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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.2 n.4 Tijuana Jul./Dec. 2004

 

Artículos

 

Nos vamos al norte: la emigración de San Luis Potosí a Estados Unidos entre 1920 y 1940

 

Fernando Saúl Alanis Enciso *

 

* El Colegio de San Luis

 

Fecha de recepción: 22 de marzo de 2004
Fecha de aceptación: 17 de agosto de 2004

 

Resumen

Este trabajo analiza la evolución de la migración a Estados Unidos desde el estado de San Luis Potosí, en México, entre 1920 y 1940. Se toma como estudio de caso a esta entidad, que se ha caracterizado por ser tradicionalmente proveedora de mano de obra migrante. El objetivo del artículo es examinar el desarrollo temprano de la migración internacional en el ámbito estatal en una etapa en la que se dieron dos fenómenos diferentes y además contrapuestos: la salida masiva de personas en la década de los veinte y el retorno en gran escala durante el decenio de los treinta. Éste es un ejercicio de reconstrucción histórica basado en la recopilación de la historia oral, la consulta de trabajos clásicos y la sistematización de información obtenida en archivos nacionales.

Palabras clave: migración internacional, historia, repatriación, San Luis Potosí, Estados Unidos.

 

Abstract

This work analyzes the evolution, from 1920 to 1940, of migration from San Luis Potosí in Mexico to the United States. The state of San Luis Potosí was selected as a case study for its characteristic as a traditional source of migrant labor. The article's objective is to examine the early development of international migration in the state context, at a stage when two different and opposed phenomena co-existed: the massive exodus of people in the 1920s and the large-scale return during the 1930s. This is an exercise in historical reconstruction based on the collection of oral histories, consultation of classic works, and systematization of information obtained in national archives.

Keywords: international migration, history, repatriation, San Luis Potosí, United States.

 

San Luis Potosí forma parte de las entidades del centro de la República Mexicana que tradicionalmente han sido proveedoras de mano de obra migrante a Estados Unidos.1

Desde finales del siglo XIX, la relación histórica entre San Luis Potosí y Texas fue un elemento que favoreció el desplazamiento de muchas personas que por razones de negocios, familiares o de educación cruzaban la frontera para internarse en territorio estadunidense. Con la construcción de las vías férreas que atravesaban el territorio nacional rumbo a Estados Unidos, el acercamiento entre la entidad potosina y las tierras texanas creció. Asimismo, aumentó el flujo de personas al norte; las noticias de la contratación de paisanos para labores relacionadas con los ferrocarriles se incrementaron, así como los grupos de trabajadores, mujeres, niños, civiles, profesionistas, entre otros, que se movilizaron más allá de la línea fronteriza.

En las primeras décadas del siglo XX, la corriente de personas de San Luis Potosí a Estados Unidos continuó y, al igual que en muchas partes del país, se incrementó. Los mexicanos cruzaban la frontera como trabajadores temporales, exiliados políticos, refugiados que huían de la guerra civil e inmigrantes legales o sin documentación migratoria.

En este trabajo se analiza la evolución del proceso migratorio en San Luis Potosí en las décadas de los veinte y treinta del siglo XX y se muestran algunas de sus características. El objetivo es examinar la forma en que se desarrolló la migración en el ámbito estatal en una etapa en la que se dieron dos fenómenos diferentes y contrapuestos: la salida masiva de personas y el retorno en gran escala.

El estudio establece que en la década de los veinte la migración potosina se dio fundamentalmente en tres municipios: la capital, Matehuala y Cerritos, es decir, que estuvo centralizada en unas cuantas localidades, que no fue un fenómeno extendido ni generalizado en la entidad. De igual manera, los lugares de destino en Estados Unidos fueron, principalmente, Texas, California y, de manera destacada, algunas ciudades del noreste (Chicago, Illinois; Gary, Indiana, y Detroit, Michigan). En cuanto al perfil del migrante, fue muy variado: personas de clase media, exiliados políticos y, principalmente, trabajadores del medio urbano y rural, quienes en un principio se concentraron en labores relacionadas con los ferrocarriles pero que de forma paulatina se fueron diversificando a la agricultura -en la que participó una corriente de carácter familiar que incluía a mujeres y menores- y, en menor proporción, a los trabajos industriales.

Respecto a la década de los treinta, cuando se revirtió la migración y hubo un retorno masivo debido a las condiciones generadas por la Gran Depresión (1929-1934), este ensayo expone la manera en que se dio el regreso de paisanos al estado, su reintegración a las comunidades de origen, la posición del gobierno local y los proyectos que se pusieron en marcha para instalar a algunas personas.

Son varios los motivos que llevaron a estudiar estas etapas de la migración en San Luis Potosí. En primer lugar, los grandes vacíos de información que existen en relación con la historia de ese flujo en la entidad, pues sólo hay algunas referencias aisladas pero se desconoce su evolución y principales características;2 en segundo, las constantes referencias orales respecto a la experiencia migratoria de algunos ancianos, especialmente de la capital del estado y Matehuala, las cuales ayudan a delinear un perfil de la diáspora potosina en las primeras décadas del siglo XX, y en tercero, el deseo de contribuir al conocimiento de un tema básico en la dinámica social y económica de la entidad.

Cabe señalar, asimismo, que este trabajo nace de una investigación más amplia acerca del retorno durante la Gran Depresión (1929-1934) de mexicanos y sus descendientes nacidos en Estados Unidos. Entre los propósitos de esta investigación estuvo estudiar el impacto social, demográfico y económico que este movimiento tuvo en algunas comunidades mexicanas (desde las ciudades fronterizas por donde ingresaron las personas hasta sus lugares de origen, pasando por las ciudades más importantes del norte de México). En el caso de San Luis Potosí, la indagación pronto comenzó a arrojar información oral, no sólo del regreso en los años treinta, sino de la migración en los veinte. De forma paralela, a fin de dar un seguimiento al caso potosino, también se seleccionó la información del estado en las fuentes federales. Los datos de los años treinta encontrados en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHSRE) muestran algunas características y el perfil de la migración potosina, así como sus tendencias generales en la década de los veinte: por ejemplo, a dónde había llegado y las localidades de origen.

Este ensayo es pionero en la extensa bibliografía acerca de la migración mexicana a Estados Unidos, pues no existen estudios de diversas localidades o estados de México que hayan evaluado y examinado la etapa de los años veinte y de los treinta, entre otras razones, por la dificultad de rescatar esa historia fragmentada en archivos (municipales, estatales, nacionales y de Estados Unidos), en hemerografía (local y nacional) y en la memoria de algunos ancianos. Asimismo, el ejercicio de reconstrucción histórica que se realiza aquí es poco común: analizar la migración local con base en documentación de archivos nacionales y en la historia oral, y en la lectura cuidadosa de algunos trabajos clásicos de Manuel Gamio y Paul S. Taylor y algunas notas periodísticas de la prensa mexicana en Estados Unidos.3 Las fuentes utilizadas (archivos, periódicos, entrevistas) y la bibliografía se presentan al final del artículo.

 

Antecedentes de la migración potosina: de las vías del tren a la agricultura y la nuez (1910-1920)

Al comenzar la guerra civil en México (1910), no era novedad la salida de personas de algunas localidades de San Luis Potosí a Estados Unidos. Desde finales del siglo XIX, en la capital del estado, ubicada en el suroeste de la entidad, el éxodo de trabajadores se daba de forma regular. En un principio, varios de ellos participaron en la expansión ferrocarrilera de la época, en el tendido de rieles y en la reparación y mantenimiento de las vías (Reisler, 1977:3-17; Cardoso, 1980; Ankerson, 1994:8). Al comenzar el siglo XX, continuó la contratación de mano de obra potosina para los ferrocarriles, al tiempo que el gobierno estatal mostraba su preocupación por contener la migración y evitar las dificultades con las que tropezaban los que iban enganchados para trabajar en el ferrocarril South Pacific y los abusos de que eran víctimas (Monroy, 1999 y 2001:15-40; Falcón, 1984:33).4

Al estallar la Revolución Mexicana, las malas condiciones laborales en el estado favorecieron la partida de muchas personas. La devastación, el caos, el peligro y el desastre económico imperantes provocaron la migración, que empezó a abrirse a otros sectores, como la agricultura (Hall, 1982:23; Reisler, 1977:24-25). Matehuala, municipio del estado ubicado en un valle de clima seco, pronto se convirtió en un centro expulsor de emigrantes agrícolas e industriales, que se dirigían preferentemente a Texas. A mediados de la década, Concepción Laguna de Castro, originaria de ese municipio, junto con su numerosa prole de 12 hijos llegó a El Paso. La familia se dedicó a cosechar en los plantíos de algodón cuando era temporada. Las hijas también trabajaron pelando nueces, labor por la que recibían 25 centavos por cada millar. Varias ocasiones fueron contratados y llevados a otras granjas, en donde les prometían buenos salarios y el pago de su viaje de ida y vuelta, así como alojamiento (Gamio, 1931:133-134).5

Durante la misma década, la familia de Román Castillo y Nieves Torres salió de Matehuala rumbo a San Antonio, Texas, motivados por un familiar de Dr. Arroyo, Nuevo León (una localidad cercana a Matehuala), que les habló de las grandes posibilidades de trabajo en Estados Unidos. La familia, conformada por 10 hijos, trabajó en el desenraice y los plantíos de algodón; las hijas laboraron en las fábricas de productos de nuez y participaban en el coro de una iglesia.6 En los casos de las familias Laguna de Castro y Castillo Torres, las razones por las que emigraron tuvieron que ver con las invitaciones que recibieron de parientes y amigos que ya habían estado en Estados Unidos, quienes les platicaron de las oportunidades de trabajo que había en Texas.

La combinación de actividades agrícolas y el trabajo en la nuez fue una de las constantes entre los migrantes mexicanos de aquella etapa, así como el hecho de que algunos emigraran en núcleos familiares. Tradicionalmente, la literatura sobre la migración mexicana a Estados Unidos, hasta antes de 1986, ha establecido que ésta fue fundamentalmente de hombres solos, solteros. La información y los datos existentes así lo demuestran. Sin embargo, en los primeros años del siglo XX los empleadores agrícolas favorecían la migración familiar como una forma de tener más mano de obra estable y disponible.

En Estados Unidos existía un sistema de contratación familiar. Los agricultores preferían hombres con esposa y familia por dos razones: permanecían más en sus labores y sus familias les podían ayudar; esto proveía al empleador más brazos para el trabajo. En Crystal City, Texas, las familias se dedicaban a cortar espinaca de noviembre a abril, trabajaban en la cebolla de abril a mayo y pizcaban algodón de mayo a noviembre (Bogardus, 1934:40; Taylor, 1930:358-359; Montejano, 1988:176). En la zona de Nueces, en la temporada de pizca de algodón, familias enteras llegaban a las orillas del pueblo a lavar su ropa, comprar y divertirse. En el este y la parte central de Texas, las escenas familiares eran constantes (Taylor, 1934:164).

Los trabajos que realizaban los mexicanos se caracterizaban, en algunos casos, por ser temporales y requerir el esfuerzo de todos los miembros de la familia. De igual manera, la migración familiar significaba que una corriente de menores acompañaba al grupo, lo mismo que mujeres, que en muchos casos trabajaban al igual que sus maridos en distintas labores. Esto explica el alto número de mujeres y menores de 15 años migrantes que aparecen en una fuente inédita del Archivo General de la Nación. Había familias de mexicanos en Estados Unidos que se desplazaban de un lugar a otro, dependiendo de la época de trabajo: unos meses en granjas; otros, en los campos agrícolas, y en otras ocasiones en las minas.7

Fue en ese contexto que varias familias de Matehuala y sus alrededores (Cedral, Catorce, entre otros) emigraron a Estados Unidos. Asimismo, el crecimiento de la industria de la nuez en Texas fue un factor de atracción, en un sector donde se ocupó a gran cantidad de mexicanos.8 Lo mismo sucedió en las plantaciones algodoneras, que por esos años tuvieron gran auge, sobre todo a raíz del ingreso de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial en 1917 (Cardoso, 1980:47; Reisler, 1977:2540; Alanis, 1999). A finales de 1918, una agencia privada que se dedicaba a enviar dinero de los trabajadores mexicanos desde Laredo, Texas, publicó una lista de los lugares donde contaba con corresponsales que "harán el pago a sus familias". Para el caso de San Luis Potosí, mencionó Charcas, Matehuala, Cedral, Cerritos, Rioverde, la capital del estado y Valles (Evolución, Laredo, Texas, 1 de noviembre de 1918).

Ese directorio de ciudades y pueblos sirve como un indicador de los sitios de origen de muchos emigrantes potosinos que iban a territorio norteamericano. Asimismo, muestra a una clientela establecida de manera regular que demanda el servicio de envío de dinero a esas comunidades. De igual manera, en la mayoría de los casos, las poblaciones mencionadas coinciden con los datos que más adelante se presentan en este estudio, salvo en los casos de Valles y Rioverde, que esporádicamente aparecen mencionados en las fuentes que se usaron.

La situación que prevalecía entre la población de la capital de San Luis Potosí fue un incentivo para que, durante la década de la guerra civil, muchos de sus pobladores emigraran. En la etapa carrancista, de julio de 1915 a mayo de 1920, se sentaron en San Luis fundamentos legales e institucionales para satisfacer las demandas de los trabajadores. Los ferrocarrileros y electricistas consiguieron mejoras salariales y jornadas más cortas de trabajo. Además, se reinstaló el Departamento del Trabajo en 1916 para mediar en los conflictos laborales. Sin embargo, la condición de muchos trabajadores no era buena. La Compañía Metalúrgica Mexicana, poderosa empresa donde los obreros gozaban de condiciones menos severas que en otras empresas, pagaba bajos salarios. En algunos centros laborales las condiciones eran tan desastrosas, que el departamento, de plano, pidió clausurarlos. La suerte de los obreros continuó siendo bastante dura (Falcón, 1984:137-139).

La relativa recuperación de mediados de la década (en 1916 abrieron sus puertas 35 fábricas, fundiciones, minas y talleres relativamente grandes, que empleaban en promedio 200 obreros cada uno, y en los alrededores de Matehuala la fundidora entró en servicio y permitió la apertura de las minas de la región) no fue suficiente para acabar con el desempleo, y muchos trabajadores y población civil de clase media siguieron emigrando a Estados Unidos, ya fuera por razones laborales o en busca de refugio, ante la inestabilidad nacional que entonces imperaba (Falcón, 1984:137-139). Entre ellos, Apolonio Martínez Bárcena, vecino de la capital del estado y pintor de arte religioso, quien junto con su esposa emprendió el camino hacia San Antonio, donde se establecieron por más de una década; allá nacieron y criaron a varios de sus hijos.9 La familia Martínez fue un ejemplo de los migrantes de clase media que salieron de San Luis Potosí. El trabajo profesional de Apolonio se desarrolló en el medio urbano, y sus hijos fueron a la escuela, aprendieron inglés y se integraron a la sociedad estadunidense.

La documentación existente, así como algunos testimonios orales, muestra que durante el decenio revolucionario la migración de San Luis Potosí a Estados Unidos tuvo como destino principal Texas, así como el lugar de origen de algunos migrantes eran Matehuala y la capital del estado. Un aspecto que llama la atención, como ya se dijo, fue la migración de tipo familiar, y que tanto el padre como la madre y los hijos menores se dedicaran a las actividades agrícolas y de la industria de la nuez, cuyo auge empezaba por entonces en el valle de Texas.

Asimismo, algunos integrantes de la clase media potosina salieron en busca de seguridad y de un ambiente más estable para sus familias. Entre ellos estuvieron los exiliados políticos, aquellos que, en la mayoría de los casos, tuvieron que partir porque fueron vencidos por fuerzas contrarias con mayor poder político, militar o de convocatoria: los que lucharon por derrocar al gobierno de Porfirio Díaz (1877-1911) —por ejemplo, algunos miembros del Partido Liberal Mexicano—; los porfiristas que salieron en mayo de 1911 por el triunfo de la revolución maderista; los maderistas que tuvieron que huir por el golpe de Estado de febrero de 1913 encabezado por Victoriano Huerta (1854-1916), y los huertistas, que en julio de 1914 expulsó el triunfo de la revolución constitucionalista acaudillada por Venustiano Carranza (Raat, 1981; Lerner, 1999:85-86; Rausch, 1962).

Entre los exiliados más famosos estuvieron los gobernadores del estado Jorge Prieto Laurens (1923) y Aurelio Manrique (1923-1925). El primero se exilió en abril de 1924 como consecuencia de haber participado en el levantamiento encabezado por los delahuertistas. Por su parte, Manrique salió del país después de colaborar en la rebelión escobarista de marzo de 1929. A estos personajes se les unieron otros perseguidos políticos de la clase media potosina, tales como Apolonio Martínez, uno de los fundadores del partido anarquista en la localidad.

No existen estadísticas acerca de la cantidad de personas que salieron de la entidad en la etapa revolucionaria. Sin embargo, el III Censo de Población reportó que en 1910 la población del estado era de 627 800 personas y que para 1921 había descendido a 445 681 (INEGI, 1999:13). La disminución de la población en una década se debió a varios factores de carácter social y demográfico (enfermedades, mortalidad, migración interna, etcétera), entre los que estuvo la migración a Estados Unidos, aun cuando no se tiene el porcentaje preciso para esta entidad. Sólo sabemos que de 1910 a 1920 cerca de 25 mil personas cruzaron anualmente la frontera de México a Estados Unidos como inmigrantes legales e ilegales, trabajadores temporales, y refugiados pobres y ricos huyendo de la violencia y la persecución (Hall, 1982:23; Cardoso, 1980:12, 53, 94).

Dos factores de expulsión fundamentales, para entender el caso potosino, fueron la existencia de un "mercado regional de trabajo agrícola" entre el norte de México —en el que se incluía a Matehuala y a la capital del estado— y el sureste de Estados Unidos, específicamente Texas, en el que participaron cientos de jornaleros mexicanos, y la demanda de mano de obra para el tendido, mantenimiento y rehabilitación de las vías férreas que conectaban a ambos países. Ahí, cientos de potosinos participaron activamente.10

 

Entre los contratistas y los estudios de Manuel Gamio. Los años veinte

Durante la década de los veinte, al igual que pasó en varias partes del país, la emigración a Estados Unidos tuvo una época de auge en San Luis Potosí. En la capital del estado destacó la actividad de los contratistas que arribaron en busca de mano de obra, así como la preocupación del gobierno del estado por el constante éxodo de paisanos y por frenar la salida.

Desde los primeros años del decenio, hombres y familias completas emigraban pues la contratación para trabajar en Estados Unidos siguió siendo una constante. En noviembre de 1920, Arturo M. Cedillo, un contratista particular, solicitó al presidente municipal de la capital autorización para reunir 150 jornaleros que se emplearían en Estados Unidos en la compañía Free Port and Mexican Fuel Oil Corporation. Estaba autorizado para proponer a los trabajadores un jornal diario de 3.50 dólares, alimentación durante el traslado, pasaje gratis y atención médica en caso de accidente o enfermedad.11

A principios de la década, la partida de paisanos fue un asunto que llamaba la atención de las autoridades locales. El ingeniero Severino Martínez, gobernador del estado, ordenó la vigilancia de los enganchadores de braceros para evitar que los potosinos fueran contratados con engaños; el propósito era garantizar los derechos de los trabajadores emigrantes. De igual forma, la presidencia municipal publicó algunas comunicaciones enviadas por el cónsul mexicano en San Antonio a la Secretaría de Relaciones Exteriores en las que se hizo saber a los que pretendieran emigrar a Estados Unidos que no debían aceptar un salario menor a tres dólares y que al hacer el contrato correspondiente debían exigir que fuera aprobado en el consulado más próximo. Esto se hizo con el fin de evitar los constantes abusos de que eran objeto los trabajadores mexicanos en general.12 Dada la importancia del asunto, el gobierno del estado turnó la petición a todos los ayuntamientos de la región, lo cual reflejaba que la salida de paisanos era un tema que llamaba la atención en algunas comunidades.13

La recesión de la posguerra y la disminución drástica de la mano de obra en Estados Unidos, al igual que sucedió en muchas partes del país, motivó que se incrementaran los llamados de las autoridades locales para evitar la salida de paisanos (Cardoso, 1977:576-595).14 En octubre de 1921, el presidente municipal de San Luis Potosí recibió una comunicación de la Secretaría de Gobernación en la que se pedía restringir la emigración de trabajadores.15

Después de la depresión de la posguerra (1919-1922), el movimiento migratorio de México a Estados Unidos nuevamente tomó fuerza debido a la rápida recuperación de la economía estadunidense y al auge que caracterizó a la década. Entonces se reavivó la demanda de mano de obra en fábricas, campos agrícolas y minas. Varios empresarios requerían brazos baratos mexicanos, pues en las áreas rurales continuaba declinando la población de trabajadores, ya que los residentes salían en busca de mejores salarios a zonas industriales. Una situación similar prevalecía en otras actividades económicas, como la minería y la industria de la remolacha, donde los braceros constituían la columna vertebral de la fuerza de trabajo, por lo que diversas compañías privadas realizaron campañas para llevar brazos mexicanos (Cardoso, 1980:8587; Reisler, 1977:20-30).

A mediados de la década, la emigración desde algunos sitios de San Luis Potosí a Estados Unidos era un fenómeno relevante, no sólo en el ámbito local, sino que ya ocupaba un lugar a nivel nacional. En los últimos meses de 1925 y principios de 1926, la importancia del flujo migratorio potosino quedó de manifiesto cuando Manuel Gamio hizo algunas referencias al estado en sus proyectos para estudiar la migración mexicana a Estados Unidos. Un objetivo de Gamio fue examinar el origen y las causas de la migración, y para ello sugirió analizar las condiciones "geográficas y biológicas" de las regiones de procedencia de los emigrantes, entre ellas Jalisco, Yucatán y San Luis Potosí.16 Aprobado el financiamiento para llevar a cabo su proyecto, propuso un itinerario que contemplaba seis meses de estudio en México y seis en Estados Unidos. El recorrido en territorio mexicano incluía, entre otros estados, San Luis Potosí.17

Los estudios que Gamio realizó a finales del decenio arrojan luz acerca de las condiciones de la migración en tierras potosinas. A mediados de 1926, con base en una muestra de 23 446 giros postales (money orders) enviados a México, afirmaba que la mayoría habían sido remitidos a la mesa central. A San Luis Potosí fueron enviados 869, lo cual mostraba que el estado contribuía con poco más de 3 por ciento de los migrantes que de México iban a Estados Unidos.18 Esto, asimismo, era una prueba de la relación que para entonces ya existía entre las comunidades de origen y las de destino, y del enlace que se estaba generando entre algunas comunidades potosinas y algunas zonas estadunidenses por medio del envío de dinero (Gamio, 1930:13).

Siguiendo con los resultados de las investigaciones de Gamio, el análisis de los pasajes de segunda clase de las estaciones ferroviarias de San Luis a la frontera muestra que en 1926 y 1927 la mayor parte de los potosinos salía desde la capital del estado rumbo a Estados Unidos. Cabe señalar que muchas de las personas que tomaron el tren desde este punto no necesariamente vivían allí. Pudo ser que de varios pueblos aledaños (Santa María del Río, Tierra Nueva, Villa de Reyes, entre otros) hicieran el viaje a la capital para emprender el viaje a tierras estadunidenses, lo que significa que, si bien la capital era un importante centro expulsor de emigrantes, la composición por origen pudo ser más variada.

Según los datos proporcionados por Gamio, la otra población de donde partió un grupo importante fue Matehuala, a donde también pudieron concurrir personas de Catorce, Cedral, Charcas y otros pueblos cercanos. El estudio de Gamio tomó una muestra de los pasajeros que partieron a la frontera en julio de 1926 y julio de 1927, y señaló que de San Luis partieron 1 828 personas y de Matehuala 125 (Gamio, 1930:165-169). La salida a Estados Unidos por ferrocarril se daba, fundamentalmente, a través de la estación de la capital del estado y de ahí provenía el mayor número de migrantes. Las personas que se desplazaron en tren al vecino país fueron parte del flujo migratorio más importante; faltaría incluir a aquellos que partían caminando, lo cual no era extraño para la época, o a algunos que se fueron en sus propios vehículos, que debieron ser los menos. Desafortunadamente, para estos dos últimos casos no existe documentación para un estudio más profundo.

Acerca del destino de los potosinos en Estados Unidos, según los mismos datos de Gamio, se sabe que iban preferentemente a Texas, California, Illinois, Michigan e Indiana, y que eran pocos los que se dirigían a Nuevo México y Arizona (Gamio, 1930:17-19). En la década de los veinte, el área industrial de la ciudad de Chicago fue un lugar de destino de algunos migrantes potosinos. Esto tuvo que ver con los trabajos que desarrollaban las compañías ferroviarias del estado, las cuales ofrecían la oportunidad de trabajar en el tendido de rieles, al tiempo que transportaron a cientos de personas para su mantenimiento y reparación en el noreste de Estados Unidos (Montoya, 1998:82).

Entre 1927 y 1928 varias personas de origen potosino se encontraban en la zona industrial de Calumet. Paul S. Taylor (1895-1984), un economista de la Universidad de California en Berkeley que realizó un estudio de la migración mexicana en la región, calculó que en esos años el número ascendía a 134, los cuales trabajaban en la industria empacadora, en las plantas de acero y cemento y en la industria ferroviaria (Taylor, 1932:48-49).

La migración potosina a Chicago ha sido exaltada en algunos trabajos, quizá, por la lejanía a la que llegaron algunos paisanos en una etapa tan temprana y dada la importancia de aquella ciudad (Montoya, 1999:82; Montoya, 1997; Monroy, 1999). Sin embargo, hay que ubicar este flujo en una dimensión más precisa. En primer lugar, era una tendencia general del flujo migratorio mexicano. Como indica Gamio en sus trabajos, la mayoría de los mexicanos que iban a Estados Unidos se dirigía preferentemente a California, Texas e Illinois. En ese sentido, aquellos que salían de San Luis Potosí formaban parte del gran flujo mexicano; es decir, no existía una variable singular (Gamio, 1930a:20). En segundo lugar, aunque su representatividad fue relativamente inferior en el total de la migración potosina, podemos especular que desde entonces se convirtió en el "pie de casa" para que de ahí surgiera una larga tradición migratoria que continúa hasta el día de hoy. De ahí su exaltación y referencia constante como un dato de importancia para el caso potosino.

Los años veinte significaron el auge de la migración en algunas localidades del estado. Esto se debió, en gran parte, a las condiciones internas y al activo trabajo que realizaron los contratistas que llegaron a la capital del estado en busca de fuerza laboral. En cuanto al destino de los migrantes potosinos, fue principalmente Texas y California, aunque también se expandieron más al norte de Estados Unidos, en especial a la zona de Chicago y a otros estados del noreste. Si consideramos los giros postales enviados en febrero de 1927, sabemos que a San Luis Potosí llegaron 55 de Illinois, 11 de Indiana y 17 de Michigan, un total de 83, que representaban 2.47 por ciento del total. Asimismo, en enero de 1927 fueron remitidos seis de Arizona, 34 de California y 10 de Nuevo México: 50, que representaban 0.63 por ciento del total de los remitidos a México —un porcentaje bajo comparado con los datos de Guanajuato (21.31), Jalisco (22.31) y Michoacán (14.46), los estados que aportaban más personas al flujo migratorio— (Gamio, 1930:17, 19).

Con base en los datos proporcionados por Gamio, aun cuando faltaría incluir la información referente a Texas —que no está en los estudios del autor—, podemos afirmar que la migración potosina tenía como lugares de destino preferente algunas ciudades que se encontraban en el noreste estadunidense. Esto tiene su explicación, en parte, en un fuerte movimiento, que transformó al estado por completo, alrededor del Ferrocarril Central, lo cual a su vez propició de manera intensa los movimientos de población, pues cientos de personas participaron en el tendido de rieles en el norte del país y en Estados Unidos, y llegaron hasta el noreste, donde fueron llevados para laborar en ese ramo y en otras áreas industriales.

 

La repatriación durante la Gran Depresión (1929-1940)

El período de 1929 a 1934 cerró un ciclo en la historia de la emigración mexicana a Estados Unidos. La etapa se caracterizó por la contracción de la economía estadunidense y un creciente desempleo que derivó en la disminución en la demanda de mano de obra mexicana, así como en el aumento de las presiones y la hostilidad para que ésta saliera de ese país. Al mismo tiempo, las leyes estadunidenses se endurecieron con el fin de restringir el ingreso de trabajadores extranjeros y se promovió la expulsión de éstos. En consecuencia, se repatriaron cerca de 400 mil mexicanos. No fue una repatriación lenta, controlada y planeada sino tumultuosa, por todos los lugares accesibles de la frontera (Carreras de Velasco, 1974: 138; Hoffman, 1974:7678; Balderrama y Rodríguez, 1995:13-20).

El regreso intempestivo de miles de paisanos fue un tema que llamó la atención en San Luis Potosí. Según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores referentes a los pases de ferrocarril otorgados con descuento o de forma gratuita a las personas que volvían de Estados Unidos, los lugares de donde salieron más potosinos fueron Texas (Brownsville y Houston) y California, especialmente del condado de Los Angeles.

Al comenzar la depresión, Texas fue uno de los primeros lugares donde se promovió la salida de mexicanos (Mckay, 1982). Entre 1930 y 1932, 132 639 personas de origen mexicano salieron de ese estado. Durante 1930 hubo evidencias del retorno de potosinos provenientes de la jurisdicción del consulado de Brownsville. Los certificados de repatriación expedidos por ese consulado de febrero a octubre indican que por lo menos un jefe de familia potosino volvió por mes. Sobresalieron los hombres como cabeza de familia aunque también había mujeres solas que venían con sus hijos o menores dependientes (cuadro 1).19 Las razones por las que salían no son mencionadas en los documentos oficiales, pero la paralización de las labores agrícolas en la región y la aplicación estricta de las leyes migratorias, a través de visitas de las autoridades locales a los barrios mexicanos para revisar la documentación migratoria correspondiente, fueron factores que posiblemente los orillaron a regresar. La mayoría tenía como destino la capital del estado.

En 1930, la peregrinación de potosinos continuó desde la región de Houston.20 El cuadro 2 presenta una relación de personas que partieron de esa área con destino a diversas localidades de San Luis Potosí. Como puede observarse, la mayoría regresó a la capital del estado y Matehuala, lo cual corrobora que en las primeras décadas éstas fueron las dos entidades expulsoras de migrantes, al menos, hacia la zona de Houston. Otras localidades que aparecen son Cerritos, Tierra Nueva y Guadalcázar.21

Los datos muestran que algunos potosinos se concentraban en el área de Houston y Richmond, en un proceso que comenzó en 1910, cuando un gran número de nacionales huyó de la violencia en México, y muchos trabajadores que estaban más al sur del estado también emigraron a raíz del auge de la industria petrolera durante la Primera Guerra Mundial. En la década de los veinte, la migración mexicana a la región de Houston continuó con gran fuerza, y se dedicaban a labores que iban del comercio a los campos agrícolas. Allí, la comunidad de origen mexicano creció de seis mil personas en 1920 a 15 mil en 1930 (De León, 1984:11-26).

En las sonadas repatriaciones que se organizaron en el condado de Los Angeles, hay constancia de la participación de varios paisanos potosinos. En enero de 1932 se organizó el quinto viaje para repatriar a cientos de mexicanos; el traslado a la frontera fue pagado por el Departamento de Beneficencia del Condado; de ahí, la Secretaría de Gobernación y Ferrocarriles Nacionales de México expidieron los pases hasta los lugares de destino.22 En esa ocasión, el retorno de potosinos se distinguió por estar compuesto por familias que arribaron con un gran número de niños pequeños que posiblemente habían nacido en Estados Unidos. En total, eran 30 las personas que volvieron a su pueblo, Cerritos.

El cuadro 3 muestra que desde la década de los veinte varias familias originarias de Cerritos, municipio ubicado en el centro del estado, viajaban a California. Estas personas formaron parte del flujo mexicano que se dirigió a tierras californianas a raíz del gran auge agrícola de aquella región, en donde se desarrolló una agricultura extensiva, basada en la producción de vegetales, hortalizas y frutas, que demandaba gran cantidad de mano de obra. Otras características de las personas que volvieron fueron que en su mayoría eran jóvenes, ninguno llegaba a los 50 años, y que había una alta proporción de niños y niñas.

Para resumir la pequeña muestra de datos oficiales que se generaron en la época, los municipios a los cuales volvió la mayor parte de los paisanos potosinos fueron la capital del estado, Matehuala y Cerritos.23 Asimismo, los informes sobre los retornos muestran los lugares a los que los paisanos potosinos se habían dirigido predominantemente en las décadas anteriores: Texas y California, donde realizaron en particular labores de tipo agrícola.

También hay constancia de algunos paisanos que regresaron de Denver (Colorado) y Detroit (Michigan). A mediados de febrero de 1931, en la caravana de repatriados que organizó el consulado de Denver se encontraba Esteban Alujo, que volvió con todas sus pertenencias a San Luis Potosí después de haber vivido durante 14 años en Greeley.24 Ese mismo año también retornaron algunos paisanos de Detroit: entre otros, Enrique Gamboa y su familia, integrada por cuatro personas, que salieron rumbo a la capital del estado gracias a que la Beneficencia Pública de Detroit pagó su transporte.25 En los años veinte, algunos potosinos ya habían llegado a la región del medio oeste y se encontraban trabajando en la industria automotriz, que en esa época contrató a varios mexicanos (Vargas, 1993:126-200).

Es difícil realizar un cálculo del número de personas que volvieron a San Luis Potosí durante la Gran Depresión. Los datos existentes no permiten hacer una aproximación. Lo cierto es que fue un grupo poco representativo en comparación con el de las personas que venían a otras entidades (Chihuahua, Sonora, Baja California, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, etcétera).26 En las largas listas de repatriaciones realizadas por los cónsules y otros funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, apenas figura la presencia potosina, lo cual indica que esta migración no había sido tan extensa como en otras entidades del país, tal y como lo muestra Gamio en sus investigaciones.27 A pesar de ello, en algunos municipios el asunto llamó la atención.

Las actas de presentaciones matrimoniales de varias parroquias del estado (Matehuala, Cerritos, entre otras) dan noticia de un numeroso grupo de mujeres y hombres que volvió de Estados Unidos en los primeros años treinta. No es poco común encontrar documentación donde él o ella manifestó que su lugar de residencia antes de 1930 había sido alguna ciudad texana. Esta misma fuente muestra la forma en que los que volvieron se reincorporaron a sus comunidades de origen sin mayores contratiempos y cómo algunos contrajeron nupcias con paisanos de esas localidades.28 Lina Castillo, quien regresó con su familia a Matehuala desde San Antonio, recordaba que a ella no le gustó la vida en Estados Unidos, a la que no pudo integrarse, pues no aprendió inglés y "no le gustaban los hombres de allá", por lo que siempre tuvo la ilusión de casarse en México, lo cual pudo realizar finalmente cuando regresó con su familia a principios de los años treinta.29

Como pasó con miles de mexicanos que tuvieron que salir de manera apresurada de Estados Unidos, algunos potosinos no estuvieron exentos de pasar tragedias. Bernardo Moreno Grajeda, junto con su esposa y un hijo, emigró a Eagle Pass, Texas, a principios de la década por invitación de un compadre, quien lo motivó a comprar tierras y dedicarse a la siembra de vegetales. Moreno vendió sus propiedades en la capital del estado para emprender la aventura. En Eagle Pass compró una propiedad y se dedicó a la agricultura, al tiempo que adquiría zapato norteamericano para venderlo en Piedras Negras, Coahuila. Desafortunadamente, la familia Moreno llegó en el momento en que la crisis económica entraba en su etapa más severa, por lo que únicamente pudieron vivir ocho meses en Estados Unidos, pues fueron expulsados y despojados de todas sus pertenencias por las autoridades locales. Ellos, al igual que muchos mexicanos, perdieron todo lo que tenían, y volvieron "con una mano atrás y otra adelante" para reinstalarse en San Luis Potosí.30

La familia formada por Román Castillo y Nieves Torres, con algunos hijos nacidos en Estados Unidos, también tuvo que salir de San Antonio. Emprendieron el viaje de retorno a Matehuala con todas sus pertenencias en una "guayín" (camioneta), que se les descompuso en varias ocasiones, por lo que hicieron varias paradas para arreglarla, tiempo que las mujeres aprovechaban para "echar" tortillas.31 Asimismo, Apolonio Martínez y su familia, ante el clima depresivo por el desempleo y las deportaciones, se vieron obligados a salir de San Antonio con varios de sus hijos nacidos allá para posteriormente establecerse en la capital potosina.32 Los ejemplos de estas familias muestran una situación que se repitió constantemente durante la Gran Depresión: el ingreso a México de una gran cantidad de menores, ciudadanos estadunidenses de ascendencia mexicana. Un especialista en el tema considera que estas personas alcanzaron a representar 40 por ciento del total de los individuos que ingresaron al país entre 1929 y 1934 (Hoffman, 1974:74-80).

Acerca de la reintegración de las personas que volvieron al país, en general, sabemos que 80 por ciento regresaron a los pueblos donde vivían sus parientes y amigos y 15 por ciento se dirigieron a las ciudades.

Las personas se adaptaron rápidamente al estilo de vida de sus comunidades (Gilbert, 1934:140; Carreras de Velasco, 1974:141).33 En San Luis, los familiares apoyaron con vivienda y alimentos a los que volvieron. Además, muchos de ellos, al poco tiempo, consiguieron emplearse o bien fueron integrados a los talleres o negocios familiares. Éste fue el caso de Bernardo Moreno, quien después de perder todo en Estados Unidos se puso a trabajar en un taller de sus hermanos.34 En varios casos, la reintegración de las familias a las comunidades de origen no tuvo grandes contratiempos.

En cuanto a algunos niños, acostumbrados a la vida y cultura de Estados Unidos, a pesar de que enfrentaron algunas dificultades, sobre todo con el idioma, su readaptación fue apresurada. Socorro Martínez, quien volvió muy pequeña de San Antonio a la capital del estado, a pesar de estar habituada a la cultura y costumbres estadunidenses y de hablar inglés -por lo que era regañada por la maestra de su escuela-, no tuvo muchas dificultades para adaptarse al nuevo medio. Lo mismo sucedió con su hermana Esperanza, nacida en Estados Unidos, la cual gracias a su dominio del inglés, más tarde trabajó como traductora del gobernador Gonzalo N. Santos (1943-1949).

En general, algunos testimonios orales muestran que las personas que volvieron se aclimataron rápidamente al estilo de vida de sus comunidades. Esto fue favorecido por las condiciones de la economía rural mexicana de aquellos años. En un contexto de depresión mundial, el atraso de la economía nacional en relación con los países más desarrollados, le permitió a México absorber los efectos de la depresión con menos problemas que otros. La economía de subsistencia en la que vivía buena parte de la población rural del país fue capaz de absorber a numerosos desempleados y repatriados. Si bien en San Luis Potosí la depresión afectó severamente a la minería, además de que hubo reajustes de personal en los ferrocarriles, la mayoría de los desempleados fueron reabsorbidos por la agricultura de subsistencia, y lo mismo ocurrió en el caso de los repatriados. De igual manera, en San Luis la Gran Depresión no se tradujo en una baja sustantiva de los niveles de vida, lo que debió favorecer el reacomodo de muchas personas que volvieron (Falcón, 1984:217218). A pesar de estas consideraciones, hubo varios casos en que la suerte no fue favorable.

Una de las noticias más escandalosas del momento fue la del asesinato cometido por Juan Serrano, un repatriado, quien mató a su esposa e hija y después se suicidó ahorcándose. "No se culpe a nadie; fui yo", decía la nota que dejó. Serrano había regresado al país con su esposa, Florentina Bolaños, de 25 años de edad y originaria de Nuevo Laredo, y su hija, María Concepción, de dos años. Llegaron a San Luis Potosí en febrero de 1932, después de haber residido en Corpus Christi y San Antonio. Juan buscó trabajo desde que llegó a la ciudad sin ningún resultado. En los últimos días se le notaba desesperado y se le escuchó decir que estaba dispuesto a matarse. "La tragedia de los repatriados ha causado honda consternación en esta ciudad", señaló una nota periodística (La Prensa, San Antonio, Texas, 26 de abril de 1932). Este tipo de noticias fue recurrente en la prensa de aquellos años.

Los diarios locales y nacionales mostraron una tendencia a exagerar los episodios dramáticos de la repatriación, los cuales, en efecto, fueron numerosos. La prensa maximizó a tal grado la nota roja en torno a los repatriados y las desventuras que vivieron, que en muchas ocasiones perdió la perspectiva de la diversidad de situaciones y matices que se dieron al momento en que las personas retornaron.

Por su parte, el gobernador del estado, general Saturnino Cedillo (1927-1931), estuvo atento a la situación de miles de nacionales que volvían a la patria, aunque hizo muy poco para apoyar el retorno, pues, al igual que otros gobernadores, consideraba que esta tarea le correspondía al presidente del país y, principalmente, a las dependencias federales, como la Secretaría de Relaciones Exteriores y Gobernación. La escasa participación de Cedillo tuvo un toque populista. En una ocasión, por ejemplo, colaboró con unos toros para una corrida que se organizó en Piedras Negras para ayudar a los mexicanos que habían sido deportados (La Prensa, San Antonio, Texas, 30 de diciembre de 1930).

La puntada cedillista no fue un caso singular, pues en varios estados (Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, entre otros) se realizaron corridas a favor de los repatriados. Fue una manera en que algunos funcionarios pensaban que podrían colaborar para apoyar a los que volvían. Esto mostraba, por un lado, la limitada disposición de las autoridades estatales para participar en la repatriación de nacionales y, por otro, la visión de que no era un asunto de su competencia, por lo que sólo participarían de forma fortuita, sin gran esfuerzo ni recursos y sin distraer la atención de los asuntos internos prioritarios.

El gobierno del estado tampoco fue ajeno a la moda de aquellos años de fundar colonias para ex revolucionarios, desempleados y repatriados. Cedillo atendió la petición de los comisionados del Departamento de Migración, Jorge Ferretis y Andrés Landa y Piña, y prometió tierras en el Salto del Agua a 40 familias, a quienes ofreció maíz, frijol, vacas y mulas, así como raciones de comida, en tanto lograban sostenerse con su trabajo. Las promesas no se cumplieron, según dijeron más tarde quienes serían beneficiados. Declararon que al llegar a El Salto del Agua notaron que algunos caciquillos querían afiliarlos "a toda costa al partido político", y como se resistieron, lo prometido nunca llegó.

Macario Reyes, su esposa y cinco hijos hicieron el viaje a pie desde la sierra potosina hasta la capital y declararon que se les había abandonado en plena sierra y sin recursos. El general Cedillo afirmó que tanto el gobierno como el diputado Marcelino Zúñiga, comisionado para atender a los repatriados, los auxiliaron con alimentación, aperos de labranza y hasta dinero. "Lo que pasa -dijo Cedillo, en su defensa- es que estas personas no eran de campo, no sabían agricultura, y por eso reclamaban dinero para trabajar y buenos alimentos" (Carreras de Velasco, 1974:107).

En realidad, se dieron dos situaciones paralelas: la inexperiencia oficial en estos proyectos y los pocos recursos que se destinaron desde un principio, y las altas expectativas de quienes arribaban, pues estaban esperanzados a un amplio apoyo que nunca llegó. Además, enfrentaron condiciones locales adversas, como la xenofobia de los habitantes, que no fueron valoradas por Cedillo ni por el gobierno federal antes de embarcarse en esta empresa.

El caso de las personas que fueron a El Salto del Agua fue el asunto de más impacto en el estado, pero también hubo otros que no fueron tan conocidos. A mediados de 1932, La Prensa de San Antonio, Texas, anunciaba que el nuevo gobernador, general Ildelfonso Turrubiates (1931-1935), había instalado "la primera colonia agrícola de repatriados en el estado". En ella participaron 25 familias, quienes, según la prensa, recibieron tierras, aperos de labranza, semillas y dinero en efectivo para poder mantenerse durante seis meses. A la inauguración de la colonia, en Villa Guerrero, asistieron más de dos mil agraristas (La Prensa, San Antonio, 30 de junio de 1931). No existe ninguna información que corrobore que esto haya sido realidad. Puede ser que la nota se refiera a los repatriados de El Salto del Agua, pero los datos no coinciden con el lugar ni con la cantidad de personas, ni tampoco prueban que las personas hayan recibido ayuda alguna. Lo más probable es que la información sea falsa o que se refiera a un proyecto que nunca se llevó a cabo.

En 1932, según refiere un documento del Archivo General de la Nación, otro grupo de repatriados proveniente de Detroit se estableció en un sitio denominado San Antonio de Coronados, en el municipio de Catorce, aunque se desconocen los hechos posteriores.35 En ese mismo año el gobierno local, a fin de poner fin a una disputa con un hacendado británico apellidado Spillane, dueño de dos haciendas en la Huasteca: Camarones y San Antonio Huichimal, ofreció una de las propiedades a los repatriados de Estados Unidos que quisieran instaurar colonias agrícolas, proyecto que no se llevó a cabo (Falcón, 1984:204).

A pesar de las malas experiencias en los intentos por instalar repatriados en algunas partes del estado, en 1934 el gobierno estatal nuevamente ayudó a un pequeño grupo (menos de 15 personas) de los fundadores de la Colonia Número 1, Pinotepa Nacional, Oaxaca, que fue el fracaso de colonización con repatriados más importante de la época. Después de vagar por varios puntos del país (Acapulco y ciudad de México), ese grupo recibió tierras para establecerse en una población que más tarde ellos mismos bautizaron como "Redención Nacional", en el municipio de Rioverde. Su estancia en el lugar fue corta, pues en la década de los cuarenta lo abandonaron para emigrar de nuevo a Estados Unidos.36

En resumen, las tentativas de colonización con repatriados fueron un fiasco, pues las condiciones de los lugares a los que llegaron no favorecieron su permanencia, ni las autoridades estatales tuvieron el propósito de fomentar el retorno como algo permanente, y menos aún auspiciado por ellas. Cedillo no vio como parte de su clientela ni como beneficiarios de su política agraria a los repatriados. Si bien su poder estaba sustentado en los campesinos armados, que eran su clientela política, así como en los ejidatarios de la entidad, no estuvo dispuesto a integrar a los recién llegados a su esquema clientelar. Como no vio en ellos la posibilidad de alguna alianza o que le podrían servir en su horizonte de poder local, el apoyo que les destinó fue mínimo. Por otro lado, los repatriados tampoco fueron un asunto prioritario para el gobierno potosino en el orden social, económico o demográfico. El gobierno dedicó su atención a fortalecer sus alianzas con actores locales y, sobre todo, a estar a la disposición de los dirigentes del Estado en formación, como lo muestra la historiografía de esa etapa (Ankerson, 1994:194213; Falcón, 1984:276-279).

Asimismo, hay que tomar en cuenta, por lo menos, otros dos asuntos que se dieron en este período que todavía están pendientes de estudiarse con mayor profundidad. El primero se refiere a las personas de origen mexicano que durante la depresión no salieron de Estados Unidos, es decir, aquellos que pudieron permanecer en aquel país. Los factores que favorecieron su estancia fueron varios: la oposición de los hijos nacidos allá a abandonar su país, el empleo temporal para cubrir sus necesidades básicas, el apoyo de la beneficencia pública, entre otros.

Durante la segunda parte de la década, las instituciones de beneficencia social en estados como California, Texas e Illinois, entre otros, ayudaron a cientos de personas nacidas en Estados Unidos de padres mexicanos o que llevaban varios años viviendo en ese país y tenían fuertes raíces en sus comunidades. Durante la década hubo una transformación de la comunidad mexicana allende el Bravo, pues pasó de ser una colectividad nacida en México a una en la que predominaron los nacidos en Estados Unidos. El arraigo de las familias en ese país, el cese de la emigración de mexicanos a raíz de la depresión y el retorno de miles a su país contribuyeron para que en el decenio 1930-1940 hubiera una preponderancia de descendientes mexicanos de segunda generación. En Los Ángeles, el número de residentes nacidos en México descendió de 56 304 en 1930 a 38 040 en 1940, pero el de las personas nacidas en Estados Unidos aumentó vertiginosamente de 45 a 65 por ciento en el mismo período (Sánchez, 1993:228).

De igual forma, hubo otros casos, específicamente de exiliados políticos, a quienes no se les permitió regresar al país durante varios años debido a la oposición del presidente en turno a otorgar una amnistía. Así sucedió con Prieto Laurens y Manrique.

El segundo asunto refiere a aquellas personas que después de internarse en México volvieron a Estados Unidos. Varios testimonios orales, así como documentación de archivo, muestran el retorno continuo al país vecino de cientos de personas que ingresaron al país en los primeros años treinta. Fue un proceso hasta cierto punto "común", que se dio en varias partes del país. Muchas de las personas que fueron deportadas, expulsadas o que regresaron porque la situación en Estados Unidos era insostenible, tan pronto pasó la crisis, volvieron a los lugares en donde habían vivido por muchos años y en donde habían nacido sus hijos. No se tiene una idea del porcentaje de aquellos que volvieron a tierras estadunidenses; es un tema que aún falta por estudiar.

Después de 1934 el retorno de personas disminuyó considerablemente. Esto se debió, en parte, a los programas de recuperación del gobierno del presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945), quien impulsó las reformas conocidas como el Nuevo Trato (New Deal). Al mismo tiempo, la comunidad de origen mexicano que permaneció en Estados Unidos realizó esfuerzos para organizarse y luchar por sus derechos laborales y civiles. Por su parte, las autoridades migratorias, aunque ya no llevaron a cabo deportaciones constantes y numerosas, aplicaron severamente las leyes en la frontera, lo que propició que, junto con la contracción de la economía estadunidense, la emigración disminuyera. En general, durante la segunda mitad de los años treinta los movimientos de población de retorno a México fueron poco comunes y la migración a Estados Unidos casi se paralizó, y ambos fenómenos se reflejaron en San Luis Potosí, pues las noticias de las salidas al norte en ese período son escasas, así como las de personas que volvieron de las tierras del Tío Sam (Alanis, 2000).37

Durante la Gran Depresión, una cantidad importante de potosinos y de sus descendientes nacidos en Estados Unidos regresaron a sus pueblos de origen. La forma en que volvieron fue muy diversa: apoyados por organizaciones de caridad de Houston, Los Ángeles y Detroit o por el gobierno federal mexicano, o bien por propia cuenta en sus vehículos. La documentación generada en el ámbito federal en ese momento nos muestra los lugares de destino a donde se dirigió preferentemente el flujo migratorio potosino en esos años. Asimismo, presenta los municipios y localidades de donde salían, los cuales no presentaron ninguna novedad, salvo en el caso de Cerritos, una comunidad que para entonces se agregó al flujo migratorio potosino.

Acerca de la reintegración de las personas, se sabe que en algunos casos se realizó de manera rápida por el apoyo de los familiares. Muchos no pasaron grandes dificultades y al poco tiempo ya estaban participando en las diversas actividades de la sociedad potosina. No sucedió lo mismo con las personas que formaron parte de los intentos de colonización, pues éstos fueron un fracaso total, como sucedió en otros puntos del país, por lo que volvieron a emigrar a Estados Unidos o a otras partes de la República. En general, la huella de este retorno es casi imperceptible debido, en parte, a que muchos volvieron a salir del país en los cuarenta y cincuenta.

 

Conclusión

Este ensayo es una aportación al estudio de la historia de la migración mexicana a Estados Unidos en el ámbito local, aspecto poco estudiado por los investigadores interesados en el éxodo mexicano al norte del río Bravo. El pasado de la migración es un tema que, al menos en México, todavía está pendiente de ser estudiado con mayor profundidad.

Asimismo, San Luis Potosí, junto con Aguascalientes, Durango, Chihuahua, Coahuila y Nayarit, a pesar de su amplia tradición migratoria, forma parte de las entidades que hasta el momento han recibido menos atención en las investigaciones de la migración a Estados Unidos. Las causas de esta desatención son diversas. Entre ellas están la falta de investigadores locales interesados en el tema y el hecho de que pertenece al grupo de entidades que se ubican en un segundo plano en cuanto a la migración, después de los grandes expulsores (Michoacán, Guanajuato y Jalisco). De esta forma, este trabajo también contribuye al estudio de entidades de segundo orden en el flujo migratorio.

En este ensayo se analizan dos décadas de la historia de la migración de San Luis Potosí a Estados Unidos. La atención se centra en la evolución y en las características generales del proceso. En un principio, fue una migración generada por la demanda de mano de obra para la construcción de la red ferroviaria en el suroeste de Estados Unidos, pero durante la Revolución Mexicana y, sobre todo, en los años veinte se diversificó a las actividades agrícolas y, en menor medida, al sector industrial. Fue una migración centralizada tanto en los lugares de origen como en los de destino; de igual manera, hubo una importante migración familiar en la que participaron mujeres y menores. Aunque la mayoría de los casos citados son de personas de clase baja y campesinos, también hubo migrantes de clase media -como los exiliados políticos-, un aspecto poco analizado. En los años veinte, sobre todo en la segunda mitad, la salida masiva de población de San Luis Potosí, a diferencia de como ocurrió en otros estados del centro del país, no fue causada por la llamada Guerra Cristera, el movimiento que enfrentó al Estado mexicano con la Iglesia católica. En San Luis Potosí no se dio un escenario tan violento que provocara el éxodo. Fue una migración por razones laborales basada en una relación histórica entre este estado y Texas.

En relación con la repatriación en la década de los treinta, en este trabajo se señala que algunas personas que volvieron se reincorporaron rápidamente a las comunidades de origen con ayuda de los familiares y que su regreso no impactó de manera ostensible ni económica ni socialmente. Asimismo, al igual que pasó en otras partes de México, los experimentos para instalar a los repatriados terminaron en rotundos fracasos, pues, aparte de la voluntad política de algunos funcionarios, no hubo un análisis serio y estructurado ni de las condiciones en que el proceso debía llevarse a cabo, ni de los lugares a donde iban las personas, ni de los propios sujetos que participarían en los planes.

Existió un idealismo, entre algunos intelectuales y funcionarios de la época, acerca de que los repatriados volverían para aportar conocimientos y trabajo para el progreso del país. Sin embargo, esa visión utópica nunca se realizó, ya que, por un lado, ni los migrantes habían obtenido "las grandes cualidades" culturales, laborales e industriales que se les atribuían ni, por otro, los gobiernos federal y locales estuvieron dispuestos a centrar su atención y recursos en ese grupo.

En conjunto, en este ensayo se demuestra que la migración de San Luis Potosí tuvo rasgos singulares en comparación con la de otros lugares del país: no fue un asunto generalizado a toda la entidad, como sucedió en otros estados tradicionalmente migrantes (Guanajuato o Michoacán, por ejemplo, donde existen numerosos pueblos y rancherías con una larga tradición migratoria), y más bien estuvo restringida a unos cuantos municipios; una importante proporción se dirigió al noreste de Estados Unidos, sobre todo a Illinois, Indiana y Michigan, ayudados en gran parte por la red ferroviaria en donde laboraron activamente, y fue un flujo familiar en el que participaron mujeres y menores.

En cuanto a la repatriación, destacaron la diversidad de formas en las que volvieron los emigrantes (deportados, en malas condiciones, por voluntad propia, apoyados por el gobierno federal), su reacomodo en los pueblos de origen, el arribo de menores que eran ciudadanos estadunidenses, el escaso apoyo oficial local, el poco éxito de las colonias fundadas con ellos y las desventuras que algunos vivieron. En ese sentido, este ensayo muestra algunas particularidades de la repatriación que pudieron repetirse en otros lugares, sobre todo, del centro del país.

Finalmente, quedan varias preguntas sin responder y temas por estudiar, en particular en lo referente al desarrollo de la migración en la etapa revolucionaria, en la primera mitad de la década de los veinte y en los años treinta. Sin embargo, el propósito de este trabajo fue dar una visión general -de largo plazo- de los antecedentes del éxodo potosino a Estados Unidos como un punto de partida para profundizar en el estudio del pasado no sólo de esta localidad sino de otros puntos del país.

 

Bibliografía y fuentes consultadas

Archivos

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Archivo General de la Nación (AGN), México, D.F.

Departamento del Trabajo (DT)

Fondo Presidentes Abelardo L. Rodríguez (ALR)

Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHESLP),San Luis Potosí, S.L.P.

Archivo Particular Plutarco Elías Calles (APC), Archivos Calles-Torreblanca, ciudad de México.

Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHSRE), ciudad de México.

Periódicos

Evolución, Laredo, Texas.

La Prensa, San Antonio, Texas.

 

Entrevistas

Flavio Martínez Cedeño y Carlos Gama Morales, Redención Nacional, Rioverde y San Luis Potosí, S.L.P., 3 de julio de 2002.

Guadalupe Salinas Castillo, hija de Lina Castillo Torres, migrante de principios del siglo XX, Matehuala, S.L.P., 1 de octubre de 2002.

Bernardo Moreno Grajeda, San Luis Potosí, S.L.P., 24 de diciembre de 2002.

Socorro Martínez de González, hija de Apolonio Martínez, migrante de principios del siglo XX, San Luis Potosí, S.L.P., 17 de abril de 2003.

 

Textos

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Notas

1 Los otros son Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas.

2 Recientemente fue publicado un libro colectivo que ofrece una visión panorámica del tema (Alanís, 2001), pero ninguno de los ensayos trata la etapa de este artículo. Sólo el primero habla de la migración de finales del siglo XIX a 1910; la mayoría de los estudios analizan temas posteriores a 1940.

3 Aún falta profundizar más en la investigación en los acervos locales. Una primera revisión en el Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí arrojó poca información sobre el tema. Los microfilmes de algunos archivos parroquiales proporcionan también poca información. Por su parte, la prensa local sólo registró esporádicamente la salida de paisanos a Estados Unidos, así como su retorno al país.

4 Los contratos de mano de obra se denominaban "enganche" y los contratistas, "enganchadores". El término se refiere a un tipo de contrato laboral, la mayoría de las veces verbal.

5 El mismo testimonio aparece reproducido en la obra compilada por Devra, Melville y Palerm (2002:230-232), pero bajo el nombre de Cruz Loera de Torres. En este caso, preferí usar la referencia del libro de Gamio.

6 Entrevista a Guadalupe Salinas Castillo, hija de Lina Castillo Torres, migrante de principios del siglo XX (Matehuala, San Luis Potosí, 1 de octubre de 2002).

7 Según un informe del Departamento del Trabajo, en 1928, poco más de 13 por ciento de los migrantes salieron con sus familias —Archivo General de la Nación (AGN), Departamento del Trabajo (DT), c. 1648, exp. 1. Noticia de la salida y entrada de trabajadores mexicanos a la República durante tres trimestres de 1928. El subjefe del Departamento del Ejecutivo Federal al secretario de Industria, Comercio y Trabajo. México, 1928-.

8 Durante la década de los treinta, la industria del pelado de la nuez (the pecan shelling industry) fue uno de los pilares de la economía de San Antonio. Unas 15 mil personas eran empleadas temporalmente en dicha industria, que había tenido un gran impulso durante esa época en maquinaria para el pelado, transportación y consolidación de huertas en unidades económicas que incrementaron la comercialización de la nuez.

9 Entrevista a Socorro Martínez de González, hija de Apolonio Martínez (San Luis Potosí, 17 de abril de 2003).

10 La ubicación de San Luis Potosí lo colocó en una posición estratégica en la red nacional de ferrocarriles. Dos de las principales arterias ferroviarias del país cruzaban su territorio: Ferrocarriles Nacionales de México, inaugurado en 1888, que conectaba a la ciudad de México con Laredo, en la frontera con Estados Unidos, y el Ferrocarril Central, iniciado en 1879 pero realmente terminado en 1890, que iba de Aguascalientes a Tampico, el segundo puerto del país. La ciudad de San Luis Potosí, por la que cruzaban estas dos líneas, llegó a convertirse en una de las estaciones de enlace de mayor importancia.

11 Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHESLP), exp. 44-50, San Luis Potosí, 20 de noviembre de 1920.

12 AHESLP, exp. 42-54, carta del secretario del Ayuntamiento de la ciudad de San Luis Potosí al inspector general de Policía, San Luis Potosí, 23 de abril de 1920; AHESLP, ASLP, 1920:43—76, comunicación del secretario general de Gobierno al presidente municipal de San Luis Potosí, 29 de agosto de 1920.

13 AHESLP, exp. 26-50, comunicación del secretario general de Gobierno al presidente municipal de San Luis Potosí, 11 de noviembre de 1920.

14 El fin de la Primera Guerra Mundial, en noviembre de 1918, originó en Estados Unidos el reacomodo de la economía de guerra por una de paz. El resultado de la reorganización económica fue una depresión que se sintió a partir de 1919 y se acentuó entre 1921 y 1922. Al gobierno del general Alvaro Obregón (1921-1923) le tocó enfrentar el retorno de cerca de 100 mil nacionales. El presidente desplegó diversas iniciativas y ayudó a repatriar a más de 50 mil pagando los gastos del viaje desde la frontera hasta sus lugares de residencia.

15 AHESLP, exp. 36-133, comunicación del oficial mayor encargado de la Secretaría de Gobierno al presidente municipal de San Luis Potosí, 25 de octubre de 1921.

16 Archivo Particular Plutarco Elías Calles (APC), Archivos Calles-Torreblanca, gaveta 33, exp. 38, leg. 1/6, inventario 2210; Documentos de Manuel Gamio, Estudio de la inmigración mexicana en los Estados Unidos y sus antecedentes, Programa Definitivo, s.f., s.l.

17 El itinerario que Gamio propuso en México fue: Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas; Sinaloa, Colima, Jalisco, Michoacán, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, capital del país, Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz, y algunas zonas industriales. En Estados Unidos se visitarían Illinois, Michigan, Nueva York, Washington, Kansas, Texas, Nuevo México, Arizona y California (APC, gaveta 33, exp. 38, leg. 1/6, inventario 2210; Documentos de Manuel Gamio, Estudio de la inmigración mexicana en los Estados Unidos y sus antecedentes, Itinerario general de viaje, s.f., s.l.).

18 Los otros estados eran Coahuila (3.78), Chihuahua (4.38), Durango (5.87), Guanajuato (19.54), Distrito Federal (5.01), Jalisco (14.70), Michoacán (20.27), Nuevo León (8.02) y Zacatecas (4.78).

19 Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHSRE), exp. IV-351-25, L. López Montero (cónsul de México en Brownsville, Texas) remite a la Secretaría de Relaciones Exteriores las listas de certificados de repatriación expedidos por ese consulado, Brownsville, Texas, 28 de febrero, marzo, abril y mayo de 1930. Para la elaboración de los cuadros 1 y 2 se seleccionó a las personas que señalaron como su destino alguna localidad de San Luis Potosí. En ambos casos, Houston y Los Angeles, la lista estaba conformada por más de 100 personas.

20 AHSRE, exp. IV-351-25, lista de ciudadanos mexicanos repatriados sin costo alguno para el erario de enero a noviembre de 1930, Daniel Garza (cónsul de México en Houston, Texas), 17 de febrero de 1931.

21 Del total de personas que salieron de Houston, se hizo una selección para tomar únicamente aquellas que señalaron como su destino alguna localidad de San Luis Potosí.

22 AHSRE, exp. IV-549-10, Consulado en Los Angeles, informes sobre mexicanos repatriados procedentes de Los Angeles (5ª parte), 1932.

23 Véase AHSRE, exp. IV-363-29, IV-355-22, IV-44-28, IV-351-25, entre otros, 1931, 1932 y 1933.

24 AHSRE, exp. IV-351-25, I.M. Vázquez (cónsul de México en Denver, Colorado) remite lista de personas repatriadas por el Consulado de México en Denver durante el año de 1930 a la Secretaría de Relaciones Exteriores, Denver, Colorado, 16 de febrero de 1931.

25 AHSRE, exp. IV-355-5, Detroit, Consulado, Comité Pro-Repatriaciones solicita ayuda para repatriaciones de familias, 1931, carta del cónsul de Detroit al de Nueva York, Detroit, Michigan, 23 de septiembre de 1931.

26 En 1932, la mayoría de los repatriados de Los Angeles, California, eran de los estados del norte del país (Sonora, Chihuahua y Sinaloa) o del centro (Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Zacatecas).

27 Según los datos recabados por Gamio, los estados con más alto porcentaje de migración a mediados de la década de los veinte fueron Michoacán (20.27), Guanajuato (19.54) y Jalisco (14.70) (Gamio, 1930:16).

28 Archivo del Arzobispado de San Luis Potosí (AASLP), microfilmes de las parroquias de Nuestra Señora de Asunción de Cedral, Sagrario San Miguelito y de Tlaxcala en la ciudad de San Luis Potosí, Inmaculada Concepción de Matehuala y San Sebastián de Venado.

29 Entrevista a Guadalupe Salinas Castillo, hija de Lina Castillo Torres, migrante de principios del siglo XX, Matehuala, San Luis Potosí, 1 de octubre de 2002.

30 Entrevista a Bernardo Moreno Grajeda, San Luis Potosí, S.L.P., 24 de diciembre de 2002.

31 Entrevista a Guadalupe Salinas Castillo, hija de Lina Castillo Torres, migrante de principios del siglo XX, Matehuala, San Luis Potosí, 1 de octubre de 2002.

32 Entrevista a Socorro Martínez de González, hija de Apolonio Martínez, San Luis Potosí, S.L.P., 17 de abril de 2003.

33 El restante 5 por ciento se involucró en unos programas de colonización que el gobierno federal impulsó.

34 Entrevista a Bernardo Moreno Grajeda, San Luis Potosí, S.L.P., 24 de diciembre de 2002.

35 AGN, Fondo Presidentes, Abelardo L. Rodríguez (ALR), exp. 244/2, Javier Gaxiola Jr. al subsecretario de Gobernación, 19 de noviembre de 1932. Los habitantes más antiguos no dan constancia de la llegada del grupo de repatriados.

36 AHSLP, Departamento de Agricultura, Industria y Comercio (DAIC), sección 5ª, exp. 3580-743-5 (5), Rafael Brambila Luna (perito agrario "E") al ingeniero José Domínguez A. (jefe de la 9ª Brigada Agraria), Rioverde, S.L.P., 30 de agosto de 1938, y entrevista a Flavio Martínez Cedeño y Carlos Gama Morales, Redención Nacional, Rioverde, San Luis Potosí, S.L.P., 3 de julio de 2002.

37 Este estudio, a diferencia de otros, propone que las repatriaciones más numerosas de la década de los treinta se centraron entre 1929 y 1933; después hubo un período de transición en el que disminuyeron. Esta situación coincidió con el sexenio de Lázaro Cárdenas (1934-1940), quien se distinguió por un discurso en pro de la repatriación pero con escasas acciones reales de apoyo. Así, hubo una gran distancia entre el discurso cardenista y las medidas para promover y auxiliar el retorno.

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