SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.2 número3Connections between U.S. Female Migration and Family Formation and DissolutionLos continuos cambios de la política de inmigración en España índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.2 no.3 Tijuana ene./jun. 2004

 

Artículos

 

Circuitos y espacios transnacionales en la migración entre México y Estados Unidos: aportes de una encuesta de flujos

 

Cristóbal Mendoza Pérez *

 

* Universidad de Guadalajara

 

Fecha de recepción: 27 de noviembre de 2003
Fecha de aceptación: 19 de marzo de 2003

 

Resumen

Aunque el debate sobre transnacionalismo ha sido limitado en demografía, esta disciplina ha explorado diferentes dimensiones relativas a espacio, tiempo y constitución de redes migratorias que encajan en una perspectiva transnacional del fenómeno migratorio. Concretamente, a partir del análisis de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), en este artículo se reflexiona sobre los patrones de movilidad de los migrantes procedentes del interior de México, la relevancia de las redes migratorias a la hora de constituir espacios sociales transnacionales y el papel que juegan las ciudades fronterizas en la formación de espacios transnacionales para la migración entre México y Estados unidos.

Palabras clave: migración internacional, transnacionalismo, demografía, México, Estados Unidos.

 

Abstract

Demographers have engaged in only a limited discussion of transnationalism, but that discipline has explored various dimensions relating to space, time, and the creation of migratory networks, all of which fits within a transnational perspective on migration. Using an analysis of the Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (Survey on Migration in the Northern Border of Mexico, EMIF), this article focuses on mobility patterns for migrants from Mexico's interior, the relevance of migratory networks in the creation of transnational social spaces, and the role that border cities play in the formation of transnational spaces for migration between Mexico and the United States.

Keywords: international migration, transnationalism, demography, Mexico, United states.

 

En la literatura sociodemográfica sobre la migración México-Estados Unidos se ha estudiado profusamente el volumen y composición del flujo, sus causas y sus consecuencias en los lugares de origen y destino, y el supuesto cambio de patrón migratorio de los mexicanos a Estados Unidos en los años noventa (véase, por ejemplo, Cornelius, 1992; Corona y Tuirán, 2001; Durand et al., 2001; Marcelli y Cornelius, 2001; Lozano, 2002; Mendoza, 2002). Paradójicamente, en el debate sobre los (nuevos) patrones migratorios México-Estados Unidos en sociodemografía se ha obviado la discusión sobre el transnacionalismo, iniciada por antropólogos, politólogos y sociólogos a mediados de los ochenta (sólo por citar algunos ejemplos, véase Rouse, 1991; Kearney, 1995; Rivera-Salgado, 1999; Portes et al., 1999; Levitt y Waters, 2002).1 Dos razones podrían explicar esta falta de atención de la sociodemografía a este tema emergente en la literatura sobre las migraciones (Portes, 1997). La primera es la dificultad de "operacionalizar" en variables cuantificables los conceptos relativos al transnacionalismo surgidos en otros campos de las ciencias sociales. Esta disciplina no sólo ha demostrado ser poco permeable al debate sobre el transnacionalismo, sino que, desde el punto de vista teórico, son varios los autores que defienden que sus conceptos y paradigmas dan cada vez menos respuestas a poblaciones cada vez más complejas en cuanto a su composición y dinámicas (Canales, 2002; Tuirán y Salles, 2002). La segunda razón consistiría en la falta de herramientas adecuadas para realizar esta medición, a pesar del ingente número de encuestas que se han producido en los años noventa en México (por ejemplo, Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México, Encuesta Demográfica Retrospectiva y encuesta del Censo de Población del 2000). Ciertamente, en estas encuestas es difícil captar apreciaciones de orden subjetivo, como pueden ser la identidad o la vivencia del espacio construido entre dos Estados nación. Es en este contexto que la triangulación de métodos se apunta no sólo como una opción, sino como una necesidad, ante las limitantes de las grandes encuestas para abordar estos conceptos de difícil precisión. En este sentido, sorprenden los pocos intentos de la demografía por constituir grupos multidisciplinarios que combinen métodos cuantitativos y cualitativos -como excepciones a esta norma se podrían citar el trabajo pionero de Massey, Alarcón, Durand y González (1991) y, más recientemente, el de Pacheco y Blanco (2002)-.

Sin embargo, en los 15 años en que el debate sobre el transnacionalismo ha estado presente en las ciencias sociales, su amplitud y, quizá, falta de acotación conceptual han llevado a algunos autores a afirmar que el concepto corre el riesgo de convertirse en una "vasija conceptual vacía" (Guarnizo, 1999). Por otra parte, y sin querer entrar en este debate, otros autores niegan que el fenómeno sea reciente, alegando que las primeras oleadas de migrantes a Estados Unidos también mantuvieron contactos y redes sólidas con sus países de origen. Sea como fuere, parece claro que a la hora de hablar de transnacionalismo es necesario delimitar bien el fenómeno, definir la unidad de análisis y distinguir el tipo de transnacionalismo en cuestión (Portes et al., 1999).

 

Delimitación del fenómeno transnacional desde la sociodemografía

La sociodemografía, sin embargo, aun sin haber teorizado sobre ellas, ha explorado algunas dimensiones del transnacionalismo. El interés de este artículo es retomar dos conceptos usados en la literatura sobre el transnacionalismo: circuitos y espacios transnacionales, observar sus dimensiones temporales y espaciales, en el primer caso, y espaciales y sociales, en el segundo, y "operacionalizarlas" en variables de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), que, aunque no fue diseñada para estudiar el transnacionalismo, contiene numerosos elementos que permiten acercarnos a este fenómeno.

El primer concepto que se trata en este artículo es el de los circuitos transnacionales, que implica una dimensión temporal asociada a movilidad periódica y una dimensión espacial en la que se relacionan varios territorios bajo un mismo proceso migratorio. La dimensión temporal (la movilidad) ha sido definida como un elemento clave para entender el transnacionalismo en la migración México-Estados Unidos (Goldring, 1992; Mahler, 1999). Es justamente esta dimensión (periodicidad, duración de las estancias, estacionalidad en Estados Unidos), junto con el fin de la circularidad (el asentamiento), la que ha sido analizada desde diferentes perspectivas en la literatura demográfica (por ejemplo, Cornelius, 1992; Canales, 1999). En fecha reciente, a partir precisamente de la EMIF, se apuntaba una disminución en la movilidad de los migrantes mexicanos (Corona y Tuirán, 2001). La dimensión espacial del concepto circuitos transnacionales, por su parte, ha sido mucho menos abordada en la literatura, y su estudio se ha restringido al análisis de las vías de cruce a Estados Unidos, que en los noventa se han desplazado bido básicamente a la implementación de políticas migratorias restrictivas del gobierno estadunidense (Santibáñez, 1999). En línea con la tradición socio-demográfica mexicana, un primer objetivo de este artículo es observar la dimensión temporal del concepto circuitos transnacionales.

El segundo concepto que se aborda es el de espacios transnacionales, de difícil precisión y el que algunos autores definen en relación con un hipotético "tercer espacio" o una "transnación deslocalizada", espacios, en todo caso, ajenos a las dinámicas nacionales (Appadurai, 1996), y otros investigadores relacionan con localidades concretas ubicadas en Estados-nación diferentes (Rouse, 1991; Goldring, 1992; Smith, 1999). En los estudios sociodemográficos, sin embargo, el territorio se ha "traducido" en variables más o menos previsibles en las encuestas (estado, tamaño de localidad, municipio). De esta forma, quizá sea el espacio la dimensión más descuidada en los trabajos sobre las migraciones en México, en los que, en fin, es notoria la prioridad que ha tenido el estudio del medio rural. Esta orientación suele tener una justificación o prejuicio de carácter teórico, pues se supone que en el campo mexicano es donde radican los problemas económicos más graves y donde se encuentran, por tanto, los llamados "factores de expulsión" que determinan el proceso migratorio (Durand, 1988).

En este sentido, la novedad del cuestionario "Procedentes del sur" de la EMIF radica en el hecho de que su objetivo último es cuantificar el flujo de personas en edad laboral que se desplazan al norte de México o a Estados Unidos desde un punto de observación (las ciudades fronterizas) que puede ser lugar de destino o de cruce, un punto "intermedio" para la migración internacional México-Estados Unidos. Este último hecho es interesante porque rompe la dicotomía lugar de origen-lugar de destino en la que se basan generalmente los estudios de migración. Para los migrantes procedentes del interior de la república, las ciudades fronterizas se incluyen en un genérico y difuso "Norte" (que también puede incluir a Estados Unidos), ciudades que, además, pueden ser destino permanente, destino temporal o lugar de paso. La misma metodología de la encuesta estaría en línea con lo expresado por los antropólogos en cuanto a la definición de los espacios transnacionales, en el sentido de que la migración no se puede reducir a un movimiento bipolar con contornos temporales precisos (Rouse, 1991), sino que, antes bien, las migraciones se producen en espacios globales con múltiples dimensiones, compuestos por subespacios interrelacionados, sin límites y con frecuencia discontinuos (Kearney, 1995). En concreto, el segundo objetivo de este artículo es observar el papel que juegan estas ciudades fronterizas en la definición de un espacio migratorio transnacional entre México y Estados Unidos.

Sin embargo, en los estudios socio y antropológicos la definición de los espacios transnacionales trasciende los aspectos geográficos o territoriales, de tal manera que, por ejemplo, el espacio se ha clasificado según su uso. Al respecto, véase Portes, Guarnizo y Landolt (1999), cuya clasificación incluye "espacios políticos transnacionales", "espacios económicos transnacionales" y "espacios -o campos- sociales transnacionales".2 En el caso concreto de los espacios sociales transnacionales, las redes sociales son un elemento clave para entender su articulación. La literatura sociodemográfica sobre las migraciones ha demostrado que la consolidación y afianzamiento de las redes sociales que conforman los migrantes, ex migrantes y no migrantes entre las áreas expulsoras y las receptoras es fundamental para comprender la continuidad y expansión del flujo migratorio en las regiones de origen (Massey, 1990; Massey et al., 1991). De igual forma, la expansión de las redes, al disminuir los riesgos asociados con el traslado, origina la integración al flujo migratorio de grupos considerados menos proclives a realizar una emigración (Massey, 1990; Massey et al., 1998). Pero a pesar de la gran importancia de las redes sociales en la construcción de espacios transnacionales, se sabe poco sobre su funcionamiento (constitución, consolidación y disolución) y mucho menos sobre su papel en la constitución de tales espacios (Mines y Massey, 1985; Goldring, 1992; Glick Schiller, 1995).

A modo de resumen, en el cuadro 1 se relacionan los dos conceptos mencionados, circuitos transnacionales y espacios transnacionales, con los objetivos de este artículo.

 

Datos

La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF), que levantan el Consejo Nacional de Población (Conapo), la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) y El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) de manera conjunta, se aplica en las principales ciudades fronterizas del norte de México (de oeste a este, Tijuana, Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros) desde 1993.3 La EMIF agrupa cuatro cuestionarios relacionados entre sí, con un mismo marco teórico conceptual, que cuantifican y caracterizan cuatro flujos migratorios de acuerdo con su procedencia: del sur, de las ciudades fronterizas del norte de México, de Estados Unidos, y migrantes deportados por la Patrulla Fronteriza del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos ("Migrantes deportados"). Se han efectuado, desde 1993 hasta 2003, siete levantamientos. Los períodos de levantamiento de cada fase son de un año, aunque no corresponden a años calendario, con excepción de la fase 5, que fue de nueve meses.4 En este artículo se usarán, no obstante, datos de la fase 1 a la 6, lo que hace posible disponer de información referente a un período que abarca desde 1993 a 2001. Los datos de las diferentes fases han sido agrupados por años calendario debido a que la metodología empleada en ellas es comparable.

En este artículo trabajaremos el cuestionario correspondiente al flujo sur-norte ("Procedentes del sur"); o sea, el de los migrantes procedentes del interior de la república que arriban a la frontera para permanecer en ella o utilizarla como punto de cruce (documentado o indocumentado) hacia Estados Unidos. La población objetiva de este cuestionario la constituyen las personas mayores de 12 años, no nacidas en Estados Unidos, que llegan a alguna de las ciudades de muestreo, sin residencia en esa ciudad fronteriza o en el país del norte y sin fecha comprometida para el regreso. Es importante mencionar que conceptualmente esta encuesta no se limita al flujo migratorio laboral internacional propiamente dicho, puesto que se aplicó a personas cuya estancia en la zona fronteriza también se debía a que estaban de visita con familiares o amigos, por estudios o de paseo, y que igualmente no tenían fecha prevista para el regreso.

El cuestionario "Procedentes del sur" de la EMIF, de esta manera, permite diferenciar diversos tipos de desplazamientos desde el interior de la república al norte de ésta y a Estados Unidos. Específicamente, con la pregunta "¿A cuál de las siguientes razones se debe su estancia en la zona fronteriza?" fue posible distinguir los siguientes tipos de migrantes:

• Migrantes cuyo último destino son las ciudades fronterizas del norte de México (en la EMIF, categorías: "Buscar trabajo o trabajar" o "Cambio de residencia"). A este grupo lo llamaremos en adelante "migrantes fronterizos".

• Migrantes que están de paso hacia Estados Unidos (en la encuesta, "En tránsito hacia el norte"; en este artículo, "migrantes en tránsito hacia Estados Unidos" o "migrantes en tránsito").

• Personas que se encuentran en la frontera por motivos de trabajo o por negocios. Su viaje es temporal y limitado a un motivo concreto relacionado con su actividad laboral (categorías: "Negocios" y "Por motivos de trabajo").

• Personas de visita a familiares o amigos o de paseo o turismo (categorías: "Turismo, paseo, compras" y "Visita a familiares o amigos").

• Estudiantes.

En sentido estricto, y dejando de lado el caso de los estudiantes (cuyo número, por otro lado, no es muy numeroso), los migrantes estarían constituidos por los grupos 1 y 2 de los anteriormente descritos, o sea, las personas cuyo destino final son las ciudades fronterizas ("migrantes fronterizos") o Estados Unidos ("migrantes en tránsito"). El análisis se limitará a estos dos grupos del total de ocho tipos de desplazamiento al norte de México que establece la EMIF.5

 

Patrones de migración y movilidad

En cuanto al primero de los objetivos de este artículo (observar las pautas de movilidad y migración), un primer indicador de movilidad consiste en el número de personas que ya han visitado la ciudad a la que se dirigen para residir temporal o permanentemente ("migrantes fronterizos") o que utilizan como lugar de cruce a Estados Unidos ("migrantes en tránsito hacia Estados Unidos") (gráfica 1).

 

Resalta, en primer lugar, el alto grado de conocimiento que de las ciudades fronterizas del norte de México tienen los migrantes. Considerando a ambos grupos, los que piensan establecerse en ellas y los que piensan usarlas como punto de cruce a Estados Unidos, entre 60 y 65 por ciento las habían visitado. En este sentido, el punto más bajo de conocimiento (49%) se produce en 1999 para los migrantes fronterizos y en 1996 (50%) para los que están en tránsito.

En la gráfica 1, además del hecho de que el conocimiento de las ciudades es muy parecido en ambos grupos, se puede destacar la regularidad con que evoluciona el conocimiento de estas ciudades fronterizas, con una leve tendencia a la disminución en los años noventa.

La pregunta pertinente ahora es cuáles fueron las características de la anterior estancia en la frontera de los migrantes; concretamente, nos interesa conocer el tiempo de residencia y si en ese último desplazamiento se laboró en las ciudades de la encuesta. Estas características son importantes porque nos pueden dar una pauta de conocimiento "real" de dichas ciudades. Ciertamente, no es lo mismo visitar una ciudad un fin de semana que residir en ella durante un año o más, lo cual implica, en principio, buscar alojamiento y/o trabajo. Por otro lado, para dilucidar si un desplazamiento constituye una migración es necesario conocer la duración de la estancia.

La gráfica 2, en este sentido, indica que el conocimiento de las ciudades fronterizas que tienen los migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos es limitado, ya que entre 80 y 85 por ciento de ellos no habían estado en ellas más de una semana. Esta pauta contrasta con la observada entre los migrantes fronterizos, quienes en principio piensan residir, al menos temporalmente, en el norte de México, ya que más de 50 por ciento de este grupo habían estado una semana o más en dichas ciudades. Sin embargo, es interesante apuntar también que entre 30 y 35 por ciento de los migrantes fronterizos estuvieron menos de una semana en su anterior visita a las ciudades fronterizas. Estos datos, ciertamente, muestran un alto grado de movilidad de la población.

El indicador "Trabajo previo en su última visita o estancia en la ciudad fronteriza" es un indicador de "permanencia", puesto que parece lógico pensar que cuanto más larga sea su estancia mayor probabilidad hay de que un migrante se integre al mercado laboral. En este sentido,la gráfica 3 muestra que 85 por ciento de los migrantes fronterizos tuvieron una alta incorporación en el mercado de trabajo en su anterior visita, indicador algo más fluctuante, aunque siempre por encima de 40 por ciento, en el caso de los que están en tránsito.

Los datos apuntan que los migrantes fronterizos se incorporan al mercado laboral en mayor proporción que el otro grupo de estudio, lo cual es congruente con la duración de las estancias ya referida (los migrantes fronterizos declaran tener estancias de residencia sensiblemente mayores que los que están en tránsito). Sin embargo, sorprende el alto porcentaje, superior a 80, de ingreso al mercado de trabajo entre los migrantes fronterizos, dado que entre 35 y 40 por ciento de este grupo sólo permanecieron menos de una semana en la frontera en su anterior viaje. Estos datos sugieren que una parte importante de estos visitantes, con estancias tan cortas y que declaran haber trabajado, se incorporó con toda probabilidad al segmento informal de la economía.

 

Permanencia en la frontera norte de México

El perfil de la migración a la frontera, independientemente de la intención de cruzar a Estados Unidos, estaría definido por estancias cortas, en muchos casos inferiores a una semana, con experiencia laboral. Este perfil se complementa con un gran porcentaje de migrantes que ya conocían las ciudades fronterizas. La diferencia básica entre los "migrantes fronterizos" y los "migrantes en tránsito hacia Estados Unidos" es que los primeros tienen estancias más largas y se han insertado en mayor proporción en el mercado laboral de las ciudades fronterizas del norte de México que los segundos.

Hasta ahora se ha hecho énfasis en el viaje anterior del migrante a la frontera al momento de la encuesta. En adelante analizaremos la intención de los migrantes de permanecer en la frontera, estancia que, lógicamente, no ha concluido. Sin embargo, del deseo de permanecer o no en un lugar también se puede inferir el patrón del desplazamiento (movilidad o migración) y el papel que juegan las ciudades fronterizas como lugares de paso o de destino. De esta manera, enseguida se presentan dos gráficas, una relativa a las visitas de menos de una semana y la otra sobre migración permanente, con estancias de un año o más.

La gráfica 4 muestra un patrón de intenciones de estancia bastante coherente con los motivos de desplazamiento de los migrantes. Los que desean seguir su camino hacia Estados Unidos, en un porcentaje que siempre supera 80 por ciento, no pretenden estar en las ciudades fronterizas mexicanas más de una semana. En cambio, los migrantes fronterizos observan un patrón de estancia más prolongada, aunque de 1993 a 1997 la proporción de los que sólo piensan permanecer una semana oscila entre 30 y 40 por ciento. La tendencia de este grupo, sin embargo, es permanecer durante más tiempo.

Sorprende, no obstante, que entre 30 y 40 por ciento de los migrantes que entre 1993 y 1996 declararon que el motivo de su estancia en la frontera norte del país era trabajar, buscar trabajo o cambiar de residencia consideraban permanecer en las ciudades fronterizas menos de una semana. Este dato reafirma, en todo caso, un patrón de alta movilidad entre los migrantes.

Como complemento a la gráfica 4, la 5 muestra el porcentaje de migrantes que desean permanecer un año o más, que oscila entre 0 y 3 por ciento entre los que están en tránsito hacia Estados Unidos. Entre los migrantes fronterizos, por otro lado, se observan dos fenómenos: en primer lugar, el número de los que desean permanecer un año o más en el norte de México es relativamente bajo, entre 8 y 18 por ciento, y en segundo, la tendencia a permanecer más tiempo en las ciudades fronterizas es claramente ascendente a lo largo de la década.

 

Migración, movilidad y redes migratorias

Los indicadores (tiempo de permanencia de la anterior migración e intención de estancia) hasta ahora analizados muestran de forma clara que el patrón que caracteriza a los migrantes fronterizos está asociado a una alta movilidad, no a elevadas tasas de inmigración. Por otro lado, los indicadores de conocimiento y trabajo previo en la frontera también son muy altos. En este contexto, como ya se ha apuntado, la supuesta contradicción entre incorporación al mercado de trabajo y permanencias cortas (incluso, de menos de una semana) en la frontera se explica en un marco de trabajos informales de corta duración, lo que podría implicar inserción laboral en negocios de los familiares o amigos a los que se visita. En este apartado analizaremos a profundidad este tema, el apoyo de familiares y amigos, y su importancia para entender la movilidad en la frontera.

En la gráfica 6 se puede ver que más de la mitad de los migrantes fronterizos abordados en el período 1996-2001 tenían amigos o familiares en la frontera norte de México. Esta pauta es claramente ascendente y estaría relacionada con la tendencia ya mencionada de estos migrantes a permanecer más tiempo en dichas ciudades. Los migrantes en tránsito hacia Estados Unidos, por el contrario, no muestran una tendencia clara en este indicador, aunque entre ellos siempre se sitúa por debajo del que se registra en el caso de los migrantes fronterizos. Como resumen, se podría decir que cuanto menor sea el número de familiares y amigos que tienen los migrantes en la frontera, más corta es su estancia en las ciudades de muestreo y mayor es la probabilidad de que sigan su camino hacia Estados Unidos. En esta línea, en los cuadros 2 y 3 se puede observar la ayuda proporcionada por familiares y amigos en el último viaje de los migrantes.

En este sentido, es interesante subrayar que los que están en tránsito hacia Estados Unidos no sólo tienen menos contactos en las ciudades fronterizas, sino que sus redes son de una calidad sensiblemente inferior que las redes de los migrantes fronterizos, quienes en mayor porcentaje desean, al menos temporalmente, permanecer en el norte de México. De esta manera, con excepción de 2001, en los demás años en que se aplicó la encuesta los migrantes fronterizos, en una proporción que oscila entre 20 y 25 por ciento, recibieron algún tipo de ayuda monetaria de familiares y amigos para realizar su migración anterior (cuadro 2). Este indicador se reduce drásticamente a 10 por ciento, y además no se observa un patrón tan continuo, en el caso de los migrantes en tránsito hacia Estados Unidos (cuadro 3).

Es precisamente la continuidad en el patrón la diferencia básica entre ambos grupos de migrantes analizados en este informe. Mientras los migrantes fronterizos observan una pauta homogénea en cuanto a la ayuda recibida por familiares y amigos a lo largo de la década del estudio, los que están en tránsito registran patrones con perfiles menos marcados (cuadros 2 y 3).

Entre los indicadores que ponen de manifiesto la calidad de las redes está la ayuda en la búsqueda de empleo. En el período 1996-1998, más de 40 por ciento (y alrededor de 30% en 1999-2001) de los migrantes fronterizos obtuvieron ayuda para encontrar empleo en su última visita (cuadro 2). En el caso de los migrantes en tránsito, la ayuda nunca alcanzó 20 por ciento del total, excepto en 1998 (cuadro 3).

De lo anterior se desprende que la solidez de las redes en las ciudades fronterizas es básica para entender la decisión de una persona de permanecer en México o seguir su camino hacia Estados Unidos.

 

Migración a Estados Unidos: características del flujo

Una parte del flujo que se dirige a la frontera norte de México tiene la intención, entonces, de cruzar a Estados Unidos. Lógicamente, los porcentajes de intención de cruce son muy altos, siempre superiores a 90 por ciento, entre los migrantes en tránsito (gráfica 7). Y en lo que respecta a los migrantes fronterizos cuyo destino, aunque sea temporal, son las ciudades fronterizas, de 35 por ciento que deseaban cruzar a Estados Unidos en el período 1993-1997, la cifra bajó a menos de 20 por ciento en 1998-2001 (gráfica 7). Estos datos indican que las ciudades fronterizas han venido reteniendo, cada vez más, un mayor porcentaje del flujo o que, al plantearse la migración como de corta duración entre los migrantes fronterizos, una parte sustancial de las personas que van al norte de México desea regresar, a corto o mediano plazo, a sus lugares de origen.

Otra tendencia clara es la proporción cada vez mayor, entre los que expresan su deseo de pasar a Estados Unidos, de personas que nunca han cruzado a ese país. Así, en la gráfica 8 se puede observar que la proporción de los que nunca habían ido a Estados Unidos aumenta en el transcurso de la década, alcanzando incluso 90 por ciento de los migrantes fronterizos. Es destacable también, e indicativo de la importancia del conocimiento de un lugar para realizar una migración, el hecho de que el porcentaje de los que nunca habían cruzado la frontera fue mucho menor en el caso de los que expresaron su intención de continuar hacia Estados Unidos, siempre en comparación con los migrantes fronterizos.

La gráfica 9, por su parte, muestra el porcentaje de los migrantes que cuentan con un lugar fijo de llegada en Estados Unidos, indicador relacionado directamente con la existencia de redes de familiares y amigos en ese país. En todos los años, con excepción de 1996, los migrantes en tránsito contaban, en una mayor proporción que los migrantes fronterizos, con un destino específico en Estados Unidos. Concretamente, alrededor de 80 por ciento de los migrantes en tránsito en el período 19992001 declararon contar con un lugar fijo adonde llegar en Estados Unidos. Este porcentaje desciende a 65 en el caso de los migrantes fronterizos. De esta manera, hay una menor incertidumbre en cuanto al cruce en el caso de los migrantes en tránsito, dado que, en una proporción cada vez más elevada, éstos se dirigen a lugares fijos para pasar los primeros días en el país del norte. La diferencia observada entre ambos grupos parece consistir en la calidad de las redes con que cuentan, en este caso en Estados Unidos, que parece incidir en la probabilidad de seguir el viaje hacia el país vecino (gráfica 9).

Una última característica del cruce fronterizo son las intenciones de estancia en Estados Unidos. La gráfica 10 muestra las migraciones de duración inferior a un año. Los migrantes a la frontera norte mexicana tienden más a realizar migraciones temporales al vecino país que los que se declaran en tránsito. Entre 45 y 50 por ciento de los migrantes fronterizos desean permanecer menos de un año en Estados Unidos, y esta cifra disminuye a 35-40 por ciento en el caso de los migrantes en tránsito.

La EMIF, por último, dispone de una batería de preguntas, dirigidas a los que ya han cruzado la frontera, sobre la ayuda de amigos y familiares, como también se hace en relación con los migrantes que han visitado antes la ciudad fronteriza donde se realiza la entrevista (cuadros 2 y 3 y gráficas 2, 3 y 6). En este estudio no se analizan las características de ese desplazamiento previo a Estados Unidos, porque el número de entrevistados con esa experiencia migratoria es fluctuante y pequeño, en especial entre los migrantes fronterizos (gráfica 8). En concreto, la proporción de migrantes fronterizos que desean pasar a Estados Unidos y que ya habían ido a ese país nunca supera 40 por ciento de este grupo, e incluso disminuye a 20 por ciento en el período 1998-2001.6

 

Probabilidades de cruce a Estados Unidos

A continuación presentamos dos modelos de regresión logística cuya finalidad es explorar cuál es el migrante tipo que, una vez que ha decidido migrar a la frontera, tiene mayor probabilidad de cruzar la línea internacional. En ambos modelos la variable dependiente es la intención de cruce ("No desea cruzar a Estados Unidos" = 0; "Sí desea pasar a Estados Unidos" = 1) y las variables independientes incluyen el sexo, la edad (codificada por grupos), el año de levantamiento de la encuesta, la experiencia laboral en los 30 días anteriores a la migración y la procedencia -codificada en cuatro grandes áreas geográficas: Occidente, Frontera, Periferia y Región Centro (regionalización tomada de Durand, 1998)-. El modelo 1 está referido exclusivamente a los migrantes fronterizos, mientras que en el modelo 2 se considera tanto a los migrantes fronterizos como a los que están en tránsito.7

En este sentido, el cuadro 4 recoge las betas y los exponenciales de beta de los diferentes modelos, así como su significación estadística. El sexo, en primer lugar, es altamente significativo (<0.01). Tanto en el caso de los migrantes fronterizos (modelo 1) como en el de éstos en conjunto con los migrantes en tránsito (modelo 2), la probabilidad de cruzar la frontera de una mujer es la mitad de la de un varón (0.54 en el modelo 1 y 0.50 en el modelo 2).

El año de cruce también es muy significativo (<0.01) a partir de 1998 en ambos modelos. La probabilidad de que un migrante cruce la frontera desde ese año es siempre menor que en 1993. La tendencia es más acusada en el caso de los migrantes fronterizos (modelo 1). Las diferencias con respecto a 1993 no son, no obstante, significativas en 1994, en el modelo 1, y en 1994, 1995 y 1997, en el modelo 2.

Respecto a la procedencia de los migrantes, el Occidente, la categoría de referencia, es la zona emigratoria por excelencia. Las probabilidades de cruce se reducen a la mitad, comparado con esta región tradicional de migración, en el caso de la Región Centro (el D.F. y los estados aledaños) y a la cuarta parte cuando el origen es la Periferia (Chiapas y los estados del Golfo de México, excepto Tamaulipas) o la Frontera.

De la misma manera, el no haber trabajado antes en las comunidades de origen afecta positivamente las intenciones de cruce, que se incrementan de forma notable en alrededor de 70 por ciento en el modelo 1 y de 80 por ciento en el modelo 2.

 

Conclusiones

La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF) permite cuantificar y describir el flujo de personas en diferentes direcciones, tomando como punto de observación las ocho principales ciudades fronterizas del norte de México. En este artículo hemos analizado el cuestionario "Procedentes del sur", que mide el flujo que del interior de la república se dirigió al norte del país y a Estados Unidos desde 1993 hasta 2001 (fases 1 a 6), con especial énfasis en los migrantes fronterizos (categorías "Buscar trabajo y trabajar" y "Cambio de residencia" del tema "Motivos del desplazamiento") y en los migrantes que desean cruzar a Estados Unidos (categoría "En tránsito hacia Estados Unidos").

En primer lugar, resaltan dos perfiles migratorios contrastantes. Por un lado, los migrantes fronterizos (los que desean permanecer, aunque sea temporalmente, en México) han residido un mayor número de meses y han experimentado una inserción laboral en mayor porcentaje en las ciudades fronterizas mexicanas (gráfica 2) que los que desean continuar hacia Estados Unidos (gráfica 3). Por el contrario, un mayor porcentaje de los migrantes de paso, en comparación con los migrantes fronterizos que desean cruzar en el futuro a Estados Unidos, ha pasado la frontera internacional (gráfica 8) y tiene un lugar fijo para llegar en el país vecino (gráfica 9). Las intenciones de estancia van en esta misma dirección. Los migrantes fronterizos, lógicamente, desean permanecer por más tiempo que los de tránsito en el norte de México (gráficas 4 y 5) y estos últimos desean estancias más largas en Estados Unidos que los migrantes fronterizos que desean cruzar a ese país (gráfica 10).

Para entender estos patrones de migración la variable clave la constituyen las redes migratorias. Ciertamente, como ya se apuntó, variables como "Dirigirse a una ciudad en concreto" o "Tener un lugar donde llegar" sólo se pueden explicar en un contexto de redes de solidaridad y apoyo de familiares, amigos o comunidades migrantes en los lugares de destino. La existencia de familiares y amigos es, en este sentido, básica para entender la permanencia en las ciudades fronterizas, ya que los migrantes en tránsito hacia Estados Unidos tienen, en todos los años, menos contactos en las ciudades fronterizas de México que los que desean vivir, aunque sea temporalmente, en el norte del país (gráfica 6). De la misma manera, la calidad de las redes, medida en función del tipo de ayuda que reciben en su último viaje, es menor entre quienes están de paso hacia el país vecino que entre los que optan por residir en las localidades fronterizas (cuadros 2 y 3).

Por último, con los modelos de estimación de la probabilidad de cruce a Estados Unidos se advierten aspectos previsibles, como la menor probabilidad de cruce de las mujeres, de los que declaran haber trabajado en los 30 días previos a la migración y de los migrantes no oriundos de la región tradicional de emigración (cuadro 4). Pero también arrojan datos menos previsibles, como una tendencia decreciente a lo largo de la década de los noventa en la probabilidad de cruzar la frontera, que se hizo especialmente evidente desde 1998, de los migrantes entrevistados, que se explica en el sentido de que, de forma creciente a lo largo de los años noventa, más migrantes del interior de la república prefieren permanecer en la frontera mexicana que migrar a Estados Unidos (véase también la gráfica 7).

Como se mencionó, las encuestas ofrecen un acercamiento cuantitativo a un fenómeno, como la formación y consolidación de redes migratorias y la construcción de espacios transnacionales, que requiere ser complementado con metodologías de corte cualitativo. Sin embargo, la comparación de los perfiles de dos grupos de migrantes con destinos diferentes y el análisis de sus intenciones de estancia y de cruce, así como de su experiencia migratoria, han hecho posible hacer una primera evaluación de la gran importancia que tienen las redes migratorias para entender los actuales patrones de movilidad (más que de migración) en la frontera norte del país. De hecho, los datos parecen indicar que un migrante entrevistado, por ejemplo, en Tijuana va a optar por quedarse en esa ciudad (y quedarse más tiempo) o por seguir su camino a Estados Unidos en función, básicamente, de su experiencia en Tijuana y de la existencia de familiares o amigos (cantidad de contactos) que le ofrezcan ayuda tanto en el viaje como en su eventual instalación en ella (calidad de las redes). De igual forma, los que están en tránsito hacia Estados Unidos tienen experiencia migratoria en el país vecino, se dirigen a ciudades concretas y tienen un lugar fijo para llegar a ese país en mayor proporción que los que deciden permanecer en el lado mexicano de la frontera internacional, lo cual también debe entenderse en el contexto del papel fundamental que juegan las redes sociales.

De todas maneras, independientemente de la función de las redes, la movilidad de la población entrevistada es alta. Por ejemplo, la duración de la última estancia en las ciudades fronterizas de quienes desean pasar a Estados Unidos no superó la semana en 80 por ciento (gráfica 2) y apenas entre 10 y 15 por ciento de los migrantes fronterizos desean permanecer más de un año en la frontera mexicana (gráfica 5). Y aunque quienes van de tránsito hacia Estados Unidos tienen la intención de permanecer allí por más tiempo, el porcentaje de los que desean cruzar entre los migrantes laborales se reduce sensiblemente a la mitad (de 3540 a 15-20%) en la década de los noventa, y de éstos 50 por ciento desean permanecer menos de un año en Estados Unidos (gráfica 7). En este sentido, no es que en general la circularidad migratoria haya disminuido, como apuntan algunos autores (Cornelius, 1992; Corona y Tuirán, 2001), ya que los migrantes del sur de la república siguen desplazándose, sino que más bien la migración a Estados Unidos disminuyó en la segunda parte de los años noventa.

Esta disminución, en efecto, debe entenderse en el contexto de un mayor control de la frontera por parte de las autoridades estadunidenses. Este control no sólo ha contribuido al descenso de la migración de mexicanos a Estados Unidos, sino que también hizo que disminuyera la movilidad de los migrantes mexicanos ya residentes en ese país, quienes, especialmente cuando son indocumentados, se desplazan menos a México. En este sentido, Massey, Durand y Malone (2002) evalúan el efecto que han tenido las operaciones de control de la frontera en el flujo migratorio de mexicanos a Estados Unidos, y concluyen que tales operaciones no sólo no han detenido la migración ilegal, sino que han causado 160 muertes anuales, contribuido al descenso de los salarios en Estados Unidos y transformado lo que fue un movimiento temporal de trabajadores varones, dirigido básicamente a tres estados, en migraciones permanentes de familias sin un patrón territorial de destino en pocos estados.

Por último, la pregunta sobre la articulación del espacio fronterizo en este patrón de alta movilidad y de confluencia de flujos migratorios de diversa índole y destino no tiene fácil respuesta. Con base en los datos de la EMIF, cuyas entrevistas se realizaron en las ciudades fronterizas del norte de México, lugares "intermedios" de la migración México-Estados Unidos, se puede inferir que ambos territorios (frontera norte de México y Estados Unidos) compiten por un mismo nicho de trabajadores y que la coyuntura socioeconómica y política, unida obviamente a las características personales y familiares de cada migrante, hace que el flujo se dirija a un destino o a otro. Lo interesante aquí, aparte de que la frontera parece retener más migrantes en la segunda parte de la década de los noventa, es el hecho de que el espacio fronterizo está bien integrado al espacio transnacional en el que ocurre la migración México-Estados Unidos e, incluso, le ha dado identidad a la frontera mediante imágenes de diversa índole, como ciudades de paso, ciudades de migrantes o el Norte. Sin embargo, deberíamos ser capaces de superar esas imágenes, pues en ellas, en el fondo, está implícita la idea de que la migración es siempre sur-norte y, como expresa Kearney (1995), responde a una lógica de centro-periferia, además de que reducen el fenómeno migratorio a un movimiento bipolar, en este caso, de un país menos desarrollado a otro con mayores niveles de bienestar. Deberíamos superar esas imágenes porque los datos de la EMIF muestran una realidad mucho más compleja, compuesta por visitas cortas, integraciones laborales inestables e intenciones de estancia reducidas. La apuesta es, por tanto, intentar integrar estos "espacios intermedios" en una reconsideración genérica de los espacios transnacionales que se forman con la migración México-Estados Unidos.

 

Bibliografía

Appadurai, Arjun, Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization, Minneapolis, University of Minnessota Press, 1996.         [ Links ]

Ariza, Marina, "Migración, familia y transnacionalidad en el contexto de la globalización: Algunos puntos de reflexión", Revista Mexicana de Sociología, LXIV(4), 2002, pp. 53-84.         [ Links ]

Canales, Alejandro, "Vulnerabilidad social y sujetos demográficos", ponencia presentada en el VI Encuentro de Cultura y Ciudades Contemporáneas, Guadalajara, Jalisco, 9-11 de septiembre de 2002.         [ Links ]

----------, "Periodicidad, estacionalidad, duración y retorno: Los distintos tiempos en la migración México-Estados Unidos", Papeles de Población, 22, 1999, pp. 11-41.         [ Links ]

Cornelius, Wayne, "From Soujournes to Settlers: The Changing Profile of Mexican Immigration to the United States", en Jorge A. Bustamante, Clark W. Reynolds y Raúl A. Hinojosa Ojeda (comps.), US-Mexico Relations: Labor Market Interdependence, Stanford (Calif.), Stanford University Press, 1992, pp. 155-195.         [ Links ]

Corona, Rodolfo, y Rodolfo Tuirán, "La migración internacional desde y hacia México", en José Gómez de León Cruces y Cecilia Ravell Romero (comps.), La población de México: Tendencias y perspectivas sociodemográficas hacia el siglo XXI, México, Conapo/Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 444-484.         [ Links ]

Durand, Jorge, "Circuitos migratorios", en Thomas Calvo Thomas y Gustavo López (comps.), Movimientos de población en el Occidente de México, México, Centre d'Études Mexicaines et Centroamericaines/El Colegio de Michoacán, 1988, pp. 25-49.         [ Links ]

----------, "¿Nuevas regiones migratorias?", en René M. Zenteno (comp.), Población, desarrollo y globalización: V Reunión de Investigación Sociodemográfica en México, México, Sociedad Mexicana de Demografía/El Colegio de la Frontera Norte, 1998, pp. 101-116.         [ Links ]

----------, Douglas Massey y René M. Zenteno, "Mexican Immigration to the United States: Continuities and Changes", Latin American Research Review, 36(1), 2001, pp. 107-127.         [ Links ]

Glick Schiller, Nina, "From Immigrant to Transmigrant: Theorizing Transnational Migration", Anthropological Quartely, 68(1), 1995, pp. 48-63.         [ Links ]

Goldring, Luin P., "Diversity and Community in Transnational Migration: A Comparative Study of Two Mexico-US Migrant Circuits", tesis doctoral, Cornell University, 1992.         [ Links ]

----------, "The Power of Status in Transnation Social Fields", en Michel P. Smith y Luis Eduardo Guarnizo (comps.), Transnationalism from Below, New Brunswick, Transaction Publishers (Comparative Urban & Community Research, vol. 6), 1999, pp. 165-195.         [ Links ]

Guarnizo, Luis Eduardo, "Las localizaciones del transnacionalismo", en Gail Mummert (comp.), Fronteras fragmentadas, Zamora, El Colegio de Michoacán/CIDEM, 1999, pp. 87-112.         [ Links ]

Kearney, Michael, "The Local and the Global: The Anthropology of Globalization and Trasnationalism", Annual Review of Anthropology, 24, 1995, pp. 547-565.         [ Links ]

Levitt, Peggy, y Mary C. Waters, "Introduction", en Peggy Levitt y Mary C. Waters (comps.), The Changing Face of Home: The Transnational Lives of the Second Generation, Nueva York, Russell Sage Foundation, 2002, pp. 1-32.         [ Links ]

Lozano, Fernando, "Migrantes de las ciudades: Nuevos modelos de la migración mexicana a Estados Unidos", en Brígida García (comp.), Población y sociedad al inicio del siglo XXI, México, El Colegio de México, 2002, pp. 241-259.         [ Links ]

Mahler, Sarah J., "Theoretical and Empirical Contributions toward a Research Agenda for Transnationalism", en Michel P. Smith y Luis Eduardo Guarnizo (comps.), Transnationalism from Below, New Brunswick, Transaction Publishers (Comparative Urban & Community Research, vol. 6), 1999, pp. 64-100.         [ Links ]

Marcelli, Enrico A., y Wayne Cornelius, "The Changing Profile of Mexican Migrants to the United States: New Evidence from California and Mexico", Latin American Research Review, 36(3), 2001, pp. 105-131.         [ Links ]

Massey, Douglas S., "Social Structure, Household Strategies, and the Cumulative Causation of Migration", Population Index, 56, 1990, pp. 3-26.         [ Links ]

----------, Rafael Alarcón, Jorge Durand y Humberto González, Los ausentes: El proceso social de la migración internacional en el Occidente de México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial, 1991 (primera edición en inglés: Return to Aztlan, 1987).         [ Links ]

Massey, Douglas S., Joaquín Arango, Graeme Hugo, Ali Kouaouci, Adela Pellegrino y J. Edward Taylor, Worlds in Motion: Understanding International Migration at the End of the Millennium, Oxford, Clarendon Press, 1998.         [ Links ]

Massey, Douglas S., Jorge Durand y Nolan J. Malone, Beyond Smoke and Mirrors: Mexican Immigration in an Era of Economic Integration, Nueva York, Russell Sage Foundation, 2002.         [ Links ]

Mendoza, Cristóbal, "¿Nuevos patrones migratorios México-Estados Unidos? Características del flujo migratorio de una región tradicional (Michoacán) y una emergente (Veracruz)", ponencia presentada en el I Congreso Nacional de Migración. "Dinámicas Tradicionales y Emergentes de la Emigración Mexicana", CIESAS-Occidente, Guadalajara, Jalisco, 21-23 de noviembre de 2002.         [ Links ]

Mines, Richard, y Douglas S. Massey, "Patterns of Migration to the United States from Two Mexican Communities", Latin American Research Review, 20(2), 1985, pp. 104-123.         [ Links ]

Pacheco, Edith, y Mercedes Blanco, "En busca de la 'metodología mixta' entre un estudio de corte cualitativo y el seguimiento de una cohorte en una encuesta", Estudios Demográficos y Urbanos, 17(3), 2002, pp. 485-521.         [ Links ]

Portes, Alejandro, "Immigration Theory for a New Century: Some Problems and Opportunities", International Migration Review, 31(4), 1997, pp. 799-825.         [ Links ]

----------, Luis E. Guarnizo y Patricia Landolt, "Introduction: Pitfalls and Promise of an Emergent Research Field", Ethnic and Racial Studies, 22(2), 1999, pp. 217-237.         [ Links ]

Rivera-Salgado, Gaspar, "Mixtec Activism in Oaxacalifornia: Transborder Grassroots Political Strategies", American Behavioral Scientist, 42(9), 1999, pp. 1439-1458.         [ Links ]

Rouse, Roger, "Mexican Migration and the Social Space of Postmodernism", Diaspora, 1(1), 1991, pp. 8-23.         [ Links ]

Santibáñez, Jorge, "Algunos impactos empíricos de las políticas de los Estados Unidos en los flujos migratorios de mexicanos", Estudios Demográficos y Urbanos, 14(1), 1999, pp. 39-74.         [ Links ]

Smith, Robert C., "Transnational Localities: Community, Technology and the Politics of Membership within the Context of Mexico and US Migration", en Michel P. Smith y Luis Eduardo Guarnizo (comps.), Transnationalism from Below, New Brunswick, Transaction Publishers (Comparative Urban & Community Research, vol. 6), 1999, pp. 196240.         [ Links ]

Tuirán, Rodolfo, y Vania Salles, "La pobreza: Acepciones teóricas desde una óptica de heterogeneidad", ponencia presentada en el VI Encuentro de Cultura y Ciudades Contemporáneas, Guadalajara, Jalisco, 9-11 de septiembre de 2002. www.conapo.gob.mx/migracion        [ Links ]

 

Notas

1 Una primera versión de este artículo constituyó el primer informe de actividades del proyecto "Espacios trasnacionales en Guanajuato: Nuevos patrones de migración y movilidad, formación de hogares trasnacionales y consolidación de redes migratorias en el espacio de Guanajuato", que contó con el apoyo financiero del Consejo Estatal de Población de Guanajuato. Agradezco este apoyo, así como los comentarios de Margarita Díaz, Laura Ortega y Ana Ascensio a un borrador del texto. Cualquier error es, no obstante, exclusiva responsabilidad mía. Una segunda versión de este trabajo se presentó en el Primer Coloquio Internacional "Migración y Desarrollo: Transnacionalismo y Nuevas Perspectivas de Integración", celebrado en Zacatecas del 23 al 25 de octubre de 2003.

2 Marina Ariza (2002) afirma que la diferencia entre espacio social y campo social es una cuestión de preferencia y de escuela de pensamiento. Para los autores (como Portes o Glick Schiller) situados en la línea de pensamiento francesa (Bourdieu) se trata de "campos sociales" y entre los pertenecientes a la tradición de las escuelas del norte de Europa (como Faist o Kivisto) prima la noción de "espacios sociales".

3 En la primera fase (del 28 de marzo de 1993 al 27 de marzo de 1994), la EMIF se levantó en 23 localidades fronterizas que constituían prácticamente el universo de lugares de tránsito del flujo laboral hacia o desde Estados Unidos. Sin embargo, en este primer levantamiento se observó que poco más de 94 por ciento de los migrantes laborales se desplazaron a través de ocho ciudades fronterizas: Tijuana, Mexicali, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. Por esta razón, desde el segundo levantamiento sólo se consideraron las ocho ciudades mencionadas, en cada una de las cuales se delimitaron las zonas de muestreo: la central de autobuses (en su defecto, las terminales de las diferentes líneas), el aeropuerto, la estación del ferrocarril (donde estaba en funcionamiento), los puentes de cruce internacionales, las garitas y los puntos de inspección aduanal. A estas zonas se asignó como medida relativa de tamaño el porcentaje del flujo que capta de la ciudad correspondiente (www.conapo.gob.mx/migracion).

4 La primera fase de la EMIF tuvo lugar entre el 28 de marzo de 1993 y el 27 de marzo de 1994; la segunda, del 14 de diciembre de 1994 al 13 de diciembre de 1995; la tercera, del 11 de julio de 1996 al 10 de julio de 1997; la cuarta, del 11 de julio de 1998 al 10 de julio de 1999; la quinta, del 11 de julio de 1999 al 10 de abril del 2000; la sexta, del 11 de abril del 2000 al 10 de abril de 2001, y por último, la séptima, del 11 de abril de 2001 al 10 de abril de 2002. Para mayor información al respecto, se puede consultar la página web del Consejo Nacional de Población (Conapo):www.conapo.gob.mx/migracion int/principal.html.

5 Hay que resaltar que alrededor de 20 por ciento de los viajes que se realizan a la frontera mexicana con Estados Unidos son por motivos no laborales: visitas a parientes o amigos, para efectuar compras o por paseo o turismo.

6 Sorprende, no obstante, que no se pregunte a todos los migrantes, independientemente de si ya habían pasado al otro lado, si tienen o no familiares o amigos en Estados Unidos, porque ello permitiría evaluar mejor el papel de las redes y su relevancia para determinar el cruce fronterizo. También es una lástima que ciertas preguntas, como la relativa a si se tienen papeles para cruzar, se hagan sólo a los que quieren pasar al otro lado y no a todos los migrantes, lo que, por ejemplo, imposibilita que, en los modelos de regresión, se pueda usar como una variable independiente el hecho de tener o no papeles migratorios para inferir probabilidad de cruce. Se hace constar, sin embargo, que la respuesta a la disponibilidad de papeles para cruzar es muy fluctuante, de tal manera que no se usa en este artículo.

7 Se probaron dos modelos más, que incluían la interacción de la variable "año de levantamiento" con la de "procedencia", dado que, de acuerdo con la literatura sobre el tema, se ha dado una expansión de las áreas de origen de la migración a lo largo de los años ochenta y noventa (Marcelli y Cornelius, 2001; Mendoza, 2002). Estos estudios parecen apuntar una diversificación de las áreas expulsoras en México, y por eso se pretendía comparar las probabilidades de cruce de las nuevas áreas expulsoras de la emigración mexicana, a lo largo de los años noventa, con la probabilidad de cruce internacional de un migrante del occidente de México en 1993. Sin embargo, a pesar de que los modelos reducían el logaritmo de la verosimilitud (-2 log-likehood), la mayoría de las interacciones no eran significativas.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons