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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.3 n.1 Tijuana Jan./Jun. 2005

 

Nota crítica

 

La migración de brasileños en el contexto de la globalización

 

Loreley Garcia

 

Universidade Federal de Paraiba, Dirección electrónica: loreleygarcia@terra.com.br

 

Las personas migran. Siempre migrarán, desde que las Aleutianas eran tierras contiguas al continente y permitían pasar caminando desde Asia hasta la Patagonia. La diferencia es que ahora no sólo migran personas, sino información y mercancías, a una velocidad y en cantidades inusitadas.

Las profundas transformaciones en la esfera de producción, nuevas tecnologías y reingenierías alteran el sector productivo y a los hombres, sus modos de vida y costumbres, que sucumben ante la economía de mercado, exigiendo nuevas formas de vida y trabajo.

La desigualdad es la característica estructural de la economía de la globalización. Las diferencias entre Norte y Sur, e incluso las internas, aumentaron en los últimos 25 años.

La desigualdad no se confunde con la pobreza. Actualmente, además de la pobreza, existe la segregación digital y educacional, y la desigualdad de acceso a bienes y servicios generados por el avance de la ciencia.

El informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que el aumento del producto interno bruto (PIB) mundial es una concentración de riquezas en un número cada vez menor de personas. Las políticas son día con día más conservadoras, exactamente para servir a los intereses de las élites; los servicios públicos, que sirven a la mayoría, se encuentran sin recursos, aumentando todavía más la brecha. Una política que desprecia el interés colectivo genera una disparidad de interesescada vez mayor.

Nuevas formas de vida y trabajo implican cambios profundos tanto en el lugar de destino como en el propio migrante.

Las características de la globalización conducen al deterioro de las condiciones de vida y aumentan el desplazamiento humano.

Los estudios de migración internacional se relacionan con cuestiones de identidad, de ciudadanía y de construcción de identidad nacional bajo el impacto de la globalización.

Taran (2002) presenta los números de la migración en el inicio del siglo XXI: son cerca de 170 millones las personas que viven fuera de sus países, 3 por ciento de la población mundial. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 120 millones de esos migrantes son trabajadores con sus familias. Las сіfras de migración internacional se duplicaron entre 1975 y 2000. Brasil siguió esta tendencia: en ese lapso el número de emigrantes brasileños se duplicó, y hoy casi dos millones viven fuera de Brasil.

El estudio observa que la mayoría de los migrantes quiere formar parte de la fuerza de trabajo, pero se encuentra con el fenómeno de la discriminación y la xenofobia.

Según Taran, el aumento de la migración ocurre por motivos muy variados, e involucra a diferentes categorías de trabajadores, puesto que las evoluciones económicas, tecnológicas y demográficas generan mayor demanda de trabajadores migrantes, desde los altamente calificados hasta la mano de obra no calificada.

El autor afirma que la globalización generó el aumento de la interdependencia económica entre los Estados, intensificando los efectos convulsivos de la modernización capitalista. En los países en desarrollo, se sumó la pobreza endógena, el desempleo creciente, la pérdida del comercio tradicional y la crisis en la seguridad económica.

Además, los programas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) exigen ajustes estructurales, con reducción del gasto público y la consecuente disminución del empleo público.

Todo esto reduce las posibilidades de trabajo o supervivencia en el país de origen, originando el aumento de la migración entre los más ricos pero llegando también a los estratos más pobres.

Taran ve que ese movimiento se agrega a la demanda de los países industrializados de mano de obra barata y no calificada para agricultura, alimentación, construcción, industria textil, servicios domésticos, cuidado de enfermos, ancianos y niños a domicilio, además del sector del sexo y el entretenimiento.

El aumento de la demanda de servicios en los países industrializados existe, entre otros motivos, debido al envejecimiento de la fuerza de trabajo; esto promueve la migración para tener una fuerza de trabajo más adaptable e innovadora que la mano de obra oriunda ya envejecida.

El autor informa que en los Estados Unidos y en Europa, en promedio, se tarda dos semanas para encontrar trabajo, aun estando en una situación de indocumentado. Son trabajos que se concentran en los sectores no competitivos, marginales, rechazados por la fuerza de trabajo nativa. Son los llamados DDD —dirty, dangerous and difficult—, sucios, peligrosos y difíciles.

Otro fenómeno migratorio es la llamada "fuga de cerebros", que responde a una demanda de mano de obra calificada para servicios en expansión en las áreas de investigación científica y tecnológica, que hace que los países en desarrollo pierdan entre 10 y 30 por ciento de su mano de obra más calificada.

Los migrantes desempeñan una función significativa en el desarrollo y en la integración económica y social. No obstante, ni en los países de origen se tiene una política para orientar la búsqueda de empleo en el exterior, ni en los países receptores se tiene una política coherente y eficaz para impedir la explotación y la xenofobia.

Un fenómeno sorprendente generado por la globalización es la reedición de la esclavitud y de la servidumbre en los últimos años. Existe tráfico de personas en el mundo contemporáneo, y aun cuando jamás ha sido extinguida, la esclavitud toma nuevas dimensiones.

Los migrantes están expuestos a actos de discriminación, violencia y hostilidad xenófoba, y además experimentan formas de explotación y violación a los derechos humanos y a la dignidad.

Taran señala la diferencia entre el racismo, como rechazo a la diferencia física, y la xenofobia, que asume actitudes, prejuicios y comportamientos de rechazo y exclusión del extranjero con base en una percepción de que éste es un intruso en la comunidad, sociedad o nación.

Los migrantes son vistos como causantes del aumento de delitos. El propio uso oficial de término "ilegales" para designar a los trabajadores indocumentados ya los coloca en la misma categoría de los traficantes de armas o drogas, produciendo una asociación imaginaria entre la violación de las leyes que cometen los migrantes y los delitos, el narcotráfico y el terrorismo.

El migrante surge como provocador de la xenofobia y de la violencia contra los extranjeros. Pero a pesar de los sentimientos xenófobos y nacionalistas, las sociedades alrededor del mundo han ganado en aspectos multiculturales, multirraciales, multilingües y multirreligiosos.

Taran destaca la feminización de la migración y que las oportunidades de trabajo para las mujeres en los países receptores continúan siendo desiguales. Los puestos de trabajo femenino son menos calificados y la mayor parte de ellos pertenece a los sectores no reglamentados (doméstico, cuidado de ancianos, bebés y discapacitados, diversión y sexo). Las mujeres tienen menos preparación y acceso a la migración legal que los hombres. Esto las coloca en una condición marginal, y su posición vulnerable las expone a los peores abusos, que van desde la explotación sexual a los trabajos forzados -doméstico o industrial, esclavitud por casamiento o adopción, servidumbre por deudas o extracción de órganos (Coomaraswamy, 2000).

Para dirimir las desigualdades sociales entre migrantes y nativos y entre los géneros es necesario construir redes de solidaridad entre los trabajadores migrantes, redes que se antepongan a la exclusión, disociación y explotación.

 

El caso brasileño

Los datos presentados por Fusco (2002) y Patarra (1995) revelan que en la década de los noventa, a pesar de la estabilización de la moneda y de que según el censo hubo una mejoría en las condiciones de vida en Brasil, las migraciones aumentaron.

En los años noventa la salida de la población nacional tuvo como fondo la reestructuración de la economía mundial en el proceso de globalización.

En esa década la violencia en el país alcanza niveles inverosímiles, ocurren crímenes con secuestro y el tráfico de drogas se da a gran escala, a los que se suma la degradación ambiental y de la calidad de vida. Los motivos que llevan a emigrar son, además de la crisis en el mercado de trabajo, el deterioro de las condiciones de vida en las ciudades, la violencia y el caos urbano. Para Oliveira (2002), la emigración ocurre en los más variados contextos, teniendo como causas factores económicos, sociales y políticos que fuerzan a las personas a dejar el país. De acuerdo con el informe de la ONU de 1997 (APUD Soares, 2002), el elevado crecimiento demográfico, el excedente de mano de obra, la pobreza, el estancamiento económico, la violación de los derechos humanos, la desestabilización social, se consideran entre los principales factores que fuerzan la migración.

Cerca de 100 mil personas por año salen del país; el aumento de los migrantes en los últimos cinco años fue de 33 por ciento.

Los autores indican los destinos preferidos de los brasileños: Estados Unidos (38%), Paraguay (30%) y Japón (13%). En Europa, Alemania, Portugal, Italia y Suiza son los mayores receptores.

Datos de 1997, del Ministerio de Relaciones Exteriores, presentan el número de 1.5 millones de brasileños viviendo en el exterior. Para el 2000 hay un salto que eleva a casi dos millones el número de brasileños que viven fuera del país.

Los datos oficiales apuntan:

Estados Unidos 800 mil

Paraguay 454 mil

Japón 224 mil

Alemania 60 mil

Portugal 51 mil

Italia 37 mil

Suiza 25 mil

Entre los brasileños en los Estados Unidos, se estima que la mitad están viviendo como ilegales.

Las remesas de dinero hacia Brasil en 2002 llegaron a la marca de 4.6 mil millones de dólares, uno por ciento del total del PIB nacional.

Brasil, un país con tradición cultural de receptor de inmigrantes, dejó de ser un país de destino. Para la autora, el aumento en el volumen de emigrantes está reformulando la idea que se tenía del Brasil como un país encerrado en sí mismo.

El aumento de la emigración en los años noventa fue visto inicialmente como un fenómeno esporádico. Se le atribuía algo del espíritu de aventuras del pasado, personajes que van en búsqueda del oro, jóvenes que van a estudiar o a acumular capitaI para invertir en el país; sería una fase transitoria, temporal, vivida tanto por dekasseguis (Oliveira, 1997) como por los que emigraran hacia los Estados Unidos (Sales, 1999).

En el momento en que se iniciaron las investigaciones sobre los brasileños "allá afuera", se constata que en la última década la intencionalidad de la migración cambió: los que pretendían pasar una temporada, resolver un problema personal y regresar, ahora tienen la intención de quedarse, o terminan quedándose en un movimiento inercial. Eso ocurre, sobre todo, a partir de la construcción de las redes sociales, que alteran sustancialmente los aspectos de la migración (Oliveira, 1997).

La idea del regreso, según Oliveira, se asocia a un tiempo mítico, a un futuro sin fecha —el tiempo de jubilarse, envejecer, terminar de educar a los hijos-. Cuando esa idea se concreta, en la mayoría de las ocasiones es seguida de un movimiento de reemigración. La noción de regreso brinda un estatus ontológico a la migración: es la nostalgia, las añoranzas que hacen al individuo vivir la condición de migrante... existir es existir en el tiempo, en el espacio y en el grupo social (Oliveira, 1997:13).

La investigación de Oliveira presenta resultados sobre el regreso:

36% Dicen que volverán algún día

16% Volverán cuando logren lo que fueron a buscar

37% No volverán

Cada vez más la migración se convierte en un camino sin retorno, no sólo para los emigrantes en sí, sino para la propia historia brasileña (Oliveira, 1997:6).

Ocurre un proceso de reforma y reelaboración de las relaciones sociales, en el cual la existencia de las redes tiene una importancia fundamental (Martes, 1998; Sales, 1999; Fusco, 2002).

Los autores señalan algunos nichos de absorción de la comunidad brasileña, como Massachusetts (originalmente centro de absorción de mano de obra portuguesa), Newark y Miami, en los Estados Unidos. Fusco y Martes afirman que la propia migración fluye en redes que aglutinan poblaciones semejantes con un destino común.

Los movimientos migratorios no son mantenidos por individuos que, aisladamente, deciden emigrar, sino por grupos de personas ligadas por amistad, conocimiento anterior o lazos familiares. [...] Algunos individuos migran, algunas veces hasta solos, pero lo hacen como participantes de un proceso social. [...] Los movimientos migratorios son networking process (Martes, 1998).

Las redes son omnipresentes, ubicuas, son nodos y líneas; los nodos son las personas y los lazos interpersonales son el margen. Las redes aparecen al azar u ordenadas, y la movilidad forma nuevas redes que no dependen de las primeras.

Los autores sugieren que la teoría de la migración en redes complementa la teoría pull and push, según la cual la migración es causada por el proceso económico del país de origen.

La teoría de la migración en redes considera aspectos socioculturales, políticos, lucha por libertades individuales, búsqueda de nuevos derechos (que van desde la lucha por la supervivencia al VIH y contra la mutilación hasta el asilo sexual), sin dejar de tener en cuenta la dimensión económica. Las redes también funcionan como soporte psicológico para la adaptación del migrante y para restañar las hondas heridas que deja el vivir entre dos universos culturales, muchas veces antagónicos.

Oliveira constató un crecimiento significativo en la década de los noventa de la comunidad brasileña en Miami: 20 por ciento al año, mayor que el de cualquier ciudad brasileña. A diferencia de los migrantes pioneros, esta población está formada por hombres de negocios y trabajadores con sus familias, una clase media con capacidad de consumo y emprendedora, que llegó con la intención de quedarse.

Entre los motivos que los llevaron a emigrar, Oliveira cita el desencanto económico, la frustración por el poder adquisitivo, la precariedad de las condiciones de vida, el miedo a vivir en las grandes y medianas ciudades de Brasil; además, hay informes que confirman la falta de oportunidades, la discriminación, el atraso cultural, el sexismo, el clasismo, la intolerancia y el racismo.

Las redes implican la existencia de solidaridad en el grupo migrante; una reflexión sobre la identidad nacional agrupa a los individuos (Oliveira 1997:19).

Soares (2002:10) cita a Tilly en un análisis de las redes que crean otras categorías de identidad, que apoyan al migrante en la construcción de una nueva identidad en el lugar de destino, reconstruida a partir de la interacción.

De igual forma, Tilly afirma que las redes también pueden transformar las categorías de identidad existentes cuando los miembros cuya identidad esté cambiando negocian con una red nuevas relaciones y categorías.

Soares considera que las redes tienen la estabilidad necesaria para el flujo migratorio. La tela de las relaciones sociales se mantiene a través de expectativas y comportamientos que unen a los migrantes con la comunidad de origen.

Forman parte de la red migratoria representaciones sociales que son el cerno de la cultura migratoria (sistema simbólico, telas de significado tejidas por el individuo); la red migratoria implica origen/destino y la comprensión del regreso como elemento de la condición migrante, y pone en jaque a la asimilación absoluta, que es la negación de la condición del migrante (Soares, 2002:12).

Los brasileños están en los Estados Unidos desde hace dos décadas y ya existe una segunda generación con ciudadanía estadunidense, lo que imposibilita aún más el sueño del regreso.

En el caso de Japón, iniciada en el mismo período que la emigración hacia los Estados Unidos en los años ochenta, la emigración de los dekassegui al país oriental hace de éste el tercer mayor grupo de brasileños en el exterior. El auge fue en 1990, pero el movimiento migratorio continúa, aunque con menos intensidad. En 1991 la ley japonesa fue reformada para dar estatus de residencia a quien tuviese relación sanguínea con japoneses (Sasaki, 2000; APUD Fusco).

En Japón hay escasez de mano de obra debido a los prejuicios de jóvenes y mujeres respecto a algunos trabajos, al envejecimiento de la población y a la baja tasa de natalidad. Como una réplica de lo que ocurre en los Estados Unidos, en Japón los brasileños asumen las funciones de las cinco k: kitsui, kiken, kitanai, kibishii, kirai -pesado, peligroso, sucio, exigente, indeseable.

 

Nuevas perspectivas de las migraciones internacionales

Los países receptores -de Europa Occidental, de América del Norte y Japón- dan prioridad al control de la inmigración. Cuando un Estado-nacion define una política migratoria, las decisiones afectan periféricamente las realidades externas a él.

Sassen (2000) sostiene que las migraciones internacionales son analizadas como un fenómeno autónomo, siendo que, de hecho, afirma ella, las presiones externas son las que definen la política migratoria.

Su tesis es que los flujos migratorios se inscriben en el espacio/tiempo en un comportamiento regulado y equilibrado por mecanismos específicos. Los movimientos de población duran aproximadamente 20 años antes de desaparecer.

No es una invasión de la pobreza en dirección de la riqueza. Sassen da ejemplos en Europa, donde pocos son los que dejan las regiones más pobres para habitar las más ricas, excepto cuando hay demanda e incremento de las políticas migratorias. Los movimientos de retorno son más frecuentes de lo que se imagina, como el de los judíos soviéticos, que migraron hacia Israel, o el de los mexicanos que dejan Estados Unidos, entre otros.

Desde la Segunda Guerra hasta los años setenta, Alemania y Francia eran importadores de un proletariado destinado aI trabajo pesado: italianos, españoles, portugueses, griegos, turcos. Los años ochenta y noventa trajeron una crisis que originó un movimiento xenófobo y el cierre de las fronteras. En el siglo XXI se descubren las virtudes de aquello que, hasta entonces, era considerado la fuente de todos los males: la migración. Motivo: proyección de la carencia de mano de obra en el futuro próximo.

Para Sassen, el problema de las políticas migratorias está en el desconocimiento de los nuevos actores en movimiento, los pueblos emergentes, las mujeres, los refugiados de nuevo tipo.

El papel del poder judicial en los países receptores también se ha vuelto fundamental en la defensa de los migrantes contra las políticas excluyentes perpetradas por el poder ejecutivo.

La globalización exige que haya una mayor regulación internacional de los derechos humanos, creando nuevas relaciones entre los Estados, nuevas formas de legalidad surgidas de la nueva geografía económica.

La autora concluye que, a pesar de que no es el fin de los Estados nación, es evidente que ha habido un cambio en la exclusividad y finalidad de la competencia del Estado como tal, y ahora hay entidades supranacionales que deciden sobre lo que antes era competencia soberana del Estado.

Existe una irregularidad en la circulación de personas, capitales y mercancías en el mundo globalizado: la circulación de capitales es fruto de decisiones y acuerdos multi o bilaterales, mientras que la circulación de personas continúa siendo definida en una esfera unilateral.

El Estado pierde la exclusividad de la soberanía y comparte espacios de derecho internacional con ONGs y minorías; los organismos supranacionales surgen como sujetos de derecho y como actores de las relaciones internacionales.

 

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Información sobre el autor

LORELEY GARCIA es doctora en sociología por la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, y por la Universidad de Hamburgo, en Alemania. Es profesora en los programas de posgrado en sociología y medio ambiente y desarrollo de la Universidade Federal de Paraiba, en Brasil. Entre 2001 y 2002 fue investigadora visitante en el Departamento de Estudios sobre la Mujer de la Universidad de California en Berkeley. Sus líneas de investigación son el género, las migraciones y el medio ambiente. Ha publicado alrededor de 30 artículos y capítulos de libro en portugués, alemán e inglés, y actualmente prepara un libro sobre las mujeres brasileñas migrantes.

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