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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.6 no.4 Tijuana jul./dic. 2012

 

Artículos

 

Tan lejos y tan cerca: Involucramientos transnacionales de inmigrantes hondureñas/os en la ciudad fronteriza de Tapachula, Chiapas

 

So Far and Yet So Near: Transnational Involvement of Honduran Female and Male Immigrants in the Border City of Tapachula, Chiapas

 

Carmen Guadalupe Fernández Casanueva

 

El Colegio de la Frontera Sur/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Direcciones electrónicas: cfernandez@ecosur.mx; cferncas@gmail.com.

 

Fecha de recepción: 6 de octubre de 2010.
Fecha de aceptación: 21 de enero de 2011.

 

Resumen

Aun sin contar con telefonía de bajo costo o mecanismos de comunicación accesibles, eficientes y organizados, ni recibir salarios que les permitan el envío suficiente y regular de remesas, los inmigrantes hondureños establecidos en la ciudad de Tapa-chula, Chiapas, desarrollan y mantienen lazos transnacionales con sus comunidades de origen. Partiendo de una visión expandida del transnacionalismo y con base en una investigación cualitativa, este artículo argumenta que los involucramientos transnacionales coexisten con el proceso de asentamiento e integración de inmigrantes y busca demostrar que sus distintas manifestaciones dependen del contexto (nacional, local, familiar), las características individuales de las personas involucradas y el momento dentro de dicho proceso de asentamiento e integración.

Palabras clave: transnacionalismo, comunicación, migración intrarregional, Honduras, frontera sur de México.

 

Abstract

Even without access to low-cost telephone calls and efficient, organized communication, and regardless of their inability to send regular, sufficient remittances, Honduran immigrants in Tapachula still develop transnational ties with their communities of origin. Adopting an expanded approach to transnationalism, and based on a qualitative research, this article presents the case of an intra-regional migration movement, examining the flexibility of transnational involvements and its coexistence with settlement and integration of immigrants. It seeks to demonstrate that different expressions of transnational ties depend upon the context (at the national, local and family levels), individual characteristics of people involved and the stage of the settlement and integration process when this transnational involvement takes place.

Keywords: transnationalism, communication, intra-regional migration, Honduras, Mexican southern border.

 

Introducción1

Stephen Vertovec (2004), en su artículo "Cheap Calls: The Social Glue of Migrant Transnationalism" ("Llamadas a bajo costo: El pegamento social del transnacionalismo del migrante"), argumentó que el bajo costo de las llamadas internacionales era, sin duda, el elemento o -como él lo llamó- el "pegamento social" que más había fomentado la interconexión global, en especial entre aquellos grupos sociales no privilegiados como lo son gran parte de las personas migrantes internacionales. Las llamadas a bajo costo y otros mecanismos de comunicación por Internet, así como los salarios que permiten el envío regular de remesas, han fomentado que muchos inmigrantes en los países de destino, como Estados Unidos, mantengan lazos estrechos a pesar de la distancia. Así lo es para miles de inmigrantes hondureños que viven en territorio estadounidense,2 quienes en su mayoría mantienen relaciones con sus familias gracias a estas características que lo favorecen.

Sin embargo, si bien no hay duda de que lo descrito por Vertovec es cierto para muchas personas migrantes, no lo es para otras cuyos lugares de destino no cuentan con telefonía de bajo costo o mecanismos de comunicación accesibles, eficientes y organizados. No lo es tampoco si no reciben salarios suficientes y de manera permanente que les permitan el envío regular de remesas o inclusive el acceso a una red más o menos organizada de intercambio de dinero, productos y mensajes. Tal es el caso de muchos de los migrantes3 hondureños que no lograron llegar a Estados Unidos o que nunca planearon llegar, asentándose alternativamente en la región del Soconusco en el estado de Chiapas, México, una región de tránsito y destino de muchos migrantes centroamericanos. En este sentido, es objetivo del presente artículo analizar los involucramientos transnacionales que estos migrantes han mantenido con su lugar de origen, a pesar de las dificultades para la creación y mantenimiento de lazos a través de las fronteras.

Por medio de la presentación de casos y reflexiones producto del análisis de entrevistas y observación participante en la ciudad de Tapachula, Chiapas, y en distintas localidades en Honduras, y partiendo de un "transnacionalismo expandido" (Levitt, 2003; Itzigsohn et al, 1999) en donde los intercambios transnacionales institucionalizados, constantes y regulares no son precondición para la existencia de involucramientos más allá del Estado-nación, se explorarán, en este artículo, las características y el rol que dichos intercambios juegan en el proceso de asentamiento e incorporación de personas migrantes hondureñas viviendo en Tapachula.

Con esta investigación se busca contribuir a los estudios del transnacionalismo a partir de la evidencia empírica sobre un movimiento migratorio intrarregional, apartándose del usual estudio de migración hacia Norteamérica o Europa e integrando el elemento cercanía geográfica, poco abordado desde el enfoque transnacional. Se espera también reafirmar la flexibilidad del transnacionalismo como un proceso que no es alternativo a la integración de migrantes en los lugares de destino, sino compatible con ella, demostrando que las formas que los lazos transnacionales toman dependen del contexto (nacional, local y familiar), las características individuales de las personas involucradas y el momento en el proceso de asentamiento e integración de cada migrante. Este escrito también tiene la intención de ampliar el conocimiento sobre el escasamente estudiado fenómeno migratorio proveniente de Honduras4 y los movimientos migratorios en la frontera sur de México más allá del flujo tradicional de nacionales guatemaltecos o del flujo en tránsito hacia Estados Unidos (Castillo, 1995, 1997, 2000; Ángeles, Robledo y Soto, 2004) proveniente de diversas naciones.

 

Un enfoque expandido del transnacionalismo

Al transnacionalismo usualmente se le ha conceptualizado como un fenómeno asociado a la migración internacional en el que múltiples lazos e interacciones conectan personas o instituciones traspasando las fronteras, intercambiándose información, dinero y bienes más allá de los límites del Estado-nación (Vertovec, 1999; Glick-Schiller, Basch y Blanc, 1995; Portes, Guarnizo y Landolt, 1999; Kearny, 1995). Así mismo se le ha entendido como las distintas "formas en que las vidas de los migrantes son afectadas a través del sostenimiento de conexiones con personas e instituciones en lugares de origen o en otros sitios" [traducción propia] (Vertovec, 2003:641).

Partiendo de estas concepciones, su estudio ha atraído la atención desde diversas disciplinas de las ciencias sociales y ha producido numerosos artículos e investigaciones relacionados con el tema (Smith y Guarnizo, 2008; Popkin, 1999; Guarnizo, Sánchez y Roach, 1999). Pero a pesar de la popularidad de este enfoque y su innegable aportación a los estudios sobre migración, se le han hecho diversas críticas poniendo en tela de juicio que no todos los migrantes son transmigrantes5 y que la transmigración tiene, digamos, una "fecha de caducidad", dado que muchos de estos actores transnacionales -y más aún sus hijos- eventualmente escogerán entre el transnacionalismo y la integración (o asimilación)6 en el lugar de destino; es decir, ambos procesos son incompatibles.7 Otra crítica que se ha formulado va en el sentido de considerar el transnacionalismo como un producto de la era moderna, en donde el avance en materia de medios de comunicación y transporte es el elemento sin el cual estas relaciones a través de fronteras y entre lugares remotos no podrían estar presentes.

Pero más que pronunciarse en favor o en contra del enfoque transnacional, es necesario verlo desde una perspectiva mucho más flexible y amplia. En este intento, autores como Levitt (2003) e Itzigsohn et al. (1999) consideran que es posible partir de una perspectiva ampliada o expandida del transnacionalismo, la cual sea capaz de incluir intercambios a través de fronteras que no sean necesariamente institucionalizados, rutinarios y constantes. Según estos autores, es posible encontrar individuos que a lo largo de su vida e historia migratoria se involucran en prácticas que traspasan fronteras a pesar de no ser éstas organizadas, formales o regulares. Esta explicación aclara que un migrante no tiene que moverse a través de las fronteras ni mantener comunicación continua para ser considerado actor dentro de un espacio transnacional y para que su vida sea influenciada por lo transnacional:

Hay también individuos cuyas vidas se encuentran enraizadas principalmente en un solo lugar de origen o destino, que se mueven de manera infrecuente, pero cuyas vidas integralmente involucran recursos, contactos, y personas que están lejos. Existen otros que no se mueven pero viven dentro de contextos que se han transnacionalizado [traducción propia] (Levitt, 2003:179).

Levitt y Glick-Schiller (2004) explican que para entender la amplitud del término es pertinente distinguir entre formas de estar y formas de pertenecer dentro de un campo social transnacional.8

Las primeras se refieren a prácticas, relaciones y acciones tangibles y concretas más allá del Estado-nación y no a identidades ligadas a dichas relaciones o acciones; se puede traspasar la frontera una y otra vez sin sentirse necesariamente identificado con aquel lugar al que se visita. Por su parte, las formas de pertenecer se refieren justamente a la identificación con un grupo en particular "a través de la memoria, la nostalgia, el conocimiento cultural o la imaginación" (Levitt, 2010:20); es decir, se pertenece a un campo social transnacional por un reconocimiento identitario más allá de las fronteras, expresado tal vez a través de actitudes o acciones y no necesariamente por intercambios concretos y tangibles a través de dichas fronteras. El entender la pertenencia a un campo social transnacional también como una forma de pertenecer nos permite abrir la posibilidad a que las segundas -y quizá subsecuentes- generaciones de migrantes sigan siendo actores transnacionales "a través de la memoria, la nostalgia, el conocimiento cultural o la imaginación" de lo que sus padres o abuelos les cuentan. Esta autoidentificación con cierto grupo social -como explica Levitt (2010) a través del ejemplo de la segunda y tercera generación de irlandeses en Estados Unidos- podría incluso detonar en las siguientes generaciones el deseo de reactivar relaciones transnacionales más tangibles.

Una perspectiva ampliada permite entender también que los migrantes no necesariamente tienen que escoger entre integrarse a la sociedad de destino o ser actores transnacionales. Las perspectivas de Gans, Rumbaut y de Alba y Nee respecto de la integración o asimilación (véanse notas al pie 6 y 9) nos permiten deducir cómo es esto posible: Gans (1992) sustenta que la asimilación es más bien una línea con baches (bumpy-line approach), en donde estos baches o topes son formas de adaptación a circunstancias cambiantes e inesperadas, y reconoce que la total aculturación9 no siempre se presenta ya que en ocasiones la etnicidad simbólica (p. 45) puede permanecer como un recurso extra de identidad o nostalgia.10 Rumbaut (1999) y Alba y Nee (1997), por su parte, argumentan también que la asimilación no es un proceso en línea recta y progresiva y reconocen la capacidad creativa de los inmigrantes, que se encuentran en constante interacción y negociación con las circunstancias en las que se insertan dentro de la sociedad receptora con el fin de integrarse a ella. Estas perspectivas permiten entender que la incorporación de migrantes en los lugares de destino es un proceso cambiante, no lineal, con pausas y retrocesos a lo largo del tiempo y que se traslapa con intercambios transnacionales entendidos a través de un espectro amplio; intercambios que pueden ser precisamente estrategias para la integración en el lugar de destino y que no necesariamente perderán relevancia a lo largo de la trayectoria (in)migratoria. Factores contextuales distintos, según explican Morawska (2003) y Levitt (2003), combinados con estrategias de supervivencia de los inmigrantes, atraviesan los dominios nacionales y eso es también parte de su proceso de integración. De esta forma es posible considerar que la integración de migrantes en sociedades receptoras no es opuesta al transnacionalismo, sino que son procesos sociales coexistentes.

Ver el transnacionalismo a través de un espectro flexible y expandido ayuda a clarificar también que los intercambios e involucramientos transfronterizos existen aun sin acceso a medios de comunicación rápidos y eficientes. Si bien es cierto que los intercambios transnacionales se han intensificado gracias a los avances tecnológicos (Faist, 2000; Portes, 2001; Kivisto, 2001; Levitt, DeWind y Vertovec, 2003), estos intercambios han existido incluso en los movimientos migratorios del pasado, como lo demuestra la literatura sobre el tema.11 Más aún, los involucramientos transnacionales están presentes en nuestros días a pesar de que la tecnología moderna no es accesible de manera homogénea, prevalece una imperante desigualdad en la accesibilidad a medios de comunicación y transporte rápidos y eficientes (Trejo, 2001), lo que hace que éstos no necesariamente estén a la mano de todos los involucrados en intercambios transnacionales y, aun cuando lo estuvieran, no todos cuentan con los recursos necesarios, económicos o de conocimiento para beneficiarse de ellos. A pesar de esto, el transnacionalismo toca de muy diversas maneras a las personas establecidas fuera de sus lugares de origen.

La vida transnacional, al igual que el proceso de asentamiento e integración, está directamente relacionada con el contexto en el cual tiene lugar, las características individuales de los involucrados y el momento en el ciclo vital y el proceso de inmigración -un proceso no lineal con pausas y retrocesos-. Como se analizará más adelante a través del caso de personas hondureñas en Tapa-chula, las relaciones transnacionales tangibles o formas de estar transnacionales pueden activarse, inhibirse o reactivarse según una combinación de circunstancias cambiantes a través del tiempo. De igual manera las formas de pertenecer pueden manifestarse más en algunos momentos que en otros a lo largo del proceso de incorporación a la sociedad receptora.

 

Migración hondureña en Tapachula

A diferencia del flujo proveniente de El Salvador y Guatemala, la migración internacional hondureña es relativamente nueva y presenta algunas características distintas por no haber sufrido, de manera directa, un conflicto armado. Esta migración tiene su origen en la crisis económica y política, así como en el desastre socioambiental a partir del huracán Mitch en 1998 (Cedoh, 2005). A raíz de este acontecimiento aumentó el desempleo, proliferó el inestable comercio informal y la crisis económica se recrudeció.12

La migración hondureña hacia Estados Unidos utiliza el territorio mexicano, ingresando principalmente por la frontera de Guatemala con el estado de Chiapas, como se evidencia en las estadísticas referentes al número de migrantes indocumentados asegurados por el Instituto Nacional de Migración (INM, 2009). En ese año, el INM registró 6 393 aseguramientos de migrantes provenientes de Honduras, detectados en el estado de Chiapas. Más interesante aún es notar que los migrantes que no pueden continuar su camino hacia Estados Unidos se han asentado en la región del Soconusco, ya sea de forma temporal o permanente. De hecho, en los últimos dos años se ha podido constatar la presencia de nacionales de Honduras a través de las solicitudes de documentos migratorios que la Oficina Regional de Regularización Migratoria del INM (2010) ha procesado. Según sus datos, entre noviembre de 2008 y marzo de 2010 se registraron 591 personas hondureñas (388 mujeres y 203 hombres), cifra tan sólo por debajo de los regularizados provenientes de Guatemala (916) y notablemente por arriba de las personas salvadoreñas regularizadas (236). Estos números son destacados considerando también que, a diferencia de los guatemaltecos, las personas hondureñas no cuentan con los lazos culturales, económicos y sociales con Chiapas ni tienen la posibilidad de adquirir formas migratorias de residentes fronterizos (la FMTF y la FMVL)13 como aquéllos. Además, estas cifras representan a la minoría de los migrantes asentados en la región, dado que un número importante de ellos no ha podido adquirir una FM2 o FM3,14 que son los documentos migratorios que los extranjeros no guatemaltecos o beliceños pueden solicitar. La mayoría de los hondureños viven sin residencia legal en México porque nunca han solicitado el documento migratorio, abandonaron el trámite para solicitarlo o se les venció y no lo han renovado.

El fenómeno del asentamiento de migrantes en una zona que formaba parte de la ruta migratoria y no del destino final no es privativo del caso de hondureños en localidades de la frontera sur de México [Luis Arriola (2011), investigador de Ecosur Campeche, ha documentado la presencia de nacionales de este país en la ciudad de Tenosique, Tabasco]. Se ha dado a conocer, por ejemplo, que países europeos como Grecia o España, o naciones aledañas como Turquía o Marruecos, se convierten en destino para migrantes africanos o del medio oriente, cuando originalmente representaban parte de su tránsito hacia otro destino (Papado-poulou-Kourkoula, 2008; Içduygu y Sert, 2010).15

 

Contexto de investigación

La discusión que se presenta en este artículo surge del proyecto "Papel y aportación de los y las migrantes hondureños(as) residentes en la región del Soconusco, Chiapas",16 que inició en julio de 2008 y finalizó en junio de 2010. El estudio se centró en inmigrantes hondureños residentes en la ciudad de Tapachula, centro urbano más importante de la región del Soconusco, Chiapas. El trabajo de campo se llevó a cabo entre 2008 y 2009, realizándose 31 entrevistas a informantes clave en esa ciudad y a 14 en Honduras (Tegucigalpa y San Pedro Sula). Se condujeron también 32 entrevistas semiestructuradas a 18 mujeres y 14 hombres hondureños viviendo en Tapachula. Por medio de estas entrevistas se pretendió colectar experiencias de adultos migrantes de primera generación residentes en la ciudad de estudio, ya fuese como una decisión personal o a raíz de haber enfrentado dificultades durante su migración hacia Estados Unidos. Así, más que una representatividad estadística, el enfoque durante el proceso de muestreo fue la diversidad en términos de experiencia y estatus migratorio, empleo, tiempo de estancia en la ciudad y características socio-demográficas.

A lo largo de todo el proyecto también se llevó a cabo observación participante y, en junio y julio de 2009, se aplicó el método de fotografía participativa (Collier y Collier, 1986; Rose, 2007) con un subgrupo de ocho migrantes viviendo en Tapachula (cinco mujeres y tres hombres) y sus familias en Honduras, concretamente en los departamentos de Colón, Atlántida y Cortés. El proceso de aplicación de este método fue particularmente útil para observar la dinámica y naturaleza de los intercambios transnacionales entre los participantes y sus familias, de una manera más profunda que lo que una entrevista, con un tiempo y espacio limitados, puede permitir. Durante la aplicación de este método, los inmigrantes tomaron imágenes sobre la experiencia de vivir en Tapachula, planteándose la pregunta de "¿qué cosas, personas y lugares quiero mostrar a mi familia en Honduras?"; sus familias en Honduras partieron de la misma pregunta y las fotografías se intercambiaron. Antes de este intercambio, cada participante realizó una llamada telefónica en presencia del equipo de investigación, lo que permitió observar la comunicación entre ellos. Al final de todo el proceso se llevó a cabo una selección de estas fotografías, mismas que los participantes titularon. Esta selección se ha expuesto en distintas ciudades procurando la participación de al menos algunos de los autores de las fotografías. El trabajo de campo del proyecto, así como el seguimiento de algunos de los casos a través de la presentación de la exposición fotográfica y los diversos encuentros informales y actividades realizadas con estos inmigrantes desde 2008, gracias a la ventaja de residir en la ciudad de estudio, son los insumos del análisis presentado en este documento.

 

Residentes hondureños en Tapachula: Características y estancia

Encontramos que la mayoría de las personas hondureñas residentes en Tapachula son adultos en edades laborales (entre 20 y 54 años de edad). En cuanto al estado civil observamos que algunos eran solteros antes de migrar y otros habían sido unidos (casados o en unión libre) en Honduras, pero emigraron solos; ya estando en Tapachula, la mayoría se unió a una persona mexicana o, en menor medida, a otro extranjero, reestructurando su grupo familiar. Así mismo se da el caso de personas hondureñas con hijos viviendo en Honduras, en Tapachula o en ambos lugares; los hijos residentes en Tapachula pueden ser de nacionalidad hondureña o mexicana.

La mayoría de los inmigrantes hondureños, hombres y mujeres, están inmersos en la economía informal, trabajando en condiciones poco estables y con sueldos usualmente bajos cercanos al salario mínimo. Pudimos constatar que la presencia de migrantes hondureños destaca en el sector de la construcción, en el caso de los hombres; en el negocio relacionado con los bares, en lo que se refiere a las mujeres; y en los sectores comercial y de servicios participan personas de ambos sexos. Algunos migrantes cambian de una actividad a otra a lo largo de su estancia en Tapachula, prueba palpable de la inestabilidad laboral y la economía informal en la que se encuentran inmersos. Es común también encontrar mujeres desempeñando más de una actividad laboral, aquellas que no perciben ningún ingreso o quienes, aun cuando se autodenominan "amas de casa", se ocupan en alguna actividad económica para cubrir gastos diarios.

En relación con el nivel educativo, pudimos constatar que la mayoría cuenta con baja escolaridad y escasa familiaridad con el Internet y otras tecnologías de la información.17 En cuanto a los planes migratorios y de residencia encontramos que muchos intentaron migrar a Estados Unidos antes de establecerse en Tapachula, aunque hay también quienes desde un inicio decidieron migrar a esta ciudad, muchas veces a través de contactos con otros inmigrantes que ya vivían allí, o porque les ofrecieron trabajo y por eso se instalaron o llegaron con el propósito de la reunificación familiar.

Con hijos o sin ellos en Tapachula y con una relación sentimental establecida en la ciudad o sin esa relación, muchos deciden quedarse de manera permanente o al menos por un período notablemente mayor al planeado en un inicio. Esta decisión está directamente relacionada con el tiempo de residencia en la ciudad (a mayor tiempo, mayor arraigo), al hecho de que migrar a Estados Unidos es difícil y a que volver a Honduras no representa una opción atractiva para ellos. Es posible predecir que en la medida en que el tiempo pase y se encuentre un número mayor de migrantes establecidos, habrá más personas que lleguen y se asienten en Tapachula por trabajo, a través de redes sociales o con fines de reunificación familiar y no únicamente como consecuencia de no haber podido continuar con su camino hacia Estados Unidos.

 

Lo transnacional en la vida de los inmigrantes hondureños en Tapachula

La reciente presencia de hondureños en Tapachula, la falta de interés del gobierno de Honduras en sus connacionales viviendo en Chiapas, que no representan cuantiosas remesas como los que radican en territorio estadounidense, así como el desconocimiento sobre estos residentes y la falta de apoyo para ellos por parte de asociaciones civiles en Honduras, ha influido en que la participación transnacional de estos inmigrantes no se fomente y, por tanto, no se caracterice por su institucionalización sino por desarrollarse más bien de manera informal. Además, los altos costos de las llamadas desde México,18 aunados a las fallas técnicas que usualmente se presentan al intentar comunicarse a diversas localidades en Honduras, propician llamadas caracterizadas por su brevedad e inconstancia. Así mismo, los bajos salarios que estos migrantes normalmente perciben hacen que los intercambios transnacionales muchas veces tengan un objetivo de soporte emocional más que económico. Así, los lazos transfronterizos entre inmigrantes hondureños y personas en diversas localidades de Honduras se desarrollan en condiciones contradictorias en las que la cercanía geográfica contrasta con la falta de mecanismos que faciliten dichos intercambios. A pesar de la proximidad entre Tapachula y Honduras hay condiciones contextuales que dificultan relaciones organizadas, constantes y regulares a través de las fronteras como prescribiría la visión tradicional del enfoque transnacional. Dichas condiciones moldean, mas no bloquean, los intercambios entre estos migrantes y sus familias. Esto se evidencia al observar que a pesar de que en muchas ocasiones no se cuente con documentos migratorios mexicanos para moverse libremente, o no se tengan recursos económicos suficientes para hacerlo de manera rutinaria, muchas de las personas hondureñas radicadas en Tapachula han visitado Honduras durante su estancia y se comunican con sus familiares de allá. Al respecto, en esta investigación se presentan dos testimonios:

El primero reporta la conversación telefónica entre una madre hondureña que llama a sus familiares desde una caseta telefónica pública y se plantea la posibilidad de ir por su hijo, hecho que la cercanía geográfica facilitaría: "¡Ah!, se comunicaban de que... de... porque tenían sus hijos allá a veces, y de que estaban con sus papás, con sus. abuelitos. Y que les iban a mandar dinero, o si no preguntaban: '¿Cómo está mi hijo?, ¿se siente bien?, ¿será que voy por él?'" (Carolina, Tapachula, Chiapas, agosto de 2008);

El segundo testimonio es de Jordán, un hondureño que llevaba cinco años viviendo en Tapachula cuando lo conocimos y nos platicó la facilidad con que su madre lo visita: "Con mi mamá nos comunicamos, si es posible, unas dos veces a la semana y pues ella en sí. siempre viene para acá. y como ella dice: 'Pues si no me van a visitar, entonces yo los visito'" (Jordán, Tapachula, Chiapas, junio de 2009).

La cercanía geográfica es una motivación para establecerse en Tapachula y representa una ventaja -en particular, para mujeres que dejaron hijos-, pues visitar el lugar de origen y que sus familiares los visiten se torna factible, escenario muy distinto del que viven aquellos establecidos en Estados Unidos. Y aun en los períodos en que las visitas entre Honduras y Tapachula se interrumpían, el "sentirse cerca" e imaginar que se puede visitar Honduras en cualquier momento representa un recurso emocional capaz de aminorar el estrés por haber migrado: "Bueno, no siento que estoy tan lejos como. si estuviera en los Estados Unidos" (Gabriel, Tapachula, Chiapas, mayo de 2009).

Las formas de entender y vivir lo transnacional son diversas y están directamente relacionadas con las características sociodemográficas de cada inmigrante, con la etapa en el ciclo de vida de cada uno de ellos, con su género y situación familiar, las razones por las cuales migraron, el tiempo de estancia en la ciudad y sus condiciones laborales y estatus migratorio. De manera especial pudimos resaltar, como elemento clave que detona o inhibe las relaciones transnacionales, la relación familiar previa. Como factores inhibidores se encuentran el haber huido de la violencia intrafamiliar, sobre todo en el caso de las mujeres; la vergüenza ante parientes y amigos por no haber alcanzado la meta de migrar a Estados Unidos, tanto en hombres como en mujeres; la oposición ante la emigración por parte de la familia, en especial cuando se trata de la migración de mujeres, o el no querer compartir, con la familia en Honduras, ciertos aspectos de la vida en el lugar de destino. Por el contrario, el haber dejado hijos en Honduras o una migración dentro de un contexto familiar cordial y sin conflictos facilitan intercambios transnacionales un tanto más intensos o cotidianos.

La experiencia de Lucía, una mujer que tiene dos hijas mexicanas y dos hondureñas, es ejemplo de una relación transnacional que desde un inicio ha sido sumamente intensa a pesar de las barreras estructurales descritas anteriormente. Durante los dos años en que hemos seguido su historia, constatamos que sus hijas han vivido por temporadas en un país o en el otro, y que su madre la visita varias veces al año, manteniendo, incluso, un intercambio comercial informal entre ambos países.

El transnacionalismo en la vida de hondureños no es estático a lo largo de toda su estancia y, por tanto, los factores inhibidores pueden transformarse y generar cambios. Una relación transnacional tangible, más bien, inhibida, no permanece de esta manera necesariamente sino que, una vez aclarados o superados ciertos conflictos familiares, pudiera retomarse. Además, en la medida en que la confianza y el conocimiento sobre la dinámica de la ciudad aumenta y se toma mayor ventaja de la proximidad geográfica, o una vez que el migrante considera tener una situación más estable en el lugar de destino, puede reactivar una relación interrumpida, escasa o inexistente:

Ahora voy porque ya tengo la facilidad de ir, porque cuando mi pareja vivía no tenía la facilidad de ir. No podía yo ir y hablaba muy poquito con ellos. Ya después de su fallecimiento me sentí libre para hacer muchas cosas y las primeras cosas que hice fue irme a mi tierra [para] ir a ver a mi mamá, a mis abuelitos, a mis hermanos (Sandra, Tapachula, Chiapas, marzo de 2009).

Los cambios en los involucramientos transnacionales se evidencian también a través de los casos de Sofía y Martín, dos hondureños que formaron parte de la dinámica de fotografía participativa y con quienes hemos mantenido contacto desde 2009. A través del intercambio de fotografías entre ellos y sus familias en Honduras se propició un acercamiento entre uno y otro lado: la hermana de Sofía la visitó en Tapachula, ella fue a Honduras y ahora mantienen una comunicación más cotidiana. Por su parte Martín, quien había migrado sin restablecer contacto con su familia desde su partida, luego de nuestra visita fue a Honduras por primera vez en 11 años.

Es obvio que detonar un acercamiento a través de un proyecto de investigación no es posible en todos los casos; sin embargo, esta fue una experiencia que ayudó a entender la importancia del elemento individual y familiar en las formas que las relaciones transnacionales toman, y cómo es que éstas pueden cambiar a lo largo del ciclo vital y el tiempo de estancia en el lugar de destino. Además, las condiciones propicias para retomar la relación con la familia y la decisión para hacerlo van más allá de nuestra intervención. En el caso de Martín, por ejemplo, el hecho de que ya no sea el joven que emigró de Honduras y ya no sienta vergüenza por no haber logrado llegar a Estados Unidos le permitió decidir regresar y restablecer relaciones con su tía y su hermano.

Lo transnacional en la vida de las personas hondureñas que viven en Tapachula se manifiesta también a través de un reconocimiento identitario y no únicamente por medio de intercambios tangibles y concretos. Las formas de pertenecer transnacionales pudieran mantenerse con diversos grados de intensidad y manifestarse de diversas formas a lo largo de la historia del inmigrante, a través de actitudes y acciones que responden a su repertorio cultural. Lo hondureño y el pertenecer a Honduras son parte de estas personas: son parte de Lucía y su familia, con su intenso intercambio transnacional a través de visitas y llamadas a Honduras y desde allá hacia México, pero es también parte de Martín y nunca dejó de serlo a pesar de sus 11 años sin comunicarse o visitar a su familia en Honduras, lo cual se evidencia con el título que puso a una de las fotografías que su tía tomó a la casa donde vivía en aquel país: "Mi bello hogar". Escoger este título muestra que pese a la comunicación interrumpida y al hecho de que haya decidido establecerse en México, a esa casa, donde se encuentran sus seres queridos y donde él habitó, la sigue considerando su hogar.

Al hablar de transnacionalismo no sólo hablamos de un método de vinculación entre gente y lugares, sino también del tipo de espacio que estos intercambios generan y su impacto en la vida del inmigrante al incorporarse a la sociedad receptora.19 Conocer Honduras, recordarlo, añorarlo, sentirlo como parte de la identidad de los inmigrantes se manifiesta también a través de buscar connacionales con los que se pueda hablar de la tierra que se dejó; sentirse orgullosos de su bandera y decorar sus viviendas con ella; cocinar y comer al estilo hondureño o buscar dónde conseguir aquellos ingredientes que distinguen su cocina; juntarse a escuchar y bailar su música y también a través de no dejar de pensar que pronto, en cuanto puedan, irán a visitar Honduras:

A veces [...] de mi propio dinero hago arroz con pollo o guisado con yuca. De esas comidas hondureñas, típicas de Honduras. Porque ellos [hondureños a los que visita] dicen: "Pues nosotros aquí comemos, aquí hay de todo, pero menos las comidas hondureñas", o baleadas, baleaditas de carne [...] (Elia, Tapachula, Chiapas, agosto de 2008).

La identidad hondureña se refuerza a través de estas manifestaciones, que son también estrategias para incorporarse a la sociedad receptora y un recurso para encontrar su lugar dentro de ella, y a la vez son acciones que influencian el paisaje de Tapachula y a sus habitantes para generar un nuevo espacio social.

 

La diversidad de los involucramientos transnacionales

A continuación se presentan los casos de seis personas hondureñas residentes en Tapachula. Sus historias ejemplifican la heterogeneidad de los intercambios transnacionales y las distintas maneras en que éstos tienen lugar según las individualidades de cada inmigrante y a pesar de las barreras estructurales que comparten. Los casos corresponden a tres mujeres y dos hombres que participaron en la dinámica con fotografías y al de un hombre que, por tener relaciones transnacionales tan estrechas con su lugar de origen desde mucho antes que lo conociéramos, decidió no participar con nosotros en la dinámica. Dentro de los casos presentados será posible conocer las características de la comunicación transfronteriza y los medios, mensajes y motivaciones involucrados en dicha comunicación, aprendiendo además sobre las razones, frecuencia y actores que intervienen en los movimientos transnacionales entre Tapachula y Honduras.

 

Mariana: Relaciones transnacionales en una larga estancia en Tapachula

Cuando la conocimos, Mariana tenía 46 años de edad y llevaba más de 20 viviendo en Chiapas, primero en Huixtla y luego en Tapachula. Llegó a México antes del despunte de la migración hondureña que tenía como tránsito o destino la región del Soconusco, Chiapas; su plan de migración original era internarse en territorio estadounidense, pero las dificultades para continuar la hicieron quedarse en Tapachula. Tiene seis hijos hondureños y tres mexicanos y casi desde el inicio de su estancia se unió sentimentalmente con un hombre chiapaneco, con el cual tuvo a sus tres hijos mexicanos. Desde que ella se estableció mantuvo relación con su familia (con sus padres y hermanos, no así con su exmarido), la cual vive en una comunidad en el departamento de Colón, Honduras. Sus hijos hondureños fueron migrando uno a uno desde Honduras buscándola, y ahora sólo uno vive allá.

Antes del huracán Stan, en 2005, tenía un negocio de venta de cervezas con el cual le iba muy bien y además su marido contaba con un trabajo estable. Incluso ambos habían comprado una casa en Tapachula. Esta tranquilidad económica y el hecho de que contaba con su FM3 le permitieron visitar regularmente a su familia por muchos años. Incluso su marido fue varias veces con ella. Luego del huracán perdió su negocio, su casa y, dentro de ésta, su pasaporte y su FM3, que a la fecha no ha repuesto. Al cabo de un tiempo, su marido logró adquirir un crédito para comprar otra vivienda, pero a pesar de ello la estabilidad económica no ha vuelto a ser la misma. Esto ha contribuido a que sus viajes anuales disminuyan; sin embargo, su madre y una de sus hermanas han viajado a Tapachula a visitarla.

La relación transnacional que Mariana tiene con su comunidad ya no está basada en obligaciones económicas con sus hijos en Honduras, como lo fue antes de que ellos migraran. Y a pesar de que el contacto con su comunidad no es tan intenso como lo era antes, de que está ya establecida en Tapachula y no piensa volver a Honduras ni migrar a un tercer sitio, los lazos que ella tiene con su familia permanecen. Ella la contacta por teléfono celular o de caseta pública, a pesar de que, según nos contó, suele ser difícil comunicarse con números telefónicos en Honduras, teniendo que intentar una y otra vez antes de lograrlo. De esta manera y pese a las dificultades técnicas, ambas partes se mantienen al tanto de acontecimientos importantes o problemas que pudieran surgir tanto en un lado como en el otro. Su familia, por ejemplo, se enteró del accidente automovilístico que el marido de Mariana había sufrido y de la próxima celebración de los 15 años de su hija menor; incluso supimos que en fecha reciente su madre había venido a visitarla.

A pesar de que Mariana no piensa volver a Honduras, los lazos con su gente de allá y el orgullo por su cultura y costumbres se mantienen vivos. Su caso es un ejemplo de que a pesar de que un migrante no tenga interés en volver a su lugar de origen, invertir en su país o ser parte de la vida política de éste, los migrantes no tienen que escoger entre ser actores integrados y actores transnacionales: integración y transnacionalismo, como argumentan Morawska (2003) y Levitt (2003), son procesos traslapados a lo largo de la historia migratoria y un recurso para la integración en el lugar de destino. La relación transnacional que actualmente mantiene ella está basada en el cariño a la madre, al padre y a los parientes -con quienes se comunica y a los que visita cuando puede-, y en la necesidad de mantener viva su identidad hondureña. Estos involucramientos tangibles e intangibles con su comunidad de origen, Mariana los comparte y transmite a sus hijos a través de sus acciones, conversaciones y nostalgias.

 

Jorge y Gerardo: Comunicación cordial y lazos afectivos sin visitas ni compromisos

Jorge llegó de Progreso, Honduras, por intermedio de su hermana, quien vivía en Tapachula y le consiguió trabajo en el sector de la construcción; nunca tuvo la intención de llegar a Estados Unidos. Tenía 26 años cuando lo conocimos en 2009 y llevaba seis viviendo en la ciudad. Al poco tiempo de residir ahí se relacionó con una mexicana, se unió a ella y tuvieron dos hijos (ella estaba embarazada cuando lo conocimos). Cuenta con la FM2 y un trabajo estable, aunque no con un sueldo lo suficientemente bueno como para rentar una casa independiente y por ello vive con la familia de su pareja.

Gerardo, su hermano, llegó un año después gracias a Jorge, quien le consiguió trabajo en el mismo lugar y le dio hospedaje. Es soltero y sin hijos, tiene 24 años y estudió hasta preparatoria. Cuando lo conocimos se encontraba tramitando sus documentos migratorios. La situación de Jorge es de mayor estabilidad en Tapachula debido a sus hijos nacidos ahí y a su mujer, que también es de esa ciudad. Gerardo, por el contrario, es más inestable y tiene más libertad de movimiento y la inquietud de buscar trabajo en ciudades más grandes en territorio mexicano. De hecho, tiempo después de que lo conociéramos, lo entrevistáramos y participara en la dinámica con fotografías, se fue a Tijuana, donde vive ahora su hermana, pero al poco tiempo regresó a Tapachula.

Ni Jorge ni Gerardo han vuelto de visita a Honduras y ninguno de ellos tiene pensado volver a radicar allá. Eran solteros cuando migraron, por lo que no tienen una responsabilidad con hijos o pareja que hayan dejado atrás y además sus padres no dependen económicamente de ellos. Las responsabilidades de Jorge con su nueva familia le han impedido visitar Honduras, pues, como él comenta, quisiera ir con toda la familia y eso requiere dinero y tiempo; quiere hacerlo de esta forma porque le importa que sus padres conozcan a su nueva familia y se sientan orgullosos de él. Por su parte, Gerardo tampoco ha visitado Honduras por falta de tiempo y documentos migratorios. Ambos se comunican con su familia una vez al mes en promedio, por teléfono celular o caseta telefónica pública.

Aunque en el caso de estos hermanos no existe una dependencia económica entre el lugar de destino y el de origen, el involucramiento transnacional se manifiesta a través de llamadas a su familia, en la importancia que ellos le dan a la opinión que su madre tiene respecto de sus vidas en México, en la necesidad de que su familia se mantenga al tanto de la evolución de sus vidas y, en el caso de Jorge, también al tanto del crecimiento de sus hijos. En la llamada telefónica que ambos hicieron a su madre pudimos percibir el gran interés en que ella supiera que vinieron a Tapachula para trabajar duro y honradamente. Nos expresaron que esto es algo que siempre resaltan cuando hablan a Honduras y que ella estaba más tranquila de que estuvieran aquí y no allá, "lejos de vicios y malas compañías". De hecho, muchas de las imágenes que tomaron durante la dinámica de intercambio de fotografías fueron de las obras en las que habían trabajado porque era importante para ellos mostrarlas a sus familiares en Honduras. Y cuando se ofreció a todos los participantes que enviaran cartas o fotografías adicionales a sus parientes a través de la autora, ellos fueron de los más interesados en hacerlo y Jorge mandó fotos de su niño cuando era bebé para que pudieran observar cómo había crecido.

Aunque en su caso los intercambios transnacionales no son constantes como lo describiría la concepción tradicional, Jorge y Gerardo son actores transnacionales. Gerardo es inestable y cambiante; un día sus planes son viajar a Tijuana, y el otro, a otra ciudad, pero contar con una familia en Honduras que le sigue la pista le da estabilidad. Por su parte, Jorge, aunque establecido en Tapachula, no deja de sentirse orgulloso de su identidad hondureña ni cesa de ser parte de aquella familia a la que no ha visto en más de seis años. La transnacionalidad les da sentido de pertenencia en medio de una vida cambiante, como la de Gerardo, y una enraizada en el lugar de destino, como la de Jorge.

 

Lorena: Comunicación selectiva, relaciones cordiales y contacto periódico

Lorena tenía 30 años cuando la conocimos. Llegó a Tapachula a la boda de una prima con un mexicano y, según expresó, "se quedó porque le gustó". Por un tiempo vivió en Villahermosa, Tabasco, donde trabajó en una oficina y luego, por primera vez, de mesera en un bar, labor que dejó por largo tiempo y que retomó una vez que volvió a Tapachula. Salió de su natal San Pedro Sula, dejando a su madre y hermana al cuidado de su hijo. En 2010 tenía seis años viviendo en México y se encontraba tramitando su FM3.

Las relaciones transnacionales que Lorena mantiene se asemejan más a la concepción tradicional de transnacionalismo y familia transnacional en el sentido de que envía dinero a su madre y hermana a cambio de que le cuiden a su hijo. Además, por varios años los fue a visitar cada mes de julio. Aunque lleva ya dos años que no va, durante sus visitas trae productos hondureños para cocinar en Tapachula. Además de las remesas que envía cada que puede, se comunica con sus familiares regularmente por teléfono celular, caseta telefónica pública e incluso, en ocasiones, por Internet.

A pesar de la regularidad en la comunicación, esta es selectiva ya que su familia no sabe que ella trabaja en un bar ni que tiene una pareja. Su madre y su hermana, según explica Lorena, no estarían de acuerdo en el tipo de ocupación que ella desempeña ni en que viva en unión libre con alguien. Por ello, Lorena les cuenta que trabaja vendiendo tacos y nos pidió que no lleváramos a Honduras las fotografías de su pareja. A pesar de que la comunicación con sus familiares es selectiva por parte de Lorena, ella mantiene la ilusión de visitar Honduras para ver a su hijo de nuevo y, más adelante, traerlo a él, a su madre y a su hermana a Tapachula. Considera a San Pedro Sula un lugar peligroso y no piensa volver a vivir allá.

Lorena mantiene contacto con Honduras, pero aun cuando no lo tuviera y cesara esa relación -si es que efectivamente lograra traer a su madre, hermana e hijo-, vive dentro de un contexto transnacionalizado (Levitt, 2003:179), dado que dentro de la vecindad donde habita y el bar en el que labora mantiene relaciones cotidianas con mujeres hondureñas, quienes a su vez tienen lazos con sus comunidades y familias, a través de las cuales lo hondureño se mantiene vivo.

 

Cristina: Relaciones transnacionales problemáticas y con algunos quebrantos

Cristina tenía 34 años en 2009 y había llegado a Chiapas hacía cinco años con la intención de cruzar a Estados Unidos. Primero vivió en Puerto Madero y luego en Tapachula. Allí conoció a un mexicano con quien se fue a vivir y concibió una hija que ahora tiene un poco más de un año. Cuando se vino de Honduras dejó a su hermana al cuidado de sus cuatro hijos, quien accedió a hacerse cargo de ellos a cambio de que Cristina le enviara dinero una vez que se estableciera en Estados Unidos y le permitiera hacer uso de la renta de la casa que Cristina tiene en Honduras para la manutención de sus hijos y de los de Cristina.

Por un período largo, Cristina no se comunicó con sus familiares, pues sentía vergüenza por el hecho de haberse quedado en Chiapas en lugar de seguir a Estados Unidos, como acordaron. No habló con ellos hasta que ya había nacido su niña y vivía en Tapachula con su marido mexicano; es decir, hasta que se sintió en una situación que le daba argumentos para seguir en Tapachula y no regresar. En este caso, justamente la estabilidad en el lugar de destino activó la relación con el lugar de origen.

El largo silencio y el hecho de que ella tenga una nueva familia hicieron que las relaciones con su hermana se debilitaran mucho. Esta última se siente engañada y exige a Cristina que vuelva por sus hijos; sin embargo, ya dio a dos de ellos a sus respectivas abuelas, lo que hizo que Cristina, a su vez, se sintiera traicionada. Ella desea arreglar sus documentos migratorios y traer a sus hijos de Honduras, pero como su hermana quiere que ella vuelva, cuando se comunican no le habla de sus planes y la engaña diciéndole que sólo quiere tramitar sus documentos para registrar como mexicana a su bebé. Durante todo este tiempo, Cristina no ha vuelto a Honduras a ver a sus hijos, y su hermana se ha encargado de que ellos comiencen a guardar rencor por el abandono. Los conflictos familiares hacen que Cristina tenga una comunicación muy esporádica y selectiva con su hermana y sus hijos; les habla poco y les cuenta sólo algunas cosas. Los constantes problemas técnicos para comunicarse a los teléfonos de sus familiares son también un elemento que ha impedido que ella pueda tener una comunicación fluida desde un inicio, problemas que la hermana interpreta como "pretextos para no llamar". Aunque la ilusión de Cristina es traer a sus cuatro hijos, es improbable que con sus bajos ingresos vendiendo refrescos y los de su marido, quien trabaja en la construcción, puedan mantener a los cuatro, además de que dos de ellos ya no están con su hermana y de que ésta, a pesar de sus quejas, utiliza la renta de la casa de Cristina y al dejar de cuidar a los niños perdería esta entrada de dinero. Estas circunstancias hacen que la relación entre el lugar de destino y el de origen se mantenga a pesar de la falta de fluidez en la comunicación, los mensajes a medias y los conflictos entre ambos lados.

El análisis del caso de Cristina es interesante por varias razones: 1) muestra que a pesar de que el/la migrante esté en camino a la integración y que el asentarse en el lugar de destino sea su deseo, la relación con su lugar de origen se mantiene; 2) a lo largo de la historia migratoria, los lazos transnacionales pueden cesar en algunos momentos e intensificarse en otros, pero aun con sus variaciones, lo transnacional permanece (incluso cuando Cristina algunas veces no les llama a sus hijos, ha mantenido un fuerte lazo afectivo con ellos, expresándolo a través de cartas que muchas veces no manda); 3) los lazos transnacionales existen e incluso se mantienen también a través de malentendidos y relaciones conflictivas con el lugar de origen, y esto es paralelo al proceso de asentamiento e integración y no una fase anterior o una alternativa a dicha integración.

 

Tony: Visitas y comunicación fluidas

Cuando lo conocimos, Tony tenía 27 años de edad y siete de vivir en Tapachula. Decidió emigrar a Estados Unidos a raíz del asesinato de su hermano en su natal San Pedro Sula, pero al llegar a Tapachula conoció a un hombre con quien inició una relación sentimental y decidió quedarse. Tres años después de haber terminado con esta relación abrió una estética, cuenta con la FM3 y no piensa volver a Honduras.

Desde que Tony vive en Tapachula, la relación entre él y su familia ha sido fluida y estrecha; él ha visitado Honduras varias veces, y su madre y uno de sus hermanos lo han visitado quedándose por temporadas largas. Cuando su madre viene, le trae regalos: "Mis tortillas riquísimas de allá... son como tortillas de harina. Me trae queso, crema y algunos adornos o cositas así de Honduras. ¿Y qué más? Música... música punta y de repente los videos [...]". La comunicación es también fluida; él llama a su madre y hermanos cada 15 días y su madre le llama a él diario: "Ella me marca, ¿eh?, dos minutos o tres pero diarios, ¿eh?: 'Hijo, ¿qué estás haciendo?'. 'Estoy bien, mamá'". A pesar de ser joven y contar con preparatoria terminada (uno de los pocos casos que nos encontramos), no es afecto a utilizar el Internet para comunicarse: "me da flojera estar en un computador ahí. No, no, te lo juro que yo puedo estar unos cinco o diez minutos, no más; o sea, mejor por teléfono". Además de las llamadas intercambiadas y el apoyo emocional a través de ellas, Tony envía dinero mensual-mente a pesar de que su salario no es sustancialmente mayor al que pudiera ganar en Honduras. Cuando le preguntamos si tenía intenciones de quedarse en Tapachula, nos platicó sobre la posibilidad de emigrar a España; sin embargo explicó que no lo había hecho justamente porque el vivir en Tapachula le daba la opción de estar en una ciudad que, además de ser tranquila y ofrecer un costo de vida adecuado y oportunidades de empleo, está cerca de San Pedro Sula, donde vive su familia. El caso de Tony es importante para ejemplificar que la cercanía geográfica favorece los lazos transnacionales a pesar de las barreras. Aun cuando los altos costos de las llamadas le impiden tener conversaciones prolongadas con su familia, tiene la posibilidad de ir a recogerla para que pase temporadas con él a pesar de que ellos no cuentan con documentos migratorios, lo que sería mucho más complicado en lugares remotos como Estados Unidos.

 

Reflexión final

Los casos de personas inmigrantes hondureñas en la ciudad de Tapachula son ejemplos de que los intercambios transnacionales son diversos y cambiantes, pueden no estar basados en la creación y sostenimiento de comunidades transnacionales institucionalizadas ni representar una concepción idealizada de familia transnacional que se mantiene unida en todo momento a pesar de la frontera y la distancia. Lo transnacional, sin embargo, sí es un proceso mediante el cual se traspasan fronteras de forma tangible y/o simbólica -formas de estar y/o formas de pertenecer- y es justamente ésta la característica que lo define como transnacional. El transnacionalismo, más que sólo un método de vinculación entre gente y lugares, remite a la creación (y re-creación) de espacios sociales (re)constituidos mediante elementos que van más allá del Estado-nación: "bienes, personas, dinero y remesas sociales circulan regularmente [e] incluso individuos que nunca se mueven son influenciados por valores y prácticas de cerca y lejos" [traducción propia] (Levitt, 2011:14).

Las personas hondureñas que llegan a Chiapas, en especial a la ciudad de Tapachula, se asientan en condiciones distintas de las de muchos que emigran a países con salarios sustancialmente mayores a los de su lugar de origen, con redes sociales organizadas y accesibilidad a la tecnología de la información capaz de permitir la comunicación a distancia de manera accesible. Podría decirse que en el espacio transnacional formado entre Tapachula y Honduras, caracterizado por la presencia de tecnologías ineficientes e inaccesibles económicamente, el pegamento social del cual hablaba Vertovec, refiriéndose a relaciones transnacionales entre lugares distantes, es la proximidad geográfica y las llamadas breves a causa de los altos costos. Son éstos elementos que permiten a los inmigrantes una sensación de cercanía con Honduras, con su origen y algunos miembros de su familia, y mediante los cuales (re) transmiten sus valores.

Por qué se comunican, en qué momentos de su trayectoria (in) migratoria lo hacen y con quiénes, varía tanto como los testimonios, ejemplos y casos expuestos pudieron ilustrar. Sin embargo, la presencia de lazos -aunque de diversa naturaleza e intensidad-y el sentido de pertenencia a una cultura que tiene lugar más allá de la frontera -e incluso está presente a través de otros connacionales en Tapachula (espacios transnacionalizados)- coexisten con el proceso de incorporación de inmigrantes a la sociedad receptora, entendiendo este proceso también desde una perspectiva flexible.

El ser inmigrantes no implica tomar una trayectoria en la que eventualmente se perderán valores culturales y prácticas de más allá de la frontera, pues éstas, de hecho, forman parte de su vida en el lugar de destino y juegan un rol en su proceso de integración.

 

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Notas

1 La autora agradece a Lorena Salazar, Cristina Robledo, Jorge Choy, Gerardo Espinoza y Gemma Escobar por su apoyo en la realización del proyecto de investigación del cual surge este artículo. También a Lindsey Carte, Luis Arriola y a los dos dictaminadores anónimos por sus valiosos y atinados comentarios hechos a este texto.

2 Entre 1990 y 2008, según la Office of Immigration Statistics -Oficina de Estadística sobre Inmigración— del U. S. Department of Homeland Security (U. S. Census Bureau, 2010), 131 274 hondureños obtuvieron el estatus de residentes permanentes.

3 Sin ánimo de mantener un sesgo de género y con objeto de hacer más ágil la lectura, a partir de este momento y a lo largo del texto, se utilizará el masculino del término inmigrante o migrante para incluir ambos sexos (salvo que se indique lo contrario). En la medida de lo posible se hará referencia a "las personas migrantes o inmigrantes" para incluir ambos sexos.

4 Para lecturas relacionadas con familias transnacionales, véase Schmalzbauer, 2004; sobre una comunidad rural expulsora en Honduras, véase Reichman, 2006; en Cedoh, 2005, se puede consultar un documento no académico sobre migración hondureña. También es posible encontrar información sobre la migración del grupo étnico de los garífunas en González, 2008.

5 Término utilizado en la literatura sobre transnacionalismo para referirse a personas que forman parte de más de un espacio social, traspasando fronteras (Glick-Schiller, Basch y Blanc, 1995).

6 Como Morawska (2008) aclara, cuando en ocasiones al término asimilación se le identifica con connotaciones negativas, dicho vocablo y el de integración son en realidad equivalentes: el primero se ha utilizado en estudios desarrollados en Estados Unidos, y el segundo, en estudios desde la academia europea.

7 Canales y Zlolniski (2000) argumentan que las comunidades transnacionales son alternativas a la migración permanente y a la migración temporal y, por tanto, entienden que transnacionalismo y migración permanente son procesos alternativos y no coexistentes.

8 La traducción de los términos formas de estar (ways of being) y formas de pertenecer (ways of belonging) fue tomada de Levitt (2010:20). Un campo social transnacional es aquel que conecta actores, ya sea a través de relaciones directas o indirectas, más allá de las fronteras (Levitt y Glick-Schiller, 2004).

9 Según Gordon (1964), la aculturación o dimensión cultural era la primera de siete dimensiones progresivas para lograr una total asimilación dentro de la sociedad huésped. La asimilación, en esos momentos, era entendida como un proceso mediante el cual personas y grupos de distintos orígenes se incorporaban en una sola vida cultural en un proceso irreversible y progresivo. En la actualidad, el término asimilación ya no se entiende como sinónimo de aculturación.

10 Boym (2001) ejemplifica cómo la nostalgia y la imaginación sobre lugares más allá de las fronteras se traducen en recursos identitarios clave en el proceso de integración de exiliados rusos en territorio estadounidense.

11 Un ejemplo de la existencia de lazos transnacionales en el pasado es el texto clásico de Thomas, Znaniecky y Zaretsky, 1996.

12 Algunos informantes clave entrevistados en Honduras —Ángel Herrera (2009), representante de Caritas en San Pedro Sula, y Juan Barahona (2009), presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores de Honduras (FUTH)— mencionaron, como un antecedente de la migración internacional, la migración interna de zonas rurales hacia ciudades como San Pedro Sula para trabajar en la industria maquiladora, en particular en el caso de las mujeres. Sin embargo, por el momento no existe evidencia académica capaz de sustentar esta correlación.

13 La forma migratoria de trabajador fronterizo (FMTF) (Secretaría de Gobernación, 2008a) fue diseñada para la internación de guatemaltecos y beliceños que quieran desempeñarse como trabajadores temporales en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. La forma migratoria de visitante local (FMVL) es aplicable a visitantes locales fronterizos de origen guatemalteco o beliceño que ingresen por Chiapas o Quintana Roo (Secretaría de Gobernación, 2008b). Ambas formas estaban vigentes en el momento en que fue realizada la investigación.

14 La FM2 es la forma migratoria aplicable para la calidad de inmigrante e inmigrado en sus nueve modalidades: artista y deportista, asimilado, confianza, científico, familiar, inversionista, profesional, rentista y técnico. La FM3 es la forma migratoria aplicable para la calidad de no inmigrante (Secretaría de Gobernación, 2010). Ambos documentos estaban vigentes en el momento en que fue realizada la investigación.

15 Aunque es un asentamiento distinto del de los hondureños por tratarse de mexicanos en un territorio de donde son nacionales y no de extranjeros en tránsito, es interesante notar que en la frontera norte de México se ha identificado el caso de oaxaqueños en la ciudad de Tijuana. Sobre la conformación de comunidades satélite de oaxaqueños en Tijuana, véase Velasco, 1998, 1995.

16 Financiado por el Fondo Mixto Conacyt Chiapas CHIS-2007-C07-77885.

17 Según el Global Information Technology Report 2009-2010 (Dutta y Mia, 2010), Honduras se encuentra en el lugar número 90 de 133 países en cuanto al uso de tecnologías de la información en el nivel individual; México, en el número 76, y Estados Unidos, en el sitio 16.

18 Una llamada desde Chiapas a diversas localidades en Honduras desde un teléfono público (de monedas o tarjeta) cuesta alrededor de seis pesos por minuto, y por celular, alrededor de 20 por minuto.

19 La autora agradece a Lindsey Carte por resaltar este punto.

 

Información sobre la autora

Carmen Fernández Casanueva es doctora en sociología por la University of Essex. Desde enero de 2007 es investigadora en El Colegio de la Frontera Sur, unidad Tapachula, dentro de la línea migraciones en la frontera sur de México. Actualmente, en conjunto con investigadores de la University of California, San Diego y la universidad del Valle de Guatemala, dirige un proyecto que analiza la correlación entre VIH, uso de drogas y movilidad poblacional en Ciudad Hidalgo, Tapachula, Tecún Umán y Quetzaltenango. De 2008 a 2010 coordinó el proyecto "Papel y aportación de las y los migrantes hondureños(as) residentes en la región del Soconusco, Chiapas", financiado por el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Chiapas. Sus publicaciones se especializan en el tema de la migración internacional de centroamericanos que cruzan y residen en la región fronteriza entre Chiapas y Guatemala. Su tesis doctoral fue publicada en 2010 bajo el título Building Migratory Trajectories. Guatemalans, Salvadorans and Hondurans at the Southern Mexican Border (VDM Verlag Dr. Müller, 2010).

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