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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.6 no.3 Tijuana ene./jun. 2012

 

Artículos

 

Migración internacional y cafeticultura en Veracruz, México

 

International Migration and Coffee Production in Veracruz, Mexico

 

Martha Elena Nava-Tablada

 

El Colegio de Veracruz. Dirección electrónica: menavata@yahoo.com.mx.

 

Fecha de recepción: 8 de marzo de 2010.
Fecha de aceptación: 10 de junio de 2010.

 

Resumen

El sector cafetalero veracruzano actualmente enfrenta una crisis por la caída de los precios en el mercado mundial, que ha originado el aumento de la migración internacional. En este contexto, se analizaron los cambios que esta migración ha propiciado en las unidades de producción de café de la región de Coatepec, Veracruz. Para ello se aplicaron 56 cuestionarios a familias cafeticultoras con experiencia migratoria. Los principales cambios en las unidades de producción de café relacionados con la migración fueron: intensificación de las la bores para los que permanecen en la comunidad, aumento en la contratación de peones, abandono del cafetal, menor manejo tecnológico y sustitución del cafetal por monocultivos. En conclusión, la migración propicia el estancamiento, disminución o abandono de la cafeticultura.

Palabras clave: migración, café, trabajo rural, Veracruz, México.

 

Abstract

The Veracruz coffee sector is currently facing a crisis caused by the drop in international market prices, which has spurred an international migratory flow. Th e main research goal was to analyze the changes international migration has caused in the coffee production units of Coatepec, Veracruz. A survey was conducted on 56 families of coffee growers which have experienced migratory movements. The main changes caused by migration in the coffee production units were: an increase in the workload of those who remained in their communities, a rise in the number of laborers hired, the abandonment of coffee plantations, a decrease in technological management and the replacement of coffee plantations by monocultures. In conclusion, migration causes the stagnation, reduction or abandonment of coffee cultivation.

Keywords: migration, coffee, rural labor, Veracruz, Mexico.

 

Introducción1

México ocupa el séptimo lugar mundial como productor de café; aun cuando en la década de los noventa este producto perdió peso en las exportaciones mexicanas, sigue siendo una de las fuentes de divisas agrícolas importantes (García et al., 2006). La actividad cafetalera nacional se concentra en los estados de Veracruz, Chiapas, Puebla y Oaxaca, con un predominio de pequeños productores con cafetales bajo sombra. Veracruz ocupa el tercer lugar en producción de café en el país, en tanto que las regiones de Córdoba y Coatepec son reconocidas por su calidad en el mercado internacional (Mestries, 2006). Sin embargo, desde 1998, el sector cafetalero nacional enfrenta una crisis relacionada con la caída de los precios en el mercado internacional por sobreproducción mundial, ocasionada, entre otros factores, por la entrada en la cafeticultura de países como Vietnam, que en 10 años se convirtió en el tercer productor global (García et al., 2006). La crisis mundial del café ha repercutido negativamente en las regiones cafetaleras mexicanas, donde actualmente se observan problemas tales como: pérdida de empleos, aumento de la migración, abandono de las plantaciones, impacto ambiental por la tala de cafetales para cambio de cultivo, alta incidencia de plagas y enfermedades que afectan la calidad del grano, bajos rendimientos y drástica caída del nivel de vida de los pobladores rurales que dependen de la cafeticultura (Martínez, 2004). Debido a la crisis mundial del café, se estima que en México más de 300 000 personas perdieron su empleo y abandonaron sus fincas para incorporarse a los circuitos de migración internacional como una alternativa para enfrentar esta situación (Aragón, 2006). De los problemas derivados de la crisis cafetalera, uno de los más visibles es el aumento de la migración internacional en las zonas productoras de café, fenómeno que se relaciona con el hecho de que Veracruz (un estado tradicionalmente receptor de inmigrantes), a partir de la década de los noventa se convierte en zona expulsora de población hacia Estados Unidos, como lo documentan diversas investigaciones (Mestries, 2003; Chávez, Rosas y Zamudio, 2007; Anguiano, 2007; Córdova, Núñez y Skerritt, 2008). Sin embargo, debido a que el fenómeno migratorio estatal es relativamente reciente, ha crecido exponencialmente y no muestra signos de revertirse a corto plazo. Es necesario realizar investigaciones que profundicen aspectos tales como sus efectos en el sector productivo rural, que ha sido el ámbito de origen del grueso de los migrantes internacionales (Anguiano, 2005).

El presente trabajo tuvo como objetivo analizar los cambios que, en el contexto de la crisis cafetalera, la migración internacional ha propiciado en las unidades de producción familiar de café en los municipios veracruzanos de Coatepec, Xico y Teocelo. Específicamente se abordaron los efectos de la migración en la organización del trabajo agrícola familiar, el patrón de cultivos, la superficie destinada a la producción de café y la tecnología empleada.

Estos tres municipios cafetaleros se eligieron debido a que presentan algunas variantes en el grado de urbanización, nivel de marginación, peso económico del sector agropecuario e índice migratorio, que pudieran enriquecer los resultados. Así, Coatepec se cataloga como municipio urbano con grado de marginación bajo y una creciente terciarización de su economía, dado que 47.5 por ciento de su población económicamente activa (pea) se ocupa en el sector de servicios (principalmente comercio y turismo) y 27.6 por ciento en el primario, y su índice de intensidad migratoria es muy bajo (INEGI, 2006). Xico se clasifica como semiurbano con grado de marginación medio; las actividades agropecuarias son las principales, ya que 51.5 por ciento de la pea se emplea en ellas; su índice de intensidad migratoria es muy bajo. Por su parte, Teocelo se identifica como urbano con un grado de marginación medio; sin embargo, las actividades agropecuarias son la principal fuente de ingresos y empleo, pues 57.5 por ciento de la pea labora en el sector primario (INEGI, 2006).

El trabajo de campo se realizó de abril a julio de 2008, iniciando con salidas exploratorias para familiarizarse con la problemática productiva y migratoria de la zona, contactar autoridades y elegir las comunidades donde se aplicaría la encuesta. Las localidades estudiadas fueron Bella Esperanza, Úrsulo Galván y Tejerías –de los municipios de Coatepec, Xico y Teocelo, respectivamente–, las cuales se seleccionaron con base en los siguientes criterios: a) predominio de pequeños productores con cafetales bajo sombra; b) existencia de migración internacional relevante; y c) buena disposición de los pobladores para contestar la encuesta. Este último requisito resultó determinante debido a que se observó desconfianza para proporcionar información sobre los migrantes internacionales, pues se asociaban los cuestionamientos con posibles medidas de identificación y deportación. Las unidades de estudio fueron las familias campesinas dedicadas a la producción de café bajo sombra, y con antecedentes migratorios nacionales y/o internacionales, ya sea de la jefa o el jefe de familia o alguno/s de los miembros. Dado que no se tenía conocimiento previo del número de familias con migrantes en cada comunidad (debido a la falta de datos estadísticos y la resistencia para proporcionar informes sobre los migrantes internacionales), no se estableció un tamaño de muestra a priori, y la identificación de las familias se realizó mediante la técnica cualitativa conocida como bola de nieve (Goodman, 1961), la cual consiste en detectar, en los recorridos exploratorios y entrevistas con informantes clave, algunas familias con migrantes y, a partir de aplicarles los cuestionarios, ir identificando más hogares con migrantes para incorporarlos al estudio. El número de familias a las que se aplicó el cuestionario se definió al presentarse la saturación, es decir, cuando los casos que se iban adicionando ya no aportaban datos novedosos y los patrones de respuesta se repetían. En total se aplicaron 56 cuestionarios (21 en Bella Esperanza, 20 en Úrsulo Galván y 15 en Tejerías). Se procuró que el cuestionario fuera respondido, de preferencia, por el miembro de la familia que toma las decisiones sobre la producción cafetalera. Los datos colectados en la encuesta se analizaron mediante estadística descriptiva. En los siguientes apartados se expone un panorama de la migración internacional en Veracruz, la crisis cafetalera y algunos trabajos que abordan la relación entre migración y agricultura como marco de análisis de la presente investigación.

 

La migración internacional en Veracruz

El estado de Veracruz, que tradicionalmente fue receptor de inmigrantes, a partir de la década de los noventa del siglo XX aporta cada vez más emigrantes a la corriente nacional e internacional (Anguiano, 2005). La masificación de la migración veracruzana se origina sobre todo en el medio rural, debido a la crisis del sector agropecuario, que ha obligado a una gran masa de productores a buscar otras alternativas económicas fuera de su lugar de origen. Debido a que la migración veracruzana es relativamente reciente y avanza de forma constante y acelerada, constituye un ámbito de investigación por explorar, pues, como plantean Chávez, Rosas y Zamudio (2007), se requiere mayor información cuantitativa y cualitativa respecto de las dinámicas migratorias municipales y locales, las causas que motivan a los veracruzanos a emigrar, las características de los flujos migratorios, los lugares de destino, sus estrategias de incorporación en el mercado laboral y en la sociedad estadounidenses, la conformación de redes sociales y las prácticas de retorno.

Las investigaciones sobre la migración en Veracruz (Pérez, 2000; Mestries, 2006; Anguiano, 2007; Córdova, Núñez y Skerritt, 2008) coinciden en señalar que el estado fue, hasta finales de los años ochenta del siglo XX, un territorio que atraía población a sus polos de desarrollo agropecuarios e industriales, aunque no fue ajeno a la salida de sus habitantes a otras regiones del país, pues, por ejemplo, ha sido documentada la migración laboral de veracruzanos hacia el Distrito Federal a mediados del siglo XX, pero, en general, hasta antes del censo de 2000 (INEGI, 2002) no se catalogaba a Veracruz entre las principales entidades expulsoras de migrantes nacionales o internacionales. Sin embargo, a raíz de las crisis económicas recurrentes, la apertura comercial internacional y el retiro del aparato estatal de gran parte de la estructura productiva de la entidad, el sector productivo, principalmente el agropecuario, se encuentra en una situación crítica que ha propiciado la salida de mano de obra a otras zonas del país, pero principalmente a Estados Unidos, en busca de mejores oportunidades de empleo y salarios (Chávez, Rosas y Zamudio, 2007).

Mestries (2003) indica que si bien en la última década del siglo XX la migración interna predominaba en Veracruz representando 65 por ciento, la migración internacional se incrementó desde el inicio de la recesión económica en 2001. El crecimiento acelerado de la migración internacional y el decremento de la interna se muestran en el cuadro 1.

Anguiano (2007) afirma que en Veracruz la migración hacia Estados Unidos no resultaba significativa; sin embargo, en la última década del siglo XX se observa la masificación de este fenómeno en diversos municipios del estado, sobre todo en áreas rurales. Pérez (2003) reporta que Veracruz experimenta una rápida escalada en la tabla de estados que más contribuyen con migrantes en Estados Unidos, pues en 1992 se ubicaba en el lugar 30, en 1997 pasó al 27, en 2000 ocupó el 14 y en 2002 estaba en la cuarta posición.

Aunque resulta difícil medir la migración de veracruzanos hacia Estados Unidos por su carácter indocumentado, el INEGI (2002) registra que en el año 2000 Veracruz ocupaba el quinto lugar nacional en cuanto a la población mexicana que se dirigía a Estados Unidos, representando cinco por ciento del total nacional (véase el cuadro 2).

De 1990 a 2005 se quintuplicó la población nacida en Veracruz que residía en Estados Unidos, mientras que el número de personas originarias de Jalisco (entidad con añeja tradición migratoria y que presenta los valores más altos en el ámbito nacional) residentes en ese país ni siquiera se duplicó. Lo anterior resalta la asombrosa velocidad de crecimiento de la migración internacional veracruzana (véase el cuadro 3).

Según el índice de intensidad migratoria,2 diseñado por el Consejo Nacional de Población (Conapo, 2002), Veracruz tiene una intensidad migratoria baja, la cual contrasta con la de Zacatecas, que presenta el más alto índice en el país (véase el cuadro 4). Atendiendo a este indicador, de los 210 municipios que conforman la entidad, cinco tienen nula migración; 116, muy baja; 67, baja; 17, media; tres, alta, y dos, muy alta. Chávez, Rosas y Zamudio (2007) advierten que hay que tomar con precaución estas cifras, pues este índice fue diseñado para todo el país y Veracruz está siendo comparado con entidades de gran antigüedad migratoria como Zacatecas, que lleva más de 50 años enviando población al norte.

Mestries (2006) indica que alrededor de 90 por ciento de la migración veracruzana hacia Estados Unidos es indocumentada y los migrantes provienen mayormente de áreas rurales y el sector agropecuario, aunque también subraya que en esos flujos es creciente la importancia de la población urbana que labora en el sector industrial y de servicios. Anguiano (2005) agrega que la migración internacional veracruzana tiene carácter eminentemente laboral, pues salen principalmente hombres jóvenes en edad económicamente productiva (véase el cuadro 5).

En cuanto a los lugares de destino en Estados Unidos, Pérez (2003) señala que no se identifica un polo dominante de atracción, sino que los destinos se asocian mayormente a la región de procedencia del migrante. Esta dispersión denota alta movilidad geográfica de los veracruzanos y la conformación de redes socioeconómicas ligadas al lugar de origen. En Estados Unidos, los migrantes se emplean mayormente en trabajos poco calificados del sector industrial y de servicios, insertándose cada vez menos en actividades agropecuarias. El monto de las remesas en la entidad también es difícil de estimar debido al carácter indocumentado de los migrantes y la diversidad de medios de envío. A pesar de esta limitante, el Conapo (2010) reporta que en 1995 el estado de Veracruz ocupaba el decimoquinto lugar en la captación de remesas en el ámbito nacional, con un monto total de 76 millones de dólares, que representaron 2.1 por ciento de las remesas captadas en México; en 2003 pasa al quinto lugar con 990 millones de dólares (6.6 % del total de remesas en el país); y en 2009 ocupa el sexto lugar con un monto de 1 294 millones de dólares, que constituyen 6.1 por ciento del total nacional. Entre 2003 y 2009 se observa que la captación de remesas disminuyó porcentualmente,3 pero en números absolutos aumentó. Pérez (2003) agrega que en 2002, 65 por ciento de las remesas recibidas en Veracruz tuvieron como destino las zonas rurales.

Lo expuesto esboza un panorama general de la migración en Veracruz que no intenta agotar el tema, sino aportar un marco de análisis de los resultados de la presente investigación.

 

La cafeticultura mexicana en tiempos de crisis

México ocupa el séptimo lugar mundial como productor de café, aportando cuatro por ciento de la producción del planeta, con una superficie sembrada de más de 806 000 hectáreas, de las cuales 83 por ciento son cultivadas por pequeños productores campesinos con sistemas de café bajo sombra tradicionales, poco tecnificados, con baja productividad pero que manejan variedades de café de altura de excelente calidad. Aun cuando en la década de 1990 el producto perdió peso en las exportaciones mexicanas, sigue siendo una importante fuente de divisas agrícolas, y la cadena de producción y comercialización genera más de 4.5 millones de empleos directos e indirectos, por lo que la cafeticultura es la segunda actividad agrícola nacional, sólo superada por el maíz. Además, México es pionero y líder en la producción de café orgánico certificado, controlando 20.5 por ciento del mercado mundial (Sagarpa, 2007).

La actividad cafetalera se concentra en cuatro estados (Chiapas, Puebla, Veracruz y Oaxaca) que aportaron, en 2005, 91.4 por ciento del total del país. Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en producción de café, siendo más de 90 por ciento el cultivado bajo el sistema tradicional de sombra (Sagarpa, 2007). Arrieta (2006) señala que en Veracruz existen tres principales cuencas cafetaleras: Córdoba-Huatusco, Xalapa-Coatepec y Misantla-Tlapacoyan. La cuenca Xalapa-Coatepec, además de estos dos municipios, abarca los de Xico, Teocelo, Cosautlán y Jilotepec, siendo reconocida su producción en el mercado internacional por su calidad, derivada de la altura, clima y suelo óptimos para este cultivo.

El café en México tuvo un período de auge a partir de la Revolución Verde (década de 1950) con la incorporación de paquetes tecnológicos que fomentaron una producción orientada al mercado internacional. Alrededor de 1970, las familias campesinas se incorporan a la producción de café como una estrategia para incrementar sus ingresos económicos, sin dejar de lado el cultivo de productos básicos de autoconsumo. Durante esa época de auge existían organismos gubernamentales –como el Instituto Mexicano del Café (Inmecafé)– dedicados a la transferencia tecnológica, la regulación de la comercialización y el beneficiado del grano (Martínez, 2004). Gracias a la tecnología promovida por la Revolución Verde, los países productores de café tradicionales –como México y Colombia– y algunos emergentes de Asia y África incrementaron su productividad, lo que a la larga se traduciría en una sobreproducción mundial que inundó los mercados con café de menor calidad y deterioró los precios del grano. Aunado a lo anterior, hasta 1989, el mercado mundial del café funcionaba con base en un sistema de cuotas de exportación, y los gobiernos de los países productores intervenían en las negociaciones a través de los institutos nacionales del café. Con ello se aseguraba un equilibrio entre la oferta y la demanda mundiales, así como estabilidad en los precios internacionales. Pero a partir de ese año, como resultado de las nuevas tendencias mundiales de liberalización comercial, se rompieron los acuerdos internacionales y se generó una exportación indiscriminada que provocó una sobreoferta y la drástica caída del precio –incluso por debajo de los costos de producción–, lo cual se tradujo en empobrecimiento de las familias de los pequeños cafeticultores (Aragón, 2006). En este contexto, el gobierno de México abandonó su intervención en el fomento productivo, transformación y comercialización del grano y se orientó hacia el libre mercado, por lo que desapareció el Inmecafé, que funcionaba como el órgano regulador estatal de la cadena productiva de café. Con el cierre del Inmecafé se suspenden los apoyos institucionales que recibían los cafeticultores (asistencia técnica, gestión organizativa, crédito para la producción, servicios de acopio y comercialización). Además, el sector cafetalero deja de contar con una política definida y una institución rectora. Los productores quedan a merced de intermediarios que compran el grano a precios bajos, y el Estado se limita a aplicar programas de fomento y políticas asistenciales para paliar esta situación de deterioro (Martínez, 1995).

A partir de 1989, las negociaciones internacionales y la comercialización quedan exclusivamente en manos de transnacionales, que toman las decisiones sobre el precio del café con base en sus intereses y sin considerar las necesidades de los pequeños cafeticultores campesinos que eran representados por los institutos nacionales del café. A lo anterior se suma la entrada de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a partir del cual el país se abre a los mercados internacionales e inicia la desregulación de los precios, con graves consecuencias para los pequeños cafeticultores, que estaban empobrecidos, desarticulados, con cartera vencida y cafetales deteriorados, imposibilitados para incrementar su productividad y calidad y, por tanto, con nula capacidad para competir en el mercado internacional (Martínez, 1995).

Durante la última década del siglo XX, a raíz de la desregulación, la sobreproducción mundial, el control del mercado por transnacionales y el estancamiento del consumo, los cafeticultores mexicanos redujeron su producción y enfrentaron los precios más bajos en su historia, lo cual resultó en una reducción de 65 por ciento en sus ingresos netos. Esta crisis se agudiza con la entrada en la cafeticultura de nuevos países como Vietnam que, auspiciado por el Banco Mundial, en 10 años se convirtió en el tercer productor mundial e inundó el mercado con café de menor calidad y bajo precio, que las transnacionales mezclan con granos de buena calidad para obtener un producto de muy bajo costo (García et al., 2006).

En México, el abandono del mercado regulado del café a partir de 1989, junto con otros factores, como una alta cosecha en el ciclo 1988-1989, altos inventarios de ciclos anteriores y cuotas de exportación muy bajas, ocasionaron que, al ocurrir la caída de los precios, el país tuviera gran cantidad de café almacenado, lo que causó la quiebra generalizada del sector, tanto de grandes empresas comercializadoras privadas como de organizaciones de pequeños productores. Adicionalmente, la banca y el Estado se retiran de la actividad cafetalera, lo que agudiza la debacle. Así, después de una sostenida expansión de la cafeticultura en décadas anteriores, de 1990 a 1994, el sector cafetalero mexicano enfrenta su primera gran crisis, con la consecuente reducción de los ingresos de los productores, la falta de mantenimiento a las plantaciones y el empobrecimiento de las familias cafetaleras (Aragón, 2006). Desde entonces, la producción de café ha sufrido crisis recurrentes relacionadas con la sobreproducción y la caída de los precios, siendo la más reciente en el período 1998-2004, la cual fue considerada la más severa del siglo (Escamilla y Díaz, 2002).

Mestries (2003) señala que, ante la crisis mundial, las estructuras productivas del sector cafetalero veracruzano –caracterizadas por el minifundismo, un proceso de regresión tecnológica y la pérdida de calidad del producto como consecuencia del retiro de los apoyos del Estado– no tenían las condiciones para alcanzar una mayor competitividad en un mercado abierto, por lo que la producción y las exportaciones se vinieron abajo. Ante la caída de los ingresos por su principal producto de venta, los pequeños cafeticultores veracruzanos se han visto orillados a reducir sus gastos (incluida la inversión agrícola); intensificar el empleo de mano de obra familiar; endeudarse con prestamistas; rentar o vender su parcela; y diversificar sus actividades mediante la migración, principalmente hacia Estados Unidos.

Con base en lo expuesto, el contexto de crisis productiva cafetalera debe tomarse como referencia obligada para entender la dinámica migratoria de las áreas rurales de Veracruz dedicadas a esta actividad agrícola.

 

Migración y agricultura: Una relación compleja

Córdova, Núñez y Skerritt (2008) mencionan que los estudios de caso en diferentes regiones del país indican que la migración internacional conlleva procesos contradictorios en relación con la producción agrícola, por lo que no es posible afirmar la presencia de tendencias lineales en cuanto a su impacto en la vida campesina. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones reportan procesos donde la migración agudiza el abandono de la actividad primaria, pero al mismo tiempo –paradójicamente– el flujo de remesas contribuye al sostenimiento de la agricultura al inyectarle subsidios que la mantienen en un nivel de subsistencia.

Una situación, también contradictoria en apariencia, encuentran Nava-Tablada y Marroni (2003) en su investigación sobre los impactos de la migración en la actividad agropecuaria de la mixteca poblana, donde la migración internacional masiva de trabajadores propiciada por la crisis agrícola incrementó la demanda regional de trabajo asalariado para suplir la mano de obra ausente, que se pagaba con las remesas enviadas por los migrantes, las cuales funcionaban como un subsidio para la actividad agrícola. Las mismas autoras reportan otros efectos de la escasez de mano de obra debida a la emigración, tales como: la intensificación del trabajo para las personas que se quedan en su lugar de origen, el abandono temporal o permanente de la actividad agrícola, la disminución en la diversidad del patrón de cultivos, el retroceso tecnológico y la pérdida del conocimiento técnico-productivo tradicional que se transmite de generación en generación. Por todo ello, concluyen que aunque la migración no es la causa principal del declive agrícola, sí acelera este proceso al eliminar la participación de los jóvenes migrantes en la agricultura, influir en los cambios de las actividades económicas que realizan los migrantes al regresar a la comunidad (generalmente no retoman el trabajo agrícola), actuar como alternativa laboral principal frente a una agricultura cada vez menos rentable y propiciar un cambio cultural en los migrantes que los aleja del modo de vida rural y la producción primaria.

Ramírez y González (2006), al analizar la migración como una respuesta de los campesinos ante la crisis del café en tres municipios cafetaleros del estado de Puebla, identifican dos tendencias originadas por la migración: el envejecimiento y la feminización de la mano de obra dedicada a la actividad agropecuaria, y la mayor dependencia de las unidades productivas familiares respecto del envío de remesas. En este sentido, Canales y Montiel (2004) agregan que en Teocaltiche, Jalisco, a pesar de su antigua tradición migratoria, el principal destino de las remesas sigue siendo el gasto familiar, lo cual contribuye a la capitalización de los hogares de los migrantes, pero no siempre implica una mejora de la actividad productiva en las comunidades de origen.

Mestries (2003), quien ha estudiado la migración en regiones cafetaleras del centro de Veracruz, afirma que la crisis de la cafeticultura provocó el aumento de la migración internacional. Como consecuencia, las unidades domésticas perdieron a sus trabajadores masculinos más productivos y emprendedores, y dependieron cada vez más de las remesas. Esto se tradujo en el creciente abandono de las fincas y el deterioro de la producción cafetalera, dado que ocurre una causalidad acumulativa entre crisis agrícola y migración que provoca un declive productivo. Además, la migración modifica los valores y normas familiares y comunitarias, desvaloriza el trabajo del campo y las tradiciones locales, y con ello crea aspiraciones sociales que sólo pueden ser satisfechas con más migración, lo cual reproduce el fenómeno en mayor escala.

Esta breve revisión de los efectos de la migración en la actividad agrícola de las comunidades de origen proporciona algunos elementos para contextualizar el análisis de los resultados en la región de Coatepec.

 

Migración en la región cafetalera de Coatepec

Los municipios de Coatepec, Xico y Teocelo se localizan en la zona montañosa del centro del estado de Veracruz, sobre las estribaciones del Cofre de Perote (véase el mapa 1) y constituyen un corredor agrícola donde se siembran 15 635 hectáreas de café, que representan 11 por ciento de la superficie total estatal de este cultivo (Sagarpa, 2007).

Los sistemas productivos típicos de la región son cafetales bajo sombra que cumplen un importante papel en la conservación ambiental del bosque mesófilo de montaña característico de la zona. Además, Coatepec tiene una añeja cultura de producción de café que data de finales del siglo XIX, y el grano que se produce es reconocido por su calidad en el mercado internacional, dado que las condiciones de altura, clima y suelo son las óptimas (Mestries, 2003). A raíz de la crisis de sus dos principales productos agrícolas (café y caña), la economía regional se ha diversificado, lo que ha disminuido la importancia del sector primario, el cual está siendo complementado por otros sectores económicos como el turístico y la agroindustria (INEGI, 2004). Respecto de la migración, Conapo (2002) reporta un índice de intensidad migratoria bajo para Teocelo y muy bajo para Coatepec y Xico. Al respecto, Mestries (2003) considera que estos datos no reflejan los importantes flujos migratorios nacionales e internacionales que existen en esta región.

A continuación se exponen las características de las unidades de producción familiar de café y de la migración en la región de estudio, así como el efecto de esta última sobre las primeras. Los resultados se presentan de forma global para las tres comunidades, dado que la situación es muy parecida (a pesar de pertenecer a municipios diferentes), por lo que desagregar la información implicaba la dispersión de las tendencias generales observadas. Además, la población de estudio resultó bastante homogénea, pues se seleccionaron comunidades con predominio de pequeños productores cafetaleros.

 

Características de las unidades de producción familiar de café

Las 56 familias encuestadas practican la agricultura, destinando en promedio 3.9 hectáreas (producción minifundista). Los principales cultivos son el café bajo sombra y la caña de azúcar (cultivada mayormente en Bella Esperanza, Coatepec). Aunque predomina el café, las familias manejan más de un cultivo (producción diversificada) (véase el cuadro 6).

De los productos agrícolas, 79.6 por ciento se destinan mayormente a la venta, pues el café, caña de azúcar, limón persa y mango se orientan prioritariamente al mercado. En contraste, 20.4 por ciento de la producción –principalmente maíz, frijol y productos secundarios del cafetal, como plátano o naranja– se destina para autoconsumo. En cuanto al nivel tecnológico (véase el cuadro 7), puede observarse que los sistemas productivos están poco tecnificados, dado que los insumos más utilizados son abono y mano de obra contratada en las épocas de mayor trabajo. El control de plagas lo menciona un pequeño porcentaje de agricultores que aluden a las trampas biológicas para la broca del café promovidas por el Consejo Veracruzano del Café (Covercafé). El acceso a créditos se refiere a los otorgados por los ingenios para caña de azúcar y a los subsidios institucionales para el cultivo de café (Covercafé) y el de maíz (Procampo). Mientras que la asesoría técnica hace alusión a la que reciben del ingenio para el cultivo de la caña y de Covercafé sobre trampas biológicas para la broca.

Por otra parte, 57.2 por ciento de las familias atienden la producción agrícola mayormente con mano de obra familiar pero contratan peones asalariados en las épocas de más trabajo (cosecha); 32.1 por ciento utiliza únicamente mano de obra familiar, y 10.7 por ciento, sólo contratada. Las principales fuentes de financiamiento para la actividad primaria son, en orden de importancia: la venta de productos agrícolas, las remesas enviadas por migrantes y los subsidios de Procampo, Oportunidades y Covercafé. La actividad agrícola se complementa con la cría de animales en pequeña escala que se destinan principalmente a autoconsumo, ya que 46.4 por ciento de las familias tienen especies de traspatio (aves de corral, porcinos y conejos) y algunas cabezas de ganado vacuno en pastoreo extensivo. Así mismo, 73.2 por ciento de las familias realizan otras actividades económicas para complementar su ingreso, siendo las principales: el pequeño comercio y los trabajos en el sector de servicios en las ciudades cercanas –principalmente Xalapa y Coatepec–, donde laboran como albañiles, jardineros y en empleos diversos.

Los sistemas tradicionales de producción de café han sido descritos por Escamilla y Díaz (2002), y coinciden con el tipo de producción que predomina en la región de estudio. Estos autores mencionan que el sistema rústico o de montaña se refiere a fincas con sombra, con poco manejo tecnológico y bajo impacto ecológico, donde los árboles tienen la función de proveer sombra al café, aunque el productor también suele incluir cítricos y plátano para tener productos extras. Las fincas rústicas son similares al bosque mesófilo de montaña donde se insertan, tienen diversidad de epífitas4 y árboles nativos; la variedad predominante es Coffea arabica L. (cultivares Typica, Borbón, Caturra y Garnica).

Las características de los productores de las fincas en la región de estudio coinciden con las reportadas por Arrieta (2006), quien señala que son pequeños cafeticultores con recursos económicos limitados, cuya plantación rara vez supera las cuatro hectáreas; el manejo que realizan es poco tecnificado; su acceso al crédito es escaso; procuran evitar gastos en abonos químicos, por lo que acuden a la fertilización orgánica; usan, de preferencia, mano de obra familiar y benefician el café en forma doméstica. Algunos destinan fracciones de la parcela a cultivos de autoabasto como maíz y frijol; complementan su ingreso con otras actividades (como peones o albañiles) y con frecuencia emigran temporalmente a las ciudades o a Estados Unidos.

 

Características de la migración

En las tres comunidades se registraron datos para un total de 304 personas que son miembros de las familias entrevistadas. De éstos, 229 (75%) permanecían en la comunidad y 75 (25%) eran migrantes activos que radicaban de manera permanente fuera del poblado. Del total de migrantes activos, 85 por ciento son hombres y 15 por ciento mujeres, observándose un predominio del sexo masculino, que coincide con lo reportado en otros estudios de caso (Córdova, Núñez y Skerritt, 2008). El promedio de migrantes por familia es de 1.6 (con un rango de 1 a 5). La edad promedio de los migrantes es de 31.8 años (con un rango de 19 a 60), concentrándose en los rangos de 16 a 30 (56 %) y de 31 a 50 (40%); es decir, 96 por ciento es población en edad productiva que emigra como mano de obra que busca mejores oportunidades de trabajo y salario. Estos datos coinciden con lo reportado por Ramírez y González (2006), que señalan el predominio de la emigración en las edades productivas. El promedio de escolaridad de los migrantes es de 9.1 años (secundaria completa), el cual es mayor al promedio de escolaridad (7.4 años) de los que radican en la comunidad (véase el cuadro 8).

En lo relativo a la ocupación de los migrantes en el lugar de destino (véase el cuadro 9), se observa que la mayoría (77.4 %) se desempeña en actividades de los sectores secundario y terciario (incluyendo profesionistas), en tanto que un pequeño número se emplea en el sector agrícola.

Los datos anteriores sugieren tres situaciones que coinciden con lo señalado por Anguiano (2005): a) el carácter mayormente laboral de la migración (84.1 % de los migrantes son trabajadores asalariados); b) la concentración de migrantes en los sectores secundario y terciario, que contrasta con el bajo número empleado en actividades agrícolas, lo cual refleja un cambio importante en la ocupación de los migrantes respecto de la actividad agrícola, que predomina en su comunidad de origen; c) la baja calificación de la mano de obra migrante que se emplea en actividades que no requieren capacitación especial.

En cuanto al lugar de destino de los migrantes, 30.7 por ciento residían en el país y 69.3 por ciento en Estados Unidos. El cuadro 10 muestra un predominio de la migración internacional, siendo la ciudad de Los Ángeles, California, el lugar de destino más frecuente, aunque resulta evidente la diversidad y dispersión de los lugares de llegada, lo cual coincide con lo reportado por Córdova, Núñez y Skerritt (2008) para la región centro de Veracruz. En la migración nacional destacan como destinos las zonas urbanas e industriales de Veracruz y la ciudad de México.

En lo referente a las remesas, 95 por ciento de las familias han recibido estos recursos que provienen, sobre todo, de Estados Unidos y llegan aproximadamente cada mes. Las remesas se destinan a más de un uso (véase el cuadro 11), siendo el prioritario el gasto familiar (alimentación, ropa, gastos médicos y escolares). También son importantes las remesas destinadas a la mejora de la vivienda y la inversión productiva agropecuaria (compra de tierra, animales e insumos y pago de mano de obra extrafamiliar). Nava-Tablada y Marroni (2003) coinciden al señalar que el gasto para el sostenimiento familiar y la mejora de la vivienda son los principales usos de las remesas, mientras que la inversión productiva se orienta, sobre todo, a contratar mano de obra e insumos para sustituir el trabajo de los ausentes y subsidiar la actividad productiva, pero en muy pocos casos representa una inversión para reactivar la agricultura y hacerla rentable.

Además de los migrantes activos, algunas familias tienen miembros con experiencia migratoria que ya regresaron a la comunidad. De las 304 personas registradas en la encuesta, 87 (28.6 %) tienen experiencia migratoria y, de éstos, 12 individuos son migrantes de retorno que radican en la comunidad. El cuadro 12 muestra el motivo de la primera migración, destacando que 81.6 por ciento de los migrantes salieron por razones económicas (crisis del campo, falta de empleos y recursos económicos y búsqueda de mejores salarios). Existe consenso (Aragón, 2006; Ramírez y González, 2006) en que los motivos económicos son los más importantes –aunque no los únicos– para la salida de los migrantes, sobre todo cuando en los lugares de origen la situación de empleo e ingreso es precaria. Al respecto, Mestries (2006) señala que en Veracruz las crisis económicas recurrentes han colocado a muchas familias rurales en el límite del aprovechamiento de sus recursos y/o ampliado la brecha entre sus expectativas y las condiciones que existen para cumplirlas. Ante ello, la migración internacional se ha vuelto una de las estrategias más utilizadas para superar la crisis económica, debido a la amplia brecha salarial entre México y Estados Unidos, la conformación de redes migratorias y enclaves laborales de veracruzanos en ese país, así como la aparición de nuevos nichos económicos que demandan mano de obra poco calificada, flexible y vulnerable por su carácter indocumentado.

 

Efectos de la migración en las unidades de producción familiar de café

La encuesta registró cambios imputables a la migración en cuanto a la organización del trabajo familiar, el patrón de cultivos, la superficie destinada a la producción agrícola y la tecnología utilizada.

Por otra parte, 46.3 por ciento de las unidades de producción no observaron cambios en la organización del trabajo familiar; 30.4 por ciento mencionó la intensificación de las labores para los que permanecen en la comunidad (mujeres, niños y ancianos); 17.9 por ciento, el aumento en la contratación de peones para suplir la mano de obra ausente, y 5.4 por ciento, el abandono del cafetal al emigrar los que lo cultivaban; es decir, 53.7 por ciento de las unidades productivas identificaron cambios considerados negativos para la producción cafetalera. Estos datos coinciden con lo reportado por Martínez-Garza et al. (2010) para la región centro de Veracruz, donde ante la emigración internacional de un miembro de la unidad doméstica familiar, ésta reorganiza la fuerza de trabajo para sustituir la mano de obra migrante, lo cual implica, generalmente, la intensificación de la jornada laboral para los miembros que permanecen en la localidad, la contratación de mano de obra o bien la cesión temporal de las tierras a parientes.

De las familias cafeticultoras, 85.7 por ciento no introdujeron nuevos cultivos en su sistema productivo por efecto de la migración; las que lo hicieron (14.3 %) se refieren al cambio del café por la caña de azúcar y el limón persa (sobre todo en Bella Esperanza, Coatepec) a raíz del bajo precio del producto cafetalero. Igualmente, 83.9 por ciento de las familias no abandonaron ningún cultivo, aunque 16.1 por ciento dejaron de sembrar café por la crisis productiva, el bajo precio en el mercado y la ausencia de los familiares que atendían el cafetal; es decir, los cambios en el patrón de cultivos se relacionan mayormente con los efectos de la crisis productiva del sector cafetalero, pero la migración contribuye a esas transformaciones. Al respecto, Nava-Tablada y Marroni (2003) afirman que, en la Mixteca Poblana, la migración propició la reducción del número de especies vegetales cultivadas, dado que hubo una tendencia a abandonar los cultivos comerciales. Aunque en este cambio influyó la escasez de mano de obra familiar por emigración –pues limitó la capacidad física para una agricultura diversificada–, también tuvo gran efecto la crisis del sector agropecuario.

En lo referente a la superficie sembrada con café, 76.7 por ciento de las familias consideran que la extensión dedicada a este cultivo sigue igual a pesar de la migración de algunos miembros, pues como son parcelas pequeñas, los familiares que permanecen en la comunidad las atienden o contratan peones para que sustituyan la mano de obra ausente. Sin embargo, 17.9 por ciento opinan que la superficie disminuyó, y 5.4 por ciento han abandonado, rentado o vendido sus cafetales para enfrentar la ausencia de los miembros que los atendían. Nava-Tablada y Marroni (2003) mencionan que en la Mixteca Poblana (región con antigua tradición migratoria internacional que data de 1960), 50 por ciento de las familias opinaron que la superficie agrícola no cambió a raíz de la emigración, pero la otra mitad dijo que disminuyó (incluso se abandonó la producción temporal o definitivamente) por la escasez de mano de obra. Esto sugiere que, en las regiones donde la migración internacional es más antigua, el abandono de la agricultura presenta una tendencia creciente. Por ello es de esperarse que esta problemática se agudice a futuro en la región de Coatepec, donde la migración internacional es relativamente reciente.

En cuanto a la tecnología productiva, ninguna familia introdujo mejoras tecnológicas relacionadas con la migración; por el contrario, la ausencia de los miembros que se encargaban de las labores agrícolas ha propiciado un gradual abandono de los cafetales, muchos de los cuales ya no reciben manejo. Estos datos contrastan con los resultados de Martínez-Garza et al. (2010) para el trópico veracruzano, donde las remesas han propiciado mayor acceso a los insumos y la mecanización, lo cual impacta positivamente el manejo tecnológico de las unidades de producción familiar. Al respecto, Nava-Tablada y Marroni (2003) afirman que las remesas no propician una mejora real en el manejo tecnológico, sino que el aumento de la mecanización y el mayor acceso a los insumos representan sólo una forma de sustituir la mano de obra ausente.

Finalmente, se interrogó a las familias sobre los cambios en la comunidad a raíz del aumento de la migración (véase el cuadro 13). En este aspecto, resalta que los cambios positivos relacionados con las mejoras económicas familiares son los más visualizados, dado que se mencionaron en 71.2 por ciento de las respuestas. En contraste, 28.8 por ciento de los comentarios señalaron cambios considerados negativos, referidos a problemáticas que apuntan al desmantelamiento de las bases materiales, sociales y culturales de la producción primaria regional.

Al respecto, Hernández-Solabac et al. (2010) mencionan que en comunidades cafetaleras de la región de Huatusco, Veracruz, los efectos positivos de la migración percibidos en la comunidad se relacionan con el gasto de remesas: construcción de casas, compra de vehículos y terrenos agrícolas, subsidio de la actividad cafetalera y mejora del nivel de vida familiar. En contraste, los efectos negativos señalados fueron el estancamiento, la disminución, la suspensión temporal o el abandono definitivo de la actividad cafetalera. Nava-Tablada y Marroni (2003) opinan que la migración tiene efectos contradictorios, ya que, en el ámbito familiar, las re-mesas promueven una mejora sustancial en la calidad de vida y el consumo, mientras en la comunidad se observa un deterioro de la base económica y cultural que sustenta la actividad agropecuaria; es decir, el impacto valorado como "positivo" se percibe a corto plazo y se relaciona con los rubros a que se destinan mayormente las remesas (consumo familiar y mejora de vivienda), mientras los efectos "negativos" se refieren a factores menos evidentes (deterioro de la producción agrícola y la cultura rural), pero que a largo plazo pueden resultar determinantes para el futuro de las comunidades.

 

Conclusiones

La migración internacional en la región cafetalera de Coatepec aumentó aceleradamente a raíz de la crisis productiva provocada por la caída de los precios del grano en el mercado internacional, el retiro del Estado del sector agropecuario (privatización) y la crisis del mercado laboral veracruzano (falta de empleos y bajos salarios).

En las comunidades de estudio, aunque se observa migración nacional, el flujo que está en ascenso es el que se dirige a Estados Unidos, siendo los migrantes internacionales generalmente hombres en edad productiva, que salen de sus lugares de origen por razones económicas y se insertan en empleos poco calificados de los mercados laborales del sector industrial y de servicios de las áreas urbanas de Estados Unidos.

La migración internacional conlleva procesos contradictorios en relación con su impacto en la producción agrícola, por lo que no es posible afirmar la presencia de tendencias lineales y únicas. Por ello, aunque la crisis del café ha propiciado el aumento de la migración internacional y el declive de la producción cafetalera, también la migración afecta a su vez la problemática productiva del café, dado que se establece una compleja relación de doble vía entre ambos fenómenos. Esto explica por qué los efectos positivos y negativos de la migración sobre la actividad cafetalera pueden ocurrir paralelamente o variar de sentido en distintos lapsos y resultar contradictorios. Así, por ejemplo, las remesas, a pesar de que se destinan mayormente al consumo básico, son un importante subsidio para las unidades de producción cafetalera y permiten su permanencia a corto plazo (en el nivel de subsistencia pero no de capitalización y mejora); sin embargo, a largo plazo, la mayor dependencia de las unidades productivas de las remesas y la salida de los miembros varones contribuyen, junto con la crisis productiva, a "desarticular" las unidades de producción de café. Partiendo de este planteamiento, a continuación se exponen los efectos de la migración en la zona de estudio, acotados a los aspectos incluidos en el objetivo.

En cuanto a la organización del trabajo agrícola familiar, la mitad de las unidades de producción no observaron cambios a raíz de la migración. Mientras, la otra mitad identificó efectos considerados negativos para la producción cafetalera, como la intensificación del trabajo para los que permanecen en la comunidad, mayor contratación de peones para suplir la mano de obra ausente y el descuido o abandono del cafetal al emigrar los que lo cultivaban.

El cambio en el patrón de cultivos se relaciona más con la crisis del sector cafetalero que con la migración, ya que la sustitución del café por monocultivos comerciales se asocia al bajo precio del café en el mercado internacional; sin embargo, esta transformación se potencia cuando emigran los familiares que atendían el cafetal.

Casi 80 por ciento de las familias consideran que la superficie sembrada con café sigue igual a pesar de la migración, pues las personas que permanecen en la comunidad atienden las parcelas o contratan peones para sustituir la mano de obra ausente. Sin embargo, el resto percibe que la superficie disminuyó, dado que los cafetales se han abandonado, rentado o vendido para enfrentar la ausencia de los miembros que se dedicaban a la producción cafetalera.

En lo relativo a los cambios en la tecnología productiva, la ausencia de los familiares que se encargaban de las labores agrícolas ha propiciado un gradual abandono de los cafetales, muchos de los cuales ya no reciben manejo tecnológico.

Las remesas, aunque se destinan prioritariamente al consumo familiar, también funcionan como subsidio para sustituir el trabajo de los ausentes y reproducir la unidad productiva familiar en un precario nivel de supervivencia, pero no han logrado reactivar la producción cafetalera a un nivel económicamente rentable.

La crisis productiva y los bajos precios de mercado son señalados como la causa principal del deterioro y progresivo abandono de la cafeticultura y el desmonte de los cafetales para adoptar monocultivos comerciales. Este cambio, a su vez, ha propiciado un creciente deterioro ambiental y pérdida de la cultura rural, que sustenta la producción primaria. Por tanto, la migración de los que se encargan del manejo del cafetal produce un efecto de causalidad acumulativa que agudiza el declive productivo del café. En otras palabras, aunque la migración no es la causa principal del declive de la cafeticultura –severamente afectada por la crisis a raíz de la caída de los precios en el mercado internacional–, acelera este proceso al eliminar la participación de los jóvenes migrantes en la producción de café, influir en los cambios de las actividades económicas que realizan los migrantes al regresar a la comunidad (generalmente no retoman el trabajo agrícola) y actuar como alternativa laboral principal frente a una agricultura cada vez menos rentable.

Con base en lo expuesto, puede afirmarse que, en general, la migración tiende a desarticular paulatinamente las unidades de producción familiar de café en la región de estudio, dado que propicia la escasez de mano de obra familiar, la intensificación de las labores para los que permanecen en la comunidad, y el estancamiento, disminución o abandono de la producción cafetalera.

Finalmente, debido al gran peso del sector agropecuario en el ámbito económico y social de Veracruz, comprender el efecto de la migración en el ámbito rural del estado es esencial para plantear políticas públicas de desarrollo rural pertinentes, puesto que los resultados de esta investigación coinciden y complementan lo reportado por diversos autores respecto de que la migración internacional tiene algunos impactos negativos en la agricultura de las comunidades de origen, tales como: deterioro de la actividad agropecuaria debido a la escasez de mano de obra; feminización y envejecimiento de la fuerza de trabajo; intensificación de las jornadas laborales para las personas que permanecen en la comunidad de origen; disminución de la diversidad de especies productivas vegetales y animales; retroceso tecnológico y pérdida del conocimiento productivo tradicional que se transmite de generación en generación; abandono progresivo (temporal o permanente) de las actividades agropecuarias; mayor dependencia de los hogares rurales respecto del envío de remesas; cambio cultural en los migrantes, que desvaloriza el trabajo del campo y los aleja del modo de vida rural y la producción primaria; y creación de aspiraciones sociales –tanto en migrantes como en residentes– que sólo pueden ser satisfechas con más migración. Sin embargo, la migración también puede representar, a través de las remesas, un elemento potencial para promover el desarrollo rural, ya que si bien inicialmente se orientan a cubrir las necesidades familiares básicas y subsidiar la actividad agrícola en un nivel de supervivencia, conforme el proceso migratorio se consolida, las remesas aportan más recursos para impulsar proyectos sociales y productivos en las comunidades de origen, con importantes efectos multiplicadores en la actividad económica regional.

 

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Notas

1 La autora agradece al Fondo Mixto Conacyt-Gobierno del Estado de Veracruz el financiamiento otorgado al proyecto "Efectos de la migración en la actividad agrícola de cuatro regiones campesinas del estado de Veracruz" (clave 68277).

2 El Conapo (2002) desarrolló un índice de intensidad migratoria hacia Estados Unidos. Este índice resume cuatro aspectos de la migración: a) los hogares con emigrantes durante el quinquenio 1995-2000 que permanecían en Estados Unidos en la fecha del levantamiento censal; b) los hogares con emigrantes entre 1995-2000 que regresaron al país durante el mismo período; c) hogares con integrantes que residían en Estados Unidos en 1995 y regresaron a vivir a México antes del levantamiento censal; d) los hogares que reciben remesas del exterior. A su vez, el índice se categoriza en seis estratos de acuerdo con la intensidad del fenómeno: nula, muy baja, baja, media, alta y muy alta.

3 La disminución relativa de las remesas captadas se relaciona con la crisis económica sufrida por Estados Unidos en los últimos años y la consecuente contracción del mercado laboral estadounidense que recibe a los migrantes mexicanos.

4 Las epífitas son plantas que crecen encima de otras (principalmente árboles), obtienen los nutrientes de la materia orgánica que se acumula en las ramas, y la lluvia las provee de agua. Estas plantas no son parásitas, pues sus raíces no se insertan en los tejidos de los árboles; únicamente les sirven para sujetarse de las ramas y troncos. Un ejemplo de epífitas son las orquídeas.

 

Información sobre la autora

Martha Elena Nava Tablada es doctora en sociología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y maestra en desarrollo rural por el Colegio de Postgraduados. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Es autora del libro Migración y desarrollo rural en cuatro regiones de Veracruz (Conacyt/El Colegio de Veracruz, 2010), entre otros títulos. Ha participado en diversas compilaciones y sus múltiples artículos han aparecido en revistas científicas; el más reciente se titula "Efectos de la migración internacional en los agroecosistemas de Acazónica y Hato de la Higuera, Veracruz, México" y fue publicado en Tropical and Subtropical Agroecosystems (núm. 12, 2010). Actualmente es profesora-investigadora y coordinadora del área de Desarrollo Regional Sustentable en el Colegio de Veracruz.

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