SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.3 número4La reforma migratoria pendienteInmigrantes y economía informal en Los Ángeles: Atrapados en la tierra prometida índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.3 no.4 Tijuana jul./dic. 2006

 

Reseña bibliográfica

 

Seeking Refuge. Central American Migration to Mexico, the United States, and Canada

 

Luis Escala Rabadán*

 

María Cristina García, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 2006

 

* El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: luiser@colef.mx

 

Frente a la creciente literatura centrada en la migración latinoamericana hacia Estados Unidos, particularmente la que se origina en México, el libro de María cristina garcía constituye en varios sentidos una aportación al campo de los estudios sobre tales migraciones. Por un lado, esta obra viene a sumarse al interés por documentar y analizar la emigración centroamericana de Nicaragua, El salvador y Guatemala hacia los países vecinos y de américa del Norte en el contexto de los conflictos internos que vivieron dichas naciones durante las últimas décadas del siglo XX. En ese sentido, el análisis de María Cristina García permite establecer puntos de comparación, de similitudes y diferencias con obras recientes sobre el mismo tema, como, por ejemplo, Seeking Community in a Global City. Guatemalans and Salvadorans in Los Angeles (2001), de Nora Hamilton y Norma Stoltz Chinchilla, o Legalizing Moves. Salvadoran Immigrants' Struggle for U.S. Residency (2000), de susan Bibler Coutin.

Por otro lado, la contribución más sólida de este libro consiste en el análisis sistemático de un aspecto al que las obras anteriores le dedican poco espacio: si bien estos textos pertenecen a una creciente literatura que, tras la firma de los acuerdos de paz y la puesta en marcha de programas de repatriación, se ha enfocado en la incorporación social y legal de los migrantes centroamericanos a sus nuevas sociedades de destino (sobre todo en Estados Unidos), en este libro la autora se inclina más bien por hacer un estudio comparativo del diseño e impacto de las políticas de los países receptores, y no sólo sobre los flujos migratorios de estos países, sino también sobre la migración de los países vecinos. Al respecto, María Cristina García pone énfasis en los países receptores y de tránsito de esos flujos en América del Norte: México, Estados Unidos y Canadá. El carácter comparativo de este análisis posibilita advertir los efectos de la "crisis de refugiados" en la región norteamericana que generaron los conflictos que se suscitaron en los países centroamericanos, así como las estrategias que las naciones de la región diseñaron y pusieron en marcha —o no— para hacerle frente.

Esta comparación permite conocer con mayor detalle, no sólo las políticas elaboradas por Estados Unidos (ciertamente, el actor más influyente en la región), sino también las acciones emprendidas por las otras dos naciones norteamericanas, México y Canadá, las cuales fueron determinantes en más de una ocasión para matizar o modificar las directrices estadunidenses. A su vez, este análisis también toma en cuenta la influencia que ejercieron en dichas políticas las propias naciones de origen de los migrantes centroamericanos, dado su interés político y económico por el peso que estos flujos llegaron a alcanzar. Asimismo, además de la labor de los Estados nacionales, el libro evalúa el papel de otros actores sociales importantes en este entramado de las políticas y las acciones en torno a estas distintas migraciones, particularmente el de las organizaciones no gubernamentales. En ese sentido, este libro es una contribución adicional al estudio de las redes de apoyo en un contexto globalizado, al subrayar el papel crucial que llegan a desempeñar esos actores en la ayuda a las comunidades de refugiados que han originado las conflagraciones en cada uno de los países centroamericanos en cuestión, actores que muchas veces se han constituido en la única fuente de solidaridad ante la indecisión o complicidad de los actores estatales.

El libro consta de cuatro capítulos, además de la introducción y las conclusiones. En el capítulo 1 la autora presenta un panorama general de las guerras internas que se desataron en Nicaragua, El Salvador y Guatemala como resultado de años de cruentas luchas por el control de tierra, recursos y poder, las que constituyeron la causa central de la migración vivida por dichas naciones y de la transformación de la población desplazada en refugiados. Tal migración tuvo como primer destino los países vecinos, como Honduras y Costa Rica, pero conforme el nivel de violencia fue ascendiendo la migración se fue reorientando hacia el norte.

Este primer capítulo funciona adecuadamente como marco general para apreciar con detalle las circunstancias que detonaron la aparición de distintas oleadas migratorias de estos países hacia países vecinos y después a la región hemisférica, así como las acciones desplegadas por los divesos actores involucrados en el proceso. La autora plantea las marcadas disparidades socioeconómicas prevalecientes en estos países durante buena parte del siglo XX, para posteriormente documentar y examinar los niveles de violencia que llegaron a caracterizar a la política de control de sus oligarquías para la preservación del "orden". Entre otros ejemplos dramáticos, está la tristemente célebre masacre ocurrida en El Mozote en diciembre de 1981, en la que perecieron 936 habitantes de esa comunidad (alrededor de la mitad de 14 años o menos) a manos de un batallón especializado del ejército salvadoreño. A la par de las acciones de los gobiernos de la región, los países vecinos comenzaron a experimentar su incapacidad para enfrentar la crisis de refugiados que la violencia y las guerras internas producían, particularmente en el período 1974-1996. En esos años, estas conflagraciones generaron millones de personas desplazadas y miles de muertos y desaparecidos. Frente a ello, la autora analiza las líneas de acción de dos actores fundamentales: por un lado, los gobiernos de la región, tratando de formular políticas que oscilaban entre la solución regional del conflicto y la protección de intereses específicos, y por otro, las organizaciones, grupos y movimientos sociales que orientaron sus esfuerzos a brindar apoyo a la población afectada, entre las que se contaron las designadas por los organismos internacionales para ello (en particular, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) y, de modo destacado, las organizaciones no gubernamentales tanto laicas como religiosas.

En los capítulos 2, 3 y 4 la autora analiza la respuesta que diseñaron e implementaron México, Estados Unidos y Canadá, respectivamente, a la crisis centroamericana de esos años, en la medida en que estos países fueron los principales receptores de refugiados de esta crisis. El capítulo 2, relativo a México, es particularmente sugerente, ya que examina los retos, predicamentos y traspiés del gobierno mexicano para enfrentar, no solamente la llegada masiva de refugiados centroamericanos (la autora nos recuerda que tan sólo en la década de los ochenta se calculaba que habría alrededor de 750 mil centroamericanos en México como resultado de dicho éxodo, en especial provenientes de El Salvador y Guatemala, y que alrededor de un millón transitaron por territorio mexicano para dirigirse a Estados Unidos y Canadá), sino también para propiciar políticas diplomáticas que incidieran en la solución del conflicto social en Centroamérica y así poderse constituir como una alternativa importante a las posiciones estadunidenses en asuntos hemisféricos.

En el capítulo de conclusiones la autora señala algunos de los obstáculos y retos que enfrentan los países de la región para responder adecuadamente a la existencia de los desplazamientos de personas en su interior. Esta reflexión se hace particularmente pertinente, como bien apunta María Cristina García, después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001. Ciertamente, hoy en día se cuenta con mejores mecanismos de cooperación y de intercambio de información entre México, Estados Unidos y Canadá en torno a cuestiones de migración, como la detección de las causas precisas que la generan, el tráfico de personas, la protección de los derechos humanos de los migrantes y la repatriación de refugiados. A su vez, en estas discusiones participan no solamente los actores gubernamentales, sino también los no gubernamentales, en buena medida por su probada capacidad para ofrecer soluciones creativas a los complejos problemas que genera la migración voluntaria o forzada. No obstante, un predicamento adicional consiste en cómo hacerle frente al predominio de la visión e intereses de Estados Unidos, los cuales han dominado las discusiones y la orientación de las políticas en la región en el nombre de la seguridad nacional. En ese sentido, la región enfrenta una situación en la que, por un lado, se tiende a facilitar la libre circulación de los capitales, mientras que, por otro, se busca controlar el movimiento de poblaciones "indeseables", en las cuales, desgraciadamente, se ubica a migrantes pobres y refugiados. El reto en ese sentido, concluye la autora, es que los países del área promuevan verdaderamente una normatividad que ordene la circulación poblacional por la región con pautas que garanticen la seguridad y los derechos humanos de todos los migrantes.

Cabe reiterar que este libro constituye una sólida contribución al campo de los estudios sobre migración, no solamente por su perspectiva comparativa en materia de políticas migratorias, sino por su capacidad para evaluar adecuadamente las distintas participaciones —o no participaciones— de diferentes actores en la trama conformada por las guerras internas ocurridas en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, junto con los múltiples efectos desencadenados en los países vecinos de Centroamérica, pero de manera particular en los de América del Norte. Lejos de suponer que son los gobiernos los únicos actores con capacidad para decir algo en materia de políticas migratorias, María Cristina García examina atinadamente las contribuciones que otros actores también han hecho en ese terreno, lo que permite devolverle la complejidad necesaria a un proceso que es fácilmente reductible a una mera interacción entre Estados nacionales.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

LUIS ESCALA RABADÁN, sociólogo de formación, es profesor-investigador en el Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte. Entre los temas que trabaja está la formación de comunidades y asociaciones transnacionales de los migrantes mexicanos en Estados Unidos.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons