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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

On-line version ISSN 2448-6914Print version ISSN 1665-8574

Latinoamérica  n.69 Ciudad de México Jul./Dec. 2019

https://doi.org/10.22201/cialc.24486914e.2019.69.57162 

Reseñas

Marcelo Rodríguez Arriagada y Marcelo Starcenbaum (comps.). Lecturas de Althusser en América Latina. Santiago de Chile: Editorial Doble Ciencia Limitada, 2017, 291 pp.

Diana Alejandra Méndez Rojasdamendezr@institutomora.edu.mx

Rodríguez Arriagada, Marcelo; Starcenbaum, Marcelo. Lecturas de Althusser en América Latina. Santiago de Chile: Editorial Doble Ciencia Limitada, 2017. 291,


El siglo XX fue testigo de la circulación y ampliación de las distintas familias asociadas al pensamiento de Karl Marx. Su linaje, amplio y caudaloso, transitó por caminos siempre diferenciados; así, encontró en partidos, sindicatos y asociaciones un eco de resonancia y, por supuesto, voces de réplica. La herencia marxiana es quizá la única dentro de las teorías sociales y políticas que, además de aspirar a la construcción de un conocimiento científico de la sociedad, se convirtió en una fuerte creencia política que arraigó en la voluntad de millones de personas alrededor del mundo. De esta forma, la centuria pasada encontró en pensadores como Herbert Marcuse, Antonio Gramsci o Georg Lukács, poderosas líneas de expansión del legado marxiano. Entre este amplio conjunto, que irradió con fuerza a la intelectualidad global, destacó durante las décadas de 1960 y 1970 el teórico francés Louis Althusser, figura clave en la renovación del discurso marxiano y también, de su crisis.

El estudio del proceso de recepción, problematización y apropiación de la obra de Althusser en América Latina ha abierto una línea de investigación interesada por situar históricamente la intervención del althuserianismo en términos teóricos y políticos (Rodríguez y Starcenbaum 2017: 7-9). Es en ese ánimo que el libro Lecturas de Althusser en América Latina —coordinado por el filósofo chileno Marcelo Rodríguez Arriagada y el historiador argentino Marcelo Starcenbaum— se propuso reunir estudios que han anudado el impulso por historizar el trayecto de Althusser en el subcontinente. Los coordinadores sostienen que actualmente existe un movimiento de recolocación que sitúa al althusserianismo como un objeto político-intelectual, entre cuyos abordajes sobresale el análisis histórico y la delimitación de una tradición intelectual. Por lo anterior, el volumen enriquece la visión que sobre la circulación y lectura de la obra de Althusser propusieron José Aricó en La cola del diablo (2005) y Óscar Terán en Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina, 1956-1966 (1993); dos relatos que combinaron las reconstrucciones históricas con las evaluaciones políticas de la izquierda latinoamericana.

Lecturas de Althusser en América Latina es un libro consistente al ofrecer una aproximación contextual de la difusión de las ideas de Althusser, es decir, una visión más equilibrada de sus contribuciones. Sin desconocer los avatares de la vida personal del francés —en particular los de sus padecimientos psiquiátricos— los once trabajos que componen la obra se distinguen por ofrecer un enfoque comprensivo antes que uno enjuiciador. Asimismo, los textos no reproducen las impugnaciones políticas e intelectuales de las corrientes oficiales o independientes, maoístas o trostkistas que censuraron y delegaron la obra del filósofo a causa de su polémica lectura de Marx. De esta suerte, se ofrece al lector una evaluación del impacto de la obra de Althusser en diversos campos del saber, al tiempo que se discute la pertinencia de la recuperación de sus postulados para la reflexión contemporánea desde la historia, la filosofía, la pedagogía, la sociología y el trabajo social.

En su estructura, el libro inicia con dos aproximaciones generales. La primera, corresponde a la reedición de un artículo del historiador Miguel Valderrama —asociado a la Universidad de Chile—, titulado “Althusser y el marxismo latinoamericano. Notas para una genealogía del (pos)marxismo en América Latina”. El texto, publicado a finales de la década de 1990, recoje los principales influjos de la obra de Althusser tras la “crisis del marxismo” y la debacle del socialismo histórico, al tiempo que aventura hipótesis para la comprensión del posmarxismo como relevo de sentido crítico. La segunda aproximación refiere al aporte de Bruno Bosteels —profesor en Columbia University— quien en su documento recupera las apreciaciones producidas en América Latina que cuestionaron la lógica lineal de la historia y del desarrollo capitalista desde la noción de “desarrollo desigual”; ello entronca con las recepciones diversas de Althusser al problematizar sobre las posibilidades de la práctica teórica en los márgenes y más allá del sentido filosófico. Ambos apartados exponen problemas que superan la circulación, por lo que permiten enfocar el horizonte desde el cual se leyó a Althusser en la región.

Los siguientes ocho capítulos se abocan al transcurso de la recepción crítica de Althusser en marcos nacionales, específicamente en Cuba, México, Brasil, Argentina y Chile. Estos acercamientos se distinguen por considerar el peso de la distribución de las obras impresas y también por destacar las particularidades de cada espacio. El primer material, preparado por Natasha Gómez —docente en la Universidad de La Habana— ofrece un panorama de las veredas que tuvo la teoría marxista en la isla, así como una exposición de la producción intelectual en el periodo posterior a la Revolución cubana y los debates en torno al marxismo-leninismo.

De la isla y su intenso periodo de producción en la década de los sesenta, el libro se traslada a México, con las secciones redactadas por Jaime Ortega, Víctor Hugo Pacheco y Susana Draper, quienes entregan un mapa de las distintas formas de apropiación de la obra del filósofo francés. Jaime Ortega —profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco— realiza una crítica del concepto “althusserianismo”, mostrando que bajo ese epíteto se han agrupado analíticamente posiciones teóricas y políticas diversas sin unidad ni en sus objetivos ni en sus métodos. Por su parte, Víctor Hugo Pacheco, doctorante en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, ofrece en su texto un panorama de la producción del mexicano Enrique González Rojo, señalando la imbricación de su concepción del trabajo intelectual con el concepto de “revolución articulada”, signo de la deuda del poeta con la obra de Althusser. En cambio, Susana Draper, académica en Princeton University, brinda en su documento indicaciones profundas sobre la forma en que la mexicana Fernanda Navarro recuperó y potencializó la difusión del último periodo de la obra del francés, y señala la originalidad de su planteamiento y las vías de una ruptura.

De México, sitio de gran importancia en la lectura de la obra de Althusser, el libro continúa el seguimiento de la recepción del filósofo en otras latitudes de la geografía latinoamericana. Así, para el caso de Brasil, Luiz Eduardo Motta, catedrático en la Universidade Federal do Rio de Janeiro, indaga el proceso de apropiación editorial de Althusser dentro del grupo de la revista Tempo Brasileiro, interesada en analizar la coyuntura desde una visión plural del marxismo, de ahí que el pensamiento de Althusser apareciera como motivo productivo sobre distintos temas, por ejemplo: la obra de Martín Heidegger, la comunicación de masas, el psicoanálisis y el concepto de ciencia; todo lo cual suscitó numerosas polémicas. En tanto que Lidiane Rodrigues, investigadora en la Universidade Federal de São Carlos, explora las implicaciones de la crítica que realizó el filósofo lukacsiano José Arthur Giannotti a las proposiciones de Althusser desde la ciudad de San Pablo. Sobre este punto, Rodrigues se detiene en describir el modus operandi de la crítica, explicando la metodología de la lectura de Giannotti a los escritos de Marx, que derivó de una tradición inaugurada por Lukács.

En este recorrido de la obra de Althusser se incluyen dos partes alusivas a la experiencia conosureña. La referente a Argentina corresponde a Marcelo Starcenbaum, adscrito a la Universidad Nacional de La Plata, quien analiza el papel y peso de la obra de Althusser entre un sector muy específico de la intelectualidad: los psicoanalistas. Con ello, Starcenbaum marca los lazos entre la práctica cultural-académica con una concepción política, situados entre las ideas de Jacques Lacan y el freudomarxismo. Del caso chileno, Claudio Aguayo, doctorante en Michigan University, aporta en su texto un análisis sobre la lectura de la obra del militante comunista Carlos Cerda, anclada en el proceso de triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular, así como en el rechazo abierto del Partido Comunista de Chile hacia la obra del francés. De este punto, Aguayo detecta una presencia subterránea en la evaluación que hace Cerda del triunfo de 1970 en clave althusseriana.

El libro culmina con el capítulo redactado por Nicolás Araú, maestro de la Universidad de La Plata, quien entrega al lector una reflexión sobre las diversas apropiaciones que se dieron en el ámbito del trabajo social, disciplina hasta ahora poco explorada en sus relaciones con las teorías sociales. Este título se distingue del resto por salir del análisis nacional y seguir los itinerarios de Althusser entre los trabajadores sudamericanos, mayoritariamente argentinos, brasileños, chilenos y uruguayos.

El conjunto de textos expresa motivaciones, intereses y temas recurrentes en la investigación latinoamericanista sobre el recibimiento de Althusser; a manera de síntesis, podemos mencionar tres aspectos. El primero es que se trata de un tema que hace parte de las variadas raíces del árbol marxista, de manera que, aunque Marx no aparece en primer plano, subyace su presencia en los debates teóricos y políticos. El segundo aspecto da cuenta de los problemas metodológicos al aproximarse a la investigación de la intelectualidad, como lo es el acceso a las fuentes (debates, revistas y entrevistas); así como la complejidad de contextualizar el contenido de las discusiones que eran habituales a mediados del siglo pasado y su proceso de atenuación al difuminarse las coordenadas geopolíticas emplazadas por la Guerra Fría. El tercer aspecto expresa lo ambiguo de un mote como el de “althusserianismo” para referirse a una multiplicidad de fenómenos, algunos de ellos discordantes.

El volumen, Lecturas de Althusser en América Latina es útil para conocer un balance general de la difusión de la obra del filósofo, no obstante, aún restan aspectos por cubrir. Por ejemplo, la escritura althusseriana en países no considerados en el libro que, sin ser casos tan destacados, aportarían precisión sobre el conocimiento de la ruta continental del pensamiento de Althusser y, al mismo tiempo, abonarían a la escritura de un estudio completo sobre la recepción en la región. Otro tema por explorar es el seguimiento a las trayectorias de las y los intelectuales que hicieron parte de la circulación de la obra del francés, particularmente de aquellos que abandonaron en los años noventa el campo del socialismo y el marxismo, lo que sumaría matices convenientes sobre la biografía de estos personajes.

En cualquier caso, el libro cumple su cometido al mostrar las múltiples formas de apropiación y proyecta la posibilidad de pensar la historia intelectual del marxismo desde debates, intercambios regionales, discusiones nacionales —o de coyuntura— y, sobre todo, de una diversidad de planteamientos, todos ellos conjugados a partir de los ánimos de renovación y eclosión de la crisis que desplazó progresivamente al marxismo del centro de la reflexión, desde la cual, la certeza ideológica iba acompañada de una consideración por la teoría. Esto quiere decir que no bastaban las discusiones al seno de la política inmediata, sino que los esfuerzos y voluntades también emplazaban las pretensiones de sistematización, racionalización y abstracción.

Diana Alejandra Méndez Rojas
damendezr@institutomora.edu.mx

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