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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.5 n.2 Tijuana Jul./Dec. 2009

 

Artículos

 

Sobrecalificación de los migrantes del Cono Sur residentes en Argentina y Brasil

 

Gabriela Adriana Sala*

 

* Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina

 

Fecha de recepción: 26 de septiembre de 2008
Fecha de aceptación: 8 de mayo de 2009

 

Resumen

Este artículo estima el nivel de sobrecalificación de los trabajadores migrantes de países del Cono Sur de América Latina residentes en Argentina y Brasil. Con este objetivo fueron empleadas dos metodologías. La primera, basada en la relación de la calificación de la actividad laboral y el nivel de escolaridad, muestra la relevancia de la sobrecalificación de los migrantes limítrofes residentes en Argentina. La segunda relaciona los años de estudio de cada trabajador y la escolaridad media del grupo ocupacional al que pertenece. En Argentina, muestra que la escolaridad de la mayoría de los ocupados es compatible con los requerimientos educativos medios y que una parte sustancial de los trabajadores limítrofes tienen menos escolaridad que la requerida, en promedio, en el grupo de ocupaciones en el que se insertan. En Brasil, esta metodología detecta mayor incidencia de la sobrecalificación entre los trabajadores migrantes del Cono Sur que entre los trabajadores nacidos en ese país.

Palabras clave: sobrecalificación, migración laboral, escolaridad, Argentina, Brasil.

 

Abstract

This article estimates the level of over–qualification of migrant workers from latin America's Southern Cone living in Argentina and Brazil using two methodologies. The first, based on the relationship between an occupation's required skills and the level of education, shows the relevance of over–qualification among the border migrant workers living in Argentina. The second methodology measures each worker's years of schooling and the average years of schooling for the occupational group as a whole. In Argentina, the educational level for most of the workers was compatible with the average educational requirements for the occupation, and a substantial part of the border workers had less schooling than was required, on average, in the occupational group in which they worked. In Brazil, this methodology detects a higher frequency of over–qualification among migrant workers from the Southern Cone than among workers born in that country.

Keywords: over–qualification, migrant workers, education, Argentina, Brazil.

 

Introducción

En la última ronda censal 2000–2001, Argentina continuaba concentrando la mayor cantidad de migrantes de países del Cono Sur de América latina, y Brasil se posicionaba como una importante opción migratoria en la subregión.

En el año 2001 fueron censados, en Argentina, 923 215 migrantes limítrofes, que representaban 2.5 por ciento del total de población residente en ese país (36 260 130 personas). Entre ellos, 233 464 habían nacido en Bolivia, 34 712 en Brasil, 212 429 en Chile, 325 046 en Paraguay, y 117 564 en Uruguay. En el período intercensal crecieron las poblaciones de bolivianos, brasileños y paraguayos.

En Brasil, en el año 2000 fueron registrados 118 612 migrantes provenientes de países del Cono Sur de América, que representaban 0.07 por ciento del total de población del país (169 799 170 personas). Entre ellas fueron contabilizados 28 822 paraguayos, 27 531 argentinos, 24 740 uruguayos, 20 388 bolivianos y 17 131 chilenos. Casi todos ellos, a excepción de los nacidos en Chile, registraron tasas de crecimiento medio anual positivas en el período 1991–2000.

En Argentina y Brasil, durante la década de los noventa, el incremento de la presencia de migrantes de países del Cono Sur coincidió con mejoras en el nivel educativo de la población y de la fuerza de trabajo, y con el aumento de la proporción de ocupados insertos en puestos de trabajo que requerían menor escolaridad que la que poseían. En Argentina, estos procesos tuvieron lugar en un contexto de crecimiento del desempleo y deterioro de las condiciones laborales, mientras que en Brasil las condiciones económicas fueron más benignas. Además, en ese país, las mejoras en la escolaridad de la fuerza de trabajo partieron desde un nivel más bajo que en Argentina.

Durante los años ochenta y noventa, las economías de los países del Cono Sur de América latina atravesaron un proceso de apertura, desregulación y flexibilización laboral. Con efectos dispares, en términos de empleo y de distribución del ingreso, estos países, a excepción de Chile, mostraron, en general, niveles de desempleo crecientes. En las áreas urbanas de Brasil, la tasa media anual de desocupación pasó de 5.3 por ciento en 1985, a 7.6 en 1999, un crecimiento modesto en comparación con el comportamiento de este indicador en otros países de América del Sur. En Argentina, el desempleo abierto en áreas urbanas fue de 2.6 por ciento en 1980, y de 15.1 en el año 2000, aunque se registraron niveles mayores en algunas mediciones de la segunda mitad de los años noventa (véase el cuadro 1).

Este artículo propone describir el nivel de sobrecalificación de los trabajadores migrantes de los países del Cono Sur de América latina residentes en Argentina y Brasil, a partir de información de los últimos censos de población de estos países. Para determinar la sobrecalificación de los migrantes limítrofes residentes en Argentina serán aplicadas dos metodologías: la primera compara la calificación de la ocupación y el máximo nivel de instrucción alcanzado, y la segunda relaciona los años de estudio de cada trabajador y la escolaridad media del grupo de ocupaciones al que pertenecía. Esta última metodología también será aplicada a la información censal de Brasil.

Este ensayo concluye que en Argentina, la estimación basada en la relación entre el máximo nivel de instrucción alcanzado y la calificación de la ocupación muestra mayor porcentaje de trabajadores sobrecalificados entre los migrantes limítrofes y, especialmente, entre las mujeres de este origen. En sentido contrario, la segunda metodología detecta que la escolaridad de la mayoría de los trabajadores era compatible con los requerimientos educativos medios de los grupos ocupacionales y que los trabajadores subcalificados tenían mayor peso entre los migrantes limítrofes que entre los nativos. En Brasil, esta modalidad de estimación detecta mayores niveles de sobrecalificación entre los trabajadores migrantes del Cono Sur que entre los nacidos en ese país.

Cabe aclarar que no es posible comparar los niveles de sobrecalificación en Argentina y Brasil por la disímil naturaleza de los sistemas clasificatorios utilizados. La Base Usuarios del censo argentino describe el carácter y la calificación de la ocupación a partir de variables diferentes, mientras que los microdatos del censo brasileño ofrecen esta información en una variable única. Por otra parte, en el censo argentino, la variable "carácter de las ocupaciones publicado" de la Base Usuarios tiene un notable grado de agregación de las ocupaciones. Aquellas categorías que concentran a la mayoría de los trabajadores migrantes no consideran diferentes funciones en la jerarquía laboral. Estas heterogeneidades están presentes, en menor medida, en el sistema clasificatorio de los microdatos del censo brasileño, que ordena las ocupaciones de acuerdo con las funciones y la posición en la jerarquía ocupacional, siguiendo los lineamientos internacionales.

La combinación de ambas metodologías es sumamente enriquecedora y permite superar los problemas derivados de la heterogeneidad de las categorías de la variable "carácter de las ocupaciones publicado" de la Base Usuarios del censo argentino. Por otra parte, la variable "calificación de la ocupación" está ausente en los microdatos del censo brasileño, por lo que no fue posible emplear la metodología basada en la relación de esa variable con el nivel de instrucción.

 

Algunos enfoques de la problemática de la sobrecalificación

El acceso a la estructura ocupacional no es universal, ya que, en el momento de la contratación y promoción de trabajadores, el empleador evalúa la compatibilidad de los atributos de los aspirantes con los requerimientos de la ocupación. La calificación, generalmente deducida de la escolaridad y la experiencia, es una de las características más evaluadas.

Una revisión de las teorías que analizan la relación entre escolaridad y formación laboral a partir del concepto de calificación propone clasificarlas en dos grandes vertientes. La primera concibe la sobrecalificación como el resultado de un desajuste temporario entre la oferta y la demanda de empleo, motivado porque los trabajadores aceptan puestos laborales que requieren menor escolaridad que la que poseen, por ausencia de información o por elección de invertir en capacitación específica para ese puesto. En esta línea fue observada la mayor incidencia de la sobrecalificación entre los trabajadores más jóvenes. Desde la perspectiva opuesta, la sobrecalificación fue visualizada como un fenómeno acumulativo. Para muchos empleadores, la escolaridad de los trabajadores opera como indicador de su competencia y productividad, y el incremento de la oferta de trabajadores más escolarizados estimularía el aumento de la escolaridad mínima. Un enfoque semejante postula que al aumentar la oferta de trabajadores escolarizados, éstos encontrarían limitaciones para insertarse en empleos acordes a su calificación y, frente a la alternativa de la desocupación, estarían dispuestos a aceptar empleos que requirieran menor calificación, y con ello desplazarían a los trabajadores menos escolarizados a ocupaciones menos calificadas. Este proceso induciría a los trabajadores a adquirir más formación para evitar ser desplazados o quedar sin empleo. Por ello se espera que la sobrecalificación se convierta en un problema estructural. Entre las teorías que ven la sobrecalificación como un fenómeno acumulativo, otro enfoque postula que en mercados de trabajo segmentados y heterogéneos, la devaluación de las credenciales educativas podría resultar del deterioro de la calidad de la enseñanza; aunque también podría ser el efecto de una depreciación del valor del conocimiento al incrementarse la cantidad de años de escolaridad de la población, lo que a su vez provocaría el aumento de los requerimientos educativos en actividades que siguen siendo las mismas. Otra perspectiva sostiene que los cambios tecnológicos y la apertura de la economía al comercio internacional demandan trabajadores más escolarizados y dejan obsoletas algunas calificaciones (Salas, 2005).

En la literatura internacional fue señalada la subutilización de la escolaridad y experiencia de los trabajadores extranjeros al insertarse en ocupaciones que requieren menor calificación que la que poseen. Esta situación se explica, en parte, por la carencia de canales de incorporación al mercado de trabajo de la sociedad receptora, el insuficiente conocimiento del idioma del país de destino y la existencia de barreras formales que limitan el acceso a las profesiones de ejercicio regulado, como la medicina, el derecho o la ingeniería. En ellas, las asociaciones profesionales obligan a revalidar, en el país de acogida, los estudios y la experiencia obtenidos en el extranjero (Girard y Bauder, 2005).

 

Perfil educativo y laboral de los migrantes del Cono Sur residentes en Argentina

A comienzos del siglo XXI, Argentina continuaba siendo el principal destino de los migrantes limítrofes de baja calificación, mientras que Brasil mostraba una presencia exigua de migrantes nacidos en otros países del Cono Sur, entre quienes predominaban los de escolarización media y alta.

En Argentina, cuatro de cada diez mujeres y casi la mitad de los hombres nacidos en este país tenían escolaridad baja. Un poco más de un tercio de los bolivianos y paraguayos, la mitad de los brasileños y tres de cada diez chilenos no habían concurrido a establecimientos educativos o los habían abandonado antes de concluir estudios primarios. Tenían nivel de instrucción bajo cuatro de cada diez hombres bolivianos, un poco más de un cuarto de los brasileños, casi la mitad de los chilenos y un poco más de la mitad de los paraguayos y uruguayos. Casi tres de cada diez uruguayos y un quinto de los bolivianos habían cursado estudios secundarios completos y terciarios o universitarios incompletos. Cuatro de cada diez bolivianas y brasileñas y casi un tercio de las paraguayas tenían nivel de instrucción muy bajo. Así mismo, casi 80 por ciento de las bolivianas, 71 por ciento de las brasileñas, 77 por ciento de las chilenas, 86 por ciento de las paraguayas y 59 por ciento de las uruguayas tenían nivel de instrucción muy bajo o bajo. Entre los migrantes limítrofes, el porcentaje de quienes habían concluido estudios superiores era mayor entre los nacidos en Brasil y Uruguay, y menor en la población total clasificada por sexo (Sala, 2008).

La información de la última ronda censal mostró notables niveles de segregación laboral de los migrantes limítrofes residentes en Argentina, lo que se explica por la inserción predominante, pero variable por nacionalidad, en ramas de actividad que requieren mano de obra intensiva, como la construcción, la industria manufacturera, el servicio doméstico y, en menor medida, en actividades vinculadas a la hotelería y los restaurantes. En relación con la mano de obra nativa de Argentina, los hombres bolivianos, paraguayos y chilenos estaban sobrerrepresentados entre los ocupados con calificación operativa y los no calificados. Los trabajadores brasileños y uruguayos presentaban una distribución semejante a la de los argentinos. Las mujeres bolivianas, chilenas, paraguayas y uruguayas estaban sobrerrepresentadas entre las trabajadoras no calificadas y, junto a las brasileñas, en ocupaciones de calificación operativa (Sala, 2008).

En general, las actividades en las que se insertaban los trabajadores limítrofes residentes en Argentina se caracterizan por las condiciones laborales y salariales desventajosas, las fluctuaciones en la demanda de trabajadores –derivadas de la estacionalidad–, la baja sindicalización y el predominio de diferentes tipos de encuadramientos remunerativos (a destajo, por tiempo y por rendimiento, en vez del pago mensual y con beneficios) o la presencia de relaciones salariales encubiertas. En otros casos, el rasgo más notable es el autoempleo en condiciones de muy baja capitalización, especialmente en el comercio minorista y en la reparación de bienes personales.

La segregación laboral de migrantes y nativos también se expresa en diferentes niveles de sobrecalificación. A menudo, los migrantes están sobrerrepresentados en ramas y ocupaciones que admiten la incorporación de trabajadores indocumentados con mayor calificación que la requerida y dispuestos a aceptar condiciones laborales y salariales inadmisibles para los trabajadores nativos. Con el tiempo, en esas ramas y ocupaciones se consolidan prácticas de contratación y remuneración que desalientan la incorporación de trabajadores nativos y las convierten en nichos laborales retroalimentados por nuevos migrantes, en general, más escolarizados que sus predecesores.

En Argentina, el progresivo deterioro de las condiciones de empleo y de los salarios coincidió con el aumento de la escolaridad de la población ocupada, situación que se tradujo en la sobreescolaridad de la fuerza de trabajo (Groisman, 2003).

Una alternativa para estimar el nivel de sobrecalificación es la comparación entre la calificación de la ocupación y el máximo nivel de instrucción formal alcanzado por los ocupados, siguiendo criterios metodológicos desarrollados en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos argentino (INDEC, 1998). La calificación se refiere a la complejidad del trabajo específico desarrollado en el marco de cada ocupación, que determina los requerimientos de conocimientos y habilidades. La calificación ocupacional es un atributo de las ocupaciones y no de las personas. Por lo tanto, califica el grado de complejidad de aquéllas y no el nivel educativo de éstas. El Censo de población, hogares y viviendas 2001 (INDEC, 2005b) de Argentina distingue cuatro tipos de ocupaciones y establece criterios de compatibilidad entre calificación e instrucción formal. En el cuadro 2 se sintetizan las características principales de la clasificación de las ocupaciones según calificación.

En las ocupaciones no calificadas estarían correctamente asignados los trabajadores sin estudios o con estudios primarios incompletos (nivel muy bajo). En las ocupaciones de calificación operativa, la asignación correcta entre educación y calificación corresponde a los ocupados con escolaridad primaria completa y secundaria incompleta (nivel de escolaridad bajo). El censo de 2001 también menciona las ocupaciones de calificación técnica, en las que estarían correctamente asignados los ocupados con estudios secundarios completos, terciarios incompletos o completos y universitarios incompletos (nivel de escolaridad medio), así como las ocupaciones de calificación científico–profesional, en las que la asignación correcta corresponde a los ocupados con carrera universitaria completa y estudios de posgrado (nivel de escolaridad alto). Además de la asignación correcta entre nivel de instrucción alcanzado y ocupación, existen otras dos situaciones: la sobrecalificación, si la calificación requerida para las actividades es inferior al nivel de educación formal del trabajador, y la subcalificación, que involucra a aquellos trabajadores que poseen menor escolaridad que la requerida para la calificación.

Esta metodología muestra que la sobrecalificación estaba asociada al origen migratorio y al sexo. Tenían mayor sobrecalificación que el total de la población residente, los varones con niveles de instrucción medio y alto nacidos en Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay; las mujeres originarias de los mismos países con instrucción baja, media y alta, y las brasileñas con niveles de escolaridad medio y alto. En ambos sexos, las mayores brechas corresponden a los nacidos en Bolivia y Paraguay con escolaridad media (véase el cuadro 3).

La sobrecalificación caracterizaba la inserción laboral femenina y, en particular, la de las mujeres nacidas en un país limítrofe. Mientras la mayoría de los varones ocupados, migrantes y nativos con estudios primarios completos o secundarios incompletos mostraban correspondencia entre el nivel de instrucción y la calificación de la ocupación, la mayoría de las trabajadoras chilenas, paraguayas y uruguayas con el mismo nivel educativo estaban sobrecalificadas. Si bien la sobrecalificación no era el rasgo predominante, tenía una incidencia notable en las demás mujeres, ya que casi la mitad de las bolivianas y cuatro de cada diez brasileñas del total de mujeres residentes se insertaban en ocupaciones que requerían menor calificación que la correspondiente a su nivel de instrucción (véase el cuadro 4).

La subcalificación de las personas con baja instrucción era mayor entre los nacidos en Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay que en el total de varones y mujeres residentes, mayoritariamente argentinos (véase el cuadro 4). Esto indicaría que muchos de los trabajadores nativos con idéntica escolaridad que los migrantes tenían ocupaciones de calificación operativa que suponían mayor escolarización que la que poseían, y accedían a ellas por poseer documentos de identidad argentinos y tener mayor conocimiento del mercado laboral.

La sobrecalificación de personas con estudios superiores concluidos, además de factores vinculados con el desempleo, se relaciona con la existencia de limitaciones legales para el ejercicio de profesiones reguladas y/o barreras idiomáticas, que pueden traducirse en la inserción en ocupaciones de menor calificación, como una alternativa al desempleo. La existencia de barreras idiomáticas resulta especialmente pertinente a la hora de explicar el elevado porcentaje de mujeres universitarias brasileñas sobrecalificadas (60 %), que probablemente migraron fuera de esquemas de contrataciones trasnacionales que hubiesen garantizado su inserción en ocupaciones acordes a su escolaridad, como habría sucedido entre muchos hombres del mismo origen.

 

Sobrecalificación por años de escolaridad aprobados

Existe otra modalidad de estimación de la sobrecalificación, basada en la comparación de los años de estudio de los trabajadores con los requerimientos educativos medios de cada grupo de ocupaciones. En este caso, para cada grupo ocupacional (a dos dígitos) fueron calculadas la escolaridad promedio y la desviación estándar correspondientes a los trabajadores nativos de ambos sexos. A partir de estas medidas fue posible distinguir tres situaciones: concordancia, sobrecalificación y subcalificación. En los casos de concordancia, la escolaridad de los trabajadores se encuentra comprendida entre el promedio de años de estudio y más–menos una desviación estándar. El trabajador está sobrecalificado si sus años de escolaridad se ubican por encima de una desviación estándar del promedio de años de escolaridad del grupo ocupacional al que pertenece. La subcalificación se produce cuando los años de escolaridad son menores a la media de instrucción del grupo ocupacional al que pertenece, menos una desviación estándar.1

Según esta metodología, en Argentina, la escolaridad de la mayoría de los trabajadores de todos los orígenes era compatible con los requerimientos educativos medios de los diferentes grupos ocupacionales. El grupo de trabajadores subcalificados tenía un peso notable, especialmente entre los migrantes. En comparación con los trabajadores argentinos, se destacan los mayores porcentajes de subcalificación entre las mujeres y varones brasileños, bolivianos, paraguayos y chilenos. Sólo los varones uruguayos y las mujeres brasileñas tenían un porcentaje de trabajadores sobrecalificados mayor al que presentaban los ocupados argentinos del mismo sexo (véase el cuadro 5).

Es destacable la sobrecalificación de los varones chilenos y uruguayos insertos en ocupaciones de transporte y almacenaje; de los uruguayos y brasileños en la producción industrial y artesanal, y de los uruguayos y chilenos en la producción agrícola (véase el cuadro 6). Entre las mujeres se destacan los niveles de sobrecalificación de las bolivianas, brasileñas, chilenas y uruguayas en ocupaciones de limpieza doméstica y no doméstica, y de las brasileñas en todos los grupos ocupacionales, a excepción de la producción agrícola (véase el cuadro 7). Entre los varones bolivianos, uruguayos, chilenos y brasileños, los mayores niveles de sobrecalificación se observan en ocupaciones que albergaban un porcentaje muy bajo de la fuerza laboral de esos orígenes. Entre los varones, la sobrecalificación estaba asociada a la mayor escolaridad de brasileños y uruguayos (véase el cuadro 6).2

Las diferencias entre los resultados obtenidos a partir de las dos metodologías derivan, en parte, de la naturaleza de las comparaciones en las que se basa cada una de ellas y de las heterogeneidades de los grupos ocupacionales de la Base Usuarios del censo argentino de 2001. La primera metodología relaciona atributos de los ocupados (nivel de instrucción) con atributos de la ocupación (calificación). La segunda, al comparar la escolaridad de cada trabajador con la escolaridad media del grupo ocupacional, considera exclusivamente atributos de los trabajadores. En consecuencia, en el segundo caso, la mayor escolaridad de los trabajadores argentinos, que componen la mayor parte de los ocupados, eleva la escolaridad media de la ocupación, por lo que cabe esperar mayores niveles de subcalificación entre los migrantes bolivianos, brasileños y paraguayos.

En muchas ocupaciones del mercado laboral argentino aumentó la escolaridad de los trabajadores sin que cambiaran los requerimientos tecnológicos. Además de este proceso de devaluación de las credenciales educativas, en un contexto de alto desempleo, los trabajadores nativos, más escolarizados, presionaron por ocupar empleos en nichos laborales como la construcción, la industria manufacturera, el servicio doméstico y la agricultura, desplazando a los trabajadores migrantes a ocupaciones menos calificadas del mismo grupo ocupacional. Este desplazamiento habría provocado que se incrementaran los requerimientos educativos medios de esas ocupaciones, fijados a partir de la escolaridad media de los trabajadores nativos.

(Cuadro 8)

Además, existiría un efecto derivado de la heterogeneidad de ocupaciones dentro de las categorías de la variable "carácter de las ocupaciones publicado" de la Base Usuarios del censo de 2001, que explicaría, en parte, los notables niveles de subcalificación de los migrantes limítrofes censados en Argentina. Esta variable no provee información sobre jerarquías y funciones, a diferencia del censo brasileño, que distingue a los miembros superiores del poder público, dirigentes de organizaciones, gerentes, profesionales y técnicos de distintas disciplinas, y empleados de distintas actividades.

En la Base Usuarios del censo argentino, las ocupaciones vinculadas a la construcción e infraestructura, a la producción agrícola, industrial y artesanal y a la comercialización concentraban a la mayoría de los ocupados limítrofes. En ellas, en general, el porcentaje de personas sobrecalificadas era menor entre los trabajadores migrantes. Por la amplitud de cada una de estas categorías no es posible detectar si los trabajadores limítrofes se insertaron en aquellas ocupaciones de menor jerarquía, con bajos requerimientos educativos, condiciones de contratación flexible y sin requisitos de la posesión de documentos de identidad argentinos. La variable "carácter de las ocupaciones publicado" incluye, en la misma categoría, ocupaciones de baja jerarquía y otras que, además de mayor escolaridad, exigirían la posesión de documentos de identidad, ofrecerían mejores condiciones de trabajo y remuneración y estarían reservadas para argentinos y migrantes antiguos.

 

Sobrecalificación de los migrantes del Cono Sur residentes en Brasil

En Brasil, los migrantes nacidos en Paraguay se concentraban en los niveles educativos más bajos. Los varones y mujeres nacidos en Chile y Argentina y los varones bolivianos y uruguayos estaban más concentrados en los niveles educativos medio y alto. Las mujeres de todos los grupos migratorios tenían menor instrucción que los varones del mismo origen. Los argentinos, bolivianos, chilenos y uruguayos tenían mayor escolaridad que el total de la población residente en Brasil, mientras que los nacidos en Paraguay mostraban mayor similitud. Las mujeres y varones argentinos, bolivianos, chilenos y uruguayos, y los varones paraguayos presentaban un porcentaje mayor de personas con estudios superiores completos que el total de los residentes en Brasil. Los nacidos en Chile registraban el mayor porcentaje de personas con estudios superiores concluidos (39.5 entre los hombres y 33.8 por ciento entre las mujeres). El porcentaje de migrantes calificados era también importante entre los argentinos (35.5 entre los hombres y 30.7 por ciento entre las mujeres); los bolivianos (34.1 entre los varones y 19.5 por ciento entre las mujeres) y los uruguayos (19.8 entre los hombres y 15.7 por ciento entre las mujeres) (Sala, 2008).

En Brasil, la mayoría de los hombres nacidos en este país y en Paraguay trabajaban en la agricultura. Los argentinos y uruguayos estaban concentrados en actividades comerciales y de reparación de vehículos automotores, objetos personales y domésticos. Los nacidos en Bolivia y Chile se insertaban en la industria de transformación. Entre las mujeres ocupadas naturales de Brasil y Paraguay, la mayoría trabajaban en el servicio doméstico. La mayor parte de las trabajadoras argentinas y chilenas desempeñaban actividades relacionadas con la educación. Las mujeres bolivianas se concentraban en la industria de transformación, y las uruguayas, en el comercio y la reparación de vehículos automotores, objetos personales y domésticos.

Los migrantes del Cono Sur estaban más concentrados que los trabajadores nativos entre los miembros superiores del poder público, los dirigentes de organizaciones de interés público y de empresas, gerentes y profesionales de las ciencias y las artes. Las mujeres y hombres nacidos en Argentina, Chile y Uruguay mostraban mayor concentración en las ocupaciones directivas y profesionales, y los hombres bolivianos, en las ocupaciones profesionales. Entre los técnicos de nivel medio, la mayor concentración correspondía a los varones argentinos y a los chilenos de ambos sexos. Las mujeres y hombres bolivianos y paraguayos estaban sobrerrepresentados entre los trabajadores de la producción de bienes y servicios industriales, destacándose, en esta ocupación, el nivel de segregación de las mujeres bolivianas. Las trabajadoras paraguayas estaban sobrerrepresentadas en las ocupaciones de los servicios, vendedoras en el comercio en tiendas y mercados, y actividades agropecuarias, forestales, de caza y pesca (Sala, 2008).

Durante las dos últimas décadas del siglo XX aumentó la escolaridad de la población económicamente activa (PEA) brasileña. En este país, el porcentaje de trabajadores con menos de cuatro años de escolaridad en el total de ocupados pasó de 47 por ciento en 1977, a 26 por ciento en 1999. En ese período, también aumentó la participación relativa de los trabajadores más escolarizados, pero el grupo de trabajadores con 15 o más años de instrucción, aproximadamente con estudios superiores completos, experimentó pocos cambios y, en 1999, concentraba siete por ciento de los trabajadores (Wajman y menezes Filho, 2003). Desde comienzos de la década del noventa, en Brasil aumentó la demanda de trabajadores con niveles de escolaridad superior a primaria completa. Este incremento coincidió con el aumento de la escolaridad media de los trabajadores, como resultado de las políticas de universalización de la educación básica, y se asocia a los mayores requisitos educativos del mercado de trabajo, derivados del avance tecnológico (machado y Jayme Jr., 2003; Machado, Oliveira y Carvalho, 2003). En Sala (2005) fue detectado mayor porcentaje de trabajadores sobrecalificados entre los migrantes del Cono Sur que entre los brasileños.

Entre los ocupados extranjeros nacidos en países del Cono Sur, los mayores porcentajes de trabajadores sobrecalificados correspondían a los varones chilenos y argentinos (48 y 39 %, respectivamente) y a las mujeres argentinas y chilenas (39 y 35 %, respectivamente), y los menores, a los trabajadores paraguayos (22 % entre los varones y 15 % entre las mujeres). Los mayores niveles de subcalificación correspondían a los trabajadores brasileños y paraguayos de ambos sexos. Esto se relaciona con la mayor escolaridad de chilenos y argentinos y el menor nivel de instrucción de los brasileños y paraguayos (véase el cuadro 9).

Las mujeres y hombres brasileños tenían el menor porcentaje de trabajadores sobrecalificados en casi todos los grupos ocupacionales. Los paraguayos y brasileños presentaban los mayores porcentajes de subcalificación en la mayoría de las ocupaciones consideradas. Algunos de los grupos de ocupaciones que concentraban a las mujeres y varones paraguayos y, en menor medida, a las mujeres bolivianas, presentaban un menor porcentaje de sobreescolaridad que el de los trabajadores brasileños del mismo sexo y grupo ocupacional. Entre los grupos de ocupaciones que concentraban más de cinco por ciento de la fuerza de trabajo de los migrantes de cada uno de los países, registraban los mayores porcentajes de personas sobrecalificadas los trabajadores de la industria textil y de los servicios, así como los vendedores. En las ocupaciones directivas, profesionales y técnicas, los mayores porcentajes de trabajadores sobreescolarizados correspondían a las mujeres y hombres argentinos y chilenos y a las mujeres bolivianas y uruguayas (véase el cuadro 10).3

 

Consideraciones finales

En Argentina, la inserción de las mujeres y varones chilenos y uruguayos por rama de ocupación era semejante a la de las mujeres y hombres argentinos. Las mayores diferencias con la mano de obra nativa correspondían a los trabajadores bolivianos, mientras que en Brasil, los trabajadores paraguayos –especialmente hombres– estaban menos segregados en ramas y ocupaciones. En ambos países, dentro de estos subgrupos poblacionales era mayor la segregación laboral de las mujeres. Mientras en Argentina la concentración de los migrantes en ramas de mano de obra intensiva y ocupaciones menos calificadas se tradujo en peores condiciones de empleo que las de los nativos, en Brasil, la segregación laboral de chilenos, argentinos y uruguayos los ubicaba en una situación menos desfavorable. En ese país, sólo los trabajadores paraguayos y una parte de los bolivianos compartían con los nativos la inserción más desfavorable en el mercado de trabajo (Sala, 2008).

Durante los años noventa, el incremento de la presencia de migrantes de países del Cono Sur en Argentina y Brasil coincidió con mejoras en la escolaridad de las poblaciones y de la fuerza de trabajo de ambos países. Durante la segunda mitad de esa década, el mercado de trabajo argentino mostró síntomas evidentes de crisis (desempleo creciente, precariedad laboral y deterioro salarial). En este contexto, el crecimiento de la oferta de trabajadores más escolarizados contribuyó a incrementar la sobrecalificación de los ocupados. En Brasil, el incremento de la escolaridad y de la sobrecalificación de la fuerza de trabajo se produjo en un contexto menos recesivo que el argentino.

En Argentina, la determinación de la sobrecalificación por la relación entre los años de estudio del trabajador y la escolaridad media de su grupo ocupacional mostró que la escolaridad de la mayoría de los trabajadores migrantes y nativos era compatible con los requerimientos educativos medios y, en segundo lugar, que los trabajadores subcalificados tenían un peso notable, especialmente entre los trabajadores migrantes. También puso en evidencia que el porcentaje de trabajadores sobrecalificados en varias ocupaciones era mayor entre los hombres brasileños y uruguayos y entre las mujeres bolivianas, brasileñas, chilenas y uruguayas vinculadas a la limpieza doméstica y no doméstica, que entre los argentinos del mismo sexo e idéntico grupo ocupacional.

La estimación de la sobrecalificación a partir de comparar la calificación requerida por la ocupación con el máximo nivel de escolaridad de los trabajadores arroja resultados aún más concluyentes, al mostrar que en Argentina, los varones con niveles de instrucción medio y alto nacidos en Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay; las mujeres oriundas de los mismos países con escolaridad baja, media y alta, y las mujeres brasileñas con instrucción media y alta tenían mayor porcentaje de trabajadores sobrecalificados que el total de la población nativa. En ambos sexos, las mayores brechas correspondían a los trabajadores con escolaridad media nacidos en Bolivia y Paraguay, y podrían explicarse por la sobrecalificación de los migrantes que arribaron durante los noventa, que mayoritariamente tenían nivel de instrucción medio.

En Brasil, entre los ocupados nacidos en países del Cono Sur, los mayores porcentajes de trabajadores sobrecalificados correspondían a los chilenos y argentinos, y los menores, a los paraguayos, aunque casi un cuarto de éstos estaban sobrecalificados. Los inmigrantes del Cono Sur, a excepción de las mujeres paraguayas, tenían un porcentaje mayor de trabajadores sobrecalificados que los trabajadores brasileños del mismo sexo. En Brasil, la sobrecalificación estaba asociada a la mayor escolaridad de los argentinos, bolivianos, chilenos y uruguayos.

La estimación de la sobrecalificación a través de comparar la escolaridad de cada trabajador con la escolaridad media requerida por la ocupación permite concluir que tanto en Argentina como en Brasil, la subcalificación estaba vinculada con las diferencias de escolaridad de trabajadores migrantes y nativos. En ambos países, los migrantes que tenían menor escolaridad que los nativos también presentaban mayor proporción de personas subcalificadas. En Argentina, esto ocurría entre los bolivianos, brasileños, chilenos y paraguayos. En Brasil, los trabajadores paraguayos presentaban un porcentaje de trabajadores subcalificados semejante al de los brasileños y mayor al de los otros grupos migratorios de la región. En ese país, los ocupados nacidos en Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay tenían mayor escolaridad que los ocupados nativos y mayor porcentaje de personas sobrecalificadas. En Argentina, la escolaridad media de los trabajadores uruguayos y argentinos era semejante y también lo eran los porcentajes de ocupados subcalificados y sobrecalificados en ambos grupos.

Las evidencias empíricas provenientes del censo brasileño apoyan las hipótesis de la literatura migratoria sobre la mayor incidencia de la sobrecalificación entre los trabajadores migrantes, pero introducen una consideración referida a los menos escolarizados, ya que una porción sustancial de los nacidos en Paraguay, mayoritariamente de muy baja escolaridad, estaban subcalificados. En el caso de Argentina sería posible llegar a una conclusión semejante, aunque existen algunas diferencias entre los resultados obtenidos a partir de las dos metodologías de estimación.

Una explicación rigurosa de las diferencias en los niveles de sobrecalificacion de los trabajadores migrantes y nativos, además de controlar la escolaridad y el tipo de ocupación, debería contemplar otros aspectos, cuya consideración excede los alcances de este artículo. Entre ellos ocupan un lugar destacado los desiguales niveles de desempleo, la precariedad laboral y el peso relativo de los migrantes en cada grupo de ocupaciones; la especificidad de los mecanismos de selección de mano de obra en los segmentos laborales que concentran migrantes y los cambios operados en las modalidades de inserción y promoción en las diferentes ocupaciones, detectables en desiguales niveles de sobrecalificación de los migrantes que se radicaron en diferentes períodos.

 

Bibliografía

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Notas

1 Esta metodología fue desarrollada por Clogg y Shockey (1984). En Argentina fue empleada por Groisman (2003) y Waisgrais (2005), y en Brasil, por Machado, Oliveira y Carvalho (2003). Groisman (2003) mide los efectos de la sobreeducación sobre los diferenciales de salario según el nivel educativo formal alcanzado. Waisgrais (2005) estima la sobreeducación de los jóvenes argentinos en los años 1997 y 2001, a partir de datos de la Encuesta de desarrollo social de Argentina, según la metodología desarrollada por Clogg y Shockey (1984) y de acuerdo con la correspondencia entre la calificación de las ocupaciones y el nivel educativo formal, según los criterios del INDEC (1998). En Brasil, Machado, Oliveira y Carvalho (2003) verificaron la incompatibilidad entre la escolaridad de los ocupados y la calificación requerida en el puesto de trabajo, según sexo, edad, región, sector de actividad y grupos de ocupación, a partir de datos de la PNAD (pesquisas periódicas de empleo) desde 1981 a 2001.

2 Los cuadro 6, 7 y 8 contienen información de los grupos ocupacionales que concentraban a la mayoría de los trabajadores limítrofes. En ellos se insertaban 80 por ciento de los hombres ocupados argentinos, 90 por ciento de los bolivianos, 85 por ciento de los brasileños, 84 por ciento de los chilenos, 86 por ciento de los paraguayos y 79 por ciento de los uruguayos. Entre las mujeres ocupadas, estas categorías albergaban a 65 por ciento de las argentinas, 84 por ciento de las bolivianas, 71 por ciento de las brasileñas, 77 por ciento de las chilenas, 86 por ciento de las paraguayas y 64 por ciento de las uruguayas.

3 El cuadro 10 contiene información de los grupos de ocupaciones que concentraban a la mayoría de los trabajadores migrantes del Cono Sur. En ellos se insertaban 89 por ciento de los hombres ocupados argentinos, 91 por ciento de los bolivianos, 88 por ciento de los chilenos y de los paraguayos y 91 por ciento de los uruguayos. Entre las mujeres ocupadas, estas categorías albergaban a 88 por ciento de las argentinas, 96 por ciento de las bolivianas, 92 por ciento de las chilenas y de las paraguayas y 91 por ciento de las uruguayas.

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