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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.4 no.4 Tijuana jul./dic. 2008

 

Artículos

 

Las cifras sobre remesas en México. ¿Son creíbles?

 

Alejandro I. Canales

 

Universidad de Guadalajara

 

Fecha de recepción: 14 de enero de 2008
Fecha de aceptación: 13 de mayo de 2008

 

RESUMEN

En los últimos años las remesas enviadas por trabajadores mexicanos en Estados Unidos a sus familiares en México pasaron de 6.5 mil millones de dólares en 2000 a 23 mil millones de dólares en 2006. sobre este incremento se han planteado diversas hipótesis. Por un lado, el Banco de México señala que junto al cambio de metodología, el mismo incremento de la migración es el factor más importante que genera más flujos de remesas. Por otro lado, hay quienes señalan que habría serios problemas y sesgos en la contabilidad actual de las remesas, en la cual se incluirían otros flujos monetarios, desde pequeños envíos que harían micros y medianos empresarios mexicanos hasta incluso y, posiblemente, recursos provenientes de actividades ilícitas como el narcotráfico. Lo que interesa discutir en este artículo es si las estimaciones del Banco de México tienen bases reales en la dinámica migratoria y el comportamiento remesador de los mexicanos, o si, por el contrario, se trata de problemas metodológicos asociados a los mecanismos de medición, los cuales deben ser necesariamente revisados y actualizados para evitar sesgos de una posible sobrestimación. así mismo, se analiza si hay alguna evidencia empírica que pudiera sustentar alguna de estas hipótesis alternativas.

Palabras clave: Remesas, migración internacional, migración mexicana, Estados Unidos, metodología.

 

ABSTRACT

In recent years remittances in Mexico have passed from 6.5 billion dollars in 2000 to 23 billions in 2006, but there are several hypotheses about this growth. On one hand, the bank of Mexico stresses that, although there was a methodological change in estimating remittances, the main reason is a real growth. On the other hand, it is pointed out that there are serious problems and biases in the current estimation of remittances, as it could incorporate other monetary fluxes like remittances from small and medium size enterprises or, even, resources originated by the drug smuggling. Over this controversy, in this article we analyze whereas the bank of Mexico's estimation has a real base in the migration of Mexicans and their pattern regarding remittances, or if there is a methodological problem in the measurement of remittances that would be revised in order to avoid a possible overestimation. We although analyze if there is any empirical evidence that could sustain one of these alternative hypothesis.

Keywords: Remittances, international migration, mexican migration, United States, methodology.

 

Introducción

Desde hace muchos años, México ha sido el principal país perceptor de remesas en América Latina. Ello se debe, sin duda, a su centenaria tradición migratoria hacia Estados Unidos. Actualmente, México es, junto con India y China, uno de los tres países con mayor volumen de recepción de remesas a nivel mundial. Al respecto, lo más destacable es el significativo cambio en la tendencia de las remesas en los últimos siete años, pues éstas pasaron de un volumen de 6.5 mil millones de dólares en 2000 a 23 mil millones de dólares en 2006. Se trata de un crecimiento explosivo, ya que cada tres años, aproximadamente, se duplica.

Ante esta situación, se ha abierto un nuevo frente de debate en torno de la validez de las cifras reportadas por el Banco de México (Banxico); pues, por un lado, defiende sus cifras aduciendo que a partir del año 2000 llevó a cabo un esfuerzo por incrementar y mejorar la cobertura de la estadística de remesas familiares. Así mismo, a finales de 2002, el banco emitió un conjunto de reglas dirigidas a las empresas remesadoras a quienes les exigía no sólo registrarse ante él, sino además informar cada mes sobre los montos de las remesas transferidas a México, clasificadas por estados receptores (Banxico, 2007).

Algunos autores señalan que más allá del cambio de metodología, lo que pudiera estar sucediendo es que la cifra reportada por el Banco de México no sólo incluya remesas familiares, sino tambien un conjunto de otras formas de transferencias de recursos; en este caso, se podría incluir desde pequeños envíos de micro y medianos empresarios mexicanos que han impulsado negocios en Estados Unidos, pero que requieren insumos desde México (formando parte de la llamada economía étnica), hasta incluso y posiblemente recursos provenientes de actividades ilícitas (Tuirán, 2006).

La polémica sobre el valor real de las cifras no es en ningún caso un asunto superficial. Es ampliamente aceptado que, en general, en casi todos los países la medición de las remesas enfrenta desafíos conceptuales y metodológicos de no poca importancia.

Al respecto, orozco (2006) señala diversos aspectos del proceso de envío y percepción de remesas en América Latina, que no son debidamente contemplados en las metodologías aplicadas por el banco central de cada país para la medición de las remesas. Este autor señala, además, que estas dificultades metodológicas no sólo derivan de los diversos conceptos y modalidades de migración y de envío de remesas.

Las mediciones de las remesas que ofrecen los bancos centrales son la base empírica que es comúnmente utilizada para estimar los impactos y beneficios de las remesas familiares en las economías perceptoras, con lo cual sesgos y errores en la estimación del volumen global de las remesas llevará necesariamente a sesgos y errores en la evaluación de sus impactos y potenciales beneficios.

En este contexto, lo que interesa discutir en este artículo es si las estimaciones del Banxico tienen bases reales en la dinámica migratoria y el comportamiento remesador de los mexicanos, o si, por el contrario, se trata de problemas metodológicos asociados a los mecanismos de medición, los cuales deberán ser revisados y actualizados para evitar sesgos de una posible sobrestimación.

Si las cifras del Banxico son reales, entonces deben ser consistentes con las que se estiman con otras metodologías independientes. Así mismo, este cambio en el volumen de remesas reportado por el Banxico debiera también reflejarse en cambios similares en el comportamiento remesador de los migrantes, ya sea porque se hubiese incrementado el número de migrantes remesadores, o bien porque se hubiese incrementado el volumen enviado por cada migrante remesador (o alguna combinación de ambas).

De no darse ninguna de estas opciones, entonces lo que se infiere es que el cambio se debe sólo a factores metodológicos, ante lo cual debiera considerarse seriamente la hipótesis presentada por Tuirán, Santibáñez y Corona (2006), en términos de los posibles errores metodológicos que subyacen a las estimaciones que ofrece el Banco de México.

 

Comparación con otras estimaciones de remesas

En términos generales, se suele definir a las remesas como aquella porción del ingreso de los migrantes internacionales, con residencia temporal o permanente en el país donde trabajan, que es transferida desde dicho país a su país de origen.1 No obstante, desde una perspectiva contable, las remesas se definen como aquellas transferencias unilaterales entre residentes de dos países diferentes, es decir, que no tienen por objeto el pago de un bien o servicio (FMI, 2007).2 A partir de esta definición, las remesas se clasifican en tres categorías, a saber:

–  transferencias que realizan los trabajadores que han residido por lo menos un año en el país donde trabajan;

–  las que realizan quienes han residido menos de un año (se considera que en este caso no han cambiado de residencia) y

–  las que realizan los autoempleados y pequeños empresarios (que se registran como transferencias privadas).

Con base en estas definiciones, el banco central de cada país incluye las remesas como parte de la cuenta de transferencias corrientes en la cuenta corriente de la balanza de pagos. De esta manera, en México, como en todo el mundo, la balanza de pagos se convierte en la fuente primaria de información estadística para el análisis de las remesas. En este caso, y siguiendo los lineamientos del manual de balanza de pagos del Fondo Monetario Internacional (Reinke y Patterson, 2005), los rubros de la balanza de pagos que se considera para la estimación de las remesas son "Compensaciones a los empleados"3 entre los ingresos corrientes, y "Remesas de trabajadores"4 entre las transferencias corrientes, ambos en la cuenta corriente, así como "Transferencias de migrantes"5 de entre las transferencias de capital de la cuenta de capital. Estos datos son compilados por el Banxico, que es la autoridad competente y responsable de registrar las diferentes cuentas que conforman la balanza de pagos.

En el caso de México, además, se dispone de al menos dos fuentes alternativas e independientes al Banco de México, que ofrecen información veraz y confiable sobre el volumen de remesas, y que siguen metodologías diferentes para su estimación.6 Por un lado, el Buró de Análisis Económico del Departamento de Comercio del Gobierno de Estados Unidos (BEA, por su nombre en inglés) ofrece una estimación anual del volumen de remesas que ellos captan y que serían enviadas por migrantes mexicanos a sus familias en México y, por otro lado, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática de México, a través de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), mide el valor de las transferencias que los hogares perciben del extranjero.

En el primer caso, la estimación del BEA se obtiene de la sección de Transacciones Internacionales de la Balanza de Pagos de Estados Unidos, y que este organismo ofrece en forma desagregada para el caso de México. El BEA estima más de 70 categorías de transacciones entre México y Estados Unidos, concediendo un lugar especial a las remesas privadas (private remittances). Así mismo, ofrece esta información de forma anual y desagregada para cada trimestre, desde 1986 a la fecha, con lo cual es posible reconstruir una serie temporal de las remesas.

Antes de hacer la comparación de la estimación de las remesas que ofrece el BEA con la que da el Banxico, conviene tomar en cuenta dos apreciaciones metodológicas. Por un lado, a diferencia de lo que ocurre en varios países sudamericanos, en el caso de México, más de 95 por ciento de la emigración se dirige a Estados Unidos, por lo que es de esperar también que desde ese país se origine una proporción similar de las remesas familiares que llegan a México. De esta manera, la estimación que ofrece el BEA de ese país se puede considerar una buena aproximación sobre el volumen global de remesas que percibe México, tanto por su volumen agregado anual como por su tendencia a lo largo del tiempo.

Por otro lado, es probable que el volumen anual de remesas que ofrece el BEA esté sobreestimado, pues incluye en el mismo rubro tanto las transferencias privadas (remesas familiares, propiamente dichas), junto a "otras transferencias" que corresponden a impuestos pagados por residentes en ese país a gobiernos extranjeros, así como impuestos que personas no residentes en ese país habrían pagado al gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, el mismo volumen de remesas pudiera también estar subestimado si se considera que el volumen de remesas que reporta el BEA corresponde al saldo neto entre el monto global de remesas enviadas por migrantes a sus familiares en México, y el monto de remesas familiares que desde México envían residentes estadounidenses a sus familias en Estados Unidos; es decir, se trata de una estimación neta de las transferencias privadas (remesas familiares) entre ambos países.

Lo relevante es que a pesar de estos sesgos en la estimación de las remesas familiares que ofrece el BEA, ésta puede ser de gran utilidad para comparar su evolución y tendencia con las estimaciones que ofrece el Banxico. Al respecto, los datos que se presentan en la figura 1 son elocuentes. Al comparar la serie de remesas que ofrece el Banxico con la del BEA, se pueden identificar tres etapas muy distintas.

Hasta el año 2000, aproximadamente, las estimaciones que ofrecía el BEA eran sistemáticamente superiores a las que ofrecía el Banxico. En promedio, entre 1990 y 2000, el valor de las remesas según el BEA fue 25 por ciento superior a la estimada por el Banxico. Así mismo, en ambos casos las estimaciones de las remesas parecen seguir un comportamiento muy similar. Por un lado, las dos estimaciones muestran una estabilidad en el valor de las remesas entre 1990 y 1994, para en ambos casos documentar el incremento en el valor de las remesas derivado de la crisis económica mexicana de finales de 1994 y 1995. Por último, entre 1996 y 2000, ambas fuentes vuelven a reportar un comportamiento relativamente estable de las remesas, registrando, además, las mismas fluctuaciones coyunturales de un año a otro.

Por otro lado, entre 2000 y 2002, esta diferencia se invierte, de modo que en esos años el valor de las remesas, según el Banxico, es cerca de 10 por ciento superior al que ofrece el BEA. Cabe señalar que, no obstante esta diferencia en el volumen absoluto, lo relevante es que en los dos casos el comportamiento es muy similar. Esto es, en ambos casos se estima un crecimiento moderado y de similar valor relativo entre 2001 y 2002.

Por último, a partir de 2002 la estimación que ofrece el Banxico se dispara considerablemente respecto de la ofrecida por el BEA, de tal modo que hoy la diferencia es de más del doble, es decir, el valor de las remesas, según el banco central mexicano, supera en más de 100 por ciento el valor que ofrece el BEA. Así mismo, mientras la estimación de este último se mantiene más o menos estable en torno a los 11 mil millones de dólares, con un ritmo de crecimiento algo menor a cinco por ciento anual promedio, la que ofrece el Banxico conlleva un crecimiento anual promedio de más de 30 por ciento, lo que implica que entre 2002 y 2006 las remesas se habrían más que duplicado, pasando de 10.2 mil millones de dólares en 2002 a 23 mil millones en 2006.

En otras palabras, en esta etapa reciente (2002–2006) no sólo el volumen anual es diferente, sino también, y muy en especial, la tendencia y el ritmo de crecimiento de las remesas; situación, esta última, que contrasta con lo que acontecía al comparar los datos de ambas fuentes en la década de los noventa. En efecto, en los noventa las discrepancias en el volumen de remesas reportadas por el Banxico y el BEA eran mínimas, a la vez que no ofrecían discrepancias en la dinámica de la tendencia. en los últimos cinco años, en cambio, la diferencia en el volumen se dispara sustancialmente, al mismo tiempo que surge una discrepancia evidente en cuanto al comportamiento tendencial que registran una y otra fuentes de información y registro de las remesas.

Algo similar se observa si se comparan las estimaciones que ofrece el Banxico y el INEGI a través de su encuesta Nacional de ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). en efecto, aunque el INEGI ofrece sistemáticamente una estimación muy inferior de las remesas respecto a lo que estima el Banxico, al analizar la tendencia desde 1992 a la fecha, se observa un cambio sustancial en el patrón de estas diferencias.7

Hasta el año 2000 las estimaciones del Banxico eran entre 1.7 (2000) y 2.3 (1994) veces superiores a las que se obtenían a través de la ENIGH. No obstante, esta diferencia se eleva a 2.7, 3.8 y 4.3 en 2002, 2004 y 2005, respectivamente. En otras palabras, entre 1992 y 2000, a pesar de las diferencias metodológicas, tanto el Banxico como el INEGI estimaban el mismo comportamiento tendencial de las remesas en México. Esta situación se trastoca a partir de 2002, cuando Banxico documenta un crecimiento explosivo de las remesas a partir de ese año, mientras que la ENIGH reporta un comportamiento estable de la misma variable. Lo relevante, una vez más, no es sólo que la diferencia entre una y otra estimación sea mayor ahora que en el pasado reciente, sino que cada año esta diferencia se incremente sustancialmente.

Esta comparación de los niveles y la tendencia de las remesas de acuerdo con diferentes estimaciones independientes indica dos problemas en relación con la metodología actual utilizada por el Banxico para estimar las remesas.

Por un lado, el Banco reporta un volumen de remesas muy superior no sólo al de otras estimaciones independientes, sino también a las que esta misma institución ofrecía hace tan sólo unos años. Por otro lado, sus mediciones muestran, así mismo, un comportamiento tendencial también muy diferente al que ofrecen otras estimaciones independientes.

Esto último es lo que realmente resulta paradójico, incluso más que las diferencias referidas al volumen absoluto de las remesas. En efecto, como se ha visto, hasta el año 2002, aunque se daban diferencias en los montos absolutos estimados por el Banxico, el BEA y el INEGI, es relevante comprobar que estas tres estimaciones muestran un comportamiento y una variación anual de las remesas muy similares; indicando que, si bien había diferencias atribuibles a las distintas metodologías usadas por el Banxico, el BEA y el INEGI para estimar las remesas, todas eran igualmente confiables y consistentes para captar el comportamiento tendencial de las remesas; es decir, podían variar en la estimación del volumen anual, pero daban similares resultados respecto de su variación relativa de un año a otro.

A partir de 2002, sin embargo, se rompe por completo esta similitud. En efecto, la tendencia reportada por el Banxico difiere sustancialmente de la que reportan por separado el BEA y el INEGI. Tal pareciera que se tratara de conceptos y categorías distintas. con base en lo anterior, se puede afirmar que, en definitiva, el problema no está en las diferencias metodológicas que prevalecían hasta antes de 2001, sino de las que surgen a partir de ese año con la implementación de una nueva metodología de medición por parte del Banxico.

En este sentido, y considerando que tanto el BEA como el INEGI no han modificado de manera significativa sus respectivas metodologías de medición de las remesas, se pueden plantear tres interrogantes respecto de la validez de las cifras que reporta el Banxico a partir de 2001 a la fecha.

Por un lado, por qué a partir de 2001 (y muy en especial de 2003) la estimación del Banxico es superior a la del buró de Análisis económico del departamento de comercio de Estados Unidos, cuando hasta antes de ese año la situación era precisamente la inversa. Es decir, qué tipo de modificación metodológica operó desde 2001, y sobre todo a partir de 2003, que permite explicar estas diferencias. Dada la magnitud de las discrepancias, lo menos que se puede decir es que se trataría de una modificación que transforma drásticamente el modo de medir las remesas en México.

Por otro lado, si bien el Banxico puede y debe implementar los cambios metodológicos que considere convenientes, también debe ser muy claro y transparente para explicar en qué sentido ello mejora y transforma sus estimaciones. En otras palabras, si se acepta como válida la metodología actual, entonces habría que aceptar que las estimaciones que hasta 2001 ofrecía el mismo Banxico tienen un serio problema de subestimación del volumen anual de remesas, ante lo cual lo menos que se puede esperar, es que el propio Banxico presente las correcciones necesarias a los valores de antes de 2001, que permitan hacer comparables las estimaciones de las remesas para esos años con las actuales.

Por último, cómo explicar que el Banxico no sólo reporta un volumen mayor, sino además un comportamiento diferente. como se verá más adelante, las discrepancias en el comportamiento no se refieren tan sólo a su evolución en el tiempo (discrepancias longitudinales), sino también a su distribución regional y por entidades federativas (discrepancias territoriales). las diferencias metodológicas pueden explicar el cambio en los volúmenes; sin embargo, no pueden explicar la diferencia en los comportamientos.

 

Cambios en las remesas y comportamiento remesador

Como se puede observar, las estimaciones que ofrece el Banco de México no son consistentes con lo reportado en otras estimaciones independientes, pero son sólidas y confiables metodológicamente. En este sentido, cabe preguntarse si hay algo que ha cambiado en el comportamiento de las remesas que el Banco de México ha podido captar, pero no así las otras fuentes y metodologías. Para analizar esta opción, me apoyaré en un modelo algebraico que permitirá rastrear el origen del incremento del volumen de remesas registrado por el Banco de México.

Aritméticamente, el volumen anual de remesas es el resultado del producto entre la cantidad de transacciones totales y el volumen promedio de cada transacción. Ello se puede expresar en la siguiente fórmula:

VR = TrT x MPr                                                       (1)

Donde

VR es el volumen anual de remesas
TrT son las transacciones totales en un año
MPr es el monto promedio de cada transacción

De acuerdo con esta sencilla fórmula, la solución es muy fácil. basta detectar cuál de estas dos variables es la que mejor explica el incremento en el volumen de remesas, para entonces centrarse en descubrir las causas que podrían explicar el cambio en dicha variable.

De atender las estimaciones que ofrece el Banco de México,8 el monto promedio de cada transacción se ha mantenido estable en los últimos 15 años, variando entre 300 y 350 dólares. No obstante, el número de transacciones se ha incrementado de manera significativa, en especial a partir de 2001. En este sentido, el incremento en el volumen anual de remesas reportado por el Banco de México se explica sobre todo por un incremento en proporción similar en el número de transacciones captadas y registradas, esto es, en el número global de envíos de remesas.

Lo anterior representa, sin duda, un cambio sustancial en el comportamiento de los remesadores, que, por lo mismo, es necesario entender y explicar. Para ello, puede desagregarse este incremento en el número absoluto de transacciones, con base en los siguientes procedimientos y razonamientos lógico–matemáticos.

El total de transacciones (o envíos de remesas) puede desagregarse como el producto entre la cantidad de migrantes que envían remesas y el promedio de envíos anuales que hace cada migrante remesador. Algebraicamente esto se expresa de la siguiente forma:

TrT = MgR x TrPr                                                      (2)

Donde

MgR corresponde al total de migrantes remesadores
TrPr corresponde al promedio de transacciones que realiza cada migrante remesador en un año

Así mismo, el número de migrantes remesadores se puede obtener como resultado del producto entre el total de migrantes y la propensión de cada uno de ellos a enviar remesas, o, lo que es lo mismo, la probabilidad de enviar remesas que se obtienen por la proporción entre el número de migrantes remesadores y el total de migrantes. Algebraicamente, estas relaciones se expresan de la siguiente forma:

MgR = TMg x PrRM                                                 (3)

Donde

TMg es el total de migrantes
PrRM es la propensión a remesar de cada migrante

Sustituyendo cada una de estas ecuaciones en la fórmula inicial, queda:

VR = TMg x PrRM x TrPr x MPr                         (1A)

Con base en esta ecuación, se puede entonces medir cada una de las variables incluidas, y de ese modo establecer a cuál de ellas se debe el incremento en el volumen de remesas reportado por el Banco de México. Como ya se ha señalado, esta institución reporta que el monto promedio de remesas se ha mantenido más o menos estable, por lo que las causas del incremento en el volumen de remesas deben buscarse en los otros tres componentes.

En primer lugar, el total de migrantes se mide por el volumen de la población nacida en México, residente en Estados Unidos, estimación que se obtiene mediante la Current Population Survey que la oficina del censo de Estados Unidos levanta año con año. Al comparar su dinámica de crecimiento con la tendencia en el volumen anual de remesas, se observa una relación peculiar. Hasta el año 2000, aproximadamente, ambas variables mostraban un comportamiento tendencial más o menos similar. Con sus altos y bajos, en ambos casos se observa en ese período una misma tendencia de estabilidad en su comportamiento. A partir de 2001, en cambio, mientras las remesas muestran el ya señalado impulso que la lleva a triplicar su volumen en sólo seis años, la inmigración mexicana en Estados Unidos muestra un crecimiento mucho más moderado, pasando de 8.5 millones en 2000 a 11 millones en 2006.

Con base en estos datos, se afirma entonces que el incremento en el volumen de remesas no puede ser explicado como consecuencia de la dinámica de la migración mexicana a Estados Unidos. Al contrario, si de ello dependiera, lo esperable sería más bien un crecimiento mucho más moderado en el volumen de remesas, cercano a 30 por ciento acumulado entre 2000–2006, esto es, un nivel de crecimiento que es prácticamente 10 veces inferior al registrado por el Banco de México. De esta manera, la posible explicación se debe buscar en el comportamiento remesador, esto es, ya sea en la proporción de migrantes que envían remesas, o bien en el promedio de envíos que cada migrante remesador realiza al año.

Al respecto se presenta un serio problema metodológico. en concreto, no se tiene información estadística que permita medir de manera directa los cambios en cada una de estas dos variables a lo largo de los últimos 10 o 15 años, de modo que sea posible comparar con la evolución y la tendencia en el volumen de remesas. Por un lado, la poca información estadística sobre la proporción de migrantes que envían remesas y/o sobre el número de envíos que hacen, es parcial y no permite una reconstrucción longitudinal. Por otro, esta información suele provenir de diversas fuentes y metodologías, derivadas muchas veces de estudios de caso que impiden su comparación y agregación.

Una opción es dar un giro metodológico, sustentado en un razonamiento lógico. Si bien no se dispone de información para analizar el comportamiento remesador de los emisores, sí se dispone, en cambio, de suficiente información respecto al comportamiento de los perceptores de remesas. Si se considera que toda remesa que se envía es recibida por alguien, entonces se podría determinar cuáles serían los cambios en el comportamiento perceptor de remesas en México, que pudieran ser consistentes ya sea con un mayor número de migrantes que envían remesas, o bien con un mayor número de envíos de cada migrante remesador.

La solución es muy simple. uno u otro comportamiento remesador (más migrantes remesadores y/o más envíos de cada migrante) se reflejará en México en una de las dos siguientes opciones: o aumenta en similar proporción el número de hogares perceptores, o aumenta el volumen de remesas que cada hogar percibe cada año (o alguna combinación de ambos). En ambos casos, la ENIGH ofrece información suficiente para reconstruir la tendencia de ambas variables de 1992 a 2005, y de ese modo compararlas con la evolución y tendencia del volumen de remesas.

En relación con el número de hogares perceptores de remesas en México, se observa algo similar a lo ya señalado. Por un lado, hasta el año 2000, aproximadamente, la tendencia en el volumen de remesas y el número de hogares era muy similar. En efecto, de 1992 a 1994, por ejemplo, en ambos casos se registra un comportamiento estable, para incrementarse conjuntamente en el bienio siguiente, como consecuencia de la crisis económica de finales de 1994 y de 1995. A partir de entonces y hasta el 2000, las diferencias en el comportamiento en ambos casos (hogares perceptores y volumen de remesas) no son muy significativas, al menos en comparación a lo que sucede a partir de 2000. Por un lado, entre esos años las remesas y los hogares perceptores se incrementaron en 17 y 10 por ciento, respectivamente. Por otro lado, entre el 2000 y el 2005, mientras el volumen de remesas se incrementó en 2.7 veces, el número de hogares lo hizo sólo en 30 por ciento.

Es interesante comprobar que entre 2000 y 2005, etapa donde surgen las inconsistencias con los registros de remesas que ofrece el Banco de México, el incremento en el número de hogares perceptores de remesas es estadísticamente consistente con el incremento en el volumen de la población nacida en México residente en Estados Unidos. Es decir, como es de esperarse, el incremento en los hogares perceptores es fiel reflejo del incremento de la migración. Estos datos confirman, sin duda, que tampoco se puede apoyar en un aumento en el número de hogares perceptores para explicar el gran incremento en el volumen de remesas percibidas en México a partir del año 2000. Sólo queda contrastar la última opción, esto es, que el comportamiento remesador de los migrantes se manifieste en un mayor volumen de remesas percibido en cada hogar. Al respecto, los datos de la figura siguiente son elocuentes.

La remesa anual promedio que percibe un hogar se ha mantenido estable desde 1992 a la fecha, en un nivel entre 2.8 mil y 3.5 mil dólares. Por el contrario, el volumen anual de remesas muestra un sostenido y explosivo incremento, especialmente a partir del año 2000, cuando pasa de 7.5 mil millones de dólares a 10.3 mil millones dos años después, para continuar a un ritmo similar de crecimiento y alcanzar en 2005 casi 21 mil millones de dólares.

En síntesis, no hay evidencia suficiente que indique que el incremento en el volumen anual de las remesas reportado por el Banxico a partir de 2001 se pueda explicar basándose en los hipotéticos cambios en el comportamiento remesador de los migrantes. La única variación se explica por el incremento de la migración, el cual, sin embargo, no rebasa 30 por ciento acumulado entre 2000 y 2005, cifra 10 veces inferior al incremento del volumen global de las remesas. En otras palabras, el incremento en el volumen de la migración sólo contribuiría a explicar 10 por ciento del incremento global del volumen de remesas. Falta explicar, por tanto, el restante 90 por ciento, el cual pareciera no tener ninguna explicación lógica.

 

Inconsistencias en la distribución territorial de las remesas

en relación con la distribución territorial de las remesas, se pueden identificar dos tipos de inconsistencias entre las estimaciones del Banco de México y la ENIGH. Por un lado, al identificar las entidades con mayor discrepancia entre ambas fuentes y, por otro, al identificar las entidades que mayor aporte hacen al crecimiento del volumen global de las remesas.

 

Crecimiento de las remesas por entidades

Si el incremento en el volumen de las remesas reportado por el Banco de México es real, debiera reflejarse en las entidades federativas. De este modo, al identificar qué entidades son las que hacen el mayor aporte al crecimiento global, se podría entonces rastrear el origen de ese incremento en el volumen anual de las remesas. Al respecto, se adelantan dos hipótesis, que aunque pueden ser complementarias, se refieren a escenarios diferentes.

Por un lado, el crecimiento de las remesas se puede explicar por la expansión del fenómeno migratorio a nuevas entidades y regiones del país y, por otro, el crecimiento de las remesas se explica por una intensificación del fenómeno en las regiones tradicionales de migración.

Ambas hipótesis pueden demostrarse mediante la estimación directa del aporte que cada entidad federativa hace al crecimiento del volumen global de remesas. En el siguiente mapa se identifican las entidades que hacen la mayor contribución al incremento absoluto del volumen de remesas entre 2000 y 2006, de acuerdo con las cifras reportadas por el propio Banco de México.

Con base en esos datos se observa que 75 por ciento del incremento de las remesas entre esos años se origina en sólo 11 entidades, mientras que las 21 restantes sólo explican 25 por ciento del incremento global. Así mismo, estas 11 entidades con mayor aporte al crecimiento se desagregan en tres grandes categorías, a saber:

– Se identifica, por un lado, a Veracruz, chiapas e Hidalgo, entidades cuya contribución es de casi 20 por ciento del incremento global de las remesas entre 2000 y 2006. Se trata de entidades de reciente incorporación al flujo remesador y que hasta el año 2000 percibían en conjunto menos de cinco por ciento del volumen global de remesas.

– Por otro lado, se ubica a Michoacán, Guanajuato y Jalisco, que contribuyen a explicar 22 por ciento del crecimiento del volumen global de las remesas reportadas por el Banco de México entre 2000 y 2006. Corresponden a entidades con una gran tradición migratoria que se remonta a finales del siglo XIX, y que ya antes del 2000 concentraban 40 por ciento de las remesas.

– Por último, se identifica a Guerrero, Distrito Federal, Puebla, Oaxaca y el Estado de México. Estas cinco entidades, en conjunto, permiten explicar 33 por ciento del incremento del volumen global de las remesas entre 2000 y 2006. Se trata de entidades que se incorporaron al flujo migratorio en los últimos 50 años, lo que les permitió que antes del 2000 concentraran 25 por ciento del volumen global de las remesas en México.

En el caso de las tres entidades emergentes, su contribución al crecimiento del volumen global de remesas se explica directamente por sí misma, y se puede atribuir a la hipótesis de la expansión del fenómeno de las remesas. No obstante, en este caso resulta relevante que ello permite explicar tan sólo una quinta parte del crecimiento total de las remesas, fracción importante, pero no significativa, y que nos permite concluir que la expansión del fenómeno migratorio no es la base para explicar el nivel de crecimiento de las remesas que reporta el Banco de México.

En el caso de las otras 11 entidades, esto es, aquellas con alta tradición así como aquellas de nivel intermedio, pudiera pensarse en la hipótesis de la intensificación del fenómeno migratorio y de las remesas. en concreto, estas entidades concentran más de 55 por ciento del crecimiento del volumen de las remesas. No obstante, su explicación es algo más compleja y menos directa y obvia. en efecto, el incremento en el volumen de remesas en estas entidades implicaría un cambio en el comportamiento migratorio (mayor migración) de entidades con ya alta migración, o un cambio en el comportamiento remesador de los migrantes. Sin embargo, de acuerdo con los datos presentados en secciones anteriores, ninguna de estas dos opciones parece coincidir con la dinámica migratoria reciente.

 

Diferencias en la distribución territorial de las remesas según el Banco de México y la ENIGH

Para identificar las inconsistencias entre las estimaciones de remesas del Banco de México y la ENIGH, a nivel estatal, se ha desarrollado un ejercicio simple que consiste en comparar la distribución relativa (%) de cada una de las fuentes. Esto permite identificar, por un lado, aquellas entidades en donde la estimación del Banco de México supera con mucho a la que se obtiene con la ENIGH, y por otro, aquellas entidades en donde sucede lo contrario, esto es, donde la estimación a partir de la ENIGH supera con mucho lo que reporta Banxico. Así mismo, es posible identificar aquellas entidades donde las diferencias relativas no parecen ser de gran magnitud.

En el caso de las dos primeras categorías además, se pueden desagregar en dos grupos cada una. Por una parte, entidades con alta diferencia relativa y que perciben grandes volúmenes de remesas anuales, y por otra, entidades con alta diferencia relativa pero que perciben pequeños montos de remesas anuales. Obviamente, interesa identificar esta primera subcategoría de entidades (con altas diferencias y altos volúmenes de remesas), pues son las que explicarían en mayor medida las inconsistencias a nivel agregado entre ambas fuentes de información.

Con base en lo anterior, y de acuerdo con los datos que reporta Banxico para 2005 y la ENIGH de ese mismo año, es posible diferenciar las entidades federativas con base en cinco grandes categorías (véase el mapa 2), a saber:

1. Entidades en las que el Banco de México ofrece una alta sobreestimación de las remesas respecto a la estimación de la ENIGH, y que además perciben altos volúmenes de remesas anuales. En esta categoría se ubican: Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Michoacán y el Distrito Federal.

2. Entidades en las que el banco ofrece una alta sobreestimación de las remesas respecto a la de la ENIGH, pero en las que se perciben muy bajos volúmenes de remesas anuales. en esta categoría se ubican: Yucatán, Querétaro, Tabasco, Quintana Roo, Tlaxcala y Colima.

3. Entidades en las que la ENIGH ofrece una alta sobreestimación de las remesas respecto a la que da el Banxico, y que además perciben altos volúmenes de remesas anuales, de acuerdo con la ENIGH. En esta categoría se ubican: Sonora, Chihuahua y Zacatecas.

4. Entidades en las que la ENIGH ofrece una alta sobreestimación de las remesas respecto a la que da el Banxico, pero en las que se perciben muy bajos volúmenes de remesas anuales. En esta categoría se ubica: Baja California Sur, Nuevo León, Baja California y Nayarit.

5. Entidades con bajos niveles de inconsistencias entre ambas fuentes de estimación de las remesas. En esta categoría se encuentran las 14 restantes.

Es relativamente sencillo explicar las diferencias en el caso de las categorías 2 y 4. En ambos casos, los problemas de subestimación y sobrestimación se deben quizá a los bajos montos de remesas que registran ambas fuentes para este tipo de entidades. En tal sentido, una pequeña variación en los montos absolutos debido a cualquier factor metodológico se presentará como una importante variación relativa. No obstante, queda claro que estas variaciones relativas en ningún caso son suficientes para explicar las diferencias absolutas en los montos globales que registran ambas fuentes estadísticas. Así mismo, aquellas entidades en donde las diferencias relativas no parecen ser de gran magnitud, tampoco parecen contribuir a explicar las diferencias en los montos globales.

Por el contrario, esta diferencia en el monto global habría que rastrearla considerando las entidades de la primera y tercera categorías. en este sentido, hay dos situaciones que llaman la atención. Por un lado, las inconsistencias en las estimaciones para el Distrito Federal y el Estado de México, y por otro, las inconsistencias en las estimaciones para Sonora y Chihuahua.

En el primer caso, la sobreestimación que hace el Banxico respecto de lo que reporta la ENIGH se explica por el hecho de que la zona metropolitana de la ciudad de México concentra gran parte de los intercambios financieros con el exterior. En este sentido, pudiera pensarse que, en este caso particular, el volumen de remesas reportado por el Banxico incluyera una serie de transferencias no familiares ni derivadas de la migración, y que por lo mismo no se perciben en encuestas de hogares. Sin embargo, aunque ello fuera cierto (y hay indicios que apuntan en tal dirección), cabe señalar también que esta sobrestimación de las remesas en ambas entidades ya se daba con anterioridad a los cambios en la metodología de Banxico,9 y que por lo mismo no son la base para explicar el inusitado incremento del volumen global de las remesas que reporta el Banxico a partir de 2001, y que se acentúa desde 2003.

En los casos de Sonora y Chihuahua, en cambio, la relación de sobrestimación es inversa, esto es, en términos proporcionales la ENIGH reporta una participación de estas entidades que es de entre cuatro y cinco veces superior a la que registra Banxico. Lo paradójico en ambos casos es que por su carácter fronterizo era de esperar que el banco reportara un mayor volumen de remesas, debido a la mayor facilidad para realizar las transferencias, así como a la mayor interacción de estas entidades con la economía del sur de Estados Unidos.

La subestimación que registra el Banxico se puede deber a que su metodología no permite captar de manera adecuada una serie de transferencias familiares que no pasan necesariamente por canales formales (bancos, empresas remesadoras, entre otras) pero que son muy características de las regiones fronterizas, y que se facilitan por la misma cercanía y vecindad.10 Estas transferencias, sin embargo, sí son debidamente captadas por las encuestas de hogares como la ENIGH, la que registra directamente las transferencias percibidas por el hogar, sin importar la forma o mecanismo en que se realizan.

Con estos dos ejemplos (sobrestimación en el Distrito Federal y el Estado de México, y subestimación en Sonora y Chihuahua), se ilustran algunos de los sesgos que conlleva la metodología usada por Banxico en su medición de las remesas, ante lo cual se sugiere que se exploren esquemas alternativos de medición de las remesas para su posible corrección.

No obstante, hay que ser claros y precisos al señalar que estas inconsistencias y sesgos metodológicos no son suficientes para explicar las divergencias en los niveles y tendencias registrados entre ambas fuentes de medición de las remesas. Por un lado, porque estas inconsistencias no son algo reciente, sino que ya estaban presentes desde antes del año 2000. Y por otro, porque en conjunto estas inconsistencias no son lo suficientemente voluminosas como para explicar la magnitud de las divergencias que se han reportado entre una y otra fuentes. Es decir, las inconsistencias existen, pero son muy menores en relación con el volumen y la magnitud de las diferencias en las estimaciones agregadas.

 

Hipótesis alternativas para explicar el crecimiento de las remesas

Respecto a lo anterior, sería conveniente analizar otras hipótesis que pudieran explicar el incremento del volumen de remesas. Una opción plausible es tomar en cuenta que las estimaciones de remesas que realiza el Banxico pudieran incluir otro tipo de transferencias. Sobre esto, tengo dos hipótesis.

Una primera hipótesis es considerar que probablemente, ante el desarrollo de una economía étnica11 orientada al mercado mexicano y latino en Estados Unidos, se hubiera generalizado una serie de transferencias de dinero generadas por micro, pequeñas y medianas empresas para proveerse de insumos para sus negocios (restaurantes, tiendas de ropa, entre otras).

Una segunda hipótesis es que dentro de las remesas se ocultaran diversas transferencias derivadas de actividades ilegales, como el narcotráfico.12

Respecto de ambas hipótesis (dinero de microempresarios, o dinero del narcotráfico), es interesante comprobar que no hay evidencia suficiente que las respalde. De ser ciertas, resulta paradójico que los micro y medianos empresarios sigan, al igual que los narcotraficantes, el mismo patrón remesador que los migrantes.

En primer lugar, de confirmarse estas hipótesis, debiera reflejarse de algún modo en las mismas estadísticas que reporta el Banxico, en relación con los medios utilizados, las frecuencias de los envíos y los montos promedio de cada transferencia. Sin embargo, como se ha mostrado previamente, desde mediados de los noventa hasta nuestros días, el monto promedio de las transferencias reportadas por el Banxico se ha mantenido más o menos estable y en torno a los 300 dólares por transferencia. Sin duda, tanto los micro y medianos empresarios, como las actividades ilegales movilizan cantidades de recursos muy superiores a lo que pueda transferir un migrante laboral de bajos ingresos en Estados Unidos, que es el perfil de la mayoría de los mexicanos residentes en ese país.

Algo similar se puede decir respecto de la frecuencia de los envíos y de los medios utilizados para realizar las transferencias. en el caso de la frecuencia, es curioso comprobar que la estacionalidad típica del envío de remesas (alta concentración de los envíos durante las fiestas de fin de año, a la vez que se reducen en los primeros meses de cada año) se ha mantenido también estable en la última década, al igual que los medios utilizados, en donde predominan las transferencias electrónicas, ya sea a través de empresas remesadoras, o de transferencias bancarias (Orozco, 2006).

En segundo lugar, es también curioso que la distribución territorial (entidades) de las remesas sigue más o menos el mismo patrón que la distribución territorial de la migración, la cual, no cabe duda, difiere sustancialmente de la distribución territorial de las actividades del narcotráfico. Como se ha señalado, 75 por ciento del incremento en el volumen global de las remesas se concentra en entidades que, o son de regiones con ya alta tradición migratoria, o se trata de entidades de reciente incorporación al flujo migratorio; fenómeno, este último, que ya ha sido documentado por otras fuentes e investigaciones. Así mismo, en entidades con mayor influencia del narcotráfico, como Sinaloa, Durango y de la franja fronteriza del norte, el Banxico reporta un volumen de remesas incluso inferior, proporcionalmente, al que se estima con base en fuentes alternativas, como la ENIGH.

Así mismo, en las entidades de la frontera norte, donde se esperaría mayor vinculación con la economía del sur de Estados Unidos, así como con la llamada economía étnica de origen latino y mexicano en ese país, el Banxico reporta, en cambio, una subestimación del volumen de remesas.

En otras palabras, de ser ciertas estas hipótesis alternativas, era de esperar entonces que ello se reflejara en una posible redistribución territorial de las remesas, en términos de una mayor participación relativa de entidades de la región norte del país (incluidas las de la frontera). Sin embargo, lo que el mismo Banxico reporta es que en esas entidades el crecimiento (absoluto y relativo) de las remesas es muy inferior al promedio nacional, o en algunas de ellas se da, incluso, una subestimación del volumen de las remesas en relación con lo que se estima con fuentes alternativas, como la ENIGH.

 

Debate y conclusiones

Con base en lo anterior, cabe preguntarse si realmente son creíbles las cifras que reporta el Banco de México. De ser cierto lo que esta prestigiosa y autónoma institución informa, entonces hay dos opciones: o antes de 2001 las remesas estaban mal medidas, o el error está en la metodología aplicada para las estimaciones de 2001 y años posteriores. En todo caso, lo que es evidente es que el cambio en las magnitudes reportadas, bajo ninguna opción se puede atribuir a cambios en el comportamiento remesador de los migrantes, a menos que se supongan cambios absurdos y sin ninguna lógica. Veamos esto con más detalle.

Si, en efecto, fueran correctas las cifras que ahora y antes de 2001 reporta el Banxico, se darían entonces comportamientos tan absurdos como el siguiente. De acuerdo con los datos oficiales, se tendría que, entre 1999 y 2001, los casi 8.15 millones de mexicanos que residían en ese período en Estados Unidos habrían enviado en promedio mil dólares cada uno, cifra muy similar a la que habrían enviado durante toda la década de los noventa.

Ahora bien, para que las cifras del Banco de México cuadren, debiera darse que, entre 2005 y 2006, los 10.85 millones de mexicanos que en esos años residían en Estados Unidos hubiera enviado cada uno alrededor de dos mil dólares al año, esto es, el doble de lo que enviaban tan sólo cinco años antes. En otras palabras, los ocho millones de mexicanos que en 2000 residían en Estados Unidos debieron haber cambiado, en tan sólo cinco años, radicalmente su comportamiento remesado y duplicar el volumen de dinero que por más de una década habrían estado acostumbrados a hacer cada año.

Pero no sólo eso, para ser consistentes con las cifras del Banxico, ese cambio en su comportamiento remesador debió darse sólo en el número de transacciones enviadas, no en el monto promedio de cada transacción, ello para que coincidan con los reportes que, respecto de estos indicadores, hace el Banxico. Es decir, que en resumidas cuentas cada migrante (desde los niños hasta los ancianos, hombres y mujeres por igual, en fin) debió en promedio haber duplicado el número de envíos que hace cotidianamente.

Así mismo, de ser cierta esta duplicación en el volumen enviado significaría que los migrantes en Estados Unidos están en tan buenas condiciones que incluso han duplicado su ingreso disponible, lo que les habría permitido duplicar el envío de remesas, o de haberse mantenido estables sus ingresos (que es lo que reporta prácticamente la totalidad de estudios al respecto), entonces debieron haber duplicado la proporción de sus ingresos que envían cotidianamente como remesas a sus familiares. En este caso, no cabe duda que su ingreso disponible se habría reducido de manera sustancial, lo que implicaría un claro proceso de empobrecimiento, más allá de las condiciones de precariedad que les caracterizan. Sin duda, los migrantes mexicanos sufren diversas condiciones de precariedad y vulnerabilidad social, lo que hace que muchos de ellos se ubiquen por debajo de la línea de pobreza en Estados Unidos. Ésta es una situación estructural que viene de hace décadas, la cual si bien no ha empeorado, tampoco ha mejorado significativamente (Canales, 2007).

Desde cualquier punto de vista, se trata sin duda de situaciones absurdas y reñidas con la más elemental lógica y racionalidad. Por lo mismo, la conclusión es única, y contundente. el problema está en la metodología utilizada por el Banxico para estimar el volumen de remesas. Lo que no parece ser tan simple de determinar es si el problema está en la metodología que se usaba hasta el año 2000, o si por el contrario está en la utilizada a partir de 2001 y modificada a partir de 2003.

En todo caso, se considera que las cifras que reporta el BEA parecen más confiables, pues su comportamiento y tendencia resultan ser más consistentes con los cambios y continuidades en el proceso migratorio mexicano. Por lo menos no se llega a situaciones tan absurdas como el caso de las reportadas por el Banxico.

Por un lado, el incremento en el volumen global de remesas reportado por el BEA en los últimos años es consistente tanto con el incremento en el stock de población mexicana residente en Estados Unidos estimados por la CPS, como con el incremento de hogares perceptores de remesas en México, así como con el incremento en el volumen de remesas que se puede estimar directamente en los hogares mexicanos a través de la ENIGH. Por otro lado, de acuerdo con las cifras que reporta el BEA, en los últimos años la estabilidad en el valor de la remesa per cápita enviada por la población mexicana residente en Estados Unidos es también muy consistente con la estabilidad observada en la remesa percibida por cada hogar en México.

En síntesis, se trata de un conjunto de comparaciones ante las cuales los reportes del Banxico sólo presentaban inconsistencias, mientras que los del BEA muestran una mayor consistencia. con base en estos datos, es que se puede afirmar que el problema probablemente se presente en la nueva metodología de estimación del Banxico. Por lo pronto, con la metodología usada con anterioridad a 2001, todas estas comparaciones arrojaban similares consistencias entre lo reportado por el Banxico y el Buró de Análisis Económico del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

 

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Notas

1 En algunos casos, según las necesidades de la investigación, también se incluye las jubilaciones pagadas a trabajadores migrantes que se retiraron a sus países de origen.

2 En particular, se suele suponer que ambos son familiares y que el envío tiene como finalidad contribuir a la manutención de quien lo recibe.

3 Comprende salarios y otros beneficios obtenidos por individuos en países diferentes a aquellos en los que residen, y pagados por residentes de esos países.

4 Comprende transferencias corrientes realizadas por migrantes desde países en los que son considerados como residentes, normalmente tras un año o más de estancia. Se considera que van destinadas a familiares.

5 Comprende las entradas y salidas de bienes y activos financieros como resultado directo del cambio de residencia de individuos de un país a otro.

6 Se cuenta con otras fuentes alternativas de medición de las remesas en México, como la EMIF y la ENADID de 1992 y 1997. Sin embargo, se trata de encuestas que enfrentan diversos sesgos metodológicos que subestiman los montos globales de remesas. Para más detalles sobre estas encuestas, así como de la metodología usada en la década de 1990 por el Banco de México, véase Zárate–Hoyos (2005:161–167).

7 En general, se suele aceptar que en las encuestas de hogares se da una subestimación del monto real de las remesas, ello derivado de que normalmente en las encuestas de hogares se subestima el volumen de ingresos que se perciben. Por lo mismo, lo relevante no es comparar las discrepancias en los volúmenes, sino las discrepancias en el comportamiento tendencial de las remesas que registran la ENIGH y el Banxico.

8 Las cifras sobre monto de las remesas y el volumen de transacciones se pueden obtener directamente de la página web del Banxico: www.banxico.org.mx.

9 En el año 2000, por ejemplo, la estimación que ofreció el Banco de México para el Distrito Federal era, en términos proporcionales, más de 10 veces superior a lo que para ese mismo año reportaba la ENIGH.

10 Así, por ejemplo, en las ciudades fronterizas son muchos los hogares que tienen familiares directos viviendo y/o trabajando en Estados Unidos, lo que facilita una serie de intercambios económicos y familiares de todo tipo, que en otras entidades y regiones del país se hacen mucho más difíciles y costosos.

11 Se trata del desarrollo y consolidación de micro, pequeños y medianos empresarios que ofrecen diversos productos de origen mexicano y que se orientan a satisfacer determinadas necesidades de consumo de la población mexicana residente en Estados Unidos. Para más detalles sobre este fenómeno, véase Valenzuela Camacho (2007).

12 Aunque no hay mucha evidencia respecto a ello, ésta es una tesis que suele manejarse en diversos medios de comunicación. Véase, por ejemplo, la columna de Jorge Fernández Meléndez en Milenio diario del 17 de junio de 2005, donde expone la tesis de que las cifras sobre remesas que reporta el Banco de México estarían encubriendo alguna forma de lavado de dinero del narcotráfico.

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