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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.4 no.1 Tijuana ene./jun. 2007

 

Artículos

 

Estados Unidos, lugar de destino para los migrantes chiapanecos

 

José Alfredo Jáuregui Díaz* y María de Jesús Ávila Sánchez**

 

Consejo Estatal de Población, Chiapas.Direcciones electrónicas:*alfjadi@yahoo.com.mx, **marycolef@yahoo.com

 

Fecha de recepción: 16 de noviembre de 2006
Fecha de aceptación: 1 de marzo de 2007

 

Resumen

En este trabajo se describe cómo la emigración de chiapanecos a Estados Unidos, aunque es un fenómeno reciente, tiene como antecedentes históricos migraciones internas a lugares de destino cada vez más lejanos. En él se dimensiona su evolución desde 1925 a 2003 y se retratan algunas características importantes de los migrantes, como el medio de transporte utilizado para arribar a la frontera norte, las fuentes de financiamiento para realizar el viaje, la experiencia migratoria, los puntos de cruce, los municipios de origen y los lugares de destino, empleando datos de la Encuesta sobre Migración de la Frontera Norte de México.

Palabras clave: migración interna, migración internacional, nuevos flujos migratorios, Chiapas, Estados Unidos.

 

Abstract

This paper describes how, although the emigration of Chiapas residents to the United States is a recent phenomenon, it has its roots in internal migrations to increasingly distant places. The author traces its development from 1925 to 2003, describing some of the salient characteristics of these migrants: such as the means of transport used to reach the northern border, sources of financing for carrying out the trip, the migratory experience, crossing points, municipalities of origin and places of destination, using data from the Survey on Migration from Mexico's Northern Border.

Keywords: internal migration, international migration, new migration flows, Chiapas, United States.

 

Introducción

Los movimientos migratorios en Chiapas fueron vistos durante el siglo pasado como un tema de poco interés, ya que la entidad era catalogada de "equilibrio"; no obstante, fuentes históricas registran desde el siglo XIX considerables desplazamientos internos de población, motivados por factores sociales, económicos y naturales que han obligado a los chiapanecos a desplazarse de sus comunidades de origen a territorios cada vez más distantes en busca de mejores condiciones de vida.

El rápido crecimiento de la emigración a Estados Unidos en años recientes ha despertado un interés cada vez mayor, acentuando la necesidad de información con sustento estadístico que proporcione datos sobre la magnitud y características del fenómeno. Este trabajo pretende abonar a su conocimiento y tiene como objetivos:

• Examinar la evolución histórica de los patrones migratorios en Chiapas en tres momentos: antecedentes, las migraciones históricas; movimientos internos y concentración espacial de la población, 1970–2005, y migraciones interestatales, 1950–2005.

• Dimensionar la magnitud de los chiapanecos insertos en el proceso migratorio hacia Estados Unidos, 1925–2003, y explorar algunas de sus características más importantes.

En su elaboración se utilizaron distintas fuentes de información, con alcances y limitaciones propias, como el Censo General de Población y Vivienda 1970, 1990 y 2000; el Conteo de Población y Vivienda 1995 y 2005; la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 1997; el Módulo sobre Migración de la Encuesta Nacional de Empleo 2002, y la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Emif) en el período comprendido entre 1993 y 2003.

 

Antecedentes, las migraciones históricas

El estado de Chiapas registra desde el siglo XIX movimientos migratorios laborales internos de campesinos indígenas tzeltales y tzotziles, originarios de la región de Los Altos, que se dirigían a las fincas cafetaleras del Soconusco o a las monterías madereras y chicleras de la Selva Lacandona debido a la escasez de mano de obra en temporada de cosecha (mapa 1).

Estos desplazamientos llegaron a ser muy importantes. Por ejemplo, a mediados de la década de los veinte del siglo pasado se dirigían año con año a la recolección del café en el Soconusco alrededor de 20 mil indígenas de Los Altos (Rus, 1995:73).

A diferencia de los migrantes temporales que laboraban en el Soconusco, algunos migrantes que se dirigieron hacia los territorios escasamente poblados de la Selva Lacandona se asentaron permanentemente en esta región, fundando las primeras colonias.1 Las migraciones permanentes a la Selva Lacandona se incrementaron sustancialmente en el período de 1940 a 1950, motivadas por programas gubernamentales de colonización y dotación de tierras (De Vos, 2002:168), como una estrategia para atenuar los conflictos agrarios y poblar territorios hasta entonces vírgenes en los municipios de Ocosingo, La Trinitaria, Palenque, Las Margaritas y La Independencia.

En contraste, la migración laboral de la región de Los Altos hacia el Soconusco comenzó a descender, hasta extinguirse, con la creación en 1936 del Sindicato de Trabajadores Indígenas y la abolición del sistema de enganche (Robledo, 1995:200). Castillo (2001:328) sugiere dos hipótesis para explicar esta situación: la sustitución de los trabajadores locales por jornaleros de origen centroamericano, que ofertaban sus servicios por un costo menor, y los cambios ocurridos en la región de Los Altos con el surgimiento de nuevas opciones laborales en la industria petrolera y en la construcción de algunas presas y obras de infraestructura, así como con la posibilidad de poseer un pedazo de tierra para cultivo en la Selva Lacandona.

Durantes los años de 1940 a 1970 se repartieron 243 630 hectáreas de tierra en la Selva Lacandona, en los municipios de Las Margaritas, Comitán de Domínguez, La Trinitaria, La Independencia, Frontera Comalapa y Chicomuselo (Cruz y Robledo, 2001:41), tanto entre pobladores de la entidad —indígenas y mestizos— como entre población proveniente de otras partes del país, como Veracruz, Estado de México, Tlaxcala, Tabasco, Oaxaca, Michoacán, Durango, Hidalgo y Puebla (De Vos, 2002:194–196).2

Las migraciones hacia la Selva Lacandona disminuyeron en las décadas siguientes —incluso, la región comenzó a expulsar población— por la cancelación del reparto agrario, al crearse en 1978 la Reserva Integral de la Biosfera Montes Azules. Otros factores que coadyuvaron a inhibir nuevos desplazamientos a la selva fueron el retiro de los subsidios y créditos agrícolas y la insurgencia neozapatista de principios de 1994 (Leyva y Ascencio, 1995:94, y Cruz y Robledo, 2001:42).

 

Movimientos internos y concentración espacial de la población, 1970–2005

El reparto agrario, el incremento de las vías de comunicación y la concentración de actividades económicas en las ciudades han sido factores determinantes tanto para el crecimiento como para la dirección que siguieron los movimientos poblacionales en Chiapas durante los últimos 35 años. Entre 1970 y 2005, de un total de 110 municipios,3 82 disminuyeron su aportación a la población del estado4 (mapa 2). Francisco León, Chapultenango, Mazapa de Madero, Sunuapa y Venustiano Carranza fueron los municipios con las mayores reducciones, que oscilaron en un rango de 47.8 a 61.8 por ciento, lo que no significa que hayan perdido población en números absolutos.

Los 28 municipios5 restantes incrementaron su participación en la distribución porcentual de la población de Chiapas durante el período referido; es decir, en 2005 tienen proporcionalmente más población que en 1970. En este grupo sobresalen, por registrar los mayores incrementos porcentuales, Ocosingo, Palenque, Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas, Comitán de Domínguez y Reforma, jurisdicciones donde hubo una repartición de tierras durante la reforma agraria, se concentraron diversas actividades económicas y se estableció la industria petroquímica.

Los cambios en la distribución porcentual de los pobladores revelan un patrón de concentración espacial en las ciudades de Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Comitán de Domínguez, que se consolidaron como polos de atracción para los flujos migratorios intermunicipales. En 1970 vivía en alguna de estas ciudades uno de cada diez chiapanecos y para 2005 agrupaban a poco más de la cuarta parte de la población total (cuadro 1), aunque Tuxtla Gutiérrez, capital del estado, se distingue por ser la localidad que concentró más población: 11 de cada 100 habitantes.

Los movimientos migratorios intermunicipales dentro de la geografía estatal han sido de una gran magnitud. Al preguntar sobre el municipio de residencia cinco años antes, en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 1997 se estima que 97 426 chiapanecos cambiaron su municipio de residencia, en tanto que en el Censo General de Población y Vivienda 2000 este tipo de desplazamiento ascendió a 74 580.

 

Migraciones interestatales, 1950–2005

Los movimientos migratorios internos aliviaron las tensiones sociales y económicas del estado al proporcionar a amplios sectores de la población opciones para desarrollarse y buscar mejores condiciones de vida; no obstante, en los últimos años del siglo XX cada vez más chiapanecos decidieron traspasar las fronteras estatales y dirigirse a otras partes del país. Entre 1950 y el 2000, tanto el número de emigrantes como el de inmigrantes interestatales registraron un crecimiento absoluto (cuadro 2), pero es a partir de los años sesenta cuando el saldo neto migratorio se convierte en negativo, resultado del incremento en el número de chiapanecos que abandonaron la entidad.

En 1970 residían fuera de la entidad 90 578 chiapanecos, distribuidos en casi todo el país (mapa 3), aunque 83 de cada cien emigrantes vivían en cinco puntos de la geografía nacional. El Distrito Federal y el Estado de México concentraban el mayor número: 41 de cada 100, seguidos en orden de importancia por las entidades vecinas: Tabasco, Veracruz y Oaxaca, donde residían 20, 16 y 7 de cada 100, respectivamente.

Debido al notable incremento del número de emigrantes interestatales, los años noventa representan un momento histórico coyuntural en la dinámica migratoria de Chiapas.6 Este comportamiento se encuentra vinculado con ciertos elementos contextuales en la historia política, económica, social y demográfica de la entidad, entre los que se encuentran:

 

a) Fuerte presión sobre la tierra

En la actualidad, la tierra disponible en Chiapas para uso agrícola no es suficiente para cubrir la demanda: alrededor de 41.3 por ciento de la población económicamente activa está dedicada a la agricultura7 y ya no hay tierra susceptible de ser colonizada como en el pasado. La válvula de escape que permitió por generaciones la reproducción de los patrones de vida ya no existe —la Selva Lacandona, la última frontera agrícola, es en la actualidad un área nacional protegida—. Si a ello se suma la excesiva fragmentación de la tierra, el uso indiscriminado de insumos químicos, el deterioro de los suelos y la baja rentabilidad de los cultivos, el incremento en la conflictividad agraria en los ejidos y comunidades, la reforma al artículo 27 de la Constitución, entre otros factores, el escenario se torna todavía más complejo.8

 

b) La caída del precio internacional del café

En 1989, al romperse la cláusula económica de la Organización Internacional del Café (OIC), se provoca el derrumbe paulatino del precio de este grano y, por ende, el deterioro de la rentabilidad para los pequeños y medianos caficultores de Chiapas, propiciando la contracción de sus ingresos9 y del empleo, la destrucción de los cafetos para sembrar otros cultivos y en muchas ocasiones la búsqueda de otras alternativas económicas.10 La situación ha sido tan aguda, que la producción y los ingresos provenientes de la exportación del grano de café se encuentran todavía por debajo de los alcanzados en el ciclo 1996–1997 (cuadro 3).

 

c) Los efectos del TLCAN sobre la producción del maíz

Con la incorporación del maíz al Tratado de Libre Comercio (TLCAN) en 1992, se inició la entrada al país, a precios dumping, de toneladas de este grano provenientes de Estados Unidos, poniendo en jaque a los pequeños productores, para quienes fue difícil competir con la industria agrícola estadunidense, y originando en muchos casos el abandono de esta actividad.11 Las consecuencias son visibles. En Chiapas la ocupación en el sector agrícola disminuyó entre 1990 y 2005, en términos relativos, 29 por ciento, al pasar de 58.3 a 41.3 por ciento;12 además, entre el 2000 y 2004 el valor de la producción de maíz —en miles de pesos a precios constantes— registró también un descenso de 23.9 por ciento en la participación del producto interno bruto (cuadro 4).13

 

d) El levantamiento armado de principios de 1994

Con el movimiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tuvieron que huir de sus comunidades de origen, en la selva y las montañas de Chiapas, cerca de 35 mil personas, en su mayoría indígenas y campesinos de la zona de conflicto de los municipios de Chenalhó, Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, San Andrés Larráinzar, El Bosque, Tila, Tumbalá, Salto de Agua y Sabanilla, para dirigirse a centros urbanos, desarraigándose de sus formas de vida.14 Para 2005, entre 10 y 12 mil desplazados continuaban residiendo de manera permanente en los núcleos urbanos, ya sea por miedo a volver a sus comunidades y verse involucrados en una situación similar a la que vivieron, o como una estrategia para conservar un espacio en la ciudad (Global idp Project, 2005:4–14).

 

e) Los desastres naturales

A causa de su composición geológica y climática, Chiapas está expuesto a una variedad de desastres potenciales, como terremotos, derrumbes, incendios forestales y erupciones volcánicas, pero sobre todo a huracanes, como sucedió en un pasado reciente. En 1998, el huracán Mitch dejó a su paso una ola de destrucción de viviendas y cultivos, suscitando una severa crisis económica en las regiones Costa, Sierra y Soconusco, donde 500 mil personas se quedaron sin hogar, 400 mil hectáreas de cultivo fueron devastadas y murieron 400 personas.15

 

f) Incremento de la población en edad laboral

En Chiapas la población en edad laboral, de 15 a 59 años, multiplicó 3.1 veces su tamaño en 35 años, al pasar de 750 mil en 1970 a 2.3 millones en 2005 (gráfica 1), y alcanzó su crecimiento absoluto máximo de 593 mil personas en el período 1980–1990.16 Esta dinámica ejerce una fuerte presión en el mercado laboral en un contexto de recesiones económicas.

Estos factores se conjugan e interactúan en un contexto general de creciente globalización, convirtiéndose en catalizadores de nuevos escenarios migratorios, que se desarrollan debido al avance de las comunicaciones, al reducirse las distancias entre los lugares de origen y los de destino, y funcionan como válvulas de escape a las presiones sobre el crecimiento de la oferta de empleo local.

La emigración hacia otras entidades sufrió notables cambios en sus rutas y destinos en el 2000 (mapa 4), ya que los chiapanecos comenzaron a explorar otras rutas y, en comparación con datos de 1970, los lugares de destino "tradicionales" tuvieron una sensible baja.17 El Distrito Federal y el Estado de México disminuyeron su participación en la concentración de emigrantes, de 41 de cada 100 a 26 de cada 100. Otras entidades que también perdieron atractivo fueron Tabasco y Veracruz, como consecuencia de la crisis en la industria petroquímica, que tuvo su auge en las décadas de los setenta y ochenta.

Por el incremento en la concentración de emigrantes chiapanecos sobresalen tres entidades: Campeche, Quintana Roo y Baja California, pero con una dinámica y un atractivo distintos. Por ejemplo, las migraciones hacia Campeche estuvieron motivadas por el reparto agrario (Conapo, 1985), mientras que los desplazamientos hacia Quintana Roo y Baja California fueron de carácter laboral, debido al dinamismo de sus economías locales.

Las tasas de crecimiento que tuvieron los chiapanecos en otras entidades18 durante el período 1990–2000 (mapa 5) ilustran la expansión de los destinos hacia espacios geográficos cada vez más lejanos, como Baja California, Baja California Sur y Chihuahua, en la frontera norte, donde se registran los mayores niveles de crecimiento, y Quintana Roo, en la península de Yucatán.

Es de llamar la atención la velocidad de crecimiento que tuvieron los chiapanecos en lugares de destino no tradicionales, como Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Zacatecas y Colima.19 Datos sobre migración reciente del Conteo de Población y Vivienda 2005 señalan que 89 762 personas se desplazaron de Chiapas a diversos lugares del país, principalmente a Baja California y Quintana Roo (mapa 6).20

En números relativos (tasas de crecimiento), los lugares de destino tradicionales —Distrito Federal, Estado de México, Tabasco, Veracruz y Oaxaca— continuaron su tendencia a la baja, como ya señalamos; sin embargo, estos destinos son todavía de una cuantía importante, producto de la existencia de fuertes redes migratorias.

Los datos sobre migración reciente corroboran que la frontera norte se consolida como lugar de atracción, ya que capta en conjunto casi a uno de cada tres emigrantes chiapanecos. Este comportamiento no sorprende, a la luz del proceso de reestructuración de la economía mundial en general, así como del nuevo modelo económico y social que se implantó en México en décadas recientes, que consolidaron a la frontera norte como uno de los más importantes "polos productivos" del país (Santibáñez y Cruz, 2000:80–85; Simonelli, 2002:160–162). A ello se aúna la vecindad geográfica con Estados Unidos.

La dinámica migratoria hacia el norte se ve apuntalada por el creciente número de agencias "turísticas" y enganchadores que ofrecen viajes con destino a Tijuana, Altar, Agua Prieta o Ciudad Juárez. En sólo 20 municipios de Chiapas existen alrededor de 380 (Pickard, 2005:5).

Los carteles están por todas partes. En Carrillo Puerto, municipio de Tapachula: "Turismo Rosy informa: a todas las personas que gusten viajar a las ciudades de Chihuahua, Ciudad Juárez, Tijuana y Agua Prieta, Sonora, se les comunica que habrán salidas todos los jueves a las 8 de la mañana". En Huixtla: "Viaje seguro y barato a Tijuana y Ciudad Juárez, salidas los miércoles. Mil pesos por persona. Contratación asegurada en empresas como Sanyo, Daewoo y Muebles Moreno. Informes Cristina Castro 964 104 17". En Motozintla: "No nos confunda, somos los más seguros y baratos. Salidas martes y jueves a Tijuana. Viajes Hernández". En Tapachula: "Viajes a Tijuana. Informes 044 962 60 98 591". O en la radio de Cacahoatán: "La señora Carrillo comunica a las personas que no han liquidado su pasaje a Tijuana que no podrán abordar el autobús..." Y así por toda la región.21

El flujo de chiapanecos que arriban a las localidades de la frontera norte se ha incrementado rápidamente en años recientes: de 6 434 a 84 693, según datos de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Emif ),22 en las fases 1994–1995 y 2002–2003, respectivamente. No obstante, este flujo pudiera ser mayor, teniendo en cuenta que el principal medio de transporte a este destino lo constituyen autobuses privados de segunda clase, los cuales arriban a domicilios particulares.

Las razones que motivaron el desplazamiento son variadas: estudios, turismo, negocios, visita a familiares o amigos, pero destacan por su importancia trabajar o buscar trabajo (39.94%) y dirigirse a Estados Unidos (44.14%).23

 

El proceso migratorio hacia Estados Unidos, 1925–2003

Aunque el estado de Chiapas se mantiene al margen del proceso migratorio al vecino país del norte durante el siglo pasado (cuadro 5), debido a la participación prácticamente nula de chiapanecos en el Programa Bracero (0.02 por ciento), que en otras regiones del país funcionó como desencadenante, y a la carencia de vías de comunicación eficientes para trasladarse al norte del país, no se puede pasar por alto la importancia que adquiere la emigración hacia Estados Unidos en años recientes, tras la incorporación inesperada de chiapanecos a la dinámica migratoria internacional, en la denominada por el Conapo (2005b:15) "la nueva era de la migración mexicana".24

Por ser un grupo de reciente incorporación, se conoce poco sobre la dimensión numérica y menos de las características sociodemográficas de los chiapanecos que deciden emprender la aventura al norte; no obstante, haciendo un análisis retrospectivo con las fuentes de información disponibles (tales como el Conteo de Población y Vivienda 1995, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 1997, el Censo General de Población y Vivienda 2000 y el Módulo de Migración de la Encuesta Nacional de Empleo 2002) es posible tener una aproximación al número de involucrados en este fenómeno.

Los datos de las fuentes de información consultadas (cuadro 6) revelan una tendencia creciente en el número de chiapanecos que fueron a y se quedaron a residir en Estados Unidos durante la década de los noventa del siglo pasado, con un crecimiento explosivo entre noviembre de 1997 y noviembre de 2002, cuando el número de emigrantes alcanzó la cifra de 41 945, cantidad siete veces mayor a la registrada entre noviembre de 1990 y noviembre de 1995.25

Las estimaciones realizadas en el cuadro 6 tienen como característica general utilizar como unidad primaria de información las viviendas y los hogares. Los datos se sustentan en lo declarado por familiares de los emigrantes, por lo que no es posible contabilizar a quienes se desplazaron con toda su familia (Corona y Tuirán, 2000:35–44). Al final se tiene un retrato parcial del fenómeno migratorio.26

La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Emif), a diferencia de las fuentes anteriores, tiene como objetivo principal la medición y caracterización directa de los flujos migratorios laborales entre México y Estados Unidos en las dos direcciones (cuando van y cuando regresan del país vecino), así como de las corrientes migratorias laborales del interior del país a las localidades del norte de México, a partir de cuatro encuestas continuas, cada una de ellas dedicada a medir un flujo migratorio específico: el procedente del sur, el que se desplaza de la frontera norte, el que viene de Estados Unidos y el que resulta de las devoluciones de la Patrulla Fronteriza (Santibáñez, 2000:125).

El flujo de procedentes del sur27 brinda la posibilidad de conocer la evolución del número de chiapanecos que con la intención de dirigirse a Estados Unidos llegaron a la frontera norte entre 1993 y 2003. En ocho fases de la encuesta (gráfica 2), el flujo de chiapanecos vive dos ciclos: el primero se desarrolla de 1993 a 2001 y se caracteriza por ser un período de estancamiento; el segundo, de crecimiento explosivo, abarca de 2001 a 2003, período en que el flujo se triplicó al pasar de 5 494 en 2000–2001 a 16 795 en 2001–2002, hasta alcanzar un monto de 62 061 en 2002–2003.

El número de chiapanecos que se dirige a Estados Unidos es mayor al que capta el flujo sur de la Emif, ya que habría que sumar a quienes llegaron a la frontera norte con la intención de trabajar de manera temporal en esa región y cambiaron de opinión, así como a quienes ya residían de manera permanente en alguna ciudad fronteriza y decidieron proseguir su camino hacia el vecino país del norte.

El flujo de devueltos por agentes de la Patrulla Fronteriza28 proporciona también información valiosa para dimensionar la presencia de los emigrantes chiapanecos, pero es necesario tener en cuenta algunas restricciones inherentes: a) sólo se capta a los que fracasaron en su intento de llegar a Estados Unidos; b) el número total se encuentra sobredimensionado: una misma persona puede ser detenida en varias ocasiones y contabilizada más de una vez, y c) no capta adecuadamente a los menores de 18 años, quienes son entregados directamente a los consulados mexicanos.29

El número de chiapanecos devueltos por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, en las ocho fases referidas de la Emif, registra una tendencia a la alza, con pequeñas fluctuaciones entre 1999 y 2003,30 alcanzando un monto de 50 777 en 2002–2003 (gráfica 3). Esta tendencia se encuentra relacionada con el endurecimiento del control de la frontera y, por lo tanto, con el incremento de la probabilidad de ser detenido.31 "¡Esta 'migra' ya nos agarró!", grita frustrado Mario, a sus 8 años de edad; la Patrulla Fronteriza acabó con el sueño del pequeño originario de Chiapas.32

Los chiapanecos son, quizá, uno de los grupos más vulnerables en el flujo de devueltos. Datos acumulados de las fases 2000–2001, 2001–2002 y 2002–2003 lo corroboran:

1) El 83.0 por ciento tuvo que recurrir a un préstamo para financiar el viaje: Telésforo, originario de La Grandeza, dice: "Para emprender el viaje al norte tuve que pedir prestado y dejar empeñada la parcela; tengo que pagar intereses del 20 por ciento".33

2) El 92.7 por ciento realizó el viaje a la frontera en autobús: "Comerciantes al fin, permitieron incluso que los pasajes (cuestan mil pesos en promedio) se pagaran en abonos. Al completar el costo del viaje los clientes reciben su boleto. Y se van" (Motozintla, Chiapas).34

3) El 88.2 por ciento se dirige a Estados Unidos por primera vez: "(...) es que no puedo nomás ver a los hijos sufriendo allá; ni modo de sentarme a llorar con ellos", dice Ramón, originario de Chiapas, mientras espera en Altar, Sonora.35

4) No cuentan con experiencia migratoria internacional y carecen de redes sociales maduras.36 El 89.4 por ciento cruzó la frontera sin ayuda (guía, coyote o pollero) y sin conocer las características del clima, la orografía y la geografía de la franja fronteriza.

Los lugares de cruce utilizados para internarse a Estados Unidos son cada vez más peligrosos: "(...) entraron por la frontera más grande y peligrosa. Creo que no lo sabían; entraron por un lugar donde se sufre mucho, en donde las temperaturas son altas, en donde hay animales y en donde se han registrado muchos asaltos y han muerto muchas personas", dice Carlos González, cónsul mexicano en Tucson, Arizona, a un grupo de migrantes que se acogen al Programa de Repatriación Voluntaria (De Dios, 2004a).

Del flujo de chiapanecos procedentes del sur que manifestaron la intención de llegar a Estados Unidos, en las fases 2000–2001, 2001–2002 y 2002–2003,37 siete de cada diez refieren como punto de cruce la localidad de Sásabe, ubicada en frontera entre Sonora y Arizona (mapa 7).38

El riesgo de sufrir algún accidente en la travesía se incrementa, ya que la mayor parte del flujo tomará la ruta del desierto, también denominada "de la muerte": Altar–Sásabe–Tucson,39 a lo que se suma la presencia de coyotes o polleros que engañan a los emigrantes. "El coyote es de Teopisca, se llama Pascual; nos engañó que sabía mucho. El final era negativo: éramos 14 personas, todos no aguantamos. Adiós". Mensaje encontrado en la bolsa del pantalón de un migrante chiapaneco muerto en Arizona.40

Entre agosto de 2005 y septiembre de 2006 el gobierno del estado de Chiapas, a través de la Unidad de Atención a Migrantes, trasladó de Estados Unidos a la entidad 38 cadáveres, de los cuales 40 por ciento procedían de Arizona. "Se nos han muerto tres o cuatro en el desierto; a otros dos los atropellaron en el freeway, y algunos más se lastimaron en su trabajo. Ya nomás los recibimos en cajas para enterrarlos", dice Cuauhtémoc Vázquez en Motozintla, Chiapas.41

La vulnerabilidad de los chiapanecos vuelve a aflorar al preguntarles por su destino final una vez que se encuentren en Estados Unidos, pues tres de cada diez manifestaron no tenerlo definido: "Nadie me espera del otro lado; no sé a dónde voy a llegar, a qué ciudad, o qué estado", dice Ramiro, de 17 años, originario de Cháncala, Chiapas.42 Entre los que sí tienen elegido un lugar de destino final sobresale en las preferencias el estado de California, en el 39.1 por ciento de los casos, seguido en orden de importancia por Florida, Arizona, Oklahoma, Texas, Illinois, Colorado, Washington, Nuevo México y Oregon (mapa 8). En su conjunto, estos destinos concentran el 94.1 por ciento.

Los flujos migratorios suelen moverse en bloque hacia determinado lugar de destino;43 la probabilidad de elección se reduce al capital humano y social de cada quien. "Todos se van a diferentes lugares (Washington, Miami o Nueva York) a trabajar. El que logró colocarse empieza a llevarse a los otros y allá se apoyan", dice Pedro en Saclamenton, Chamula, Chiapas.44 La vulnerabilidad no se reduce cuando se arriba al lugar de destino, sobre todo cuando es la primera vez: "Me dijeron, 'ya estás en San Francisco', y me dejaron en el centro. Quise llorar, pero me aguanté", relata un hombre chol que desde 1999 reside en la bahía de San Francisco, California.45

Estos emigrantes a Estados Unidos son originarios de 64 municipios de Chiapas. Entre ellos destacan por su cuantía Tuxtla Gutiérrez y Tapachula, de donde proviene uno de cada cuatro. Otros lugares, como Frontera Comalapa, Chamula, Pijijiapan, Suchiate, Motozintla, Ocosingo, Bella Vista y Chicomuselo, tienen una participación importante en el flujo (mapa 9).46 A nivel regional, uno de cada dos chiapanecos son originarios del Centro, Soconusco y la Costa, y tres de cada diez de las regiones Fronteriza, Altos y Sierra, espacios geográficos que han sido escenarios desde el siglo XIX de importantes corrientes migratorias laborales.

Aunque suele pensarse que los migrantes que se dirigen a Estados Unidos provienen en su mayoría de lugares marginados, la aseveración no es del todo cierta (Zenteno, 2004:28), ya que al comparar la distribución de los municipios de origen con el índice chiapaneco de marginación47 se observa cómo, a medida que disminuye el grado de marginación, se incrementa el número de emigrantes (cuadro 7). Poco más de la mitad (56.5%) de los chiapanecos que tienen la intención de lograr el sueño americano procede de municipios con bajo o muy bajo grado de marginación; en contraparte, sólo uno de cada cuatro es originario de espacios con alto o muy alto grado de marginación.48

Dirigirse al norte es una empresa difícil cuando se carece de la información y de los recursos necesarios para financiar el viaje, o por lo menos de bienes familiares para dejar en prenda a los agiotistas. Este camino es una aventura que implica grandes riesgos e incertidumbre, y en ella los chiapanecos ponen en juego lo más valioso: la vida.

 

Reflexiones finales

Los chiapanecos han migrado por distintas razones dentro de las fronteras estatales desde hace dos siglos, pero en años recientes extendieron sus lugares de destino y creció la magnitud de los desplazamientos a otras partes del país, incorporándose incluso al flujo de mexicanos que se dirigen al vecino país del norte.

Sin duda, el análisis de las distintas fuentes de información revela un crecimiento explosivo del número de chiapanecos que se trasladan a Estados Unidos durante los primeros años del siglo XXI; no obstante, por ser un grupo de reciente incorporación, hasta este momento conocemos muy poco sobre él. El reto más importante es seguir acrecentando su conocimiento, aprovechando la oportunidad de comprender este fenómeno desde su proceso de gestación. Los medios necesarios para lograrlo están ahí; sólo hace falta tener la disposición para involucrarse y explorar las fuentes de información existentes, antes de tomar el camino fácil y decir que "no existen datos". Por ejemplo, la Emif es una encuesta accesible —se encuentra disponible en el portal de Internet del Conapo— que proporciona información detallada sobre los flujos migratorios, la que, por desgracia, se encuentra subutilizada.

El paso del huracán Stan, en octubre de 2005, puede convertirse en un elemento catalizador del flujo migratorio a Estados Unidos, produciendo una nueva oleada de chiapanecos originarios de las regiones Soconusco, Costa y Sierra que, ante la destrucción de sus bienes y modos de vida, se aventuren en busca del sueño americano. Para tener una idea de la magnitud de la devastación originada por Stan, basta con mencionar que ocasionó el desbordamiento de 82 ríos, afectando a medio millón de personas en 51 municipios y 114 583 viviendas. Las pérdidas económicas fueron cuantiosas. Sólo en el sector agrícola, 163 mil hectáreas cultivadas con plátano, soya, maíz, mango y café registraron daños por más de 1 835 millones de pesos (INEGI, 2005).

Conforme se consoliden las redes migratorias entre los lugares de origen y de destino, se acrecentará el capital social y el conocimiento sobre los peligros que deben sortearse en el camino al norte, disminuyendo los riesgos y facilitando el traslado de familiares y amigos. La migración de chiapanecos a Estados Unidos es un fenómeno que, como dicen, "ya no lo detiene nadie".

 

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Notas

1 Los primeros colonos fueron los indígenas tzeltales de Bachajón y Yajalón; los choles de Palenque, Tila y Tumbalá; los tojolabales de Las Margaritas y Comitán; los tzotziles de Chamula, Simojovel y Huitiupán, y los zoques de Francisco León (De Vos, 1988:236–285; De Vos, 2002:109; Leyva y Ascencio, 1995:92).

2 Personas provenientes de las zonas rurales del estado y del país decidieron emigrar y asentarse en los territorios de la Selva Lacandona, ante el ofrecimiento gubernamental de asignarles 50 hectáreas (De Vos, 2002:168).

3 Fue necesario hacer comparables los datos municipales de los años 1970 y 2005, ya que la geografía estatal sufrió cambios con la creación de nuevos municipios, que se incrementaron de 110 a 118. Por esta razón se decidió tomar la distribución municipal que se tenía en 1970, ajustando los datos de 2005.

4 La distribución porcentual de la población es un indicador del peso relativo de cada municipio en el monto total de los habitantes del estado. Cuando se compara esta distribución en dos cohortes de tiempo, se convierte en una herramienta útil para identificar los movimientos poblacionales con base en los incrementos o decrementos de las áreas geográficas de referencia.

5 Ocosingo, Tuxtla Gutiérrez, Reforma, San Cristóbal de Las Casas, Ángel Albino Corzo, Chalchihuitán, Palenque, Teopisca, Berriozábal, Bochil, Socolte–nango, Ixtapa, Las Margaritas, Ocozocoautla de Espinosa, Chilón, Comitán de Domínguez, Frontera Comalapa, Ocotepec, Acacoyagua, Suchiapa, Altamirano, Tenejapa, Rayón, Chiapa de Corzo, Suchiate, Pueblo Nuevo Solistahuacán, La Independencia y Sitalá.

6 Garza (1999), Chávez (1999) y Aguilar y Graizbord (2006) señalan que los cambios en los patrones migratorios que ocurren en el país se vinculan con ciertas modificaciones contextuales, tales como las sucesivas crisis económicas, la reestructuración del modelo económico mexicano y la conformación de un país cada vez más urbano. Estos cambios han tenido repercusiones diferenciadas en las distintas regiones de México.

7 Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI) para el segundo trimestre de 2005.

8 Véase Villafuerte (1999).

9 Testimonio de Pedro Guzmán López, un pequeño productor de Majosik, Chiapas: "Este año el coyote pagó a siete pesos el kilo. Vendí cuatro bultos, sesenta kilos, lo que me dio 1 680 pesos por toda la cosecha de mi hectárea de café. El dinero de café fue escaso; sólo me alcanzó para un poquito de comida. Compré algo de maíz y frijol; ya no ajustó para comprar ropa. No sobró nada de dinero para guardar, para después gastarlo en lo que va comiendo la familia. No rindió casi nada el trabajo de mi familia en el cafetal" (Carlsen y Cervantes, 2004:5).

10 Para más detalles sobre la relación entre pobreza, crisis del café y migración, véase Peña (2005), López (2002), Hernández (2004), Lewis (2005) y Ramírez y González (2006).

11 Para más detalles sobre crisis agrícola, TLCAN y migración, véase García Zamora (2002) y Yúnez–Naude y Paredes (2003).

12 Datos del Censo de Población y Vivienda 1990 y de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, segundo trimestre de 2005 (INEGI).

13 En este tenor, era de prever que los problemas del campo mexicano y chiapaneco se incrementaran en el futuro. En 2002 se aprobó en Estados Unidos una nueva ley agrícola que aumenta el subsidio en 80 por ciento durante los siguientes diez años, hasta alcanzar un récord de 190 mil millones de dólares (véase García Zamora, 2002).

14 A estos desplazamientos habría que sumar las expulsiones por conflictos religiosos e intercomunitarios (véase Pérez, 1994, y Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, 2002).

15 El huracán Mitch fue un detonante de la migración internacional en Centro–américa. Véase Barahona et al. (1999) y Lavell (1999).

16 Para más detalles sobre la relación entre transición demográfica y migración, véase Lozano (2003) y Conapo (2005b).

17 Chávez (1999) y Aguilar y Graizbord (2006:73–104) señalan que la orientación de los movimientos migratorios en el territorio nacional ha sufrido una serie de cambios, entre los que destaca una considerable reducción del peso de las migraciones rural–urbana o con destino a la metrópoli principal. La población migrante ha dejado de privilegiar a la ciudad principal como su destino único y favorito y ahora se dirige a ciudades de sus regiones o hacia aquellas que experimentan dinámicas sectoriales propias.

18 Esta variable hace referencia a la ausencia o menor presencia de migración previa de chiapanecos hacia estas entidades.

19 Los chiapanecos se han incorporado recientemente al flujo de jornaleros agrícolas que se dirigen hacia estados agrícolas especializados en la producción de frutas y hortalizas, como Sinaloa, Sonora, Baja California Sur y Jalisco. Véanse los estudios de Barrón (2006) y Hernández (2006).

20 Lo que ha originado que algunos gobiernos municipales de Quintana Roo hayan tomado algunas medidas para inhibir la llegada de más chiapanecos (Carrera, 2006).

21 Testimonio tomado de Nájar, 2002.

22 La Emif es una encuesta de flujos migratorios que se levanta en la frontera norte de México desde 1993; está a cargo de El Colegio de Frontera Norte (El Colef) y es auspiciada por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (SyTPS), el Consejo Nacional de Población (Conapo) y el Instituto Nacional de Migración (INM). Las zonas de muestreo están constituidas por la central de autobuses (en su defecto, las terminales de las diferentes líneas), el aeropuerto, la estación de ferrocarril, los puentes de cruce internacionales, las garitas y los puntos mexicanos de inspección aduanal de 23 localidades fronterizas (Conapo, 1999:7).

23 Estos datos confirman que, a diferencia de lo que suele pensarse, una proporción importante de los emigrantes chiapanecos que se dirigen a la frontera norte tiene como lugar de destino laboral las localidades fronterizas y no Estados Unidos.

24 La incorporación de nuevas regiones de origen y destino en el proceso migratorio mexicano ha originado un incremento del flujo. México ha superado los 10 millones de emigrantes y vive una etapa de auge migratorio, sólo comparable al que experimentó a mediados de la década de los veinte (Durand, 2005:20).

25 Estos datos muestran la punta del iceberg del proceso migratorio internacional que se estaba comenzando a gestar en la entidad.

26 Como señala Jorge A. Bustamante, "una migración internacional como la que se da entre México y Estados Unidos es demasiado dinámica para que pueda ser captada significativamente por los registros censales" (citado por Anguiano, 1997:4).

27 Son las personas no nacidas en Estados Unidos, mayores de 12 años, que llegan a alguna de las ciudades de muestro por zonas y puntos de muestro considerados, no residentes en esa ciudad fronteriza o en Estados Unidos, cuya estancia se debe a motivos de trabajo, trabajar o buscar trabajo, negocio, cambiar de residencia o por encontrarse de tránsito hacia el norte; o bien por razones de estudio, paseo o visita a familiares o amigos, sin fecha comprometida para el regreso (Conapo, 1999:8).

28 Compuesto por personas que sin la documentación necesaria para permanecer en Estados Unidos son capturadas por agentes de la Patrulla Fronteriza y entregadas a las autoridades mexicanas de migración en alguno de los puntos establecidos a lo largo de la línea fronteriza (Conapo, 1999:7).

29 La encuesta se realiza, prácticamente, en la línea divisoria internacional, en las instalaciones de la garita aduanal de las ciudades fronterizas, entrevistando a los migrantes devueltos conforme van entrando a México al ser liberados por los agentes de la Patrulla Fronteriza (Conapo, 1999:7).

30 Estas fluctuaciones posiblemente están asociadas a la distribución de agentes a lo largo de la frontera y a sus estrategias de captura, no a la dinámica del flujo.

31 En los noventa el gobierno estadunidense implementó varios programas, tales como la Operación Bloqueo (El Paso, Texas, 1993), el Operativo Guardián (San Diego, 1994), la Operación Salvaguarda (Arizona, 1995) y la Operación Salvavidas (1998), con el objetivo de contrarrestar el ingreso de migrantes indocumentados (Marroni y Meneses, 2006:8).

32 Testimonio tomado de Truax, 2006a.

33 Testimonio tomado de De Dios, 2005.

34 Testimonio tomado de Nájar, 2002.

35 Testimonio tomado de Truax, 2006a.

36 Las redes migratorias son conjuntos de lazos interpersonales que conectan a los migrantes con otros migrantes que les precedieron y con no migrantes en sus comunidades de origen y destino mediante nexos de parentesco, amistad y paisanaje. Los miembros de las redes proporcionan a los nuevos migrantes información, ayuda económica y moral, y apoyo para conseguir trabajo (Massey et al., 1987:140).

37 Estos tres levantamientos agrupan 82 por ciento del flujo de emigrantes chiapanecos que se dirigen a Estados Unidos, teniendo como referencia las ocho etapas de la Emif entre 1993 y 2003.

38 Desde finales de 1994, el reforzamiento y la tecnificación del lado oeste de la frontera sur de Estados Unidos (especialmente en el eje San Ysidro–San Diego, California) obligó a que los cruces y movimientos de emigrantes indocumentados se desplazaran hacia zonas con mayores grados de dificultad y peligrosidad. En un primer momento se desplazaron hacia la vecina región de Tecate–Caléxico, pero en la actualidad el escenario principal de cruce es la frontera de Sonora–Arizona (Castillo, 2005:8).

39 Alrededor de 650 migrantes han muerto cruzando el desierto de Arizona entre el 1 de octubre de 1999 y el 15 de septiembre de 2004. Consultado en http://www.humaneborde.org/news/images/migrantdeaths_0004.jpg.

40 Testimonio tomado de De Dios, 2004b.

41 Testimonio tomado de Nájar, 2002.

42 Testimonio tomado de Truax, 2006b.

43 Durand y Massey, 2003:97.

44 Testimonio tomado de Martín, 2005.

45 Testimonio tomado de Adelson, 2005.

46 Es notoria la presencia de los municipios de Chamula y Ocosingo, los cuales tienen elevados porcentajes de población hablante de lengua indígena: 99.9 y 80.9 por ciento, respectivamente.

47 El índice chiapaneco de marginación es una medida resumen que se elaboró basándose en la metodología propuesta por el Conapo (2001), con la diferencia de que el universo de estudio lo conforman sólo los municipios de Chiapas (Jáuregui y Ávila, 2001:1–5).

48 Conapo (2002:37–40) y Zenteno (2004:26–37), al analizar la relación entre migración y marginación, concluyen que los municipios con mayor grado de marginación del país tuvieron las tasas de emigración más baja a Estados Unidos durante el quinquenio 1995–2000.

 

Información sobre autor(a)

JOSÉ ALFREDO JÁUREGUI DÍAZ es Sociólogo y demógrafo egresado de El Colegio de la Frontera Norte. Asesor del Consejo Estatal de Población Chiapas; se especializa en el estudio de migración internacional, marginación y envejecimiento. Su artículo más reciente es "La marginación en Chiapas ¿avances o retrocesos? Un acertijo para los planificadores" (en coautoría con María de Jesús Ávila, Revista de Ciencia y Tecnología en la Frontera, año III, enero–junio de 2006).

MARÍA DE JESÚS ÁVILA SÁNCHEZ es Socióloga y maestra en demografía por El Colegio de la Frontera Norte. Encargada del Departamento de Estudios de Población en el Consejo Estatal de Población de Chiapas; se especializa en migración internacional, pobreza y población indígena. Su artículo más reciente es "La marginación en Chiapas ¿avances o retrocesos? Un acertijo para los planificadores" (en coautoría con José Alfredo Jáuregui, Revista de Ciencia y Tecnología en la Frontera, año III, enero–junio de 2006).

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