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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.4 n.2 Tijuana Jul./Dec. 2007

 

Artículos

 

Asociaciones políticas de inmigrantes peruanos y la "Lima Chica" en Santiago de Chile

 

José Carlos Luque Brazán*

 

* Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Fecha de recepción: 22 de agosto de 2006
Fecha de aceptación: 1 de abril de 2007

 

Resumen

El presente trabajo describe y examina la emergencia y desarrollo de tres asociaciones políticas de inmigrantes peruanos y su relación con el surgimiento de un "vecindario cultural", conocido por sus habitantes, la prensa chilena y algunos investigadores como la "Lima Chica", en Santiago de Chile. Nos referimos al Comité de Refugiados Peruanos en Chile, a la Asociación de Inmigrantes por la Integración Latinoamericana y del Caribe (APILA) y al Programa Andino para la Dignidad Humana (Proandes). Estos dos procesos son examinados bajo las categorías de ciudadanía y transnacionalismo. El período que se cubre es el de 1990–2006.

Palabras clave: asociaciones, ciudadanía, transnacionalismo, Perú, Chile.

 

Abstract

The present work describes and examines the emergency and development of three political associations of Peruvian immigrants and its relationship with the emergence of a "cultural neighborhood", known by its inhabitants, the chilean press and some investigators as "Lima Chica", in Santiago the Chile. We talked about to the Comité de Refugiados Peruanos en Chile, to the Asociación de Inmigrantes por la Integración Latinoamericana y del Caribe (APILA), and to the Programa Andino para la Dignidad Humana (Proandes). These two processes are examined under the categories citizenship and transnationalism, the period that covers is that of 1990–2006.

Keywords: associations, citizenship, transnationalism, Peru, Chile.

 

Introducción

En 2006 ocurrieron en diversas zonas del globo varias movilizaciones sociales en las que los inmigrantes fueron los protagonistas. En la primavera de ese año, más de tres millones de inmigrantes indocumentados se manifestaron en Estados Unidos en protesta por la aprobación del "Acta de Control para Protección Fronteriza, Antiterrorismo e Inmigración Ilegal". Las manifestaciones fueron las más grandes registradas en la historia de Los Ángeles (entre 650 mil y 700 mil participantes), Chicago (400 mil y 750 mil), Dallas (350 mil y 500 mil), Phoenix (100 mil y 250 mil) y San José (100 mil). Son las acciones colectivas en defensa de los derechos humanos más importantes desde la década de 1960 (Lomnitz, 2007). En París y Marsella, inmigrantes, profesores, asociaciones humanitarias, sindicalistas y la oposición política marcharon para exigir el retiro de la nueva ley migratoria francesa, aprobada por el hoy presidente de Francia, Nicolás Sarkozy (Avignolo, 2006). En Argentina, el 7 de abril de 2006 una multitudinaria marcha de inmigrantes bolivianos desfiló por las principales calles de Buenos Aires en protesta por las denigrantes condiciones de los trabajadores bolivianos en los talleres textiles ubicados en el barrio del Once (Stefanoni, 2006). Lo mismo que en Santiago de Chile, en donde un nutrido grupo de inmigrantes de origen andino (peruanos, bolivianos, ecuatorianos y colombianos) marcharon por el centro de Santiago de Chile en protesta por las difíciles condiciones de trabajo de las mujeres inmigrantes que se emplean en la capital chilena como "trabajadoras del hogar" (Luque, 2004). Un rasgo común de todas estas acciones políticas radicó en el hecho de que fueron impulsadas por asociaciones de migrantes y apuntaladas por otras asociaciones civiles del país de residencia.

En el contexto de la dimensión política de la migración, el presente trabajo describe y explica el papel de las asociaciones políticas de los inmigrantes peruanos y su vinculación con el surgimiento de un "vecindario cultural" de migrantes peruanos conocido como la "Lima Chica", durante el período 1990–2006. A continuación se exponen los elementos teóricos que dan sustento a este trabajo.

 

Transnacionalismo político y vecindarios transmigrantes

El transnacionalismo es una perspectiva teórica que se empezó a desarrollar en la década de los noventa con los trabajos de investigadores como Glick–Schiller, Bach y Szantón–Blanc en 1992 (Mendoza, 2003), quienes lo definen como el proceso por el que los inmigrantes desarrollan campos sociales que conectan su país de origen con su país de residencia. Los inmigrantes que desarrollan tales campos sociales son designados "transmigrantes". Los transmigrantes elaboran, activan y mantienen múltiples relaciones familiares, económicas, sociales, organizacionales, religiosas y políticas a través de las fronteras. Para ello utilizan redes sociales que los conectan con dos o más sociedades simultáneamente. Otros autores sostienen que la noción de transnacionalismo designa un área de investigación acotada y delimitada por "ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución" (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003:16); los principios básicos de esta noción son la regularidad de estos movimientos y la intensidad de los intercambios de distintos objetos y mercancías entre los inmigrantes y ciudadanos residentes en los países expulsores y receptores, lo que genera nuevas formas de transacciones culturales, económicas, sociales y políticas, y una multiplicidad de actividades que traspasan las fronteras nacionales (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003:18–19).

Sin embargo, tenemos varios problemas en estas definiciones de lo transnacional, ¿por qué? Primero, porque define como su eje de análisis las "actividades transnacionales", pero no explica cómo se producen. En segundo lugar, porque se enfocan en la regularidad de los movimientos que realizan los inmigrantes entre dos o más comunidades políticas, pero no explican los factores que producen y dan sentido a dichas actividades. Y se habla de remesas, viajes de negocios, actividades religiosas, cabildeos ante las autoridades de los estados de origen y de recepción, pero no se construyen argumentos que expliquen la producción de esas actividades.

Otra debilidad de los argumentos planteados en torno al transnacionalismo consiste en la ausencia de un dispositivo teórico que permita relacionar las actividades políticas de los inmigrantes con relación a los estados de residencia y de origen. En este sentido es útil la propuesta de Faist (1999), quien propone el concepto de espacios sociales transnacionales, entendidos como el resultado de combinaciones de vínculos sociales y simbólicos, redes de organizaciones y posiciones de redes y organizaciones que se encuentran ubicadas en dos lugares localizados en contextos geográficos y políticos distintos. Estos espacios pueden ser tipificados a partir de dos indicadores: la intensidad de las redes y el tiempo que llevan funcionando.

Otro elemento que se debe tener en cuenta en la construcción de la ciudadanía transnacional es su desarrollo en términos de una larga duración, los procesos históricos y sociales de su construcción en el ámbito nacional de origen y su posterior resocialización en el ámbito de recepción. Las instituciones "constructoras de nación y ciudadanía" y los Estados occidentales han usado distintas estrategias para alcanzar la meta de la integración lingüística y nacional. Entre ellas, tenemos las leyes de ciudadanía y naturalización, las leyes de educación, las leyes de lenguaje, las políticas respecto al servicio público de empleo, el servicio militar y los medios de comunicación nacionales.

Para algunos autores (Turner, 1993; Jelin, 1987; Luque, 2002), la ciudadanía es entendida no sólo como un campo procedimental e institucional, sino también como un espacio en constante redefinición y disputa que se construye desde dos sentidos: del Estado hacia la sociedad y de la sociedad al Estado, lo que permite ubicar a los sujetos excluidos de la ciudadanía en potenciales constructores de la misma. En este enfoque, el inmigrante tiene la posibilidad de convertirse en una "agencia" productora de ciudadanía que va a transformar su entorno político debido a su acción afirmativa y va a constituirse paulatinamente en "sujeto de derecho" o en "sujeto en busca de derechos y compromisos cívicos".

La ciudadanía transnacional es un espacio político, social, económico y cultural en constante conflicto entre los que son excluidos de los derechos y quienes, siendo incluidos, no desean perder sus privilegios; es así mismo una cultura política de largo aliento que compromete con derechos y deberes a individuos que tienen sus lealtades e intereses divididos en dos o más comunidades políticas y supone, en cierto sentido, la producción de una ciudadanía que va más allá de la esfera de un solo Estado–nación y que, si bien en muchos casos no es reconocida formalmente, sí es vivida e imaginada informalmente por los inmigrantes.

En esta dicotomía entre la experiencia vivida como ciudadano respecto a su comunidad política de origen y la experiencia de una ciudadanía informal en la comunidad política receptora, el inmigrante va a recurrir a sus redes sociopolíticas y culturales, basadas en la identificación familiar, étnica, regional, política, nacional y de género, que atraviesan las fronteras y les permiten a los extranjeros tener la posibilidad de generar mecanismos de resistencia y de inclusión frente al aislamiento político y su estatus legal inferior frente a los ciudadanos nativos, así como de no perder sus vínculos políticos con sus comunidades de origen.

Para el caso peruano, la mayoría de los estudios sobre el transnacionalismo han privilegiado una mirada culturalista y étnica de los procesos transnacionales (Ávila, 2003; Calderón, 2003; Tamango, 2003; Berg y Paerregaard, 2005), dejando de lado los procesos de construcción de ciudadanía, en tanto que Stefoni (2005) y Luque (2004) señalan la construcción de nuevos procesos de ciudadanía y el surgimiento de comunidades transnacionales de peruanos en Santiago de Chile. Así mismo, es importante destacar que los autores mencionados no toman en cuenta el contexto de violencia política que precedió y acompañó a la oleada migratoria peruana que ocurrió en el período 1990–2004, ni el hecho de que las constituciones peruanas de 1978 en adelante ampliaron los derechos políticos de los ciudadanos peruanos residentes en el extranjero. Todos estos antecedentes teóricos y empíricos son de utilidad para explicar el proceso de ciudadanización de los inmigrantes peruanos a través de sus asociaciones políticas en Santiago de Chile.

 

Migración y ciudad, transformaciones políticas y económicas

Santiago, ciudad capital de Chile, es el centro político, económico, cultural y social del país andino y, por ende, en ella se desarrolla un conjunto de procesos económicos, políticos y culturales que han transformado su rostro en los últimos 40 años. Entre éstos tenemos el intervencionismo estatal de la Unidad Popular (1970–1973), la extrema liberalización de mercados (de la dictadura militar en adelante) y la apertura democrática, que franqueó las puertas a los inmigrantes de origen andino desde los inicios de la década de los noventa.

Estos elementos han dado lugar a la construcción de una ciudad distinta, multicultural, en la que los inmigrantes peruanos han aparecido entre los actores que han contribuido a la transformación cultural de la capital chilena mediante la conformación de algunos vecindarios de inmigrantes en la zona centro (Estación Central, Independencia, Barrio Yungay), de los que destaca un lugar conocido por la prensa chilena y los vecinos como la "Lima Chica".

Un espacio urbano multicultural, caracterizado por ser un punto de encuentro de santiaguinos, peruanos, ecuatorianos, colombianos y bolivianos (sólo por mencionar algunas de las nacionalidades de sus habitantes), en donde se dan encuentro redes de apoyo de paisanos y productos étnicos como la comida peruana y la música, además de ser un punto de envío de remesas a todos los países del área andina y contar con un buen número de locales de internet y cabinas telefónicas internacionales, que permiten visualizarlo como un centro de conexión y de comunicación transnacional. En la Lima Chica de Santiago las actividades, las mercancías y los intereses políticos de los inmigrantes se relacionan con su comunidad de origen, y en esa relación construyen un vecindario a la imagen y semejanza de sus nostalgias e imaginarios nacionales. En los siguientes párrafos se describe esta configuración y su relación con el desarrollo de una concepción de ciudadanía que involucra a más de una comunidad política.

 

Santiago, una ciudad en transformación

Durante el gobierno de la Unidad Popular, uno de los principios que articularon a las políticas urbanas en Santiago de Chile fue el rol tan importante que asumió el Estado en su diseño y programación; sin embargo, dos años después del inicio de la dictadura militar (1975) se adoptaron una serie de políticas económicas basadas en las premisas de la escuela monetarista de Chicago y de algunos organismos multilaterales (fundamentalmente, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), que generaron un conjunto de quiebres y transformaciones que dieron lugar a una nueva fase de modernización capitalista en este país andino.

En aquellos años se dio inicio a una sostenida recuperación de los principales equilibrios macroeconómicos y la economía chilena tuvo un crecimiento sostenido del producto interno bruto (PIB) de 7 por ciento desde mediados de los ochenta hasta la llamada "crisis asiática" de 1998, que tuvo como consecuencias el declive del ritmo de crecimiento y de la tasa de inversión, el aumento de los niveles de desocupación y la primera campaña que señaló a los inmigrantes peruanos como "ilegales" y como un factor del desempleo de los chilenos, pues "venían a robarles el trabajo" (Stefoni, 2002:23; González, 2004).

Según algunos autores (Sabatini y Arenas, 2000; De Mattos, 2002), los cambios de la política económica durante la dictadura militar, y mantenidas en el marco de la globalización por los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, han materializado "otra ciudad", caracterizada por los espacios de borde,1 la polarización social y la segregación espacial basada en el ingreso y estatus social de los habitantes. Si bien la propuesta de los autores mencionados anteriormente es sugerente, tiene la limitación de circunscribir su explicación al ámbito económico de la globalización, descuidando las dimensiones culturales y políticas de la misma, las cuales se expresan en cuatro factores importantes que también han contribuido a transformar a Santiago de Chile: la migración internacional de ciudadanos de origen andino (principalmente peruanos), los flujos de información y datos de los medios electrónicos (Appadurai, 2001), la consolidación de la democracia chilena y el contexto peruano.

 

El contexto peruano: dictadura y reforma del Estado (1990–1992)

La inmigración peruana de fines de los años ochenta se debió fundamentalmente a los problemas económicos y políticos que padeció Perú al finalizar la década de los ochenta. La inflación alcanzaba la exorbitante suma de 7000 por ciento anual, la recaudación tributaria era de 4.7 por ciento del PIB y las acciones contrainsurgentes del Estado peruano e insurgentes del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y del Partido Comunista del Perú–Sendero Luminoso (SL) habían ocasionado más de 14 mil muertos y para 1994 más de 570 mil personas estaban en la condición de desplazados (Kahatt, 2002:455–456). El primer gobierno de Alan García dejó el país devastado y enfrentado a la más importante crisis política y económica del siglo XX.

Alberto Fujimori, sucesor de Alan García, dio un golpe de Estado en 1992. La dictadura que encabezó incrementó la represión a la oposición política, militarizó el país, inició una profunda fase de privatizaciones de las empresas estatales, implementó una serie de reformas en el Estado peruano (entre ellas, el cambio de la Constitución de 1979 por una nueva Carta Magna que redujo los derechos sociales y económicos –salud, vivienda y educación–) y dejó al gobierno peruano como un "promotor" de la ciudadanía pero sin un papel regulador y ejecutor real. Fujimori2 inició también una agresiva campaña con la finalidad de acabar con los grupos alzados en armas, además de acompañarla de la privatización de 187 empresas estatales (Aguilar, 2006), un proceso que concluyó en 1997 y generó una considerable pérdida de plazas de trabajo. La totalidad de los refugiados políticos peruanos entrevistados que llegaron a Chile después de abril de 1992 señalan que el golpe de Estado y las privatizaciones de las empresas estatales, junto con las reformas institucionales, originaron el inicio de su exilio y fueron las causas de la migración internacional peruana de los últimos 15 años.

 

El contexto chileno: dictadura, democracia y el nuevo rostro de Santiago de Chile (1990–2006)

El gobierno de la Unidad Popular terminó como consecuencia de un golpe de Estado que instaló en el poder a una dictadura militar que gobernó a Chile por 17 años (1973–1990). Una de las principales consecuencias de este proceso fue el exilio de cerca de un millón de ciudadanos y la prohibición de entrar al país a 260 mil chilenos (Acuña y Rebolledo, 1999). La política migratoria de esa dictadura militar estuvo enmarcada, en este sentido, por la lógica de la "Política de Seguridad Nacional": las fronteras se militarizaron y las relaciones políticas con los vecinos se endurecieron. En este contexto se promulgó el Decreto Ley 1094, del 19 de julio de 1975, y el Decreto Ley 597, en los que se reglamentaron las normas sobre la inmigración en Chile, las cuales siguen vigentes en la actualidad.

Durante la dictadura militar, los principios que modelaron a Santiago de Chile fueron los de liberalización y desregulación del suelo urbano (Plan Regulador Intercomunal–Decreto Supremo 420, en 1979). Estos mismos principios continuaron durante la transición y consolidación democrática y tuvieron como consecuencia la expansión del suelo urbanizado, el despoblamiento de las áreas centrales y pericentrales y un notorio aumento de población en las comunas periféricas de la ciudad.

De las 22 comunas del centro de Santiago, sólo dos: Providencia (7.8%) y Renca (0.6%) tuvieron un crecimiento positivo en su tasa demográfica, mientras que el resto tuvo tasas de crecimiento negativas; por ejemplo, Santiago Centro (–10.8%), Recoleta (–14.7%), Independencia (16.4%) y Estación Central (–7.0%). En oposición, las comunas de borde tuvieron tasas positivas; entre ellas, Quilicura (207.7%), Maipú (80.7%) y Puente Alto (96.7%). Esto se explica por los siguientes factores: las migraciones intraurbanas, la menor importancia económica y política del centro de Santiago, y un marcado y efectivo marketing inmobiliario que logró "la redistribución de la población en áreas de borde, hechos posibilitados por la mejora vial y el aumento de la tasa de motorización a causa del incremento del ingreso per cápita" (De Mattos, 2002:18). Ello se refleja en la continua pérdida de población de Santiago–Centro: "Entre 1940 y 2002, mientras la población total de la ciudad crecía en alrededor de un 470% [...] la población residente de la comuna central de Santiago decrecía prácticamente en un 54%" (Fuentes y Sierralta, 2004).

 

La nueva migración peruana en Chile

La migración contemporánea peruana hacia Chile es parte de una de las tres corrientes migratorias que ha tenido Chile en los últimos 160 años. La primera corriente se inició con la ley de migraciones que se dictó en 1850 y continuó (hasta la tercera década del siglo XX) con la llegada de refugiados republicanos españoles. El propósito de esa ley fue traer población de origen europeo (españoles, italianos, suizos y yugoslavos) y asiático (chinos). La segunda corriente migratoria se inició después del golpe de Estado de 1973 y significó el exilio de millones de chilenos, producto de la persecución política implantada por el régimen pinochetista. La tercera se da con la vuelta a la democracia en Chile y el desarrollo económico que experimentó en la década de los noventa. Su principal característica fue que la mayoría de los inmigrantes provienen de los países del área sudamericana. El crecimiento económico y la estabilidad política y social fueron factores importantes para atraer a esa migración (Stefoni, 2001:7).

Los cambios en la migración peruana en Chile son impresionantes. El censo de 1982 contó 4 308 individuos de origen peruano; sin embargo, 20 años más tarde, el censo de 2002 dio una cifra de 39 084 personas, lo que significó un aumento de más de 900 por ciento de la población peruana. Desde 1996 en adelante, la inmigración peruana tuvo un crecimiento sostenido. Según los datos del informe "Perú: Estadísticas de la Migración Internacional de Peruanos: 1990–2005", 1 665 850 peruanos migraron a diversos países del mundo, y Chile fue el cuarto país de destino, con 174 460 peruanos (10.4%) en dicho período. Sin embargo, la migración peruana a Chile, y específicamente a su capital, Santiago, es un proceso peculiar y que vale la pena relevar por dos motivos: primero, por contar con una importante capacidad asociativa, y en segundo lugar, por haber transformado vecindarios chilenos en vecindarios multiculturales, en donde la presencia extranjera y en especial la peruana han creado una formación urbana inédita en la historia de la capital chilena.

 

La migración política peruana en Santiago de Chile

La migración peruana ha sido un espejo de los conflictos políticos y de las reformas del Estado peruano en las últimas dos décadas. Los refugiados que llegaron a Santiago de Chile entre diciembre de 1990 y diciembre de 1995 lo hicieron por las siguientes razones: 1) el quiebre de la democracia y el aumento de la violencia política en el Perú, 2) el retorno a la democracia en Chile, 3) los lazos que tenían con algunas organizaciones políticas y de derechos humanos en Chile y 4) la presencia de una oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que se encontraba en Santiago trabajando activamente en el programa de retorno de los exiliados chilenos.

Un punto central en esta argumentación fue el golpe de Estado de abril de 1992, que para muchos ciudadanos peruanos significó el inicio de una persecución por agentes del gobierno y que influyó determinantemente en su exilio en Chile o en otros países del mundo. Ello se refleja en la narración de Raúl, refugiado político de 46 años: "Cuando da el golpe Fujimori, después, a los meses siguientes al golpe (...), van a buscarme a mí, pero no me encuentran en esa casa (...); era mejor venirse a Chile donde tenía muchos amigos chilenos, y tenía además algunos amigos, compañeros peruanos que estaban acá refugiados". Jorge, otro refugiado, confirma esta percepción: "El autogolpe fue el 5 de abril, y yo estuve desde marzo, abril, mayo; a fines de mayo me vine. Durante todo ese tiempo estuve escribiendo, y supuestamente era peligroso por el hecho de que escribía".

El arribo a Santiago de Chile para los refugiados no fue fácil. Si bien existían lazos débiles (Granovetter, 1973) que les permitieron establecer los primeros vínculos con amigos y organizaciones políticas, como el Partido Comunista Chileno o la Izquierda Cristiana, es importante destacar que tanto el Estado chileno como las organizaciones civiles de derechos humanos en Chile no estaban preparadas en términos jurídicos ni institucionales para recibir a los refugiados. Ello se muestra en el relato de Raúl:

El Estado chileno no tenía los mecanismos para poder generar los soportes para un respaldo a refugiados que podían venir de América Latina; en este caso de los peruanos, no lo tenía (...) y por eso que fue directamente una relación con ellos, con ACNUR, y a través del Incami para el apoyo, en este caso asistencial. Porque el Estado chileno a lo más te otorgaba la alimentación, no tenía los otros resortes, ni siquiera para efectos de poder protegerte si el gobierno peruano te hubiera pedido en extradición.

La llegada de los refugiados peruanos durante el período que comprende el presente trabajo fue resuelta por el Estado chileno mediante tres mecanismos: en primer lugar, legalizando la situación migratoria de los refugiados en Chile; en segundo, delegando las responsabilidades de la inserción y manutención de los refugiados a las oficinas del ACNUR, a través del convenio con el Instituto Católico de Migraciones (Incami), de atención al refugiado, y en tercero, generando espacios de financiamiento de actividades de participación en la sociedad civil chilena por medio de la División de Organizaciones Sociales (DOS) del Ministerio de Planificación de Chile.

 

El Instituto Católico de Migraciones y las asociaciones políticas peruanas

En 1992, la oficina del ACNUR en Santiago y el Incami firmaron un acuerdo para atender a la población de refugiados en Chile, lo que permitió vincular a la Parroquia Italiana con la población refugiada y con los inmigrantes no políticos que ya empezaban a llegar a Chile. La Orden Scalabrina, que administraba al Incami, era responsable de la Parroquia Italiana; ello le imprimió un sello pastoral al tratamiento de la problemática de los refugiados.

En 1994 se creó la primera asociación de refugiados peruanos: Los Amigos de la Vida, bajo los auspicios del Incami y la Parroquia Italiana de Santiago de Chile. Sin embargo, cuando las autoridades parroquiales perciben su perfil político, apartan de dicha organización a los miembros fundadores (refugiados políticos) y la rebautizan con el nombre de Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima, dejándola solamente vinculada con las expresiones católicas de los inmigrantes peruanos. Esto es relatado por Jorge, refugiado de 52 años, originario de La Libertad y exiliado desde 1992:

Cuando llegué aquí había una orfandad de organizaciones. Entonces, vimos que era necesario hacer algo juntos, y se propuso la formación de una comunidad cristiana, y ahí en el Incami se gestó la comunidad cristiana "Amigos de la Vida", en el invierno del 93 (...) por malos entendidos con la Parroquia Italiana no duró mucho y además que fue muy manipulada por el Instituto Católico de Migración, los curas querían tener todo el poder, mantener a la gente controlada y no dejar que la gente se organice.

En dicha parroquia surgieron las organizaciones religiosas de inmigrantes con mayor presencia simbólica para los peruanos durante la década de los noventa: la Hermandad del Señor de los Milagros y la Comunidad Peruana Santa Rosa de Lima. Así mismo, se convirtió en el centro de las celebraciones cívicas patrias de los inmigrantes peruanos, legitimada desde entonces por la Embajada Peruana en Chile. El Incami pasó a administrar desde 1996 los programas del ACNUR para los refugiados políticos, y con la creación de las "Jornadas Migratorias", desde 1994, se constituyó en el principal foro sobre la problemática migratoria en Chile, en donde han participado inmigrantes, refugiados, académicos, parlamentarios, funcionarios de alto rango del Estado chileno, diplomáticos peruanos y autoridades religiosas de alto nivel, en tanto que las organizaciones políticas de inmigrantes peruanos fueron excluidas.

 

La incursión peruana en la sociedad civil chilena: 1995–1999

Durante 1995 los refugiados buscan organizarse fuera de los ámbitos de influencia del Incami, y lo hacen desde el plano de la sociedad civil; surgen así nuevas asociaciones de refugiados políticos, como el Comité de Refugiados Políticos Peruanos en Chile,3 la Casa Andina de Solidaridad y la Asociación de Inmigrantes por la Integración Latinoamericana y del Caribe (APILA). En general eran pequeñas, pero con sólidos vínculos con organizaciones de derechos humanos de la sociedad civil chilena, como el Comité de Derechos del Pueblo (Codepu) y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC).

En 1996 surgió la Casa Andina de Solidaridad, creada por inmigrantes y refugiados peruanos, quienes junto con el Comité de Refugiados Peruanos en Chile emprendieron una serie de actividades para denunciar el carácter autoritario del régimen fujimorista, convocando a marchas y concentraciones frente a la embajada peruana en Santiago. Sin embargo, el secuestro de la Embajada de Japón en Lima, en diciembre de 1996, llevado a cabo por miembros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), dinamizó las actividades de la Casa Andina de Solidaridad y de otros refugiados políticos en Santiago de Chile, además de contar con el apoyo de diversos actores estudiantiles y de la izquierda chilena.

Durante los cuatro meses que duró el secuestro de la Embajada de Japón en Lima, se organizaron en Santiago de Chile por lo menos 12 actividades de apoyo a dicha acción, entre las que se cuentan cinco marchas a la Embajada del Perú en Santiago, tres foros de discusión en la Universidad de Chile y dos en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Chile (UMCE).

El 23 de abril de 1997, un día después de la acción militar de las fuerzas de seguridad peruanas que rescataron a los rehenes de la Embajada de Japón en Lima, se concentraron frente a la Embajada del Perú en Santiago alrededor de tres mil manifestantes, los cuales denunciaron el asesinato de miembros del MRTA por parte de militares peruanos.4

La Casa Andina de Solidaridad dejó de funcionar a los pocos meses y algunos de sus integrantes formaron dos nuevas organizaciones: el Movimiento 22 de Abril, en memoria de la toma de la embajada japonesa, y el Programa Andino para la Dignidad Humana (Proandes). La primera agrupación realizó algunas actividades, la principal de ellas el homenaje anual en las instalaciones de la Central Unitaria de los Trabajadores de Chile (CUT) a lo que ellos denominaban sus "caídos" en la acción de la Embajada de Japón en Lima.5 En tanto, Proandes se dedicó a trabajar en la promoción de los derechos sociales y económicos de los inmigrantes en Chile.

En un balance del período 1992 a 1999, los refugiados peruanos realizaron una serie de actividades públicas que se enfocaron en denunciar la situación política en el Perú y las violaciones a los derechos humanos realizadas por el régimen fujimorista; sin embargo, su impacto fue reducido y quedó circunscrito al ámbito de las organizaciones de derechos humanos chilenas y de las organizaciones políticas de izquierda extraparlamentaria, como el Partido Comunista de Chile, la Izquierda Cristiana y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Luque, 2004).

Las actividades de las asociaciones políticas impulsadas por los refugiados peruanos en Chile se puede rastrear en la prensa electrónica y escrita chilena; no obstante, sus características sociales y económicas sólo son entregadas en detalle por el informe "Refugiados en Chile", publicado por Claudia Avendaño (1999) en la revista Migrantes del Incami, en donde se describe detalladamente a la población refugiada. Señala, por ejemplo, que para esa fecha residían en Chile un total de 271 refugiados, los cuales eran atendidos por un convenio con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). De ese total, 205 eran de nacionalidad peruana6 (la mayoría), seguidos por los cubanos y los colombianos. Del total de refugiados peruanos, 15 por ciento contaba con estudios superiores y 79.7 por ciento tenía estudios de preparatoria concluidos.

Otro conjunto de datos importantes que entregó el informe de Avendaño fueron los indicadores de salud, trabajo y vivienda de la población refugiada. En cuanto al trabajo, 32 de ellos eran obreros, 20 trabajaban como empleadas domésticas y solamente 21 laboraban como profesionales, siendo la tasa de desempleo de 15.35 por ciento. En el área de salud, 73 refugiados no contaban con ningún servicio de salud, mientras que 88 contaban con la tarjeta de gratuidad, en tanto sólo 71 se encontraban insertos en los sistemas de salud privados y públicos. En cuanto a la vivienda, 52.1 por ciento (61 casos) rentaban solamente habitaciones en las que se ubicaba el grupo familiar y 38.2 por ciento (47 casos) rentaban casas o departamentos ubicados tanto en la periferia como en el centro de la ciudad.

Por otra parte, los datos expuestos por el informe de Avendaño nos hablan de una población que atravesaba por importantes exclusiones económicas y sociales en Chile. A continuación se describe el desarrollo casi paralelo de la migración no política peruana y el surgimiento del vecindario cultural de los migrantes peruanos conocido como la "Lima Chica", con el propósito de conectarlo con los acontecimientos que se inician en el 2000 y que afectaron profundamente a las asociaciones políticas peruanas en Santiago de Chile.7

 

La migración no política y el surgimiento de la Lima Chica en Santiago de Chile

Entre los años 1990 y 1995 era inusual ver a inmigrantes peruanos de origen andino en las calles del centro de Santiago; no había locales comerciales, restaurantes, ni oficinas de envió de remesas al Perú pertenecientes a inmigrantes de dicha nacionalidad, y tampoco se daban concentraciones de ciudadanos de esa nacionalidad en las calles adyacentes a la Plaza de Armas. Daniel, microempresario originario de El Callao de 38 años, dueño de un negocio de productos peruanos que llegó en 1992, narra ese transcurso: "En esos años era muy difícil ver un peruano en la calle (...) en ese entonces alquilaba en una residencial un cuarto, que me salía en diez mil pesos de la época, vivía solo, y estaba ubicado acá, en San Pablo con Teatinos".

El entrevistado señala con claridad la situación previa a 1995. No existía una presencia importante de inmigrantes peruanos. Sin embargo, ya tenemos diversos elementos que sugieren una cierta explicación de su posterior desarrollo: un área urbana con un índice negativo de crecimiento demográfico, hospedajes de bajo costo, transporte económico, la apertura democrática de Chile, la situación de inestabilidad política y económica peruana, además de la existencia de una agresiva campaña del gobierno chileno para resaltar su estabilidad política y su desarrollo económico.

Una de las consecuencias más importantes de la apertura democrática con relación a la movilidad de personas hacia Chile fue el retiro en 1993 de las trabas para el ingreso de ciudadanos de los países vecinos, mediante la Ley 19273, que derogó las disposiciones de entradas y salidas a los residentes extranjeros en territorio chileno; la Ley 19581, que creó una categoría de ingreso para habitantes de zonas fronterizas; el Decreto Supremo 35553, que introdujo modificaciones relativas a la residencia definitiva y a los trámites que se debían realizar en extranjería, y por último, el Decreto 2910, que permite a los extranjeros obtener un permiso de trabajo mientras se tramita su residencia temporal en Chile (Stefoni, 2002:8).

Estas modificaciones permitieron a muchos peruanos ingresar a Chile en calidad de turistas, y con ello, una vez en Santiago de Chile, buscar trabajo. José, limeño de 34 años, inmigrante económico desde 1997, nos da cuenta de esta situación:

Llegar a Santiago fue fácil pero agotador; sólo tuve que tomar los Buses Ormeño en Lima, y después de casi dos días ya estaba en Chile. En el control fronterizo de Chacalluta los chilenos me dieron entrada como turista por noventa días. Me bajé medio perdido en Estación Central, y al toque me encontré con mi primo Alejandro. Él me consiguió trabajo en la construcción, y después pude cambiar los papeles con la ayuda del abogado del Comité de los Refugiados.

Muchos de los inmigrantes no políticos peruanos fueron producto de la combinación de reformas, privatizaciones y flexibilización laboral que se dieron entre 1993 y 1998, impulsadas por el régimen fujimorista (González, 2005:49). La crisis de la economía peruana de 1998 coincide con el aumento de la migración peruana a Chile. El siguiente cuadro nos muestra esa relación:

Los cambios en la estructura económica peruana incrementaron la desigualdad y la pobreza, los niveles de los sueldos y salarios se redujeron de manera alarmante, las remuneraciones en el sector público en los últimos 40 años "se han reducido a un octavo, y las del sector privado se han reducido a una tercera parte" (González, 2005:58). Mientras que los salarios y remuneraciones se han reducido, las ganancias de las empresas se han elevado al 7/10 del ingreso nacional (medición del Banco Central del Perú de 1996). Ante este escenario de degradación del empleo y de los salarios, a muchos peruanos y peruanas no les quedó otra opción que mirar en la migración una solución a su exclusión económica, y decidieron avecindarse en Santiago, estableciendo su punto de encuentro en los alrededores de la Plaza de Armas de Santiago de Chile, en donde intercambiaban información sobre trabajos, procesos de legalización, recursos étnicos y culturales como sus redes sociales, comidas y formas de diversión.

El Censo Nacional de Chile de 2002 fue un excelente instrumento para comprobar la anterior información, el lugar de residencia de los inmigrantes peruanos, así como su número. Esta encuesta nacional estableció que, de los 184 464 extranjeros que residen en Chile, 39 0848 eran de origen peruano, que representaban la segunda mayoría, después de los argentinos. Así mismo, un total de 27 736 peruanos residen en Santiago, y 9 958 se concentraban en cuatro comunas del centro: Santiago Centro, Recoleta, Estación Central e Independencia.

En la primera parte del presente artículo mencionamos las causas del despoblamiento de la zona central de Santiago. Las cuatro comunas de la Región Metropolitana de Chile: Santiago, Recoleta, Independencia y Estación Central, en donde existe una concentración de población peruana con una paridad en la cantidad de hombres y mujeres, coincide a su vez con las comunas que tienen un mayor índice de decrecimiento demográfico: Santiago Centro (–10.8%), Recoleta (–14.7%), Independencia (–16.4%) y Estación Central (–7.0%). Esta coincidencia nos permite argumentar que los inmigrantes peruanos y andinos van a ocupar espacios urbanos que no son valorados por los santiaguinos.

Por otra parte, la mayoritaria presencia femenina en las comunas (Las Condes, Lo Barnechea y Providencia) obedece a que muchas de las inmigrantes peruanas trabajaban como empleadas domésticas en hogares chilenos. De las 15 441 peruanas residentes en Santiago de Chile, según el censo de 2002, que laboraban en el área metropolitana, 71.5 por ciento (11 043) lo hacía en dicha actividad. En el trabajo de campo realizado entre noviembre de 2003 y agosto de 20059 se determinó que existían 108 comercios pertenecientes a migrantes peruanos en las cercanías de la Plaza de Armas, los cuales se dedicaban a los rubros de internet y telefonía, comida, abarrotes, verduras, envío de dinero, discotecas o locales de baile y pensiones u hostales (Luque, 2004).

Por otra parte, los comercios "culturales", como los restaurantes de comida peruana y los lugares de baile, se transformaron en puntos de encuentro y convivencia que les permitían a los inmigrantes peruanos enfrentar las duras condiciones laborales y de discriminación en Santiago. El surgimiento de un "vecindario cultural" de migrantes andinos, y en especial de peruanos, es la razón por la que ellos pasan los fines de semana en el centro de Santiago.

La ocupación pública que hicieron los inmigrantes peruanos de las calles adyacentes a la Plaza de Armas motivó a una parte de la prensa y ciudadanía chilena a lanzar una campaña discriminatoria en contra de los inmigrantes peruanos.

Un estudio hecho con 83 artículos informativos y de opinión y con reportajes publicados en los diarios El Mercurio y La Tercera entre el primero de enero del 2000 y el 31 de diciembre de 2003 arrojó que 97 por ciento de esos textos expresaba una opinión negativa acerca de las migraciones bolivianas y peruanas a Chile (Fernández, 2005:11). Por otra parte, un grupo de 350 propietarios de tiendas y residentes de apartamentos de la calle Catedral de nacionalidad chilena mandaron al entonces alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, una carta con el siguiente contenido:

...demandamos que sean tomadas medidas para proteger a nuestras familias, nuestra economía y nuestra cultura. Las hordas de PERUANOS que se enjambran por estas calles son responsables del vandalismo, la falta de cultura y los negocio sombríos (...) esto ha llegado a ser un foco de suciedad y vagancia, de prostitución, tráfico de drogas... (Ortega, 2001:8).

Pese al creciente rechazo de los chilenos vecinos y residentes de la Lima Chica, los empresarios peruanos continuaron instalando sus negocios "peruanos", con comida típica, centros telefónicos, locales de internet, discotecas, pensiones y hoteles de bajo costo en el centro de Santiago.

Los elementos mencionados son coincidentes con un interesante artículo sobre el desarrollo de un enclave económico étnico de inmigrantes cubanos en Miami (Portes y Jesen, 1992), en el que los autores llegan a la conclusión de que no hay una relación exclusiva entre el lugar de residencia de los inmigrantes cubanos en Miami y el enclave, y que tampoco existía una relación simbiótica entre los empresarios y los trabajadores cubanos, sino que la clave del desarrollo del enclave económico dependió de la concentración de empresas étnicas de los inmigrantes cubanos en un área determinada. Sin embargo, Portes y Jesen no tomaron en cuenta dos elementos importantes en el caso cubano: la existencia de una élite política de refugiados y exiliados cubanos en Miami y el surgimiento de diversas esferas públicas en donde los cubanos ejercieron sus demandas políticas y su ciudadanía en Estados Unidos.

En el caso de la Lima Chica, la concentración de tales empresas permitió la constitución de un espacio público inmigrante y el desarrollo de una élite autónoma y con recursos propios que fue capaz de desarrollar una "opinión política" de lo chileno y lo peruano. En este sentido, se puede entender a la Lima Chica como un espacio social y político transnacional, con redes fuertes y de larga duración, que los inmigrantes peruanos emplean con la finalidad de asegurar su reproducción material y la de su cultura y autonomía política. Es ahí donde la cultura peruana, entendida como pautas de significados, constituye una dimensión fundamental del territorio, porque la apropiación del espacio no sólo tiene un carácter instrumental sino también simbólico (Giménez, 2001:5).

Desde esta perspectiva, el concepto de enclave económico no da cuenta de los múltiples intercambios culturales, políticos y sociales que tienen las comunidades inmigrantes con otras comunidades extranjeras y con la sociedad receptora, ya que construye una mirada cerrada de las comunidades migrantes transnacionales con relación a las sociedades receptoras. En este sentido, el concepto de vecindario cultural, propuesto por Appadurai (2001:195), permite visualizar la situación relacional de los vecindarios migrantes respecto a otros vecindarios chilenos, en una relación de otredad; pero también los sitúa como una "agencia" productora de contextos locales y de colonización de ciertos espacios urbanos. Esto ocurrió en 1998 y 1999, cuando las asociaciones de refugiados peruanos se interesaron por las condiciones de vida de los inmigrantes económicos y por los fuertes procesos de discriminación que éstos enfrentaban en el centro de Santiago por parte de diversos ciudadanos, medios de comunicación y autoridades.

El Comité de Refugiados Peruanos en Chile ubicó un consultorio jurídico en la Plaza de Armas de Santiago con la finalidad de asesorar legalmente a los inmigrantes que tenían problemas en ese ámbito. Por otra parte, APILA implementó una bolsa de trabajo y de asesoría legal, mientras que Proandes abrió una bolsa de trabajo y se conectó con otras organizaciones de la sociedad civil chilena para ofrecer asesoría legal y acceso a programas de salud para mujeres inmigrantes. La Parroquia Italiana, patrocinada por el Incami, abrió una bolsa de trabajo para mujeres, y por otro lado, un pastor evangélico peruano organizó un programa de asistencia para los inmigrantes peruanos indigentes en el centro de Santiago, que incluyó una casa de acogida y un pequeño comedor.

Se desarrolló una fuerte competencia entre las asociaciones de refugiados peruanos y las del Instituto Católico de Migraciones (Incami), institución que trabajaba muy cercanamente con los representantes diplomáticos del régimen fujimorista en Santiago de Chile.

 

La transición política peruana y las asociaciones de migrantes peruanos

En el 2000 el contexto político peruano empezó a variar; el régimen fujimorista comienza a debilitarse, y durante el proceso electoral de abril sufre un fuerte revés, ya que en la primera vuelta, pese a contar con todo el aparato del Estado, no alcanzó a obtener 50 por ciento de los votos más uno para vencer de manera definitiva al candidato opositor, Alejandro Toledo. El resultado final quedó en 49.87 por ciento para Fujimori y 40.24 por ciento para Toledo. En la segunda vuelta Fujimori compitió solo, debido a que Toledo se retiró señalando la falta de garantías. ¿Pero qué pasa en Santiago de Chile con las asociaciones políticas peruanas?

La transición política peruana abrió un nuevo capítulo en la historia de la inmigración peruana en Chile. La caída del régimen fujimorista a fines de 2000 configuró de manera distinta las relaciones entre las asociaciones políticas peruanas en Chile y la visión que tenían los activistas acerca de su relación política con el Perú y sus representantes diplomáticos en Chile. Esto se aprecia claramente en el relato de Carolina, una importante activista peruana:

Yo no he votado aquí en ninguna elección que ha habido, y no lo he hecho porque no me he inscrito en el Consulado peruano, porque hasta este año que recién ha cambiado el gobierno yo no reconocía al Estado o al gobierno que teníamos en el Perú. Yo creo que ahora lo voy a hacer, ahora que hay una transición lo voy a hacer y voy a seguir participando de mis derechos como ciudadano. No lo he hecho por esos motivos, yo creo que está bien que uno tiene que acceder y cumplir con eso y poder también elegir a quienes nos representan.

En este sentido, es importante destacar la importancia de la extensión de los derechos políticos a los inmigrantes peruanos que se cristalizó con la Constitución peruana de 1979 (Luque, 2002). Sin las prácticas ciudadanas de votar en las elecciones peruanas en Santiago de Chile y los intensos debates políticos preelectorales, la Lima Chica no se hubiera politizado, ni se hubiera convertido en un gran espacio público en donde los inmigrantes expresaron sus opiniones políticas antes y después de votar durante este proceso de transición.

Otro punto importante fue la socialización política previa de los activistas peruanos. En su proceso de socialización política confluyeron diversos agentes, entre los que destacan la familia, el tipo de escuela a la que asistió, el nivel socioeconómico, el medio rural o urbano, la escolaridad, el grupo de pares, la organización política y el nivel de información (Tapia, 2003). Muchos de los entrevistados se formaron en partidos políticos de la izquierda peruana y otros en sindicatos y en sus asociaciones vecinales. Jorge nos describe ese proceso:

Recuerdo mucho cuando empezamos a construir la casa de un vecino. Las mujeres amasaron el barro para hacer los adobes y los hombres traíamos las vigas para armar el techo, paja de caña, lo que allá se llama 'fajina', y armábamos el techo, y los chiquillos y las otras mujeres hacían limonada. O sea, es un trabajo comunal. Eso para mí es la mayor organización de un pueblo.

Todos estos elementos proporcionaron al inmigrante la información y las orientaciones afectivas o valorativas del inmigrante respecto a su sociedad de origen y al sistema político en específico. Esto lo vemos en el relato de Humberto, un activista perteneciente a una de las tres asociaciones seleccionadas para el presente trabajo:

...el lenguaje de la política o de los procesos estaba marcado directamente con la pertenencia al ideario aprista (...), el sentido de la política estaba metido en la familia, luego, ya viene un proceso mío de enraizarme en un proyecto (...) y eso tiene que ver desde mis primeros pasos en la Iglesia, en los movimientos sociales de base. A partir de los 14 años, exactamente, me incorporo a ellos y soy parte también; además de eso, a los pocos meses de integrarme me incorporo también a un proyecto político. Y en ese sentido la relación de la Iglesia y el proceso de incorporación al partido me genera un nivel de formación, además muy estructurada.

El peso de la socialización política previa es vital para entender la construcción del sentido de lo ciudadano que hace el inmigrante, fruto de una adaptación activa de los inmigrantes a su nueva realidad chilena. José, refugiado peruano, nos señala este proceso:

Acá venden música pirata, pero los valses, huaynos, la música chicha peruana... entonces, después vino la policía; le querían quitar la mercancía. Las mujeres que venden comida al paso se fueron contra ellos; hubo una pelea. Las mujeres se subieron a la cabeza de los policías; o sea, los jalaron del pelo hasta que uno de ellos soltó una bomba lacrimógena. Ya como lo van sufriendo están reclamando; ya no se dejan un poco pisotear. Yo creo que es más parte de una adaptación de ver que los están postergando, que le están tomando el pelo, que lo que los otros dicen él tiene que hacer. Entonces, poco a poco va viendo cuáles son sus derechos y cuáles son sus deberes.

 

Conclusiones

Los resultados de las elecciones presidenciales de los años 2000, 2001 y 2006 en el Perú y la consolidación democrática de este país, generaron varios cambios en la relación de las asociaciones políticas peruanas en Chile. Por ejemplo, nacieron nuevas organizaciones de inmigrantes peruanos, como la Asociación de Residentes Peruanos en Chile (APECH), constituida por inmigrantes económicos y algunos refugiados políticos, bajo el patrocinio del Consulado peruano, en donde además se creó el Foro de Organizaciones Peruanas en Chile. Por otra parte, la relación que tenían el Incami y la Parroquia Italiana con el Consulado peruano se terminó.

Para 2005 el Proandes ya era la asociación de inmigrantes peruanos con mayor influencia en las instituciones oficiales peruanas en Santiago de Chile; su relación con el Consulado era muy estrecha y sus miembros ocupaban regularmente las instalaciones de dicha representación diplomática. Dejaron de trabajar regularmente en el centro de Santiago, privilegiando una articulación de mayor carácter institucional con el Instituto de la Mujer, la Unifem y el Consulado peruano; incluso, algunos de sus dirigentes, que antaño resaltaban su condición de refugiados, pasaron a identificarse como "inmigrantes". Así mismo, en 2005 se integraron al Observatorio Control Interamericano de los Derechos de las y los Migrantes, con sede en Santiago de Chile.

Los dirigentes del Proandes establecieron sólidas relaciones con el Consulado peruano, las autoridades chilenas y organizaciones civiles como la Fundación Ford,10 y así lograron una importante proyección regional e internacional. Una de sus principales activistas, Carolina Huatay, participó en los siguientes eventos: el Primer Foro Social de las Migraciones en Porto Alegre–Brasil (2005), el Foro Social Mundial de la India (2006) y el Tercer Encuentro de Migraciones: Integración Regional y Responsabilidad de los Estados, organizado por la Corporación Ayun y la División de Organizaciones (DOS) del gobierno chileno, realizado en diciembre de 2006 en Santiago de Chile.11

Por otra parte, APILA y el Comité de Refugiados desarrollaron un trabajo más centrado en la Lima Chica; además, una de sus preocupaciones fundamentales fue mantener una distancia política de los intereses del cónsul peruano en Santiago de Chile, ya que para ellos la ciudadanía se expresaba en la autonomía de las decisiones de los peruanos organizados en Chile. Poco tiempo después dejaron de asistir al Foro de las Organizaciones Peruanas en Chile, debido a que no estaban de acuerdo con la cercanía del Proandes con los representantes diplomáticos peruanos y de establecer al cónsul peruano como el exclusivo árbitro de las relaciones e intereses políticos de los peruanos radicados en Santiago de Chile.

En las elecciones presidenciales de 2006 algunos importantes dirigentes del Proandes apoyaron al candidato Ollanta Humala, del Partido Nacionalista Peruano (PNP), frente al candidato presidencial de la Acción Popular Revolucionaria Americana (APRA), Alan García Pérez. Las redes sociales con las que contaba el Proandes fueron activadas, y así lograron conseguir que muchos de los principales restaurantes peruanos de la zona conocida como la "Lima Chica" fueran ocupados como foros de discusión política y de apoyo al candidato Humala. Mientras que otros peruanos apoyaron mayoritariamente a la candidata presidencial Lourdes Flores Nano, de la conservadora Unidad Nacional, y otros peruanos se organizaron en torno al APRA.

Las elecciones en Chile, y específicamente en Santiago, fueron muy competidas. De los casi 38 mil residentes peruanos en Chile (37 680), contados por el Censo Nacional de Chile de 2002, participaron un total de 28 710, de los cuales 25 787 votaron en la ciudad de Santiago de Chile tanto en la primera vuelta presidencial como en la segunda.12

El Comité de Refugiados Peruanos en Chile trabajó en la Lima Chica, enfocándose en los problemas de legalidad y en los abusos de las autoridades policiales chilenas contra los inmigrantes, organizando incluso marchas por el centro de Santiago con la finalidad de solicitar una nueva amnistía para los inmigrantes sin papeles.13

Durante las elecciones presidenciales de 2006, los integrantes del Comité de Refugiados Peruanos en Chile sólo participaron tangencialmente de la coyuntura electoral, denunciando que durante el primer gobierno de Alan García (1985–1990) ocurrieron una serie de violaciones a los derechos humanos que lo involucraban. En esta perspectiva, se produjo un interesante incidente: el 22 de junio de 2006 una de las asociaciones de inmigrantes peruanos, el Comité de Refugiados Peruanos en Chile, presentó una querella en dicha ciudad ante la jueza Romy Rutherford, del Segundo Juzgado del Crimen de Santiago, contra el presidente peruano, Alan García, por violaciones de los derechos humanos durante su primer mandato (1985–1990).

Esto ocurrió justamente cuando García sostenía una entrevista con la presidenta chilena, Michelle Bachelet. La jueza consideró que el motivo de la demanda constituía un delito de lesa humanidad y que, en virtud de ello, tenía competencia internacional. Esta acción judicial fue patrocinada por los abogados Hugo Gutiérrez y Roberto Ávila, integrantes del Comité de Derechos del Pueblo (Codepu), una de las principales organizaciones de derechos humanos en Chile. Obviamente, el presidente electo tuvo que suspender su gira y regresar al Perú, en donde sostuvo que la demanda fue levantada por terroristas que han tenido una generosa acogida en Chile.14

Hasta aquí hemos descrito el surgimiento de tres de las más importantes asociaciones políticas de inmigrantes peruanos en Santiago de Chile: el Proandes, APILA, el Comité de Refugiados Peruanos en Chile y su conexión con un vecindario de migrantes peruanos llamado la "Lima Chica", el cual se ha constituido en la puerta de un espacio transnacional que conecta a muchos migrantes peruanos con sus familias e intereses en el Perú, permitiendo el intercambio de recursos simbólicos y materiales en ambos lados de la frontera, y canalizando una nueva forma embrionaria de ciudadanía transnacional.

 

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Turner, Bryan, "Contemporary Problems in the Theory of Citizenship", en Bryan Turner, Citizenship and Social Theory, Londres, Sage, 1993.        [ Links ]

 

Notas

1 Son "las áreas de frontera o límite entre zonas o lugares urbanos de distinta categoría económica y social. En cada ciudad, las actividades y grupos de las zonas desarrolladas mantienen relaciones de dominio sobre las actividades y grupos de las zonas atrasadas. Los lugares de borde en que se encuentran esas zonas diversas representan espacios ambiguos y creativos para los grupos y actividades subalternos. En ellos se combinan dialécticamente la exclusión social con nuevas posibilidades de integración" (Sabatini y Arenas, 2000:3).

2 El 5 de abril de 1992, mediante un golpe de Estado que quebró el orden constitucional, el gobierno de Fujimori promulgó una serie de disposiciones que endurecieron la legislación antiterrorista (DL 25475, 25499, 25659 y 25744), sin contemplar el respeto a las garantías mínimas del debido proceso. Se incrementaron las prerrogativas militares en las zonas de emergencia y en la actividad contrasubversiva y del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), quienes empezaron a planear y ejecutar operaciones que violaron los derechos humanos, las que se incrementaron entre abril de 1992 y enero de 1997. Para mayor información, ver el link de la Comisión de la Verdad en el Perú: http://www.derechos.org/nizkor/peru/libros/cv/ix/A2.pdf.

3 Constituida por refugiados políticos que en su mayoría tenían una inclinación hacia Sendero Luminoso.

4 El Mercurio, 24 de abril de 1997, www.emol.cl.

5 Incluso, uno de estos homenajes fue filmado y transmitido por un canal de televisión peruano, Frecuencia Latina, en abril de 1999.

6 Los refugiados políticos peruanos en Chile tienen una procedencia diversa. Una parte proviene de la extrema izquierda peruana: Unidad Democrática Popular–Pueblo en Marcha (UDP), organización con vínculos con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), y Socorro Popular del Perú (SPP), organización de apoyo al Partido Comunista del Perú–Sendero Luminoso. Otros venían de la izquierda legal peruana, como el Partido Unificado Mariateguista (PUM) y el Partido Socialista Revolucionario (PSR), que fueron parte de la Izquierda Unida, el frente legal de izquierda con mayor presencia en el Perú durante la década de los ochenta. Así mismo, había militantes del Partido Aprista Peruano (PAP).

7 El contexto es marcado por la caída del régimen fujimorista a fines del 2000 y el inicio de la transición hacia la democracia en el Perú.

8 Esta cifra es cuestionable debido a que no contempla el hecho de que muchos inmigrantes peruanos viven hacinados en viviendas y cuartos, y en muchos casos, los que se encuentran en situación irregular.

9 Un primer censo fue elaborado en la primera etapa del trabajo de campo que se llevó a cabo de noviembre de 2003 a febrero de 2004; sin embargo, en la siguiente etapa: marzo–agosto de 2005, se observó que algunos de estos negocios estaban cerrados y otros se habían abierto.

10 Para mayor información, consultar http://www.migrante.info/OCIM/publicaciones/archivos/informe%20interamericano%20de%20migraciones%20OCIM.pdf.

11 Una reseña de esta actividad se puede encontrar en la siguiente página web del Estado chileno: http://www.participemos.cl/index.php?

12 La Oficina Nacional de los Procesos Electorales ofrece información sobre el comportamiento electoral en esta jornada en http://www.onpe.gob.pe/resultados2006/2davuelta/index.onpe.

13 Consultar el diario El Comercio de Lima en http://www.elcomercioperu.com.pe/OnLine/Html/2004–04–18/onlMundo0127447.html.

14 Para mayor información se sugiere consultar el siguiente link del diario "La Republica": http://www.larepublica.com.pe/index.php?.

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