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Migraciones internacionales

versão On-line ISSN 2594-0279versão impressa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.1 no.3 Tijuana Jul./Dez. 2002

 

Reseña bibliográfica

 

Repenser les migrations

 

Olga Odgers

 

Nancy Green. París, Presses Universitaires de France, 2002

 

El Colegio de la Frontera Norte.

 

Repenser les migrations es, ante todo, una invitación a explotar el potencial heurístico de la historiografía comparada en el estudio de las migraciones internacionales. En particular, la autora compara la historia de la migración en Francia y en Estados Unidos.

Green está, sin duda, en la ubicación apropiada para comparar no sólo la historia de la migración, sino también la forma en que políticos y académicos han construido el debate a uno y otro lado del atlántico: autora de diversos estudios sobre la historia de la migración tanto en Francia como en los Estados Unidos,1 es norteamericana de origen y reside en París, donde es profesora e investigadora en la École des Hautes Études en sciences sociales. la bibliografía consultada para la realización de este libro da fe del amplio conocimiento de la autora de la literatura francesa y estadunidense sobre el tema y de su familiaridad con los contextos migratorios y con la tradición académica de los dos países.

El objetivo de green es, entonces, plantear los términos de la comparación que a su juicio resultan más pertinentes y abordar el análisis a través de algunas de las proposiciones dicotómicas que atraviesan el discurso sobre la migración en los dos contextos comparados. Ella sugiere analizar el cambio de connotación de términos tales como "temporal/permanente", "extranjero/inmigrante", "trabajador inmigrante/residente" o incluso "foreigner/ alien", tanto en el lenguaje común como en la literatura académica.

El libro está dividido en cinco capítulos de extensión y contenido muy diverso. En el primer —breve— capítulo, titulado "De la comparación", Green muestra cómo, a pesar de la insistencia de los historiadores de ambos lados del atlántico sobre la capacidad heurística de la comparación en su disciplina, son pocos los estudios de historiografía comparada en el campo de la migración internacional. Las comparaciones se han hecho, sin duda, pero muy pocas veces como una estrategia metodológica explícita, y con demasiada frecuencia sin rigor científico, limitándose a contrastar de manera puntual determinado proceso de integración o cierta política migratoria. El proyecto comparativo —precisa Green— exige una triple elección: es necesario construir el objeto, la unidad y el nivel de análisis. En todos los casos, la estrategia comparativa permite reducir la tensión entre el nivel de análisis micro y el macro, ampliando el alcance del primero e incrementando la especificidad del segundo. El enfoque comparativo es, por definición, "infracivilizacional" y "supramonográfico".

En el segundo capítulo, dedicado a la comparación de la historia de la migración estadunidense y francesa, Green comienza señalando que "el inmigrante, como individuo, en su esencia misma, yuxtapone dos sociedades. La situación en la que vive implica la comparación". Sin embargo, no todos los niveles de comparación son igualmente apropiados, y resulta conveniente construir modelos que tienen distintos alcances y limitaciones. Entre los posibles modelos de comparación, la autora señala el modelo linear —que implica seguir el recorrido del migrante desde su lugar de origen al de destino—, el modelo convergente —con el que se compara la situación de los inmigrantes de orígenes diversos que convergen en un mismo espacio social, sea residencial, laboral, de estatus, etc.—, el modelo divergente —para estudiar, por ejemplo, a la población de un mismo origen en destinos diferentes (como en los estudios sobre la diáspora judía en Europa y Estados Unidos) o la heterogeneidad en las trayectorias de los migrantes de un mismo lugar de origen (como sería el caso del proceso de inserción laboral de hombres y mujeres de un mismo origen).

Cada uno de estos modelos permite profundizar en un aspecto particular del análisis. Así, por ejemplo, los estudios convergentes hacen posible observar el peso que tiene el contexto del lugar de destino —mercados de trabajo, políticas migratorias, etc.— en el proceso de "integración" de los migrantes (siguiendo la lógica de Green, pensemos, por ejemplo, en la participación de inmigrantes de diversos orígenes en la historia del sindicalismo estadunidense, o en la forma como los sistemas escolares enfrentan en Francia y Estados Unidos los retos del multiculturalismo). Los estudios divergentes constituyen un mejor ángulo de observación para analizar el proceso de adaptación de culturas y tradiciones específicas a nuevos contextos, con la comparación de las reacciones de individuos portadores de una misma tradición cultural ante estímulos diferentes (por ejemplo, comparando las estrategias de integración de las mujeres jóvenes musulmanas en Francia y Estados Unidos).

El tercer y más extenso capítulo, "Historias franco-americanas", aborda específicamente la comparación entre los trabajos académicos —en particular los historiográficos— que analizan los flujos migratorios en Estados Unidos y en Francia. La comparación se hace en dos niveles principales: la relación con el Estado y con la Nación.

En el caso de Estados Unidos, Green compara las políticas migratorias, y más específicamente los términos empleados para definir problemáticas y objetivos. En ambos países la historia de la migración —o la conciencia de la misma— comienza en el siglo XIX, y en los dos el Estado pretende ser el regulador de los flujos, que en algunas ocasiones son percibidos como positivos —incluso necesarios— y en otras son vistos como un mal, y se pretende que el Estado seleccione a los "buenos inmigrantes" impidiendo la llegada de los "malos". La forma como se define al "extranjero" va cambiando a lo largo de la historia siguiendo tales presupuestos: "las fronteras imaginarias y jurídicas de la pertenencia son cambiantes". En ambos países surgieron movimientos xenofóbicos y nativistas como reacción a los flujos migratorios.

A pesar de las coincidencias señaladas, la interpretación que se hace del impacto de la migración a uno y otro lado del Atlántico es diametralmente opuesta: mientras que Francia se ve a sí misma como un país de cultura nacional, los Estados Unidos se jactan de ser una experiencia excepcional de mezcla de culturas. En los dos casos, "la lectura de la memoria (parcial) de la migración se hace con el precio del olvido": Francia niega importancia a la política de puertas abiertas y a las aportaciones de los inmigrantes, mientras que los Estados Unidos olvidan la importancia de las políticas restrictivas que marcaron la historia de la inmigración. Sobre una historia similar se construyen imágenes opuestas.

De la misma forma, Green se pregunta por qué en Francia se utilizan con más frecuencia los términos "extranjeros" e "inmigrantes", mientras en Estados Unidos se utiliza más asiduamente el término "ethnic". El paso, en Francia, del término "extranjero" (siglo XIX), con una fuerte carga de alteridad, al adjetivo "inmigrante" ("trabajador inmigrante", al comienzo de la migración "moderna") y al sustantivo "inmigrado" (immigré) atestigua la evolución de la percepción misma de los flujos migratorios, que se convierten de algo temporal en algo permanente. En Estados Unidos, por el contrario, el término "immigrants" comenzó a emplearse desde el siglo XVIII para referirse a los colonos, por lo que su connotación de alteridad es menor. Por otra parte, mientras el término "extranjero" (étranger) en francés denota, a la vez, una definición jurídica de ciudadanía y una condición de alteridad (lo extranjero es también lo extraño), en inglés esta noción está disociada en dos términos diferentes: "foreigner" para la distinción jurídica y "stranger" para la condición de alteridad. Es posiblemente por ello que en el discurso oficial estadunidense se desplazó progresivamente el término "foreigner" por "alien", reforzando así la connotación de lo que es extraño y ajeno.

Los diversos términos comparados por Green (deuxieme génération/first generation American, "viejos"/"nuevos" inmigrantes, asimilación/aculturación, etc.) son, sin duda, sugerentes. La argumentación, no obstante, es bastante desigual y no siempre resulta convincente del todo.

El cuarto capítulo, "Emigrar o trabajar", muestra cómo tanto en Estados Unidos como en Francia, en diferentes momentos históricos, se ha visto a los inmigrantes antes como mano de obra más o menos temporal —y más o menos deseable— que como personas que han llegado a instalarse, trayendo consigo su identidad y sus tradiciones. Esta conceptualización de quien se desplaza como "trabajador inmigrante" ha llevado a la formulación de modelos explicativos de los desplazamientos que enfatizan los factores de "expulsión" o de "atracción" que movilizarían a estas personas convertidas en mano de obra fluida.

Más adelante Green presenta una amplia, aunque somera, revisión de textos que han marcado el debate sobre la migración en uno y otro país —desde algunos documentos de principios del siglo XIX hasta Wallerstein, pasando por De Certeau, Tilly, Piore, Noiriel, Sayad, Portes, etc.— e insiste en la necesidad de mantener "el nexo epistemológico" entre el extranjero (como categoría política) y el trabajador inmigrante (en su dimensión económica), manteniendo también la conexión entre lo cultural y lo social, lo diacrónico y lo sincrónico (lo temporal y lo permanente, lo cualitativo y lo cuantitativo...).

En el quinto y último capítulo, "De 'el' inmigrante a 'la' inmigrante", se reflexiona sobre la forma en que durante décadas la historiografía de las migraciones reprodujo el estereotipo de la mujer, sedentaria como Penélope, que espera pasivamente a Ulises, aventurero—migrante, que afronta el peligro en tierras lejanas. Hoy en día, sin embargo, cuando se multiplican los estudios que abordan el estudio de la migración femenina, la crítica de Green parece un tanto anacrónica. Hay que concederle la razón, no obstante, en su invitación a reescribir las historiografías desde esta nueva perspectiva: la mayoría de los trabajos sobre migración femenina se han concentrado en los flujos contemporáneos.

En suma, el atractivo de Repenser les migrations reside, ante todo, en la riqueza de las preguntas que plantea y en las vías de análisis que sugiere. Es interesante la revisión de la literatura francesa y estadunidense que presenta, y constituye indudablemente una lectura estimulante para quienes se interesan en el estudio de los flujos migratorios, y muy especialmente para quienes se aventuran en el método comparativo de manera más o menos explícita.

 

Notas

1 Entre las publicaciones de Nancy Green se cuentan los siguientes libros: The Pletz of Paris: Jewish Immigrant Workers in the Belle Epoque (Holmes & Meier Publishers, 1986),         [ Links ] Ready-to-Wear and Ready-to-Work: A Century of Industry and Immigrants in Paris and New York (Duke University Press, 1997) y Et ils peuplerent l'Amé         [ Links ]rique: L'Odysee des emigrants (París, Gallimard, 1994).         [ Links ]

 

Información sobre la autora

Olga Odgers Ortiz es profesora e investigadora en el Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte y doctora en sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Francia. Su principal línea de investigación es la migración de México a Estados Unidos y el cambio religioso. Uno de sus trabajos recientes es Identités frontalières. Immigrés mexicains aux Etats-Unis (París, L'Harmattan, 2001). Dirección electrónica: odgers@colef.mx.

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