SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.5 número4Migrantes chiapanecos en Estados Unidos: Los nuevos nómadas laborales índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.5 no.4 Tijuana jul./dic. 2010

 

Artículos

 

La dinámica comunitaria vista desde la migración en la sierra nahua de Zongolica, Veracruz: Análisis y perspectivas de estudio

 

Community Dynamics as seen from Migration in the Nahua Sierra of Zongolica, Veracruz: Analysis and Study Perspectives

 

Luis Alejandro Martínez Canales

 

Universidad Veracruzana Intercultural, sede regional Tequila. Direcciones electrónicas: alexmarc70@gmail.com y alejmartinez@uv.mx

 

Fecha de recepción: 30 de abril de 2009.
Fecha de aceptación: 17 de junio de 2009.

 

Resumen

La migración internacional comienza a vincular la sierra de Zongolica, en Veracruz, con nuevas experiencias. La reflexión sobre los cambios ocasionados por la salida hacia "el norte" no es, por ahora, prioritaria en las comunidades nahuas de la zona, ante la urgencia de cubrir las necesidades básicas. Este artículo ofrece un panorama contextual, que en seguida permite abordar las distintas facetas de la migración desde Zongolica (rural–rural, rural–urbana e internacional), así como la descripción de las tendencias en la transformación de sus municipios y comunidades a partir de la experiencia en Estados Unidos.

Palabras clave: migración internacional, organización comunitaria, nahuas, Zongolica, Estados Unidos.

 

Abstract

International migration is beginning to link Sierra de Zongolica in Veracruz to new experiences. For the moment, reflection on the changes caused by leaving for the north is not a priority issue in Nahua communities in the area, given the urgent necessity to meet basic needs. This article provides a contextual overview enabling one to deal with the various facets of migration from Zongolica (rural–rural, rural–urban and international) as well as a description of the trends in its municipalities and communities on the basis of its inhabitants' experience in the United States.

Keywords: international migration, community organization, Nahuas, Zongolica, United States.

 

Introducción

La investigación que origina este artículo se centra en la zona fría de la sierra de Zongolica,1 en el estado mexicano de Veracruz, principalmente en los municipios de Tehuipango, Tlaquilpa y Astacinga, donde por generaciones la etnia nahua ha padecido la pobreza y la iniquidad.2

Este artículo muestra, de manera central, cómo la migración interna de los nahuas de Zongolica3 ha evolucionado a través del tiempo hasta convertirse en masiva y dar el salto hacia la migración internacional. Tras presentar datos geográficos y socioeconómicos del contexto, el escrito explica cronológicamente –a partir de la migración rural–rural, principalmente hacia el corte de caña y del café– cómo los habitantes de la zona fría de la sierra de Zongolica voltearon hacia las grandes ciudades en busca de mejores oportunidades de empleo y convirtieron su patrón migratorio en rural–urbano.

Cada uno de los apartados de esta investigación se basa en testimonios y reflexiones de los actores comunitarios vinculados con la migración, así como en las observaciones y análisis del autor. El artículo descubre, en la poco abordada migración internacional de esta zona rural e indígena, la oportunidad de estudiar al colectivo como estrategia para pasar del relato y la experiencia individual a los momentos de decisión y organización de las comunidades y municipios, y cómo estos procesos, junto con el conocimiento de otras personas y circunstancias, les permitirían transitar desde la emergencia de su salida hacia Estados Unidos hasta la discusión de los riesgos y oportunidades que las remesas y las nuevas ideas representan para sus localidades.

 

La evolución de la migración desde la sierra

Para iniciar, se presenta un subtítulo cuyo fin es ofrecer un contexto general del lugar de estudio. En seguida se hace un breve recorrido por los avatares de la producción veracruzana del café y la caña, como primeros impulsores para la decisión de los nahuas al modificar sus patrones migratorios.

A continuación se subdividen los tres estadios identificados de la migración nahua desde Zongolica: el primero y más antiguo se denomina genéricamente migración rural–rural; el segundo trata sobre la migración rural–urbana; y el último o más actual describe y explica la migración internacional.

 

Contexto

La sierra de Zongolica forma parte de la región Grandes Montañas. Ésta agrupa el mayor número de municipios (59) de Veracruz, y en el año 2000 abarcaba 19.6 por ciento de la población estatal, con 1 358 844 habitantes, de los cuales 156 839 (11.54 %) eran mayores de cinco años y hablaban una lengua indígena (Zamudio et al., 2004).

De este último grupo de población (INEGI, 2006 ), en Tehuipango encontramos 16 948 hablantes de náhuatl o mexicano (51.4 % son monolingües); en Tlaquilpa, 5 420 (de los cuales 10.6 % son monolingües), y en Astacinga, los hablantes de esta lengua que son mayores de cinco años llegan a 4 054 (de éstos, 13.6 % sólo hablan este idioma).

En el cuadro 1 se enlistan algunos de los indicadores más sobresalientes del grado de marginación de los municipios en la zona de investigación.

Las consecuencias de esta marginación se manifiestan hacia dos rumbos principalmente:

a) Calidad de vida degradada e insuficiente para buscar o aprovechar las oportunidades de desarrollo que otros sectores de la población mexicana, sobre todo la urbana, en general, están en posibilidad de alcanzar.

b) La aparición, en el transcurso de los últimos 30 años, de conductas individuales y colectivas que son producto de la atención paternalista y clientelar venida desde el Estado por vía de la entrega de recursos a fondo perdido y a la creación artificial y temporal de pequeños colectivos para la producción agropecuaria.4

La sierra nahua de Zongolica puede dividirse en tres zonas: la primera, llamada cálida, hasta los 700 metros sobre el nivel del mar (msnm), limítrofe con los municipios cañeros del centro–sur de Veracruz (Tezonapa, Omealca, Motzorongo, etcétera); otra, denominada templada, hasta los 1 600 msnm, en donde mayormente se sembraba café para su venta en el mercado regional y que proveyó materialmente a muchas familias hasta antes de la debacle internacional de su precio en 1989; la zona fría, por arriba de los 1 700 metros sobre el nivel del mar, posee terrenos más propicios para el aprovechamiento forestal que para el cultivo de granos. Inclusive, en la zona alta de Tehuipango (a más de 2 200 msnm), la siembra del maíz, primordial no sólo para la alimentación sino como elemento de génesis de las culturas mesoamericanas, significa, en la actualidad, un esfuerzo doble con escasa recompensa.

 

El café y la caña

Los dos principales productos comerciales de la región Grandes Montañas son la caña de azúcar y el café. Cinco municipios de la región: Tres Valles, Omealca, Paso del Macho, Tezonapa e Ixtaczoquitlán, acaparan la quinta parte de la superficie estatal cosechada de caña de azúcar, esto es, casi 50 000 hectáreas de un total de 249 083 (Zamudio etal., 2004).

Así mismo, también cinco municipios: Tezonapa, Huatusco, Zentla, Zongolica e Ixhuatlán del Café, representan casi la tercera parte del total estatal de superficie cosechada de café en 2000, casi 50 000 de 152 993 hectáreas (Zamudio et al., 2004). Hoy, el aromático sólo enriquece a los acaparadores en Zongolica, aunque medianas organizaciones de productores comienzan a fortalecerse a través del cultivo y comercialización de café orgánico por su cuenta.

La ruptura de las cláusulas económicas de la Organización Internacional del Café (OIC) provocó el desplome de 60 por ciento en los precios, a consecuencia del desequilibrio entre el exceso de oferta y un consumo estancado (Mestries, 2003). Quienes a finales de los ochenta del siglo pasado padecieron directamente la crisis cafetalera fueron los pequeños productores de la parte templada de la sierra. La mayoría había apostado todo su futuro a la siembra, cosecha y venta del grano de manera independiente, con sus propios beneficios y asoleaderos.5

Si antes el café, en esta parte de Zongolica, era signo de concentración de riqueza y, al mismo tiempo, de exclusión, ahora identificaba un proceso de deterioro de condiciones de vida, no sólo de los finqueros sino también, y sobre todo, de los jornaleros indígenas venidos de la parte alta de la sierra, donde se realiza el estudio que da origen a este artículo.

El caso de los nahuas de Tehuipango, Tlaquilpa y Astacinga se complicó aún más debido a la problemática de la producción cañera. En 2000, la superficie cosechada de caña en la región de las Grandes Montañas representó 44.69 por ciento de la del estado. Este producto enfrentó su propia crisis de precio y comercialización al menos desde 1992 (Zamudio et al., 2004), año en que los ingenios fueron privatizados.

En 1999, los resultados indicaban que la privatización no había resultado positiva para la industria de la caña, ya que para entonces tenía acumulados pasivos por más de 3 000 millones de dólares (Cetrade, 1999), esto a pesar de que, en ese mismo año, México había logrado ser superavitario en producción de azúcar. A la par de la enorme deuda, se deterioró la calidad de vida de obreros y cañeros.

Además de los factores mencionados, se debe agregar el hecho de que muchas de las áreas de producción históricas padecen actualmente un proceso de degradación que los propios jornaleros nahuas notan: "hay partes donde ya no hay buen corte y no se da bien la caña; queda como muy chica". Esta degradación obedece al sistema tradicional de quema y requema anual, que continúa utilizándose en los ejidos cañeros del centro de Veracruz. Algunos expertos no le dan al cultivo de la caña más de 30 años antes de que comience a mostrar signos de agotamiento más alarmantes.6

 

Migración rural–rural

El complemento que obsequiaban la caña y los cafetales tenía sentido desde la milpa tradicional. Actualmente, "a cualquier maizal le dicen milpa, pero la milpa–milpa..." –como subraya un habitante del municipio de Tequila en la misma sierra–7 es aquella que abastecía –desde el traspatio y el resto de las pequeñas propiedades familiares– con maíz, calabaza, frijol, quelite, chícharo y haba. Además de estos cultivos, otros se sembraban para el forraje, como la avena y la cebada.

Hoy, inclusive, pueden observarse frutas como ciruela roja, manzana y pera, que fueron introducidas en la zona y cuyos pequeños excedentes, junto con el de vegetales y granos, se continúan mercando en los tianguis locales. No obstante, en varios de los terrenos agrícolas llegó el tiempo de los fertilizantes, que eventualmente resultaron contraproducentes, pues minaron la tierra y la economía: "hasta 600 pesos el bulto, no conviene", señala uno de los agricultores.

Los cultivos a gran escala se privilegiaron en el noroeste de México (Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Baja California), hacia donde se canalizaron recursos (semillas mejoradas, fertilizantes y maquinaria) y capital, sobre todo para los cultivos comerciales. A partir de 1980, la mano de obra indígena empezó a trasladarse en mayor número hacia esa región. Esta migración, que en un principio se caracterizó por el desplazamiento de hombres solos, con el tiempo fue incluyendo hermanos, hijos y otros parientes, hasta incorporar también, en ese proceso, a las mujeres como mano de obra para servicio doméstico.

Las primeras experiencias migratorias de los nahuas de Tehuipango, Tlaquilpa y Astacinga son muy antiguas, pero pocos son los registros existentes. Se sabe que, desde 1912, un periódico local del municipio de Zongolica informaba sobre la existencia de numerosas fincas en la zona cálida de la sierra, en donde preferencialmente se cultivaban la caña de azúcar, hule y café (Méndez, 1988). En la década de los sesenta, los movimientos seguían ocurriendo regularmente dentro de los límites de la sierra y algunos municipios aledaños. La gente señala como causa de la salida la siguiente: "Aquí no había trabajo, o había trabajo pero no había dinero". El empleo "número uno" –cuentan– era bajar a los cafetales, pero ya en la década de los setenta, los nahuas comenzaron a ir más allá de las fincas del aromático, y experimentaron el trabajo en las zonas cañeras del centro de Veracruz, cercanas a focos urbanos como Córdoba:

Ya empezaron a ir más abajo —por [los municipios de] Córdoba, Tierra Blanca, Tezonapa— al corte de caña. En Cuautlapan [municipio de Ixtaczoquitlán] también cortaban la caña. El empleo en el café era temporal y, por esa razón, la gente se tuvo que empezar a ir más abajo para buscar más empleo en las partes más bajas, en donde se necesitaba más mano de obra (entrevista, 2008).8

Pero la migración no obedecía sólo a la necesidad de trabajo, sino también a la supervivencia. Como se ha explicado, la zona fría de la sierra no ofrecía condiciones mínimas para la siembra que procurara la autosuficiencia. Las constantes heladas, el largo período entre la siembra y la cosecha (hasta nueve meses en el caso del maíz), y el hecho de que aun la espera y los mejores cuidados no surtieran efecto, obligaron a buscar la subsistencia en otros lugares de Zongolica:

Cuando era yo chico, aquí no se daba el maíz. Mi papá iba a trabajar por la sierra; le llamaban Tepexilotla. Ahí iban a hacer el chapeo del acahual; tumbaban. Ahí sembraban milpa, y ya cuando cosechaban traían para acá el maíz. Tepexilotla queda por Chicomapa [municipio de Zongolica]. Ahí adelantito le dicen Rancho Nuevo, y ahí hay una entrada para Almelinga. Ahí suben y llegan a Limonestitla, y de ahí suben para Tlacotepec de Díaz. De ahí pa'rriba iban a trabajar. Está lejos (entrevista, 2009).

Las localidades de Almelinga (o Almilinga, Santo Domingo Manzanares) y Limonestitla pertenecen al municipio de Tezonapa, en los límites con la porción más cálida del municipio de Zongolica. Tepexilotla y Tlacotepec de Díaz pertenecen al estado de Puebla, a los municipios de Zoquitlán y San Sebastián Tlacotepec, respectivamente.9

Estas localidades, debido a sus características, permitían la siembra pero también, a la par, acrecentaron la experiencia de los nahuas en el intercambio con gente que vivía en un contexto diferente al de la sierra alta. El dinero no era imprescindible para negociar:

A mí me platicaron algunos señores que, según los patrones, por ejemplo, que tú eres mi patrón, ¿no? Entonces yo llego ahí contigo, te pido prestado el terreno. Y tú me vas a decir: "Bueno, si quiere trabajar trabaja, o hágame primero mi trabajo y ya después su trabajo, a mano vuelta", como le decían (entrevista, 2008).

La mano vuelta era un sistema solidario entre las comunidades serranas como respuesta a sus necesidades. El intercambio de trabajo por alimentos, si se quiere simplificar o sintetizar el sentido, ocurría cada temporada e implicaba un contacto permanente entre los nahuas de tierra fría con otros indígenas de su misma etnia, pero con un contacto regular con finqueros y ejidatarios mestizos. Inclusive, varios de los patrones con los que se negociaba la siembra y cosecha del maíz lo eran.

La mano vuelta permitió, además de la subsistencia de las familias de los municipios altos de la sierra, reconocer zonas que, de otra manera, quizá no se hubieran animado a visitar. El primer motor de la migración fue, sin duda, la necesidad; necesidad de trabajo, necesidad de comida.

Los recorridos de entonces variaban en su duración, lo que dependía básicamente de las relaciones que se iban construyendo:

Me platicaron mi papá y mi mamá, y mi hermana que se fue con ellos, que una vez se fueron a trabajar, llegaron a Chicomapa y caminaron como dos o tres días. Pero no es que esté retirado; lo que pasa es por como caminaban, o como les gustaba la copa: pasaban a un lugar y ahí saludaban; se quedaban un rato. Ahí pasa la hora (entrevista, 2008).

Hay que apuntar aquí que los municipios altos de la sierra de Zongolica no tuvieron una vía de comunicación abierta a vehículos sino hasta la década de los setenta y, en el caso particular de Tehuipango, la brecha no se abrió sino hasta 1986. Los traslados forzosamente tenían que hacerse a pie o a lomo de bestia.10

La migración temporal era la más usual entre la población indígena de Zongolica. Hoy persiste, pero en desventaja numérica con la cada vez mayor cantidad de migrantes que van hacia la zona urbana y a Estados Unidos. Esta migración rural–rural está ligada al ciclo agrícola y ocurría de la siguiente manera, de acuerdo con sus actores:

Generalmente se iba alguien primero y llegaba allá, y si se daba cuenta de que había buen corte, a los ocho o a los 15 días regresaba y avisaba, y entonces se comunicaba con los compadres, amigos, los hijos, el papá, los cuñados y ya se iba un grupo de 10 o 15 personas. Se iban niños, señoras, señoritas a trabajar al café. Luego, en el corte de caña comenzaron a conocer y ya nombraban a un capitán que iba primero en estos días, cuando no había corte de caña; iban a limpiarla. Y siempre veían al más abusadito y le decían que llevara gente. ¿Qué cuántos?, pues tráeme dos cuadrillas de ocho, 10 o 12 y aquí les damos casa en una galera (entrevista, 2008).

En el relato se notan dos aspectos primordiales para la organización de la migración tradicional:

Primero, la selección de los cortadores y enlaces señalada por Barjau (1972), de acuerdo con las capacidades observadas por finqueros y contratantes a través del trabajo de los nahuas en zafras anteriores. Un proceso similar ocurre también para el corte de café.

Respecto a los enlaces, éstos suelen recibir, hasta hoy, la llamada propina,11 con tal de que siempre haya disponibles cortadores listos para la zafra o la pisca.12 La propina, sin embargo, es denunciada en varios casos por los nahuas de Zongolica como un embuste o engaño, pues es común que este pago por adelantado sea descontado unilateralmente por el patrón, de la paga diaria por el corte de caña.

El segundo aspecto que destaco es el del involucramiento de las mujeres, que es más obvio si se trata del café, ya que tanto ellas como los menores se convierten en mano de obra e ingreso "extra". Inclusive, los niños son iniciados de forma lúdica, regularmente por sus madres, desde los seis o siete años de edad, cortando el café de las ramas más cercanas al piso y, eventualmente, haciéndolos conscientes de que su trabajo significa un mayor ingreso y apoyo para la familia de la cual forman parte.

La búsqueda de más cortadores no concluye con el inicio de la temporada de la pisca, sino que continúa según sea necesario. Las cuadrillas se multiplican durante "el buen corte" y empiezan a disminuir con la pepena y el arrase (Macip, 2005). No pasa igual con la caña, actividad físicamente más demandante en la que, en el presente, pocas mujeres participan como cortadoras, si bien sus actividades no dejan de ser valiosas como cuando se convierten en las cocineras de la galera. Un jornalero suele ofrecer a su esposa para tal actividad:

Y ya ése venía y avisaba que había corte de caña y decía que inclusive se les iba a dar una gratificación, pero que hacía falta que se llevara a alguien que hiciera la comida. Entonces alguien decía: "Yo voy y voy a llevar a mi mujer que les va a dar de comer a cuatro, cinco, seis". Entonces, la mujer también trabajaba (entrevista, 2008).

El trabajo en las comunidades de origen se complementaba de forma natural con este tipo de migración:

A la caña se empezaba a ir entre diciembre y enero, y se regresaba en mayo. Entonces ya dejaban todo sembrado y la esposa se dedicaba a cosechar, a piscar, y guardaban su mazorca. Cuando regresaba el señor, volvía a barbechar y a sembrar. En Semana Santa, que les daban un mes, regresaban y sembraban. Luego se volvían a ir y regresaban en junio o julio para empezar a limpiar la milpa. Terminaban y se volvían a ir al azadón a limpiar la caña (entrevista, 2008).

Por igual, la celebración de origen católico denominada fiesta patronal se acomodaba a los tiempos de la salida y el regreso. También, a principios de noviembre, la comunidad completa participaba en los rituales de los fieles difuntos: "era raro que se quedara alguien por allá".

Para el café, el corte podía comenzar desde mediados de octubre o hasta noviembre, según la altitud a la que se sembrara, pues su maduración no es uniforme. El cafeto madura primero en tierras bajas, y tres o cuatro semanas después se inicia la cosecha en las tierras altas. Esta diferencia de maduración, de acuerdo con Macip (2005:137), influye no sólo en la colocación de los jornaleros sino en el ritmo de trabajo. La temporada más productiva es denominada del buen corte y culmina en febrero o marzo. Los finqueros –siguiendo al mismo investigador– prefieren a los cortadores "indios jóvenes entre los 14 y 25 años de edad", pues a pesar de su juventud, la responsabilidad que asumen los convierte socialmente en adultos.

Las mujeres suelen trabajar con sus niños pequeños y aun los recién nacidos, a los que amarran a sus espaldas. En cuanto a las embarazadas, algunas de ellas continúan recolectando hasta poco antes del alumbramiento.

El período de permanencia en el café o en la caña varía desde pocas semanas hasta tres o cuatro meses, sobre todo si el viaje lo realiza la familia completa. Los que no se llevan a su mujer y sus hijos regresan a su comunidad cada mes, aproximadamente. La organización de la cuadrilla en el lugar de atracción procura que cuando menos alguien haga el viaje de regreso y permanezca en la sierra dos o tres días para entregar el dinero a las esposas que no han ido con sus maridos: "llega a repartir o a avisar que fueran a recoger su encargo [...] y ya pasan las señoras a recoger su dinerito para comprar lo que necesitan en su casa".

Habitualmente salían dos cuadrillas, cada una de 12 personas, aunque hoy eso no se cumple siempre. Tradicionalmente "se iban tres mujeres –o sea, tres familias–, que son las que tenían poquitos hijos, uno o dos, [y que] estaban jovencitas".

Otras actividades en pequeño, y que por años conformaron parte de los ingresos de las familias serranas, fue la venta de carbón vegetal obtenido de los árboles de la zona:

Los señores que no iban [al corte de café o de caña] —como en el caso de mi padre, que era raro que fuera para abajo— se dedicaban al carbón y a acarrearlo a Orizaba en bestia. Se hacían tres días de aquí a Orizaba; dos días máximo. Le decía tres días porque [en el mismo viaje] bajaban a Zongolica [el municipio] (entrevista, 2008).

Los nahuas, de vuelta a la sierra, tras descender al valle, traían algunas mercancías para vender en la cabecera de Zongolica. Esto ocurría desde la primera mitad del siglo XX, aunque tampoco hay muchos registros de ello, sino historia oral. Durante los sesenta, este periplo –desde la sierra hacia Orizaba y de vuelta a la zona alta, pasando por el centro de Zongolica– continuó mientras el carbón fue demandado en esa ciudad.

En síntesis, respecto a los actores de la migración rural–rural –la más antigua–, su perfil es de nahuas monolingües con escasas posibilidades para desenvolverse fuera de su zona de origen debido al aislamiento y, en consecuencia, al escaso conocimiento que poseen sobre dinámicas distintas de las del campo. No obstante, existen casos de aquellos que logran desarrollar ciertas habilidades ostensibles para los contratantes mestizos, quienes, de esta manera, crean una relación que termina por personificar al enlace o enganchador en la figura de alguno de los nativos. Estas habilidades se refieren básicamente a las destrezas ganadas durante el trabajo (siembra, limpia y cosecha), pero, sobre todo, a aquellas que conllevan un mejor manejo del idioma español, liderazgo natural y convocatoria.

 

De la sierra al cemento hidráulico

Son quizá las zonas conurbadas de Orizaba y de Córdoba las que –a partir de los ochenta, con mayor profusión– los nahuas pudieron haber visitado con fines laborales por su cercanía, pero también es en estos lugares donde históricamente encontraron patrones discriminatorios referentes a su lengua, vestimenta y trabajo. En el valle de Orizaba, el macehual –persona–13 era tomado simplemente como peón o jornalero, como servidumbre. Tal referencia no ha cambiado sustancialmente. Las mujeres eran vistas como marchantas, es decir, vendedoras que a flor de calle o en los alrededores de un mercado formal organizan su puesto de productos varios –casi siempre agrícolas (aguacate, jitomate, chile, limón, algunas frutas, etcétera)– en pequeños montones, que son ofrecidos al que pase por ahí.

Históricamente, el valle de Orizaba, a pesar de su clima más templado y menos extremoso que en las zonas costeras veracruzanas, tenía una baja densidad demográfica y la mano de obra escaseaba. A principios del siglo XX, no sólo las haciendas y ranchos de sus alrededores ofrecían pocos trabajadores, sino que los indígenas nahuas de Zongolica permanecían en sus comunidades, sin muchas noticias sobre el desarrollo de la industria local (García, 1997). El alejamiento obedeció, además de la discriminación, a lo especializado que resultaba el trabajo en la floreciente industria textil en la región orizabeña de aquellos años.14

Varios grupos e individuos de la sierra vieron a Orizaba como un lugar para el abastecimiento y negocio, y no como un punto de encuentro laboral:

Creo que nadie conocía Orizaba y Córdoba; nadie había ido para allá. Pero hay algunos que se dedicaban al negocio. Iban a traer añil [tinte] a Orizaba; lo ocupaban para hacer manga; es como color. Por ejemplo, ésta es manga de lana de borrego y es el color natural. Pero si a mí me gusta una manga que tenga la orilla de color, entonces iban a Orizaba y traían el añil [...] la gente iba por negocio; a trabajar no (entrevista, 2008).

Una vez que los nahuas de la sierra comenzaron a llegar a las urbes, encontraron mejores alternativas a quedarse en su comunidad de origen. El periplo de los nahuas hacia las ciudades de México y Puebla, principalmente, inició a finales de los setenta. Se fueron para hallar más oportunidades laborales y de paso se encontraron con la posibilidad de aprender oficios que hasta entonces les eran poco conocidos o que estaban radicados sólo en algunos lugares de la sierra, como el caso de la carpintería. Así mismo comenzaron a trabajar en la balconería, la herrería y la mecánica. En el caso de las mujeres, más notoriamente a partir de la década de los noventa, empezaron a contratarse como trabajadoras domésticas.

El encuentro con las ciudades, casi paralelo a la apertura de las primeras brechas para automóviles en varios puntos de la región, también acercó por primera vez a varios nativos a la experiencia de "la manejada".

Sin embargo, en cualquier trabajo urbano, la paga para el/la indígena de Zongolica sigue siendo actualmente baja, y su capacidad de negociación, prácticamente nula, razón por la que casi siempre trabajan horas extras sin recibir a cambio el estipendio previsto por la ley en la materia.

Los problemas para los migrantes de la región de Zongolica en su enfrentamiento con ciudades como Orizaba y Córdoba, en Veracruz, y las capitales de algunos de los estados del centro del país, se refieren a la adaptación a un medio diferente del rural, como son las ciudades, en donde el ascenso social depende de capacidades y/o conductas que no les son requeridas en su lugar de origen.

No obstante, contrario a lo que ocurre con la migración rural–rural, la salida a las ciudades tiene mayores posibilidades de convertirse en una situación permanente, a pesar de las dificultades, una vez que el migrante encuentra la forma de adaptarse, teniendo como principal aliciente, por supuesto, la necesidad del trabajo y una remuneración, si bien exigua, usualmente más segura.

En resumen, la relación entre los nahuas venidos de la parte alta de la sierra y sus homólogos mestizos de la ciudad siempre ha estado marcada por el menosprecio del hispanohablante adinerado y de clase media hacia aquél cuya lengua materna es el macehuatlahtol o náhuatl.

Podríamos quedarnos con el asunto del color de la piel, pero siendo México un país con antecedentes fenotípicos tan diversos, estaríamos soslayando la burla o reto del moreno que habla español sobre el moreno que habla el náhuatl o cualquier otra lengua mesoamericana.

Aun con lo anterior, el indígena de Zongolica encontró para sí, en el ámbito urbano, nuevas opciones de trabajo y nuevos aprendizajes de carácter práctico–laboral, que le resultaron sumamente atractivos y valiosos, pues estas experiencias incrementaron sus habilidades y destrezas. El punto menos atrayente es, sin duda, la gran dificultad y, en ocasiones, la imposibilidad de generar un verdadero espacio para su desarrollo personal que le permitiera, poco a poco, independizarse hacia donde mejor le conviniera.

 

Hacia la unión americana

Las grandes ciudades del centro del país fueron el parteaguas de la migración al norte, pues ahí la gente de Astacinga y Tlaquilpa primero, y la de Tehuipango después, comenzó a relacionarse con experimentados migrantes de otros estados, que los acercaron a las historias venidas desde Estados Unidos. Pronto, las invitaciones y la organización de incipientes redes para facilitar el viaje más allá de la frontera norte incitaron a los nahuas a crear su propia experiencia desde su condición de habitantes originarios.

Historias contadas por la gente de la sierra ubican cierto número de experiencias aisladas que representarían los primeros pasos de los nahuas de Zongolica en Estados Unidos:

En 1976 se fue uno con gente de México, y regresó más o menos como en el 85 y llegó y traía dólares; nomás vino a dar una vuelta. Pero estuvo en Astacinga y ya luego se bajó por acá. Ya había carretera [de terracería] como en 1980 o el 82. Se fue derechito a Astacinga y allá lo vieron diferente. Le preguntaron que quién era, de dónde vienes. Les dijo que venía de Estados Unidos, pero que era de Tlaquilpa: "Lo que pasa es que ya estuve muchos años allá y ahora vengo por mis papeles". Y traía dinero –dólares– y los empezó a invitar a tomar y le dieron el paquetazo. [Decían] "este canijo sí gana bien". Él fue el que les dio la noción para irse (entrevista, 2008).

La historia es relevante, pues en alguna literatura –e inclusive como tema de otros relatos sobre el inicio de la migración al norte– es precisamente la gente de Astacinga la señalada como precursora del paso hacia Estados Unidos alrededor de 1985, poco tiempo después del momento en que se ubica la anécdota anterior.

Yo tengo una referencia del 86 o el 87, [cuando] un muchacho me decía: "Me voy pa'l norte", y yo ignorante: "¿Pa'l norte?". Como a los dos meses andaba el mismo muchacho jalando una camioneta porque trabajaba para el ayuntamiento y chocó [el auto] y murió una persona. De ahí ya no se supo nada. Pero preguntamos porque nos llevábamos con él y nos dijeron que se fue pa'l norte. Y fue la primera vez que yo escuchaba que alguien se iba al norte, pero yo no sabía qué quería decir o a dónde se había ido (entrevista, 2008).

La travesía de los nahuas hacia Estados Unidos no es diferente de la del resto de los indocumentados, debido a que, como lo describe la primera narración, una vez que en su paso por las grandes ciudades del centro de México conocieron a otros trabajadores, éstos los encauzaron en su ruta hacia el norte, cruzando el desierto de Altar, Sonora, hasta la frontera. Este encauzamiento fue generando para Zongolica sus propios relatos:

Cuando me fui, éramos seis que salimos de aquí. Después nos juntamos con otros de Guerrero, Michoacán, Guanajuato y llegamos a ser 13 con el coyote. Pero ya en la frontera llegamos a ser ochentaitantos [...] De los ochentaitantos que íbamos, cada coyote tenía su gente. Al que me pasó a mí le decían el Miguelito; al otro, el Diablo, que el Ángel; sus apodos, no sus nombres (entrevista, 2008).

Los destinos hacia Estados Unidos más mencionados por los nahuas son Carolina del Norte, Florida, Illinois, Mississippi, la ciudad de Nueva York y, en menor medida, entidades como Alabama y Colorado. El estado de Arizona, así como Los Ángeles, son destinos casi obligados cuando se llega, pero la mayoría coincide en señalar que la permanencia en estos lugares es temporal, "de paso", mientras preparan el traslado al lugar previamente fijado:

En Los Ángeles, las dos semanas [que estuve ahí] vendí naranja en una carretera. Yo me paraba en medio y ahí vendía. Me contrató un amigo. Por cada bolsita de naranjas de a tres dólares yo me quedaba con un dólar. Después en Carolina del Norte. Después fui a un estado que se llama Mississippi. Hice año y medio ahí. En este último lugar trabajé en una pollera; limpiaba cajas. [Durante] dos años seis meses estuve en Estados Unidos. Trabajé en las naranjas, construcción y la pollera, en donde estuve más tiempo. En Carolina del Norte fueron ocho meses en la construcción (entrevista, 2007).

Del hotel nos llevaron en un carro allá en Los Ángeles, California [...] sólo estuvimos tres semanas y nos fuimos. En Los Ángeles nada más estuvimos esperando; ahí no trabajamos (entrevista, 2007).

Las actividades de los nahuas indocumentados se concentran mayormente en la recolección de la cosecha, la construcción, las cocinas de los restaurantes y las áreas de empacado de fábricas diversas. Algunos mencionan los car wash y talleres mecánicos. Las labores en estos últimos son quizá de las más especializadas que desempeñan los nahuas.

Desde Astacinga, Tlaquilpa y sobre todo Tehuipango, se llegó "tarde" a la gestación y al desarrollo de redes y contactos organizados en el sur y norte de Veracruz. Las relaciones han ocasionado una diferenciación –señalada por Mario Pérez (2003)– entre los migrantes actuales y los que salían de sus lugares de origen hace varias décadas; los grupos migrantes de los últimos años son más heterogéneos y comienzan a forjar sus propios enlaces:

Se fue alguien primero [a Estados Unidos], empezó a mandar dinero para acá. A mi marido le está yendo bien; a mi hijo le está yendo bien [...] entonces le dicen a la señora que quieren hablar con él. Les contesta que tal día va a hablar [por teléfono a la comunidad]. Y le dicen: "Échame la mano para pasar para allá". Les contesta que sí, cómo que no. "¿Cuántos van a venir?", pues tantos, y ya se organizan y se van los que sean. Allá cada quien tiene su aval; ya los están esperando (entrevista, 2008).

Este tipo de incipientes redes no es todavía el común en la zona fría de la sierra de Zongolica, pero cada año la organización se fortalece entre los que hace dos o tres años se fueron y los que ahora han forjado su propia perspectiva basándose en los relatos y los envíos de remesas. Los contactos y todo tipo de ayuda se van convirtiendo en imprescindibles tan sólo por el hecho de que el paso hacia la unión americana cuesta entre 20 000 y 25 000 pesos por persona (entre 1 700 y 1 800 dólares, aproximadamente).

Esta organización para pasar a Estados Unidos ha incluido a las mujeres en los últimos años (a partir de 2000, con mayor notoriedad, según señalan algunos informantes). Si bien no es una percepción generalizada, la comunidad ya no ve mal, como antes, que una muchacha "sin compromisos" se involucre en el viaje en compañía de varones solteros, pues la prioridad sería, al igual que en el caso de los hombres, hallar trabajo y enviar dinero:

No se veía mal porque finalmente eran madres solteras o solteras y se iban. Las mujeres allá no tienen las mismas oportunidades que acá: si quieren ganar igual que un hombre, tienen que trabajar igual. El gringo no hace diferencia en ese aspecto, porque la gringa es independiente; trabaja como cualquiera (entrevista, 2008).

Son varias madres solteras las protagonistas de la migración al norte desde esta zona. Así, mientras los abuelos se encargan del cuidado del hijo o los hijos de la joven, ésta se va inclusive por períodos mayores de un año, tras de los cuales regresa con la intención y los recursos suficientes para mejorar, en primer lugar, su vivienda familiar:

Generalmente, las que se van van con su marido y las que se van solas pues van cinco o seis muchachas [...] Allá, de todos modos, se tienen que juntar con todos los varones. Y la mujer va dispuesta a todo lo que se presente: no le queda de otra; es la única forma de tratar de superarse de [su situación en] un país en el que hay pobreza (entrevista, 2008).

Representantes comunitarios y maestros rurales de la sierra ubican el período de edad que va de los 20 a los 30 años –tanto en hombres como en mujeres– como el principal para la gente que decide emigrar a la unión americana. No obstante, existen casos –al parecer, aislados– de menores de edad (de 15 a 16 años) y de gente mayor de 40 que toman la decisión de irse. Este último grupo de edad aduce no sólo los compromisos familiares sino su capacidad física para ya no arriesgarse al largo viaje, pues "hay que estar joven para aguantar el paso por el desierto".

Pero toda esta experiencia, si bien necesaria en la circunstancia actual de la sierra de Zongolica, preocupa a ciertos sectores. Por ejemplo, la parroquia católica de Tehuipango denuncia el abandono de esposas e hijos por parte de algunos maridos que cruzan la frontera y que al paso de los meses no se vuelve a saber más de ellos ni tampoco remiten otra vez dinero para la manutención de los suyos. El abandono paterno ocurre –y aquí me baso en testimonios– porque "ya supimos que nomás se la pasa tomando y se gasta todo el dinero que gana" o porque "ya está con otra señora allá". Esto cuando se llega a conocer sobre su paradero.

Por otra parte, las enfermedades de transmisión sexual llevan, sobre todo a las mujeres, a las clínicas o unidades médicas rurales (UMR), donde les son diagnosticadas. El machismo –presente en la gran mayoría de los hombres de la sierra y expresado, en estos casos, a través del control y sometimiento de la esposa o concubina– obstaculiza el seguimiento de la fuente de infección y, varias veces, el tratamiento de la enfermedad. El migrante de retorno que ha cometido adulterio es, desde luego, muy difícil y hasta imposible de abordar por parte de los médicos.

Los fines de semana, en las casetas rurales o en tiendas de abarrotes y panaderías, donde además se ofrece el servicio de telefonía, es común ver a las señoras y los hijos esperando, como cada ocho o 15 días, la llamada desde Estados Unidos o desde alguna ciudad del centro y, últimamente, también del sureste de México.15

Las operadoras van anunciando los nombres, las mujeres se van acercando y se encierran en la cabina a platicar en náhuatl con sus esposos, a ponerlos al tanto sobre las últimas novedades, a hacerles peticiones según las necesidades de la casa, de la escuela o las cooperaciones para la comunidad cuando ésta ha decidido construir una caja de agua o la capilla; a veces le pasan al niño unos minutos. A veces, la llamada nunca se produce.

Por otra parte, una alerta reciente son las drogas: "vi en la escuela a unos compañeros con esa 'marihuana' blanca que se echa por la nariz". En secundarias y bachilleratos de la zona, principalmente en cabeceras municipales, empiezan a ser recurrentes estos señalamientos, aunque a la fecha ninguna autoridad se ha dado por enterada. Las versiones corren como rumor, siempre con la petición de no decir nada, de no dar el nombre del informante.

Varios pobladores señalan la migración como la causante de esto y deducen que serían principalmente los jóvenes solteros, aquellos que no rebasan los 30 años de edad, los que traen consigo los estupefacientes, e inclusive se dedican a su comercio al menudeo. Habría muchachos más jóvenes (de 14 a 17 años) involucrados en el incipiente tráfico y consumo.

Para cerrar este apartado, denoto que el cambio o diferencias en el perfil de los nahuas migrantes internacionales –si se le compara con el de aquellos que salían hace más de 30 años solamente al corte de la caña y del café– se refiere básicamente a su mejor capacidad para interrelacionarse con el contexto diverso de las zonas urbanas. Entre varios de los migrantes más jóvenes (de entre 25 y 35 años de edad) es usual escuchar su rechazo a ir al corte de caña o su menosprecio al expresar la experiencia en la pisca del café, cuando en el pasado eran llevados por sus padres y no tenían más opción.

Varios son los jefes de familia que tras regresar "del norte" ahora se preocupan por la educación de sus hijos, como lo atestigua una profesora de la zona:

Te dicen lo que a ellos les gustaría que los niños aprendieran. Traen otros puntos de vista y dicen: "Mi niño ya no debe hablar el náhuatl; no le va a servir. Mejor enséñale el español; o mejor enséñale esta cosa porque eso sí le va a hacer falta". Luego vienen y reclaman que por qué estamos enseñando en náhuatl, si ellos ya lo saben, porque ven la situación allá afuera (entrevista, 2007).

Desde la perspectiva de padres e hijos, la idea de un futuro que dependa económicamente del viaje hacia Estados Unidos es constante. Entre los jóvenes de secundaria y bachillerato, la oportunidad de hacerse de habilidades y destrezas –como un mejor dominio del español o el manejar una camioneta– y el vestir pantalones de mezclilla y camisetas estampadas no les impide, sin embargo, seguir hablando el náhuatl. Pero sus requerimientos difícilmente encontrarían sustento en la continuidad del trabajo comunitario de antaño (las faenas y la milpa). El acceso a la educación, la llegada del Internet y la televisión por satélite –aunque de manera precaria y parcial–, así como el contacto cotidiano con sus maestros mestizos, los ponen actualmente ante un escenario inédito para sus antecesores.

 

La crisis y sus cifras

Durante 2009, la crisis financiera detuvo temporalmente las expectativas de los nahuas, pero aun con el panorama crítico del último año, así como hay casos de infortunados regresos, también los hay de aquellos que han logrado "aguantar", en el norte, la embestida en forma de despidos, salarios más bajos ("seis dólares la hora", en lugar de los "ocho o 10" que se llegaban a pagar a los indocumentados hasta hace aproximadamente un año) y la persecución de las autoridades migratorias estadounidenses. Hay nerviosismo, sí, tanto que algunos actores sociales serranos especulan sobre una reducción hasta de 50 por ciento, tanto en las remesas que llegaban mensualmente a la sierra, como en las ventas del comercio local ("Caen las remesas...", 2009). Sin embargo, no se conocen cifras exactas al respecto.

De lo que sí hay cifras es sobre la disminución de las remesas en el ámbito nacional: los envíos de dinero de Estados Unidos a México cayeron 4.9 por ciento en el primer trimestre de 2009, con lo que suman "ocho trimestres consecutivos de contracción", de acuerdo con el Banco de México (2009a). La caída fue aún más pronunciada durante abril y mayo, con una baja porcentual de 18.67 y 19.87,16 respectivamente. A pesar de esto, en mayo de ese mismo año, las remesas se mantenían como la tercera mayor fuente de divisas del país después del petróleo y las exportaciones, con recursos que sumaron 5 476 millones de dólares entre enero y marzo de ese año, según reportó la misma fuente (Banco de México, 2009a).

En cuanto a la desocupación de los mexicanos en Estados Unidos, la tasa llegó a 10.9 por ciento en febrero de 2009, de acuerdo con un estudio del Departamento del Trabajo de ese país, publicado como nota principal en varios medios impresos nacionales y regionales, como el caso de El mundo de Orizaba ("Apalea a México...", 2009), diario que circula en la cabecera municipal de Zongolica y puntos circunvecinos.

Los sectores que más han despedido personal –de acuerdo con la misma fuente–: "manufacturero, de servicios profesionales y de negocios, la construcción y el comercio minorista", todos ocupan a un gran número de latinos. Los indígenas estarían entre los más afectados por el desaceleramiento del sector de la construcción estadounidense.

El Banco de México (2009c) informa que fueron los estados de Tabasco, Hidalgo, Chiapas y Zacatecas los que más resintieron la disminución del envío de remesas (más de 10 %).17 Un poco más atrás, pero también con "pérdidas significativas", se ubicaron Campeche, Nuevo León, Querétaro y Veracruz, entre otros.

Por supuesto, toda esta información llega de forma inconstante y parcial a quienes les podría servir en la sierra, a los que siguen con sus planes de pasar la frontera norte. Lo más certero para plantear el escenario de la crisis, hasta ahora, ha sido el regreso de algunos migrantes, que platican a familiares y conocidos acerca de sus dificultades para encontrar empleo y cómo esto los orilló a adelantar o decidir su retorno.

 

Conclusiones y perspectivas

De todas las dimensiones sociales que el fenómeno migratorio abarca en Zongolica, destaca una línea prioritaria por seguir: el cómo esta dinámica histórica de los tlen yawi ne wehka ("los que se van lejos", en náhuatl) –expuesta ahora con la irrupción de los viajes hacia Estados Unidos– evolucionará hacia nuevos escenarios. Si los nahuas están generando su propia experiencia, hay que vislumbrar al menos dos aspectos que se entrelazan:

a) La oportunidad y el derecho que les concierne respecto a la construcción y deconstrucción de su propio imaginario, de lo que creen que debe ser su comunidad en estos tiempos y cómo debe influir su reciente experiencia en Estados Unidos: qué preservar, qué acotar, qué cambiar, etcétera.

b) Ésta, su experiencia, no se quedará aislada y, eventualmente, los nahuas la sumarán y compararán con el resto de las experiencias surgidas en otros puntos geográficos del país, a fin de encontrar también, a través de este ejercicio, una forma de reflexión sobre su organización y el día a día de sus comunidades.

Sobre el primer inciso, un avance sería acercarse a la sierra de Zongolica como un campo social cambiante en los aspectos económico, político y cultural. Esta especie de fórmula tripartita, si bien suele centrarse en la identidad y la rutina de las comunidades de origen, posee en sí las condiciones para avanzar hacia el desarrollo de las prácticas sociales, el cambio que está o eventualmente esté operando en los municipios y localidades serranas, así como el cuestionamiento que se haga de las normas y las costumbres regionales.

Este cuestionamiento no sería nuevo para los nahuas de la zona, pero sin duda podría generarse a través de un enfoque distinto: el de la negociación y no el de la aceptación casi acrítica de las propuestas de desarrollo que llegan a sus localidades, por mencionar un aspecto. Históricamente, los cuestionamientos salían a la luz cuando una acción o decisión afectaba a toda una municipalidad, como en el caso de Tehuipango entre 1977 y 1980 (Méndez, 1988), con funestas consecuencias.18

Moctezuma (2008) explica que no siempre se camina por la vía multitemática de abordaje, y eso se explica "por el desconocimiento de la dimensión organizativa", que es parte del campo de la migración. El estudio de las razones de los nahuas de Zongolica para generar un proceso o varios procesos sucesivos que rebasen la visión individual y la cultura requerirá comprender la dialéctica de las nuevas asociaciones y significados que surjan para desde ahí abordar, ahora sí, la cultura.

Al poner el acento en la realidad trascendente y los hechos concretos que la acompañan, descubriremos "la existencia del migrante como sujeto social" (Moctezuma, 2008); es decir, podremos pasar del individuo a las organizaciones, las identidades y las decisiones que surgen del colectivo, llámese municipio o localidad.

Sobre el segundo inciso, si partimos del supuesto de que la migración y sus consecuencias en las comunidades de Zongolica difícilmente se mantendrían aisladas de otras experiencias, y que éstas seguramente influirán en las conductas y las decisiones de los nahuas, el análisis que viene debemos enfocarlo desde la multicausalidad; es decir, la homogeneidad en la que se solía encasillar a las etnias ya no se sostiene ante el nuevo panorama de la migración internacional, como tampoco se sostendría la visión territorializada de su cultura.

Tanto el migrante interno –principalmente aquel que trabaja en las ciudades– como el migrante internacional de la sierra realizan actividades que ocurren en dos contextos disímbolos: su comunidad de origen y el lugar de atracción, lejos geográficamente y diferentes en cuanto a su estructura social. Entonces, no se trataría ahora solamente de que un indígena o un grupo de ellos se esté desplazando de lado a lado, de contexto a contexto, con motivo de su necesidad económica, aunque ésta sea su primera causa.

Al igual que a otros grupos de migrantes, a los indígenas se les estudia desde perspectivas complementarias, tales como la unidad doméstica y las redes. No obstante, habría que considerar, como lo propone Sánchez (2007), el nivel de las formas de organización y funcionamiento de sus comunidades, para entender la complejidad del fenómeno migratorio.

En el caso concreto de los nahuas de Zongolica, la relativa proximidad del fenómeno de la migración internacional aún no permite pasar del tema en lo individual, pues sus experiencias son mayormente nuevas, y su registro, poco trabajado. El seguimiento periódico de lo que está ocurriendo en sus comunidades nos permitirá una visión más compleja de su organización, para partir de ahí; es decir, una vez que los nahuas consolidaran la vía comunitaria a partir del liderazgo de sus migrantes, emergerían manifestaciones organizativas más acabadas. Los estímulos para llegar a estos cuerpos más complejos de análisis serían diversos; al menos, las propias circunstancias locales y las perspectivas de quienes retornan y encuentran que su localidad puede ser mejor o diferente.

La migración internacional, junto con los demás elementos, ofrecen, ante todo, un cambio de circunstancias en Astacinga, Tlaquilpa, Tehuipango y, en general, en el resto de la sierra de Zongolica. La migración influye en la visión de los nativos respecto a lo que son y han sido por generaciones, lo que hacen y han hecho, lo decidido y por decidir. Así mismo actúa sobre la respuesta, interés o atención prestada a lo que desde afuera se piensa, se dice o se espera de ellos.

Los nahuas de Zongolica conforman una muestra palpable de la plurietnicidad de México. El escenario de la migración internacional les ofrece posibilidades de emancipación y autonomía que deben rebasar pronto la reflexión a corto plazo, cimentada en la supervivencia y la experiencia individual, para pasar a la reflexión de lo que los cambios del presente deparan para el futuro de la zona y de sus comunidades.

 

Bibliografía

Anguiano Téllez, María Eugenia, 2007, "El flujo de la emigración veracruzana a la frontera norte mexicana y a Estados Unidos", en Rosío Córdova et al., In God We Trust, del campo mexicano al sueño americano, México, Universidad Veracruzana/Plaza y Valdés.        [ Links ]

"Apalea a México caída de remesas", 2009, El Mundo de Orizaba, Orizaba, Veracruz, 16 de marzo, sección "El país".        [ Links ]

Ascanio García, Miguel Osvaldo y Alberto Hernández Jiménez, 2008, "Factores limitantes que afectan la productividad cañera en el estado de Veracruz, México", Ciclo de Conferencias de la Asociación de Técnicos Azucareros de México (ATAM), en <http://atamexico.com.mx/ponencias_atam2008>, consultado el 1 de julio de 2009.        [ Links ]

Banco de México, 2006, "Monto de remesas familiares por entidad federativa", en <http://www.conapo.gob.mx/index.php?option=com_content & view=article & id=31 & Itemid=198>, consultado el 8 de abril de 2009.        [ Links ]

Banco de México, 2009a, "Remesas en enero caen 11.88% en México en relación a 2008", en <http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/inmigrantes/48488>, consultado el 30 de junio de 2009.        [ Links ]

Banco de México, 2009b, "Las remesas a México se hunden 19.87%", en <http://www.cnnexpansion.com/economia/2009/07/01/las–remesas–a–mexico–bajan–1987>, consultado el 1 de julio de 2009.        [ Links ]

Banco de México, 2009c, "Los 10 estados con mayor baja en remesas", en <http://www.cnnexpansion.com/economia/2009/05/25/los–10–estados–con–mayor–baja–en–remesas>, consultado el 2 de julio de 2009.        [ Links ]

Barjau Martínez, Luis H., 1972, Migraciones indígenas al ingenio de Motzorongo, Veracruz, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).        [ Links ]

Cabildo, Miguel, 1980, "Los ataques a Tehuipango empezaron cuando el pueblo decidió autogobernarse", Proceso, México, D. F., núm. 184, 10 de mayo, en <http://www.proceso.com.mx>, consultado el 23 de junio de 2008.        [ Links ]

"Caen las remesas y afectan las ventas", 2009, El Mundo de Orizaba, Orizaba, Veracruz, 11 de julio, sección local.        [ Links ]

Cetrade, 1999, "A diez años de la privatización, la peor crisis", en <http://www.cetrade.org/v2/revista_transicion/1999/revista_25_los_ingenios/sur_veracruz>, consultado el 1 de julio de 2009.        [ Links ]

Conapo, 2005, Índices de marginación, en <http://www.conapo.gob.mx>, consultado el 16 de noviembre de 2008.        [ Links ]

García Díaz, Bernardo, 1997, Un pueblo fabril delporfiriato: Santa Rosa, Veracruz, Ciudad Mendoza, Veracruz, Fondo Mendocino para la Cultura y las Artes.        [ Links ]

INEGI, 2006, "Principales resultados por localidad", II Conteo de población y vivienda 2005, Aguascalientes, México, en <http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/espanol/sistemas/conteo2005/localidad/iter/default.asp?s=est & c=10395>, consultado el 24 de agosto de 2008.        [ Links ]

INEGI y STPS, 2005, Encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE) 2005, IV trimestre, en <http://interdsap.stps.gob.mx:150/302_0058enoe.asp>, consultado el 6 de mayo de 2009.        [ Links ]

"Los de Tehuipango encaran a Hernández Ochoa", 1978, Proceso, México, D. F., núm. 81, 20 de mayo, en <http://www.proceso.com.mx>, consultado el 23 de junio de 2008.        [ Links ]

Macip Ríos, Ricardo Francisco, 2005, Semos un país de peones: Café, crisis y el Estado neoliberal en el centro de Veracruz, Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.        [ Links ]

Martínez Canales, Luis, 2005, "Diagnóstico de comunidades rurales de la zona de Zongolica para el desarrollo de proyectos productivos sostenibles" (inédito), informe de trabajo de campo, septiembre de 2003–diciembre de 2004, Zongolica, Veracruz, Instituto Tecnológico Superior de Zongolica.        [ Links ]

Méndez López, S., 1988, "La migración como alternativa de subsistencia: El caso de Tehuipango", tesis de licenciatura, Xalapa, México, Universidad Veracruzana/Instituto de Antropología.        [ Links ]

Mestries Benquet, Francis, 2003, "Crisis cafetalera y migración internacional en Veracruz", Migraciones Internacionales 5, Tijuana, vol. 2, núm. 2, julio–diciembre, pp. 121–148.        [ Links ]

Moctezuma Longoria, Miguel, 2008, "Transnacionalidad y transnacionalismo", Papeles de Población, Universidad Autónoma del Estado de México, Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, nueva época, año 14, núm. 57, julio–septiembre, pp. 39–64.        [ Links ]

Pérez, Matilde, 2001, "Emplazan cafeticultores a la Secretaría de Agricultura a tener un diálogo más formal", La Jornada, México, D. F., 21 de octubre, en <http://www.jornada.unam.mx/2001/10/21/039n1eco.html>, consultado el 7 de julio de 2009.        [ Links ]

Pérez Monterosas, Mario, 2003, "Las redes sociales en la migración emergente de Veracruz a los Estados Unidos", Migraciones Internacionales 4, Tijuana, vol. 2, núm. 1, enero–junio.        [ Links ]

"Presos por manifestar contra un cacique", 1978, Proceso, México, D. F., núm. 67, 11 de febrero, en <http://www.proceso.com.mx>, consultado el 23 de junio de 2008.        [ Links ]

Sánchez, M. J., 2007, "La importancia del sistema de cargos en el entendimiento de los flujos migratorios indígenas", en M. Ariza y A. Portes, coords., El país transnacional: Migración mexicana y cambio social a través de la frontera, México, Universidad Nacional Autónoma de Baja California, pp. 349–390.        [ Links ]

"32 detenidos por la matanza; establecen responsabilidades de 17", 1980, Proceso, México, D. F., núm. 184, 10 de mayo, en <http://www.proceso.com.mx>, consultado el 23 de junio de 2008.        [ Links ]

Zamudio Grave, Patricia (en prensa), Rancheros en Chicago: Vida y conciencia en una historia de migrantes, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Miguel Ángel Porrúa.        [ Links ]

Zamudio Grave, Patricia et al. 2004, "Geografía y patrones de la migración internacional: Un análisis regional del estado de Veracruz", en R. Delgado y M. Favela, coords., Nuevas tendencias y desafíos de la migración internacional México–Estados Unidos, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Miguel Ángel Porrúa, pp. 145–172 (Colección Alternativas).        [ Links ]

 

Notas

1 En el estado de Veracruz, los pueblos nahuas con asentamiento en la Sierra Madre Oriental se ubican en cuatro regiones multiétnicas, una de las cuales es la sierra de Zongolica, donde se concentra el mayor porcentaje de hablantes del mexicano o náhuatl del estado.

2 En México existen 2 439 municipios, 367 de ellos catalogados como de muy alta marginación, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo, 2005). En esa lista, Tehuipango ocupa el 14° lugar, Tlaquilpa se ubica en el 237°, y Astacinga en el 229°.

3 En adelante, Zongolica y sierra de Zongolica se utilizarán como sinónimos. Cuando se haga referencia al municipio, se indicará explícitamente.

4 El problema de este tipo de proyectos es que no cuentan con mecanismos para la correcta supervisión y asesoría de los grupos apoyados, algunos de los cuales se embarcan en trabajos que desconocen o para los cuales se requiere capacitación técnica. Varios de estos grupos terminan por desintegrarse o subsisten en condiciones poco compatibles con el logro de los propósitos del programa en el cual participan. Se puede resumir la problemática observada en los siguientes puntos: apoyos mal utilizados, escaso seguimiento a proyectos comunitarios, grupos productivos desintegrados, capacitación limitada, emigración para emplearse temporalmente en otras actividades, y desconfianza o apatía para participar en nuevos proyectos (Martínez, 2005).

5 En 2001, la crisis de la cafeticultura había provocado que 30 por ciento de los 150 000 productores indígenas dejaran la actividad. A través del entonces Instituto Nacional Indigenista (INI) se urgía al gobierno federal a la entrega de los 533 millones de pesos como apoyo emergente, destinados para la cosecha 2001–2002; respaldar con recursos a los productores cuyas plantas no cubrieran la calidad que entonces demandaba el mercado; crear la certificación de origen y fomentar la producción de café orgánico, así como fortalecer las campañas de consumo interno (Pérez, 2001).

6 Por ejemplo, en las áreas cañeras de Motzorongo y Tezonapa, así como en otras regiones cañeras de Veracruz, se pudo comprobar que en pendientes mayores de cuatro a seis por ciento, la erosión de los suelos se ha desarrollado de mediana a fuerte, sobre todo en esta región con clima tropical húmedo. Esto es debido al régimen de lluvias, al relieve y a la forma de cultivar la caña (quema y requema) en el momento del corte y poscosecha (Ascanio y Hernández, 2008).

7 Además de los municipios que abarca esta investigación, la sierra contiene los de Atlahuilco, Mixtla de Altamirano, Soledad Atzompa, Texhuacan y Xoxocotla, entre otros.

8 Las entrevistas que dan lugar a los testimonios presentados ocurrieron en los municipios de Astacinga, Tehuipango y Tlaquilpa entre 2007 y 2009. Regularmente, los informantes pidieron el anonimato como condición para participar en el estudio.

9 Estas cuatro localidades están situadas por debajo de los 300 msnm (metros sobre el nivel del mar), en contraste con los más de 2 300 msnm de varias de las localidades de Astacinga, Tehuipango y Tlaquilpa.

10 Sirva para ilustrar el hecho de que Tehuipango primero logró comunicación por vía terrestre hacia la comunidad de Tepezizintla, en el municipio de Vicente Guerrero, de la vecina sierra Negra de Puebla, cuando se abrió la rodada por parte de personal de la Comisión Federal de Electricidad ante la necesidad de colocar líneas de alta tensión. Esto ocurrió alrededor de 1977, según relatan nativos de Loma Bonita, Tehuipango (entrevista, 2009).

11 Esta propina va de los 1 500 a los 2 000 pesos para el representante o enganchador local.

12 Del náhuatl pixca, que significa recolección o cosecha, sobre todo de granos, como el café y el maíz.

13 Si bien macehual se interpreta, por lo regular, como persona pobre o inclusive como campesino, para los nahuas del lugar de la investigación es simplemente un sustantivo para referirse o identificar a quienes son nativos del lugar y hablan la lengua náhuatl.

14 Contrario a lo que ocurría con la gente de Zongolica, la migración indígena desde la Mixteca (Oaxaca) era mucho más fluida e interesada en formar parte de la actividad fabril (García, 1997:44), a pesar de que tenían que viajar a pie, durante más de una semana, desde sus lugares de origen hasta Orizaba, Río Blanco o Camerino Z. Mendoza (entonces llamado Santa Rosa).

15 Cancún, en el estado de Quintana Roo, y su apabullante industria turística demandan, por temporadas, un gran número de albañiles para la construcción de nuevos edificios.

16 El mismo organismo señaló que los envíos en mayo ascendieron a 1 900 millones de dólares, cuando en el mismo mes de 2008 sumaron 2 371 millones de dólares (Banco de México, 2009a).

17 Fueron 26 076 millones de dólares los que llegaron en remesas a México desde Estados Unidos en 2007, en comparación con 25 145 millones enviados durante 2008. Las transacciones sufrieron un ajuste a la baja de 3.6 por ciento. El Banco de México señala que, en enero de 2008, los ingresos por remesas en el país fueron de 1 776 millones de dólares, mientras que en enero de 2009, los envíos de los trabajadores en el exterior a sus familias sumaron 1 572 millones de dólares. Así mismo, los envíos pasaron de más de 5 000 en enero de 2008, a menos de 4 600 en enero de 2009.

18 En 1977, la población de Tehuipango exigió la salida del presidente municipal en turno, bajo acusaciones de corrupción y abuso de poder, además de que desde un inicio consideraron su nominación como una imposición, ya que no se trataba de alguien oriundo del lugar. En 1980, un grupo de comerciantes que acaparaban esta actividad en la localidad, tomaron justicia por su propia mano como represalia a la prohibición de continuar vendiendo licor, impuesta a un grupo de pobladores cercanos al ayuntamiento. Este conflicto culminó con la matanza de más de 30 personas, incluidas algunas autoridades municipales, en abril de ese año. Aunque ambos hechos no fueron divulgados profusamente en su momento, el lector interesado puede consultar la revista Proceso: números 67 (febrero de 1978), 81 (mayo de 1978) y 184 (mayo de 1980).

 

Información sobre el autor

LUIS ALEJANDRO MARTÍNEZ CANALES tiene el grado de maestro en comunicación educativa y comunitaria por la Universidad de La Habana. Actualmente estudia el doctorado en antropología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es docente–investigador de la Universidad Veracruzana Intercultural en su sede regional del municipio de Tequila, Veracruz. Con base en su investigación sobre comunidades y migrantes nahuas, ha participado como ponente en distintos foros, entre los cuales destacan: el "Encuentro sobre la región nahua–mazateca–popoloca: Balance y perspectivas de la investigación antropológica" (UNAM/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla); el "Décimo congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología Biológica", realizado en La Plata, Argentina; el "Primer congreso latinoamericano sobre migración internacional", organizado por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM); y el "Seminario permanente sobre migración" del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), unidad Golfo. Es colaborador del proyecto "Gestación y diversidad poblacional en la región Córdoba–Orizaba: Una perspectiva antropológica", del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM; y de la Red Articuladora de Estudios Migratorios de la Universidad Veracruzana.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons