Entonces ahí un paisano me dice: "Mira, tal empresa toma peones para Ushuaia", y yo fui (Meri, Ushuaia, 2006).

En términos de población, el resultado de esta etapa fue una importante aceleración de la tasa anual media de crecimiento, llegando al excepcional valor de 93 por ciento entre 1980 y 1991. Este proceso se moderó en la década siguiente a menos de 44 por ciento, aunque el ritmo de crecimiento siguió siendo el más alto del país por jurisdicción (Fernández y Mastroscello, 1999). En 30 años, más de 100 000 habitantes se instalaron en Tierra del Fuego, lo que modificó la estructura social de la población.

De esta manera, fueron políticas estatales —económicas y poblacionales— las que explícitamente fomentaron la llegada de las empresas y las personas que serían empleadas como mano de obra, entre ellas algunos varones bolivianos trabajadores de dichas empresas. A partir de políticas empresariales se organizan las llegadas y se decide el lugar y el período de trabajo. En estos casos el viaje no es efecto inmediato de la voluntad de "moverse" al lugar de destino, sino que está determinado por el lazo de unión con la empresa que ofrece este tipo de estadías en diferentes lugares del país, compatibles con la posibilidad de acumular y ahorrar dinero (los costos de hospedaje y comida en las jornadas laborales están cubiertos por las propias empresas). En otras palabras, es la relación con la empresa lo que da sentido al desplazamiento.

Los pioneros bolivianos, vale remarcar, ya eran inmigrantes (residían en alguna provincia argentina, especialmente Córdoba, Mendoza o Buenos Aires) antes de llegar a la ciudad y ya estaban contratados formalmente por las empresas de construcción ganadoras de licitaciones de obras fundamentales para el destacable crecimiento. Las empresas, entonces, los traen a una ciudad que no conocían, a una ciudad "de varones", de "poca gente" y "ningún boliviano".9 No responden a la figura de "jóvenes pujantes" que suele atribuirse a este tipo de representaciones, sino que se trata de personas de edad media, ya unidas y radicadas en Argentina, y que en una ciudad que no eligieron encuentran oportunidades estructurales que las motivan a volver o a quedarse.

En este sentido, es destacable la disponibilidad de estos trabajadores de la construcción bolivianos para trasladarse a diferentes lugares del país. Todos los pioneros ya habían viajado a otras ciudades argentinas para la construcción de obras puntuales. Este antecedente los hace elegibles para trasladarse a la ciudad, lo que explica su gran número (como lo expresan los testimonios de bolivianos y argentinos) entre los contingentes de las empresas. En palabras de Cecilio:

A: ¿Y a usted lo contrataba la propia empresa?
C: Claro, entonces dejé lo que yo trabajaba particular con el otro muchacho; lo fui dejando. Y me dice el tipo: "Están pidiendo para Córdoba buena guita". Y me dice: "Yo me quiero ir porque allá se gana rebién". Me dice el tipo: "Vamos, vayámonos". "Vamos a anotarnos. Total, no se pierde nada". "Bueno, vamos". Y así fui a Córdoba, Mendoza, Neuquén, siempre desde Buenos Aires (Cecilio, Ushuaia, 2008).

Estas acciones son guiadas por la posibilidad de acumular y ahorrar dinero, lo que no se comprende por fuera de la historia más amplia de la migración boliviana en Argentina. En los años setenta se habían diversificado los destinos de las/os migrantes bolivianas/os por fuera de las zonas fronterizas, extendiéndose hacia los centros urbanos. Este proceso fue acompañado por un cambio en las inserciones laborales más comunes de los migrantes, que pasan de ser especialmente agrícolas a diversificarse en nuevas modalidades, como el trabajo en la construcción entre los varones, la industria textil y el mercadeo informal (Benencia y Karasik, 1995). Parte de la migración boliviana comienza a circular por nuestro país en lugar de retornar a Bolivia una vez terminada la actividad estacional. Los relatos y trayectorias de los pioneros testimonian estas experiencias circulatorias de trabajos en diferentes provincias y ciudades con residencias (movibles) vinculadas a la presencia de los familiares más cercanos.

De este modo, la llegada de los primeros bolivianos a la ciudad puede explicarse por la convergencia de múltiples factores que posibilitan y condicionan, a su vez, el arribo de trabajadores (acción estatal, lógicas empresariales, disponibilidad "móvil" de los bolivianos), pero nada dice sobre los mecanismos y lógicas que convierten a estos trabajadores en residentes de la ciudad.

 

Convertirse en pioneros. Invirtiendo la temporalidad: De temporarios a residentes

No todos los varones trabajadores bolivianos traídos por las empresas constructoras decidieron permanecer en la ciudad. Todos los pioneros se establecen como trabajadores temporarios, habitando en pensiones o piezas rentadas, y retornando después de cierto plazo a sus residencias habituales en otras provincias de Argentina.10 Sólo algunos de ellos deciden permanecer, convirtiéndose en los primeros pobladores bolivianos de Ushuaia. En la mayor parte de los casos se trata de varones con residencias estables en alguna de las grandes localidades argentinas (especialmente Buenos Aires y Córdoba), ya unidos y generalmente con hijas/os.

Por lo tanto, en sus relatos, el transformarse en "inmigrantes fueguinos" y la elección por la permanencia toman sentido con la llegada de sus mujeres y familias: el pasaje de lo temporario a proyectos de larga duración es relatado en términos conyugales, tema que desarrollaremos más adelante.

Es posible identificar diversas historias relacionadas con estos primeros bolivianos. Según los relatos, muchos varones trabajaron en las obras y volvieron a las ciudades argentinas donde residían, quedando Ushuaia como un destino laboral más entre los múltiples visitados. Son los trabajadores temporarios.

Otro grupo se compone por personas que arribaron a la ciudad atraídas por los elevados sueldos que las empresas destinaban a sus empleados, pero no se atrevieron a instalarse en la ciudad austral en épocas invernales de baja demanda en la construcción. Sin embargo, regresan en las épocas de alta actividad, por las mediaciones de empresas o por cuenta propia, trabajan una temporada y vuelven a sus ciudades de residencia donde viven con sus familias. Es lo que Roberto Benencia, en sus trabajos sobre horticultura bonaerense (Benencia, 2004; Benencia y Karasik, 1995) denomina trabajadores temporales permanentes. Algunos de ellos, con el tiempo, pueden convertirse en el siguiente grupo. Es el caso de Germán:

Por ejemplo, en el 83 no había muchos bolivianos; es más, nosotros éramos bolivianos solos. Nadie vino con su señora, con su familia. Nosotros estuvimos seis meses y nos fuimos de vuelta cada uno. A Salta, en este caso a Salta, a Buenos Aires, y eran unos pocos los que empezaron a quedarse a partir de esos años: 84 más o menos. Ya ahí empezaron a traer a sus familias, a sus esposas cada uno, y a sus familias así (Germán, Ushuaia, 2005).

El tercer tipo incluye a los que terminan siendo los pioneros, es decir, quienes deciden instalarse en la ciudad. El atractivo para ellos no se agota en el diferencial económico de los sueldos recibidos, sino sobre todo en la posibilidad de contar con recursos estatales incluidos en políticas destinadas a fomentar la instalación de las/os trabajadoras/es en la ciudad, como el acceso a planes de vivienda y amplios beneficios sociales. Esto supone migrantes regularizados (condición para acceder a los beneficios), cuyos movimientos se vinculan con estrategias de ascenso social (por ejemplo, llegar a ser propietarias/os) y con intenciones de permanecer (al menos un tiempo) en una ciudad argentina. El movimiento es parte de una estrategia de movilidad social ascendente y no significa tanto acciones destinadas a la conservación de una posición social en riesgo. En la mayor parte de los relatos, Ushuaia se asocia con progreso, que suele vincularse con la posibilidad de acceder a una propiedad, una educación para las/os niñas/os y la salud.

M: Y empezamos a trabajar y nos quedamos tres años y aquí nació mi primer hijo.
A: Un montón. ¿Y querían ustedes quedarse, o...?
M: Y bueno, como dio trabajo, habíamos venido de allá en busca de trabajo, de progresar económicamente. Por eso, bueno, se nos presentó el trabajo y trabajamos (Meri, Ushuaia, 2006).

G: Nosotros nos quedamos porque ya estamos medianamente establecidos... Tenemos casa, trabajo, los chicos van a la escuela... siguen pasando los años y seguimos armando proyectos (Germán, Ushuaia, 2005).

A ¿Y tenía ganas de quedarse usted acá?
J: Bueno, ahora mismo no puedo terminar de preguntarme por qué me quedaba. La gente venía por temporarios nada más; después trabajaban unos seis meses y se iban y así yo me quedaba porque nomás yo tenía ya la casita toda y mis hijos y bueno, así me quedé (Juana, Ushuaia, 2006).

Los pioneros llegan a la ciudad en un tipo de proyecto colectivo donde primero migran los varones y después las mujeres. En conjunto, son proyectos de relocalización familiar vinculada con la posibilidad de progreso. En el largo historial de movilidad, Ushuaia se percibe como la alternativa para generar una inflexión positiva en la eventualidad de acumular, así como de mejorar el bienestar individual y familiar. El probable aumento del ingreso familiar es mencionado especialmente por quienes provienen de las provincias del norte. Pero también Ushuaia canaliza otras virtudes: trabajos "menos" sacrificados, según cuentan quienes residieron en Buenos Aires, Mendoza o Córdoba, donde se trabaja en la producción y comercialización de hortalizas "de sol a sol", o en talleres textiles donde el jornal se calcula a destajo; en fin, todas estas actividades requieren un enorme sacrificio físico en el desplazamiento y circulación por la ciudad, que disminuye en Ushuaia, especialmente para las mujeres. Para quienes provienen de Buenos Aires, se destacan las referencias a la inseguridad y los peligros presentes en esa ciudad, en oposición a lo ocurrido en Ushuaia. En este fragmento del relato de Marina queda resumido lo anterior:

A: Usted me dijo que no quería quedarse a vivir acá, pero se quedó.
M: Sí, porque lo que pasa es que yo tengo que pensar en los chicos... Una que mi marido no quiere ir a trabajar allá [Buenos Aires] porque le conviene más acá el trabajo, es menos sacrificio acá. Entonces el mayor que tiene 21 años (cumplió en julio), mi hijo mejor, nos quedamos acá. Entonces ahí es donde yo pensé un poquito más, los chicos no pueden vivir así, en casilla... (Marina, Ushuaia, 2005).

Sintetizando lo dicho hasta aquí, los pioneros han sido todos trabajadores temporales que por diferentes motivaciones deciden permanecer en la ciudad.

La transformación de trabajador en pionero nunca es inmediata y no se explica por las características del desplazamiento, sino por la variación en el tiempo del sentido atribuido a éste, el proyecto por detrás y la relación establecida con Ushuaia. Ser pionero no expresa únicamente un tipo de movimiento (la llegada anticipada por motivos ajenos a la historia migratoria) sino el resultado de ciertas prácticas y estrategias en el tiempo. Este proceso podría representarse de la siguiente manera:

 

Segunda generación: Mediaciones en la migración

Los pioneros podrían definirse como varones cuyos desplazamientos no estuvieron mediados por elementos, recursos y/o personas propias de las redes o cadenas migratorias (a diferencia de lo que ocurre con sus permanencias). El resto de las mujeres y los varones bolivianos arriban a la ciudad por efecto de la activación de cadenas migratorias, a partir de la relación (más o menos mediada) con personas ya radicadas en la ciudad. Las cadenas migratorias hacia Ushuaia se inician con el retorno a sus ciudades de residencia o a otros destinos laborales de los primeros trabajadores, pioneros o no, contratados por las empresas constructoras.

Una de las principales funciones de las redes migratorias en las que se halla la cadena hacia Ushuaia es, como se ha dicho, la circulación de la información. El trabajo de los primeros varones bolivianos debe haber sido necesariamente exitoso si se mide a partir de las noticias que generaron sobre Ushuaia. Los que emigran hacia la ciudad entre los años ochenta y principios de los noventa relatan diferentes encuentros entre paisanos en las obras o en el barrio (principales espacios de socialización de información e interacción), que no ahorran elogios sobre el trabajo en Ushuaia y sus ventajas comparativas. Las noticias se difunden tanto en las localidades de residencia como en otras ciudades de trabajo, en el encuentro con otros trabajadores que circulan por el país. La difusión de la información sobre las condiciones laborales en Ushuaia se encuentra, de esta manera, asociada con las circulaciones propias de los trabajadores bolivianos en Argentina. En las obras se "escuchan" noticias sobre Ushuaia. Muchas/os otras/os reciben la información de boca de sus familiares, maridos, hermanas/os, primas/os, algunas/os ya residentes, otras/os trabajadoras/es temporarias/os o temporales permanentes. Estando en Córdoba, cuenta Meri:

M: Y bueno, y acá nos vinimos. A: ¿Y cómo se le ocurrió?
M: Bueno, él tenía decidido venirse, según comentarios, según amigos.
A: ¿Conocía a alguien que ya vivía acá?
M: No, sino que llegaron de acá para allá y lo comentó a él. Y quería venir a conocer acá, como decían que acá había trabajo, que el sueldo era más que allá (Meri, Ushuaia, 2006).

Y es en Salta donde al marido de Filomena le llegan las noticias:

F: Sí. Empezó a trabajar por su cuenta, a comprarse cositas, la máquina, que cucharas. Después siempre fue mi marido [a] no quedarse ahí. En el 87 se vino a Ushuaia. A: ¿De Salta a Río Ushuaia?
F: Y, bueno, también dice que sufrió bastante porque no conocía a nadie.
A: ¿Y de Salta vino con empresa?
F: No, no, vino con amigo que decía que se ganaba bien (Filomena, Ushuaia, 2006).

En el caso de Walter fue en la propia Patagonia:

W: Y yo vine al sur en busca de trabajo, y vine a parar hasta Río Gallegos, y en Gallegos me dicen: "Andá a buscar a Ushuaia", "Sabés que en Ushuaia, ¿viste?".
A: ¿Quién le decía eso?
W: Ahí, los mismos compatriotas. Se corre la bola que había trabajo en Ushuaia (Walter, Ushuaia, 2006).

El contenido de la información recibida tiene que ver con el contexto económico del país y la situación particular de la industria de la construcción. La primera información relevante es que en Ushuaia "hay trabajo", o que "siempre hay trabajo" en el rubro de la construcción. Si bien entre los años 1947 y 1970, la construcción fue el sector más dinámico en Argentina en la creación de empleo, desde 1980 en adelante, esta industria atravesó por un proceso de crisis a causa de la retirada del Estado como inversor y la falta de créditos a largo plazo (Panaia, 1992, citado en Vargas, 2005). El empleo perdió significación en el área: en abril de 1980 representaba nueve por ciento del empleo total, y en octubre de 1995, 6.4 por ciento. La tasa de desempleo específica de la construcción pasó de 2.9 a 33 por ciento entre 1980 y 1995 (Vargas, 2005). De esta manera, la llegada de personas de origen boliviano a la ciudad es paralela a una disminución nacional del sector de la construcción como generador de demanda de mano de obra. Pero además, a través de los migrantes temporales se repite la noticia de que el jornal en Ushuaia es superior al pagado en otras ciudades del país. Ambas dimensiones unidas potencian el gran atractivo del destino.

Ahora bien, las/os bolivianas/os entrevistadas/os utilizan la movilidad como un recurso eficiente para mantener o mejorar las posiciones familiares o personales -cuyo uso acumulado las/os vuelve personas que "saben" moverse-, pero Ushuaia y la Patagonia austral, en general, se develan como destinos "nuevos", desconocidos, y por ello ciertamente impredecibles en relación con otros destinos comunes que cuentan con población boliviana establecida y redes consolidadas. Esta característica diferencia sustancial-mente el desplazamiento hacia Ushuaia del movimiento primario hacia Argentina, que se analizó más arriba. Mientras que en este último existía un acervo de recursos naturalizados sobre la migración, Ushuaia se revela como destino incierto, cuyos resultados son impredecibles,11 lo cual vuelve más necesarios los recursos disponibles en las redes. Quienes migran hacia la ciudad, mujeres y varones, asientan la decisión en una posibilidad real de inserción laboral o seguridad brindada por la red, como el alcance del alojamiento, la comida y la apertura de redes laborales y sociales. Mucho más que durante la primera migración hacia Argentina, las redes cumplen su función básica de disminuir las incertidumbres. Como parte del mismo proceso, los desplazamientos se encuentran más condicionados por estas mismas redes.

La migración proveniente de la activación de las cadenas migratorias tiene dos vertientes principales: una directamente relacionada con la industria de la construcción, que se ampliará a continuación, donde es central la figura de los intermediarios, y otra donde el recurso principal para migrar son las relaciones familiares, independientemente de la inserción laboral prevista. Ambas combinan elementos referidos a migraciones laborales (es decir, que se realizan por las expectativas de inserción laboral exitosa en la ciudad) con aspectos vinculados con la presencia de relaciones afectivas, de confianza y cercanía. La primera es claramente masculina y la segunda es utilizada tanto por mujeres como por varones. En ambas, son los propios migrantes quienes agencian y estructuran las posibilidades de migración de las/os recién llegadas/os, activando y vehiculizando oportunidades o restricciones de los mercados laborales en las ciudades de arribo.

 

Primer tipo de mediación

La cadena laboral relacionada con la industria de la construcción es, en gran parte, consecuencia de las prácticas de los primeros inmigrantes bolivianos en Ushuaia, que crean un espacio típico de inserción. La cadena migratoria y las relaciones sociales que la sustentan no se limitan a facilitar la llegada de nuevos migrantes, sino que en la misma medida en que se van formando transforman las propias condiciones locales de inserción laboral. Para que se haga efectiva la transformación de los inmigrantes temporarios en pioneros y residentes fueguinos, se vuelve necesario que los protagonistas obtengan fuentes de ingresos que no dependan de la estacionalidad de la industria de la construcción, controlada por las grandes empresas. El ascenso vertical en este tipo de tarea en la industria requiere cierta permanencia en la ciudad, que posibilita la acumulación de experiencia en las obras, involucrando la incorporación no sólo de saberes técnicos sino también de las lógicas locales de construcción en sus mecanismos de demanda y oferta de obras, la acumulación pequeña de un capital (especialmente para herramientas y medios de transporte), la posibilidad de poder desprenderse de las empresas constructoras (aun cuando el lazo no suele cortarse) y, fundamentalmente, contar con un equipo de trabajo de confianza (superando la necesidad de que sea calificado). Esta última condición hace que para el pasaje de un escalón a otro sea necesario hacer viajar a hermanos, primos, cuñados o amigos desde otras ciudades argentinas o desde el lugar de origen del migrante, de modo similar a lo descrito por Benencia y Quaranta (2006) para el caso del desarrollo de los arrendatarios bolivianos en la horticultura bonaerense.

Algunos de los pioneros entrevistados y otros bolivianos que llegan a partir de las redes migratorias comienzan a ofrecerse como mano de obra en el sector privado, por fuera de las empresas, durante las estaciones menos generosas para la construcción. Se van integrando pequeños grupos de trabajo, por lo general entre familiares o personas que tienen entre sí lazos anteriores a la llegada a la ciudad. Funcionan aquí tanto la red de cooperación recíproca basada en el parentesco y la vecindad como las relaciones de amistad que exceden este dominio. Como ha demostrado perfectamente Patricia Vargas (2005) en su minucioso trabajo sobre las relaciones en las obras, por el tipo de trabajo y las formas predominantes de contratación que incluyen acuerdos no escritos, los contratistas demandan fidelidad por parte de su grupo de trabajo, lo que sólo se vuelve posible a través de la posesión de ciertos atributos que hagan confiable al candidato.

Ante el desconocimiento real de los potenciales obreros, la confianza es garantizada a partir de la recomendación. "No alcanza con ser boliviano o paraguayo, la adscripción nacional debe acompañarse de redes que garanticen el conocimiento -y por lo tanto el control- del paisano" (Vargas, 2005:85). Este es otro papel fundamental de las redes: los empleados ofrecen nuevos candidatos cuando hay trabajo, estableciendo una mediación que no necesita estar directamente vinculada con un conocimiento de la obra, sino que requiere la garantía de la confiabilidad, por lo que resultan fundamentales las relaciones de parentesco, vecindad, amistad, compadrazgo y paisanaje. Berta cuenta así la llegada de sus hermanos:

A: ¿Tus hermanos son los primeros que empiezan a venir acá a Ushuaia?
E: Sí, primero vinieron.
A: ¿Y por qué venían?
E: Porque no había trabajo en Buenos Aires. Por eso vinieron acá. Los llamó un pariente —creo que el cuñado— para trabajar con él (Berta, Ushuaia, 2008).

Y así explica Elizabeth la preferencia de su marido contratista por los bolivianos:

E: Porque hay confianza, me parece, y porque además, si va a encontrar a un hombre argentino, un argentino que primero no le gusta trabajar en la construcción, no va a querer trabajar. Y segundo, va a querer cumplir un horario, porque... ocho horas o en punto se va a ir. El boliviano no; si hay que terminar algo más, se va a quedar a terminar fuera de su horario. Y va a querer cobrar; el argentino es así: quiere cobrar puntual y quiere cobrar bien. Y el boliviano por ahí, eh... se queda con lo que uno le ofrece. Por ahí no pelea un poco más. Pero el argentino va a decir: "Yo quiero cobrar tanto", y... y no... es para... es como que se ve para problema. Prefiero contratar este muchacho (Elizabeth, Ushuaia, 2006).

En Ushuaia, el trabajo en la construcción no sólo se ofrece como indicador de la presencia creciente de trabajadores bolivianos,12 sino también como marco de inserción vertical de los migrantes bolivianos, que expresa movimientos de ascenso social dentro de la estructura del sector. Al igual que lo observado por Patricia Vargas en su trabajo en Buenos Aires, en lugar de segmentación étnica horizontal del mercado de trabajo (donde los limítrofes ocuparían los estratos más bajos), se encuentra un proceso de segmentación etnonacional vertical, donde los limítrofes ocupan todo el rango de "categorías" disponibles en "la obra" (Vargas, 2005:26).

La capacidad de trabajo, la disponibilidad, el ofrecimiento de precios competitivos en relación con los valores elevados que se pagan en la ciudad, y la ausencia de una importante competencia son condicionantes que explican, en su conjunto, el acelerado éxito de algunos de estos grupos que llegan a constituir pequeñas empresas constructoras, desempeñándose como contratistas.13 Pero el peso explicativo otorgado a las cadenas laborales y el desenvolvimiento de un tipo de reclusión de trabajadores bolivianos que expone las causas del ascenso de algunos pioneros en la ciudad, puede llevar a confusiones con una visión estática y diferencial de una economía de inmigrantes y para inmigrantes.

De esta manera, en las obras y en gran parte de las constructoras, los espacios y las relaciones laborales son básicamente multiétnicos y formales, independientemente del modo de reclutamiento de los obreros y de las formas de subcontratación. Lo central es la pertinencia de la subcontratación como principio organizador de la industria de la construcción, que vuelve centrales las relaciones de confianza; es decir, es una característica de la propia industria y la economía formal e informal lo que explica la potencialidad que los migrantes bolivianos encuentran en este sector y sus prácticas de ascenso. La existencia de estos subcontratistas debe ser incluida en la lógica más amplia de la economía, más que en una temática migrante o étnica.

Así mismo, debe destacarse que en la ciudad se han podido comprobar trayectorias exitosas, especialmente las de los pioneros entrevistados. A partir de los trabajos de Roberto Benencia y Patricia Vargas, ya reseñados, la investigación pudo concentrarse en este tipo de movilidades ascendentes y prácticas estructurantes del mercado de empleo por parte de los propios migrantes. Esto no niega el grado de explotación y las relaciones laborales precarias en las que pueden insertarse para generar ingresos, pero sí subraya la posibilidad de que aun bajo estas condiciones puedan desarrollarse prácticas y lógicas que resistan estas configuraciones, permitiendo el ascenso social de algunas/os y la resignificación de la valoración del empleo étnico (siempre en clave nacional).

 

Cuestiones de género

Ahora bien, definir la mediación presente en las cadenas en relación con un tipo de inserción (la industria de la construcción) precisado como el espacio dinámico y estructurante por excelencia de las migraciones para las/os bolivianas/os, encubre diferencias de género importantes: las mujeres no pioneras, en gran número, quedan excluidas de este grupo. Sin embargo, las prácticas productivas femeninas han generado, con el tiempo, la construcción de un pequeño mercado de comida y servicios ofrecidos para bolivianos, tales como las pensiones, gestionadas en su totalidad por mujeres, y dar comidas. La "temporalidad" presunta de muchas de las inserciones laborales, la vida en los campamentos y la sobredeterminación de lo productivo generan grietas de oportunidad para negocios "novedosos", encarados por las mujeres, que parecen mediar y atenuar la experiencia de una vida entregada a lo productivo. Las mujeres, las comidas, las tradiciones y las nostalgias de Bolivia se asocian para dar cuerpo y asegurar el éxito de las pensiones y comedores ofrecidos por las primeras mujeres bolivianas en la ciudad.

Se trata, específicamente, de actividades informales, no reguladas, periféricas y enmarcadas en relaciones generizadas, etnificadas o nacionalizadas. Las bolivianas producen (con ayuda, a veces, de otras mujeres migrantes) para bolivianos. Justamente, el rasgo propio de sus mercancías se sustenta en el hecho de ser bolivianas. Aquí sí se está en presencia de emprendedoras étnicas, cuyas actividades y ganancias explican, en gran parte, la posibilidad de mantener la reproducción familiar durante épocas de falta de trabajo en la construcción o durante temporadas bajas, y no como salarios suplementarios sino de modo absolutamente complementario. La permanencia de los primeros grupos familiares en Ushuaia depende tanto de las inserciones de los varones como de las ganancias de las mujeres. Aún más, serán estas prácticas enteramente estructuradas en clave nacional el esbozo de lo que será luego el espacio boliviano de la ciudad. Estas mujeres también han mandado llamar o traído a otras mujeres, deseosas de moverse de sus pueblos nativos para colaborar en los comercios, limpiando o cocinando, especialmente en las temporadas altas de la construcción; es decir que estas mujeres también activan cadenas, que suelen ser femeninas, con el propósito final de proveer mano de obra barata y de confianza para los comercios ascendentes. Cómo lo destaca Juana:

A: ¿Algún familiar de usted vino para acá?
J: Sí. Yo lo traje. A una sobrina. Lo que pasa es que a mí me vienen acompañándome ellos. Ella quería venirse de allá y así trabajó conmigo. Otra sobrina también tiene su marido, su hijo, todo.
A: ¿De qué vivían ellas?
J: Primero en la pensión, después trabajaban en casas de familias.
A: Ah, ¿y cómo conseguían?
J: Yo les buscaba (Juana, Ushuaia, 2006).

Una vez resaltadas estas "otras" cadenas laborales, debe destacarse que en términos cuantitativos son pocas las mujeres emprendedoras dedicadas al comercio informal. Muchas otras se insertarán como empleadas domésticas o en relación de dependencia en organizaciones estatales o fábricas. Con ello se pretende señalar que si bien existen estas "otras" cadenas laborales, aquellas que dinamizan la llegada de bolivianos a la ciudad se concentran casi en su totalidad en la industria de la construcción. Pero perder de vista este tipo de inserciones y constitución de redes impediría explicar el éxito de algunas/os pioneras/os y el desarrollo de lazos e interacciones entre bolivianas/os por fuera de las relaciones laborales.

 

Segundo tipo de mediación

Existe otro tipo de mediaciones generadas por los ya migrantes, que no se relacionan directamente con la inserción laboral: el arribo de estas personas no se vincula con la necesidad por parte de quien llama o trae (a partir de un viaje a las ciudades natales) para que el que es llamado o traído trabaje. Quedan incluidos en este segundo grupo no sólo las mujeres pioneras, sino también todos los varones cuyas llegadas son independientes de lo laboral.

Es importante subrayar que esta clasificación entre diferentes modos de mediación no supone, de ninguna manera, reproducir aquellas tipologías que implicaron una distinción tajante entre las migraciones familiares y las migraciones laborales, y que clásicamente sirvieron para generizar las trayectorias (mujeres en las familiares, varones en las laborales), salvo que las mujeres migraran sin pareja. Como se ha visto, la intermediación es un elemento siempre presente en la migración de las/os no pioneras/os, que de este modo no puede comprenderse únicamente como práctica resultante de individuos ajenos a los entramados sociales. La noción de una migración autónoma -si por ella se presume a sujetos incorporados a la noción de autonomía liberal y moderna- deja de tener sentido como elemento descriptivo y analítico de los movimientos migratorios. Mujeres y varones dependen de las relaciones sociales para concretar los movimientos. Familiares, amigas/os o vecinas/os informan sobre las posibilidades que Ushuaia promete, e invitan o mandan a llamar (categorías nativas) a familiares, amigas/os y vecinas/os.

Así llegan el marido de Norma; Gladis, a través de su hermana, y Celsa, por el llamado de su marido:

A: ¿Y cómo consiguió trabajo en Ushuaia?
N: Por... él vino primero con mi hermano. Se vino acá y lo trajo a mi marido. Lo trajo con su plata mi hermano a mi marido. Porque no teníamos plata nosotros. Después él se consiguió trabajo (Norma, Ushuaia, 2005).

A: ¿Y cómo decide irse, venirse para acá? ¿Cómo fue?
G: Para acá porque cuando llegó mi hermana me dijo que... "Vamos, te voy a llevar a allá", y yo no quería todavía... después mi mamá me dijo: "Si quieres ir anda"... después me vine, quería irme y ya no me fui yo... me quedé acá. Después, cuando me quedé, me junté así nomás, hace poquito...
A: Ah, o sea que tu hermana ya estaba acá.
G: Sí, a mí me "trayeron".
A: Claro, claro. ¿Y tu hermana por qué te trajo?
G: Mi hermana me trajo porque mi mamá no tenía plata en ese momento... no corría... todas las mujeres somos y "llévala", dice mi mamá, y por eso vine. Mi hermana me trajo (Gladis, Ushuaia, 2005).

CE: Entonces... mi marido estuvo un mes, dos meses, tres meses, me habló por teléfono. Y me dice: "Mirá, hija, acá está bien, hay trabajo". Cuando yo llegué también enganché con una chica para trabajar.
A: Ah, ¿y entonces ahí le dijo que se viniera usted también?
CE: Y ahí me manda pasajes.
A: ¿Y usted quería venirse?
CE: Sí, porque en todo caso si había trabajo también para mí, ¿por qué no? (Celsa, Ushuaia, 2006).

Invitar implica ciertas obligaciones, como el primer alojamiento y la presentación de las oportunidades laborales y comunitarias. Esta situación es compartida por quienes llegan a la ciudad para trabajos temporarios y por quienes suponen o esperan una mayor permanencia. La llegada a Ushuaia, también bajo estas formas, se asocia finalmente con la posibilidad de trabajo, aun cuando ésta no esté gerenciada por quien llama. De esta manera, en la utilización de los lazos familiares como mediadores (el llamado de la pareja, hermana/o o madre/padre) no se excluyen necesariamente las motivaciones vinculadas al mercado laboral. Este fenómeno sólo está marcando un rasgo formal diferencial que obligará a la/ el recién llegada/o a buscar por fuera de los mecanismos automáticos del arribo por medio de la cadena laboral. Aun así, las relaciones constituidas con quien funciona como intermediario del movimiento garantizan, al menos previamente, cierto grado de previsibilidad y herencia del conocimiento del contexto que, como se ha visto en las teorías de las redes, disminuye considerablemente la inseguridad de las/os recién llegadas/os.

 

Conclusiones

Si se desea analizar comprensivamente la presencia de bolivianas/ os en la ciudad de Ushuaia se vuelve necesario trabajar con diferentes dimensiones de las trayectorias migratorias. Por una parte, debe comprenderse el movimiento hacia la Patagonia austral como parte de una trayectoria más amplia que se inicia con la decisión de migrar hacia Argentina. En este sentido, es importante señalar el grado de rutinización que este flujo migratorio tiene para los sectores populares del país andino: migrar hacia Argentina se ha convertido en una opción siempre posible en las estrategias familiares. En este sentido, la larga y continua historia de esta corriente migratoria contextualiza y sostiene las trayectorias personales de las/os entrevistadas/os.

La llegada a Ushuaia para los pioneros bolivianos, sin embargo, aparece como un hito excepcional en trayectorias vividas como cotidianas. En este caso es relevante preguntarse por los mecanismos que posibilitan la llegada (y permanencia) de los migrantes a la ciudad que, tal como hemos visto, combinan acciones estatales, lógicas empresariales, historia de la migración boliviana en Argentina y proyectos de ascenso social.

Este mismo análisis nos ha devuelto una visión sobre los pioneros y sus cadenas que desafía algunas ideas clásicas sobre estas categorías. Así, los pioneros y sus cadenas deben ser considerados como una misma fase de migración (hay redes y lazos entre todos ellos), que a medida que va siendo constituye su propia complejidad al agrandarse y rebasar los controles de las redes (como los llamados).

Aún más, desde el año 2009 se percibe el comienzo de una nueva fase de generación de migrantes no relacionadas/os con las redes existentes, pero que encuentran en la ciudad mecanismos formalizados, constituidos en el espacio boliviano. Pareciera que en esta etapa no hace falta ya contar con la mediación de alguien ya migrante para acceder a los recursos disponibles, dado que su institucionalización los vuelve accesibles a cualquiera que llegue (no se trata únicamente de recursos materiales sino también simbólicos, afectivos y de sociabilidad). Sin embargo, las características de esta segunda generación que se avizora en la ciudad no han podido ser analizadas en detalle, siendo meras hipótesis las breves referencias narradas aquí.

Siguiendo con la tipología propuesta, debe resaltarse que la separación entre pioneros y seguidores es meramente formal, multiplicándose los lazos entre unos y otros y dependiendo unos de otros para su definición. No sólo los seguidores dependen de los pioneros para su existencia, sino que la condición de posibilidad para que los primeros pioneros se constituyan como tales depende del establecimiento de esas/os otras/os.

Por otro lado, la separación entre pioneros como agentes activos y quienes acompañan como pasivos no es real. Ambos generan prácticas constituyentes en sus trayectorias. Por lo tanto, quienes acuden al llamado de sus parejas y quienes dependen de un lazo familiar o de amistad conforman trayectorias mediadas pero que no suponen pasividad del actor/actriz ni mero seguimiento. Por otra parte, como se ha subrayado, la mediación no trae aparejada la exclusión de motivaciones vinculadas al mercado laboral. De lo dicho se desprende que la suposición de que las mujeres que migran después de que sus maridos realizan desplazamientos secundarios -que quedan explicados por la existencia misma del llamado (supuesto no revalidado para todo el resto de las mediaciones migratorias)- devela más bien definiciones generizadas de las/os investigadoras/ es y no tanto descripciones de los itinerarios migratorios.

Por último, el haber sido llamado por alguien, o el haberse enterado por algún otra/o (amiga/o, vecina/o, paisana/o), tiene consecuencias que superan el mismo movimiento. Cuando quien migra se convierte en corresidente, establece una relación asimétrica con quien la/o llamó. La persona poseedora de la información valiosa, de los recursos simbólicos y materiales que hicieron posible el viaje y la inserción, inaugura una vinculación de agradecimiento al distribuir el bien valioso. Quien primero se movió, ya sea pionero o un usuario de cadenas anteriores, obtiene estatus de su propia condición. La valoración de quienes fueron las/os primeras/os en instalarse y generar las redes y sociabilidades que hicieron posible la llegada de muchas/os otras/os, marca la percepción de las/os bolivianas/os sobre ellos mismos. Por ejemplo, cuando la imagen de la Virgen de Urkupiña llega a la ciudad de Ushuaia en 1994, las designadas para recibirla son cuatro mujeres antiguas pobladoras.

 

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SALINAS, José, 2009, secretario general de la UOCRA [entrevista], por Ana Mallimaci Barral [trabajo de campo], "Construyendo comunidades, géneros, espacios y memorias de los y las bolivianos en Ushuaia", Ushuaia, enero.

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SENADO Y CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIÓN ARGENTINA (SCDNA), 1998, Ley 25.013. Establécese un régimen de reforma laboral que incluye la modificación de algunos aspectos de la regulación del contrato de trabajo y de las leyes Nros. 24.013, 24.465y 24.467, como así también de la normativa vigente en materia de convenciones colectivas de trabajo, en Boletín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires, núm. 28987, 24 de septiembre.         [ Links ]

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Notas

1 El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la República Argentina realiza cada 10 años los censos de población.

2 Acompañando el desarrollo del concepto de redes migratorias y su crítica a los análisis que se centran en el individuo o en estructuras sin individuos, se propone el uso de estrategia familiar comprendida como mesoestructura; es decir, estructuras intermedias que permiten comprender las decisiones de migración y los modos del movimiento y radicación (Gregorio, 1997; Hoerder, 1995).

3 En todos los extractos de entrevistas, la letra A corresponderá a la entrevistadora.

4 La mayoría de las personas fueron entrevistadas en más de una ocasión. La fecha corresponde a la entrevista de la cual se extrae la cita, que hace referencia generalmente al primer contacto donde el tema central era la reconstrucción de la llegada a la ciudad de Ushuaia.

5 Según el autor, diferentes condiciones producen diferentes generaciones de migrantes, en cuya definición se acentúa el modo de generación de un conjunto de migrantes similares.

6 De acuerdo con este trabajo, entre los distintos recorridos existen cuatro típicos que distinguen la llegada de los bolivianos a Neuquén: la primera, denominada andina, se caracteriza por una residencia previa a la llegada a esta ciudad en provincias aledañas a la cordillera, tales como Jujuy, Salta y Mendoza; en segundo lugar, la andino-metropolitana, que combinaría la trayectoria andina con una residencia en el área metropolitana de Buenos Aires, anterior a la residencia en Neuquén; la directa no registra residencia previa a la llegada a esta ciudad en otra provincia argentina, y la patagónica, para residentes en alguna de las provincias de la Patagonia previo a la llegada a Neuquén.

7 En 1972, el gobierno nacional sanciona un régimen de promoción económica basado en exenciones arancelarias e impositivas: la Ley 19.640 —ratificada en 1974 por el Congreso Nacional— (PR, 1972), que pretendía (y lo logró) estimular la radicación de industrias. Éstas se vieron atraídas por la posibilidad de elaborar artículos en Tierra del Fuego a partir de materias primas importadas, y la posibilidad de "exportar" esos productos al territorio continental nacional sin que su primera venta fuera gravada con el impuesto al valor agregado (IVA).

8 Debe destacarse que las estadísticas nacionales registran que, desde 1980, la industria de la construcción atraviesa por un proceso de crisis. La tasa de desempleo específica de la construcción pasa de 2.9 a 33 por ciento entre 1980 y 1995 (Vargas, 2005).

9 Clasificaciones sobre Ushuaia definidas por los pioneros entrevistados.

10 En general, las obras se realizan durante la primavera y el verano y se interrumpe el trabajo durante las estaciones frías.

11 La previsibilidad del movimiento primario no significa, de ningún modo, un control del actor/actriz sobre los resultados de su acción, sino una manera de prever los movimientos; es decir, la mayor previsibilidad no implica que efectivamente aquello que se proyecta antes de migrar resulte, pero predispone de otra manera el desplazamiento, a diferencia de aquél realizado en un destino que se define como desconocido.

12 Según datos aportados por el secretario general de la UOCRA de Ushuaia, más de 50 por ciento de los afiliados nacieron en Bolivia, a los que se suman muchos de sus hijos argentinos (Salinas, 2009). Según la misma fuente, el corte de inflexión de la presencia de bolivianos en la construcción fue en 1989, con la obra del aeropuerto.

13 En Argentina, las figuras del contratista y subcontratista están previstas en el artículo 30 de la Ley de contrato de trabajo (PR, 1976), reformada en fecha reciente por el artículo 17 de la Ley 25.013 (SCDNA, 1998).

 

Información sobre la autora

Ana Inés Mallimaci Barral es doctora en ciencias sociales por l'École des Hautes Études en Sciences Sociales y la universidad de Buenos Aires (régimen de cotutela), maestra en metodología de la investigación social por la universidad Nacional de Tres de Febrero y licenciada en sociología por la universidad de Buenos Aires. Es autora de diversos artículos, entre los que destacan: "Migraciones y géneros. Formas de narrar los movimientos por parte de migrantes bolivianos/as en Argentina", publicado en Estudios Feministas (vol. 19, núm. 3, 2011); "Las lógicas de la discriminación", en Nuevo Mundo Mundos Nuevos (revista en línea, 2011) y "Configuraciones de la otredad en la Argentina: El caso de los/as bolivianos/as en Ushuaia", en Journal of World Christianity (vol. 3, núm. 2, 2010). Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y se especializa en temas de migración, género y transnacionalismo dentro del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de Género de la universidad de Buenos Aires y es docente en la misma casa de estudios. Ha dictado cursos y seminarios en diferentes universidades nacionales.

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