SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número65Literatura y poder: García Márquez en México (1961-2014)La serialidad narrativa como estrategia editorial: la colección brasileña “Literatura ou Morte” índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.65 Ciudad de México jul./dic. 2017

https://doi.org/10.22201/cialc.24486914e.2017.65.56909 

Literatura y ensayo

Representaciones de la nación en el ensayo argentino. Una lectura crítica a la centralidad pampeana

Representations of the nation in the argentine essay. A critical reading to the pampean centrality

Ana Laura Elbirt* 

* Unidad Ejecutora en Ciencias Sociales Regionales y Humanidades (CONICET/Universidad Nacional de Jujuy) (analaura1605@yahoo.com.ar). Argentina.


Resumen:

En este artículo se examina el rol estratégico del ensayo argentino en la construcción de una identidad nacional, abarcando tres períodos: la Generación de 1837, la Generación de 1880 y el movimiento del Centenario de la República. Asimismo, se recupera la perspectiva de un intelectual “extracéntrico”, Bernardo Canal Feijóo, quien critica el ensayo de supuesta temática nacional, afirmando que la literatura argentina es la expresión de una sola porción del país: el litoral o la pampa. Se analiza su ensayo de “regionalización” de las producciones culturales, privilegiando un área compleja y dinámica: el “noroeste” argentino.

Palabras clave: Ensayo; Nación; Argentina; Identidad; Región

Abstract:

This article analyses the strategic role of the Argentinian essay in the building up of a national identity. The study encompasses three moments: the generation of 1837, the generation of 1880, and the Centenary of the Republic movement. It retrieves also the perspective of an “extra-centric” intellectual, Bernando Canal Feijóo, who criticizes the so-called national-themed essay, claiming that Argentinian literature is the expression of a single portion of the country: the coast, or the pampas. The author looks into Feijoo’s essay on the “regionalization” of cultural works, where he favours a complex and dynamic area, the Argentinian “northwest”.

Key words: Essay; Nation; Argentina; Identity; Region

Después de describir la selva y los Andes, Domingo Faustino Sarmiento clavó los ojos sobre el desierto -la pampa- y sentenció: el “mal que aqueja a la República Argentina es la extensión”.1 A partir de allí, presentó un diagnóstico (entre mitológico y científico, entre romántico e ilustrado) del inmenso problema nacional, como base para la elaboración de un programa de acceso a la modernidad.

En 1928 José Carlos Mariátegui publicó una de las tantas versiones de su obra titulada 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, comenzando con una suerte de advertencia:

Toda [mi] labor no es sino una contribución a la crítica socialista de los problemas y la historia del Perú. No faltan quienes me suponen un europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi país. Que mi obra se encargue de justificarme, contra esta barata e interesada conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales. Sarmiento que es todavía uno de los creadores de la argentinidad, fue en su época un europeizante. No encontró mejor modo de ser argentino.2

El pensador peruano afirmó, ochenta años después de la edición de Facundo, que su autor -a quien admiró profundamente- fundó una identidad nacional: “la argentinidad”, con la particularidad de haberla creado mirando a Europa.

Consciente del momento inaugural de su obra cumbre, Sarmiento caracterizó la literatura que necesitaban los emergentes estados hispanoamericanos:

Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de grandiosas escenas naturales, y sobre todo de la lucha entre la civilización europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia.3

El Facundo es el ensayo interpretativo por excelencia del siglo XIX; esta obra, junto con los escritos de Juan Bautista Alberdi y Esteban Echeverría, conocidos como la Generación de 1837, alcanzó la hegemonía cultural de prácticamente toda la segunda mitad de la centuria.4 En este trabajo exploramos el ensayo de temática nacional en dos tiempos: las ficciones fundacionales (conformación del Estado-nacional) y la crítica a este ensayismo en la extraordinaria y pionera obra de Bernardo Canal Feijóo (década de 1940). En ambos momentos se produjeron poderosas representaciones o formas de imaginar la nación, que buscaron incidir sobre la propia transformación del Estado argentino.

Ficciones de identidad. El ensayo de interpretación de la realidad nacional

Preocupado por construir la “peruanidad”, José Carlos Mariátegui interpretó que la literatura argentina había logrado fusionar perfectamente las raíces españolas e indígenas en la personalidad del gaucho.5 Al igual que muchos intelectuales de la época, Mariátegui encontró en el pensamiento argentino una enorme e identificable personalidad. En los primeros años del siglo XX, Argentina se ubicó en un lugar favorable en el concierto mundial bajo un modelo agroexportador sostenido por un “proceso exitoso de centralización estatal”.6 Esta situación, acompañada de un sólido proyecto de nación, configuró la imagen de un país que parecía encaminado a diferenciarse de otros países latinoamericanos.

La excepcionalidad argentina radica en que sólo allí iba a parecer realizada una aspiración muy compartida y muy constantemente frustrada en el resto de Hispanoamérica: el progreso argentino es la encarnación en el cuerpo de la nación de lo que comenzó por ser un proyecto formulado en los escritos de algunos argentinos cuya única arma política era su superior clarividencia.7

En la década de 1920 -momento de publicación de la citada obra de Mariátegui- se produjo un renovado intento por construir las naciones latinoamericanas a un siglo de las revoluciones de independencia. En este contexto entró en crisis un concepto que había sido clave para la intelectualidad continental: “la civilización”. Si años atrás algunos países europeos se constituyeron en un ejemplo a seguir, tras el horror de la Primera Guerra Mundial, las categorías de interpretación de la realidad ingresaron en una etapa de transformaciones. En este proceso de “definición vigorosa” de la “personalidad nacional”8 el ensayismo ocupó un lugar central.

El ensayo como “género natural” del pensamiento latinoamericano encontró su momento “fundacional” en los procesos independentistas, cuando se originó “el autodescubrimiento de América por los americanos” y comenzó “el franco camino hacia la emancipación política e intelectual”.9

A lo largo del siglo XIX, el ensayo político encarnado en las élites ilustradas se unió al proyecto romántico-liberal, acompañado de un nuevo imaginario en el que se pensó la conformación de las naciones para los flamantes estados. Se suscitaron, sobre todo en la segunda mitad de la centuria, una serie de debates intelectuales en torno a las características que debía tener cada nación.10 De esta manera, se afirmó un ensayo vinculado estrechamente a “la expansión del espacio público y su puesta al servicio de nuevas formaciones discursivas”.11

Considerado “la unidad más compleja que existe en la actualidad”, el Estado-nación puede ser interpretado desde tres líneas teóricas:12 la primera es la “esencialista”, porque reconoce la concordancia entre Estado, nación, territorio, cultura e identidad, asegurando que existe un “ser nacional”. La segunda línea es la “constructivista” y se apoya en la idea de nación como “comunidad imaginada”: “las naciones fueron construidas por los Estados mediante diferentes dispositivos que incluyen la educación, los símbolos nacionales, los mapas, los censos, los mitos, los rituales y un conjunto de derechos”.13 La tercera perspectiva se denomina “configuracional” y se afirma en pensar la identidad nacional como una instancia heterogénea.14

Entre estas definiciones nos detenemos en la multicitada propuesta conceptual de Benedict Anderson: “la nacionalidad, o la ‘calidad de nación’ […] al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase particular”.15 La nación es una especie de ficción que le permite construirse como “limitada” en un espacio; al mismo tiempo que se conforma como “soberana” en ese territorio y se imagina como “comunidad”, en donde las diferencias y desigualdades quedan “aplastadas” por un sentimiento profundo de compañerismo horizontal.

La constitución de los estados nacionales en Hispanoamérica implicó un largo proceso de concentración de poder en una élite y la afirmación de una hegemonía cultural16 en estrecha vinculación con los aparatos estatales. De esta manera, se estableció un espacio económico unificado y una cultura ficticiamente homogénea como base para la unidad política.17

Si el diario y la novela contribuyeron a la formación de los estados nacionales europeos a fines del siglo XVIII, en estas latitudes la literatura cumplió también el papel de “ficción fundacional”. Así, “el mundo del lenguaje, y especialmente el de las letras”, fue “un medio determinante para la formación de un imaginario de nación”.18

La misma noción de “nación” -o “patria”, en la terminología del XIX- como espacio discursivo y simbólico es una ficción, sobre todo si consideramos la contradicción entre la supuesta homogeneidad de esta categoría en sus versiones dominantes durante el XIX y la heterogeneidad real de las sociedades latinoamericanas.19

En Argentina, los principios de la Ilustración que impulsaron la emancipación guiaron también la organización del Estado-nacional, etapa que demandó una literatura “al servicio del nuevo estado republicano y que difundiera los ideales de libertad, civilización y progreso como los pilares fundamentales del proyecto nacional en gestación”.20 En este contexto, apareció en escena el “primer movimiento intelectual animado de un propósito de interpretación de la realidad argentina que enfatizó la necesidad de construir una identidad nacional”.21 Este grupo, autodenominado Nueva Generación, defendió la hegemonía de los letrados, justificada por la “posesión de un acervo de ideas y soluciones” para orientar a la sociedad.22

En Juan Bautista Alberdi, fundamentalmente, pero también en Domingo Faustino Sarmiento, esta idea del intelectual como guía fue crucial. Tras la guerra civil, el primero estudió de forma comparativa la Revolución francesa y el proceso de emancipación en el Río de La Plata: la diferencia que notó fue que nosotros empezamos con los hechos -las armas- y todavía no habíamos logrado un pensamiento ordenado apoyado en los valores de libertad. Para Alberdi, el proceso que seguía al periodo de la espada, estaba signado por la filosofía, etapa que debía tener por líderes a quienes estuvieran encargados de estructurar un modelo de acción política. La nacionalidad, entonces, fue concebida como la consecuencia de un pensamiento que la organiza y no su antecedente.

El ensayo de interpretación fue clave para la construcción de esta filosofía necesaria para la consolidación de la nación. De ahí la escritura propositiva del ensayo argentino y la autoconciencia de sus autores acerca del potencial de sus obras como creadoras de realidad.

Nadie como Sarmiento creyó en el poder de la palabra. Las de su Facundo no sólo iban a abrirle las puertas de los salones europeos, labrarle una carrera política y provocar la caída de Rosas; también le permitiría crear la geografía de la patria, ordenarla y poblarla.23

Los pensadores a los que hicimos referencia inauguraron una larga tradición -con resonancia en la actualidad- que “identifica en el territorio la clave de los males del país”.24 La pampa, esa naturaleza inmensa e inhóspita, indica la ausencia de pasado y de huellas culturales en las que anclar una nueva matriz civilizatoria necesaria para una nación moderna.25

Esta invención del vacío o “tabula rasa” es esencial para comprender la edificación del Estado-nacional. La idea de trasplantar una nueva civilización en el desierto es una constante en el ensayo decimonónico: para Sarmiento el trasplante cultural debía realizarse a partir de la educación, entendida como una práctica que modificaba las “malas costumbres”; en contraposición, para Alberdi, era necesario “modificar el sustrato poblacional” para “infundir materialmente la cultura moderna”,26 puesto que con instrucción no se alcanzaban los cambios deseados.

El sanjuanino, impulsor de la educación pública, consideró que el trasplante debía realizarse desde las semillas, postura contraria a la de Alberdi, para quien este proceso se resolvía por medio del “gajo”. Al prender en el suelo, esos racimos generarían una matriz de comportamiento; por esta razón, para Alberdi, la República Argentina debía generar las condiciones legales para la llegada de los “gajos”: los inmigrantes.

Sin embargo, Alberdi entendía que en Europa, como en América, había una “geografía de la barbarie”,27 por lo que privilegió la inmigración selectiva de ingleses (ejemplares industriales) y franceses (pensadores extraordinarios).

Dentro de las inconmensurables diferencias, un aspecto semejante en los pensamientos de Alberdi y Sarmiento se encuentra en el valor que le otorgaron a la “dictadura” de Juan Manuel de Rosas. Ambos creyeron que “al enseñar a los argentinos a obedecer”, este caudillo había sentado algunas bases “indispensables para cualquier institucionalización de orden político”.28 Por otro lado, estos románticos consideraron que la persecución de Rosas a sus detractores, les otorgó a los intelectuales de la Nueva Generación el contacto con “las ideas más avanzadas del mundo”, aspecto beneficioso en la formulación de un programa nacional.29

Herederos de las ideas del círculo de pensadores de 1837, la llamada Generación del 1880 fue una inusitada conjunción de gobernantes, administradores e intelectuales que lograron la estructuración del Estado-nacional y el establecimiento de un andamiaje institucional moderno. La derrota de las facciones provinciales, la federalización de la ciudad de Buenos Aires y la sanción de leyes laicas de educación, fueron algunas de las acciones políticas que derivaron en la centralización y consolidación de esta institucionalidad.

En un escenario signado por el romanticismo de la generación precedente y el positivismo en alza, las élites gobernantes impulsaron la modernización, al mismo tiempo que se preocuparon por sus consecuencias: los inmigrantes, lejos de traer la “civilización” como imaginó Alberdi, transformaron la sociedad argentina y pusieron en jaque el “orden conservador”.30 En este marco, los viejos criollos, despreciados por el pensamiento ilustrado anterior, son revalorizados como los verdaderos íconos de la nacionalidad. De esta manera, la producción ensayística se tiñó del lamento tradicionalista “típico de las épocas de cambio”.31

En los inicios del siglo XX, Buenos Aires y el litoral sufrieron profundas transformaciones, debido a la creciente proletarización de los inmigrantes empobrecidos que habían llegado al país por las políticas promovidas desde el propio Estado. En este escenario, surgió el movimiento del primer nacionalismo cultural o movimiento cultural del Centenario. Éste se preocupó por encontrar los orígenes de la “raza argentina” en una sociedad heterogénea y en proceso de modernización que hacía peligrar la estructura conservadora-oligárquica en el poder.

En esta etapa, las lecturas renovadas del poema Martín Fierro de José Hernández fueron centrales en la construcción del mito de la identidad argentina: el gaucho.32 Si a mediados del siglo XIX la figura del gaucho fue parte de una “realidad bárbara”, a principios del siglo XX se transformó en “el símbolo con el que se trama una tradición nacional que el progreso amenaza con disolver”.33

Una mirada crítica al ensayo fundacional

Admirador de la “vigorosa” argentinidad, José Carlos Mariátegui entendió que la literatura peruana, a diferencia de la argentina, nació de una importación e imitación de la literatura española. Para este crítico, una de las causas principales de la ausencia de literatura “nacional” en Perú se encontraba en la tajante división regional: “la costa” y “la sierra”. La primera (tierra baja) fue considerada como española y criolla, mientras que en las serranías habitaba el cimiento de la verdadera peruanidad: lo indígena.34

Lo interesante de la lectura de este “marxista-indigenista”, como se le ha definido, se encuentra en el concepto que propuso de “región”, entendida como un espacio dinámico de “raíces más antiguas que la nación misma” que no depende de una norma administrativa del Estado.

Posiblemente Mariátegui no pudo advertir en la literatura argentina lo que sí le criticó a la creación estética en su país: el centralismo. Paralelamente al peruano, en Argentina, Bernardo Canal Feijóo impulsó desde Santiago del Estero la creación de una organización cultural con el objetivo de ampliar una “imaginación nacional” que consideró afectada únicamente por el “sentimiento pampeano” .35

Por aquella época se hicieron notorios los “desequilibrios resultantes de las políticas económicas y sociales del modelo agroexportador”: el desarrollo del litoral en todos los aspectos y el empobrecimiento de las provincias del interior.36 En este momento, se creó en dicha provincia la Asociación Cultural La Brasa, que funcionó entre 1925 y 1946, espacio conformado por una diversidad de intelectuales y profesionales, quienes siguieron sus estudios universitarios en Buenos Aires, Córdoba y Tucumán. Las actividades del grupo estuvieron centradas en la realización de investigaciones sobre temáticas cruciales como “el lugar que debía ocupar la provincia entre las demás provincias, en la nación y en el mundo”.37

Con la fundación de esta asociación, Canal Feijóo, su principal referente, construyó un importante proyecto que vinculamos a Mariátegui: la necesidad de rescatar lo indígena como componente ineludible de la nacionalidad. Este programa articuló las preocupaciones de un conjunto de intelectuales de la vida social y cultural por el desarrollo integral de Santiago del Estero, en el marco de lo que denominaron “la región del noroeste argentino”, a partir de la crítica a la historiografía y cartografía dominante desde el siglo XIX, centrada en el litoral (la pampa).

Al mismo tiempo que los integrantes de La Brasa propusieron un plan para transformar la región, tuvieron que “inventar” el pasado, es decir, construir las bases en las cuales anclar ese futuro imaginado. Si la tradición ensayística de mediados del siglo XIX forjó una imagen de país “sin raíces ni pasado”,38 entonces se tornaba urgente hacer visibles las falacias de esta representación y sus desgarradores efectos. Para Canal Feijóo, el “desierto” (“el espacio vacío”) fue una creación literaria que le permitió a Alberdi explicar la falta de orientación argentina: “la historia de la civilización era una sola” (la europea), por lo que resultaba necesario expandirla (injertarla) en una realidad americana considerada prehistórica o “sin historia”.39

De esta manera, los integrantes de la Generación del 1837 produjeron una metáfora que marcó a fuego la nacionalidad, en ella se representó la independencia “como una planta, pero de raíces aéreas, o como un gajo arrancado de un inmenso árbol que existe en otra parte y que hay que trasplantar, arraigar y aclimatar en la tierra americana”.40

Este ensayismo, marcado por el ideario de que “la historia nacional se encaminaba (o debía encaminarse) hacia la absorción o asunción” de la cultura europea,41 fue duramente criticado por Canal Feijóo, quien rompió con “una larga tradición etnocéntrica sesgada por la invisibilización del fondo indígena” contenido en América.42 Este intelectual periférico dentro del campo cultural argentino, sostuvo que la Constitución Nacional de 1853, pensada por Alberdi, preparó el terreno para las campañas de exterminio del indio y el arrebato de las múltiples facultades de las provincias en función de un poder central afincado en Buenos Aires.

Apoyándose en una lectura crítica de la historiografía nacional romántica, Canal Feijóo entendió que las obras de Sarmiento y Alberdi fueron cruciales para la conformación de la conciencia nacional. A partir de este argumento desarrolló su teoría sobre la estructura mediterránea argentina, conjunto de proposiciones fundamentales para entender la “región” y como forma de diversificar las representaciones dominantes de la nación argentina centralizada en la pampa.

Canal Feijóo esquematizó la “historia de la civilización argentina como una historia de dos ciudades”,43 para ello hizo referencia a dos ciclos de fundación: “la Ciudad concéntrica y mediterránea por antonomasia (la ciudad de la Conquista y la Colonia) y la Ciudad excéntrica y litoral por antonomasia (la ciudad que nace asomada al borde circunferencial de la Conquista, en inspiración ya evasiva”.44

Estas dos ciudades, planteadas desde el sistema colonial, estuvieron marcadas por una tensión: la ciudad mediterránea (como las del actual noroeste del país)45 fue “dominial y colonial”, mientras que la otra tuvo una “vocación marina” e “independiente” (Buenos Aires). Poco a poco, esa tensión “se resolvería en una hegemonización, y la historia argentina, figurable como una interesante historia de dos ciudades durante un amplio lapso, acabaría figurable como una monótona historia de una sola ciudad”, la ciudad litoral.46

Este largo proceso de centralización del Estado-nacional, es decir, de “hegemonización” del litoral, se manifiesta en la experiencia artístico-cultural, tal y como lo advirtió Mariátegui cuando pensó la literatura peruana como eminentemente costeña:

Falta un testimonio auténticamente nacional. [Los más grandes escritores] poseen únicamente el sentimiento de las pampas […] la impresión final es que las letras argentinas, lo mismo que la civilización”, se han apoderado de las pampas mejor que de las selvas y montañas.47

La revalorización de lo indígena como componente primordial de la identidad argentina, fue una constante en la obra de Canal Feijóo, sobre todo en sus estudios folclóricos en los que incorporó originalmente el psicoanálisis freudiano: “el fondo indígena reprimido/forcluido perduraría en prácticas, bienes y valores del presente: tejidos, arquitectura, vínculos con la naturaleza, leyendas, fiestas y creencias religiosas guardan un lazo residual con el elemento aborigen, relegado al plano inconsciente”.48

El trabajo de Canal Feijóo continuó tras la disolución de La Brasa, con la organización del Primer Congreso de Planificación Integral del Noroeste Argentino (PINOA) en 1946, encuentro que tuvo por objetivo “estudiar los problemas físicos, económicos, sociales y culturales” de las provincias del norte del país.49 Lo “novedoso” de este espacio consistió en la delimitación de la región del noroeste presente en las distintas cartografías publicadas por el PINOA.

Como señalamos en el apartado anterior con el concepto de “comunidades imaginadas”, los mapas escolares son elementos imprescindibles en la formación de la identidad nacional, porque “producen efectos poderosos acerca de cómo imaginamos nuestro territorio” y lo incorporamos a los procesos identificatorios.50

En el PINOA los mapas elaborados a partir de las distintas investigaciones cumplieron “la tarea de abrir la imaginación, poner en cuestión demarcaciones, generar posibilidades, jugando con la capacidad de invención para la articulación territorial desde puntos de vista diversos”.51 En este sentido, el trabajo de Canal Feijóo como impulsor y organizador del grupo La Brasa y del PINOA, resulta interesante para abordar la imaginación territorial de un ensayismo preocupado por la “realidad ultrapampeana”.52 Lo original de este intelectual es que propuso estudiar el noroeste argentino sin demarcaciones previas y estancas, sino más bien, con el interés de producir la región a medida que se la investigaba bajo distintos criterios.

Si la Generación de 1837 y los fundadores de la historiografía nacional contribuyeron a una “imaginación nacional” sesgada, Canal Feijóo no adoptó una posición “provincialista”, por el contrario, sugirió respuestas (o nuevas preguntas) integradoras para el desarrollo del país, de acuerdo con los parámetros del momento. Respuestas que se apoyaron en numerosos estudios iniciados y publicados por los espacios culturales que promovió durante largos años.53

El ensayo nacional como mapa. Consideraciones finales

La fuerza del ensayo se encuentra en su capacidad de producir representaciones sociales. En este sentido, el ensayo, más que una “clave de interpretación”, es una fuente de creación de imágenes que son constituyentes de “fragmentos completos de la realidad”.54

En este artículo analizamos una de las formas de imaginar la nación en el “ensayo extracéntrico”, a partir de la conformación de mapas regionales. El ensayo es una narrativa extraordinaria para comprender las distintas miradas sobre lo social, miradas que inciden en la reproducción o transformación de la realidad.

En Bernardo Canal Feijóo, su interés por la investigación interdisciplinaria para sacar del estancamiento al noroeste argentino, lo llevó a configurar un concepto de región como aquello que no existe per se, sino que implica un proceso de delimitación. En este sentido, la región puede entenderse como el “acto mismo de poner esos límites, o más precisamente, el constructo mental o social, según el marco conceptual en el que estemos trabajando, en el cual imaginamos esos límites”.55

De esta manera, sugerimos abordar el trabajo de Canal Feijóo como el de un intelectual “extracéntrico”. Nos remitimos en este caso a la construcción teórica propuesta por Ana Teresa Martínez, quien se pregunta por la condición de “provincianía” en la producción cultural “nacional”: la provincianía es “un punto de mira y un punto de vista, un lugar que el centro no ve y desde donde el centro no ve”.56 En esta línea, expresa que “analizar la producción de un autor extracéntrico es también descubrir por entre medio de su palabra lo invisible para el centro, es decir aquello que se desprende de la particularidad del lugar”.57

Se observará que utilizamos la categoría “extracéntrico” en lugar de “periférico”, pues ésta nos posibilita salirnos de los binomios estancos y pre-establecidos como centro/periferia y modernidad/tradición. Si bien es cierto que desde mediados del siglo XIX, Buenos Aires ocupa -por un largo proceso de concentración- una posición dominante en el espacio argentino, esto no significa que todo lo que se produce por fuera de esta ciudad sea “periférico”. Uno de los errores comunes que destacan acertadamente Ana Clarisa Agüero y Diego García es entender que para “completar una imagen de la cultura nacional usualmente concentrada en los sectores letrados de la capital del país”, resulta necesario “expandir el área territorial y el área social”.58 El establecimiento de un espacio asignado de antemano al “centro” y a la “periferia” y sus valores asociados, no nos hace avanzar en la comprensión relacional y de conjunto sobre la circulación de las ideas en Argentina,59 la configuración de redes intelectuales que la atraviesan y tensionan, la conformación de espacios culturales que desbordan incluso los límites nacionales en el orden jurisdiccional, entre otros aspectos.

En el caso de la matriz centro/periferia, ésta tiene un “fuerte sesgo valorativo” porque el “centro siempre aparece como un modelo de producción cultural” que en las periferias alcanza “una manifestación degradada”.60 La posición contraria a esta apreciación, pero igualmente extrema, es la “exaltación localista” que postula la supremacía de “lo local”, aislándolo de sus relaciones con ámbitos más amplios y complejos.

Por las fechas de sus publicaciones, en Canal Feijóo no actuó la división regional administrativa planificada por el Estado-nacional, sin embargo, presentó una idea de región como un espacio dinámico y a construir por la investigación. Si bien se opuso a calificar como “nacional” a la literatura centralizada en Buenos Aires, no optó como salida una lógica regional que respondiera al mismo proceso de delimitación de fronteras políticas en un nivel más pequeño o subnacional.61

La pampa, o aquello que habitualmente llamamos “pampa”, puede ser definida desde distintas aristas. Horacio González denomina “pampa” un “conjunto de escritos argentinos” que fueron “elaborados, leídos y en su mayor parte olvidados”. 62 Pero además, entiende por “pampa” un “rasgo” del paisaje “persistente en la imaginación, en la nomenclatura y en la voz coloquial de este país”.63

En Los confines de Occidente, editado originalmente en 1954, Bernardo Canal Feijóo discutió con la tradición ensayística inaugurada por la Generación del 1837: el ensayo argentino contribuyó definitivamente al centralismo, al crecimiento del litoral y al empequeñecimiento de la Argentina “mediterránea”, fundamentalmente de sus ciudades más antiguas ubicadas hacia el norte, en la antigua ruta que se encontraba con el Alto Perú en tiempos coloniales. El ensayo nacional, para Canal Feijóo, configuró una “imaginación nacional” afincada en el paisaje de la pampa.

En el clásico ensayo Orientalismo, Edward Said define el Oriente como una invención que se produce como parte de un proyecto colonial. Este autor coloca en el centro del problema las relaciones culturales, y cómo el trabajo intelectual/académico consolida un conjunto de representaciones sociales: “el orientalismo es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente”.64 La obra de Canal Feijóo sirve para pensar el ensayismo de temática nacional en el sentido planteado por Said: “la pampa” es una creación literaria que ha servido para edificar una argentinidad rioplatense que le da la espalda a las “selvas y montañas”.65

Los escritos de Bernardo Canal Feijóo, singulares para su época, permiten problematizar la abstracta y obtusa existencia de un “pensamiento nacional” o, en su defecto, un “pensamiento regional”. Si el ensayo ha servido para configurar la nación también puede contribuir a su deconstrucción, si entendemos que el pensamiento y las identidades culturales no se forman en un territorio asignado, sino más bien en cartografías dinámicas que el propio ensayo permite trazar.

Bibliografía

Agüero, Ana Clarisa y Diego García, “A modo de epílogo. Culturas locales, culturas regionales, culturas nacionales. Cuestiones conceptuales y de método para una historiografía por venir”, en Culturas interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura, Villa María, Eduvim, 2016. [ Links ]

Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo, “La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos”, en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Ariel, 1997. [ Links ]

Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, FCE, 1993. [ Links ]

Arias Saravia, Leonor, La Argentina en clave de metáfora. Un itinerario a través del ensayo, Buenos Aires, Editorial corregidor, 2000. [ Links ]

Borges, Jorge Luis, El tamaño de mi esperanza, Buenos Aires, Seix Barral, 1995. [ Links ]

Botana, Natalio, El orden conservador, Buenos Aires, Hyspamérica Ediciones Argentinas, 1985. [ Links ]

Canal Feijóo, Bernardo, “El Norte”, Leonor Arias Saravia [ed.], Ensayos, Buenos Aires, La Crujía, 2010. [ Links ]

_____, Los confines de Occidente, Buenos Aires, Las cuarenta, 2007. [ Links ]

Carreras, Sandra y Katja Carrillo Zaier, Las ciencias en la formación de las naciones americanas, Madrid, Iberoamericana, 2014. [ Links ]

Elbirt, Ana Laura, “Historias manchadas. Una antigenealogía del concepto de lo abigarrado en el área andina”, en Revista Estudios Sociales del NOA, núm.16, Buenos Aires, Instituto Interdisciplinario Tilcara, 2016. [ Links ]

Funes, Patricia, Salvar la nación. Intelectuales, cultura y política en los años veinte latinoamericanos, Buenos Aires, Prometeo, 2006. [ Links ]

Gamerro, Carlos, Facundo o Martín Fierro. Los libros que inventaron la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2015. [ Links ]

González, Horacio, Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina del siglo XX, Buenos Aires, Colihue, 2007. [ Links ]

Gorelik, Adrián, Miradas sobre Buenos Aires. Historia cultural y crítica urbana, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013. [ Links ]

Grimson, Alejandro, Mitomanías argentinas. Cómo hablamos de nosotros mismos, Buenos Aires, Siglo XXI , 2013. [ Links ]

_____, Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012. [ Links ]

Halperin Donghi, Tulio, “Una nación para el desierto argentino”, en Proyecto y construcción de una nación: Argentina, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980. [ Links ]

Káliman, Ricardo, “Un marco (no global) para el estudio de las regiones culturales”, en Journal of Iberian and Latin American Studies, 1999. En https://www.academia.edu/1323858/Un_marco_no_global_para_el_estudio_de_las_regiones_culturales (fecha de consulta: 12 de febrero de 2017). [ Links ]

Lagos, Gabriel, “El nacionalismo de Ricardo Rojas en tiempos del Centenario (1900-1916)”, en Cuadernos FHyCS-UNJu, núm. 45, San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 2014. [ Links ]

Mailhe, Alejandra, “Inconsciente y folclore en el ensayismo de Bernardo Canal Feijóo”, en Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, núm. 56, México, CIALC-UNAM, 2013. [ Links ]

Maíz, Claudio, “Tarja (Jujuy, 1955-1960): la cultura de los bordes”, en Revista de Literaturas Modernas, vol. 43, núm. 1, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 2013. [ Links ]

Mariátegui, José Carlos, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Caracas, Biblioteca Ayacucho , 2007. [ Links ]

Martínez, Ana Teresa, “Los mapas del Primer Congreso de Planificación Integral del Noroeste Argentino, o la región como búsqueda”, en Población & Sociedad, vol. 23, núm. 2, San Miguel de Tucumán, Instituto Superior de Estudios Sociales, 2016. [ Links ]

_____, “¿Prólogo o post-scriptum?”, en Claudia Salomón Tarquini y María de los Ángeles Lanzillotta [eds.], Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina (siglo XX), Rosario, Prohistoria/Santa Rosa/EDULPam, 2016. [ Links ]

_____, “Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico”, en Prismas, revista de historia intelectual, núm. 17, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2013. [ Links ]

Ocampo, Beatriz, La nación interior. Canal Feijóo, Di Lullo y los hermanos Wagner: el discurso cultural de estos intelectuales en la provincia argentina de Santiago del Estero, Buenos Aires, Antropofagia, 2007. [ Links ]

Pasolini, Ricardo, “La historia intelectual desde su dimensión regional: algunas reflexiones”, en Prismas, Revista de historia intelectual, núm. 17, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes , 2013. [ Links ]

Poderti, Alicia, “La nación imaginada. Trayectos ideológicos y ficcionales en el espacio andino”, en Anales Nueva Época, núm. 2, Gotemburgo, Göteborg University, 1999. [ Links ]

Prieto, Adolfo, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI , 2006. [ Links ]

Said, Edward, Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, 2008. [ Links ]

Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo. Civilización y barbarie, Buenos Aires, Losada, 1945. [ Links ]

Schmidt-Well, Friedhelm, “Introducción: ficciones y silencios fundacionales”, en Friedhelm Schmidt-Well [ed.], Ficciones y silencios fundacionales. Literaturas y culturas poscoloniales en América Latina (siglo XIX), Madrid, Iberoamericana , 2003. [ Links ]

Terán, Oscar, Historia de las ideas en Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI , 2015. [ Links ]

________, “Prólogo” a Política y sociedad en Argentina, selección de textos de Juan Bautista Alberdi, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2005. [ Links ]

Weinberg, Liliana, “Ensayo e interpretación de América”, en Mercedes de Vega [coord.], La literatura hispanoamericana (La búsqueda perpetua: lo propio y lo universal de la cultura latinoamericana), México, Secretaría de Relaciones Exteriores. [ Links ]

1Domingo Faustino Sarmiento, Facundo. Civilización y babarie, Buenos Aires, Losada, 1945, p. 27.

2José Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2007, p. 6.

3Sarmiento, op. cit., p. 46.

4Oscar Terán, Historia de las ideas en Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015, p. 61.

5Sobre la crítica a la literatura peruana desde un procedimiento comparativo con la literatura argentina, véase “Historias manchadas. Una antigenealogía del concepto de lo abigarrado en el área andina”, en Revista Estudios Sociales del NOA, núm.16, Buenos Aires, Instituto Interdisciplinario Tilcara, 2016, pp.107-130.

6Patricia Funes, Salvar la nación. Intelectuales, cultura y política en los años veinte latinoamericanos, Buenos Aires, Prometeo, 2006, p. 21.

7Tulio Halperin Donghi, “Una nación para el desierto argentino”, en Proyecto y construcción de una nación: Argentina, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980, pp. 11 y 12.

8Mariátegui, op. cit., p. 197.

9Liliana Weinberg, “Ensayo e interpretación de América”, en Mercedes de Vega [coord.], La literatura hispanoamericana. (La búsqueda perpetua: lo propio y lo universal de la cultura latinoamericana), México, Secretaría de Relaciones Exteriores, p. 211.

10Caracterizamos este ensayo como “instrumental” o “literatura de compromiso” porque adquirió una función estratégica dentro de un programa político: Leonor Arias Saravia, La Argentina en clave de metáfora. Un itinerario a través del ensayo, Buenos Aires, Editorial Corregidor, 2000, p. 102.

11Weinberg, op. cit., p. 213.

12Alejandro Grimson, Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, p. 168.

13Ibid., p. 162.

14Ibid., p. 163.

15Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, FCE, 1993, p. 21.

16Para legitimar su soberanía, los nuevos estados ingresaron en un complejo terreno de disputa simbólica en la sociedad civil y sus instituciones (la iglesia, la escuela, los partidos, la prensa), escenarios estratégicos de participación de los intelectuales.

17Sandra Carreras y Katja Carrillo Zaier, Las ciencias en la formación de las naciones americanas, Madrid, Iberoamericana, 2014, p. 12.

18Gabriel Lagos, “El nacionalismo de Ricardo Rojas en tiempos del Centenario (1900-1916)”, en Cuadernos FHyCS-UNJu, núm. 45, San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 2014, p. 2012.

19Friedhelm Schmidt-Well, “Introducción: ficciones y silencios fundacionales”, en Friedhelm Schmidt-Well [ed.], Ficciones y silencios fundacionales. Literaturas y culturas poscoloniales en América Latina (siglo XIX), Madrid, Iberoamericana, 2003, p. 11.

20Alicia Poderti, “La nación imaginada. Trayectos ideológicos y ficcionales en el espacio andino”, en Anales Nueva Época, núm. 2, Gotemburgo, Göteborg University, 1999, p. 10.

21Oscar Terán, op. cit., p. 61.

22Halperin Donghi, op. cit., p. 14.

23Carlos Gamerro, Facundo o Martín Fierro. Los libros que inventaron la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2015, p. 19.

24Adrián Gorelik, Miradas sobre Buenos Aires. Historia cultural y crítica urbana, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013, p. 20.

25Es interesante la crítica de Jorge Luis Borges a Sarmiento, a quien culpa de eliminar al criollo y europeizar la Argentina. Véase Jorge Luis Borges, El tamaño de mi esperanza, Buenos Aires, Seix Barral, 1995.

26Oscar Terán, “Prólogo” a Política y sociedad en Argentina, selección de textos de Juan Bautista Alberdi, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2005, p. 25.

27Ibid., p. 31.

28Halperin Donghi, op. cit., p. 19.

29Ibid., p. 23.

30Natalio Botana, El orden conservador, Buenos Aires, Hyspamérica Ediciones Argentinas, 1985.

31Terán, Historia de las ideas en Argentina..., p. 114.

32Adolfo Prieto establece que en el periodo que va desde 1880 a 1910 predominó la “expresión criolla” o “acriollada” como forma de unión de “los diversos fragmentos del mosaico racial y cultural” provocado por la oleada inmigratoria de fines del siglo XIX. Para los “grupos dirigentes de la población nativa, ese criollismo pudo significar el modo de afirmación de su propia legitimidad y el modo de rechazo de la presencia inquietante del extranjero. Para los sectores populares de esa misma población nativa, desplazados de sus lugares de origen e instalados en las ciudades, ese criollismo pudo ser la expresión de nostalgia o una forma sustitutiva de rebelión contra la extrañeza y las imposiciones del escenario urbano. Y para muchos extranjeros pudo significar la forma inmediata y visible de asimilación, la credencial de ciudadanía”. Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006, p. 18.

33Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, “La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos”, en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Ariel, 1997, p. 184.

34Mariátegui, op. cit., p. 170.

35Bernardo Canal Feijóo, “El Norte”, en Leonor Arias Saravia [ed.], Ensayos, Buenos Aires, La Crujía, 2010, p. 97.

36Ana Teresa Martínez, “Los mapas del Primer Congreso de Planificación Integral del Noroeste Argentino, o la región como búsqueda”, en Población & Sociedad, vol. 23, núm. 2, San Miguel de Tucumán, Instituto Superior de Estudios Sociales, 2016, p. 127.

37Beatriz Ocampo, La nación interior. Canal Feijóo, Di Lullo y los hermanos Wagner: el discurso cultural de estos intelectuales en la provincia argentina de Santiago del Estero, Buenos Aires, Antropofagia, 2007, p. 78.

38Ibid., p. 30.

39Bernardo Canal Feijóo, Los confines de Occidente, Buenos Aires, Las cuarenta, 2007, p. 88.

40Ibid., p. 87.

41Ibid., p. 97.

42Alejandra Mailhe, “Inconsciente y folclore en el ensayismo de Bernardo Canal Feijóo”, en Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, núm. 56, México, CIALC-UNAM, 2013, p. 164.

43Bernardo Canal Feijóo, Los confines de Occidente..., p. 134.

44Ibid., p. 133.

45Como desarrolla Beatriz Ocampo, Santiago del Estero fue la primera ciudad fundada en actual suelo argentino en 1570. Ésta se constituyó en una sede importante dentro del Virreinato del Perú como referente religioso y educativo, pero además, al encontrarse en un lugar estratégico, cumplió con la función de asentamiento, desde donde partieron expediciones que fundaron otras ciudades “mar adentro”: Córdoba (1573), Salta (1582), La Rioja (1591), San Salvador de Jujuy (1593) y San Fernando del Valle de Catamarca (1683). Con la creación del Virreinato del Río de La Plata en 1776, esta ciudad pasó a formar parte de esta jurisdicción y a perder peso en la recomposición administrativa de la última etapa colonial. Ocampo, op. cit., p. 69.

46Canal Feijóo, Los confines de Occidente..., p. 134.

47Bernardo Canal Feijóo, “El Norte”, p. 98.

48Mailhe, op. cit., p. 171.

49Ana Teresa Martínez, op. cit., p. 116.

50Alejandro Grimson, Mitomanías argentinas. Cómo hablamos de nosotros mismos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013, p. 33.

51Martínez, op. cit. p. 133.

52Bernardo Canal Feijóo, “El Norte”, p. 98.

53Claudio Maíz utiliza la denominación “ensayo de interpretación nacional basado en la intuición, el esencialismo y lo telúrico” para referirse a Ezequiel Martínez Estrada y Héctor Murena. Esta categoría puede resultar por momentos pertinente para reflexionar sobre el pensamiento de Bernardo Canal Feijóo. Sin embargo, en el santiagueño el tratamiento de la identidad indígena no reviste un carácter de “esencialista”, puesto que hay una noción de identidad como un proceso en permanente construcción. De todas maneras, la voluntad por encontrar en el pasado argumentos en los que afincar un futuro más promisorio para su provincia/región, llevó a este filósofo a tener lecturas románticas, imposibles de eludir, si las comprendemos en el contexto. Claudio Maíz, “Tarja (Jujuy, 1955-1960): La cultura de los bordes”, en Revista de Literaturas Modernas, vol. 43, núm. 1, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 2013, p. 95.

54Gorelik, op. cit., p. 17.

55Ricardo Káliman, “Un marco (no global) para el estudio de las regiones culturales”, en Journal of Iberian and Latin American Studies, 1999. En https://www.academia.edu/1323858/Un_marco_no_global_para_el_estudio_de_las_regiones_culturales (fecha de consulta: 12 de febrero, 2017).

56Ana Teresa Martínez, Intelectuales de provincia: entre lo local y lo periférico”, en Prismas. Revista de historia intelectual, núm. 17, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2013, p. 177.

57Loc. cit.

58Ana Clarisa Agüero y Diego García, “A modo de epílogo. Culturas locales, culturas regionales, culturas nacionales. Cuestiones conceptuales y de método para una historiografía por venir”, en Culturas interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura, Villa María, Eduvim, 2016, p. 288.

59“Estos análisis relacionales nos permiten escapar de las lógicas esencialistas que delimitan regiones cerradas, centros fijos, circulaciones rígidas […]. En este sentido, imaginar el país como una trama en movimiento, donde a cierta circulación centralizadora dominante en general, se superponen y entrelazan otros circuitos también de estabilidad provisional, muchas veces centrales para una dimensión específica pero no para otra, parece ser el modo de análisis más ajustado a los hechos y abierto a integrar una pluralidad de experiencias que dé cuenta a la vez de las difusiones y de las recreaciones y cambios de significado de lo que circula”. Ana Teresa Martínez, “¿Prólogo o post-scriptum?”, en Claudia Salomón Tarquini y María de los Ángeles Lanzillotta [eds.], Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina (siglo XX), Rosario, Prohistoria y Santa Rosa/EDULPam, 2016, p. 18.

60Ricardo Pasolini, “La historia intelectual desde su dimensión regional: algunas reflexiones”, en Prismas, Revista de historia intelectual, núm. 17, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2013, p. 190.

61Martínez, “¿Prólogo o post-scriptum?”…, p. 18.

62Horacio González, Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argentina del siglo XX, Buenos Aires, Colihue, 2007, p. 7.

63Loc. cit.

64Edward Said, Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, 2008, p. 21.

65Bernardo Canal Feijóo, “El Norte”..., p. 98.

Recibido: 14 de Marzo de 2017; Aprobado: 10 de Agosto de 2017

Ana Laura Elbirt. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Salta (UNSa). Estudiante avanzada del doctorado en Comunicación (Universidad Nacional de La Plata). Becaria CONICET, con sede de trabajo en la Unidad Ejecutora Ciencias Sociales Regionales y Humanidades (CONICET/Universidad Nacional de Jujuy). Docente en la Escuela de Ciencias de la Comunicación (UNSa). Fue becaria del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN, Argentina) y Fundación Carolina (España). En su investigación doctoral indaga en las representaciones de la nación en el ensayismo del noroeste argentino. Su más reciente publicación es “De virutas y cachivaches. La historia argentina en las monografías costumbristas de un bibliotecario salteño a principios del siglo XX”, Corpus (CCT Mendoza, Argentina).

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons