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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.5 no.1 Tijuana ene./jun. 2009

 

Notas críticas

 

Descendientes y epígonos de la emigración italiana. Nuevas identidades, entre diáspora y transnacionalismo

 

Giovanna Gianturco*

 

* Universidad de Roma "La Sapienza".

 

Una premisa necesaria: el itinerario de la investigación

Adentrarse en la vida cotidiana de los jóvenes italianos en el extranjero es una cuestión compleja, sobre todo porque los herederos de esta emigración (descendientes de emites o neoinmigrantes)1 no se asemejan a sus precursores de principios del siglo XX. Con el sucederse de las generaciones la experiencia migratoria de los italianos en el mundo ha cambiado notablemente (Gianturco y Caltabiano, 2005:15). Los conceptos dominantes en la nueva emigración juvenil italiana en el extranjero son: flexibilidad, ubicuidad y reversibilidad de los proyectos de vida, elementos que se conjugan con el marco más general y complejo de la condición posmoderna y de los jóvenes y adultos en el mundo de hoy. Ésta es entonces sólo una llave de lectura gran para orientarse en la compleja galaxia juvenil. "La tesis de la discontinuidad generacional es una hipótesis de trabajo, un modo particular de aproximarse a los herederos de la emigración, tratando de entender si se mueven siguiendo las huellas dejadas por la tradición o si, por el contrario, de sus prácticas sociales emerge una ruptura neta con el pasado" (Gianturco y Caltabiano, 2005:27).

Es oportuno, entonces, explicar la orientación metodológica y teórica que se utilizó en la presente investigación.2 Para comenzar se debe hacer explícito el objetivo principal: realizar un primer acercamiento a la especificidad social y cultural del último eslabón de la cadena migratoria italiana. Para cumplir con esta meta se eligió un marco de referencia cualitativo. Tal decisión responde a la imposibilidad de conducir una investigación a nivel mundial que estime la presencia juvenil italiana en los diferentes países de residencia. Las estadísticas consultadas dan razón de los habitantes de los países y de los individuos con doble nacionalidad, pero no de los extranjeros. En este orden de ideas, es imposible definir un universo del cual extraer una muestra probabilística; a esto se añade la dificultad de captar a través de un cuestionario la complejidad de la existencia en movimiento de la nueva generación de italianos en el extranjero (Gianturco y Caltabiano, 2005:27–28).

El objetivo que originó esta nota fue dar cuenta de las vivencias de los jóvenes italianos en el extranjero, en algunos países de Europa, América, África y Oceanía. La idea fue sacar a la luz sus opiniones, percepciones y motivaciones mediante una metodología cualitativa o biográfica. Así, la investigación se ocupó de los siguientes puntos: distancia con los antepasados emigrantes; significado que los jóvenes daban a su ascendencia italiana; aspiraciones futuras y preocupaciones actuales. Desde esta perspectiva las narraciones recogidas cubren todas las etapas de una historia biográfica particular. En esta investigación el análisis biográfico se entiende como la reconstrucción de algunos ámbitos esenciales de la vida de estos jóvenes italianos en el extranjero: el sentimiento de italianidad, los lazos familiares, la participación social y política, el tiempo libre, el estudio y el trabajo.

En el plano teórico, estas dimensiones de la vida cotidiana conducen al concepto de práctica (Bourdieu, 1983): las relaciones –materiales y simbólicas– que el individuo activa en su hábitat, moviéndose con grados de libertad limitados. De hecho, el actor social, si bien actúa de forma autónoma, está condicionado por múltiples pertenencias a grupos; sus creencias y sus acciones son, al menos en parte, el fruto de esta red versátil de influencias ambientales. En este sentido, las prácticas constituyen un entramado privilegiado para ordenar en secuencia –a lo largo del eje temporal– la experiencia concreta de los entrevistados. De hecho, la práctica, por su naturaleza, se centra en el campo donde los sujetos sociales actúan; por lo tanto, actualiza sus visiones de mundo –las representaciones sociales– y particularmente las enmarca en la dimensión de la acción de grupo. Teniendo como telón de fondo tales coordenadas teóricas, los investigadores interpelaron a los jóvenes y se obtuvo una narración oral, una especie de retrato realista sobre la identidad italiana en la sociedad global (Gianturco y Caltabiano, 2005:28–29).

De hecho, la muestra general de los entrevistados se decidió intentando considerar la fragmentación interna de los jóvenes italianos que viven en el mundo; siempre teniendo en cuenta la particular configuración de la emigración italiana en cada uno de los países estudiados. Sin duda alguna, estos factores de diversificación dependen del contexto nacional, pero se identificaron desde el principio algunos criterios comunes: relación con la experiencia migratoria (descendientes/epígonos), ciclo de vida (muy jóvenes/jóvenes adultos) y ubicación social (definición de estatus socioeconómico). El primer criterio, la diferenciación entre descendientes y epígonos de la diáspora migratoria, se determinó considerando su relevancia para una mejor comprensión, en términos diacrónicos, de la juventud italiana en el extranjero. Estos dos componentes se balancearon adecuadamente, caso por caso, dependiendo de su importancia en los diferentes contextos nacionales3 (Gianturco y Caltabiano, 2005:29).

La edad fue la segunda variable de estratificación. Desde una mirada simplista, esta variable se limita a medir el curso de la vida, pero el dato personal hace evidentes las distintas fases biográficas de una existencia, esto quiere decir que la edad tiene repercusiones en las prácticas sociales y en los procesos de construcción simbólica. En la condición juvenil se pueden definir, sin lugar a dudas, dos "estaciones" que no pueden subestimarse en la interpretación: el período que va de los 18 a los 25 años, es decir, la fase de la socialización en los roles adultos a través de los canales de la escolarización, de la participación espontánea en distintos ámbitos sociales y las primeras experiencias en ámbitos laborales, y el arco temporal sucesivo, período de vida más o menos extenso, de los 26 a los 35 años, en el cual se conquista una plena autonomía personal. Por lo tanto, la división entre "muy jóvenes" y "jóvenes adultos" se demuestra útil para interpretar los diferentes "ritos de paso" con los que se enfrentan los jóvenes que dan sus primeros pasos en una sociedad.

El último criterio se refiere de manera explícita a la situación socioeconómica; de hecho, no podía faltar una lectura del estatus de los herederos de la diáspora: las condiciones sociales iniciales inciden inevitablemente en la experiencia cotidiana y en las aspiraciones futuras de las personas; así vivan en una sociedad en donde las divisiones de clase se difuminan, las nuevas generaciones se enfrentan a un horizonte de posibilidad delimitado por las inequidades aún existentes en muchos países. Por otra parte, la estructura de las oportunidades (materiales y simbólicas) a las que tiene acceso un individuo se debe a distintos factores (ingresos económicos, profesión, antecedentes familiares, etcétera); estos elementos se utilizaron para diferenciar la posición alcanzada por los descendientes y los epígonos; en resumidas cuentas, se examinó su ubicación en los distintos países considerando todas las gradaciones incluidas en la categoría de estatus. Su distribución en el universo de referencia refleja el resultado de los procesos de movilidad social cumplidos por los italianos residentes fuera de su país4 (Gianturco y Caltabiano, 2005:30–31).

La investigación se desarrolló, entonces, en cuatro continentes, abarcando 15 países con presencia significativa –no necesariamente representativa– de italianos: Europa: Bélgica, Francia, Alemania, Reino Unido y Suiza; América: Argentina, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela; África: Marruecos, Sudáfrica y Túnez; y Oceanía: Australia. En cada una de estas naciones se eligieron dos áreas –de preferencia metropolitanas– en las cuales el fenómeno migratorio italiano fuera bastante visible.5 Es más, la amplitud de cada uno de los universos cambió de país en país –de 14 unidades en Francia a 70 en Estados Unidos–. Tal oscilación, además de ser imputable a la extrema variabilidad de los contextos territoriales en los que se condujo la investigación, deriva de una elección: no se quiso definir a priori una meta numérica, sino una cuota general de aproximadamente 20 entrevistas por país;6 en la elección de los entrevistados se adoptó un principio de "significatividad", es decir, se seleccionó a jóvenes provenientes de ambientes sociales diferentes –asociaciones regionales, clubes e instituciones de la comunidad italiana, colegios privados bilingües, parroquias y otros espacios de reunión frecuentados por nuestros connacionales– (Gianturco y Caltabiano, 2005:33). Los investigadores fueron personalmente a los sitios, establecieron las principales agencias de socialización de los italianos y también, gracias a tales canales, contactaron a los jóvenes, y se valieron también de las indicaciones de algunos testimonios privilegiados. Iniciado este proceso, los investigadores procedieron a recolectar testimonios hasta lograr un mínimo nivel de saturación.7 Al final de este trabajo empírico se llegó a un total de 666 entrevistas. El material biográfico recogido en el trabajo de campo es vasto y rico, y fue enteramente transcrito y analizado temáticamente, alcanzando a componer un testimonio vivo sobre lo que significa ser italianos en el extranjero en el contexto de la sociedad contemporánea.

 

Los resultados

Realizar una síntesis de los resultados de un trabajo amplio y heterogéneo parece ser una empresa ardua; el escenario geográfico y la heterogeneidad de las poblaciones estudiadas, la variedad de las biografías y de las vivencias imponen al investigador la tarea de respetar las diferencias. Hay que estar atentos con generalizaciones que no den cuenta de la complejidad de la población; se le restaría valor a un universo que es rico y portador de una renovación teórico–categórica capaz de nutrir y renovar un vocabulario anclado al pasado remoto de la emigración italiana. De hecho, hay mucha literatura que forja una épica del emigrante8 que hace énfasis en el éxito social de los sujetos en términos retrospectivos minimizando un pasado migratorio no lineal.

El esfuerzo en esta investigación fue regresar a la realidad empírica y darle voz poniendo atención a las nuevas categorías que en la oralidad se hicieron evidentes. De esto se desprende la elección que se hizo de un análisis de tipo cualitativo. Resulta ineluctable el hecho de que la historia oficial, la escrita por los historiadores, puede y debe integrarse a la historia recordada por las personas, una historia de la memoria y de la experiencia subjetiva; una microhistoria que cuenta cómo los actores asumieron los eventos, sus motivaciones, razones y sentimientos. Esta memoria puede sobrevivir en el tiempo gracias al esfuerzo que hombres y mujeres hacen para dar un sentido a la vida de todos los días, y para "encontrar un orden en el caos", tratando de "dar soluciones a problemas desconocidos" (Bauman, 1987:3). Hay, entonces, una exigencia epistemológica y política, en este caso la de dar voz, sobre todo, a la actual inmigración italiana que resulta desconocida. En este sentido, la presente investigación se propone dar voz a las comunidades italianas multilocales, e identificar la punta de muchos icebergs. No obstante su limitación, el trabajo se ubica en los estudios de los procesos migratorios9 como un análisis longitudinal que, a través de la orilla cualitativa, traza la totalidad del recorrido migratorio de los sujetos "relacionando las características de posmigración con aquellas de premigración que a veces atraviesan más de una generación" (King, 2003:12). Estos estudios resaltan la insuficiencia de las categorizaciones diádicas y polarizantes, sobre las que se fundaron muchos de los estudios migratorios.

En los diversos estudios nacionales el intento fue desarrollar algunas interpretaciones teóricas que hunden sus raíces en mapas e historias particulares (Clifford, 1999:299–300); en este sentido, se buscó reflexionar sobre algunas cuestiones que emergieron en el curso de las investigaciones y que ciertamente constituyen puntos de partida para futuras investigaciones. La elección de los temas se hizo sobre la base de su importancia derivada de los materiales empíricos y de su centralidad en el debate teórico.

 

Identidades hoy día: "reinventar la tradición"

Ciertamente una de las primeras anotaciones subraya algunas de las diferencias interesantes entre los descendientes y los epígonos, tipos ideales que sintetizan el panorama actual de los jóvenes italianos en el extranjero. En el primer caso prevalece el carácter adscriptivo –los padres, lato sensu, escogieron por ellos–; mientras que en el segundo, ser emigrantes responde a una elección personal. Es decir, la familia tiene un peso menor en la estructuración de las decisiones de los jóvenes que en los adultos. Esta distinción caracteriza dos grandes ejes temáticos: la identidad de los jóvenes italianos en el extranjero y los conceptos de "diáspora" y "transnacionalismo". Estos temas son, de hecho, particularmente fértiles, sobre todo en cuanto a su complementariedad: cada uno de ellos atraviesa y ayuda a comprender al otro, en el esfuerzo de definir algunos de los rasgos que caracterizan al joven italiano en el extranjero.

La emigración refuerza continuamente la formación de identidades adjetivadas.10 El tema de la identidad se expresa en forma distinta para los epígonos y para los descendientes; sin embargo, se puede afirmar que siempre hay una identidad situacional (Davis, 2000) que se privatiza construyendo espacios de distancia y continuidad, centrados en sentimientos y lenguajes de un sistema simbólico y cultural que corresponde a los "italianos en el extranjero". La redefinición de la identidad sociocultural de los jóvenes inmigrantes italianos representa una significativa manifestación de la dinámica entre las tradiciones culturales de un grupo y los modelos presentes en la sociedad de inmigración.

La identidad cultural de los migrantes, sobre todo de la segunda generación, no nace sólo de dinámicas opuestas, es decir, del rechazo prejuicioso del otro y de su adscripción al grupo de pertenencia, sino también de las diferentes experiencias, de los diversos ambientes que se entrecruzan en relación con lo distinto, es decir con las diversas culturas encontradas. La diversidad de las formas de la primera, segunda y tercera generación podemos explicarla, con este tipo de dinámicas, porque seguramente en la primera generación prevalece la oposición, en la segunda y tercera el préstamo, el intercambio, las con concesiones (Di Carlo y Di Carlo, 1986:36–37).

Las diferentes investigaciones llevadas a cabo muestran cómo la identidad colectiva de los italianos en el extranjero se define a partir de las ethnic experiences (Alba, 1990), rituales cotidianos de carácter relacional que encierran las moléculas de la pertenencia y del reconocimiento, que participan en la renegociación (Bauman, 2003) de las identidades de los jóvenes italianos en el extranjero. Se podría hablar también de una italianidad festiva o de lifes enclaves, "nichos de estilos de vida" (Bellah, 1996:71–75), caracterizados por un sentimiento de italianidad fundado en la unificación de comportamientos y modalidades de expresión.

El aspecto interesante que se hace explícito es que estas nuevas identidades, sobre todo las que tienen que ver con los jóvenes epígonos, pueden colocarse en el interior de una mutación más amplia que caracteriza al presente global. Se está siempre delante de biografías funambulescas (Beck, 2000) que muestran qué tanto los individuos están sumergidos en un estado de emergencia permanente, caracterizado por una moral del vagabundo. Esta moral está frecuentemente conectada a la permanente búsqueda de espacios existenciales pero, sobre todo, valorativos en los que el sujeto "no sabe por cuánto tiempo permanecerá [...] Aquello que lo empuja a irse es la desilusión en su último lugar de estadía, así como la irreducible esperanza que el próximo lugar, todavía desconocido, o tal vez el siguiente, no tenga los defectos que lo hicieron desenamorarse de los precedentes" (Bauman, 1993:17).

Es así como la pertenencia a un grupo inmigrado específico no es hoy una característica dada de antemano; la pertenencia a un grupo llega a menudo a asumir connotaciones celebrativas –a veces folclóricas– no sólo para comunidades italianas en el extranjero, sino también para las sociedades que los acogen.

Todo esto tiene consecuencias positivas y negativas. Por un lado, la Italia de los padres y de los abuelos permanece latente, al menos en parte de la cotidianidad de los jóvenes connacionales en el extranjero; ellos se sienten depositarios de un patrimonio que, paradójicamente, se está perdiendo en Italia; un conjunto de tradiciones que si bien para los jóvenes que aún viven en Italia pertenecen a un pasado lejano, para los "descendientes" pueden representar no sólo un lazo, sino un eje importante en la definición y estructuración de la propia identidad, que muchas veces, en los horizontes biográficos de los jóvenes italianos en el extranjero, se convierte en un estereotipo: por una parte, la Italia de postal; por otra, la del mal gobierno. En contraposición, el aspecto positivo puede ser acogido en la coexistencia creativa de una "fe nacional" con una experiencia internacional y cosmopolita (Gabaccia, 2003:XXX–XXXI).

A menudo, el origen italiano se vuelve una cuestión de distinción social (Bourdieu, 1983; McCracken, 1988; Tomlinson, 2001) que opera en un doble nivel, el de la definición del propio yo y el de la definición de la italianidad en su conjunto. A lo largo del tiempo los grupos de emigrantes, en contextos geográficos determinados, han podido escapar a las dinámicas del prejuicio mediante la construcción de un proyecto cultural común, movilizando recursos en defensa de los intereses colectivos. Esto permitió cambiarle el significado al término italianidad que, de tener una connotación negativa, pasó a tener una connotación positiva. Como ejemplo se puede traer a colación los casos de Estados Unidos, así como los de algunos sectores de Brasil. La cultura italiana de los inmigrantes cuenta con distintos mecanismos de defensa, como el italian style, sinónimo de un italian know–how –el caso del made in Italy–. Vale la pena recordar que los objetos no sólo incorporan un significado sino que son portadores del mismo, ya que tienen valor no sólo gracias a su funcionalidad o a su valor de uso, sino también en cuanto a que son signos y símbolos de relaciones: "el objeto se consume no sólo en su materialidad sino en su diferenciación..." (Baudrillard, 1976:103). Los objetos cobran relevancia en los procesos de construcción de la identidad y de reconocimiento social de los jóvenes, funcionando como un sistema de signos a través de los cuales se presenta tanto el self como la sociedad (Leonini, 1988:6–8).

Lo que se observa en los resultados es que la italianidad de jóvenes en el extranjero es multiforme, y muchas veces recurre no sólo a la apropiación de objetos, sino también a una caracterización de raigambre cultural. Esto es particularmente evidente en algunas áreas geográficas de emigración de Sudamérica y Europa del norte, donde el sentimiento regional muchas veces prevalece respecto de un sentido más amplio de adscripción nacional. Para entender mejor el proceso, se puede imaginar lo que ocurre cuando entramos en contacto con alguien ajeno. Se busca anclar las ideas desconocidas, reduciéndolas a categorías e imágenes conocidas a través de su colocación en contextos familiares (Moscovici, 2000). El regionalismo de buena parte de los emigrantes italianos en el mundo saca a la luz las dinámicas de encuentro con el otro, las que todos hemos experimentado, por ejemplo en un viaje (Gianturco, 2003). Es una acción de resistencia, ejecutada por el individuo que, si bien puede servirle para orientarse en el nuevo mundo, también puede obstaculizar su apertura hacia la variedad y el cambio. Este comportamiento puede tener como consecuencia una cristalización de lo adquirido, una impermeabilización por parte del individuo a la "fecundidad herética" de cada cultura (Balducci, 1976).

Es importante señalar que los jóvenes italianos en el extranjero, sobre todo los epígonos, reclaman la reinvención de la propia tradición, rechazando los reduccionismos facilistas y los estereotipos. Los jóvenes emigrantes se oponen con decisión al conservadurismo de la memoria y a la búsqueda de autenticidad fomentada por sus padres, abuelos y parte de los descendientes que no reconocen la cultura como un espacio continuo de transformación sino como "una región abstracta de equidad y semejanza" (Benjamin, 1995:64). El dilema y el desafío al que se enfrentan los jóvenes italianos en el extranjero es el de mantener la memoria, sin quedar atrapados en una "nostalgia imaginada" (Appadurai, 2001:106) y paralizante. Para lo cual sería necesario pasar de una memoria fisiológica a una memoria como hecho de conciencia (Bergson, 1986:258–259, Ferrarotti, 1993), superando la protomemoria fundada en la repetición y el habitus (entendido como una experiencia incorporada), así como la memoria del llamado y del reconocimiento (evocación, voluntaria o no, de recuerdos autobiográficos y de saberes), hasta llegar a la metamemoria, es decir, a la representación que el sujeto hace de la propia memoria (Candau, 2002). Renunciar a la memoria individual y colectiva equivaldría a poner en peligro la propia identidad y el sentido de dirección del propio autodesarrollo (Ferrarotti, 1993).

La lectura transversal de los testimonios a la luz de algunas contribuciones teóricas relativas a la identidad en una "sociedad planetaria", permite afirmar que hay una progresiva divulgación, entre los jóvenes italianos en el extranjero, de la "biografía hecha por sí mismos" (Beck, 2000; Hitzler, 1988) o la "biografía de la escogencia" (Ley, 1984:239–260) caracterizada por un cotidiano mosaico capaz de conjugar, en el plano identitario, roles, modelos y comportamientos propios de la sociedad en la que se inscriben estos jóvenes. Esto, evidentemente, debería hacer reflexionar a los estudiosos del movimiento migratorio sobre los cambios de la identidad y avanzar hacia una conceptualización que incorpore la hibridación.

 

Por actualizar el concepto de diáspora

La heterogeneidad que caracteriza a los discursos de los jóvenes italianos en el extranjero señala una fragmentación de la italianidad, que puede expresarse en el concepto de diáspora. Este concepto, objeto de debate, se usa actualmente para designar las diferentes comunidades de migrantes presentes en varios países, conectados por redes internacionales que les permite conservar el sentimiento de pertenencia a un grupo cultural homogéneo y desarrollar prácticas económicas y culturales que traspasan los límites de las naciones (Zanfrini, 2004:65). Si bien la globalización y los diferentes movimientos migratorios pueden inducir a creer que se está frente a un proceso de debilitamiento del concepto de diáspora, éste se sitúa como un modo nuevo y problemático de pensar las redes de migración internacionales.

¿De qué modo los discursos sobre diáspora representan las experiencias de moverse de un lugar a otro, de levantar una casa lejana de la casa? ¿Cuáles experiencias son rechazadas, reubicadas o marginadas por los migrantes? ¿De qué modo estos discursos están enraizados en historias específicas en permanente conflicto? (Clifford, 1999:299). Desde hace tiempo la creencia de que las minorías y los emigrantes demuestran una fidelidad exclusiva al Estadonación de origen se ha puesto en tela de juicio (Hobsbawm, 1991; Badie, 1996). Estudiosos del nacionalismo, de las migraciones internacionales y de las relaciones étnicas necesitan nuevos mapas conceptuales y nuevas investigaciones para comprender el desarrollo de identidades definibles como transnacionales y complejas. La perspectiva transnacional define al migrante como pionero de una nueva realidad en donde "las identidades se desterritorializan crecientemente o por lo menos se recomponen" (Gupta y Ferguson, 1992:9). En los casos de estudio de esta investigación se hace evidente cómo la transnacionalidad es una herramienta útil en el análisis de las dinámicas establecidas por los jóvenes epígonos; ellos son quienes mejor encarnan el nomadismo que caracteriza la movilidad entre países. Es importante recordar que esta categoría no es aplicable exclusivamente a los individuos, sino a las comunidades en las que se crean culturas transnacionales, espacios sociales creados por migrantes gracias a la persistencia de múltiples relaciones entre la sociedad de origen y la de llegada. Esto produce redes sociales que superan los límites territoriales y culturales.

La vieja acepción de "diáspora" podría actualizarse para servir como un instrumento de análisis. El concepto debería ampliarse para cubrir la movilidad humana relacionada con el comercio, con el trabajo y con el ámbito cultural. El resultado sería tener una lente capaz de hacer evidentes los matices de las relaciones entre la patria de los migrantes y los nuevos lugares de trabajo y establecimiento.

Las reflexiones sobre la diáspora ponen en evidencia la participación en una red transnacional que se desarrolla haciendo de la patria no un peso en los hombros, sino un lugar de pertenencia que llama a una modernidad de contrapunto. Actualmente tiene que ver con dinámicas migratorias en las que los sujetos poseen una visión del mundo que echa raíces no sólo en su patria sino en el país de acogida.11 De hecho, "observar las emigraciones italianas como una diáspora potencial trae a luz lo que hoy se llama transnacionalismo [...] un modo de vivir que relaciona familia, trabajo, y conciencia de pertenecer a más de un territorio nacional" (Gabaccia, 2003:XXVIII). Estas categorías tienen la ventaja de ofrecer, al menos potencialmente, una doble perspectiva: los ojos de los que están fuera y los de quienes permanecen en el país de origen. La mirada de los que están fuera de alguna forma proyecta una imagen de italianidad que sirve de espejo a los italianos de "dentro", criticando la conciencia de su propia condición y empujando a la revaloración y remodelación de la tradición. Es decir, los emigrantes producen una imagen crítica de la italianidad ante la que no pueden permanecer indiferentes los italianos que están "dentro", porque están implicados en relaciones sociales estrechas, ya sean familiares o comunitarias. Se hace evidente la necesidad de pensar en lo que Beck (2003) define como "cultura translocal", tratando de comprender lo global desde lo local. Una cultura definible en términos de un software humano universal.

Es cierto que aún prevalece una fuerte instrumentalidad en el uso de las dinámicas transnacionales; éstas son vividas sobre todo por los epígonos como una chance de una mayor movilidad social: una movilidad horizontal que se puede transformar en vertical de tipo ascendente. En Estados Unidos, Bélgica y Gran Bretaña los jóvenes italianos están motivados por el valor agregado que supone estar fuera del país –supuesto o efectivo–. Irse implica cierto grado de arrojo y exposición al riesgo. La nueva emigración muestra una tendencia individual al riesgo (La Cecla, 2000) parecida a aquella de los "padres" de principios de siglo XX. Es importante subrayar que si bien hay claridad y satisfacción en el hecho de emigrar, no se puede afirmar lo mismo sobre el éxito en la permanencia. Los contextos de arribo del emigrante no siempre se muestran hospitalarios. La posibilidad imaginada se enfrenta con obstáculos, imprevistos y/o con la dificultad de convivir con culturas y costumbres que se considera muy distantes de las propias. Hoy el riesgo se da en el "dinamismo que mueve una sociedad ligada al intercambio, [y] que trata de determinar su propio futuro" (Giddens, 1994:38). El culto de los orígenes, en la mayoría de los casos, se pone en segundo plano, y el futuro, sobre todo el económico y el laboral, se vuelve prioritario. La instrumentalidad aparece también en algunos grupos de jóvenes descendientes que hacen de la consecución de la ciudadanía una herramienta que les permite obtener una nueva dignidad en la medida en que se alcanza no sólo una transnacionalidad nominal, sino real, que les permita obtener un buen trabajo (en particular para los casos de Uruguay, Túnez y Sudáfrica). Trabajo y ciudadanía son dimensiones teóricas, pero su relevancia reside en lo concreto de la vida cotidiana de los jóvenes italianos en el extranjero. Entre estos dos fenómenos hay una interconexión: en los universos estudiados se pudo observar que la relación entre trabajo y ciudadanía muchas veces termina siendo de subordinación: se busca trabajo para obtener la ciudadanía y viceversa. Se ve, entonces, cómo la condición de los jóvenes italianos en el extranjero es, al menos en lo que se refiere a algunos ámbitos importantes, especular frente a la de los jóvenes que permanecen en Italia. Esto induce a una reflexión sobre cómo puede no comprenderse del todo, en el análisis de las dinámicas de los jóvenes inmigrados, el significado de las interconexiones entre global y local, local y nacional y entre nacional e internacional, a menos que dejen de ser considerados como los "primos lejanos", para verlos como un ojo partícipe y crítico de lo que pasa en Italia. La emigración italiana, en su acepción más amplia, se vuelve un recurso para conocer y eventualmente modificar aspectos en Italia, donde cada vez prevalecen menos los intereses de una comunidad homogénea y cada vez más se hacen evidentes los límites de una sociedad en la cual hombres y mujeres jóvenes viven sin redes, con relaciones que cada día viven el riesgo de la ruptura o lo efímero. Estas notas son una primera reflexión sobre los resultados de la investigación que ameritan una mayor profundidad a la luz de los conceptos planteados. Se debe tener presente, sin embargo, que la intención es ofrecer sugerencias sobre posibles categorías interpretativas que sirvan como un mapa conceptual en el análisis de un fenómeno que crece en complejidad, como es la migración internacional. El cambio se puede observar tanto en el plano macrosocial como microsocial: biografías in fieri de jóvenes en un mundo que modifica constantemente sus perspectivas.

 

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Notas

1 Ambos términos hacen referencia a dos perfiles biográficos distintos de los jóvenes en el extranjero; por una parte, los descendientes son italianos de segunda y tercera generaciones que heredan un bagaje cultural y material de sus antepasados (padres, abuelos, etcétera), y por otra, los epígonos son quienes hoy por hoy deciden emigrar, no siempre siguen las huellas de los primeros inmigrantes expresando nuevas aspiraciones personales y proyectos de vida inéditos.

2 La presente investigación ("Indagine sui giovani italiani all'estero") se realizó gracias al financiamiento del Ministerio de los italianos en el extranjero (Direzione degli Italiani all'Estero) y del Consejo general de los italianos en el extranjero (Consiglio Generale degli Italiano all'Estero, CGIE). Toda la indagación se desarrolló entre 2002–2004; los investigadores que la llevaron a cabo pertenecían a los siguientes institutos: IREF (Alemania, Bélgica, Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, Venezuela y Australia), SIARES (Francia, Túnez, Marruecos, Sudáfrica, Canadá y Uruguay) y CESPI (Argentina y Brasil).

3 Por ejemplo, se realizaron más entrevistas con los neoinmigrantes en los países protagonistas de nuevos flujos migratorios de italianos (Estados Unidos, Túnez y Marruecos), mientras se privilegió un examen riguroso de las segundas y terceras generaciones, en donde se notó una reducción del flujo de la emigración italiana (Venezuela y Uruguay).

4 A modo de ejemplo se puede citar la vulnerabilidad económica de los ítalouruguayos que contrasta con el nivel económico alcanzado por los ítalovenezolanos, y los ítaloargentinos (antes de la crisis económica de dicho país).

5 Es importante aclarar que los espacios urbanos ofrecían una perspectiva visual particularmente interesante para analizar las biografías de los jóvenes con ascendentes italianos. De hecho, en el tejido social urbano se producen y exacerban dinámicas complejas, sobre todo a causa de la proximidad de muchos grupos heterogéneos (Gianturco y Caltabiano, 2005:31).

6 En la investigación hubo un consenso general sobre el hecho de que 20 entrevistas ofrecen una base empírica suficiente para realizar un estudio cualitativo, en especial si el grupo de entrevistados respeta la heterogeneidad (Gianturco y Caltabiano, 2005:36).

7 "Cada investigación en el campo, sobre todo si es de corte cualitativo, llega tarde o temprano a una fase de saturación del conocimiento en la cual los nuevos entrevistados no dan ninguna novedad a la información ya recopilada. Es difícil establecer de antemano cuándo se llega a este momento de saturación, de todas maneras, tarde o temprano, el círculo se cierra. Las señales captadas en el hábitat social se hacen repetitivas, llega así el momento de concluir el trabajo en el campo. Sólo entonces la amplitud del panel se fija de una vez por todas" (Gianturco y Caltabiano, 2005:33).

8 Esta producción literaria es criticada sobre todo por mitificar historias dinámicas complejas. El intento de normalización y naturalización ha tenido como efecto reforzar los estereotipos en vez de ayudar a resquebrajarlos.

9 Es un proceso que dura una biografía entera y que influye en todos los aspectos de la existencia de un migrante y la vida de aquellos que se quedan; influyendo también a las comunidades de los países de origen y a los países de acogida (Castles, 2000:15–16).

10 Se habla de identidad personal, cultural, social, colectiva, étnica, religiosa, con el fin de hacer evidentes la variedad de los campos de análisis concernientes al problema identitario. En lo que respecta a las migraciones se privilegia la dimensión cultural: los valores, las expectativas y los comportamientos.

11 Esta pluralidad de visiones genera una "conciencia de dimensiones simultáneas", conciencia que es definida mediante el concepto musical de contrapunto (Clifford, 1999:314; Said, 1990:48–50).

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