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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.5 no.1 Tijuana ene./jun. 2009

 

Artículos

 

Transnacionalización de la subsistencia familiar: El caso de los refugiados colombianos en Quebec

 

Stéphanie Arsenault*

 

* Universidad Laval, Canadá.

 

Fecha de recepción: 27 de marzo de 2008
Fecha de aceptación: 26 de agosto de 2008

 

Resumen

La familia es el grupo a través del cual se gestiona la mayor parte de los movimientos de dinero entre la provincia de Quebec y Colombia, y por lo común son destinados a la subsistencia familiar cotidiana. Los flujos de dinero entre ambos territorios se producen en el seno de la mayoría de las familias, tienen una frecuencia muy variada y los montos involucrados son modestos. Los testimonios recogidos entre las personas que mandan dinero a sus familiares en Colombia revelan que, para la mayoría de ellas, la frecuencia y los montos que envían se reducen una vez que se han asentado en la provincia de Quebec, en comparación con la situación previa al exilio. Para muchos de ellos, el papel de proveedor económico que desempeñaban dentro de su familia se ha reducido de manera considerable; y para otros inclusive desaparece. De manera general, se puede afirmar que no se producen cambios importantes en lo que se refiere a las intenciones de las personas en colaborar económicamente con sus familiares al salir en exilio. Los cambios se producen en las posibilidades concretas de hacerlo, las cuales disminuyen o desaparecen.

Palabras clave: Refugiados, remesas, transnacionalismo, Quebec, Colombia.

 

Abstract

The movement of money between the province of Quebec and Colombia is managed primarily by relatives, usually for the purpose of daily family subsistence. The monetary flows between these places occur within heart of the families, their frequency is highly variable, and the amounts involved are modest. Statements gathered from people who send money to relatives in Colombia reveal that for most, the frequency and the amount sent diminish once the person has settled in Quebec when compared to the situation prior to exile. For many, their role as the family's economic provider has declined considerably, and for some, it has entirely ceased. Generally, we can assert that people do not make major changes in their intention to help their families economically once they have left Colombia. Instead, the changes arise from their specific ability to do so, which declines or disappears altogether.

Keywords: Refugees, remittances, transnationalism, Quebec, Colombia.

 

Presentación

En el contexto de una investigación doctoral1 concluida en 2006, y con el fin de profundizar la cuestión de las relaciones transnacionales entre refugiados establecidos en la provincia de Quebec, Canadá, y su país de origen, me he interesado en el grupo de los refugiados originarios de Colombia. Más específicamente, estudio de cerca las dimensiones familiar y económica de las prácticas transnacionales así como los signos y las prácticas visibles relacionadas con la constitución de una comunidad transnacional en el seno de esta población.

El presente artículo da cuenta de una de esas dimensiones estudiadas, es decir, la constitución de prácticas transnacionales en la dimensión económica de la vida de los expatriados colombianos establecidos en Quebec.

 

Las prácticas y migraciones transnacionales

La migración transnacional es un proceso mediante el cual los migrantes forjan y sostienen, simultáneamente, relaciones sociales multívocas que enlazan a la sociedad de origen con la sociedad de acogida (Glick, Basch y Szanton, 1999). De esta manera, es posible formular una definición general del fenómeno. En el contexto del presente artículo, me interesa, en específico, la dimensión económica de la vida de las personas involucradas en prácticas transnacionales; aunque varias investigaciones ameritan mi atención, ya que abordan de manera más detenida la dimensión económica en los espacios transnacionales.

Diversos estudios han demostrado el impacto del envío de remesas en un país. Ese impacto puede ser enorme. Los envíos de dinero por parte de la población salvadoreña residente en Estados Unidos a sus familiares en El Salvador, y sus inversiones en propiedades a lo largo de la década de 1980, fueron equivalentes a los beneficios de las exportaciones del país –más de 600 millones de dólares anuales (Landolt, Autler y Baires, 1999)–. Los envíos de remesas a Marruecos por parte de marroquíes que viven en Bélgica "alcanzaron una tal importancia en las estructuras económicas del país que la estabilidad económica y política de Marruecos depende de ellos" (Bousetta y Martiniello, 2003:101).2 Ésos son sólo dos ejemplos de los muchos que podría mencionar.

Según Landolt, Autler y Baires (1999), autopercibirse como migrantes temporales, combinado con la situación de violencia que prevalecía en el país y un sentimiento profundo de obligación social ante el lugar de origen, explican la fuerte tendencia de los salvadoreños a establecer lazos económicos transnacionales. Otro factor determinante es la hostilidad política de Estados Unidos hacia los migrantes salvadoreños. El fantasma constante de la deportación actuaría en este grupo como motivación hacia la inversión en El Salvador.

Como ya lo mencioné, en la población marroquí, a pesar de que las ganancias en el extranjero son modestas, la importancia de los envíos de dinero alcanzó tal magnitud que numerosas familias en Marruecos dependen directamente de esos envíos para sobrevivir. Para Blion y Witeska (1998), la importancia y la regularidad del envío de remesas dependen de las condiciones de vida en el país de acogida, del grado de mimetismo del modo de consumo dominante en la sociedad receptora, de la edad, de la situación familiar, de la duración de la estadía y de la existencia o no de un proyecto de retorno a Marruecos.

En los últimos años la población emigrada marroquí ha dado origen a un gran número de asociaciones de desarrollo y de solidaridad internacional. Además de contribuir a la mejora de la calidad de vida en algunas comunidades marroquíes, los proyectos en los cuales contribuyen los migrantes en la tierra de origen constituyen, en gran medida, una presencia simbólica que sustituye a la presencia física esporádica del migrante en el territorio de origen (Lacroix, 2003).

En Marruecos, sin embargo, la aceptación de los proyectos de desarrollo es, en muchos casos, moderada o controvertida por parte de las clases políticas. El fenómeno, por un lado, es algo a lo que las comunidades difícilmente se pueden rehusar; y por otro, estas inversiones de los expatriados son, en alguna medida, una pérdida de poder en cuanto a la dirección que debe tomar el desarrollo de las regiones involucradas. Además, los representantes políticos miran estas asociaciones para el desarrollo con un poco de reserva, porque ven en ellas una fuente importante de donde puede surgir una oposición política (Lacroix, 2003).

Para Naïr (1998), los inmigrantes legalmente instalados en Francia pueden desempeñar un papel determinante en el desarrollo de sus países de origen, inscribiéndose en una política de codesarrollo. Esta política de codesarrollo ligada a los flujos migratorios no tiene por objetivo el regreso de los migrantes que no lo deseen a su tierra de origen, pero sí valorar el regreso de los que se formaron en Francia y que desean regresar a trabajar por el bienestar de sus compatriotas. Además, la presencia en Francia de inmigrantes legalmente establecidos sería percibida como una condición necesaria para una ayuda adecuada al país de origen. También, según Naïr, ninguna ayuda de los poderes públicos, ni de los bancos, ni aun de cualquier tipo de asociaciones, podría sustituir la ayuda de los inmigrantes mismos (Naïr, 1998:49). Por último, esa visión del codesarrollo intenta favorecer las condiciones sociales para que los eventuales migrantes opten por permanecer en su país.

Portes (1999), por su parte, se centró en el estudio de las empresas transnacionales que podrían representar, para los inmigrantes de origen modesto, una oportunidad para escapar del callejón sin salida que representa el trabajo doméstico y encontrar un espacio en la clase media. Sin embargo, según Landolt, Autler y Baires (1999), otro factor explica la importancia de las actividades transnacionales en la población migrante salvadoreña: las personas que se han construido un capital en Estados Unidos siguen siendo personas sin importancia en este país mientras que en su comunidad de origen se vuelven personas de mucho peso e influencia, lo cual ofrece un poder atractivo a los expatriados.

En otro estudio, Portes y sus colegas (2002) definieron a los empresarios transnacionales como propietarios de empresas que viajan al extranjero al menos dos veces al año para sus negocios y para quienes el éxito de sus empresas depende en gran parte de contactos regulares con otro país o con el país de origen, es decir, Colombia, El Salvador y República Dominicana, en el contexto de esta investigación.

En definitiva, y según esta definición, los empresarios transnacionales representan una minoría de la muestra estudiada, apenas seis por ciento. Este dato presenta un gran contraste con las descripciones etnográficas que dejan entender que las empresas transnacionales se han vuelto la forma de adaptación económica privilegiada en la población inmigrante contemporánea (Portes, 2003). Según este estudio, las empresas transnacionales representan hoy un modo de adaptación económica excepcional asociado con las personas más adineradas y de más antigüedad en el país de recepción. Sin embargo, la tendencia a que sean los más escolarizados y con más y mejores relaciones quienes desarrollan más empresas transnacionales se encuentra desmentido por completo en el grupo colombiano. En este grupo, las personas mejor establecidas tienen menor tendencia a involucrarse en empresas transnacionales. Este contraste entre la muestra colombiana y las muestras salvadoreña y dominicana apoya la hipótesis según la cual no son siempre los más escolarizados y los mejor establecidos quienes optan por desarrollar empresas transnacionales.

Además, Al–Ali, Black y Koser (2001) afirman que, a pesar de que los migrantes económicos son por lo general mucho más flexibles y móviles que los refugiados, el contexto social de apoyo creado por migrantes anteriores puede servir, en algunos casos, de apoyo determinante para que los refugiados establezcan lazos con el país de origen.

La durabilidad de las prácticas económicas transnacionales ha sido objeto de pocos estudios. No obstante, los otavaleños estudiados por Kyle (Portes, 1999) son un ejemplo contemporáneo que demuestra la posibilidad de una transmisión intergeneracional de empresas transnacionales. Portes y sus colegas (1999) consideran cuatro formas de evolución posibles en las familias de empresarios transnacionales: 1) los empresarios transnacionales exitosos regresan eventualmente al país de origen con los hijos; 2) los empresarios transnacionales dejan estas actividades para asimilarse plenamente a la sociedad de acogida; 3) los empresarios transnacionales se quedan definitivamente en el campo transnacional, en tanto que los hijos se asimilan a la sociedad de recepción, y 4) los parientes traspasan a su descendencia las habilidades y proyectos transnacionales, perpetuando así el campo transnacional.

 

Los colombianos y el transnacionalismo

Son relativamente pocas las investigaciones con una perspectiva transnacional las que se han realizado hasta la fecha con grupos de colombianos en el extranjero. Sin embargo, las que existen –la mayoría realizada en Estados Unidos– son de mucho interés. Según Guarnizo, Sánchez y Roach (1999), la sociedad colombiana, desde principios de la década de 1990, se ha convertido en una de las sociedades más transnacionales que hay. "[L]a masiva emigración de colombianos, particularmente durante los últimos 15 años, ha transformado a Colombia en una formación social transnacional. Esto significa que, tanto la sociedad civil como el ejercicio del poder a través del Estado, trasciende las fronteras de la nación" (Guarnizo, 2003:25).

Esta realidad se materializa en la posibilidad de obtener una doble ciudadanía, derecho incluido en la constitución del país desde 1991, en el derecho a voto en las elecciones al senado y en el derecho a un representante en la cámara de representantes en el congreso para los residentes en el extranjero y en programas de integración al proyecto nacional como es "Colombia Nos Une" del Ministerio de Relaciones Exteriores. En esta línea, en Estados Unidos el consulado colombiano trabaja sobre la promoción para adquirir la doble ciudadanía con sus expatriados. Por estos medios, el gobierno colombiano busca la persistencia de un sostenimiento económico y político por parte de ellos (Portes, 1999). ¡Y con razón! "[S]egún datos oficiales del Banco de la República, en el 2002 estos envíos [de dinero] constituían la segunda fuente de divisas del país, superando en más de tres veces los ingresos por el café y casi dos veces y media los del carbón. Para finales del primer semestre del 2003, se convirtieron en la primera fuente de divisas, superando los ingresos del petróleo" (Guarnizo, 2003:25). El monto total de dinero enviado en remesas anualmente alcanza hoy miles de millones de dólares estadounidenses.

Sin embargo, a pesar de estas condiciones favorables para mantener y concretar lazos significativos con Colombia, los migrantes de ese país en Estados Unidos han mostrado prácticas transnacionales muy limitadas, mucho más limitadas que la mayor parte de los demás grupos investigados. Por un lado, las conexiones económicas transnacionales tienden a limitarse al envío de remesas y a la inversión en pequeñas empresas y en el comercio informal (Guarnizo, Sánchez y Roach, 1999). Además de estar menos involucrados que los salvadoreños y que los dominicanos en prácticas económicas transnacionales, lo están también menos en las prácticas políticas y socioculturales (Portes, 2003).

Según el estudio de Escobar (2005), lo que se pone en evidencia es que a pesar de las pocas actividades transnacionales observadas entre los colombianos en Estados Unidos, la legalización de la doble ciudadanía en 1991 sí parece haber tenido un impacto importante en favor de la naturalización de sus ciudadanos colombianos en el extranjero. La cantidad de colombianos buscando reivindicar la ciudadanía estadounidense aumentó de manera importante después de esta fecha, una decisión de naturalizarse fundamentada, muchas veces, en el deseo de traer a miembros de la familia desde Colombia, otras veces en el deseo de pasar más tiempo allá. Estas observaciones llevan a plantear que la adopción de la ciudadanía estadounidense no descansa en un desapego ante el país de origen, sino todo lo contrario.

Otro estudio realizado entre Estados Unidos y el Área Metropolitana Centro Occidente de Colombia (AMCO) revela que los miembros de las familias que dejan el país en busca de un trabajo para sostener económicamente a sus familias son, en general, los hijos y los nietos del jefe del hogar. Además, la propensión a regresar a vivir a Colombia es dominante en las personas jefes de hogar en comparación con los solteros (Aysa Lastra, 2005).

La reunificación de los núcleos familiares en el país de inmigración después de meses o años de envío de remesas en el hogar no parece sencilla. Según Guarnizo (2003), acostumbrados, gracias a las remesas, a un nivel de vida superior al de sus barrios o pueblos, muchos hijos de emigrados en el exterior sienten vergüenza de encontrarse en una sociedad en la cual ellos y sus padres ocupan posiciones inferiores, mal pagadas y, además, en la que son objeto de discriminación y exclusión. Esa realidad complica la dinámica familiar recompuesta en el sitio de inmigración.

En la población de origen colombiano en Estados Unidos se observa algunos campos de acción transnacional, pero no la creación de una comunidad transnacional en sí. Irónicamente, dicen Guarnizo y Díaz (1999), los únicos colombianos que parecen gozar de una cohesión social extensa son los relacionados con el tráfico de drogas.

La confianza que se puede crear entre los individuos de un grupo para construir un capital social es determinante. En el caso colombiano observado por Soto (2005) en España, la confianza se encuentra debilitada por tres razones principales. Por una parte, se ha generado un clima de desconfianza entre los colombianos en razón del estigma y de la mala fama que cubre el conjunto del grupo después de darse casos de inmigrantes con un historial delictivo que desprestigia al grupo entero. En segundo, la situación de irregularidad en la que vive gran parte de los migrantes colombianos en España los mantiene en un estado de psicosis por el temor de ser deportados, lo que los aleja de la posibilidad de agremiarse o involucrarse en actividades comunitarias o sociales visibles. Por último, la cantidad cada día creciente de colombianos que entran al mercado laboral, legal o ilegal, crea un ambiente de competencia entre los mismos compatriotas y fomenta sentimientos de egoísmo e individualismo. Todos esos motivos parecen frenar la capacidad comunitaria de organización.

Entre los grupos de salvadoreños, dominicanos y colombianos estudiados por Guarnizo, Portes y Haller (2003), los colombianos son los que menos se involucran en el plano político en su país de origen. Según ellos, eso confirma la importancia de considerar el país de origen como factor de influencia y el contexto de salida de cada grupo. El caso colombiano deja pensar que sus expatriados no quieren más involucrarse en la situación caótica de inestabilidad, corrupción y violencia de la cual han deseado salir.

Los colombianos instalados en Estados Unidos son de más reciente llegada que la mayor parte de los grupos estudiados anteriormente, lo cual podría incidir en su capacidad y tendencia a formar lazos transnacionales. Se puede decir que la mayor parte son originarios de zonas urbanas y que traen un bagaje académico por lo general muy elevado. Sin embargo, la identidad colombiana sigue dividida por particularismos regionales importantes, así como de clases, de etnicidad o también ligados a las circunstancias de salida del país. Así mismo, como lo afirma Guarnizo, "se puede decir, sin temor a exagerar, que dado su volumen y diversidad sociodemográfica y regional, la población colombiana residente en el exterior es un fiel reflejo del país territorial, en tanto su complejidad social, política y militar actual" (2003:33).

Esa reproducción de la conflictividad colombiana aparece con mayor importancia en determinadas ciudades que en otras, generalmente en las ciudades de más antigüedad en cuanto a instalación de colombianos. Así, a pesar del número cada día creciente de colombianos que se instalan en grandes ciudades de Estados Unidos o de Europa, la tendencia predominante es la dispersión espacial y la fragmentación social. "La desconfianza enraizada en el estigma de la droga o el temor a vincularse desapercibidamente con personas conectadas con los actores armados del conflicto, o de delincuentes, se unen al consabido clasismo y regionalismo colombiano, y hacen que sea prácticamente imposible encontrar organizaciones colombianas incluyentes y representativas" (Guarnizo, 2003:34).

 

Los colombianos en Canadá

El interés de estudiar las prácticas o los espacios transnacionales de los expatriados colombianos en Canadá es grande. El primer motivo es el número importante de colombianos que dejan cada año su patria. Hoy en día, casi 10 por ciento de los colombianos nacidos en el país vive en el exterior (Sarmiento Anzola, 2001). Como ya lo mencioné, los últimos gobiernos colombianos han creado una serie de medidas y programas teniendo como objetivo mantener la lealtad y los lazos entre los expatriados y el país de origen. Un tal interés es comprensible al notar que las remesas hacia Colombia se han vuelto, en 2003, la primera fuente de divisas, sobrepasando los ingresos generados por el petróleo (Guarnizo, 2003).

Por otra parte, Canadá ha incrementado sus objetivos en materia de acogida de inmigrantes. En 2005, un número récord de nuevos inmigrantes fueron acogidos por el país, es decir, 262 236, de los cuales 13 por ciento fue de personas acogidas como refugiadas (Citoyenneté et immigration Canada, 2007). A diferencia de los migrantes acogidos bajo criterios laborales o económicos, los refugiados son elegidos por haber demostrado ser víctimas directas de una forma de persecución reconocida por la Convención de Ginebra sobre el estatuto de refugiado. Siempre en 2005, 6 031 inmigrantes colombianos se instalaron en Canadá de manera permanente, dando así a Colombia el noveno lugar en cuanto a los países de donde proviene el mayor número de inmigrantes. De esta manera, desde el final de la década de 1990, los emigrantes colombianos que deciden instalarse en Canadá son cada vez más numerosos. En nueve años –entre 1997 y 2006– este número pasó de 571 a 5 813. La tabla 1 muestra el número de emigrantes colombianos instalados en la provincia de Quebec durante el período mencionado.

Además del aumento constante del número de refugiados colombianos en Canadá, otro aspecto justifica el estudio de las relaciones establecidas por los refugiados colombianos con su país de origen. Se trata precisamente del carácter particular que constituye el estado de refugiado. Las personas que llegan con ese estatuto han sido, de algún modo, expulsadas de su país por no poder asegurar más allí la integridad de sus vidas. Es pertinente entonces preguntarse, por una parte, ¿en qué medida y de qué manera estas personas querrán mantener lazos transnacionales con el país que no les pudo asegurar su integridad física?

Entre los colombianos que han obtenido el derecho de establecerse en Canadá, la gran mayoría (4 519 entre 6 031 en 2005) ha sido admitida como persona refugiada o persona a proteger; los demás ingresan como inmigrantes económicos (seleccionados por sus capacidades económicas o por sus competencias profesionales) o bajo la categoría de reagrupación familiar, es decir, apadrinadas económicamente por un pariente establecido en Canadá de forma permanente. Entre las personas acogidas como refugiadas, un cierto número es seleccionado en Bogotá, por medio del programa de las personas de país fuente, el cual permite al gobierno de Canadá otorgar a individuos en peligro en su país el estatuto de refugiado con la protección de Canadá y el derecho de establecerse de manera permanente en él.

En la actualidad, los ciudadanos de seis países –República Democrática del Congo, Sudán, Sierra Leona, El Salvador, Guatemala y Colombia– tienen acceso a este programa de selección de refugiados. Colombia forma parte de esta corta lista desde 1998. Los exiliados colombianos que no utilizan este programa viajan a Canadá para solicitar allí el estatuto de refugiado.

El número colombianos peticionarios de asilo en Canadá no dejó de crecer desde 1990 hasta 2004, año de la puesta en vigor del acuerdo sobre los safe third country. Los solicitantes de asilo representan en Canadá las personas que llegan a sus fronteras sin permiso para establecerse en el país de forma permanente y que solicitan allí, o una vez en el país, la protección de Canadá invocando motivos de persecución en su país de origen. Este acuerdo entre Canadá y Estados Unidos prohíbe a los migrantes, habiendo puesto pie en su país seguro, solicitar el refugio en otro. De esta manera, los colombianos habiendo viajado por Estados Unidos no pueden continuar a Canadá para solicitar allí el refugio.

En la tabla 3 se muestra la importancia numérica de los refugiados e inmigrantes colombianos establecidos en las cuatro ciudades participantes en el estudio. Desde principios de 2000, los inmigrantes colombianos ocupan el primer lugar en las ciudades de Sherbrooke y Trois–Rivieres, mientras que ocupan el segundo lugar en la ciudad de Quebec, donde sólo los franceses son más numerosos. En cuanto a la ciudad de Montreal, donde la población inmigrante es mucho más numerosa y diversificada, los colombianos no aparecen en la lista de los principales inmigrantes.

 

Metodología de investigación

Entre diciembre de 2002 y diciembre de 2005, 42 personas refugiadas (23 hombres y 19 mujeres) fueron encontradas en las ciudades de Montreal (22), Quebec (12), Sherbrooke (5) y Trois–Rivieres (3). La mayoría de ellas (31) llegó con el estatuto de refugiado obtenido en Bogotá, en tanto que el resto (11) ingresó a Canadá a solicitar el refugio. Provenían de 13 departamentos de Colombia y todos tenían cuando menos cinco años de residir en Canadá.

Estas personas fueron identificadas y ubicadas a partir de 10 contactos iniciales establecidos por medio de organismos o eventos relacionados con la población colombiana en la provincia de Quebec. El método de la "bola de nieve" permitió completar la muestra. Tres individuos no colombianos fueron entrevistados por sus conocimientos y experiencias con la población originaria de Colombia.

Además, en el invierno de 2003, 23 personas más fueron entrevistadas en Colombia. Entre ellas, 19 pertenecían a seis familias de refugiados encontrados en Quebec. Las cuatro personas restantes eran representantes de organismos que trabajan en el tema de los derechos humanos en Colombia y con la población desplazada o perseguida. Estas personas fueron encontradas en las ciudades de Bogotá, Medellín y Cartagena.

Entre las personas encontradas en la provincia de Quebec, 27 (18 hombres y nueve mujeres) contaban con un diploma universitario (o estudios universitarios casi concluidos) en campos como derecho, administración de empresas, odontología, periodismo, medicina, ingeniería, filosofía, sociología, arquitectura y pedagogía. Por otra parte, 27 de los refugiados encontrados en Quebec tenían una pareja (15 hombres y 12 mujeres), 15 eran solteros y sólo ocho personas no tenían hijos (cuatro hombres y cuatro mujeres).

Los testimonios fueron recogidos en español mediante entrevistas semiestructuradas. Tuvieron una duración de 45 minutos a tres horas, y se realizaron en un lugar determinado por el participante, por lo general en su casa. Todas fueron grabadas, transcritas íntegramente y bajo anonimato.

 

Transnacionalización de la subsistencia familiar

En la siguiente sección se aborda la subsistencia familiar desde varios ángulos. Se aborda, por una parte, la cuestión de la salida en exilio de algunos miembros de las familias estudiadas y de los cambios significativos en la calidad de la vivencia económica de los individuos y de las familias, para bien o para mal, en ambos lados del continente. Por otra parte, se presentan las dinámicas transnacionales relacionadas con la vivencia económica de dichos conjuntos familiares.

 

Dinámica económica entre Quebec y Colombia

El análisis realizado demuestra que todas las dinámicas posibles se realizan en el conjunto de las familias estudiadas. Ciertas familias experimentan en Quebec un deterioro en su calidad y nivel económico de vida en comparación con los que tenían en Colombia, en tanto que otras mejoran en esos aspectos. Entre los miembros de las familias que se han quedado en Colombia, también se observa individuos o grupos que conocen ambas realidades, es decir, una pérdida en la calidad de vida o una mejora en la capacidad económica.

De entrada, las experiencias y las formas de ver estas experiencias varían mucho de una familia a otra, así como en el seno de una misma familia en algunos casos. Los efectos de una misma transformación de las fuentes de financiamiento para la subsistencia familiar puede ser percibida de manera diferente, incluso opuesta, por diferentes miembros de un mismo grupo familiar. Así, en el caso de una de las familias, mientras la madre se siente afectada de manera negativa por la pérdida del poder adquisitivo de algunos hijos en el exilio, la hermana percibe una mejora económica en la familia con la reducción del número de personas a sustentar.

A la par de lo anterior, se observa las formas que toman las dinámicas y movimientos económicos en el seno de las familias entre Quebec y Colombia. Se puede decir que los testimonios estudiados revelan una amplia variedad de experiencias en cuanto a los flujos de dinero y de ayudas económicas entre la provincia de Quebec y Colombia.

Entre todas estas experiencias algunos refugiados mandan ayuda económica o material a Colombia, entre ellos, algunos envían de manera fija y frecuente, ya sea para apoyar a miembros de la familia o para cubrir deudas en el país; mientras que otros lo hacen ocasionalmente para cubrir necesidades específicas o resolver situaciones de crisis. También hay quienes no hacen ningún envío, porque no cuentan con los recursos, no quieren o no necesitan hacerlo. Y están también quienes, por el contrario, reciben ayuda económica o materiales desde Colombia o de parte de familiares radicados en otras partes del mundo. Por último, se encuentran los que no reciben ayuda económica desde Colombia pero que la podrían tener. A esa lista se suma de manera cruzada la información para saber si la persona radicada en Quebec asumía o no, en el período anterior al exilio, un papel económico o no en el seno de su familia radicada en Colombia.

 

Envían de manera fija y frecuente

De las personas entrevistadas en Quebec, poco más de una cuarta parte (12/42) envía dinero de manera fija y frecuente a Colombia. No todos lo hacen por las mismas razones. Algunos envían a familiares cercanos a modo de ayuda económica para la vida cotidiana, otros para cubrir deudas pendientes en Colombia y algunos lo hacen con ambas finalidades; de ellos, la mayor parte (10/12) envía dinero en una base mensual a familiares cercanos, ya sea al hijo, la hija, el cónyuge o los padres. Algunos apoyan económicamente a su familia desde sus primeros tiempos en Quebec, otros lo han hecho después de un tiempo o por períodos fijos, durante los cuales contaban con mayores recursos.

De las personas entrevistadas, ocho ya participaban de la vida económica de su familia extendida y logran seguir haciéndolo desde Canadá. Entre ellas, varias utilizan fuentes de ingresos específicas para cumplir con ese compromiso asumido. Esas entradas particulares son, por ejemplo, las prestaciones fiscales para niños que reciben de los gobiernos de Quebec y de Canadá, las compensaciones para el transporte en el período en el que estudian el idioma, el salario que aún reciben de Colombia por medio de programas especiales o las pensiones por jubilación recibidas también de Colombia.

Recién llegamos acá, nosotros le consignamos en una cuenta para que ella pudiera retirar. Así que yo le consigno a mi mamá 180 dólares y mi hermana le consigna 100 o 120. Eso en pesos es más importante, ayuda bastante para pagar arriendo, servicio, agua, para hacer mercado un poco (mujer refugiada).

 

Entre las personas que ayudaban y siguen ayudando a sus familiares cercanos desde su llegada en Quebec están tres demandantes de asilo, que envían dinero regularmente a Colombia para colaborar, en especial, con sus hijos, hijas o esposa viviendo allá temporalmente mientras esperan que se concluya el proceso para emprender los trámites de reagrupación familiar.

Tenemos también a un padre de familia que envía dinero mensualmente, en parte para pagar las deudas dejadas al salir, en parte para sostener a su hija que permanece allá; y a otro padre de familia, que dejó a su esposa y a su hijo en Colombia, que también envía dinero para ambos fines.

Mando esencialmente a mi esposa y a mi hijo, y para mis deudas. Eso es mensual. Sobre todo para ayudarle un poco con los costos de universidad de mi hijo [...] Ha sido duro porque me ha tocado producir para mí y para Colombia (hombre refugiado).

 

Sólo una persona del grupo presentó el perfil de alguien dependiente económicamente de sus familiares en Colombia mientras concluía el proceso de asilo que había iniciado al llegar a Quebec, el cual duró alrededor de dos años; hasta entonces es que pudo enviar dinero cada mes a su esposa e hijos. El esfuerzo para juntar el dinero necesario y enviarlo a su familia en Colombia es notable. Pero la satisfacción que manifiesta su esposa ante esa nueva fuente de ingresos para sus hijos es también notable.

Sí, tengo que mandar cada mes para ellos, por lo menos asegurarles la alimentación, que no tengan problemas. Cada mes tiene que salir para mandarles. ¿De dónde? Yo no sé, pero tiene que salir (hombre refugiado).

Económicamente, a mí, la vida me ha cambiado muchísimo. Para mejorar. Mejoré mucho. Porque yo, gracias a Dios, ya vivo con mis cosas. [...] Cada mes cuando allá les dan la ayuda nos manda (esposa en Colombia).

 

Pocas personas han cambiado radicalmente la dinámica económica, pasando de un estado en el cual no contribuían con sus familiares a uno en el cual lo harían de manera fija y sostenida en el exilio. Además, las personas que lo hacían antes lo hacen ahora en una medida muy reducida en comparación con la colaboración que tenían en Colombia. Los recursos con que cuentan para ese tipo de compromiso son mucho más reducidos una vez en Quebec.

 

Envían de manera ocasional

En total, nueve personas del grupo (9/42) envían a Colombia ayudas ocasionales, o muy ocasionales, es decir, dos veces al año como máximo. Entre ellos, la mayoría ayudaban de alguna forma a su familia en Colombia antes de salir. Una sola persona, al contrario, recibía ayuda económica en Colombia de parte de sus familiares, y, una vez en Quebec, se ha convertido en la persona que ha enviado ayuda enconómica a sus familiares, aunque lo ha hecho en pocas ocasiones. Las familias de las cuales viene la totalidad de las personas que ocasionalmente envían dinero se caracterizan por un bajo nivel económico; son familias compuestas por trabajadores con bajas remuneraciones o por desempleados.

En general, se puede decir que las personas que ayudaban en Colombia y que lo siguen haciendo desde Canadá, pero de manera ocasional, perciben esta situación como una suspensión no deseada de un papel de ayuda mucho más importante ahora que el que desempeñaban antes del exilio. El siguiente testimonio ilustra con claridad esta situación.

Cuando trabajaba en verano, que trabajaba limpiando casas, les mandaba. Si les he mandado tres veces desde que estoy aquí es mucho, ha sido muy duro. Han sido dos o tres veces porque no tengo para mandarles. Quisiera, y eso me duele muchísimo, muchísimo a mí. Y me duele muchísimo también porque sé que ellos están pasando muchas dificultades allá (mujer refugiada).

 

Al menos la mitad de los informantes que envían ayuda ocasional a Colombia y que provienen de familias en condiciones económicas relativamente bajas, eran personas que gozaban de éxito profesional y económico en el seno familiar. En ese contexto, muchas personas manifestaron una pérdida de la calidad de vida en el plano económico y material con su llegada a Quebec (o algunas veces desde antes de salir, por motivos de persecución). Una pareja ilustra bien esa realidad. Expresa haber tenido una baja importante de sus recursos económicos en comparación con su situación en Colombia. El hombre tuvo por algunos años un empleo estable como abogado en Colombia. Los ingresos con que contaba le permitían una autonomía financiera en relación con la familia extendida y le permitía desempeñar el papel de proveedor para algunos miembros de su familia; después de haber gozado de esa situación económica privilegiada, la nueva realidad de contar con la asistencia social del gobierno de Quebec como principal recurso financiero ocasiona, para esta pareja, un choque importante:

¡Los cambios económicos son durísimos! Porque aquí tienes un dinero que es muy limitado para pagar un arriendo, pagar el mercado y pagar un servicio, y no puedes disponer de más dinero. [...] Eso nos tiene muy limitados y eso es un cambio muy radical (hombre refugiado).

 

En Quebec, año y medio después de su llegada, el principal medio de subsistencia de la esposa sigue siendo la asistencia social del gobierno de la provincia. Algunos empleos de corto plazo, sobre todo durante el verano y en el sector informal, le han permitido solventar sus necesidades. Ella expresa algunas de sus estrategias para suplir las necesidades básicas en Quebec.

Por ejemplo, cuando nosotros trabajamos en la Saint–Vincent–de–Paul (ONG) nosotros conseguíamos la ropa, las cosas de la casa, de segunda. [...] Yo me vestía y todavía nos vestimos con esa ropa. Nosotros, sí es cierto que la comida no nos falta, es cierto que yo tengo dinero para llamar a mi mamá, pero de allí no tengo... no tengo dinero para comprarme una ropa (mujer refugiada).

 

Pasar de la solvencia económica a una situación de dependencia de las prestaciones del gobierno o de un salario mínimo implica un cambio importante en el desempeño como proveedores que tenían varios de ellos anteriormente en Colombia.

En Colombia, cuando yo trabajaba yo tenía amplias posibilidades de optar y de hacer lo que yo quisiera con mi dinero. Ganaba más que mi papá, más que mi hermana. Entonces yo ayudaba. Mi hermana que se dejó con su marido, yo le daba una mensualidad, yo a la casa mandaba un dinero, pagaba el teléfono, a mi mamá le daba. A mis hermanos les regalaba dinero. Es decir, hubo un momento durante este tiempo muy rico de prosperidad en mi casa por mi trabajo (hombre refugiado).

 

Según la esposa, sería más fácil asumir el hecho de no poder colaborar con los familiares en Colombia.

Entonces llaman para pedir. Su mamá llamó el año pasado para preguntar cuáles eran los regalos que iba a mandar para Colombia en Navidad. Y a quién te vas a traer. Y qué planes tienes para traerte a tal persona. [...] Ellos le hacen esa cierta presión, y la gente presiona al decir: "¿Cómo estás?". "Aquí, sin dinero, como está mal la situación". Eso es decir: "mándame algo" (mujer refugiada).

 

Independización en Quebec

Del otro lado, para algunas familias la situación económica de su núcleo familiar ha mejorado significativamente una vez en Quebec. Han contado con la ayuda social del gobierno como principal recurso, lo cual les permitió adquirir su independencia económica por primera vez como pareja y familia. Eso les permite esbozar planes de futuro para ella y su núcleo familiar.

En cuanto a la parte económica, también para mí fue positivo porque de todas maneras tenemos mucho más cosas que en Colombia. [...] De pronto tenemos cosas como el televisor, que el carrito, que son cosas que uno las consigue fáciles aquí. No se consiguen tan fácil en Colombia. Uno dice: bueno, empezamos a trabajar los dos y podemos comprar nuestra casita ya (hombre refugiado).

 

No envían dinero ni ayuda hacia Colombia

Como ya lo mencioné, algunas personas no envían ningún tipo de ayuda económica o material a Colombia porque afirman no contar con las posibilidades para hacerlo, aunque desearían que así fuera. Por otra parte, algunos no lo hacen porque no existe la necesidad en sus familias ni la "mentalidad" para desarrollar esa práctica.

Solamente un testimonio reveló sentimiento de satisfacción, estando en Quebec, ante el hecho de cortar con un compromiso de ayuda económica hacia el conjunto de la familia extendida en Colombia. Un padre de familia que envía mensualmente una parte del sustento para su hija adolescente en Colombia, en espera de que se reúnan, además de mandar dinero para pagar sus deudas; la salida al extranjero le permitió liberarse de un compromiso muy oneroso para el conjunto de su familia, lo cual era sufrido como una carga moral demasiado pesada.

Prácticamente todos los meses había que sacar plata para cinco familias: la familia de mi esposa, mi mamá, mi hija que vive con mi ex esposa, mi hermana y nosotros [él y su esposa actual]. Es una obligación moral que yo tengo con mi familia (hombre refugiado).

 

Este hombre es la única persona que no manifiesta descontento por el hecho de no continuar ayudando a sus familiares extendidos, aunque sigue enviando dinero a su hija. Es mucho más frecuente encontrar personas que si no mandan nada para Colombia, sí desearían hacerlo y les agrada la idea de realizarlo algún día. Está, por ejemplo, una mujer que quisiera enviar dinero para aliviar las necesidades y los problemas de salud de su madre, como lo hacía estando en Colombia. Está también un hombre que ayudaba regularmente a su madre con parte de su salario quincenal, pero que ya no puede seguir haciendo desde Quebec; para él, esa realidad es motivo de gran frustración:

Pero eso es lo que más me frustra a mí, que estando acá yo no pueda mandarle plata a mi mamá. ¡Claro! Eso es lo que yo más anhelo, mandarle dinero a mi mamá (hombre refugiado).

 

Esa imposibilidad de enviar dinero por lo general es causada por una situación económica precaria en Quebec, a veces agravada por una obligación de reembolsar deudas en Colombia. Una mujer expresa claramente hasta qué punto puede ser difícil cumplir con el pago de las deudas en Colombia.

Es más o menos ocho mil dólares que tenemos que pagar allá. Lo estamos pagando pero hace cuatro meses que no mandamos plata. Mi esposo trabaja, no estamos más en la ayuda social [ayuda de último recurso del gobierno], pero estamos peor que si estuviéramos en la ayuda social, porque está trabajando solamente dos días a la semana. Y no gana lo suficiente para pagar el arriendo y todo y es un estrés muy grande (mujer refugiada).

 

La precaria situación económica se vive en Quebec en el seno de muchas familias de origen colombiano. Algunos procuran aliviarla utilizando recursos comunitarios para completar las necesidades básicas, aunque se trate de medios que no gustan.

Yo, al principio cuando llegué acá, me sentía como pordiosero. Pordiosero, es la persona que va a todas las casas a pedir. Entonces hay veces lo que uno no hacía en Colombia lo viene hacer acá, de ir de iglesias en iglesias a ver qué le dan (hombre refugiado).

 

Ciertas personas viven con recursos económicos muy limitados, pero consideran esa situación de manera más positiva que otras. A pesar de las dificultades económicas experimentadas en Quebec por parte de una pareja, los dos reconocen que viven una cierta mejora de sus condiciones de subsistencia en relación con su estancia en Colombia. Se trata de personas para quienes el valor del dinero no representa una prioridad, o sea, personas que expresan claramente sus expectativas a tener lo suficiente para vivir sin pretender buscar un estatus económico alto.

Aquí en Canadá, no hay que negar, uno mejora un poco las condiciones económicas, las condiciones físicas y mentales. [...] Uno aquí tiene su alimentación segura, casi segura. Tiene su apartamento, tiene su arriendo, tiene su salud, tiene varias cosas y que uno puede como ubicarse mucho más en lo que uno quiere (hombre refugiado).

 

Sin embargo, la mejora que experimentan estas personas en el plano económico no les permite apoyar a los familiares que permanecen en Colombia.

Algunas familias ahora en Quebec se caracterizaban por necesitar y contar con la colaboración económica de sus familiares en Colombia para cubrir los gastos básicos de subsistencia. Entre ellas, algunas ya no reciben más ayuda de sus familiares como en Colombia pero tampoco envían colaboración para allá.

Sin embargo, algunas personas que no envían para la subsistencia de su familia, en cambio, sí lo hacen para solventar deudas o terminar de pagar una casa. Es el caso de una mujer que sigue pagando un apartamento que posee en Colombia junto con sus hermanos. Se trata de una persona que forma parte de una familia (padres, hermano, hermana) de clase media alta que no manifiesta necesidades en cuanto a ayudas exteriores en el plano económico, ni antes ni ahora. Se trata de una mujer profesional que encontró rápidamente en Quebec un empleo que la coloca en una posición semejante a la que conocía en Colombia. Esta inserción exitosa en el mercado del trabajo le permitió alcanzar un poder adquisitivo apreciable aunque por debajo del estándar que conocía anteriormente en Colombia. Para ella, la solidaridad familiar es primordial, pero no se manifiesta por medio de ayudas económicas sino más bien, por ejemplo, en compartir los gastos de la compra de un apartamento común en Bogotá.

 

Reciben ayudas económicas y materiales de los familiares

Varias personas han manifestado recibir ayudas económicas o materiales de Colombia o de otros países de parte de familiares cercanos o aun lejanos. Al menos siete personas afirman haber recibido más de una vez ayudas económicas de parte de familiares que residen en Colombia, México o Estados Unidos. En casi todos esos casos, las ayudas son ocasionales, sólo en dos casos la ayuda exterior se maneja o manejaba con una base mensual.

En ciertos casos se presenta la situación de una persona que antes desempeñaba el papel de proveedor o de apoyo económico para su familia y que se vuelve en el exilio una persona que requiere y recibe ayuda de los suyos. Está el caso de un hombre que contaba con un empleo fijo en Colombia y con una vida familiar estable. Las fuentes de quienes ha recibido ayuda económica una vez en Canadá son varias. Esa ayuda se hizo particularmente necesaria en un contexto de ruptura conyugal, lo cual agudizó la precaria situación económica en el exilio. "Mis amigos, mi amiga de Los Ángeles, mis familiares en Colombia, mis familiares en Estados Unidos me han mandado dinero, un apoyo" (hombre refugiado).

El segundo caso merece una mirada detenida, por las prácticas poco frecuentes que tiene con su familia. De entrada, que el hombre esté en Quebec con numerosos miembros de su familia extendida le brinda una red de soporte bastante extensa y reduce, por lo mismo, su red familiar en Colombia; a pesar de eso, este último afirma sufrir la falta de los demás familiares que permanecen en Colombia. Afirma, además, que de todos sus familiares que están en Quebec (sus padres y varios hermanos y hermanas con sus respectivos núcleos familiares), él y su esposa son los únicos en recibir ayuda financiera desde Colombia:

Nosotros recibimos apoyo por parte de la familia de mi esposa para todo lo que son las actividades extracurriculares [...] hay casos como el nuestro que nos ayudan, en una economía solidaria. Hay 100 dólares de más mensualmente que nos permite a nosotros desarrollar otro tipo de actividades (hombre refugiado).

 

Lo interesante con esta familia es que consumen muchos productos que mandan traer de Colombia, como ropa, libros y algunos otros artículos. Es decir, si no pueden mandar directamente a sus familiares, mandan comprar productos en Colombia y gastan allá parte de su dinero por este medio.

Hay muchos vínculos con Colombia también en el consumo de ropa, se trae ropa de Colombia por medio de personas que viajan a Colombia o visitas que nos hacen, los padres de mi esposa nos traen. [...] Lo otro son los libros. El que viene tiene que traernos. Por ejemplo se paga la maleta. Si hay que pagar 100 dólares de más no importa, pero me trae la maleta llena de libros en español (hombre refugiado).

 

Por otra parte, hay personas que no se destacaban en Colombia ni por ayudar a sus familiares ni por recibir ayuda de ellos, pero que una vez en Canadá, sí han recibido ayuda económica de sus familiares en Colombia. Entre esas personas se encuentra un hombre que goza del apoyo financiero de su madre desde Colombia y que proviene de una familia privilegiada en el plano económico, pues pertenece a la clase media alta. Su madre goza de una posición profesional estable y bien remunerada y parece abierta a darle a su hijo el apoyo que requiera en Canadá.

Hubo un momento, una crisis cuando me enfermé. No podía trabajar, hubo un momento en que tuve que pedirle. Decirle que me mandara. Ella lo hace sin problema. Yo sé siempre en el fondo que si yo mañana necesito plata yo la llamo y ya el martes tengo la plata. Ese dinero era para mandarle a mi hija en Estados Unidos (hombre refugiado).

 

El ejemplo de esta familia es también muy interesante. La particularidad de esta experiencia es que los flujos de ayuda económica se dan en ambos sentidos, dependiendo de la época y de las posibilidades. El esposo y la esposa han recibido ayuda económica por parte de sus madres que viven en Colombia. En otros momentos, la esposa le ha enviado dinero según sus necesidades. Para ella, en un principio ha sido posible de manera ocasional mandar dinero, pero a medida que su vida se desarrolla en Quebec y que los gastos crecen sin que los recursos aumenten, se hace más difícil el envío. Pero a más largo plazo, el deseo sería aumentar la capacidad de ayuda hacia sus familiares en Colombia y tal vez tener la posibilidad de traer a su mamá a vivir a Quebec.

 

Conclusión

Los movimientos de dinero entre Quebec y Colombia por lo común son destinados a la subsistencia familiar cotidiana. Los flujos de dinero entre ambos territorios se producen en dos de cada tres familias encontradas (28/42), es decir, en la mayoría de las familias. Sin embargo, los montos involucrados son modestos y la frecuencia varía mucho –entre una vez al mes y una vez al año. En 21 de estos casos se trata de personas establecidas en Quebec quienes hacen envíos hacia Colombia, y en los otros siete son familiares en Colombia quienes lo hacen hacia la provincia de Quebec.

Los testimonios recogidos revelan que para la mayor parte de las personas entrevistadas y que envían dinero a sus familiares en Colombia, los montos y la frecuencia con que lo hacen se encuentran significativamente reducidos una vez en el exilio, en comparación con la situación previa. El papel de apoyo económico está muy disminuido. Además, para muchas de las personas que desempeñan un papel económico importante en el seno familiar, éste no disminuye sino que se transforma. Es decir, esas personas, anteriormente pilar económico de la familia, se vuelven sujetas de la ayuda económica de los familiares que permanecen en Colombia o que se han instalado en otras partes del mundo. Estas transformaciones implican una modificación importante en el plano identitario para las personas involucradas.

De manera general, se puede afirmar que no se producen grandes cambios en lo que se refiere a las intenciones de las personas en colaborar económicamente con sus familiares. Los cambios se producen en las posibilidades concretas de hacerlo. En otras palabras, las personas que antes colaboraban en la supervivencia económica de la familia o que querían hacerlo siguen con esa intención una vez instalados en Quebec. Sin embargo, encuentran un freno en la nueva realidad económica en que viven. Las personas que, por el contrario, no participaban, ya sea por no tener la necesidad o la mentalidad para hacerlo, tampoco lo hacen una vez en Quebec.

Si bien se ha estudiado en detalle la situación de los refugiados colombianos en la provincia de Quebec respecto de los lazos económicos que establecen o mantienen con su país de origen, la situación de los inmigrantes laborales o económicos sigue sin documentarse en Quebec. A la fecha ninguna investigación en ese sentido ha sido encontrada, razón por la cual, desafortunadamente, sigue siendo imposible ofrecer pistas para comparar la situación de los refugiados con la de los inmigrantes laborales o económicos de origen colombiano establecidos en ésta o en otra provincia canadiense. Sería de gran interés desarrollar dicho estudio comparativo en un futuro.

 

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Notas

1 Realizada en la Universidad de Granada, España.

2 La traducción es mía.

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