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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.2 no.1 Tijuana ene./jun. 2003

 

Reseña bibliográfica

 

Fragmented Ties: Salvadoran Immigrant Networks in America

 

Cristóbal Mendoza

 

Cecilia Menjívar Berkeley, University of California Press, 2000

 

* Universidad de Guadalajara

 

El libro de Cecilia Menjívar es un trabajo de investigación exhaustivo sobre la naturaleza de las redes sociales de los inmigrantes salvadoreños recientes en Estados Unidos. La autora combina encuestas a 150 salvadoreños y 50 entrevistas a profundidad con inmigrantes de esta nacionalidad llegados entre 1985 y 1989 con la observación etnográfica en la comunidad salvadoreña de san francisco, california, durante tres años. Esta perspectiva longitudinal le permite llegar a conclusiones innovadoras, bien sustentadas, sobre la naturaleza de las redes sociales de estos inmigrantes.

El libro está estructurado en ocho capítulos, más la introducción y dos apéndices con detalles metodológicos. En la introducción, Menjívar explica el objetivo del libro, que consiste en "entender el funcionamiento interno de las redes sociales de los inmigrantes salvadoreños (en los Estados Unidos) e (...) identificar las razones potenciales para su inestabilidad". Como eje para la discusión, se parte de la supuesta relación entre la (in)estabilidad de las redes y la estructura de oportunidades que los inmigrantes encuentran en los países de destino. Aquí también la autora discute que la constitución, transformación y disolución de redes constituye un proceso dinámico, sujeto a factores de índole cultural o ideológica y al contexto económico y político de acogida.

El capítulo 1 ("Estructura de oportunidades, redes sociales y posición social") consiste en una revisión muy completa de la literatura sobre las redes sociales. Primero, la autora discute el surgimiento, evolución y crítica del concepto redes sociales, ilustrando esta discusión con investigaciones empíricas que analizan desde diferentes ángulos el concepto (por ejemplo, el uso diferenciado que hacen hombres y mujeres de dichas redes). segundo, defiende que los factores estructurales de las sociedades de destino afectan decisivamente a la dinámica interna de las redes, de tal manera que estos factores pueden limitar la generación de capital cultural y social entre los inmigrantes. Por último, aborda teóricamente la discusión sobre la naturaleza cambiante de las relaciones sociales que guardan los inmigrantes, vista desde la posición que tienen los individuos en la sociedad, el trabajo y el hogar, derivada de su clase social, sexo y edad.

Aunque el estudio de las redes se centre en el destino, la autora acertadamente cree necesario dar información de fondo sobre el contexto de salida. En este sentido, el capítulo 2 detalla las condiciones de partida de los migrantes de El salvador, condiciones que afectaron sustancialmente el volumen y las características del flujo migratorio procedente de ese país. En los años ochenta, la emigración salvadoreña alcanzó cifras nunca antes vistas, debido principalmente a la guerra civil, que se desencadenó con mayor virulencia a partir de 1982 gracias al apoyo de la administración Reagan a la junta militar. En el caso de los Estados Unidos, el mayor receptor, aunque no el único, de emigrantes, la población salvadoreña pasó de 94 447 personas en 1980 a 565 081 en 1990.

El capítulo 3, por su parte, se enfoca en el largo viaje desde El salvador hasta los Estados Unidos, viaje que, debido a la dificultad para conseguir visa en su país de origen, realizaron la mayoría de los entrevistados de forma ilegal, por carretera, a través de Guatemala y México.

El capítulo 4 aborda el contexto de recepción en los Estados Unidos. En cuanto al contexto político, la autora analiza con detalle la legislación migratoria con respecto a los salvadoreños. En este sentido, debido a la relación preferencial que tenía el gobierno de los Estados Unidos con la junta militar salvadoreña, a estos inmigrantes, que mayoritariamente huían de la guerra, se les negó el estatus de refugiados. Como inmigrantes económicos, de esta manera, estaban en situación irregular en el país y eran susceptibles de ser expulsados. Además, la ley conocida como IRCA (Immigration Reform and Control Act), de 1986, tuvo escaso impacto en los indocumentados salvadoreños, dado que sólo los llegados a los Estados Unidos antes de 1982 (la mayoría de los salvadoreños llegó después de ese año) pudieron beneficiarse de la amnistía. Debido a la presión de las organizaciones de inmigrantes, el Departamento de Justicia accedió a conceder estatus temporal de protección a los salvadoreños en 1990, situación que se prolongó hasta 1994, lo cual detuvo temporalmente las expulsiones. En cuanto al contexto económico, la economía de san francisco, ciudad donde se centra la investigación, entró en recesión en los ochenta, con la agravante de que al declive de la gran manufactura no lo sucedió la creación de un sector industrial degradado, como ocurrió en otras ciudades estadunidenses. De esta manera, los entrevistados, al no encontrar trabajos de tiempo completo, ocuparon varios empleos de tiempo parcial. Así, este contexto de recepción adverso en la ciudad de san francisco en la década de los ochenta condicionó la constitución y el fortalecimiento de las redes sociales entre estos inmigrantes.

El capítulo 5 se centra en la dinámica de las redes sociales. Cuatro son los aspectos de estas redes que subraya la autora: reciprocidad, expectativas, proceso de obtención de ayuda desde una perspectiva temporal, y capital social y "calidad" de las relaciones. Cecilia Menjívar concluye que el contexto de pobreza en el que vive la mayoría de los entrevistados imposibilita que los nuevos inmigrantes puedan responder a las normas sociales aceptadas como de reciprocidad ante los familiares o amigos que les han brindado apoyo económico o asistencia a su llegada a los Estados Unidos. Es así que las redes se debilitan, lo cual tiene importantes repercusiones negativas en la generación de capital social. Además, aunque los inmigrantes conserven relaciones estrechas, su potencial para generar capital social es limitado, debido a las condiciones de pobreza y marginación en las que viven los familiares y amigos de los entrevistados.

En el capítulo 6 la autora desglosa el diferente uso que hacen hombres y mujeres inmigrantes de El Salvador de las redes, en función de la relación de parentesco, de amistad o de cualquier otro tipo que existe entre ellos. Las redes sociales, tal y como defiende la autora, están moldeadas en las normas y prácticas culturales que rigen las relaciones de género. En este sentido, por ejemplo, resulta inapropiado que las mujeres pidan ayuda a un hombre que no es de la familia porque puede llevar a equívocos por la parte del hombre en cuanto a la verdadera razón de la petición. De esta manera, el universo de las redes sociales por parte de las mujeres, especialmente las solteras, se reduce considerablemente al entorno de otras mujeres y de los miembros masculinos de la familia. Sin embargo, las limitantes que establecen estos patrones culturales se ven solventadas con la ampliación de las redes a otras mujeres fuera de su ámbito inmediato, a través de asociaciones de inmigrantes o de sus patronas. Así, aunque los intercambios informales son más fáciles para los hombres, quienes constituyen redes más sólidas con amigos o compañeros de trabajo, en parte porque disponen de mayores recursos, las mujeres consiguen expandir sus redes de conocidas y amigas fuera de su realidad geográfica o laboral más cercana.

El capítulo 7 se centra en los intercambios informales dentro de una perspectiva generacional. Más que en el acceso que tienen las diferentes generaciones a las redes, este capítulo se enfoca en el conflicto que genera el cambio de roles dentro de la familia originado por el proceso migratorio. De tal forma, la migración no sólo altera la posición de los inmigrantes en la familia, sino que modifica con frecuencia los roles que se asociaban a las diferentes generaciones. Por ejemplo, el conocimiento que ha adquirido la generación más adulta es en muchos casos innecesario en la nueva sociedad, por lo que los abuelos se ven relegados, en todo caso, a cumplir tareas domésticas, como el cuidado de los niños. La generación más joven (los hijos de los inmigrantes), por su parte, que ya ha crecido en los Estados Unidos, es la mayoría de las veces el vínculo de las familias con las instituciones. La ausencia de la generación intermedia en el hogar, los hijos de los primeros y los padres de los segundos, sobre la que recae la pesada carga de sostener el hogar, es la causa, por otra parte, de que los niños crezcan sin el apoyo emocional necesario y busquen consejo y ayuda en los amigos.

En el capítulo 8 se concluye que las redes sociales que construyen los salvadoreños en los Estados Unidos están muy lejos de ser fijas o constituir componentes monolíticos derivados de la experiencia migratoria; por el contrario, tales redes son fluidas, contingentes y cambiantes. Esta idea general se ramifica en varias conclusiones particulares. Primero, las relaciones sociales que ayudaron a migrar pueden debilitarse en los Estados Unidos. De esta manera, es necesario hacer una distinción conceptual entre las redes como catalizadoras del proceso migratorio y como vehículo de ayuda o asistencia en los lugares de destino. Segundo, las redes que debieran ser de apoyo se pueden convertir en fuente de conflictos, dada, por ejemplo, la imposibilidad de muchos inmigrantes de bajo ingreso para contribuir a la reciprocidad y el intercambio que constituyen la base de ellas. La función de las redes fluctúa con el tiempo y se ve afectada por múltiples factores relativos a los lugares de destino. Tercero, resulta pertinente advertir que las redes sociales no generan automáticamente capital social. Si las obligaciones de confianza y reciprocidad no se asumen, las relaciones no se consolidan. Cuarto, un origen común no garantiza la consolidación de redes sociales, debido a diferencias dentro del grupo (clase social, año de llegada, ideología política). Quinto, el contexto de recepción, más que los patrones culturales, ejerce una gran influencia en la dinámica de las redes. Retomando estos puntos, Menjívar concluye que este estudio debe constituir un contrapunto pragmático a las nociones románticas sobre la unidad y solidaridad de los inmigrantes.

El libro tiene varios aspectos muy positivos. Primero, la revisión de la literatura de las redes sociales es muy completa. La autora revisa tanto textos que se centran en aspectos teóricos como estudios de caso que ayudan a ilustrar o servir de contrapunto a la teoría. Segundo, el libro está muy bien estructurado y escrito, es ágil en su lectura y está amenizado con numerosos extractos de entrevistas. Por último, la autora muestra un respeto absoluto por sus entrevistados, sin por ello caer en un acercamiento frío. Se nota su implicación en los problemas de los entrevistados, lo cual da al trabajo una mayor riqueza. Sin embargo, con respecto a este último punto, se percibe, a la vista de un análisis más detallado, el mayor acercamiento de la autora con las entrevistadas que con los entrevistados. El capítulo sobre las diferencias de género es muy interesante, pero con base en las declaraciones de las entrevistadas se podría caracterizar (o quizá caricaturizar) a los hombres como perezosos, indolentes, infantiles y con cierta tendencia a caer en problemas de alcoholismo. Creo que faltaría explorar un poco más las dificultades de ser "hombre" para un inmigrante reciente de bajos recursos, con poca capacidad para resolver conflictos en un ambiente hostil, conflictos que se manifiestan en diferentes escalas desde el hogar hasta el trabajo. En este sentido, la autora se centra básicamente en inmigrantes con muy bajo nivel adquisitivo, en parte porque muchas entrevistas se realizaron en lugares de acogida para inmigrantes. La amplia mayoría de los entrevistados eran indocumentados, sin conocimiento de inglés a su llegada a los Estados Unidos, y ninguno era propietario. Estamos hablando de un perfil de inmigrante muy particular, que sin duda fue el mayoritario en los años ochenta. Así las cosas, hubiera sido muy interesante contrastar la experiencia de estos inmigrantes pobres con la de otros de mayores recursos a la hora de constituir redes en los Estados Unidos.

Estos breves comentarios no demeritan, en absoluto, la calidad de este trabajo de investigación. Es un libro altamente recomendado para un público universitario interesado en cuestiones de migración y de lectura obligada tanto para quienes estudian los movimientos migratorios desde la perspectiva de las redes sociales como para los interesados en la migración de centroamericanos a los Estados Unidos.

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