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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.2 n.4 Tijuana Jul./Dec. 2004

 

Artículos

 

Organizaciones transnacionales de migrantes y desarrollo regional en Zacatecas

 

Raúl Delgado Wise*, Humberto Márquez Covarrubias *, Héctor Rodríguez Ramírez **

 

* Universidad Autónoma de Zacatecas

** Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

 

Fecha de recepción: 13 de julio de 2004
Fecha de aceptación: 30 de septiembre de 2004

 

Resumen

El nuevo siglo testifica una paradoja sintomática para vastas zonas del territorio mexicano. Como saldo histórico negativo que previsiblemente llega a su cenit, la migración internacional asciende de manera vertiginosa acompañada de tendencias preocupantes en los territorios de origen: fragilidad e insustentabilidad de las estructuras productivas y despoblamiento. En contraste, se detecta otro subproducto del proceso histórico: la emergencia de un sujeto social potencialmente impulsor del desarrollo que articula una práctica transnacional fincada en la organización de migrantes en Estados Unidos. Este artículo aborda ambas vertientes analíticas tomando como referente el caso de la zona de alta migración en Zacatecas.

Palabras clave: migración internacional, desarrollo regional, despoblamiento, organizaciones de migrantes, Zacatecas.

 

Abstract

The new century is witness to a paradox indicative of vast areas of Mexico. As a negative historical vestige that foreseeably is reaching its climax, international migration is growing at a dizzying pace. It is accompanied by disturbing trends in the regions of origin: fragility and lack of sustainability in productive structures and depopulation. In contrast, another side product of the historical process is also visible: the emergence of a social subject potentially capable of promoting development, which involves a transnational practice rooted in migrant organizations in the United states. This article covers both analytical aspects, taking as a point of reference the case of the area in Zacatecas that experiences intense migration.

Keywords: international migration, regionaldevelopment, depopulation, migrant organizations, Zacatecas.

 

Introducción

Apenas entrado el siglo XXI, el volumen de mexicanos que establecieron su residencia en Estados Unidos alcanza niveles históricos que sitúan a México como el principal emisor de emigrantes en el mundo.1 Esta escalada migratoria, que entraña cambios profundos en el patrón migratorio, viene acompañada de saldos adversos para las zonas de origen. En algunas de éstas, como en el caso que nos ocupa, los saldos se expresan en una aguda crisis de sus de por sí débiles, anquilosadas y desarticuladas estructuras productivas y en la irrupción de una preocupante tendencia al despoblamiento. subyacente a esta tendencia, se detecta también la emergencia, como subproducto de la evolución histórica del fenómeno migratorio, de un nuevo sujeto social con potencialidades para impulsar el desarrollo local y regional, que rompe con una visión cerrada del territorio y articula una práctica transnacional cimentada en la creciente organización de los migrantes.

En el presente artículo se abordan ambas vertientes analíticas tomando como referente el caso de Zacatecas y, más específicamente, el correspondiente a la denominada Zona de Alta Migración Zacatecana.2 Nos interesa, ante todo, profundizar en la dialéctica particular que se establece entre migración internacional y desarrollo regional, con miras a descifrar los grandes dilemas a los que se enfrenta el desarrollo de las comunidades y regiones de origen.

Para tales propósitos, el trabajo se divide en cuatro apartados. En el primero se reseñan los trazos más importantes del proceso evolutivo seguido por la economía y la migración zacatecanas, hasta desembocar en su crítica fase actual. El segundo apartado presenta elementos que dan cuenta de la importancia que acusa el fenómeno migratorio en la actualidad. En el tercero, se profundiza en la problemática por la que atraviesa la Zona de Alta Migración Zacatecana, en tanto escenario idóneo para vislumbrar los impactos entre el nuevo curso de la migración y el contexto socioeconómico local. Finalmente, a manera de conclusión, se ubican algunos de los principales logros de las organizaciones de migrantes zacatecanos en su afán de promover el desarrollo regional desde una perspectiva transnacional.

No está por demás agregar que la investigación se apoya en las extraordinarias posibilidades que para el análisis de la migración internacional -y particularmente de las remesas- se abren a partir de los archivos de la muestra del Censo General de Población y Vivienda 2000. Mediante esta singular base de datos -que abarca el 10% del universo censal- es factible incursionar, con un alto grado de confiabilidad, en los entretelones municipales, cuestión que ni la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 1997 (Enadid) ni el Conteo de Población y Vivienda 1995 permitían.

 

Dialéctica entre migración internacional y estructura económica vista en perspectiva histórica

Si bien en términos generales se puede argumentar que México experimenta históricamente una compleja y dinámica relación migratoria con Estados Unidos,3 no es menos cierto que, para su comprensión, es menester recurrir a la historia regional.

El recurso a esta última nos acerca a los factores estructurales y procesuales que dotan de contenido y forma al fenómeno de la migración internacional en su faceta actual, al tiempo que nos sitúa en la antesala de su desenvolvimiento futuro. Desde esta perspectiva y considerando que Zacatecas representa uno de los ámbitos territoriales donde ha evolucionado en mayor grado el fenómeno migratorio, a continuación se exponen, de manera sintética, seis etapas subsecuentes de dicha evolución, vinculadas a otras tantas fases sucesivas del desarrollo del capitalismo en el medio local:

1) El despegue del fenómeno migratorio bajo la forma de expulsión. Con la instauración del capitalismo en el país, entre 1883 y 1910, la estructura económica local, heredada de la Colonia, es desmantelada para dar paso a la construcción de un aparato productivo precario y excluyente, especializado en la minería extractiva y la ganadería extensiva. Como corolario, toma lugar un intenso proceso de despoblamiento, el mayor de todo el país, debido a la migración interna e internacional. simplemente, por concepto de migración interna se pierde casi una cuarta parte (23.7%) de la población estatal (Delgado y Moctezuma, 1993).

2) La intensificación del éxodo poblacional. Entre 1910 y 1917, bajo el influjo de la Revolución Mexicana acontece una exacerbación de la dinámica expulsora. El panorama que ofrece una actividad minera paralizada y la liberalización de la fuerza de trabajo de las haciendas porfirianas genera un éxodo de zacatecanos que adquiere un ritmo tres veces mayor al exhibido en el período anterior (Delgado y Moctezuma, 1993).

3) La contención del proceso inicial de despoblamiento. La dinámica expulsora de la entidad encuentra una barrera de contención entre 1917 y 1930, a raíz de la expedición, en Zacatecas, de la primera ley agraria del país, cuya figura predominante es el fraccionamiento. El reparto agrario crea las condiciones materiales para el arraigo de las familias beneficiadas y da lugar a la emergencia y reforzamiento de una identidad territorializada, que viene a suplir el talante errante propio del trabajador minero, figura prominente en las primeras oleadas migratorias. En esas condiciones, la población de la entidad se asienta en el territorio y, por vez primera en poco más de tres décadas, su dinámica experimenta un crecimiento a ritmos incluso superiores al de la media nacional (Moctezuma, 1999).

4) El origen de la migración basada en redes con predominio de la modalidad circular. Aun cuando entre 1930 y 1950 el reparto agrario (que continuó expandiéndose con el cardenismo bajo la figura del ejido), los apoyos estatales y el vuelco de la economía nacional hacia el mercado interno contribuyeron al desarrollo de la producción campesina, pronto se pone de relieve que esta modalidad productiva resulta insuficiente para garantizar la subsistencia de la población. Resurge así la necesidad de migrar. Pero ahora son otras las condiciones: las bases de arraigo derivadas del reparto agrario, los puentes tendidos por las primeras fases del proceso migratorio y la demanda laboral en Estados Unidos instauran un patrón migratorio predominantemente circular, sustentado en el sistema de redes sociales, que con el paso del tiempo se fue expandiendo y fortaleciendo. Por añadidura, este relanzamiento migratorio es acicateado por dos importantes sucesos que contribuyen, de manera distinta, al éxodo poblacional:

a) el Movimiento Cristero (1926-1929), suscitado por la existencia de conflictos agrarios amparados en cierto fervor religioso -sobre todo, en el suroeste del estado-, que da lugar a desplazamientos forzosos a través de los cuales se construyen puentes para migraciones circulares subsecuentes, y

b) la puesta en marcha del Programa Bracero (1942-1964), que recluta en sus filas a un numeroso contingente de trabajadores zacatecanos. No obstante tratarse de un programa de migración circular, posibilita también nuevos asentamientos en Estados Unidos, que a su vez sirven de piso a nuevos movimientos circulares.

De manera concomitante, aumenta el flujo de remesas hacia la entidad, estimulado por la reactivación de la economía estadunidense, y se apuntala el binomio producción campesina-producción de fuerza de trabajo migrante como la base de la estrategia de subsistencia de un sector cada vez más significativo de la población local (Delgado y Moctezuma, 1993).

5) La maduración de las redes sociales migratorias con el advenimiento de las organizaciones de migrantes. La dinámica migratoria sustentada en el patrón circular y el fortalecimiento de las redes sociales avanza y se consolida entre los sesenta y principios de los ochenta. Frente a las crecientes limitaciones que acusa la economía campesina, la identidad y la membresía de los migrantes establecidos en Estados Unidos, respecto de sus lugares de origen, adquieren mayor vigor. El respaldo social lo brinda la emergencia de las organizaciones de oriundos, las que, además de contribuir al desarrollo social de sus localidades, coadyuvan al fortalecimiento de las bases subjetivas de arraigo del migrante. Esto último adquiere particular importancia ante el ostensible debilitamiento de las bases materiales de arraigo derivadas del creciente deterioro de la producción campesina (Moctezuma, 2000). Al igual que en el período anterior, el Programa Bracero tiene una incidencia importante.

6) El resurgimiento de una etapa de despoblamiento con el predominio del migrante establecido y la impronta del transnacionalismo. En el contexto de la aplicación de las políticas neoliberales en el país y bajo el influjo de la Immigration Reform and Control Act (IRCA), de 1986, se deterioran aún más la producción campesina y se desgastan las endebles bases materiales de arraigo del migrante. Por tanto, el estratégico binomio producción campesina-producción de fuerza de trabajo migrante se desmorona con facilidad, sin que se genere internamente una alternativa de reactivación económica. En efecto, las actividades tradicionales -ganadería extensiva y minería extractiva-, a pesar de experimentar dinámicas de crecimiento contrastantes, reducen su contribución en la generación de empleo. Asimismo, las actividades emergentes -industria y turismo- no imprimen dinamismo alguno ni construyen eslabonamientos con el resto de los sectores, dando lugar a un muy restringido impulso al empleo.4 En suma, la economía regional muestra una notable incapacidad estructural para ocupar a la fuerza de trabajo local. Todo esto desemboca en una fuerte tendencia al despoblamiento, particularmente en las zonas de más fuerte intensidad migratoria, como se verá más adelante.

La nueva etapa de despoblamiento guarda, a su vez, una relación estrecha con el cambio sustancial en el patrón migratorio: de un patrón con predominio del migrante circular se pasa a uno con preeminencia del migrante establecido, incluidas algunas variantes, como la mayor participación de mujeres y familias enteras. Cabe precisar que no se trata de un simple retorno al patrón inicial, sino que en este proceso media la presencia de un capital social acumulado. Paradójicamente, y a diferencia del período de despegue, en este lapso toma fuerte impulso el desarrollo transterritorial de las organizaciones de migrantes, lo que imprime un sello nuevo al transnacionalismo. Territorialmente, el fenómeno migratorio se extiende e intensifica hacia una parte cada vez más amplia del espacio zacatecano y alcanza a cubrir la también estratégica zona frijolera del estado, último enclave de la economía campesina (Moctezuma, 2000).

A manera de conclusión de este breve recorrido histórico, cabe hacer una importante consideración: Zacatecas ha caminado por dos avenidas hasta ahora diametralmente separadas: por un lado, el sendero por donde marcha la estructura económica, que al paso del tiempo ha generado una dependencia, cada vez mayor, de la migración para prolongar su agonía (ésta es la ruta de la precariedad y desarticulación productiva), y por el otro, el camino que los migrantes se han abierto, individual y colectivamente, fuera de la entidad (esta senda implica un cierto desarrollo "hacia fuera"). Hasta ahora, uno y otro caminos no se han entrelazado en aras de un proyecto de desarrollo regional alternativo. Hallar un punto de encuentro en esa específica dirección, de modo que propulse sinergias positivas con las que se revalore el potencial estratégico de la migración y se resarzan en algún grado las fracturas socioeconómicas, es hoy, en nuestra opinión, la disyuntiva, el gran desafío al que se enfrenta la sociedad zacatecana.

 

Importancia relativa de la migración internacional zacatecana

Producto de un intrincado proceso histórico y derivado de una práctica social dinámica, Zacatecas ocupa un primerísimo lugar en el ámbito de la migración internacional mexicana. Si bien se reconoce que en la denominada "región histórica de la migración internacional mexicana" (Durand, 1998) la entidad figura como uno de los principales constructores del circuito migratorio México-Estados Unidos, ahora la persistencia y vigor del flujo migratorio zacatecano es claramente destacado en los indicadores sobre intensidad migratoria del Consejo Nacional de Población (Conapo, 2002a), que lo ubica con el índice más alto: 2.58352. En este indicador se sintetiza la clara primacía zacatecana en cuanto a los porcentajes de hogares que reciben remesas (13.03), que cuentan con emigrantes en Estados Unidos (12.18), que registran migrantes circulares (3.31) y que tienen migrantes de retorno (2.55) (cuadro 1).

Al considerar la participación de los hogares en la migración internacional mexicana, se aprecia con nitidez la importancia socioeconómica del fenómeno en la vida de las regiones y comunidades de origen. En ese sentido, como puede corroborarse en el cuadro 2, Zacatecas posee la proporción más alta de hogares con al menos un migrante en Estados Unidos: durante el primer quinquenio de la década pasada fueron 21.6 por ciento y en el segundo, 23.3 por ciento; en ese orden de cosas, le siguen Michoacán, con 19.8 y 13.4 por ciento, y Guanajuato, con 18.1 y 12.3 por ciento, en el primer y segundo quinquenios, respectivamente.

El perfil transnacional de la población zacatecana, derivado de la incesante migración internacional, aparece como el rasgo fundamental del estado. De acuerdo con estimaciones del Conapo (2002b), habría unos 807 051 residentes en Estados Unidos nacidos en Zacatecas. Si consideramos que la población de origen mexicano residente en aquel país es de 25.5 millones, 9.5 de los cuales son nacidos en México, podemos estimar que alrededor de 2.1 millones de residentes en Estados Unidos son de ascendencia zacatecana, y si tomamos en cuenta que Zacatecas contabiliza una población actual cercana a 1.4 millones, entonces podemos plantear que hay más zacatecanos viviendo en Estados Unidos que en Zacatecas. De aquí que se trate de una entidad con fuerte raigambre transnacional, en virtud de los estrechos vínculos económicos, sociales, políticos y culturales.

En el plano económico, al considerar la importancia de las remesas, Zacatecas surge nuevamente a la palestra: en 2001 dichos ingresos representaron 7.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) estatal. Ninguna otra entidad alcanzó semejante proporción (cuadro 3).5 De manera similar a lo que sucede en este plano, la entidad ratifica asimismo su primacía nacional al considerar la relación entre remesas y población, es decir, las remesas per cápita (cuadro 4). En este caso, Zacatecas promedió 340 dólares por persona en 2003. Esta condición se hace más notoria cuando se ratifica el hecho de que, en su mayoría, el uso de las remesas familiares se destina a la subsistencia, y si tomamos en cuenta el abandono estatal -bajo el influjo del neoliberalismo- en relación con los componentes principales del bienestar social, las remesas se consolidan inexorablemente como el cimiento, la condición estratégica, del bienestar social de las comunidades y regiones de origen de los migrantes. Tómese en consideración que, en contraste con el alto grado de intensidad migratoria, Zacatecas se ubica en una franja intermedia -en el tercero de siete estratos- respecto de otras entidades en lo referente a los índices de bienestar social elaborados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2000b).

Lo anterior encuentra un firme soporte al considerar el impacto de las remesas en la economía familiar. En este caso, Zacatecas, de nueva cuenta, se sitúa en la cúspide: el porcentaje de hogares receptores de remesas asciende a 13 por ciento; la proporción de las remesas en el ingreso familiar total, a 61.9 por ciento; los hogares en que las remesas constituyen la principal fuente de ingresos, a 61.5 por ciento, y los hogares donde las remesas representan la única fuente de ingresos, a 34.8 por ciento (cuadro 5).

Queda ratificado así el papel estratégico de Zacatecas en el concierto de la migración internacional del país, tanto por su participación relativa en términos demográficos y económicos, como por la importancia toral que las remesas tienen en el sostén de miles de familias zacatecanas.

 

Los confines del despoblamiento más agudo: la Zona de Alta Migración Zacatecana

La migración es un fenómeno con fuerte presencia en prácticamente todo el territorio zacatecano. Al respecto, citando de nueva cuenta las cifras del Conapo (2002a), cabe consignar que 23 municipios del estado (es decir, 40.3% del total) registran un grado de intensidad migratoria muy alto; 18, alto (31.5%); nueve, medio (15.7%); cinco, bajo (8.7%), y solamente dos municipios (3.5%) muestran una muy baja migración internacional. A esto se aúna otro rasgo por lo demás fundamental como expresión de la tendencia al despoblamiento en curso: de acuerdo con cifras del Censo General de Población y Vivienda (INEGI, 2000a), 34 municipios (60%) mostraron tasas negativas de crecimiento poblacional entre 1990 y el 2000.

En relación con esto último y más allá de los rasgos de homogeneidad que distinguen a Zacatecas, al interior de esta demarcación geográfica hay ámbitos territoriales claramente diferenciados en donde los procesos de despoblamiento derivados de los mayores grados de intensidad migratoria tienden a concentrarse espacialmente. A este respecto es posible identificar, para fines analíticos, la Zona de Alta Migración Zacatecana (figura 1). En esta zona se registra una tasa de crecimiento poblacional negativa (-0.6) que contrasta con la del resto del estado (1.5). Asimismo, debido a que nutre el mayor flujo migratorio hacia Estados Unidos, su porcentaje de hogares con migrantes (26.5%) casi dobla el indicador correspondiente al resto de los municipios (15.9%). Ocurre algo similar con el caudal de remesas anuales per cápita, donde la zona percibe 532 dólares, mientras que el resto del estado apenas capta 284 dólares.

Los linderos de la zona contienen 31 municipios -55% del total del estado- (cuadro 6) históricamente volcados a la migración internacional y que abarcan una superficie de 34 148.42 km2, equivalente a 46 por ciento de la superficie total del estado. En esta extensa zona geográfica acontece la imbricación de dos fenómenos de suyo indisolublemente ligados: la migración internacional y el despoblamiento. En consonancia con su fuerte tendencia expulsora, absorbe apenas 39.1 por ciento de la población estatal. Esta última característica guarda, a su vez, una estrecha relación con la elevada ruralidad que la distingue: 57 por ciento de la población habita en comunidades menores de 2 500 habitantes, mientras que en el estado ese mismo dato es de 46.7 por ciento y en el país, de 25.4 por ciento. Más aún, 12 de los 31 municipios de la zona son totalmente rurales.

Al profundizar en el fenómeno migratorio de la zona, se corrobora el cambio en el patrón migratorio referido en el primer apartado. Entre otros, los siguientes datos respaldan esta aseveración y ponen de relieve la fuerza con la que, en este caso, dicho cambio se verifica:

• De 37 586 migrantes internacionales en la zona -consignados en la base de datos del censo del 2000, correspondiente a los últimos cinco años-, 87.6 por ciento se ubican en la categoría de emigrantes (settlers) y 12.4 por ciento en la de migrantes de retorno.

• El tiempo de estancia de la mayoría de los migrantes de retorno (55.8%) supera los 12 meses. Más todavía: 30.6 por ciento consignan estancias de más de 24 meses.

• La participación femenina en los flujos migratorios corresponde a 25.3 por ciento (a diferencia del 8% consignado en la década de los ochenta para el conjunto de la entidad).

• La edad promedio al migrar es de 19.7 años (contra el promedio de 32 años del migrante zacatecano en 1992).

En relación con el perfil socioeconómico de la zona, cabe destacar lo siguiente:6

• La zona registra una tasa de población económicamente activa (PEA) asalariada respecto de la población en edad activa (mayor de 12 años) de 18.5 por ciento. Se trata del nivel más bajo de todo el país, equivalente a casi la mitad de la media nacional: 33.3 por ciento. Esto significa que la región cuenta con el mercado laboral formal más reducido del país en relación con la demanda potencial de fuerza de trabajo.

• Desde el ángulo de la PEA, es decir, la oferta laboral efectiva (i.e., aquella que se expresa en la demanda de empleo), la región registra una tasa de 55.1 por ciento. Esto la ubica en el cuarto sitio más rezagado del país, después de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, y corrobora el dato anterior de que constituye el mercado laboral formal más reducido de la República.

• Considerando la PEA ocupada que no trabajó o que lo hizo por menos de 32 horas semanales, la zona ocupó el nivel más alto de la nación, con 27.37 por ciento. Esto significa que la zona registra, asimismo, el nivel de subempleo más elevado del país. Son contundentes, por tanto, las evidencias acerca de la estrechez del mercado laboral que caracteriza a la zona, cuestión que viene a revivir la polémica acerca de la relación entre migración internacional y empleo.

• De acuerdo con la información de los Censos Económicos del INEGI (1999:cuadro 7), la región se ubica muy por debajo de los promedios estatales por actividad. En efecto, todas las actividades consideradas -manufactura, minería, construcción, comercio, transportes y comunicaciones, y servicios privados no financieros- registran una participación en el valor de la producción estatal inferior a su equivalente en términos de la población.

Sobre este punto es pertinente hacer dos observaciones adicionales: a) prácticamente toda la minería se concentra en el municipio de Sombrerete, y particularmente en la unidad San Martín del Grupo Minero México,7 y b), muy probablemente asociado a la pérdida poblacional que acusa la región, el comercio experimenta un notable desplome en la última década. Tomando como referente los Censos Económicos del INEGI (1989, 1999), se aprecia una caída del comercio a precios constantes de más de 50 por ciento.

La producción agropecuaria se manifiesta, en términos formales, como la principal actividad productiva de la zona -de no ser así, estaríamos hablando de la producción de fuerza de trabajo migrante como la actividad preponderante-, y sus características principales se enuncian a continuación:

• En el 2000, el valor total de la producción agrícola fue de 1 617.5 millones de pesos, cifra equivalente a 29.3 por ciento del valor total de la producción agrícola de la entidad. Al comparar este dato con el correspondiente a 1990, se aprecia una caída de 22.6 por ciento a precios constantes.

• Más importante quizás es el hecho de que el núcleo principal de esta caída se ubica en la producción de maíz y frijol, que en el 2000 representó 55.1 por ciento del valor total de la producción agrícola de la región. En este caso, el valor de la producción a precios constantes se redujo casi tres veces y media.

• Esto nos remite a un aspecto crucial: el fuerte deterioro de la producción campesina o de subsistencia se produce en el marco de las políticas neoliberales hacia el campo. Se trata -y esto es importante remarcarlo- de un curso muy similar al que sigue la producción de básicos en todo el estado; es decir, se inserta en una tendencia que no es privativa de la zona. Pero en este caso lo paradójico es que se genera en una zona que, además de ser la de mayor intensidad migratoria, posee un relativamente elevado potencial agrícola (de hecho, allí se localiza la principal franja frijolera del estado).

• Finalmente, el valor de la producción pecuaria de la zona fue de 810 millones de pesos en el 2000, que equivale a 47.4 por ciento de la producción estatal. Ésta es su única "fortaleza" respecto del conjunto de la entidad. Con todo, la producción pecuaria no escapa a la tendencia decreciente que acusa el conjunto de la economía regional (en este caso, cae 22.6 por ciento entre 1990 y el 2000). Y algo quizá más importante: por su carácter extensivo, tiende a tener un impacto muy reducido en la generación de empleo.

Para concluir este apartado, es conveniente hacer hincapié en dos cuestiones adicionales: a) el nivel de calificación de la fuerza laboral en la región se encuentra por debajo del ya de por sí disminuido promedio estatal, lo que bien puede estar asociado al carácter selectivo inherente a la migración internacional, y b), según sus niveles de bienestar, los municipios de la zona se ubican en una franja intermedia (de acuerdo con la estratificación del INEGI basada en el censo del 2000, que contempla 36 variables). La aparente contradicción entre una economía extremadamente precaria y los niveles de bienestar moderados se explica por la incidencia de las remesas migratorias.

 

Transnacionalismo y nuevas perspectivas de desarrollo regional

Junto a los elementos que dibujan a Zacatecas, y en particular a la Zona de Alta Migración Zacatecana, como un ámbito territorial portador de condiciones económicas y sociales precarias que empujan hacia un marcado proceso de despoblamiento, aflora a contrapelo su condición transnacional,8 manifiesta en varios planos.

El primero de ellos es el devenir histórico, que ha permitido la evolución y maduración de las redes sociales de los migrantes, imprimiéndoles la impronta del desarrollo organizativo bajo el prisma transnacional. La forma más sencilla en que esto se puede palpar es mediante el recuento del cúmulo de organizaciones de migrantes que adoptan la forma de clubes (se contabilizan más de 266) y federaciones (16 en total), con base en distintas entidades de Estados Unidos pero vinculados estrecha y permanentemente con sus lugares de origen a través de actividades solidarias, obras sociales, proyectos económicos y participación política. En esa tesitura, Zacatecas se posiciona con el más alto grado organizacional de migrantes de origen mexicano asentados en Estados Unidos. Los migrantes zacatecanos han constituido la organización más numerosa y avanzada de su tipo desplegada en todo el territorio estadunidense; destacadamente, en el sur y norte de California (en especial en Ventura y Orange); Las Vegas, Nevada; Chicago, Illinois; Santa Fe, Nuevo México; norte y sur de Texas; Tulsa, Oklahoma; Phoenix, Arizona; Spring y Denver, Colorado; La Bella, Florida; Virginia, Michigan, y Atlanta, Georgia.

No podemos perder de vista que la organización es la plataforma que soporta la práctica social, que bien puede ser motejada como surgida desde abajo, puesto que dimana de su propia base social. Para los migrantes, la organización es un concepto histórico que encuentra uno de sus hitos en la década de los sesenta, cuando por vez primera de manera formal se realizan actividades solidarias para apoyar a migrantes que atraviesan problemas de salud y a familiares por diversos motivos (Moctezuma, 2003a). Incluso, Zacatecas posee primacía en estos menesteres, puesto que la más antigua y mejor organizada coalición de clubes es la Federación de Clubes Zacatecanos del Sur de California, surgida en 1965.

Posteriormente, la vocación organizativa se vuelca hacia la realización de obras públicas que suplen o complementan la responsabilidad gubernamental, particularmente en rubros como agua potable, alcantarillado, calles, caminos, puentes, escuelas, clínicas de salud, campos deportivos, etcétera. Se pueden enumerar también obras cuyo cometido es de orden sociocultural: lienzos charros y remozamiento de iglesias, por ejemplo. Además, otros aportes de los migrantes caen, más bien, en la categoría del altruismo, puesto que se trata de donaciones -de ambulancias, por ejemplo-, otorgamiento de becas, construcción de asilos de ancianos, etcétera.9

No obstante, el avance organizativo de los migrantes, y debido a los distintos cauces por donde deviene su práctica social, les permite un particular desdoblamiento institucional, de modo que su participación va más allá de las prácticas tradicionalmente identificadas como comunitarias y altruistas. Un ejemplo es la participación política, que tiene un detonador en la aprobación en Zacatecas (publicada en el Diario Oficial del Estado el 1 de octubre de 2003) de la llamada "Ley Migrante" -presentada inicialmente por el Frente Cívico Zacatecano, organización política de los migrantes organizados, y aprobada por la LVII Legislatura local (Moctezuma, 2003b)-, que ya hizo posible, en 2004, la inclusión de cuando menos dos diputados migrantes en el Congreso local.10

En segundo lugar, y derivado del proceso anterior, se institucionaliza la práctica transnacional mediante el concurso del Estado. El ejemplo más nítido es la conformación del Programa Dos por Uno, en 1992, reformulado como Tres por Uno en 1999 y luego, a escala federal, como Iniciativa Ciudadana Tres por Uno. A través de este programa se ejecutan obras sociales en las comunidades de origen de los migrantes mediante la aportación financiera, a partes iguales, de los clubes de migrantes y los gobiernos federal, estatal y municipal. En 2003 se realizaron 324 obras en 40 municipios, con un monto de 147.7 millones de pesos (cuadro 8), en tanto que para 2004 se tiene autorizado un techo financiero de 160 millones de pesos para la realización de 300 obras en 39 municipios. En distintos años, el Tres por Uno ha realizado obras en 51 de los 57 municipios. Además de la numeralia ascendente, el punto destacable es cómo los migrantes organizados proyectan la realización de obras específicas, llevan a cabo labores de gestión ante las autoridades correspondientes y participan en la supervisión de las obras. Este esquema de participación configura un peculiar transnacionalismo desde arriba pero acotado desde abajo, para dar paso a una modalidad que podría caracterizarse como intermedia.11

No está por demás agregar que si bien este transnacionalismo nace desde abajo, es potenciado desde arriba, pues, con base en las normas del Programa Tres por Uno, las organizaciones de migrantes se han multiplicado, en consideración a que la participación en el programa exigía que cada iniciativa contara con el respaldo de un club u organización migrante.12 Pero además, como subproducto de la implantación del programa, la comunidad migrante establece puentes con líderes y organizaciones de base en las comunidades de origen. Ello, al reforzar la creación de vasos comunicantes al seno de la sociedad civil organizada binacionalmente, tiende a favorecer, precisamente, una perspectiva intermedia de transnacionalismo.

También se puede señalar el surgimiento de empresarios migrantes zacatecanos que individual u organizadamente están interesados en invertir en sus regiones de origen. Un ejemplo son las diversas inversiones en hotelería y servicios varios realizadas por empresarios individuales y, más recientemente, las inversiones efectuadas por el Grupo Empresarial Zacatecano, nacido en 2002. Cabe mencionar que, a reserva de la reciente incorporación de proyectos productivos al programa Iniciativa Ciudadana Tres por Uno, se ha dado un casi nulo acompañamiento gubernamental para facilitar la inversión migrante, a la que más bien parecieran anteponérsele obstáculos.

De lo hasta aquí expuesto, queda claro que el transnacionalismo construido por los migrantes organizados ilustra lo más granado de la práctica social de este sector. Sin embargo, este transnacionalismo ha sido visualizadosólo marginalmente como un campo detonador de alternativas sociales para las comunidades y regiones de origen, y se ha perdido de vista toda la potencialidad que entraña el sujeto social migrante organizado, cuyas peculiaridades, actuales y futuras, no son en modo alguno despreciables: organización ascendente, participación autónoma y promoción de proyectos sociales alternativos.

Tanto en la Zona de Alta Migración Zacatecana como en el resto del estado, el dilema propuesto entre migración galopante y generación de alternativas nos obliga a ser cautos y a no apuntar afirmaciones conclusivas, si acaso a plantear algunos problemas para la investigación inscritos en la tentativa de potenciar la construcción de alternativas sociales. Esto es así porque el propio carácter socialmente insustentable de las comunidades de origen de los migrantes -precariedad y desarticulación productiva, producción de fuerza de trabajo migrante y despoblamiento- se nos presenta, en principio, como un contrasentido para el desarrollo regional alternativo. Sin embargo, la existencia misma del sujeto social migrante, constructor de un transnacionalismo activo, nos hace pensar en esta última posibilidad.

Con el riesgo siempre latente de sobredimensionar el vigor del sujeto social migrante, podemos suponer que la estructura migrante transnacional adquiere una organicidad superior fundada en i) una estructura organizativa formal relativamente permanente; ii) el fortalecimiento de los lazos de identidad cultural, pertenencia y solidaridad con sus lugares de origen; iii) el papel de interlocutor ante instancias públicas y privadas de México y Estados Unidos, y iv) la disposición de un nada despreciable potencial financiero -a través de fondos colectivos, que superan las limitaciones y rigideces propias de las remesas individuales o familiares- para destinarlo a obras sociales y, eventualmente, proyectos de desarrollo local y regional.

El esquema de participación13 en el que se inscribe la práctica social es clave para el buen desempeño de la organización migrante. Desde esta perspectiva, el gran desafío que se presenta a los migrantes es, precisamente, continuar promoviendo y ampliando su asociación en distintos niveles,14 a partir de la diferenciación que existe entre ellos15 y de la recuperación creativa de sus experiencias organizativas. En este renglón es importante señalar el desdoblamiento institucional que las organizaciones migrantes zacatecanas han venido experimentando debido a su plausible pretensión de cubrir distintas dimensiones de la práctica social, política, económica y cultural. Con la participación multidimensional de las organizaciones transnacionales de los migrantes se trasciende, indubitablemente, el horizonte comunitario (que le sirve, no obstante, de soporte) y se direcciona la voluntad colectiva hacia otros escenarios, en los umbrales del desarrollo regional alternativo.16

Sin embargo, frente al problema del desarrollo regional, uno de los mayores retos, propuesto por las mismas organizaciones de migrantes, es pasar de la promoción de obras de beneficio social y comunitario al fomento de iniciativas de inversión productiva. Bajo el supuesto de que la inversión productiva no puede perdurar si no se cumple el requisito de la rentabilidad en un entorno cruzado por la agudización de las condiciones del mercado (merced, entre otros factores, a políticas como la apertura comercial), es necesario el acompañamiento de cuando menos tres elementos:17

1. El cambio sustancial en las políticas públicas con miras a que coadyuven a la subsistencia social en las zonas de alta migración y a la capitalización de las inversiones de los migrantes. En este sentido, se pretende que las políticas públicas de nuevo tipo acompañen efectivamente a la práctica de los migrantes organizados, no que la instrumentalicen. Es decir, para los propósitos de un desarrollo regional alternativo es imprescindible que las organizaciones transnacionales de migrantes caminen por una vía autónoma, distinta de la modalidad clásica del corporativismo que suele modular las relaciones clientelares afines al Estado. Esa condición política prefigura la posibilidad de construir un esquema de planeación participativa18 con el cometido de alcanzar la subsistencia social y de prevenir el desaguisado, propio del voluntarismo, que se presenta cuando se arraiga inversión sin que ésta cubra satisfactoriamente el expediente de la competencia real y tenga la capacidad de reproducirse.

2. El diseño e instrumentación de nuevos mecanismos financieros, concebidos desde una perspectiva binacional (como las llamadas "uniones de crédito" que operan en Estados Unidos), que permitan al migrante colectivo u organizado cumplir un nuevo papel como agente promotor del desarrollo local y regional. Se trata de mecanismos asentados en Estados Unidos, controlados por las propias organizaciones de migrantes y orientados a conjuntar y potenciar el ahorro de éstos en sus diferentes modalidades, incluyendo la individual, familiar y colectiva, y a coadyuvar, por esta vía, al empoderamiento binacional del migrante (García Zamora, 2003). Esto es determinante para avanzar hacia la formación de organizaciones migrantes de segundo piso, capaces de impulsar proyectos de desarrollo a mediano y largo plazos en sus lugares de origen.

3. La promoción de proyectos basados en formas asociativas de producción, el impulso a la generación de redes empresariales y la construcción de eslabonamientos productivos que contrarresten las limitaciones estructurales de la pequeña empresa, especialmente en las zonas de alta migración (a contracorriente de la dialéctica del crecimiento exportador neoliberal impuesto en el país, altamente desarticuladora y devastadora del aparato productivo nacional). Esta vía posibilitaría un mejor aprovechamiento de los recursos a disposición de la comunidad migrante, tanto en Estados Unidos como en México: mercado paisano, acceso crediticio a tasas de interés internacionalmente competitivas, capacidades adquiridas, etcétera.

En suma, ante el desafío que plantea el creciente despoblamiento en las zonas de alta intensidad migratoria, se requiere construir una articulación fecunda entre transnacionalismo y desarrollo local y regional, que coloque en el centro a la organización migrante. Ello implica visualizar al migrante como un nuevo sujeto social transnacional del desarrollo.

 

Referencias

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Notas

1 Entre el 2000 y 2002, un promedio anual de 390 mil mexicanos establecieron su residencia en Estados Unidos, lo que no hace sino reforzar la tendencia observada durante la década de los noventa, cuando se registró un flujo migratorio internacional nada menos que 10 veces superior al verificado durante los setenta y ochenta.

2 Circunscribir nuestro análisis a la Zona de Alta Migración Zacatecana obedece a que en esta zona se registra una muy alta intensidad migratoria (la mayor del país), acompañada de un elevado crecimiento y desarrollo de las organizaciones transnacionales de los migrantes (también las de mayor envergadura). Es pertinente aclarar que estos rasgos no son privativos de este ámbito territorial, sino que son compartidos en diversos grados por otras regiones. El abordaje de estos otros casos escapa, sin embargo, a los alcances previstos para el presente trabajo.

3 Durand y Massey (2003) caracterizan esta relación a partir de tres conceptos ordenadores muy ilustrativos: la vecindad entre ambos países, la masividad del flujo migratorio y la historicidad del fenómeno.

4 Información empírica que sustenta estas aseveraciones puede encontrarse en Delgado y Rodríguez (2002).

5 Tal vez no salga sobrando señalar que México es, junto con India, el principal receptor de remesas en el orbe (Banco Mundial, 2003). En 2003 el país recibió 13 mil 266 millones de dólares por dicho concepto, el cual se erige en la segunda fuente neta de divisas del país, después del petróleo.

6 Todos los datos, a menos que se indique lo contrario, se refieren al 2000.

7 En el fondo se trata de un enclave minero, que sólo contribuye a la economía regional con una exigua derrama de salarios.

8 Para Portes, Guarnizo y Landolt (2003), el transnacionalismo alude a "ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a través de las fronteras nacionales para su ejecución" (itálicas de Portes et al.). Esos contactos estarían tensados entre individuos y sus redes sociales. En tanto, para Roberts, Frank y Lozano-Ascencio (2003) el transnacionalismo de los migrantes mexicanos está vertebrado por las comunidades migrantes, y más aún si aquéllos poseen menores niveles de capacitación y mayores niveles de pobreza. Sin desestimar esos enfoques, nuestra ruta de análisis es algo distinta, puesto que pone en el centro al migrante organizado en tanto sujeto social clave -particularmente, en el caso de las zonas de alta migración-, entre cuyos atributos podemos enumerar una peculiar capacidad para elaborar en distintos niveles y escalas propuestas alternativas de desarrollo más o menos acordes a las regiones de origen, un liderazgo formal reconocido, especial disposici´n para gestionar recursos y obras ante las autoridades competentes, la promoci&ocute;n de la identidad cultural y un activismo pol&icute;tico ascendente. La centralidad del sujeto migrante en el desarrollo regional no pretende suplantar en modo alguno al Estado, sino que alude a un proceso social en ciernes mediante el cual los sujetos se resisten, como lo sugiere su práctica, y visualizan, en la medida de sus posibilidades, nuevos derroteros en sus lugares de origen.

9 No en balde, autores como Alarcón (2004) destacan las bondades del altruismo de las organizaciones de migrantes y cómo éstas van ganando liderazgo.

10 Por más que los partidos se arroguen el monopolio de la representación política, cuando menos en su primera incursión, los migrantes se presentan no a título individual ni a nombre de un partido específico, sino ostentando la representación simbólica y política de la comunidad migrante en su municipio y estado natal, a contrapelo de la alicaída clase política. Un claro ejemplo de ello es el caso de Andrés Bermúdez, el Rey del Tomate, quien ganara la elección a presidente municipal de Jerez en 2002 por el PRD; luego su triunfo fue revocado por el Tribunal Federal Electoral (Trife), pero después lo refrenda, sólo que en julio de 2004 y bajo las siglas del PAN.

11 Esta modalidad de transnacionalismo está presente también en el proceso de aprobación de la Ley Migrante de Zacatecas en 2003.

12 En 2001 el Programa Tres por Uno de Zacatecas es transformado, a instancias del presidente Vicente Fox, en Iniciativa Ciudadana Tres por Uno. Bajo la nueva iniciativa, el programa se hace extensivo a comités de obra en los que pueden o no estar presentes los migrantes. Esta situación, que desvirtúa el sentido original de la propuesta migrante, abre diversos flancos de lucha política que favorecen la injerencia de gobiernos municipales en la disputa de los fondos públicos destinados al programa.

13 La forma de participación ofrece varias posibilidades de orden práctico: i) participación pasiva, en la que apenas se recibe información y no se participa en las decisiones; ii) participación funcional, cuando es decisiva la participación de agencias externas y eventualmente de la comunidad en decisiones de segundo orden; iii) participación interactiva, cuando conjuntamente se diseñan proyectos y se fortalecen las instituciones locales en la medida en que los grupos toman las decisiones, y iv) movilización propia, con la que se pretende cambiar sistemas y se controlan los recursos (puede haber injerencia de instituciones externas) (Foladori, 2002:632).

14 Un reto inmanente a la estructura organizativa de los migrantes es unificar al propio sector, trascendiendo localismos o identidades refractarias, para luego construir puentes y alianzas con otros sujetos sociales interesados en promover el desarrollo de las regiones de origen. El primer paso enunciado es crucial, puesto que se deben considerar los diversos intereses que tienen los migrantes en su configuración como comunidad y que, eventualmente, pudieran dar al traste con un proyecto de desarrollo.

15 Se puede establecer una diferenciación entre las remesas individuales/familiares, las remesas colectivas y la inversión empresarial, de acuerdo con los distintos tipos de sujetos que les dan origen: el migrante colectivo, el migrante empresario, el migrante ahorrador y el migrante retirado (Moctezuma, 2003b). Con base en esta tipología se pueden construir alianzas al interior del sector y fuera de él, además de que ofrece mayor claridad al diseño de políticas públicas. Sin embargo, en la actualidad, la conducción de la gestión pública consecuenta un manejo estandarizado que no reconoce las peculiaridades regionales y mucho menos la importancia del fenómeno migratorio.

16 En este punto debemos distinguir la unción de la voluntad colectiva, dispuesta a promover el desarrollo regional, del voluntarismo, que no deja de ser una práctica llena de buenas intenciones pero sin un sustento técnico, social y político. No proponemos una imagen romántica de los sujetos sociales, pero tampoco negamos la posibilidad de que la voluntad colectiva, articulada desde abajo (de la que hay evidencias empíricas aunque incipientes), pueda transformar las condiciones socioeconómicas de las zonas de alta migración.

17 Si bien es cierto, como señala Canales (2004), que no se puede suponer mecánicamente que las remesas constituyen un manantial para financiar empresas e incentivar, de esta manera, el desarrollo regional, también es cierto que la discusión sobre el tema sigue abierta, puesto que presagia la creación de alternativas sociales, siempre que se sopese críticamente el contexto regional, donde temas como el modelo económico, las políticas públicas y la participación de las organizaciones de migrantes saltan a la palestra.

18 La planeación participativa es apenas un elemento del nuevo modelo de participación que se avizora, pero es un componente clave para que de consuno se elabore un diagnóstico no normativo (es decir, orientado a la problemática específica de las zonas de alta migración) y un paquete integral de acciones estratégicas, más allá de un recetario de acciones inconexas que abstraen el contexto y se desentienden de las posibilidades objetivas del desarrollo regional.

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