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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.6 no.1 Tijuana ene./jun. 2011

 

Reseña bibliográfica

 

Les indiens mixtèques dans les Californies contemporaines. Migration et identités collectives

 

María Dolores París Pombo

 

Françoise Lestage, 2008, Paris, Presses Universitaires de France (PUF), 166 pp. (Ethnologies).

 

El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: mdparis@colef.mx.

 

El estudio de la identidad étnica en pueblos indígenas migrantes representa un reto para la antropología contemporánea y ha dado lugar a trabajos originales a partir de metodologías y teorías innovadoras como la etnografía multisituada y el transnacionalismo. Las migraciones de mixtecos a las metrópolis o a los campos agrícolas del noroeste de México y de Estados Unidos ponen en cuestión la noción de pertenencia comunitaria localizada, de lenguaje compartido y el vínculo de la identidad étnica con el territorio ancestral. Sin embargo, lejos de significar la progresiva pérdida de la identidad, el asentamiento en múltiples lugares de destino y la intensificación de las relaciones interétnicas parecen, a la vez, fortalecer y transformar el sentido de pertenencia comunitaria. Las referencias continuas y los múltiples vínculos con el territorio originario, las redes de parentesco, la reproducción y la reinvención de las tradiciones organizan el espacio social transnacional y refuerzan la etnicidad de los migrantes mixtecos.

La etnografía que Françoise Lestage presenta en este libro responde al esfuerzo por reconceptualizar la comunidad mixteca multilocal y transnacional. Así mismo expone resultados de un rico trabajo de campo desarrollado a lo largo de más de 10 años en dos colonias mayoritariamente mixtecas de Tijuana: la Obrera y la Valle Verde. El estudio se desarrolla en un espacio urbano siempre provisional, con casas a medio construir, deslaves en los caminos y pendientes reforzadas con llantas. Es también un área de frontera: la "línea" constituye el espacio laboral de muchos mixtecos que se desempeñan como vendedores ambulantes. El Norte es una promesa inmediata o un vago proyecto para los habitantes de Tijuana o para los mixtecos que llegan a casa de sus paisanos con el propósito de organizar el cruce indocumentado o simplemente hacer escala antes de regresar a su pueblo.

Durante el periodo que abarca el estudio, Lestage registra los cambios ocurridos en el espacio social, la dotación de servicios e infraestructura, la entrada de instituciones –como escuelas e iglesias–, los ciclos de vida y los grandes cambios que marcan la existencia de las familias y de la comunidad. Entreteje la vida comunitaria y las historias personales de mujeres y hombres mixtecos, jóvenes, adultos y ancianos, para explicar cómo crean y recrean los contenidos y límites de su etnicidad. El análisis de la prensa local le permite también examinar la mirada del otro. Finalmente, la autora explora el papel de las instituciones, la presencia de los partidos, de las organizaciones, sus reivindicaciones y, por supuesto, sus liderazgos.

La comunidad mixteca de Tijuana tiene múltiples puertas de entrada y de salida. El desplazamiento y la reconformación de la comunidad se dan a través del delineamiento continuo de sus propios límites. La cohesión y el sentido de pertenencia resultan condiciones ineludibles para la supervivencia.

Al situarse en un espacio urbano donde se multiplican y complejizan los contactos interculturales, los parentescos rituales y las alianzas matrimoniales son fundamentales para fortalecer las redes étnicas e interétnicas. Mestizos, mazahuas o zapotecos, vecinos, compañeros de trabajo o amigos ocasionales, ingresan en la comunidad mixteca como compadres, ahijados o cónyuges. Aun así, no dejan de producirse rispideces y resquemores por estos recién llegados: las muchachas mestizas casadas con mixtecos son percibidas como peligrosamente libres; los jóvenes tienden a eludir cada vez más los usos relativos a las bodas y al matrimonio propios de la región de origen, en particular, el poder de decisión y veto de los padres.

Muchos hijos de migrantes han perdido el idioma. Integrados a la ciudad, viven una doble socialización: la de la calle y la escuela con los grupos de pares, y la de la casa, en el ámbito familiar. Se apropian o emulan la vestimenta norteña, las enormes camisetas de básquet, pantalones caídos a las caderas. Algunos de ellos no conocen o han visitado sólo esporádicamente el pueblo de sus padres. No cumplirán con el sistema de cargos, difícilmente entenderán el valor de instituciones como el tequio o las mayordomías. Sin embargo, tal vez reingresen en la comunidad a través de alianzas matrimoniales. Algunos tienen una referencia más simbólica de la indianidad.

En las bandas (los Sureños, Línea 13), lo étnico puede determinar las normas de pertenencia y la identidad grupal. Enfrentados a un ambiente hostil y discriminatorio, los jóvenes mixtecos asumen la etnicidad como un recurso de poder, defensa o resistencia contra la estigmatización. Responden a la exclusión y a las agresiones con violencia simbólica o física, según las circunstancias. Se apropian de un territorio que los ha visto crecer.

El conflicto y la competencia interétnica implican que la identidad se vuelva parte de un continuo proceso de negociación con otros grupos socioculturales y con quienes detentan el poder político y económico en la ciudad. Tratados despectivamente como "oaxaquitas" o como "inditos", los mixtecos se ven obligados a asumir múltiples identidades con base en las heteropercepciones y autodefiniciones. En Estados Unidos aceptan el denominativo de latinos, hispanos o mexicanos, sin dejar de ser mixtecos y paisanos de San Jerónimo del Progreso o de San Juan Mixtepec. En Tijuana, se integran a las organizaciones urbanopopulares y agrupaciones de comerciantes ambulantes. Algunos se asumen como indígenas empresarios, intelectuales, profesionales, artesanos y artistas, y expresan las nuevas manifestaciones de la cultura urbana. En el territorio fronterizo de las Californias, los indígenas originarios del sur de México construyen un nuevo espacio cultural, social y político, a la vez que se organizan como comunidad transnacional.

De acuerdo con Lestage, dos tipos de instituciones desempeñan en Tijuana un papel clave para la definición y continuidad de la identidad mixteca: la escuela bilingüe y la iglesia católica. La autora define las escuelas bilingües como espacios sociales militantes de la identidad por su empeño en conservar el idioma mixteco a través de talleres y cursos optativos para los habitantes de las colonias, la organización de festivales y exposiciones y también por su rol político. Además contribuyen a dar presencia y voz a la comunidad mixteca en la ciudad.

Las escuelas son lugares de encuentro desde donde se impulsan proyectos regionales, donde se reúnen organizaciones de la sociedad civil, funcionarios y colonos. También son una bisagra entre la sociedad mestiza y la mixteca de las colonias Obrera y Valle Verde. Por momentos se vuelven espacios de conflicto interétnico, político o sindical. Los propios maestros llegan a enfrentarse desde organizaciones opositoras.

La iglesia Católica ha dejado de tener el monopolio de la fe ante el avance proselitista de varias iglesias protestantes en las dos colonias mixtecas. Pero además se ha visto sometida a fuertes contradicciones internas que reflejan, por momentos, las tensiones interétnicas. Resulta así particularmente interesante la narrativa que hace Lestage sobre la competencia entre la Virgen de las Nieves, un culto propiamente mixteco, y la Virgen de Guadalupe, símbolo del nacionalismo mexicano. Mientras que la multiplicación de las escuelas bilingües (cinco construidas entre 1982 y 1998) muestra la fortaleza de la comunidad mixteca, con la consagración de la iglesia local a la Virgen de Guadalupe lo indígena parece retroceder, subsumirse en el sentido de la nacionalidad y el mestizaje. Afirma así Françoise Lestage:

La apropiación del espacio institucional escolar y católico presenta a la vez aspectos territoriales, tales como disponer de servicios educativos o de culto en las cercanías; aspectos simbólicos, al significar la predominancia de un grupo nacional (los católicos mexicanos) o étnico (la comunidad mixteca) en la vida local; y aspectos políticos, ya que el control de una institución puede brindar poder y prestigio (p. 81).

Otro aspecto de esta etnografía es la descripción de los mercados mixtecos. El comercio es una de las actividades más intensas y generalizadas, no sólo para quienes se dedican a ello como actividad laboral principal sino también como una fuente complementaria de ingresos o simplemente como una forma de dar continuidad a tradiciones familiares. En la gran metrópoli, las nuevas formas de consumo cultural se combinan con los mercados étnicos. Éstos se dirigen al consumo de la propia comunidad mixteca o responden a la demanda externa, en particular al turismo. Refuerzan la red de mixtecos –sobre todo provenientes de la misma localidad– y sus lazos con la comunidad originaria, pero también aumentan su presencia y visibilidad en lugares públicos como el centro de la ciudad o la línea fronteriza.

Las organizaciones sociales y políticas desempeñan también un rol fundamental en el tejido de las redes y la defensa de la identidad étnica, en particular las organizaciones étnicas y panéticas, como el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional (a partir de 2005 denominado Frente Indígena de Organizaciones Binacionales). Si bien su militancia es relativamente reducida, es muy relevante su papel como portavoz y defensor de la causa indígena en el noroeste de México y en Estados Unidos.

Lestage describe dos tipos de líderes entre los mixtecos de Tijuana: por un lado, aquellos que se formaron en las comunidades de origen se dirigen a los demás en su idioma y encuentran su legitimidad en la experiencia y el conocimiento de las tradiciones; por otro, los que se han vuelto intermediarios indispensables con periodistas, políticos e intelectuales locales. Estos últimos son los que figuran regularmente en los medios, pues dominan el español y la cultura política nacional. Hacen un llamado a la identidad indígena como un recurso para la movilización, la acción y el logro de demandas socioeconómicas. Y es que las comunidades mixtecas se ven forzadas a movilizarse y luchar para conseguir la dotación de servicios básicos e infraestructura para las colonias. En el proceso de asentamiento en Tijuana, los movimientos mixtecos pasan, así, de ser campesinos a urbanopopulares, sin dejar de ser movimientos indígenas; es decir, sin dejar de reivindicar su especificidad lingüística y cultural.

La celebración de las fiestas tradicionales constituye también una vía para preservar la identidad étnica. Además de aquellas dedicadas al santo patrón de la comunidad de origen, son múltiples las celebraciones familiares como bautizos, bodas, entierros y quinceañeras. Éstas se combinan con la adopción de nuevas fiestas que los mixtecos comparten con mestizos y otros grupos indígenas, en particular las graduaciones de los niños de preescolar, primaria o secundaria.

De esta manera, a partir de una narrativa de las vidas cotidianas y de los momentos rituales, de una descripción de los hogares mixtecos y del lugar que este pueblo ocupa en el espacio público de Tijuana, Françoise Lestage nos pinta un cuadro detallado de una comunidad indígena migrante. El trabajo etnográfico que da lugar a este libro se desarrolla, de manera aparente, en dos colonias populares de esta ciudad fronteriza. Sin embargo, las narrativas de los propios mixtecos recogidas aquí nos permiten seguir las intrincadas rutas migratorias, así como tejer las complejas redes de parentesco y paisanaje que unen a la comunidad mixteca a través de miles de kilómetros entre Oaxaca y las Californias.

 

Información sobre la autora

MARÍA DOLORES PARÍS Pombo tiene doctorado en investigación en ciencias sociales con especialidad en estudios políticos, otorgado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México. Es profesora–investigadora del Departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte y autora de diversos artículos de investigación sobre migraciones, relaciones interétnicas y relaciones de poder, así como de los libros: Oligarquía, tradición y ruptura en el centro de Chiapas (México, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)/La Jornada, 2001), y La historia de Marta. Vida de una mujer indígena por los caminos de la Mixteca a California (México, UAM, 2006).

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