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Migraciones internacionales

versão On-line ISSN 2594-0279versão impressa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.3 no.2 Tijuana Jul./Dez. 2005

 

Artículos

 

El proceso de incorporación de inmigrantes mexicanos a la vida y el trabajo en Los Ángeles, California

 

Elaine Levine

 

Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección electrónica: elaine@servidor.unam.mx.

 

Fecha de recepción: 23 de marzo de 2004.
Fecha de aceptación: 24 de agosto de 2005.

 

Resumen

En este artículo se examina la situación de algunos inmigrantes mexicanos en la zona metropolitana de Los Ángeles, California, en cuanto a su estatus socioeconómico, su participación en el mercado laboral y sus propias percepciones al respecto. El análisis incluye los resultados de un trabajo de campo y una encuesta entre inmigrantes latinos -la mayoría provenientes de México- realizados en 2001. Como marco de referencia conceptual, se discute el transnacionalismo desde abajo, la segregación residencial en Los Ángeles y la segmentación del mercado laboral a nivel nacional y local. Al final se plantean algunas dudas sobre las oportunidades que se les presentan a las segundas generaciones para alcanzar una mayor movilidad socioeconómica en Estados Unidos.

Palabras clave: migración internacional, mercado de trabajo, segregación, latinos, Los Ángeles.

 

Abstract

This article examines the situation of certain Mexican migrants in metropolitan Los Angeles, California, in terms of their socioeconomic status and participation in the labor market, as well as their own perceptions regarding that. The analysis includes the result of fieldwork and a 2001 survey ofi mmigrant Latinos, mostly from Mexico. The conceptual framework is transnationalism from below, residential segregation in Los Angeles, and national and local-level labor-market segmentation. At the end, some concerns are posed about the opportunities available to the second generation for achieving greater socioeconomic mobility.

Keywords: international migration, labor market, segregation, Latinos, Los Angeles.

 

Introducción

El barrio mexicano original de Los Ángeles existió antes de que esta ciudad formara parte de Estados Unidos. La localidad de East Los Angeles, que está del lado este del río del mismo nombre, se encuentra en el corazón del asentamiento más grande de mexicanos al norte del Rio Bravo. El 96.8 por ciento de los que viven allí son latinos, casi todos ellos mexicanos, o hijos o nietos o bisnietos de mexicanos. Los Ángeles es la segunda ciudad del país en número de habitantes y, a su vez, la principal ciudad de población mexicana y latina. Los latinos constituyen más de 46 por ciento de su población; la gran mayoría (71.1%) son mexicanos, pero la afluencia de centroamericanos ha crecido mucho en años recientes, y ahora Los Ángeles, además de ser la tercera ciudad del mundo en número de habitantes mexicanos, después del Distrito Federal y Guadalajara, también tiene el asentamiento más grande de salvadoreños fuera de su país.

Aun cuando provengan de poblaciones remotas de sus países de origen, más de 90 por ciento de los latinos se congregan en las zonas urbanas de Estados Unidos. Allí tienen sus redes de contactos con familiares y paisanos que los antecedieron en su odisea y quienes les pueden ayudar a conseguir empleo y un lugar donde vivir -aunque sea un sofá  rentado para dormir unas cuantas horas cuando les toque su turno-. Las estrategias de sobrevivencia son múltiples, y la capacidad de las pequeñas viviendas para absorber a un habitante más no tiene fin. Al pasar por las calles de East Los Angeles -donde las casas son, por lo general, pequeñas y los edificios de departamentos no rebasan los dos o tres pisos-, es difícil concebir cómo es que esta ciudad ocupa el tercer lugar a nivel nacional, después de Nueva York y Patterson, New Jersey, en número de habitantes por kilómetro cuadrado. También ocupa el tercer lugar en número de personas por vivienda, después de otras dos ciudades pequeñas cercanas a Los Ángeles: Santa Ana y El Monte, donde más de 70 por ciento de la población son latinos (Kelley, Yi y Becerra, 2001).

Además de vivir hacinados, la mayoría de los latinos viven separados del resto de la población estadunidense. Es probable que éste sea actualmente el grupo más segregado en términos residenciales. Se desplazan por todas partes para llegar a sus lugares de trabajo, pero al concluir la jornada se recluyen en sus barrios, que son a la vez refugio y barrera. Para muchos inmigrantes, sus hijos son los que logran tender un puente entre ellos y el mundo extraño que los rodea. Pero en los lugares donde la población latina es considerable se dificulta esta función, porque el contacto de los niños con el mundo fuera de su barrio es restringido.

Los niños latinos son el grupo más segregado dentro de las escuelas oficiales en Estados Unidos hoy en día; es decir; son los que tienen menos probabilidades de tener compañeros de Otros grupos étnicos o raciales. En el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, que está compuesto por 11 subdistritos, los niños latinos constituyen 70 por ciento de la matrícula. En lo de los 11 subdistritos son más de 50 por ciento del alumnado, alcanzando 95 por ciento o más en dos, 82 por ciento o más en otros dos y 72 por ciento en dos más (página web del Los Angeles Unified School District). El barrio exclusivo de Beverly Hills -enclavado en medio de Los Ángeles pero que administrativamente es una ciudad aparte- tiene su propio distrito escolar, y Santa Mónica se encuentra en la misma situación.

El gran número de aulas provisionales que se pueden observar en muchas escuelas de los barrios latinos es un indicio de cuán rápido y repentino ha sido el crecimiento de este grupo de la población. En tres décadas Los Ángeles se ha transformado de un lugar donde más de 70 por ciento de la población eran blancos no hispanos -y los latinos eran solamente 15% del total- a uno donde los latinos son ahora 46 por ciento de la población y los blancos no hispanos apenas 30 por ciento. Puesto que la abrumadora mayoría de los latinos en Los Ángeles es mexicana o de origen mexicano, me pareció un excelente y obligado punto de partida para tratar de entender la compleja dinámica del proceso de incorporación de los inmigrantes mexicanos a la vida y el trabajo en  Estados Unidos, y sus propias percepciones al respecto, así como para conocer sus estrategias de sobrevivencia y adaptación en un entorno que les ha resultado bondadoso y hostil a la vez.

En este artículo analizaré algunos aspectos de la incorporación de un grupo de inmigrantes mexicanos a la Vida y el trabajo en la zona metro-pol1tana de Los Ángeles, donde se confrontan con la segregación residencial y la segmentación del mercado laboral. Parto dela ídea de que su vida está condicionada por el transnacionalismo y de que este hecho influye en las estrategias de sobrevivencia que han adoptado.

 

Transnacionalismo y segregación residencial

Mientras que el flujo constante de los migrantes borra, en cierto sentido, la frontera entre los dos países, al interior de Estados Unidos surgen nuevas delimitaciones, como son los barrios donde viven los mexicanos y se habla español, o las ocupaciones que son consideradas como "empleos para inmigrantes". Como la mayoría de los inmigrantes, los latinos tienden a agruparse en barrios donde viven otros de su misma etnia (Suro, 1999). Roberto Suro explica que por lo general los barrios son lugares diferenciados, donde los latinos viven apartados de los demás por costumbre, idioma y preferencia. "Son rodeados por la ciudad en donde se ubican pero no son parte de ella" (1999:6). Indudablemente, estos barrios surgen de la búsqueda de afinidad y solidaridad en un medio hostil. Pero la permanencia en ellos por muchos anos, e inclusive por varias generaciones, se debe en parte también a las limitaciones económicas que hacen inaccesibles a Otros lugares.

En el caso de la zona metropolitana de Los Ángeles, se ha observado que la segregación residencial es mayor en el condado de Los Ángeles que en los condados aledanos; cierta diversificación que se ha dado recientemente involucra a afroamericanos, latinos y asiáticos, pero no a los blancos no hispanos, y no obstante, el nivel de segregación de los latinos se ha incrementado (Bobo et al., 2000). David M Grant (2000) señala que en el condado de Los Ángeles los blancos y los latinos están ubicados en zonas casi completamente diferenciadas y que los latinos se encuentran cada vez más separados de los blancos no hispanos y de los asiáticos. Además, reitera la afirmación de Bobo y Zubrinsky (1996) de que los determinantes de este patrón no son solamente económicos sino que también intervienen actitudes raciales.

Por otra parte, Abel Valenzuela Jr. y Elizabeth González (2000) encuentran totalmente razonable que muchos inmigrantes pobres y sin empleo se arraiguen en comunidades pobres que, sin embargo, les pueden ayudar no sólo en la búsqueda de trabajo sino también con -otras estrategias de incorporación- asimilación al nuevo entorno. Señalan que los inmigrantes frecuentemente se concentran en ciertas localidades pobres por razones culturales y de sobrevivencia, o por lazos familiares y de compadrazgo, sin pensar en el estatus económico o social. Además, algunas comunidades pobres son, no obstante, ricas en información y contactos para conseguir empleos, aunque sean empleos mal remunerados.

Me parece que hay elementos de la discusión sobre las comunidades y los espacios o campos sociales transnacionales que pueden ser útiles para explicar los procesos mediante los cuales los migrantes logran hacer más llevadera su vida cotidiana en un entorno al que han llegado no tanto por gusto sino por necesidad. Es probable que muchos inmigrantes mexicanos en Estados Unidos sienten que, como plantea Alejandro Portes, "están en el país, pero no son de él, y prefieren verse a sí mismos como pertenecientes a Otro país tanto social como económicamente" (2003:380). O como señala Steven Vertovec, citando a Nina Glick Schiller, Linda Basch y Cristina Santón-Blanc (1992:11), "aunque algunos migrantes se identifican más con una sociedad que con la otra, la mayoría parece mantener varias identidades que los vinculan simultáneamente a más de una nación" (2003:357). Y más adelante Vertovec afirma que "La conciencia de localidad múltiple estimula el deseo de relacionarse con otros que, tanto 'aqui' como 'allá', comparten las mismas 'rutas' y 'raíces'" (2003:357). Por ende, surgen los barrios mexicanos o latinos y se afianzan las prácticas transnac10nales.

Alejandro Portes, Luis Guarnizo y Patricia Landolt hablan de "la creación de una comunidad transnacional que une a grupos de inmigrantes en los países avanzados con sus respectivas naciones y pueblos de origen" (2003:15). Plantean, además, que "es preferible delimitar el concepto de transnacionalismo a ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución" (2003:18). Indican, sin embargo, que "estos contactos no son en sí mismos suficientemente novedosos o variados para justificar una nueva área de investigación", y argumentan más bien que lo "original" y significativo del fenómeno es precisamente "la gran intensidad de los intercambios, nuevas formas de transacción y multiplicidad de actividades que traspasan fronteras nacionales y requieren de este movimiento geográfico para su éxito" (2003:18-19). También plantean que su definición excluye los regalos ocasionales en dinero y bienes que envían los inmigrantes a sus parientes y amigos (no es una ocupación) o la compra de una casa o solar que realiza un inmigrante en su país de origen (no es una actividad habitual)" (2003:18).Mas adelante se refieren a los "intercambios habituales de bienes tangibles e intangibles entre el lugar de origen y de destino" y afirman que "Estos movimientos y el campo binacional que crean gradualmente vienen a ser una forma de adaptación alternativa para los migrantes en el mundo desarrollado" (2003:32).

Por otro lado, en el caso poco probable de que un grupo de migrantes nuevos se asienten y rompan todos sus lazos con el país de origen, Guarnizo y Smith argumentan que "un flujo continuo de nuevos migrantes y bienes materiales podría reproducir un campo social transnacional. También podría lograrlo el flujo continuo de ideas e información que proveen los medios globales, el turismo étnico y los festivales y ritos religiosos o seculares" (1999:19).

Hay algunas ambigüedades y diferencias de opinión en torno a cuáles actividades, realizadas con que frecuencia y bajo qué condiciones constituyen comportamientos transnacionales (Mahler, 1999). También surgen preguntas sobre la interrelación e interacción entre lo que se ha designado como transnacionalismo "desde abajo" y "desde arriba" (Guarnizo y Smith, 1999; Mahler, 1999). Otros puntos de discusión giran en torno a los impactos transformadores de diversas prácticas transnacionales, tanto para el país (o comunidad) emisor como para el país (o comunidad) receptor (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003). Algunos autores se refieren a las actividades transnacionales de los migrantes como una "senda alternativa para lograr movilidad económica y social" que "abre un sinnúmero de nuevas posibilidades de adaptación" (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003:32) o como "un atractivo campo de actividad alternativo que permite a los migrantes combinar lo más ventajoso de ambos países" (Roberts, Frank y Lozano-Ascencio, 2003:59). Sin embargo, los alcances y los límites de estas "nuevas posibilidades de adaptación" no están muy claros.

Parece que hay ciertas evidencias de que, mediante la migración y el mantenimiento de lazos transnacionales, los migrantes pobres con bajos niveles de escolaridad -que es el caso de la mayoría de los migrantes mexicanos- pueden incrementar su estatus económico y social en sus comunidades de origen, pero no de que tales prácticas conduzcan a niveles socioeconómicos más altos en el país de destino (Goldring, 1999). Las redes sociales trazadas entre las comunidades de origen y las de destino pueden asegurar la llegada de parientes y paisanos y en muchos casos también ayudarles a conseguir empleo. Pero los nuevos migrantes suelen llegar a barrios mexicanos o latinos y trabajar en ciertos rubros del mercado laboral que se conocen, generalmente, como "empleos para inmigrantes". Pueden pasar años sin aprender inglés y sin mayores opciones de ascenso económico o social en Estados Unidos.

En el caso de los mexicanos, las comunidades transnacionales surgen principalmente como respuestas a la estratificación social y a la falta de opciones que enfrentan los migrantes en ambos lados de la frontera  (Roberts, Frank y Lozano-Ascencio, 2003). Y aun cuando se tratara de respuestas autónomas y activas ante las tendencias de exclusion y marginación que imponen las dinámicas del mercado global (Ariza, 2002; Roberts, Frank y Lozano-Ascencio, 2003), los resultados logrados en términos de los parámetros socioeconómicos del país receptor pueden ser decepcionantes.

Los inmigrantes mexicanos de primera generación tienden a medir su bienestar con respecto a las condiciones tercermundistas que dejaron atrás. Por consiguiente, su nuevo entorno resulta bastante aceptable, aun cuando suele ser de lo peor en cuanto a los estándares prevalecientes en Estados Unidos. Los trabajadores mexicanos generalmente ocupan los puestos menos deseados y más mal pagados, y se agrupan en barrios deteriorados donde sus hijos asisten a escuelas en las que predominan otros niños, como ellos, que pertenecen a las llamadas "minorías" étnicas o raciales (Waldinger y Lichter, 2003). Sin embargo, es probable que las aspiraciones de sus hijos serán determinados más por las normas y estándares prevalecientes en el país de destino, aun cuando estén fuera de su alcance.

Otro tema de discusión y debate en la literatura sobre el transnacionalismo es, precisamente, hasta qué grado tiene influencia en las segundas generaciones (Guarnizo y Smith, 1999). Al discutir las posibilidades de una asimilación ascendente o descendente para los hijos de los inmigrantes de hoy, Portes asevera que "el verdadero problema no es si la segunda generación inmigrante se asimilará o no, sino a cuál sector de la sociedad lo hará" (2003:388). Plantea, además, que a través de "las alternativas económicas y simbólicas que hace posible el transnacionalismo... los hijos de los inmigrantes pueden encontrar los recursos materiales y espirituales que requieren para tener éxito en su difícil travesía" (2003:390)

No obstante las bondades y ventajas que puedan aportar el bilingüismo y el hecho de tener Otros referentes culturales, parece difícil que sean suficientes para contrarrestar los efectos perniciosos de la pobreza y la discriminación, salvo en casos excepcionales. Concuerdo más bien con Manuel Pastor cuando señala que "la persistencia de la pobreza aunque haya trabajo (working poverty) probablemente producirá un conjunto de impactos generacionales, puesto que niños que observan que sus padres trabajan todos los días sin poder sacar a sus familias de la pobreza llegarán a cuestionar sus propias perspectivas en esta sociedad" (2001:132). El desaliento que provoca V1vir con muchas carencias en un medio donde hay tanta opulencia es difícil de vencer. Existe un cúmulo creciente de evidencia empírica y argumentación teórica que apoya la idea de que la movilidad socioeconómica en Estados Unidos se dificulta cada vez más para la mayoría de los inmigrantes mexicanos  recién llegados y sus hijos (Ortiz, 1996; Zhou, 2001; Ellis, 2001; Portes y Rumbaut, 2001; Levine, 2001). Considero que un eje central de este proceso de incorporación desventajosa para los migrantes mexicanos es el mercado laboral, que se ha vuelto más estratificado y segmentado en las últimas décadas.

 

"Nichos para latinos" en el mercado laboral

Los inmigrantes no calificados casi siempre ingresan a los estratos inferiores del espectro ocupacional y salarial estadunidense, donde de todas formas ganan bastante más que en sus lugares de origen. Por Otra parte, varios países también pierden profesionistas y técnicos altamente calificados por la misma razón. Aunque hay connotadas excepciones -como nuestro premio Nobel de química y Otros científicos, profesionistas y personas dedicadas a las artes-, la mayoría de los mexicanos que emigran son trabajadores poco calificados. Su nivel de escolaridad es generalmente inferior al de los trabajadores estadunidenses menos calificados, aun cuando rebase el nivel promedio que prevalece en México.

Por lo tanto, el perfil ocupacional de la población de origen mexicano exhibe algunas divergencias desventajosas en términos socioeconómicos (cuadro 1). La categoría de obreros calificados, que es la cuarta en importancia para los mexicanos, es donde se puede considerar que tienen cierta ventaja relativa, puesto que el porcentaje de mexicanos que se encuentran ocupados en este rubro es más alto que el de otros grupos. Ésta es la única categoría, además de la de gerentes y profesionistas, donde la mediana salarial (que fue de $613 dólares en el 2000) está por encima de la mediana general de $576 dólares para el 2000 (U.S. Department of Labor , 2001). En este tipo de empleos, muchos de ellos vinculados con la mecánica o la construcción, los trabajadores y artesanos mexicanos pueden aprovechar sus habilidades y experiencia sin la necesidad de estudios formales. Es aquí donde tienen buenas perspectivas salariales, pese a que el estatus social suele ser inferior al que proporcionan algunos empleos de cuello blanco que pagan menos.

No obstante, la concentración de trabajadores latinos1 (es decir, el porcentaje que éstos representan del total de las personas empleadas en dicha categoría o rubro) en la categoría general de obreros calificados no es muy alta (13.9%) y apenas rebasa su nivel de participación en la población ocupada (10.7% en el 2000). De hecho, la concentración más alta de latinos se encuentra en la categoría general de agricultura, silvicultura y pesca. Pero estas ocupaciones sólo absorben 2.5 por ciento de la PEA total y 5.6 por ciento de los trabajadores latinos, aun cuando 23.7 por ciento de quienes desempeñan estas actividades son de origen hispano y casi todos (90%) son mexicanos. La concentración de latinos es relativamente alta —i.e., mayor que el porcentaje que representan de la PEA total (10.7%)- en las categorías de obreros no calificados (17.5%) y servicios (15.7%), donde los salarios suelen ser bastante inferiores a la mediana general de $576 dólares semanales. En cambio, el grado de participación de los latinos en empleos técnicos, de ventas y apoyo administrativo, en los que las remuneraciones se acercan más a la mediana general, es relativamente bajo (8.9%) y su participación en la categoría de gerentes y profesionistas es muy baja (5%) (U.S. Department of Labor, 2001).

Además, en cada una de las categorías generales los latinos se encuentran concentrados en unos cuantos rubros: ciertas ramas específicas de la manufactura ligera, más que de la pesada; servicios de limpieza y mantenimiento de edificios y jardines, manejo y preparación de alimentos; cajeros en tiendas de autoservicio y ventas de menudeo; trabajos especializados de albañilería, etcétera, por mencionar algunos. Para consolidar un nicho del mercado de este tipo sólo se necesita una afluencia de latinos y la oferta de trabajos que casi nadie más quiere desempeñar o con salarios que otros no aceptarían. Este hecho es muy claro en el caso de los trabajos agrícolas en estados como California, Texas y Oregon, pero también se da en otros ámbitos. En los pocos lugares de Estados Unidos donde todavía existe la industria de la confección -y por esta razón Los Ángeles se encuentra entre ellos-, la mano de obra es principalmente de mujeres inmigrantes y la mayoría son latinas.

Un espacio dominado por los trabajadores mexicanos en Los Ángeles son las cocinas de los restaurantes. La comida que se sirve puede ser del Lejano o Medio Oriente, del este, oeste o centro de Europa, del norte de África o de América del Sur; el decorado y los meseros pueden concordar con el tipo de comida que se ofrece, pero los trabajadores que están en la cocina siguiendo las instrucciones de quien sea el chef, casi invariablemente, serán mexicanos. En muchas ciudades los jóvenes estudiantes de clase media, que suelen trabajar medio tiempo o en los períodos vacacionales, han abandonado los expendios de comida rápida (fast food) -como McDonalds, donde se cocina con mucho aceite- para trabajar en lugares más agradables y upscale (de mayor categoría), como los cafés de la cadena Starbuck's o de alguno de sus competidores, que ahora están tan de moda. Sus antiguos puestos son ocupados por inmigrantes latinos.

En cuanto tuvieron acceso a otros empleos, las mujeres afroamericanas empezaron a dejar el servicio doméstico -donde actualmente representan sólo 17% del total- a las mujeres latinas, las que según cifras oficiales constituyen casi 40 por ciento de las personas ocupadas en este rubro (U.S. Department of Labor, 2001). Es probable que el predominio de las latinas sea aún más fuerte, puesto que muchas empleadas domésticas -un buen número de las cuales son inmigrantes indocumentadas- son contratadas mediante acuerdos informales que no son captados por las estadísticas oficiales. Sin embargo, la transformación de los nichos laborales no es siempre un proceso pacífico, como parece haber sido en este caso.

Los inmigrantes mexicanos han adquirido la fama de ser muy buenos trabajadores. Aguantan jornadas más largas y salarios más bajos que otros grupos. Como muchos de ellos son recién llegados, e inclusive indocumentados, generalmente no protestan por los malos tratos ni por las injusticias de sus patrones. No son exigentes ni contestatarios. Por todo eso, en varios ámbitos donde no se necesita saber mucho inglés se han convertido en los trabajadores preferidos por los empresarios. También en los lugares donde priva el racismo y la discriminación contra los afroamericanos los mexicanos son más aceptados como trabajadores que ellos. Pero las mismas personas que contratan a los mexicanos para trabajar en sus tiendas y fábricas son las que no quieren que vivan en sus barrios ni que los hijos de ellos asistan a la escuela con los suyos.

El censo del 2000 muestra que en la zona metropolitana Los Ángeles-Long Beach los latinos están altamente concentrados en la manufactura, el transporte, la construcción y los servicios, excepto en el caso de los servicios de protección (cuadro 2). Su participación porcentual en estos rubros está muy por encima de 38.8 por ciento que representan en la PEA total de la zona. En cambio, su peso en los Otros rubros de la estructura ocupacional general (gerentes y profesionistas, técnicos, ventas y apoyo administrativo) está por debajo de dicha cifra, lo que constituye una baja participación relativa. Esta baja participación es muy marcada en el ámbito gerencial y profesional, donde la población blanca no hispana se encuentra altamente concentrada. Además, hay ocupaciones específicas en las cadenas productivas de los alimentos y bienes manufacturados -sobre todo, de algunos productos metálicos, plásticos, de madera y papel, e inclusive de semiconductores y equipos de enfriamiento-, donde los latinos constituyen cerca de 80 por ciento o más de la mano de obra.

De la PEA total de la zona, 30 por ciento tiene puestos gerenciales o profesionales y Otro tanto se ocupa en puestos técnicos, de ventas o de apoyos administrativos. Solamente la cuarta parte (24.5%) está empleada en la producción directa o en actividades afines y 14 por ciento en los servicios. Casi dos tercios (73.3%, según los datos censales del 2000) de los trabajadores directos de la producción manufacturera de Los Ángeles-Long Beach son latinos (cuadro 2). Al mismo tiempo, el conjunto de las actividades de la construcción, extracción, instalación, mantenimiento, producción manufacturera y transporte industrial da empleo a 40 por ciento de los trabajadores latinos. Un 27.1 por ciento más están empleados en actividades técnicas, ventas y apoyos administrativos, 18 por ciento trabaja en servicios y solamente 12.3 por ciento desempeña trabajos gerenciales o profesionales. Este patrón ocupacional contrasta marcadamente con el de la población blanca no hispana, de la que 45.6 por ciento son gerentes o profesionistas; 31 por ciento de esta población trabaja en actividades técnicas, ventas y apoyos administrativos, y solamente 11.4 por ciento tiene empleos industriales, los que a la vez absorben sólo 16.3 por ciento de la mano de obra afroamericana.

Estas cifras apenas vislumbran los cambios radicales que se han dado en la estructura industrial de Los Ángeles en las últimas décadas y que muchos autores han identificado como un proceso de "reestructuración" industrial en la región (Zentgraf, 2001; Pastor, 2001; Waldinger y Bozorgmehr, 1996; Waldinger y Lichter, 2003; Bobo et al., 2000).A1 respecto, solamente quiero subrayar algunas características y resultados generales de este proceso, sobre todo aquellos que están más directamente relacionados con los procesos migratorios del mismo período, y en particular con los migrantes mexicanos.

Vilma Ortiz afirma que la segregación ocupacional ha sido un rasgo de la situación laboral de los inmigrantes mexicanos en Los Ángeles desde la década de los setenta y que se intensificó a partir de entonces hasta tal punto que 72 por ciento de ellos se encontraba en 1990 en empleos que podrían ser clasificados como "nichos para inmigrantes mexicanos" (1996:255, 257). Sostiene, además, que la reestructuración económica canaliza a estos inmigrantes hacia los empleos menos remunerados, al mismo tiempo que elimina los mecanismos que les sirvieron a los recién llegados de Otras épocas para avanzar (1996:250).

Con sus formas particulares, la ciudad y el condado de Los Ángeles experimentaron la misma polarización laboral y salarial que caracterizó a la economía estadunidense en su conjunto durante los ochenta y noventa: un incremento significativo de empleos profesionales y puestos que exigen altos niveles de capacitación, en los sectores de alta tecnología, con remuneraciones correspondientemente altas, y un gran incremento en el número de puestos poco calificados en la producción y sobre todo en los servicios, que ofrecen salarios muy bajos y pocas posibilidades de ascenso económico y ocupacional. Desaparecieron muchos empleos con remuneraciones medianas en los sectores manufactureros tradicionales y surgieron nuevos sectores industriales que dependen de costos laborales muy bajos. Mientras algunos nativos e inmigrantes con alta escolaridad llenaron los puestos bien remunerados, la oferta de inmigrantes latinos dispuestos a ocupar los empleos menos deseables y más mal remunerados fue creciente (Zentgraf, 2001; Pastor, 2001). Así se alimentó y se acentuó la segmentación del mercado laboral de Los Ángeles que acompañó a y facilitó la reestructuración industrial.

 

Los Ángeles visto como un espacio social transnacional

Los Ángeles es, sin duda, una ciudad global donde confluyen y se confrontan los más diversos niveles y espacios transnacionales. Como dice Saskia Sassen, el capital transnacional y la nueva mano de obra inmigrante son categorías/actores transnacionales que se encuentran en contraposición y se enfrentan en las ciudades globales, donde se sobrevalora el capital corporativo y se desvaloran los actores en desventaja, sean éstos empresas o trabajadores (1998:XX). En otras palabras, hay una creciente polarización socioeconómica -un fenómeno bastante generalizado en los Estados Unidos de las últimas dos décadas-, que en el caso concreto de Los Ángeles se encuentra entrelazada con una rápida transformación étnica (Waldinger y Bozorgmehr, 1996; Bobo et al., 2000; Valle y Torres, 2000). De manera que la división étnica del trabajo en la economía de Los Ángeles revela una configuración social que responde, evidentemente, a fuerzas económicas más generales pero que al mismo tiempo está moldeada por los diversos grupos que participan en y sostienen la estructura económica particular de la región (Waldinger y Bozorgmehr, 1996:27).

La reestructuración económica y la transformación demográfica de Los Ángeles son procesos simultáneos que han dado como resultado una brecha mayor entre los inmigrantes mexicanos y otros grupos de la población que se refleja en la segmentación laboral y en la segregación residencial. Los Ángeles es una de las ciudades más étnica y culturalmente diversas en el mundo, y sin embargo, el grado de segregación residencial que prevalece allí es mayor que el promedio nacional (Zubrinsky Charles, 2000:167, 169). Sin llegar a ser todavía la mayoría absoluta, la población latina es el componente más grande tanto de la ciudad de Los Ángeles (46.5%, según el censo del 2000) como del condado del mismo nombre (44.6%). La población latina del condado se incrementó de 2 066 103 personas en 1980 a 3 351 242 en 1990, un crecimiento de 62.2 por ciento. En la década siguiente su crecimiento fue menor -un aumento de 890 971 personas (26.6%)-, pero de todas formas fue el grupo que tuvo el mayor crecimiento.

De la población latina del condado, 50.5 por ciento nació fuera de Estados Unidos. En el último censo de población, 78.5 por ciento de los latinos reportaron que hablan español en casa y 43.5 por ciento afirmaron que no hablan bien el inglés. El 71.7 por ciento de los latinos del condado son mexicanos o de ascendencia mexicana. Se estima que California es el estado con el porcentaje más alto (24%) de inmigrantes indocumentados y que la mayoría de los indocumentados (57%) son mexicanos, con un 24 por ciento más proveniente de otros países latinoamericanos (Passel, 2005:4, 11). De allí se puede deducir que muchos mexicanos y latinos de Los Ángeles son indocumentados y, por ende, carecen de todo tipo de derechos. Por Otra parte, según el censo del 2000, 27.1 por ciento de las personas que viven en la urbe angelina son inmigrantes que, por una U Otra razón, no han adquirido la nacionalidad estadunidense. Sin embargo, en mayo de 2005 se eligió a un alcalde latino: Antonio Villaraigosa -hijo de padre mexicano y de madre mexicoestadunidense, que creció en los barrios pobres de la ciudad-, el primer latino que ha desempeñado este cargo desde 1872.  Me parece que las características de Los Ángeles y sus barrios mexicanos y latinos, que están concentrados sobre todo en la parte sur del condado, en y alrededor de la ciudad, son tales que constituyen un espacio social transnacional para la mayoría de los habitantes mexicanos, aun cuando muchos de ellos no participan directamente en actividades consideradas transnacionales. Los referentes lingüísticos y culturales que evocan un entorno no exclusivamente estadunidense son omnipresentes y constantes.

En un intento por entender mejor el proceso de incorporación de los inmigrantes mexicanos a la vida y trabajo de Estados Unidos, así como conocer sus estrategias de adaptación y sobrevivencia, inicié una indagación al respecto en su principal destino en ese país: Los Ángeles, California. En la primavera de 2001 apliqué una encuesta a 275 personas que asistían a clases para adultos. Participaron 130 personas de la escuela para adultos anexa al Elizabeth Learning Center (una escuela pública que cubre los ciclos desde el kinder hasta el high school); los otros 145 encuestados asistían al programa de vinculación comunitaria del Cerritos Community College. Las personas que contestaron el cuestionario son inmigrantes latinos de primera generación, la gran mayoría mexicanos, que actualmente radican en el condado de Los Angeles. Asistían a la escuela para aprender inglés y -en el caso de Cerritos- algunos también llevaban cursos de capacitación vocacional.

Dado el proceso de selección de los encuestados, los resultados no pueden ser considerados como completamente representativos de "la" experiencia de "los" inmigrantes mexicanos en Los Ángeles. Sin embargo, revelan algunos aspectos interesantes de la situación de las 275 personas que participaron en la encuesta, y me parece que los resultados obtenidos y las reflexiones que pueden suscitar son relevantes para el análisis de la situación actual y las perspectivas futuras de los mexicanos que emigraron a finales del siglo XX y de los que están emigrando a principios del XXI.

Considero que en el caso de mis encuestados se trata, sin duda, de una población transnacional. Hasta ahora, su vida en Estados Unidos ha transcurrido hablando fundamentalmente español. Las personas que no participan directa o frecuentemente en transacciones o intercambios transfronterizos -sean éstos materiales, monetarios o afectivos, de cosas tangibles o intangibles- están rodeadas por otras que sí lo hacen. Dos tercios de los encuestados viven en localidades donde más de 50 por ciento de la población es latina y cerca de la mitad (46.5%) vive en lugares en los que más de 90 por ciento de los residentes son latinos. Viven y trabajan entre latinos en una gran área metropolitana donde la presencia mexicana y latina es plenamente perceptible. En el cuadro 3, que presenta algunos indicadores socioeconómicos de las localidades donde reside la gran mayoría de los encuestados, se puede observar el  alto grado de estratificación residencial y económica de esas localidades. Los porcentajes más altos de latinos tienden a coincidir con los porcentajes más altos de personas nacidas en el extranjero y con las medianas de ingresos e ingresos per cápita más bajas.

 

Resultados de una encuesta aplicada en Los Ángeles2

Uno de mis propósitos al hacer una encuesta de este tipo fue obtener información de nivel intermedio que de alguna manera pudiera llenar ciertos espacios entre los agregados impersonales de los datos censales y los casos particulares de los estudios etnográficos, a partir de los cuales a veces es difícil hacer generalizaciones. En la escuela para adultos del Elizabeth Learning Center, un colega y yo aplicamos la encuesta en las aulas de algunos profesores que nos cedieron una sesión de su clase para hacerlo. En el Cerritos College fueron los profesores de los grupos dispuestos a participar quienes aplicaron la encuesta.

De los encuestados, 73 por ciento son mexicanos provenientes de por lo menos 21 entidades federativas, incluyendo el Distrito Federal. El 25 por ciento proviene de otros países latinoamericanos. Además, el grupo incluye a una mujer nacida en El Paso, Texas, quien se había mudado a Los Angeles 20 años atrás. En el momento de responder al cuestionario tenía 70 años y manifestó hablar, leer y escribir poco en inglés.

El 57.1 por ciento de los encuestados son mujeres y 42.9 por ciento son hombres, aun cuando, según el censo del 2000, poco más de la mitad (51.3%) de la población de origen mexicano en Estados Unidos es masculina. La preponderancia de las mujeres en las clases para adultos se debe seguramente a su mayor flexibilidad en cuanto a los horarios, porque un porcentaje menor de ellas trabaja fuera del hogar. Además, en el Elizabeth Learning Center existe una guardería -atendida por otras mujeres de la comunidad- para cuidar a niños en edad prees-colar mientras sus madres asisten a las clases. Sin embargo, se pudo observar, en otros contextos, que en el caso de las mujeres casadas por lo general los esposos ejercen un alto grado de control sobre las actividades que les permiten realizar fuera de su casa.

La edad mediana de los encuestados fue de 33 anos, con un mínimo de 14 y un máximo de 74. El tiempo promedio de vivir en Estados Unidos fue de lo anos, con un mínimo de un mes y un máximo de 53 anos. El tiempo promedio de vivir en Los Ángeles fue ligeramente menor, lo cual indica que el primer destino en Estados Unidos de algunas  de estas personas fue Otro lugar. Cabe señalar que en general Los Angeles suele ser un primer destino para los migrantes mexicanos, precisamente, por el gran número de sus paisanos que ya viven allí. Después algunos se mudan a Otra localidad por una gama de razones, que van desde la búsqueda de mejores oportunidades de empleo en lugares menos "saturados" hasta el intento de evadir la influencia de las pandillas en sus hijos adolescentes.

En cuanto a las razones que los llevaron a emigrar a Estados Unidos, la mayor parte (24.3%) respondió que "tenía Otros familiares que viven aquí"; algunos (19.1%) adujeron que "tenía trabajo pero necesitaba ganar más; otros afirmaron que "no había trabajo en mi lugar de origen" (12.4%), "me trajeron cuando era más joven" (10.4%) y "mi esposo(a) ya estaba aquí (9.4%); 7.7 por ciento de los encuestados dijo que "vine por un tiempo para conocer", 5.7 por ciento que "tenía conocidos que viven aquí", 3 por ciento que "me ofrecieron trabajo aquí" y 7.9 por ciento respondió que fue por razones no especificadas. El 48.3 por ciento de los encuestados señaló que la vida en Estados Unidos les ha resultado "más difícil de lo que pensaba". El 46 por ciento dijo que era "más o menos igual" y solamente 5.7 por ciento respondió que era "más fácil".

Los Ángeles, como las otras grandes urbes de Estados Unidos, es un lugar caro para vivir. Muchos bienes y servicios resultan más caros que en otros lugares, en particular en el caso de la vivienda. Una vivienda de las mismas características puede resultar bastante más barata, ya sea para rentar o para comprar, en una localidad más pequeña. Por Otra parte, hay localidades en el condado de Los Ángeles que se encuentran entre los lugares más densamente poblados del país y que, además, son enclaves delos mexicanos y otros latinos. Entre los encuestados el gasto mensual por concepto de vivienda abarcaba un rango de 100 a 2 300 dólares, con una mediana de 675. La mediana resulta bastante alta con respecto al tipo y condiciones de las viviendas, y sobre todo con relación a los niveles de ingresos de las familias, como veremos más adelante.

El 33.3 por ciento de los encuestados vive en un departamento rentado y 8.4 por ciento habita un departamento que comparte con Otra familia. El 22.7 por ciento indicó que vive en casa propia, lo que es un porcentaje bajo para Estados Unidos, donde alrededor de 66 por ciento son dueños de su vivienda. El 17.9 por ciento vive en una casa rentada y 6.2 por ciento comparte una casa rentada con Otra familia. El 5-5 por ciento reportó tener un cuarto rentado en la vivienda de Otra familia y 4.4 por ciento manifestó vivir en un "tráiler". Un paseo por East Los Angeles, o por cualquier Otro barrio mexicano o latino, revela las grandes diferencias entre estas zonas y las más privilegiadas. En general, la falta de mantenimiento y el deterioro de la pintura exterior son evidentes, así como la escasez de áreas verdes y el deficiente servicio municipal en cuanto a la limpieza de banquetas y calles y la recolección de basura. El tamaño de los patios es bastante reducido, ya que las construcciones, que por lo general suelen ser de pocos pisos, ocupan la mayor superficie de los terrenos. En muchos casos es facil observar que en los espacios donde antes había un garage y probablemente un jardín ahora hay viviendas adicionales.

Aun así, uno de los rasgos que no se percibe a simple vista es el grado de hacinamiento que hay -al que nos hemos referido en el apartado anterior-. Debido a ello, el promedio de personas por vivienda es un poco más alto en California (2.87 personas) que el promedio nacional (2.59) y el de Los Ángeles es de 2.98 personas. Los encuestados reportaron una mediana de cinco personas por vivienda, con un mínimo de una y un máximo de 25. Solamente 26.4 por ciento manifestó convivir con una o dos personas más, 73.6 por ciento de los hogares tiene cuatro habitantes o más y 50 por ciento reportó cinco o más. Es evidente que en los barrios donde viven los inmigrantes tanto los inquilinos como los arrendadores pasan por alto los reglamentos que existen en Estados Unidos sobre el número de personas permitido por habitación.

Aunque los barrios latinos de Los Ángeles no se comparan favorablemente con otras partes de dicha ciudad, ofrecen condiciones de vida mejores que las de muchas zonas tanto urbanas como rurales de nuestro país. Los recién llegados se sorprenden por el acceso fácil e inmediato a servicios urbanos como gas, agua y luz e inclusive teléfono. A la pregunta abierta "¿Qué cosas le gustan del barrio donde vive?", 49.3 por ciento señaló aspectos como tranquilidad, orden y limpieza, 24.2 por ciento mencionó la ubicación, 13.8 por ciento señaló "la convivencia con otros latinos" y 7.3 por ciento mencionó las escuelas de sus hijos y/o las clases para adultos.

De hecho, 78.2 por ciento de los encuestados manifestó su intención de permanecer en el barrio donde viven actualmente porque sienten arraigo en ese lugar (51.3%), o porque es tranquilo, limpio y seguro (20.6%), o por la cercanía al trabajo y los servicios (10.1%). Sin embargo, a la pregunta sobre "¿Qué no le gusta del barrio donde vive?, 19.5 por ciento mencionó el vandalismo, la delincuencia y la inseguridad. El 16 por ciento indicó un entorno ambiental desagradable, que consiste en malos olores y humo de fábricas cercanas, poca vegetación, basura en las calles y otras cosas por el estilo. Un 15.4por ciento aludió a la falta de servicios como alumbrado público, limpieza de las calles, parques, clínicas y lugares de estacionamiento, entre otros. El 11 por ciento manifestó su disgusto con ciertos Usos y costumbres, como el hecho de que no se pueden tocar aparatos de música ya entrada la noche ni hacer fiestas ruidosas. El 9.2 por ciento se refirió a la discriminación, malos tratos a latinos, la soledad, un ambiente vecinal negativo, etcétera. En cambio, 15.4 por ciento respondió que no había nada que les disgustara. Aquí faltaría realizar un análisis más minucioso para determinar si hay lugares específicos que generen mayores apreciaciones positivas o negativas, o si existe alguna relación entre dichas apreciaciones y el tiempo de residir en Estados Unidos y/ o el nivel de ingresos o algún Otro factor.

Se puede observar una cierta mejora en la estructura ocupacional al comparar el primer empleo con el empleo actual, aunque el tiempo transcurrido para cada individuo es diferente. La mediana del tiempo en el empleo actual fue de tres anos, con un mínimo de dos meses y un máximo de 24 años; el promedio fue de cuatro años 11 meses. El 2.2 por ciento reportó el trabajo agrícola como primer empleo en Estados Unidos, pero actualmente ninguno desempeña ya esa labor. El porcentaje de obreros no calificados se incrementó de 40.8 a 47.1, mientras que el de obreros calificados aumentó ligeramente de 11.0 a 12.5. La ocupación en los servicios -donde las remuneraciones suelen ser más bajas que las de los obreros, inclusive de los no calificados- disminuyó de 34.2 a 22.4 por ciento. Este cambio se explica en parte porque algunas mujeres antes empleadas en el servicio doméstico privado han dejado de trabajar para dedicarse a las labores de su propio hogar. También disminuyó el número de hombres empleados en el rubro de los servicios. El porcentaje con ocupaciones técnicas, de apoyo administrativo o ventas se incrementó de 9.7 a 15-8. Además, al momento de la encuesta 2.2 por ciento se había jubilado. En la gráfica 1 se puede observar la transformación de la estructura ocupacional con un poco más de desglose del que hemos mencionado aquí.3

El único profesionista del grupo es un pastor evangélico proveniente de Guatemala; cuatro personas se reportaron como jubilados o pensionados y el porcentaje de los que no trabajan se incrementó de 8.8 a 19.8, debido principalmente a que muchas mujeres que en un principio participaban en la población económicamente activa (PEA) dejaron de trabajar fuera del hogar al casarse o tener hijos. De tal manera, 43.4 por ciento de las mujeres indicaron no desempeñar ninguna actividad remunerativa. Por lo tanto, la tasa de participación en la PEA entre las encuestadas es de 56.6 por ciento, que resulta prácticamente igual a la que prevalece entre las mujeres latinas que radican en Estados Unidos, que es de alrededor de 57 por ciento. Sin embargo, varias de ellas tienen empleos algo precarios o informales, como el cuidado de niños, discapacitados o ancianos, o la venta de cosméticos o alimentos preparados desde su propio hogar. A pesar de esto, la mayoría de los encuestados reportó trabajar ocho horas diarias durante cinco días a la semana. Además, 12 por ciento informó tener un segundo empleo en el que trabajan algunas tardes o noches o durante los fines de semana.

La importancia de las redes sociales de los migrantes para conseguir empleo en Estados Unidos es fundamental. El 78 por ciento de los encuestados consiguió su primer empleo por medio de un pariente o amigo y 61 por ciento afirmó, todavía, haber conseguido su empleo actual de esta forma. El porcentaje de los que encontraron empleo por medio del periódico disminuyó de 5.7 a 4.3. Sólo un porcentaje muy bajo dijo recurrir a una agencia para obtener trabajo, 1.6 por ciento en el caso del primer puesto y 1.9 por ciento para el puesto actual. El grupo de los que lograron su empleo porque oyeron "que se necesitaban trabajadores en el lugar" se incrementó de 9.8 a 12.5 por ciento. También aumentó (de 2.4 a 7.7%) la proporción de los que trabajaban por cuenta propia. Por Otra parte, 8.2 por ciento obtuvo su empleo actual mediante el ascenso a un puesto mejor en el mismo lugar donde trabajaban. De todas formas, el papel de las redes es preponderante y es alimentado por, a la vez que retroalimenta, la creciente segmentación del mercado laboral estadunidense.

Esta segmentación tiene un impacto negativo en los ingresos de los latinos. Por lo general, la mediana del ingreso de los trabajadores latinos, tanto para hombres como para mujeres, es más baja que la de otros grupos de la población, y entre los latinos la mediana de los mexicanos suele ser la más baja.4 En cambio, el ingreso por hogar de los latinos resulta ser algo mayor que el de los afroamericanos. Esto se debe a que generalmente hay un mayor número de trabajadores por hogar entre los latinos, quienes a su vez suelen tener familias más numerosas. Muchas veces los hogares latinos incluyen miembros de la familia extendida, como tíos, primos, sobrinos, etcétera, e inclusive personas que no son familiares pero que probablemente provengan del mismo lugar de origen. El efecto neto es que el ingreso mayor se divide entre un mayor número de personas, y por lo tanto, el ingreso per cápita de los latinos es menor que el de los afroamericanos.

Como es de esperarse entre inmigrantes de primera generación con bajos niveles de escolaridad, nuestros encuestados tienden a tener ingresos por debajo de la mediana del ingreso de los hispanos en Los Angeles, quienes en su gran mayoría son de origen mexicano. Tanto el costo de la vida como los salarios en esta gran zona metropolitana -la segunda del país- suelen ser más altos que la mediana nacional. La mediana del ingreso familiar entre los encuestados fue de 20 800 dólares anuales.5 Dicha cifra resulta altísima en comparación con los niveles de ingresos que prevalecen en México y demás países latinoamericanos.

Sin embargo, no es así cuando se toman en cuenta los niveles salariales y el nivel y costos de la vida en Estados Unidos, o el número de personas que aportan a y depende de dicho ingreso familiar. El promedio de personas que aportan al ingreso familiar entre los encuestados es de 1.7, pero la mediana, así como el mínimo, es 1 y el máximo es 5. En los tres casos que indicaron esta última cifra, se trata de dos familias extendidas —en una conviven cuatro hermanos y ocho sobrinos, con un ingreso anual de 30 mil dólares, y en la Otra cuatro hermanos adultos viven con su madre y el hijo pequeño de uno de ellos, con un ingreso anual de 80 mil dólares- y lo que sería una familia ampliada, o más bien un hogar donde un adulto joven que trabaja convive con sus tíos, que tienen un hijo pequeño, y tres amigos con quienes comparten su departamento, con un ingreso anual de 72 mil dólares.

Falta realizar un análisis más minucioso para determinar el ingreso per cápita entre las familias de los encuestados. Pero por sí sola la mediana señalada es suficiente para indicar que la mayoría de estas familias vive en condiciones precarias en Estados Unidos, ya que está mucho más cerca del umbral de la pobreza -cuyo ingreso promedio ponderado para una familia de cuatro fue de 18 104 dólares en 2001- que de la  mediana general del ingreso anual de los hogares -que fue de 42 151 dólares en el 2000-. En cuanto a los ingresos individuales, es evidente que su situación es de un rezago importante frente al resto de la población latina en Los Ángeles, tanto para los hombres -la mediana de los encuestados es de 17 628 dólares anuales, en tanto que la mediana para los hombres latinos de Los Ángeles es de 24 879- como para las mujeres, cuyas medianas respectivas son de 13 mil dólares para las encuestadas y 21 363 para las latinas de Los Ángeles. Además, la desventaja persiste cuando se comparan las medianas de los encuestados con las medianas nacionales, que en ambos casos son menores que las que prevalecen en Los Ángeles. De todas formas han alcanzado algo, aunque sea un pedacito, del "sueño americano", ya que 65 por ciento de los encuestados se transporta al trabajo en su propio coche. Las calles de los barrios mexicanos están repletas de autos viejos y destartalados que se consiguen por unos cientos de dólares.

En cuanto a sus intenciones de permanecer en el empleo actual, 53 por ciento respondió que sí y 47 por ciento que no. De cualquier manera, más de 80 por ciento del total respondió a la pregunta abierta "¿Qué necesita para obtener el trabajo que desea?" La respuesta más frecuente fue estudios y/o capacitación (42.3%), seguida por hablar y/o escribir inglés (40.3%), y 7.7 por ciento indicó "papeles" o documentos de estancia legal en el país.

Al evaluar su manejo del inglés, 67.6 por ciento afirmó que lo habla "poco" (49.2%) o "casi nada" (18.3%); solamente 27.5 por ciento consideró que lo habla "regular" y un 5 por ciento respondió que "bien". Para la escritura del inglés las respuestas son muy similares, con un 64 por ciento que indicó que lo escribe "poco" (45.2%) o "casi nada" (18.9%). Su apreciación con respecto a la capacidad de leer en inglés fue un poco mejor. El 55.4 por ciento señaló que lo lee "poco" (42.5%) o "casi nada" (12.9%), mientras que 36.1 por ciento respondió "regular" y 8.6 por ciento dijo que "bien". Por la forma en que respondieron al cuestionario es evidente que un gran número tiene dificultades para leer y escribir en español, hecho que -puesto que ya son adultos- seguramente dificulta aun más el aprendizaje del inglés.

Se escucha a menudo la observación de que la escolaridad de los migrantes mexicanos es más alta que la media general que prevalece en su país. Aun cuando así sea, resulta muy baja en comparación con los niveles que predominan en Estados Unidos, donde terminar la enseñanza media superior -que en México sería la preparatoria y allá es el high school— es requisito indispensable para casi cualquier tipo de empleo. El 4.2 por ciento de los encuestados no terminó la primaria y 14 por ciento tiene sólo estudios de primaria. El 24.3 por ciento afirma haber concluido la secundaria y 16.4 por ciento señaló que cursó sólo parte de la preparatoria. En total, 58.9 por ciento no terminó la enseñanza media superior. Por Otra parte, 24.3 por ciento sí concluyó sus estudios de preparatoria y 15 por ciento dijo haber cursado algunos años de universidad. Cuatro personas indicaron que tienen un título universitario, pero sólo una, el pastor evangélico, ejerce como profesionista. Más de 90 por ciento de los encuestados manifestó el deseo de que sus hijos fueran universitarios.

El 59.7 por ciento de los participantes en la encuesta manifestó la intención de quedarse permanentemente en Estados Unidos. Del total, 13.7 por ciento respondió que no pensaba regresar nunca a su país de origen y 46 por ciento afirmó que regresaría sólo para visitas pero no para vivir". El 12.4 por ciento dijo que regresaría "cuando tenga algún dinero ahorrado" y 13.4 por ciento "cuando tenga suficiente dinero para poner un negocio". Un 8.9 por ciento tenía la intención de regresar cuando me jubile".

Con respecto a las remesas, que han adquirido tanta importancia para México durante la última década, 35.2 por ciento respondió que envía dinero a su país "regularmente, varias veces al año", 31.3 por ciento señaló que envía dinero "de vez en cuando" y 17.2 por ciento contestó que "cuando se necesita o me lo piden para algo". Solamente 14.5 por ciento afirmó que "nunca o casi nunca" envía dinero. Puesto que es un porcentaje muy similar al de los que respondieron que nunca piensan regresar a su país, valdría la pena explorar si se trata más o menos de las mismas personas. Por Otra parte, sólo 3.6 por ciento respondió que pertenece a alguna organización de paisanos en Estados Unidos.

 

Conclusiones

Como hemos señalado, falta un análisis más refinado de los datos que aporta la encuesta, que se podrá lograr mediante la búsqueda de correlaciones entre unas variables y otras. También es factible incorporar más comparaciones relevantes con los datos del censo del 2000 y de otras fuentes oficiales, como el Current Population Survey. Sin embargo, a partir de lo que hemos logrado desprender hasta este momento, la encuesta ha arrojado un conjunto de datos interesantes que nos parecen muy reveladores de algunos aspectos importantes de la vida de los mexicanos que han optado por cruzar la frontera para buscar oportunidades de empleo que no encuentran en su país.

En primer lugar, hay un alto grado de conformidad con las condiciones de vida, ya que más de tres cuartos de los encuestados indicaron su intención de permanecer en el barrio donde viven actualmente. También, más de la mitad manifestó que piensa quedarse en el empleo actual. Aunque unos cuantos trabajaron en el sector agrícola como primer empleo en Estados Unidos, ninguno lo hace ahora. Por Otra parte, únicamente una de las cuatro personas con grado universitario se desempeña como profesionista. La importancia del servicio doméstico, así como del sector de servicios en general, como fuente de empleo disminuyó. El porcentaje ocupado en la categoría más baja de los obreros no calificados disminuyó ligeramente. El porcentaje de obreros calificados tuvo un ligero incremento mientras que el de obreros no calificados aumentó un poco más (6.3 puntos porcentuales) y hubo algunos reacomodos en ambas clasificaciones generales. Además, cuatro de los encuestados ya son jubilados que no regresaron a su país de origen.

Por otra parte, la proporción de los que dependen todavía de las redes sociales para conseguir empleo es muy alta. Aunque la mayoría lleva varios años en Estados Unidos, sólo un número pequeño domina bien el inglés. El caso más extremo es el de la señora que nació en El Paso y que a los 70 años todavía no domina ese idioma. Una cuarta parte tiene la intención de regresar a su país de origen cuando tenga dinero "suficiente" para hacerlo y cerca de lo por ciento en cuanto se jubile; pero 60 por ciento indico que permanecerá en Estados Unidos.

Aunque casi todos manifestaron desear que sus hijos tengan estudios universitarios, las probabilidades de que lo logren son pocas. El porcentaje de los jóvenes latinos que abandonan la escuela sin concluir la enseñanza media es bastante más alto que el de los que obtienen un título universitario. En 2002, 30.1 por ciento de los latinos entre 18 y 24 años de edad había dejado la escuela sin concluir la enseñanza media superior (high school), frente a solamente 19.9 por ciento que cursaba estudios universitarios (U.S. Census Bureau, 2004:cuadro A-5). La escolaridad de los latinos es más baja que la de cualquier Otro grupo de la población estadunidense, y entre ellos, los de origen mexicano son los que tienen menor escolaridad. En 2003, 49.1 por ciento de los adultos de origen mexicano no había concluido el high school y sólo 7.8 por ciento tenía títulos universitarios (Statistical Abstract of the United States, 2004-5, 2005:141). Esta situación limita mucho sus oportunidades de ascenso en un mercado laboral tan estratificado y segmentado como el estadunidense, y en especial en el de Los Ángeles, con sus formas particulares y específicas de reestructuración económica e industrial.

Los referentes transnacionales de los migrantes mexicanos de primera generación les han servido para adaptarse a un entorno social adverso,  donde el racismo y la discriminación están muy arraigados. Cerca de la mitad vino porque tenía diversos lazos familiares en la zona y casi un tercio más vino principalmente en busca de empleo o de una mejora salarial. Dos tercios viven en localidades donde la población es predominantemente latina. Más de 20 por ciento vive en una casa propia y casi el mismo porcentaje comparte sus viviendas con otras familias. Tienen empleos y salarios que no pudieron haber logrado en México, y para muchos su categoría ocupacional ha mejorado unpoco con el tiempo. La importancia de las redes sociales para conseguir empleo en Estados Unidos es fundamental. El 78 por ciento de losencuestados consiguió su primer empleo por medio de un pariente o amigo y 61 por ciento reportó haber conseguido su empleo actual de esta forma.

Sin embargo, el perfil laboral de los encuestados, como el de la mayoría de los inmigrantes mexicanos, es bastante desfavorable en comparación con el del resto de la población estadunidense. Un hecho que resalta es que las prácticas transnacionales generalmente sirven para aumentar el estatus socioeconómico de los migrantes en sus comunidades de origen, pero las repercusiones en términos de estatus económico y social en los lugares de destino pueden ser no del todo favorables. Tal vez uno de los ejes centrales de este proceso, de incorporación desventajosa para los migrantes mexicanos, es un mercado laboral que se ha vuelto más estratificado y segmentado en las últimas décadas. En el caso concreto de Los Ángeles, la creciente oferta de inmigrantes latinos dispuestos a ocupar los empleos menos deseables y más mal remunerados alimentó y acentuó la segmentación del mercado laboral que acompañó a y facilito la reestructuración industrial en el área.

En tales condiciones, es evidente que la relativa satisfacción de los inmigrantes de primera generación puede ser opacada por las frustraciones de sus hijos, cuyo referente más fuerte es el entorno estadunidense en que se encuentran y no el barrio, la vecindad, el pueblo o la ranchería de donde provienen sus padres. Por todo lo que se ha constatado en este artículo -y en muchos otros trabajos afines que abordan esta problemática desde puntos de vista diversos (Ortiz, 1996; Ellis, 2001; Waldinger y Lichter, 2003; Bobo et al., 2000; López-Garza y Díaz, 2001)-, una incorporación ascendente a la sociedad estadunidense, para la mayoría de los hijos de migrantes mexicanos recientes, parece muy difícil. Considero que en el caso de los migrantes mexicanos el transnacionalismo desde abajo ha sido poco eficaz para contrarrestar las tendencias más fuertes de la segmentación del mercado laboral y la concomitante estratificación social que acompañan a la globalización y a la reestructuración económica e industrial.

Sin duda, éstos son temas para futuras investigaciones. Aunque la interrogante sobre las perspectivas de las segundas generaciones constituye una preocupación central para varios investigadores, entre los cuales se incluye la autora de este trabajo, no habrá respuestas claras sino dentro de unas dos o tres décadas más. Lo que está claro hoy es que el fenómeno migratorio es parte integral de la vida en México. Las remesas de los que se han ido representan actualmente la segunda fuente de divisas del país. Ahora los migrantes provienen de prácticamente todos los estados de la Republica, incluyendo entidades como Veracruz o Sinaloa, que 20 años atrás no habían sido afectados por este proceso. Las vidas de los que emigraron están íntimamente ligadas con las de los que se quedaron en México. Se dice que todos los mexicanos tienen algún familiar, algún pariente o por lo menos algún amigo o conocido que está, o estuvo, o está por irse a probar suerte en Estados Unidos.

 

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Notas

1 Aquí utilizamos los datos que proporciona el U.S. Department of Labor sobre el porcentaje de trabajadores hispanos o latinos en cada categoría y rubro del espectro ocupacional, porque no presentan esta información desglosada por los diferentes grupos de la población latina. De todas formas, puesto que los mexicanos representan más de 60 por ciento de este conjunto de trabajadores, la situación de ellos guarda una relación muy cercana con la tendencia general y se encuentra bastante bien reflejada en ella.

2 Agradezco el apoyo de Marcela Osanaya, quien realizó la captura y el procesamiento estadístico de los resultados de la encuesta levantada en Los Ángeles a la que se refiere este trabajo, y la colaboración de Evaristo Casanova en la elaboración de la encuesta y su aplicación en el Elizabeth Learning Center.

3 En cada categoría ocupacional, la barra superior (sólida) corresponde al empleo actual y la inferior (rayada), al primer empleo.

4 Para un análisis más detallado de la estructura salarial y ocupacional de los latinos en Estados Unidos, véase Elaine Levine, 2001, capítulo 3.

5 Cabe señalar que como los encuestados reportaron sus ingresos de diversas formas —i. e., por hora, semana, mes o año— y que, además, la mayoría manifestó que trabaja ocho horas diarias y cinco días a la semana, las cifras recopiladas han sido anualizadas para facilitar la comparación. En todo caso, representan un ingreso anual potencial. En la medida en que hubiera personas que no tienen trabajo de tiempo completo durante todo el año, las respectivas medianas serían más bajas.

 

Información sobre los autores

ELAINE LEVINE es doctora en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México e investigadora en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte de esa institución. Es especialista en la economía de Estados Unidos y sus principales temas de investigación son el desempeño macroeconómico estadunidense, el mercado laboral, la distribución del ingreso y, en particular, el estatus socioeconómico de la población latina en aquel país. Es autora del libro los nuevos pobres de Estados Unidos, los hispanos (Miguel Ángel Porrúa/Instituto de Investigaciones Económicas-CISAN-UNAM, 2001).

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